Conquistas sociales

 










Hay ciertos temas en los que nadie quiere entrar. Queman y destruyen a quien los aborda. Se habla de ellos y se aceptan en privado, pero no en púlpitos donde haya audiencia. Es también una especie de terror, ya que son vulnerables a una manipulación de la opinión pública, por pequeña que ésta sea.
Yo voy a tratar, con el respeto y la delicadeza debida, uno de esos tabúes, ya que hay muchos y todos bien protegidos por los guardianes de las esencias.
Definitivamente, los logros sociales en el campo del trabajo y el bienestar han sido y son una de las más grandes conquistas de la humanidad. En una gran parte del mundo, las conquistas sociales son aún muy pequeñas y en la mayoría de los países, sólo una quimera. Pero quizás por esa misma razón tenemos que ser más cuidadosos cuando exigimos de la sociedad cada vez más privilegios de los que evidentemente el resto del colectivo laboral no puede ni podrá nunca beneficiarse y desincentiva a los creadores de empleo.
Francia estuvo casi paralizada porque se necesitaba un recorte en las mal llamadas conquistas sociales, y los privilegios que en su día, por las razones que fueran, se obtuvieron de gobiernos débiles, irresponsables, demagogos o sin el suficiente apoyo electoral. Son demasiado egoístas para renunciar a lo que el resto de la población no puede jamás ni soñar con llegar. Creo que ahí está la cuestión. ¿Por qué se da por sentado que las conquistas sociales continuadas y desorbitadas conseguidas por grupos de presión fuertes por la posición que ocupan son una muestra de progreso, cuando saben bien que no podrán hacerse extensivas al resto de la sociedad laboral? Opino que son grupos de seres egoístas, nada solidarios, por supuesto que nada progresistas y, desde luego, muy alejados de la realidad de las cosas en este mundo moderno y democrático.
Vivir sin trabajar, con insensibles privilegios, o con la ley del mínimo esfuerzo mientras se está en pleno período de vida laboral activa es un grave fraude. Mucho peor que el fiscal, que es temporal y fácilmente perseguible. Pone en peligro la sociedad las pensiones, a los minusválidos, a los realmente necesitados, o a los que quieren incorporarse a la vida laboral y están dispuestos a ir escalando puestos en la sociedad por el esfuerzo y no pueden por el corporativismo de los privilegiados. Es una nueva secta, una nueva casta que, como todas, pretende vivir de los demás.
En el mundo actual, se ha elevado la calidad de vida, la sanidad, la higiene, y la mortalidad se aleja cada vez más. Pero esto nos exige trabajo duro y productividad en mayores proporciones. No podemos exigir las prebendas y comodidades del mundo moderno y no querer corresponder con nuestro esfuerzo, y encima llamarle "conquista social", el sarcasmo de los caraduras.
L. Soriano
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