Huelga


Huelga



CUALQUIERA QUE OYE a los representantes, y sobre todo a los ex-representantes de los sindicatos, cuando informan de los motivos para la huelga general, creería que se trata de parar una regresión en los derechos como la de la vuelta a las minas o algo peor.

Es tal la virulencia prehuelga, que están tratando de allanar, aplanar, asolar el terreno para su paseo militar. Espero que en el día H, se sepan comportar con sus derechos y los de los demás. Saldrían muy fortalecidos, cosa que necesitan mucho, si la huelga fuera un éxito sin tener que machacar a nadie ni pasar por encima, los derechos de nadie. Pero se están preparando, ellos saben cómo manejar el cotarrote, cómo movilizar, instrumentar, calentar los tiempos pre, in y post huelga.

La demonización del empresario todavía está en el subconsciente de muchos, y en el consciente de pocos, afortunadamente. Las cañerías que se embarraron con toda intención en los años 80, aún no desatascan bien y no hay mucha predisposición a pensar en ellos como en seres humanos.

Hay empresarios-demonio, como hay demonios en todos los estamentos humanos, incluido, y a veces sobre todo, sindicalistas demonio. Que no sólo no representan a nada ni a nadie, en términos comparativos, sino que sólo luchan por su propia supervivencia aun a costa de reventarles la posibilidad de empleo a varios millones de desempleados.

Hay sindicalistas modelo, y otros normales, que ayudan y se esfuerzan en atender las necesidades urgentes, importantes y humanas de sus afiliados, o no, con una entrega digna de la mayor vocación, ayudan, negocian mejoras para sus colectivos, luchan contra cicaterías de empresarios y gobiernos y ayudan a sacar leyes adelante que impulsan a este país y dan posibilidad de acceso al mercado de trabajo a miles de personas que antes no podrían, por no darse las posibilidades de que ese puesto se creara, o porque el mismo trabajador lo demandaba así. Muchas mujeres y jóvenes con otras ocupaciones educacionales o de amas de casa están trabajando porque se modificaron en su día, gracias a estos sindicalistas también, las férreas leyes que sólo protegían al trabajador de 8 horas en la esquina de su casa.

Hay empresarios modelo y otros normales, que se dedican a generar riqueza y empleo, que no tienen como único objetivo la consecución máxima de beneficios, entre otras cosas porque esto ya no funciona en la sociedad moderna. Que son conscientes de que su empleado es su cliente, que si está contento, producirá más y mejor, y se desarrollará más y mejor como persona e integrante de una comunidad. Son los más, créanme. Si no fuese así, no sobrevirían; ya no hay negreros, gracias a Dios y a todo lo demás.

Que se le quiere dar al Gobierno un caponazo, dígase, y hágase, yo también creo que se lo merece, e iría a silbarles sus métodos y sus maneras (de algunos, obviamente). Pero el empleo es algo muy serio para que sea usado como arma de choque, como decía ese señor de un partido tan poco democrático: "No hay motivos para la huelga laboral, es política". Que no se use para que dirigentes opuestos y, sobre todo, ex dirigentes se sientan compensados y "éste no se vaya de rositas".
Que no se juegue con nuestro trabajo para vendettas particulares. Que se respete nuestra estabilidad y nuestras posibilidades también. Los motivos expuestos no convencen

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