El autor de este libro no tiene
Ninguna objeción en que sea
Editado todo o en partes por
Cualquier colectivo e individuo
Anarquista; lejos de las casas
Editoras. Ruega tan sólo que
Se le comunique, para tener un
Registro de las distintas ediciones.
A todos los trabajadores revolucionarios
que fueron asesinados ruinmente bajo los regímenes marxistas en Rusia, España y
otras partes del mundo; a la memoria de ellos.
Agradecimientos:
A mi familia, por todo el apoyo
que me dieron en la realización de este libro. Gracias a Beto, mi hermano, que
leyó el texto y me hizo sugerentes indicaciones. A José Gibello, que también leyó
el texto y me dio su opinión; especialmente a Cesar Tapia G., por el interés
que tuvo en este libro: por hacerme el prólogo, haber leído el texto y
corregirme cosas, así como por todo el material que me hizo llegar. A Nuria
Cedó Gil, mi compañera y camarada, por su apoyo en las traducciones del catalán
y del francés al castellano, por haber comprendido mi urgencia en las traducciones
y por muchas cosas más, muchas gracias a ella por todo. A los compañeros de
Ediciones HL por encargarse de esta primera edición en México. A los camaradas
de la Fundación Anselmo Lorenzo por el apoyo otorgado respecto al tema de
España. A Aitor Pueyo, miembro de la CNT de Cornellà por
leer el texto y corregirme cosas, así como darme su opinión y en general por
todo su apoyo también a la distribuidora anarquista El Grillo Libertario, por esta primera edición en España. Por su
puesto, a los compañeros de la CNT de Valladolid por el apoyo mostrado. Al
camarada David Peñalver Alberto, de la FAI (Madrid), por su ayuda en el tema de
España. A Xavier Barceló, miembro del "Centre
d'Estudis Llibertaris Francesc Sàbat" por su ayuda respecto a los “Amigos
de Durruti”. Y por último, a todos los compañeros con los que he
compartido amistad y militancia. ¡Salud!
La Traición De La Hoz Y El
Martillo
Prólogo
La caída del muro de Berlín en 1989 y el
decreto que dio pie a la desaparición total de la Unión Soviética en 1991,
aunado a la incorporación de los restantes países autonombrados socialistas al
modelo del capitalismo de libre mercado; dicho acontecimiento, abrió la brecha
para que los ideólogos de los países antagónicos al socialismo durante la
guerra fría, declararán triunfante su sistema neoliberal por encima de toda
esperanza revolucionaria y cambio radical que hiciera frente a la explotación y
dominación del capitalismo.
Si bien, a pesar de que en estos tiempos, los
gobiernos y partidos políticos de todos los países se han amoldado la consigna
de que mediante la “Democracia representativa” hemos entrado a la nueva era de
las libertades e igualdad para todos; queda de relieve el hecho de que no han
sido sino pantomimas, las cuales simplemente han maquillado la explotación
padecida hoy en día por millones por seres humanos sometidos al yugo de una
minoría parasitaria que dicta las condiciones de vida sobre los pueblos.
Es ya trillado el discurso manejado por
analistas políticos, historiadores oficiales y doctrinarios ortodoxos
(marxistas y neo marxistas). Tanto los defensores del marxismo como los
neoliberales, abordan el tema explicando los motivos del derrumbe de la URSS (Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas) de un modo simplista, carente de análisis
profundo. Pues mientras los primeros se rebajan a explicar todo mediante un
“problema de personalidades” y “desobediencia hacia el verdadero catecismo Marxista, desviaciones, revisionismos y demás
herejías que atentaban contra el dogma”, los segundos recurren al discurso
fatalista ya gastado que expone que “el capitalismo es el único sistema posible
y éste llegó para quedarse”.
El presente trabajo refuta dichas tesis,
proponiéndose realizar un análisis riguroso, tomando en primera instancia la
teoría marxista, y posteriormente situándose sobre los hechos históricos en que
se desarrolla la trayectoria del marxismo, desde el mismo personaje al que se
le atribuye dicha doctrina hasta sus sucesores, todo, al margen de
superficialidades que impidan ver de manera objetiva las causas que propiciaron
su cruento desenlace: La decadencia de una doctrina languideciendo en sus
propios fracasos que esta misma se dedicó a edificar, y bien resulta aplicable
para este caso el refrán: Cría cuervos y
te sacarán los ojos.
Resulta evidente, pues en base a lo expuesto
hasta el momento, es importante aclarar que se trata de un análisis visto desde
el anarquismo, de lo cual, se hace indispensable examinar las tesis marxistas y
ponerlas en tela de juicio frente a sus principios que dice promulgar y la
compatibilidad con la realidad que busca transformar. Vale la pena, pues, echar
un vistazo durante los primeros años de efervescencia de ambas corrientes
(desde la Primera Internacional hasta llegar a los acontecimientos revolucionarios
de la historia), sobre las críticas que hizo el anarquismo hacia la veracidad
de un catecismo que se autoproclamaba científico y como absoluta panacea
revolucionaria para la liberación humana. ¿Fueron Marx y Engels los autores de
un proceso que llevaría a algo contrario de lo que predicaron en sus
tesis? ¿Fueron las hegemonías
totalitarias con sus campos de concentración que terminaron abriendo
cínicamente la brecha al capitalismo, auténticamente socialistas o comunistas?
Si cualquiera que comienza por la A debe llegar
inevitablemente a la Z, es entonces imprescindible hacer tabla rasa sobre que
tanta similitud y diferencia existe realmente entre los principios del
anarquismo y los del marxismo, esto, a sabiendas de que suele muchas veces
comparárseles en un mismo terreno revolucionario encaminado a la abolición del
Estado y del Capitalismo, dando paso a un máximo de libertad en completa
fraternidad.
En estos tiempos donde el control mundial es
ejercido por las instituciones financieras, sobrevive el discurso “socialista”
en la demagogia de algunos políticos, sus partidos y gobiernos; que lejos de
representar una amenaza al capital, lidian y se respaldan de éste. Además, el
marxismo no ha dejado de ser bandera política de los grupos que mostrándose como
los más consecuentes, pretenden una regresión hacia sistemas del pasado (el
cual glorifican), negándose a ver y encarar que los respalda una reputación de
traiciones y autoritarismo. Por lo tanto, tales críticas siguen vigentes.
La Traición de la Hoz
y el Martillo
pretende rescatar el significado del verdadero comunismo, desligándolo de esas
tergiversaciones de que fue y ha sido objeto. Porque si asistimos aún, a
satanizar tajantemente al comunismo o el socialismo en base a lo acontecido en
dictaduras pasadas, cometeríamos también al funesto error de no ver que el
fracaso no fue del comunismo sino del capitalismo de Estado, las burocracias y
un fatalismo que supuso “dialécticamente,
con la destrucción de los privilegios económicos vendría después por sí sola,
la disolución del Estado”.
Esperemos finalmente que todo el conjunto, o
síntesis, del estudio realizado a través de mucho esfuerzo, sirva como aporte
significativo a los fundamentos del anarquismo frente a sus detractores, aún
contra quienes se proclaman revolucionarios, a pesar de la incongruencia entre
sus medios y sus fines.
Corresponderá en última instancia al lector,
realizar su propio juicio acerca de la veracidad y vigencia de los
acontecimientos, comparándolos con la realidad que hoy se vive, albergando la
esperanza de que éste tome la iniciativa y voluntad para transformarla.
César Tapia G.
Introducción
El Marxismo y el Anarquismo, que
se desarrollaron ampliamente a partir de la revolución industrial, han venido
evolucionando cada uno por su lado. El anarquismo encontró corrientes como el
individualismo, el colectivismo anarquista y finalmente el anarco-comunismo,
principalmente. El marxismo, desde que queda planteado por Marx y Engels, ha
sufrido algunos cambios, no de fondo, pero sí de táctica. Si bien Marx y Engels
formularon una doctrina que, según ellos, era el bastión principal y único
método realmente científico de la revolución, este vino evolucionando (¿o
involucionando?) desde esos tiempos en los que se pusieron los cimientos de la
revolución social por medio de la conquista del poder político por los medios
necesarios –desde las elecciones hasta los golpes de mano- hasta la dictadura
del proletariado y la concentración del poder en manos de un Estado
supuestamente obrero. Este camino debía conducir necesariamente hacia el
despotismo y regímenes totalitarios, como los que sufrió la humanidad durante
el siglo XX.
Hay que reflexionar y preguntarse
si Marx y Engels en realidad no habían vislumbrado los caminos que su doctrina habría
de seguir, y que no sólo la razón la tuvieron todo el tiempo los anarquistas
que les criticaban duramente, sino que Marx y Engels no tenían en sus métodos
nada de científico.
O, por otro lado, si lograron
alguna vez darse cuenta de que en la crítica anarquista del Estado había mucho
de verdad y se empeñaron aun así en sus ideas, entonces la respuesta no da
lugar a dudas: Marx y Engels al hablar de la revolución social, en realidad se
referían a convertirse ellos en los caudillos del pueblo, y por consecuencia,
en gobernarles ellos mismos. Con lo que la crítica anarquista también está en
lo cierto: quien busca el poder no puede buscar destruirlo, sino apoderarse de
él y hacer uso de éste mismo.
Nos encontramos en un círculo sin
salida del que no se puede salir entonces más que de dos maneras: o negando
contra toda la historia que Marx y Engels –y por ellos todo su sistema-
estuvieron equivocados siempre; o poner los pies en la tierra y dar la razón al
anarquismo.
Por otro lado, el sistema que el marxismo
plantea, lleno de dictaduras y de leyes sobre el pueblo, no tienen nada que ver
con el Comunismo auténtico, donde la equidad reina y el Estado no existe.
Por eso, antes de comenzar
tenemos que decir que por razones de carácter etimológico, no nos referiremos a
los discípulos de Marx y toda su doctrina como comunismo, porque no hemos de
olvidar que, el comunismo, tomado en su sentido realmente ideológico, supone la
destrucción del Estado, y la propiedad común de los medios de producción y de
los productos obtenidos mediante el empleo de éstos.
El marxismo, al proponer que la
propiedad de los medios de producción y con ellos la riqueza social sea
centralizada en un enorme aparato estatal, falta grandemente a los principios
del comunismo; por mucho que a eso le llamen “primera fase del comunismo”. Lo
mismo hace al proponer que la revolución social pase por un periodo
“transitorio” de dictadura “proletaria”. La historia nos demuestra que la
pretendida intención de los marxistas de que desaparezca el Estado no es sino
una mentira.
Por todo esto, al referirnos a
ellos, evitaremos todo lo posible por llamarles “comunistas” y les llamaremos,
más acorde con sus ideas, “marxistas”. Se podría argüir que hay quienes se
reivindican como trotskistas, maoístas, leninistas, y también, rayando en el
fascismo, stalinistas.
Se nos ha tratado de objetar, que
es diferente la "socialdemocracia" al "marxismo auténtico",
argumentos por demás sofistas que no entienden que la una fue la consecuencia
lógica de la otra. Se nos ha dicho que cada teórico del marxismo lo interpreta
de manera similar, aunque distinta. Nosotros por nuestra parte entendemos esto,
pero también vemos en los distintos teóricos del marxismo la continua evolución
de los ideales de dictadura revolucionaria que comenzaría el mismo Marx, y
culminaría el señor Stalin, sin olvidar a Krushev y Gorbachov. Al hacer esto,
no creemos hacer una injusticia, pues sólo nos proponemos exponer la teoría
marxista en sus distintos matices, haciendo tabla rasa de todos ellos, y exponer
en toda su magnitud autoritaria al marxismo, según los mismos actos, teorías y
hechos realizados por sus distintos defensores, ello se verá en el recorrido
del libro, donde con sus mismas obras y actos lo iremos demostrando. También
tengamos en cuenta que todas estas teorías tuvieron como pilar inicial la
doctrina de Marx, él fue la fuente de donde salieron las teorías posteriores.
“En efecto, Stalin y el stalinismo
no son sino consecuencias lógicas de una evolución preparatoria, resultado ella
misma de un terrible desvío, de una confusión nefasta de la revolución.
Lenin y Trotsky, es decir, su
sistema, prepararon el terreno y engendraron a Stalin. Sepan, pues, los que
sostuvieron antes a Lenin, Trotsky y compinches, y hoy fulminan a Stalin:
cosechan lo que han sembrado” (1).
En efecto, como bien dice Volin,
todo el sistema de terror que Stalin llevaría a cabo no es sino la consecuencia lógica de una evolución
preparatoria, que Marx iniciaría.
Por más que Marx haya dicho
“¡Todo lo que yo sé, es que no soy marxista!”. Por más que Engels dijera a
partir de 1886 y hasta 1894:
“nuestra teoría no es un dogma…
un dogma que deba aprenderse de memoria y repetir mecánicamente… sino una guía
para la acción… una teoría del desarrollo… una exposición de un proceso
evolutivo que se compone de muchas fases”.
Por más que criticase a
personalidades de la política rusa que citaban textos de Marx “como si fuesen
textos de los clásicos o del Nuevo Testamento”, ya era demasiado tarde: la obra
de dogmatismo que habían emprendido dentro de la Internacional (2) contra todos
aquellos que distaban de compartir sus ideas (3) había evolucionado: el dogma
teórico se convertiría en dogma práctico, la autoridad política se convertiría
en autoridad ideológica, la peor que puede existir.
Se ha hablado también mucho de
que hay quienes han “interpretado mal a Marx”. Es verdad que Marx asignaba el
papel de la “Dictadura del Proletariado” a una
clase, y no a un partido; esto es
ya aportación de Lenin.
Pero el camino estaba dado por el
mismo Marx: ponía al Partido Comunista como “la Vanguardia” que debía conducir
al pueblo hacia la revolución, y es claro que esta vanguardia debía continuar
durante la misma revolución, tomando la preponderancia de esta misma, y
llevando a que la dictadura del proletariado la ejerciera un partido y no una
clase, e incluso, por encima de esta misma clase. Tal y como pasó en Rusia, que
si bien, como ya he dicho, la dictadura
de un partido fue sobre todo obra de Lenin, esto no fue sino el resultado de las
teorías que Marx acuñaría hacía ya mucho tiempo. Cumpliéndose casi a la
perfección las previsiones que sobre todo eso había dicho Bakunin.
Por todo lo dicho anteriormente,
creemos que no sólo no somos injustos al tomar de los distintos teóricos del
marxismo los materiales necesarios para esta obra; sabedores también de que hay
muchas cosas que en las palabras (y sólo en las palabras) aparentemente hacen
que coincidan el marxismo y el anarquismo:
“No discrepamos en modo alguno de
los anarquistas en cuanto a la abolición del Estado, como meta. Lo que afirmamos es que para alcanzar esta meta, es necesario
el empleo temporal de los instrumentos, de los medios, de los métodos del poder
Estatal, contra los explotadores, igual que para destruir las clases es
necesaria la dictadura temporal de la clase oprimida” (4)
Pero nosotros no nos dejamos
llevar por las palabras, y sí sólo por los hechos, pues todas estas cosas como
veremos, sólo suceden en las letras, pues en la práctica todo ello dista mucho
de ser real; comprendido lo anterior, creemos que si algún nombre lo tienen
ganado a pulso es el de marxistas, y no en modo alguno el de comunistas.
Cosa que, desde ya hace mucho
tiempo han hecho los marxistas: apropiarse un término que por lógica y por
ideología no les pertenece; al apropiarse éste nombre han hecho de él sinónimo
de autoritarismo, y con ello, lejos de brindar un servicio al comunismo, no han
hecho más que manchar este nombre.
Pero tampoco vamos a pelear por
un título, pues lo que cuenta son los actos, y no los nombres. Pero dicho esto
entremos en materia.
El marxismo planteado, propone a
grandes rasgos como principios de la clase obrera (5): La lucha de clases; el Partido
Comunista como vanguardia de la revolución; la toma de posesión del poder por
el proletariado, aunado a la constitución de un Estado obrero; la toma de
posesión de los medios de producción por la clase obrera; la organización de la
vida en sociedad –y ello comprende el sistema económico- ; la dictadura del
proletariado; la desaparición paulatina del Estado para dar paso a la libertad
(6).
Esto es lo que conformaría según
ellos, el mal llamado socialismo científico, así es que interesados en
investigar la verdad, veremos si es que existe algo de “científico” en esta
ideología.
Primera Parte:
La Teoría
Lucha de Clases
Es evidente que la sociedad se
halla dividida entre explotados y explotadores. En esto el marxismo y el
anarquismo coinciden. Pero es a partir de aquí que se separan, pues el marxismo
esta preeminentemente con la “clase obrera”; en tanto que el anarquismo apoya
también a esta clase, pero ve que existen más factores explotados, no sólo la
clase obrera.
Ello ha sido la consecuencia de
que el anarquismo apoye también a otros sectores de la sociedad que también
sufren la opresión del Estado y el capitalismo, como son aquellos a los que los
marxistas denominaban “lumpen proletariat” y los campesinos, etc. Pero
centrémonos en el tema de la lucha de clases tal y como los marxistas la toman,
es decir, entre el proletariado y la burguesía.
La lucha de clases comprendería
la clase explotada contra la clase explotadora. ¡No lo olvidemos! Explotados
contra explotadores.
Pues bien, cuando los marxistas
teorizan acerca de la disolución de las clases sociales, lo hacen diciendo que
pasado un periodo transitorio de dictadura por parte del proletariado se
disolverán las clases sociales y el Estado morirá de muerte natural.
Porque, -dicen- el Estado de la
burguesía “se puede abolir” pero el Estado de los proletarios “se tiene -¡debe!
casi nos dicen- que extinguir” (más adelante pasaremos revista a esto).
Las clases sociales no son más
que una división entre las personas, derivadas de la condición económica de que
son objeto (según la clase a la cual se pertenezca) distintos grupos de
personas; pero no es sólo esto, las clases sociales se mantienen por obra y
gracia del Estado, que es quien protege los privilegios de la clase explotadora
contra la rebelión de la clase desposeída. Es el Estado quien está interesado
en que existan clases sociales, las unas explotadas, y las otras explotadoras. Interés
desde ya evidente, y que es muy poco probable que se dude de ello.
Se trata, evidentemente, del
interés que tiene el Estado en conservar las clases sociales. Sin éstas, su
poder, sus privilegios se verían eliminados: no habría quien trabajase por un
salario miserable, no habría quien se esclavizaría por no tener ninguna otra
opción. Si las clases sociales no existieran, el Estado al ver el sentido de su
existencia eliminado se vería eliminado a sí mismo, y los miembros que lo
conforman se verían en la situación de trabajar lo mismo que todos los demás.
El Estado, el poder, cualquiera que sea su nombre, siempre estará interesado en
la existencia de las clases sociales, pues de esta existencia devienen sus privilegios
y su sentido de existencia.
¿Cómo explicar entonces que los
señores marxistas, intenten “abolir” las clases sociales al mismo tiempo que se
empeñan en mantener al Estado, que es quien sostiene precisamente aquello que
se quiere abolir?
Ellos se empeñan en esto, pues
creen que tomando la maquinaria del Estado, conseguirán eliminar las clases
sociales, pero todo, por medio y obra del poder estatal.
Es verdad que dicen que este
poder estatal no servirá a los intereses de una clase explotadora, como el actual.
Dentro del marxismo, la burguesía propiamente llamada, cesará de existir. Será,
entonces, el nuevo conjunto de responsables del Estado quienes tomarán su
lugar, y el Estado, que antes servía los intereses de la burguesía, serviría
entonces a los intereses de la nueva burocracia que explotará a las masas,
aunque con otro nombre.
Nosotros sabemos que cuando
existe el Estado, aun el Estado “obrero” que proponen ellos, existen
necesariamente clases sociales diversas. La pirámide jerárquica no es eliminada
y con ella las diferencias continúan subsistiendo. Desconocer esta ley “casi
natural” del Estado, es desconocer todo lo que concierne a la emancipación del
pueblo; desconocer la naturaleza del Estado, es echar por la borda al mismo
tiempo todas las teorías que sobre la revolución se hayan podido hacer.
Si se desconoce el final de
nuestros objetivos como revolucionarios, es querer formular una teoría social
“sin cabeza” ¿los marxistas quieren formular una teoría así, o simplemente
están equivocados? Esto es lo que vamos a responder en lo sucesivo de este
libro.
El marxismo se ha caracterizado
durante mucho tiempo por desconocer o hacer caso omiso a esto, por empeñarse en
sostener las equivocaciones de Marx que la historia ha demostrado.
Quien conoce medianamente el
poder, sabe que quien se asienta en él, lejos de querer abandonarlo, se
esforzará por hacer de su poder un todopoderoso, un todo. Quien conoce aunque
sea a simple vista el gobierno, sabe que es imposible que haya gobierno sin
gobernados, vale más decir, sin esclavos.
Aunque se nos trate de objetar
que esto no pasará en el Estado “obrero”; pues serán los mismos obreros los que
gobernasen.
La teoría bakuninista acerca de
la toma del poder por los trabajadores echa por la borda las teorías marxistas,
y esta teoría bakuninista es perfectamente aplicable a nuestra época -y en
general- a cualquier país:
Si la clase obrera crea en un
determinado país un Estado obrero, ¿quiénes serían los que no estuvieran en
este Estado? Puesto que el Estado es obrero ¿a quién gobernaría este Estado?
evidentemente, para que exista un gobierno, tiene que haber a quien gobierne.
Supongamos que en cualquier región del mundo se crea tal Estado obrero ¿Serian
los millones de habitantes los que gobernasen, los que subirían al poder? en el
ilusorio caso de que así fuera, ¿a quién gobernarían? En caso de que fuera al
pueblo; ¿no sería esto otra división de clases, entre gobernantes y gobernados?
Y si el gobierno es popular y necesario ¿Qué necesidad hay de “extinguirlo”?
ahora bien, si se extingue, es porque nunca fue ni necesario, ni popular,
puesto que –según ellos- sería el mismo pueblo quien lo eliminaría. No hay modo
de salir de esto. Además, esta misma intención de extinguir el Estado nos lleva
a otras conclusiones: si el Estado es destruido por la libertad, es entonces
evidente que hay que destruirlo inmediatamente, si no se quiere seguir siendo
esclavo; y si el Estado destruido da paso a la libertad, nos encontramos en la
misma conclusión anterior.
Lo que antes fue verdad, hoy está
más confirmado.
Para darnos una idea de lo que
los marxistas entienden por eliminar las clases sociales, empezando por el
mismo Marx, reproduzcamos los puntos 1, 2, 4, 5, 6, y 8 insertados en el Manifiesto del Partido Comunista, puntos
que reproduciremos íntegros más adelante, pero que en este capítulo nos son muy
ilustrativos, leamos:
1.- Expropiación de la propiedad
territorial y empleo de la renta de la tierra, para los gastos del Estado.
2.- Fuerte impuesto progresivo.
4.- Confiscación de la propiedad
de todos los emigrados y sediciosos.
5.- Centralización del crédito en
manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y
monopolio exclusivo.
6.- Centralización en manos del
Estado de todos los medios de transporte.
8.- Obligación de trabajar para
todos (claro, con excepción de los jefes del partido que estarán en el poder).
Ésta es la manera en como los
marxistas quieren ir hacia la abolición de las clases: haciendo un
fortalecimiento del enemigo; esto tengámoslo en cuenta, pues no se trata ni de
Lenin ni de Stalin de quienes salieron estas palabras, sino del mismo Marx.
En todo caso, como declararía
Marx, el Estado obrero, sería compuesto por los socialistas dedicados y cultos,
como suele decirse en sus escritos (tontería Saint-Simoniana).
Es decir, el populacho, el
pueblo, sería gobernado por una nueva aristocracia de científicos. En palabras
más claras, la propuesta de Marx es: el gobierno de los inteligentes sobre los
“brutos”.
Para quien ve las cosas sin
prejuicios doctrinales las cosas están claras: pretenden seguir dando vida a la
bestia estatal, con el pretexto de su necesidad, y de su papel “revolucionario”…
un Estado, un Gobierno… ¡Revolucionario!... hace falta desconocer totalmente la
historia, la naturaleza del Estado, del poder, para creerse semejante cosa.
Sabemos, sin temor a equivocarnos
que mientras exista el Estado, aun el propuesto por ellos, existirán las clases
sociales.
También cabría preguntarles a los
marxistas, si han comprendido esto ¿comprenden que el pueblo que se rebeló
contra sus gobernantes (en este caso el partido bolchevique) en Rusia, no era
en modo alguno contrarrevolucionario? Simplemente siguieron los principios de
la lucha de clases: explotados contra explotadores. Al ponerse los dirigentes
del Partido como los nuevos gobernantes, la rebelión del pueblo ruso fue no sólo
una necesidad del momento, sino una obligación revolucionaria. Es imposible
tratar de abolir las clases sociales al mismo tiempo que se sostiene la
necesidad de un Estado, aunque éste sea obrero, pues el Estado no sólo es un
producto que asegura la existencia de clases sociales, sino que el mismo es
generador directo de clases sociales.
Dejando en pie un Estado, éste
generará alrededor suyo toda una nueva casta de privilegiados, encargados de la
dirección de dicho Estado, pues cualquiera sabe que gobierno, es igual a
burocracia, burocracia es igual a parasitismo y de esto no se escapa tampoco el
Estado propuesto por los marxistas.
Conocedores de la naturaleza del
Estado, no nos resulta desconocido que después de revolución, y mediante la
dictadura del proletariado, se ejecute el principio de la lucha de clases
(explotados contra explotadores) a la manera inversa (¡explotadores contra
explotados!).
Nosotros sabemos perfectamente
que la abolición de las clases sociales ha de llegar paralelamente con la
destrucción del Estado y que este Estado (incluido el suyo) no ha de morir de
muerte natural, sino de muerte violenta, por la fuerza ejercida por el pueblo
mismo y sin “periodos transitorios”.
No es éste el lugar para exponer
la idea anárquica, pues ello saldría de nuestro propósito de examinar al
marxismo, pero creo que sí cabe mencionar también que la lucha de clases
propuesta por los anarquistas termina al tiempo de que son eliminadas las
instituciones de clase explotadora, es decir es un medio, no un fin en sí.
“Reconocer y proclamar de viva
voz que cada uno, cualquiera que haya sido su etiqueta en el pasado,
cualesquiera sea su fuerza o su debilidad, sus aptitudes o su incapacidad posee
ante todo el derecho de vivir; y que la sociedad tiene el deber de dividir
entre todos sin excepción los medios de existencia de que dispone.
¡Reconocerlo, proclamarlo y actuar en consecuencia! […]
Pero creemos que el pueblo,
siempre enemigo de las represalias y generoso, compartirá el pan con todos los
que hayan permanecido en su seno, ya sean expropiadores o expropiados […]” (7).
Esta es una de las cualidades más
bellas del anarquismo: que nunca pierde de vista que su finalidad es la libertad.
No se entretiene en dictaduras burguesas, ni en misantropías de ningún tipo. Su
fin no es en modo alguno la violencia, sino la libertad.
Supongamos por un momento que la
revolución trata de eliminar las clases sociales mediante el Estado:
Evidentemente es tonto creer que
la totalidad de la población ejercerá el poder; será entonces una representación del pueblo la que
gobernara. El gobierno se ejercerá sobre el pueblo por esta representación…
¡del propio pueblo!
Pero vayamos más lejos y
supongamos que es el total del pueblo, con sus millones de habitantes, quienes
gobernarán. El gobierno se ejercería, según ellos, contra la burguesía. La
burguesía no son las personas, sino la institución propiamente dicha. Si se
expropia a la burguesía, las personas que pertenecían a esta institución cesan
de ser burgueses, y si el gobierno popular se ejerce contra ellos, entonces los
papeles se cambian: existirá una nueva burguesía con mayor número, y una nueva
clase oprimida reducida numéricamente, cosa que con el tiempo cambiaría y será
una reducida minoría quien gobernase. Las cosas no habrán cambiado, seguirán
habiendo gobernantes y gobernados. Aún cuando estas suposiciones son realmente
fantasiosas.
En todo caso, si lo que se busca
es la eliminación de las clases sociales, no se puede ir hacia este objetivo
con los medios opuestos a ello, no se puede hablar de eliminar las clases
sociales al mismo tiempo que se propone otro Estado, llámese como se llame, ya
que esto es equivalente a formar nuevas clases sociales también explotadas, y
engendrar una nueva clase parasitaria, que bajo el velo de proletario
gobernaría a sus anchas a la recién nacida clase explotada.
Proclamamos la destrucción de las
clases sociales, pero no para formar otras nuevas, aunque idénticas en el
fondo. Proclamamos la abolición de las clases sociales, pero con ello también
queremos abolir el medio para crearlas y mantenerlas: el Estado.
Actualmente, muchos marxistas
admiten (muchas veces hasta con un descaro terrible) lo nefasto de la
revolución rusa, de la situación en Cuba, etc.… y, compañero lector, ¿quieres
saber la razón por la cual terminaron en pleno holocausto estas revoluciones?
He aquí las causas:
En primera porque se toma la vía
autoritaria, estatal, que en este texto vamos a deshebrar, hasta dejar de
manifiesto su propia naturaleza. Y que también analizaremos brevemente en los
capítulos destinados a examinar el papel de los marxistas en la revolución
rusa, etc.
En segunda por este punto
esencial entre el marxismo y el anarquismo (que como ya dije no es éste el
lugar de exponer en toda su extensión):
El anarquismo siempre dirige sus
ataques contra las instituciones, las cuales busca por todas las formas
destruir; nunca sueña con que un par de muertes de ciertas personalidades que
temporalmente conforman el Estado puedan cambiar las cosas.
El marxismo, por el contrario, al
no atreverse nunca a destruir las instituciones (en su raíz) del Estado, a las
que lejos de querer destruir quieren hacerlas más fuertes, siempre y cuando
estén bajo su dominio, dirige sus ataques contra las personas, creyendo que con
ello conseguirán algo. Destruyen a todo aquel o aquellos que consideran
peligrosos para su régimen, para sus ideas, y no advierten que lo que se debe
destruir es la institución misma. He ahí la clave.
Creen, que eliminando a toda su
oposición crearán un mundo según su ideal, y no se dan cuenta de que en
realidad, sólo sustituyen unas instituciones opresoras por otras de la misma
calidad, aunque bajo su dominio. Todo esto, a costa de innumerables vidas, que
habrán servido sólo para encumbrarles. El ideal de los marxistas es la
represión brutal y constante de todo lo que se salga o se pretenda salir de sus
garras. Y esto, dirán (para enaltecimiento de la ironía)… ¡por la revolución!
¿Acaso en Rusia se abolieron las
clases sociales mediante la constitución del Estado bolchevique? No.
Si queremos destruir la división
entre las personas, lo que se debe hacer es cortar de tajo el problema: el
Estado.
No podemos querer ir al norte
mientras avanzamos hacia el sur.
Ahora bien, seguramente no faltará
quien nos trate de decir que sólo criticamos la teoría marxista de la lucha de
clases y con ello queremos decir que la lucha de los obreros contra la
burguesía no debe existir… les conozco de sobra, y sé que intentarían así
refutarnos, así que me apresuro a aclarar esto:
Evidentemente la lucha contra la
burguesía debe existir, pues no hay otra manera de salir de la situación actual
sino por medio de la organización y de la lucha implacable contra el poder. Se
nos dirá que la crítica de la muerte del marxismo la dijo también la burguesía,
pero son argumentos infantiles: si el cristianismo tuvo en sus inicios unas
ideas buenas, no por ser ateos nos vamos a volver reaccionarios, solo por
llevar la contra.
Además, si la burguesía critica
al marxismo lo hace tan sólo para salvaguardar sus intereses de una idea que
pretende quitárselos, para ejercerlos ellos. Nosotros proclamamos la derrota
del marxismo, ¡pero vamos en busca de la derrota de la burguesía! No para tomar
sus instituciones, sino para destruirlas… ¡contra los privilegios burgueses y
marxistas! Estos argumentos entonces son en verdad infantiles y esconden tras
de sí el interés de defender lo indefendible.
Además, siguiendo con el tema de
este capítulo, si los marxistas toman prioritariamente a los obreros como clase de lucha ¿Cuál es el papel que
deben seguir las demás clases como los campesinos, y quienes no son ni
campesinos ni proletarios, como las prostitutas, las amas de casa, los
indigentes, etc.? Según ellos tanto los campesinos como las amas de casa, etc.,
deben ir detrás del proletariado; según ellos los indigentes son gente que
también debe ir a remolque del proletariado.
Según nosotros, todos los elementos de la sociedad que
sufren la opresión del sistema deben organizarse de manera horizontal para la
lucha contra el poder. De esta manera, el proletariado no va a la vanguardia, sino acompañado de sus hermanos que también
son explotados.
Entonces, no tomamos la lucha de
clases a la manera de ellos:
Proletariado
Otros
elementos extraños al proletariado
VS burguesía.
En realidad el marxismo no toma
la lucha de clases ni siquiera así; más bien podríamos decir que la aplican de
la siguiente manera:
Proletariado
+ elementos burgueses
radicales
y en la cola los elementos
extraños al proletariado VS
Burguesía.
No podemos decir que tomen la
lucha contra el Estado, porque ellos no quieren destruir el Estado, sino más
bien sólo quieren destruir éste Estado.
Entonces, no se trata para ellos de eliminar los privilegios, sino de
embellecer la servidumbre con el nombre de socialismo, que no es la misma cosa.
Entonces, la llamada lucha de
clases nosotros la entendemos así:
Campesinos Estado
Amas
de casa
Burguesía
Proletariado VS Capitalismo
Indigentes Fuerzas
Armadas
Otros
elementos explotados Otros
elementos explotadores del poder
¿La eliminación de las clases
sociales, dicen? ¡Eliminemos entonces la raíz, eliminemos el motivo por la cual
existen!
Se nos dirá, el Estado no es el
generador de las clases sociales, sino la economía capitalista.
Aceptan que el poder económico
engendra el poder político, y por eso lo primero para ellos es la destrucción
de este sistema económico y la creación de uno nuevo, según sus ideas; pero no
aceptan que a su vez el poder político engendra el poder económico y que por lo
tanto, al momento que se erradica el poder económico, es preciso también
erradicar el poder político. Es decir: se precisa acabar con el Estado, y crear
un sistema económico descentralizado sin Estado.
Y sólo entonces, cuando el
creador de clases sociales y guardián de éstas sea destruido, la humanidad
dejará de estar dividida; si esto no se realiza, la humanidad seguirá girando
en el círculo de autoridad y división de clases en el que el Estado quiere
mantenerlo.
En definitiva, los marxistas se
equivocan al querer eliminar las clases sociales mediante el Estado.
La Vanguardia de la Revolución
Tomemos otro punto. La vanguardia
de la revolución.
El marxismo, al igual que el
Estado capitalista que nos gobierna ahora, piensa que el pueblo es un niño de diez
años que no sabe cómo dirigir su vida, ni tomar decisiones acertadas y por ello
propone que la revolución al igual que la vida en sociedad sea dirigida por los
“hombres más aptos” “más inteligentes”. Siempre el prejuicio burgués de la
“necesaria” dirección de la revolución por una categoría más elevada de
intelectuales; un tinte claramente blanquista se asoma en ello.
Es claro que si el ser humano es
incapaz para gobernarse a sí mismo, quienes pretenden gobernarlo al constituir
parte de la humanidad se encuentran en la misma situación de incapacidad, no sólo
para gobernarse a sí mismos, sino a la vez al pueblo. Nos veríamos entonces en
la necesidad de buscar esta dirección en una esfera ajena a la humanidad, lo
que es un absurdo. Por el contrario, el ser humano es capaz de gobernarse a sí
mismo, y las direcciones y los líderes sobran. Es verdad que hace falta
coordinar y poner en orden las cosas, pero para eso el pueblo se basta a sí
mismo: ingenieros, arquitectos, técnicos y demás elementos deben constituir un
apoyo a la revolución, y no la dirección.
Pues bien, una revolución
realmente socialista debería plantear la igualdad de derecho y deberes para
todos - Con excepción de los discapacitados, ancianos, niños, etc.-: la
equidad.
Plantear que el pueblo es el que
sufre los estragos que inflige el Estado, y que por lo mismo, es el pueblo el
que mejor sabe lo que le afecta o beneficia. Que es el pueblo el que ha de
hacer la revolución y el que ha de dirigir la vida en sociedad, sin
intermediarios, ni dirigentes que actúen, o pretendan actuar en su nombre.
Pues, ¿Qué puede hacernos pensar que estos personajes son tan maravillosamente correctos,
investidos de una divinidad suprema y estar, por ello mismo, exentos de todo
error, de corromperse estando en el poder?
Nunca (8) ha habido ni habrá una
sola persona que al estar en el poder no traicione tanto a su gente como a sus
propias convicciones.
Sabemos perfectamente que el
pueblo puede (y debe) dirigirse con completa independencia de los dirigentes de
cualquier tipo, encaminar la revolución por caminos y con medios de libertad;
porque, como dijera Bakunin: a la libertad sólo se puede llegar por caminos de
libertad.
Aquí es donde comienzan los
contrasentidos del marxismo, siendo Marx el creador de ese aforismo que la
clase obrera ha hecho suyo: “La Emancipación de los Trabajadores ha de ser obra
de los Trabajadores mismos o no será” falta gravemente a éste (ya desde la
Internacional) pretendiendo ser ellos los que lo organicen todo, por ser, según
ellos, los más conscientes. Relegando a las clases más pobres que según ellos
tenían que liberarse a sí mismos a la condición de “ponerse a la retaguardia
del proletariado” como decía Bujarin (9), y como Lenin también lo decía:
“Sólo el proletariado –en virtud
de su papel económico en la gran producción—es capaz de ser el jefe de todas
las masas trabajadoras explotadas” (10)
Más delante Lenin con una buena
retórica nos dice que para ellos el pueblo es tan sólo un rebaño:
“Educando al partido obrero, el marxismo
educa a la vanguardia del proletariado, vanguardia capaz de tomar el poder y de
conducir a todo el pueblo al
socialismo, de dirigir y organizar el nuevo régimen, de ser el maestro, el
dirigente y el jefe de todos los trabajadores y explotados en la obra de
organizar su propia vida social, sin la burguesía y contra la burguesía” (11)
Y nos lo confirma de nuevo
conforme la teoría del mismo Marx:
“La teoría de la lucha de clases,
aplicada por Marx a la cuestión del Estado, y la revolución socialista, conduce
necesariamente al reconocimiento de la dominación política del proletariado” (12)
Y de esta manera, ya no es el
pueblo liberándose a sí mismo, sino un grupúsculo de hombres que los liberarán
de un yugo… ¡pero para ponerles otro!
Un movimiento que es guiado por
una vanguardia, y que sólo se deja guiar por ellos, sin intervención.
Asistiríamos, pues, al encumbramiento de un nuevo poder autoritario al que el
pueblo se ha de ver sometido sin rechistar.
Afortunadamente la revolución
social, como bien decía Kropotkin “no es un simple cambio de gobernantes”.
Si bien podría alguien intentar
argumentar que en la revolución española se hizo algo similar, siendo las
organizaciones anarquistas (principalmente C.N.T. F.A.I. F.I.J.L.) las que
organizaban las colectividades libertarias. Pero tal argumento cae, al notar
que dichas colectividades eran creadas por el pueblo mismo, organizado en los
sindicatos, sin presión alguna:
“… los campesinos anarquistas no
esperaron sus «órdenes» [de Durruti] para realizar las colectivizaciones: el
levantamiento franquista y la respuesta revolucionaria, la entrada de la
columna de milicianos en Aragón, fueron para ellos la señal de que había sonado
la hora de la revolución social. Al igual que en las colectivizaciones
industriales, lo que caracterizó al movimiento campesino fue la espontaneidad. La presencia de los
milicianos anarquistas favoreció sin duda la creación de las comunas
libertarias, pero no fueron ellos quienes las crearon…” (13)
“[las colectividades agrarias] Se
formaron espontáneamente en toda la España republicana, en Cataluña como en
Aragón, en Levante como en Andalucía o en Castilla. Nadie, ningún partido,
ninguna organización dio la consigna de proceder en ese sentido; pero el
campesinado avanzó resueltamente por esa vía con una seguridad y una decisión
que ha llenado de asombro y de admiración incluso a los que esperábamos mucho
del espíritu popular español. Y hay que advertir que en esa práctica del
trabajo colectivo, de la asociación de esfuerzos, de animales, de tierras, de
máquinas, no hubo socialistas y anarquistas; todos han procedido de igual
manera y han competido en emulación y en comprensión” (14)
Esta ayuda de los sindicatos no
era en modo alguno al margen del pueblo, sino con la participación directa de éste
mismo. Sindicatos horizontales, que se guiaban no por una autoridad, sino por
las decisiones que el mismo pueblo tomaba en ellas (15).
Una pretendida vanguardia, en su
loca carrera de organizarlo todo terminaría irremediablemente entregando las
riendas de la revolución a los antiguos explotadores; si es que no prefieren
antes fundirse con ellos.
¿Es que acaso éstos que pretenden
erigirse en directores de la revolución, están investidos de algún poder divino
que les haga infalibles a error? ¿Es que acaso son una especie de mini dioses a
los que podemos confiarles nuestra libertad? ¡En modo alguno! La libertad no se
confía más que a uno mismo. Y haciéndola engrandecer junto a la libertad de los
demás.
¿Qué ha sucedido cuando unos
supuestos líderes o dirigentes han intentado organizar los movimientos
revolucionarios, o siquiera pequeños levantamientos populares por medio de un
órgano centralizador? siempre, siempre han terminado por traicionar aquello que
decían defender (piénsese en Rusia, o en Cuba) no, la revolución social, y con
ella la organización de todo lo que ello conlleva, la ha de hacer el pueblo
mismo, sin nadie por medio quien lo organice, quien esté imbuido en todo lo que
le compete, ha de ser el pueblo quien sea el protagonista de sus errores y de
sus aciertos, pero sólo el pueblo, ¡no más dirigentes traidores! ¡No más
lideres ni vanguardias! ¡El pueblo es quién es explotado, y es ridículo pensar
que esto lo comprendan siquiera los que pretenden gobernar al pueblo!
“cuando quieras saber algo que
interesa a los pobres, jamás preguntes a los amos” nos decía Malatesta. Así
mismo, cuando de los intereses del pueblo se trate, jamás recurramos a quien
aspire a gobernarlos, pues ellos tampoco harán más que traicionar.
Para prueba de ello ¿Qué ha
sucedido en México con los movimientos izquierdistas de tinte marxista? ¿Cuál
fue su postura en el periodo de la candidatura a la presidencia de México en el
2006? ¿Qué es lo que han dicho al pueblo, que han aconsejado a éste? ¡Apoyar al
candidato del P.R.D! apoyar a que uno más de entre todos los aspirantes a la
presidencia de México, uno de tantos aspirantes a vivir a costillas del pueblo,
uno de tantos gobernantes que someterán al pueblo a un gobierno nuevo, pero
igualmente opresor y explotador, apoyarle a subir al poder, ¡que desvergüenza
de estos “señores”, que en nombre de la “emancipación del pueblo” apoyaban a
quien de emancipación del pueblo no quiere saber nada! y esto es lógico, pues
ningún gobernante quiere ni va a querer saber nunca nada de “emancipación del
pueblo” pues ello equivale a decir que si hay emancipación del pueblo, se
terminan sus privilegios.
Aún recuerdo la gracia que me
causó ver una pancarta con una consigna que después sería reproducida en el
Boletín de El Militante, y que ahora
mismo tengo en las manos:
“¡Estamos
listos, señor, usted ordene!”
¡Qué desvergüenza de estos
señores que dicen combatir a la burguesía…! ¡Apoyando a un burgués!
¡Fundiéndose con la burguesía!
Si estos señores en verdad
deseaban la revolución y el socialismo integral, su deber era (como hicieron –y
hacen- los anarquistas) aconsejar al pueblo a no seguir el juego al Estado
participando en sus actos políticos, y en lugar de ello, combatirlos a todos,
luchar por la revolución social contra todos los gobernantes.
Pero no, los que se denominan a
sí mismos la “Vanguardia” de la revolución aconsejaban el apoyo al candidato de
izquierdas. La fusión con la burguesía. Estas actitudes se deben en parte a que
Marx aconsejaba lo mismo en el Manifiesto
del Partido Comunista, leámosle un poco hablando a cerca de Alemania y el
actuar de los “comunistas”:
“En Alemania, el partido
comunista lucha al lado de la Burguesía. En tanto que esta actúa
revolucionariamente [!!!] contra la
monarquía absoluta.” (16)
Y veamos lo que aconseja a los
miembros del partido comunista en el mismo manifiesto:
“Finalmente, en Alemania está
todavía por delante la lucha decisiva entre la Burguesía y la monarquía
absoluta. Pero, como los comunistas no pueden contar con una lucha decisiva con
la burguesía antes de que esta llegue al poder, les conviene a los comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto
posible la Dominación (!), a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto
posible. Por tanto, en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos,
los comunistas deben estar siempre del lado de la primera.” (17).
Hacer estas menciones, son sólo
para dar una pequeña prueba de lo que lleva una “Vanguardia”.
Pero, ¿Qué es en realidad lo que
los marxistas quieren decir con vanguardia
de la revolución? ¿Se referirán al pueblo entero en armas contra sus
explotadores? Evidentemente no, porque afirman que el pueblo debe tener una
dirección centralizada –vanguardia-, es decir, líderes; entonces no es el
pueblo quien dirige, sino los dirigentes y, en su caso más extremo, el dirigente; el mismo Lenin nos lo dice
bien claro en sus Obras Completas:
“La democracia socialista
soviética no se contradice con el dominio y dictadura de una sola persona: los
deseos de una clase a veces se expresan mejor a través de un dictador” (18)
¿No hay en ello rasgos de un
marxismo tipo monárquico?
Si alguna vez el pueblo se dejase
engañar por estas fraudulentas promesas, entonces ya se sabe: quien tiene las
riendas, tiene la dirección; quien tiene la dirección, tiene el poder; quien
tiene el poder, se corrompe; y quien se corrompe traiciona.
Quien pretende erigirse en
directriz de la lucha revolucionaria, no es porque en sus deseos esté el ayudar
al pueblo. Esto, como máximo, puede estar en sus palabras de los labios para
afuera, porque para dentro de sí mismo, sabe que ello no es sino el pretexto
para ver qué beneficios puede sacar, a costa siempre del pueblo.
La negación de los representantes
del pueblo, la negación de las vanguardias, la negación así mismo de los líderes,
es el comienzo de la autonomía, de la horizontalidad, y al mismo tiempo, de la
negación del poder y de la afirmación de la libertad de los pueblos.
Negar pues, pueblo, cualquier
intento de vanguardia, cualquier pretensión de representación.
Porque la revolución se hace para
ser libres, sin dios ni amo, por esto mismo, si lo que se busca es la igualdad
entre las personas, es del todo contradictorio tratar de entablar relaciones de
desigualdad entre éstas, es decir, relegar al pueblo a vil rebaño que sigue a
sus líderes a ojos cerrados, confiando su libertad a seres que NO están exentos
de errores.
Se nos dirá que esta vanguardia
revolucionaria que guíe al pueblo hacia su emancipación es necesaria, para
saber llegar a esta misma emancipación; nos dirán los doctos del marxismo que
sin esta vanguardia, sin esta dirección, el pueblo no llegará a su
emancipación.
Pero es mil veces preferible la
ignorancia de un pueblo que la erudición de quienes le esclavizan.
El pueblo lleva en sí mismo los
instintos de libertad que le guían hacia donde ésta se encuentra. No hace falta
un erudito que venga a decirle al pueblo lo que éste quiere. Los técnicos e
ingenieros han de actuar, no como líderes o jefes, sino como complemento de la
construcción económica. Los cabecillas que pretendan erigirse en los nuevos
amos bajo pretexto táctico han de ser inmediatamente relegados de la lucha
social, hasta que abandonen sus pretensiones dictatoriales.
Los libres acuerdos, la
horizontalidad y la más amplia libertad han de ser los únicos postulados que
han de estar al frente de la lucha, las directrices piramidales y la disciplina
de cuartel han de ser suprimidas.
La autodisciplina como un sentido
de responsabilidad de sí mismo para con la lucha y la comunidad, ha de hacer
inútil y superficial toda la palabrería sobre la dirección de hierro a manos de
los jefes y los dictadores.
¡Cuántos ejemplos no hay en la
historia en donde los campesinos, los analfabetos y en general esa masa popular
e ignorante que con tanto desprecio miran los marxistas, le dan el ejemplo a
los más eruditos de cómo organizar una sociedad sin coacción!
¡Mírese si no las colectividades
aragonesas de la España del 36! ¡Mírese si no las comunas de los Makhnovistas
Ucranianos! ¡Mírese si no las comunas de la época medieval!
No hace falta la dirección desde
arriba para organizar lo que se encuentra abajo, al contrario: la ignorancia de
los de abajo sostiene a los de arriba.
Un pueblo que no se deje
gobernar, que no permita a nadie situarse por encima de nadie estamos seguros,
y no tenemos miedo en afirmarlo: sabrá organizarse por sí mismo, conforme las
circunstancias lo exijan, y excluyendo a los líderes o gobernantes de cualquier
talla.
Esta desconfianza a la capacidad
popular para organizarse por sí misma es lo que lleva a los marxistas a
proponer todo el tinglado de postulados autoritarios para gobernar al pueblo
salvaje e inculto, como ellos le creen.
En realidad no piensan de manera
diferente al poder actual.
Vanguardia y revolución, son dos
términos incompatibles, el pueblo trabajador debe de luchar por conseguir la
igualdad entre las personas, lejos de cualquier intento de “vanguardia” bajo
cualquier nombre que se quiera adjudicar. El rechazo de este principio
blanquista es un pilar esencial en la lucha revolucionaria.
La Toma de Posesión del Poder por el Proletariado, y la Constitución de
un Estado Obrero
Argumentando que el proletariado
sólo puede conseguir su emancipación cuando constituya su dictadura, el
marxismo propone que para implantar dicha dictadura, el proletariado debe tomar
el poder político.
No necesito repetir en esta parte del escrito lo sucedido donde el proletariado
ha tomado el poder, lo diremos más adelante. Pero estudiemos esto teóricamente.
¿Qué es lo que los marxistas
piensan en su ingenuidad que es el Estado?
Según ellos, el Estado es una
organización que sirve para mantener la opresión de una clase sobre otra, y
piensan que tomando las riendas del Estado, éste será un órgano para asegurar
la victoria del proletariado sobre la burguesía.
“Que el Estado es el órgano de
dominación de una determinada clase, la cual no puede conciliarse con su antípoda (con la clase contrapuesta a
ella) es algo que la democracia pequeñoburguesa no podrá jamás comprender” (19)
Es curioso leer estas palabras de
Lenin en El Estado y la Revolución, y
ver como éste mismo reconoce que el Estado es la opresión de una clase sobre
otra y como opina de la relación Estado/Pueblo sin detenerse a pensar en su
misma teoría que también hace caso omiso de esta verdad: “Que el Estado no puede conciliarse con su antípoda”
Se nos dirá que en el Estado
propuesto por los marxistas no existe tal división, pues es el mismo pueblo
quien está en el Estado, y por lo tanto su antípoda no existe.
A primera vista estas palabras
suenan verdaderas. Pero si consentimos esto, estamos olvidando la división
marcada antes, referente a la división inevitable entre los gobernantes y los
gobernados; no existe el uno sin el otro, por lo tanto la relación existe, la
antípoda existe (20).
Es tanta la inocencia (por ser
corteses y no llamarle tontería) que tienen estos señores, que creen que el
Estado puede ser un instrumento por así decir, “neutral”; según el cual
responde dependiendo de quien lo maneje. Por ello creen que tomando el Estado
en sus manos, éste cesará de ser un órgano de opresión, para ser transformado
en un órgano, ni más ni menos que “Libertador del pueblo”.
El carácter represor de cualquier
Estado contra los sometidos a éste, es pasado enteramente por alto.
Es curioso ver como esta gente
que se dice así misma llamada a encaminar al pueblo a su liberación con el
pretexto de ser los poseedores de una doctrina científica, no advierte, o no
quiere advertir, porque de ello dependen los privilegios que buscan, que el
Estado sólo es representante de quien lo toma, de quien hace uso (y abuso) de
él; que el Estado mismo, en su esencia, es un órgano que abre un abismo entre
el pueblo y quien está en el poder del Estado; que el Estado mismo por su
naturaleza es un órgano que crea y mantiene diversas clases sociales; que es
tan imposible hacer que el Estado represente al pueblo, como es imposible que
el verdugo ame a su esclavo; que el Pueblo y el Estado son tan incompatibles
como el agua y el aceite.
Nuevamente se nos dirá que la
división entre el Estado obrero y el pueblo no existe. Pero no todos estarán en
el poder ¿Quiénes serán entonces el Estado? Una representación del pueblo, pero
no el pueblo entero: la división, nuevamente lo repetimos, si existe.
Hablar como hacen ellos, de un
“Estado Proletario u Obrero” es como decir fuego frio, o hielo caliente,
simplemente son imposibles tales términos.
Aunque esto no quita que alguna
vez hayan vislumbrado siquiera algo de lucidez, demostrando que también tienen
la conciencia de que es un órgano para mantener a las grandes masas productivas
bajo el yugo de una minoría explotadora:
“…sirve para mantener a la gran
mayoría productiva bajo el yugo de una minoría explotadora poco numerosa…” (21)
Si bien estas últimas palabras
dan a entender que tienen conciencia de lo que el Estado es, olvidan o hacen
caso omiso a reconocer que el Estado es también un órgano que tiende siempre a
eternizarse. Las intenciones por ellos manifestadas, por lo menos de palabra,
de la desaparición del Estado, se vuelven entonces superficiales. En todos los
lugares donde se ha dado un cambio de gobierno, éste tiende a buscar su
implantación definitiva. Incluso en los países donde han pretendido que este
órgano sea sólo de carácter temporal, como en Rusia.
Pero insisten: el Estado sí es un
órgano de opresión, pero en manos de los proletarios, se transforma en un
organismo revolucionario, necesario para lograr la emancipación del proletariado,
porque, apoderándose del Estado, el proletariado crea su dictadura sobre sus
antiguos opresores, para su eliminación definitiva.
Estas necedades que pasan por
alto la naturaleza del Estado, no son más que palabras bien arregladas con las
que pretenden disfrazar las cosas: el Estado posee ciertas características
(represión, privilegios, anti populismo, etc.) de las cuales no puede
despojársele, hacerlo es eliminarlo, y ellos desean mantenerlo; las
características entonces de las cuales está revestido el Estado no son
destruidas, de lo cual resulta que quien tome el poder, sigue una línea de
conducta conforme las características que el Estado le marca. De esto se
desprende que el camino de quien toma el poder es inevitable: lógicamente han
de seguir el camino de privilegios e injusticias de que todo Estado está
formado.
Si olvidamos esto, estamos
olvidando la naturaleza misma del Estado.
“El Estado es rehabilitado –dice
Max Nettlau—por decirlo así; podrá organizar el trabajo (Louis Blanc) y una ensalada
de todo eso es el marxismo, esa superdoctrina de tres fachadas que enseña a la
vez el blanquismo de la dictadura por golpes de mano o golpes de Estado –la
conquista del poder por mayoría electoral (socialdemocracia, en sus formas
presentes también por simple participación en los gobiernos burgueses)—y el
automatismo, es decir la autoeliminación del capitalismo por su apogeo final,
seguido de su caída y de la herencia del proletariado según el viejo: el Rey ha
muerto ¡viva el Rey! Estamos aún entrelazados en esa promiscuidad cada vez más
repugnante entre socialismo y autoridad, que ha procreado ya el fascismo y
otros mismos mefíticos.” (22).
Para lograr la toma del poder
político, los marxistas no han dudado en lanzarse a las elecciones, (23)
compitiendo a la par con los demás partidos políticos de origen burgués.
El mismo Marx, lo aconsejaba
dentro de la Internacional:
“Considerando que el proletariado
sólo puede permanecer como clase constituyéndose en partido político aparte; en
oposición a todos los viejos partidos de las clases dominantes; que esta
constitución del proletariado en partido político es necesaria para llegar al
triunfo de la revolución social y a su finalidad –la desaparición de las
clases--; que la unión de las fuerzas proletarias que se viene consiguiendo por
las luchas económicas es también un medio de que se valen las masas en la
acción contra las fuerzas políticas del Capitalismo; la conferencia recuerda a
los miembros de la Internacional la necesidad de mantener en las luchas obreras
indisolublemente unidas sus actividades económicas y políticas” (24).
Ya explicaremos más adelante como
Marx y Engels impusieron estos procederes dentro de la Internacional. Y
también, como en el siguiente Congreso de la Internacional, los mismos obreros
echaron abajo estas infames pretensiones.
Pero, por ahora, sigamos en la
teoría.
En todas partes se ve actualmente
como algunos grupos de origen marxista no han dudado tampoco en recibir dinero
del Estado, al que dicen combatir. El Estado, su gran patrón, les financia
todas sus campañas, toda la demagogia con que después hablarán al pueblo de
acabar con este Estado y ser libres. Pero no pueden morder la mano que les
financia, por eso jamás irán más allá de la demagogia.
Sabemos perfectamente que el proletariado
ha de luchar con todos los tipos de Estado, porque de ellos emana la opresión
de la que es objeto el proletariado y en general todos los elementos explotados.
Como dije, no hablaré por el momento de las enseñanzas que ha dejado la
revolución rusa a este respecto, pero aunque este hecho nunca hubiera sucedido,
hace falta ser muy ignorante o muy sectario para no darse cuenta de que en
cuanto el proletariado tome el poder, en ese mismo momento, precisamente en ese
momento, deja de ser proletariado y se constituyen en la nueva clase dominante
sobre los millones de gobernados porque, recordémoslo,
no todos estarían dentro del Estado obrero, sino sólo una minoría.
Siendo ya Estado, el nuevo
gobierno buscará los medios para asegurar su existencia. Esto no se conseguirá
ciertamente, con los medios más nobles. Ya Bujarin hablaba del tiempo que este
gobierno “provisorio” durará. Pero no adelantemos hechos que ya hemos de
consignar. Baste con decir, y uniendo al mismo tiempo el punto referente a la
lucha de clases con el presente, que según ellos, pasado un tiempo,
desaparecerán las clases sociales y el Estado morirá de muerte natural, como
por falta de alimento. Esto en teoría.
Porque, (como más adelante
veremos) Engels nos decía que “el Estado de la burguesía se puede abolir;
mientras que el Estado del proletariado se debe “extinguir”
¡Qué maquinación tan grande para
desviar a los trabajadores de su deber más sagrado: eliminar a sus opresores!
En la práctica siempre ha
sucedido que, como dijera el gigante ruso Bakunin, al constituirse en Estado,
ya no representarán más al pueblo, sino a sí mismos, y por consecuencia lógica:
buscará por todos los medios la forma de que su existencia no expire. Será una
organización con pretensiones de eternizarse, la división de clases dentro del
Estado proletario no desaparece nunca.
¿Por qué? la disolución de las clases
sociales no desaparece sólo con decretarlo, mientras exista el Estado, aún con
las pretensiones de los marxistas, las clases sociales seguirán existiendo porque
en caso de que se quisiesen disolverlas, la naturaleza del Estado es la de
perpetuar éstas. Pues es de todos sabido que “sin gobernados no hay gobierno”
por esto mismo, todo Estado necesita de la división de la gente en clases
sociales, una clase explotada que mantenga en la opulencia a una reducida clase
parasitaria. Pero para encubrir esto hace falta la “cortina de humo” que no
permita al pueblo ver el macabro juego del cual se le hace partícipe.
Entonces, al tomar el poder
político una representación del pueblo (engañando a éste), en realidad no se
consigue la libertad del pueblo, sino crear una nueva clase privilegiada o regresar
el poder a la burguesía que ha sido despojada de él: el pueblo se convierte de
esta manera en un instrumento más de la burguesía.
Sí, el pueblo habrá derribado a
sus opresores, pero tomando el poder político creará un nuevo despotismo: una
nueva burguesía habrá nacido y el pueblo habrá sido burlado de nuevo.
La captación de la burguesía al
proletariado, se da de esta manera de una forma en la que, bajo el engaño de su
emancipación, el pueblo ayudará a la burguesía a tomar las riendas del poder
cuando éste haya escapado de sus manos. Esto por un lado, por el otro, el mismo
proletariado se da cuenta por sí mismo estando ya en el poder, de que el Estado
es como un “hoyo negro” espacial: siempre tiende a absorber hacia el centro
todo lo que se haya a su alrededor.
Y entonces, ya sentados en el
poder, vale decir, contaminados por el poder, y habiendo probado las mieles del
poder, ya no querrán más abandonarlo, y todos los medios les parecerán justos
para mantenerse: desde la mentira y la persecución, hasta el exilio y el
asesinato de quienes intenten removerlo de su sitio, lo que conduce a los fines
maquiavélicos de el fin justifica los
medios. Haciendo de esa manera, el regreso de ciertos exmiembros del
antiguo régimen, y dando sólo “una vuelta a la tortilla”; el pueblo, engañado
por sus “representantes” no habrá mejorado en nada, sólo habrá cambiado de
dueños.
Por lo tanto, si se quiere acabar
con las clases sociales es una evidente contradicción tratar de lograr esto
mediante un organismo que por su naturaleza es creador de clases sociales. Así
pues, el Estado seguirá existiendo mientras no se le mate, en su esencia misma,
esto es, expropiándolo por completo.
Como vemos, los puntos se van
enlazando uno a uno: sin la eliminación de las clases sociales no hay libertad,
pero esta abolición no puede lograrse mediante la conquista del medio para
crearlas: el Estado. Por lo tanto, el deber revolucionario no consiste en la
toma del poder, sino en su destrucción.
Si esto no se hace, la revolución
habrá servido sólo para que el pueblo cambie de dueños, no para liberarse a sí
mismo. El deber, pues, de la clase obrera y de los campesinos y todos aquellos
que sufren los estragos del dominio estatal, no consiste en tomar el poder
político, o en la constitución de un Estado obrero, que no es sino una mentira
de la burguesía para no alejarse del poder, sino en acabar de una vez por todas
con éste.
La Toma de Posesión de los Medios de Producción Por la Clase Obrera
Según el marxismo, hecha la
revolución todos los medios de producción y con ellos las riquezas, resultado
del trabajo de los obreros, serían centralizados en un Estado compuesto por obreros.
Hemos visto ya la ineptitud de esta propuesta, pero supongamos que esto no
deriva en lo que hemos dejado ya marcado y que es posible tal constitución de
un Estado obrero.
Actualmente hay aún gente que
niega esta centralización brutal, principio formulado también (25) por Marx y Engels, sin duda es gente que no conoce o
no comprendió la teoría marxista. Para no dar lugar a dudas, citemos los diez
puntos que Marx propone en el Manifiesto del
Partido Comunista como medidas a emplear, y los cuales iremos comentando
entre notas:
1.- Expropiación de la propiedad
territorial y empleo de la renta de la tierra, para los gastos del Estado (26).
2.- Fuerte impuesto progresivo (27)
3.- Abolición del derecho de
herencia (28).
4.- Confiscación de la propiedad
de todos los emigrados y sediciosos (29).
5.- Centralización del crédito en
manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y
monopolio exclusivo (30).
6.- Centralización en manos del
Estado de todos los medios de transporte (31).
7.- Multiplicación de las
empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de producción
(32), roturación de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según
un plan general.
8.- Obligación de trabajar para
todos (33); organización de ejércitos industriales, particularmente para la
agricultura.
9.- Combinación de la agricultura
y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la
diferencia entre la ciudad y el campo.
10.- Educación pública y gratuita
de todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fabricas tal como se
practica hoy; régimen de educación combinado con la producción material, etc. (34)
Como se pudo ver en los puntos
anteriores, el mismo Marx proponía la existencia de un Estado compuesto -- según
su fábula-- de obreros, y con una centralización casi total de los medios de
producción en manos del Estado.
Sobre la ascensión del
proletariado, también tendremos que volver a leer el Manifiesto del Partido Comunista para aclarar esta idea propia de
Marx y Engels, pero tomada de los blanquistas y jacobinos; leamos la página 47
del Manifiesto:
“… el primer paso de la
revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la
conquista de la democracia.
El proletariado se valdrá de su
dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía (35) todo el
capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del
Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante y para
aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas.” (36)
Aclarado que Marx y Engels habían
predicado la centralización de todos los medios en manos del Estado, y la
ascensión del proletariado al rango de gobernante, podemos seguir con nuestro
estudio.
Este Estado obrero sería el que
organizaría la vida en sociedad y los medios de producción y todo lo que se
deriva de la organización de estos. El marxismo propone que sería dicho Estado
quién pagará a los obreros su jornal, tengamos en cuenta todo esto, pues nos
servirá para darnos cuenta de lo que nos hablan los marxistas.
El Estado, del que ya hemos
hablado anteriormente, no sólo sería un Estado cualquiera, ¡no! sería, ni más
ni menos que un Estado aún más fuerte que el actual. Al centralizar todo, tanto
las fuerzas armadas al servicio de dicho Estado, como la riqueza social, los
medios de producción, etc., este Estado sería aún más omnipotente que el
actual. Téngase en cuenta todo esto, TODO lo que se refiere a la economía, a
las fuerzas armadas, etc., sería centralizado… imaginas, amigo lector ¿de qué
clase de monstruo todo poderoso estamos hablando?
Esto, en el sentido de la fuerza,
de la riqueza, etc., porque en cuanto a la inteligencia para formar una
sociedad socialista, dejan muchísimo que desear.
El ejemplo nos lo brindó la
revolución en Rusia, que después de que el partido bolchevique tomara las
riendas del Estado, terminará uno de los líderes más significativos del partido
bolchevique, Lenin, diciendo en el XI Congreso de 1922:
“hay que confiar la construcción
económica a otros, a la burguesía que es mas cultivada, a los intelectuales del
campo de la burguesía. Nosotros mismos no estamos aún cultivados para eso” (37)
¡He ahí el cientificismo del que
tanto parlotean los marxistas-leninistas, que terminan por rendirle pleitesía
ni más ni menos que a la burguesía!
“Nos han enseñado como NO se hace la revolución” nos decía
Kropotkin, refiriéndose a los bolcheviques, y la verdad no podía ser mayor.
Según la misma teoría marxista,
los medios de producción serían tomados por los obreros, pero éstos les serían
quitados a los obreros para organizarlos “los más aptos” porque como ya hemos
dicho, el marxismo cree que el pueblo es un niño de diez años. Y Bujarin remata
diciendo que “no se deben permitir las reparticiones” argumento bajo el cual
todo sería centralizado en un Estado que, obviamente, tratarán de tener en sus
manos.
Y es que según Bujarin, “el
teórico más estimado y fuerte del partido marxista” (38) no se debe permitir
que se dé una repartición favorable ni a la burguesía, ni a la plebe harapienta. Pero si no se debe
hacer una repartición favorable a la burguesía, ni al proletariado, o como lo
llama Bujarin, plebe harapienta,
tampoco debe de ser la riqueza centralizada en manos de unos supuestos
representantes del pueblo, sino socializada y manejada siempre por el pueblo
mismo. Nunca centralizada en organismos gubernamentales irónicamente llamados
“obreros”, sin intromisión del pueblo.
La falta de intromisión del
pueblo en asuntos que le competen, marchita la revolución, le priva de lo que
la vivifica; la organización por el Estado de la economía petrifica la
revolución, le corta la cabeza y la sepulta poco a poco.
Una revolución que en el sentido
económico dejara todo en manos de una minoría, pronto se vería obligada, o a
levantarse contra esta minoría, o a dejarse someter por la fuerza sin piedad
que dicha minoría ejercería sobre ella.
Cierto, en la revolución no se
debe hacer ninguna repartición, puesto que la riqueza debe de ser común. Pero
no se crea que cuando Bujarin (y con el toda su camarilla) se oponía a una
repartición, lo hacía pensando en el bien común del pueblo. Decía que ésta –la
expropiación--, debía ser utilizada sistemática y organizadamente, bajo el
control de las instituciones proletarias.
¿De qué instituciones hablaba?
¡Claro! de aquellas que estuviesen sometidas al Estado proletario, el cual
lógicamente estaría en manos de los jefes del partido dirigente.
Los demás, son para él la plebe harapienta.
Todo lo que la historia ha
enseñado respecto a esto los marxistas lo han olvidado, o quieren olvidarlo.
¿Quién mejor que el pueblo, para organizar la economía que rige sus vidas?
¿Quién en fin, conoce más a fondo lo que es el hambre, la miseria, sino el
pueblo mismo? ¿O acaso lo sabrán mejor
estos personajes que pretenden vivir lujosamente dentro de la revolución,
mientras el pueblo vive en la más execrable miseria? Porque no me digan ahora que toda la
fraseología que emplean es para que otros tomen el poder. Si quieren con tantas
fuerzas una dictadura, no será ciertamente para sufrir sus consecuencias ellos,
sino para subir ellos mismos al poder.
¿Quién fue en Rusia, los que
subieron al poder, sino aquellos que tanto hablaban de una necesaria dictadura?
¿Quién fue en China, sino los que hablaban de organizar la economía los que
tomaron el poder? ¿Quién fue en Cuba, sino el dictador Fidel, el que también
abogaba tanto por una dirección bajo su mandato? Aunque en este caso, la
revolución cubana no fue desde su comienzo de estilo puramente marxista, sino
que fue tomando poco a poco conforme pasó el tiempo tintes muy arraigados de
estilo marxista. De hecho, cuando escribo este capítulo, (abril del 2007) Fidel
Castro acaba de recibir la visita de un alto funcionario del Partido Comunista
Chino. En Venezuela se vive también bajo un dictador que, para deleite de unos
e indignación de otros, ha publicado recientemente un libro sobre Carlos Marx. Continuemos.
La toma de los medios de
producción, no debe de ser, pues, una centralización en manos de un gobierno,
cualquiera que sea el nombre de éste, sino la socialización inmediata del
pueblo, por el pueblo, y para el pueblo mismo. De otra manera, dicha
expropiación, permutada en centralización, no servirá para otra cosa que para
engordar las arcas del partido que tome el poder. En cualquier lugar en el que
el proletariado tome el poder, debemos decir, sin ningún temor a equivocarnos,
en ese mismo lugar, no habrá realmente una mejora integral para el
proletariado, sino simplemente un cambio de amos. Y en vías de lo dicho anteriormente,
podemos afirmar que realmente ningún gobierno, sea cual sea su denominación, es
un gobierno proletario u obrero, a lo mucho, puede ser un gobierno conformado
por extrabajadores, pero no por trabajadores realmente.
¡Pobre del pueblo si un día
delega su libertad y su determinación en quienes con el pretexto de su
bienestar pretenden despojarle de todo! pues ya se ha visto a lo largo de la
historia la suerte que han corrido los pueblos que lo han permitido: la sangre,
el exilio, la persecución, la cárcel, el asesinato y las más cruda de las
hambres… ¡he ahí la moneda corriente con que los “Socialistas de Estado” pagan
al pueblo que dicen defender!
La Organización de la Vida en Sociedad
Como ya hemos indicado
anteriormente, los medios de producción pasarían a manos del Estado obrero, que
sería el que pagaría los jornales a los obreros.
Pero por mucho que esto suponga
una creación o una restitución de las clases, los marxistas se empeñan en
afirmar que en el Estado “obrero” que planteaba Marx, -dicen- no habrá clase
privilegiada en absoluto. Todos serán iguales no sólo desde el punto de vista
político, sino también económico. Ya no habrá clases privilegiadas, sino un
gobierno.
¡Fijémonos bien! Un gobierno que,
no contento con dirigir la máquina del Estado, de organizar el consumo, sería
el que administrará la economía del pueblo, tendría en sus manos todo, pues
sería centralizado y que se encargaría de dar la “justa” distribución a los
obreros por su trabajo.
“[durante la primera fase del
comunismo] Los medios de producción han dejado de ser ya propiedad privada de
los individuos para pertenecer a toda la sociedad (39). Cada miembro de ésta,
al ejecutar una cierta parte del trabajo socialmente necesario, obtiene de la
sociedad un certificado acreditativo de haber realizado tal o cual cantidad de
trabajo. Por este certificado recibe de los almacenes sociales de artículos de
consumo la cantidad correspondiente de productos. Deducida la cantidad de
trabajo que pasa al fondo social, cada obrero recibe, pues, de la sociedad
tanto como le entrega.
Reina, al parecer, la “igualdad.
” (…) Por consiguiente, la
primera fase del comunismo no puede proporcionar todavía justicia ni igualdad;
subsisten las diferencias de riqueza (!),
diferencias injustas; pero quedará descartada ya la explotación del hombre, puesto que no será posible apoderarse, a
título de propiedad privada, de los medios
de producción, de las fábricas, las máquinas, la tierra, etc. Pulverizando
la frase confusa y pequeñoburguesa de Lasalle sobre la “igualdad” y la justicia
en general (40), Marx señala el curso del desarrollo de la sociedad
comunista, que se verá obligada a
destruir primeramente tan sólo
aquella “injusticia” que consiste en la usurpación de los medios de producción
por individuos aislados, pero que no
estará en condiciones de destruir de golpe también la otra injusticia,
consistente en la distribución de los artículos de consumo “según el trabajo”
(y no según las necesidades)” (41).
Ya hace mucho tiempo que se
determinó la imposibilidad para determinar el precio justo del trabajo de cada
cual.
Además, qué quieren exactamente
decir los marxistas con eso de: “la justa distribución”, ¿acaso se trata de esa
vieja propuesta que indica que: un doctor cobraría más que un albañil, por
ejemplo? Pues según ellos el trabajo del doctor es especializado, mientras que
el del albañil es simple.
Este tipo de economía caduca y
empleada sólo por los gobiernos capitalistas, este tipo de economía, digo, es
lo que unos “comunistas” quieren emplear. Sí, como medio transitorio, o primer paso hacia el comunismo, nos
dirán. Pero, evidentemente, ese comunismo
prometido jamás llegará por tales medios.
En la crítica al programa de
Gotha, Marx exponía esta forma de ver las cosas, al criticar la teoría de
Lasalle, de la cual, por cierto, no estaba del todo alejado. Leámosle e iremos
agregando comentarios entre notas:
“… por lo tanto es evidente que
el programa que se redacta (42) no puede contemplar una sociedad completamente
comunista ya establecida, sino una sociedad comunista en periodo de transición
(43), “como surge de la sociedad capitalista”. En esta economía de transición,
el individuo recibirá, NO TODO EL PRODUCTO DE SU TRABAJO, sino el equivalente
de la cantidad de trabajo que ha aportado, menos las deducciones necesarias
[¿necesarias para quién, según quién?]; pero no ya disminuido por las
exacciones de los monopolizadores de la tierra y del capital, que entonces ya
habrán sido expropiados (44). Así pues, como la cantidad de trabajo aportada por
cada individuo al fondo común será diferente, “LOS DERECHOS TIENEN QUE SER
DESIGUALES, EN LUGAR DE IGUALES” (45).
Supongamos por sólo un momento
que el pueblo, ignorante, puede ser liberado por los “científicos del
socialismo”; bien, los privilegios ya no devendrían por cuestiones de clases,
pues habrían quedado eliminadas. Ahora, los privilegios vendrían cimentados en
la cultura: quien tenga más capacidad intelectual sabrá como explotar a quien
esté más atrasado en cultura; explotación que estaría justificada por la
diferencia que marcan los marxistas entre un trabajo y otro. Y como la
desigualdad aún no será eliminada del todo, y habrá aun diferencia de riqueza (46)
no habrá gran obstáculo a ello.
Marx decía que dentro de lo que
él llamaba “primera fase del comunismo” o “socialismo”, las condiciones de
privilegio aún no serían extirpadas del todo. Los trabajadores calificados
tendrían mejor nivel de vida que los trabajadores no calificados. El privilegio
vendría, pues, justificado por sus estudios, por su posición social.
Dentro del anarquismo ya se había
estudiado este problema y se concluía que: la especialización de la que ahora
es poseedor el doctor lo debe a la sociedad, pues es ella la que le ha
mantenido en ese transcurso de especialización. O en un caso más directo se la
debe a sus padres, que son también partes de la sociedad.
Mientras que el albañil no
necesita ningún largo periodo de especialización y comenzó a producir desde que
empezó a trabajar. ¿Debe ser visto el doctor como un parásito de la sociedad y
al albañil como un ser enteramente productivo y mas benéfico que el doctor? No.
En la sociedad capitalista existen las diferencias, pero en el comunismo, en el
verdadero comunismo y no en la caricatura que de él quieren hacer los
marxistas, los trabajadores comprenden que el trabajo del uno y el otro sin
igualmente indispensables, al margen de la especialización.
En conclusión, ninguno debería
cobrar más que el otro. Por lo que, dentro de una sociedad comunista, realmente
comunista, ambos trabajos deberían de ser equivalentes por su importancia, pues
mientras uno cura al pueblo de enfermedades, el otro le suministra casas.
Doctor y albañil son hermanos, hijos del pueblo. Ambos son importantes para el
desarrollo de la sociedad.
La “justa” paga a los obreros
dentro del marxismo supone, pues, una desigualdad, no sólo en el sentido de la
desigualdad de pago de jornales, sino también porque ¿y los discapacitados que
no pueden producir nada, los viejos, se deben morir de hambre por no poder
producir algo? y si abogan tanto por el látigo que obligue a los obreros a
trabajar, ¿qué hay de quienes manejen dicho Estado? éstos, por el hecho de
estar en la silla del poder, ¿producen realmente algo? ¡Claro que no!
Aunque se nos dirá, ellos también
quieren la eliminación del poder estatal, también quieren la igualdad de
derechos y deberes entre las personas, también quieren que todo sea de todos…
pero ese paraíso vendrá después. La
semejanza con el cristianismo que promete el paraíso para después de la muerte, y los marxistas que prometen ese paraíso
también para después de la dictadura
(lo que equivale también a la muerte de muchos) es muy perceptible. Y sólo se
distinguen entre ellos porque los cristianos aman a un ser mitológico, en tanto
que los marxistas aman a otro mito (libertad después del Estado) que o son
ellos mismos o suele ser el Estado, el poder, la autoridad, de la cual nunca
han sabido desprenderse. ¡Políticos al fin!
Dicha organización estatal
crearía evidentemente una casta de parásitos burócratas, encargados de dirigir
la maquinaria del Estado. Como ya indicaba Bakunin, los obreros que
conformarían este Estado obrero dejarían de ser obreros desde el mismo momento
de abandonar los campos, fábricas y talleres (47), es decir, dejarían de
producir, dejarían de ser obreros para encargarse de las numerosas labores del
Estado. ¿Qué hay de estos personajes que no producirían nada? ¿Qué pago más
“justo” para estos personajes, que el desprecio de los trabajadores?
Además cabría preguntarles a
quienes proponen esto ¿cómo le harían para conocer absolutamente todos los
aspectos de la vida cotidiana del pueblo para poder dirigir funcionalmente?
porque, ¿cómo por ejemplo, pretender organizar los horarios de trabajo de una
fábrica cualquiera si no se sabe, por no ejercer ese oficio, o por tener que
dirigir la maquinaria del Estado, con cuánto tiempo empleado en el trabajo se
satisface la demanda del producto que se produce en dicha fábrica? vamos, que
como pretenden organizar digamos un taller mecánico si no saben siquiera lo que
es un juego de pistones.
Porque si lo que pretenden los
señores marxistas es dirigir la vida en sociedad desde una oficina, sin
conocimiento pleno de todos los oficios, les aseguramos que prontamente
tendrían que rodearse de todo un aparato encargado de mandar y dictar lo que se
debe o no se debe hacer en tales empresas, estrangulando, en pocas palabras, la
libre acción de los trabajadores. Lo que traería sin duda la desorganización de
la producción de dichos lugares de trabajo (48).
Para ejercer dicho gobierno que
organizase la vida en sociedad se tendría que ser omnipresente, omnipotente,
omnisciente, y demás cualidades que nadie posee.
Esto por un lado, o por el otro,
dejar como una vez dijo Lenin, “la construcción económica (!) a otros, a la burguesía”
Es realmente sorprendente la
manera en que los discípulos de Marx fantasean con crear un súper Estado todo
poderoso capaz de dirigirlo todo, sin intervención apenas de la iniciativa
popular; la similitud entre el marxismo que propone un Estado todopoderoso con
los regímenes más totalitarios donde también existen los Estados todopoderosos
es muy perceptible. Compárese si no los métodos represivos de los nazis o del
franquismo con el régimen instaurado en Rusia por los bolcheviques. Es verdad
que ideológicamente estaban contrapuestos, pero los métodos eran muy similares
entre ellos. Pero a los marxistas les satisface el consuelo de que este Estado
llevara el apelativo de proletario.
Sin embargo, para poder organizar
la sociedad sobre bases realmente socialistas, hace falta la intervención del
pueblo sobre los asuntos que le competen. El señor Engels en un escrito que
reproduciremos y comentaremos más adelante, pretende que la “autoridad” sea
imprescindible para conseguir la “organización”; así como también ignora o hace
ignorar que existe algo más que consigue dicha organización, prescindiendo de
la autoridad, es decir, la “autodisciplina”. Pero ya más adelante veremos la
maestría con que el señor Engels justificaba la existencia, tanto de la dictadura,
como del Estado. Por el momento nos conformamos con demostrar que una
organización centralizada en manos de una élite organizadora de la vida de una
sociedad no lleva a otro lado que a una dictadura contra el pueblo, o a la
entrega de los medios de producción a los antiguos propietarios, y que es
imposible mantener la libertad y la igualdad ahí donde la organización de la
vida en sociedad se encuentra centralizada en un organismo que pretenda dirigir
a la sociedad entera.
Es sólo el pueblo quien debe
organizarlo todo, sin intermediarios, sin jefes, sin líderes; sino mediante la
construcción de organismos populares totalmente descentralizados, en donde no
exista la opresión de nadie sobre nadie, y donde todos decidan lo que es mejor
o no para ellos mismos; pues estos pretendidos Mesías socialistas, no han sido
capaces nunca de salvar ni siquiera la honra, pues en su actuar y por su teoría
dictatorial la han perdido por completo.
Cuando la revolución estalle, lo
mejor para ésta es dejar que la vida orgánica del pueblo actúe, que el pueblo,
con sus propios medios salga adelante; privar a la revolución del concurso
popular sólo puede ser obra de dictadores, no de revolucionarios.
¿La Dictadura del Proletariado o la Dictadura de un Partido?
Para poner un candado a tan
contradictoria organización, se propone la “dictadura del proletariado”. Dicha
dictadura según ellos, no sería contra el pueblo, sino contra aquellos que se
opusieran a la emancipación del pueblo.
Emancipación, claro, dirigida por
ellos, y que antes de dicha emancipación hará pasar al pueblo por todos los
aros de su dictadura “proletaria”.
Ahora, hay quienes en su intento
de justificar a Marx por proponer semejante cosa, dicen que a lo que Marx se
refería (como lo dijera el mismo Engels) con dictadura proletaria, era ni más
ni menos que lo sucedido en la Comuna de París.
Este solo tema, la Comuna de París,
nos tomaría un nuevo capítulo, capítulo que se sale de nuestro propósito de
viviseccionar el marxismo. Pero no por ello evitaremos hacer algunos
comentarios sobre aquel escrito de Marx en donde habla de esto.
La Comuna de París fue ante todo
una manifestación popular antiestatista, que comenzó “por desterrar al Estado
parasitario” (49). Pero cuando Marx escribió La Guerra Civil en Francia y se ponía de lado de los Comuneros de
París, no hacía sino caer en flagrante contradicción con todo lo que había
venido diciendo hacía años acerca de la necesidad del Estado; Lenin, en El Estado y la Revolución comete
nuevamente este error, al citar dicho libro para eximir a Marx.
En dicho libro no aparece la
palabra “Dictadura”; pero en cambio se realza la obra de destrucción de las
bases del Estado parasitario. Sin duda estas apreciaciones nada tienen que ver
con la teoría del marxismo, y si más bien con la concepción que del socialismo
tenía Bakunin y sus adeptos.
“Así lo han reconocido marxistas
de todas las tendencias, hombres de probidad intelectual y respetuosa de la
historia, como Franz Mehring, Eduardo Bernstein, Arthur Rosemberg, Karl Korsch”
(50).
Hay un párrafo de Marx en La
Guerra Civil en Francia realmente revelador de la contradicción en que cayó
cuando escribió éste libro, y que Lenin curiosamente no cita; el párrafo dice
así:
“Los cargos públicos dejaron de
ser propiedad privada de los testaferros del gobierno central. En manos de la
Comuna se puso no solamente la administración municipal, sino toda la
iniciativa llevada hasta entonces por el Estado”.
Todo esto va claramente contra la
“necesidad del Estado” que Marx defendió en toda su obra (excepto en La Guerra Civil en Francia) y que sus
adeptos no dejaron de imitar.
Más adelante, Marx dice (¡y Lenin
sigue sin citarlo!):
“[...] la Comuna de París había
de servir de modelo a todos los grandes centros industriales de Francia. Una
vez establecido en París y en los centros secundarios el régimen comunal, el
antiguo gobierno centralizado tendría que dejar paso también en las provincias al gobierno de los productores por los
productores” (51)
Marx escribe su libro sobre la
Comuna de París, y sólo un par de meses después trataría de imponer a la AIT la
constitución del proletariado en partido político, para la conquista del poder.
Por ironías de la vida, Marx
expuso unas teorías contrarias a las suyas, precisamente cuando la lucha entre
anarquistas y marxistas se encontraba en su punto más álgido.
Engels afirmaba también (y se
contradecía también) lo que Marx dijo en su obra sobre la Comuna de París; en
la Carta de Engels a Bebel, fechada en Londres el 28 de marzo de 1875, decía
que:
"La Comuna no era ya un
Estado en el sentido propio de la palabra". (52)
Estas palabras de Marx eran
completamente ajenas a sus ideas; hacía años que venía luchando precisamente
contra estas ideas. Bakunin había defendido este modo de organización de una
manera muy firme durante años, sus ideas ácratas las exponía precisamente de
esta manera, y Marx le combatió encarnizadamente por ello. La contradicción de
Marx al escribir La Guerra Civil en
Francia no puede ser más grande.
Bakunin escribió una carta al
periódico La Liberté de Bruselas en la que también se refiere a ello:
“[...] esta insurrección dio por
tierra con todas las ideas de los marxistas, que, ante ella, tuvieron que
quitarse el sombrero. Más aún: contra la lógica más elemental y contra sus
verdaderos sentimientos, proclamaron que su programa y sus finalidades eran los
de los insurrectos. El viraje fue grotesco, pero forzoso; tuvieron que hacerlo
so pena de verse desbordados y abandonados por todos”.
Bernstein había dicho entre otras
cosas –y no estaba errado– que las definiciones de Marx en La Guerra Civil
en Francia. “por su contenido político presenta, en todos los rasgos
esenciales, la mayor semejanza con el federalismo de Proudhon”. Lenin responde
en El Estado y la Revolución, pero
nos aclara varias cosas por voz propia:
“Esto es sencillamente
monstruoso: ¡confundir las concepciones de Marx sobre la ‘destrucción del poder
estatal, del parásito’, con el federalismo de Proudhon! [...] Marx coincide con
Proudhon en que ambos abogan por la ‘destrucción’ de la máquina moderna del
Estado. Esta coincidencia del marxismo con el anarquismo (tanto con el de
Proudhon como con el de Bakunin) no quieren verla ni los oportunistas ni los
kautskianos, pues los unos y los otros han desertado del marxismo en este punto.
[...] Marx discrepa con Proudhon y con Bakunin precisamente en la cuestión del
federalismo (no hablando ya de la dictadura del proletariado) [...] Marx es
centralista. En los pasajes suyos recitados más arriba, no se aparta lo más
mínimo del centralismo. ¡Sólo quienes se hallen poseídos de la ‘fe
supersticiosa’ del filisteo en el Estado pueden confundir la destrucción de la
máquina estatal burguesa con la destrucción del centralismo!” (53).
Si tal cosa es verdadera, la
centralización de la que Marx era partidario, ¿no habría de ser un Estado
también? Habiendo sido destruida la maquinaria estatal, ¿en donde se
centralizaría todo? En las manos del Estado, lógicamente. La contradicción
nuevamente no puede ser más grande, pero en esta ocasión no es sólo Marx quien
se contradice, sino también Lenin al hacer esta interpretación de las ideas
marxistas.
Marx, acerca de la organización
en las comunas nos da la muestra de que en esta obra aún sigue siendo “Centralista”
(como dijo Lenin más arriba):
“[...] la Comuna habría de ser la
forma política que revistiese hasta la aldea más pequeña del país [...] Las
comunas rurales de cada distrito administrarían sus asuntos colectivos por
medio de una asamblea de delegados en la capital del distrito correspondiente,
y estas asambleas, a su vez, enviarían diputados a la Asamblea Nacional de
delegados de París, entendiéndose que los delegados serían revocables en todo
momento y se hallarían obligados por el mandato imperativo (instrucciones) de
sus electores” (54).
¡Ni rastro, pues, de Federalismo!
¿Verdad señores Leninistas?
La interpretación de Lenin sobre
La Guerra Civil en Francia es falsa,
pues trata de ver en ella la verdadera
interpretación marxista sobre el Estado, siendo que este libro era un cuerpo
extraño en las teorías que Marx y Engels venían proclamando desde hacía años. La
respuesta a este giro de la teoría marxista hacia la destrucción del Estado
puede encontrarse en la carta de Bakunin al periódico La Liberté: tuvieron que
hacerlo so pena de verse desbordados y abandonados por todos.
