Irene


GRANDMA PASS AWAY

Ayer el corazón de Irene dejó de latir. Se negó a bombear más sangre a su ordenado y claro cerebro, ella de alguna manera se lo estaba pidiendo desde hacía unos meses. El cerebro se resistía a abandonar un cuerpo cansado ya que aún regía perfectamente. Si no fuese por la audición, perdida por un accidente vascular puntual que la dejó algo sorda, y la aisló bastante del entorno familiar y social, mantenía hasta el último momento de sus 97 años una actividad, casi frenética. Con el día entero ocupado. Hacía de comer, ponía la mesa, fregaba, limpiaba y cuando te miraba con esos enormes y vivos ojos azules que expresaban lo que sentía, ya no estaba para disimulos, te sentías, era mi caso, querido y bienvenido. Y yo eso, lo distingo.

Le gustaba freír Milanesas, y asar pollos, celebrar fiestas y cumpleaños y salir, a todas partes. Siempre estaba dispuesta. Nunca tuvo ninguna enfermedad grave, y leves, eran muy leves, dura como roca y fuerte como pedernal. Tenía una mirada pícara, coqueta y femenina, y agasajaba a los miembros masculinos de su familia o conocidos de manera especial.
Su infancia fue triste, y su vida muy difícil, pero jamás perdió la sonrisa ni retrocedió un palmo, ni nada consiguió deprimirla. Ayudó a tanta gente como su pequeño pero recio cuerpo le permitía y tuvo 4 hijos sanos y hermosos de los cuales 3 le sobreviven.

Tuvo que abandonar a su madre a los 4 años porque sus nueve hermanos y ella eran demasiada carga para unos emigrante canarios a la Colonia de Pando Uruguay. La cedieron a una tía con más posibilidades y sufrió algunos sinsabores de Cenicienta, que contaba sin rencor alguno, aunque con profunda tristeza. Ella necesitaba a su madre y no la tuvo más. Más tarde la pusieron a trabajar en una granja y cuidaba vacas, las pastoreaba y las ordeñaba, a la vez que ayudaba a las tareas domésticas de los dueños de la Hacienda, y así pasó su adolescencia hasta que conoció, al hombre de su vida. Un descendiente de holandeses alto y guapo. Era su oportunidad y la aprovechó sin pensárselo, se casó y tuvo a sus hijos. Lamentablemente, el marido venia con un problema, terrible en esa época y en esa latitud, que acabó en ceguera prematura. Consiguió entonces una concesión de alimentos racionados para poder mantener a sus hijos y a su marido, además de cuidar como madre de leche de varios pequeños, incluida una negrita preciosa a quien ella tenía un cariño especial y nombraba continuamente. A todos se los llevaban una vez ella los reponía y fortalecía con alimentos y cariño, pero a uno, que era algo retrasado nadie lo vino a recoger y se lo quedó sin pensarlo un minuto y sin cobrar. Fue su 5º hijo. La tragedia se cernió sobre ella ya que el marido, sintiéndose una carga para aquellas pequeñas pero duras espaldas, decidió suicidarse y terminar de estorbar. No consumó el suicidio, el tren frenó y lo dejó mal herido, lo que agravó los sufrimientos de la pobre Irene, que además tenía que hacerle la comida y llevársela, ya que en el Hospital de donde no salió nunca más el frustrado suicida no se la proporcionaban. Murió seis meses después y ella quedó sola con 5 hijos, el último, muy pequeño. Los sacó adelante a todos, caso a sus hijas con aparentemente buenos y preparados maridos y sus hijos encontraron hueco en la sociedad a un nivel aceptable, con un sustancial avance desde el humilde origen y terminó el sueño de su vida, la casa propia que había empezado con su marido.

Yo la conocí ya con casi 90 años, sin embargo casi todo lo que expongo lo he oído de su viva voz, y hasta hace unas semanas contaba sus anécdotas, cosa que le encantaba y rejuvenecía aunque con cierta dificultad por la falta de audición. Sus hijos y sus nietos, al menos una parte, siempre la atendieron. La sacaron del país cuando ya necesitaba ayuda y compañía, pues hasta los 87 vivió sola. La trasladaron a Tenerife y aquí vivió muy feliz y con mucha calidad de vida, atención sanitaria e incluso vacaciones en Marbella, rodeada por gran parte de su familia. Otros, se quedaron sin disfrutar de ella de la manera que habrían podido, pero ella nunca reprochó nada. Fue sola al baño hasta el último día, no tenía azúcar, ni colesterol ni nada de nada malo y comía de todo, carne, pan y pasteles, pescado menos, al fin y al cabo era uruguaya. Tenía su carácter y le costaba no ser la Jefa del Clan con mando en Plaza, pero lo sobrellevaba con mucha dignidad y resignación. Ella había aprendido mucho de la vida, y resignación y paciencia tenía a raudales, lástima que no todos supieran apreciar sus consejos y sabiduría. Hacia un año que ya no era la misma, mudarse de casa no le sentó bien a su pequeño mundo, aunque ella mantenía su actividad. Hace dos meses, ya estaba cansada de vivir, y se le notaba, y no lo disimulaba. Recibió a su biznieto Idiome ,con alegría y cierta prevención. Yo hace dos meses la encontré mal, a la vuelta de un viaje largo, noté su deterioro y su falta de ganas de vivir y aunque el brillo de sus ojos y su sincera sonrisa eran las mismas, desde el fondo estaba exigiendo un final. Celebró el cumpleaños de su nieta Shander el sábado 5 de Septiembre de 2009, y ya su nieta Juanita, notó que no estaba bien, fue una premonición. Sin embargo yo, que estaba presente, la noté mejor, la mejoría antesala de la partida tuvo que ser. El domingo 6 de madrugada al lunes 7, exhaló un suspiro y expiró en paz y sin dolor. Una vida dura, a la que venció, una vida larga que con intensidad vivió, y un lujo de muerte, sana y sin convulsión, sin drogas, sin dolor y en compañía.

Que descanse en paz y que se reúna con sus seres queridos que le faltaban y tanto añoraba y espere a los que aquí se quedan un tiempo más.

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