EL INSUMISO… Marbellí

L. Soriano
Estoy en contra de los fumadores irrespetuosos, que fuman en lugares cerrados, en lugares públicos y abiertos en el que hayan colas o niños, de los que tiran colillas al suelo apagadas o sin apagar, los que fuman en el coche, los que te tiran la colilla encima o los que te queman en las aceras al pasar. Sin embargo hay algunas cosas que convendría poner sobre la mesa. La manía de prohibir para ejercer el mando o el poder, y la obsesión por legislar hacen que, cuando la idiocia, la inepcia y la mediocridad cultural y profesional ejercen el poder, se desaten las peligrosas incongruencias y aparezcan los insumisos militantes.

Algo parecido pasa en la economía. Cuando el contribuyente físico o jurídico ve que se le exige saltar 3 metros de altura, pasa por debajo. No se entrena si quiera. Si le exigieran 150 cms de salto, entrenaría y lo intentaría. Aquí, como decía Wellington, dos más dos no son cuatro, por lo cual es muy difícil gobernarnos. Pero si al menos lo hiciesen sesudos prohombres sólidos cultural y mentalmente, nos iría de otra manera sin duda.
Pues bien, si el año pasado les obligaron a efectuar inversiones, algunas muy importantes para separar a los fumadores, y ahora les dicen que las tiren, muchas veces porque son incompatibles con salidas de emergencia o simple desplazamientos dentro de los locales; si resulta que además el tabaco se vende libremente en todas partes, aunque se inventaron el tema del mando a distancia, otra ocurrencia como las que nos tiene habituados esta casta política, del café, las bombillas, o las nocturnidades; si no se ha tenido lo que hay que tener para salvar a los no fumadores, ni se han puesto las medidas para que las agresiones y los perjuicios no los soporten los ciudadanos, los camareros o los propietarios de los locales ante ciudadanos agresivos. Esto es que es una verdadera chapuza, como la de prohibir el vino. Y alabo, apoyo y aplaudo a los insumisos, animandoles a que recurran la Ley por absurda en su planteamiento.

Para terminar y como es natural, la Ministra de Sanidad ha puesto la guinda absurda como no se podría esperar otra cosa de ella en el ánimo de echar tinta de calamar a la crisis tremenda que padecemos. Guinda envenenada y peligrosa, que como mínimo, colapsara a los juzgados de nuevo, y como poco creara algo que a ella le “pone” con seguridad. Comisarios de barrio al estilo Castrista que denuncien a enemigos del “régimen” soñado. Las Leyes hay que cumplirlas, pero la responsabilidad del legislador debe de quedar clara, y su castigo también.

A reflexionar.

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