Pero por si aún alguno de
nuestros marxistas actuales se empeña en ver en una manifestación antiestatal
como la comuna de París, lo que Marx pretendía decir con “dictadura proletaria”
le recordamos que hemos visto ya y en general en todos los libros de Marx
-excepto en La Guerra Civil en Francia-
puede verse como Marx proponía el mantenimiento del Estado, la centralización
del poder, etc.; cosas todas ellas muy distintas a lo que sucedió en París en
1871.
Además, para dejar aún más claro
este punto de vista de Marx, reproducimos algunas de sus palabras escritas en Critica del Programa de Gotha.
“Entre la sociedad capitalista y
la comunista existe un periodo de transformación revolucionaria de la una en la
otra. A esto corresponde un periodo de transición política, durante el cual el
Estado no puede ser más que la dictadura revolucionaria del proletariado” (55)
Esclarecido este punto, podemos
volver a lo que nos atañe: la propuesta de dictadura proletaria de los
marxistas.
Según ellos, ¿Cuánto tiempo
durará?
Según Bujarin, dicha dictadura
deberá durar hasta que los obreros hayan logrado una victoria definitiva sobre
la burguesía, es decir, hasta que hayan triunfado en el mundo entero. (56) Esto
evidentemente puede durar mucho, pero que mucho tiempo, porque la emancipación
del mundo entero no se consigue ciertamente en un corto periodo, y durante este
periodo existirá una dictadura de parte del gobierno obrero – ¡que
contrasentido, gobierno/obrero!-- ahí donde se haya logrado desterrar a los
burgueses y poner en su lugar a quienes aspiran a gobernar al pueblo.
Y durante este periodo, en el que
aún se está realizando la transición entre el capitalismo y el socialismo, o
primera etapa del comunismo (57), las condiciones del proletariado (¡No ya del
campesino, que sería sometido, sino del mismo proletariado!) no serán nada
buenas; el mismo Engels creía que en este periodo ni siquiera las casas serían
gratis para el pueblo:
“[Respecto a la vivienda] es poco
probable que su disfrute, al menos durante el periodo de transición, se
conceda, sin indemnización de los gastos a los individuos o a las sociedades
cooperativa (58)”
Este periodo de primera etapa del
comunismo, como Marx lo designaba, está enteramente formado a las condiciones
en las que el pueblo vive bajo el Capitalismo. Lenin, además, ignora cuánto
tiempo ha de durar este periodo:
“Lo que no sabemos ni podemos
saber es la rapidez con que avanzará este desarrollo, la rapidez con que
llegará a romper con la división del trabajo, a suprimir el contraste entre el
trabajo intelectual y el manual, a convertir el trabajo ‘en la primera
necesidad vital’” (59)
Por estas palabras podemos ver
que dentro de lo que ellos llaman primera fase del comunismo, en la que el
pueblo ya ha derrotado en la revolución a la burguesía, aún el pueblo estaría
sometido al nuevo poder; las desigualdades no habrían desaparecido, y hasta las
desigualdades por cultura seguirían persistiendo. Dejemos de lado el sarcasmo
de mencionar a Cuba, en donde al parecer, esta primera fase aún no termina.
“Mientras llegue la fase
“superior” del comunismo, los socialistas exigen el más riguroso control por parte de la sociedad y por parte del Estado sobre la medida de
trabajo y la medida de consumo (…) la transformación de todos los ciudadanos en trabajadores y empleados (¡sic!) De un gran “consorcio” único, a saber, de todo el Estado, y la
subordinación completa de todo el trabajo de todo este gran consorcio a un
Estado realmente democrático (…) este control será realmente universal,
general, del pueblo entero, y nadie podrá rehuirlo, pues ‘no habrá escapatoria
posible’.
Toda la sociedad será una sola
oficina y una sola fábrica, con trabajo igual y salario igual” (60)
Aún existirá el racionamiento de
los medios necesarios para vivir, y no perdamos de vista en ningún instante que
todo esto ocurriría siendo ya derrotada la burguesía, habiendo triunfado ya los
obreros e impuesto su dictadura.
Pero, ¿aún tiene alguien la
esperanza de que la “segunda etapa” del comunismo fuera a ser implantada? Lenin
mismo lo responde:
“Cuando los sabios profesores, y
tras ellos los filisteos, y tras ellos señores como los Tsereteli y los
Chernov, hablan de utopías descabelladas, de las promesas demagógicas de los bolcheviques,
de la imposibilidad de “implantar” el socialismo, se refieren precisamente a la
etapa o fase superior del comunismo, que nadie (!!!) ha prometido “implantar” y ni siquiera ha pensado en ello,
pues, en general, es imposible “implantarla” (61)
¿Cómo tratar de explicar esto sin
no decir palabras que pudieran sonar fuertes?
Si nadie pensó en implantar esta segunda fase del comunismo, entonces
no hay lugar a dudas: a esa condición es a donde quieren llegar ellos: el
pueblo no sería libre, pues habría un
gobierno; no serían dueños ni siquiera de un lugar donde vivir, pues las
casas deberían ser pagadas; habría un control riguroso del Estado con respecto
a la medida del trabajo y del consumo; el trabajador sería un empleado del gran consorcio, y éste
estaría sometido al Estado.
¡A eso es a donde quieren llegar!
Es más, dentro de la primera fase del
comunismo (62), el derecho burgués seguiría existiendo:
“Resulta, pues, que bajo el
Comunismo no sólo subsiste durante cierto tiempo el derecho burgués, sino que
subsiste incluso el Estado burgués ¡Sin la burguesía!” (63)
Dentro de este sistema comunista ¿Cuál sería la posición de la
mujer, ser explotado y sometido milenariamente por el poder estatal?
“De la misma forma que una mujer
abandona el matrimonio para dedicarse a la prostitución, así en el mundo de la
completa riqueza, que es el objetivo del hombre, se abandonará el matrimonio
exclusivo con el sueño de la propiedad privada por la relación de la
prostitución general con la comunidad” (64)
Marx pensaba que ni en su sistema
la mujer sería libre. Bajo el mundo del matrimonio burgués la mujer es tratada
como un objeto; bajo el mundo de la dictadura del proletariado de los marxistas
la mujer es liberada del matrimonio, pero sigue siendo tratada como un objeto.
… La prostitución general, ¡como si la mujer fuese un trozo de
carne lanzada al mejor postor! Si, el objetivo de toda la humanidad –y no sólo
del hombre—debe ser la más completa riqueza moral, física e intelectual, la
liberación de la mujer –y del hombre- no debe ser únicamente la liberación del
matrimonio burgués, sino la emancipación en si misma de la mujer; transformar a
la mujer en un objeto que va de unos brazos a otros no es liberarla, sino
degradarla. Marx no sólo estaba equivocado en estas opiniones, sino que nos
deja entrever que ese paraíso socialista del que escribió tanto no era más
paraíso que para quienes gobernaran, y no para el pueblo.
Pero hay más aún, en el más
célebre libro de Bujarin (el ABC del Comunismo.
Y digo celebre, solo porque en él se exponen muchas de las cosas de las que
aquí hablo) se dice que esto puede durar ¡dos o tres generaciones! Y más de
veinte años más.
“(…) deberán pasar dos o tres
generaciones educadas bajo las nuevas condiciones, antes de que puedan
eliminarse las leyes, los castigos, la represión por obra del Estado
proletario” “… y después de veinte o treinta años surgirá un mundo nuevo con
otros hombres y otras costumbres” (65).
Es decir, suponiendo que el
promedio de vida de las personas sea alrededor de ochenta años, tal dictadura
duraría ¡de 160 a 240 años! Mas los otros veinte o treinta que dice. ¡Vamos!
¡Que aunque solo fuera uno sólo, de la misma manera nos tendríamos que indignar
por ello!
Pero aquí no termina esto, no,
este… ¡señor!, en el panfletillo ya mencionado demuestra en toda su desnudez su
ética, y la seriedad de su obra, que después de aseverar las peores cosas de
los anarquistas, dice que:
“No ha polemizado personalmente
con los anarquistas”.
Sin embargo, cayendo lo más bajo
que se puede caer cuando se está dominado por un espíritu egoísta y altanero,
nos acusa de cosas que ni el mismo se creería si de veras hubiera alguna vez
estudiado el ideal anarquista.
De haberlo hecho ¡más le hubiera valido echar su lengua a los
perros, para no hablar tanta sarta de sandeces!
Pero, compañero lector, ¿crees
que aquí termina todo? ¿crees que nada puede ensuciar más a una persona que se
dice a si misma revolucionaria?
Pues no, para colmo, se atreve a
lanzar improperios contra las personas más empobrecidas del proletariado. Los
llama plebe de mendigos, campesinos
rechazados de su familia y empobrecidos, hez, plebe harapienta, desclasados,
etc., (66) esta fraseología es la misma que emplean los más recalcitrantes
burgueses. Pero nosotros no nos asombramos en ninguna manera al leer este tipo
de cosas en los escritos de nuestros adversarios. Sabemos perfectamente la poca
ética y moral revolucionaria de que son poseedores como para que este tipo de
cosas nos tomen por sorpresa.
Por otro lado, dejaremos para más
adelante el exponer la manera en que Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Bujarin,
etc., han dado muestras de su florido lenguaje, cuando se trata de designar a
quienes no se someten a su pedantería. Volvamos a nuestro tema.
Dicha dictadura, ha traído como
consecuencia una brutal masacre del pueblo. Recordemos lo que dijo el señor
Zinoviev en Rusia:
“Para deshacernos de nuestros
enemigos, debemos tener nuestro propio terror socialista. Debemos atraer a
nuestro lado digamos a noventa de los cien millones de habitantes de la Rusia
soviética. En cuanto a los otros, no tenemos nada que decirles. Deben ser
aniquilados” (67).
O lo dicho por Engels con
respecto al pueblo eslavo:
“Empezaría la guerra general que
daría inicio a la destrucción de todas esas pequeñas y subdesarrolladas
naciones de manera que desaparecerá hasta su nombre. La guerra mundial en
puerta dará origen no sólo a la desaparición de clases y dinastías
reaccionarias sino a pueblos completamente reaccionarios, que deberán
desaparecer de la faz de la tierra. Y esto también será parte del progreso” (68).
¡Fijémonos bien! “pueblos
reaccionarios”, dice, y para colmo, ¡nos dice que esto forma parte del
progreso! Aquellas palabras a favor del pueblo explotado se descubren en todo
su esplendor: esas palabras no son más que la manera de atraer para si el apoyo
del pueblo, ¿qué le espera a este después? ¡La guillotina! Pero cuando de estas
personas tratamos, esto también tiene su fuerte dosis de lógica.
“Queréis organizar el trabajo”
–escribía Proudhon, en 1848, contra los jacobinos socialistas de su época, y
aplica a la perfección a los marxistas– “y no tenéis otro método que la
violencia, ni otra autoridad que la dictadura, ni otro principio que el terror,
ni otra teoría que la bayoneta”.
La fraseología marxista trata de
sacudirse la culpa de querer implantar una dictadura, y para ponerle una
cortina de humo, la llama con un nombre con el que el proletariado se pueda
sentir identificado. Lo mismo que hoy se llama democracia (gobierno del pueblo)
a aquello a que somete al pueblo.
A esta dictadura, para hacer
creer que es una dictadura del pueblo, la llaman proletaria. Ya lo decía
Bakunin:
“… Porque cualquier Estado,
incluido el pseudo-Estado del pueblo urdido por el señor Marx, no es más en
esencia que una máquina para gobernar a las masas desde arriba, a través de una
minoría privilegiada de intelectuales engreídos, que imaginan saber lo que el
pueblo necesita y quiere mejor que el propio pueblo…” (69)
“La gente, no obstante, no vivirá
mejor si el bastón con el que es golpeada lleva el nombre de ‘bastón del Pueblo’”
(70)
Similarmente como se hace con la
democracia, en la que se dice que es el gobierno del pueblo, cuando en realidad
no es otra cosa que un gobierno centralista disfrazado de popular, pues en
realidad un gobierno del pueblo es imposible, pues existiría la línea que
divide entre gobernantes y gobernados; así mismo, el marxismo pretende
identificar la dictadura de un puñado de dictadores con el gobierno del pueblo,
o en este caso, con la dictadura del proletariado, cuando en realidad no sería
otra cosa que la dictadura brutal y despótica de un grupúsculo de pretendidos
intelectuales, que lo único que pretenden es continuar el gobierno del hombre
sobre el hombre.
Dictadura es dictadura, no
importa como se le denomine o se le disfrace. Y el pueblo es quien siempre paga
las consecuencias de estos actos dictatoriales, y reconocer eso no es obra
ciertamente de intelectuales, cualquiera que esté dentro de sus cabales lo
apercibe.
Las palabras de emancipación
proletaria, que redundan en los escritos marxistas son, o una mascarada, o una
equivocación. Analicemos estas dos opciones. Pero tengamos en cuenta el hecho
de la propuesta de una dictadura proletaria.
Al implantar una dictadura, por
mucho que se denomine proletaria, esta traerá consigo mismo el encumbramiento
de un sector de personas que al formar parte del gobierno dejan de ser obreros
y sólo se representan a sí mismos, olvidándose (por consecuencia natural de
quienes poseen el poder estatal) de los ideales del pueblo, por los que supuestamente
lucharon y que terminarán por estrangular, matar y sepultar la revolución. En
este caso, la idea marxista de la revolución mediante la dictadura, o mediante
un poder estatal pretendido del pueblo, es una aberrante equivocación.
Ahora bien, como ya hemos dicho
algunas veces, el marxismo se denomina a sí mismo, “científico”, si esto es
así, ya se habrán dado cuenta mediante el estudio de la historia, y de la
teoría puesta en práctica, que su teoría no ha servido jamás para liberar al
pueblo y si ha contribuido en gran medida al derramamiento de sangre popular.
Y si continúan empecinados en la
ya desechada idea de la emancipación obrera mediante la dictadura y el Estado
Popular, no es, por cierto, porque no se den cuenta de su error, sino porque lo
que en realidad buscan es el poder para ellos mismos.
Los escritos de los marxistas, en
este caso, no son otra cosa que una mascarada para atraer al pueblo, a quien
pretenden gobernar. Lo mismo que los partidos políticos burgueses que, cada vez
que se acercan las elecciones, hacen andanadas de promesas al pueblo y se
pretenden sus benefactores, pero que habiendo ganado la poltrona del poder se
olvidarán de sus promesas y esquilarán al pueblo igual o más que el gobierno
anterior. En el caso del Estado obrero, propuesto por los marxistas, puesto que
el Estado sería más fuerte y centralizado, la opresión sobre el pueblo mediante
la dictadura proletaria que proponen sería aún más acentuada que la que ejerce
actualmente este Estado, que no deja de ser igualmente odioso.
Así, las palabras “emancipación
proletaria” “revolución” significan para los marxistas lo mismo que las
palabras “democracia” y “ayuda al pueblo” significan para los partidos
políticos burgueses. Es decir: nada.
La llamada dictadura del proletariado que piden los marxistas es un régimen bárbaro
de sometimiento y desigualdad. ¡Y esto es lo que se pretende que sea ciencia!
¡La ciencia de no saber nada! ¡La ciencia de la opresión!
Divagaciones del marxismo sobre el papel del proletariado como clase de lucha
Uno de los postulados del
marxismo es que el proletariado posee en su naturaleza la esencia misma de la
revolución. Por ello toman partido preferencial por esta “clase
revolucionaria”.
Antes de referirnos a este tema,
es preciso aclarar que para nosotros el proletariado sí es una clase que, si
posee consciencia revolucionaria, es la destinada a barrer a la burguesía y al
Estado, que no son sino parientes.
Pero esto no quiere decir, como
Marx pensaba, que el proletariado sea revolucionario, simplemente por la
explotación a que se ve sometido; pues como dijo Proudhon “en tanto seas número,
sin idea, no serás nada” (71).
Sin duda la capacidad del
proletariado es enorme en cuanto a hacer la revolución se refiere. Pero en
nuestros días podemos ver claramente como “el deber histórico del proletariado”
no es sino una de tantas equivocaciones del señor Marx.
Aunque Lenin dijera que “El
derrocamiento de la dominación de la burguesía sólo puede llevarlo a cabo el
proletariado (…) Sólo el proletariado –en virtud de su papel económico en la
gran producción—es capaz de ser el jefe de todas las masas trabajadoras
explotadas”. (72)
Muchos son los trabajadores que
carentes de consciencia revolucionaria, suelen hacer de esquiroles, o cuando
mucho, mantenerse alejados de los conflictos obrero/patronal.
En Alemania, país
significativamente de predominio marxista, los catorce millones que encumbraron
a Hitler eran obreros, siendo este país en donde, como ya dije, el marxismo
halló tantos adeptos, la cuestión reviste un carácter de importancia doble; en
Rusia, muchos fueron los que esperaban la emancipación de los siervos a manos
del Zar; incluso en la España del 36, también hubo gente que apoyaba a Franco,
sea por ser captada por la propaganda que hacia el franquismo, sea porque
realmente creían en que este salvaría a España del caos, en el que les había hecho creer que se encontraba; por lo
tanto, no se puede decir que “el proletariado tiene un deber histórico hacia el
cual se encamina irremediablemente”.
“Sin embargo, nosotros no debemos
dejar de reaccionar vigorosamente cuando se niega una de las tesis esenciales
del marxismo, a saber: que la clase obrera es la única clase revolucionaria
hasta el fin.”
Estas palabras, que acabo de
reproducir, son del libro Anarquistas de
Ayer y de Hoy de Jacques Duclos, un veterano del Partido Comunista Francés
en la década de 1960. En capítulos posteriores iremos comentando este libro, y
en el capítulo La lengua Suelta de la
Serpiente dedicaremos un par de líneas a él. Lo importante aquí es el
comentario anterior, en el que Duclos prácticamente se persigna ante semejante herejía anarquista: negar la lucha de
clases, negar que el proletariado es prioritariamente
revolucionario, según había dicho Marx.
Aquí es donde se confirma la
tesis Bakuninista de que, al ser el proletariado la clase revolucionaria por
excelencia (según la teoría marxista), los campesinos, clase no prioritaria de la revolución, terminaría siendo gobernada
por el gobierno proletario que
proponen los marxistas:
“Pero a quien hay que someterse
es a la vanguardia armada de todos los explotados y trabajadores: al
proletariado” (73)
En realidad, no existen sólo dos
clases antagónicas en lucha, en la que una es esencialmente revolucionaria. Hay
gente que no tiene el nivel de vida ni de los proletarios, ni de los burgueses,
sino que oscila entre ambos; así mismo también hay gente cuyo nivel de vida es
inferior siquiera al de un proletario, ¿Qué pintan ellos en la revolución? Lo
hemos visto ya: según ellos toda esta gente debe ponerse a la retaguardia del
proletariado. ¿Así es como buscan la consciencia del pueblo, relegándole? Ese
postulado del proletario como clase esencialmente revolucionaria no sólo es
falso, sino injusto: todas las personas explotadas deben contribuir con su
esfuerzo al derrocamiento del Estado, relegar a unos es privar a la revolución
del concurso popular.
Si bien en el nacimiento del
proletariado las cosas se pintaban sólo de una manera, hoy la burguesía ha
encontrado formas tan sencillas como las drogas, las modas, el alcohol, la
religión, futbol, televisión, etc., con que el proletariado se encuentra
entretenido y olvida comúnmente su explotación.
Como diría Bakunin:
“Para escapar a su miserable
suerte, el pueblo tiene tres caminos: dos imaginarios y uno real. Los dos
primeros son la taberna y la iglesia. El tercero es la revolución social”
Habría también, complementando el
capítulo de La Lucha de Clases decir
que nuestra clase no es prioritariamente la “proletaria”, pues existe una
enorme masa campesina que, como sabemos, no goza de la simpatía de los marxistas,
y que si últimamente se ha dado una exigua relación entre éstos y aquéllos, no
es porque los discípulos de Marx les vean como sus iguales, sino tan sólo
porque les pueden servir, ya sea para sus propósitos electorales, ya sea como
materia prima en la revolución.
Esta masa campesina, decimos, es
parte también de nuestra “clase” si así le queremos llamar.
Los campesinos muchas veces han
dado la muestra a los trabajadores de la ciudad en las rebeliones. Los
Makhnovistas rusos son un ejemplo de que la revolución no se halla
necesariamente en el proletariado. Aunque Lenin le adjudique esta virtud a los
últimos:
El proletariado necesita el poder
estatal (…) para dirigir a la enorme masa de la población, a los campesinos, a
la pequeña burguesía, a los semiproletarios” (74)
Esta masa campesina, unida a la
revolución de la ciudad, a sus hermanos proletarios, serán quienes destierren
al Estado y al capital.
Aquella parte del pueblo, los desclasados, mendigos, harapientos,
(como les llaman los marxistas) y en fin, toda esa enorme capa del pueblo que
es la más explotada, que es la que más sufre el robo de su derecho a vivir, que
tiene aún menos que el obrero explotado y a la cual los señores Marx y Engels,
denominaban “lumpen proletariat”, si esa capa de la sociedad, digo, viniera
hacia nosotros buscando organizarse para asestar el golpe de muerte al Estado y
al capital, la acogeríamos con gusto entre nosotros, sabiendo que no son sino
el resultado de la existencia del poder, que asegura a unos pocos la posesión
de la riqueza, mientras que a los demás los sume en la miseria.
Más que una clase social, pues, preferiríamos denominarle una organización revolucionaria contra el
capital, en donde los explotados de todos los matices se organizan para
destruir a sus eternos explotadores, que, a unos más, a otros menos, pero
explota a todos.
Pero como dijimos, esto depende
inevitablemente de dos opciones: una es, y a mi juicio es quizá la más
importante, la consciencia de su explotación, y entonces está encaminada hacia
su emancipación; la otra, que es ciertamente una manera frecuente en como suceden las revueltas revolucionarias:
la terrible opresión que sobre el pueblo hace el Estado, trae consigo mismo una
cierta marginación del pueblo, lo que trae, así mismo, una capa “desclasada” la
cual no tiene nada que perder, y por lo tanto, la revolución social se le
presenta como la única solución posible a su situación.
Si de explotación se trata, y por
ello los proletarios son la clase revolucionaria por excelencia, entonces nos encontramos con dos cosas:
1.- El campesinado también es
explotado, ¿Por qué habría de estar a remolque del proletariado?
2.- Los denominados lumpen son
los que más sufren de todo, comúnmente están privados hasta de un hogar y
comida. Entonces sólo los lumpen, esos seres que son los más reprimidos por la
economía, que se ven privados de todo, aún más que los obreros, vendrían a ser,
entonces, la única clase realmente
revolucionaria.
Entonces Marx estaba equivocado
cuando nos hablaba del proletariado como la clase revolucionaria por
excelencia. Sigamos viendo porque:
Actualmente, en los países más
avanzados de Europa existe un nivel de vida más cómodo, y el proletariado más
mal pagado no tiene tantas penurias en comparación a sus hermanos de los países
del tercer mundo. Esto hace que en muchos países el proletariado se halle un
tanto alejado de la condición de sus hermanos que en otra parte del mundo son
brutalmente explotados. Aquí el proletariado no tiene consciencia de clase,
pues no necesita rebelarse, cree, equivocadamente, que no es esclavo.
El “deber histórico del
Proletariado” por tanto, no es algo sentado sobre bases “científicas” sino
únicamente un actuar que depende de dos condiciones: una, la consciencia de su
explotación; y la otra de que no le quede más que encaminarse hacia la
revolución social.
Aún encontramos más cosas: según
Marx, el proletariado haría la revolución y se crearía un Estado proletario,
cuyo cuerpo no es sino el proletariado
elevado al rango de clase dominante. Hemos hablado ya de que sin gobernados
no hay gobierno, y estos gobernados serían, en el mejor de los casos, los
campesinos, gobernados por los proletarios. Cosa desde ya harto difícil, pues
el proletariado no estaría por entero en el gobierno, sino sólo una minoría de
socialistas científicos. Entonces para ellos mismos, en el fondo, en el
proletariado no se encuentra la clase
revolucionaria por excelencia; tan solo pretenden que una minoría de los
proletarios suban al poder, pero esta minoría, muy dudosamente proletaria (y
que dejaría de serlo al subir al poder) estaría revestida de proletariado. Es
entonces una pequeña élite la que
gobernaría a proletarios, campesinos, y en general a todo el pueblo, aunque
llamada proletaria.
Júzguese por las palabras de
Maurice Moissonier si miento:
“Así, se distinguen tres
escalones de la lucha obrera: lucha
espontánea (75), lucha consciente
en la medida en que los obreros pasan de la lucha en sí (reconocimiento de la
existencia de la clase) a la lucha para sí (consciencia de pertenecer a esta
clase), lucha de clase política,
cuando, al asimilar el socialismo científico, los obreros (una élite obrera),
sitúan su combate en la perspectiva histórica de El Capital, cuando dan a su lucha, como objetivo último (76), la
revolución socialista” (77).
Si para los marxistas la
revolución es sólo el acto de pegar tiros, entonces los proletarios si son una
clase revolucionaria… entre los campesinos y demás, que también harán la
revolución, aunque al maestro Marx le pesara tanto.
Si por el contrario, para los
marxistas la revolución no es sólo pegar tiros, sino reconstruir la sociedad
sobre bases nuevas después de los tiros, entonces lo que ellos ven en el
proletariado no es sino la carne de cañón que los subirá al poder, pues en el
poder estarían los socialistas científicos, que han dejado de ser proletarios y
no el proletariado propiamente dicho.
Es verdad que Marx quería
revolucionar las cabezas (78), pero se hallaba lejos del proletariado, en realidad
nunca fue proletario, nunca se ganó el pan trabajando: Engels generosamente le
mantenía, y tiempo más adelante también mantendría a su familia. Dentro de la
AIT se encontraba rodeado de gente que muy rara vez era trabajadora: los
intelectuales le rodeaban, y sus aspiraciones hacia el pueblo eran gobernarle.
¿Qué hay de proletario en todo eso?
Continuemos con los proletarios:
uniendo sus esfuerzos a los explotados de los campos, aquéllos a los que los
grandes propietarios también explotan. Unidos, harán la revolución social, no
como clase campesina, o proletaria, sino como hombres y mujeres
explotados, unidos en busca de un mismo fin: la libertad.
Pero todo ello no es algo ya
inmanente en el proletariado, que contenga en sí mismo por el simple hecho de
ser proletario.
Otro error fatal del marxismo, es
achacar a los campesinos estar más próximos a la reacción que a la revolución.
La coquetería que los marxistas
hacen con la burguesía, sea tras el pretexto de táctica política, sea por otra
cuestión, hace de ellos precisamente aquello de lo que Marx acusaba a los
campesinos: de estar muy cerca de la reacción.
Esta coquetería de la que hablo,
llevó en Alemania a los partidarios de Marx a compromisos con los radicales
burgueses; en México la situación no es distinta: se halla el Partido Comunista,
en alianza con el partido burgués de la izquierda, el PRD.
Además no olvidemos que muchos de
los teóricos y militantes, tanto del anarquismo, como del marxismo, han
provenido ya sea de la clase burguesa, ya sea una posición cómoda en la
sociedad, miremos esto más de cerca.
El buen crítico por su propia
casa empieza, versa el dicho, y bien, comenzaré por hablar un poco de nuestros
compañeros anarquistas:
Bakunin, tercer hijo de diez
hermanos, descendiente de la aristocracia rusa, estudiante de filosofía, lleva
durante toda su vida una constante búsqueda de la libertad humana, tras
desertar del ejército alegando una enfermedad, comienza un largo periodo de
lucha revolucionaria, que lo llevara, pese a su condición aristocrática, a
militar en las filas de los movimientos revolucionarios.
Conoció a Proudhon, el padre del
anarquismo francés, tanto como a Marx, con quien más tarde sostendrá una
terrible lucha dentro de la internacional.
Pese a descender de la
aristocracia rusa, Bakunin terminará pasando duras penas para sobrevivir,
siempre debía dinero a sus amigos, quienes le ayudaban económicamente.
Max Nettlau, el gran historiador
del anarquismo, nos dejó unas palabras sobre la pobreza de Bakunin:
“(…) la falta de dinero para
fundar y extender la propaganda le preocupaba por doquier. Había visto la
propaganda rusa que Herzen realizó gracias a su millón, que la propaganda
polaca y Mazziniana no carecía nunca de abundantes medios, mientras que el
mismo y sus amigos eran archipobres y se hallaban sujetos al capricho de
algunas raras personas a fin de obtener medios para impresos, viajes, etc.
Sufría viendo los obstáculos accidentales que paralizaban sus esperanzas y sus
planes y la idea de apoderarse de fondos públicos, aprovechando una conmoción
general, le ocupó seriamente” (79).
No voy a realizar aquí una
biografía de Bakunin, sólo he dado una muy breve reseña de su suerte económica,
en la que de nada le ayudó ser hijo de una familia tan importante de Rusia.
Pues abandonó todo eso a una edad muy temprana, renunciando a sus orígenes.
Kropotkin, el brillante discípulo
de Bakunin, era retoño de una nobleza de terratenientes, y educado en un círculo
de la más alta alcurnia, incluso más que en Tver, en donde Bakunin viviría su
juventud. En su familia había quienes habian sido grandes príncipes de Smolensk
en la Rusia medieval, descendientes de una rama del clan Rurik, y gobernadores
de Moscú antes de la llegada de los Romanov. Educado en el elitista Cuerpo de
Pajes de San Petersburgo, Kropotkin seguiría los pasos de su antecesor,
Bakunin, renunciando a su pasado aristocrático, y cambió todo ello por una vida
que se consumió en gran parte en las cárceles, debido a sus actividades
revolucionarias en pos del anarquismo.
A su regreso a Rusia, encontraría
a su tierra dominada por los bolcheviques, y él mismo en la miseria.
En esos días, la pobreza de este
noble hombre era tanta, que en el mismo la relata así:
“cuando llegaban amigos a casa,
solía decirle a Sofía, ‘ponle más agua a la sopa, han llegado invitados’”
“Kropotkin siempre fue muy
especial con los regalos y no aceptaba nada que procediese de fuente oficial,
«A la vez», según un cooperativista local, «recibía los regalos con naturalidad
y sencillez, cuando el que se los hacía le parecía amistoso y que los daba con
buena intención». Pero estos regalos eran esporádicos, y la mayor parte del
tiempo, como ha dicho su yerno, «Kropotkin se alimentaba como los demás
ciudadanos rusos de casha (papas de
alforfón o mijo) y patatas. Nunca se quejaba a nadie, pero naturalmente
necesitaba carne o un pollo... » En realidad, lejos de quejarse, se ponía
furioso cuando se propagaban rumores de que estaba pasando hambre; cuando se
enteró de que unos amigos suecos habían iniciado una colecta para enviarle
comida, les escribió pidiéndoles que desistiesen de tal idea y utilizasen el
dinero reunido para fines sociales.” (80)
Terminó sus días un 8 de febrero
de 1921 a las 3 de la madrugada, en Rusia, que se batía bajo el dominio de los bolcheviques
que aplastaban la revolución por completo.
Antes de ellos, fue Proudhon
quien influiría más en el desarrollo del anarquismo, que el mismo comenzaría a
darle forma.
Proudhon era hijo de una
sirvienta y de un tonelero, y tipógrafo de profesión, era, en palabras del
mismo Marx, “un proletario auténtico”. No hace falta hablar más de él.
Sin embargo, hemos visto dos
cosas similares en quienes descendían de la aristocracia, Bakunin y Kropotkin:
ambos renunciaron a su condición privilegiada y cambiaron todo ello por la
lucha revolucionaria, terminando, al fin, sin apenas lo necesario para vivir.
Lo mismo pasó con Malatesta,
hombre rico, dio todo a favor de la causa revolucionaria, y terminó en Italia
vendiendo helados para ganarse la vida.
En general, todo el movimiento
anarquista está y ha estado siempre formado en su casi totalidad por obreros de
distintos ramos, sean de taller, de fábrica, o de campo.
Pasemos ahora a hacer unas
observaciones rápidas sobre Marx y Engels.
Hijo de un prospero abogado,
descendiente de una larga línea de rabinos, ejercía la abogacía en Tréveris, su
ciudad natal, estudió derecho en la Universidad de Bonn pero los dejó para
estudiar filosofía en Berlín. Se doctoró en 1841 en Jena con una tesis titulada
Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro.
Contraerá nupcias con la Baronesa Jenny Von Westphalen, y durante mucho tiempo
de su vida viviría de la plusvalía que Engels, hijo de un poderoso industrial,
extraía de las empresas en las que explotaba a sus trabajadores. Aunque éste
dijera no estar contento con la situación, situación que no le molestaría del
todo, pues de ello vivían. Veamos lo que le decía a Marx en 1865:
“Pero se puede ver que Itzig
[Lasalle] le ha dado al movimiento un carácter tory-cartista que será difícil
de destruir, y que ha puesto en movimiento en Alemania una tendencia hasta
ahora desconocida entre los obreros. Esta repugnante adulación a la reacción se
manifiesta en todas partes. Esto nos dará que hacer. Ya verás que los Knoten
irán a decir: ¿Qué quiere Engels? ¿Qué ha estado haciendo todo el tiempo? ¿Cómo
puede hablar en nuestro nombre y decirnos lo que tenemos que hacer? El tipo
está sentado en Manchester explotando a los obreros, etc. Es verdad que todo
esto no me interesa un pito, pero es seguro que vendrá, y se lo tendremos que
agradecer al Barón Itzig.” (81)
Apenas he rozado la vida de Marx,
y lo he hecho intencionadamente. En un capítulo posterior el lector obtendrá
una exposición más amplia sobre los detalles de la vida de Marx, y veremos
muchas cosas que se ocultan comúnmente en la literatura marxista y que se hace
de manera consciente. De todos modos, bastó con tan sólo tocar la vida de Marx para encontrar
evidencias de que de proletario no tenía nada.
Como vemos, Marx tuvo una buena
educación y vivió del dinero de los trabajadores a los que Engels, propietario
de las fábricas, explotaba. ¿No es injusto, pues, el reclamo de Marx que
tachaba a todos de “pequeño burgueses” y no se detenía a pensar en su propia
condición?
Después de esto, queda demostrado
que lo que Marx denominaba “el deber histórico del proletariado” no es nada
basado en algo científico, pues muchos de la clase burguesa, o alta, han pasado
a enarbolar la bandera revolucionaria. Incluidos el mismo Marx y Engels.
Esto no quiere decir que el
proletariado no posea un enorme potencial revolucionario, ni que no sea quien
tenga que participar en la labor de eliminar a la burguesía; tan sólo quiere
decir que el proletariado no tiene en su naturaleza inmanente el “deber” de destruir
a la burguesía, y sí que esto depende de las condiciones que dije más arriba.
Así pues, campesinos,
proletarios, lumpen’s, y en fin, todos aquellos que sufren la explotación del
capital, y la privación del sagrado derecho a vivir… ¡únanse para destruir al
enemigo común: el Estado!
La Ciencia y su papel en la Vida de los Pueblos
Hay en casi todos los escritos de
Marx, de Engels y de sus continuadores la costumbre de hablar de un “Socialismo
Científico”; ellos se dicen a sí mismos científicos, y en base a esta supuesta
ciencia es que se dicen los llamados a dirigir al pueblo hacia su emancipación.
Entonces nos vemos en la necesidad de ver si en verdad este socialismo del que
nos habló Marx y continúan hoy hablando los llamados comunistas es, o puede ser científico.
Me veo entonces en la necesidad
de explicar que es lo que yo entiendo por ciencia, pero para ello es necesario
hablar un poco de la evolución de la humanidad.
En sus inicios, el ser humano era
un animal más en la tierra, no poseía un lenguaje y su inteligencia era muy
reducida. No comprendía el medio que le rodeaba, ni apenas poco de sí mismo. No
tenía una manera de comunicarse con sus demás compañeros, y por lo tanto se
veía muy reducido para hacerse comprender.
El hecho mismo de haber articulado
un lenguaje primitivo fue un paso hacia adelante en el camino hacia la
consciencia de sí mismo como persona, pues es a partir de aquí que obtuvo una
manera de comunicar a sus semejantes lo que en su cerebro se encontraba.
Una vez que pudo comunicarse con
sus semejantes comienza un proceso evolutivo intelectual de sí mismo: comenzó a
producirse a sí mismo unas rudimentarias armas para cazar; armas que después
habría de mejorar. Con ayuda de sus compañeros trataron de cazar juntos y de
mejorar sus primitivas casas, pero todas esas pequeñas mejoras que obtuvo el
hombre fueron por medio de un proceso inductivo-deductivo:
El hombre crea determinada cosa,
y durante su funcionamiento ve los defectos que tiene, lo que le induce a ver las maneras de mejorarla y deduce que haciendo tales modificaciones
funcionará mejor.
Se da cuenta entonces el hombre
de que a su alrededor ocurren ciertos fenómenos que no logra explicarse: ve que
de arriba cae un líquido de manera abundante; que muchas veces durante la caída
de este líquido en el cielo se pueden ver ciertas actitudes (rayos, truenos);
que durante cierto tiempo hay luz y después esto cesa para dejar paso a la oscuridad;
que hay criaturas vivas que nadie sabe cómo fue que llegaron hasta aquí, que el
mismo existe, y es entonces que busca las respuestas a éstas interrogantes. Al
no poseer ni la capacidad intelectual para explicar estos fenómenos, ni las
herramientas para lograrlo, crea a un ser divino, culpable (a su entender) de
todo aquello que el hombre no puede explicarse. Dios hace entonces su aparición
en la tierra (82).
Pero conforme va pasando el
tiempo las confusiones comienzan a disiparse: el hombre, habiendo salido de las
cavernas, descubre los misterios por los cuales del cielo cae agua y el porqué
de los fenómenos que acompañan a éste; el hombre ve que el día y la noche se
deben a la rotación de la tierra alrededor del sol; Dios se vuelve entonces un
absurdo, una explicación obsoleta de la vida humana.
Si los primeros seres humanos
hubieran creído que sus rudimentarias herramientas no podían ya ser mejoradas,
ni que podrían haber estado equivocados al crearlas, entonces la humanidad
jamás hubiera conocido los modernos aparatos de producción de que hoy dispone (83).
Si el ser humano se hubiera
conformado con la primitiva idea de que un ser superior creo todo, el ateísmo
no hubiera existido, y la humanidad jamás hubiera, por ejemplo, llegado a la
luna, en su ansia de explicarse los fenómenos naturales y de investigar el
medio que le rodea.
La ciencia, entonces, verifica
los fenómenos que el hombre no puede explicarse. Y puesto que los fenómenos de
la naturaleza misma son infinitos, no puede ponérsele un límite a la ciencia y
decir: No hay más verdad que esta.
Porque se ha visto en la historia
de la humanidad que cada vez que se cree haber avanzado lo más posible, se
encuentran maneras de mejorar lo ya descubierto.
La ciencia, entonces, no puede
ser limitada. Es tonto, absurdo y hasta contra natura creer que una persona
puede haber demostrado de una manera infalible tal o cual cosa.
Se pueden hacer demostraciones de
verdad. Pero estas verdades no pueden
ser sino relativas, jamás absolutas. Lo que hoy es verdad, mañana es mejorado o
desmentido.
Quien cree que no hay nada nuevo bajo el sol se engaña
a sí mismo. Quien cree que tal cosa descubierta no puede estar equivocada y que
no puede ser mejorada, en realidad desconoce o echa por la borda toda la
historia evolutiva de la humanidad.
Así sólo actúan los cristianos,
ortodoxos como son, creen que su Dios creó todo el universo, y toda discusión
con ellos es estéril.
Pero los marxistas no actúan de
una manera muy distinta (84)
Por eso, cuando les oímos decir
que ellos son Socialistas Científicos,
y sin embargo niegan la derrota que ha sufrido el marxismo cuando sus métodos
han sido puestos en práctica y que la historia demuestra; cuando nos dicen que
Marx hizo una ciencia, y se niegan a reconocer todos los errores que éste
cometió; entonces nosotros nos mofamos de su cientificismo que desconoce que la
ciencia no puede ser ortodoxa.
La ciencia, como bien dijo
Bakunin, tiene en la sociedad el papel de verificar los fenómenos naturales de
la vida, no de gobernarla.
Marx se equivocó en mucho, podría
yo decir que en prácticamente todo. Y sin embargo seguimos viendo que sus métodos,
demostrados como catastróficos por la historia, siguen siendo denominados
científicos… ¡no hay peor ciego que el que no quiere ver!
Esa tendencia de Marx a creer que
todo puede ser explicado por el simple hecho de ver las condiciones económicas
de un pueblo es sencillamente infantil… ¡y es considerado una verdad!
Es verdad que la historia de un
pueblo está determinada en una parte por su economía. Pero hay más factores que
influyen en ello: las pretensiones de poder político han sido factores que
también han determinado la historia de algunos pueblos. Véase por ejemplo la
historia de España en el siglo XV y XVI: las conquistas de México, gran parte
de Latinoamérica y de algunas ciudades europeas no tuvieron como móvil único la
economía, sino más bien el extender el poder político español sobre las demás
naciones (85). Además, no se encuentran en la historia casos en los que quien
detente el poder político no detente también el económico o viceversa.
¿Imaginamos a un obrero desempleado y empobrecido ejerciendo un cargo en el
gobierno? O a la inversa ¿imaginamos un magnate de los negocios impotente de
poder pasar por encima de la ley para agrandar sus ganancias?
El asesinato de un personaje
importante de la política de un país también ha producido cambios importantes.
Sin embargo, para nuestros
marxistas esto no representa nada, Marx dijo una cosa, y ellos lo obedecen sin
rechistar, porque Marx había creado “leyes… leyes inmanentes… leyes
universales… leyes absolutas… leyes coactivas… leyes infalibles… leyes compulsivas…
leyes naturales que trabajan con imperiosa necesidad hacia resultados
inevitables” (86), como si tales cosas fuesen posibles.
Es verdad que este solo tema es
merecedor de un análisis más profundo. Un análisis exhaustivo de la historia de
ciertos países podría demostrar la falsedad de este principio marxista; sin
embargo sería un estudio demasiado voluminoso para ser analizado aquí (87). Sin embargo pocos podrán dudar que no sólo la
economía sea la responsable de la condición de un pueblo.
Marx dijo:
“Ningún orden social puede
perecer antes que todas las fuerzas productivas para las que está hecho se
hayan desarrollado”
De aquí se deducen dos cosas:
1.- Las fuerzas productivas, no
digamos ya del mundo, siquiera de un pueblo, no terminan de desarrollarse
jamás, pues la continuidad de la tecnología y la ciencia es infinita. Si esto
es así, el desarrollo del que nos habló Marx no ha de llegar jamás, es decir,
el orden social nuevo al que se aspira tampoco ha de llegar jamás, pues Marx
enlaza las dos cuestiones. Valdría entonces hacer dos cosas: a) esperar a que
las fuerzas productivas se hayan desarrollado por sí mismas para implantar el
nuevo orden social; b) darse cuenta de que las fuerzas productivas no terminarán
de desarrollarse jamás y abandonar la lucha contra el Estado y el Capital. En
cualquiera de las dos opciones Marx estaba equivocado.
2.- Si se tiende a implantar un
nuevo orden social, y este orden no puede ser implantado sino hasta que las
fuerzas productivas se hayan desarrollado, entonces la solución –según los
marxistas—es bien sencilla: ya que el pueblo no posee dichas fuerzas, se trata
entonces de abrir todo lo posible las puertas al capitalismo para que
desarrolle las fuerzas productivas. Esto explicaría en parte el porqué del actuar
del bolchevismo y el porqué de los continuos acercamientos entre el marxismo y
el capitalismo, entre el marxismo y los radicales burgueses. Pero habría que
dejar entonces de lado la táctica del marxismo de utilizar a los burgueses
radicales y explicar de paso el régimen de terror del bolchevismo. La respuesta
entonces se presenta de dos maneras ineludibles: 1.- Marx estaba enteramente
equivocado en muchos de sus postulados, en éste en especial; 2.- La relación
entre el marxismo y el capitalismo es puramente dialéctica.
Marx esperó, según este precepto,
que la revolución estallara ahí donde el capitalismo podía alcanzar su más
completo desarrollo, es decir, en los países más avanzados económicamente. Pero
contrariamente a lo que Marx pensaba, Bakunin tuvo la razón cuando vio en Rusia
el lugar donde, debido a la explotación del capital, estallaría la revolución.
La historia lo demostró entonces, y fue un duro golpe a las teorías marxistas.
No hablemos ya de las demás cosas
formuladas y defendidas por Marx: la Rusia, la China y la Cuba del siglo XX han
demostrado que por medio de la dictadura sólo se llega al despotismo, sin
importar si esta dictadura esta barnizada de proletaria; se demostró así mismo
que la toma del poder sólo conduce a un nuevo poder explotador; demostró
también (y en este caso no sólo Rusia, China o Cuba lo han demostrado, sino la
historia completa de la humanidad) que el Estado, sin importar su denominación,
nombre o personas que se encuentren en él, es por excelencia el enemigo más
grande de la libertad y de la revolución; la revolución rusa y la revolución
española demostraron con una claridad tremenda que el camino de la conquista
del poder político sólo conduce a los métodos maquiavélicos de el fin justifica los medios; se demostró
así mismo que es verdad que el poder económico produce el poder político, y por
lo tanto hay que destruir el poder económico. Pero también se ha demostrado que
el poder político engendra a su vez el poder económico, y que por lo tanto hay
que destruir ambos; en la historia de la humanidad, si algo ha estado siempre
presente en la evolución del hombre no ha sido la dialéctica, de la que los
marxistas gustan tanto de hablar. Ha sido más bien el método inductivo-deductivo lo que ha acompañado
y sigue acompañando el progreso humano… ¡que se muerdan la lengua los
defensores del marxismo cuando vean que las ideas de Marx han sido por completo
demostradas como falsas!
¿Cómo puede denominarse científica una idea que no se permite
ver que sus métodos son falsos?
La ciencia, la verdadera ciencia,
es por excelencia heterodoxa.
Entonces, si una idea merece ser
llamada en verdad científica, será una idea que jamás se encierra en la verdad
absoluta, en la ortodoxia; será una idea siempre abierta y dispuesta a
comprobación. Esta disposición a la verificación y esta tendencia a no
considerar nada absoluto es lo que ha hecho que el anarquismo tenga diversas
ramas económicas, sociales, etc. Si una ideología merece ser llamada en rigor
científica, es el anarquismo pero, entiéndase, al decir que el anarquismo es
una teoría científica, lo hago tan solo en la base fundamentalmente heterodoxa
del anarquismo. Evidentemente el anarquismo debe ser también voluntarista, pues
sin el concurso de los individuos nuestros fines no llegarán (88). Entonces
bajo este punto de vista la ciencia está más representada con el anarquismo y
no con toda la maraña de autoridad ortodoxa que representa el marxismo. El
principal error de Marx no fue estar equivocado, sino en haberse creído el
Mesías que habría de conducir al pueblo.
Las desviaciones e interpretaciones del marxismo o la continuidad de la
teoría
He indicado en la introducción de
este libro que hay quienes adjudican los resultados del marxismo a unas
supuestas desviaciones del marxismo, a interpretar mal al marxismo.
Nos vemos entonces en la
necesidad de hacer un par de observaciones sobre este aspecto: Marx proponía
una dictadura proletaria que, como ya hemos visto, crearía una antípoda contra
sí misma (el pueblo gobernado). El bolchevismo puso en práctica esta propuesta:
impuso la dictadura de un puñado de personas sobre la inmensa mayoría del
pueblo ruso, y si bien esta práctica, como ya he dicho, suponía modificar la
teoría de Marx que asignaba este papel a una clase y no a un partido, la línea
estuvo marcada por el propio Marx en prácticamente todo: desde la dictadura de
un puñado de personajes, hasta el desplazamiento de los elementos campesinos, y
un gobierno supuestamente obrero; Marx proponía la centralización en manos del
Estado de prácticamente todo y el bolchevismo lo puso en práctica; Marx
proponía utilizar a los elementos burgueses y extraños al proletariado con
fines de táctica política, y el bolchevismo no sólo entabló negociaciones con
las fuerzas austroalemanes, sino también con el mismísimo Hitler y tenía
negocios con las fuerzas fascistas italianas durante la revolución española; en
general, la propuesta de Marx revivía la lucha de clases aún dentro del mismo
sistema comunista, y el bolchevismo vivió en carne propia esta reactivación de
la lucha de clases con el conflicto del gobierno con Kronstadt y Ucrania.
Lenin y los bolcheviques atacaron
durante mucho tiempo el revisionismo de Bernstein y de Kautsky. Es verdad que
estos acercaban al marxismo de una manera más directa hacia la democracia
burguesa y le alejaba de la revolución; pero es verdad también que dentro del
marxismo la revolución se encuentra en segundo plano, pues para ellos lo
primero no es hacer la revolución social, sino la política: conquistar el poder
político. Si la revolución es sólo política no es tal revolución, sino sólo un
movimiento político.
Además, al propio tiempo que el bolchevismo
leninista atacaba al llamado revisionismo, se acercaba de una manera directa a
esa democracia burguesa a la que conducía el revisionismo: Lenin abrió las
puertas al capitalismo mundial para reavivar la economía rusa; pero la
característica de este movimiento del marxismo es que no sólo se acercaba a la
democracia burguesa, sino también a los métodos de terror que posteriormente
habría de emplear mismo fascismo.
No se trate entonces de hacer una
línea divisoria entre la teoría de Marx y la puesta en práctica del bolchevismo
de estos preceptos.
La consecuente situación en la
que se encontraba Rusia a manos del bolchevismo después de la muerte de Lenin
no era más que la consecuencia de la puesta en práctica del marxismo: Stalin se
apoderó del poder, y ante la catastrófica situación económica optó por la
solución de cualquier dictador: imponer una dictadura aún mas férrea, abrir las
puertas al capitalismo mundial y exterminar por todos los medios a todo cuanto
no le prestara idolatría.
La dictadura se hizo más fuerte,
y los mismos miembros del partido fueron brutalmente perseguidos, recordemos
tan sólo el caso de Trotsky que, aclarémoslo, no era un angelito: era igual de sanguinario
y déspota que Stalin; recordemos tan sólo las brutales represiones que Trotsky
realizó en contra de los marinos de Kronstadt y los campesinos de Ucrania, así
como los miles de presos revolucionarios y los otros tantos fusilados por sus órdenes.
Se convirtió entonces Stalin en el nuevo mesías del marxismo y se paso a
desprestigiar al Trotskismo, esos perros
trotskistas eran aliados del fascismo internacional y habría que
exterminarlos.
Pero durante todo el tiempo que
duró el Stalinismo se puso de relieve algo característico: la llamada dictadura
proletaria se mantuvo; la centralización se hizo más fuerte: ese Estado fuerte
y centralizado con el que soñada Marx se estaba realizando: un Estado único, un
mando único, un látigo único; se consiguió asimismo utilizar a personajes
burgueses o totalitarios para los fines del Estado Proletario, como Hitler; se
aprovecho toda situación para hacerla favorable a Rusia y el imperio que ahí
había, recuérdese el caso de España; la socialización de los medios de
producción no se había conseguido, tal como lo manifestaba Marx respecto de la primera etapa del comunismo, y tal y
como Lenin había dicho que esa etapa era imposible
implantarla; Lenin había dicho también que a quien habría que someterse era al proletariado, y los campesinos de
Rusia, los miles de exiliados en la Siberia pueden manifestar que a quienes se
sometieron fue precisamente a ese proletariado
aburguesado que pretendía representar el Stalinismo y que, lógicamente, no
representaba, pues aun el mismo proletariado era sometido al despotismo del
régimen stalinista
Es entonces ridículo hablar de
distorsiones del marxismo cuando el mismo Marx proponía tales métodos; Lenin,
Trotsky, Stalin, Mao, etc., no son sino el resultado, la evolución de las ideas
de Marx. Se sabe también que en la carrera por conquistar el poder político se
tienen que poner en práctica ciertos métodos: la anulación de la oposición, las
estratagemas para mantener a dicha oposición en los términos que impongan las
circunstancias, y por fin, conquistar el poder político.
Los métodos de terror y sangre de
estos personajes son el resultado de la carrera por conquistar el poder
político que Marx había acuñado como el objetivo principal del Partido.
Pero de esto no se puede excluir
a Bernstein y Kautsky: ellos no son sino el resultado de las teorías marxistas:
Marx, al proponer la utilización de ciertos personajes burgueses como táctica
política no hacía sino acercar al proletariado a sus enemigos; Bernstein, Kaustky
y los revisionistas fueron entonces el resultado de las mismas teorías
marxistas. Si estos habían abandonado ciertos preceptos del marxismo fue
precisamente porque el camino hacia donde fueron y qué el mismo Marx les
marcara, debía conducir lógicamente a tales resultados.
No se puede hablar entonces de
distorsiones del marxismo, ni de malas interpretaciones marxistas, sino de una
evolución y puesta en práctica del marxismo, por lo menos en cuanto a los conceptos
que Marx tenía sobre como hacer la revolución y sobre los objetivos inmediatos
y finales de esta.
Por lo tanto, ni en Trotsky, ni
en Lenin, ni en Stalin, ni en Mao, ni en Bernstein, ni en Kautsky pueden
encontrarse tales desviaciones (89)
Acotaciones Sobre las Opiniones del Señor Engels
En su obra El Anti-Dühring Engels hace algunas observaciones que nos van a ser
de utilidad aquí. No reproduciremos el texto entero, pues no viene al caso con
el propósito que tenemos, por cuanto que es una crítica a un personaje, y no es
del todo un texto teórico, por ello sólo tomaremos la parte en la que habla
acerca del Estado.
Así es que aun a nuestro pesar,
tendremos que leer una parte del texto de Engels, previniendo al lector, sobre
las cosas que aquí pueda encontrar. Leámosle.
“El proletariado toma el poder
estatal y comienza por convertir los medios de producción en propiedad del
Estado. Pero con este acto se destruye así mismo como proletariado y destruye
toda diferencia, y todo antagonismo de clase, y con ello mismo el Estado como
tal. La sociedad, que se ha movido hasta ahora entre antagonismos de clase, ha
tenido necesidad del Estado, o sea de una organización de la clase explotadora
para mantener las condiciones exteriores de producción, y por tanto,
particularmente, para mantener por la fuerza a la clase explotada en las
condiciones, de opresión (la esclavitud, la servidumbre, el trabajo
asalariado), determinadas por el modo de producción existente. EI Estado era el
Representante oficial de toda la sociedad, su síntesis en una corporación
visible; pero lo era tan sólo como Estado de la clase que en su época
representaba a toda la sociedad: en la antigüedad era el Estado de los
ciudadanos esclavistas; en la Edad Media, el de la nobleza feudal; en nuestros
tiempos es el de la burguesía. Cuando el Estado se convierta finalmente en
representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando
ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión;
cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por
la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción,
los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que
reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado.
El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante
de toda la sociedad –la toma de posesión de los medios de producción en nombre
de la sociedad- es a la par su último acto independiente como Estado. La
intervención del Poder estatal en las relaciones sociales se hará superflua en
un campo tras otro y se adormecerá por sí misma. El gobierno sobre las personas
será sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los
procesos de producción. El Estado no será "abolido": se extinguirá. Partiendo de esto es como
hay que juzgar el valor de esa frase que habla del “Estado popular libre",
frase que durante cierto tiempo tuvo derecho a la existencia como consigna de
agitación, pero que, en resumidas cuentas, carece en absoluto de fundamento
científico. Partiendo de esto es también como debe ser considerada la exigencia
de los llamados anarquistas de que el Estado sea abolido de la noche a la
mañana" (90).
Vayamos por partes.
El señor Engels comienza por
decir que:
“El proletariado toma el poder estatal y
comienza por convertir los medios de producción en propiedad del Estado. Pero
con este acto se destruye así mismo como proletariado y destruye toda
diferencia, y todo antagonismo de clase, y con ello mismo el Estado como tal”
Es decir, una determinada capa de
la sociedad denominada proletario, toma el poder, es decir, deja de ser
proletario, como el mismo lo confiesa “Pero con este acto se destruye así mismo
como proletariado”, trastocado en parte del Estado, es decir, en gobernante, el
nuevo gobierno, con su naturaleza centralizadora, con sus aparatos de
represión, con todo centralizado en sus manos, ¿se destruye a sí mismo? ¿en qué
cabeza sana cabe que eso suceda?
Pero Engels continúa:
“Cuando ya no exista ninguna
clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan,
junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia
individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y
los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará
falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado”
Dentro de lo que ellos llaman
“dictadura del proletariado” existirá, claramente, una clase que será oprimida
por el Estado proletario; pues es evidente, como ya hemos dicho, que para que
haya gobierno debe haber gobernados. Esta clase, confiesa Engels será
“mantenida en la opresión”. ¿De qué libertad e igualdad nos hablan?
Por su puesto, Engels se
entretiene hablando de “la actual anarquía de la producción” y más adelante nos
dice que:
“El primer acto en que el Estado
se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad –la toma de
posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad- es a la par su
último acto independiente como Estado”
Es decir, el Estado expropia a la
burguesía “en nombre de la sociedad”… ¡pero no es la sociedad, el pueblo quien
lo expropia, sino el gobierno! ¡Y se pretende que semejante abuso sea “su
último acto independiente como Estado”! ¡Precisamente se eliminaría a sí mismo cuando
más fuerte es!
“La intervención del poder
estatal en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro y se
adormecerá por sí misma. El gobiernos sobre las personas será sustituido por la
administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción”
Según Engels, la extinción del
Estado se realizará como algo natural que caduca y muere por sí mismo. Pero
olvida fatalmente decir que el Estado es
rejuvenecido y renovado por la enorme fuerza que le da la centralización
que ellos piden que se haga en manos del Estado. Si olvidamos esto podemos
entonces abordar a los sueños de los marxistas; pero si nos mantenemos en la
realidad, veremos que cuando se centraliza todo en manos del Estado, los planes
de que éste “caduque por sí mismo” se van al baúl de los sueños, pues son
imposibles.
Con lo cual nos encontramos de
nuevo con la constante pregunta: si sabían esto, ¿entonces mentían por querer
obtener el poder ellos? Y si no mentían e ignoraban esto, ¿dónde queda su cientificismo?
¿De qué valen ahora las palabras
de Engels que gritan que
“El Estado no será
"abolido": se extinguirá.
Partiendo de esto es como hay que juzgar el valor de esa frase que habla del
“Estado popular libre", frase que durante cierto tiempo tuvo derecho a la existencia
como consigna de agitación, pero que, en resumidas cuentas, carece en absoluto
de fundamento científico. Partiendo de esto es también como debe ser
considerada la exigencia de los llamados anarquistas de que el Estado sea
abolido de la noche a la mañana”?
Engels repite aquí su concepción
de que el Estado que ellos proponen se debe extinguir y no abolir. Dejando de
lado el oportunismo y la conveniencia de Engels, habremos de ver que esto ha
sido repetido por muchos de sus adeptos. El mismo Lenin nos lo dice en El Estado y la Revolución:
“El Estado burgués sólo puede ser
“destruido” por la revolución. El Estado en general, es decir, la más completa
democracia, sólo puede “extinguirse” (91)
“La sustitución del Estado
burgués por el Estado proletario es imposible (92)
sin una revolución violenta. La supresión del Estado proletario, es decir, la
supresión de todo Estado, sólo es posible por medio de un proceso de
“extinción”” (93)
He aquí, como es que los bolcheviques
podían decir que la represión del pueblo ruso alzado contra ellos respondía
perfectamente a las doctrinas dictadas por Engels y Marx y ejecutadas por
Lenin, acerca de que el Estado por ellos creado sólo podía extinguirse, y no
abolirse. Quien lo intentara, según sus ideas, estaría yendo en contra de los
sacrosantos principios marxistas, únicos fundados –siempre según ellos—en la
ciencia, y por tanto hacer el juego a la contrarrevolución.
Esta rolliza ignorancia de los marxistas
condujo al Estado totalitario complementado –Pues Lenin ya lo había formado y
desarrollado- por Stalin.
En realidad un alzamiento popular
violento contra el nuevo poder Bolchevique era lo más real y justo que pudo
haber hecho el pueblo ruso; tan sólo las bayonetas bolcheviques impidieron
-¡dialéctica de la historia!- la realización del verdadero comunismo. Pero
sigamos con nuestro tema.
Acerca de la abolición del Estado,
en la carta a Bernstein (aquél mismo que después contradijo a la muerte de
Engels muchos de sus supuestos métodos científicos) fechada el 28 de enero de
1884, Engels decía que él y Marx habían:
“profetizado la destrucción del
Estado antes de que los Anarquistas existiesen siquiera” (94)
Para probar ello, cita dos
párrafos, uno de la Miseria de la
Filosofía, y el otro, del Manifiesto del
Partido Comunista. Leamos la parte de la Miseria de la Filosofía:
“A medida que se desarrolle, la
clase obrera reemplazará a la vieja sociedad civil por una asociación de la que
quedarán excluidas las clases y su antagonismo, y no habrá ya poder político –el así llamado en propiedad- desde
que el poder político es un exacto resumen oficial de los antagonismos de la
sociedad civil”
Y la parte que corresponde al Manifiesto dice así:
“Cuando, en el curso del
desarrollo, hayan desaparecido las clases… el
poder público perderá su carácter político. El poder político, así llamado
con propiedad, es simplemente la fuerza organizada de una clase para la
opresión de otra clase”
Con todo esto, el señor Engels
parece ignorar o querer ignorar por completo la historia del anarquismo. Pero
bueno, sabemos cómo actuaban, y no pretendemos cambiarles, sólo mostrar su
ignorancia por un lado, o su mal actuar por el otro, veamos:
Cuando Marx escribe Miseria de la Filosofía, es en el año
1847, y como intento de replica a la obra Sistema
de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria de Proudhon, éste
último ya había escrito en 1840 su obra ¿Qué
es la Propiedad? que sería lo que lanzaría a Marx en vías del socialismo.
En esta obra, Proudhon haría un ataque brutal en contra de uno de los pilares
del Estado, la Propiedad, y se declaraba ahí simpatizante de acabar con el
Estado; hablaba ya de una “Anarquía Positiva”, de la organización de la
economía a manos del pueblo, y fue el primero en declararse abiertamente anarquista.
Y si queremos remontarnos aún más,
uno de los propulsores del anarquismo francés, William Godwin, escribía en el
año 1793 su obra Investigación Acerca de
la justicia Política en la que también hablaba de una sociedad sin
gobierno.
¿Queremos remontarnos más? Sólo
citemos este pasaje que data del año 1535 de un Holandés Anabaptista, citado
por Paul Avrich en su libro sobre Los
Anarquistas Rusos:
“¡Golpead a muerte, golpead a
muerte a todos los Monjes y los Curas, Destruid todos los Gobiernos del Mundo,
especialmente el nuestro!”
¿Más aún? Dice el profesor Bert
F. Hoselitiz, de la Universidad de Chicago en el prefacio a la edición en
ingles del libro La Filosofía Política de
Bakunin del anarquista ruso G. P. Maximof:
“Poseemos textos de más de dos
mil años en los que no solo se describen sociedades humanas sin Gobierno,
ejercito ni leyes restrictivas, sino que también aseguran que este tipo de
relaciones sociales es el ideal del género humano”
Me gustaría reproducir el texto
entero, pero ello nos llevaría a una inmensa descripción de los orígenes del
anarquismo; cosa que escapa a este tema, pero sí dejar en claro que el ideal
anárquico ha existido hace ya mucho, mucho tiempo; que si bien no podemos
considerar el anarquismo en su forma económica antes de Proudhon, los ideales
de eliminación del Estado y del gobierno, con los cuales el anarquismo es la
manifestación más acertada, han existido desde hace mucho tiempo. Punto aparte
de que con lo dicho es suficiente.
Cuando todo esto sucedía, en 1793
Marx y Engels no habían siquiera nacido (95), y en 1840 aun les faltaban 8 años
para sacar el Manifiesto del Partido Comunista.
¿Necesito hablar del año 1535, y de la cita del profesor Bert F. Hoselitiz?
¿De dónde sacaban entonces que
ellos habían “profetizado la destrucción del Estado antes de que los anarquistas
existiesen siquiera”?
¿De qué sirve, pues, que Engels
haya escrito semejante mentira a Brenstein? ¿No es esto una prueba más de la
manera en que solían mentir?
Pero aún falta más, en el
artículo aparecido en el Almanaco
Republicano Per l’Anno en el año 1873, en el cual Marx y Engels, harían dos
artículos teóricos, de Marx aparecería Sobre
la Indiferencia en Materia Política y de Engels, De la Autoridad, que es el que nos interesa por ahora. Tendremos,
de nuevo, que pasar por la pesadumbre de leer a Engels. Leámosle pues:
“Algunos socialistas sostienen en
estos últimos tiempos, una cruzada en regla contra lo que llaman el principio
de autoridad. Es suficiente decir que tal o cual acto es autoritario para que
ellos lo condenen. Se abusa hasta tal punto de esta manera sumaria de proceder
que es necesario examinar la cosa desde más cerca. Autoridad, en el sentido de
la palabra de que se trata, quiere decir: imposición de la voluntad de otro
sobre la nuestra, y, por otra parte, autoridad supone subordinación. Ahora
bien, por más que esas dos palabras suenen mal y que la relación que
representan sea desagradable a la parte subordinada, se trata de saber si hay
forma de superarla y si -dadas las condiciones actuales de la sociedad-
podremos dar vida a otro estado social, en el cual la autoridad ya no tendrá
razón de ser y, en consecuencia deberá desaparecer.
Examinando las condiciones
económicas, industriales y agrícolas que son la base de la sociedad burguesa
actual, encontramos que tienden cada vez más a reemplazar la acción aislada por
la acción combinada de los individuos. La industria moderna ha reemplazado los
pequeños talleres de productores aislados por grandes fábricas donde centenares
de obreros vigilan máquinas complicadas movidas por vapor, los automóviles y
los camiones de las grandes carreteras son suplantados por los trenes de las
vías férreas, así como los pequeños goletas y falúas a vela lo han sido por los
barcos a vapor. La agricultura misma cae poco a poco bajo el dominio de la
máquina y el vapor, los cuales reemplazan lenta pero inexorablemente a los
pequeños propietarios por los grandes propietarios que cultivan, con la ayuda
de obreros asalariados, grandes superficies de terreno.
Por doquiera la acción combinada,
la complicación de los procesos interdependientes sustituye a la acción
independiente de los individuos. Pero quien dice acción combinada, dice
organización; ahora bien, la organización ¿es posible sin autoridad?
Supongamos que una revolución
social haya destronado a los capitalistas en cuyas manos reside ahora la
autoridad de controlar la producción y la circulación de las riquezas.
Supongamos, para situarnos enteramente en el punto de vista de los
antiautoritarios, que la tierra y los instrumentos de trabajo hayan devenido
propiedad colectiva de los trabajadores que las emplean. La autoridad, ¿habrá
desaparecido o no habrá hecho sino cambiar de forma? Veamos. Tomemos a título
de ejemplo una hilandería de algodón. El algodón debe sufrir seis operaciones
sucesivas antes de ser reducido al estado de hilo, operaciones que se hacen, en
su mayoría, en salas diferentes. Además, para mantener las máquinas en
movimiento, es necesario un ingeniero que controle la máquina a vapor,
mecánicos para las reparaciones diarias y numerosos peones encargados del
transporte de los productos de una sala a otra, etc. Todos esos obreros,
hombres, mujeres y niños son obligados a comenzar y terminar su trabajo a horas
determinadas por la autoridad del vapor que se burla de la autonomía
individual. Hace falta, en principio, que los obreros estén de acuerdo sobre
los horarios de trabajo, y esas horas, una vez fijadas, se convierten en regla
para todos sin ninguna excepción. Luego, en cada una de las salas y en todo
momento, surgen cuestiones de detalle acerca del modo de producción, la
distribución de los materiales, etc., cuestiones que es necesario resolver
sobre la marcha, bajo pena de ver detenerse inmediatamente toda la producción,
y que se resuelven por la decisión de un delegado propuesto por cada rama del
trabajo o por el voto de la mayoría. Allí donde esto es imposible la voluntad
de cada uno deberá siempre subordinarse, esto es, que los problemas se
resolverán autoritariamente. El mecanismo automático de una gran fábrica es
mucho más tiránico que lo que lo han sido jamás los pequeños capitalistas que
emplean obreros. Para las horas de trabajo, al menos, se puede inscribir en la
puerta de la fábrica: ¡Quien entre aquí,
que deje fuera toda autonomía! (96) Si por la ciencia de su genio
inventivo, el hombre ha sometido a las fuerzas de la naturaleza, éstas se
vengan de él sometiéndolo, en tanto las usa, a un verdadero despotismo
independiente de toda organización social. Querer abolir la autoridad en la
industria, es querer abolir la industria misma, es destruir la hilandería a
vapor para retornar a la rueca.
Tomemos, como otro ejemplo, un
ferrocarril. También aquí la cooperación de una infinidad de individuos es
absolutamente necesaria, cooperación que debe tener lugar a horas muy precisas
para que no se produzcan desastres. También aquí, la primera condición del
empleo es una voluntad dominante que elimina toda cuestión subordinada, una
voluntad representada sea por un solo delegado, sea por un comité encargado de
ejecutar las decisiones de la mayoría de los interesados. En uno u otro caso,
hay una autoridad muy pronunciada. Pero, eso no es todo: ¿En qué se convertiría
el primer tren a punto de salir si se aboliese la autoridad de los empleados
del ferrocarril sobre los señores pasajeros? La necesidad de la autoridad y de
una autoridad imperiosa no puede ser más evidente que sobre un navío en alta
mar. Allí, en el momento del peligro, la vida de todos depende de la obediencia
instantánea y absoluta del conjunto a la voluntad de uno solo.
Cuando adelanté argumentos
similares a los más furiosos antiautoritarios, éstos sólo supieron responderme:
¡Ah! Es cierto, pero en este caso no se trata de una autoridad que conferimos a
nuestros delegados, sino de una tarea. Estos señores creen haber cambiado las
cosas cuando apenas han cambiado los nombres. He aquí como esos profundos
pensadores se burlan del mundo.
Acabamos de ver que, por una
parte, cierta autoridad, delegada no importa como, y por otra parte, cierta
subordinación, son cosas que, independientemente de toda organización social,
se nos imponen como resultado de las condiciones materiales en las cuales
producimos y hacemos circular los productos.
Hemos visto, además, que las
condiciones materiales de producción y de circulación se acrecientan
inevitablemente por la gran industria y la gran agricultura y tienden cada vez
más a extender el campo de esta autoridad. Es pues absurdo hablar del principio
de autoridad como de un principio absolutamente malo, y del principio de
autonomía como de un principio absolutamente bueno. La autoridad y la autonomía
son conceptos relativos cuyos dominios varían en las diferentes fases de la
evolución social. Si los autonomistas se limitaran a decir que la organización
social del futuro restringirá la autoridad a los mínimos niveles exigidos por
las condiciones de la producción, podría entenderse; en lugar de ello,
permanecen ciegos ante todos los hechos que la hacen necesaria y se levantan
contra la palabra.
¿Por qué los antiautoritarios no
se limitan a alzarse contra la autoridad política, contra el Estado? Todos los
socialistas están de acuerdo en admitir que en el Estado político de la próxima
Revolución Social, las funciones públicas perderán su carácter político y se
transformarán en simples funciones administrativas que protejan los verdaderos
intereses sociales. Pero los antiautoritarios piden que el Estado político autoritario
sea abolido de golpe, aún antes de haber destruido las condiciones sociales que
lo hicieron nacer. Piden que el primer acto de la revolución social sea la
abolición de la autoridad. ¿Han visto alguna vez una revolución, estos señores?
Una revolución es ciertamente la cosa más autoritaria que existe; es el acto
por el cual un partido del pueblo impone su voluntad al otro por medio de
fusiles, de bayonetas y de cañones, medios autoritarios si los hay; y el
partido victorioso, si no quiere combatir en vano, deberán mantener su poder
por el miedo que sus armas inspirarán a los reaccionarios. La Comuna de París
¿hubiera durado un solo día, si no se hubiera servido de esta autoridad del
pueblo armado frente a los burgueses? ¿No se puede, por el contrario,
reprocharle que no lo haya hecho más ampliamente?
Así, pues, una de dos: o los
antiautoritarios no saben lo que dicen y, en este caso, siembran la confusión;
o bien, lo saben y, en ese caso: traicionan el movimiento del proletariado.
Tanto en un caso como en el otro, sirven a la reacción.”
Comienza por decir que a los
antiautoritarios les basta con decir que esto es autoritario para combatirlo;
continua hablando sobre la industrialización que sustituyo a los pequeños
talleres, cosa que no tiene nada que ver con la autoridad, pero que hábilmente
lleva hasta donde le place. Dice que:
“Por doquiera la acción
combinada, la complicación de los procesos interdependientes sustituye a la
acción independiente de los individuos. Pero quien dice acción combinada, dice
organización; ahora bien, la organización ¿es posible sin autoridad?”…
“Supongamos, para situarnos enteramente en el punto de vista de los
antiautoritarios, que la tierra y los instrumentos de trabajo hayan devenido
propiedad colectiva de los trabajadores que las emplean. La autoridad, ¿habrá
desaparecido o no habrá hecho sino cambiar de forma? Veamos. Tomemos a título
de ejemplo una hilandería de algodón.”
¡Habla de la revolución y compara
ésta, ni más ni menos que con una hilandería de algodón! ¡Como si la revolución
social fuese tan pequeña como una fábrica; como si pudieran compararse en
organización! Continúa describiendo la manera en que debían procesarse el
algodón, antes de quedar en condición de hilo; pero al hablar sobre la
organización del trabajo nos dice que:
“Todos esos obreros, hombres,
mujeres y niños son obligados a comenzar y terminar su trabajo a horas
determinadas por la autoridad del vapor que se burla de la autonomía
individual.”
O sea, el señor Engels, uno de
los creadores del “Socialismo Científico”, nos está diciendo que la autoridad
que ellos pretenden imprimirle a la revolución, es igual a la que le imprime…¿el
vapor a las horas de trabajo!?
Inmediatamente, en las líneas
siguientes se da a sí mismo la respuesta que anda buscando, cuando escribe que:
“Hace falta, en principio, que
los obreros estén de acuerdo sobre los horarios de trabajo, y esas horas, una
vez fijadas, se convierten en regla para todos sin ninguna excepción.”
De la misma manera, no hace falta
que “la autoridad del vapor se burle de la autonomía individual” para que los
obreros comprendan que hay que tener dentro de toda fábrica o taller, una ORGANIZACIÓN,
que en cuanto sea comprendida por todos, se convierte en regla general,
relegando la autoridad que éste defiende al bote de la basura.
“Allí donde esto es imposible la
voluntad de cada uno deberá siempre subordinarse, esto es, que los problemas se
resolverán autoritariamente”
No, no se resolverán “autoritariamente”,
se resolverán por medio del consenso, esto parece que no lo entienden, pues
creen que la organización de cualquier cosa ha de ser resuelta por medio de una
mente “brillante” que hablará, decidirá, y en fin, gobernará sobre los demás,
en virtud de una inteligencia supuestamente superior.
“Querer abolir la autoridad en la
industria, es querer abolir la industria misma, es destruir la hilandería a
vapor para retornar a la rueca”
No, la llamada “autoridad
industrial” que hoy se emplea en las fábricas, y por medio de la cual los
trabajadores realizan una labor que no comprenden, pues sólo obedecen órdenes,
esta autoridad industrial, decimos, será sustituida por el conocimiento y el
consenso que los trabajadores han de hacer suyos.
Y por otro lado, recordamos
nuevamente que aunque esta autoridad fuese necesaria en una fábrica, en nada se
compara con la brutal centralización y puesta en pie de amplios aparatos
represivos contra el pueblo, que es lo que su
autoridad defiende.
Pero aquí no termina todo este
chiste mal jugado de Engels; al hablar sobre la organización de los
ferrocarriles, nos pregunta:
“¿En qué se convertiría el primer
tren a punto de salir si se aboliese la autoridad de los empleados del
ferrocarril sobre los señores pasajeros?”
Estos señores miran al pueblo no
en fábula, ni en alusión a la ligera, sino realmente como viles rebaños tontos
que necesitan de una dura dirección para funcionar.
No comprenden que no hace falta
“la autoridad de los empleados del ferrocarril sobre los señores pasajeros” si
estos últimos comprenden que hay normas, no autoritarias ni impuestas por
nadie, sino comprendidas y aceptadas por todos, que hay que respetar para el
buen funcionamiento de las cosas.
“La necesidad de la autoridad y
de una autoridad imperiosa no puede ser más evidente que sobre un navío en alta
mar. Allí, en el momento del peligro, la vida de todos depende de la obediencia
instantánea y absoluta del conjunto a la voluntad de uno solo”
Sí, en casos extremos,
cualquiera, hasta el más antiautoritario estaría dispuesto no a obedecer, sino
a seguir las indicaciones de una persona que más conoce de una determinada
situación que uno que no está del todo informado; pero este tipo de casos, recordamos
de nuevo, nada tienen que ver con la autoridad brutal que ellos quieren imponer
al pueblo.
“Es pues absurdo hablar del
principio de autoridad como de un principio absolutamente malo, y del principio
de autonomía como de un principio absolutamente bueno”
El enorme contrincante de Marx,
Bakunin, en su libro Dios y el Estado
habla precisamente de eso, aclarando que:
“El hombre jamás puede ser
completamente libre en relación a las leyes naturales y sociales" (97)…
"No es posible ninguna
rebelión contra las leyes de la naturaleza, por la simple razón de que el
hombre mismo es un producto de la naturaleza, que existe en virtud de esas
leyes. Una rebelión de su parte sería... un intento ridículo, un verdadero
suicidio, una rebelión contra sí mismo. Y cuando el hombre toma la decisión de
destruirse a sí mismo, o inclusive cuando lleva a cabo ese proyecto, nuevamente
actúa de acuerdo con esas mismas leyes naturales, de cuyo cumplimiento nada
puede exceptuarlo: ni el pensamiento, ni la voluntad, ni la desesperación, ni
la vida, ni la muerte. El hombre mismo no es otra cosa sino naturaleza. Sus
sentimientos más sublimes o más monstruosos, las resoluciones o manifestaciones
más perversas, más egoístas o más heroicas, sus pensamientos más abstractos,
más teológicos o más insanos, todo eso no es otra cosa que naturaleza. La
naturaleza rodea, penetra y constituye toda su existencia. ¿Cómo podría jamás
escapar de ella?" (98).
“La libertad del hombre consiste
en la obediencia a las leyes naturales en tanto las ha reconocido por sí mismo
como tales y no porque le hayan sido impuestas por una voluntad extrínseca
cualquiera, ya sea divina o humana, colectiva o individual ". (99)
Estos textos dejan muy en claro
que el concepto de autoridad dentro del anarquismo no es como Engels pensaba,
pues sabemos que existen unas leyes naturales, o una “autoridad natural” si así
les gusta más a los marxistas, a la que no podemos ni atacar, ni desobedecer.
Pero todo esto lo desconocen o lo
ocultan los marxistas.
Continuando con el relato de
Engels, éste continúa en sus ataques a los anarquistas diciendo que:
“Piden que el primer acto de la
revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿Han visto alguna vez una
revolución, estos señores? Una revolución es ciertamente la cosa más autoritaria
que existe; es el acto por el cual un partido del pueblo impone su voluntad al
otro por medio de fusiles, de bayonetas y de cañones, medios autoritarios si
los hay; y el partido victorioso, si no quiere combatir en vano, deberán
mantener su poder por el miedo que sus armas inspirarán a los reaccionarios”
A la pregunta del señor Engels
¿Han visto alguna vez una Revolución estos señores? Podemos responder a esto
diciendo que ello le debió preguntar a Marx. Marx jamás empuño un arma, dirigió
una barricada o hizo algún acto decisivo para defender las teorías que él mismo
escribía. Jamás tuvo el valor para lanzarse a las calles a hacer esa revolución
que tanto le llenaba la boca. Lo más cerca que estuvo de un arma fue cuando las
compraba para que otros pelearan por sus ideas.
Ahora, ¿una revolución es lo más autoritario
que existe?
No, no es “el acto por el cual un
partido impone su voluntad al otro por medio de fusiles, de bayonetas y de
cañones”.
Muy por el contrario: si se
emplean las bayonetas, los cañones, etc., pero no es para imponerse sobre otro,
pues ello nos llevaría al juego que estos señores quieren: unos se imponen,
otros se someten. Como en Rusia. Sino para recuperar lo que le ha sido
arrebatado, ello, señores marxistas, se llama AUTODEFENSA. Y nada tiene que ver
con el autoritarismo que ustedes defienden, es simplemente la recuperación de
aquello que los ricos le han arrebatado al pueblo; por medio de las bayonetas,
los fusiles y en fin, de las armas, pero no para dominar a otra clase, que sería
el nuevo proletariado explotado, sino para eliminar las clases sociales.
Para cerrar este capítulo sobre
Engels, repitámosle sus mismas palabras: “Así, pues, una de dos: o los autoritarios no saben lo que dicen y, en
este caso, siembran la confusión; o bien, lo saben y, en ese caso: traicionan
el movimiento del proletariado. Tanto en un caso como en el otro, sirven a la
reacción.”
Su Idea de la Revolución
El sueño de conseguir el comunismo
mediante un Estado obrero de los marxistas es imaginado de esta manera: ante la
evidencia de dos clases antagónicas, que luchan mutuamente entre sí, una para
dominar a la otra, y esta para destruir aquélla, el proletariado inevitablemente se constituye en una
clase de lucha, que buscará la destrucción de sus explotadores.
Para ello, hace falta una
organización que sirva para la lucha, esto es, crear un partido del pueblo.
Este partido procederá a la búsqueda del poder político por todas las formas:
ya sea en las elecciones:
“La salida del parlamentarismo no
está, naturalmente, en abolir las instituciones representativas y la
elegibilidad, sino en transformar las instituciones representativas de lugares
de charlatanería en lugares de trabajo” (100)
Ya sea en transacciones con los
burgueses radicales, a los que sólo ayudará a tomar el poder para después
vencerles de una manera más sencilla a ellos que a los burgueses recalcitrantes
(101).
Es decir, antes de proceder a su
emancipación económica, el proletariado deberá realizar una revolución
política.
Hecho esto, el pueblo, habiendo
ayudado a los burgueses radicales a subir al poder, se lanza a las armas.
Consciente o no de aquello por lo que lucha.
Bajo la dirección de la
vanguardia marxista, consigue el pueblo la victoria sobre el actual Estado.
Hecho esto, y puesto que –dicen
ellos-- el proletariado necesita una dirección que sepa dirigir la revolución,
y hacerla llegar al comunismo, todo se centraliza en grandes haciendas, y al
decir todo, se refieren a la riqueza social, los medios de producción, las
fuerzas armadas, en fin, todo.
“El proletariado se valdrá de su
dominación para ir arrancando gradualmente (102) a la burguesía todo el
capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del
Estado…” (103)
Se crea pues, un Estado obrero
provisional, imprescindible para preparar el camino hacia el comunismo, porque
no se puede llegar al comunismo de golpe; hacerlo sería en palabras de Marx:
“Querer poner la carreta delante de los bueyes”.
Realizado esto, los dirigentes
del Estado obrero (que ya podemos imaginar quienes serán) procederán a
organizar la economía del pueblo, se pagará a cada trabajador el producto de su
trabajo, y sólo se tomarán del erario público lo necesario para mantener al
Estado y sus funciones burocráticas:
1.- Expropiación de la propiedad
territorial y empleo de la renta de la tierra, para los gastos del Estado
2.- Fuerte impuesto progresivo
5.- Centralización del crédito en
manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y
monopolio exclusivo
6.- Centralización en manos del Estado
de todos los medios de transporte
8.- Obligación de trabajar para
todos (104).
La burguesía, que se resistirá a
morir, pondrá todos los medios necesarios de su parte para acabar con la
revolución (105).
Para evitar ello, el proletariado,
elevado al rango de clase dominante (106), creará una organización que también
estará dirigida por una minoría, que se encargara de los aspectos de táctica
militar (blanquísimo puro), y la represión estará encaminada contra todo
elemento opuesto a la revolución dirigida desde arriba por el nuevo Estado.
“El ejército permanente y la
policía son los instrumentos fundamentales de la fuerza del poder Estatal” (107)
Así pues, el proletariado, mediante su dictadura, (mezcla extraña de jacobinismo
y blanquismo) aplasta definitivamente a la burguesía, implanta su clase sobre
la clase burguesa.
Este Estado obrero y esta
dictadura son, no un aparato de opresión hacia el proletariado, sino un aparato
de liberación de éste, y de opresión hacia la burguesía, para exterminarla
definitivamente y hasta que haya sido eliminada del mundo entero (108).
Una vez derrotada la Burguesía, y
reconstruida la economía por el aparato estatal, se procederá entonces hacia la
construcción de un mundo comunista.
Pasado un tiempo (!), tres
generaciones, según Bujarin y aun 20 años o más “…y después de veinte o treinta
años surgirá un nuevo mundo con otros hombres y otras costumbres” (109), en el
que según ellos, el proletariado deberá ser educado bajo las nuevas formas de
vida (110), se disuelven las clases sociales, y entonces, y sólo entonces, el
Estado se extingue (111)
Extinguido éste, las funciones,
que antes eran gubernamentales (112), se transforman en funciones
administrativas.
El proletariado, libre por fin, y
exterminada la burguesía en el mundo entero, se encamina hacia su emancipación
tanto económica como política y social, por el camino hermoso del comunismo.
¿Bello verdad?
La Teoría de la Práctica
Volvamos a la realidad. Esta es
en verdad una revolución de tipo marxista.
Es verdad que existen
principalmente dos clases sociales
(pues no son las únicas) que se combaten mutuamente y que una (la trabajadora)
está destinada a eliminar a la otra (la explotadora), punto que ya hemos
aclarado antes en el capítulo de Divagaciones
del marxismo sobre el papel del proletariado como clase de lucha.
Sí, para ellos importa ante todo
atraer a sí a una buena parte del proletariado (113). No importa mucho si esta
parte conoce o no el ideal marxista (sic).
Esto último he tenido la oportunidad de verlo en persona.
El proletariado, absorbido por el
trabajo arduo, no dispone de tiempo para cultivarse una buena cultura, al menos
una buena parte del proletariado; por esto mismo es blanco fácil para los
marxistas que, con unas bonitas palabras, expresadas más o menos en el sentido
de que están a favor de los obreros (114), los arrastran hacia su causa.
Conseguida esta parte del
proletariado (en donde, haciendo honor a la verdad, también habrá una reducida parte
de quienes si estén –y entonces es aún peor-- totalmente en contacto con las
ideas marxistas, y las comparten) se crea el partido marxista, que no es otro
que una organización vertical, con líderes, dirigentes, en fin, una burocracia
partidista.
Este partido buscará las maneras
de conquistar el poder, ya desde las negociaciones con radicales burgueses,
para utilizarlos por táctica política (115), ya intentando otras formas de
obtener el poder político, el Estado.
Sea por medio de las elecciones,
en las que participará a lado de los burgueses que dice combatir, sea por medio
de intentos de golpes de mano contra el Estado, pero sólo para conquistarlo.
Si estos procedimientos fallasen,
realizan la agitación necesaria para que el pueblo se lance a las armas.
Este acto debe –dicen- ser
dirigido por la vanguardia de la revolución, es decir, el partido marxista (116).
Comienza la lucha entre los
obreros organizados en el partido marxista y la burguesía, pero esta no dejará
sus bienes tan sencillamente, sino que luchará fieramente por defenderlos. En
el territorio que los trabajadores hayan triunfado, no los dirigentes, sino los
trabajadores engañados, se creará un Estado obrero formado, igualmente, por la
vanguardia de la revolución, porque son –según ellos- los más aptos.
Inmediatamente los marxistas se apresuran
a tomar las riendas de la maquinaria estatal. Pasan pues, todos los medios de
producción y la riqueza social a manos del Estado pretendido obrero, claro, este
Estado estará en realidad en manos del partido, y no de los obreros.
Formado este nuevo grupo
gobernante, se procede a hacer funcionar la economía, los trabajadores
recibirán instrucciones (por no decir órdenes) del Estado, que será quien les
asignará su jornada de trabajo, así como su paga.
Esta primera fase del comunismo no representará para el pueblo
mejoramiento alguno; tan sólo el amo habrá cambiado de nombre y de vestidura,
pero seguirá existiendo.
Pronto se ven impotentes de poder
dirigirlo todo. Porque la vida de un pueblo, su economía, su gente, es tan
amplia y por lo mismo tan compleja, que sería necesario que fueran casi dioses
que lo comprendieran y conocieran todo, para poder dirigir bien una sociedad
desde una oficina con pleno
conocimiento de absolutamente todo y sin depender de un ejército armado que
obligase a la gente a obedecer, aún cuando estuviesen equivocados y ello
trajera una mala organización social.
El antagonismo natural que existe
entre gobierno y pueblo se pone de manifiesto cuando los auténticos
trabajadores, aquéllos que manejan las máquinas, que construyen casas, etc., y
no los que se dicen trabajadores manejando la única herramienta del látigo que
ha de golpear al pueblo, los auténticos trabajadores, decía, se ven
imposibilitados de libertad para gestionarse, a no ser que sea obedeciendo las
ordenes del gobierno.
Sentado ya el exproletariado en
el poder, trastocado en gobernante, tenderá a realizar el sueño de todo
gobierno: mantener una paz que le afirme en el poder, y esta paz nunca es
conseguida de las maneras más nobles.
Echada a andar la maquinaria del
Estado obrero, cual bola de nieve rodando absorberá todo cuanto pueda de poder.
Y como lo demuestra la historia, el poder estatal es opresión.
