IMPUESTOS y
CORRUPCION.-
L. Soriano.
Estoy convencido
como fiscalista que el mayor origen de la corrupción política se da siempre en
la subida generalizada y sin control de los impuestos, tasas y gravámenes. Es el nido donde se pergeña la corrupción Institucional.
Cuando el dinero de la recaudación crece en este país desde que Fernandez
Ordoñez pusiera en marcha esta máquina
de destrucción, hasta los imites insospechados de hoy, el dinero a raudales
crea la codicia y alimenta la ambición de los políticos. Estos, mediocres
personajes por definición, sin posibilidad de hacer fortuna en la “vida civil”,
a base de esfuerzo, riesgo e inteligencia se apuntan a legión a “la política”.
Es la manera más sencilla de que inútiles,
acomplejados y envidiosos se hagan con fortunas que jamás serian capaces
de crear trabajando y arriesgando sin estar “enchufados” a las ubres del poder.
Lo peor es que corrompen a la clase funcionarial y a la clase judicial. A unos
con dinero, a otros con poder y cargos, y a todos con posibilidad de manejar o
recibir compensaciones a raudales, en detrimento todas de la economía, de la producción y del
gasto social.
Reducir los
impuestos a los niveles estrictos de las necesidades reales del país es
imprescindible. Aplicarlos por Legisladores Fiscales de prestigio, preparación e
independencia, es vital. Exigirlos con prudencia, freno y reverso, dependiendo
de las posibilidades reales del país y de los ciudadanos que lo habitan es
indispensable. Ajustarlos a los vaivenes de la economía propia y mundial es
aconsejable. No es lógico que en plena recesión, se suban los impuestos. No es
de recibo que en plena deflación, el endeudamiento siga creciendo en todo lo público.
No es posible, salvo en acontecimientos extraordinarios que acaezcan, que el
estado se endeude, ni las autonomías se endeuden ni los ayuntamientos se
endeuden. No es lícito que se gaste mas allá
de lo que su recaudación mínima y rigurosa les permita y se deberá de tener
posibilidad de retroceder en exigencia fiscal, si la situación se revierte,
retroceden los parámetros, los índices y los valores. No es legitimo que la persecución
fiscal sea sesgada, voluble, y según a quien.
Aunque perversamente sea previsible de a quien se le aplica en sentido
estricto y a quién no.
No tiene categoría
moral ni física este Ministro ni los anteriores, para exigirnos ética fiscal cuando
la corrupción política e institucional, con mayúsculas, ni se persigue ni se
castiga. No podemos consentir que “individuas” como la Sra. Cospedal nos incluya en sus
latrocinios de los que somos simples victimas y sufridores, y que si escondemos
algo es por absolutamente supervivencia y defensa propia ante la confiscación a
la que nos someten en esta autentica cacería del contribuyente vulgar y
corriente.
Abolición de la
inmensa mayoría de los impuestos, sobre todo los directos seria el objetivo de
una manera radical para empezar a poner orden en esta casa de Lenocinio en que
se ha convertido este país, por culpa de una clase política e instituciones
basura, donde nos tienen de obligadas meretrices, que además de pagar y poner
la cama, pagamos a los palanganeros. A
reflexionar.
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