CAZA FISCAL. L Soriano
En la explanada De Clermont, cuando Urbano II, Papa, proclamó la I
Cruzada, reunió aquel día a lo más florido de la “Nobleza” de la época, desde
Godofredo a Raimundo de Tolosa, pero a su derecha, estaba un Cardenal, Jefe
espiritual de la Cruzada y representante del Papa en la misma.
Ademaro de Puy. Era un hombre
cabal y respetado, pero de su época y de su lugar en la historia y allá por
esos años, se cuenta que llegados a Antioquia, y ante la infernal batalla por
tomarla, le vinieron a decir que se estaban encontrando muchos cristianos,
armenios la mayoría, que si bien no eran de gran ortodoxia, si eran “hermanos”
y les ayudaban, pero era imposible distinguirlos y les dificultaba la toma de
la ciudad. “Matadlos a todos, que Dios en el cielo escogerá a los suyos”. Frase
que se le atribuye, quizás con demasiada ligereza. En esa batalla murió también
Ademaro, lo que fue muy malo para las Cruzadas en general, al parecer.
Pues bien, en las nuevas
medidas que con horror he leído pretende y conseguirá aprobar este desdichado
gobierno que padecemos y mal soportamos, hay algo de la filosofía de Ademaro.
Al parecer estamos en lo de siempre, lo importante no es crear contribuyentes
sino recaudar de donde tiene que estar el dinero que ellos quieren gastar, eso
sí, sin control. Las medidas destruyen la presunción de inocencia y como en el
Tribunal de la Santa Inquisición, “el que no tenga que temer que nada tema, que
Dios en su infinita sabiduría lo exonerará”. Quizás los juicios de Ordalías
como al que se sometió Pedro el Ermitaño fuese medida a aplicar también pero en
cualquier caso, prefieren llevarse por delante a mil empresarios, pequeños por
supuesto, autónomos o profesionales, que escape uno solo de los defraudadores,
que los hay, ellos están seguro, y esa seguridad me lleva a concluir que lo saben
de buena tinta y sus razones tienen, porque deben de conocerlos bien o estar
entre ellos.
Las medidas no solo son
disparatadas, sino que no incluyen ninguna lista de garantías. Aquí tan
garantistas ellos, con menores asesinos, con asesinos terroristas y narcos, tan
escrupulosos con las prescripciones de los delitos de ciertos estafadores con
amigos coronados y con los sobreseimientos de miles de casos donde la palabra
reinserción adelanta al castigo y la disuasión como objetivo, pues resulta que
aquí garantías y derechos del contribuyente nada. Y encima es una Ley que
persigue todo lo que se mueve y pretende además que sea popular, y lo
conseguirá, ya que entre los funcionarios y obreros por cuenta ajena que no
tienen nada para ocultar será muy popular, con lo que siempre estamos en lo
mismo, la deriva totalitaria está servida. Las farragosas pantaneras en que se
basan nuestras Leyes fiscales son absolutamente incumplibles en todos sus
puntos, ya que muchas se contradicen y contraponen, y nadie da un informe igual
que otro ya que hay cientos de ellas sujetas a interpretación o criterio,
cambiante este según las necesidades del gobernante de turno. Si hay que
expandir, se relaja, si hay que recaudar se contrae. Aumentar impuestos y
presión en caída libre es suicida para la economía, sacara del sistema a los
pocos que queden con el aplauso de los no productivos y de los no empleadores,
y se acabara la fuente. Dejara de manar, simplemente. Los que puedan se irán
como están haciendo hacia soles que mas calienten y por algún defraudador que
desaparece, lo que es bueno en sí, desaparecerán mil justos que no podrán
soportar la “onera gravia” de estos descerebrados pirañuelos.
En absoluto es una defensa del
fraude, pero para que no haya fraude, lo primero es que la Ley sea justa y se
explique con claridad meridiana, que la recaudación sea la adecuada y se sea
riguroso con el destino y su uso, y que las garantías de los contribuyentes
estén tasadas y sean respetados y atendidas sus reclamaciones y sus derechos y puestos
por encima de los de la administración a la que sostienen. Si se aprueban esas
medidas sin las necesarias garantías, cerraremos el país.
A reflexionar y a empacar.
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