Comienzan, como todo poder
estatista, a rodearse de todo un aparato burocrático y coercitivo, indispensable
para todo el que quiera mandar y ser obedecido, en una palabra gobernar. Ante
las protestas por la manera de actuar del Estado proletario, se dirá que tiene
que ser así, porque dicha dictadura es inevitable, según ellos, para lograr la
emancipación del pueblo; dictadura que estará también contra aquellos que se
opongan a dicha “emancipación”. Porque, atroz contradicción, para emancipar al
pueblo –dicen- es preciso antes amarrarlo a otro Estado “obrero”.
Rápidamente atrae para si a toda
serie de elementos con ansias de dominar, gobernar.
Como todo aparato estatal, crea
su cuerpo coercitivo o revive el anterior, que lo protegerá de quienes
pretendan llevar la revolución por otros medios, medios que han de ser
suprimidos; suprimir a todo (o a todos) lo que se oponga a la “emancipación”,
palabras textuales de los marxistas.
Y lo harán, no importando si
dichos medios son propuestos por el pueblo, eso es lo de menos, lo importante
es salvaguardar el dogma marxista.
Babeante de poder, quieren
gobernarlo todo.
Cualquier acción independiente
del pueblo, de los obreros, les parecerá sospechosa, desconfiable, mala, ajena
a sus doctrinas y por lo mismo, enemiga; se sienten contra ella, y comienza a
seguirla, vigilarla, la toman por reaccionaria, contraria a sus ideas, la tacha
de contrarrevolucionaria, y las peores intrigas y mentiras descaradas serán
propaladas desde las tribunas del Partido Comunista gobernante para acabar con
quien ose contradecirle: las cárceles serán repletas de elementos
revolucionarios; las Tchekas desataran las mas macabras orgías de sangre para
alimentar a la bestia estatal; cualquier intento por mejorar la situación
revolucionaria será aplastada brutalmente si no proviene del PC; todo elemento
contrario será perseguido y suprimido sin piedad.
Crean, pues, toda una casta de
privilegiados: Funcionarios, policías, militares, dirigentes, miembros del
partido dominante, (especie de nueva burguesía) individuos que dependen del
Estado y que por lo mismo, están dispuestos a defenderlo.
Sienten por él, por medio de él,
y por obra de él. Y por lo mismo, no están dispuestos a abandonar a su
protector, el Estado, quien les brinda los privilegios que gozan.
El pueblo se habrá lanzado a la
revolución alentado por el sentimiento de justicia e igualdad. Sentimientos que
no desaparecen cuando se crea todo este aparato estatal, toda esta clase de
nuevos burgueses, sino que comienzan a enfurecerse contra aquéllos que
pretenden aplastar sus voluntades, aun en contra de la revolución misma; y este
pueblo que se levantará contra sus nuevos opresores, será tachado de
contrarrevolucionario. Se crean dos bandos contrarios: el pueblo que quiere
libertad, y el Estado obrero que quiere gobernarlo todo.
Es decir, la lucha de clases
vuelve a manifestarse.
Teniendo ya el Estado todo un
aparato estatal, con sus nuevas fuerzas armadas, no dudará ni un solo instante
mandarlo contra aquéllos que le pretendan despojar de sus poderes, con el
pretexto de que son la contrarrevolución.
La revolución es, pues, herida de
muerte en el corazón desde el mismo momento en que se propone crear un Estado
obrero.
Aplastada la voluntad del pueblo,
queda sólo ese Estado obrero para gobernar a sus anchas. Mostrándose
descaradamente como los nuevos amos. La promesa de “la desaparición paulatina
del Estado”, se torna en una burla lanzada en la cara del pueblo.
A donde más lejos se llegará, es
a la primera fase del comunismo, donde la situación de esclavitud y desigualdad
es la misma que la anterior, sólo que ahora se llama Estado Obrero.
Termina, la dictadura del proletariado por convertirse en la dictadura contra el proletariado, en
dictadura de un partido, y a veces, hasta en la dictadura de un solo hombre.
Si este medio de mantener al
pueblo en la servidumbre fallase, (como ha sucedido) entonces no dudarán en
crear lazos con los antiguos explotadores; a cambio de mantenerse en el poder,
concederá ciertos puestos a los antiguos gobernantes derrotados por el pueblo.
El pueblo habrá muerto en las
barricadas soñando en derrocar a sus tiranos y ser libre; pero estas muertes,
estos cadáveres, esta sangre trabajadora no habrá servido sino para crear la alfombra
roja por donde caminarán los nuevos amos, sobre los cadáveres de los
trabajadores.
¡Y esto es lo que se pretende que
creamos que es el paraíso del comunismo! ¡Bonita emancipación!
Pero esto que escribo no es nada
nuevo, no descubro nada nuevo. Me limito tan sólo a estudiarlo y consignarlo.
Recordemos lo que nos decía aquel
gigante del anarquismo, Proudhon, en su libro La Justicia en la Revolución y en la Iglesia, profetizando sobre
esto así:
“la más desastrosa combinación
que formarse pueda sería la que reuniera el socialismo con el absolutismo, las
tendencias del pueblo hacia la emancipación económica y el bienestar material
con la dictadura y la concentración de todos los poderes políticos y sociales
en el Estado”.
¡Y cuánta razón tenía! No en
balde el principal libro de Marx, no fue El
Comunismo, sino EL CAPITAL.
El Marx desconocido o la limpieza de un personaje obscuro.
Marx, como ya hemos visto, se
dedico gran parte de su vida a atacar a sus contemporáneos, a tratar de
demostrar que sólo él era un revolucionario auténtico. La procedencia familiar,
su vida intima, todo servía a Marx para atacar a la gente que no estaba de
acuerdo con sus ideas.
El libro polémico de Marx contra
Proudhon “Miseria de la Filosofía” contiene en gran parte ataques personales. En
todo el tiempo que duro el enfrentamiento de Marx con Proudhon, este ultimo
rechazó los ataques y se centro más en desarrollar sus teorías, pero Marx
aprovechaba cualquier escusa para llamarle pequeñoburgués y demás
calificativos. Hemos visto ya también como se refería a Bakunin por su
condición rusa.
Entonces, viendo la manera en la
que Marx actuó, creo que es preciso regresarle la pedrada: poner la lupa sobre
la vida íntima de Marx y ver si en verdad practicaba lo que decía o si sólo se
dedicaba a lanzar proclamaciones que después él no hacía; ver además la manera
en que se relacionaba con las personas más cercanas a él, y la concepción en
que tenía a sus contemporáneos y los prejuicios que sobre él pesaban. En los
círculos intelectuales y en las aulas universitarias, cunde y se propaga una
concepción positiva de Marx: un hombre ejemplar, luchador incansable por los
intereses de los trabajadores, internacionalista, revolucionario, etc.; es
necesario entonces cortar con estos mitos contrarios a los verdaderos hechos (117).
Carlos Marx nació un 5 de mayo de
1818 en la ciudad de Trier, territorio del Rhin. Marx no era un apellido de origen
judío: el abuelo de Carlos, Rabby Marc Levy llegó a Trier hacia finales del
siglo XVIII y comenzó el mismo a llamarse Marx-Levy, y después elimino el Levy,
quedando tan sólo en Marx (118). La familia Marx tuvo nueve críos, de los
cuales Carlos fue el primer varón que sobrevivió (119).
En agosto de 1836 Carlos Marx se
comprometió secretamente con quien sería su esposa, la varonesa Jenny Von
Westphalen. Jenny era una joven hermosa a quien no faltaban pretendientes, pero
que terminó por hacer caso al menos agraciado. Fue el padre de Jenny quien
indujo a Carlos Marx a la lectura de Saint-Simón, Goethe, etc. El secreto del
compromiso se mantuvo por nueve años.
Carlos Marx descendía de una
larga progenie de judíos, lo cual no debía ser motivo de vergüenza para nadie.
Pero contrariamente a lo que pudiera pensarse, Carlos Marx renegó toda su vida
de su origen judío.
De hecho, Marx se molestó mucho cuando
uno de sus yernos, Charles Longuet, hizo lo posible por insertar en un
periódico de París que él editaba una nota de alabanza a Marx relatando que el
matrimonio Marx-Westphalen había pasado por distintos tropiezos debido a
“Muchos prejuicios… el más fuerte de los cuales era el prejuicio racial. Como
se sabe el ilustrado socialista es de origen judío”. Esta nota que buscaba
narrar la lucha que habían tenido que mantener para estar juntos fue suficiente
para que Carlos Marx se molestara y pidiera que jamás Longuet volviera a
mencionar siquiera su nombre (120).
El padre de Carlos, Heinrich
Marx, murió el 10 de mayo de 1838. Para 1841 la situación de los Marx no era
tan grave económicamente. La madre de Carlos Marx, Henrietta Marx, adelantó a
Carlos 1111 Talers de su herencia. Pero el joven Marx, que debía contar con 23
años de edad no era nada modesto: era ambicioso y se desentendió hasta de la
obligación de ayudar económicamente a su familia, en especial si tomamos en
cuenta que Carlos Marx era el mayor de la familia, y que contaba con hermanas
en edad casadera.
Marx (121) no sólo no se hizo
responsable de sus obligaciones para con su familia, sino que se indignó de que
se le reprochara tal actitud y escribió a su amigo Arnold Ruge:
“Mi familia… (…) a pesar de su
riqueza [me] ponen obstáculos en el camino, que me causan en este momento duras
circunstancias. (…) Gente no identificada (…) se ha infiltrado en el seno de la
familia y ha organizado una vil conspiración contra mí. (…) Mientras viva mi
madre, no tendré derecho a mi fortuna” (122)
En verdad esta avaricia de Marx
no era nueva, en sus años de estudiante gasto casi 700 talers (123), obteniendo
el reproche de su padre por tal actitud. A la muerte de Hinrich, la totalidad
de los bienes que poseían los Marx equivalía a los 22.000 talers, de los cuales
11.130 correspondían a la dote de la madre.
Después de las deudas y de los
pagos correspondientes, a Marx le tocaron 800 talers de la herencia. Las
hermanas de Marx le reprocharon a éste el que se haya desentendido de sus
deberes como jefe de familia y que se negara a ayudarles económicamente y
dejándoles a un paso de la miseria. El interés que se obtenía por la dote de
Henrieta era lo único que tenían de ingresos, el 8%, lo que significaban 900
talers para una viuda y cinco hijas, en contraste con los 700 que Marx había
despilfarrado anteriormente.
El sentimiento natural del amor
de un hijo hacia su madre en Marx se esfumó, o por lo menos tenía un modo muy
peculiar de amar a su madre cuando en ella sólo veía el obstáculo que le
impedía apoderarse de unas cuantas monedas, tal como le dice a Engels:
“No puedo hacer nada con mi
anciana (madre), que aún subsiste en Trier, a menos que me siente en su cuello”
(124)
El 8 de enero de 1863 Marx
escribe a Engels estas vergonzosas palabras en relación a la muerte de Mary
Burns, quien había sido su amante por espacio de 20 años:
“Siento que haya sido Mary quien
muriera en vez de mi madre”
Casi un año después de haber
escrito esto se daba por fin el acontecimiento esperado por Marx: la muerte de
su madre. Inmediatamente, el 2 de diciembre de 1863 Marx escribe entusiasta a
Engels:
“Hace dos horas recibí un
telegrama con la noticia de que mi madre ha muerto. El destino reclamó a uno de
nuestra familia. Yo mismo estoy con un pie en la tumba, empero, en las
condiciones actuales, soy más necesario que la vieja. (…) Debería ir a Trier al
momento, para asegurar la herencia”
Marx se encolerizó mucho al ver
que requerimientos legales le imposibilitaban apoderarse del dinero que ya
suponía en sus manos. Pero este percance le fue compensado, su madre había
hecho una fortuna invirtiendo dinero de su dote y había amasado una fortuna de
41.300 florines, aproximadamente 7000 libras esterlinas. Marx obtuvo de este
monto, después de pagar deudas con su tío, aproximadamente unas 850 libras, el
equivalente 15 veces el salario anual de un trabajador ingles especializado.
Pero este dinero pronto se escurrió entre los dedos de Marx.
No sólo la codicia era un defecto
de Marx. Comúnmente se nos describe a Marx y Engels como internacionalistas y
enemigos declarados de la esclavitud. Veamos si esto es correcto.
El 7 de agosto de 1866 Marx
escribe a Engels una emocionada carta (125) por un descubrimiento genial a los
ojos de Marx. Se trataba de la lectura del conocido etnólogo francés racista
Pierre Trémaux. Cualquier científico hubiera desechado tal literatura, por
tratarse de basura, pero Marx se entusiasmo mucho y juzgó, incluso, que el
trabajo de Trémaux era más significativo que el trabajo de Darwin. Según
Trémaux, la raza negra no era producto de la evolución humana, sino más bien
una degradación de la misma. Estas fueron sus palabras:
“El negro atrasado no es un simio
evolucionado sino un hombre degenerado” (126)
Estas eran las opiniones de quien
según Marx, estaba por encima del mismo Darwin.
En verdad Marx no sólo
consideraba a la raza negra inferiores, sino que estaba, incluso, a favor de su
esclavitud. Veamos:
“La esclavitud es una categoría
económica como otra cualquiera. Por consiguiente, también tiene sus dos lados.
Dejemos el lado malo de la esclavitud y hablemos
de su lado bueno (!): de suyo se
comprende que sólo se trata de la esclavitud directa, de la esclavitud de los
negros en el Surinam, en el Brasil, en los Estados meridionales de América del
Norte.
Lo mismo que las máquinas, el
crédito, etc., la esclavitud directa es
la base de la industria burguesa. Sin esclavitud no habría algodón; sin
algodón no habría industria moderna. La esclavitud ha dado su valor a las
colonias, las colonias han creado un comercio universal, el comercio universal
es la condición necesaria de la gran industria. Por tanto, la esclavitud es una categoría económica de elevada importancia.
Sin esclavitud, América del
Norte, el país de más rápido progreso, se transformaría en un país patriarcal.
Borrad Norteamérica del mapa del mundo y tendréis la anarquía, la decadencia
completa del comercio y de la civilización moderna. Suprimid la esclavitud y
habréis borrado a Norteamérica del mapa de los pueblos” (127)
Naturalmente Marx se entretiene
hablando de anarquía como sinónimo de caos, pero véase como, pese a las
argucias con que intenta convencernos, defiende claramente la esclavitud;
esclavitud que, como el mismo dice, es la base de la industria burguesa.
Además ¿Qué significa esa frase lanzada al vacio sobre que sin la esclavitud América
del Norte se transformaría en un país patriarcal? ¿Dominaba en América el
matriarcado? Es evidente que estas palabras no buscaban sino asombrar a
timoratos.
En la época de la Neue Rheinische Zeitung (128) Marx
escogió un corresponsal para Viena durante el explosivo año de 1848, se trataba
de Eduard Von Müller, quien era conocido por sus prejuicios raciales contra los
eslavos y judíos. Marx le eligió porque creía que sus opiniones raciales iban
de acuerdo con las de él. Poco más tarde de haber ingresado Müller a Neue Rheinische Zeitung, se puso éste en
contra de Marx, y escribió un texto donde llamaba a Marx “cobarde… hediondo a
ajo… arrogante jesuítico… jefe rabino, etc.” ¿Cómo respondió Marx? Éste se
quedo calladito, no supo ni pudo refutar nada, en verdad Marx era judío, pero
no era este el motivo para que se le recriminara algo, sino el renegar de sus
orígenes y haber emprendido muchos ataques en contra de los judíos.
Es verdad que después de la
muerte de Marx, Engels se alejó un poco de estas prácticas y dejo de insultar a
los judíos, pero su época racista la tuvieron, y Marx hasta su muerte. También
es verdad que la hija de Marx, Eleanor, trabajó con judíos, y ella misma se
decía judía también, aunque de acuerdo a la ley de los judíos no lo era, porque
la posición de la madre es determinante, pero su animosidad de carácter hacia
el pueblo judío es de resaltar. Sin embargo, aquí estamos tratando de Marx y
Engels, y no de la familia del primero, quien al parecer también fue víctima
del mismo Marx (129)
Pero si Marx era no sólo racista
y codicioso, sino también dilapidaba el dinero que caía en sus manos ¿Cómo fue
que pudo sobrevivir? En realidad no se trata en Marx de una persona que hiciera
lo posible por salir adelante por sus propios medios: Engels le mantuvo
generosamente por gran parte de su vida a él y a sus hijos.
Federico Engels nació en 1820,
dos años más tarde que Marx. Era descendiente de una familia de industriales
que habían adquirido fábricas de algodón en Manchester, Barmen y Engelskirchen.
Se encadenó a los negocios de la familia y mantuvo a Marx durante la mayor
parte de su vida de adulto. Este encadenamiento duró dos décadas, hasta que
Engels se decidió a ser “un hombre libre”. A partir de aquí Engels asignó a los
Marx una suma de cincuenta libras esterlinas anuales, con lo que les permitía
vivir al nivel de la cómoda clase media.
Esta generosidad que permitió a
los Marx vivir cómodamente le permitió al padre
del comunismo, al enemigo resuelto
contra la esclavitud, al revolucionario
que defendía la causa de los trabajadores, le permitía a Marx, repito,
tener una sirvienta.
La sirvienta se llamaba Helen
(Lenchen) Demuth, y había sido empleada de los Westphalen desde que era
pequeña. Cuando iba a cumplir los 21 años la madre de Jenny la envió a ponerse
a las órdenes del reciente matrimonio Marx como ama de llaves y doncella.
La varonesa con quien Marx se
había casado era completamente inepta para las labores del hogar, y Lenchen se
las ingeniaba para hacerla de cocinera, lavandera, costurera, enfermera, etc. En
1850 murió Guido, hijo de los Marx, quien sólo contaba con un año de nacido.
Para ese entonces Jenny estaba embarazada de nuevo, y Marx aprovechó para
sostener relaciones sexuales con Lenchen, pese a lo difícil de tener privacidad
en una casa de sólo dos habitaciones.
El 28 de marzo de 1851 Jenny dio
a luz a Franziska, quien sólo sobreviviría un año. Cuando esto pasaba Lenchen tenía
ya seis meses de embarazo, y Marx se reúne con Engels para hablarle cara a cara
sobre el asunto; en resumidas cuentas le propuso a Engels que se hiciera cargo
de la paternidad del niño. Por fin el hijo ilegitimo de Marx nació el 23 de
junio de 1851, y fue nombrado Frederich, para hacer más creíble la mentira
sobre la paternidad de Engels. Marx había añorado siempre tener hijos varones,
pero los únicos dos que habían nacido habían muerto. Una vez nacido Frederich,
era natural que Marx se contentara de ello, pero no sólo no le reconoció como
hijo, sino que siempre le despreció y le dejó que se hundiera en la pobreza. La
pobre Lenchen hizo lo que estuvo en sus manos para sacarle adelante, pero fue
bien poco.
Frederich, el hijo ilegitimo de
Marx creció en la pobreza, y en contraste con su padre (tanto del falso como
del verdadero) fue trabajador manual. Después de la muerte de Carlos Marx se le
permitió a Frederich visitar a Engels con la condición de que siempre entrara
por la entrada de servicio. La esposa divorciada de Karl Kautsky, quien después
vendría a ser el ama de llaves de Engels nos confirma esto:
“… Me parecía muy curioso que
nunca entrara por la puerta principal, siempre llegaba a la cocina por la
entrada de servicio. Las visitas de Freddy continuaron después de que tome el
cargo general de ama de casa de Engels y, me encargue de que tuviera todos los
derechos y atenciones de un invitado” (130)
Cuando Engels estaba en los
umbrales de la muerte le confesó a su amigo Samuel Moore que Freddy era hijo de
Marx y no suyo. Éste lo comunicó a Eleanor, quien no creyó nada. Poco después,
cuando Moore estaba también al borde de la muerte, confeso lo mismo a Eleanor,
quien esta vez “sufrió una crisis nerviosa cuando salió de la habitación. Todo
el odio que me había demostrado siempre, quedó en el olvido y lloró en mis
hombros” (131)
Cuando Lenchen murió, después de haber trabajado durante medio
siglo para los dos luchadores por la liberación obrera, la pobre Lenchen
había logrado acumular solo 95 libras, que le fueron dejadas a Freddy.
Hemos visto hasta aquí la manera
en que Marx se conducía en su vida intima y los prejuicios que sobre el pesaban
por medio de sus mismas cartas. Ahora bien, ¿Cómo se expresaba de sus
contemporáneos?
Respecto a Lasalle, Marx escribió
a Engels que “afortunadamente el negro judío, Lasalle” [saldría de Londres el
fin de semana con destino a Alemania] “Ahora me resulta absolutamente claro que
como la textura de su pelo y la forma de su cabeza lo demuestran, Lasalle
desciende de los negros que se unieron a Moisés en Egipto (a menos que su madre
o abuela por el lado paterno se hayan mesclado con un negro). Ahora, esta combinación
de alemán y judío con una substancia primaria negra, necesariamente da por
resultado un extraño producto. El empuje de este individuo también es propio de
un negro” (132).
En su correspondencia con Engels,
Marx hablaba de Lasalle de la misma manera descortés y racista; le llamaba “el
pequeño judío” (133) “bestia desvergonzada” (134)… un mono pomposo… un judío
mala sangre (135)”
Engels por su parte manifestaba
que “siempre me ha sido repugnante” (136) era, para Engels “un vulgar bribón…
un traidor” (137).
El odio que Marx manifestó
siempre por Lasalle no se debía al cien por ciento por cuestiones políticas:
Lasalle había triunfado en todo lo que Marx había fracasado: Lasalle, como
Marx, era judío, pero no se avergonzaba de ello, Marx sí; Lasalle logró crear
en Alemania un enorme movimiento obrero que el mismo encabezaba, Marx no tenía
apenas influencia efectiva; Lasalle tenia prosperidad económica, Marx dilapidó
todo el dinero que había pasado por sus manos y vivía de la caridad de Engels;
incluso en la muerte Lasalle superó a
Marx: a la muerte de Lasalle (1864) se reunió una gran multitud (4000 personas)
para dar la despedida a éste, a la muerte de Marx (14 de marzo de 1883) no
asistieron a su entierro más de 20 personas.
Sobre Simón Bolívar (138), Marx
se expresaba así: “Considero a Bolívar un cerdo cobarde, vil y miserable…”
Cuando Engels se enteró de que
Lafargue emprendía su carrera como socialista en el Condado Municipal del
Quinto Arrodissement, distrito donde se encontraba el Zoológico de París, éste
expreso: “Pues ya que su origen negro lo sitúa un grado más cerca del reino
animal que a la especie humana, indudablemente que Lafargue es el candidato
ideal para ese distrito” (139)
Sobre la relación de Laura con
Lafargue, de cuya actividad en España hablaremos más adelante, Marx no guardaba
buenas expectativas. De hecho, pese a los esfuerzos de Lafargue por ganarse a Marx,
éste siempre le miró como un bicho raro. Aceptó el compromiso de su hija con
Lafargue más que nada porque éste era hijo único del dueño de una plantación en
las Indias Orientales, y vio en ello la oportunidad no sólo de mejorar la
situación económica de su hija, sino de él mismo. Una vez advertido el
beneficio que se abría a sus ojos Marx cambió su modo de ver a Lafargue, quien
para Marx tenía un talento excepcional
para la medicina, aun cuando Lafargue creyera tontamente que las
principales curas eran la electricidad y el alcohol.
Pero pese a aceptar el compromiso
de su hija con Lafargue, Marx siempre tuvo cierto desprecio por él, y en sus
cartas solía llamarle “el pequeño negro” o “el gorila”. Jenny Marx no se
quedaba atrás, y describía a Lafargue como “un verdadero negro [para quien] el
cielo siempre está lleno de violines” (140). Los insultos de Marx y Engels
hacia Lafargue fueron siempre a espaldas de este y de Laura Marx. En justicia,
hemos de consignar que pese a sus opiniones, Engels siempre ayudó a los
Lafargue, cuando estos perdieron su dinero les apoyo con constantes “préstamos”;
Engels no sólo mantuvo durante toda su vida a Marx, sino también a sus hijos.
Engels se expreso así de los
griegos “esos piojosos balcánicos (…) esos miserables y ruinosos fragmentos de
naciones antiguas, los siervos, los búlgaros, y otras bandas de ladrones, en
bien de los cuales Palestina desborda entusiasmo, se niegan a concederse el
aire mutuamente y se sienten en la obligación de cortarse las gargantas los
unos a los otros” (141)
Una vez que hemos visto otra cara
de Marx y Engels, es necesario entonces preguntarse ¿fueron Marx y Engels
internacionalistas después de lo que acabamos de ver? ¿Eran realmente
proletarios? ¿Su gente lo era? ¿Hacían lo que decían en sus escritos? Y
finalmente ¿Fueron Marx y Engels unos revolucionarios sinceros? Dejemos que
Engels nos responda:
“¿Qué queremos con un Partido, una
pandilla de bobos que ponen toda su confianza en nosotros porque imaginan que
somos gente de la misma clase que ellos?” (142)
Segunda Parte:
La Práctica. (1)
Orígenes del Marxismo
Hemos visto ya algunos aspectos
personales de la vida de Marx en un capítulo anterior. Este capítulo no está
destinado a revisar ya la vida de Marx, sino el origen de donde salieron las
ideas que se adjudican a éste, demostrando a su vez que Marx no aportó nada
nuevo al socialismo, y que toda aquella “ideología” que se le adjudica a Marx,
no es otra cosa que una mezcla de trozos de ideologías anteriores al marxismo,
en las que ya encontramos los ideas madres de la psuedociencia que después
vendría a completar Marx. Además de que la parte que se pretende sea un manifiesto
de Marx, es simplemente un plagio. Dicho esto, sigamos con nuestro relato.
¿De dónde provienen las ideas de
Marx? durante mucho tiempo los historiadores marxistas y burgueses han tratado
de dejar sentado en la historia que el ideal del comunismo fue “creado” por
obra de Marx y Engels. Nada más falso.
El comunismo fue un proceso en desarrollo
que se dió, como todas las teorías, del aprendizaje milenario del pueblo.
Antes de que Marx y Engels
escribieran el famoso Manifiesto del
Partido Comunista (1848) existían ya organizaciones que adoptan este nombre
(2).
Sin embargo, las ideas económicas
tal como las planteaba Marx, han sido entresacadas de Ricardo, Saint-Simón,
Proudhon (¡qué paradoja!), Fourier, etc.; sus ideas de organización política:
dictadura del proletariado, Estado proletario, etc., están copiadas sobre las
teorías de Babeuf, Daythey y también sobre el Jacobinismo.
De Proudhon sacaría el punto de
la plusvalía, que podemos encontrar en la obra Sistema de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria
así como también muchas ideas que Marx expone en El Capital, habían sido ya introducidas por Proudhon en la obra
antes mencionada.
Maurice Moissonier, en la
Conferencia pronunciada en Paris, en 1971, dice acerca de Marx:
“La ruptura cualitativa decisiva
es producto de los dos grandes descubrimientos de Marx: ‘la concepción
materialista de la historia y la revelación del misterio de la producción
capitalista mediante la teoría de la plusvalía… Gracias a esos descubrimientos,
el socialismo se convierte en una ciencia, que habría que elaborar ahora en
todos sus detalles’”
Moissonier quizá no conocía los
comentarios de Marx en La Sagrada Familia
acerca de Proudhon, donde le reconocía méritos de los que después renegaría.
Incluso Marx le reconocía haber hecho del socialismo una ciencia. Si los
conocía, entonces los omitió consciente de que mencionarlos habría de echar
abajo su tesis del Marx inventor de
estos descubrimientos.
Pero aquí lo que nos interesa es
averiguar el origen de las ideas de llegar al comunismo por medio de una
dictadura del proletariado. Éstas ya venían desde la Revolución Francesa.
Basta recordar que Babeuf y
Darthey pretendían la implantación de una dictadura como medio para lograr la
creación de un Estado agrícola comunista. Estas ideas les valió la guillotina.
Pero sus ideas ya habían sido tomadas también por ese partido pre-burgués que
calificó como crimen la huelga y prohibió bajo amenaza de muerte las
organizaciones obreras, denominado “los jacobinos”.
Falseando ya desde entonces la
historia, aquellos que se empeñaban por afirmar que la abolición del feudalismo
y de la monarquía, era obra de los Jacobinos y de los revolucionarios de la
Convención.
En realidad, fueron los campesinos y los proletarios de las ciudades,
contrariando a la Asamblea Nacional y a la Convención, los que abolieron el
feudalismo y la monarquía. La constancia de la abolición del sistema feudal,
por parte de la Convención no respondía a sus ganas de terminar con el
feudalismo y la monarquía, sino antes bien, a que ya los campesinos y
proletarios habían logrado tales objetivos, viéndose la Convención obligada a
constatar las conquistas de los campesinos y de los proletarios, contra los
cuales había luchado.
Todavía en el año de 1792, la
Asamblea Nacional, mantenía de pie el sistema feudal, y no fue sino hasta el
año siguiente, que la Asamblea Nacional, convino en dar la razón a la “plebe
del campo”.
Por lo tanto. Ni los jacobinos,
ni los revolucionarios de la Convención, fueron en absoluto los conquistadores de
esas mejoras que por justicia le pertenecen a los campesinos y proletarios de
Francia.
De estos personajes de la
historia francesa, tomaron Marx y Engels, las ideas de “Dictadura del
Proletariado” y “Estado Proletario”.
Para ilustrarnos más a este respecto,
dejemos momentáneamente la palabra a Max Nettlau:
“En Francia los obreros fueron
absorbidos por el republicanismo, y sólo en una pequeña parte, por el babuismo
que Buonarroti dio a conocer con su gran libro en 1828 y que resultó
ampliamente propagado en Francia a partir de 1830. De él surgieron tres grandes
corrientes especiales: en blanquismo, continuador directo de los golpes de mano
y la dictadura comunista de Babeuf; el sistema de Louis Blanc, comunismo
organizado e impuesto por un Estado, a la cabeza del cual y por cualquier medio
(por ejemplo, las elecciones después de una revolución) habrían sido colocados
los obreros: es, pues, un blanquismo legalitario, la dictadura estatal; y el
sistema de Cabet, quien para comenzar, propuso la fundación de una icaria
comunista en América, pero que también, de haber podido, hubiera querido
imponer autoritariamente su sistema en toda Francia.” (3).
Aquí Max Nettlau olvida colocar
al marxismo que también retomó los principios de Babeuf, Luis Blanc, etc. Pero lo
importante es ver que las teorías de Marx existían ya antes de que éste se
hiciera más o menos conocido.
De los blanquistas, Marx y Engels
extraerían las ideas de la “Vanguardia Proletaria”, “Minoría Consciente” o
“elite” según palabras de los blanquistas.
“En 1850, Marx y Engels, con
los blanquistas franceses, (en opinión de Bernstein, Marx nunca logró
librarse totalmente de las ideas blanquistas) fundan la Sociedad Universal de
los Comunistas Revolucionarios, sociedad secreta cuyo programa era someter a
las clases privilegiadas a la dictadura de los trabajadores y proseguir la
revolución permanente hasta la realización del comunismo” (4).
Dejemos sentado entonces que las
ideas de Marx no eran propias, sino que las tomó de unos personajes oscuros de
la historia, quienes le sirvieron para armar todo el tinglado de postulados que
después vendrían a conformar el marxismo.
Pero, ¿y el Manifiesto del Partido Comunista? ¡Éste sí es obra de Marx y
Engels! contestaran sus defensores.
No, ¡tampoco el Manifiesto del Partido Comunista
es obra de ellos!
En el año de 1843, es decir,
cinco años antes del Manifiesto de
Marx y Engels, Víctor Considerant escribió su Manifiesto de la Democracia Socialista, del cual muchos socialistas
tomaban ideas.
Por entonces no era esto un
plagio. El plagio se dio cuando, cinco años después de la publicación de la
obra de Considerant, Marx y Engels toman casi todas las ideas de Considerant y
lo publican bajo el nombre de Manifiesto del
Partido Comunista de Marx y Engels.
¿Qué muestre pruebas de esto?
En el año 1902, en “Avanti”
órgano central de la Socialdemocracia italiana (ni más ni menos que un órgano
de los mismos socialdemócratas) en su número 1901 del año 1902, al que tituló
“II Manifiesto Della Democrazia” le reconoce a Tcherquesoff sus afirmaciones
del Plagio de Marx y Engels al Manifiesto de la Democracia Socialista de Víctor
Considerant.
Los marxistas italianos lo
reconocieron en un órgano propio, y esto lleva en sí un gran peso.
Kropotkin, en la carta que dirige
a James Guillaume, también nos dejó unas palabras sobre este plagio, leámosle:
“[Tcherkesoff] ha atacado el
marxismo frontalmente. Ha mostrado que la concentración del capital, que reduce
la cantidad de capitalistas, se encuentra en el Manifiesto del mundo democrático (5), de Víctor Consídérant, del
que Marx y Engels tomaron su Manifiesto
del Partido Comunista. Es evidente que éstos copiaron a Considèrant.
En su época, por supuesto, no se
trataba de un plagio. Marx escribió el Manifiesto para los alemanes copiando,
como hacemos todos, el de Considérant. El plagio vino más tarde, con Engels,
cuando infló la significación del Manifiesto al ver que los ignorantes lo
transformaban en biblia del socialismo.
He comenzado la obra Socialismo
científico y Socialismo utópico, que muestra que el llamado socialismo
«científico» no incluye ninguna afirmación que no haya sido tomada del
socialismo utópico. Además, la forma de la exposición me parece simular a la de
El Capital, ese gran panfleto
revolucionario. Para los alemanes es indispensable. Pero desde el punto de
vista científico es nula. Ha adquirido tanta gloria solamente gracias a nuestra
ignorancia del socialismo francés e inglés hasta 1848” (6).
“Es bien sabido por la obra de
nuestro amigo Tchorkesoff que Marx y Engels tomaron la parte teórica de los
principios económicos expuestos en su «Manifiesto comunista» del libro de
Considerant Principios de socialismo.
Manifiesto de la democracia en el siglo XIX. Esto es verdad aun con
relación a la forma de exponerlos y quienquiera que confronte ambos documentos,
lo tendrá, desde luego, por evidente. (7)
Kropotkin aquí nos expone el
mismo criterio acerca del Manifiesto: Marx y Engels simplemente tomaron la obra
de Considerant y la hicieron suya. Hablemos de Proudhon.
Todo lo que le han atribuido los
marxistas a su maestro, Marx lo reconoce como mérito del anarquista Proudhon.
Basta leer, para este efecto, el texto que reproduciremos más abajo sacado de
la Sagrada Familia, en el título de “La Lengua Suelta de la Serpiente”.
El único “mérito” del marxismo,
es el haber conjugado el Manifiesto de Considerant, el blanquismo, el babuismo
y el jacobinismo, en una pretendida ideología que denominarían marxismo. Ni
siquiera las famosas palabras “¡Trabajadores del mundo, uníos! ¡No tenéis nada
que perder, excepto las cadenas y un mundo que ganar!” insertadas en el Manifiesto del Partido Comunista de Marx
y Engels pertenecen a ellos: fueron tomadas de Karl Shapper.
¿Qué queda pues, del patrimonio
intelectual que injustamente se le adjudica a Marx y Engels? ¡Nada!
Las mentiras no sólo iban a estar presentes en los actos de los marxistas, sino
también en sus teorías. De personajes oscuros y dictadores Marx y Engels
formularon una teoría que no podía terminar de otra manera más que en pleno
holocausto para los pueblos que sufrieron tales métodos.
La Lengua suelta de la serpiente
Llenaríamos por lo menos un
volumen si expusiéramos como el marxismo, desde el propio Marx, se ha dedicado
a distorsionar y tratar de empequeñecer al anarquismo y, cuando es peor,
inventar cuanta cosa se les ha ocurrido para desprestigiar una lucha que ha
sido literalmente histórica.
Pero bien podríamos exponer a
grandes rasgos sus métodos de acción, cuando de descalificar a sus rivales se
trata.
Comencemos por el anarquista francés
Proudhon.
Hijo de una sirvienta y de un
tonelero, tipógrafo de profesión, escribe en 1840, lo que seria, a mi
apreciación, uno de sus más gloriosos trabajos: ¿Qué es la propiedad?
A los seis años de la publicación
de éste, publicará otro de sus trabajos, con el nombre de Sistema de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria.
También publicará, El Principio
Federativo, La Capacidad Política de
la Clase Obrera (obras póstuma), Advertencia
a los Propietarios, Confesiones de un Revolucionario, La Pornocracia (que
tan mal comprendida ha sido), Manual del Especulador
de la Bolsa, Idea General de la Revolución en el Siglo XIX, Confesiones de un Revolucionario,
La Creación del Orden en la Humanidad, De la Justicia en la Revolución y en la
Iglesia (que le valdría algún tiempo en prisión), etc., etc. por mencionar
sólo algunos.
Marx, obtuvo una enorme
influencia de Proudhon, de hecho es precisamente la obra de Proudhon ¿Qué es la Propiedad? la que lo lanza en
brazos del socialismo. Es innegable esta influencia, lo cual es apreciable en
sus obras escritas anteriormente al famoso Manifiesto
del Partido Comunista.
Por ejemplo en la Sagrada Familia escribe:
“Todo desarrollo de la economía
nacional considera la propiedad privada como hipótesis inevitable; esta
hipótesis constituye para ella un factor incontestable que ni siquiera trata de
investigar y al cual solo se refiere accidentalmente, según la ingenua
expresión de Say. Proudhon se ha propuesto analizar de un modo crítico la base
de la economía nacional, la propiedad privada, y ha sido la primera
investigación enérgica, considerable y científica al propio tiempo. En eso
consiste el notable progreso científico que ha realizado, progreso que
revolucionó la economía nacional, creando la posibilidad de hacer de ella una
verdadera ciencia. ¿Qué es la propiedad? de Proudhon tiene para la economía la
misma importancia que la obra de Say ¿Qué es el tercer Estado? ha tenido para
la política moderna”.
El mismo Marx reconocería en 1865
que admiraba a Proudhon:
“Durante mi estada en París en
1844, entre en contacto personal con Proudhon. Lo menciono porque en cierta
medida también yo soy culpable de su ‘sofisticación’” (8)
En 1867, refiriéndose a La
Sagrada Familia, Marx le dice a Engels:
“[Kugelman]… Posee una colección
de nuestras obras mucho mejor que las nuestras en conjunto. Aquí volví a
encontrar también La Sagrada Familia;
me la ha regalado y te enviará un ejemplar. Me sorprendió agradablemente ver
que no necesitamos avergonzarnos de esta obra, si bien el culto de Feuerbach le
produce a uno un efecto muy cómico ahora” (9)
Es curioso ver que de los
comentarios de Proudhon no dice nada. La Sagrada
Familia fue escrito en 1845, apenas a los cinco años de ¿Qué es la Propiedad? De Proudhon.
Sólo unos años después de la
publicación de La Sagrada Familia, en
1848, con la publicación del Manifiesto del
Partido Comunista, se retracta de todo lo dicho acerca de Proudhon. Lo
describe como un “pequeño burgués”.
Es realmente increíble, que Marx,
de quienes ya visto la manera en que vivía y la avaricia que poseía se
atreviera a acusar a Proudhon de “pequeño burgués”. Máxime si, como ya dijimos,
Proudhon descendía de un tonelero y una sirvienta.
Pero Marx no sólo con Proudhon
mostró su falta de ética y coherencia revolucionaria.
Con Bakunin, descendiente de la
aristocracia rusa (10), tercer hijo de diez hermanos, pasa por un largo camino
de evolución hacia el socialismo anárquico. Edita una buena cantidad de
escritos anarquistas que después sus compañeros se encargaran de editar en
forma de libros y folletos, con los títulos de Dios y el Estado, Consideraciones Filosóficas Sobre el Fantasma Divino,
Sobre el Mundo Real y Sobre el Hombre, La Libertad, El Imperio Knuto-germánico,
Federalismo, Socialismo y Antiteologismo, Estatismo y Anarquía, etc., Marx
también mantendrá un fuerte enfrentamiento con él, que terminará por escindir
la Internacional (11).
Con una saña que rayaba en el
odio, Marx se dedicó a ensuciar la imagen de Bakunin. Lo llamaba “desclasado” y
también “pequeño burgués”, que para estas fechas era ya un clásico en el
florido lenguaje de Marx.
Antes de la fundación del la
A.I.T. Marx y Bakunin llevaban una sino buena, si llevadera relación. Cuando
Bakunin se halla en Berlín y se establece allí hasta finales de septiembre,
tiene un encuentro con Stirner y sostiene una entrevista con Marx que él mismo
relata así:
“Unos amigos comunes nos
obligaron a abrazarnos. Y entonces, en el transcurso de una conversación medio
en broma medio en serio, Marx me dijo: ‘¿Sabes que ahora estoy al frente de una
sociedad comunista secreta (12) tan disciplinada (13) que si le dijese a uno de
sus miembros: Ve y mata a Bakunin, te mataría?’; Yo le contesté que si su
sociedad secreta no tenía otra cosa que hacer que matar a la gente que le
molestaba debía tratarse de una sociedad de lacayos o de fanfarrones ridículos.”
Como podemos ver, en el fondo
siempre existió un cierto coraje de Marx hacia Bakunin, que poco después, con
la fundación de la AIT se acentuaría al sostener la encarnizada lucha que
describiremos en el próximo capítulo.
G.D.H. Cole, en su ilustrativo libro Historia del pensamiento socialista.
Marxismo y Anarquismo II (1850-1890). Nos dice acerca del actuar de Marx
dentro de la Internacional en el momento cumbre de la lucha entre centralistas
(marxistas) y federalistas (anarquistas):
“Marx, por su parte, muy irritado
por lo que consideraba una locura de los anarquistas sin base en la realidad,
había adquirido, cuando esta lucha llegó al máximo, una forma de agravada manía
persecutoria, que le hacía ver todo el movimiento antiautoritario como una
siniestra conspiración dirigida contra él, actitud que Engels, en su admiración
por Marx, desgraciadamente fomentaba mucho”
No vamos aquí a mezclar dos
puntos de este escrito, dejaremos para más adelante la lucha en la AIT entre
anarquistas y marxistas. Pero demos otra pequeña muestra del actuar del señor
Marx:
Cuando se celebraba el último día
del Congreso eslavo, llevado a cabo en Praga, se sucede una rebelión encabezada
por estudiantes y obreros checos, Bakunin participa directamente en la
insurrección, pero ésta es brutalmente aplastada por el ejército austriaco
después de una semana de sublevación.
Bakunin logra huir a Breslau, en
donde se encuentra con una andanada de difamaciones inventadas por Marx contra
él, debido a la diferencia que existía entre ambos en relación a la cuestión
eslava.
Bakunin tenía la firme convicción
de que la raza eslava sólo sería libre del yugo alemán mediante la revolución,
esto es: mediante la destrucción de los imperios de Rusia, Austria, Prusia y
Turquía.
Marx, por el contrario, no
admitía el derecho de los eslavos a liberarse del yugo alemán, insistía en que
los alemanes estaban destinados a liberarlos por las buenas o las malas.
Ante la firmeza de convicción de
Bakunin, referente a la cuestión eslava, Marx se encoleriza, y publica en el
número correspondiente al 6 de julio de 1848 de la Nueva Gaceta Renana la nota de un corresponsal de París que daría
paso a una gran polémica entre ellos, la nota decía así:
“A pesar de nuestras íntimas
disensiones, seguimos desde aquí con el mayor interés las luchas de la raza
eslava en Bohemia, Hungría y Polonia. Por lo que respecta a la propaganda
eslava, ayer mismo nos aseguraron que George Sand tiene en su poder papeles y
documentos que comprometen gravemente a Bakunin, el ruso proscrito de Francia,
y según los cuales se trata de un provocador, o de un agente al servicio de
Rusia, en gran parte responsable de la reciente detención de unos infortunados polacos.
George Sand ha enseñado esos papeles a algunos amigos. Por nuestra parte, no
tenemos nada que oponer al establecimiento de un imperio eslavo. Pero no
creemos que este resultado se logre traicionando a los patriotas polacos.” (14).
Bakunin protesta enviando una
carta el 9 de julio que es publicada en el Allegemeine
Oder Zeitung de Breslau y reimpresa en el número del 16 de julio en la Neue Rheinische Zeitung, he aquí la
carta:
“Señor Redactor,
He tenido noticia de que desde
hace tiempo y a raíz de mi estancia en Breslau se difunden rumores calumniosos
que me afectan directamente. Me resulta muy penoso observar cómo se tergiversan
mis intenciones; sin embargo, me ha parecido que debía mantenerme en silencio,
en primer lugar porque me parecía indigno contestar esas insinuaciones vagas,
anónimas, que no se atreven a mostrarse a la luz del día; en segundo lugar,
porque, en las presentes circunstancias, mi situación y el interés de la causa
a la que sirvo me aconsejaban no atraer sobre mí la atención pública;
finalmente, y esta es la razón principal, porque estoy convencido de que hoy
por hoy las convicciones deben demostrarse con acciones y no con palabras, y
pronto llegará el momento de demostrar realmente al servicio de quién está cada
uno y cuál es el espíritu que le anima.
Sin embargo, hoy me veo obligado
a romper el silencio. Una acusación pública, formal, lanzada contra mí en la Neue Rheinische Zeitung exige por mi
parte una respuesta igualmente formal. Me la debo a mí mismo y a mis amigos
alemanes, y confío, señor redactor, que concederá usted un espacio en su
periódico a un extranjero que no tiene más armas a su disposición que la
publicidad de la prensa. Tengo que luchar contra un enemigo poderoso e
irreconciliable, que desde que fue atacado por mí públicamente en un discurso
que hice en París, me persigue sistemática e infatigablemente, y que, para conseguir sus fines, incluso es
capaz de emplear y explotar a mis aliados naturales: la democracia y sus medios
de expresión. Frente a los gobiernos me presenta como un demagogo capaz de
todos los crímenes, y al mismo tiempo trata de desacreditarme ante la opinión
pública difundiendo la calumnia de que soy un agente. Seguramente intenta cansarme o perderme, pero sus esfuerzos
serán vanos.
La primera medida que me ha
parecido oportuno tomar, con respecto a la acusación de la Neue Rheinische Zeitung, ha sido escribir a Mme. George Sand, y le
agradecería que reprodujese usted también mi carta. Me reservo el derecho de
comunicarle la continuación de este engorroso asunto cuando lo crea oportuno.
M. Bakunin.
Y la carta a George Sand, dice así:
Breslau, 9 de julio de 1848
Madame,
Su nombre está siendo utilizado
para difundir determinados rumores calumniosos contra mi persona. Acabo de leer
ahora mismo una corresponsalía de París para la Neue Rheinische Zeitung, que reproduzco a continuación.
(Viene aquí la nota anteriormente
reproducida).
No creo que sea necesario
advertirle de la gravedad de dicha acusación. O el corresponsal miente
descaradamente, o su afirmación tiene algún fundamento. En el primer caso, le
ruego encarecidamente, en nombre de la simpatía que siempre me ha profesado
usted, que remita al corresponsal un desmentido. Tenga en cuenta, Madame, que
se trata de mi honor, atacado al amparo de su nombre, precisamente en este
momento en que necesito más que nunca la confianza pública en bien de la causa
que defiendo.
Si verdaderamente, y en contra de
lo que pienso, estas acusaciones provienen de usted, entonces, Madame, ya no me
dirijo a su simpatía, sino a su sentido de la justicia y el honor. La respeto
demasiado y tengo una estima muy alta de su nobleza y de su amor a la verdad
para pensar que ha sido usted capaz de difundir una acusación contra mí a la
ligera, sin estar totalmente convencida de su veracidad. Pruebas no puede usted
tener, pues es imposible probar lo que no existe. Pero debo suponer que tendrá
usted pruebas 'aparentes' lo suficientemente poderosas para hacerle concebir
una opinión tan errónea con respecto a mí. Le pido que entregue inmediatamente
a la publicidad todos aquellos documentos que podrían comprometerme, para que
yo pueda refutarlos y conocer, al mismo tiempo, a los autores de tan
desvergonzada calumnia. Tengo derecho a exigírselo, pues al haberme atacado,
usted ha asumido, con respecto a mi persona y al público en general, un deber
sagrado: el de aportar la prueba de su acusación.
Reciba, Madame, mis... etc.
M. Bakunin.
George Sand, escribe una carta
fechada el 20 de julio, que fue publicada el 30 del mismo mes en el Reform de Leipzig, en la que una nota de
Ruge presidía la respuesta de George Sand a Bakunin, la nota se encuentra en
los siguientes términos:
“La redacción de la Neue Rheinische Zeitung ha tenido la
incomprensible indelicadeza de abrir sus páginas a la acusación de uno de los
más honorables demócratas. Nuestro excelente amigo Mijaíl Bakunin, a quien
conocemos personalmente desde hace muchos años --lo mismo que los miembros de
la Neue Rheinische Zeitung-- y a
quien consideramos un hombre franco y leal, incapaz de segundas intenciones y
de egoísmos, siempre dispuesto al sacrificio en el combate por la libertad y la
fraternidad, sería, según dicha acusación, un traidor ruso, un espía o un
agente provocador por su paneslavismo. Como si su principal mérito no fuese precisamente
haber sabido conciliar la utilización del principio de la nacionalidad con las
nuevas ideas de nuestro tiempo. De igual modo, y sin mayor razón, podríamos
acusar al señor Marx y a sus consortes de ser unos conjurados secretos en favor
de la aristocracia, ya que se enfrentan a la 'burguesía' y al
'constitucionalismo', y de ser unos `proteccionistas' ya que están contra el
'librecambismo’. Pero la absurda acusación no se detenía aquí: también afirmaba
que George Sand poseía pruebas contra Bakunin, al principio le aconsejé a
nuestro amigo que no hiciese caso de una acusación tan estúpida. Pero luego
pensé que un demócrata ruso, en este país en donde dominan la traición y la
sospecha y en donde el despotismo ha aplastado durante mucho tiempo la fe en la
democracia, no se encuentra en una situación tan favorable como el camarada de
un partido de un país en el que ya existen los partidos constituidos. Bakunin
escribió a Madame Sand, cuya respuesta reproducimos a continuación en su forma
original.
Y he aquí la respuesta de George
Sand a Bakunin:
No he recibido la carta que me
mandó usted a París y le agradezco que me haya hecho llegar una copia de la
misma, pues ignoraba por completo la infame y ridícula calumnia en la que me
han querido implicar. Siento tentaciones de regañarle por haber dudado de mí,
aunque sólo fuese un momento, en tales circunstancias, pero son tantas las
calumnias y persecuciones que sufrimos quienes hemos abrazado la causa
democrática de la humanidad, que debemos tendernos la mano en vez de permitir
que nuestros adversarios nos dividan y nos desmoralicen. No, nunca tuve en mis
manos ninguna acusación contra usted, y puede estar seguro de que no la habría
admitido. La habría tirado al fuego sin acabar de leerla o se la habría remitido
a usted, caso de creerla merecedora de una contestación. El artículo de la
Nueva Gaceta Renana, al que desde aquí desmiento formalmente, es una invención
gratuita, odiosa, por la que me siento personalmente ultrajada. Prefiero pensar
que el corresponsal responsable de esta nota estaba loco cuando imaginó esta
tontería. Sólo lamento no haber estado en condiciones de disculparme desde el
primer momento por el vil papel que me han atribuido, y que rechazo con
indignación y pena, se lo aseguro. Poco después de su expulsión de París por
Luís Felipe le mandé a usted una carta en la que le expresaba la consideración
y aprecio que me merece, y que siempre me han merecido su carácter y sus actos,
puede estar completamente seguro de ello. Suya afectísima,
George Sand
Nohan, cerca de la Chtre
(I'Indre)
20 de julio de 1848-“
La Neue Rheinische Zeitung recibió también una carta de George Sand,
la célebre escritora francesa en los siguientes términos dirigida al redactor,
que era el señor Carlos Marx, publicada el 3 de agosto, precedida de una nota
de la redacción, la cual reproducimos cual apareció en la Neue Rheinische Zeitung:
“En nuestro número 36 (6 de
julio) reproducimos un rumor que circulaba en París según el cual George Sand
poseía papeles que establecían el hecho de que el refugiado ruso Bakunin era un
agente del emperador Nicolás. Comunicamos este rumor a nuestros lectores tal
cual nos llegó desde dos corresponsales diferentes que no se conocen entre sí.
Cumplimos con ello nuestro deber de publicistas, que consiste en vigilar
estrechamente a los hombres públicos, y dimos también ocasión a M. Bakunin de
disipar una sospecha sobre él que realmente circulaba por determinados
ambientes parisienses. Hemos reproducido la declaración de M. Bakunin y su
carta a George Sand publicadas en la Allgemeine
Oder-Zeitung, incluso antes de que M. Bakunin nos lo pidiera. Ofrecemos
ahora la traducción de una carta de George Sand a la Neue Rheinische Zeitung y con ello damos por concluido este asunto:
Señor redactor,
Con fecha 3 de julio su periódico
publicó el siguiente artículo:
(Sigue la corresponsalía
reproducida más arriba.)
Los hechos relatados por su
corresponsal son completamente falsos y no hay en ellos ni un asomo de
veracidad. Nunca he tenido en mi poder la menor prueba de las acusaciones que
pretenden ustedes propalar contra Bakunin, proscrito de Francia por la
decadente monarquía. Por consiguiente, jamás he llegado a dudar de la lealtad
de su carácter ni de la sinceridad de sus convicciones.
Apelo a su honor y a su conciencia
para que publique inmediatamente esta carta en su periódico.
Agradeciéndole, etc.
George Sand
La Chätre (Indre), 20 de julio de
1848.”
Para Bakunin, todo el tiempo que
duró el rumor estuvo convencido de que se trataba de una venganza de Marx, redactor
jefe del periódico como castigo por tener la osadía de perseguir la realización
de una idea distinta e incluso opuesta a la suya.
Marx dirá para defenderse que el artículo
se publicó cuando él se encontraba ausente.
Ésta es sólo una narración de uno
de tantos inventos de Marx para desprestigiar a Bakunin, una muestra más de la
exigua moral revolucionaria de Marx.
Pero no sólo Marx actuó de esta
desleal manera.
Lenin, al quitarse la careta y
mostrarse como un dictador, no se cansó de decir que los anarquistas eran unos
“anarco-bandidos”, tratando, claro, de no quedar mal, diciendo que no todos lo
eran. Pero en la práctica, para él lo eran todos. Por motivos tan falsos
encerró a muchos camaradas anarquistas en las cárceles de Rusia. Datos todos
ellos que detallaremos en el capítulo destinado a la Revolución Rusa.
Tampoco podemos dejar pasar aquí
la oportunidad de recordar la odiosa campaña que en España realizó el PSUC y el
PCE, esbirros fieles a las ordenes de su amo Stalin.
Hay algo más, recientemente me
han hecho llegar un libro del
veterano dirigente del Partido Comunista Francés, Jacques Duclos.
El libro está compartido con el
texto de Engels Los Bakuninistas en Acción
y con Maurice Moissonnier, miembro del Comité Central del Partido Comunista Francés,
que aporta la conferencia pronunciada en el Instituto Maurice Thorez (en París),
el 3 de noviembre de 1971.
El señor Jacques Duclos, ha
escrito un libro denominado “Anarquistas de Ayer y de Hoy”; en el, Duclos se
propone examinar el anarquismo, como su nombre lo indica, de antes y de su
actualidad, es decir, de apenas ocurridos los sucesos de París de mayo del 68.
Es de particular interés este
texto, pues no viene de un personaje secundario, sino de un dirigente del
Partido Comunista Francés. Y de Maurice Moissonier, que es miembro del Comité
central del Partido comunista Francés, con lo cual vemos a los líderes, cabezas
del Partido Comunista Francés, hablando de anarquismo. Veamos que nos dicen
ambos.
Es interesante leer el texto de
Duclos. Este texto, al leerlo, parece realmente gracioso: el señor Duclos hace
un análisis realmente malo del anarquismo, y para rellenar el vacío que deja su
falta de capacidad de escritor, recurre a ciertas medidas: después del
cortísimo análisis del anarquismo (lo que deja ver lo poco que conoce de él) y
del no menos corto análisis de la primera Internacional, el señor Duclos mete
casi entero el texto calumnioso de Engels sobre la Alianza, que redactó con
ayuda de Lafargue y en ocasiones de Marx.
Así, de un dos por tres, el señor
Duclos ya tiene un libro de análisis sobre el anarquismo.
Sin embargo, no podemos dejar
pasar la ocasión para dar un azote a tales fantocherías marxistas. Analicemos
algunas partes del libro.
En la parte de “Anarquistas de
Ayer”, el señor Duclos comienza diciendo (textualmente) que:
“El anarquismo es una concepción
individualista de la vida”
En el capítulo de “Anarquismo y
Socialismo” Maurice Moissonier repite más o menos lo mismo:
“A título del individualismo y
del rechazo de todo cuerpo doctrinal de conjunto, se llega, en el límite, a
tanto anarquismo como anarquistas, o por lo menos como grupos anarquistas”
Los señores Duclos y Moissonier
pretenden hacer un examen del anarquismo, al que abordan desde los prejuicios
tontos que los burgueses han tratado de hacer postulados del anarquismo. Sobre
todo basándose en la tontería de que “los anarquistas exigen ‘todo para el
individuo’”. Esto evidentemente puede referirse a la teoría Stirneriana, pero
en modo alguno al total del anarquismo, en el cual, al parecer, estos señores
ignoran, o fingen ignorar, que uno de sus postulados más grandes es el
Comunismo Libre. Lo cual nada tiene que ver con el individualismo estricto que
estos señores le quieren adjudicar al anarquismo.
Puedo incluso decir que esta
acusación no puede adecuarse ni siquiera a la teoría del individualismo de
Stirner, ese individualismo estricto y mal comprendido del que hablan los
marxistas; Stirner defendía el individuo… pero frente a su enajenación, frente
a su eliminación como ser independiente. Léase su obra El Único y su Propiedad y se verá como Stirner habla de crear sociedades de egoístas de asociarse para destruir al poder, etc.
Sería muy largo explicar aquí su teoría, por lo que el lector deberá remitirse
a ella para comprenderla.
El individuo, por otro lado, no
puede estar alejado de la comunidad. Y así es muy común que en los escritos
anarquistas se ponga siempre de relieve que “se comienza por el individuo, pero
se parte siempre hacia la comunidad”.
Por desconocer este principio
esencial de la comunidad, es que donde estos señores han logrado tomar el poder
han transformado a las personas en meros engranajes que forman parte de una
comunidad, pero que no cuentan como personas, es decir, como individuos. Cosa
que a ellos les satisface, pues si las personas aperciben que pertenecen a una
comunidad, pero que también son personas capaces de transformar esta comunidad,
pronto se dispondrían a mandar al demonio todos sus planes de gobernar al
pueblo a sus anchas.
En síntesis: somos individuos,
pero sabemos perfectamente que esta “individualidad”, si así se le quiere
llamar, está fuertemente unida a la comunidad, sin la cual, el individuo no
existe, ni viceversa.
He aquí de lo que nos acusan
estos señores cuando gritan que “los anarquistas dicen ‘todo para el
individuo’”.
En debates teóricos con
militantes del PC y sus filiales, he tenido la ocasión de escuchar que si nos
organizamos, estamos engendrando la misma
forma que el Estado, aunque en miniatura.
Puede el lector darse cuenta de
la gracia que nos causa esto. La organización, según estos señores, debe ser un
organismo centralizado donde se sometan todos o a la mayoría, o la dirección de
un líder.
Pero nosotros sabemos
perfectamente que la organización es muy diferente al sometimiento: la
organización es precisamente el medio para unir esfuerzos y destruir al enemigo
de enfrente… ¡no para meter sus métodos entre nosotros!
Nos acusan falsamente conociendo
nuestros principios; o nos acusan sin conocerlos, es decir, por su propia ignorancia.
“En el curso de los últimos
decenios del siglo pasado –dice Duclos--, los atentados anarquistas abarrotaban
las crónicas de los periódicos. Las explosión de una bomba en la casa de un
juez que había condenado a unos anarquistas condujo a la detención de Ravachol;
el atentado del Palacio Borbón, mediante una bomba lanzada por el anarquista
Vaillant, acabó por llevar a éste a la guillotina. Y esta bomba,
presumiblemente había sido preparada por la policía, que utilizaba a los grupos
anarquistas, donde tenía incrustados a agente suyos”
Es verdad que el anarquismo tuvo
su periodo violento; quizá lo vuelva a tener, aunque no sea de nuestra
preferencia. Ello no debe espantarnos, como ocurre con el señor Duclos, que
ante las armas se esconde debajo de las mesas.
Quisiera recordar a quienes se
creen estas cosas, que el mismo Engels decía que la violencia era un arma muy
efectiva en la realización de la revolución. Pero dejemos que el mismo Lenin,
maestro de Duclos y férreo defensor del Estado en la Revolución, le dé un par
de bofetadas al señor Duclos:
“El Estado es una organización
especial de la fuerza, una organización de la violencia para reprimir a una
clase cualquiera (…) El proletariado necesita el poder estatal, organización
centralizada de la fuerza, organización de la violencia…” (15)
Según las teorías del mismo
Duclos, el proletariado debe tomar el poder; ahora bien, tal y como lo dice
Lenin, el Estado es la organización de la fuerza, de la violencia, y si bien el
proletariado no necesita el poder del Estado, aquí Lenin le demuestra a Duclos
que el mismo marxismo está por la violencia… ¡y si que la saben emplear!
Además debemos recordar que los
actos violentos no han sido exclusivos del anarquismo y que se han encontrado
en el mismo Partido Comunista. Recuérdense por ejemplo los asaltos bancarios de
Stalin para conseguir fondos para el Partido.
Además, en los momentos en que se
ha recurrido a tales actos, muchas veces han sido como respuesta a la represión
que el movimiento sufre, como ocurría en Rusia antes de la caída del zarismo.
Pero para Duclos no se trata de
hacer análisis, de excavar en la historia para averiguar las circunstancias que
llevaron a tales actos. Para él se trata tan sólo de vomitar sapos y culebras.
No aporta ninguna prueba de lo que dice, ningún argumento que ponga en
evidencia que la bomba lanzada fue presumiblemente
preparada por la policía. Lo que no le impide decir que “Y, como en el
pasado, el anarquismo le hace el juego a la reacción”.
¡Ah! Señor Duclos, si tan sólo la
historia no existiera podríamos creernos eso.
Para finalizar su sección de Anarquistas de Ayer, termina diciendo:
“También es del interés supremo
del movimiento obrero no dejar a los anarquistas y a otros grupos izquierdistas
plagados de provocadores dejarlos convertirse impunemente en agentes del
Fascismo, hacia el cual quiere conducirnos el poder gaullista”
Aquí Duclos olvida que, por
ejemplo en México, la izquierda está plagada de grupos marxistas, el mismo
Partido Comunista Mexicano se haya engullido por la izquierda. En los demás
países, no solo ha ocurrido que la izquierda está conformada por miembros y
grupos del PC, sino que en las filas de este mismo, como en España (1936), la
derecha se ha insertado en su seno.
Parece también que el señor
Duclos olvida que quien abrió el camino al fascismo europeo fue precisamente el
marxismo, que fue precisamente Trotsky, Lenin, y después Stalin, firmes
defensores del marxismo, quienes implantaron regímenes de terror, campos de
concentración (a petición del mismo Lenin), cárceles, la Tcheka, y demás
contribuciones del marxismo al fascismo.
¡Que se engañe sólo el señor
Duclos! Nosotros, y el pueblo que sabe nuestra historia, sabe ver claramente
que el fascismo sucedió a las teorías autoritarias del marxismo trotskista,
leninista y stalinista.
¿Qué puedo decir, por ejemplo, de
cuando el señor Duclos afirma que:
“Lo que caracterizaba a los anarquistas bakuninistas era su menosprecio
hacia las masas?”
¿Cabe ignorancia más grande en un
líder del Partido Comunista? A decir verdad no, y creo que por eso mismo, por
esta crasa ignorancia, es que es líder del Partido Comunista. Por esta
mentalidad en un dirigente marxista, podremos hacernos una idea de cómo piensan los demás, de cómo hacen teoría
social.
El señor Duclos –lo aclaro, sólo
para no dejar lugar a dudas— ignora entonces que uno de los principales puntos
de desacuerdo de Bakunin con Marx, era precisamente que el primero confiaba,
sobre todo, en la libre actuación de las masas, de abajo a arriba; en tanto que Marx quería imponerles una
dictadura de pseudointelectuales que les dirigiera desde arriba. ¿Quién menospreciaba a las masas entonces?
Pero Duclos parece no haberse
dado cuenta de que en el libro del que hablamos, el mismo Moissonier le
contradice por completo. Veamos lo que nos dice Moissonier:
“… Es lo que ocurre siempre que
se pide a cientos de personas organizadas o inorganizadas, reunidas más o menos
arbitrariamente (!), que formulen la
teoría en lugar de hacerlo un partido, cuyo papel debería ser, al parecer,
esclarecer en el plano teórico mediante una lucha ideológica adecuada, y no dejarse arrastrar por las masas” (16)
Entonces, pregunto de nuevo
¿Quién menosprecia a las masas?
Una persona de la calidad teórica
de Duclos no habría de parar en todas las mentiras que dijo. Sólo unas líneas
más adelante de estos malos chistes, el señor Duclos nos dice sobre Bakunin:
“Bakunin… demostraba un carácter
dictatorial (!), enemigo de todo
control sobre él.”
En efecto, como seguramente te
habrás dado cuenta, compañero lector, Duclos en apenas unas palabras comete una
contradicción terrible: acusa a Bakunin de dictador… ¡que no permite un control
sobre él! ¿Quién pretendía ejercer este control, sino un dictador; y que
dictador, sino el Partido Comunista o sus líderes Marx y Engels?
“Las dificultades –dice
Moissonier— para delimitar una teoría
anarquista residen en que el anarquismo se esfuerza por introducir en el
movimiento obrero el menosprecio hacia la teoría y la organización”
Cuando se realizó la conferencia
pronunciada por Moissonier, era el año 1971; habían pasado ya más de treinta
años desde que la CNT, la FAI, y demás organizaciones anarquistas en las que el
pueblo estaba inmerso se habían levantado en armas contra el fascismo; creando
al mismo tiempo esas bellas colectividades (y en algunos casos hasta el
Comunismo Libertario) que los stalinistas habrían de atacar y destruir. Basta,
por lo mismo, evocar tan sólo a la CNT
para desmentir estas argucias.
Sobre lo que Duclos nos dice
sobre la historia de la primera Internacional, en las líneas siguientes
dedicaremos todo un capítulo a examinarla. Con lo cual iremos cortando con
hacha los argumentos de los marxistas. Iremos, en los momentos propicios,
haciendo comentarios hacia el libro de Duclos, solo como mención, para ilustrar
algunos hechos.
Sin embargo sigamos con la
palabrería del marxismo.
Bujarin, en su opúsculo Anarquía y Comunismo Científico, no se
cansa de poner a los anarquistas como una bola de vulgares delincuentes. Sin
exponer nunca uno solo de los postulados del anarquismo. Habla del anarquismo
como una consecuencia funesta de la degradación humana. En el ABC del Comunismo, hace otro tanto. Y
para mejor comprensión de la manera de actuar del señor Bujarin, remitimos al
lector a sus propias obras.
Trotsky, durante la revolución
rusa no sólo habló en contra de los anarquistas. También actuó. Las brutales
masacres ejercidas en Kronstadt y Ucrania son muestra firme del sadismo con que
actuó el señor Trotsky. En donde por medio del hambre, del terror y de la
calumnia logró por fin “barrer con escoba de hierro al anarquismo en Rusia” (17).
Sin siquiera decirlo, nos daremos
una clara opinión de lo que pensaba Stalin. Pero basta leer el libelo que
escribió sobre “Anarquismo y Socialismo”.
Y no hablemos de cómo en todos
sus escritos juegan con las palabras malintencionadamente, para hacer creer que
la anarquía es el caos y el desorden, confunden autoridad con orden, orden con
dictadura, de lo cual deducen que sus métodos deben ser la dictadura, y los
anarquistas enemigos del pueblo que dicen defender. Pero acerca de este
capítulo ya nos encargamos en la parte anterior de este libro, cuando hablamos
sobre Engels.
Así, machaconamente y jugando
maliciosamente con las palabras, dicen que los anarquistas al querer destruir
la autoridad, queremos el caos, que rechazamos la organización. Y Bujarin
gritaría porque “los anarquistas se levantan contra el partido bolchevique en
Rusia” (18), como si no hubiera sido un deber de todo hombre honrado levantarse
contra la opresión que los bolcheviques hacían contra el pueblo ruso. Pareciera
que, por un lado, o no han estudiado jamás nuestras ideas, y entonces son unos
ignorantes, o por el otro, saben lo que es el anarquismo, pero en su afán de
destruirlo, sin ningún tipo de ética, con mentiras, injurias, desfachatez,
etc., inventan cuantas cosas sólo existen en sus cerebros.
No crean que escribo sólo por
escribir, por pasatiempo, lee compañero lector, los escritos de Trotsky, Lenin,
Marx, Bujarin, etc., y verás cuantas mentiras en contra del anarquismo se dicen
ahí.
No tengo ningún reparo en que la
gente conozca el marxismo, que lo conozcan para que vean quienes son en
realidad. Si algo ha caracterizado a los marxistas, ha sido su carácter
sectario, su falta de ética, que no les ha impedido inventar, calumniar,
falsear palabras e ideas, actuar hasta en contra de sus mismos compañeros, y,
como en Rusia y España, matar a cuanto se oponga a sus dogmas.
Ellos nunca han tenido el menor
recato para dirigirse a nosotros cual reporteros de la burguesía, llamando
bandidos, delincuentes, malhechores, etc., a los revolucionarios. Si yo en
alguna parte de este escrito me refiero a ellos como prefascistas, dictadores,
asesinos, carniceros y contrarrevolucionarios, no será gratis, pues he aportado
en cada una de las afirmaciones pruebas suficientes de lo que hablo.
Pero no soy yo, ciertamente,
quien les da esos títulos, son ellos mismo quienes se los han ganado. Como ya
dije, lee compañero sus escritos pasados y actuales, y mediante su lectura te
darás cuenta de que son unos dictadores disfrazados de revolucionarios.
Pero hemos dicho ya que el camino
de la conquista del poder político enquista en la práctica los métodos de
difamación y calumnia para eliminar la oposición; si en el programa marxista no
aparece esto como método a seguir, es sencillamente porque la mentira
estratégica también forma parte de sus acciones, justificada por los supuestos
fines que dicen perseguir.
La Internacional Escindida por Marx
La Asociación Internacional de
los Trabajadores fue sin duda una de las organizaciones más grandes y más
significativas que el movimiento obrero ha tenido hasta ahora.
Su desarrollo se debió en gran
parte a la libertad con que las federaciones se organizaban entre ellas, al
margen del gobierno o autoridad alguna.
Su escisión en el Congreso de la
Haya (2-7 de septiembre de 1972) trajo consigo la muerte de ésta en muchos países
(19) un par de años después. Existen varias concepciones de cuáles fueron las
causas de la muerte (dicen algunos) o división (dirán otros más) de la AIT.
G. D. H. Colle dice que la muerte
de la AIT se dio a partir de la derrota de la Comuna de Paris:
“La Comuna de París, pues, influyó mucho para destruir la Internacional,
aparte de las disputas entre Marx y Bakunin que habían de darle el golpe de
gracia [...]La caída de la Comuna destruyó la primera Internacional, ya muy
debilitada por la Guerra Franco-Prusiana” (20)
Bakunin opinaba que se debió a
los marxistas alemanes:
“Lo primero que hicieron fue, naturalmente, la introducción de su
programa y la proposición de colocar la cuestión política por encima de toda
otra cuestión. Tuvo lugar una batalla encarnizada en la cual los alemanes
sufrieron una derrota decisiva. El congreso de Basilea conservó intacta la
pureza del programa de la Internacional y no permitió a los alemanes mutilarla
por la introducción de la política burguesa.
Es así como comenzó la escisión en la Internacional, cuya causa fueron
y son los alemanes. Se atrevieron a proponer a una sociedad, preeminentemente
internacional, quisieron imponerlo hasta por la fuerza, su programa
estrechamente burgués, político-nacional, exclusivamente alemán, pangermánico.
Fueron derrotados completamente y los aliancistas, miembros de la
Alianza de los revolucionarios socialistas, contribuyeron en mucho a esa
derrota. De ahí procede el odio atroz de los alemanes contra la Alianza” (21)
Arthur Lehning opinaba que se debió
a
“La
tentativa de Marx de establecer como obligación el empleo de medios políticos
para realizar la emancipación económica fue causa directa del derrumbe de la
Internacional” (22)
En mi opinión, esta última teoría
es la correcta, y es lo que demostraré en las líneas siguientes.
Durante la vida de la Asociación
Internacional de los Trabajadores, fundada el 28 de septiembre de 1864, Marx, y
con él sus discípulos, pusieron todo de su parte por lograr tomar las riendas
de esta maravillosa organización.
Cierto, Marx entró en la
internacional antes que Bakunin, y no negamos tampoco el servicio que Marx
prestó a la constitución de tan maravillosa Asociación; aunque no debemos
olvidar también que no fue Marx el “fundador” de esta organización, como muchos
dicen, sino que está ya se venía formulando desde que la peruana Flora Tristán
propusiera una “sociedad universal” (1843) que es de donde se puede hablar de
los comienzos de una Internacional de los Trabajadores; pero recalcar también,
que la fundación de dicha organización fue en gran medida debida a los
trabajadores proudhonianos franceses. Marx y Engels entrarían en la
internacional cuando ésta ya estaba en nacimiento. De esto, la carta que Marx
dirige a Engels en 1864, nos da una prueba:
“Un cierto Le Lubez vino
comisionado para pedirme si yo podía intervenir (en el acto de Saint Martin’s
Hall) en nombre de los trabajadores alemanes y, especialmente, si podía
proporcionar un trabajador alemán para que hablara en el mitin, etc. Les
proporcioné a Eccarius, quien salió del paso espléndidamente e inclusive yo
estaba presente como testigo mudo en la tribuna. Me di cuenta de que verdaderos
«poderes» estaban en juego, tanto en la parte de Londres como de París y decidí
rechazar mi regla establecida de declinar tales invitaciones.” (23)
Como se ve, Marx entró en la AIT
solo hasta que vio los “poderes que estaban en juego”.
Respecto de la aportación de Marx
a la Internacional, así como contribuyó en su formación, también gracias a él y
a Engels, y a sus ataques en contra de Bakunin, contribuyeron ambos enormemente
al intento de su liquidación.
Por lógica, y porque París era en
ese momento uno de los principales centros revolucionarios, el proyecto debió
tener como cuna a París, en donde el sindicalismo revolucionario era una fuerza
muy grande; ahí debía situarse, por lógica, el Consejo General.
Las leyes bonapartistas que no
permitían la asociación de más de veinte personas impidió esto, «La criatura
internacionalista fue llevada a nodriza del otro lado de la Mancha, para
sustraerla al ogro imperial. Pero era innegable que sus padres eran
auténticamente franceses, y además parisinos, y
su temperamento y sus ideas anarquistas, o anarquizantes, le viene de
ellos» (24).
En sus inicios, la Internacional,
gracias a que una mayoría de ella se componía de bakuninianos+proudhonianos+independientes
antiautoritarios, la influencia anarquista fue mayoría. Ello se puede ver
claramente a los documentos, artículos, resoluciones, etc., en los que se ve la
fuerte influencia del gran teórico francés del anarquismo: Proudhon.
Para la preparación de su primer
congreso (del 3 al 6 de septiembre de 1886 en Ginebra) Marx hace los
preparativos, pero más tarde diría a Engels:
“Debo decirte con franqueza que
la Internacional no va bien, aumentando el molestar la impaciencia de los
franceses que quieren celebrar el Congreso para fines de mayo. Además los
dirigentes ingleses parecen algo fríos y me imagino que el fracaso del Congreso
les importa mucho ¿Quedaremos en ridículo ante Europa? ¿Qué haremos?”. (25)
17 días más tarde le volvía a escribir
a Engels:
“Desde aquí haré todo lo posible
porque el congreso de Ginebra tenga éxito, pero no asistiré a él. De esta
manera evito toda responsabilidad personal. (26)
Finalmente al Congreso asistirían
unos 60 delegados, de los cuales 33 serían suizos, la segunda parte más
numerosa sería la francesa con 17 delegados, el consejo general tenía 6
miembros y Alemania estaba representada por 3. En este Congreso se discuten
entre otras cosas la condición de trabajador manual que debían tener los
delegados. Los franceses estaban a favor de que fuera así, mas los ingleses
alegaban que el “título de trabajador” se debía dar también a los
intelectuales, y por consecuencia, admitirlos como delegados en los próximos
congresos de la Internacional.
Terminó por ganar la parte
francesa, pues eran junto con los suizos mayoría, y el proudhonismo era la
ideología por excelencia entre los franceses y en otra parte entre los suizos.
Cosa que, como ya veremos, cambiaría después.
Al terminar el Congreso, Marx
aliviaría sus temores de que éste fracasará, y en carta a Kugelman le dice:
“Tuve mucho temor por el primer
Congreso de Ginebra.
Sin embargo, en conjunto resultó
mejor de lo que esperaba… Yo no podía ni quería ir, pero escribí el programa de
la delegación de Londres… Los caballeros de París llevaban las cabezas llenas
de las frases proudhonistas más vacías. Charlan sobre la ciencia y no saben
nada… En el informe los demoleré sin mencionar nombres. (27)
Esta mayoría anarquista, se
presentará de nuevo en el segundo congreso, reunido en suiza (Lausana) el 2 de
septiembre de 1867.
Aviolat, encargado de dar la
bienvenida a nombre de la comisión organizadora del Congreso, tiene la
ocurrencia de dar la bienvenida a los delegados, deseándoles “la bendición de
la divina Providencia”, lo que provocó el reclamo que fue desde las palabras,
hasta el estruendoso grito, pues ahí no tenía nada que hacer “la divina
Providencia”
A este congreso acudieron más
delegados que al anterior celebrado en Ginebra, resultando 72 las personas
concurrentes; de las cuales, 37 delegados eran Suizos, y 20 eran franceses; por
lo que el proudhonismo fue nuevamente predominante.
Marx, al ver esto, escribe en
carta a Engels:
“En el próximo Congreso de
Bruselas, les daré personalmente el golpe final a esos locos de proudhonistas.
He conducido diplomáticamente todo el asunto y no quise salirles al encuentro
personalmente mientras no fue publicado mi libro y mientras nuestra Asociación
no echase raíces. También les daré una paliza en el informe oficial del Consejo
General (pese a todos sus esfuerzos, los charlatanes parisienses no podrán
impedir nuestra reelección).” (28)
Luego hace unos bellos
comentarios en los siguientes términos:
“El miserable Star, que trató de
ignorarnos por completo, anunció ayer en un editorial que nosotros éramos más
importantes que el Congreso de la Paz. SchulzeDelitzsch no pudo impedir que su
“Asociación de Trabajadores” de Berlín se nos uniera. Los puercos de los
Tradeunionistas ingleses, que creían que nosotros íbamos demasiado “Lejos”,
vienen ahora corriendo hacia nosotros. Además, el Courier Français, la Liberté
de Girardin, el Siecle, la Mode, la Gazette de France, etc., han publicado informaciones sobre nuestro
Congreso. Las cosas marchan. Y en la próxima revolución, que quizá esté más
cerca de lo que parece, nosotros
(esto es tú y yo) tendremos en nuestras manos esta potente máquina.” (29).
Como vemos, estos señores
perseguían el tener en sus manos las riendas de la AIT; esto explica porque
cuando todo indicaba que Bakunin sería el más influyente en ella, Marx prefirió
matar a la AIT antes de que le arrebataran su señuelo dictatorial.
Engels, ese gran despreciador de
la base, como el propio Marx, le contesta abrigando las mismas esperanzas y
señalando con una cierta dosis de cinismo:
“Sin embargo, mientras el Consejo
General esté en Londres, todas estas resoluciones (las proudhonianas) no pasan
de ser más que leche cuajada para el gato” (30).
Dupont sería el presidente del
Congreso, el Consejo General delegaría aparte de Dupont, a Lessner, Eccaruis,
Odger, Carter y Cremer.
James Guillaume sería el
secretario, al que Marx odiaría casi tanto como al propio Bakunin, y que sería
expulsado con éste de la AIT; más adelante veremos como sucedió esto.
El orden del día sería éste:
1.- ¿Cuáles serán los medios
prácticos de facilitar a la Asociación Internacional de los Trabajadores un
centro común de acción para la clase obrera en la lucha que ella sostiene
contra el capital?
2.- ¿Cómo pueden las clases
obreras utilizar, para su emancipación, el crédito que dan a la burguesía y a
los gobiernos? Crédito y Bancos Populares. Moneda y papel moneda. Seguros
mutuos. Sociedades obreras.
3.- Los esfuerzos realizados hoy
por las asociaciones para la emancipación del cuarto Estado (la clase obrera) ¿pueden tener por resultado la
creación de un quinto Estado, cuya
situación sería mucho más miserable aún? La Mutualidad o reciprocidad
considerada como base de las relaciones sociales. Equivalencia de las
funciones. Solidaridad. Sociedades obreras.
4.- Trabajo y Capital. Paro, las
máquinas y sus efectos. Reducción de las horas de trabajo. División del
trabajo. Transformación y extinción del salariado. Reparto de los productos.
5.- Funciones sociales, Papel del
hombre y de la mujer en la sociedad. Educación del niño. Enseñanza Integral.
Libertad de Enseñanza.
6.- Definición y papel del
Estado. Servicios públicos, transportes y circulación. Intereses colectivos e
individuales. El Estado considerado como justiciero y guardián de los
contratos. Derecho de castigo.
7.- La privación de libertades
políticas, ¿no es un obstáculo pará la emancipación social del trabajo y una de
las causas principales de las perturbaciones sociales? ¿Cuáles son los medios
para acelerar este restablecimiento de las libertades políticas? ¿No será éste
la reivindicación por todos los trabajadores del derecho ilimitado de reunión y
de libertad ilimitada de la prensa?
8.- Manifiesto colectivo de los
trabajadores al Congreso de la Paz que se reunirá en Ginebra.
El tercer punto daría continuidad
al segundo, y permite que las opiniones se hagan más específicas, por lo que:
1. El Congreso estima que los
esfuerzos, realizados por las sociedades obreras (si éstas se generalizan
conservando su forma actual), tienden a constituir un cuarto Estado, teniendo
debajo de ellas un quinto Estado
miserable todavía.
«El peligro supuesto de las
asociaciones obreras desaparecerá a medida que el desarrollo de la industria
moderna hará imposible la producción en pequeña escala. La producción moderna,
en gran escala, fusiona los esfuerzos individuales y hace del trabajo
cooperativo una necesidad para todos.»
2. Para obviar este peligro, el
Congreso entiende que es necesario que el proletariado se capacite bien de esta
idea: que la transformación social sólo podrá operarse de una manera radical y
definitiva por medios activos que obren sobre el conjunto de la sociedad, y
conformes a la reciprocidad y a la justicia.
3. Sin embargo, el Congreso
entiende que todos los esfuerzos de las organizaciones obreras deben tender
principalmente a que desaparezca en lo posible del seno de estas asociaciones
la usurpación o detención que realiza el capital sobre el trabajo, es decir, a
introducir en ellas la idea de mutualidad
y de federación. (31)
Como se ve, en esta resolución se
marca el carácter netamente proudhoniano del Congreso, “Mutualidad y
Federación” eran dos de los principios de la teoría de Proudhon.
La influencia de Marx era
completamente nula; por eso dice a Engels, en la carta que hemos reproducido más
arriba: En el próximo Congreso de
Bruselas, les daré personalmente el golpe final a esos locos de proudhonistas.
Bakunin pasa a formar parte
activa de la Internacional en el tercer Congreso de esta, (32) que tiene como
sede Bruselas entre el 6 y el 13 de septiembre de 1868.
Bakunin aparece aquí, y el
discurso que pronuncia es uno de los más aplaudidos, pero que desgraciadamente
se perdió para la historia, pues los taquígrafos no lo lograron seguir en su
rápido francés.
París enviaría 13 delegados, a
Tolain entre ellos, en total 18 franceses, pues las regiones de Lyon Marsella,
Caen, Neuville Saone sur y Rouen también enviarían delegados; los belgas serían
la delegación con más miembros asistentes: 56; del consejo general asistirían 7
y otros delegados suizos; por primera vez España enviaba una delegación: el
anarquista catalán Antonio Marsal Anglora, que para evitar las persecuciones a
su regreso se presentó con el nombre de “Sarro Magallan”; entre los alemanes
figuraban 4, entre los que se encontraba Liebknecht que asistiría por primera
vez y también una delegación italiana.
Uno de los principales puntos a
tratar fue el de la propiedad territorial.
“Tal como lo esperaba Marx, esta
vez los prouhonianos fueron derrotados. Pero no en su favor, sino de otra
corriente, también anarquista” (33), ésta era, el colectivismo bakuninista, que
ya desde ese entonces comenzaría su largo camino.
A nivel ideológico, se puede
decir que, es en este Congreso en el que se hace la “transición” por así
decirlo, entre el Mutualismo defendido por Proudhon y el Colectivismo
proclamado por Bakunin.
El cuarto congreso de la
Internacional, tuvo lugar en Basilea el 6 de septiembre de 1869.
Aquí, como en los demás
congresos, la delegación numérica más fuerte, era la francesa (proudhonianos).
A diferencia de la asistencia al congreso anterior, al que asistirían 100
delegados, a éste sólo irían 72.
Los franceses asistirían con la
delegación más numerosa, 25; los suizos con 24; los alemanes con una delegación
de cinco, lo mismo que los austriacos y los belgas; España enviaría dos
delegados, lo mismo que Italia, de los cuales uno de ellos era Bakunin. Los Estados
Unidos envían una delegación de un delegado, con lo que estarían representados
por primera vez.
En dicho congreso, los
proudhonianos discutirían nuevamente como en el congreso anterior (Bruselas) sobre
la propiedad de la tierra. Nuevamente, como esperaba Marx, los proudhonianos
resultarían vencidos; pero los marxistas también. El colectivismo bakuninista
se abría paso a zancadas.
“Los debates no consagraron
solamente la derrota definitiva de los proudhonianos, marcaron también una
derrota de los marxistas, la más seria, quizá, de cuantas habían sufrido hasta
entonces” (34)
Se discutiría en presencia de
Bakunin, y ausencia de Marx, sobre la cuestión de la “herencia”, en la que
saldría victorioso el punto de vista bakuninista, aun a pesar de la oposición
de Eccarius, miembro del Consejo General, y portavoz del pensamiento de Marx.
Bakunin, que asistía a su segundo
congreso como miembro de la AIT, respondió de la siguiente manera:
“El derecho de la herencia,
después de haber sido la consecuencia natural de la apropiación violenta de las
riquezas naturales y sociales, pasó a ser, después, la base del Estado político
y de la familia jurídica garantizan y sancionan la propiedad individual.”
Y añadía más adelante:
“La transformación de la
propiedad individual colectiva chocará frente a grandes obstáculos entre el
campesinado. Si, después de haber proclamado la liquidación social, se
intentara desposeer por decreto a estos millones de pequeños agricultores, se
les arrojaría seriamente en los brazos de la reacción, y, para someterlos a la
revolución, será necesario emplear contra ellos la fuerza, es decir, la
reacción. Será necesario, pues, dejarlos poseedores de hecho de estas parcelas
de las que son hoy los propietarios. Pero, si no abolís el derecho de herencia,
¿qué pasará? Transmitirán estas parcelas a sus hijos con la sanción del Estado,
a título de propiedad. Por el contrario, si proclamáis la liquidación política
y jurídica del Estado, si se aboliese el derecho de herencia, ¿qué les quedará
a los campesinos? Sólo la posesión de hecho, y esta posesión privada de toda
sanción legal, sin ampararse bajo toda la potencia del Estado se dejará
transformar fácilmente bajo la presión de los acontecimientos revolucionarios”
La posición de Bakunin se presentó
a votación, resumida en una de las resoluciones:
“Derecho de Herencia:
Considerando que el derecho de herencia, que es un elemento esencial de la
propiedad individual ha contribuido poderosamente a alienar la propiedad
territorial y la riqueza social en provecho de unos pocos y en detrimento del
mayor número, y que, en consecuencia, es uno de los más grandes obstáculos para
la entrada de la tierra en la propiedad colectiva»
Considerando que el derecho de herencia,
por restringida que sea su acción, impide absolutamente a la sociedad la
adquisición de los medios para su desenvolvimiento moral y material, y
constituye un privilegio que, aunque de más o menos importancia de hecho, no
destruye por eso la iniquidad en el derecho, convirtiéndose en una amenaza
constante al derecho social;
Considerando que el Congreso se
ha pronunciado por la propiedad colectiva y que una declaración tal, sería
ilógica si no viniese corroborada por la que sigue;
El congreso reconoce que el
derecho de herencia debe ser completa y radicalmente abolido, y que esta
abolición es una de las condiciones indispensables a la libertad del trabajo”
A favor de esta última resolución
votarían 32 delegados, 23 en contra (incluidos los proudhonianos) y 13
delegados se abstuvieron.
La resolución que presentó
Eccarius sería derrotada por 37 en contra, 19 a favor, con 6 abstenciones, y 13
ausencias.
Marx había calculado mal sus
planes, pues en el “Confidentielle Mittheiling” del 29 de marzo de 1870 confiesa
que el Consejo General había dispuesto poner en el orden del día el tema de la herencia,
para poder asestar a Bakunin un golpe
decisivo.
Después de los resultados,
Eccaruis exclamaría algo que el propio Bakunin alcanzaría a escuchar: “¡Marx se
va a enfadar mucho!”.
Es en este congreso donde los
miembros de la Internacional, confiando en la “buena voluntad” del Consejo
General, le dan “ciertos poderes administrativos” para hacer más cómodo su
actuar, tales como poder incluir en el Consejo a cuantas personas le fueran
necesarias para su eficaz función, acto que se convertiría en un error
terrible, pues los miembros del Consejo General podían poseer de todo, menos moral
revolucionaria. Esto lo apoyaría Bakunin, pero esto lo haría, para
contrarrestar a la sección ginebrina, que se negaba a que miembros de la
Alianza tomaran parte en el seno de la federación romanda.
En carta a Guillaume del 23 de
enero de 1872, Bakunin explicaría este acto:
“Había llegado al Congreso de
Basilea con esta impresión, que una Federación Regional, guiada por una facción
intrigante y reaccionaria (la ginebrina), podía abusar del poder, y busque un
remedio en la autoridad del Consejo General”
Marx, al ver rotas sus esperanzas
de deshacerse de Bakunin, escribe a Engels el 27 de Julio:
“Éste ruso, está claro, quiere
convertirse en el dictador del movimiento obrero europeo. Que ande con cuidado,
porque si no será excomulgado oficialmente” (35)
Y que éste corroborará:
“El gordo Bakunin está detrás de
todo, esto es evidente. Si este maldito ruso piensa realmente, con sus
intrigas, ponerse a la cabeza del movimiento obrero, debemos evitar que pueda
hacer daño”
Bakunin ya sabía lo que sus
examigos pensaban de él, por eso escribe en carta a Herzen lo siguiente:
“Sin embargo, podría suceder, y
ello en breve plazo, que llevara a cabo una lucha contra él, no por la ofensa
personal, compréndase, sino por una cuestión de principios, respecto al
comunismo de Estado, que él y los partidos ingleses y alemanes que dirige, son
calurosos partidarios. Entonces será una lucha a muerte” (36).
La guerra entre Napoleón III y
Bismarck, más conocida como Guerra franco-prusiana, hizo imposible que se
realizara el quinto Congreso, durante los años 1870-1871.
Sirviéndose de la imposibilidad
de realizar este congreso en presencia de todos los miembros de la
Internacional, Marx realiza un auténtico abuso, al sustituir este por una “Conferencia”
a la cual invitará sólo a sus amigos personales, y aquellos sometidos a sus
dictados, con apenas representación de la demás ramas Internacionalistas.
Para esta conferencia, no se
remite ningún tipo de comunicado a las secciones en las que predominaba el
bakuninismo, y en ella se “aprueba”, otorgar amplios poderes al Consejo
General, tantos como “poder suspender secciones (37), rechazar su admisión,
etc.”.
Según los estatutos, las
cuestiones fundamentales habrían de ser comunicadas a las secciones de la AIT
con anticipación de dos o tres meses para que éstas las analizaran, antes de
ser aceptadas.
En el orden del día aparece la
“necesidad” de redactar nuevamente los estatutos de la AIT, pues son tantas las
traducciones que no coinciden entre sí. Esto lo aprovecharían Marx y Engels,
para pretender que los estatutos de 1864 suponen la acción política y la
conquista del poder político. Una minoría se opone a que esta conferencia tenga
el derecho de opinar a este respecto, pero Outin y Perret encabezarían la
oposición; finalmente, son Marx, Jung y Serrailier los encargados de redactar
resoluciones y los nuevos estatutos de la AIT.
Antes de continuar, es preciso
ver la manera en que estaba organizado el Consejo General, y cuáles eran sus
funciones:
El Consejo General está compuesto
por miembros alemanes en su mayoría, y subordinados a los dictados del señor
Marx, veamos a quienes lo integraban y a quienes representaban:
Italia y España estaban
representadas por Engels, un alemán (38); América por Eccaruis, alemán; Rusia,
tontamente estaba representada por Marx, quien a partir de 1871 representaba
también a Bélgica y Holanda; para representar a Francia se podían proponer a
gente que había sido muy activa en la reciente Comuna, o a Bergeret, que
redactaba en Londres ¡Qui vive! Pero
no.
Han optado mejor por Serraillier,
quien ni siquiera formaba parte de la Internacional, y todo esto, porque los
franceses, amantes de su independencia y libertad, no se querían someter a los
dictados de quienes imponían su ley dentro del Consejo General.
El Consejo General tenía como
funciones sólo servir como oficina de correspondencia entre las diferentes
secciones de la Internacional, no revestido jamás de poder alguno. Los
estatutos de la Internacional lo indican, como veremos más abajo.
En un principio, el invitar a una
Conferencia no hubiera tenido ningún tipo de inconveniente con la organización
de la Internacional; pero al “sustituir” al Congreso por una Conferencia, ya
denotaba el proceder autoritario del Consejo General, a la par de que en dicha
conferencia se hubieran hablado de muchas cosas, ninguna habría tenido valor
para los estatutos y reglamentos de la Internacional.
Jacques Duclos, de quien ya hemos
hablado anteriormente, acerca de la Conferencia de Londres nos dice esto:
“Esta Conferencia, que duró del
17 al 21 de septiembre 1871, se dedicó a discutir la actividad de sus
secciones, puesto que el Consejo General de la Internacional era objeto de
ataques por parte de la Alianza de la Democracia Socialista fundada por el
anarquista ruso Bakunin para dividir a la Primera Internacional”
1.- La Conferencia de Londres duró
del 17 al 23 de septiembre; no del 17 al 21, como afirma Duclos.
2.- La Conferencia no se dedicó a discutir la actividad de sus
secciones, puesto que el Consejo
General era atacado por los
anarquistas de la Alianza. Se dedicó, como vamos a ver, a maquinar la manera de
eliminar de sus filas a los anarquistas; olvida Duclos la campaña de difamación
que Marx y Engels venían haciendo no sólo contra Bakunin, sino contra el
anarquismo en general, con las peores mentiras lanzadas en comparación sólo con
las de la prensa burguesa.
3.- La Alianza no fue creada para dividir a la Internacional. Duclos
ignora muchas cosas. Todo lo aprendió de memoria, pero nada lo analizó.
El proceder en esta forma, de
convocar a una conferencia privada, no tendría ningún valor para la
organización de la Internacional; sin embargo en ella (al estar conformada en
su mayoría de amigos de Marx) se resuelve darle amplios poderes al Consejo
General de Londres. Anselmo Lorenzo, presente,
manifestaría su desagrado ante tales actitudes:
“… aunque algo dije como
expresión de mi desilusión y de mi disgusto, me oyeron como quien oye llover y
no produjo sensación ni efecto alguno.” (39)
Había sido alojado en casa de
Marx, a su llegada a Londres, y había quedado fuertemente impresionado por el
grado cultural de éste, quien despertó en Lorenzo la admiración de quien
reconoce la inteligencia ajena.
Sin embargo, al presenciar la
Conferencia de Londres, Lorenzo diría lo siguiente:
“… puede asegurarse que toda la
sustancia de aquella Conferencia se redujo a afirmar el predominio de un hombre
allí presente, Carlos Marx, contra el que se supuso pretendía ejercer otro,
Miguel Bakunin, ausente...
“… para llevar adelante el
propósito [de desacreditar a Bakunin] había un capítulo de cargos contra
Bakunin y la Alianza de la Democracia Socialista, apoyada en documentos
declaraciones y hechos de cuya verdad y autenticidad no pudo convencerse a
nadie, sostenidos además con el testimonio de algún delegado presente como el
ruso Outin…”.
También había conocido a Outin, a
quien vio en la sala de sesiones. Pero su opinión de él fue ésta:
“… Outin, figura siniestra y antipática que en
la Conferencia no pareció tener otra misión que atizar el odio y envenenar las
pasiones, siendo completamente ajeno al gran ideal que agitaba a nuestros
representados, los trabajadores internacionales…”
“… Asistí una noche en casa de
Marx a una reunión encargada de dictaminar sobre el asunto de la Alianza y allí
vi a aquel hombre descender del pedestal en que mi admiración y respeto le
había colocado hasta el nivel más vulgar, y después varios de sus partidarios
se rebajaron mucho más aún, ejerciendo la adulación como si fueran viles
cortesanos delante de su señor…”
“… Ya no era cuestión de sostener
una fuerza revolucionaria y darla una organización y sostener una línea de
conducta estrictamente encaminada a su objeto, sino de poner una gran reunión
de hombres al servicio de un jefe.”
“… En mis sentimientos y en mis
pensamientos me vi solo, juzgué, acaso por un rasgo de soberbia, que yo era el
único internacional allí presente” (40)
Ante esto, en una Circular
lanzada el 31 de octubre de 1871, se convoca a un Congreso en Sonvillier.
El 12 de noviembre de 1871,
apenas dos meses después de la Conferencia, se celebra en Sounvilier el Congreso
anual de las secciones jurasianas en donde se muestra la inconformidad de que
una Conferencia tenga derecho a lanzar decretos.
Una resolución había de ser
redactada, cuyo cargo sería confiado a Guillaume, leámosla:
Circular a todas las federaciones de la Asociación Internacional
Trabajadores
Los delegados abajo firmantes, en
representación de un grupo de secciones de la Internacional que acaban de
constituirse con el nombre de Federación
Jurasiana se dirigen, por medio de la presente circular, a todas las
federaciones de la Asociación Internacional de los Trabajadores y les piden que
se unan a ellas para convocar, en breve plazo, un Congreso general.
Vamos a exponer en pocas palabras
las razones que nos llevan a adoptar esta medida, absolutamente necesaria para
impedir que nuestra gran Asociación se vea arrastrada, a su pesar, hacia una
funesta pendiente, al final de la cual se encuentra su disolución.
Cuando se creó la Asociación
Internacional de los Trabajadores se instituyó un Consejo general que debía,
según los estatutos, servir de oficina central de correspondencia entre las
secciones, pero al que no se le delegó absolutamente ninguna autoridad, lo que,
por otra parte, habría sido contrario a la esencia misma de la Internacional,
que no es más que una inmensa protesta contra la autoridad.
Las atribuciones del Consejo
general están netamente definidas en los artículos siguientes de los estatutos
generales y del reglamento general:
“Estatutos Generales. –Art. 3— Se establece un Consejo General
compuesto de trabajadores representantes de las diferentes naciones que forman
parte de la Asociación internacional. Incluirá, de acuerdo con las necesidades
de la Asociación, a los miembros de la oficina, como presidente, secretario
general, tesorero y secretario particular para los diferentes países.
"Anualmente, el Congreso se
reunirá para indicar la sede del Consejo general, nombrar sus miembros,
dejándole el derecho de incorporar miembros suplementarios, y elegir el lugar
de la próxima reunión.
"En época fijada por el
Congreso, y sin que sea necesario hacer una convocatoria especial, los
delegados se reunirán con pleno derecho en el lugar y día designados. En caso
de fuerza mayor, el Consejo general podrá cambiar el lugar del Congreso, pero
no su fecha.
“Art. 4.-- En cada Congreso anual, el Consejo general publicará un
informe de los trabajos realizados durante el año. En caso de urgencia, podrá
convocar el Congreso antes del término fijado.
“Art. 5.-- El Consejo general establecerá relaciones con las
diferentes asociaciones obreras, de manera que los obreros de cada país estén
constantemente al corriente del movimiento de su clase en los otros países;
que, simultáneamente y en el mismo sentido, se realice una encuesta acerca de
la situación social; que las cuestiones
propuestas por una sociedad y cuya discusión sea de interés general,
serán examinadas conjuntamente, y que, cuando una idea práctica o una
dificultad internacional reclamen la acción de la Asociación, ésta pueda
actuar, de un modo uniforme. Cuando le parezca necesario, el Consejo tomará la
iniciativa de las propuestas a someter a las sociedades o nacionales.
”Publicará un boletín para
facilitar la comunicación con las oficinas correspondientes.
"Reglamentos.-- Artículo
Primero.- El Consejo general está obligado a ejecutar las resoluciones del
Congreso.
”A este fin, reunirá todos los
documentos que le envíen las oficinas correspondientes a los diferentes países,
y los que pueda procurarse por cualquier otro medio.
” Está encargado de organizar el
Congreso y de informar del programa a todas las secciones, por medio del
intermediario de las oficinas correspondientes a los diferentes países.
”Art. 2-- El Consejo general
publicará, tan a menudo como se lo permitan sus medios, un boletín que incluya
todo lo que pueda ser de interés para la Asociación Internacional: ofertas y
demandas de trabajo en las diferentes localidades; sociedades cooperativas;
estado de las clases trabajadoras en los diferentes, países, etc.”
En su primer año de vida, el
Consejo general se instaló en Londres por varias razones: la primera idea de la
que surgió la Internacional se tuvo en un mitin celebrado en Londres. Londres
ofrecía, desde el punto de vista de las garantías individuales, mucha más
seguridad que cualquier otra ciudad de Europa.
En los siguientes congresos de la
Internacional, celebrados en Lausana (1867) y en Bruselas (1868), el Consejo
general fue confirmado en su sede de Londres. En cuanto a su composición, todos
los asistentes a los congresos generales saben de qué modo se elaboraba: se daba
un voto de confianza a las listas presentadas al Congreso y que estaban
compuestas en su mayoría de nombres absolutamente desconocidos para los
delegados. La confianza iba tan lejos que incluso se le dejaba al Consejo
general la posibilidad de integrar a cuantos miembros le pareciese bien; por lo
que, debido a esta disposición de los estatutos, el nombramiento del Consejo
general por el Congreso era algo puramente ilusorio. En efecto, el Consejo
podía, en cualquier momento, integrar un personal con el cual modificar
completamente la mayoría y las tendencias.
En el Congreso de Basilea, la
confianza ciega se convirtió en una especie de abdicación voluntaria en manos
del Consejo general. Entre otras resoluciones administrativas, se atentó, sin
realmente apercibirse de ello, contra el espíritu y la letra de los estatutos
generales, en los que se proclamaba netamente la autonomía de cada sección, de
cada grupo de secciones, Que se juzgue, si no:
"Resoluciones Administrativas de Basilea.-- Resolución VI-- El Consejo general tiene derecho a suspender, hasta
el Congreso siguiente, a una sección de la Internacional.
"Resolución VII.- Cuando se produzcan complicaciones entre dos
sociedades o ramas de un grupo nacional, o entre grupos de diferentes
nacionalidades, el Congreso general tendrá derecho a decidir en el litigio,
salvo que se apele a la decisión definitiva del siguiente congreso."
Ello equivalía a dejar en manos
del Consejo general un poder peligroso, y fue un error no prever el resultado.
Si hay un hecho indiscutible, mil
veces confirmado por la experiencia, es el efecto corruptor que produce la
autoridad sobre aquellos que la ejercen. Es absolutamente imposible que un
hombre que tiene poder sobre sus semejantes siga siendo un hombre con moral.
El Consejo general no podía
escapar a esta ley fatal. Compuesto durante cinco años seguidos por los mismos
hombres, siempre reelegidos e investido por las resoluciones de Basilea de un
enorme poder sobre las secciones, acabó por considerarse como el jefe legítimo
de la Internacional. El cargo de miembro del Consejo general se ha convertido,
en manos de ciertos individuos, en una especie de propiedad, y Londres se ha
convertido en la capital inamovible de nuestra Asociación. Poco a poco, estos
hombres, que no son más que nuestros mandatarios, y la mayoría de los cuales ni
siquiera son mandatarios por no haber sido elegidos en ningún Congreso, estos
hombres, decimos, acostumbrados a
marchar a nuestro frente y a hablar en nuestro nombre, se han visto
arrastrados, por la corriente misma de las cosas, a la pretensión de hacer
predominar en la Internacional su programa especial, su doctrina personal.
Habiéndose convertido, a sus propios ojos, en una especie de gobierno, era
normal que sus ideas particulares les pareciesen como la única teoría oficial
con derecho de ciudadanía en la Asociación, mientras que las ideas divergentes
emitidas por otros grupos les parecían no la legítima manifestación de una
opinión igual en derechos a la suya, sino una verdadera herejía. De este modo,
se fue constituyendo poco a poco una ortodoxia cuya sede, estaba en Londres,
cuyos representantes eran los miembros del Consejo general; y pronto los
corresponsales del Consejo en cada país se fueron atribuyendo la misión no de
servir de intermediarios neutros y desinteresados entre las diversas federaciones,
sino de convertirse en apóstoles de la doctrina ortodoxa, de buscarle
propagadores y de servir a los intereses de la secta en detrimento de los
intereses generales de la Asociación.
¿Qué iba a resultar de todo esto?
Evidentemente, el Consejo general encontró oposición en la nueva vía que
iniciaba. La irresistible lógica le obligó a tratar de destruir esta oposición.
Y con ello empezaron las luchas, las intimidades personales, y las maniobras de
camarilla. El Consejo general se convirtió en un foco de intrigas; los
opositores son abucheados, calumniados: y finalmente, en el seno de nuestra
Asociación estalla la guerra abierta.
Como desde el Congreso de Basilea
de 1869, no se ha reunido el Congreso General de la Asociación, el Consejo
General se ha encontrado en los dos últimos años con las manos libres. La
guerra franco-alemana fue el motivo para no celebrar el Congreso en 1870; en
1871, este Congreso fue sustituido por una conferencia secreta convocada por el
Consejo general sin que los estatutos le autorizasen en modo alguno a actuar de
esta manera. Esta conferencia secreta, que ciertamente no ofrecía una
representación completa de la Internacional, pues varias secciones, en
particular las nuestras, no habían sido convocadas; esta conferencia, cuya
mayoría había sido falseada de entrada por el hecho de que el Consejo general
se había arrogado el derecho de incluir seis delegados nombrados por él con voz
y voto; esta conferencia, que no podía en absoluto considerarse investida de
los derechos de un congreso tomó, sin embargo, una serie de resoluciones que
afectan gravemente a los estatutos generales y que tienden a convertir a la
Internacional, libre federación de secciones autónomas, en una organización
jerárquica y autoritaria de secciones disciplinadas, enteramente sometidas al
Consejo general, que puede, a voluntad, rechazar su admisión o suspender su
actividad. Y para coronar el edificio, una de las decisiones de esta
conferencia afirma que el Consejo general fijará la fecha y el lugar del próximo
Congreso o de la conferencia que lo
sustituirá; de modo que ahora nos vemos amenazados con la supresión de los
congresos generales, esas grandes audiencias públicas de la Internacional, con
su sustitución, a capricho del Consejo General, por conferencias secretas
análogas a la que acaba de celebrarse en Londres.
Ante esta situación, ¿qué debemos
hacer?
No incriminamos a las intenciones
del Consejo general. Las personalidades que lo componen han resultado ser las
víctimas de una necesidad fatal de buena fe y persiguiendo el triunfo de su
doctrina particular, han querido introducir en la Internacional el principio de
autoridad; las circunstancias parecían favorecer esta tendencia, y nos parece
natural que esta escuela, cuyo ideal es la
conquista del poder político por la clase obrera, haya creído que la
Internacional debía cambiar su organización primitiva y transformarse en una
organización jerárquica, dirigida y gobernada por un comité.
Pero aunque encontremos
explicación a estas tendencias y a estos hechos, no por ello nos sentimos menos
obligados a combatirlos, en nombre de esta revolución social que perseguimos, y
cuyo programa es: “emancipación de los trabajadores por los propios
trabajadores”, al margen de toda autoridad directa, aunque esta autoridad fuese
elegida y aceptada por los trabajadores.
Exigimos el mantenimiento, en la
Internacional, de este principio de la autonomía de las secciones, que ha sido
hasta ahora la base de nueva Asociación; exigimos que el Consejo general, cuyas
atribuciones han sido desnaturalizadas por las resolución administrativas del
Congreso de Basilea, vuelva a su antiguo cometido, que no es otro que el de ser
una oficina de correspondencia y de estadística; y que esta unidad que
pretenden establecer mediante la centralización y la dictadura, se realice
mediante la federación libre de los grupos autónomos.
La futura sociedad no debe ser
otra cosa que la universalización de la organización que se dé la
Internacional. Debemos procurar, por consiguiente, que esta organización se
aproxime todo lo posible al ideal. ¿Cómo iba a salir una sociedad igualitaria y
libre de una organización autoritaria? Es imposible. La Internacional, embrión
de la futura sociedad humana, está obligada desde ahora a ser la imagen fiel de
nuestros principios de libertad y de federación, y a expulsar de su seno todo
principio tendente a la autoridad, a la dictadura.
Concluimos con la convocatoria,
en breve plazo, de un Congreso General de la Asociación.
¡Viva la Asociación Internacional
de los Trabajadores!
Sonvilier, a 12 de noviembre de
1871.
Los delegados en el Congreso de
la Federación Jurasiana:
Henri Devenoges Leon Schwitzguebel, delegados de la Sección Central
del Distrito de Courtelary; Fritz Tschui,
Justin Guerber delegados del circulo
de Estudios Sociales de Sonvílier; Christían
Hofer, delegado de la sección de Moutier-Grandval; Frederic Graisier, Auguste Spichiger, delegados de la Sección
Central del Locle; Nicolas Joukowski, Jules
Guesde delegados de la Sección de propaganda y Acción Revolucionaria
Socialista de Ginebra; Charles Chopard,
Alfred Jeanrenaud, delegado de la Sección de los Obreros Grabadores del
distrito de Courtelary; Numa Brandt,
delegado de la Sección de propaganda de La Chaux-de- Fonds; James Guillaume, A. Dupuis, delegados de
Sección central de Neuchâtel; A Scheuner,
Louis Cartier, delegados del Círculo de Estudios Sociales de Saint-Imier.
Como se ve en el Artículo 5 del
Reglamento, el Consejo General era sólo el encargado de organizar los Congresos
y de servir como centro de correspondencia entre las diferentes secciones de la
AIT. El otorgamiento injustificado de poderes al Consejo General según los
propios estatutos de la Internacional, era imposible. El abuso está claro.
Bakunin también escribiría un
texto sobre este respecto con el nombre de Carta
a Los Internacionales de Bolonia; una extensa carta en donde hace una
reseña rápida de los congresos de la Internacional, hasta la Conferencia de
Londres.
Engels, por medio del Volksstaat del 10 de enero de 1872,
responde con un artículo de la calidad que ya conocemos: con la peor mala leche
que pueda encontrarse.
Una circular privada del Consejo
General de Londres, denominada las
pretendidas escisiones de la Internacional aparecería igualmente (41),
obteniendo una firme respuesta de Guillaume con el título de Respuesta del Ciudadano Guillaume, en
donde refuta enteramente las mentiras de Marx, coronando su texto con las
frases:
“En cuanto a las razones que nos
impidieron después de una deliberación colectiva, llevar a cabo entonces las propuestas contenidas en el
manifiesto (42) solo tenemos obligación de comunicárselas a nuestros amigos; no
será el señor Marx, que nunca ha arriesgado la piel en el más pequeño
movimiento revolucionario, que fumaba cigarrillos en su finca de Londres
mientras muchos de los hombres a los que insulta en su folleto luchaban en París
o en otros lugares, no será el señor Marx, digo, quien nos dé lecciones de
valentía.”
“Por otra parte, no vale la pena
molestarse buscando calificativos despreciativos; las bajezas que han cometido
y que han honrado sus nombres para siempre, hablan por sí mismas.
James Guillaume. Neuchâtel, 10 de
junio de 1872.
Bakunin también haría una Respuesta del Ciudadano Bakunin, en la
que diría que: “En la nueva circular privada
del Consejo General… Nada falta: invenciones ridículas, mentiras cínicas,
calumnias infames, en fin, todo el arsenal de campaña del señor Marx”
Y remataria diciendo:
“Esta circular es la mejor prueba
del desastroso dominio que ejerce el señor Marx en el Consejo General. Repasad
los nombres de los cuarenta y siete firmantes y apenas encontrareis siete u
ocho que hayan podido pronunciarse en este caso con un mínimo de conocimiento de causa. Los demás, instrumentos ciegos y
dóciles de la cólera y de la política marxiana, han puesto su firma en una
condena infame contra nosotros, sin habernos visto ni escuchado nunca. ¡Nos han
juzgado y ejecutado sin molestarse a formularnos una sola pregunta!
¿Es esta la interpretación que el
Consejo General de Londres hace de la Justicia,
la Verdad, la Moral, que, según los considerandos de nuestros estatutos deben ser
la base de toda relación, tanto colectiva como individual, en el interior de la
Asociación Internacional de los Trabajadores? ¡Ah, señor Marx, es más fácil
encabezar un programa con principios qué ejercerlos!
Mijaíl Bakunin. Locarno, a 12 de
Junio de 1872.”
El quinto Congreso se llevaría a
cabo hasta el 2 de septiembre de 1872, en las tierras holandesas de la Haya. Los preparativos para este congreso están llenos
de situaciones que dan nauseas al ver la manera tan ruin en la que el señor
Marx y su séquito de seguidores actuarían; primero, para dar lugar al Congreso,
Lafargue propone en la carta dirigida a Engels que:
“… Sería preciso que el próximo
Congreso se celebrase en Inglaterra, porque así los bakuninistas serían
derrotados antes de llegar. Se podría utilizar el pretexto de las persecuciones
y la necesidad de entrar en contacto con los sindicatos para hacerlos entrar en
la Internacional. Con anterioridad, podríais pasar una nota de consulta a las
federaciones. Lo mejor sería Manchester, porque allí los franceses son menos
numerosos” (43)
Posteriormente Marx (44) en la
sesión del 11 de junio proponía la Haya, (Holanda). Esto levantaría las
objeciones por parte de las federaciones antiautoritarias, pues por la
situación geográfica, a los alemanes lacayunos al servicio de Marx, sólo les
tomaría la molestia de cruzar la frontera; mientras que para las demás secciones
antiautoritarias suponía un elevado costo en los viajes. Ante todo esto, los
antiautoritarios proponían como lugar ideal Suiza.
No sólo para los meridionales era
molesto el lugar, sino también para Bakunin proscrito de Francia y Alemania (45)
le sería difícil acudir al lugar; si tomamos en cuenta que la guerra ya estaba
declarada, es posible que Marx pensara también en esto para facilitarse la
tarea de hacer frente a Bakunin.
Jacques Duclos, quien no para de
cometer errores en el libro que hemos venido comentando, afirma que Bakunin no
asistió al Congreso de la Haya debido al
asunto Netchaev. Acabamos de indicar el motivo de su ausencia, las palabras
de Duclos no merecen ya comentarios.
Pero el pretexto del Consejo
General para no realizar aquí el Congreso era que éste era precisamente uno de
los lugares de influencia contraria y de polémica contra el Consejo General, y
que para evitar algún tipo de influencia, se evitarían estos lugares.
Se acepta por fin La Haya, como
lugar del Congreso.
Para esto, las secciones
italianas antiautoritarias ya habían roto con el Consejo General, en el
Congreso celebrado en Rímini el 4 de agosto de ese mismo año, la ruptura era
definitiva y proponen:
“A todas las secciones que no
comparten los principios autoritarios del Consejo General, que el día 2 de
septiembre envíen sus delegados, no a La Haya, sino a Neufchâtel, para
participar en el Congreso General Antiautoritario”.
Ante esto, y a pesar de que
Bakunin optaba por este medio, la Federación Jurasiana quiere aún salvar la
unidad de la AIT, por lo que se propone por no adoptar las medidas propuestas
de no enviar delegados a La Haya, sino que propone enviar dos delegados,
Guillaume y Schwitzguebel, que llevarían a nombre de la Federación Jurasiana un
mandato categórico: Si el Congreso no reconoce la autonomía de las federaciones
y la eliminación del Consejo General, los delegados de las Federaciones
Jurasianas deberán retirarse del Congreso.
Netchaev había enviado hacia un
tiempo ya, y sin saberlo Bakunin, una carta dirigida al estudiante Luibavin
exigiéndole que dejara libre a Bakunin de traducir el libro de Marx, El Capital.
Me ocuparé en otro texto sobre la
vida de Bakunin, su relación con Netchaev, etc.; pero por ese entonces la
extrema pobreza de este honorable hombre, que dejó su vida en pos de la
libertad, le obligó a trabajar paradójicamente traduciendo una obra de quien
era su peor enemigo en la AIT, Carlos Marx.
Para preparar el terreno contra
los anarquistas, el Consejo General pone en la orden del día la revisión de los
estatutos generales de la AIT, con el fin de ampliar aún más los poderes del Consejo,
y también, encontrando un ángulo de ataque, se deciden por la relación de Bakunin
con Netchaev y la traducción del libro de Marx, El Capital, pero argumentando que Bakunin había realizado una
estafa al no regresar el dinero (46) que le habían anticipado por tal trabajo.
Bakunin escribiría a Luibavin diciendo que él no tenía ninguna autoría en la
carta que se había enviado respecto a la traducción de El Capital; cosa que, como ya dije, Bakunin no se enteró sino hasta
después del envió de dicha carta.
Bakunin advierte que Netchaev es
una persona muy peligrosa según sus
propias palabras. Y advierte a sus compañeros sobre él, Netchaev al ver esto
envía una carta de ruptura definitiva a Bakunin y Ogarev. Para julio de 1870 el
caso Netchaev ya está resuelto.
Pero no para Marx, quien vio que
aún podría sacarle jugo a esto.
Si los antiautoritarios habían
optado por asistir al Congreso con la misión de que se reconociera la autonomía
de las federaciones y la eliminación del Consejo General, Marx optaría por
enlodarse aún más; Lopatin había informado a Marx sobre Bakunin y el ‘Affaire’
Netchaev-Luibavin-Danielson. Escribe primero a este último, su corresponsal
ruso de San Petersburgo, que recibe la carta el 28 de Mayo de 1872, pero
Danielson responde en carta del 4 de junio del mismo año sin dar términos
claros sobre Bakunin.
También escribiría a Baranov,
quien responderá el 22 de junio y le hablaría sobre la “estafa de Bakunin”; al
obtener esta respuesta, escribe precipitadamente a Danielson el 15 de agosto de
ese mismo año. Veamos en qué términos:
Le escribo hoy precipitadamente
con un objeto especial de carácter muy
urgente.
B[akunin] ha estado trabajando
secretamente desde hace años para socavar a la Internacional, y ahora se ha
visto tan acosado que ha tenido que quitarse la careta y separarse abiertamente
(47) de nosotros, junto con los imbéciles que le siguen. Se trata del mismo
hombre que manejó el “affaire” Netchaev. Pues bien, el tal B[akunin] se había
encargado hace tiempo de la traducción rusa de mi libro; recibió una cantidad
como anticipo, pero en vez de entregar su trabajo, envió o hizo enviar a un tal
Llubavin (creo que se llama así), que había negociado con él en nombre del
editor, una carta infamante y comprometedora. Me sería sumamente útil recibir
inmediatamente esta carta. Como se trata de un asunto puramente comercial (48)
y como en el uso que se va a hacer de la carta no se citará nombre alguno,
espero que me la podréis hacer llegar. Pero no hay tiempo que perder. Si voy a
recibir la carta, conviene que sea inmediatamente, pues a finales de mes
marcharé a Londres camino de La Haya, para asistir el Congreso.
Sincerely yours, A. Williams (49).
Danielson informa a Luibavin que
ha respondido la carta de Marx, pero en la respuesta el mismo Luibavin dice a
Marx que: De todos modos tengo que
advertirle que las pruebas que tengo contra el no son tan evidentes como usted
cree.
De esta manera Marx tenía la
carta del “Bureau” la carta de Netchaev a Luibavin estaba firmada por el que
escribió la carta de intimidación a Luibavin en ruso; la opinión de este último
ya no importaba.
Engels también escribiría del 4
al 6 de agosto una circular: El Consejo
general a todos los miembros de AIT, en donde se acusaba al Consejo Federal
Español de:
“Haberse convertido en el órgano
de una sociedad extraña, incluso hostil a la Internacional. En lugar de cumplir
los estatutos generales y el reglamento, así como las resoluciones de los
Congresos internacionales y nacionales (50), el Consejo se somete a las ordenes
secretas procedentes de Bakunin (…) en consecuencia, el Consejo general pide al
Congreso de la Haya que excluya a los aliancistas de la Internacional y que
devuelva al citado Consejo los poderes necesarios para impedir, en el futuro,
toda conspiración de este tipo. Firmado: el Consejo general.”
A finales de agosto redactaría
también otro texto, llamado Informe sobre
la Alianza de la democracia socialista presentado al Congreso de la Haya en
nombre del Consejo general.
Como se puede uno dar cuenta por
el nombre, es otro texto que pretende sacar a la luz a la Alianza, el cual
termina de la siguiente manera:
“Considerando:
1.- Que la Alianza (cuyo órgano
principal es el Comité Central de la federación del Jura), fundada y dirigida
por M. Bakunin, constituye una sociedad enemiga de la Internacional, dado que
pretende dominarla y desorganizarla;
2.- Que, en consecuencia, la
Internacional y la Alianza son incompatibles; el Congreso decide:
1.- M. Bakunin y los actuales
miembros de Alianza de la democracia socialista son expulsados de la Asociación
Internacional de los Trabajadores. Sólo podrán reintegrarse a ella si repudian
toda relación con esta organización secreta;
2.- La Federación del Jura, como
tal, es excluida de la Internacional.”
La Federación italiana ya había
roto lazos con el Consejo general, por lo que no había ya que ocuparse de ella;
así pues, había ya dos armas contra los anarquistas: la expulsión de Bakunin
por el caso del ‘Affaire’ Netchaev, y la existencia de la Alianza dentro de la
AIT.
Sin embargo, para que estas
resoluciones fueran aprobadas en el Congreso de La Haya, se precisaba una
manera de obtener la mayoría en éste, esto se consiguió de dos maneras:
Una era con la resolución de
realizar el Congreso en La Haya, a los miembros del Consejo general alemanes y
a sus compinches de Alemania, les bastaba con sólo cruzar la frontera; para los
miembros antiautoritarios, ir al congreso suponía una cantidad importante de
dinero para pagarse el viaje.
La otra era: la creación de
secciones fantasmas afiliadas supuestamente a la internacional o que cedieran
su delegación, y de las que Marx, Engels, y demás miembros intrigantes del
Consejo General seria sus delegados. Además Marx había invitado a los miembros
blanquistas dándoles quizá alguna esperanza de poder manejar la AIT. Cuando
termina el Congreso no sólo los blanquistas no habían conseguido nada, sino que
habían sido objeto de las maniobras de Marx.
Cada miembro asistente al
Congreso tenía derecho a un solo voto, tanto si representaba a una federación o
sección, así como también si representaba a una o más secciones.
Esto explica que Marx escriba a
Sorge, que por ese entonces estaba en Nueva York:
“Es absolutamente indispensable
que nos solucionéis una papeleta. En este Congreso la Internacional se juega su
existencia. Es preciso que vengáis, al menos tú y uno más. Las secciones que no
piensan enviar delegados, podrían ceder su delegación:
Los alemanes a Fr. Engels,
Lochrier, Karl Pfander, Lessner, y yo mismo.
Los franceses a G. Ranvier, Auguste
Serraillier, Le Moussu, Ed. Vaillant, Fr. Cournet, Ant. Arnaud.
Los irlandeses a MacDonnell, que
se porta muy bien, o, si lo prefieren, a uno de los franceses o alemanes arriba
citados” (51)
Y a Kugelman:
“Querido Kugelmann,
En el Congreso Internacional (La
Haya, apertura el 2 septiembre), la Internacional se juega la existencia y,
antes de retirarme, quiero protegerla de elementos disolventes. Alemania debe
tener tantos representantes como sea posible. Ya que tú vas a venir, escribe a
Hepner y dile que procure conseguir una delegación.
Tuyo, K. Marx. (52)
Por aquel entonces, uno de los
instrumentos de Marx era Lafargue, que se encontraba en España, precisamente
con la misión de combatir la influencia de los Aliancistas, éste escribiría a
Engels:
Tengo aquí una carta del papá
B[akunin], que todavía no he leído, y en la que ataca al
C[onsejo] G[eneral]. Haré todo lo posible para enviársela a Londres; Mora
también tiene una carta de B[akuninl, pero no sé si querrá enviársela. Está
hecho un pájaro.
Portugal (los Internacionalistas
portugueses) no podrá enviar un delegado; pero les he aconsejado que envíen su
aprobación del plan de organización publicado en La Emancipación, así como una petición de disolución de la
Al[ianza], exigiendo la expulsión de todos sus miembros, pero con la facultad
de readmitirlos en la In[ternacional] si rechazan públicamente a la Al[ianza] y
prometen no volver a formar parte de una sociedad secreta. Es la misma
propuesta que va a hacer La Emancipación.
Estoy pensando en meterles otra idea en la cabeza, la de que le envíen a usted
los poderes para que les represente en el Congreso, creo que sería más
preferible que figurase usted como delegado de Port[ugal] que como miembro del
Consejo. (53)
Téngase en cuenta que al ser
Marx, Engels y demás miembros del Consejo General, teóricamente no era posible
que pudieran tomar representación por ninguna delegación en cuanto al tema de
la Alianza; puesto que el Consejo General estaba para ser imparcial ante un
tema así.
Pero en esta ocasión, los
miembros del Consejo General pasarían a ser jueces, parte acusadora… ¡y encima
formar parte en las votaciones a favor o en contra de la Alianza!
En este escenario, con tanta
marrullería, patrañas, engaños, mentiras, el Consejo General se presenta en La
Haya. Dejemos la pluma al propio Guillaume, para ver de qué manera estaba
compuesta la “mayoría marxista” y la “minoría anarquista”:
“La mayoría marxista estaba
compuesta del siguiente modo:
Dieciséis miembros del Consejo
general: uno de ellos, Dupont, no tenía otra delegación que su calidad de
miembro de dicho Consejo; cuatro, Le Moussu, Lessner, MacDonnell y Wroblewski,
representaban las secciones francesa, alemana, irlandesa y polaca constituidas
en Londres (MacDonnell tenía también
una delegación de Dublín); dos, Arnaud y Cournet, tenían delegaciones
imaginarias de Carouge y Copenhague; tres, Engels, Maltman Barry y Marx,
ostentaban el título de tres delegaciones americanas conseguidas por Sorge,(4)
y Marx y Engels, además, detentaban la delegación de secciones alemanas
inexistentes; finalmente, seis de ellos, Frankel, Johannard, Longuet, Ranvier,
Serraillier Vaillant, tenían en su poder delegaciones francesas invisibles (Vaillant
tenía además una delegación americana y la de La Chaux-deFonds, a la que había
renunciado); Seis delegados --cinco de los cuales se ocultaban bajo pseudónimos-,
que, al igual que los seis miembros del Consejo general nombrados en último
lugar, eran portadores de delegaciones supuestamente procedentes de secciones
francesas, sin que fuese posible comprobar su veracidad: Dupont (Faillet),
Lucain (?), Swarin (de Entraygues), Vichard, Walter (Van Heddeghem), Wilmot
(?).
Nueve delegados procedentes de Alemania
y que, según los términos de la decisión del Congreso de Basilea, no tenían
derecho a voto: Bernhard, Becker, Cuno, Dietzgen, Hepner, Kugelmann, Milke,
Rittinghausen, Scheu y Schumacher.
Tres delegados con delegaciones
suizas: J. P. Becker, Duval y Friedlander (este último residente en Berlín).
Dos delegados procedentes de
Estados Unidos: Dereure y Sorge.
Un bohemio, Heim; un danés, Phil;
un húngaro, Farkas; y el señor Paul Lafargue;
Total, cuarenta hombres.
Este resultado era bastante pobre
teniendo en cuenta los inauditos esfuerzos hechos por Marx y Engels para
conseguir votantes. ¡Cuarenta hombres, dieciséis de los cuales eran miembros
del Consejo general! Si restamos a estos dieciséis, que eran a la vez jueces y
parte interesada, a los seis franceses, cuya delegación era discutible; y a los
nueve alemanes, que no deberían haber votado, ¿qué queda? Tres suizos (dos de
los cuales eran alemanes y el tercero, Duval, francés); dos americanos (uno de
los cuales era alemán y el otro parisiense), el bohemio, el danés, el húngaro y
el señor Lafargue, Pablo Farga, el “español
postizo” (que decía representar a Madrid y a Lisboa); ¡en total, nueve!
Veamos ahora, cuál era, en
cambio, la composición de la “minoría”:
Cuatro delegados nombrados en
escrutinio por todas las secciones de la Federación española y portadores de un
mandato imperativo: Alerini, Farga-Pellicer, Marselau y Morago.
Dos jurasianos, nombrados por el
Congreso de la Federación Jurasiana y portadores, igualmente, de un mandato
imperativo: James Guillaume y Adhemar Schwitzguebel;
Siete belgas, representando a
diversas secciones y federaciones: Brismée, Coemen (flamenco), Eberhard, Fluse,
Herman, Splingard, Van den Abeele (flamenco).
Cuatro holandeses, representando
al Consejo federal holandés y diversas secciones: Dave, Gerhard, Gilkens, Van
der Hout.
Cinco delegados de las secciones
inglesas: Eccarius, John Hales, Harcourt (de Melbourne, Australia),
Mottershead, Roach.
Un francés, en representación de
la sección francesa de Bruselas: Cyrille.
Un americano, Sauva, en
representación de las secciones 29 Y 42 de los Estados Unidos.
Además de esos veinticuatro
delegados, habría que incluir también a Sexton, miembro del Consejo general,
que votó con la minoría, pero que, como Dupont, no tenía otra delegación que su
calidad de miembro de este Consejo. (La minoría contaba con cinco miembros en
el Consejo general: Eccarius, Hales, Mottershead, Roach y Sexton. Al votar en
contra y no a favor del Consejo su calidad de miembros del Consejo general, su
presencia en las filas de la oposición era mucho más significativa.)
Esto sin contar a West y a
Joukovskí, ya que uno fue rechazado y el otro suspendido a perpetuidad.
Si hubiésemos querido ser los más
fuertes numéricamente, hubiera sido fácil hacer que Bélgica y Holanda enviasen
unos cuantos delegados más; y también habríamos podido conseguir delegaciones
de determinadas secciones francesas y distribuirlas entre algunos franceses que
simpatizan con nuestras ideas y que podrían haber asistido al Congreso de La
Haya. La Federación italiana había nombrado siete delegados que se presentaron
en Suiza para tomar parte, el 15 de setiembre, en el Congreso Internacional de
Saint-Imier: si Italia hubiese renunciado a abstenerse, abstención que nos
parece un error, y hubiese enviado sus delegados a La Haya, la minoría,
reforzada con los delegados belgas, holandeses y franceses que hubiésemos
podido conseguir, se habría transformado en mayoría. Pero no nos gusta emplear
ciertos métodos: la minoría no tenía por qué tratar de engrosar numéricamente
sus delegaciones para demostrar la legitimidad de sus reivindicaciones. Aunque
los votos con que contaba la "minoría" fuesen más o menos, lo cierto
es que sólo ella representaba a las federaciones regularmente constituidas, las
Federaciones vivas, la verdadera Internacional; y el Congreso de La Haya,
preparado para aplastar la opinión de dichas Federaciones, no podía ser, y no
fue efectivamente, más que un atentado contra la Internacional”.
Hasta el miércoles al mediodía se
consume en verificar la autenticidad de las delegaciones, siendo que las de
Suava y las de los cuatro españoles fueron muy discutidas antes de que fuesen
aceptadas. Las delegaciones de Lafargue, de Vaillant, y la de Barry, las
aprobarían fácilmente por la composición de la mayoría.
Ante esto, los españoles proponen
que los votos sean evaluados proporcionalmente al número de internacionales
representados por cada delegado; los belgas y los jurasianos propondrían que se
diera un voto por cada federación representada. Pero ante la negativa de
adoptar cualquiera de las dos opciones, los delegados españoles, belgas y
jurasianos deciden abstenerse en todo lo que durase el Congreso, como medida de
protesta.
El siguiente orden del día es el
de las atribuciones del Consejo General; los españoles y jurasianos llevan el
encargo de que este sea suprimido, pero los belgas están a favor de que se
mantenga, siempre y cuando sea como lo indican los estatutos: como simple
oficina de correspondencia.
El 6 de septiembre, con 36 votos
a favor, 6 en contra y 16 abstenciones (54) se aprueba la extensión de poderes
del Consejo General, así como también se adoptaría la resolución IX de la
Conferencia de Londres, referente a la “necesidad del proletariado de
constituirse en partido político”.
Ya hemos visto como se presentó
numéricamente hablando el Consejo General, y las maneras en que consiguieron
esta minoría ficticia.
Así, el marxismo obtiene por
primera vez un predominio groseramente amañado en un Congreso de la
Internacional.
El día 5 de septiembre de ese
mismo año, se forma una comisión encargada de estudiar la existencia o no de la
Alianza en el seno de la A.I.T., y que debía presentar sus resultados para el
día 7 de se mismo mes. Marx y Engels se presentan ante la comisión con sus
informes y documentos acusadores. Marx trata de convencer a la comisión de que
Bakunin es un estafador (por no haber traducido su obra al ruso), para ello
posee una carta en su poder que según él lo demuestra claramente, sin embargo,
dicha carta no es leída ni en la comisión ni en la asamblea general.
La carta de Luibavin a Marx decía
esto acerca de la participación de Bakunin en dicha carta:
“Para concluir, me gustaría decir
lo que pienso de la carta del Boreau que recibí en 1870. En aquella época, la
participación de B[akunin] en la redacción de dicha carta, me parecía evidente.
Ahora debo decir que, pensando las cosas con calma, la participación de
B[akunin] no me parece fuera de toda duda; la letra habría podido ser escrita
por N[etchaev] sin que B[akunin] estuviese al corriente.”
El sábado 7 de septiembre a las
10 de la noche se abre el tema sobre la Alianza, para lo que antes Alerini pide
que se cambie la forma de votar, a lo que el presidente contesta que los inútiles discursos de sus amigos han
hecho perder mucho tiempo.
Cuando se realiza la lectura del
informe de la comisión, se dice: La existencia de la Alianza ha sido
demostrada.
Pero hay algo aún más curioso en
todo esto, veamos cual es el asunto: Bakunin había tenido una muy fuerte
influencia de parte de la francmasonería, y había realizado algunos proyectos
de sociedades secretas entre los años 1869 a 1872, que según el informe
encargado de analizar la Cuestión de la
Alianza, tenían pruebas de la existencia de la Alianza desde el año 1868,
lo que no corresponde a la realidad en absoluto; puesto que los proyectos que
cayeron en manos de Marx por medio de traidores (recordaremos aquí a Mora)
databan de 1869, y que fueron proyectos que no pasaron de ser eso: proyectos,
pero que nunca se pusieron en acción sino hasta 1872. Tan sólo recordemos que
Fanelli lleva el proyecto de la Alianza (que confundirá con el programa de la
Internacional) en el mes de noviembre (el 24 de noviembre de 1868, más
precisamente). Al ser llevado este proyecto a España, casi a principios de
diciembre, pone de manifiesto que no sería sino hasta después de 1868 (1871-72,
más claramente) cuando la Alianza es puesta en acción de manera eficaz. (55) el
informe de Marx, Engels, Outin, etc., no son más que mentiras, calumnias que
demuestran que a estos señores no les era nada difícil echarse en brazos de la
mentira y la calumnia. Y el informe por ellos presentado, no es más que una maquinación brusca de mentiras y alucinaciones.
Alerini se molesta porque se está
condenando a personas que no están presentes (sobre todo por Bakunin) y porque
las pruebas que supuestamente demuestran algo, no son más que afirmaciones, no
pruebas factibles. El mismo les dice:
“Ni siquiera se apoya esta
condena con una serie de considerandos. Sólo tenéis pruebas morales. He
pertenecido a la Alianza. Ella ha sido la que ha construido la Internacional
española. Dejó de existir cuando unos traidores la denunciaron cobardemente. No
tenéis derecho a impedirme que forme parte de una sociedad secreta. Si lo
hacéis, diré que esto es una camarilla, una iglesia, un tribunal inquisitorial.
Seguiré al servicio de la Revolución Social formando parte de las sociedades
secretas que me dé la gana.”
Splingard pide que el acusador
que propone la exclusión suministre ciertas informaciones: Si se persigue a la Alianza como sociedad secreta, que diga cómo han
sido conseguidas las pruebas, ¿por medio de traidores? Su petición es
inaceptable, Marx sólo aporta sus afirmaciones. Es preciso probar que la
Alianza existe y que los ciudadanos a los que se quiere expulsar forman parte
de ella. La Alianza es anterior a la Internacional. Es preciso demostrar su
existencia actual: ya no existe. Es un fantasma al que no conocéis, al que sólo
podéis conocer por medio de traidores. Deploro que pretendáis castigar a un
hombre como Bakunin, que se ha consagrado a la Revolución.
Guillaume también alzará la
palabra, dice que Splingard ha expuesto su punto de vista, su argumentación es
indestructible: Nos hacéis un proceso
tendencioso. Hemos discutido públicamente los dos [puntos] que nos dividían, Se me ha concedido
cortésmente la palabra, mis amigos no han sido escuchados -ayer tuve que
hablar sin haberlos oído-. Se ha
pretendido que las opiniones de la minoría fuesen expuestas por un ciudadano
que el sábado iba a ser expulsado. Se han querido condenar nuestras doctrinas
federalistas. Se incluyen en este informe cierto número de honrados ciudadanos
y junto a ellos el secretario de un comisario de policía a quien nadie conoce.
No quisiera herir a la Comisión, pero su condena recuerda la de la Comuna de
París conducida al cadalso rodeada de ladrones.
Schwitzguebel que ya se veía
condenado de antemano se levanta y dice que Johannard y Cuno han pretendido
mancillar nuestra moralidad. Mi conducta
es pura, y aunque me expulséis, seguiré fiel a la causa de la Internacional. Me
voy con la conciencia tranquila. Si nos condenáis, los obreros os condenarán a
vosotros, aunque digáis que no los representamos.
Vichard remite a Springard las
acusaciones dirigidas a la Comisión por Guillaume. Walter ha dicho que se
retiraba de la Comisión porque tenía que marcharse: La condena propuesta no es gratuita. Hay varios matices en la Alianza.
Alerini: Pruébelo.
Splingard dice que la redacción
del informe de la mayoría es lo que suscita su protesta: Este informe contiene una acusación de estafa contra Bakunin. Esta es
la explicación de Jukowskí: Bakunin ha recibido 1200 (56) y sólo ha enviado dos o tres páginas del
trabajo- (se le previno que no perdiera el tiempo) Bakunin (Debía) debe
dinero-, eso es todo.
Marx responde que no quería
comunicar la carta por una deuda. Pero cuando se utiliza una sociedad secreta
para amenazar en su nombre por asuntos personales, no se tiene derecho a
consideración alguna.
Conclusión: expulsión de la Internacional
de Bakunin, Guillaume, Malón, Louis Marchand y Bousquet. Los cuatro delegados
españoles prometen no mantener más relaciones con la Alianza por lo que se les
deja fuera de causa; lo mismo con Joukowski.
Expulsión de Bakunin:
Sí Becker Cuno Dereure Dupont Duva Engels Farkas Frankel Heim Hepner Johannard Kugelmann Lafargue Le Moussu |
Si Longuet Lucían Mac Donnell Marx Phil Serraillier Sorge Swarm Vichard Walter Wroblewski Wilmart Dumont |
Abstenciones Alerini Guillaume Morago Marselau Sauva Splingard Schwitzguebel
|
No Brismée Cuno Dave(Dercure) Fluse Hermann Van
den Abeele |
Expulsión de Guillaume:
Si Becker Frankel Hepner |
Abstenciones Lucain Walter |
Abstenciones Alerini |
No Brismée Cyrille Dave Fluse Hermann Coenen Suava Splingard Van Den
Abeele |
A pesar de esto, Guillaume se
declara miembro de la Internacional.
Lafargue pide su expulsión, pero
admite que su declaración es la de un hombre honrado.
Expulsión de Schwitzguebel:
Si Becker Cuno Dumont Engels Farkas Hepner Marx Kugelmann Le Moussu |
Abstenciones Alerini |
No Brismée |
Después de estas expulsiones,
Engels propone que ya no se expulse a nadie, cree que el ejemplo ha sido dado,
y que no hacen falta más expulsiones.
De todos modos las protestas
contra las resoluciones tomadas en torno a la cuestión de la Alianza siguen:
Alerini sigue afirmando que la comisión sólo tiene pruebas morales, no
materiales. El ha sido miembro de la Alianza y está orgulloso de ello, ya que
la Alianza ha creado, difundido y consolidado la AIT en España hasta el punto
de que actualmente existen en aquel país ochenta y cuatro federaciones: “os
portáis como un tribunal inquisidor. Exigimos una investigación pública”
Splingard exige más detalles
sobre la acusación que pesa sobre la Alianza, y también saber en qué manera
fueron conseguidas esas supuestas pruebas, pues
sólo ha podido hacerlo de forma deshonesta. Engels ha aportado pruebas, pero
Marx se ha contentado con hacer unas cuantas afirmaciones. Si Bakunin no ha
cumplido su promesa de traducir la obra de Marx lo ha hecho porque le
aconsejaron actuar en este sentido. La Alianza existía en Ginebra y en España
antes que la AIT: En Ginebra, vosotros mismos la habéis reconocido. Probad,
pues, que todavía existe, pero no lo hagáis con estatutos, cartas y cosas
parecidas, sino con las actas e informes de sus sesiones.
Las sesiones han llevado al
Congreso hasta las 12 de la noche, Van Den Abelee dice al presidente que ya es
preciso abandonar la sala, por lo que se decide que ya sólo serán escuchadas
las opiniones de Guillaume, y de Schwitzguebel. Y el primero de ellos dice:
“La única postura correcta es la
de Splingard. Todo esto no es más que un proceso político y se quiere hacer
callar a la minoría, es decir, a la que de hecho es la mayoría [¡sic!]. En el transcurso de las
discusiones de los últimos días, mi nombre ha estado siempre a la cabeza de las
listas de oradores y se me ha dejado hablar en primer lugar para probar, con mi
eliminación del sábado, que aquí se condena el principio federalista. [Gritos
en la sala: --- ¡No!, ¡No!-]”
Por su parte Schwitzguebel dice
que su condena estaba preparada de antemano, y que seguirá luchando por la
causa obrera y que seguirá perteneciendo a la AIT aunque haya sido expulsado.
Dave se levanta y dice que la
supuesta “minoría” se ha reunido y estudiado el modo de actuar de la también
supuesta “mayoría” y que los que han participado en dichas reuniones han
redactado lo siguiente:
“Los abajo firmantes, miembros de
la minoría en el Congreso de La Haya, partidarios de la autonomía y de la
federación de grupos trabajadores, tomamos nota del voto decisivo que nos
parece opuesto a los principios admitidos por los países a los que hemos
representado en el último Congreso. Deseando, de todos modos, evitar una
escisión en el seno de la AIT, hacemos las siguientes declaraciones, que sometemos
a la aprobación de las secciones que nos han delegado:
”1°. Continuaremos manteniendo
relaciones administrativas con el Consejo general, para el pago de las
cotizaciones, la correspondencia y las estadísticas del trabajo.
”2°. Las federaciones que representamos
intercambiarán regular y directamente sus informes entre sí y con las demás
ramas de la Internacional regularmente establecidas.
”3°. Si el Consejo general quiere
entrometerse en los asuntos internos de una federación, representada por las
federaciones, los abajo firmantes se comprometen solidariamente a mantener su
autonomía, salvo en aquellos casos en que estas federaciones sigan un camino
opuesto a los estatutos generales de la AIT adoptados en el Congreso de
Ginebra.
”4°. Invitamos a todas las
federaciones y secciones a prepararse, desde ahora, y hasta el próximo
Congreso, al triunfo de los principios de la autonomía federativa como
fundamento de la organización de los trabajadores en el seno de la
Internacional.
”5°. Repudiamos firmemente toda
relación con el supuesto Consejo federalista universal, de Londres, o con
cualquier organización análoga, extraña a la Internacional.
La
Haya, a 7 de setiembre de 1872
P, Fluse, .delegado de la
Federación del Valle de la Vesdre.
Thomas González Morago, delegado
de la Federación española.
Alerini, delegado de España.
Adhemar Schwitzguebel, delegado
de la Federación Jurasiana.
James Guillaume, delegado de la
Federación Jurasiana.
H. van den Abeele, delegado de la
sección de Gante, Bélgica.
Ph. Coenen, delegado de Anvers.
N. Eberhard, delegado de
Bruselas.
H. Gerbard, delegado del Consejo
federal holandés.
D. Brismée, delegado de la
sección de Bruselas.
J. S. van der Hout, delegado de
la sección de Ámsterdam.
Víctor Dave delegado de La Haya.
(Declaración de Cyrille tachada).
N. Alonso Marselau, delegado del
Consejo federal español.
R. Farga Pellicer, delegado del
Consejo federal español.
A, Sauva, delegado de las
secciones 29 Y 42 de América del Norte.
Roch, Splingard, delegado de
Bélgica.
Herman, delegado de Bélgica.”
Ante esta mayoría ficticia y marrullerías
de los autoritarios en el seno de la Internacional, en su quinto Congreso y con
la ausencia de las delegaciones más importantes numéricamente hablando, el
Congreso, ya en manos de los autoritarios resuelve modificar el segundo y sexto
de los artículos del Título II del Reglamento:
2°) El Consejo General está
obligado a cumplir las resoluciones de los Congresos y a vigilar que en cada
país se apliquen estrictamente los principios, los estatutos y reglamentos de
la Internacional.
6°) El Consejo General tiene
igualmente el derecho de suspender ramas, secciones, Consejos o comités
federales y federaciones de la Internacional hasta el próximo Congreso.
Observemos una cosa: si en el Congreso
de Basilea el Consejo General se abroga el derecho de suspender secciones, en el quinto Congreso de La
Haya, ya obtiene el derecho no sólo de suspender secciones, sino también federaciones enteras.
Todo esto evidentemente otorga
poderío al Consejo General. Un poderío que en un corto tiempo terminaría por
partir literalmente a la Internacional en dos. Por fortuna la gran mayoría se
iría con los antiautoritarios, y la internacional continuaría con vida. Pero
sigamos con el relato del Congreso de La Haya.
Cerca de las 12:30am el
presidente del Congreso declara haberse quedado sin voz (he perdido la voz, pero no la fe) y declara clausurado el congreso
de la AIT con el grito: “¡Viva el trabajo!”
Terminado el Congreso, quedaban
consagradas las aspiraciones de Marx y Engels, aspiraciones que apuntaban a que
el proletariado se constituyera cada uno en su país, en partido político, y les
señalaba que, como primer deber, la clase obrera debía obtener el poder
gubernamental:
“La lucha contra el poder
colectivo de las clases poseedoras, el proletariado no puede obrar como clase,
sino constituyéndose él mismo en partido político distinto, opuesto a todos los
antiguos partidos políticos formados por las clases poseedoras.
Esta constitución del
proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de
la revolución social y de su objeto supremo, la abolición de las clases. (57)
La coalición de las fuerzas
obreras, ya obtenida por las luchas económicas, debe servir también de palanca
en manos de esta clase en la lucha contra el poder político de los
explotadores. Sirviéndose siempre los señores de la tierra y del capital de sus
privilegios políticos para defender y perpetuar el trabajo, la conquista del
poder político viene a ser el gran deber del proletariado”
De esta manera, después de ocho
años de “intenso trabajo”, Marx conseguía transformar a la Asociación
Internacional de los Trabajadores en una máquina de votaciones que tenía como
“suprema” búsqueda el poder político. Fueron Marx y Engels quienes impusieron a
la AIT la vía parlamentaria, así que no se nos venga ahora que todo ello son
“desviaciones” que se han hecho del pensamiento marxista; fueron ellos los
principales ejecutantes e impulsores de la socialdemocracia, que después sería
la creadora de los primeros gérmenes del fascismo en el siglo XX, así que no se
trate de excusar con sofismas aquello que en la práctica se demostró netamente
obra de Marx y Engels.
Estos “acuerdos” de “Conquista
del Poder Político”, eran todo lo contrario del espíritu de la fundación de la
Internacional en Londres el 28 de septiembre de 1864. Y era, al mismo tiempo,
en palabras de Víctor García (La
Internacional Obrera) asestar el tiro de gracia a tan admirable obra del
proletariado. Ante todo, lo que Marx quería era que la influencia creciente de
Bakunin no triunfara nunca, y es que todo apuntaba a que Bakunin conseguiría,
mediante su influencia, tomar el timón de la Internacional, para evitar esto
Marx prefirió hundir el barco en la Haya, antes que verse derrotado por
Bakunin. Cosa que, aun con todo y el intento de destrucción de la Intencional,
nunca logró quitarse de encima.
Sí, a raíz de esto Marx remata
con la separación de Bakunin, Guillaume y los bakuninistas, de la
Internacional. Pero también pretendía rematar con el fin de aquella promesa del
proletariado, que fue la Internacional. Con el “logro” de que el Congreso General
fuera trasladado hasta el otro lado del océano, en Nueva York, obtenido
mediante el voto de 30 votos a favor, 14 en contra y 12 abstenciones, Marx
consiguió alejar la Internacional de la influencia Bakuninista, esto
significaba para Marx una victoria momentánea sobre Bakunin… pero al precio de
destruir la Internacional. ¡Qué caro habrían de pagar los trabajadores los
berrinches de Marx!
G. D. H. Cole, a pesar de su
simpatía por los marxistas, señala que:
“… puede advertirse que el gran
debate entre Marx y Bakunin en el Congreso de La Haya terminó, a pesar de las
decisiones tomadas en La Haya, mucho más a favor de Bakunin que de Marx” (58)
Y
Burton Hall, escribe en New Politics, en 1968 (59):
“… resulta sumamente incómodo
para un devoto socialista revisar los argumentos intercambiados entre Marx y
Bakunin y considerar que tal vez Bakunin tuvo la razón todo el tiempo…” (60).
A la par de esto, las maniobras de
Marx por destruir el bakuninismo sólo sirvieron para agrupar a todos los
antiautoritarios.
Engels aún creía en el triunfo de
su causa, y escribe a Sorge, quien había pasado a ser el secretario de la
Internacional que radica en Nueva York:
“Querido Sorge. Te voy a dar
trabajo. Adjunto la traducción de los dos artículos de La Federación, el diario de Alerini. Los belgas no son muy
temibles. Según cartas recientemente recibidas, ya están espantados de su
propia audacia y no saben cómo salir del apuro. Por el contrario, las
decisiones de los jurasianos que, tomadas por un Congreso general, declaran
abiertamente la rebelión, no pueden pasarse en silencio. Hemos escrito
inmediatamente a Ginebra para obtener el último Boletín jurasiano y te lo
enviaremos apenas llegue. Está muy bien que esos señores declaren abiertamente
la guerra, y nos dan motivo suficiente para ponerlos en la puerta [síe an die Luft zu setzen]. Una acción
pronta y enérgica contra esos Urkakeeler
[pendencieros] desde que tengas en tus manos los documentos probatorios, es,
según nuestro parecer, muy indicada y será suficiente probablemente para romper
el Sonderbrum amenazante” (61)
Pero Engels se equivocaba al
menospreciar a los belgas, pues en su Congreso de Bruselas, echarían también
abajo los acuerdos de La Haya.
A partir de aquí, ya no hay
remedio alguno: habían quedado definitivamente rotas las relaciones entre
marxistas y bakuninistas. Los suizos, en su boletín del 15 de julio de 1872
dicen así:
“La espada de Damocles que tanto
tiempo estuviera amenazándonos acaba, finalmente, de caer sobre nuestras
cabezas. No se trata propiamente de una espada, sino del arma habitual de Marx:
un montón de basura”
Inmediatamente terminado el Congreso de La Haya, la influencia antiautoritaria
de la Internacional se reúne con Bakunin y sus demás amigos rusos en
Saint-Imier, también con los italianos que previamente ya habían roto
relaciones con el Consejo General.
El 15 de septiembre se celebra en
aquel lugar el Congreso Jurasiano, y posteriormente el Congreso Antiautoritario
Internacional que se debía celebrar en Neuchâtel.
A este último Congreso asistirían
como delegados de la Federación Española: Alerini, Farga Pellicer, Marcelau y
Morago; por la Federación Italiana: Costa, Cafiero, Bakunin, Malatesta, Nabruzzi,
Fanelli; Pindy y Camet asistirían como delegados de varias secciones francesas;
Lefrancais como delegado de las secciones 3 y 22 de América; Guillaume y
Schwitzguebel delegados de la Federación Jurasiana.
Cuatro comisiones presentaron a
la asamblea cuatro resoluciones que fueron aprobadas por unanimidad. Ellas (las resoluciones) echan por los suelos
a los acuerdos tomados en el Congreso de La Haya, Congreso este, el de Haya, al
que no pudo asistir Bakunin debido al arresto que sobre él pesaba en Bélgica.
Es en este Congreso que, con auténtico espíritu bakuninista y más aún,
antimarxista, los asistentes al Congreso dicen en sus cuatro resoluciones que
reproduzco enteras a continuación:
“PRIMERA RESOLUCIÓN
Actitud de las Federaciones
reunidas en Congreso en Saint-Imier, ante las resoluciones del Congreso de La
Haya y del Consejo general.
Considerando que la autonomía y
la independencia de las federaciones y secciones obreras son la primera
condición para la emancipación de los trabajadores.
Que todo poder legislativo y
reglamentario acordado a los Congresos constituiría una negación flagrante de
esta autonomía y de esta libertad.
El Congreso rechaza en principio
el derecho legislativo de todos los Congresos, ya sean generales o regionales,
no reconociéndoles otra misión que la de permitir el encuentro de las
aspiraciones, necesidades e ideas del proletariado de las diferentes regiones o
países, con el fin de conseguir, en la medida de lo posible, su armonización y
su unificación; pero en ningún caso, la mayoría de un Congreso podrá imponer
sus decisiones a la minoría.
Considerando, por otra parte, que
la institución de un Consejo general en la Internacional está fatalmente y por
su propia naturaleza condenado a convertirse en una permanente violación de
esta libertad que debe ser la base fundamental de nuestra gran Asociación;
Considerando que las actas del
Consejo general de Londres que acaba de ser disuelto, durante los tres últimos
años, son la prueba viviente del vicio inherente a esta institución;
Que, para aumentar su poder, en
principio muy escaso, ha recurrido a toda clase de intrigas, engaños e infames
calumnias encaminadas a empañar el honor de quienes han osado combatirle;
Que, para conseguir el
cumplimiento definitivo de sus pretensiones, ha preparado desde hace tiempo el
Congreso de La Haya, cuya mayoría, artificialmente organizada, no ha tenido
otro fin que el evidente de hacer triunfar en el seno de la Internacional la
dominación de un partido autoritario, y que para alcanzar este objetivo, no ha
vacilado en pisotear la más elemental decencia y justicia;
Que un Congreso así no puede ser
la expresión del proletariado de los países que en él estaban representados;
El Congreso de los delegados de
las Federaciones española, italiana, jurasiana, americana y francesa, reunido
en Saint-Imier, declara rechazar absolutamente todas las resoluciones del
Congreso de La Haya, no reconociendo en modo alguno los poderes del nuevo
Consejo general nombrado en dicho Congreso; y, para salvaguardar a sus Federaciones
respectivas de las pretensiones hegemónicas de este Consejo general, así como
para salvaguardar y fortificar la unidad de la Internacional, los delegados han
sentado las bases de un proyecto de pacto de solidaridad entre estas
Federaciones.”
“SEGUNDA RESOLUCIÓN
Pacto de amistad, de solidaridad
y de defensa mutua entre las Federaciones libres.
Considerando que la gran unidad
de la Internacional se basa no en la organización artificial y siempre
perjudicial de un poder centralizador cualquiera, sino en la identidad real de
los intereses y de las aspiraciones del proletariado de todos los países, por
un lado, y por otro, en la federación espontánea y absolutamente libre de las
federaciones y de las secciones libres de todos los países.
Considerando que en el seno de la
Internacional hay una tendencia, claramente manifestada en el Congreso de la
Haya por el partido autoritario del comunismo alemán, a sustituir el libre
desarrollo y la organización espontánea del proletariado por su dominación y
por el poder de sus jefes.
Considerando que la mayoría del
Congreso de La Haya ha sacrificado cínicamente, a las pretensiones ambiciosas
de este partido y de sus jefes, todos los principios de la Internacional, y que
el nuevo Consejo general nombrado por ella, e investido de poderes todavía
mayores que los que había pretendido arrogarse por medio de la Conferencia de
Londres, amenaza con destruir esta unidad de la Internacional con sus atentados
contra la libertad.
Los delegados de las federaciones
y secciones españolas, italianas, jurasianas, francesas y americanas reunidos
en este Congreso, concluyen, en nombre de dichas Federaciones y Secciones, y
quedando pendiente su aceptación y confirmación definitiva, el pacto de
amistad, de solidaridad y de defensa mutua siguiente:
1° Las Federaciones y Secciones
españolas, italianas, francesas, jurasianas, americanas y todas aquellas que
quieran adherirse a este pacto, mantendrán entre sí una comunicación y una
correspondencia regular y directa absolutamente independiente de cualquier
forma de control gubernamental.
2° Cuando una de estas
Federaciones o Secciones se vea atacada en su libertad, ya sea por la mayoría
de un Congreso general, o por el gobierno o Consejo general creado por esta
mayoría, todas las demás Federaciones y Secciones se proclamarán absolutamente
solidarias con ella.
Proclamamos firmemente que la
conclusión de este pacto tiene por objetivo principal salvar esta gran unidad
de la Internacional que ha sido puesta en peligro por la ambición de un partido
autoritario.
“TERCERA RESOLUCIÓN
Naturaleza de la acción política
del proletariado.
Considerando:
Que la pretensión de imponer al
proletariado una línea de conducta o un programa político uniforme, como única
vía que puede conducirle a su emancipación social, es una pretensión tan
absurda como reaccionaria;
Que nadie tiene derecho a privar
a las federaciones y secciones autónomas del inalienable derecho de determinar
por sí mismas la línea de conducta política que crean más conveniente, y que
toda tentativa en este sentido nos llevaría fatalmente al más escandaloso
dogmatismo;
Que las aspiraciones del
proletariado no pueden tener otro objetivo que el establecimiento de una
organización y de una federación económicas absolutamente libres, basadas en el
trabajo y en la igualdad de todos, y absolutamente independientes de todo
gobierno político, y que esta organización y esta federación sólo pueden ser el
resultado de la acción espontánea del propio proletariado, de las corporaciones
y las comunas autónomas.
Considerando que toda
organización política no puede ser más que la organización de la dominación en
provecho de una clase y en detrimento de las masas, y que si el proletariado se
apoderase del poder se convertiría a su vez en una clase dominante y explotadora.
El Congreso reunido en
Saint-Imier declara:
1° Que el primer deber del
proletariado es la destrucción de toda forma de poder político.
2° Que la organización de un
poder político supuestamente provisional y revolucionario para proceder a esta
destrucción sólo sería un nuevo engaño tan peligroso para el proletariado como
todos los gobiernos que han existido hasta hoy.
3° Que, rechazando todo
compromiso para llegar al cumplimiento de la Revolución Social, los proletarios
de todos los países deben establecer, al margen de toda política burguesa, la
solidaridad de la acción revolucionaria.
“CUARTA RESOLUCIÓN
Organización de la resistencia
del trabajo. Estadística.
La libertad y el trabajo son la
base de la moral, de la fuerza, de la vida y de la riqueza del porvenir. Pero
el trabajo, si no está libremente organizado, deviene opresivo e improductivo
para el trabajador; por ello, la organización del trabajo es la condición
indispensable de la verdadera y completa emancipación del trabajador.
No obstante, el trabajo no puede
ejercerse libremente sin la posesión de las materias primas y de la totalidad
del capital social, y no puede organizarse si el obrero, emancipándose de la
tiranía política y económica, no conquista el derecho a desarrollar
completamente todas sus facultades. Todo Estado, es decir, todo gobierno y toda
administración de las masas populares, de arriba abajo, al basarse
necesariamente en la burocracia, en los ejércitos, en el espionaje, en el
clero, no podrá establecer jamás la sociedad organizada sobre el trabajo y
sobre la justicia, ya que por la propia naturaleza de su organismo está
fatalmente condenado a oprimir y a negar tanto el trabajo como la justicia.
Creemos que el obrero no podrá
emanciparse nunca de su secular opresión si no sustituye este cuerpo absorbente
y desmoralizador por la libre federación de todos los grupos productores basada
en la solidaridad y en la igualdad.
En efecto, en varios lugares se
ha intentado organizar el trabajo para mejorar la condición del proletariado,
pero la menor mejora ha sido absorbida por la clase privilegiada que
continuamente trata, sin freno ni limitación, de explotar a la clase obrera. De
todos modos, las ventajas que comporta esta organización son tan grandes que ni
siquiera en el actual estado de cosas debemos renunciar a ella. Produce la
creciente fraternización de los intereses del proletariado, le prepara para la
vida colectiva, para la lucha suprema. Además, cuando la organización libre y
espontánea del trabajo haya sustituido al organismo privilegiado y autoritario
del Estado político, será la garantía permanente del mantenimiento del
organismo económico contra el organismo político. Por consiguiente, dejando a
la práctica de la Revolución Social los detalles de la organización positiva,
debemos organizar y solidarizar la resistencia a gran escala. La huelga es,
para nosotros, un inestimable medio para la lucha, pero no nos hacemos
ilusiones sobre sus resultados económicos. La aceptamos como un producto del
antagonismo entre el trabajo y el capital, cuya consecuencia necesaria es hacer
a los obreros cada vez más conscientes del abismo que existe entre la burguesía
y el proletariado, fortificar la organización de los trabajadores y preparar,
mediante simples luchas económicas, al proletariado para la grande y definitiva
lucha revolucionaria que destruirá todo privilegio y toda distinción de clase,
devolverá al obrero el derecho de disponer del producto íntegro de su trabajo,
y de este modo podrá desarrollar en la colectividad toda su fuerza intelectual,
material y moral.
La Comisión propone al Congreso
el nombramiento de una comisión que deberá presentar al próximo Congreso un
proyecto de organización universal de la resistencia, y cuadros completos de la
estadística del trabajo en los cuales esta lucha encontrará clarificación.
Recomienda a la organización española por considerar que actualmente es la más
capacitada.”
En último lugar, el Congreso votó
una resolución final, que se incluye a continuación:
“El Congreso propone el envío de
una copia de todas las resoluciones adoptadas y del Pacto de amistad, solidaridad y defensa mutua a todas las
federaciones obreras del mundo, así como un entendimiento con ellas acerca de
las cuestiones de interés general para todas las federaciones libres.
El Congreso invita a todas las
federaciones firmantes de este pacto de amistad, solidaridad y defensa mutua a
que convoquen inmediatamente con todas las federaciones y secciones que quieran
aceptar este pacto, un Congreso internacional, cuya naturaleza y fecha deberán
concertar, expresando su deseo de que no sea en un plazo superior a seis meses.
Una comisión procedente de la
Federación italiana se encargó de presentar al próximo Congreso un proyecto de
organización universal de la resistencia y un plan general de estadística.
Finalmente, el camarada Adhemar
Schwitzguebel, secretario del Comité federal jurasiano, recibió la misión de
firmar todas las actas del Congreso y de enviar una copia de las mismas a las
distintas federaciones”
Una vez concluido el orden del día,
el Congreso internacional se cerró al grito de ¡Viva la Revolución social!
Así es como nace una nueva Internacional,
antiautoritaria, federalista y anarquista.
Se observa en su redacción muchas expresiones --dice Guillaume
acerca de las resoluciones-- donde se
reconoce la mano de Bakunin.
Así, de esta manera, en el sexto
Congreso de Internacional, se decidía mandar al diablo los planes de Marx.
Puede haber alguno que no esté de acuerdo en que éste haya sido el sexto Congreso
de la Internacional, ello se debe a que una buena parte de los historiadores
burgueses consideran aún a la Internacional el cadáver que Marx envió a Nueva
York, a pesar de que la enorme mayoría internacionalista permaneciera en
Europa, dándole continuidad a los congresos antiautoritarios.
Pero para no caer en un error
cronológico, vamos a considerar el orden de los Congresos conforme se conocen
comúnmente.
Afortunadamente, la Internacional
no había muerto, su esencia, su espíritu revolucionario, había sido salvado de
las garras de Marx por los Internacionalistas que desconocieron los acuerdos de
la Haya.
Esta Internacional,
revolucionaria y antiautoritaria, recibiría el día 8 de noviembre de 1872 un
ultimátum desde la supuesta Internacional, radicada en Nueva York. Ultimátum al
que no se doblegará, y esta Internacional, revolucionaria, y verdadera esencia
del proletariado revolucionario, levantaría ampliamente sus alas de libertad,
desembarazada del viejo lastre autoritario que le pretendía imponer la minoría
del Consejo General. Se encuentran nuevamente miembros internacionalistas los
días 25 y 26 de septiembre en Bruselas por parte de la Federación Belga, y
acuerda desconocer las decisiones de La Haya. La Federación Española, en su
segundo Congreso, que se lleva a cabo entre el 25 de diciembre de 1872 y el 2
de enero de 1873, deciden sumarse a las decisiones de Saint Imer, respecto al
rechazo de las decisiones de La Haya. Por su parte, la Federación Nacional
Inglesa, reunida en Congreso el día 23 de enero de 1873, acuerda lo siguiente:
“1° El Congreso de La Haya estaba
constituido de una manera irregular. Su mayoría era artificial. Por lo tanto la
Federación Nacional de Gran Bretaña declara sin valor las resoluciones de La
Haya como asimismo al susodicho Consejo General de Nueva York”
Las declaraciones de esta
Federación son de vital importancia, pues provienen de una Federación que
anteriormente había apoyado a Marx, o por lo menos le había permitido hablar en
su nombre.
La inmensa mayoría de la
Internacional, le daba la espalda a las decisiones tomadas en La Haya conseguidas
por una mayoría ficticia, como se verá a continuación:
“1. Por la Federación Jurasiana
en su Congreso de Saint Imier (15-16 de septiembre de 1872); 2. Por toda las
secciones francesas que pudieron, a pesar de la Ley Defaure, reunirse y
deliberar, entre otros, por un Congreso de 23 delegados de secciones francesas
(octubre de 1872); tres. Por la Federación italiana (carta de su Comisión de
correspondencia; diciembre de 1872), la cual desde el mes de agosto de 1872, en
su primer congreso de Rímini, había roto con el Consejo General; 4. Por la
Federación belga, en su Congreso de Bruselas (25-26 de diciembre de 1872); 5.
Por la Federación española, en su Congreso de Córdoba (25-30 de diciembre de
1872); 6. Por la Federación americana (resolución del Consejo Federal de Spring
Strett, Nueva York, 19 de enero de 1873); 7. Por la Federación inglesa en su
Congreso de Londres (26 de enero de 1873); 8. Por la Federación holandesa
(resultado del voto de las secciones comunicado por el Consejo Federal holandés
el 14 de febrero de 1873)”
No había secciones de la Internacional en
Alemania, la legislación se ponía; la Internacional sólo podía contar con
adherentes individuales, directamente afiliados a través del Consejo General.
Como ya hemos dicho, la
Internacional antiautoritaria continuaría sus actividades revolucionarias.
El 2 de enero de 1874, se tenía
convocado un Congreso en España, pero el golpe de Estado que acabaría con la
primera República haría imposible éste, y los internacionalistas tuvieron que
celebrar su Congreso clandestinamente en Madrid, el 25 de junio de ese mismo
año.
A pesar de las circunstancias el
Congreso contó con la asistencia de 47 Federaciones locales y allí se puso de
manifiesto que la Federación Regional Española controlaba en total 320
Federaciones locales formando un total de 532 secciones que tenían en sus filas
cerca de 70.000 trabajadores afiliados.
Por su parte, Marx y Engels
verían truncado su sueño de ver a la Internacional bajo sus botas, sometida a
su dictadura, y Engels nos muestra por letra propia el cómo verían ellos la
rebelión de las federaciones contra su imposición; escribiría nuevamente a
Sorge:
“Tenemos ahora: a) los
jurasianos, b) los belgas, c) la antigua
Federación española, y d) las secciones inglesas de la minoría, que se han
declarado en rebeldía. Nosotros estamos aquí unánimemente de acuerdo en que no
se trata de un caso de suspensión, sino que el Consejo General debe simplemente
constatar que las mencionadas Federaciones y Secciones han declarado nulos y
sin valor los estatutos legales de la Asociación [die zu Recht bestehenden Gesetze der Assoziation], que con ello se
han puesto ellas mismas fuera de la
Internacional y han dejado de formar
parte de la misma. No hay ninguna necesidad, pues, de convocar una
Conferencia, que en el caso de una suspensión habría podido ser reclamada.
Naturalmente sólo podréis tomar medidas semejantes cuando tengáis entre manos
los documentos oficiales. Os los procuraremos” (62)
Siguiendo los mandatos enviados
por Engels al pie de la letra, el Consejo General de Nueva York vota el 26 de
enero una resolución diciendo que:
“Todas las sociedades y personas
que rehúsen reconocer las resoluciones del Congreso, o que descuiden
expresamente el cumplimiento de los deberes impuestos por los estatutos y
reglamentos generales, se sitúan ellas mismas fuera de la Asociación
Internacional de Trabajadores y cesan de formar parte de la misma.”
Marx por su parte diría a Bolte:
“(…) A mi entender, el Consejo
general ha cometido un gran error con la suspensión de la Federación Jurasiana.
Esas gentes ya habían salido de la Internacional, declarando que el Congreso y
los estatutos no existían para ellos
(…) a continuación de su Congreso
de Saint-Imier, Congresos del mismo género han tenido lugar en Córdoba, en
Bruselas, en Londres y los aliancistas de Italia celebrarán, por su parte, un
Congreso similar
(…) Si el Consejo general no
cambia su modo de proceder, ¿cuál será el resultado? Después de la del jura,
suspenderá a todas las Federaciones secesionistas de España, Italia, Bélgica e
Inglaterra.
(…) dado que el error ha sido
cometido con respecto al Jura, lo mejor sería, quizás, ignorar completamente a
los otros (a menos que nuestras propias federaciones (63) pidieran lo
contrario) y esperar el Congreso general de los secesionistas, para declarar,
entonces, en lo que concierne a todas las federaciones que se harán representar
en él, que esas federaciones han salido de la Internacional, que se han
excluido a sí mismas, y que deben ser en lo sucesivo consideradas como
sociedades que le son extrañas y aún hostiles” (64)
Por fortuna, nada de ello
serviría para destruir aquella organización que era obra de los trabajadores, y
que la defendían de las imposturas de un puñado de aspirantes a dictadores, y
continuarían con su trabajo revolucionario.
En el sexto Congreso (séptimo, si
consideramos el congreso de Saint-Imier), realizado en Ginebra en 1873 del 1 al
6 de septiembre, la mayoría sigue siendo bakuninista.
Enseguida se realizaría el Congreso
autoritario, del 8 al 18 de ese mismo mes en el que el fracaso se hizo patente.
Si el primero alcanzó un éxito,
tanto por las resoluciones ahí tomadas como por la asistencia al mismo, el
segundo fue la patente del fracaso de las pretensiones del marxismo. Nadie vino
de Nueva York, ni de Londres tampoco, catorce días después de terminado el Congreso
autoritario, Marx escribía al secretario de Nueva York en estos términos:
“El fracaso del Congreso de
Ginebra era inevitable. Desde el momento en que aquí se supo que no vendría
ningún delegado de América, las cosas comenzaron a ir mal. Se vio así la prueba
de que vuestra Federación americana sólo existía sobre el papel. La Federación
inglesa no estaba en condiciones de encontrar el dinero necesario para enviar a
un solo delegado. Los portugueses, los españoles, los italianos, habían
anunciado que no podrían hacerse representar; las noticias de Alemania, Austria
y Hungría eran igualmente malas. En cuanto a Francia, no podía esperarse su participación.
Era seguro, entonces, que en su gran mayoría el Congreso estaría compuesto por
suizos, o hasta únicamente por ginebrinos. De Ginebra mismo no teníamos
noticias; Outin ya no estaba allí, el viejo Becker guardaba un silencio
obstinado, y Perret nos había escrito una o dos veces sólo para inducirnos a
error. En fin, en el último momento llegó una carta del Comité de la Suiza
francesa de Ginebra al Consejo federal inglés, por medio de la cual los
ginebrinos rehusaban, en principio, aceptar por sí mismos mandatos ingleses,
predicaban la conciliación y enviaban un folleto (firmado por Perret, Duval,
etc.), directamente dirigido contra el Congreso de La Haya y el antiguo Consejo
general de Londres. Esos ocurrentes van, en algunos puntos, todavía más lejos
que los jurasianos; por ejemplo, piden la exclusión de lo que llaman los
trabajadores del pensamiento. Lo más bonito del asunto, es que ese memorial ha
sido redactado por el miserable aventurero Cluseret: este señor querría tener
el Consejo general en Ginebra, para ejercer desde ahí su dictadura secreta [!!!]. Carta y folleto llegaron a tiempo
para impedir a Serraillier ir a Ginebra; se limitó a protestar (y el Consejo
federal inglés hizo lo mismo) contra los ardides de aquella gente, y a
declararles que su Congreso no sería considerado sino como un asunto
exclusivamente local. Ha sido muy beneficioso que nadie, cuya presencia pudiera
poner en duda este carácter del Congreso, haya asistido. Con todo, los
ginebrinos no han logrado apoderarse del Consejo general; aunque, como ya
sabrás, han destruido todo el trabajo hecho desde el primer Congreso de Ginebra
(1866), y hasta han votado muchas resoluciones opuestas a las decisiones que se
habían tomado en él. A mi entender, será muy útil, en las actuales condiciones
de Europa, hacer pasar a segundo plano, por el momento, la organización formal
de la Internacional; solamente es necesario conservar, en lo posible, el punto
central de Nueva York en nuestras manos, a fin de impedir que idiotas como
Perret o aventureros como Cluseret se apoderen de la dirección y lo comprometan
todo” (65)
Es increíble ver como una persona
como Marx, que no dudó en poner en marcha todos los medios desleales para
desacreditar aquellos que no coincidían con sus ideas, ahora hable de que se
trataba de que Cluseret implantara su “dictadura secreta”. Pero volvamos al
tema.
Por su parte, Becker había
realizado inútiles esfuerzos en Suiza. Y el 22 de septiembre dirige al igual
que Marx, estas palabras a Sorge:
“Aún antes de que llegasen las
malas noticias relativas a la abstención de Serraillier y del Consejo Federal
inglés, yo, para dar más prestigio al Congreso por el número de sus miembros, y
para asegurar la mayoría para la buena causa, había hecho surgir de la tierra,
en cierto modo, de un solo golpe a trece delegados, (batte ich, um dem Kongress durch Mítgliederzahl mehr Assehen zu geben
und der richtigen Ricbtung die Mebrheit zu sichern, 13 Delegierte gleichsam aus
der Erde gestampft), y el resultado, a fin de cuentas, superó en mucho mis
expectativas. Habrás sabido por Serraillier y por el Consejo federal inglés
--que jamás podrán hacerse perdonar (entschuldigen)
su ausencia, y con mayor razón justificarla (rechfertigen)-- las circunstancias particularmente difíciles
resultantes de una cierta dislocación de la Federación de la Suiza francesa.
Los ginebrinos hicieron todos los esfuerzos para transferir allí el Consejo General,
pero la sólida unión de los delegados alemanes y suizo-alemanes logró impedir
lo que, en similares circunstancias, hubiera sido un desgraciado
acontecimiento”
Marx y Engels, después de haber
luchado por implantar sus ideas de forma arbitraria en la AIT, después de emplear
como métodos contra sus enemigos la mentira, las difamaciones, la intriga,
etc., al ver el chasco que habían obtenido, se contentaron con enviar el
Consejo General a Nueva York, y esperar su muerte, que vendría en el año de
1876.
Becker, molesto por ver que estos
señores no eran capaces siquiera de seguir el camino que habían tomado, y que
se mantenían a distancia del fiasco ginebrino, escribe a Sorge el 2 de
septiembre de 1873 así:
“¿En qué ha quedado esta
solidaridad tan encomiada y tan calurosamente recomendada si uno permanece en
su casa cuando ve el carro social atascado, dejando a algunos camaradas el
cuidado de sacarlo del atolladero, a fin de poder decir, si las cosas salen
mal, que uno no estaba, y de sustraerse así a toda responsabilidad, en tanto
que, al contrario, toda la culpa de un fracaso debería recaer a justo título
sobre tales abstenciones? ¡Qué el diablo se lleve a estos..., que tiemblan ante
la posibilidad de perder su prestigio de grandes hombres! Si pensaban que allí
había peligro, estaban doblemente obligados a acudir”
El séptimo Congreso, al que por
razones de salud ya no acude Bakunin, en plena consolidación de su triunfo, se
lleva a cabo en Bruselas desde el 7 hasta el 13 de septiembre de 1874.
Congreso éste al que asistirían
16 delegados representando a Alemania, los Lasalleanos, que sólo se habían
limitado a mandar mensajes de solidaridad, esta vez envían una delegación
directa; esta Internacional, despojada del autoritarismo no podía negar esta
representación, pues su carácter era otro y no el de antes.
También irían, lógicamente, las
delegaciones de España, Italia, Suiza, Francia, Bélgica e Inglaterra.
El orden del día era el
siguiente:
“1.- ¿Por quién y cómo serán
hechos los servicios públicos en la nueva organización social?
2.- De la acción política de la
clase obrera.
3.- ¿Procede que el Congreso
universal dirija un manifiesto a todos los trabajadores y asociaciones obreras
para explicarles el carácter de las luchas que han tenido lugar y las bases fundamentales en que reposa
la organización de nuestra Asociación?
4.- ¿Procede escoger una lengua
universal para el intercambio de correspondencia entre las federaciones
regionales?”
La presencia de lasalleanos en el
seno de esta Internacional, de gente como Jung, Eccarius y otros del Consejo
general, que rechazaron las decisiones de la Haya y se separaron de esta manera
de Marx, hizo que la presencia de las ideas estatistas reaparecieran en el seno
de la AIT.
El mismo Cesar de Paepe, que en
los otros Congresos se había mostrado como un proudhoniano puro, esta vez
mostraba tintes de carácter proestatal en la discusión de los primeros puntos,
en donde mantenía una posición ciertamente salpicada de proudhonismo, pero que
mostraba un carácter proestatal, como en el pasaje en donde indica que:
“Su misión –la del Estado--
es educar a los miembros más jóvenes de la población y centralizar todas
aquellas actividades públicas que puedan ser llevadas a cabo mejor por el
Estado que por la comuna”.
Inclusive, mas adelante agrega
que “esto nos lleva a preguntar si, caso de que el agrupamiento de los obreros
en la Industria esté lo suficientemente avanzado, las circunstancias no
conducirían al proletariado, en las grandes ciudades, a establecer una
dictadura colectiva sobre el resto de la población”
Estos últimos comentarios
provocaron la oposición de los del Jura, y hasta de los mismos belgas.
Farga Pellicer, en nombre de la
Federación española señala muy oportunamente que:
“Los internacionalistas
españoles, después de mucho tiempo y en general, se han pronunciado por la
Anarquía, de suerte que serán opuestos a toda organización de los servicios públicos
que tienda a la reconstitución del Estado”
De Paepe sólo señaló que los
sucesos de La Haya no habían podido silenciar el problema que desde casi los
comienzos de la Internacional había tenido lugar: el de la sociedad libertaria
o autoritaria.
Sobre el segundo punto los Lasalleanos
se muestran favorables a la acción parlamentaria de la clase obrera, sobre todo
Eccarius.
Pero nuevamente Farga Pellicer
habla de esta manera:
“La situación ha venido a ser tal
manera revolucionaria en España que la expresión ‘acción política’ ni siquiera
es posible”
Finalmente se acuerda que
corresponde a cada Federación y al partido democrático socialista (que era
quien abogaba por la acción parlamentaria) de cada país el determinar la línea
de conducta que ellos piensan seguir.
El tercer punto fue aprobado en
los términos que se requerían en la pregunta, y en donde Farga Pellicer logra
adjuntar una resolución antirreligiosa.
Y por último el cuarto punto
también fue aprobado satisfactoriamente, recomendando una lengua internacional,
como correspondía al internacionalismo.
Para finalizar se acordaba que el
próximo Congreso debía celebrarse en Barcelona, pero la situación de represión
en España lo hizo imposible.
Por lo que este octavo Congreso (noveno,
considerando nuestro criterio) tuvo lugar en Berna, entre el 26 y el 29 de
octubre de 1876, año en el que morirá Bakunin (66).
En el intervalo, tuvo lugar el
Congreso de Ghota, en donde se decide la unificaron del Socialismo Alemán.
Al Congreso de Berna asistirían
veintisiete delegados.
Por Italia asistirían Malatesta y
Cafiero entre otros, las demás delegaciones representaban a los mismos que
habían asistido al Congreso anterior de hace dos años, además de Inglaterra.
Por parte de Alemania asistía representando al recién Partido Socialista Obrero
Alemán el diputado Vahteich.
El temario se formaba de seis
puntos, que serían estos:
1.- Establecimiento de una
cotización federal como nuevo artículo a los estatutos generales.
2.- Solidaridad en la acción
revolucionaria.
3.- Pacto de solidaridad entre
las diferentes organizaciones socialistas.
4.- Convocatoria a un Congreso
general socialista para 1877.
5.- Relaciones entre individuos y
grupos en la nueva sociedad.
6.- Posición de la Internacional
ante la guerra de Oriente.
El cuarto punto fue el que obtuvo
más relevancia; la delegación belga traía consigo la propuesta de convocar a un
Congreso socialista para el año de 1877 “al
cual se admitirían los delegados de las diversas organizaciones socialistas
sean estas ramas de la Internacional o existan fuera de esta asociación”.
Guillaume no se oponía a la
realización de dicho Congreso, sin embargo dice que “el Congreso propuesto no
puede tener por propósito crear una nueva Internacional. Ha sido planteada en
ciertos periódicos la reconstitución de la Internacional, pero la Internacional
no tiene necesidad de ser reconstituida porque ella existe”
Finalmente hizo una proposición
que fue aprobada en los siguientes términos:
“El congreso de Berna propone a
las federaciones regionales que establezcan para el Congreso universal de los
socialistas que se celebrarían en 1877 las siguientes bases:
Las diversas federaciones
regionales se harán representar en ese Congreso como federaciones
pertenecientes a la Internacional. Ella pedirá la inscripción en el orden del
día de ese Congreso las siguientes cuestiones:
1.- Pacto de solidaridad que se
concluirá entre las diversas organizaciones obreras socialistas.
2.- De la organización de las
ramas de oficio.
3.- De la actitud del proletariado
con respecto a los diferentes partidos políticos.
4.- De las tendencias de la
producción moderna al punto de vista de la propiedad.
Si se vota sobre las cuestiones de principio,
ese voto tendrá sólo un carácter de estadística de las opiniones y no será
considerado como una opinión oficial del Congreso sobre esas cuestiones”
Las delegaciones españolas e italianas
adoptarían una actitud diferente respecto a este Congreso, pues pidieron que se
constatara en un acta la siguiente declaración:
“Para nosotros la Internacional
es la única organización que representa verdaderamente el socialismo popular;
por consiguiente, creemos que nuestra asociación debe estar representada en el
Congreso socialista no para deshacerse en una organización nueva, sino sólo para
defender sus principios y sus medios de acción y buscar atraer hacia ella a las
organizaciones obreras que todavía no han ingresado en sus filas”
Algunos de los puntos del orden
del día serían pospuestos para el Congreso próximo.
Sin embargo, las distenciones de
los que tenían la tendencia a la colaboración con el Estado (belgas, holandeses
y alemanes) y los que estaban a favor de las ideas libertarias (los latinos
sobre todo) se estaba nuevamente formando.
Entre el Congreso de Berna y el
que iban a celebrar los Internacionalistas en Verviers, ocurrieron unos hechos
que demostraron la consecuencia de los Internacionalistas italianos entre su
mensaje al Congreso de Bruselas y sus actos.
En el congreso de Bruselas de
1874 los italianos habían declarado que “La
época de los Congresos ha terminado para nosotros”.
Ceccarelli, Cafiero, Malatesta y
otros italianos más habían tratado de llevar a cabo La Propaganda por los Hechos en Italia. Donde se adueñaron de
varias localidades de Matese, una zona montañosa al norte de Nápoles, en donde
habían proclamado el Comunismo Libertario.
Benjamín Cano Ruiz nos ha dejado
una buena explicación de estos hechos en su excelente libro ¿Qué es el Anarquismo? Por lo que
remitimos al lector a él, para no salirnos de nuestro tema.
El Congreso número nueve fue uno
de los mas marcados por la influencia anarquista, y hasta se puede decir que
ello se muestra en los delegados y las resoluciones tomadas ahí.
Veamos las resoluciones y veremos
porque:
El tema “en cualquier país en que
triunfe el proletariado, necesidad absoluta de extender su triunfo a todos los
países” se resolvió de la siguiente manera:
“Considerando que si bien es
necesario a su triunfo que se extienda a todas las naciones, hay no obstante
ciertos países que por su condición económica o social se encuentran más que
los otros en situación que les permite tomar la iniciativa de un movimiento
revolucionario.
El Congreso declara: que es un
deber de todo revolucionario el ayudar moral y materialmente a todo país en
revolución, como también el extender ésta, pues sólo de esta manera es posible
hacer triunfar la revolución en el país en que estalle”
Otro de los temas fue “Tendencia de la Producción moderna bajo el
punto de vista de la propiedad”; este tema habría de ser planteado en el
Congreso propuesto por los belgas para el año de 1877.
En el Congreso de Verviers éste
punto se resolvía así:
“Considerando que el modo de la
producción moderna tiende, bajo el punto de vista de la propiedad, a la
acumulación de los capitales en manos de unos pocos y a aumentar la explotación
de los obreros;
Considerando que es necesario
cambiar éste estado de cosas, punto de partida de todas las inquietudes
sociales;
El Congreso considera la
realización de la propiedad colectiva, es decir, la toma de posesión del
capital social por los grupos de los trabajadores, como una necesidad. Por otra
parte, el Congreso declara que toda agrupación socialista verdaderamente digna
de este nombre debe proclamar el principio de la propiedad colectiva, no como
un ideal lejano, sino en sus programas actuales y en sus manifestaciones de
cada día”
Nuevamente la tendencia
antiestatista se manifestaba en el seno de la AIT, como venía ocurriendo
durante todos los Congresos precedentes. El tema “¿Cuál debe ser la actitud del proletariado con respecto a los partidos
políticos?” se resolvió de la siguiente manera:
“Considerando que la conquista
del poder es la tendencia natural que tienen todos los partidos políticos, y
que éste poder no tiene otro objeto que la defensa del privilegio económico;
Considerando, por otra parte, que
en realidad la sociedad actual está dividida, no en partidos políticos, sino en
situaciones económicas: explotados y explotadores, obreros y patronos,
asalariados y capitalistas;
Considerando además que el
antagonismo que existe entre estas dos categorías no puede cesar por la
voluntad de un gobierno o poder, cualquiera que sea, sino por los esfuerzos
reunidos de todos los explotados contra los explotadores;
Por estos motivos;
El Congreso declara que no hace
ninguna distinción entre los diversos partidos políticos, llámense o no socialistas; todos estos partidos, sin
distinción, forman, en su concepto, una masa reaccionaria, y cree su deber
combatirlos a todos.
Espera que los obreros que marchan
aún en las filas de esos partidos, aleccionados por la experiencia y la
propaganda revolucionaria, abrirán los ojos y abandonarán la vía política para
adoptar la del socialismo revolucionario”
Como se ve, nuevamente los
antiautoritarios se impusieron absolutamente en las resoluciones y en las
discusiones, no había uno solo, que en una u otra manera no se dijera bakuninista.
En éste Congreso, efectivamente, se encuentran Kropotkin (bajo el seudónimo de
Levashov), James Guillaume, González Morago, Trinidad Soriano, Montels, Paul
Brousse, Werner, Andrea Costa incluida su compañera Anna Kulichov.
Además de los países que
comúnmente estaban representados en los Congresos, esta vez estaban
representados de manera indirecta México, Uruguay, Argentina, Grecia y Egipto.
Al día siguiente de clausurado el
Congreso de Verviers se iniciaría el propuesto por los Belgas, es decir, el día
nueve y que duró hasta el día quince de ese mismo mes.
Los delegados al Congreso de
Verviers habían decidido, evidentemente, que éste no sería el último Congreso
de la AIT, y proponían que se celebrarse el próximo el año siguiente.
Sin embargo, la crisis que azotó
a Suiza impido que la Federación del Jura enviase una delegación, como ella
misma lo dice: “… La crisis que existe en todos los países hace dudosa e
incierta, en este momento, la asistencia numerosa en dicho Congreso”
A este Congreso, celebrado al año
posterior del de Verviers, se pueden ver figuras tan descollantes como las de
Kropotkin, Malatesta, Cafiero, Merlino, Luise Michel, Eliseo Reclus y otros.
No he podido encontrar el orden
del día de dicho Congreso, ni los resolutivos que resultaron de ella.
Esta rápida explicación de los órdenes
del día y resolutivos de los Congresos de la AIT fueron una pequeña
introducción a las vías que habría de tomar esta organización, existen muchos
documentos que no he insertado, pues son textos y resoluciones que irían mejor
en un texto destinado enteramente a la Internacional, y no a un texto como éste,
destinado a esclarecer el actuar de los anarquistas y marxistas dentro de ella
misma.
El cadáver de la Internacional que
Marx desplazara a Nueva York declara en la Conferencia de Filadelfia en el mes
de julio de 1876:
“Suspender por tiempo indefinido
la Asociación Internacional de los Trabajadores”
Previamente, dos años antes
Engels ya se complacía de ello al escribirle al secretario Sorge:
“Con su dimisión la vieja
Internacional queda definitivamente herida de muerte y ha llegado a su fin. Y
esto está bien. Pertenecía al periodo del segundo Imperio…” (67).
Como se ve, los planes de Marx
por destruir la Internacional antes de verla convertirse en un semillero de
anarquistas no funcionaron. La Internacional antiautoritaria, anarquista,
emprendería grandes vuelos. Su lucha sindical revolucionaria, el apoyo mutuo de
las Federaciones, el cooperativismo, etc., eran la patente del enorme progreso
de los internacionalistas.
Marx y Engels, por su parte,
desesperados, no tuvieron más medios de ataque que la calumnia, y por medio de Lafargue,
se llegó muchas veces al extremo de denunciar a los Internacionalistas a la
policía española.
Por aquellos años de la década
del 70 (más concretamente en 1873) sería cuando el yerno de Marx, Lafargue,
escribiría tanta basura que sólo existía en su cabeza, en el pseudolibreto: “La
Alianza en España” “… y Engels continua regalando el panfleto de 1873 –nos dice
Max Nettlau-- contra la Alianza, que nadie quería comprar ni de cerca ni de
lejos en esos años, a sus visitantes, sobre todo a los rusos: no podía
despedirse uno entonces de Engels sin la donación obligatoria de ese panfleto”
(68).
Una nueva medalla de lodo, para
los defensores de “El fin justifica los medios”.
No, no hay lugar a dudas a sobre
la culpa del marxismo de la división que sufrió la AIT. No puede haber lugar a
dudas, a menos de que se esté desprovisto de información, o de que se quiera
preservar el dogma que se permite tratar de levantar cabeza, aún cuando la
historia ha caído con todo su peso sobre semejantes supercherías supuestamente
revolucionarias, aún cuando la práctica ha dejado de manifiesto la catástrofe
de que el marxismo es poseedor, aún cuando por muchos esfuerzos que hagan, sus
teorías están condenadas al fracaso total, cuando no a la contrarrevolución. Sólo
así se puede seguir tratando de poner en duda la responsabilidad de Marx y
Engels respecto de la AIT.
Para terminar esta parte
destinada a la AIT me gustaría advertir que actualmente la AIT continua con
vida, que sigue agrupando a los sindicatos revolucionarios del mundo, que
existen federaciones afiliadas a la AIT en los cinco continentes, y que en sus
estatutos se encuentra insertado que la búsqueda suprema del proletariado
revolucionario no es la conquista del poder político, sino la destrucción de éste
y la implantación del Comunismo Libertario, y que se define netamente por el
anarcosindicalismo. (69).
En España la Internacional
tomaría más fuerza que en ningún otro país, Anselmo Lorenzo, Max Nettlau y
otros historiadores han dejado unas bellas descripciones de la AIT en España, y
a sus obras remito al lector.
Guillaume nos dejaría unas bellas
palabras sobre la continuación de la AIT, con las que me gustaría cerrar este capítulo:
“Nada termina, nada se pierde,
todo tiene su continuación; aunque a veces se altere, el desarrollo está siempre
en concurso. La vida es inmortal. Los asalariados de Francia, en su gran masa,
no habían olvidado las verdades halladas y proclamadas por la generación
anterior. La emancipación de los
trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos. La liberación del
proletariado no es problema nacional sino internacional. Viviendo la vida de su
clase continuaron la lucha económica, y mientras los parlamentarios
concentraban su actividad en la recluta de un ejército de votantes, se
organizaban por uno y otro lado Federaciones locales y profesionales de
sindicatos. De la unión de ambas organizaciones nació, en 1895 la Confederation
Generale du Travail, que desde 1904 se inclinó en su mayoría por el
sindicalismo revolucionario. ¿Y qué es la C. G. T. sino la continuación de la
Internacional? (70)”
La Contrarrevolución Marxista en Rusia
Una vez caído el Imperio de los
Zares en Rusia, el pueblo se ve de pronto con la vida social en sus propias
manos, comienza aquí un nuevo periodo, no sólo para el pueblo ruso, sino para
el mundo revolucionario, pues esta revolución despertó en los corazones
revolucionarios del mundo la esperanza de que una vida nueva estuviera por
nacer. Pronto habrían de desengañarse.
En los comienzos de la revolución
rusa los bolcheviques tomaron una posición muy “radical” conforme a los demás
partidos de izquierda, mencheviques y demás. Exceptuando a los anarquistas.
La posición que en algún momento
hizo ver a los bolcheviques como auténticos revolucionarios que habían roto con
el dogma marxista se esfumó conforme pasaba el tiempo; antes de la Asamblea
Constituyente, los anarquistas ya advertían el hecho de que ello no sería sino
un fraude en donde los que perderían serían los de siempre: el pueblo.
Una de las críticas más fuertes
provino de la pluma de Apollón Karelin, para quien la democracia no era más que
una forma más de encubrir la plutocracia.
Dos anarquistas apoyaron en
términos parecidos el ataque a la Constituyente durante una conferencia de
comités de fábrica de Petrogrado (71)
El primero de ellos ataco a los
bolcheviques por apoyar la Constituyente, que no iba sino a estar conformada y
dominada por “Curas y Terratenientes”. (72).
En fin, durante los dos meses que
precedieron a la Constituyente, los anarquistas se dedicaron a lanzar una andanada
de críticas a ésta, mientras que los bolcheviques aún pensaban que había que
darle por lo menos una atención aunque
sea verbal.
Stalin, que por entonces aún no
dominaba el partido, decía el 18 de marzo hablando de lo que él consideraba las
condiciones necesarias para el triunfo de la Revolución:
“[...] la rápida convocatoria de
la Asamblea Constituyente es la tercera condición para la victoria de la
revolución”. (73)
El 24 de octubre, día de la toma
del poder, expresaba:
“El poder debe pasar a manos de
los diputados obreros, campesinos y soldados. El poder pertenece a un nuevo
gobierno, que, elegido por los consejos, puede ser depuesto por ellos y es
responsable ante ellos. Sólo un gobierno como éste puede asegurar, a su debido
tiempo, la convocatoria de la Asamblea Constituyente”. (74)
Alejandro Shapiro escribía en
Golos Truda que el pueblo ruso debe ser consciente de que ningún parlamento
impedirá el camino hacia la libertad y que la sociedad justa sólo podrá llegar
a alcanzarse “aboliendo todo el poder político, que no hace más que impedir y
asfixiar la creatividad revolucionaria” (75).
Desde la central
anarcosindicalista Golos Truda se expresaba claramente la opinión de los
anarquistas con respecto a la Asamblea Constituyente; es un artículo que merece
la pena ser reproducido:
“Camaradas obreros, campesinos,
soldados, marinos, trabajadores todos:
Henos en plena elección para la Asamblea
Constituyente.
Es muy probable, pues, que pronto
ella se reúna y comience a sesionar.
Todos los partidos políticos,
inclusive los bolcheviques, ponen la suerte ulterior de la Revolución, del país
y del pueblo trabajador en manos de este órgano central. En tales condiciones,
tenemos el deber de poneros en guardia contra dos peligros eventuales.
1º. — Si los bolcheviques no
tienen en la Constituyente una fuerte mayoría o se encuentran en minoría.
La constituyente será en ese caso
una institución inútil, abigarrada, social burguesa. Ha de ser un corrillo
absurdo, a la manera de la Conferencia de
Estado de Moscú, de la Conferencia
Democrática de Petrogrado, del Consejo
Provisorio de la República, etc. Se
atascará en discusiones y disputas vanas y frenará la verdadera Revolución.
Si no exageramos este peligro es
porque confiarnos que, en ese caso, las masas sabrán, una vez más, armas en
mano, salvar la Revolución e impulsarla por su verdadero camino. Pero hemos de
decir que las masas laboriosas no tienen absolutamente necesidad de un nuevo
trastorno de ese género, sin el cual pueden y deben pasarse. ¿Para qué malgastar
energía y dinero en crear y mantener una institución inepta? (¡Y, mientras, la
Revolución de los trabajadores. se paralizará una vez más!) ¿Para qué
sacrificar de nuevo fuerzas y sangre en combatir más tarde esta institución
estúpida y estéril a fin de salvar (¿cuántas veces aún?) la Revolución y
sacarla de un punto muerto? Fuerzas y esfuerzos que podrían ser empleados, con
gran provecho de la Revolución, del pueblo y del país, en organizar las masas laboriosas de manera directa y en su base misma:
aldeas, ciudades, empresas, etc.; en reunir sus organizaciones, desde abajo, en
comunas y federaciones de aldeas y ciudades libres, de manera natural e
inmediata, sobre la base del trabajo y no de la política o de la adhesión a tal
o cual partido: y en llegar, de seguida, a unificaciones regionales, etc.
Fuerzas y esfuerzos que deberían y podrían ser empleados en organizar inmediata
y enérgicamente el aprovisionamiento de materias primas y combustibles a las
empresas, mejorar las vías de comunicación, organizar el intercambio y toda la
economía nueva en general; en sostener, en fin, una lucha directa contra los
restos de la reacción (sobre todo contra el peligroso movimiento de Kaledin en
el Mediodía).
2º.-- Si los bolcheviques
constituyen fuerte mayoría en la Asamblea Constituyente.
En este caso, dominada fácilmente
la oposición, se convertirán de manera firme y sólida en los amos legales del
país y de toda la situación, amos manifiestamente reconocidos por la mayoría de
la población. Es precisamente lo que los bolcheviques procuran de la Asamblea
Constituyente; para eso la necesitan: para consolidar y legalizar su poder.
Este peligro, camaradas, es mucho
más importante, y más grave, que el primero. ¡En guardia!
Una vez consolidado y legalizado
su poder, los bolcheviques --que son socialdemócratas, políticos y estatistas,
esto es, hombres de acción centralista y autoritaria-- comenzarán a arreglar la
vida del país y del pueblo por medios gubernativos y dictatoriales, impuestos
desde el centro. Su sede en Petrogrado dictará las voluntades del partido a
toda Rusia, dispondrá de todo el país. Vuestros
soviets y demás organizaciones locales se reducirán poco a poco a simples
órganos ejecutores de la voluntad del gobierno central. En lugar de un
trabajo constructor normal de las masas laboriosas, en lugar de libre
unificación desde abajo, se asistirá
a la erección de un aparato autoritario, político y estatista que obrará desde arriba y se dedicará a aplastarlo
todo con puño de hierro. Los soviets y demás organismos deberán obedecer y
cumplir. Y a eso se le llamará disciplina.
¡Guay de quien no esté de acuerdo con el poder central y no estime útil
obedecerle! Fuerte de la aprobación
general de la población, ese poder lo forzará a someterse.
¡En guardia, camaradas!
Observad bien y recordad.
Cuanto más se formalice el éxito
de los bolcheviques y más sólida sea su situación, tanto más su acción tomará
giro autoritario, es decir, la realización y la defensa de su poder político y
central se harán más netas y precisas. Empezarán a dar órdenes cada vez más
categóricas a las organizaciones y a los soviets locales. Y pondrán en práctica
desde arriba la política que se les antoje, sin retroceder ante el empleo de la
fuerza armada en caso de resistencia. (76)
Cuanto más su éxito se afirme,
tanto más patente se hará este peligro, porque su acción se volverá más segura
y firme. Cada nuevo éxito -¡lo veréis!- los ensoberbecerá más y día tras día la
revolución se acercará a tan grande peligro, cuya agravación será la resultante
de los éxitos bolcheviques.
Podéis percibirlo desde ya.
Observad atentamente las últimas
órdenes y disposiciones de la nueva autoridad, podréis advertir netamente la
tendencia de las eminencias bolcheviques a arreglar la vida del pueblo a la
manera política y autoritaria, mediante el centro impositor. Ya dan órdenes
formales al país. Ya se ve claramente que ellas entienden la consigna: Todo el poder para los soviets, como
poder de la autoridad central en Petrogrado, autoridad a la que los soviets y
demás órganos locales deben estar sometidos a título de simples órganos
ejecutores. Y eso ocurre ahora que las eminencias bolcheviques sienten aún
fuertemente su dependencia de las masas y temen, naturalmente, provocar
desilusiones; ahora que su éxito no está aún totalmente asegurado y depende por
completo de la actitud de las masas a su respecto.
¿Qué ocurrirá cuando su éxito sea
total y las masas le otorguen una confianza entusiasta y sólida?
¡Camaradas obreros, campesinos y
soldados!
¡No perdáis jamás de vista este
peligro! Permaneced dispuestos a defender la verdadera Revolución y la
verdadera libertad de vuestras organizaciones y de vuestra acción, dondequiera que
estéis, contra la violencia y el yugo de la nueva autoridad, del nuevo amo: el
Estado centralizado, y de los nuevos impostores: los jefes de los partidos
políticos. Permaneced prestos a obrar de modo que los éxitos de los
bolcheviques --si los ensoberbecen y los transforman en impostores-- sean su
tumba. Permaneced prestos a arrancar la Revolución de una nueva prisión.
No olvidéis que solamente vosotros mismos debéis y podéis crear
vuestra nueva vida mediante vuestras libres organizaciones locales y sus
federaciones. ¡De lo contrario, jamás será realidad!
Los bolcheviques os dicen a
menudo lo mismo. Tanto mejor, naturalmente, si finalmente obran de conformidad
a sus dichos. Pero, camaradas, todos los nuevos amos, cuya situación depende de
la simpatía y la confianza de las masas, hablan al principio dulcemente.
También Kerensky tenía, los primeros días, boca de miel; el corazón de hiel se
reveló más tarde.
Tened en cuenta, no las palabras y los discursos, sino los gestos
y los actos. Y a la menor
contradicción entre lo que esas gentes os dicen
y lo que hacen, ¡poneos en guardia!
¡No os fiéis de las palabras,
camaradas! ¡Fiaos únicamente de los hechos!
¡No os fiéis de la Asamblea
Constituyente, de los partidos y los jefes! Confiad únicamente en vosotros
mismos y en la Revolución.
Solamente vosotros mismos, esto es, vuestras organizaciones locales de base,
organismos de los trabajadores y no de los partidos, y en seguida vuestra
unificación directa y natural (regional, etc.); solamente vosotros mismos
debéis ser los constructores y los amos de la vida nueva, no la Asamblea
Constituyente, no un gobierno central, no los partidos ni los jefes.” (77)
Comentemos el libelo de El Estado Y La Revolución del que tanto
se ha hablado y sobre el carácter por el cual fue publicado en Rusia.
El libro fue escrito en los meses
de agosto y septiembre de 1917, mientras Lenin se encontraba en la
clandestinidad en Finlandia; fue redactado la primera etapa en febrero, y la
segunda en octubre, después de que los bolcheviques se habían visto en minoría
en las elecciones de la Asamblea Constituyente.
“No hay que olvidar que Lenin hizo recién este
descubrimiento cuando su partido, contra todas las esperanzas, se vio en
minoría después de las elecciones para la Asamblea Constituyente. Hasta
entonces los bolcheviques habían participado a la par de los demás partidos en
las elecciones y se cuidaban de no ponerse en conflicto con los principios de
la democracia”. (78)
Al ver, que aun con su “grandioso
programa” continuaban en minoría, entonces declaran la guerra a la Constituyente
y disuelven esta misma; y es entonces cuando Lenin publica a modo personal el
tan famoso libro de El Estado y la
Revolución, libro que, dicho sea de paso, es considerado por muchos como,
“la verdadera interpretación de la ideología marxista”.
Es curioso ver que los marxistas
bolcheviques se negaran a confesar que eran democráticos, se decían
antiparlamentarios y simpatizantes de la eliminación del Estado. Engels había
dicho en el conocido texto de 1895 unas frases significativas a este punto, y
que contradice completamente a Lenin.
En él, Engels afirma que la
acción parlamentaria es el primer deber de la socialdemocracia, pues –dice–,
para los “revolucionarios”, los medios legales son más útiles que los medios
ilegales, y la burguesía se ve obligada a reconocer con pavor: la legalidad
nos mata. (79).
Los bolcheviques disolvieron la
Constituyente porque, según ellos, estaba plagada de burgueses y,
antiparlamentarios como se decían ser, hicieron este “gran acto
revolucionario”.
Como ya he indicado, los
bolcheviques participaron en las elecciones de la Constituyente, pero se ven
derrotados en la siguiente manera:
De 715 asientos, los Socialistas
Revolucionarios tenían 412; mientras que los que le seguían en número, los
Bolcheviques, apenas tenían 158.
La situación les era
desfavorable, y por ello disolvieron la Constituyente.
Si la mayoría hubiese estado de
su parte, seguramente habrían dicho que era la voluntad del pueblo quien les
había elegido.
“Se hicieron adversarios de la
Constituyente porque les pareció que no estaba dispuesta a legalizar el golpe
de Estado. Si el partido bolchevique hubiera tenido la mayoría, probablemente
habría organizado el Estado soviético con ayuda de un parlamento” (80).
Kautsky había dicho sobre la
Asamblea Constituyente que: "Es de lamentar únicamente que llegasen a esa
conclusión al encontrarse en minoría en la Asamblea Constituyente. Nadie había
pedido antes la Asamblea Constituyente con mayor empeño que Lenin".
Lenin respondería a esta
acusación en La Revolución Proletaria y
el Renegado Kautsky en los siguientes términos:
No analiza las circunstancias
concretas, no quiere ver los hechos, nada dice a los lectores alemanes de que
mis tesis exponen, no sólo un estudio teórico de la insuficiencia de la
democracia burguesa (tesis I-3), no sólo las condiciones concretas, en virtud
de las cuales las listas de los partidos, compuestas a mediados de octubre de
1917, no respondían a la realidad en diciembre de 1917[...] De esta historia
concreta dedujimos (tesis 14) que la consigna de "Todo el Poder a la
Asamblea Constituyente" se había convertido de hecho en la consigna de los
demócratas constitucionalistas, kaledinistas y sus cómplices. (81).
Es de resaltar como Lenin nos da
la pauta para ver que los bolcheviques estaban en minoría, cuando nos dice que
las listas de los partidos, compuestas a mediados de octubre de 1917, no
respondían a la realidad en diciembre de 1917 (o por lo menos a “su” realidad),
y que después de apoyar a la Constituyente se dieron cuenta de que la consigna
de "Todo el Poder a la Asamblea Constituyente" se había convertido de
hecho en la consigna de los demócratas constitucionalistas, kaledinistas y sus
cómplices.
Su “antiparlamentarismo” pues,
era el producto del despecho de haber perdido la mayoría de la Constituyente;
no respondía esta actitud a cuestiones de principio, sino de conveniencia.
Así pues, el libro El Estado Y La Revolución no es otra
cosa que tratar de salir del paso de manera decorosa, viendo que la táctica
parlamentaria no les funcionó, se retractan de ella y entonces dicen: “No,
nosotros somos antiparlamentarios”.
Cuando se persigue gobernar,
tomar posesión de un gobierno, se persigue también dictar leyes, decretos,
etc., y se persigue hacerlos obedecer; para hacer estas leyes, estos decretos,
etc., se requiere de un aparato de gobierno que si es necesario las haga
cumplir por la fuerza, ¿de dónde viene, pues, su antidemocratismo de los bolcheviques?
Son demócratas (en el sentido común y no etimológico de la palabra), digan lo
que digan.
Los anarquistas mantuvieron su
hostilidad hacia la Constituyente y el Gobierno Parlamentario; por ello, cuando
por fin se reunió la Asamblea Constituyente el 5 de enero, los bolcheviques se
mantuvieron a un lado, la Asamblea celebro sesión durante unas horas, bajo la
presidencia de Chernov, y fue un anarquista quien la disolvió; un marinero anarquista
de Kronstadt llamado Anatol Zhelezniakov (82) en ese momento jefe de la guardia del palacio de Táurida, quien
entró armado diciendo a V. Tchenoff (83) “Es hora de
terminar esta comedia. Mis soldados están cansados y quieren dormir”. El
presidente estaba desconcertado y a la vez indignado y protesto. Zhelezniakov continuó diciendo que “Le digo que la Guardia está
cansada. Les ruego que abandonen la sala. Y, por lo demás, estamos hartos de
tanto parloteo. ¡Han charlado de sobra! ¡Váyanse! Señores, vuélvanse a sus
casas. La Asamblea Constituyente queda disuelta”.
He aquí el actuar de los bolcheviques
con respecto a la Constituyente y el libro El
Estado y la Revolución.
Pasemos al terreno económico.
Muchos historiadores mostrando
una gran ineptitud, han exaltado la brutal incapacidad de Lenin para dirigir
por vías libres la economía, y muchas veces le han adjudicado a Lenin una
actitud inteligente, aún cuando la realidad distase mucho de ello. Veamos el
porqué:
Empecemos por los obreros de la
ciudad.
En las fábricas, la inexperiencia
de los obreros les hizo algunas veces llamar a trabajar en ellas a los antiguos
dueños de ellas, aunque en calidad de ayuda técnica.
Si, los obreros estaban apenas
comenzando a conocer lo que significa participar en la codirección de una
fábrica; esta práctica, robada antes por la burguesía, y robada después por los
bolcheviques, no podía ser, lógicamente, efectiva desde sus comienzos.
¿Cómo esperar a que los obreros
comenzaran a echar andar de una manera perfecta las fábricas, cuando nunca
habían tenido la oportunidad de experimentar esto?
En realidad, el obrero se daba
cuenta de la capacidad técnica del antiguo dueño de ella, y por esto es que
solicitaba su ayuda técnica.
“haciendo ingresar a los antiguos
patrones en la dirección, pretenden hacerle entrar de nuevo en posesión de las
fabricas” decían los bolcheviques.
Es extraña esta manera de ver las
cosas; aquellos trabajadores que habían realizado las expropiaciones colectivas
no iban a estar dispuestos a entregar las fábricas a sus antiguos dueños.
Tenía que haber, pues, un periodo
en que el obrero cometiera errores, pero estos errores podían ser reparados por
ellos mismos, cuando hubiesen obtenido la experiencia necesaria para ello.
Los bolcheviques aprovecharon
todo esto para tratar de justificar su teoría, según la cual, el obrero es
incapaz de realizarse por sí mismo, y que necesita una dirección que actué por
él.
Dirigiendo aprendería a dirigir,
y hecho esto las torpezas se eliminarían, o serían muchas menos; no, contestaban
los bolcheviques.
Educarles para que no cometiesen
errores hubiera sido poco científico; prefirieron quitarles de toda dirección.
Reaccionario, ese era el epíteto que solían poner a aquellos
antiguos patrones que antes habían sido dueños de las fábricas; sin embargo,
cuando los bolcheviques hicieron lo mismo, cuando ellos recurrieron a la ayuda
de los antiguos patrones para hacer funcionar las fábricas ya no eran
reaccionarios.
¿Es que el simple hecho de que
hayan sido nombrados por el gobierno, los antiguos patrones dejaban de ser burgueses,
reaccionarios? No.
En fin, ante los errores que
algunos obreros cometieron en la dirección de las fábricas, los bolcheviques
les relegaron fuera de toda dirección; el obrero, desplazado de la
participación en la codirección de su trabajo, explotado, y gobernado
férreamente, veía la fábrica no como algo que le pertenecía, y por la cual
debía dar todo su esfuerzo en pos del bienestar común; la veía como algo ajeno,
de lo que no le importaba nada.
Poco le importaba la fábrica,
estaba en ella porque no le quedaba otra, como quien no tiene más salida que la
cadena, y tan sólo por eso seguía ahí.
¿Qué el trabajador rinde poco?
¿Qué la producción va en decaimiento y con ella aparece la miseria? ¿Qué el
obrero se desinteresa por el trabajo?
¡Todo ello es culpa entera de
quien comete semejantes torpezas gubernamentales!
Pero esto no para aquí, no, la
autoridad es la contraparte de la libertad, y siendo autoritarios los
bolcheviques (como cualquier gobierno), necesariamente tendían al ataque contra
el pueblo.
Elaborarían los bolcheviques un
Código del Trabajo; Ángel Pestaña, durante su estancia en Rusia nos dice:
“Hojeándolo durante nuestra
estancia en Moscú, pudimos cerciorarnos de lo arbitrario y tiránico del tal
Código del Trabajo. Nos causó una impresión tan desfavorable su lectura, que
hablando con un Comunista de alta jerarquía no pudimos ocultarle nuestras
prevenciones, y llegamos a decirle que en muchos países capitalistas el obrero
trabaja en mejores condiciones, con más garantías y respeto que a los rusos
concedía el Código elaborado por los bolcheviques” (84).
El Código en definitiva era un
ataque brutal contra la dignidad del pueblo trabajador, producto insensato de
legislar sin sentido alguno de la justica.
En el Código del Trabajo se dice
que se impondrán sanciones a los trabajadores por su “mala voluntad para
producir”.
En el Código se permitía a un
encargado o director de una fábrica despedir a cualquier trabajador sin
necesidad de avisar el motivo, ni previo aviso. Semejantes procederes no se
conocían entonces en los países capitalistas, como no fuera remontándonos al
Feudalismo.
Si comprendemos estas cuestiones
planteadas en el Código, aunado a la baja estima que causaba en el obrero las
condiciones que hemos marcado más arriba, ¿Cómo esperar una “buena voluntad
para producir” de los obreros?
Pasemos al comercio:
“En el transcurso de 1917, la
revolución era, sobre todo, revolución campesina, y no se desarrolló conforme
al esquema de la teoría marxista de la revolución ni al esquema de los
marxistas rusos” (85).
Un caso singular es que a los
obreros industriales se les concediesen cinco votos en toda elección, mientras
que los campesinos sólo tenían derecho a uno.
“¿Porque mil votos de campesinos
podían tener derecho a un miembro en el Soviet y al mismo número de votos de
obreros industriales se le otorgaban cinco miembros? –preguntaba Ángel Pestaña—
Hay en ello una arbitrariedad tan destacada, que nos impresionó desde el primer
momento” (86).
Las razones que pudieran
justificar semejante manera de actuar no se encuentran dentro de lo racional;
se le puede dar vueltas al asunto, pero siempre nos encontraremos con que ello
se debía a los prejuicios marxistas acerca de los campesinos. Prejuicios que
Marx tenía, y que ahora sus discípulos nos mostraban que no habían abandonado.
Se decía que esta diferencia se
debía a que los campesinos eran más ignorantes e incultos, mas prestos a
escuchar a la reacción, y que dándoles igualdad en voto se corría el riesgo de
que llevasen a miembros de la contrarrevolución a los Soviets.
Un campesino que votaba en su
lugar de residencia, veía que su voto valía más cuando se trasladaba a la
ciudad y votaba ahí.
Si se encubría este acto con el
pretexto de la falta de cultura, ¿la del campesino aumentaba al trasladarse a
la capital? Hagamos el ejemplo a la inversa y sucederá lo mismo: ¿un obrero
industrial que se traslada desde la ciudad al campo ve en el trayecto disminuir
su cultura –si en verdad la tiene-?
Ángel Pestaña vivió esto de cerca
(87) y nos dice en su libro 70 Días en
Rusia:
“Vimos claro en el problema,
desciframos lo que oficialmente se nos escondía. Se concedió derecho a cinco
delegados industriales por cada uno de los campesinos en los Soviets, porque
los bolcheviques, sin ningún arraigo, o con muy poco –lo demostró bien la
elección a las cortes constituyentes— entre los campesinos, no hallaron mejor
medio que ese para asegurar la hegemonía de su partido, para obtener mayoría de
mandatos en todos los Soviets, para asegurarse el triunfo”.
Habiendo liquidado el comercio
formal, convertido el Estado bolchevique en el único comprador y vendedor de
los productos (88), la cuestión fundamental era tasar las mercancías, tasar el
precio de compra como de venta, dejando un margen de ganancia, he aquí lo que
les pareció lo mejor; sin embargo ya se había mostrado varias veces en otros
casos que tasar no hacía sino crear infinitos males a las economías que ello
habían hecho.
“Los bolcheviques ejecutaron el
programa marxista hasta sus consecuencias extremas; no sólo lucharon por
realizar las condiciones favorables al capitalismo burgués, sino que –aún más–,
asumieron las tareas de la burguesía. En vez de un gran número de capitalistas,
apareció un capitalista gigantesco: el Estado bolchevique. ‘El socialismo
–declaraba Lenin– no es otra cosa que un monopolio capitalista estatal.’” (89)
Al tasar la economía rusa se
cometió un gran error: los campesinos se negaban a entregar su producto al Estado,
pues de éste recibía solo billetes que el bolchevismo imprimía sin medida, y
con el cual el campesino no podía comprar nada; esto le llevaba a mejor vender
su mercancía en el mercado clandestino, donde se le redituaba mucho mejor que
vendiéndolo al Estado.
El gobierno pagaba a los
campesinos con una moneda que el mismo habitualmente desvalorizaba, y que no
sustituía con ninguna otra manera de intercambio de productos. ¿Cómo no
entender que el campesino, despojado antes por el Zarismo, y hoy por el
Bolchevismo se negara a entregar su producto? La situación de decadencia
económica era inevitable, el comercio pasó de ser formalmente estatal, al
comercio clandestino.
“Los campesinos se negaron a
entregarles los productos porque no se les daba nada a cambio. Y el campesino
se consideró expoliado y robado. Recibía papel a cambio de lo que entregaba;
pero luego, con este papel, nada podía comprar. Y cuando protestó, se le llamó
contrarrevolucionario y pequeño burgués, dos adjetivos que para los
bolcheviques resuelven las más arduas cuestiones económicas” (90).
El Estado bolchevique daba a la
gente del pueblo solo el 25% de lo necesario para satisfacer las necesidades
básicas de las personas. El otro 50% se lo buscaba en la especulación, cantidad
enorme, pero cierta. El ciudadano ruso apenas conseguía satisfacer el 75% de
sus necesidades básicas.
Para poder satisfacer las
necesidades básicas, se recurría grandemente a la especulación, pero antes de
eso veamos otras cuestiones.
El campesinado, como ya hemos
dicho, se negaba a entregar su producto a quien le pagaba con dinero que el Estado
devaluaba, ante esto, los bolcheviques impusieron algo peor que lo anterior:
las “Requisas”.
Estas comúnmente se realizaban
con especial saña, se despojaba al campesino de todo para entregarlo al Estado,
que era quien lo administraba, muchas veces con total irracionalidad, como en
el caso de productos como la carne y las verduras, que no pueden mantenerse en
centralización, pues se echarían a perder; los bolcheviques no entendían esto
siquiera. Y grandes cantidades de estos alimentos terminaban en estado de
putrefacción.
Las requisas, desde que se
conoció el privilegio que ello significaba para quien la realizaba, que
significaba solventar necesidades básicas y hasta mucho más, pues las primas
era muy satisfactorias, se convirtieron en un puesto para el que todos
aspiraban.
Los mismos que ejercían el poder
como miembros del Estado esperaban solo la oportunidad para poder aspirar al
puesto privilegiado de las requisas.
El Estado daba una pequeña parte
de las necesidades básicas del pueblo, y esto daba amplio lugar a la
especulación: recoger la mínima cantidad de alimento que el Estado daba al
pueblo suponía una pérdida de tiempo increíble, horas y una multitud inmensa le
esperaba a quien deseara aunque sea esta mínima ración; quienes vivían en la
ciudad y disponían de tiempo para recoger estas cantidades, comúnmente obtenían
los vales de racionamiento, que por lo general iban extendidos al portador, de
quienes no podían realizar la pesada espera.
Al obtener esta cantidad extra de
racionamiento: calcetines, medias, hilos de cocer, zapatos, sabanas, almohadas,
etc., rápidamente se dirigían al campo, donde el campesino no podía acceder
fácilmente a los artículos de la industria; el especulador proponía al
campesino hacer negocio, pero el temor del campesino de que se tratara de un
agente del gobierno complicaba “el negocio”.
Después de algo de trabajo, el
especulador lograba conseguir la confianza del Mujik, y entonces éste sacaba el
producto que había escondido de la vista del Estado, ante el temor de que éste
lo requisara.
El negocio estaba hecho, pero
para ello se necesitaba establecer también el contacto con el público, la
necesidad hacía que los compradores aparecieran rápidamente, pero el negocio
requería burlar las leyes, y para esto se necesitaba un intermediario que lo
lograra sin percances y sin riesgos, se establece, pues, un nuevo
intermediario, que cobrará su parte en el negocio.
Esto da lugar a una cantidad de
intermediarios que van poco a poco aumentándose, hasta que el producto necesario
que llega al comprador final, llega en un precio altísimo, para quien no sabe o
no quiere especular.
Veamos lo que decían en Izvestia, órgano de Kronstadt en el
número 13 del 15 de marzo (poco antes de ser aplastada por los bolcheviques):
“Para destruir la vida de
familia, nuestros gobernantes han arbitrado el establecimiento de restaurantes
colectivos. ¿Con qué resultado? El alimento es en ellos aún menos comestible.
De todos modos, los productos son escamoteados antes de llegar a los ciudadanos,
quienes sólo reciben los restos. La nutrición de los niños es algo mejor, pero
muy insuficiente. Escasea la leche, sobre todo. Los comunistas requisaron a los
campesinos todas las vacas lecheras, para sus sovkhoz. Por lo demás, la mitad
del ganado perece antes de llegar a su destino. La leche de las vacas que
sobreviven se destina ante todo a los gobernantes, luego a los altos
funcionarios y lo que resta recién a los niños.
Pero lo más difícil es vestirse y
calzarse. Se aprovecha al extremo las ropas viejas. Nada nuevo es distribuido.
(Por ejemplo, un sindicato distribuye botones a razón de uno y medio por
persona. ¿No es esto burlarse de la gente?) Imposible hallar zapatos.
¡Bella es la ruta del paraíso
comunista! Pero, ¿se la puede recorrer descalzos?
Sin embargo, hay hendiduras por
las que escapa todo lo necesario. Los integrantes del círculo de las llamadas
"cooperativas" y los gobernantes tienen de todo: restaurantes propios
y raciones especiales; oficinas de abonos, cuyos beneficios se otorgan conforme
a las simpatías de los comisarios.
Se ha acabado de comprender que
esta "comuna" ha socavado y completamente desorganizado el trabajo
productor, con la lógica desaparición del deseo y el interés de trabajar.
Zapateros, sastres y plomeros han debido dispersarse, buscando ocupación como
guardianes, mensajeros, etc.
Tal es el paraíso cuya
construcción emprendieron los bolcheviques”.
El marxismo bolchevique, que
tanto insultaba y amenazaba a la burguesía por su torpeza e imbecilidad, no
hacía sino seguir sus pasos, en una economía dominada por la burguesía es casi
natural que su política lleve al hambre al pueblo, pues antes que nada, la burguesía
ve sus intereses.
Pero un partido que se llamaba a
si mismo Socialista y Revolucionario, debió emprender la vía de la libertad, y
dejar al pueblo el camino libre para organizar por sí mismo la economía del
país, manteniéndose dentro de éste mismo pueblo, y ayudando en todo lo que le
fuese posible.
No, antes era el dogma del
partido que la misma revolución.
Hemos visto la tontería bolchevique
en lo que respecta a la economía, pero es preciso ver otras cuestiones antes de
continuar con el relato de los Soviets, Kronstadt y los Makhnovistas.
Es por todos sabido que una
revolución sin violencia no es posible, pues la burguesía no abandonará sus
privilegios con gusto, y ofrecerá una férrea pelea antes de ser destruida.
El pueblo ruso, que durante el
Zarismo había sido sometido a las peores injusticias, las peores humillaciones
y, digámoslo, explotado de una manera brutal, se había por fin librado de sus
cadenas, no podía responder de una manera generosa y pacífica; todas las
humillaciones pasadas habían despertado en él un odio feroz hacia el poder,
hacia los gobernantes y, como en todas las revoluciones, las pasiones se habían
desatado, dando paso a veces a crueldades contra miembros de la burguesía
reaccionaria.
Crueldades que sin duda son
excusables, comprensibles, pues una revolución es literalmente una tormenta que
lo arrasa todo, donde las pasiones se desatan.
Pero esto es una cosa, y otra muy
diferente es la violencia empleada por el bolchevismo: esta violencia no
correspondía a las necesidades de la revolución, sino de un partido.
Las Tchekas, las odiosas Tchekas
no sirvieron a los intereses de la revolución o del pueblo (91), sino tan solo
al establecimiento de la dictadura estatista de bolchevismo. ¿Quién puede negar
esto? (92), Las Tchekas se formaron con miembros de confianza del Partido Comunista
probados en la lucha contra el Zarismo, con la intención de hacer frente a
amenazas contrarrevolucionarias y a los atentados que amenazaban la revolución;
pronto el argumento perdió credibilidad: ya no se trataba de defender la
revolución, ahora había que salvar el Estado bolchevique del pueblo… ¿Quién lo
diría? ¡Las fuerzas contrarrevolucionarias serían ellos mismos!
Esta violencia es injustificable
pues respondía a intereses particulares, no es propiamente el resultado natural
de un despertar revolucionario, sino que es más bien el resultado de la defensa
de un dogma teórico e hizo bastantes daños al desarrollo revolucionario.
Y comprobaremos el sadismo
bolchevique en un momento, cuando hablemos de Kronstadt y Los Makhnovistas.
Hemos dicho al comienzo de este
libro que el marxismo no es comunismo; se ha dicho comúnmente que los
bolcheviques eran comunistas, pasemos revista a Rusia y veremos el porqué
negamos ello.
¿Qué es el comunismo?
El comunismo es la vida en una
sociedad en donde nadie está mandado por la autoridad de nadie; en donde el ser
humano se desarrolla plenamente, en completa libertad; es una sociedad donde la
libertad de prensa y de palabra es patente, donde los hombres se ven como
hermanos y no como enemigos; es la condición de una sociedad en donde las
diferencias económicas han quedado eliminadas; es, en fin, una vida mejor,
mucho mejor que la vida bajo cualquier gobierno.
En Rusia sucedía todo lo
contrario. Las vergonzantes condiciones a las que se hallaba sometido el pueblo
ruso nada tienen que ver con el comunismo.
Las cárceles y centros de tortura
en donde se metían a los que osaban contradecir el gobierno bolchevique nos
traen a la cabeza una pregunta ¿Dónde está el comunismo en tales condiciones?
El sometimiento de la enorme
mayoría de la población a las ineptitudes de los bolcheviques nos sugiere de
nuevo la pregunta ¿Qué hay ahí de comunismo?
Los brutales asesinatos cometidos
en interés del partido son otra prueba de ello.
Puede decirse que en Rusia bajo
el dominio bolchevique había de todo, menos comunismo.
Antes de la revolución de
octubre, en el pueblo ruso existía ya una condición muy tendente al verdadero
comunismo.
El “mir” y el “artel” eran
manifestaciones clarísimas de esta tendencia. Organismos que el mismo pueblo
había creado y de los cuales se había servido desde siempre, tratando de que el
trabajo fuese en común.
Antes de la revolución de 1917
las fuerzas estatales le combatieron arduamente, pero no lograron eliminarlos.
Siendo combatidos durante el
régimen zarista, el mir y el artel, auténticas manifestaciones populares,
encarnaban en la práctica del campesino, que alejado de los oropeles de los
países europeos avanzados veía que su vida sería más llevadera si practicaba el
trabajo en común.
Cuando estalló la revolución, y
se vieron en la posibilidad de actuar libremente, nuevamente optaron por las
prácticas del artel y del mir. Apenas echados los patrones de la dirección de
las fábricas, el pueblo, con su tendencia comunista, comenzó la organización de
las fábricas y los campos según sus concepciones equitativas. Errores los hubo,
y ya hemos hablado de ellos; pero lo importante es el instinto con que las
masas querían organizar sus vidas, en maneras realmente comunistas.
Los instintos comunistas del
pueblo ruso se manifestaban en otras formas más cotidianas de la vida diaria.
El invierno en Rusia dura cinco
meses (de noviembre a finales de marzo); el otoño y la primavera apenas duran
unas semanas. Entre cada invierno apenas hay un periodo corto para la siembra y
la cosecha, y si no se quieren sorpresas hay que apresurarse a las faenas
campesinas.
El rendimiento del campesino ha
de ser el máximo, se ha de aprovechar el mayor tiempo posible para las faenas,
el menor retraso podría echar a perder el sustento de muchas personas. El
agotamiento al que se ve sometido le obliga a requerir constantemente el apoyo
del vecino en el trabajo, quien a su vez también requiere apoyo, y juntos
trabajan (93).
Durante los primeros meses de la
revolución estas prácticas continuaron.
Es verdad, hubo de todo, pero el
arraigo del sentir comunista del pueblo se manifestaba, ponían en común sus
herramientas de trabajo, sus semillas, su ganado y cuanto poseían, y se
formaban grupos de campesinos que laboraban en común, ya fuese por grupos de
afinidad o de familia, el comunismo se manifestaba en estos actos.
También hubo quienes no iban tan
lejos, y ponían todo en común, pero luego se arreglaban conforme hubieran
prestado servicios en el trabajo. Pueden decirnos que eso es más colectivismo
que comunismo, pero lo importante es que los trabajadores lo hacían de común
acuerdo, sin intervenciones de nadie, se arreglaban conforme ellos pensaban.
Muchas veces había grupos que no
sólo ponían todos sus bienes en común, sino que también del beneficio de su
trabajo aspiraban a lo mismo, a repartirlo no conforme se había trabajado por persona,
sino según lo que necesitaran.
Aquí vemos una circunstancia que
es una mezcla de sarcasmo y motivo de meditación: el pueblo es comunista... el
gobierno también... ¡extraña y rara coincidencia!
El pueblo tendía a la
socialización de la tierra, y cuando los bolcheviques nacionalizan las tierras
y la declaran propiedad del Estado, proceden a la parcelación y al reparto,
destruyen, de esta manera, los avances que el pueblo ya tenía hacia el
comunismo.
He aquí porque decíamos al comienzo
que el marxismo no es comunismo, pues estas pruebas que salen de la Revolución
rusa, no son sino el camino que necesariamente han de seguir las teorías
marxistas, que se descalifican por anticipado del comunismo cuando toman
partido por las dictaduras.
“De que el comunismo bolchevique
es una añagaza más, sólo quedan por convencer unos cuantos papanatas que andan
por el mundo hablando de lo que no saben ni entienden, que quieren ser más
papistas que el Papa, capaces de enmendarle la plana al mismo Lenin, si Lenin
pudiera venir a contrariarles.
Convencer a estas gentes de que
eso del comunismo en Rusia no pasó de ser una intención, si la hubo alguna vez,
es perder el tiempo, machacar en hierro frío y tirar piedras a la luna. La
estupidez tiene muchas facetas. La más perjudicial, sin embargo, es la que
convierte al individuo en creyente de su propia estupidez. A éste no hay manera
de convencerle; vive poseído de ser el depositario de la verdad. Sí ha creído
que en Rusia existió o existe el comunismo, ¿cómo sacarle del error en que
vive? Únicamente podría intentarse llevándolo allá; pero sé corre el peligro de
que desplace el sentido natural de las cosas y las vea al revés.” (94)
La historia nos dio en Rusia una
bella prueba de lo que afirmábamos al comienzo, así que ahora que esto está
demostrado no hace falta hablar más de ello. Dediquémonos a erradicar otro
mito.
Son por todos conocidos los
ataques de Lenin a Kautsky.
El primero quería llegar a la
toma del poder mediante la revolución; el segundo aspiraba a ello por una maduración
ideológica del pueblo; Mediante una preparación política que han de realizar
los partidos.
En realidad, las diferencias que
existían entre ellos eran más tácticas que teóricas.
Ambos querían tomar el poder, por
más que Lenin se empeñara en ver diferencias, en realidad estas apenas son
tácticas.
En El Estado y la Revolución Lenin no repara en llamar a Kautsky un
renegado, y hasta un falsificador de las teorías marxistas; no, no eran más que
productos de la misma ideología que iban por caminos distintos.
En verdad que la toma del poder
es más posible como la veía Lenin que como la quería Kautsky, pero esto no
quiere decir que uno y otro no sean marxistas: ambos seguían las enseñanzas de
su maestro: la toma del poder político por una representación de la clase
obrera.
Lenin diría en El Estado y la Revolución que:
“Todo lo que durante cuarenta años –de 1852 a
1891– enseñaron y demostraron Marx y Engels, a saber, que el proletariado
necesariamente debía destruir la maquinaria del Estado burgués, el renegado
Kautsky lo ha olvidado, desfigurado o echado por la borda” (95)
Es realmente chusco ver el pleito
entre dos personajes que eran tan similares: mientras Kautsky hacía caso omiso
a la destrucción del Estado, Lenin armaba un aparato estatal centralizado, de
manera que la destrucción del Estado se
hacía imposible. O eran Renegados los
dos, o eran marxistas los dos. En realidad, la segunda opción es la correcta:
ambos aspiraban a gobernar, a ordenar, a explotar a las masas, conforme les
había enseñado su maestro: el señor Marx.
“Agreguemos que el marxismo lleva
la impronta del carácter de su fundador, hombre profundamente autoritario, que
estaba persuadido de haber hecho del socialismo una ciencia (96), pues creía
haber descubierto las leyes por las cuales la inevitable evolución dialéctica
del capitalismo conduciría, finalmente, al socialismo. Por último, diremos que
el marxismo ha sido siempre una especie de mesianismo; de ahí que los marxistas
de todas las tendencias hayan sentido la necesidad de presentar su particular
interpretación como la verdadera, amparándose en la autoridad de Marx. Como
consecuencia de ello, las interpretaciones científicas del fundador han acabado
en ciencia histórica falsificada” (97).
Durante la revolución rusa la
situación de Lenin no era nada fácil: tenía que mostrar una actitud marxista
pues constantemente se veía atacado por quienes siendo de sus mismas ideas le
achacaban que no era marxista; incluso que defendía teorías anarquistas.
Cuando Lenin hace su llegada a
Petrogrado el 3 de abril, dice ante la gente que le rodeaba que Rusia estaba al
borde de una nueva era, una era en la que se asistiría a la sustitución del Estado
Burgués por una República de Soviets obreros (98) y del ejército y la policía
por milicias populares.
En sus palabras no hubo nada que
hiciera alusión siquiera a una Constituyente.
Estos eran puntos de vista que
muy pocos anarquistas hubieran rechazado.
El 9 de abril, Lenin escribía en Pravda:
“No somos blanquistas, no somos
partidarios de la toma del poder por una minoría”
Después, en las “Tesis de Abril”
que Lenin leyó al día siguiente en una reunión con los Socialdemócratas en el Palacio
de Táurida, Lenin siguió con su tono heterodoxo. De acuerdo con Marx, antes de
la revolución tenía que preceder un prolongado periodo de “Democracia
Burguesa”.
Lenin, en las Tesis de Abril, libraba a Rusia de una
época entera que era fundamental en las teorías marxistas sobre la revolución.
Dijo:
“Lo característico de la
situación actual de Rusia, es que representa la transición del primer estadio
de la revolución, que, ante la falta de madurez y organización del
proletariado, dio el poder a la burguesía, a su segundo estadio, que colocará
el poder en manos del proletariado y de los estratos más pobres del campesinado”.
Al rechazar el periodo de
capitalismo que según Marx debía preceder inevitablemente a la revolución
socialista, no sólo dejó boquiabierta a la rama moderada de la
Socialdemocracia, sino que se preguntaban unos a otros si Lenin había
abandonado las leyes fundamentales de la teoría marxista acerca de la evolución
histórica. O, si aún peor, se había convertido al anarquismo. El tiempo
desmentiría esta teoría.
Al día siguiente de leerse las “Tesis”
de Lenin, Kamenev escribió en Pravda:
“Consideramos inaceptable el
esquema general del camarada Lenin porque parte de la idea de que la revolución
democrático-burguesa ya ha terminado y porque prevee la inmediata
transformación de esta revolución en revolución social”.
I. P. Góldenberg se vio obligado
a declarar que:
“Lenin se ha convertido ahora en
un candidato para un trono europeo que ha permanecido vacante durante 30 años
--¡El trono de Bakunin!--. Las nuevas formulas de Lenin recuerdan algo ya
viejo, las verdades desahuciadas del anarquismo primitivo” (99).
En las Tesis de Abril, Lenin incluía una serie de declaraciones que
concordaba con muchos puntos de vista anarquista, como cuando llamaba a la
transformación de la guerra imperialista en una guerra contra el capitalismo,
renunciaba a la idea de un parlamento ruso, y en cambio un sistema de Soviets
libres que siguiera el modelo de la Comuna de París, la abolición del ejército,
la policía y la burocracia.
Todo esto sonaba muy bien, y
aunque después Lenin mostraría su verdadera cara, en este periodo hubo una camaradería
entre marxistas y anarquistas, que se preparaban a descarrilar la locomotora de
la historia hacia nuevas vías (100).
Durante este tiempo los
anarquistas se encargaron de expropiar algunas residencias de los burgueses, y
transformarlas en centros de estudio social.
No hubo ninguna oposición a las
expropiaciones sino hasta que un grupo de anarquistas acuartelados en la Dacha trataron de apoderarse el 5 de
junio de una imprenta de un periódico burgués Russkaia Volia (101).
Después de algunas horas de ocupación
los ocupantes fueron dispersos por las tropas que envió el Gobierno
Provisional.
El primer Congreso de los Soviets
que se encontraba reunido en ese momento denunció a los ocupantes como
delincuentes que se denominaban anarquistas.
Para el 7 de junio el ministro de
Justicia P. N. Perevérzev daba un plazo de 24 horas a los ocupantes para
desalojar el inmueble; al día siguiente 50 marineros de Kronstadt se
presentaban para defender la Dacha.
En el distrito de Virog varios
grupos de trabajadores abandonaron las fábricas y organizaron manifestaciones
de protesta contra la orden de desalojo. Pero el Congreso de Soviets respondió
animando a los trabajadores a regresar a sus empleos y condenando la ocupación
de posesiones privadas sin el
consentimiento de sus propietarios.
En tanto que duró la ocupación,
las banderas negras aparecían una a una, y los portavoces anarquistas decían a
los que los escuchaban que desobedecieran las órdenes del gobierno, y que
actuasen por sí mismos. Se les animaba a la insurrección.
El Soviet de Petrogrado se negó a
apoyar la rebelión prematura, y el gobierno tuvo entonces la oportunidad de
acabar con los intentos sin mucho trabajo.
Los dirigentes del partido
bolchevique se vieron obligados a esconderse; mientras tanto, en la ocupación
de Durnovó los ocupantes eran desalojados y algunos de ellos habrían de
terminar tras las rejas.
El primer choque entre los bolcheviques
y los anarquistas se dio al poco tiempo del estallar el movimiento
revolucionario, cuando los bolcheviques constituyeron el Consejo de Comisarios
del Pueblo, formado en su totalidad con gente adherida a su propio partido.
Volin relata que el día 25 de
octubre escuchó unos disparos a lo lejos, y un camión pasó arrojando volantes a
las masas; recogió uno, y vio que se anunciaba la caída del gobierno de
Kerenky, y a continuación una lista encabezada por Lenin como jefe del Consejo
de Comisarios del Pueblo.
“Un sentimiento mezcla de
tristeza, cólera, disgusto, y también, de una irónica suerte de satisfacción,
se apoderó de mí. ‘Estos imbéciles –si no son, simplemente, demagogos
impostores, pensé— han de imaginarse que hacen así la Revolución social. Y
bien, ya verán… y las masas aprenderán una buena lección’.
¿Quién hubiese podido prever
entonces que sólo cuatro años después, en 1921, en las gloriosas jornadas de
febrero –del 25 al 28 exactamente--, los obreros de Petrogrado se sublevarían
contra el gobierno Comunista?” (102)
Los anarquistas protestaron, pues
tal concentración de poder mataría la revolución, como después se constataría.
Golos Truda, decía que:
“Convocamos a los esclavos
(declaraba Golos Truda la misma mañana de la insurrección) a que creen sus propias organizaciones laborales sin
partido, libremente asociadas entre sí en las ciudades, aldeas, distritos y
provincias y ayudándose unas a otras” (103).
Y a los tres días, el mismo
periódico advertía que:
”Si algún grupo político tratase
de convertirlos en instrumentos de coerción, el pueblo volverá a empuñar las
armas” (104).
Estas palabras no carecían de antecedentes,
el mismo periódico Golos Truda decía
unos días después del estallamiento revolucionario de octubre, al hablar sobre
el futuro de la revolución si ésta se dejaba dominar por el poder estatista de
los pseudo revolucionarios bolcheviques:
“Sera ésta una lucha entre las
fuerzas vivas desplegadas por el impulso creador de las masas, por una parte, y
el poder socialdemócrata, de espíritu centralista, defendiéndose furiosamente,
por la otra; esto es: lucha de los organismos obreros y campesinos actuantes
directamente y por iniciativa propia, que toman posesión de la tierra y de
todos los medios de producción, de transporte y de distribución, para
establecer, en entera independencia, una vida humana verdaderamente nueva, por
una parte; y la autoridad marxista política, por la otra; lucha, en fin, entre
los sistemas libertario y autoritario, entre los dos principios que se disputan
desde hace tanto tiempo la preeminencia: el principio anarquista y el marxista.
Sólo la victoria completa, definitiva, del principio anarquista, principio
de auto organización libre y natural de las masas, significará la verdadera
victoria de la Gran Revolución.
No creemos en la posibilidad de
cumplir la Revolución Social por el procedimiento político. No creemos que la
obra de la nueva construcción social ni la solución de los problemas tan
vastos, varios y complicados de nuestro tiempo, puedan ser realizados por actos
políticos, mediante la toma del poder, desde arriba, desde el centro...
¡Quien viva verá!” (105)
Sobre la dictadura del
proletariado, Lenin había dicho en 1917 que dicha dictadura sería sólo un
periodo breve de transición; que era preciso crear un Estado sin policía,
ejercito y organizado de tal manera que no pudiese sino morir. Sin embargo el
carácter de la dictadura estatal (como cualquier Estado) no podía sino hacer
imposible tal muerte.
“Según Lenin, la extinción del
Estado comenzaría “inmediatamente”. Para provocar tal evolución, se
fortalecieron de manera inaudita los medios de poder estatal y se instituyó una
policía que superó, con mucho, a la del viejo Estado zarista. ¡Método singular
es éste de abolir el Estado fortaleciéndolo y destruyendo, simultáneamente,
todo lo que contribuye a debilitarlo!” (106).
Entre los marineros de Kronstadt
ya se rumoraba que si la revolución era traicionada, los mismos cañones que
habían retumbado sobre el Palacio de Invierno, retumbarían también sobre el
Smolny (107).
El anarquismo estaba ejerciendo
gran influencia en Rusia, un periodista del Manchester
Guardia que viajó a Rusia iba a hacer un comentario sobre esto. Leámoslo:
“No es una exageración decir que
durante los meses de noviembre, diciembre y la mayor parte de enero, reinó, en
las industrias del norte de Rusia, algo muy parecido a la Anarquía… No existía
un plan industrial colectivo. Los comités de fábrica funcionaban sin dirección.
Actuaban por su cuenta tratando de resolver por sí mismos los problemas de la
producción y distribución que parecían más acuciantes para el futuro inmediato
y para cada localidad. Muchas veces se vendía la maquinaria para conseguir
materia prima, y las fábricas se convirtieron en una especie de Comunas
Anarquistas… en las que las tendencias Anarcosindicalistas imponían su desorden”
(108).
No podemos esperar que un
reportero de un periódico de tales tendencias no se espantase porque no hubiese
dirección, y que nadie mandara sobre nadie; pero lo importante es el comentario
y no la opinión.
Para cuando se les arrebata a los
obreros la dirección de sus fábricas y el Estado toma el control sobre las
fábricas (con las desastrosas consecuencias que ya hemos apuntado) los
anarquistas incitaban a los obreros a volver a las barricadas contra el nuevo
gobierno de “Caníbales y Antropófagos”.
Burevéstnik convocaba desde sus páginas a “desenmascarar la farsa
de la Asamblea Constituyente, la inutilidad del ‘control sobre la producción’ y
el carácter peligroso y dañino de la Centralización Estatal… y convocar a todos
los oprimidos a la verdadera Revolución Social”.
Cuando llega diciembre, circulaba
entre los trabajadores un manifiesto incendiario, redactado por los
anarco-comunistas que decía así:
“No os habéis sublevado para
salvaguardar el bienestar de gentes que os son ajenas, ni con el fin de
controlar una producción que no os pertenece, sino a vuestro enemigo --el
capitalismo- ¿o es que acaso sois sus perros guardianes?
¡Toda la producción a los
obreros!
¡Abajo con el control socialista!
¡Abajo la Asamblea Constituyente!
¡Muerte a toda autoridad!
¡Abajo la propiedad privada!
¡Viva la Comuna Anarquista, la
Paz, la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad!”
Nuevamente, los anarquistas
atacaban, con el mismo furor que habían combatido a la Constituyente, ahora
combatían a las pretensiones bolcheviques.
“Los anarco-comunistas de
Ekaterinoslav recordaban el mensaje de la International, según el cual fuera
del pueblo no había salvadores, «ni Dios, ni Zares, ni tribunos», y exhortaba a
las masas a emprender su propia liberación, acabando con la dictadura
bolchevique e imponiendo una nueva sociedad basada en la igualdad y el trabajo
libre. Asimismo, en la ciudad siberiana de Tomsk, los anarquistas llamaban a la
expulsión de la nueva «jerarquía» de tiranos rusos, y a la organización «desde
la base» de una sociedad sin Estado. «¡Pueblo trabajador!», proclamaba un periódico
anarco-comunista de Viladivostok, «¡No confiéis más que en vosotros y en
vuestras fuerzas organizadas!»"
Igualmente violenta fue la
reacción de los anarco-sindicalistas frente al nuevo régimen. En el grupo de Golos Truda, Volin condenaba a los
bolcheviques por la «estatización de la industria» ", y Maksímov iba aún
más lejos, declarando que ya no era posible, en conciencia, apoyar a los
soviets. La consigna «todo el poder a los soviets», exclamaba, aunque nunca
había resultado totalmente aceptable para los anarquistas, fue antes de la
insurrección de octubre un llamamiento «progresivo» a la acción; en ese
momento, los bolcheviques, frente a los «defensistas» y «oportunistas» que
infectaban el campo socialista, constituían una fuerza revolucionaria. Pero
desde el golpe de octubre, continuaba Maksímov, Lenin y su partido habían
abandonado su papel revolucionario para convertirse en jefes políticos,
transformando a su vez los soviets en los depositarios del poder estatal.
Mientras los soviets no fuesen más que el vehículo de la autoridad, todos los
anarquistas, concluía, estaban obligados a combatirlos” (109).
En 1918 los bolcheviques firmaban
la paz con los alemanes en Brest-Litovsk y las críticas desde el anarquismo
alcanzaron niveles altísimos.
Desde las distintas posturas del
anarquismo, desde el anarcosindicalismo hasta el anarco-comunismo se mantenían
posiciones similares a este punto: habría que atraer al enemigo alemán a
tierras rusas, apartarlo de sus centros de suministro y aplicar una táctica de guerrillas
que desmoralizaran al enemigo y lo vencieran estando lejos de su tierra.
Los bolcheviques, testarudos
hasta la medula, creían (con Lenin encabezando esto) que mediante una
propaganda constante se podría atraer al ejército alemán hacia las ideas revolucionarias,
contagiarles del ambiente revolucionario ruso, y hacer que se negaran a atacar
Rusia.
“... pero que el movimiento
revolucionario alemán –nos dice Ángel Pestaña- se orientara hacia el
bolchevismo, sólo lo creían Lenin y sus colaboradores [...] acarició Lenin
tanto tiempo esta idea, estaba tan enamorado de ella, que en el momento de
nuestro viaje –julio y agosto de 1920— aún la exponía con optimismo, aunque,
ciertamente, con alguna amargura” (110)
El tratado de paz era una
traición enorme a la revolución rusa, todo el honor de la revolución se vería
manchado si se trataban relaciones de paz con el imperialismo alemán.
Una vez más, los bolcheviques
erraron conscientemente, y firmaron el tratado de paz con los alemanes; los
miembros reaccionarios de Ucrania, todos los enemigos de la revolución,
pidieron ayuda a los alemanes, y éstos, conforme el tratado firmado, apoyaron a
los reaccionarios a echar a los revolucionarios de la vida económica ucraniana,
se apoderaron del gobierno, y las persecuciones aparecieron de nuevo.
Al firmar la paz con los
alemanes, éstos imponen a Rusia el abandono de sus antiguas provincias de
Finlandia, Estonia, Polonia y Letonia, y formando con ellas pequeños Estados
bajo su tutela, que han servido para atacar mejor a Rusia.
Convertidos estas provincias en Estados
pequeños, Alemania hace lo que había ya hecho con la neutralidad belga, y
avanza hacia el corazón de Rusia, apoderándose por completo de Polonia, y de
gran parte de Ucrania.
Los bolcheviques protestaron a
estas acciones, es verdad, pero poco podía hacerse ya ante la fuerza del
imperio alemán.
Lo más triste de este asunto, es
que en muchos de esos lugares que después serían conquistados por Alemania los
Soviets se desenvolvían y actuaban de manera eficaz sobre los asuntos más
importantes; los bolcheviques firmaron el tratado de paz con los alemanes, y
sacrificaron sin escrúpulos a los Soviets, especialmente en Ucrania.
La formación de una militancia
clandestina y la formación de guardias armados fue lo que detonó la represión bolchevique;
estalló todo el 9 de abril cuando una banda de anarquistas robaron el automóvil
del coronel Raymond Robins; los bolcheviques se decidieron a actuar y cayeron
numerosos grupos anarquistas ante las garras bolcheviques.
Solo en La casa de La Anarquía y en el Monasterios Donskói la Guardia Negra
ofreció una firme resistencia, cayendo una docena de miembros de las Tchekas y
unos 40 anarquistas resultaron muertos o heridos y más de 500 fueron hechos
prisioneros.
El periódico Anarjiia fue censurado por el Gobierno, pero desde Moscú Burevéstnik nuevamente levantaba la voz
contra los bolcheviques, a los que acusaba de haber hecho unión con la burguesía
contrarrevolucionaria:
“Sois unos Caínes que asesináis a
vuestros hermanos. Unos judas, unos traidores. Lenin ha levantado su trono de
octubre sobre nuestras costillas y ahora pretende conseguir un momento de
respiro sobre nuestros cadáveres, sobre los cadáveres de los anarquistas. Decís
que los anarquistas han sido suprimidos, pero esto no es más que nuestro 3-6 de
julio. Aún está por venir nuestro Octubre” (111).
En mayo cerraban Burevéstnik, Anarjiia, Golos Truda, y
otros destacados periódicos anarquistas, la mayoría de ellos con carácter
permanente.
Poco tiempo duró el respiro que
Lenin ganó en Brest-Litovsk. Hacia el verano, el gobierno bolchevique se
encontraba enfrentado a una lucha a vida o muerte con sus enemigos, tanto en el
exterior como en el interior.
El terrorismo volvía a levantar
cabeza por todo el territorio ruso. Los eseritas radicales lanzaban una
violenta campaña de asesinatos contra los funcionarios estatales, igual que
habían hecho en la época de Nicolás II. En junio de 1918, un terrorista
socialista-revolucionario asesinaba a Volodarskii, miembro de la dirección
bolchevique en Petrogrado. El mes siguiente dos eseristas de izquierda
asesinaron al Embajador alemán, él Conde Mirbach, con la esperanza de provocar
nuevamente el estallido de la guerra. A finales de agosto, Moiséi Uritskii,
jefe de la Tcheka de Petrogrado, caía bajo las balas de los eseristas.
En el ambiente anarquista,
aparecieron de nuevo bandas de Chornoznámentsy
y Beznachaltsy (112) que actuaban
con nombres como “Huracán” y “Muerte”.
Los anarquistas de Rostov,
Ekaterinoslav y Briansk irrumpían en las cárceles para liberar a los presos y
numerosos manifestantes alentaban al pueblo a levantarse contra sus nuevos
amos.
La Federación Anarquista de
Briansk lanzo un llamamiento incendiario:
“¡Pueblo, en pie!
¡Los social-vampiros os están chupando
la sangre!
¡Los que proclamaban al principio
la libertad, fraternidad e igualdad desatan ahora la más terrible violencia!
Se ejecuta a los prisioneros sin juicio
ni investigación, e incluso al margen de sus tribunales «revolucionarios»...
Los bolcheviques se han hecho monárquicos...
¡pueblo! La bota de los gendarmes aplasta todos tus mejores sentimientos y
deseos...
Han terminado con la libertad de
palabra, con la libertad de prensa, con la libertad de domicilio... Sólo hay
sangre por todas partes, sufrimientos, lágrimas, violencia… ellos son los que
provocan el hambre para combatiros mejor... ¡pueblo, en pie! ¡Destruid a los parásitos
que os atormentan! ¡Destruid a todos vuestros opresores!”
Siguiendo la tradición de 1905
surgieron en el sur los “Destacamentos de Combate Anarquista” que tenían como
propósito destruir a todos los contrarrevolucionarios, tanto blancos como bolcheviques,
nacionalistas ucranianos y los alemanes
que se insertaban en Rusia con el propósito de poner en práctica lo acordado en
el pacto de Brest-Litovsk.
El destacamento Guerrillero del
Mar Negro en Semferópol y el Destacamento M. A. Bakunin lanzaron una canción
sobre la nueva “Era de la Dinamita” que barrería a los opresores de todas las
clases:
“¡Amado
es para nosotros el legado de Ravachol y
El
último llamamiento de Henry Por la bandera
De
la «Comuna y la Libertad» Estamos dispuestos
A
entregar nuestras vidas!
¡Abajo
el repicar de campanas de las iglesias!
¡Nosotros
haremos sonar otra clase de alarma
Con
la explosión y el rugido de la tierra
Así
surgirá nuestra armonía!” (113)
El 25 de septiembre un grupo de
Anarquistas Clandestinos junto con un grupo de Socialistas-Revolucionarios
asestaban un duro golpe a los bolcheviques cuando dinamitaron el cuartel
general del Comité de Moscú del Partido Comunista cuando sus miembros se
encontraban en plena sesión plenaria.
12 personas del Comité murieron y
55 más resultaron heridas, entre ellas Nicolai Bujarin (114).
Felices por su nuevo golpe contra
la opresión, los Anarquistas Clandestinos proclamaban que ésta era la señal de
una nueva “Era de Dinamita” que sólo terminaría cuando el despotismo hubiese
sido destruido.
Sin embargo el júbilo provocado
apenas duraría poco: a pesar de que algunos de los más significativos
anarquistas reprobaran los actos cometidos, las detenciones masivas
aparecieron, y fueron los Anarquistas Clandestinos quienes fueron más
reprimidos.
Para justificar la represión
contra el movimiento anarquista en general, Lenin diría a Alejandro Berkman “No
perseguimos a los anarquistas Ideológicos,
pero no estamos dispuestos a tolerar la resistencia armada o la agitación de
este tipo.
Por desgracia para los
anarquistas Ideológicos, la Tcheka no
se molestaba en someter a sus prisioneros a una prueba de catecismo de la
doctrina anarquista antes de condenarlos a cualquier pena” (115).
Sobre la represión que los bolcheviques
ejercerían sobre el movimiento anarquista regresaremos un poco más adelante.
Pasemos ahora a uno de los puntos
que nos interesan, y en donde se mostrará el actuar bolchevique: El movimiento makhnovista.
Néstor Makhno, el principal
miembro de los makhnovistas había nacido el 27 de octubre del año 1889 en
Gulaï-Pole, situado en Ekaterinoslav.
A los 17 años, se unió al grupo
anarco-comunista de Gulaï-Pole, y dos años más tarde fue juzgado por participar
en una activad terrorista (116) que le había costado la vida a un oficial de
policía del distrito.
Se le condenó a la horca, pero
debido a su juventud se le conmutó la pena por trabajos forzados en la prisión
de Butyrki.
Durante los nueve años que
permaneció preso, Makhno se mostró como un hombre incapaz de someterse a la
vida de prisión, recalcitrante en su actuar, muchas veces sufrió duros castigos
por su conducta.
Pedro Archinoff fue preso en el
año de 1910 por introducir propaganda anarquista en Rusia; en la cárcel, ambos
se hicieron grandes amigos, y Archinoff, más viejo que el joven semianalfabeto
de Gulaï-Pole le enseñó a este los principios básicos del anarquismo, y le
afirmó sus convicciones en Bakunin y Kropotkin.
Ambos cobrarían su libertad en
1917, cuando en marzo de ese año el Gobierno Provisional decreta la Amnistía.
Makhno se desplaza a su lugar de
nacimiento, e inmediatamente comienza a destacar por sus actividades en la
comunidad; organiza un grupo de labradores del que fue nombrado presidente y al
poco tiempo sería elegido como jefe de un grupo de metalúrgicos y carpinteros.
En agosto de ese mismo año,
organizaría un grupo de campesinos armados que se encargarían de expropiar las
tierras de los ricos y repartirlas entre los campesinos pobres.
Las actividades de Makhno se ven
truncadas cuando los bolcheviques firman la paz con los alemanes en el tratado
de Brest-Litovsk y grandes cantidades de elementos enemigos se insertan en
Ucrania. Entraron como amos, pues el acuerdo de paz abría el paso a los alemanes.
Éstos entraron en Ucrania y restituyeron el poder a los nobles e instauraron el
gobierno autócrata del Hetman Skoropadsky. El saqueo de Ucrania, entregada a
los austriacos y alemanes por los bolcheviques se hizo espantoso: mientras el
pueblo sufría hambre, los austroalemanes se llevaban a sus países un verdadero
éxodo de transportes repletos de alimentos y otros artículos.
La defensa de la revolución, y de
las conquistas obtenidas por el pueblo, y después vendidas a los austroalemanes
por los bolcheviques eran las premisas del pueblo ucraniano. La instauración
del Hetman y de su poder constituyó una vuelta al pasado.
Pronto aparecieron los atentados
contra los miembros del gobierno, contra los señores agrarios y nobles,
masacrándolos y expropiando sus tierras. En junio, julio y agosto de 1918 se
sucedían estas pequeñas revueltas, que pronto fueron suprimidas por el Hetman,
y muchos campesinos fueron ahorcados y fusilados. Pronto aparecieron grupos de
30, 50 o hasta 100 jinetes que aparecían donde menos se les esperaba y
masacraban a todos los enemigos del pueblo; todo miembro del gobierno, noble, o
propietario, estaban constantemente amenazados de muerte; todo alemán invasor,
en tanto enemigos del pueblo tenían sentenciada su muerte.
Se hizo entonces necesaria la
unificación del movimiento guerrillero, quien encontró en Néstor Makhno un
brillante estratega, y pronto casi todos los combates con los alemanes en donde
en pueblo salía victorioso estaban ligados con Makhno.
Makhno también compartía la
opinión de sus camaradas anarquistas en relación a la traición que los
Bolcheviques habían hecho a la revolución cuando firmaron el tratado de paz con
el imperialismo Alemán.
En abril de 1918 los bolcheviques
ya habían firmado la paz de Brest-Litovsk, y procedían al ataque de la
oposición.
Pronto aparecieron las
difamaciones contra los anarquistas, tachándoles de bandidos, delincuentes, y
en fin, de todo lo que se les ocurriera a los bolcheviques.
En tanto, en Moscú se preparaba
asestar un golpe al movimiento anarquista. Se tanteaba el ánimo de las masas y
cuando se tuvo la certeza de que ante las agresiones estas se mantendrían
impotentes, o por lo menos indiferentes, se procedió al ataque.
La noche del 12 de abril, las
organizaciones anarquistas eran atacadas con dureza, principalmente las
organizaciones de Moscú. Fueron éstas saqueadas y muchos de sus miembros
detenidos.
“Trotsky, --nos dice Volin-- que
desde hacía dos semanas preparaba el golpe y dirigía personalmente en los
regimientos una desatada agitación contra los anarco-bandidos, tuvo la satisfacción de poder lanzar su famosa
frase: ‘¡Al fin el poder soviético barre de Rusia, con escoba de hierro, al
anarquismo!’
¡Eterna y cruel ironía de la
historia humana! Quince años después, Stalin empleará la misma fórmula y
aplicará la misma escoba de hierro al... trotskismo, con gran indignación de Trotsky
(117).
Yo confieso haber experimentado
cierto sentimiento de satisfacción ante esa especie de justicia inmanente” (118)
La represión que se desató en esa
ocasión no terminó con el anarquismo. Aún era posible una vaga libertad de
palabra y de prensa.
Si he omitido y omitiré a lo
largo de este capítulo la suerte de los Socialistas Revolucionarios de
Izquierda, de los Maximalistas, etc., es porque la lucha entre estos y el poder
bolchevique no tenía más fin que la lucha por el poder; simplemente los
bolcheviques lo consiguieron y suprimieron a los demás partidos. Si los
Socialistas Revolucionarios de Izquierda o los Maximalistas hubiesen subido ellos
al poder, seguramente hubieran hecho lo mismo con los bolcheviques.
No ocurre lo mismo con los
anarquistas, quienes no aspiraban al poder, sino a que el pueblo avanzara en la
revolución. Por ello es que dedico especial interés en ello.
Ante la invasión de los enemigos
alemanes, Makhno, que se encontraba aún en Ucrania, se ve obligado a
esconderse, logrando llegar hasta Moscú en junio de 1918, donde se encontraban
gran parte de sus camaradas de ideas.
En Moscú se reúne con Kropotkin,
a quien admiraba por toda su labor revolucionaria, y con quien mantendría una
conversación que ya es por muchos conocida:
“… Pero cuando, con una atención
y una animación particular, escucho mi relato acerca de los camaradas y de la
situación de Ucrania, emocionado y con el rostro radiante repitió varias veces:
‘Muy bien, continuad, continuad allá, dado que allá es donde se construye
nuestro ideal’ […] y agrego con tristeza ‘Ah, si fuese más joven también iría
allí… para militar’” (119).
Por su parte Kropotkin también
había dado ya algunos consejos a sus camaradas anarquistas, que aparecería con
el título de El Anarquismo en Rusia:
“Debemos tratar de actuar para
salvaguardar la autonomía comunal y la iniciativa personal, tanto más cuanto
que los otros partidos intervienen para crear un gobierno fuerte, para
instituir el socialismo estatal, lo que equivale a ahogar toda autonomía
comunal y toda iniciativa personal [...] En Rusia, la revolución del pueblo
será siempre de tendencia anarquista; no se detendrá a mitad del camino, como
quieren los teóricos que ordenan: ‘¡Hasta ahí, y no más allá!’ y ese no más
allá es, para ellos, el momento en que el poder del Estado pasará a manos del
partido [...] Siempre fue tarea de los anarquistas predicar el odio del pueblo
contra el Estado, y lo será también en la revolución rusa”.
Makhno también se reuniría con
Lenin, con quien mantendría una plática algo áspera, sobre todo por la
insistencia de Lenin de querer ver en los anarquistas a utópicos e irrealistas,
a lo que Makhno contesto que los anarquistas no son soñadores ni utópicos sino
hombres de acción; le recordó también que eran los anarquistas y los
Socialistas-Revolucionarios más que los bolcheviques quienes estaban acabando
con las clases nacionalistas y privilegiadas de Ucrania.
Lenin le respondió con un “Quizá
esté equivocado” y le ofreció ayuda para volver al sur.
Makhno salió de esa ciudad que no
iba acorde con su espíritu campesino, y cuando regresa a Gulaï-Pole en julio de
1918 su tierra estaba ocupada por los austriacos y por las milicias de su
lacayo el Hetman Skoropadsky.
Siendo aun fugitivo, logró
introducirse en su pueblo, y fue encargado por un comité revolucionario para
crear batallones de guerrilleros que expulsaran a los invasores; sin embargo se
vio forzado a retroceder con sus compañeros guerrilleros hasta Taganrog, Rostof
y Tzarintzin, las autoridades comprendieron el peligro que Makhno y sus
guerrilleros significaban para sus privilegios, y le pusieron precio a su vida.
Cuando llegó a su pueblo vio que en venganza de las autoridades la casa de su
madre había sido incendiada y que su hermano Savva (el mayor de la familia)
había sido fusilado por los bolcheviques (120).
En muy poco tiempo logró
organizar un destacamento guerrillero y dio fuertes golpes a los austriacos y a
sus aliados Hermanitas, así como a los de la nobleza local. Provocando el
terror en todos los explotadores y enemigos del pueblo.
En una de sus primeras proclamas
a los campesinos del sur decía:
“Recuperaremos nuestra tierra, no
para seguir el ejemplo de los últimos años y colocar nuestro destino en manos
de unos nuevos amos, sino para tomarlo en las nuestras y conducir nuestras
vidas de acuerdo con nuestra voluntad y nuestras concepciones de la verdad”.
Otra de las proclamas de este
grupo de guerrilleros era la siguiente:
“Todo agrario que persiga a los
campesinos, todo agente de policía del Hetman, todo oficial ruso o alemán, en
tanto que enemigo mortal e implacable de los campesinos, no hallará piedad
alguna y será suprimido”
Una habilidad estratégica enorme
era una de las principales armas de los makhnovistas, los campesinos les
suministraban alimentos y lo necesario, permitiendo así que viajasen 50 millas
o más en un día sin apenas dificultades.
Todos los que durante algún
tiempo se aprovecharon de los campesinos y obreros, todos aquellos que les
fusilaban y explotaban, se vieron de pronto atacados de manera implacable por
los makhnovistas. Éstos aparecían en un sitio y masacraban a la burguesía local
o los lacayos hetnamitas, desaparecían y aparecían a 50 o 100 kilómetros, y
hacían lo mismo, sembrando el terror entre los burgueses. Entonces las
autoridades enviaron varios destacamentos con la misión de acabar con Makhno,
quien se les hacía imposible de atrapar por la rapidez de la movilidad que les
caracterizaba.
Donde quiera que fuesen
encontraban el apoyo de los campesinos, tenían por seguro víveres, alojamiento
y caballos, muchas aldeas y comunidades fueron quemadas por los austroalemanes
o fusilados los campesinos, por prestar ayuda a los makhnovistas.
Con el Armisticio de 1918 las
potencias centroeuropeas se retiraron de suelo ucraniano, y Makhno logró
apoderarse de una gran cantidad de armas enemigas. Concentrando, a partir de
ahí, sus esfuerzos por derrotar a los seguidores del líder nacionalista
Petlura.
En esos momentos, tres fuerzas
principales ejercían influencia en Ucrania: Los Makhnovistas, Los Bolcheviques
y Petlura.
Se comprende que cada una de
estas fuerzas debía combatir contra las otras dos, haciendo de Ucrania un campo
de batalla.
De los bolcheviques ya nos
estamos ocupando en este capítulo, y lo continuaremos haciendo; de igual manera
de los makhnovistas; tendremos entonces que tocar el punto de los petluristas:
Con respecto de los makhnovistas,
los seguidores de Petlura creían que se trataba de bandas de rebeldes, a los
que podrían fácilmente atraer a sus filas y dirigirlos para sus propios fines.
Para ello enviaron a los makhnovistas una serie de preguntas de ¿que opinaban
sobre el movimiento de Petlura? ¿Qué estructura política futura deseaba para
Ucrania? ¿No considera deseable y útil obrar en común para la creación de una
Ucrania independiente?
Gran fiasco se llevaron los
Petluristas con sus intenciones de dominar a los makhnovistas; éstos
respondieron de manera firme y tajante, diciéndoles que:
“La Petlurovtchina era un
movimiento de la burguesía nacionalista, con miras opuestas a las de los
campesinos revolucionarios; que Ucrania debía ser organizada sobre la base de
un trabajo libre y de la independencia de los obreros y campesinos; que ellos
no admitían unión alguna con quien quiera fuese, y que solo la lucha era
posible entre la Makhnovtchina, movimiento del pueblo laborioso, y la
Petlurovtchina, movimiento de la burguesía” (121).
Después de este intercambio de
mensajes, los makhnovistas se aventuraron a una empresa que prometía mucho,
pero que sin embargo era muy arriesgada: se detuvieron en Nijne-Dnieprovsk
suburbio de Ekaterinoslav y se dispusieron a atacar la ciudad. Un tren fue
cargado de tropas makhnovistas, y enviado de Nijne-Dnieprovsk, a la estación de
Ekaterinoslav, todos iban como un pacífico tren de obreros, repentinamente los makhnovistas
ocuparon la ciudad y se entabló una lucha con los petluristas, quienes fueron
desalojados de la ciudad y quedando los makhnovistas en ella. Poco después los petluristas
regresaron y en la lucha los makhnovistas fueron desalojados.
Poco después los makhnovistas
darían otro golpe en la región de Sinelnikovo a los seguidores de Petlura, en
que muchos de ellos eran campesinos movilizados por imposición y entonces
Ekaterinoslav fue ocupada por los bolcheviques.
Durante los 5 primeros meses de
1919, Ucrania estaba prácticamente sin una autoridad constituida, pues ni los
Rojos, ni los Blancos, ni ningún tipo de poder era lo suficientemente fuerte
como para someter a los makhnovistas.
Durante este tiempo el movimiento
makhnovista realizó Congresos Regionales campesinos, con las intenciones de
discutir asuntos económicos y militares correspondientes a Ucrania.
El primer congreso se realizó el
23 de enero de 1919 en Grande-Mikhaïlovka y se ocupó principalmente de los
movimientos de Denikin y de Petlura.
El 12 de febrero de 1919 se
reunía en Gulaï-Pole el segundo Congreso, en donde se votó a favor de la “Movilización
Voluntaria”, que iba muy acorde con el espíritu guerrillero de los makhnovistas.
Estos contaban con cerca de 20.000 militantes que se encontraban fatigados por
los constantes choques con las tropas de Denikin. A raíz de esto se forma un
Consejo Militar Revolucionario para hacer frente a los seguidores de Petlura y
de Denikin.
Apenas fueron conocidas las
resoluciones del Congreso, una masa enorme de voluntarios se presentó para
militar entre los makhnovistas; por desgracia la mayoría tuvo que ser rechazada
por falta de armamento. Pero si toda esa enorme cantidad de voluntarios
hubieran podido ser armados la situación hubiera sido bien distinta. Según
Volin el 90 por ciento de los voluntarios tuvo que ser rechazado.
En la primavera de 1919 Volin y
Arón Barón llegaron a tierra makhnovista como consecuencia de que los bolcheviques
destruyeran la Confederación Nabat y
gran parte de sus miembros entraran en la clandestinidad.
Junto con Pedro Archinoff
editaron el periódico de su movimiento Puk
K Svobode (122), de contenido muy similar al extinto Nabat y crearon también escuelas al estilo de Francisco Ferrer i
Guardia.
Se ha acusado algunas veces a los
makhnovistas de antisemitas, pero quienes los atacan no son sino los de
siempre: los fanáticos ilotas de Lenin… ¡Y de Stalin! Además, hemos visto ya
las opiniones de Marx sobre la raza negra, y sus comentarios racistas, pero
veamos la cuestión con los makhnovistas.
Dentro del movimiento makhnovista
hubo un considerable número de judíos, algunos de ellos ocupaban cargos de
responsabilidad. Arón Barón (judío) trabajaba en la comisión de cultura y
educación, pero la gran mayoría luchaba en el frente como miembros especiales
de infantería y artillería judías, o en las unidades guerrilleras regulares. El
mismo Volin, quien nos ha servido de fuente indispensable para este capítulo,
era también judío. Las colonias judía de Ucrania contribuyeron comúnmente con
voluntarios al Ejército Makhnovista. Es verdad que los judíos ricos y
reaccionarios sufrieron la obra de los makhnovistas, pero no por ser judíos, sino
por ser ricos y reaccionarios dentro de una masa explotada y revolucionaria.
Una de las proclamas makhnovistas
de 1919 nos dejará en claro por voz propia su opinión acerca de este punto.
“Campesinos, obreros y
guerrilleros, bien sabéis que trabajadores de toda nacionalidad: rusos, judíos,
polacos, alemanes, armenios, etc., están parejamente sumidos en el abismo de la
miseria. Sabéis cuántos honestos y valerosos militantes revolucionarios judíos
han dado su vida en las luchas por la libertad. La Revolución y el honor de los
trabajadores nos obligan, a todos, a gritar tan alto como podamos que nosotros
hacemos la guerra a un enemigo común: el capital y el principio de autoridad,
que oprimen igualmente a todos los trabajadores, sean rusos, polacos, judíos o
de cualquier otra nacionalidad. Debemos proclamar por doquiera que nuestros
enemigos son los explotadores y los opresores de toda nacionalidad: el
industrial ruso, el dueño metalúrgico alemán, el banquero judío, el
terrateniente polaco... La burguesía de todos los países y de todas las
nacionalidades se han unificado para la lucha encarnizada contra la Revolución,
contra las masas laboriosas de todo el universo sin distinción de
nacionalidad.” (123)
Cierto que en ocasiones hubo
estas actitudes, pero el mismo Makhno en persona las combatió, hasta minarlas
casi por completo.
Los castigos por actos
antisemitas dentro de los makhnovistas eran severos: un jefe de tropa era
inmediatamente fusilado si saqueaba un lugar judío, y lo mismo sucedía con
algún soldado que distribuyese carteles con la formula antisemita clásica: “¡Zurra
a los Judíos! ¡Salva a Rusia!”.
Una de las razones de la
ejecución de Grigorieff por los makhnovistas fue precisamente su antisemitismo,
y la creación del gran Progrom que organizó en Elizabethgrad, que cobró más de
3.000 víctimas.
Pero nuestros adversarios se
empeñan en ver que todo esto era tolerado por el propio Makhno, aún cuando se
ha comprobado todo lo contrario.
Pero sigamos con los makhnovistas.
En los primeros meses de 1919 los
makhnovistas se encargaron de preparar la estructura de una sociedad
libertaria, y las relaciones con los bolcheviques no eran tan ásperas, como
sucedería después.
Los bolcheviques exaltaban a
Makhno como “Un Valeroso Partisano” y los makhnovistas enviaron algunos
cargamentos a Moscú, en ayuda a los trabajadores que sufrían drásticas
restricciones de alimento, situación que como hemos visto, era provocada en
gran medida por la ineptitud bolchevique.
Algunos días después de la
retirada de los petluristas llegaron las tropas de Denikin, y hubo algunos
enfrentamientos con los makhnovistas. En realidad, Denikin esperaba que la
lucha más áspera la tuviera con las fuerzas de Petlura y con los bolcheviques,
esperando implantar su dominio en el límite norte de Ekaterinoslav. Sin embargo
pronto advirtieron el error de subestimar a los makhnovistas. Pronto se vieron
replegados hacia el Don y el Mar Azof, y lo que cubre la extensión desde Pologi
hasta el mar quedó totalmente libre. Los makhnovistas ocuparon estaciones férreas
e importantes ciudades como Berdiansk y Mariupol. En la dirección Este y
Nordeste de Mariupol se extendió un frente de 100 kilómetros contra Denikin.
En marzo de 1919 las relaciones
con los bolcheviques llegaron a su mejor término, cuando se pactó una acción
conjunta contra el Ejército Blanco de Denikin. Según lo pactado, el Ejercito
Insurreccional Makhnovista estaría sujeto a las ordenes supremas de los bolcheviques,
pero mantendría sus propios oficiales y estructura interna, lo que le daba
independencia hacia el interior de su organización, y mantendría también la bandera
negra del anarquismo que les caracterizaba.
Los acuerdos en que se desarrolló
esta “unión” fueron los siguientes:
“a) El Ejército Insurreccional
conservara intacta su organización interna; b) recibirá a comisarios políticos,
nombrados por la autoridad Comunista; c) no se subordinará al supremo comando
rojo sino estrictamente en los concerniente a las operaciones militares
propiamente dichas; d) no podrá ser desplazado del frente de Denikin (124); e)
recibirá municiones y aprovisionamientos igual que el ejército rojo; f)
conserva su nombre de Ejercito Insurreccional revolucionario y sus banderas
negras (la bandera de los anarquistas)”.
Primeramente el Ejército de los makhnovistas
recibió el nombre de Tercer Brigada,
posteriormente fue llamado Primera
División Insurreccional revolucionaria, y finalmente se le conoció como Ejercito Insurreccional Revolucionario de
Ucrania.
Como se puede ver en las cláusulas,
el pacto con los bolcheviques no era en modo alguno orgánico, sino únicamente
un pacto concertado por las circunstancias dadas.
A pesar de este acuerdo, no se
podía terminar con la hostilidad mutua que había entre makhnovistas y bolcheviques.
Los primeros tenían la sospecha
de que los bolcheviques les traicionarían e intentarían domesticar su
movimiento; en el segundo Congreso de los makhnovistas, unos portavoces
acusaban a los bolcheviques de querer “terminar con la Autonomía y libertad de
los Soviets locales de diputados obreros y campesinos”.
Los segundos, veían con total
desacuerdo la autonomía que tenían los makhnovistas en el acuerdo y no les
agradaba nada la poderosa atracción que los makhnovistas ejercían sobre el
campesinado.
Todo se complicó más cuando se
realizaba el Tercer Congreso de los makhnovistas en abril:
El jefe del Ejército Rojo en
Dniéper, Dybenko, envió un telegrama que llegó al congreso, lo prohibió
calificándolo de contrarrevolucionario
y a sus organizadores la aplicación de las más severas medidas represivas y declaradas fuera de la ley. Y el
Consejo Militar Revolucionario de los makhnovistas le replicó con un extenso
documento, donde después de exponer la forma en la que han sido convocados los Congresos
anteriores le recrimina su actitud hacia el Congreso:
“El Congreso quedó bonitamente
asombrado por el telegrama del camarada Dybenko que lo declaraba contrarrevolucionario, siendo la verdad
que esta región fue la primera en levantar el estandarte de la insurrección. Es
por eso que el Congreso votó una enérgica protesta contra ese telegrama.
… Tal es el cuadro que debería
abriros los ojos, camarada Dybenko.
¡Reflexionad! ¿Tenéis el derecho, vosotros, de declarar contrarrevolucionarios
a más de un millón de trabajadores que por sí mismos, con sus manos callosas,
han roto las cadenas de la esclavitud y construyen ahora su vida, por sí mismos
también, a su propio modo?
¡No! Si sois verdaderamente
revolucionarios debéis acudir en su ayuda para la lucha contra los opresores y
su obra de construcción de una nueva vida libre.
¿Puede haber leyes promulgadas
por personas tituladas revolucionarias que le permitan poner a un pueblo más
revolucionario que ellos fuera de la ley? Porque el Comité Ejecutivo del
Consejo representa a toda la masa del pueblo.
¿Es permitido, es admisible venir
a establecer leyes de violencia a un país cuyo pueblo acaba de derribar todos
los legisladores y todas las leyes?
¿Existe una ley por la cual un
revolucionario tendría derecho a aplicar las pena más rigurosas a la masa
revolucionaria de que se dice defensor, por el simple hecho de que ella ha
conquistado, sin esperar su permiso, los bienes por él prometidos: la libertad
y la igualdad?
La masa del pueblo insurrecto,
¿puede callarse cuando un revolucionario
le arrebata la libertad que acaba de conquistar?
Las leyes de la revolución
¿ordenan fusilar a un delegado que cree de su deber cumplir el mandato
conferido por la masa revolucionaria que lo eligió?
Una revolución, ¿qué intereses
debe defender: los del partido o los del pueblo que con su sangre pone en
movimiento la revolución?
El Consejo revolucionario militar
de la región de Gulaï-Pole está fuera de la dependencia y de la influencia de
los partidos; no reconoce más que al pueblo que lo ha elegido. Por tanto, su
deber consiste en realizar todo aquello que ese pueblo le encargó y no
obstaculizar a ninguno de los partidos socialistas de izquierda en la
propaganda de sus ideas. Por consiguiente, en el caso de que la idea
bolchevique hubiese tenido éxito entre los trabajadores, el Consejo revolucionario
militar --esta organización contrarrevolucionaria desde el punto de vista de
los bolcheviques-- sería reemplazada por otra organización más revolucionaria y bolchevique. Pero en espera de ello no nos
obstaculicéis, no tratéis de sofocarnos”.
Y el Congreso se llevó a cabo, a
pesar de esto, el día 10 de abril, desafiando la prohibición a celebrarlo.
Representantes de 72 distritos participaron en el Congreso, representando a
poco más de dos millones de personas.
A partir de ese momento los
bolcheviques dejaron de elogiar a los makhnovistas en sus periódicos, se dieron
cuenta de que por la vía pacífica no
podrían doblegar a los makhnovistas y comenzaron los ataques armados y en la
prensa comenzaron las peores calumnias contra ellos, se les llamó “Kulaks” (granjeros
ricos) y “Anarco-Bandidos”. Se excitaba a la población civil y a los miembros
del Partido contra los makhnovistas.
Como durante los sucesos de
Moscú, y posteriormente en Kronstadt, Trotsky mismo se encargó del plan de
ataque contra los makhnovistas, escribió varios artículos de difamación sobre
el movimiento makhnovista, en especial uno denominado “Makhnovtchina”. Para
Trotsky, este movimiento no era más que un movimiento de Kulaks; y los
discursos de los anarquistas y makhnovistas sobre las comunas libres no eran
más que estratagemas, pues según él, lo que se buscaba en realidad era
instaurar una “autoridad anarquista” (125), que no sería más que el gobierno de
los Kulaks.
En mayo de ese mismo año dos
miembros de la Tcheka fueron capturados y ejecutados por llevar la misión de
ejecutar a Makhno. Otras veces, gente que trabajaba en el gobierno bolchevique
y que simpatizaba con los makhnovistas advirtieron a Makhno de que en caso de
ser llamado a presentarse en Ekaterinoslav, Járkov u otra ciudad no fuera, pues
seguramente se trataba de una emboscada en donde encontraría la muerte.
Para los bolcheviques, era
preferible en esos momentos que Ucrania quedase sometida a Denikin, a que
siguiera en la influencia makhnovista.
“Vale más –explicaba--, ceder toda
la Ucrania a Denikin que permitir la expansión del movimiento makhnovista. El
movimiento de Denikin, francamente contrarrevolucionario, podrá ser fácilmente
comprometido más tarde por conducto de la propaganda de clase, mientras que la
Makhnovtchina se desarrolla en el fondo de las masas y solivianta justamente a
las masas contra nosotros” (126)
Para facilitar esto, cuando más
se recrudecían los ataques de Denikin contra Ucrania, los bolcheviques
impidieron todo suministro a la región rebelde; ni las protestas, ni los
reclamos les valían. Su estrategia era simple: dejar que Denikin aplastara a
los makhnovistas que se encontraban desprovistos de lo elemental, mientras
ellos se preparaban para acabar con Denikin posteriormente y con sus solas
fuerzas. Sin duda los bolcheviques menospreciaban las miras de Denikin.
A fines de mayo de 1919 Denikin
emprende una nueva ofensiva sobre Ucrania que sorprende a los makhnovistas y a
los bolcheviques aún. Los primeros luchaban con todas sus fuerzas contra los
invasores, los segundos dejarían que Denikin aplastara la región libre y aún le
facilitarían la tarea.
La ruptura definitiva se dio
cuando se convocó el cuarto Congreso Regional el 15 de junio e invitaron a los
soldados de base del Ejército Rojo a enviar a sus representantes. He aquí el
documento:
Convocatoria del IV Congreso extraordinario de delegados de campesinos,
obreros y guerrilleros (Telegrama Nº 416)
A todos los Comités Ejecutivos de
los distritos, cantones, comunas y aldeas de las gobernaciones de Ekaterinoslav,
Taurida y regiones vecinas; a todas las unidades de la 1ª división
insurreccional de Ucrania, llamada del Batko Makhno; a todas las tropas del Ejército
Rojo distribuidas en la región.
En su sesión del 30 de mayo, el
Comité ejecutivo del Consejo revolucionario militar, examinada la situación
creada en el frente por la ofensiva de las bandas blancas, como asimismo la
situación general, política y económica, del poder soviético, llega a la
conclusión de que sólo las masas laboriosas mismas, y no las personalidades ni
los partidos, podrán hallarles solución, por lo cual el Comité ejecutivo del C.
R. M. de la región de Gulaï-Pole ha decidido convocar, para el 15 de junio, en
esta ciudad, un Congreso extraordinario.
Modo de elección: 1º un delegado
por cada tres mil representados; 2º los insurgentes y los soldados rojos, un
representante por cada unidad de tropas; 3º los estados mayores, el de Makhno,
dos delegados; los de brigadas, un delegado por cada una; 4º los comités
ejecutivos de distritos, un delegado por cada fracción política; 5º las
organizaciones de distritos, que reconocen al soviet como base, un delegado por
organización.
Condiciones: a) las elecciones de
delegados se realizarán en asambleas generales de todos; b) las reuniones
particulares de los soviets o de los comités no enviarán representantes; c) el
consejo revolucionario no cuenta con medios; los delegados deberán, pues,
procurarse los víveres y el dinero necesarios.
Orden del día: a) informes del
Comité ejecutivo y de los delegados; b) situación actual; c) tareas y fines del
soviet de delegados de campesinos, obreros y soldados de la región de
Gulaï-Pole; d) reorganización del Consejo revolucionario; e) organización
militar; f) abastecimiento; g) el problema agrario; h) cuestiones financieras;
i) unión obrero-campesina; j) seguridad pública; k) ejercicio de la justicia;
l) asuntos corrientes.
Gulaï-Pole,
31 mayo 1919
Cuando los bolcheviques supieron
de esta convocatoria se decidieron a atacar. Mientras los makhnovistas luchaban
ferozmente por contener a las tropas de Denikin, los bolcheviques invadieron el
Norte y atacaron a los makhnovistas por la espalda. Trotsky, que era el
Comandante en jefe de las fuerzas bolcheviques estaba furioso: no podía
permitir que sus subordinados se organizasen al margen de él, y publicó el 4 de
junio un decreto prohibiendo el Congreso y declarando a Makhno fuera de la ley
por medio de la ordenanza número 1824. He aquí los términos en que lo hizo:
Orden Nº 1824 del Consejo Revolucionario Militar de la República
Járkov, 4 de junio de 1919
A todos los comisarios militares.
A todos los Comités ejecutivos de los distritos de Alexandrovsk, Mariupol,
Berdiansk, Bakmut, Paulograd y Kherson.
El Comité Ejecutivo de
Gulaï-Pole, de acuerdo con el Estado mayor de la brigada de Makhno, trata de
convocar para el 15 del mes corriente un Congreso de los soviets y de los
insurrectos de los distritos de Alexandrovsk, Mariupol, Berdiansk, Melitopol,
Bakmut y Paulograd. Dicho congreso se dirige enteramente contra el poder de los
soviets en Ucrania y contra la organización del frente sur donde opera la
brigada de Makhno.
Este Congreso no podría llegar a
otro resultado que suscitar alguna nueva revuelta infame del género de la de
Grigoríef y entregar el frente a los blancos, ante los cuales la brigada de
Makhno no hace sino retroceder sin cesar (127), por la incapacidad, los
designios criminales y la traición de sus jefes. (128)
1º Por la presente orden queda
prohibido ese Congreso, que de ningún modo deberá realizarse.
2º Toda la población campesina y
obrera será prevenida oralmente y por escrito de que la participación en dicho
Congreso será considerada como un acto de alta traición a la República de los
Soviets y su frente.
3º Todos los delegados a dicho
Congreso deberán ser arrestados al punto y pasados al Tribunal revolucionario
militar del 149 (antes 22) ejército de Ucrania.
4º Las personas que difundan los
llamados de Makhno y del Comité ejecutivo de Gulaï-Pole deberán ser igualmente
arrestadas.
5º La presente orden adquiere fuerza
de ley en el acto de ser telegrafiada, y debe ser ampliamente difundida, fijada
en todos los lugares públicos y remitida a los representantes de los Comités
ejecutivos de cantones y aldeas, a los de las autoridades soviéticas, a los
comandantes y a los comisarios de las unidades militares.
Firmado: Trotsky, Presidente del Consejo Revolucionario Militar de la
República; Vatzetis, Comandante en
jefe, Kochkareff, Comisario militar
de la región de Járkov.
El IV Congreso no se celebro pues
los Denikistas y bolcheviques entraron en la región antes de celebrarse. En las
regiones donde se encontraban los bolcheviques se cumplieron las órdenes de
Trotsky, y las reuniones obreras que se encargaban de analizar el orden del día
del Congreso se vieron duramente reprimidas so
pena de muerte.
Se desató nuevamente la represión
sobre los anarquistas, y muy comúnmente éstos eran fusilados en el acto por
orden de un oficial rojo.
Días antes de la publicación de
la orden 1824 comprobó Makhno que las tropas bolcheviques habían dejado al
abandono la región de Grichino, ofreciendo así a las tropas Denikistas el libre
acceso a la región de Gulaï-Pole. Éstos no tardaron en entrar en la región, no
por el lado defendido por los makhnovistas, sino por el lado en que estaban los
bolcheviques.
La represión se hacía con una
característica violencia y actos insensatos de los Tchekistas. Se quemaban los
libros, se demolían los locales, los prisioneros eran violentados, etc.
Una verdadera ola represiva se
ceñía contra los anarquistas.
Si Trotsky era un
“Revolucionario” como no se cansaban de llamarse a sí mismos ¿Por qué negarse a
qué el pueblo se organizase en conjunto? Los verdugos del pueblo siempre temen
a la libre iniciativa de éste, y de eso no escapaba Trotsky.
Los días 9 y 10 de junio de 1919
las fuerzas bolcheviques atacaron a Gulaï-Pole y ordenaron la disolución de la
Comuna “Rosa Luxemburgo” y de las demás comunas… ¡Los “Comunistas” destruían
las Comunas!
Al poco tiempo las tropas de
Denikin terminaban el trabajo: las comunas y los soviets fueron destruidos.
Todo, como consecuencia de la apertura de los bolcheviques a los Denikistas del
lado que defendían. Pronto los makhnovistas se vieron duramente atacados por
los Denikistas; los muchos voluntarios que se habían presentado con intenciones
de reforzar a los makhnovistas tuvieron que ser rechazados, pues aunque
representaban una fuerza enorme no había con que armarlos: los bolcheviques, a
pesar del acuerdo con los makhnovistas, privaron a éstos de armamento, lo que
dio como consecuencia el avance Denikista.
Sin embargo el valor makhnovista
no se sometería ante estos inconvenientes. Organizaron rápidamente un
regimiento para hacerle frente al enemigo, y con armas rudimentarias como
hachas, picos, fusiles de caza, carabinas viejas, etc., fueron a hacerles
frente, pereciendo la gran mayoría de ellos, y obligando a los demás a
instalarse a las orillas de Gulaï-Pole, pero por la tarde se vio obligado a
abandonarla. Esa misma noche se reorganizaron las fuerzas que aún les quedaban
y arremetieron contra los Denikistas, desalojándolos del pueblo; pero al poco
tiempo éstos regresaron y los makhnovistas superados en número y armamento se
vieron obligados a desalojar de nuevo el pueblo.
Mientras esto pasaba, los bolcheviques
que habían abierto el camino a Denikin fingieron aún que nada había pasado.
Enviaron a Makhno un tren blindado prometiendo el envió de mas refuerzos.
Algunos miembros bolcheviques que se encontraban en Ucrania invitaron a Makhno
a uno de estos trenes blindados para hacer una táctica común ante la situación.
Estos funcionarios poseían órdenes de arresto contra Makhno, y el fusilamiento
inmediato de todo aquel que se negara a ser arrestado. Nuevamente Makhno fue
advertido del peligro que corrían él y la causa entera. La situación para los makhnovistas
era realmente difícil: por un lado se quería evitar el enfrentamiento con los bolcheviques,
pues ello minaría sus fuerzas, pero también debían responder a sus agresiones;
también se tenía muy en cuenta la lucha contra Denikin. En definitiva los makhnovistas
se veían atrapados entre las tenazas bolcheviques y Denikistas. Se buscó una
solución a esta situación y Makhno evitó este peligro con una genialidad suya.
Antes de narrar esta genialidad
hemos de hacer un pequeño paréntesis para mostrar un aspecto más del actuar bolchevique:
Estamos viendo como los bolcheviques
comprometían la revolución en interés propio. Durante la revolución española la
CNT, la FAI, y demás organizaciones anarquistas se vieron en circunstancias muy
parecidas a las de los makhnovistas. Los marxistas ponían todo de su parte para
que las realizaciones de los anarquistas no se llevaran a cabo, y estos se
veían entre dos frentes enemigos: el frente de Franco, y el frente que por la
espalda y traicioneramente levantaron los marxistas. ¡Siempre reina el
oportunismo y el interés de la conquista del poder para los marxistas, antes
que la libertad y la revolución misma!
No quise dejar de señalar esto en
esta parte del libro, guardaré para la conclusión de este mismo sacar las
enseñanzas de estos actos. Continuemos con los makhnovistas.
Makhno redactó un documento en
donde declaraba dejar el cargo de comandante del Ejército Insurreccional.
Además invitaba a sus tropas a permanecer en la lucha, y aceptar
–momentáneamente— el comando rojo, en espera de su reagrupación y continuación
de la lucha.
Efectivamente, Makhno declaró a
su Estado mayor que su acción en las filas como simple combatiente era de mayor
utilidad en esos momentos. Envió el documento redactado por él, y los bolcheviques
despacharon hombres no para tomar el puesto de Makhno, sino para apresarlo. No
lograron su objetivo, pero en cambio varios miembros del Consejo Revolucionario
Militar fueron apresados y ejecutados en el acto.
Una nueva declaración hecha por Makhno
fue circulando por los makhnovistas. En ella Makhno les decía que por el momento debía retirarse de su
cargo, pero les pedía que continuaran combatiendo a las tropas de Denikin con el
mismo entusiasmo. Los makhnovistas comprendieron la situación y continuaron la
lucha bajo las órdenes bolcheviques, continuaron en sus posiciones y declararon
reconocer el mando bolchevique. Éstos creyeron haber triunfado al fin sobre
Makhno. Pero ignoraban que los más fieles comandantes makhnovistas habían
concertado acuerdos clandestinamente, a la espera de la orden de reunificación
por Makhno.
Éste desapareció con un pequeño
destacamento de caballería, y las tropas makhnovistas pasaron a formar parte
del Ejército Rojo.
Mientras tanto, los bolcheviques
seguían minimizando la importancia del peligro que para Ucrania representaba
Denikin. Para Trotsky Ucrania no estaba bajo amenaza seria, cosa que tuvo que
rectificar a los pocos días, cuando declaró que Járkov estaba seriamente
amenazada. A fines de junio Ekaterinoslav fue ocupada por Denikin, y a los 15
días Járkov sufrió la misma suerte. Ante estos sucesos los bolcheviques
abandonaron Ucrania con todo lo que les era posible llevarse. Nunca organizaron
un intento de contraofensiva, ni siquiera organizaron la defensa, y dejaron a
Ucrania en manos del enemigo, quien cometió infinidad de arremetidas contra el
pueblo.
En estas circunstancias Makhno
creyó que era el momento justo de regresar al frente de lucha, y las tropas makhnovistas
recibieron la orden de destituir a los generales rojos y reagruparse en torno a
Makhno. Pero aún antes de este reagrupamiento Makhno ya había organizado otro
ejército insurreccional.
Como antes con la invasión
austroalemana, los Denikistas que entraron en Ucrania se dedicaron a instaurar
el viejo régimen de opresión, y todos los nobles y propietarios dispusieron de
la suerte del pueblo, quien era golpeado con semejante brutalidad que antes con
la invasión austroalemana.
Los campesinos se ponían
rápidamente en busca de Makhno, a quien consideraban el único hombre capaz de
reanudar la lucha contra los nuevos amos. Y en menos de 15 días el Ejército
Insurreccional Makhnovista estaba de nuevo unificado. Las armas de que
disponían eran insuficientes, pero todo cambio cuando comenzaron a llegar los miembros de la base, que habiendo
recibido la palabra de reunificación y habiendo destituido a sus generales
rojos, traían consigo todo el armamento que pudieron cargar consigo. Incluso
algunos regimientos del Ejército Rojo hicieron causa común con los makhnovistas
y engrosaron las filas de éstos. Poco podían hacer los generales rojos ante
estas acciones, y temerosos vieron como sucedía todo, sin poder hacer nada para
impedirlo.
Denikin enfurecía ante el ardor y
resistencia makhnovista, y ciego de odio, hacia la guerra no sólo a los makhnovistas,
como militarmente hubiera sido, sino que arrasaba a su paso con todo vestigio
campesino. Los lugares que ocupaba eran barridos completamente, las mujeres
sufrían agravios, y especialmente las judías de Gulaï-Pole eran casi todas
violadas y las chozas incendiadas. La población ante estos actos abandonaba sus
casas y seguía a los makhnovistas en su recorrido.
Sobre el vagón que encabezaba al
Ejército Makhnovista ondeaba una enorme bandera negra con las inscripciones de “La
Tierra para los campesinos, las Fábricas para los obreros” y “Libertad o
Muerte” bordadas en plateado.
Para muchos de los regimientos
rojos que aún quedaban en Crimea en julio, el abandono de los frentes de lucha
por los bolcheviques constituía una traición a la revolución. Muchos de estos
regimientos se dieron cuenta entonces que sólo los makhnovistas luchaban por la
verdadera revolución, y hacia ellos se dirigieron muchos de ellos, después de
haber destituido a sus generales rojos. Todo esto fue estratégicamente bien
planeado por los comandantes makhnovistas que habían permanecido entre las
filas del Ejército Rojo. Estos no sólo partieron con todo el armamento que
pudieron, sino también con la casi totalidad de las fuerzas de base del
Ejército Rojo, y con sus anteriores jefes prisioneros.
Este duro golpe dado a los bolcheviques
por los makhnovistas fue realmente significativo, pues redujo a casi nada el
poder bolchevique en Ucrania.
La unificación definitiva se
produjo en agosto, y entonces Makhno, que había venido en retirada, dispuso de
un Ejército lo suficientemente fuerte para hacer frente a los invasores. Cerca
de 20.000 combatientes estaban prestos a la lucha y rápidamente se organizaron
cuatro brigadas de infantería y de caballería. Una división de artillería y un
regimiento de ametralladoras.
Denikin fue entonces encarado y
rechazado 50 y hasta 80 kilómetros. Sin embargo, las municiones escaseaban ya
para los makhnovistas, y Denikin enviaba continuamente regimientos frescos para
combatirlos y así poder avanzar sin problemas hacia Moscú. Algunas tropas bolcheviques
se abrían paso desde Crimea y Odessa hacia el norte, y los makhnovistas también
tenían que enfrentarlas.
Sin duda la lucha era difícil, y
los makhnovistas se vieron obligados a replegarse hasta 600 kilómetros, hasta
la región del Kiev. Esto duró desde agosto hasta septiembre de 1919. Durante
este tiempo Denikin envió a sus mejores fuerzas para aplastar a los makhnovistas.
Volin, que se encontraba con los
makhnovistas junto con Archinoff en la comisión de propaganda y educación, nos
dice que fueron dos meses de inaudita
violencia.
Denikin se empeñaba en formar un
cerco que aplastara a los makhnovistas definitivamente, y estos se batían
duramente para impedirlo. En el día la lucha era encarnizada, y por la noche
los makhnovistas aprovechaban para replegarse y evitar el cerco mortal.
Carecían de vestimenta, de municiones, de armas, y frecuentemente hasta de
víveres… ¡éstos eran los “Kulaks” a los que Trotsky no dejaba de insultar!
El repliegue makhnovistas los
llevó hasta llegar a la ciudad de Uman, gobernación de Kiev en poder de los petluristas.
Los makhnovistas no podían
continuar su recorrido sin pasar por aquí, y los petluristas estaban en pelea
con Denikin. Los insurgentes tenían en esos momentos poco más de 8.000 heridos,
que retrasaban su camino. La situación era en extremo difícil, pues no se podía
proponer a los petluristas una unión para combatir a Denikin, ni tampoco
someterse a ellos. Los petluristas no deseaban otro frente de guerra con los makhnovistas.
¿Qué hacer, pues?
La respuesta vino poco después
cuando Petlura redactó una propuesta de neutralidad militar a los makhnovistas,
que sabían que era la única táctica posible en esos momentos y aceptaron el
acuerdo.
Según lo estipulado en el
acuerdo, los makhnovistas tenían derecho a ocupar 10 kilómetros cuadrados en
las proximidades a Uman. Los petluristas estaban al norte y al oeste. Las
fuerzas de Denikin se encontraban al sur y al este.
Durante su estancia los makhnovistas
imprimieron un texto titulado “¿Quién es Petlura?” que lo desenmascaraba como
enemigo de los trabajadores al servicio de las clases acomodadas.
Por otro lado, Petlura y Denikin
coincidían en la necesidad de acabar con los makhnovistas, y la noche del 24 al
25 de septiembre los exploradores makhnovistas advirtieron la presencia de
cuatro o cinco regimientos de Denikin, que no habían podido llegar hasta ahí
sino con la ayuda o por lo menos el consentimiento de Petlura.
Para la tarde del 25 de
septiembre, los makhnovistas estaban cercados. Una de las órdenes de los denikistas
llegó a manos de los makhnovistas. La orden decía así:
“Las bandas de Makhno están
cercadas. Están completamente desmoralizadas, desorganizadas, hambreadas y sin
municiones. Ordeno atacarlas y aniquilarlas en un plazo de tres días.”
La orden estaba firmada por el
general Slastchoff, comandante en jefe de Denikin, y que más tarde se pasó al
servicio de los bolcheviques.
Esta vez la retirada era
imposible, los makhnovistas debían afrontar su destino y vencer o morir. Según
Makhno, al día siguiente, 26 de septiembre había de comenzar la verdadera
batalla en donde se decidiría la suerte de todo el movimiento makhnovista.
Las tropas makhnovistas habían
marchado hacia el oeste, pero esta vez marcharon hacia el Este. Se produjeron
así los primeros enfrentamientos con las fuerzas de Denikin, que retrocedieron
en busca de mejores posiciones.
No había más: los makhnovistas
tenían que intentar romper el cerco, de igual manera los makhnovistas serian
aplastados si dejaban de luchar.
Todas las fuerzas makhnovistas
fueron lanzadas entonces al Este y la lucha comenzó alrededor de las 4 de la
madrugada.
Makhno había desaparecido durante
la noche y no se le había visto durante toda la batalla. Hacia las nueve de la mañana
los makhnovistas perdían terreno, pues las fuerzas enemigas se reforzaban
constantemente. Todos los que se encontraban con los makhnovistas y que podían
manejar un arma disparaban contra el enemigo; se dio la orden incluso a las
mujeres de disparar.
Y cuando todo parecía perdido,
cuando la causa entera se desvanecía, apareció Makhno, saliendo de un barranco
por un costado de los enemigos y luchando fieramente, cortando sus filas.
“‘¡Batko (129) está ahí…! ¡Batko
lucha a sable!’ se oía gritar –dice Archinoff--”
Entonces los ánimos de los makhnovistas
se rejuvenecieron, y se lanzaron a la lucha en donde se batía su amado
compañero de lucha.
Las tropas de Denikin se vieron
fuertemente acosadas por los valerosos makhnovistas, y comenzaron la retirada,
primero en orden, después en plena desbandada. Se dirigían a cruzar el rio
Sinuka.
Makhno comprendió la situación y
se lanzaron la caballería y la artillería makhnovistas en acoso de los denikistas,
en tanto que Makhno se dirigió por otro camino de 12 a 15 kilómetros. Muchos de
ellos fueron alcanzados y ejecutados en el mismo rio, otros muchos de ellos
lograron pasar el rio… donde ya los esperaba Makhno. El Estado mayor del
Ejército de Denikin y un regimiento de reserva fueron apresados. El primer
regimiento de oficiales de Simferopol y otros fueron enteramente pasados a
sable.
Uno de los más duros golpes que
había recibido Denikin se lo habían dado los makhnovistas.
Los makhnovistas emprendieron el
camino de regreso a su país, y en su paso encontraron a las fuerzas denikistas
que nada sabían de la batalla antes realizada ni de los makhnovistas, y no
tomaron medidas de defensa; siendo fácilmente abatidas por los makhnovistas.
El avance makhnovista continuó
triunfal y en su camino tomaron lugares como Mariupol, Gulaï-Pole, Dolinskaïa,
Krovoï-Rog, Nikopol, el puente Kitchkass y la ciudad de Alexandrovsk, Pologui,
Berdiansk, , en poco tiempo todo el sur fue liberado de tropas denikistas.
Hacia finales de año, el Ejército
Rojo obligaba a las fuerzas de Denikin a marchar en retirada hacías las
márgenes del Mar Negro.
Pero como hemos ya visto, TODO el
mérito de haber destruido las fuerzas de Denikin le corresponde enteramente a
los makhnovistas. Cuando el Ejército Rojo entra en acción las fuerzas de
Denikin se hallaban en franca retirada, y los bolcheviques encuentran todo el
sur librado de enemigos, su avance se hizo sin ningún inconveniente. La batalla
de Orel, y otras similares son de exigua importancia, pues los
contrarrevolucionarios se hallaban ya en retirada.
Los bolcheviques, aprovechando el
momento sólo llegaron a pegar gritos y
sombrerazos. Los makhnovistas habían ya derrotado a Denikin.
En los meses que siguieron los makhnovistas
tuvieron en sus manos las ciudades de Ekaterinoslav y Aleksandrovsk, y ésta fue
la oportunidad que tuvo Makhno para poner en práctica sus concepciones
libertarias en la ciudad.
Lo primero que había que hacer
era despejar la idea de que un nuevo tipo de despotismo se había apoderado de
la ciudad. Por todas partes se colocaban proclamas anunciando que el Ejercito
Insurreccional Makhnovista “No les dictaría ni ordenaría nada”.
La libertad de prensa y de
palabra fue establecida por los makhnovistas, y rápidamente salieron a flote
diversas publicaciones de distintos matices ideológicos; pero Makhno no estaba
dispuesto a que se permitiera la existencia a organizaciones que pretendían
someter al pueblo a sus dictados, por ello fue que disolvió los “Comités
Revolucionarios” de los bolcheviques en las ciudades donde se encontraban,
aconsejando a sus miembros que se dedicaran a algún oficio honesto. En
Alexandrovsk el mismo Makhno amenazó con detener y hacer fusilar a todos los
miembros de los Rev. Com. Si
persistían en sus intentos jacobinos de imponer su dictadura al pueblo.
Las intenciones de Makhno eran
dejar al pueblo la libertad de organizarse por sí mismo, y esto era lo que
ellos querían; por eso, cuando en octubre de 1919 en un Congreso de Obreros y
Campesinos un portavoz de los Socialistas Revolucionarios pedía el
establecimiento de una dirección efectiva, los makhnovistas le recibieron con
gritos de “ya hemos tenido bastante con vuestros líderes. Siempre líderes y más
líderes. Dejadnos probar sin ellos por una vez”.
Y cuando los obreros ferroviarios
se quejaron de que no se les había pagado en varias semanas, Makhno les
aconsejo que tomaran el control de las líneas férreas y que pusieran por ellos
mismo un precio a su trabajo.
En noviembre una fuerte epidemia
de Tifus azotaba Rusia, y los makhnovistas no escaparon a ello. La mitad de
ellos estaba enfermo, el mismo Makhno también.
A raíz de esto, cuando las
fuerzas denikistas atacan Ekaterinoslav, los makhnovistas se vieron obligados a
dejarla y se dirigen a Crimea, seguidos de cerca por los bolcheviques. Los makhnovistas
se reagruparon entre las ciudades de Milotopol, Nicopol y Alexandrovsk, en
donde tendrían un encuentro con el alto comando de algunas divisiones del
Ejército Rojo. En teoría el encuentro se produjo de manera amistosa. Hubo un mitin común en donde se dieron relaciones de
camaradería, aunque ambos bandos mantenían sus precauciones. Los makhnovistas
no podían olvidar las continuas traiciones que los bolcheviques les habían
hecho, ni como muchos de sus compañeros fueron asesinados por los rojos; éstos
a su vez recordaban aún como hacía poco los makhnovistas habían salido de sus
filas con todo el armamento que habían podido, llevándose consigo a una parte
considerable de las fuerzas de base de su Ejército y a sus comandantes en
calidad de prisioneros.
Ocho días más tarde el comandante
del Ejercito Insurreccional (Makhno) recibe una orden del Consejo
Revolucionario Militar del XIVº cuerpo del Ejército Rojo en la que se le ordena
partir hacia el frente polaco. La orden carecía de sentido. El Ejercito
Makhnovista no estaba subordinado al XIVº cuerpo del Ejército Rojo; ni éste
tenía autoridad alguna sobre los makhnovistas.
Makhno contestó que no se iría de
Ucrania, pues su Ejército era la única fuerza realmente popular que estaba ahí;
comprendía bien Makhno, que lo que los bolcheviques querían era quitarle de ahí
para tener el camino libre e implantar su dictadura en Ucrania.
Decía Makhno que lo que en verdad
buscaba Trotsky era sustituir las hordas de Denikin por el Ejército Rojo, y a
los terratenientes por los comisarios políticos.
La respuesta del Comandante en
Jefe del Ejército Rojo, Trotsky, no se hizo esperar, nuevamente mostraba los
colmillos, y puso a todos los makhnovistas fuera de la ley y se disponía a
hacerles frente.
Desde Gulaï-Pole se inició un
lanzamiento masivo de panfletos alentando a las tropas bolcheviques a que se
negasen a obedecer cualquier intento de atacar la paz que reinaba en
Gulaï-Pole.
Se ponía de manifiesto que el
pueblo no necesitaba la “Ley de los Comisarios, sino un Orden Soviético Libre”
“Contestaremos a la violencia con la violencia”.
A todo esto le siguieron ocho
meses de duros enfrentamientos, con numerosas víctimas de ambos bandos; ahí
donde los bolcheviques llegaban a poblaciones con escasos indicios de
influencia makhnovista, se desataba una orgia de sangre, no sobre los makhnovistas,
sino sobre los campesinos, lo mismo que había hecho Denikin un tiempo atrás lo
repetían también los bolcheviques, superando a los Blancos en la frialdad y
crueldad. En la prensa bolchevique se hablaba constantemente de cifras de bajas
y arrestos que habían hecho a los makhnovistas.
Ocultaban al pueblo que los detenidos y ejecutados eran comúnmente simples
campesinos y sospechosos de simpatizar con los makhnovistas.
“Según cálculos moderados –nos
dice Volin--, en esa época más de 200.000 campesinos y obreros fueron fusilados
o gravemente mutilados por los bolcheviques en Ucrania. Y otros tantos fueron
encarcelados o deportados al desierto siberiano y otros lugares no menos
penosos” (130).
Inferiores en número, los makhnovistas
tratan de no enfrentarse con el enemigo en terreno descubierto, y practican
provechosamente la táctica de guerrilla que venían practicando desde hace un
par de años. Como en la época de lucha contra el Hetman Skoropadsky.
Cuando por triunfar en un encuentro
con los bolcheviques, o por una astucia se lograban hacer prisioneros, a los
simples soldados se les desarmaba y deja en libertad, aun sabiendo que muchos
de ellos serían obligados a regresar al combate. Cuando algunos de ellos
querían luchar a lado de los makhnovistas, éstos les recibían fraternalmente.
Los jefes, los comisarios y los representantes del Partido Comunista en misión
eran pasados a filo de espada.
Pero si los makhnovistas
respetaban la vida de los soldados rojos, no ocurría lo mismo con ellos. Apenas
un simpatizante o militante makhnovista era reconocido, era asesinado
inmediatamente.
En los periódicos bolcheviques,
que solían pintar siempre a los makhnovistas como crueles y sanguinarios
asesinos, solían muchas veces aparecer grandes listas de miembros bolcheviques
liquidados por los makhnovistas; mas callaban voluntariamente que todos ellos
cayeron en combates que ellos mismos habían provocado. Callaban el sagrado derecho
de defensa que hacían los makhnovistas ante los atropellos y acciones
contrarrevolucionarias de los bolcheviques.
A partir del verano de 1920 los makhnovistas
se vieron obligados a luchar no sólo contra el Ejército Rojo, propiamente
dicho, sino contra todo el sistema bolchevique.
En agosto de 1920 Wrangel
remplazaba a Denikin, agrupó las dispersas fuerzas de éste y lanzaba una
ofensiva avanzando desde el norte por la península de Crimea, esto daría pie en
octubre a una nueva petición de los bolcheviques a los makhnovistas para que
combatieran juntos el peligro que representaba Wrangel para la revolución.
Wrangel resultó ser más fino en
sus golpes que Denikin, nuevamente Rusia estaba en peligro. Los makhnovistas se
enfrentaron en varias ocasiones a las fuerzas de Wrangel, en la medida que sus
fuerzas se los permitían. Pero a menudo tuvieron que abandonar la lucha porque
los bolcheviques les atacaban por un costado. A pesar de esto, los bolcheviques
hicieron correr la noticia de una especie de alianza entre los makhnovistas y
las fuerzas de Wrangel. ¿Quién podría creerse eso?
El caso es que nuevamente los makhnovistas
se veían entre dos fuegos enemigos: el de Wrangel y el que nunca había dejado
de ser su enemigo, el bolchevismo.
Se realizaron distintos estudios,
y es que entre los dos enemigos ninguno era mejor que el otro: los dos
representaban una dictadura contra el pueblo. Sin embargo se consideraba que
entre los dos peligros Wrangel representaba, por así decirlo, el más nefasto.
Por lo que se enviaron tratativas a Moscú y Járkov en nombre del Consejo y del
Comandante del Ejército Insurreccional para tratar de entablar un entendimiento
con los bolcheviques para que detuvieran las hostilidades y se lograra un
ataque en común contra Wrangel.
No hubo respuesta de los bolcheviques,
y continuaron empeñados en su campaña de desprestigio y ataque contra los makhnovistas.
Para cuando llega septiembre las
fuerzas bolcheviques se ven obligadas a abandonar Ekaterinoslav, y Wrangel se
apoderó casi sin impedimentos de Alexandrovsk, Berdiansk, Gulaï-Pole y
Sinelnikovo. Hasta entonces una comisión del Partido Comunista entablo las
negociaciones con los makhnovistas para hacer un frente común contra Wrangel.
He aquí el documento:
Convención del acuerdo militar y político preliminar entre el gobierno
soviético de Ucrania y el Ejército insurreccional revolucionario (makhnovista)
de Ucrania.
Parte 1ª: Acuerdo Político
1. Liberación de todos los makhnovistas
y anarquistas presos o exilados en todo el territorio de la república soviética
(131); cese de toda persecución contra ellos, excepto para los que hayan
emprendido la lucha armada contra el gobierno soviético.
2. Completa libertad, para makhnovistas
y anarquistas, de propaganda pública de sus ideas y principios, por la palabra
y la prensa, excepto la incitación al derrocamiento violento del poder
soviético y a condición de respetar las disposiciones de la censura militar.
Para todas sus publicaciones, los makhnovistas y los anarquistas, como
organizaciones revolucionarias reconocidas por el gobierno, dispondrán del
aparato técnico del Estado, sometiéndose, naturalmente, a los reglamentos
técnicos pertinentes.
3. Libre participación en las
elecciones de los soviets y derecho a ser electos para makhnovistas y
anarquistas. Libre participación en la organización del próximo quinto Congreso
panucraniano de los soviets en diciembre próximo. Firman: Yakovleff, por el
gobierno, y Kurilenko y Popoff por el movimiento makhnovista.
Parte 2ª: Acuerdo militar
1. El Ejército makhnovista
formará en las fuerzas armadas de la república como ejército de guerrilleros,
subordinado, en cuanto a las operaciones, al mando supremo del Ejército Rojo.
Conservará su estructura interna, sin obligación de adoptar las bases y los
principios de organización del ejército rojo regular.
2. Al pasar por territorio
soviético, hallarse en el frente, o atravesarlo, el ejército makhnovista no
aceptará en sus filas destacamentos o desertores rojos.
Notas:
a) Las unidades o soldados rojos
que el ejército insurreccional haya encontrado a la retaguardia del frente de
Wrangel y se le hubiesen unido deberán volver a sus propias filas rojas.
b) Los guerrilleros makhnovistas
que se hallan a la retaguardia del frente de Wrangel, así como todos los que se
hallan al presente en las filas del Ejército Insurreccional, permanecerán en
ellas, aunque hayan sido movilizados anteriormente por el Ejército rojo.
3. A fin de aniquilar al enemigo
común --el ejército blanco-- el Ejército Insurreccional Revolucionario de
Ucrania informará, a las masas trabajadoras que lo apoyan, sobre el acuerdo
concertado, y recomendará a toda la población a cesar toda acción hostil contra
el poder de los soviets; por su parte, el gobierno de los soviets hará
inmediatamente públicas las cláusulas del acuerdo.
4. Las familias de los
combatientes del Ejército Insurreccional radicadas en territorio de la
República de los Soviets gozarán de iguales derechos que las de los soldados
del Ejército Rojo y serán provistas, al efecto, de los documentos necesarios,
por gobierno soviético de Ucrania.
Firmado: Frunze, comandante del frente sur; Belakun, Gusreff, miembros
del Consejo revolucionario del frente sur; Kurilenko,
Popoff, delegados plenipotenciarios del Consejo y del comando del Ejército Insurreccional
Makhnovista.
Una vez firmado el acuerdo, los bolcheviques
se vieron en la situación de publicar en un artículo titulado “Makhno y
Wrangel” que apareció en El Proletario
y otras publicaciones de Járkov, que la información publicada por ellos acerca
de una alianza entre estos había sido un
error.
Según la parte 3ª del acuerdo los
bolcheviques harían públicas inmediatamente
las cláusulas del acuerdo. Con pretextos diversos la publicación se fue
postergando, y sólo cuando los makhnovistas dijeron que no respetarían las cláusulas
en tanto no fuesen publicadas, los Bolcheviques las hicieron públicas.
Aunque retardando la ejecución de
las cláusulas, a los bolcheviques no les quedó más que parar por el momento las
persecuciones contra los anarquistas y dejaron en libertad a algunos de ellos.
Entre los días 15 y 20 de octubre
los makhnovistas se dirigen a enfrentar a Wrangel, y apenas en los primeros
choques con estos logran hacer 4.000 prisioneros (132).
Tres semanas de combate más tarde
la región se vio liberada de tropas enemigas.
Makhnovistas y bolcheviques se
vieron de nuevo las caras en Perekov, cuando los primeros avanzaron a unos
treinta kilómetros por el istmo, sobre el estrecho de Sivach. En tanto que los
segundos mantenían sitiado Perekov. Los makhnovistas consiguieron debilitar
duramente a las tropas de Wrangel. Y otro regimiento makhnovista se apoderó los
días 13 y 14 de noviembre de Simferopol. Wrangel se vio entonces obligado a
retirarse al fondo de la península de Crimea. La toma del istmo de Perekov se
debió en gran medida a los makhnovistas.
Con esto, las fuerzas de Wrangel
se embarcaron de prisa y se dirigieron al extranjero. Nuevamente los makhnovistas
habían jugado el papel más importante en la defensa de Rusia.
Después de todo lo ocurrido entre
makhnovistas y bolcheviques, nadie creía en que los bolcheviques respetarían
los acuerdos. Se sabía que tan sólo el peligro que representaba Wrangel había
obligado a los bolcheviques a tratar con los makhnovistas, pero que apenas
pasado el peligro reanudarían los ataques con cualquier pretexto. Se conocía
bien, pues, el carácter sumamente traidor de los bolcheviques.
Un poco más de un mes después, el
25 de noviembre cuando después de la victoria sobre Wrangel los jefes del Ejército
Makhnovista que se encontraban reunidos fueron apresados por el Ejército Rojo y
ejecutados inmediatamente.
El Ejército Rojo había conseguido
ya la suficiente ventaja como para poder considerar ganada la Guerra Civil y,
al mismo tiempo, se preparaba para traicionar la ayuda makhnovista y lanzar
contra Gulaï-Pole una feroz ofensiva.
Al día siguiente de la detención
y ejecución de los makhnovistas, Trotsky lanzaba la ofensiva contra el cuartel
general de Makhno en Gulaï-Pole, en tanto que la Tcheka perseguía ferozmente a
los miembros de la Confederación Nabat –entre ellos Volin, Arón y Fanya Barón,
Olga Taratuta, Senia Fleshin, entre otros--, que estaban reunidos en Járkov y
realizaban una persecución masiva de todas las organizaciones anarquistas de
Rusia… la represión fue cruda, se apresaba hasta a jóvenes de entre 14 y 16
años de edad, se tomaba como rehenes a padres de familia, mujeres y niños, se
trataba de acabar con el anarquismo ruso desde la raíz.
Para justificar la represión, el
gobierno bolchevique tuvo la idea de inventar un “Gran Complot anarquista
contra el poder soviético” he aquí cómo:
“Cuando la derrota de Wrangel era
inminente, la estación central de emisiones radiofónicas de Moscú anunció a
todas las estaciones del interior interrumpir sus transmisiones debido a un
comunicado oficial urgente y absolutamente secreto que debía ser captado sólo
por las dos estaciones centrales de Járkov.
Un simpatizante libertario en
servicio en una estación del interior no cumplió la orden y captó el siguiente
telegrama:
‘Establecer efectivos anarquistas
Ucrania particularmente región makhnovista. Lenin’
Algunos días más tarde se cursó,
en las mismas condiciones, este otro:
‘Vigilar activamente todos
anarquistas, Preparar documentos. Si es posible de carácter criminal para poder
someterlos a acusación. Mantener en secreto orden y documentos. Distribuir
instrucciones necesarias. Lenin.’
Y a los pocos días se lanzó el
tercero y último telegrama:
‘Arrestar a todos los anarquistas
e incriminarlos. Lenin.’
Todos estos telegramas eran
dirigidos a Rakovsky, presidente entonces del Consejo de Comisarios del pueblo
de Ucrania, y a otras autoridades civiles y militares.
Al recibo del tercer telegrama,
el simpatizante puso en alerta a un camarada anarquista, quien partió de prisa
para Járkov para advertir a los compañeros. Llegó demasiado tarde: el acto
había sido consumado ya. Casi todos los anarquistas de Járkov y los
concurrentes al Congreso se hallaban en prisión. Sus locales estaban
clausurados.
Tal fue el complot de los
anarquistas ucranianos contra el poder soviético.” (133)
¡Ahí tenemos a los “revolucionarios”
Trotsky y Lenin!
Otra de las excusas que puso el bolchevismo
para atacar a los makhnovistas fue que no se sometieron a las peticiones de que
se diluyeran como grupo guerrillero aparte del Ejército Rojo.
Hubo, ciertamente, una
declaración de estas tentativas de los bolcheviques, pero no apareció sino
hasta diciembre de 1920, en el periódico El
Comunista, de Járkov, que fue antefechado. La orden está fechada el 23 de
noviembre, es decir, cuando aún los makhnovistas se reponían de la lucha contra
Wrangel. Apenas 2 días después de firmada
ésta orden los jefes del Ejército Insurreccional fueron asesinados por los bolcheviques,
apresándolos traicioneramente. Evidentemente los bolcheviques no iban a
publicar esto inmediatamente, pues pondrían en alerta a los makhnovistas, y su sometimiento
no sería nada fácil: sabían perfectamente los bolcheviques de la capacidad makhnovista,
por eso actuaron a su espalda, cobardemente, como era su costumbre hacer.
Aquí está la orden de disolución
del Ejército Makhnovista con que los bolcheviques justificaron el ataque:
Orden al camarada Makhno, comandante del Ejército Insurreccional. Copia
a los comandantes de los Ejércitos del frente sur. Nº 00149. Dada en el Estado
Mayor, Melitopol, 23 de noviembre de 1920.
A causa de la cesación de las hostilidades
con Wrangel y de su completa derrota, el Consejo revolucionario militar del
frente sur estima que la misión del Ejército de guerrilleros ha terminado.
Propone, pues, al Consejo revolucionario militar del Ejército Insurreccional
que se ponga de inmediato en acción para transformar los destacamentos
insurreccionales de guerrilleros en unidades militares regulares integrantes
del Ejército Rojo.
No hay ya razón para que el Ejército
Insurreccional siga existiendo como tal. Al contrario, la existencia al lado
del Ejército Rojo de estos destacamentos de una organización particular, que
persigue fines especiales, produce efectos absolutamente inadmisibles. Es por
ello que el Consejo revolucionario militar del frente sur prescribe al Consejo
revolucionario militar del Ejército Insurreccional lo siguiente:
1º Todas las unidades del ex Ejército
Insurreccional actualmente en Crimea deberán ser inmediatamente incorporadas al
IV Ejército Soviético, cuyo Consejo revolucionario militar se encargará de su
transformación.
2º La sección de formaciones
militares de Gulaï-Pole deberá ser liquidada. Los combatientes serán
distribuidos entre los destacamentos de reserva, según las indicaciones del
comandante de esta parte del Ejército.
3º El Consejo revolucionario
militar del Ejército Insurreccional deberá tomar todas las medidas necesarias
para explicar a los combatientes la necesidad de estas transformaciones.
Firmado: M. Frunze, comandante en jefe del frente sur; Smilga, miembro del Consejo revolucionario militar; Karatyguyn, jefe del Estado mayor.
Regresa lector, un par de páginas
atrás, al acuerdo concertado entre makhnovistas y bolcheviques para derrotar a
Wrangel, y verás que según el Acuerdo
Político, en su primero punto deja claro que se debe hacer cese de toda persecución contra ellos (los
anarquistas). El acuerdo tanto político como militar significó pura palabrería
para los bolcheviques.
Hemos dicho ya que el Estado
mayor y el comandante del Ejército Makhnovista habían sido ejecutados en el
momento, pero el comandante de la Caballería, Martchenko, aunque cercado
también, logró abrirse paso con duros esfuerzos, y llegado a Makhno, éste
esperaba ver a su caballería de 1.500 hombres, y tan sólo vio llegar a 250 de
ellos, los demás habían sido asesinados por los bolcheviques. Allí mismo se
realizó una asamblea en donde se reconstruyeron los hechos de cómo los bolcheviques
habían traicionado a los makhnovistas.
El 26 de noviembre siendo cercada
Gulaï-Pole por los bolcheviques, en ella sólo se encontraban unos 250 hombres,
entre ellos Makhno, que arremetió duramente contra el regimiento de caballería bolchevique
que avanzaba hacia Gulaï-Pole. Con el tobillo roto, y aún recuperándose de la enfermedad
que le aquejaba logró escapar a sus verdugos. Rápidamente logró unificar sus
fuerzas y 1.000 hombres formaron la unidad de jinetes, y otros 1.500 la de
infantería; así fue que se puso en busca de los bolcheviques.
A los ocho días entró en
Gulaï-Pole después de derrotar a la 42 división roja y hacerle 6.000
prisioneros, de los cuales 2.000 se unieron a los makhnovistas y los demás
fueron dejados en libertad (134). A los tres días nuevamente golpeó a los bolcheviques
en las cercanías de Andreevka. El combate duró durante toda la noche y parte
del día siguiente, acabando por vencer los makhnovistas, y haciendo de 8 a
10.000 prisioneros, que también cobraron inmediatamente su libertad (135).
Los campesinos informaron a los makhnovistas
de que los bolcheviques disponían de numerosas fuerzas en cada lugar donde
aparecían. Pronto Makhno se vio cercado en Federovka, al sur de Gulaï-Pole. A
los tres días tubo nuevamente que entablar lucha en Constantin y a duras penas
logró abrirse camino con un Ejército que muy minado ya por los combates
anteriores sólo poseía poco mas de 3.000 combatientes, ante un enemigo que no
había arriesgado mucho el pellejo en los momentos más difíciles de Ucrania, que
disponía de elementos frescos y de un armamento muy superior al makhnovista.
3.000 combatientes makhnovistas contra cerca de 150.000 soldados rojos: era muy
difícil la batalla para los makhnovistas.
Pero Makhno logró abrirse camino
entre éste mar de soldados enemigos, combatiendo a izquierda y derecha, atrás y
adelante.
Después de haber derrotado a
varias unidades rojas y aprisionado a cerca de 20.000 hombres, Makhno se
dirigió hacia el Este, y después al Oeste, yendo por caminos inimaginables, que
le permitieron escapar a las innumerables balas bolcheviques que se empeñaban
en asesinarle. El combate desigual duró algunos meses. Llegaron a la gobernación
de Kiev, y las posibilidades se les agotaban una a una. Pero lograron también
salir airados de estas eventualidades.
“Avanzaron hasta los confines de
Galitzia, llegaron hasta el Kiev y volvieron a cruzar el Dnieper, entraron en
la gobernación de Poltava y en seguida en la de Járkov, volvieron de nuevo al
Norte, hacia Kursk y, atravesando la vía férrea entre esta ciudad y Belgorod,
se encontraron fuera del círculo enemigo, en situaciones mucho más favorable,
dejando atrás a las numerosas divisiones bolcheviques lanzadas en su
persecución.” (136)
Las tentativas bolcheviques no
iban a cesar. Pronto todas las divisiones rojas de Ucrania fueron en búsqueda
de Makhno.
Los bolcheviques persiguieron
ferozmente a los makhnovistas por toda Ucrania, librando los libertarios
verdaderas luchas heroicas ante un enemigo enorme.
Makhno enviaría tiempo después
una extensa carta a Archinoff donde le relata todo el trayecto que hubo de
hacer hasta lograr escapar a los bolcheviques. No la transcribiré toda, debido
a su extensión, pero sí la última parte (137).
“No cesamos de combatir durante
todo el verano de 1921.
La excesiva sequía de ese verano
y la mala cosecha resultante en las gobernaciones de Ekaterinoslav, Taurida y,
particularmente, en las de Kherson y Poltava, como asimismo en la región del
Don, nos forzaron a dirigirnos, por una parte, hacia el Kuban, el bajo
Tzaritzin y Saratov, y, por otra, hacía Kiev y Tchernígov. Por éste lado, la
lucha era dirigida por el camarada Kojin. Cuando nos reencontramos, me entregó
unos paquetes de papeles, en que se consignaban las decisiones adoptadas por
los campesinos de la gobernación de Tchernigov, expresando su voluntad de
sostenernos enteramente en nuestra lucha.
Yo hice una expedición hacia el
Volga, con los destacamentos de los camaradas Zabudko y Petrenko; luego me
replegué hacia el Don, hallando en el trayecto a varias de nuestras unidades,
cuya conjunción realicé y las uní con el grupo de Azof (el antiguo grupo de
Vdovitchenko).
A principios de agosto de 1921,
se decidió, a causa de la gravedad de mis heridas, mi partida al extranjero,
con algunos de mis comandantes, para seguir un tratamiento serio. Por esa misma
época también resultaron heridos gravemente nuestros mejores comandantes:
Kojín, Petrenko y Zabudko. El 13 de agosto, acompañado de unos cien jinetes, me
dirigí hacia el Dnieper, que cruzamos en la mañana del 16, entre Orlik y
Krementchug, con ayuda de 17 barcas de pescadores. Ese día fui herido seis
veces, aunque ligeramente. En el trayecto encontramos varios de nuestros
destacamentos, a los que explicamos las razones de nuestra partida al
extranjero. Y todos nos expresaron lo mismo: "Vaya y cuídese bien, Batko,
y luego vuelva en nuestro auxilio."
El 19 de agosto, a 12 verstas de
Bobrinetz, nos topamos con la 7ª división de caballería del Ejército Rojo,
acampado a lo largo del río Ingulets. Volver sobre nuestros pasos significaba
correr a nuestra perdición, pues habíamos sido avistados por un regimiento de
caballería, a nuestra derecha, que se adelantó en seguida para cortarnos la
retirada, rogué a Zinkovsky que me pusiera a caballo, y en un parpadeo,
desnudos los sables y al grito de ¡hurra!, nos precipitamos hacia las
ametralladoras de la división, agrupadas en una aldea. Así conseguimos 13
ametralladoras Maxim y 3 Lewis. Y luego continuamos nuestra marcha. Pero,
apenas en posesión de las ametralladoras, toda la división formó en batalla y
nos atacó. Estábamos en una ratonera. Pero atacamos, sin perder ánimo, y
arrollamos al 38º regimiento y a la división. Abierto el paso, recorrimos 110
verstas sin detenernos, sin dejar de defendernos contra incesantes ataques de
esas tropas, de las que acabamos por escapar, después de haber perdido a 17 de
nuestros mejores compañeros.
El 22 de agosto, hubo aún que
ocuparse de mí: una bala me penetró por el cuello y salió por la mejilla
derecha. Otra vez acostado en el fondo de un vehículo. Pero esa no hizo sino
acelerar nuestra marcha.
El 26, hubimos de sostener otro
combate con los rojos, en el que perdimos a nuestros mejores camaradas y
combatientes: Petrenko-Platonoff e lvanuk.
Me vi obligado a modificar por
última vez nuestro itinerario.
El 28 de agosto, cruzamos el
Dniéster. Heme ya en el extranjero...”
Después del aplastamiento de los makhnovistas,
los bolcheviques se dedicaron a imponer por la fuerza su dictadura: nuevamente
el pueblo se veía sometido a una autoridad que, como las demás, oprimía a las
masas con cruel sadismo.
Las incursiones de los bolcheviques
sobre las zonas recién conquistadas se hicieron frecuentes. Los campesinos eran
fusilados en masa, a veces --¿ironía histórica?—a indicación de los ricos
Kulaks. Los Tchekistas, en su odio contra los rebeldes fusilaban hasta mujeres
y niños de los insurgentes. No se trataba de otra cosa, pues, sino de
exterminar por completo el espíritu rebelde que había caracterizado a los ucranianos.
Evitar a toda costa que nuevas tentativas rebeldes se pudieran organizar.
Así terminaba la lucha de todo un
grupo heroico de hombres que lucharon hasta la muerte por la libertad en contra
de los dictadores bolcheviques. A pesar de todo, Makhno logró escapar a sus
verdugos, y aún malherido logró cruzar el rio Dniéster hacia Rumania, y después
a París, en donde murió el 25 de julio de 1934.
Las represiones contra el
movimiento anarquista no eran nuevas, habían venido a más desde los primeros
ataques de la Tcheka contra la Federación de Moscú en abril de 1918, de las
cuales ya hemos hablado.
No eran sólo los Anarquistas
Clandestinos, los Guardias Negras y las bandas de militantes Guerrilleros quienes
sufrían la persecución; también los miembros de la Confederación Nabat, cuyas
armas no eran más que sus plumas habían sufrido lo mismo, sobre todo quienes se
negaban a dejar de enfatizar las traiciones y excesos de Lenin y Trotsky.
Emma Goldman y Alejandro Berkman
enviarían una denuncia de los hechos a la Internacional Comunista (138) reunida
en esos momentos (1920) en Moscú. Sus protestas tendrían poca resonancia en un
ambiente que estaba sometido a una dictadura (139).
En marzo de 1920 el segundo Congreso
PanRuso de Obreros de la Industria Alimenticia adoptaba en Moscú una resolución
hecha por los miembros del Comité Ejecutivo Anarco-Sindicalista que censuraba
al régimen bolchevique por implantar “un control sin límites sobre la clase
proletaria y el campesinado, un centralismo terrorífico llevado hasta los
extremos más absurdos… destruyendo en el país todo lo que estaba vivo,
espontaneo y libre. La llamada Dictadura del Proletariado, es en realidad la
dictadura del partido, y hasta de personas individuales, sobre el proletariado”.
Maksímov era el autor de estas frases, que no estaban nada faltas de verdad.
Kollontái y su compañero
Shliápnikov habían formado una “Oposición Obrera” que Lenin calificaba de “Desviaciones
Anarquistas y Sindicalistas” y presionó a sus compañeros de ideas (pues las
ideas de la Oposición Obrera habían calado también en algunos miembros del
mismo Partido Comunista) a que se sometieran a la disciplina del partido. Lenin
temía que las tendencias sindicalistas estuviesen calando en las masas, y por
ello prohibió publicaciones de Bakunin, Ferdinand Pelloutier (el sobresaliente sindicalista
Francés) y de Kropotkin, de quien paradójicamente también insistía en que se
publicara su obra La Gran Revolución
Francesa que Lenin tanto apreciara y que se distribuyera ampliamente en
toda Rusia.
Kropotkin no había sido molestado
durante las represiones anarquistas que los bolcheviques habían realizado en
gran parte de Rusia.
Llegado a Moscú, Kerenski,
entonces primer ministro le había ofrecido el
puesto que desease en el Gobierno. Kropotkin lo rechazó, y le comentaría
después a Emma Goldman: “Le dije que había luchado toda mi vida contra el
Gobierno, como elemento corruptor, y que jamás llegaría a participar en él”.
Aunque se dice que sus palabras
precisas fueron “Considero el oficio de limpiabotas más honorable y útil” (140).
En el verano de 1918 Kropotkin se
había trasladado a Dímitrov, en donde dedicaba gran parte de su tiempo a
escribir una obra sobre Ética que
jamás concluyó.
Antes de continuar con este
escrito, permítame el lector observar que aparentemente estoy faltando a lo
dicho al comienzo de este libro: dedicarme a examinar el marxismo, dejando para
otros escritos las ideas anarquistas y su puesta en práctica.
En realidad no estoy faltando a
mi propósito: todo lo escrito anteriormente sobre Néstor Makhno y ahora sobre
Kropotkin es material necesario para comprender la situación que vivieron un
sector de los más perseguidos, encarcelados y asesinados en Rusia: los anarquistas.
Para Kropotkin, el intento bolchevique
de la dictadura era idéntico al de Babeuf (141). En 1919 se había entrevistado
con Lenin para hablar de sus diferencias, la relación se disminuiría a la
correspondencia, dos cartas de Kropotkin a Lenin son harto conocidas:
“Una cosa es indiscutible. Aún si
la dictadura del proletariado fuera un medio apropiado para enfrentar y poder
derruir al sistema capitalista, lo que yo dudo profundamente, es
definitivamente negativo, inadecuado para la creación de un nuevo sistema
socialista. Lo que si es necesario son instituciones locales, fuerzas locales;
pero no las hay, por ninguna parte. En vez de eso, donde quiera que uno voltea
la cabeza hay gente que nunca ha sabido nada de la vida real, que está
cometiendo los más graves errores por los que se ha pagado un precio de miles
de vidas y la ruina de distritos enteros.
Sin la participación de fuerzas
locales, sin una organización desde abajo de los campesinos y de los
trabajadores por ellos mismos, es imposible el construir
una nueva vida”. (142)
Cuando muere Kropotkin, el 8 de
febrero de 1921, Lenin ofrece a su familia hacerle un “Panteón Estatal” al
difunto, a lo que la familia del difunto se niega.
El presidente del Soviet de
Moscú, Lev Kámenev, permite que Arón Barón y otros anarquistas salieran de la
cárcel por un día para participar en el entierro del revolucionario ruso.
Veinte mil personas se encaminan hacia el Monasterio Novodévichii donde estaban
enterrados los antepasados de Kropotkin. Muchos de los manifestantes llevaban
pancartas en las que se podía leer consignas como “Donde hay Autoridad no hay
Libertad” “La Emancipación de los Trabajadores ha de ser obra de los
Trabajadores mismos” etc. Cuando la muchedumbre pasó frente a la prisión de
Butyrki, donde había numerosos presos anarquistas, éstos comenzaron a golpear
los barrotes de las celdas y a cantar un Himno Anarquista a la muerte (143).
En su lecho de muerte Emma
Goldman pronunció un discurso, y los estudiantes presentes cubrieron la tumba
con flores.
No se cantó “La Internacional”,
pues a Kropotkin siempre le había disgustado, decía que parecía “aullidos de
lobos”. La enorme casa donde Kropotkin había nacido fue puesta a disposición de
su familia para que la convirtiese en un Museo con los libros y cosas
personales del difunto. El museo se mantuvo durante algún tiempo gracias a la
participación de mucha gente y bajo la supervisión de un comité destinado a su
mantenimiento que lo formaban Nikolái Lebedév, Alekséi Solonóvich, Atebekían,
etc.
A la muerte de Kropotkin, se
enviaron cartas al partido bolchevique, pidiendo que se liberara a los presos
anarquistas para que pudiesen asistir al entierro. La respuesta fue un no. Pero
después, cínica y burlonamente aceptaron liberar momentáneamente sólo a
“aquellos que el partido consideraba verdaderos anarquistas”.
Un número realmente pequeño, lo
que provocó la ira de los asistentes al entierro. Como respuesta, al frente del
grupo de compañeros que acompañaban a Kropotkin a su última morada, se colocó
una pancarta exigiendo la liberación absoluta de todos los presos políticos. El
entierro estuvo todo el tiempo acosado por la Tcheka. El intento de
recuperación por parte del partido, y a pesar del número desproporcionado de
integrantes, se hicieron amenazas de uno y otro bando, como consecuencia lógica
de todo el ambiente creado aquí y en otras partes, quince días más tarde
estallaría la insurrección de Kronstadt.
A finales de febrero en las
factorías más importantes de Petrogrado estallaba una oleada de huelgas, se
exigían, entre otras cosas, la supresión
de los Batallones de Trabajo de Trotsky, la reaparición de los Soviets Libres,
la eliminación de las Tchekas, la reaparición de la libertad de palabra, la
liberación de los presos Social-Revolucionarios, los anarquistas y otros presos
políticos. No había terminado ese mes, cuando se unía a las protestas
delegaciones de los marineros y trabajadores de Kronstadt.
Durante dos semanas se prolongo
el movimiento, Emma Goldman y Alejandro Berkman pedían a Zinóviev que les
permitiera mediar en el conflicto. Pero el gobierno centralista y autoritario
no estaba ya dispuesto a tolerar a quienes realmente querían continuar la revolución;
Lenin declaraba en el Décimo Congreso del partido, reunido en el mismo momento
en que se producía en levantamiento “Ha llegado el momento de terminar con la
oposición, de cerrarle la boca, ya hemos tenido bastante oposición”. Y las
fuerzas asesinas de los bolcheviques cruzaron las aguas heladas del Golfo de
Finlandia y aplastaron a los rebeldes.
La propaganda anarquista que se
había distribuido en Kronstadt en la cercanía de la insurrección decía, entre
varias cosas que los trabajadores no se
habían liberado del capitalismo privado para convertirse en esclavos del
capitalismo estatal […] Todo el poder a los Soviets, pero no a los partidos.
Los Izvestia (Órgano oficial del Soviet de Kronstadt) dedicaron unas
palabras a Trotsky, quien estaba por atacarlos:
“¡Escucha, Trotsky! Los
combatientes de la tercera revolución defienden el verdadero poder de los
soviets contra las violencias de los comisarios [...] Lenin ha dicho que el
comunismo es el poder de los soviets más la electrificación.
Pero el pueblo está persuadido de
que el comunismo de tipo bolchevique es la comisariocracia más los pelotones de
fusilamiento”.
También le dedicaron estas
palabras, que por desgracia no se cumplieron:
“Escucha Trotsky: mientras logres
escapar al juicio del pueblo, podrás fusilar inocentes a montones, pero a la
verdad, imposible fusilarla. Ella acabará por abrirse camino. Y entonces tú y
tus cosacos deberán rendir cuentas” (144)
Mas, no nos adelantemos a los
hechos y narremos bien los sucesos de Kronstadt, así veremos claramente como
actuaba “el gobierno proletario y campesino”… ¡contra los proletarios y
campesinos!
Los primeros disentimientos entre
el bolchevismo y Kronstadt se dieron desde los primeros momentos después de la
revolución de octubre: el lema “Todo el poder para los soviets” tenía
diferentes significados para ambos grupos. Para Kronstadt significaba que el
pueblo mismo podría organizar su economía; para los bolcheviques significaba
que los soviets tendrían el poder, pero estos estarían sometidos al partido
bolchevique. Así podían imponer su ley manteniendo el lema revolucionario.
A principios de 1918 y después de
muchas reuniones, en Kronstadt se acordaba la
socialización de locales y viviendas.
Los bolcheviques se opusieron a
que la población laboriosa de Kronstadt se organizara por sí misma, y de esta
manera envió a dos delegados que salieron más ridiculizados y molestos que victoriosos.
Después de un largo tiempo de
debates, los acuerdos se ponían en marcha, y la población obtenía el derecho
legítimo de todo ser humano para alojarse en casas confortables y saludables.
Poco después de la revolución de
octubre, cuando ya aparecía una oposición entre Kronstadt y los bolcheviques,
estos últimos comenzaron a ver el peligro que para su régimen representaba un
pueblo tan rebelde como Kronstadt, y comenzaron a fraguar la estratagema que
les daría la victoria sobre los rebeldes: contantemente se retiraban fuertes
destacamentos de combatientes de Kronstadt, y cuando el hambre se hizo más
atroz, se pidió a la población que enviase delegados a las aldeas y campiñas,
con la misión de convencer a sus compañeros de la solidaridad que debían tener
para con la ciudad; cuando Kaledin se hizo fuerte y representó una amenaza para
la revolución, los combatientes de Kronstadt aparecían en primera fila,
combatiendo.
El Congreso Panruso celebrado con
anterioridad había acordado que la flota
actual no sería movilizada; sin embargo, a principios de febrero de 1918 el
Consejo de Comisarios del Pueblo, publicó el decreto de disolución de la flota actual; una nueva flota roja sería formada en su lugar; muchos marinos de Kronstadt
fueron movilizados con la intención de formar dicha flota. Aun así el valor y el ímpetu de los marinos aún persistía, y
se llevaron consigo algunas ametralladoras, por si se producía el caso de
necesitarlas. Algunos meses después toda la población revolucionaria fue
desarmada: se amenazaba con la pena de muerte (145) a quien no entregara las
armas al gobierno.
El hambre, la perdida innumerable
de combatientes, el acosamiento, etc., debilitaron mucho a Kronstadt. Entonces
los chupasangres bolcheviques comprendieron que era el momento de atacar, y así
lo hicieron.
Mientras esto sucedía en
Kronstadt, en Petrogrado, Moscú, Odessa, Kíev, Járkov y Ekaterinoslav los
anarquistas fueron cercados; los que habían salido provisionalmente de la
cárcel en noviembre de 1920 fueron nuevamente apresados.
La mayoría de las librerías,
imprentas y locales de reunión fueron suprimidos; incluso 92 Tolstoianos fueron
suprimidos o encarcelados, ya muchos habían sido ejecutados durante la Guerra
Civil cuando se habían negado a militar en el Ejército Rojo (146).
Ante estos hechos, Kronstadt
también protestó, pero sus fuerzas ya no eran las de antaño. Se vieron
limitados a solo hacer dos resoluciones de protesta, una fue adoptada por el
soviet y la otra por el mega mitin realizado en la Plaza del Ancla. Caro habían
de pagarlo: los bolcheviques permitieron las reuniones, pero después
disolvieron el soviet y lo sustituyeron por otro que se doblegara a sus
peticiones. Se instauró la Tcheka en la ciudad, y las células comunistas aparecieron en los talleres,
las fábricas, etc. Todo estaba vigilado.
Durante meses Kronstadt se vio en
la impotencia de ver como actuaban los contrarrevolucionarios bolcheviques, y
fueron los marinos que volvían a su ciudad los que relataban como el “gobierno
proletario” trataba a los proletarios, como se le requisaba hasta lo último al
campesino, cuantos presos había en las cárceles, cuanta hambre sufría el
pueblo.
El pueblo rebelde de Kronstadt
estaba amordazado, sometido y debilitado como para hacerles frente; pero al
mismo tiempo la rabia se iba recrudeciendo en ellos. A pesar de esto, en donde
estalló la rebeldía no fue en Kronstadt, sino en Petrogrado.
Finalizando febrero, la situación
del pueblo no podía ser más desoladora: escaseaban los artículos de primera
necesidad, las viviendas no tenían calefacción (pensemos esto conforme el clima
helado de Rusia), el pan también estaba racionado (147), muchas fábricas
cerraban, y encima de todo, la represión cruel y feroz de los dictadores bolcheviques.
En 1883 Plejanov afirmaba que la
dictadura marxista del proletariado estaría “tan lejos de la simple dictadura
de un puñado de revolucionarios Raznochintsy
(148) como el cielo de la Tierra” (149) pero ahora el pueblo veía claro la
falsedad de tales palabras.
El gobierno bolchevique se daba
cuenta de la gravedad de la situación, pero a pesar de ello, como buenos
marxistas ortodoxos, se negaban a abandonar el camino que habían elegido, ni
siquiera a discutir con el pueblo sobre la situación por la que pasaban, y en
cambio cada vez mas recurría a las requisas, a las medidas militares, a la
represión de los descontentos. Entonces, graves disturbios estallaron en
Petrogrado.
De acuerdo con un informe, Lenin
mismo, al aparecer ante una ruidosa reunión de obreros metalúrgicos de Moscú,
preguntó a sus oyentes, que habían acusado a los bolcheviques de arruinar el
país, si preferían que volvieran los Blancos. Su pregunta provocó una aguda
réplica:
“No nos importa quiénes vengan
–blancos, negros o incluso diablos–, pero ustedes váyanse” (150)
En muchas fábricas se celebraron
reuniones en donde se tomaban resolutivos hostiles al gobierno, y se exigía un
cambio de régimen: la población se estaba volcando hacia la lucha por su
libertad.
Kronstadt apoyaba al movimiento
de Petrogrado, y ante las apariciones de pedir una nueva Constituyente, los
marinos y obreros de Kronstadt respondieron que sus cañones y sus fuerzas se
opondrían a la Constituyente, a una regresión al pasado. En contrapartida, si
los obreros se levantaban contra los impostores de la revolución, las fuerzas
de Kronstadt estarían dispuestas a batirse. Ganar o morir.
Una columna de 2000 o 3000
obreros intentaron marchar en manifestación; pero el gobierno, que como
cualquier otro para mantener su orden necesita de fuerzas armadas a su
disposición, mandó éstas contra los manifestantes, que hubieron de dispersarse.
El 25 de febrero los tumultos
invadían toda la ciudad, aquí y allá se trataban de hacer reuniones que el
gobierno disolvía; temeroso ante la situación, los bolcheviques pusieron en
alerta a la guarnición de la capital, pero muchas de las unidades se negaron a
batirse con los obreros y fueron desarmadas; entonces crearon ese mismo día el
Comité de defensa (151) presidido por Zinoviev para hacer frente a la
situación.
Para el 27 de febrero una multitud
de carteles fueron colocados por toda la ciudad, exigiendo la libertad que el
pueblo necesitaba, en clara oposición bolchevique. He aquí lo que decían los
carteles:
“Es necesario un cambio
fundamental en la política del gobierno. En primer lugar, los obreros y los
campesinos tienen necesidad de libertad. Ellos no quieren vivir según las
prescripciones de los bolcheviques, sino decidir por sí mismos sus destinos.
Camaradas: ¡Mantened el orden
revolucionario! Y exigid, de modo organizado y decididamente:
La libertad de todos los
socialistas y obreros sin partido presos;
La abolición del Estado de Sitio,
la libertad de palabra, de prensa y de reunión para todos los trabajadores;
La libre reelección de los
comités de fábrica y de los representantes a los sindicatos y a los soviets”.
Al día siguiente, 28 de febrero,
las fuerzas militares bolcheviques enviadas del interior entraron en la ciudad,
y una recrudecida represión y atroz salvajismo se desencadenó contra el pueblo.
Dos días después el pueblo tenía ya la bota bolchevique en el cuello.
Pero fue a partir de este día que
Kronstadt despertó bravía, como siempre había sido.
Las resoluciones en Kronstadt a
favor de los obreros de Petrogrado se realizaron y el primero de marzo se
realizaba en la Plaza del Ancla una reunión con la participación de 16.000
asistentes, entre ellos el bolchevique Vassilieff y la presencia de Kousmin y
Kalinin.
Los delegados que habían sido
enviados a Petrogrado para entablar relaciones con los obreros de la capital
leyeron sus informes, y la asamblea presentó la resolución que había sido
tomada con anterioridad en la nave Petropavlosk
con apoyo de la nave de guerra Sebastopol.
La resolución que reproduzco a
continuación fue aprobada por unanimidad. Hela aquí:
“Resolución de la reunión general
de la 1ª y la 2ª escuadras de la flota del Báltico realizada el 1º de marzo de
1921.
Después de escuchados los
informes de los representantes enviados a Petrogrado para tener al corriente de
la situación a la reunión general de las tripulaciones, la asamblea decide que
es necesario:
Dado que los actuales soviets no
expresan la voluntad de los obreros y los campesinos,
1º Proceder inmediatamente a la
reelección de los Soviets mediante el voto secreto. La campaña electoral entre
los obreros y campesinos deberá desenvolverse en plena libertad de palabra y de
acción;
2º Establecer la libertad de
propaganda y de prensa para todos los obreros y campesinos, para los
anarquistas y los partidos socialistas de izquierda;
3º Acordar libertad de reunión a
los sindicatos y las organizaciones campesinas, de los partidos políticos, una
Conferencia de obreros,
4º Convocar, al margen de los
partidos políticos, una Conferencia de Obreros, soldados rojos y marinos de
Petrogrado y su provincia, y de Kronstadt, para el 10 de marzo de 1921 a más
tardar;
5º Libertar a todos los presos
políticos socialistas e igualmente a todos los obreros, campesinos, soldados
rojos y marinos apresados a raíz de los movimientos obreros y campesinos;
6º Elegir una Comisión para
examinar los casos de quienes se encuentren en las prisiones y los campos de
concentración;
7º Abolir las oficinas Políticas, pues ningún partido
político debe tener privilegios para la propaganda de sus ideas ni recibir del
Estado medios pecuniarios para tal objeto. Crear en su lugar comisiones de
educación y de cultura, elegidas en cada localidad y financiadas por el
gobierno;
8º Abolir inmediatamente todas
las barreras;
9º Uniformar las raciones para
todos los trabajadores, con excepción de los que ejercen profesiones peligrosas
para la salud;
10º Abolir los destacamentos
comunistas de choque en todas las unidades del ejército, e igualmente la
guardia comunista en fábricas y usinas. En caso de necesidad esos cuerpos
podrán ser designados en el ejército por las compañías y en usina y fábricas
por los obreros mismos;
11º Dar a los campesinos plena
libertad de acción en lo concerniente a sus tierras y el derecho de poseer
ganado, a condición de trabajar ellos mismos, sin recurrir a trabajo
asalariado;
12º Designar una comisión
ambulante de control;
13º Autorizar el libre ejercicio
del artesanado, sin empleo de trabajo asalariado,
14º Pedimos a todas las unidades
del ejército y también a los camaradas koursanti
militares adherirse a nuestra resolución.
15º Exigimos que todas nuestras
resoluciones sean ampliamente publicadas en la prensa.
Adoptada por unanimidad en la
reunión de las tripulaciones de la escuadra. Sólo dos personas se han
abstenido.
Firmado: Petritchenko, presidente
de la asamblea; Perepelkin, secretario”.
Es de particular importancia la
resolución numero 2, en ella se pide la libertad de palabra para los anarquistas y los partidos socialistas
de izquierda; apenas unos días después de la revolución de octubre, en
Kronstadt se practicaba la más amplia libertad de palabra y de reunión, ningún
ciudadano era molestado, y tan solo permanecieron presos algunos zaristas, pero
apenas se calmaron las aguas, el pueblo mismo pidió que de la cárcel se
liberaran a todos los presos: tal era el desprecio que el pueblo de Kronstadt
sentía por el régimen carcelario.
Kouzmin había dicho durante la
reunión que “Si los delegados quieren una abierta lucha armada, la tendrán.
Porque los comunistas no abandonarán el poder benévolamente, sino que lucharán
hasta el fin” (152). A esto lleva el camino de la autoridad en la revolución, a
pelear por el poder hasta el fin.
El 3 de marzo aparecía el primer
número de Izvestia, órgano de
Kronstadt, en el que aparecía un manifiesto A
la población de la Fortaleza y de la ciudad de Kronstadt, de donde
entresaco las siguientes palabras:
“Camaradas y ciudadanos: Nuestro
país atraviesa un difícil período. Hace ya tres años que el hambre, el frío y
el caos económico nos tienen apretados en terrible torniquete. El Partido Comunista,
que gobierna al país, se ha distanciado de las masas y se ha mostrado impotente
para hacerlas salir del estado de general ruina. No ha tenido por nada en
cuenta los tumultos de estos tiempos últimos en Petrogrado y Moscú,
demostrativos de que él ha perdido la confianza de las masas obreras. Ni la ha
tenido tampoco de las reivindicaciones formuladas por los obreros. Lo considera
como intrigas de la contrarrevolución. Se engaña profundamente.
Esos tumultos y estas
reivindicaciones son la expresión del pueblo entero, de todos los que
trabajan... Todos los obreros, marinos y soldados rojos ven hoy claramente que
sólo los esfuerzos comunes, la voluntad de consumo de los trabajadores podrán
dar al país pan, leña y carbón, vestir y calzar al pueblo y sacar a la
República del atolladero en que se encuentra. Voluntad de todos los
trabajadores, marinos y soldados rojos que se ha expresado claramente en el
gran mitin de nuestra ciudad el 1º de marzo, que aprobó por unanimidad una
resolución de las tripulaciones de la 1ª y la 2ª escuadras.
[…] Ahora bien: por haber razones
para temer una represión, confirmadas por los amenazantes discursos de los
representantes del poder, la reunión decidió crear un Comité revolucionario
provisorio y concederle plenos poderes para la administración de la ciudad y la
fortaleza. […]”
Los bolcheviques sabían el riesgo
que corría su régimen mientras Kronstadt existiera, y por eso se apresuraron a
ahogarla en sangre.
Se aseguraron puntos
estratégicos, se les calumnió por todas las formas y medios, se mantuvo el Estado
de Sitio en Petrogrado, para evitar que los obreros de la capital se sublevara
con sus compañeros de Kronstadt, por medio de Trotsky se preparó la formación
de un cuerpo especial para atacar a Kronstadt, al frente del cual estaba un
personaje designado por el mismo Trotsky, y del cual hablaremos líneas más
adelante.
El número 2 del periódico de
Kronstadt reproduce una noticia de radio que difunden los bolcheviques por todo
Moscú. Leámosla:
“La Radio de Moscú
A continuación publicamos el
texto irradiado por la agencia Rosta de Moscú e interceptado por la estación T.
S. F. del Petropavlosk, pleno de descaradas mentiras y de engaños de parte del Partido
Comunista que se llama "gobierno soviético", radiograma que no
necesita comentarios. Los trabajadores de Kronstadt comprenderán la
provocación. (Ciertos pasajes no han podido ser recogidos por interferencia de
otra estación.)
Radio Noticias Rosta, Moscú, 3 de marzo.
¡A todos! ¡A todos! ¡A todos!
¡A la lucha contra la
conspiración blanco- reaccionaria!
El motín del ex general Kozlovsky
y del navío Petropavlosk ha sido organizado por los espías de la Entente, como
en muchos otros complots anteriores. Ello se comprueba por la lectura del
diario burgués francés Le Matin, que
dos semanas antes de la revuelta de Kozlovsky publicó el siguiente telegrama de
Helsingfors: ‘Se comunica de Petrogrado que a raíz de la reciente rebelión de
Kronstadt, las autoridades bolcheviques han tomado medidas a fin de aislar a
Kronstadt e impedir que los soldados y marinos de ésta se acerquen a
Petrogrado. El abastecimiento de Kronstadt está prohibido hasta nueva orden’.
Está claro que lo sedición de
Kronstadt ha sido dirigida desde París, con intervención del contraespionaje
francés. Es siempre la misma historia. Los socialistas revolucionarios,
dirigidos por París, tramaron la rebelión contra el gobierno soviético y,
apenas terminados sus preparativos, el verdadero jefe, un general zarista, hizo
su aparición. La historia de Koltchak, que intentó restablecer el derruido
poder con ayuda de los socialistas revolucionarios, se repite una vez más.
Todos los enemigos de los trabajadores, desde los generales zaristas hasta los
socialistas revolucionarios, intentan especular con el hambre y el frío.
Naturalmente, esta rebelión de los generales y los socialistas revolucionarios
será pronto reprimida, y el general Kozlovsky y sus acólitos sufrirán la suerte
de Koltchak.
Pero está fuera de duda que la
red de espionaje de la Entente no ha sido solamente echada sobre Kronstadt. ¡A
destruirla, obreros y soldados rojos! ¡Desenmascarad a los insinuadores y los
provocadores! ¡Sangre fría, serenidad y vigilancia! No olvidéis que el
verdadero medio de salir de las dificultades alimentarias y de otra índole,
momentáneas sí, pero ciertamente penosas, radica en un trabajo intenso en buen
acuerdo, y no en excesos insensatos que no harán sino aumentar la miseria para
mayor regocijo de los malditos enemigos de los trabajadores”.
Es increíble el cinismo de estos
señores, que hacen llamamientos a acuerdos,
a destruir a los generales zaristas,
que vociferan contra los enemigos de los
trabajadores, cuando ellos no querían saber nada de acuerdos con los rebeldes, los
generales zaristas estaban en sus filas, y que eran ellos mismos los peores enemigos de los trabajadores.
Posteriormente lanzarían otra
proclama A los engañados de Kronstadt,
que tiene la misma calidad que la anterior. Leámosla:
“¡A los engañados de Kronstadt!
¿Veis ahora a qué os han
conducido los pillos? ¡Ved a qué habéis llegado! Los insaciables colmillos de
los viejos generales zaristas ya aparecen tras los socialistas revolucionarios
y los mencheviques. Todos esos Petritchenko y otros Toukili son manejados como
títeres por el general zarista Koz1ovsky, los capitanes Borkser,
Kostromitinoff, Chirmanovsky y otros blancos de marca. ¡Se os engaña! Se os
decía que lucháis por la democracia. Apenas han pasado dos días y veis que en
realidad lucháis, no por la democracia, sino por los generales zaristas. Habéis
permitido que un nuevo Wiren os ponga la rienda al cuello.
Se os hace creer embustes: que
Petrogrado está con vosotros, que la Siberia y la Ucrania os sostienen.
¡Cínicas mentiras! El último de los marinos de Petrogrado os ha vuelto la
espalda al enterarse que genérales zaristas, como Kozlovsky, actúan entre
vosotros. La Siberia y la Ucrania defienden firmemente al poder soviético.
Petrogrado, la ciudad roja, se burla de las tristes pretensiones de un puñado
de socialistas revolucionarios y guardias blancos.
Estáis rodeados por completo.
Unas horas más, y os veréis obligados a rendiros.
Kronstadt no tiene pan ni
combustible. Si persistís, se os acribillará como perdices. Naturalmente, todos
esos generales --los Kozlovsky y los Borkser--, todos esos Petritchenco y los
Toukin huirán a último momento con los blancos, en Finlandia. Pero vosotros,
simples marinos y soldados rojos, ¿a dónde iréis? Si os prometen manteneros en
Finlandia, os engañan aún. ¿No sabéis que los soldados del general Wrangel,
llevados a Constantinopla, mueren allí a millares, como moscas, de hambre y
enfermedades?, La misma suerte os espera si no entráis inmediatamente en razón.
¡Rendíos sin perder un minuto!
¡Deponed las armas y pasad a
nuestro lado!
¡Desarmad y arrestad a los
criminales jefes, sobre todo los generales zaristas!
Los que se rindan inmediatamente
serán perdonados. ¡Rendíos inmediatamente!
Comité de Defensa de Petrogrado”
En el número 4 de Izvestia, del 6 de marzo, leemos la
respuesta de Kronstadt:
“Cobardes y calumniadores
Llevamos a público conocimiento
el texto de una proclama lanzada sobre Kronstadt desde un avión comunista. Los
camaradas no experimentarán sino desprecio por semejante calumnia provocadora.
Los de Kronstadt saben cómo y por
quién se ha echado abajo el odioso poder de los comunistas. Ellos saben que al
frente del Comité revolucionario provisorio se encuentran abnegados militantes,
entre los mejores hijos del pueblo, soldados rojos, marinos y obreros. Ellos no
se dejarán poner la rienda al cuello por nadie, y menos aún por generales
zaristas o blancos.
‘Pocas horas más, y os veréis
obligados a rendiros’,
Hipócritas infames, ¿a quiénes
queréis engañar?
La guarnición de Kronstadt jamás
se ha rendido a los almirantes zaristas; no se rendirá tampoco a los generales
bolcheviques.
¡Cobardes! Conocéis nuestra
fuerza y nuestra voluntad de vencer o morir dignamente, y no huir como
vosotros, comisarios, llenos los bolsillos de billetes de banco zaristas y de
oro, producto de la labor y la sangre obreras”.
Palabras más justas no les podían
haber dedicado a los verdugos del pueblo.
Aún encontramos en un numero de Izvestia del 7 de marzo la narrativa de
como se hicieron tratativas para que una delegación de Petrogrado fuese a
Kronstadt en busca de la información necesaria. De Petrogrado se hizo la
propuesta de enviar una delegación de miembros “sin partido” que fuese a
Kronstadt. Los miembros del Comité Revolucionario Provisorio, respondieron que
no confiaban en la honestidad de “sus miembros sin partido”. Y proponían que en
cambio la delegación de miembros que fuesen a Kronstadt estuviera elegida en
presencia de miembros sin partido de las fábricas de Kronstadt, de las unidades
rojas, y de los marinos. Agregando un 15 por ciento de miembros comunistas.
La delegación no se envió, y en
Petrogrado corrían fuertes rumores de que el gobierno preparaba el ataque
contra Kronstadt, y que el pueblo no creía posible, tal era la repugnancia que
se tenía tan sólo de pensar en atacar a Kronstadt.
El 4 de marzo se reuniría en
Petrogrado el Soviet local para decidir la actitud a tomar con respecto a
Kronstadt. Alejandro Berkman asistió a la reunión, Zinoviev (presidente del
soviet de Petrogrado) declaro abierta la sesión. Había ya una resolución
preparada de antemano y que el brazo derecho de Zinoviev, el señor Yevdokimoff
presentó ante la reunión, y los delegados la aceptaron sin problemas. La
resolución se aceptó no sin protestas de delegados de varias fábricas y del
representante de los marinos. La resolución proclamaba a Kronstadt contrarrevolucionaria
(153) y le exigía que se rindiera inmediatamente.
La resolución de ataque a
Kronstadt hizo que algunos miembros sensatos
del partido amenazaran en secreto con separarse del Partido si se consumaba tal
acto.
Finalmente, el 5 de marzo Trotsky
publicó un ultimátum reproducido en el número 5 de Izvestia; las tentativas de enviar una delegación a Kronstadt
fueron naturalmente rotas. He aquí el documento:
“El gobierno de los obreros y
campesinos ha decretado, que Kronstadt y los navíos en rebelión deben someterse
inmediatamente a la autoridad de la República soviética. Ordeno, por
consiguiente, a todos los que levantaron la mano contra la patria socialista,
que rindan de inmediato las armas. Los recalcitrantes deberán ser desarmados y remitidos
a las autoridades soviéticas. Los comisarios y otros representantes del
gobierno que se encuentren arrestados deben ser puestos en libertad
inmediatamente. Sólo aquéllos que se rindan incondicionalmente pueden contar
con un acto de gracia la República soviética.
Publico simultáneamente la orden
de preparar la represión de la revuelta y la sumisión de los marinos por la
fuerza armada. Toda la responsabilidad de los daños que la población pacífica
pueda sufrir por ello, recaerá enteramente sobre los amotinados
contrarrevolucionarios.
Esta advertencia es definitiva.
Trotsky, presidente del Consejo militar revolucionario de la
República; Kameneff comandante en
jefe.
Los anarquistas Emma Goldman y
Alejandro Berkman entre otros hicieron un intento por evitar el derramamiento
de sangre (puede sonarle extraño al lector que en las circunstancias dadas aún
hubiera anarquistas libres: Emma Goldman y Alejandro Berkman eran considerados
por los bolcheviques como no peligrosos,
por lo que aún podían darse el lujo
de escribir este documento. Perkus y Petrovsky eran considerados como anarquistas soviéticos
(pro-bolcheviques). Años más tarde Emma Goldman y Alejandro Berkman serían
desterrados de Rusia. No ocurría lo mismo con otros anarquistas que atacaban
directamente al gobierno, y que por ello fueron brutalmente perseguidos y
asesinados, como los miembros de la Confederación Anarquista de Moscú, Nabat, y
miembros destacados del anarquismo como Volin o el mismo Néstor Makhno),
sentían que era su deber tratar de impedir que se matase al pueblo a sangre
fría y redactaron un documento de propuesta a los Bolcheviques para mediar en
el conflicto. Helo aquí:
“Al Comité del Trabajo y de
Defensa de Petrogrado.
Al presidente Zinoviev.
Guardar silencio ahora es
imposible y aun criminal. Los acontecimientos que acaban de producirse nos
obligan, como anarquistas, a hablar francamente y a puntualizar nuestra actitud
ante la situación actual.
El espíritu de descontento y de
inquietud entre los obreros y los marineros es el resultado de causas que
exigen nuestra más seria atención. El frío y el hambre han engendrado el
descontento, y la ausencia de la menor posibilidad de discusión y de crítica
obliga a los marinos y a los obreros a declarar abiertamente sus agravios.
Las bandas de guardias blancos
quieren y podrán explotar ese descontento en beneficio de sus propios intereses
de clase. Amparándose tras los marinos, reclaman la Asamblea Constituyente, el
comercio libre y otras peticiones del mismo género.
Nosotros, anarquistas, hemos,
expuesto desde hace mucho tiempo el fondo engaño de esas exigencias y
declaramos ante todos que lucharemos con las armas en la mano contra toda
tentativa contrarrevolucionaria, en común con todos los amigos de la Revolución
social y al lado de los bolcheviques.
Respecto al conflicto entre el
gobierno soviético y los obreros y los marinos, somos de opinión que debería
ser liquidado, no por las armas, sino mediante un acuerdo revolucionario
fraternal y con espíritu de camaradería. Recurrir a la efusión de sangre de
parte del gobierno soviético, en la situación actual, no intimidaría ni
apaciguaría a los obreros; al contrario, eso serviría sólo para agravar la
crisis y para reforzar los manejos de la Entente y de la contrarrevolución.
Y, lo más importante, el empleo
de la fuerza por el gobierno obrero y campesino contra obreros y campesinos,
provocará desastrosa repercusión en el movimiento revolucionario internacional.
Resultará de ello un daño incalculable para la Revolución social.
¡Camaradas bolcheviques,
reflexionad antes que sea demasiado tarde! No juguéis con fuego: estáis en la
víspera de dar un paso decisivo.
Os sometemos la proposición
siguiente: elegir una comisión de cinco miembros, entre ellos algunos
anarquistas. La Comisión irá a Kronstadt para arreglar el conflicto por medios
pacíficos. En la situación presente, es ese el método más radical. Tendrá una
importancia revolucionaria internacional.
Alejandro Berkman, Emma Goldman,
Perkus, Petrovsky.
Petrogrado,
5 de marzo de 1921”.
El documento, evidentemente,
pretende hacer razonar a los bolcheviques sobre el error de atacar a Kronstadt.
Apelaba a un espíritu de camaradería; pero
los bolcheviques no eran camaradas, sino dictadores: hacer concesiones con
Kronstadt les hubiera valido que otras numerosas regiones se hubiesen sublevado
contra su dictadura. El problema para los bolcheviques era de vital
importancia: o ahogar al pueblo o ser ahogados por el pueblo.
Alfred Rosmer, quien hace un análisis muy a la bolchevique sobre los sucesos, dice que El Kronstadt de 1921 no era ya el Kronstadt de 1917 (154). Y tiene
razón en decirlo, pues los marinos de la Kronstadt de 1917 no creían aun del
todo que los bolcheviques traicionaran la revolución; los marinos de la
Kronstadt de 1921 habían advertido ya, más que claramente, que los bolcheviques
no sólo habían traicionado la revolución, sino que en realidad sus fines nunca
fueron revolucionarios, y sí posesionarse ellos del poder e imponerlo por la
fuerza. Aunque Rosmer al decir esto quería decir otras cosas.
Una acusación serviría mucho a
los bolcheviques. Se trataba de que un tal Kozlovsky figurara entre los
rebeldes de Kronstadt. Pero una vez más mentían descaradamente:
Trotsky fue quien más restauró a ex generales zaristas como especialistas. El mismo Kozlovsky, en
tanto sirvió a los bolcheviques, éstos cerraron los ojos ante su pasado
zarista, pero ahora que éste se encontraba en Kronstadt pegaban el grito en el
cielo. Pese a que Kozlovsky no ejercía cargo alguno y se mantuvo al margen del
movimiento por algún tiempo.
Al constituirse el Comité
revolucionario provisorio el comandante bolchevique de la fortaleza de
Kronstadt huyó, y según los reglamentos bolcheviques Kozlovsky debía
remplazarlo, pero como el poder bolchevique había sido destruido, estos
reglamentos no tenían ya valor alguno. Entonces se designó a Solovianoff como
comandante de la fortaleza.
La historiografía oficial del
partido bolchevique pinta la insurrección de 1921 como una rebelión
contrarrevolucionaria, organizada con ayuda de fuerzas extranjeras. Nada más
falso; nada, en las fuentes soviéticas ni en otras, autoriza tal afirmación. La
sublevación fue un movimiento espontáneo de los marineros y el propio Lenin
declaró el 15 de marzo: “En Kronstadt no quieren saber nada con los guardias
blancos, pero tampoco con nosotros”. (155)
También decían que generales y
oficiales blancos e incluso un sacerdote figuraban en el Comité revolucionario
provisorio. He aquí la lista de quienes conformaba el Comité, y que Izvestia reprodujo en su número 10 del
12 de Marzo:
1. Petritchenko, primer
escribiente en el Petropavlovsk;
2, Yakovenko, telefonista del
distrito de Kronstadt;
3. Ossossoff, mecánico del
Sebastopol;
4, Arhipoff, cuartelmaestre
mecánico;
5. Perepelkin, mecánico del
Sebastopol;
6. Patrouchev, cuartelmaestre
mecánico del Petropavlovsk;
7. Kupoloff, primer ayudante
médico;
8. Verchinin, marinero del
Sebastopol;
9. Toukin, obrero electricista;
10. Romanenho, guardián de
astilleros de reparación de navíos;
11. Orechin, empleado de la 3ª
Escuela técnica;
12. Valk, obrero carpintero:
13. Pavloff, obrero de los
talleres de minas marinas;
14. Baikoff, carretero;
15. Kilgast, timonel.
Al término de la lista de
agregaba esta nota sumamente irónica:
“Tales son nuestros generales:
nuestros Broussiloff, Kameneff, etc. (156)
Los gendarmes Trotsky y Zinoviev
os ocultan la verdad”.
Sin embargo, todo servía a los bolcheviques
para afirmar que los blancos, la Entente, los espías franceses, los generales
zaristas, los mencheviques, los rebeldes de Kronstadt, en fin, todos atacaban a
los pobres bolcheviques.
Leamos nuevamente lo que Alfred
Rosmer nos dice sobre esto:
“Incluso si se admite que la
sublevación fue obra de obreros y marineros que actuaban con plena
independencia, por su propia iniciativa, sin conexión con los
contrarrevolucionarios, hay que reconocer que, desde el estallido de la
sublevación, todos los enemigos de los bolcheviques acudieron: social
revolucionarios de derecha y de izquierda, anarquistas, mencheviques; la prensa
del extranjero se regocija; ni siquiera ha aguardado a la fase activa del conflicto
para señalarlo; el programa de los rebeldes no le interesa, pero comprende que
su rebelión puede llevar a cabo lo que los burgueses coaligados no han podido
hacer: derribar un régimen execrado cuya caída desde hace años acecha
vanamente” (157)
He aquí tres cosas:
1.- El señor Rosmer pone en duda
que el movimiento popular fuese obra de obreros y marinos; esta duda es
incomprensible en una persona que vivió estos acontecimientos, si no de cerca,
si estaba en posición de conocer la naturaleza del movimiento, por lo que sólo
se plantean dos respuestas a estos comentarios: o el señor Rosmer mintió por
voluntad propia; o ignoraba la naturaleza del movimiento, lo que deja entrever
la veracidad de su obra.
2.- Hemos de recordar aquí, que
fueron precisamente los anarquistas makhnovistas quienes salvaron a Rusia
varias veces del peligro Blanco; hemos visto ya las heroicas luchas de los makhnovistas
contra Denikin primero, y contra Wrangel después. El lector habrá de darse
cuenta de que sin los makhnovistas los bolcheviques habían visto su suerte hacía
ya un tiempo. Tan sólo el ahínco de los makhnovistas por no ver a su pueblo
sometido a un despotismo peor (aunque yo crea que entre uno y otro apenas hay
diferencia) hizo que éstos defendieran el suelo ucraniano, e impidieran a los
Blanco continuar en dirección a Moscú. Así que, que no diga el señor Rosmer que
apenas levantada Kronstadt todos los
enemigos de los bolcheviques acudieron; los anarquistas estuvieron siempre
(158) contra el gobierno bolchevique, así como contra los Blancos y
contrarrevolucionarios de toda estirpe; tan sólo circunstancialmente los
anarquistas salvaron (como en Ucrania) a los bolcheviques de la derrota. En
espera de derrotarles ellos mismos, cuando el peligro contrarrevolucionario
pasara.
3.- Cuando en una revolución como
la rusa, se ve como elementos dictatoriales se montan en las realizaciones
revolucionarias para beneficio propio y paralizando la revolución, es lógico
que las fuerzas populares se enfrenten a los nuevos amos.
Es lógico también que esto tome
interés a los contrarrevolucionarios, quienes esperaran la manera de obtener
beneficio del conflicto. Pero es también lógico que los rebeldes que se
sublevan contra los dictadores que someten la revolución, se rebelen también
contra los contrarrevolucionarios. No hay la menor duda de que para los que
están en el poder, los revolucionarios rebeldes y la contrarrevolución
aparenten ser los mismos. Esto se explica porque ambos quieren la destrucción
del gobierno actual. La diferencia estriba, precisamente, en que los
contrarrevolucionarios quieren imponer su propio gobierno. En este caso entre
contrarrevolucionarios y gobierno bolchevique existe apenas la diferencia de
quien está en el poder.
Pero en el caso de Kronstadt, que
no quería imponer un gobierno a nadie, ni siquiera el propio, la situación
reviste un carácter muy aparte, tanto de los bolcheviques como de los
contrarrevolucionarios.
Esto, o no lo entendieron los bolcheviques
(entre ellos Rosmer) o lo sabían, y usaron esto como pretexto de ataque.
Además como ya dije, fue
precisamente Trotsky quien restauró a infinidad de generales zaristas como especialistas. Quien se encargó de
comandar las fuerzas que habría de atacar a Kronstadt fue precisamente un
General Zarista, el tristemente famoso Toukhachevsky, y fue Trotsky quien le
designó este cargo.
Hay más: todos los zaristas
pasados al servicio de los bolcheviques como especialistas, participaron en el plan de atacar a Kronstadt. ¡He
aquí que los bolcheviques acusaban a Kronstadt de estar plagados de zaristas!
Si como decían los bolcheviques,
el levantamiento de Kronstadt había sido planeado
con anticipación por generales zaristas (cosa que ya hemos desmentido) el
levantamiento no se hubiese producido en esa época, sino unas semanas más
tarde, cuando Kronstadt se hubiese visto desembarazada del hielo que la
rodeaba, y entonces hubiera dispuesto de una flota bastante potente, que
hubiera representado un serio enemigo para los bolcheviques que se
atrincheraron en Petrogrado. Fue precisamente esta espontaneidad lo que hizo
que estallara el movimiento a principios de marzo, y con ello se presentó la
oportunidad a los bolcheviques de cruzar las heladas aguas y atacar a
Kronstadt.
Otra de las mentiras bolcheviques
era que los comunistas de Kronstadt
sufrían toda clase de violencias. Leamos una declaratoria de los mismos comunistas de Kronstadt:
“No acordéis crédito alguno a los
falsos rumores que aseguran que comunistas responsables han sido fusilados y
que los comunistas tienen la intención de rebelarse por las armas en Kronstadt.
Éstas son mentiras propaladas con la intención de provocar efusión de sangre.
La Oficina provisoria del Partido Comunista tiene la necesidad de nuevas
elecciones del soviet y requiere a los miembros del partido participación en
ellas. Y exhorta a los miembros del partido a permanecer en sus puestos y a no
poner obstáculos a las medidas del Comité revolucionario proviso.
Of. Provisoria de la sección de Kronstadt del
partido comunista; firmado: J. Iliin, A. Kabanoff, F. Pervouchin”.
Esta declaratoria fue publicada
en Izvestia.
“Pese a los malditos traidores de
Kronstadt –decía el titular de un diario de Petrogrado–, Kronstadt será roja.”(159)
El 4 de marzo una serie de
volantes fueron arrojados desde un avión sobre Kronstadt. Se trataba de
propaganda bolchevique que habla de los comunistas
que estaban presos en Kronstadt. Pero hay algo que hace tensar los nervios: en
Petrogrado, numerosas personas han sido detenidas por sospecha de simpatía con
los de Kronstadt, incluso sus familias han sido detenidas. En el volante
arrojado sobre Kronstadt y que después reproducirían en Izvestia, los bolcheviques amenazan: Los rehenes pagarán con su vida el menor daño sufrido por los nuestros.
En tanto, en Petrogrado, el bolchevismo
ha dispuesto por medio del Comité de Defensa un Estado de Sitio feroz. Todos
los sospechosos de simpatizar con Kronstadt fueron detenidos, otros tantos
fueron enviados a las más lejanas regiones del país.
Todo el distrito de la zona norte
fue puesto bajo Estado de Guerra. Se tomaron todas las precauciones para proteger
las instituciones del Estado; Petrogrado estaba inundado de tropas al servicio bolchevique;
incluso se colocaron numerosas metralletas en el Hotel Astoria, lugar donde en
ese momento se encontraban Zinoviev y otros altos funcionarios bolcheviques.
En Petrogrado todo era tensión.
Numerosas huelgas estallaron y numerosos carteles aparecieron en las calles,
ordenando a los obreros a volver a sus puestos de trabajo, y se decía:
“En caso de reunión (160), las
tropas recurrirán a las armas, con orden, de haber resistencia, de fusilar en
el acto”
Corría el rumor de numerosos
tumultos en Moscú, de revueltas en el Este y en Siberia. Toda la atención
estaba fija en Kronstadt, pero muy poco se podía hacer mientras Petrogrado
estuviese en Estado de Sitio. El pueblo de Petrogrado se veía impotente,
reprimido, amenazado, todas sus esperanzas estaban puestas en Kronstadt.
La represión bolchevique y el
heroísmo del pueblo de Kronstadt, llevó a muchos miembros del Partido Comunista
a renunciar, y las cartas pidiendo fuesen publicadas en Izvestia con la renuncia al Partido llegaron a ser tantas, que era
imposible incluirlas todas.
Obviamente no las vamos a
reproducir todas aquí, pero si algunas de las más significativas, y sólo como
muestra, para no engrosar éste relato con una infinidad de cartas de renuncia
al Partido Comunista. Leámoslas:
En vista de que, en respuesta a
la proposición de los camaradas de Kronstadt de que se enviara a ésta una
delegación de Petrogrado, Trotsky y los jefes comunistas han enviado en cambio
los primeros obuses, derramando sangre, yo no admito seguir siendo miembro del
Partido Comunista. Los discursos de los oradores comunistas me trastornaron la
mente, sí, pero la actitud de los burócratas comunistas me ha devuelto el
equilibrio. Y agradezco a éstos haber mostrado su verdadero rostro y haberme
permitido así advertir mi extravio. Yo era un instrumento ciego en sus manos.
André Bratacheff, ex miembro del partido comunista
Nº 535.575 (161).
Considerando que la terrible
situación actual es el resultado de actos del insolente puñado de comunistas
sólidamente instalados en la cima del poder del partido, observo con horror el
fruto de su obra. Sólo los obreros y los campesinos pueden levantar al país
llevado a la ruina. Y como el Partido Comunista que está en el poder los ha
esquilmado completamente, yo lo abandono y consagro mis fuerzas a la defensa de
las masas laboriosas.
L. Karoleff, comandante del 5º
batallón, 4ª div. (162).
¡Camaradas! ¡Mis queridos alumnos
de las escuelas industriales, militares rojas y navales!
Yo he vivido casi treinta años en
un profundo amor de pueblo. He aportado la luz y el saber, en la medida de mi
capacidad, a quienes estaban ávidos de ellos, y esto hasta último momento.
La Revolución de 1917 dio impulso
nuevo a mi tarea; mi actividad se amplió y yo me consagré más que nunca al
servicio de mi ideal.
La consigna comunista: "Todo
para el pueblo" me atrajo por su nobleza y su belleza, y en febrero de
1920 llegué a ser candidata del Partido Comunista. Pero el primer tiro
disparado contra el pueblo pacífico, sobre mis queridos niños cuyo número se
eleva a 7.000 en Kronstadt, me ha hecho estremecer de horror al solo
pensamiento de que se me pueda considerar cómplice en el derramamiento de
sangre de estos inocentes.
Siento que ya no puedo creer ni
propagar la idea que se ha deshonrado por un acto criminal. Así pues, dejo de
considerarme miembro del Partido Comunista.
María Nicolaïevna Chatel, maestra.
(163).
Visto que en respuesta a la
proposición de los camaradas de Kronstadt de recibir una delegación de
Petrogrado, Trotsky ha despachado un avión cargado de bombas que fueron
lanzadas sobre mujeres y niños inocentes; visto que por doquiera prosiguen los
tiroteos contra honestos trabajadores, nosotros, comunistas de la base del
equipo eléctrico de la 3ª región, profundamente indignados por los actos de Trotsky
y sus acólitos y sus procederes de bestias feroces, abandonamos el Partido Comunista
y nos unimos a todos los obreros en la lucha común por la emancipación de la
trabajadores. Queremos que se nos considere como sin partido.
Siguen 17 firmas (164).
Sin violencia ni derramamiento de
sangre, el poder comunista, que había perdido la confianza de las masas, pasó
en Kronstadt a manos de los trabajadores revolucionarios. Sin embargo, el
gobierno central recurrió al bloqueo de Kronstadt y difundió proclamas y
radiogramas mentirosos, tratando de imponer su poder por el hambre, el frío y
la traición.
Nosotros consideramos semejante
táctica como una traición al principio esencial de la Revolución social:
"Todo el poder para los trabajadores". Por esta traición, los
comunistas en el poder se alinean al lado de los enemigos de los trabajadores.
No hay sino una sola salida para
nosotros: permanecer hasta el fin en nuestros puestos y luchar enérgicamente
contra todos los que intenten imponer su poder a las masas laboriosas por la
violencia, la traición y la provocación. Rompemos, pues, todo vinculo con el
partido.
Miloradovitch, Bezsonoff, Markoff
ex miembros
del Partido Comunista. Fuerte
Totleben. (165).
Hemos hablado en este libro
acerca del dogmatismo intrínseco que existe dentro del marxismo. Sin embargo al
leer estas cartas hemos de hacer la aclaración de que muchos de los militantes
del Partido Comunista que después renunciaron a él, como ya hemos visto, habían
entrado en el partido debido a la influencia que éste tenía durante la
revolución de octubre, y que como ya hemos visto el pueblo no creía que los
bolcheviques los traicionarían, y que dado el caso, sabrían levantarse contra
ellos también. No advirtiendo el peligro que para la revolución representaba un
cambio de amos.
Hemos también de ver otras cosas: los miembros honestamente marxistas
que renunciaron al partido a raíz de los sucesos de Kronstadt, si en verdad
eran marxistas y no sólo gente que se dejaba llevar por las consignas y no por
las teorías al desnudo, en tanto que marxistas aspiraban también a tomar el
poder del Estado lo mismo que los bolcheviques habían hecho, reprochaban al
régimen bolchevique el tan solo hecho de haber atacado a Kronstadt, pero no
dirigían en sí sus ataques a la toma misma del poder, dejando entonces de lado
la naturaleza del Estado, y con ello que quien hubiese estado en el poder no
hubiera actuado de manera diferente o mejor.
No dudo, con esto, de que como en
alguna carta se ve, las circunstancias hicieron que muchos de los que antes
estuvieron por el Parido Comunista, terminaran abriendo los ojos, y viendo el
error en que habían caído (166). Esto debería mostrar a nuestros marxistas
actuales que el camino de las dictaduras, y de las vanguardias, líderes y
dirigentes de todo tipo estropean la revolución y la petrifican, en lugar de
vivificarla. Sin embargo, aún nos encontramos en las vísperas del ataque a
Kronstadt, así que sigamos con nuestro relato y dejemos estas cuestiones para
cuando concluyamos.
Para el 6 de marzo Trotsky tenía
ya listo el plan de asedio y ataque sobre Kronstadt, se envió a los miembros de
la Tcheka, Kousantis y numerosas unidades militares integradas por comunistas a los fuertes de Sestroretsk,
Lissy, Noss y Krasnaïa Gorka.
Los mejores técnicos militares
fueron enviados al ataque de Kronstadt, y al día siguiente, 7 de marzo de 1921
a las 6:45 pm se iniciaron los bombardeos sobre “el orgullo y la gloria de la
revolución rusa” como había sido nombrada Kronstadt por Trotsky un tiempo
atrás.
Los ataques bolcheviques contra
Kronstadt no hicieron sino encender más los ánimos de los marinos y
revolucionarios de Kronstadt; en el número 6 de Izvestia, del 8 de marzo se dice que:
“Ha comenzado el bombardeo contra
Kronstadt. Bien; ¡Midamos nuestras fuerzas!”
Seguido de este otro mensaje:
“Ayer, 7 de marzo, los enemigos
de los trabajadores --los comunistas-- abrieron el fuego contra Kronstadt.
La población recibió el fuego
valientemente. Los obreros corrieron a las armas con ardorosa decisión, Bien se
ha visto que la población laboriosa de la ciudad está en perfecto acuerdo con
su Comité revolucionario provisorio.
A pesar de las hostilidades, el
Comité juzga inútil la proclamación del Estado de Sitio. ¿Qué podría temer, en
efecto? ¡Nada, por cierto, de sus propios soldados rojos, ni de sus marinos, ni
de los obreros y los intelectuales!
En Petrogrado, por lo contrario,
a causa del Estado de Sitio proclamado, no se puede transitar sino hasta las 19
horas. Esto se comprende: los impostores temen a la población laboriosa”.
Citemos nuevamente a Rosmer. Este
nos da algunas pruebas realmente importantes que mostrarán al lector el cinismo
y facilidad que tienen los marxistas para mentir. Rosmer nos dice, sobre el
ataque a Kronstadt, que:
“Estas operaciones tienen lugar
el 2 de marzo, y es solamente el 7 que el gobierno, habiendo agotado los
intentos de conciliación, debe resolverse a ordenar el ataque […] El gobierno
emprendió la acción que ya resultaba inevitable, a pesar suyo, como lo confirma
el testimonio de Lutovinov, uno de los líderes de la "Oposición
Obrera"; al llegar a Berlín el 21 de marzo, declaró: ‘Las noticias publicadas
por la prensa extranjera acerca de los sucesos de Kronstadt son muy exageradas.
El gobierno de los soviets es lo bastante fuerte para acabar con los rebeldes;
la lentitud de la operación se explica por el hecho de que se quiere proteger a
la población de la ciudad’” (167)
No creo que merezcan ser
aclaradas estas últimas afirmaciones después de lo que estamos viendo.
Los ataques de los bolcheviques
se realizaban principalmente desde el norte y el sur, los bolcheviques vestían
con ropa de color blanco, que les permitía camuflarse en las nieves del golfo
de Finlandia. En Kronstadt se tenía la esperanza de que los obreros de
Petrogrado acudieran en su ayuda; pero Petrogrado se encontraba en Estado de Sitio.
En tanto que en Kronstadt lo ataques continuaban, y el frío, la falta de
alimentos, las prolongadas luchas en los frentes, la lucha desigual entre los
más de 14.000 combatientes de Kronstadt (10.000 de ellos marinos) y los bolcheviques
que eran frecuentemente reforzados (168), contribuía todo esto a debilitar a
Kronstadt. Se tenía esperanzas aún de que, en medio de los ataques bolcheviques,
los obreros de Moscú y Petrogrado se sublevaran y comenzara la tercera revolución. Pero nada de esto
ocurrió… Kronstadt perecía, pese a los heroicos esfuerzos por defenderse.
La noche del 12 y 13 de marzo los
bolcheviques atacaron por el sur, utilizando de nuevo los sudarios blancos;
centenares de Koursantis perecieron en los ataques, en los que Kronstadt
continuaba siendo atacada. Los defensores de la fortaleza estaban agotados ya
por el hambre, el cansancio y las privaciones de todo tipo, y sin embargo
seguían resistiendo. Los comunicados del Comité revolucionario provisorio se
hacían cada vez más trágicos: las victimas aumentaban considerablemente.
El 16 de marzo los bolcheviques
se sintieron lo bastante fuertes como para derrotar definitivamente a los
marinos, y lanzaron una furiosa descarga de obuses y bombas que lo destruía
todo. Incluso el hospital que tenia la insignia de la Cruz Roja fue demolido
por los bombazos. Sin embargo el coraje y el valor de los de Kronstadt hacía
que desafiaran a la muerte a cada momento, en pos de verse libertados de los
impostores de la revolución. Por doquier se armaban destacamentos de
voluntarios que acudían a la lucha contra los tiranos bolcheviques.
Ese mismo 16 de marzo la lucha
estaba aún indecisa. Los bolcheviques que no habían sido prisioneros señalaban
a los atacantes los puntos más débiles de la fortaleza; los bolcheviques, cuya
vida había sido respetada traicionaron al pueblo, se armaron y golpearon por la
espalda a los marinos. Hacia las 7 de la mañana del 17 de marzo los bolcheviques
avanzaron masacrando a todo lo que había a su paso rumbo al centro de la
ciudad, a la Plaza del Ancla.
“Pero los marinos no se dieron
por vencidos: continuaron batiéndose como leones, defendiendo cada barrio, cada
calle, cada casa”. (169)
La batalla duró hasta la noche,
en la que los asesinatos en masa, los fusilamientos, y las ejecuciones eran el
escenario del lugar en donde la revolución había mantenido siempre sus
aspiraciones de libertad.
Dybenko obtuvo poderes para
limpiar a la ciudad de todo vestigio rebelde, y una verdadera orgía de sangre
tiñó a Kronstadt.
Para colmo de cinismo, al día
siguiente, 18 de marzo, el gobierno bolchevique festejaba el aplastamiento de
Kronstadt y el aniversario de la Comuna de París de 1871, ahogada en sangre por
Galliffet y Thiers. Trotsky sería nombrado entonces, y a modo de burla, el
“Galliffet de Kronstadt”.
En los días siguientes las
prisiones de Kronstadt fueron abarrotadas de detenidos que eran comúnmente
sacados de las celdas para ser fusilados por órdenes de la Tcheka.
Así quedaban aplastadas las
esperanzas revolucionarias de Kronstadt y el afianzamiento del poder
bolchevique. Como antes con los makhnovistas, la revolución popular era ahogada
en sangre por quienes decían defenderla.
Hemos revisado ya algunos puntos
importantes de la revolución rusa, en cuanto a la práctica de los métodos
marxistas se refiere. Después de la muerte de Lenin, y de muchas luchas
intestinas, los miembros del partido que optaban por la NEP fueron perseguidos,
y el Estado fue definitivamente blindado, armado y Stalin fue el Monarca que
impuso su ley a todos, incluido el mismo Partido Comunista. Esto no es para asombrarse, recordemos las palabras de
Lenin al respecto:
“La democracia socialista
soviética no se contradice con el dominio y dictadura de una sola persona: los
deseos de una clase a veces se expresan mejor a través de un dictador” (170)
La complicidad de Lenin con el
régimen stalinista no puede ser más evidente.
“El desenlace es conocido: toda
la “vieja guardia” bolchevique fue liquidada... De ser verdad que todos los
colaboradores de Lenin habían sido “contrarrevolucionarios”, “espías” y
“fascistas”, el hecho arrojaría una luz muy singular sobre la dictadura del
proletariado; y si es falso, ¿cómo calificar a un gobierno que con tales
argumentos justificó los asesinatos de la época estaliniana?” (171)
Zinoviev declaró en un texto
llamado Los partidos y tendencias antisoviéticos
que:
“El capitalismo de Estado es el capitalismo
que nosotros sabremos organizar, el capitalismo que está estrechamente ligado
al Estado. Y el Estado son los trabajadores, es la fracción más progresista de
los trabajadores, es la vanguardia, somos nosotros”. (172)
El mismo Lenin que tanto se
ensalzaba por esos días de ser un inmejorable revolucionario, terminó a
principios de la década de los veinte diciendo que:
“La idea de hacer una sociedad
comunista, sólo con comunistas; es un infantilismo puro. Hay que confiar la
construcción económica a otros, a la burguesía que es mas cultivada, a los
intelectuales del campo de la burguesía. Nosotros mismos no estamos aún
cultivados para eso.” (173)
Tiempo antes, exactamente en
1912, Lenin introducía a Stalin en el comité central de partido. Y después, lo
nombraría ni más ni menos que Secretario General. Sólo años después se
conocerían las consecuencias de ello: ¡la era stalinista!
“Los marxistas-leninistas, con su
dictadura del proletariado, su aparato estatal centralista, su burocracia y su
policía secreta, inauguraron en Rusia un régimen de terror y una de las peores
formas de absolutismo desde el nacimiento del Estado moderno en Europa. Los
comunistas del mundo no sólo lo han aceptado sino que lo han defendido por
convicción. Su absurdo vocabulario, que estigmatiza, hoy como ayer, a quien se
oponga a la teoría y la práctica bolcheviques del momento, ha envenenado toda
discusión de principios dentro del movimiento obrero.” (174).
Si fue Lenin quien introdujo a
Stalin en un puesto tan importante del Estado ¿a quién debemos entonces la
época de terror stalinista?
Es verdad que antes de su muerte
Lenin advirtiera a los miembros del Partido sobre Stalin:
“El camarada Stalin, llegado a
Secretario General, ha concentrado en sus manos un poder inmenso, y no estoy
seguro que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia […] Stalin es
demasiado brusco, y éste defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en
las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo
de Secretario General. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de
pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se
diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una
ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento
con los camaradas, menos caprichoso, etc. Esta circunstancia puede parecer una
fútil pequeñez. Pero yo creo que, desde el punto de vista de prevenir la
escisión y desde el punto de vista de lo que he escrito antes acerca de las
relaciones entre Stalin y Trotsky, no es una pequeñez, o se trata de una
pequeñez que puede adquirir importancia decisiva” (175).
Pero si es verdad que Lenin dijo
esto, no es menos verdad que en un tiempo, éste energúmeno contra el que pone
en guardia a sus compañeros, representó para Lenin un firme apoyo. Podemos leer
en su Testamento Político la
insistencia que pone Lenin en mejorar el Estado bolchevique. No se trata,
entonces, de velar por el bien del pueblo, no se tratar de evitar
derramamientos de sangre provocados por que Stalin
es demasiado brusco, el mismo Lenin manchó sus manos de sangre trabajadora.
Se trata, entonces, de conseguir un buen funcionamiento del aparato estatal, y
no de sentimientos humanitarios.
La revolución rusa representó una
esperanza en tanto que no tuvo dueño, en tanto que el principal protagonista
fue el pueblo. Las cosas cambiaron cuando los bolcheviques se montaron en sus
espaldas; entonces, en el fondo, la revolución rusa, bajo el dominio bolchevique,
no fue sino el resurgimiento del régimen zarista, aunque esta vez revestido de
popular.
Lenin en su Testamento político lo confiesa:
“La incorporación de muchos
obreros al CC ayudará a los obreros a mejorar nuestro aparato, que es pésimo.
En el fondo lo hemos heredado del viejo régimen, puesto que ha sido
absolutamente imposible rehacerlo en un plazo tan corto, sobre todo con la
guerra, con el hambre, etc.” (176)
He aquí, como Lenin conformó
--¡ironías para recordar!— un aparato de Estado según el modelo de la Comuna de París. Tomando este aparato del viejo régimen, los bolcheviques
apenas lo modificaron. Continuaron las represiones con mayor crueldad que en el
zarismo. En definitiva, el aparato apenas fue reformado:
En cinco años es imposible por
completo reformar el aparato en
medida suficiente, sobre todo atendidas las condiciones en que se ha producido
nuestra revolución. (177)
Las enseñanzas del propio maestro
Marx, quien despreciaba a los campesinos y ponía delante de ellos a los obreros
no fueron olvidadas por Lenin:
“Bastante es si en cinco años
hemos creado un nuevo tipo de Estado en el que los obreros van delante de los campesinos contra la burguesía (178)
Aquí Lenin miente descaradamente:
en tanto que obreros y campesinos trataron de ir contra la burguesía, estos fueron asesinados sin piedad. Nadie como
los marinos de Kronstadt, los makhnovistas y con ellos los anarquistas todos,
luchaba contra la burguesía, y su pago fue la muerte, el exilio, el destierro a
Siberia o simplemente la cárcel, de donde comúnmente se llevaban a la muerte.
Los bolcheviques en tanto se
mantuvieron en el poder, arrebataron las tierras a los campesinos, la dirección
de las fábricas a los obreros y se convirtieron a sí mismos en los nuevos amos,
en los nuevos burgueses que vivían a costillas del pueblo.
Lenin nos deja ver, en su Testamento Político, que esta capa
explotadora existía en Rusia. Él mismo lo confiesa:
“Los obreros que se incorporen al
CC deben ser, de preferencia, personas que se encuentren por debajo de la capa
de los que en los cinco años han pasado a ser funcionarios soviéticos, y deben
hallarse más cerca de los simples obreros y campesinos, que, sin embargo, no
entren, directa o indirectamente, en la categoría de los explotadores” (179)
Sin duda cabría hacer un análisis
también sobre lo que fue la URSS después de la muerte de Lenin. Este régimen soviético ya no presenta ningún tipo de
duda: la contrarrevolución se había apoderado de Rusia. Había una capa enorme
de trabajadores explotados, un puñado de serviles cortesanos y un monarca
pseudosocialista: Stalin.
Sin embargo, si he puesto más
énfasis en analizar el periodo anterior a la muerte de Lenin y la constitución
de la URSS ello se debe a que considero más adecuado analizar los principios
mismos de este régimen, los principales protagonistas que lo engendraron; en
fin, dejar lejos de toda duda que ni Lenin, ni Trotsky (principales figuras de
los bolcheviques) fueron en modo alguno revolucionarios. Todo lo demás cae por
sí solo.
Amigo lector, si has comprendido
lo que se escondía detrás de los bolcheviques, no te será difícil ver que el
régimen de terror a que dio pasó la muerte de Lenin, no es sino la secuela
obvia del leninismo.
Por eso, cuando en México los
medios oficiales y los miembros de los Partidos Comunistas hablan de El Gran
Revolucionario Trotsky, a mi mente vienen todos los sucesos de Kronstadt y
Ucrania. Y tan sólo un pensamiento le sigue a ello:
“Los burgueses y los aspirantes a
ello siempre idolatran a los verdugos, y Trotsky es un digno representante”
La Contrarrevolución Marxista en España
El marxismo también aportó su
porción contrarrevolucionaria en España.
Para cuando estalla la revolución
el 19 de julio de 1936 el marxismo ya tenía en España antecedentes de sus
maneras de actuar. No sólo los sucesos de mayo de 1937 demostraron el carácter
contrarrevolucionario del marxismo; anteriormente a estos sucesos, Stalin venía
ya trabajando el terreno para ejercer el principal papel en la
contrarrevolución. Pero incluso antes siquiera de la revolución del 36 ya el
marxismo había mostrado las garras en España, con la llegada de Paul Lafargue a
Madrid el 4 de agosto de 1871. Así que antes de proceder al relato de la
contrarrevolución marxista en España, hablemos un poco de lo que antecedió a
ella: Paul Lafargue, Engels, Marx, y su lucha infructuosa contra el anarquismo
en España.
El pueblo español ha sido un
pueblo que pese a las circunstancias ha llevado siempre los instintos
revolucionarios en el corazón.
Antes de la llegada de un miembro
de la AIT a España, ésta contaba ya con antecedentes revolucionarios:
Más allá de revisar el movimiento
anabaptista en España, hemos de revisar una época más cercana a los
acontecimientos que nos importan: en el siglo XIX una ola de hambre azota a
Barcelona y en el año de 1855 se registra la primera huelga en esta ciudad.
Ese mismo año y el siguiente,
multitudes de hambrientos se levantan en intentos de apoderarse de los
graneros.
En el año siguiente (1857) se dan
también levantamientos de socialistas, resultando fusilados 97 de ellos, a raíz
de lo cual se impide toda asociación.
Cuatro años después, en 1861, en
Loja, son derrotados 30.000 hombres armados.
No hemos de olvidar aquí tampoco
el heroico papel del pueblo español ante la invasión napoleónica.
En el año de 1868 España vivía ya
un ambiente propicio para la revolución, y cuando ese mismo año la Reina Isabel
se ve obligada a abdicar del trono (30 de septiembre), el pueblo español sentía
no ya la necesidad de reformar o mejorar el poder estatal: sino destruirlo.
Había, pues, un campo fértil y
propicio para el desarrollo del anarquismo.
Bakunin, con su extraordinaria
visión de los acontecimientos, vio perfectamente la oportunidad que se
presentaba en España, y obtiene el triunfo de las ideas anarquistas; Marx, por
el contrario, fracasó en su intento por suministrar a España unas ideas que no
quería, y que no iban acorde con su sentir.
Bakunin envía a un delegado de la
AIT a España, para entablar negociaciones con los miembros obreros más activos,
y tratar de fundar ahí una sección de la AIT, se trata de Giuseppe Fanelli.
Fanelli llega a España el 24 de
noviembre de 1868, e inmediatamente se da a la tarea que se le había asignado.
Allí contacta rápidamente con Donadeu, quien a su vez le presenta a Rafael
Farga Pellicer, uno de los miembros obreros más activos y sobrino del famoso
pintor.
Quedan constituidas, pues,
secciones en Barcelona (más industrializada) y Madrid (de carácter campesino).
La constitución de ambas secciones respondió perfectamente a no dejar fuera de
la organización ni a campesinos ni a obreros, haber constituido una sola
sección habría dejado fuera, por lo menos provisionalmente, a un sector del
pueblo trabajador.
Constituidas las secciones de la
AIT en España, estas comienzan a desarrollarse con entera independencia de
algún organismo extranjero, incluso de la Alianza de Bakunin.
La pruebas más grande esto, es
que cuando Fanelli entrega los estatutos a los españoles para que se fundara la
sección de la AIT en España, lo que entrega no son los estatutos de la AIT,
sino los de la Alianza, que eran los únicos que tenía a la mano.
Por ese entonces, la Alianza había
sido, en teoría, disuelta para entrar en la AIT. Al entregar Fanelli estos
documentos estatutarios a los españoles, lo hace sin saber que la Alianza había
sido ya disuelta… ¡Tal es el grado de poca correspondencia que mantenía Bakunin
incluso con Fanelli, no se diga ya con los españoles!
Éste desarrollo de las secciones
españolas de la AIT habría de continuar su actividad, y para cuando el Consejo
General de la AIT, es decir, prácticamente Marx y Engels, comienzan a
interesarse por España, ésta mantenía ya una actividad.
¿Cuál fue entonces el motivo por
el cual el Consejo General se interesa por España?
Engels era entonces el delegado para
los asuntos de la AIT con España, pero jamás se interesó en ella, sino hasta la
llegada de Lafargue a España.
En el tercer Congreso de la AIT,
celebrado en Bruselas entre el 6 y el 13 de septiembre de 1868, Bakunin
entraría a formar parte de la AIT como ya hemos visto, y de los asistentes al
Congreso, encontramos que asisten delegaciones de Alemania, Francia, Bélgica,
Suiza, Italia, y España envía por primera vez un delegado. Se trata del
anarquista catalán Antonio Marsal Anglora que, como hemos visto también, se
presenta como “Sarro Magallan”, para evitar las persecuciones policiales.
Marsal Anglora, o Sarro Magallan, representa en este Congreso a la Legión Ibérica y toma parte activa en
las votaciones del Congreso. (180).
Las relaciones del Consejo
General con España eran nulas, apenas encontramos datos sobre que en el año de
1864: el 22 de noviembre, un tal L. Otto, fue autorizado por el Consejo General
para corresponder con los “amigos del progreso”. Este Otto es un sujeto alemán,
por lo que sé, y del cual jamás se vuelve a encontrar rastro alguno. Marx
escribe el primero de mayo de 1865 a Engels, a raíz de la salida (el 4 de
abril) de los miembros italianos (Mazzinianos):
“En lugar de ellos (181) hay
ahora españoles [en el consejo]”.
A pesar de la investigación que
he realizado, no he podido encontrar el rastro de estos españoles a los que se
refiere Marx. Más tarde, el 14 de noviembre se informó que el centro de París
correspondía con “demócratas españoles”
Sin embargo, no es hasta Sarro
Magallan que se comienzan a tener relaciones por lo menos formales con el
Consejo General de Londres.
A Pesar de ello, éste primer
contacto no trajo repercusiones para España. No fue sino hasta la llegada de
Fanelli a España que comienzan las relaciones directas de la recién nacida Internacional
española con las demás secciones de la AIT.
Como se puede ver, el Consejo
General de Londres no tuvo jamás interés en España, ni puso nada de su parte
por difundir la AIT en España. Nada de lo que se consiguió en España en esa
época tuvo que ver con la injerencia de Marx y Engels. Fue Bakunin quien se
interesó por España y gracias a sus ideas, es que si una idea ha estado siempre
presente en España, no es, por cierto, el marxismo, sino el anarquismo.
Entonces, si España estaba ya
“ganada” para la AIT, ¿Cuál fue el propósito de mandar aquí a Lafargue?
La respuesta no puede ser más
lógica: se estaba ya en la antesala del enfrentamiento Marx-Bakunin, o mejor
dicho, entre marxistas y anarquistas.
El envío de Lafargue a España no respondía
a aspiraciones propagandísticas del Consejo General de Londres, dominado por
Marx y Engels, sino antes bien, a combatir la influencia que el anarquismo bakuninista
tenía aquí; minar su influencia, y arrebatar esas nuevas secciones de la AIT a
la influencia anarquista. Y de esta manera, poder dar un golpe más duro a
Bakunin y compañía.
Paul Lafargue llegó a España el 4
de agosto de 1871, con la misión expresa que acabo de apuntar.
Inmediatamente de su llegada,
Lafargue se puso en busca de un republicano, el señor Guisasola. Su segunda
visita fue a Francisco Pi y Margall, a quien propuso la tarea de formar un
Partido Obrero Español.
Pero Pi y Margall sabía bien la
situación de España en esos momentos, y contestó a Lafargue que en la
actualidad, los obreros españoles no deseaban ni su partido republicano
federalista, ni cualquier otro partido obrero.
Llegado a Madrid cuando apuntaba
ya la navidad, comienza a corroer el ambiente que le dio cabida: el 24 de
noviembre aparece la primera muestra del camino que habría de seguir La Emancipación: publica, por medio de
Mesa, un artículo en el que se critica la tendencia abstencionista del Consejo
Federal. Tendencia que, según los redactores del documento, sólo habría de
beneficiar al republicanismo burgués.
Lafargue asiste a una primera
reunión el 7 de enero de 1872, en la que ve un ambiente contrario al Consejo
General, lo cual era lógico.
Se atreve además a preguntar si
alguna vez el Consejo General ha ejercido presión alguna sobre la Federación
del Jura, y cita (torpemente) también un párrafo aparecido en el periódico La Razón
(Sevilla):
“Por nuestra parte vemos que
nada, absolutamente nada ha hecho el Consejo general por la propaganda y
organización de la Internacional en nuestra región; y si nos viésemos privados
de la existencia del Consejo, no por eso dejaríamos de adelantar tanto, por lo
menos, como si continuara”
Molesta la reunión por esta
agitación en medio de una organización que trataba de mantener la armonía, se
le amenazó con la expulsión.
Posteriormente en una reunión del
Consejo federal, propuso de nuevo su idea de formar un partido obrero, idea que
fue rechazada.
“Lo defendió hábilmente; pero
todos, absolutamente todos… rechazaron dicho programa por considerarlo contrario
a las ideas de la AIT; (…) al fin dijo: ahora me he convencido de que los
obreros españoles son tal vez los obreros más radicales del mundo” (182)
Lafargue entonces procede a
abandonar la agitación pública, y cambia de táctica, procede ahora a la adulación:
se hace asiduo colaborador de los miembros del periódico La Emancipación, principalmente de Mesa: sacó al periódico varias
veces de las crisis financieras que tuvo, y escribió numerosos artículos para
el mismo. En fin, su cambio de táctica comenzó a funcionar, pues logró ejercer
cierta influencia sobre muchos miembros de La
Emancipación, con excepción de Lorenzo.
Morago alcanzó a vislumbrar lo
que se escondía detrás de la actividad de Lafargue, y en El Condenado, donde escribía, dedicó unas líneas llenas de sarcasmo
a éste.
El 3 de marzo habría de aparecer en
La Emancipación una carta dirigida al
Partido Republicano Federal, pidiéndole una declaración sobre su opinión del
programa de la AIT (183).
El Consejo Local de la Federación
Madrileña envió una carta que se tenía que publicar, aclarando que dichas
palabras dirigidas al Partido Republicano, eran obra exclusiva de los
redactores de La Emancipación. Pero
los señores redactores de La Emancipación
actuaron con independencia propia: la carta no fue insertada, haciendo ver a
los ojos de los lectores que la carta dirigida al Partido Republicano no era
obra exclusiva del periódico, sino de la organización.
Si se entiende que desde 1869 los
miembros de la Federación Madrileña habían hecho enormes esfuerzos por separar
a los trabajadores de la influencia del Partido Republicano, se entenderá
entonces que la Federación Madrileña haya expulsado a los redactores de La Emancipación: la carta dirigida al
Congreso del Partido Republicano era un golpe disimulado al trabajo realizado
en los trabajadores desde 1869.
Por lo demás, como miembros del
Consejo Federal los miembros retenían sus funciones.
El caso no se resolvió sino hasta
el Congreso de Zaragoza (abril de 1872).
En abril Bakunin escribía una
carta a Mora, quien aún no estaba del todo ganado para la causa de Lafargue.
Esta carta, que Bakunin escribió a petición de Alerini, sería guardada por
Mora, siendo entregada finalmente a Marx, quien la utilizó como método de
ataque en contra de Bakunin, para probar la existencia de la Alianza en España,
tal y como ya hemos visto en el capítulo que hemos dedicado a la Internacional.
He aquí la famosa carta:
“El 5 de abril de 1872. Locarno.
Querido Aliado y compañero. –
habiéndome invitado nuestros amigos de Barcelona a escribirle, lo hago con
tanto más placer cuanto que yo, lo mismo que mis amigos, nuestros Aliados de la
Federación Jurasiana, somos el blanco de las calumnias del Consejo General de
Londres, en España lo mismo que en los otros países. Es una cosa muy triste
verdaderamente que en estos tiempos de crisis terrible, en que se decide por muchas
decenas de años la suerte del proletariado de Europa entera y en que todos los
amigos del mismo, de la humanidad y de la justicia debieran unirse
fraternalmente para hacer frente al enemigo común, el mundo de los
privilegiados organizados en Estado -- es muy triste, digo, que hombres que han
prestado por otra parte grandes servicios a la Internacional en el pasado,
impulsados hoy por una mala pasión autoritaria, se rebajen hasta la mentira y
siembren la división, en lugar de crear por todas partes esa unión libre que es
la única que puede crear la fuerza.
Para daros una idea justa de las
tendencias que perseguimos, no tengo más que una cosa que deciros. Nuestra
propaganda es la vuestra, la misma que habéis proclamado en vuestro Congreso
del año pasado y si permanecéis fieles a ella, estáis con nosotros, por la simple
razón de que nosotros estamos con vosotros. Nosotros detestamos el principio de
dictadura, de gubernamentalismo y de autoridad, como lo detestáis vosotros,
estamos convencidos de que todo poder político es una fuente de depravación
infalible para los que gobiernan, y una causa de servidumbre para los
gobernados. -- Estado significa dominación y la naturaleza humana está hecha de
tal modo que toda dominación se traduce en explotación. Enemigos irreconciliables
del Estado, en todas sus manifestaciones, no querernos personificarlo en el
seno de la Internacional. Consideramos la Conferencia de Londres y las
resoluciones que ha votado, como una intriga ambiciosa y como un golpe de
Estado, y es por eso que hemos protestado y que protestaremos hasta el fin. No
toco a las cuestiones personales ¡ay! no llenarán más que con exceso el próximo
Congreso universal, si ese Congreso tiene lugar, de lo que dudo mucho por mi
cuenta, porque si las cosas continúan al mismo paso, pronto no habrá un solo
punto en el continente de Europa en que los delegados del proletariado puedan
reunirse para discutir libremente. Y ahora todos los ojos están fijos en España
y en el resultado de vuestro Congreso (184) ¿Os encontrará en plena revolución
o en plena reacción? Todos nuestros amigos de Italia, de Francia y de Suiza
esperan noticias de vuestro país con una cruel ansiedad.
Sabéis sin duda que en Italia, en
este último tiempo, la Internacional nuestra querida Alianza (185) han
adquirido un gran desarrollo. Tanto el pueblo de los campos como de las ciudades
se encuentra en una situación por completo revolucionaria, es decir,
económicamente desesperada, y las masas comienzan a organizarse de una manera muy
seria, sus intereses comienzan a convertirse en ideas. -- Hasta el presente, lo
que había faltado a Italia, no eran los instintos, sino precisamente la
organización y la idea. La una y la otra se constituyen, de suerte que Italia,
después de España, con España, es quizás el país más revolucionario en esta hora.
Hay en Italia lo que falta en otros países: una juventud ardiente, enérgica,
por completo desplazada, sin carrera, sin salida, y que, a pesar de su origen
burgués, no está moral e intelectualmente agotada, como la juventud burguesa de
los otros países. Hoy se lanza de cabeza en el socialismo revolucionario, con
todo nuestro programa, el programa de la Alianza, Mazzini, genial y
poderosamente antagónico, ha muerto, el partido mazziniano está completamente
desorganizado y Garibaldi se deja arrastrar más y más por la juventud que lleva
su nombre, pero que va o que corre infinitamente más lejos que él. He enviado a
los amigos de Barcelona una dirección italiana; pronto les enviaré otras. Es muy
necesario que los Aliados de España se pongan en relaciones directas con los de
Italia. ¿Recibís los periódicos socialistas italianos? Os recomiendo sobre todo
L’Eguaglianza de Girgenti –Sicilia--
La Campana de Nápoles --Il Fascio Operaio
de Bolonia-- Il Gazzettino Rosa, pero
sobre todo Il Martello de Milán,
desgraciadamente secuestrado y todos sus redactores presos.
En Suiza le recomiendo dos Aliados:
James Guillaume (Suiza, Neuchâtel, 15 rue de la Place d'Armes) -- y Adhémiar Schwitzguébel,
grabador (miembro y secretario corresponsal del comité de la Federación
jurasiana), Suiza, jura bernés, Sonvillier, M. Adhérnar Schwitzguebel,
grabador.
[Sigue la dirección de Bakunin]
Alianza y fraternidad
Bakunin
Salude, le ruego, de mi parte al
hermano Morago y ruéguele que me envié su periódico (186)
¿Recibe el Boletín de la Federación Jurasiana?
Le ruego que queme esta carta,
porque contiene nombres”
Esta amable carta de Bakunin, que
no contiene en si nada de confidencial más allá de los nombres, es la que
después sería entregada para usarla en su contra en el Congreso de La Haya.
Según Clara E. Lida (187), antes
del citado Congreso que habría de realizarse en Zaragoza los miembros de la
Alianza anuncian su disolución, en prevención de los posibles ataques de los
marxistas. En ningún otro lado he visto ese argumento, pues si se basa Lida en
los documentos de Lafargue, entonces está el mismo contradiciéndose
enormemente, pues también había dicho que fue ahí donde se enteró de la
existencia de la Alianza. Véase más abajo este argumento. Como quiera que sea,
no puedo afirmar de alguna manera que lo escrito por Lida tenga asomo de
verdad, pues como ya he dicho, sólo en su libro he encontrado esta afirmación.
La disputa entre los redactores
de La Emancipación y la Federación
Madrileña era presentada en el orden del día del Congreso de Zaragoza de la
siguiente manera: “Disidencias entre el Consejo Local de la Federación
Madrileña y los redactores del periódico La Emancipación”. Para muchos de las
asistentes al Congreso este punto constituía uno de los más importantes.
Durante dos sesiones de cuatro
horas cada una los involucrados en el enfrentamiento se dedicaron a decirse lo
que sentían.
Al final, los miembros del periódico
La Emancipación fueron de nuevo
admitidos pero, como bien apunta Anselmo Lorenzo (188), esta reconciliación sólo fue el aplazamiento de los odios:
la disputa Marx-Bakunin se había trasladado a España y, como en cualquier
sitio, las dos tendencias no pueden existir: entre la autoridad y la libertad
se disputan su sitio en éste mundo, pues en el no caben ambas. La una siempre
ha de subsistir a costa de la derrota de la otra.
La resolución final al conflicto
fue la siguiente:
“Considerando que el Congreso se ha
enterado de una hoja remitida por la Federación madrileña a las Federaciones
locales de la Región española en la que se da cuenta de las disidencias que han
tenido lugar entre el Consejo local de la misma y el Consejo de redacción de La
Emancipación, compuesto de individuos del Consejo federal, y que por este
motivo no ha podido prescindir de ocuparse de la cuestión;
Considerando que en las
circunstancias actuales es preciso aunar los esfuerzos todos, para la
consecución de los altos fines que nos proponemos realizar;
Considerando que ahora más que
nunca es necesaria la unión de todos los federados de la región española;
Oídas las explicaciones dadas por
una y otra parte, el Congreso acuerda:
Que los redactores de La
Emancipación retiren todo lo que ha dado ocasión a su expulsión, y que la
Federación madrileña retire también todo lo que tenga carácter de ofensivo para
dichos redactores y el acuerdo de expulsión.
Acuerda también se excluya de
esto la cuestión de doctrinas manifestadas en dicho periódico y tituladas
Organización del trabajo, para tratarlas en particular como amigos los
delegados.”
Esto no iba a terminar con el
conflicto. Sí, el 5 de mayo los redactores eran devueltos a sus puestos, pero
en el Congreso de Zaragoza no solo se habían discutido las rencillas:
Aquí, según Lafargue, fue donde
se afirmó en su creencia de la existencia de la Alianza en España, cuando
escuchó que uno de los delegados al Congreso, un catalán, pronuncio la
siguiente frase: “La causa de todo lo que pasa es la A” (189).
En el Congreso de Zaragoza es
donde probablemente le fue entregada a Mora la carta que Bakunin le enviaba y
que ya hemos visto.
Lafargue había ganado ya para su
campo a Mora y a otros miembros de La Emancipación,
con lo que los ataques contra la Alianza aparecieron.
Se hablaba de una organización jerárquica
dentro de la Alianza, y que las órdenes partían del extranjero.
En realidad, como he apuntado al
inicio de este capítulo, la Alianza española se desarrolló con entera
independencia de Bakunin, a quien se le adjudicaba ese cargo de director.
Bastaría con echar una mirada a
las notas de 1871 del mismo Bakunin para ver que no había una asidua
correspondencia con España. Veamos:
“(23 de abril de 1871) carta a
Pellicer Farga, (1 de junio) encuentra carta de . . . Sentiñón ... ; (2)
escrito cartas . . . a Sentiñón; (24) cartas a . . . Sentiñón por princesa
(Obolenska); (27) carta de . . . Beppe (190) a Farga Pellicer; (3 de julio)
carta de Sentiñón en la fortaleza (preso); (11) comenzando carta a Sentiñón;
(12) carta a James Guillaume con carta de Sentiñón para Zúrich, Ponomareff (191)
enviadas; (24) carta de Sentiñón; (18 de agosto) escrito a Sentiñón; (19) enviado.
. . mi libro a Sentiñón (L’Empire knoutgermanique…); (23) enviado Respuesta a Mazzini a Barcelona; (1 de
septiembre) carta a Sentiñón; (2 de noviembre) carta... a España; (15) carta de
Sentiñón.”
Para el año de 1872 las notas de
cartas dirigidas a España son estas:
“(3 de enero) carta a Sentiñón; (12
de febrero) cartas a los españoles…; (13) enviado cartas. . . a Sentiñón, a Soriano,
a Farga y a Alerini (192); (24) carta de Sentiñón; (26) carta de Alerini; (27)
carta a Alerini; (31 marzo) carta a Alerini; (1 abril) acabado y enviado gran
carta encargada a Alerini; (2) carta de Alerini; (5) carta de Alerini; carta a
los españoles; (6) lo mismo y cifra para Alerini; (7) acabado y enviado carta
cargada a Alerini con diccionario, cifras y cartas a F. Mora (193) y Soriano; (22)
carta de Alerini; (27) escrito a los Aliados de España (3 de mayo) comenzada carta
cifrada a Alerini; (6) acabada y enviada carta a Alerini; escrito carta a Lorenzo;
lo misino el 8; (9) escrito y terminado carta a Lorenzo, copiaré mañana;(10) carta
a Lorenzo aún; (11) carta a Ross con primera hoja [de] carta a Lorenzo; lo mismo
del 9 al 15 [fin]; (17) carta de Alerini enviada a Guillaume; (18) enviado
carta a James, conteniendo cartas a Sentiñón y a Farga Pellicer; (18) carta a
Morago; (19) carta grande a Morago; bella y larga carta de Alerini; la leemos
con Armando [Cafiero] ; (29) carta a Alerini; (30) acabada carta a Alerini con
Cafiero; (31) enviado larguísima carta a Raoul [Alerini] -- Andrien
[desconocido] -- enviado carta a Oscar [desconocido] larga también. Junio (2)
carta a Morago; lo mismo el 3, 4, 5; (4) carta a Ross con una carta española;
(7) terminado carta a Mora o escrito carta a Fontana [a Lisboa] ; (8) enviado carta
grande a Morago por Alerini; (9) y (10) carta a Farga Pellicer; (10) noche
escrito carta a Farga y copiado carta a Fontana; (12) carta a Alerini sobre la circular
[Les prétendues scissions dans l’Internationale,
folleto del Consejo General (Marx) contra la Alianza] ; (12) carta a James con
carta de Cafiero a Engels y con carta de Farga Pellicer; (13) carta a Alerini
sobre sociedad secreta -- acabada (194); (17) enviado carta colectiva a los
aliados contra la circular -- a Alerini -- y carta a James; (25) carta a
Barbero [V. Pezza, en Milán] encargada enviada con primeras hojas de carta a
Lorenzo [¿una copia?]. Junio (17) comenzado carta a Alerini; (18) acabada. . .;
(19, en Neuchâtel) James me trae la carta de Farga Pellicer; (30) carta de
Raoul [Alerini]; (31) escrito y enviado a James carta para Farga.
Agosto (3) escrito y enviado
carta a Alerini, con documentos italianos y manuscritos; (13) cartas a Cerretti,
a Pezza con gran carta colectiva, de la cual copia a ambos, a Farga y a James;
(28) carta de James con carta de Morago a Beppe [Fanelli]; (29) carta a los
amigos jurasianos y españoles para serle remitida [al Congreso de La Haya] por
Armando [Carlos Cafiero] que parte mañana (195)”
Es verdad, la correspondencia de
Bakunin con España para el año 1872 es más grande. Pero si pensamos que en ese
entonces las calumnias contra el anarquismo estaban a la orden del día en
España, el grueso de la correspondencia tiene una razón lógica de ser.
Si a esto aunamos que se acercaba
ya el Congreso de La Haya, donde los marxistas habían trabajado mucho para
eliminar de sus filas a Bakunin y los anarquistas, el motivo de la
correspondencia no puede sorprendernos.
Después del Congreso de La Haya,
hay un espacio en la correspondencia de Bakunin que no he podido encontrar,
ignoro si existe carta alguna para este periodo, pues de la última carta de
Cafiero, sólo encuentro lo siguiente:
“Después de dos cartas colectivas
a los italianos y a los jurasianos (31 de octubre y 1 de noviembre), (2 de
noviembre), escrito por Justus [Farga Pellicer] carta colectiva a todos los H
[ermanos] españoles; (3) envío de esa carta y una a Farga Pellicer, una a
Morago, una a Marselau. (6 y 7) Circular número 2 de Hugo, [Bakunin] a Ermani
[los hermanos]; su envío no está indicado especialmente. (11) Carta buena de
Alerini. (13) Escrito diccionario geográfico [cifras]… acabado Francia, España
y Portugal; (15) despejado carta de Raoul [Alerini]. Viejo estilo;… carta a
todos -- copia de carta a Raoul enviada; (16) carta a Alerini; (17) a James con
carta de Alerini; carta colectiva a Alerini [lo mismo los días 18, 19 y 20];
(23) carta de Marselau; (4 de diciembre) comienza a escribir a los españoles; (7)
carta de Marselau (8) cartas de Alerini, Pellicer… acabada y enviada carta a
Marselau; (11) las cartas (le Pellicer y de Marselau son enviadas a los
jurasianos y el 13 la carta de Alerini enviada a Schwitzguebel. -- (15) escrito
a los españoles; (16) enviado carta colectiva con consejos a los españoles;
(17) copia grande circular respuesta a Barcelona; (18) leído a Zaicof [un amigo
ruso] carta a los españoles; (19) copia noche carta circular a los barceloneses;
(20, 21, 22, 23) a los españoles.”
Pero independientemente de la
progresiva amplitud de la correspondencia de Bakunin con España para 1872,
desde la llegada de Fanelli a España el 24 de noviembre de 1868, hasta el año
de 1872, es decir, cuatro años, la Alianza y las secciones de la AIT en España
se manejaban con entera independencia de Bakunin o de la Alianza Jurasiana.
Queda entonces descartado y
ridiculizado el argumento que los marxistas allegados a Lafargue hacían sobre
las órdenes que se daban desde el extranjero a la Alianza y la AIT en España.
De la misma manera, la acusación
de que la Alianza era una organización jerárquica queda disuelta, pues el mismo
Bakunin, en la carta a Mora, recomienda que Es
muy necesario que los Aliados de España se pongan en relaciones directas
con las demás secciones de la Alianza.
El mismo Mora escribió el 10 de
agosto de 1871 “Queridos Montoro, Rosell y demás miembros de la A… (196)
Después de vencer las dificultades que a ello se oponían, hemos logrado
constituir la sección de la A en esta ciudad (Lisboa)… Conviene que los A
[liados] estrechen sus relaciones entre sí…”
La acusación que después harían
Mora y Lafargue sobre una organización jerárquica y que se recibían ordenes del
extranjero, son sencillamente ridículas.
En abril al parecer la Alianza
tuvo una fuerte crisis, y no se trataba de una de las veces que se simulaba una
disolución para proteger a ésta.
Marselau (197) había dicho, según
Joukowski, que en el Congreso de Zaragoza se decidió la disolución de la
Alianza, las razones me parecen muy poco fiables, pero de lo que no puede caber
duda es de la disolución de la Alianza.
Los pocos documentos y cartas
personales que sobre eso se conservan dejan ver muy poco hacia la intimidad de
esta organización.
Pero si regresamos un poco la
vista en este texto, veremos que mientras Bakunin escribía la carta a Mora,
ignorando el peligro que a la Alianza española amenazaba, ésta estaba pasando
duros momentos.
Además, podemos ver también que
en la correspondencia de Bakunin de 1872, se puede notar para abril las
siguientes dos notas importantes: (22) carta de Alerini; (27) escrito a los
Aliados de España.
Max Nettlau, uno de los mejores
investigadores sobre la vida de Bakunin (y del anarquismo en general), encontró
en los manuscritos de Bakunin una carta escrita de manera rápida, quizá una
copia de una enviada a España, donde Bakunin habla sobre la disolución de la
Alianza:
“… Tal es, pues, el pensamiento,
el fin y la constitución de la Alianza. Es una sociedad de hermanos, solidarios
hasta la muerte y que no tiene otro fin que hacer triunfar nuestra revolución.
Debernos ser muy indulgentes, y al mismo tiempo muy sinceros y siempre
verdaderos los unos con respecto a los otros. Ninguno de nosotros es perfecto y
no puede tener la ridícula pretensión de serlo. Estamos llenos de defectos, de
debilidades, ¡ay! a menudo, demasiado a menudo de tonterías. -- Todo eso no es nada,
si permanecemos fieles unos a otros en nuestro programa, y si tenemos el buen hábito
de completarnos mutuamente en nuestro pensamiento y en nuestra acción común.
¿Es así cómo estáis organizados?
Parece que no, puesto que os ha sido posible disolveros y separaros. La
verdadera Alianza es indisoluble. ¡Hermanos! Y ¿qué momento habéis elegido para
separaros? Aquel en que la cuestión de vida o muerte se halla planteada para el
proletariado de Europa entera. ¿No es una traición contra la revolución?
La revolución susurra en España y
en la víspera de la gran lucha, ¿os habéis separado? ¿Y por qué razones? No por
razones de principios, sino para satisfacer ambiciones y vanidades personales.
Pero, por poco numerosos que
seáis, seréis fuertes, no por vosotros mismos, sino para el triunfo de la
revolución. Separados, os dejaréis arrastrar como ruinas, sin voluntad y sin
fuerza, a remolque de todos los acontecimientos -- Porque, recordaos bien, el
tiempo de los triunfos individuales ha pasado, nuestro tiempo es el de las
grandes colectividades populares que lo arrastran todo y ahogaran las
individualidades por poderosas que se imaginen y que sean…”
Al hablar Bakunin en la carta de
la disolución de la Alianza, nos deja ver que no se trataba de una estrategia
de sus militantes para protegerla, cosa que no habría salido de España. Al
hablar aquí Bakunin de la disolución de la Alianza, nos hace ver que la
disolución fue real, que en verdad existió la disolución.
También, cuando Bakunin escribe
que las razones de la disolución de la Alianza se debió a vanidades personales, hace ver las razones que Alerini le dio en la
carta que Bakunin recibió el 22 de abril. Estas vanidades personales, deben ser una alusión a Mora y demás
traidores y delatores que denunciaron a la Alianza.
Unas semanas después escribía una
carta a España, de la cual citamos lo siguiente:
“Este 21 de mayo de 1872. –
Locarno.
A Paulo [Morago]
Querido hermano – tengo el
derecho de llamarle con este nombre, primeramente como uno de los más antiguos
hermanos fundadores de la Alianza, y luego como el amigo más íntimo, el
verdadero hermano de aquel a quien llamarnos Cristophe [Fanelli] y que, enviado
por nosotros, ha ido a fines de octubre de 1868 de Ginebra a España (198) y ha
sido en realidad el primer fundador tanto de la Internacional como de la
Alianza, primero en Madrid, mas tarde en Barcelona…
… Una noticia muy triste nos ha
llegado: la Alianza de Madrid, como la de Barcelona, se disuelve, y en parte
está ya disuelta. Nosotros consideramos esa disolución como una gran desgracia,
desde el punto de vista de la solidaridad revolucionaria de todos los países, y
los que han sido la causa de esa disolución y del descubrimiento de los
secretos de la Alianza, de su existencia misma que debe permanecer secreta e
invisible siempre y que ninguno de nosotros podría traicionar sin deshonrarnos
y sin violar el más supremo deber que nos hemos comprometido mutuamente a
observar, son grandes culpables…
[Invita a los miembros de la
Alianza a] reconstituir la Alianza… [Observa que] bajo este aspecto, la
disolución que ha tenido lugar en algunos centros de España puede ser
considerada en cierto modo como feliz, puesto que permite reconstruir la Alianza
entre vosotros sobre bases nuevas, mucho más serias que antes. Puesto que
vuestros grupos han podido disolverse, eso es una prueba de que han sido
reclutados ligeramente y mal compuestos…”
El 2 de junio una “Circular de
los miembros de la AIT de Madrid” es dirigida a la sección de la Alianza de
Sevilla, donde se dice:
“La sección de la A de Madrid ha
resuelto disolverse, y al propio tiempo os aconseja que hagáis lo mismo…”
No eran, a diferencia de lo que
se dice aquí, la “sección de la A de Madrid” quienes hablan, sino los que
seguían los pasos de Lafargue.
Una nota (199) similar que
apareció en el periódico de La Emancipación
produjo nuevamente un enfrentamiento entre éste y la Federación de Madrid; resultados:
expulsión de Mesa, Mora y Pagés del periódico.
El 9 de junio, a los pocos días
de estos sucesos, se reunió de nuevo la Federación de Madrid, que confirmo las
expulsiones. Resentidos, los expulsados hicieron gala de todo lo que creían
saber sobre la Alianza y Bakunin.
Casi un mes después, el 8 de
julio los expulsados anuncian la formación de la Nueva Federación Madrileña. El
Consejo de Madrid, conforme a los estatutos, se veía en la imposibilidad de
reconocer el nuevo organismo. Pero Engels, que era uno de los maestros
marxistas en pasar por encima de estatutos y demás contrariedades, le reconoció
inmediatamente (16 de agosto).
La división está hecha. La unidad
se había roto, y fueron los miembros menos convencidos de la revolución social,
los más reformistas, quienes siguieron a Lafargue.
Así, los ataques contra la Alianza
eran ya directos, leemos en el periódico La
Emancipación número 59 del 27 de julio las siguientes frases:
“¿Podrán decirme los amigos de
Bakunin de qué vive ese señor, cómo vive y dónde vive? ¡Misterio!”(200)
“Conocíamos la existencia de la
Alianza de la Democracia Socialista, sociedad secreta que pugna hace tiempo por
dominar ocultamente [a] la Internacional, y a la cual nosotros pertenecíamos”
Mora escribía el 17 de agosto (201):
“No es el programa de la Alianza
lo que nosotros hemos combatido ni su conducta en España hasta poco tiempo
antes de separarnos de ella; lo que nosotros hemos combatido es su conducta
posterior, su organización jerárquica, de la cual nos hemos podido persuadir
por ciertos, datos llegados a nuestro conocimiento; son los actos de esa
Alianza en Suiza, Italia e Inglaterra y otros países”
Esto es sencillamente absurdo:
Marx, que era el maestro principal de estas artimañas no habló jamás de la
existencia de una sección de la Alianza en Inglaterra. Además, en la carta que
dirige Bakunin a Mora, hemos visto que es el mismo Bakunin, a quien se le
adjudica el papel de miembros director de la Alianza, recomienda relaciones
directas entre los Aliados. Las palabras de Mora, pues, no son sino el producto
de su imaginación mezclado con su resentimiento a la Alianza.
Las mentiras y acusaciones falsas
de La Emancipación tendientes a
destruir la solidaridad entre las secciones de la Alianza no funcionaron.
Max Nettlau, cuya magnífica obra
tengo ahora mismo en frente de mí, tiene mil veces razón cuando afirma Sería difícil encontrar para esa época un
periódico más envilecedor, más bajamente injurioso para sus adversarios que La Emancipación
del verano de 1872.
Engels, como miembro del Consejo
General de la AIT y secretario general para España apoyó decididamente estas
acciones. Así, el 24 de julio envió una carta al Consejo Federal de Valencia,
donde se decía: «tenemos en las manos las pruebas de que existe, en el seno de
la Internacional, particularmente en España, una sociedad secreta, que se llama
Alianza de la Democracia Socialista. Esta sociedad cuyo centro está en Suiza».
etc.; «nosotros sabernos, además, por La
Razón de Sevilla que por lo menos tres miembros de vuestro Consejo
pertenecen a la Alianza»
Pide así mismo Engels que el
Consejo Federal de Valencia le envíe una lista de los miembros de la Alianza en
España, que hagan un informe sobre ella, además de su circular del 7 de julio (202).
La respuesta del Consejo Federal
no pudo ser más clara: «Reclamáis de nosotros ni más ni menos que el oficio que
un jefe de Estado pediría a su departamento de policía»
En su circular del 30 de julio el
Consejo Federal se refiere también a los cobardes traidores que denunciaron a
la Alianza: «vosotros que en otro tiempo recomendabais la fundación de la
Alianza, vosotros que en otro tiempo exaltabais la excelencia de esa misma
Alianza que hoy atacáis... »
Con los ataques hacia la Alianza,
ésta finge disolverse, y se publican los estatutos de la misma, que aparecieron
en el periódico La Federación de
Barcelona, y que La Emancipación se
negó a publicar.
Una vez disuelta públicamente la
Alianza, en 1874 Lorenzo comprende y entiende la necesidad de una organización
de éste tipo.
Se le reveló que la Alianza jamás
había sido disuelta, que seguía en activo. Él mismo lo relata así:
“El día designado comparecimos
todos en el sitio designado: Farga, Soriano, Pellicer, Nacher, Gasull, Llunas.
Albagés (Francisco y Gabriel), no recuerdo si algún otro y yo, y se me dijo que
lo que yo había propuesto a Vinas, existía y funcionaba ya secretamente: que se
había dejado creer que la Alianza había sido disuelta, para mejor asegurar su
existencia y funcionamiento, y gracias a ella la Internacional existía aún en
España, conservando la pureza de sus ideales” (203)
Esta Alianza, pesadilla de Marx y
Engels, y que Lafargue combatió con todas sus fuerzas, no había muerto. No se
trataba de una organización peligrosa para la organización de la Internacional
en España, pues hemos visto ya que ésta se desarrolló ampliamente desde la
llegada de Fanelli.
Esta organización tenía por
misión vigilar que no hubiese desviaciones hacia las reformas o los movimientos
políticos burgueses; esta organización, que se da siempre entre los militantes más
activos de un movimiento, fue lo que combatieron Marx, Engels y Lafargue.
Una vez que Lafargue hubo
realizado su labor nefasta, parte para Portugal, de ahí para Londres y La Haya,
al Congreso. Terminaría sus días a lado de su esposa, envenenándose a la edad
de setenta años. Se inyectaron ambos cianuro de potasio.
La Internacional española pasó un
periodo duro a raíz de la actividad de Lafargue que logró provocar una división
en la Internacional española, pero esta experiencia sólo hizo que se
fortalecieran sus raíces, que se forjaran aún más en sus ideales anarquistas.
En 1874 la F.R.E. (Federación
Regional Española) es declarada fuera de la Ley y pasa a la clandestinidad.
En el año de 1876 muere Bakunin
el 1 de Julio de 1876; pero las ideas que se habían difundido por medio de él
no se las había llevado a la tumba, sino que reflorecían por todos lados.
En 1881 la F.R.E se constituye
como F.T.R.E (Federación de Trabajadores de la Región Española).
En 1883 se inician oficialmente
los sucesos conocidos como “La Mano Negra” en la que muchos anarquistas seria
asesinados por el gobierno, aun cuando no se haya demostrado la existencia de
dicha organización.
En 1888 se disuelve la F.T.R.E y
en su lugar se constituye la Organización Anarquista de la Región Española.
La AIT se desarrollaba rápidamente
en España, y para cuando en la década de 1890 una crisis económica azotaba a
gran parte de Europa y con ello la sección jurasiana no enviaba delegados la sección
de la AIT española seguía en marcha hacia la revolución.
Por este tiempo, si algún país
presentaba la posibilidad de hacer la revolución, éste era España, en donde el
anarquismo dominaba ampliamente.
En 1907 se funda Solidaridad Obrera
que después de algún de tiempo vendría a ser la CNT en 1910. Para cuando
estalla la revolución rusa, en 1917, la CNT acuerda en el Congreso realizado en
el Teatro de la Comedia, enviar un delegado a la tierra de Bakunin (Rusia) a
averiguar lo que pasaba.
Este sería Ángel Pestaña, quien
después de 70 días de estadía en Rusia es detenido apenas llegado a España y
entonces la CNT acuerda enviar otro delegado, que será Gastón Leval.
En 1923 se establece la dictadura
de Primo de Rivera y el anarquismo español pasa duros momentos de
clandestinidad.
En Valencia, en el año de 1927 se
funda la FAI (Federación Anarquista Ibérica) con la asistencia de destacados
miembros como Benjamín Cano Ruiz, Durruti, etc.
La FAI que sería por muchos
denominada “el brazo armado de la
CNT'", en realidad no era más que una organización como lo fue la Alianza
en la AIT.
El 14 de abril de 1931 se funda
la Segunda República española y, sin embargo, aun bajo la república el anarquismo
cenetista seguía siendo brutalmente perseguido, sus miembros encerrados y muchos
de ellos asesinados cobardemente, como es el caso de Salvador Seguí.
El 16 de febrero de 1936 se
realizan las elecciones generales en España, y se presenta una disyuntiva en el
seno de la CNT: si ganaban las derechas, la reacción se apoderaría de toda
España, y las persecuciones con ello; si ganaba la izquierda, aun siendo también
un gobierno burgués, 30.000 presos saldrían a las calles con la amnistía de los
cuales la mayoría era de la CNT. (204)
Se vota, pues, a la izquierda, y
las prisiones se abren para los presos.
La derecha al haber perdido por
la vía legal, opta por el golpe de Estado, que se realizaría a los pocos meses después.
El 17 de julio de 1936, ya era corriente
que los fascistas tratarían de dar el golpe de Estado, sin embargo el gobierno pretendía
impedirlo por una vía diplomática.
El 18 de julio todo era un hecho:
Franco trataría de establecer en España un régimen similar al que entonces ya existía
en Italia con Mussolini y en Alemania con Hitler. Pero el gobierno aún mantenía
la esperanza de evitarlo por la vía pacífica y negaba las armas al pueblo que
las exigía.
Al día siguiente, por la noche ya
la gente estaba en las calles, y algunos miembros de la Guardia de Asalto comenzaban
a confraternizar con el pueblo, con quien a veces se confundía y daban la
espalda a sus superiores.
Al día siguiente, tal y como había
sido acordado en el Congreso anterior de la CNT realizado en Zaragoza... el 19
de julio de 1936 a las 4:45 de la mañana, las sirenas de todo Barcelona sonaban
al unísono... ¡Había estallado la libertad!
Antes de continuar con nuestro
relato de la revolución española y la actitud dañina del marxismo en ella,
tenemos que ver las condiciones en las cuales se encontraba el PC cuando
estalla la revolución del 36.
La situación del PC español por
ese entonces era especialmente característica: era un grupo minoritario sin
ninguna influencia en los movimientos obreros (205).
Contaba, al estallar la
revolución, con apenas 30.000 miembros (206). Cualquier sindicato de la CNT de metalurgia
o construcción sobrepasaba de lejos esta cifra. Al lado de la CNT el PC era un
grupúsculo insignificante. En Barcelona el PCE era aun más insignificante:
Diego Abad de Santillán cuenta que:
“En las jornadas del 19 de julio
en Barcelona, se nos informó, como una novedad extraordinaria, que había sido
visto en la calle un comunista, antiguo obrero metalúrgico de la CNT” (207)
A nivel internacional, su
situación tampoco era muy buena:
Con el estallido de 1917 Rusia se
presentaba a los ojos de la burguesía mundial como un elemento peligroso a sus intereses; las democracias
burguesas veían el peligro que representaba la URSS, aunque dicho peligro en
realidad no fuera real.
Para el proletariado y
campesinado mundial, la revolución rusa en sus inicios representó un símbolo
representativo a lo que aspiraba: la destrucción del capitalismo y la creación
de un nuevo orden social.
Pero conforme fue desarrollándose
la revolución y los bolcheviques, desde Lenin y Trotsky hasta Stalin,
comenzaron y continuaron el asesinato y la destrucción de las esperanzas de
crear un nuevo sistema social justo, para entregarse a los actos
contrarrevolucionarios que mataron la revolución, la URSS se presentaba
entonces a los ojos de los trabajadores como un oscuro episodio y una desilusión
de las esperanzas liberadoras que la revolución de 1917 había representado.
Fuera del PC mundial, los
trabajadores veían ya con malos ojos a la URSS.
Antes de estallar la revolución
española, la URSS se encontraba en una especie de aislamiento político: las
democracias burguesas le veían como un peligro, y esto se consolidó con el
bloque a la URSS, que fue llamado decorosamente “Cordón Sanitario”.
“La agitación comunista en
Occidente y la revolución rusa misma desarrollaron en Europa otros movimientos
revolucionarios, lo cual dio origen al fenómeno fascista, nacido también del
impacto del revanchista Tratado (208) de Versalles (209)”
El fascismo entonces hace su
aparición atacando a las organizaciones de izquierda, que fue bien visto por el
capitalismo mundial, que temía el fin de sus privilegios a raíz de los movimientos
sociales que se daban (más bien continuaban) alrededor del mundo.
Pero el capitalismo no estaba a
salvo con la inauguración del fascismo porque, como se sabe, el fascismo no sólo
destruye los movimientos revolucionarios, sino que también destruye las raíces
del sistema capitalista actual y se pone en su lugar.
En 1933 Hitler es proclamado el
caudillo de Alemania, y el ataque hitleriano se dio en dos direcciones de una
manera muy clara: contra los movimientos sociales revolucionarios, y contra las democracias podridas, culpables del
reparto de Versalles.
Las democracias burguesas del
mundo comenzaron entonces a preocuparse, al ver como el fascismo no sólo
arrastraba al temido enemigo revolucionario, sino que también representaba un
peligro para su misma existencia.
La pedrada les había rebotado:
podían de una manera relativamente sencilla eliminar al fascismo, pero esto significaba
dejar el paso libre al enemigo revolucionario. Las democracias burguesas veían
en cualquier elemento revolucionario al peligro
comunista, aunque nada tuviera que ver.
Con la URSS triunfante (sobre los
trabajadores) en Rusia, el peligro se hacía virtualmente mas grande.
La situación no podía ser
entonces más significativa: para la URSS la Alemania nazi significaba
evidentemente un peligro; para las democracias burguesas también lo era, pero a
la vez podría ser un instrumento que le ayudaría a eliminar al peligro de la
URSS.
Alemania oscilaba entre ambos,
queriendo eliminar a los dos por igual, e instaurar su poderío a nivel mundial,
lo cual intentó.
Entonces, para las democracias la
solución era simple: empujar al fascismo hacia el Este, para que destruyera a
la URSS.
A su vez, para ésta la solución
era prácticamente la misma: empujar a las fuerzas del fascismo hacia Occidente.
Cualquiera de los dos que lograra
sus objetivos podía simplemente hacer el papel de espectador, y presenciar la
destrucción del enemigo sin disparar siquiera un solo disparo.
Según José Peirats, esta
competencia por destruirse mutuamente se convirtió en una carrera contrarreloj
entre ambas tendencias, lo cual no está falto de verdad.
A la par que esto sucedía, la
URSS se encontraba en una situación de aislamiento político del cual venía
trabajando hacía ya tiempo por abandonar.
El primer paso en ese sentido se registró
en 1934, con su entrada en la Sociedad de Naciones (210) y su adhesión a la
política de creación de Frentes Populares, conforme se había acordado en el VII
Congreso del Komintern (1935).
Pero para la conformación de
dichos Frentes Populares (211) la URSS tenía que hacer ciertas concesiones: los
Frentes Populares habían de ser creados con las corrientes liberales de los
distintos países, es decir, tenía que dejar su demagogia revolucionaria (212) y
ser más tolerante con las corrientes liberales burguesas.
Este giro fue brusco, pero
necesario si la URSS quería salir de su aislamiento político.
Al estallar la revolución
española la URSS se encontraba en esta situación, de la cual esperaba salir.
La revolución española fue
entonces algo que cambió la lucha entre la URSS y las democracia burguesas,
pues no tenían ya que pelear entre sí directamente, sino indirectamente en el
campo español.
En España se jugaba para la URSS
y el capitalismo mundial algo más que la conquista de un pueblo: se trataba
también de que si el fascismo triunfaba, la URSS se vería seriamente amenazada,
al menos a los ojos de las democracias; si triunfaba la república entonces el
movimiento revolucionario que estaba viviendo España se propagaría.
Pero a la URSS no interesaba el
triunfo de la revolución que habría de poner el ejemplo a los demás países, sino
que el fascismo no le atacara a sí, aun si triunfaba en España.
La solución no fue ninguna de las
dos: antes de terminar la revolución Stalin firmaba un pacto con Hitler, que
aminoraba el peligro que sobre la URSS se ceñía en la guadaña nazi. Así, la URSS
dio el paso definitivo hacia una democracia burguesa tras la cortina de la
revolución rusa. Gorbachov y demás personajes habrían de liquidar este proceso,
pero eso es otra historia.
Las fuerzas fascistas (Alemania,
Italia y el franquismo) esperaban terminar la guerra lo más rápido posible, en
cuanto pudieran ensayar sus nuevas armas y capacitar a sus efectivos militares,
para lanzarse después a la conquista de los demás países; para la URSS, se
trataba de retardar lo más posible la lucha en España, para que al final viera
como los demás países se destrozaban entre sí, quedando ellos al margen. De ahí
la poca ayuda a la revolución española y las condiciones de dicha ayuda, lo
cual iremos viendo en seguida.
El PC, como he indicado ya, jamás
tuvo una fuerza predominante en España antes de la revolución. En 1931 habían
hecho intentos por apoderarse de la central anarcosindicalista CNT, lo cual no
consiguieron.
En 1934, dos años antes de que
estallara la revolución fueron las filas de la UGT las que fueron objeto del Caballo
de Troya del PC.
Francisco Largo Caballero, quien
mantenía el liderazgo de las Juventudes Socialistas fue testigo de la
infiltración de los miembros del PCE en sus filas, pero tenía confianza que
debido a lo poco numeroso que fue el número de jóvenes marxistas que se
insertaron en sus filas, serían las Juventudes Socialistas quienes engullirían
a éstos.
El primer acuerdo en ésta
dirección se dio en marzo de 1936, donde se aceptaba el ingreso de los jóvenes
stalinistas en las filas de las Juventudes Socialistas, en espera de que en un
futuro Congreso, que jamás se realizó, se establecieran las bases para la
fusión definitiva.
Es verdad, en ese entonces 1935-36,
las Juventudes Socialistas tenían cerca de 50.000 adherentes, en tanto que
quienes entraron en sus filas procedentes del PCE eran apenas 3.000.
Esto nos deja ver que los
miembros del PCE que ingresaron en las filas de las Juventudes Socialistas eran
en verdad muy hábiles, y que supieron ganarse para su causa a las filas que
seguían a Largo Caballero.
Una de las causas de esta
conversión de los adeptos de Caballero lo podemos encontrar en la visita que un
grupo de éstas hizo a Rusia, regresando completamente adoctrinados en el
stalinismo.
Esta nueva organización se
denominó J. S. U. (Juventudes Socialistas Unificadas), y fue uno de los más
eficaces instrumentos del PCE al comenzar la guerra.
El anarquismo en Cataluña era de
una cantidad mayor que cualquier otro organismo, y para combatir esto, el PCE
tuvo que agrupar a todos los pequeños grupos marxistas que existían en España,
en espera de combatir la influencia del anarquismo catalán y en general en toda
España.
Así pues, la sección del Partido
Comunista Español que se encontraba en Cataluña, la Unión Socialista de
Cataluña, el Partido Socialista Español, y el Partido Proletario Catalán,
pasaron a fundirse en un nuevo grupo llamado P. S. U. C. (Partido Socialista
Unificado de Cataluña). Al poco tiempo de ser creado el PSUC ingresaría en la
Internacional comunista...
Ahora, para el PC se necesitaba
de volumen en sus filas, de pasar de ser un organismo insignificante, a ser un
organismo capaz de influir en los acontecimientos que estaban sucediendo ya.
La estrategia del PCE fue muy
simple: agrupar a su alrededor a todos los elementos inconformes con la
situación que estaba viviéndose en España, es decir, agrupar en sus filas a la
contrarrevolución.
Acudieron a su llamado los
pequeños industriales expropiados, los propietarios, la clase media, los
burgueses y los reaccionarios disfrazados de proletarios. Algunos de los
miembros del PCE pertenecían a la Unión Militar Española. El PC exaltó a
personajes oscuros y declaradamente reaccionarios, como el General Miaja (213),
que pertenecía a la Unión Militar Española, que fue el organismo del alzamiento
franquista, así como el General Rojo, que terminó la guerra siendo el jefe del
Estado Mayor Central: ambos estuvieron afiliados al PCE.
Esta restitución de personajes
reaccionarios a las filas del PC no es nada nuevo, recordemos que en Rusia
Trotsky tenía en las filas del Ejército Rojo a muchos exgenerales zaristas en
la dirección.
Cuando estalla la revolución, la
URSS se suma al Pacto de No Intervención (214).
Este Comité, farsa que sólo se
creían los ignorantes y que aplaudían quienes a sus espaldas actuaban, en
realidad fue un ataque directo al pueblo español:
Se congelaron los créditos y
hasta el oro que España tenían en los otros países, con lo que podían comprar
armamento. Participaron de esta farsa 27 países: Albania,
Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia,
Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, México, Letonia, Lituania,
Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumanía, Suecia,
Checoslovaquia, Turquía, URSS y Yugoslavia. Pero ni México ni la URSS
respetaron este acuerdo. Veremos más adelante la manera en que ambos gobiernos
intervinieron en el conflicto español.
Las demás potencias se lavaron
las manos: el pueblo español era el objeto de una agresión directa y brutal de
un levantamiento fascista, pero todos se lavaron las manos.
En realidad, Italia y Alemania
ayudaba directamente a Franco en sus ataques contra el pueblo español: con víveres,
artillería, y hombres que participaron directamente en el ataque a España.
La URSS participó de esta
comedia, quizá arrastrado por sus ansias de salir de su aislamiento político, y
poder reanudar el comercio exterior.
Pero apenas vieron la oportunidad
que se abría a sus ojos con la desgracia española, se decidieron a intervenir
en España.
El 19 de julio de 1936, como ya hemos
dicho, estallaba la revolución española.
Unos días antes Díaz Sandino
había ido a Madrid con una amplia documentación para prevenir al gobierno de lo
que estaba por pasar y no fue escuchado. Se negaban las armas al pueblo, al que
el gobierno temía más que al propio fascismo.
A pesar de los intentos del
gobierno por detener el ataque por una vía diplomática, el conflicto estaba ya
en marcha, se necesitaba que el pueblo se levantara y arrojara a los militares
fascistas fuera de España.
Esto se hizo en Barcelona, pero
fue gracias a las fuerzas de la CNT-FAI que tal medida fue posible. Con los
primeros disparos en las calles, los militantes de la CNT y de la FAI se lanzan
a las calles, logrando desarmar en casi toda Barcelona a los militares alzados.
Durante las primeras horas del 19
de julio, en las calles de Barcelona circulaban ya los primeros camiones y
autos requisados por la CNT-FAI, en donde se veían las insignias de la central
anarcosindicalista pintadas con letras blancas.
Este primer gesto de los
anarquistas hizo ver al pueblo que se jugaban el todo por el todo, el pueblo
comprendió esto, y estallaron en aclamaciones a los anarquistas. (215).
Aún no se había disipado el humo
de los disparos en las calles, cuando aparecen García Oliver, Durruti, Santillán,
Marianet, etc., y escuchan estas palabras de Companys, el entonces Presidente
de la Generalitat de Cataluña:
“Ante todo tengo que deciros que
la CNT-FAI no han sido tratadas como merecían por su verdadera importancia...
yo... me he visto obligado a enfrentarme y a perseguiros. Hoy sois dueños de la
ciudad y de Cataluña porque sólo vosotros habéis vencido a los militares
fascistas... la verdad es que perseguidos hasta anteayer, hoy, habéis vencido a
los militares y fascistas. No puedo, pues, sabiendo cómo y quiénes sois,
emplear un lenguaje que no sea de gran sinceridad. Habéis vencido y todo está
en vuestro poder; si no me necesitáis, o no me queréis como presidente de
Cataluña, decídmelo ahora, que yo pasaré a ser un soldado más en la lucha
contra el fascismo. Si, por el contrario, creéis que en este puesto, que sólo
muerto hubiese abandonado ante el fascismo triunfante, puedo, con los hombres
de mi partido, mi nombre y mi prestigio ser útil en esta lucha que si bien
termina hoy en la ciudad, no sabemos cuándo y cómo terminará en el resto de
España, podéis contar conmigo y con mi lealtad de hombre y de político que está
convencido que hoy muere todo un pasado de bochorno y que desea sinceramente
que Cataluña marche a la cabeza de los países más adelantados en materia
social...”
Estas palabras en realidad
reflejaban lo que había sucedido: fueron casi los anarquistas solos quienes
derrotaron a los militares en Barcelona, desmintiendo así la teoría marxista de
que la CNT-FAI impuso por la fuerza su hegemonía sobre el pueblo, pues si el
pueblo mismo no hubiese estado en las filas de la CNT-FAI sus fuerzas hubiesen
sido muy inferiores, y la derrota de los militares alzados no hubiera sido
posible.
Con este encuentro, se crea el
Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, a cargo casi en su totalidad de
anarquistas.
En este Comité se dio la misma
representación a la UGT, pese a que la diferencia entre la CNT y la UGT era
palpable, esto se hizo como un gesto de buena fe:
“Dimos a la UGT catalana, no
obstante la exigüidad de sus fuerzas, la misma representación que a la CNT
mayoritaria, lo que produjo asombro incluso entre los delegados de la
organización obrera rival, que no esperaban ese gesto. Hemos puesto así de
manifiesto que queríamos colaborar como hermanos y que deseábamos que en el
resto de España, y en las regiones donde fuésemos minoría eventual, se nos
tratase con la misma consideración y respeto que nosotros tratábamos a todos
los que habían cooperado más o menos a la victoria” (216)
El 20 de julio moría Francisco
Ascaso en el asalto al cuartel de Atarazanas.
Mientras esto pasaba, el PC y el
PSUC seguían inflando sus filas, a finales de 1936 el PC, que en los inicios de
la guerra contaba con apenas 30.000 adherentes, ahora contaba con casi un
millón de afiliados.
Pero, ¿Quiénes eran estos
afiliados? Lo acabamos de ver hace unas líneas: elementos inconformes con la
revolución, es decir: burgueses y fascistas disfrazados, propietarios,
clasemedieros, etc. Este conglomerado de gente no eran comunistas, pero las consignas del PCE correspondían a sus
aspiraciones: el PCE pedía la constitución de una República Democrática, el
respeto a la propiedad privada y en general las medidas más encaminadas a
frenar la revolución.
Estas consignas de luchar por una
República Democrática y Parlamentaria, hicieron eco en los intereses
contrarrevolucionarios, de mismas aspiraciones que el PCE y el PSUC. Santiago Carrillo,
el secretario general de las Juventudes Socialistas Unificadas había dicho:
“Nosotros luchamos por la
República Democrática y no nos avergonzamos de confesarlo... Sí, camaradas,
luchamos por una República democrática; mejor dicho, por una República
democrática y parlamentaria. No se trata de una estratagema para engañar a la
opinión democrática española ni para engañar a la opinión democrática mundial.
Luchamos sinceramente por una República democrática porque sabemos que si
cometiésemos el error de luchar en estos momentos -incluso por muchos meses
después de la victoria- por la revolución socialista, contribuiríamos a la
victoria del fascismo…” (217).
Sin embargo, pese a la adherencia
de miembros dudosos a las filas del PCE, las cosas aún no estaban listas. Para
las maniobras de Stalin en España, es decir, frenar la revolución, hacerse con
el poder, y sacar todo el beneficio posible, se precisaba de ciertas medidas:
había que acabar con la preponderancia de la CNT-FAI, pero para esto se
necesitaban las riendas del poder, pero ello exigía que España, y en especial
los combatientes tuvieran una dependencia hacia la URSS ¿Qué podía ser esto?
Como he indicado, los fondos
bancarios de España fueron congelados, su oro también, y gracias al Comité de
No Intervención, las potencias burguesas se negaban a vender armas al pueblo
español.
La URSS que había entrado en la
farsa de la No Intervención, rompió con el acuerdo, y se decide a vender armas
a España.
Las armas que España recibió,
eran sólo armatostes viejos, procedentes de la guerra de Crimea, algunos
cargamentos de víveres y un nutrido grupo de Técnicos rusos.
Además como ya hemos visto la
táctica política continuaba, para el PCE ya no se trataba de luchar por la
revolución, sino por una República Democrática.
La consigna del PCE no solo respondía
a proteger los intereses de la clase media-alta, propietarios y demás
reaccionarios, sino también a la reconstrucción del Estado, que había sido
despedazado por el pueblo el 19 de julio. Para ellos el 19 de julio y la
destrucción del poder por el pueblo no significaba nada: había que obedecer al
gobierno del Frente Popular, salido de las urnas el 16 de febrero. Esta manera
de manejarse les permitió tener una accesibilidad fuerte en los asuntos de
gobierno e imprimirle su dirección.
En septiembre Durruti recibe una
llamada de García Oliver, anunciándole que Pierre Besnard había conseguido
ponerse en relaciones con un consorcio armamentista que podría vender armas a
España. Para ello le piden que vaya a Barcelona para discutir en conjunto la
mejor manera de realizar tal operación. Cuando llega a Barcelona García Oliver
y Santillán se hallaban que no cabían de emoción, por fin iba a disponer la
revolución del material de guerra que necesitaba. Hasta ese momento, todas las
negociaciones con el gobierno de Madrid para que Cataluña dispusiera de divisas
con la cuales comprar armas o renovar la industria de guerra habían sido
inútiles, pero ahora, por fin iba a disponerse de las armas que tanto se
anhelaba. El gobierno una vez con las armas que el consorcio armamentista podía
venderles, iba a hacer cuanto le fuera posible porque esas armas no tocaran
territorio catalán, pero eso ya era otra cosa, se vería la manera de asegurarse
por lo menos una buena parte del cargamento.
Durruti era menos optimista que García
Oliver y Santillán; pensaba que Caballero podría decir a todo que sí y luego retractarse.
Para Durruti esta actitud no era nada clara, y él no estaba jugando: o se
estaba con la revolución o en contra de ella. Si se estaba con la revolución
había que informar a las masas la manera en que actuaba el gobierno y la
animadversión que se tenía para entregar material bélico a las milicias
anarquistas y actuar en consecuencia. Si se estaba en contra de ella entonces
ya las palabras sobraban, pues no se podía traicionar la revolución. Los
debates llevados hasta entonces se mantenían en suspenso hasta la próxima
reunión de la CNT. Es en esta discusión sobre los métodos a seguir, que se
plantea una solución extrema, pero necesaria.
Para la CNT se presentaba la
disyuntiva se hallaba de la siguiente manera: se venía viendo ya que la URSS
actuaba de manera convenenciera y contrarrevolucionaria. Se carecía de armas y
de munición para las milicias anarquistas. El gobierno de Madrid se negaba a
otorgar divisas a Cataluña, pues sabía muy bien que ahí se encontraban las
principales fuerzas del anarquismo español. Una sola solución se presentaba,
pero harto complicado de asimilar: había que conseguir por los medios
necesarios los fondos para comprar armas para las milicias populares, ya que el
armamento que llegaba se daba de manera partidista al PCE y sus compinches.
Se propone entonces tomar lo que
al pueblo le pertenecía: robar el Banco de España y comprar con ello armas para
la revolución… ¡En condiciones como esas es natural pensar en estos métodos!
Se sitúan entonces 3.000 hombres
de confianza en Madrid en puestos claves para proceder al asalto. El oro sería
trasladado hasta Cataluña en trenes. Si no se conseguía comprar con el oro
armas fuera de España, debido al bloqueo que sobre España había, por lo menos
se podría comprar el material necesario para fabricarlo en la industria de
Cataluña que habría que renovar en maquinaria. Pero esto se haría con el oro de
España.
Esos 3000 hombres eran
componentes de la Columna Tierra y Libertad, que era una columna que se había
organizado de manera especial: todos sus militantes eran destacados y
comprobados militantes del anarquismo catalán. En eso se hallaba los planes de
asalto al Banco de España cuando Durruti se traslada a Madrid (218). Santillán
también fue a Madrid, logrando hacerlo sin ningún problema, en contraste con el
viaje de Durruti. Por su parte, García Oliver debía recibir a Besnard y
presentarle con el Consell de la Generalitat. Así se hizo, y Besnard al
encontrarse con los consejeros de la Generalitat les presenta el proyecto para
comprar el armamento. Al día siguiente llegaron dos delegados del consorcio
armamentista para confirmar lo que Besnard les había dicho a los consejeros.
Companys telefoneó a Largo Caballero informándole de la presencia de los dos
delegados del consorcio y de la posibilidad de comprar armas. Caballero les
pidió que se trasladaran urgentemente a Madrid los dos delegados del consorcio
acompañados de Companys y Besnard.
Mientras tanto el asunto de
asaltar el Banco de España flaqueaba: se comunicó a los compañeros de la CNT lo
que se proponía hacer, y esto provocó escalofríos en los compañeros: el asalto
al Banco de España contaminaría más el ánimo hacia Cataluña. Se abandonó el plan
de asalto y más tarde el oro salió de Madrid, pero no para Cataluña, sino para
Rusia. Unas 500 toneladas de oro español cayeron en manos de Stalin, lo que
contribuyó a reforzar la contrarrevolución mundial (219).
Una vez llegado a Madrid, Besnard
y los que le acompañaban fueron recibidos por Largo Caballero. Más tarde el
Consejo de Ministros resolvió la compra de material de guerra al consorcio por
un valor de 800 millones de pesetas. Al
siguiente día la cifra se dobló, terminando en 1600 millones de pesetas,
quedando claro, por lo menos oficialmente, que por lo menos un tercio del
material quedaría en Cataluña y Aragón.
El 3 de octubre se redactó en
presencia de Durruti y Besnard la lista del material que habría de comprarse.
¿Dónde estaban los rusos y su política de suministrar armas a España a cambio
de la dirección de la guerra y precios de verdadera usura por unas armas viejas?
¡Ah! No podían los marxistas soportar que esto sucediera, si la compra de
material con el consorcio se hubiese realizado, ni la URSS, ni el PCE, ni el
PSUC ni ningún otro organismo marxista hubiera tenido nada que ver con el curso
de la dirección de la guerra. En la noche del 3 al 4 de octubre Rosemberg
telefoneó a Durruti y Besnard para pedirles se reunieran con urgencia. Durruti
y Besnard le respondieron que sus deseos no coincidían con los de ellos,
declinando la invitación. A la mañana siguiente Durruti y Besnard salieron para
Barcelona.
Rosemberg supo influir cerca de
Caballero para que el material no se comprara, incluso llegó a describir al
consorcio como agentes de Franco. Caballero cayó en la trampa y las armas que
se les ofrecían no fueron compradas, así el PCE y el PSUC obtuvieron, ahora más
que nunca, la completa independencia española a las armas estropeadas que éstos
le vendían al precio que ya sabemos.
El 4 de noviembre de 1936 una
nota aparecía en los diarios confederales, noticia que dejó asombrados a
muchos: la CNT entraba al gobierno (220)
Con la entrada de los ministros
anarquistas al gobierno, se encuentran apenas ingresados, que Madrid está
siendo asediada por las fuerzas de Franco. Habían caído ya algunas, Leganés,
Alcorcón y Getafe. Martínez Anido, que fungía como ministro de gobernación en
la Junta de Burgos, había dicho ya que entre Valencia, Madrid y Barcelona serían
fusilados más de dos millones de “rojos” (221)
La situación era realmente
difícil: los combatientes estaban siendo diezmados por las fuerzas fascistas, corrían
hacia Madrid intentando encontrar ahí la solución al bestial ataque de que
estaban siendo objeto. El pueblo, heroico cuando conoce aquello por lo que
lucha, se levantó una vez más, y mujeres, ancianos y niños comenzaron a
levantar barricadas para defender su libertad; las fuerzas que retrocedían al
ver esto comenzaron a montar también la defensiva.
Mientras tanto, en las esferas
del poder: “Largo Caballero, tomando un aire patético, propuso la inmediata
retirada a Valencia” (222)
Para los nuevos ministros de la
CNT era ese el primer Consejo de Ministros al que asistían y la cosa no pintaba
nada bien con la propuesta de Largo Caballero: el nombramiento de anarquistas
que participasen en el gobierno no cayó nada bien a la militancia cenetista que
veía aquello como algo raro en la historia de su militancia, y si a ello se le
une el hecho de que el primer gesto del gobierno en que comienzan a participar
los anarquistas es la retirada en fuga, la base de la CNT y de la FAI no se los perdonaría nunca.
--¿Marcharnos? –preguntó García
Oliver a Largo Caballero.
--¡Pero si acabamos de llegar!
¡No! El Gobierno debe continuar en Madrid y los ministros, como auténticos
comisarios deben ser los animadores de la lucha e incluso batirse en las
barricadas (223)
Los ministros ahí presentes se espantaron
ante este radical faísta que no sólo se negaba a que el gobierno saliera
cobardemente de Madrid hacia Valencia, sino que les instaba a que incluso se
batieran en las barricadas. Largo Caballero volvió a pedir a los ministros
anarquistas que pensaran bien las cosas, porque la decisión debía ser unánime,
y el tiempo apremiaba. García Oliver se mantuvo en lo dicho, y Caballero le
pidió que se reunieran los cuatro ministros de la CNT para resolver su postura,
estos lo hicieron, pero llamaron al Comité Nacional de la CNT, quien, en la
persona de Horacio Martínez Prieto les instó a mantener la posición, pero si se
corría el riesgo de una crisis cedieran. Nuevamente Oliver manifestó que no
cambiaba de opinión y nuevamente Caballero les volvió a pedir que se reunieran.
De nuevo se vuelve a llamar al Comité Nacional y cuando se dice ante los demás
ministros la resolución de que la CNT votaba también por la salida del gobierno
(224) La exhalación de alivio que se
escapó de todos los pechos se oyó perfectamente en la sala. (225)
¿Cómo defendían los marxistas a
Madrid? Veámoslo en sus propias palabras:
“Los comunistas estaban
convencidos de que en Madrid se estaba librando la batalla de las batallas, que
defender Madrid era defender España, y que había que cortar el avance enemigo a
toda costa, poniendo en pie al pueblo y movilizando todos los recursos
militares y civiles. En suma, proponían el traslado del gobierno para mejor
defender Madrid” (226)
En pocas palabras, lo que el
marxismo decía era: “Si les defenderemos… ¡pero desde Valencia, poniéndonos a
salvo nosotros!” Ponían en pie al pueblo,
pero ellos se mantendrían alejados del peligro.
Mientras esto ocurría en el
gobierno, en las calles la CNT y la UGT lanzaban proclamas llamando a la
resistencia, el pueblo se encontraba ante un peligro inminente, pero no por
ello se acobardaba.
El gobierno se encontraba en esos
momentos en una escapada del área de peligro. Pero la ruta que había tomado el
gobierno para escapar era la carretera que conduce a Valencia vía Tarrancón.
Aquí se encontraban hombres de una unidad que había combatido en Sigüenza, cuyo
responsable era el anarquista Villanueva. Los hombres aquí citados no estaban
al pendiente del peligro que había en Madrid, pero habían recibido órdenes del
Comité de defensa de la CNT del Centro de no dejar que nadie saliera de Madrid,
y desarmar a cuantos se presentaran a dicha base. Por esa carretera emprende el
gobierno la huida, pero al llegar a la posición de los milicianos se les hace
detener, pero los miembros del gobierno que escapan aducen que están en una
misión especial y que deben salir de Madrid, a lo que los milicianos responden:
“— ¡Sois unos cobardes! ¡Volved a Madrid!”
Algunos regresan a Madrid, con el
peso de haber mostrado una actitud de verdaderos cobardes huyendo del peligro.
Otros logran abandonar Madrid, pero dejando las armas. Pedro Rico, que era en
esos momentos el Alcalde de Madrid, intenta también salir, pero los milicianos
le espetan: “¡tú también quieres huir, cobarde!” por fin logra escapar, ante las
burlas de los milicianos.
La situación era grave en Madrid,
pero no estaba perdido. A los pocos días llegaría Durruti desde Aragón para
participar en la defensa de Madrid. No entraron en combate sino hasta los
primeros minutos del día 16 de noviembre. Poco importaría hacer recalcar que
Durruti combatió iniciando el día 16 de noviembre si no hubiera un incidente en
ello. Algún historiador que lea este libro puede decir que estoy equivocado al
decir que Durruti combatió el día 16, pues debido a errores cronológicos de
algunos historiadores se sitúa a Durruti luchando ya el día 13, lo que les
lleva a decir que la Columna Durruti se espantó ante el avance enemigo,
cediendo a éste el paso hacia la capital, lo que equivale a decir que la
capital madrileña la salvaron las Brigadas Internacionales y el Quinto Regimiento,
es decir, el PCE. Pero veamos en realidad que hizo Durruti esos días, e iremos
derribando estos errores.
El día 13, que es cuando según se
dice Durruti y sus hombres retroceden al avance enemigo, éste se encontraba viajando
hacia Valencia junto a Yoldi y Manzana.
Al otro día (14) hacia las 12 de
la tarde Durruti llegaba a Valencia acompañado de García Oliver. Habló con José
Mira y Alberto Ros, saliendo con García Oliver hacia Madrid a fin de preparar
la llegada de sus fuerzas.
Llegaron García Oliver y Durruti
a Madrid en la tarde del 14, Rojo y Miaja había preparado habían proyectado un
ataque para el 15. Ese mismo día se entrevistan con Koltsov y el Comité de
Defensa de la CNT en el numero 111 de la calle Serrano. Se preparó la llegada
de la Columna de Durruti y ésta no entró en combate sino hasta las dos de la
madrugada del día 16. Durruti, pues, no estaba en Madrid el día 13, como suele
afirmarse por algunos escritores (Colodny, Vicente Rojo, etc.), sino en
Valencia. ¿Quiénes era entonces la columna que se espanto y cedió el paso al
enemigo y se dedicó a causar desmanes en Madrid?... las fuerzas de Durruti se hallaban
aún en Barcelona, ¿Quiénes eran entonces? ¡Las columnas marxistas del PSUC!
Abel Paz, quien ha realizado
según creo, la mejor biografía de Durruti, narra en su libro Durruti en la Revolución Española paso a
paso los actos de Durruti durante estos días, y desmorona más eficazmente que
yo la teoría de que Durruti se encontraba en Madrid el día 13, quien desee
informarse más sobre este punto debe consultar la obra de Abel Paz. Aquí lo
importante es ver como el PCE y el PSUC se acobardaron ante el ataque a Madrid,
abandonando al pueblo en lucha. Esta actitud iba a repetirse dos veces más: con
la pérdida de Cataluña y la pérdida definitiva de la revolución española,
fueron los miembros del PCE y del PSUC quienes salieron en primera fila,
abandonando España. Por esto es da risa leer en los marxistas reivindicaciones:
“Hace treinta años se pudo
comprobar la obra de los anarquistas españoles, que ocasionaron los mas graves
daños a la República Española” “En lo
que se refiere a su comportamiento, éste fue negativo para la unidad y la
eficacia de la acción militar de la República Española contra la rebelión
franquista” (227)
El lector que nos ha seguido
hasta aquí y ha visto como Duclos escribía, podrá darse cuenta de la risa que
causa un personaje tal.
No vamos a seguir prestando
atención a semejantes cosas; si el señor Duclos de verdad hiciera historia, o
un buen análisis crítico del anarquismo, le dedicaríamos el espacio necesario.
Pero no vamos a prestar más atención a cosas propias de ignorantes. Continuemos.
El 26 de noviembre la CNT y la
UGT firmaban las bases preparatorias con miras a una posible fusión de ambas
organizaciones. El PCE inmediatamente vio el peligro a sus posiciones que
contenía esta unión, y calificó las tentativas ugetistas y cenetistas de ser un
intento sindical dirigido contra los partidos políticos y con el mismo PCE.
Al día siguiente, 27 de
noviembre, el consulado de la URSS publicó una nota en la que se denunciaba al
POUM y su periódico “La Batalla” de prensa
vendida al fascismo. Era el primer paso para la eliminación del POUM de las
fila del gobierno. El 13 de diciembre quedaría planteada la crisis del gobierno
de la Generalitat, donde se dejaba fuera definitivamente al POUM, como
condición del Partido Comunista Español para resolver la crisis. La crisis
quedó resuelta el 15 del mismo mes, con un gobierno sin partidos políticos, en
donde sólo estaban representadas la UGT, la CNT, la Unión de Rabassaires y la
Izquierda Republicana. En realidad el cambio fue sólo superficial: no había
partidos políticos, en teoría, pero en la práctica Comorera y Valdez, que
habían sido quienes plantearon la crisis seguían en el gobierno. Comorera que
antes representaba al PSUC ahora representaba a la UGT. Sólo el POUM quedó
eliminado.
Constituido el gobierno de Largo
Caballero, se procedió a decretar la organización de las Milicias de Vigilancia
de Retaguardia, dejando claro que “serán considerados como facciosos los que,
sin pertenecer a estas milicias que se crean por este decreto, traten de
ejecutar funciones peculiares a la misma”. El segundo decreto, fue hecho el 28
de diciembre, y se comenzaron así a levantar los trozos del Estado destruido
por el pueblo el 19 de julio.
El 24 de ese mes el Consejero de Seguridad
Interior, Artemio Ayguadé, un filomarxista que se hacía pasar por republicano,
dio el cargo de Comisario General de Policía a Eusebio Rodríguez Salas,
afiliado al PSUC. Tómese en cuenta que la composición de los cargos esenciales:
policía, ejército, seguridad, etc., estaban en su mayoría en manos o del PSUC o
del PCE.
Llegaron Antonov Ovsenko y Marcel
Rosemberg y ocuparon la embajada de la URSS en España, a partir de aquí las
cosas se sucedieron más rápido, se agilizó el proceso de devorar a la
revolución y llevarle hacia las entrañas malolientes del PCE. El uno actuaba
por medio del PCE, el otro por medio del PSUC. El aislamiento político en que
se encontraba España debido al Comité de No Intervención y la ayuda de la URSS a España facilitaban
enormemente estas operaciones.
Una vez levantado el cuerpo de
policía, se procede a la eliminación de las milicias. El carecer de un mando
único, de una disciplina de cuartel, fueron los argumentos que se utilizó para
tachar a los milicianos de “incontrolados”.
La eliminación de las milicias respondía
también a las intenciones del stalinismo en España: necesitaban un cuerpo rígido
y disciplinado, en el que se agrupara a los milicianos, y con ellos a la
revolución, que esperaba después poder tener bajo su mando.
Es verdad que a raíz de que la
lucha se recrudeció más la guerra demostró ciertas deficiencias en las
milicias, a veces eran superadas por el Ejército regular franquista. Pero esto
no era motivo para su eliminación. Una de las razones por las cuales en ciertas
ocasiones las milicias fueron superadas por el enemigo, se debió a que mientras
Italia y Alemania ayudaban directamente a Franco, a los milicianos no se les
ayudaba, y se les rehusaba la entrega de material de guerra. Los primeros
tanques rusos llegaron a España en octubre de 1936 y no entraron en acción sino
hasta noviembre.
La indisciplina de la que tanto
se habló, se dio también por una falta de motivación por el hecho de ver los milicianos
que sus armamentos eran en mucho inferiores a los del enemigo. Pero pese al mal
armamento, la indisciplina se compensaba a la hora de enfrentarse al enemigo,
donde las milicias cumplían muy bien con su deber de lucha (228).
Durruti, aquel al que los
marxistas le han puesto como un dirigente anarquista que aceptó la
militarización de las milicias, también se oponía que dicha militarización
fuese el pretexto para ahogar la revolución:
“Si la militarización decretada
es para meternos miedo y para imponemos una disciplina de hierro, se han
equivocado, e invitamos a los que han confeccionado el decreto que vayan al
frente a ver nuestra moral y nuestra disciplina, y luego vendremos nosotros a
comparar aquélla con la moral y con la disciplina de retaguardia.
Estad tranquilos. En el frente no
hay ningún caos, ninguna indisciplina. Todos somos responsables y conocemos el
tesoro que nos habéis confiado. Dormid tranquilos. Pero nosotros hemos salido
de Cataluña confiándoos la economía. Responsabilizaos, disciplinaos. No
provoquemos, con nuestra incompetencia, después de esta guerra, otra guerra
civil entre nosotros.
Si cada cual piensa que su
partido sea más potente para imponer su política, está equivocado, porque
frente a la tiranía fascista sólo debemos oponer una fuerza, sólo debe existir
una organización, con una disciplina única.
Por nada del mundo aquellos
tiranos fascistas pasarán por donde estamos. Esta es la consigna del frente. A
ellos les decimos: "¡No pasaréis!" A vosotros: "¡No pasarán!” (229)
Este discurso que Durruti dio por
radio fue, según testigos (230) en extremo violento, la censura impidió que se
publicara todo el discurso, pero pese a ello el carácter del discurso mantiene
sus tintes revolucionarios. Tanto a los burguesitos como a los contrarrevolucionarios
les hizo saltar de miedo el discurso.
Cuando se decide por fin la
militarización de las milicias, los anarquistas son los más perjudicados:
tenían muy arraigadas sus ideas como para aceptar de buena manera vestir el
uniforme militar.
“Cuando al fin se decidían a
aceptar la militarización de una columna miliciana, tanto los que habían
resuelto permanecer en ella, como los que la abandonaban se despedían con
lagrimas en los ojos” (231)
La Columna de Hierro fue una de
las fuerzas del anarquismo que más se opuso a la militarización:
“Hay camaradas que piensan que la
militarización lo resolverá todo y nosotros decimos que no resuelve nada.
Frente a los cabos, sargentos, y oficiales salidos de las academias, totalmente
incapacitados para los problemas de la guerra, nosotros oponemos nuestra propia
organización, no aceptamos la estructura militar” (232)
Además de ser una fuerza que
contaba con más de 3000 hombres actuando en el frente de Teruel, la Columna de
Hierro mantenía también una oposición a la colaboración política:
“Toda nuestra acción no debe
tender a fortalecer al Estado, sino que por el contrario, debemos destruirlo
poco a poco; debemos hacer que el Gobierno sea completamente inútil. No
aceptamos nada que vaya en contra de nuestras concepciones sobre el anarquismo,
concepciones que deben convertirse en realidad, porque no se puede predicar una
cosa y hacer lo contrario” (233)
La política de militarización de
las milicias hizo que a los milicianos que se negaban a militarizarse no se les
entregaran armas, además, un decreto del mes de diciembre de 1936 estableció
que no se daría la paga a quienes no pertenecieran al Ejército regular.
Finalmente, el 21 de marzo de 1937 se decidió militarizar también a la Columna
de Hierro con gran dolor de quienes salieron de ella para no formar parte del ejército;
se convirtió así en la 83 Brigada del Ejército regular, la última que resistió
por no militarizarse.
Por el contrario, los miembros
del PC y del PSUC no tenían ningún problema con la militarización pues, como he
apuntado, ello respondía a sus necesidades de crear un organismo autoritario
que después pudieran tener en sus manos y con ello, gran parte de la dirección
de la guerra.
“Tan pronto hayamos creado
nuestras Brigadas Mixtas, la influencia anarquistas se desvanecerá” había dicho
Martin Blázquez, oficial marxista del ministerio de la guerra al general
Asencio (234)
Así, el Quinto Regimiento se transformó
en el Quinto Cuerpo del Ejército. Los marxistas apresuraron la conversión de
sus fuerzas en fuerzas militarizadas, y llegaron los primeros a los puestos de
mando; cuando los anarquistas lograban hacerse a la idea de formar parte de un ejército,
llegaban los últimos a los puestos de mando, que habían sido ya ocupados por el
PCE, quedando fuera de la dirección de la guerra: los marxistas se aseguraron 5
de las 6 primeras Brigadas. De esta manera el Cuerpo de Seguridad se vio
inundado por la GPU, el recién Ejército Popular por Técnicos rusos, y el Cuerpo de Comisariado por el proselitismo
ruso.
Una vez militarizadas las
milicias, y llegado el armamento procedente de la URSS, la simbiosis PC-PSUC
cambiaron de actitud: ya no eran sólo combatientes en la lucha contra el
fascismo, ahora dirigían a grandes masas, el material de guerra les sirvió para
chantajear la revolución e introducir así a miembros afectos al partido a
puestos claves en el gobierno y la dirección de la guerra. Ya no daban
recomendaciones, ordenaban.
La propuesta era muy simple:
total preferencia al PCE en la dirección de la guerra, situar en puestos clave
a miembros suyos, o se negaría la ayuda militar de Rusia y el franquismo
triunfaría. Cerradas las posibilidades a la revolución española de comprar
armas en el extranjero debido al bloqueo de la No Intervención, se tenía que
aceptar la propuesta.
Entonces el sentido antifascista
de Rusia no era tal: las armas que llegaron no procedieron de un sentido de
camaradería de Stalin, que no era camarada de nadie, sino que fueron vendidas a
precios de verdadera usura. Y que aparte del precio usurero al que se vendían
eran a la vez canjeadas por la dirección de la guerra, y entregadas (¡encima!)
preferencialmente al PCE y el PSUC. Además las armas se cobraban llegaran o no
a los puertos de España… no a Cataluña, donde jamás eran desembarcados los armamentos.
El mismo Prieto confesó en su libro Cómo
y Por Qué Salí del Ministerio de Defensa Nacional. Intrigas de los Rusos en
España que había consentido en firmar un cheque por valor de 1.400.000 dólares
sin saber con destino de que.
El PCE se instaló así en el seno
del gobierno republicano, y desde aquí harían la vida imposible a las demás
tendencias revolucionarias, en especial al anarquismo.
En diciembre de 1936 Stalin había
escrito a Largo Caballero, haciéndole la recomendación de que se respetara la
propiedad privada, y que se diera fin a la revolución, para tranquilizar a las
demás naciones partícipes del Comité de No Intervención.
Caballero respondió evasiva, pero
cortésmente.
Ya en febrero de 1937 Stalin
volvió a escribir a Largo Caballero, pidiéndole abiertamente fundar el Partido Único
del Proletariado, que había de ser la fusión del Partido Socialista y el
Partido Comunista.
Esta vez la respuesta fue un seco
y rotundo no. Es a partir de aquí, que el Lenin
Español, como los propios miembros del PCE le habían llamado, comienza a
ser atacado, con miras a ser quitado de su puesto y sustituido por otro más
dócil a las órdenes del PCE.
Largo Caballero sabía ya a qué
atenerse con el PCE, después de la experiencia sufrida en las filas de las Juventudes
Socialistas que, como hemos visto, fueron engullidas por el PCE.
A principios de 1937 el aparato
estatal estaba ya fortalecido y preparado para combatir la revolución. El
trabajo realizado por el PCE para tomar las riendas del gobierno daba ya sus frutos
podridos, y se aprestaba también a atacar la revolución.
Hasta entonces, la consigna del
PC había sido “Antes que la revolución importa ganar la guerra”. La consigna
era ahora: “Antes que ganar la guerra hay que aplastar la revolución”. Un líder
del Partido Socialista Unificado de Cataluña había declarado: “Antes que tomar
Zaragoza, hay que tomar Barcelona” (235). Todos los que se acogían a la sombra
del PC concordaban con esto, que también respondía a sus intereses.
Podría decirse que la revolución
estaba representada por la CNT, la FAI y el POUM; a su vez, la
contrarrevolución estaba representada por el PCE, el PSUC, el catalanismo
separatista, el republicanismo, y por supuesto, los burgueses.
Antes de continuar con el relato
de la revolución española creo que hay que hacer un par de aclaraciones acerca
de un partido que, a mi parecer, merecen ser dichas: el Partido Obrero de Unificación
Marxista (POUM) era, como su nombre lo dice, un partido marxista. La guerra modifica
las conductas de los movimientos sociales de manera significativa, obligándoles
a adaptarse a las condiciones que la guerra exige. Así es que vemos a una CNT
participando en el gobierno y a un partido marxista (el POUM) colocándose a
lado de los grupos anarquistas de la CNT-FAI.
El POUM carecía de una base
amplia de militantes, en diciembre de 1936, a raíz de la crisis de gobierno,
había sido echado del mismo. Acorralado por el PCE y el PSUC, no podía
mantenerse en la senda de la revolución como no fuera cobijándose a la sombra
de la organización más radical de España, la CNT. Esto era lógico: el PCE le
estigmatizaba como trotskista-fascista, el mismo Trotsky tenía fuertes
diferencias con Andreu Nin, y éste había hecho que se expulsaran a los miembros
trotskistas del POUM. La única medida que se presentaba al POUM era, entonces,
tratar de influir a la CNT y conseguir por medio de ella su regreso al
gobierno, para poder influir en él. Pero para poder influir en la CNT era
preciso ganarse la simpatía de esta. ¿Cómo hacerlo? Atacando al enemigo que
atacaba a su vez a la CNT desde el gobierno y a nivel internacional: el PCE y
el PSUC.
De esta manera el POUM
conseguiría ponerse indirectamente de lado de la CNT-FAI contra sus propios
hermanos de ideas el PCE y el PSUC. Se trataba, indirectamente, del caballo de Troya
utilizado por el PCE para insertarse en los grupos que pensaba podía manejar;
en el caso del POUM no podía insertarse en las filas de la CNT-FAI, sino que se
trataba tan sólo de guiarles por el
camino que el Partido deseaba: “La misión de nuestro partido debe consistir en
ayudar a esos elementos a ver claro la situación, tratando de guiarles por el
buen camino” (236).
El POUM no sólo carecía de una
base amplia de militantes, sino que no era un grupo de gran importancia en
España. Si obtuvo cierta fama, ello se debió a la persecución que sobre ellos
hizo el PCE y el PSUC, al asesinato de Nin, etc. Si era El partido obrero más discutido del mundo, como afirmaba su
editorial del 13 de mayo de 1937 en La
Batalla, no significaba nada esto: era el
partido más discutido del mundo en el ambiente marxista, en la
Internacional roja y en los medios del marxismo internacional, no lo era en una
forma importante para nadie. La CNT y la FAI le miraron siempre como un grupo
extraño al cual no prestaban gran atención.
Por otra parte, los objetivos y
medios marxistas son afirmados como medios y objetivos del POUM sin la menor
apariencia: “Nuestro orgullo [es] no habernos negado, permanecer firme e
intransigentemente, fieles a Marx y a Lenin” (237)
El método autoritario utilizado
en otros lados del marxismo, aún dentro del PCE y del PSUC era utilizado
también por el POUM en un inicio, véase el reglamento interno del POUM (238):
“Estas instrucciones de la
Columna del POUM, han sido aprobadas por unanimidad por las milicias del POUM
del frente de Huesca:
Art. II. Quien se indiscipline o
incite a los otros camaradas a cometer actos de desobediencia al mando militar,
incurre en la más grave responsabilidad, y será juzgado según su acto,
sufriendo el castigo apropiado a la falta cometida;
(…) Art. IV. Quien, habiéndose
enrolado en las milicias, desertara, tanto en el frente o en la retaguardia,
será juzgado con la más grave severidad por el Comité Militar y cuatro
camaradas nombrados por los milicianos. Las sentencias dictadas por este
tribunal popular serán ejecutadas sin remisión;
(…) Art. VII. La acción en la
lucha está centralizada bajo todas sus formas, y nadie podrá tomar ninguna
decisión sin previa autorización del Comité Militar;
Art. VIII. Las presentes
instrucciones de esta ordenanza serán ejecutadas sobre el terreno, y si alguna
reclamación u observación se cree necesaria, ella deberá ser formulada de la
manera siguiente: Las reclamaciones, iniciativas u observaciones se
retransmitirán al jefe de grupo y éste a su jefe de compañía, los cuales la
harán saber al Comité Militar”
El reglamento no pudo ser
aplicado, en gran medida porque los milicianos de la CNT-FAI habían mostrado a
los demás grupos que las relaciones, aun en tiempos de guerra, podían ser
antiautoritarias, o como decía Orwell: “Dentro de las milicias se intento crear
una especie de modelo provisto de la sociedad sin clases” (239). Por otro lado
la base del POUM no hubiera soportado tales métodos, pero la iniciativa de
aplicarlos ahí estaba.
Los mismos métodos del
bolchevismo son también reivindicados: “El partido bolchevique fue también, en
su día, el partido más discutido y combatido del mundo” (240). Y es que si se estigmatizaban
los métodos de terror y sangre del PCE y del PSUC que llevaron a los sucesos de
mayo, ¿Por qué no hacer lo mismo con el bolchevismo que también empleó métodos
terroristas contra los trabajadores –esto desde Lenin hasta Stalin-? La
respuesta es sencilla: porque el bolchevismo encarnaba las aspiraciones del
POUM; como buen partido marxista deseaban gobernar ellos y someter al pueblo a
sus dictados, la conquista del poder que la CNT rechazaba (241) el POUM la
deseaba, no por táctica de guerra, sino por convicción ideológica. El PCE y el
PSUC constituían en España el enemigo a vencer para lograr tales objetivos.
Esta táctica del POUM ha sido muy poco discutida; uno de los pocos que roza de
cerca la cuestión es Ferrán Gallego en su Barcelona,
Mayo de 1937, pero una crítica desde un punto de vista teórico/anárquico
apenas puede encontrarse. No, el POUM, pese a ponerse en el lado de los
revolucionarios en las jornadas de mayo, no constituía un compañero de lucha.
Se trataba tan sólo de táctica política.
No se trataba entonces de
convicciones revolucionarias por las cuales actuaba el POUM, se puso a lado de
la revolución porque sus hermanos de ideas, el PCE, le despreciaron. Si el POUM
hubiera contado con una base de militantes más o menos amplia, es muy dudoso
que hubieran actuado de manera diferente al PCE y al PSUC. La lucha entre ambas
tendencias: PCE-PSUC vs POUM es más o menos la misma lucha que mantuvieron en
su día los bolcheviques, en especial Lenin, contra los revisionistas, en
especial Kautsky: eran hermanos de ideas que se atacaban y despreciaba mutuamente
esperando destruir el uno al otro, pero con objetivos idénticos: la conquista
del poder político y la dictadura aplastante sobre las masas populares. En el
fondo, apenas puede distinguírseles.
La conquista del poder político
trae consigo ciertas características indispensables: a la vez que se cierra el
paso a la revolución, se debe también de acabar con la oposición política. Para
ello se precisa de los medios más bajos, desde la mentira y el chantaje, hasta
el encarcelamiento y el asesinato. Cosas que estamos confirmando y
confirmaremos en lo siguiente, de que ésta fue la manera en la que el PCE
consiguió las riendas del poder. Continuemos.
El 8 de febrero de 1937 cayó Málaga
en poder del enemigo, y esto fue hábilmente aprovechado por el PCE para montar
una ruidosa campaña que era indirectamente dirigida contra Largo Caballero. Al
poco tiempo de la pérdida de Málaga, el 24 de febrero gente cercana a Largo
Caballero denunciaba que miembros socialistas habían sido detenidos sin
intervención de la policía oficial.
A principios de marzo la CNT y
Solidaridad Obrera salían al paso de quienes, como el PCE, propagaban que se
debía luchar por una República Democrática, dedicaba su editorial al “miedo
pueril a la revolución”, en que se acusaba a quienes hacían esto de colaborar
indirectamente con el enemigo, tratando de imponer:
“Una República Democrática, lo
que significa una falta de lealtad a lo pactado entre los diversos sectores
antifascistas” (242)
Esto era evidente: el pueblo que
luchó el 19 de julio no lo hizo para defender la República burguesa de antaño,
sino para estructurar una sociedad nueva. Por eso la CNT se apresura a dejar
clara su posición respecto a los objetivos que proponían los sectores más
tibios de España, con el PCE a la cabeza:
“… Los obreros que luchan y
mueren en los frentes de combate, lucha y mueren por la Revolución Proletaria,
y no por esa entelequia republicano-democrática que nos quieren enjaretar a la
fuerza los republicanos “tolerantes y comprensivos”… Los anarquistas nunca
hemos dicho que luchamos por la República democrática” (243)
El 4 de marzo el Consejero de
Orden Público publicó un decreto por medio del cual se disolvían las Patrullas
de Control, con el pretexto de reorganizar los cuerpos armados de la
retaguardia. Evidentemente no solo las Patrullas de Control no entregaron las
armas ante el decreto, que no era más que un desarme de la retaguardia que solo
podía beneficiar al gobierno, sino que además desarmaron a varias unidades de
las fuerzas de policía regulares. La Federación Local de las Juventudes
Libertarias publicó el siguiente panfleto:
“Nosotros declaramos hoy
solemnemente que íbamos armados, vamos e
iremos armados, y tanto peor para Rodríguez Salas. Para nosotros esta
medida no tiene ningún valor.
Lo repetimos para que no quede
duda alguna, seguiremos yendo armados, aunque con todos nuestros papeles en
regla y todo el que, a pesar de ello, nos quiera desarmar tendrá que matarnos
primero.
Pero veremos quién vence a quien”
(244)
A mediados de abril los
periódicos confederales de Madrid denunciaban una serie de asesinatos de
campesinos cometidos “Por gentuza que lleva el Carnet del PC”
Poco antes fue detenido y
procesado Francisco Maroto, un anarquista y comandante de milicias en Granada,
se le acusaba de complicidad con el enemigo.
Su acusador era Gabriel Morón, el
gobernador civil de Almería.
El gran crimen de Maroto
consistió en que varias veces hizo incursiones al territorio enemigo, logrando
salir del mismo. El Comité Nacional de la CNT salió en su defensa, apuntando en
una nota pública: “Si Maroto ha entrado en Granada es porque ha sido más capaz
que Morón… el ‘héroe de Almería’”. Maroto fue condenado a la pena de muerte,
pero le fue conmutada la sentencia. Al terminar la guerra Maroto fue fusilado
por el franquismo (245).
El 20 de abril reventaba la Junta
de Defensa de Madrid, que había sido creada por todos los partidos y
organizaciones el 6 noviembre de 1936, cuando el gobierno abandonó Madrid, como
hemos visto ya. Dentro de la Junta de Defensa el Partido Comunista se dedicó a
desarrollar sus intrigas y proselitismo. El entonces Consejero de Orden Público,
José Cazorla, hizo detener a un joven, que resultó ser sobrino del
Subsecretario de Justicia, Mariano Sánchez Roca.
Fueron setenta días los que se
ignoraron la suerte del joven detenido. El cenetista Melchor Rodríguez, el
entonces Delegado especial de Prisiones logró descubrir el paradero del joven
desaparecido, y con ello se destapaban los procedimientos del PCE. El joven se
encontraba en una Tcheka del Partido Comunista, situada en la calle Fernández
de la Hoz (246). Descubierta esta Tcheka, otros casos similares se dieron a
conocer, y se decía que Cazorla hacía contrabando con los detenidos para sacar
fondos para el Partido Comunista.
Aprovechando este incidente el
gobierno disolvió definitivamente la Junta de Defensa de Madrid el 23 de abril.
El escándalo que comenzó a raíz
del descubrimiento del paradero del joven detenido no hizo sino dar pie a una
enorme serie de cosas de ese estilo, que vendrían después a multiplicarse
enormemente aun en el mismo frente de lucha.
“Fueron fusilados, asesinados,
postergados, castigados, procesados numerosos de entre los mejores combatientes
por atreverse a resistir de alguna manera la dictadura impuesta al dictado de
Rusia en las filas militares, sus desaciertos, sus operaciones catastróficas
con derroches de vidas y de sangre para objetivos de mera especulación
política.” (247)
Castilla Libre hizo pública la denuncia de otra Tcheka:
“Nosotros ni nos hemos opuesto ni
nos opondremos a que se fusile a ningún fascista, sea el que sea. Pero nos
opondremos siempre a que se atormente a nadie antes de hacer con él la justicia
ejemplar que el pueblo precisa y reclama. Pero en Murcia se da el caso de que
los atormentados no eran únicamente fascistas. Individuos pertenecientes a
organizaciones revolucionarias y a partidos del Frente Popular fueron
sádicamente torturados en la famosa ergástula clandestina de Murcia. Y hasta un
compañero de la CNT (...) sufrió la horrible tortura de que le sacasen los ojos
antes de desaparecer su pobre cuerpo martirizado.”
La prensa del Partido Socialista
hizo eco a esta campaña de protesta, pues militantes suyos habían corrido la
misma suerte de ser torturados en Murcia.
La disolución de la Junta de Defensa
hizo que la campaña del PC por desprestigiar a Largo Caballero se
intensificara. Éste respondió con un decreto que limpiaba el Cuerpo de
Comisarios de los miembros del PCE.
El 25 de abril en una localidad
cercana a Barcelona (Molins de Llobregat) se produjo un acto que iba a ser
ampliamente discutido: el asesinado de Roldán Cortada (PSUC). Cuando Roldan
Cortada (248) pasaba en un auto por un cruce de caminos unos desconocidos
dispararon al automóvil resultando muerto éste.
Esto dio pretexto al gobierno
para la represión, numerosos anarquistas del Bajo Llobregat fueran arrestados
culpándoles del asesinato.
Esta zona de Cataluña era una de
las que más militantes anarquistas poseían, durante los movimientos
revolucionarios del 8 de enero y 8 de diciembre de 1933, en Hopitalet de
Llobregat se había proclamado el Comunismo Libertario.
Los militantes de esta localidad
eran conocidos por su radicalismo revolucionario, y para los catalanistas estos
anarquistas radicales era unos anticatalanistas por su internacionalismo y porque
en ellos se encontraban muchos provenientes de otras regiones de España.
Una vez iniciada la revolución,
se dio en éste lugar un importante movimiento colectivista. Y una vez que la
CNT pasó a formar parte del gobierno los militantes de la localidad se
constituyeron en movimiento de oposición a la colaboración política, acordes
siempre con sus ideas.
Por todo esto se entenderá el
carácter de los anarquistas de esta localidad.
Pero a pesar de las detenciones
que se realizaron no pudo comprobarse nada acerca de la culpabilidad de los
anarquistas en el asesinato de Roldán Cortada. Sin embargo Luis Cano, el
Consejero de Defensa del Consejo Municipal de Hospitalet de Llobregat y otros
militantes anarquistas serían detenidos. Nada pudo comprobarse contra ellos, y
el juez se vio limitado a declarar:
“Con respecto a la investigación
del sumario que podríamos llamar principal, ni el citado Cano ni los seis
detenidos que fueron puestos en libertad, tuvieron la menor intervención
directa ni indirectamente en el asesinato de Cortada”.
Cano solamente fue procesado “por
ejercer funciones privativas del Consejero de Seguridad Interior”
La tesis marxista sobre la
culpabilidad de anarquistas en el caso de Roldán Cortada está basada en la
nada: bien podríamos nosotros afirmar que Roldán Cortada fue asesinado por el
mismo PSUC para justificar así la represión que hacia los anarquistas venían
haciendo por medio de los medios policiales más insanos.
Además, muy pocos casos se
registran en la historia de la CNT de represión a tránsfugas, como Roldán
Cortada. Los casos de represión de parte de la CNT no pueden ser sino los
ocurridos contra los pistoleros que de 1919 a 1923 se dedicaron a perseguir al
movimiento anarcosindicalista, dando como resultado la muerte de Salvador Seguí
y otros destacados militantes de la CNT.
Jamás el ser tránsfuga y pasarse
al partido contrario fue motivo de represión por parte de la militancia
cenetista. Podríamos fácilmente demostrar esto: Andreu Nin, Joaquín Maurin, Ramón
Cassanellas, Eduardo Dato, Rafael Vidiella (249), Manuel Adame, y hasta el
propio José Díaz (250) provenían de la CNT, y se pasaron a las filas del PCE.
En fin, el asesinato de Roldán
Cortada fue explotado hábilmente por el PCE para tratar de poner a las masas
contra la CNT. Durante el transcurso del entierro se organizó por parte del
PSUC una importante manifestación a la que se
sumaron fuerzas militares y de policía que durante horas gritaron consignas
en contra de los anarquistas.
Dos días después de estos sucesos
las amenazas se cumplieron: la frontera con Francia, que pertenecía en manos de
anarquistas fue atacada por tropas de carabineros del gobierno central. En la
emboscada en las cercanas de Puigcerdá tres militantes de la CNT perdieron la
vida. Finalmente la frontera quedó en manos del gobierno central. Quizá una de
las órdenes de la CNT de impedir el paso de gente a las llamadas Brigadas
Internacionales (stalinistas) fue uno de los objetivos agregados a este ataque:
mientras más miembros tuviera el PCE más grande sería su poder.
Para cuando estaba entrándose en
el mes de mayo, desde febrero hasta esa fecha habían caído asesinados en Madrid
y sus alrededores más de 80 miembros de la CNT por medio de las Tchekas rusas.
El primero de mayo, que como
todos sabemos se recuerda a los Mártires de Chicago, fue declarado “día de
trabajo” por el gobierno central.
En las calles de Cataluña la
policía “trabajó” mucho: practicaron detenciones y agresiones en las calles,
los afiliados a la CNT eran detenidos, desarmados, y rotos sus carnets en su
presencia, insultados y trasladados a las cárceles del gobierno.
El dos de mayo y ante los sucesos
que estaban dándose la CNT publica en Solidaridad Obrera:
“La garantía de la revolución es
el proletariado en armas. Intentar desarmar al pueblo es colocarse al otro lado
de la barricada. Por muy consejero o comisario que se sea no se puede dictar
orden de desarme contra los trabajadores que luchan contra el fascismo con más
generosidad y heroísmo que todos los políticos de la retaguardia, cuya especialidad
e impotencia nadie ignora. ¡Trabajadores: que nadie se deje desarmar por ningún
concepto! ¡Esta es nuestra consigna!”
El tres de mayo a las 2:45 pm se
realizó el ataque al Edificio de la Telefónica, que se hallaba en poder de la
CNT y la UGT desde el estallido de la revolución y según el decreto de
colectivización en vigor. Los trabajadores de la Telefónica interceptaban las
conversaciones de los miembros del gobierno y se daban cuenta de los planes que
éstos supuestos redentores de la España antifascista planeaban para ahogar su
revolución. Esto no podía permitirlo el gobierno, y menos los rusos, que al
momento de tratar de sofocar la revolución yacían en primera fila con el
cuchillo en mano.
Tres camiones de guardias de
asalto mandados por Rodríguez Salas se colocaron ante el edificio de la Telefónica.
Habían escogido esa hora para realizar el ataque pues a esa hora salían la
mayoría de los trabajadores a comer.
Los policías mandados para ocupar
la Telefónica entraron gritando “¡Arriba las manos!” a los milicianos que
hacían guardia en la planta baja. Los que fueron tomados por sorpresa fueron
desarmados. Trataron entonces los policías subir a las plantas de arriba para
ocuparlas, pero los milicianos que escucharon lo ocurrido abajo tomaron sus armas
y ofrecieron una fuerte resistencia a los policías.
El plan fraguado por los
stalinistas no funcionó, pese a la ausencia de muchos milicianos de la CNT, los
que se encontraban en la Telefónica defendieron violentamente la misma,
quedando los policías en la parte de abajo, mientras que las demás plantas
seguían en manos de los cenetistas. (251)
Rápidamente corrió la noticia de
que se atacaba a la CNT tratando de ocupar la Telefónica. El Comité Regional de
la CNT telefoneó a la Cancillería de Seguridad Interior, en busca de una
explicación sobre lo que sucedía.
¿Quién había dado la orden de que
se ocupara la Telefónica? El Consejo de la Generalitat no había deliberado
sobre ello ¿Quién dio entonces la orden de ocupación?
Al ser interrogado Ayguadé dijo
no saber nada de lo sucedido. Evidentemente no iba a decir públicamente que
aquello era un golpe contrarrevolucionario. Rodríguez Salas había mostrado una
orden con su firma.
No había pasado ni una hora
cuando aparecieron los milicianos de la FAI y las patrullas de control.
Comenzaron los primeros disparos, y los comercios cercanos echaron el cerrojo.
Las calles de Barcelona lucían desoladas, no había nadie en ellas. Apenas se veían
unas cuantas personas corriendo para ponerse a salvo. Inmediatamente después del
ataque se supo en las fábricas lo que sucedía, obreros de la CNT de la UGT y de
una multitud de fábricas abandonaron éstas para levantar barricadas en las
calles (252), para defender sus conquistas revolucionarias, amenazadas por el
odioso actuar del Partido Comunista y su filial el PSUC. Los trabajadores
cenetistas y faístas comprendieron que no había tiempo que perder, se estaba
jugando prácticamente el futuro de la revolución, no había tiempo que perder,
ni un solo minuto.
Esto no era lo que habían planeado
los contrarrevolucionarios del PCE y del PSUC: al anochecer las calles de
Barcelona estaban repletas de barricadas, e incluso la Genaralitat estaba
rodeada de ellas, asediada por las fuerzas populares.
Así transcurrió la noche, con las
calles desoladas y un silencio escalofríate, que sólo era interrumpido por los
disparos que se intercambiaban de barricada a barricada. Como desde el
estallido de la revolución, las fuerzas revolucionarias eran la CNT, FAI, JJLL,
y el POUM; las fuerzas de la contrarrevolución eran el PCE encabezando la
lista, el PSUC secundándole, y los extremistas nacionalistas catalanes
siguiéndoles. La lucha era igual o más dura que el 19 de julio.
Al otro día (4 de mayo) por la
mañana la situación no había cambiado mucho. Comenzaron a salir algunas amas de
casa y mirones, que rápidamente volvieron a sus hogares al reanudarse los
disparos. Prácticamente toda Barcelona estaba en manos de los obreros, excepto
algunas zonas del centro, donde la contrarrevolución de los marxistas dominaba.
Solidaridad Obrera se expresaba así sobre los acontecimientos:
“… No estamos dispuestos a
permitir que la contrarrevolución, en nombre de una unidad que ya no se siente,
sino que sabotea, actúe” (253)
La lucha era igualmente
encarnizada, se disputaba barrio por barrio, casa por casa. La Central de la Telefónica
seguía asediada por los contrarrevolucionarios del PCE, PSUC y los
catalanistas. Se atacaron los locales cercanos del POUM, y a su vez los
atacantes fueron asediados por milicianos de la CNT-FAI.
Varios centenares de miembros de
la Guardia Civil que se encontraban parapetados en el parque fueron reducidos
por milicianos anarquistas, que lograron también hacer presos a más de 400
Guardias Civiles en los barrios más populares de Barcelona. La balanza no se
decantaba a favor de ninguno de ambos grupos que luchaban fieramente. En las calles,
repletas de barricadas, sólo se veían circular autos brindados de la FAI y
autos de organizaciones que pasaban por una lluvia de plomo. También circulaban
rápidamente las ambulancias que recogían a los heridos y los trasladaban a los
hospitales más cercanos e improvisados sitios de ayuda, pronto se vieron los
hospitales sobrepasados por el trabajo enorme de heridos que llegaron, el número
ascendía cada vez más.
Los trabajadores no negociaban más
que en las calles, no había tregua posible entre la revolución y la
contrarrevolución, al menos así lo entendieron la enorme mayoría que se lanzó a
las calles a defender la revolución. Quienes negociaron fueron los Estados Mayores,
los dirigentes. La Generalitat pudo hasta ese momento reunirse, y se decidió
que no había gobierno, que los sucesos habían arrasado toda posibilidad de que
éste existiera.
Mientras tanto por radio se
difundían infinidad de llamamientos de cese al fuego, que no lograban calar en
los ánimos de los revolucionarios que querían aplastarle de una vez por todas
la cabeza a la contrarrevolución del Partido Comunista Español.
García Oliver y Federica
Montseny, los ministros anarquistas que venían desde Valencia apoyaron estos
llamamientos con todas sus fuerzas, pero había razón para actuar así, por lo
menos desde su perspectiva:
Se tenían desde varios puntos de
vista el miedo a una división en las filas del antifascismo, se tenía la
preocupación de una guerra civil dentro de la misma guerra civil, y por ello se
fue indulgente con el PCE que, sabiendo esto, se lanzaba impunemente a destruir
una revolución de la cual no le interesaba en lo más mínimo su victoria, sino
tan sólo lo que esta desgracia podría aportar a la meca del socialismo: la Rusia de Stalin.
Por radio, la CNT hacía
llamamientos como el siguiente:
“Mujeres y hombres del pueblo,
trabajadores: No es una explicación lo que lanzamos a la opinión pública. Es
una palabra abierta y franca que lleva, como todas las nuestras, la clara
sinceridad de nuestras intenciones y de nuestras ideas. No somos responsables
de lo que sucede; no estamos atacando; nos estamos defendiendo. No fuimos los
que empezamos ni los que provocamos; somos los que responden, como pueden, al
desafío, a la injusticia, a la calumnia y a la fuerza, que en vez de emplearse
contra el fascismo, se emplea y utiliza contra los más aguerridos
antifascistas...” (254)
Mientras los parloteos
continuaban en las oficinas de la Generalitat, en las calles los obreros
continuaban enfrascados en una lucha a muerte contra la contrarrevolución.
Companys se negaba a llegar a ningún acuerdo si antes no se retiraban los
obreros armados de las calles. Tarradelas, quien era el Primer Consejero, se
negaba, apoyado por Companys, a destituir a Rodríguez Salas y Ayguadé, tal como
lo exigían los anarquistas.
Toda la noche del 4 al 5 de mayo
transcurrió en discursos y sin prácticamente avanzar nada en las negociaciones.
Companys seguía en su postura de que antes de que cualquier acuerdo fuera
posible, los trabajadores en armas debían retirarse; los anarquistas seguían
exigiendo la destitución de Rodríguez Salas y de Ayguadé, los responsables de
lo sucedido; Tarradellas seguía firme en no destituirlos.
Se había dicho ese mismo 4 de
mayo que se llegaría a un acuerdo.
Al día siguiente, como no se
obtenía acuerdo alguno el combate continuó, pero esta vez con más coraje, pues
se habían sufrido ya muchas bajas por ambos lados. En las calles se veían
grupos de muchachos y muchachas que corrían a ocupar su lugar en la barricada,
o participando en los ataques a los sitios donde se refugiaban los stalinistas
y la policía.
Ese día las fuerzas
revolucionarias sufrieron un descalabro al ser ocupada la Estación de Francia,
que era ocupada por los anarquistas, y los empleados de la Telefónica, que
llevaban ya dos días de asedio, hambrientos y cansados se rindieron.
Ese miércoles 5 de mayo el
Gobierno Autónomo de Cataluña dimitió en bloque. Por la tarde, el Comité
Regional de la CNT proponía que se cesaran las hostilidades “Cada parte
mantiene sus posiciones. La Policía y los paisanos que combatían a su lado quedaban
invitados a hacer una tregua. De no cumplirse estos acuerdos se avisará
inmediatamente a los Comités responsables. No se hará caso de los disparos
aislados. Los defensores de los sindicatos se mantendrán tranquilos, esperando
nuevas informaciones” (255)
La propuesta fue aceptada en un
principio pero, gobierno al fin, los disparos no cesaron. El mismo Comité
Regional de la CNT-FAI que se encontraba reunido tuvo que suspender su reunión
para defenderse, pues el edificio estaba siendo atacado por las fuerzas
gubernamentales desde las torres del barrio Gótico, y desde afuera mismo por
las fuerzas de seguridad.
La oposición a la colaboración
política de la que he hablado en una nota anterior se manifestó también aquí.
Principalmente las Juventudes Libertarias y los Amigos de Durruti (256) se
manifestaron en contra de la postura mantenida por los dirigentes de la CNT que
hacían constantes llamados de cese al fuego.
Los Amigos de Durruti, al par que
participaban en la lucha lanzaban proclamas exigiendo el aplastamiento de la
contrarrevolución (incluido el fusilamiento de los culpables). He aquí un
llamamiento en una de sus proclamas:
“CNT - GRUPO DE LOS AMIGOS DE
DURRUTI - FAI
Trabajadores, exigid esto con
nosotros: una dirección revolucionaria. El castigo de los culpables. El desarme
de todos los cuerpos armados que participaron en la agresión. La socialización
de la economía. ¡La disolución de los partidos políticos que se han levantado
contra la clase obrera! ¡No cedamos la calle! ¡La revolución ante todo!
Saludemos a nuestros camaradas del POUM que han fraternizado con nosotros en la
calle. ¡Viva la revolución social! ¡Abajo la contrarrevolución!”
Claro, las palabras de apoyo al
POUM resaltan sobre las demás. Esto no quita que los demás postulados eran
buenos, su opinión acerca del POUM se debe sobre todo a que se sumaron a la
lucha contra la contrarrevolución, actitud esta del POUM de la que ya hemos
hablado.
Pero si esta era la actitud de
los Amigos de Durruti, no era la misma del otro grupo minoritario que luchaba
en las calles de Barcelona: el POUM. Creían estos últimos que entre la CNT, la
FAI y el POUM podrían tomar por asalto el poder de Cataluña, y hacerse con la
revolución. Sin duda no estaban del todo alejados de la realidad. Pero tomar el
poder no constituía el carácter ni de la CNT ni de la FAI. Participaban en él
de manera circunstancial, debido a la guerra, pero habían manifestado ya que no
querían tomar el poder.
Por su parte el POUM temía a
estas medidas, pues pensaban que una vez tomado el poder en Cataluña las demás
regiones antifascistas de España se volverían contra Cataluña, lo que sin duda
habría de beneficiar al franquismo.
Por esto es que vemos la táctica
que propone el POUM de una manera no muy entusiasta:
“EL POUM A LA CLASE OBRERA.
Camaradas:
Con la lucha de estos días, el
proletariado de Barcelona ha demostrado su voluntad inquebrantable de no
tolerar la menor provocación contrarrevolucionaria. Cuando nos hayamos
desembarazado del enemigo, gracias a la magnífica reacción de la clase obrera,
habrá que "retirarse". Pero la retirada sólo puede efectuarse en las
condiciones siguientes:
Retirada de la fuerza pública de
las calles.
La clase obrera conservará sus
armas.
El cumplimiento de estas
condiciones, que son perfectamente aceptables, puede acabar con la lucha y
evitar un derramamiento inútil de sangre y dar a los camaradas que luchan en el
frente, la moral y la confianza que les son tan necesarias para luchar contra
nuestro enemigo mortal: el fascismo.
El Comité Ejecutivo”
Así era como el POUM proponía que
después de haber derrotado al enemigo contrarrevolucionario, había que retirarse. Aquí quedan marcadas todas
las vacilaciones que el POUM tuvo en el conflicto de Barcelona.
Hemos visto ya que el Gobierno de
Cataluña había dimitido en bloque. Pues bien, esa misma tarde se hacía público
el orden del nuevo gobierno de Cataluña. Figuraba en él: Valerio Mas (CNT),
Antonio Sesé (UGT) Joaquín Pons (Unión de Rabassaires), Martí Faced (Esquerra
Republicana). Ocurría sólo un problema aquí: Antonio Sesé había sido muerto.
Por su puesto, esto dio pie a que
el PCE-PSUC afirmara que habían sido los anarquistas los culpables. Solidaridad
Obrera publicó el 9 de mayo un itinerario del recorrido que había hecho Sesé,
con lo que se demostraba que la bala asesina no podía haber salido de una
barricada anarquista.
La misma Federica Montseny había
sido cubierta por una lluvia de balas cuando se dirigía en auto hacia la
Generalitat; Baruta, que viajaba con ella también resulto herido y Mariano Rodríguez
Vázquez resultó ileso insólitamente. Y en circunstancias parecidas había muerto
ya Domingo Ascaso
Esto no solucionó nada, los ajustes
de cuentas que venían ya cometiéndose se afirmaron aún más. Camilo Berneri y su
camarada Barbieri encontraron así la muerte. Pero aunque estos dos anarquistas
italianos habían muerto, no era menos importante la figura de Domingo Ascaso, hermano
del famoso Francisco Ascaso, muerto en 1936 en el asalto al cuartel de
Atarazanas.
Sobre Berneri y su compañero,
Solidaridad Obrera hizo el siguiente comunicado:
“A las seis de la tarde del
miércoles se presentaron en la casa doce hombres hicieron salir a los camaradas
Berneri y Barbieri y les comunicaron que estaban arrestados. Barbieri quiso
saber la causa de la detención. «Parece ser que sois contrarrevolucionarios»,
se les dijo. Berneri se indignó. Veinte años de anarquismo militante le daban
derecho a esa indignación... Durante la madrugada del 6 de mayo, la policía (...)
aseguró a la compañera de Barbieri que aquel mismo día, a las 12, serían
libertados los dos recluidos. Pues bien, también aquel mismo día, la familia de
los dos desaparecidos supo, por ficha del Hospital Clínico, que sus dos
cuerpos, acribillados a balazos, habían sido recogidos por la Cruz Roja en los
alrededores de la Generalitat, durante la noche del 5 al 6 de mayo…”
Mientras tanto, la CNT había
publicado un comunicado incitando a los trabajadores a volver a sus puestos de
trabajo, pues se decía se había ya solucionado el problema.
El jueves 6 de mayo parecía ya
todo vuelto a la normalidad; salían las amas de casa a hacer las compras, y los
medios de transporte intentaron salir de nuevo… intentaron, porque fueron
recibidos por balas… ¿Qué ocurría?
El grupo de los Amigos de Durruti
se negaba a obedecer la orden de cese al fuego, contra lo que había dicho la
CNT, este grupo estaba por la continuación de la lucha hasta acabar con el
enemigo interior contrarrevolucionario. De nuevo las calles que comenzaban a
limpiarse volvieron a llenarse de barricadas, se volvían a continuar los
enfrentamientos. Esto correspondía netamente a las aspiraciones populares. Los
obreros que habían comenzado a abandonar las barricadas las volvieron a ocupar
para continuar la lucha.
El POUM que había seguido las
ordenes de la CNT y había conminado a los obreros a volver a las fábricas llamó
precipitadamente por teléfono para dar contraordenes, también querían continuar
la lucha, aunque hemos hablado ya del carácter que tenía el POUM y las razones
por las cuales se puso de lado de la CNT y la FAI.
Para ese momento en el Hospital Clínico
yacían más de 500 muertos y más de mil heridos.
Mientras tanto por la radio se
anunciaba que el gobierno de Valencia, dada la gravedad de la situación, se
disponía a imponer el orden en Barcelona.
Todo el día se fue en espera de
ver que sucedía, de constantes llamamientos de alto al fuego y de demostraciones
de la CNT y la FAI de no ser culpables de lo sucedido.
Durante la noche de ese día 6 de
mayo la CNT hizo propuestas muy semejantes a las anteriores al gobierno de
Cataluña, para que se pronuncie al respecto de las propuestas. El gobierno
evadió cualquier respuesta en espera, seguramente, de los refuerzos que venían
desde Valencia, esperando con ello dar el golpe por la espalda a la revolución.
Estas fuerzas demoraban en llegar a Cataluña, pues en su camino iban imponiendo
su orden, en especial en Tortosa, donde la represión hacia los militantes anarquistas se hizo con
especial saña, pese a que Montseny se le había prometido que no se llevaría a
cabo ningún tipo de represión.
No fue sino hasta la madrugada
del día 7 de mayo que el gobierno aceptó el acuerdo de cese al fuego. Pese a
esto, nadie, ninguna de las dos fuerzas en conflicto estaba dispuesta a
abandonar las barricadas, era una especie de orgullo lo que les mantenía ahí,
pese haberse acordado la tregua. Fue hasta llegado el día que los anarquistas
–según José Peirats—dieron el ejemplo y se retiraron de las barricadas.
A las 8:30 de la noche de ese día
7 de mayo entró en Barcelona la fuerza que había enviado el gobierno de
Valencia. Se trataba de 120 camiones donde venían elementos de lo más dispares.
Eran 5000 los llegados de Valencia, y al pasar frente a la Jefatura de Policía
se hicieron disparos contra ella, mientras se gritaba “¡Viva la FAI!”
Así terminaron de manera oficial
los sucesos de Barcelona… oficial, porque la represión contra el movimiento
anarquista continuaría (257).
Se ha hablado desde distintos
puntos sobre los sucesos de Barcelona: desde la conspiración franquista, hasta
las tentativas de los catalanistas por conseguir dividir a Cataluña de España.
Las razones dadas para cada una de ellas son razonables y contienen cierto
grado de lógica. Pero el hecho es que el principal móvil era otro: no se
trataba de un ataque para remover a Largo Caballero, no. Si ello hubiese sido así,
el golpe hubiera sido en Valencia. ¿Por qué darlo en Barcelona? Porque el golpe
que pretendía dar el PCE, PSUC y demás corrientes no estaba dirigido sólo a
Largo Caballero, sino a la revolución misma: Barcelona era el baluarte del
anarquismo español, y éste representaba un obstáculo serio a los planes de
todos ellos.
Si bien los stalinistas no habían
conseguido sus objetivos de eliminar a los anarquistas, habían conseguido, por
lo menos, reforzar la autoridad del gobierno central, que estaba en gran medida
en sus manos. Apenas llegados los refuerzos de Valencia, los marxistas del PCE
y del PSUC, que estuvieron gran parte del tiempo custodiando valerosamente las
espaldas de los Guardias de Asalto salieron detrás de ellos, pidiendo a gritos
la disolución del POUM… de la CNT pensaban lo mismo para sus adentros, pero
sabían muy bien que una cosa era disolver al POUM y otra muy distinta
intentarlo con la CNT-FAI. Aunque esta campaña se realizaba camuflada de una
manera muy singular: se hablaba de una oposición a los grupos de incontrolados,
a los cuales asimilaban a los colectivistas y a los revolucionarios que no
reconocían al Frente Popular salido de las urnas de febrero como algo
representativo, así como a los que se negaban a luchar por una República Democrática:
“El pueblo somos los comunistas,
los socialistas, los anarquistas, los trabajadores de los sindicatos, los
republicanos y en una palabra, los antifascistas sinceros (…) Son enemigos del
pueblo los que no se someten a la autoridad del Gobierno del Frente Popular
encargado de realizar los postulados de la República democrática. Y toda esta
gente está incluida en los tres grupos más característicos: fascistas,
trotskistas e incontrolables” (258)
Evidentemente no podían decir
públicamente que los anarquistas eran el enemigo, la CNT y la FAI no eran el
POUM. Tenían que poner a los anarquistas en sus páginas para darle al ataque
contra los incontrolados un aspecto
de legalidad. Ahora bien ¿Quiénes eran los incontrolados?: “[son los que] se
han alzado en Cataluña contra la República y contra el Gobierno (…) los que (…)
obligan [a los campesinos] a realizar una colectivización que no sienten” (259).
Ahora bien, ¿Quiénes se levantaron en Cataluña contra el ataque a la
Telefónica? ¿Quiénes eran falsamente acusados de imponer la colectivización en Aragón?
¡Los anarquistas! Y como eran incontrolados
los anarquistas, eran a su vez enemigos
del pueblo… ¡pura habilidad política!
El mismo Abad de Santillán, que
participó en las negociaciones por detener los enfrentamientos en Barcelona se
arrepentiría de haber actuado así, cuando vieron las consecuencias que eso
trajo:
“[los sucesos de mayo] habían
sido una provocación de origen internacional y nuestra gente fue miserablemente
llevada a la lucha; pero una vez en la calle, nuestro error ha consistido en
paralizar el fuego sin haber resuelto los problemas pendientes. Por nuestra
parte estábamos arrepentidos de lo hecho y creíamos que aún era hora de
recuperar las posiciones perdidas. Fue imposible llegar a un acuerdo” (260)
Lo que habla aquí Santillán es
muy interesante, y hay que recalcarlo: cuando se comienzan los sucesos de mayo,
el día 3, se habían visto la presencia de unidades de guerra francesas e
inglesas en las afueras del puerto de Barcelona. Esto hace pensar que la
provocación fue de corte internacional, pero que en ella estaban también los
miembros del PCE y del PSUC, lo cual se demuestra cuando se ve que unidades
militares de ambos que se debían hallar en Aragón, se encontraban en Barcelona
desde el comienzo del conflicto.
Podría uno preguntarse el porqué
no acudieron a la lucha las fuerzas que se encontraban en Aragón: en efecto, el
5 de mayo los elementos de la 26 División (antigua Columna Durruti) se
concentraron en Barbastro, con miras a ir a apoyar a sus camaradas barceloneses
en el aplastamiento de la contrarrevolución: no pasaron de Binefar, los
delegados del Comité Regional de la CNT (261) lograron persuadir de ello a
Gregorio Jover. Juan Manuel Molina, Subsecretario de Defensa de la Generalitat
por la CNT, logró persuadir asimismo a Máximo Franco de que detuviera sus
fuerzas en Binefar también. La 29 División (POUM) también detuvo sus fuerzas.
En realidad el POUM tenía que secundar siempre las acciones de la CNT;
minoritario como era no podía actuar por sí mismo. Acudieron también la Columna
Roja y Negra con cantidad de 1500 a 2000 hombres, la 27 brigada y 28 división
fueron detenidos en Lérida. Además, si el total de los milicianos anarquistas
se hubiera trasladado hacia Barcelona seguramente si hubieran pasado de
Binefar, pero hubiera sido equivalente a dejar el frente de Aragón descuidado,
y el enemigo apenas hubiera encontrado resistencia al entrar.
La lucha que se había
desarrollado en el centro de Barcelona no solamente ocurrió aquí: en Tarragona
el 6 de mayo el local de las Juventudes Libertarias fue atacado, pero los
militantes resistieron y echaron a los policías de sus locales. Los dirigentes
de la CNT de la localidad solicitaron una reunión de todas las organizaciones
antifascistas: el PSUC y la UGT se negaron a dialogar con los anarquistas.
Al caer la tarde el local fue
nuevamente atacado, pero esta vez con fuerzas más numerosas, consiguiendo esta
vez triunfar. Castello y Rueda, delegados de la CNT que acababan de llegar
solicitaron de nuevo la reunión, que esta vez sí fue aceptada debido a las
condiciones que había: el PSUC se había adueñado del local de las Juventudes
Libertarias y los anarquistas estaban muy minados en sus fuerzas.
El delegado del gobierno central,
el Capitán Berbetá dijo que había recibido órdenes del gobierno central de
utilizar todas las armas, incluida la aviación, para someter y desarmar a los
anarquistas de la CNT-FAI. “El resto del día en que se celebraron estas
reuniones transcurrió tranquilo, pero al amanecer del día siguiente, a eso de
las tres de la mañana, inesperadamente, fuerzas de Asalto y policía se adueñaron
violentamente de la Consejería de Defensa Interior, al decir de ellos en virtud
de órdenes superiores recibidas. Y como si tal asalto fuese una señal
convenida, comenzaron entonces las más duras represalias contra los militantes
de la CNT y la FAI, incumpliéndose, de este modo, la palabra dada por las
autoridades. Pronto las fuerzas de la población quedaron sembradas de cadáveres
de militantes destacados de nuestra organización. He aquí algunos de los
encontrados...” (262)
En Tortosa la situación no era
muy diferente: al ser ocupado el edificio de la Telefónica las fuerzas adictas
al gobierno y al stalinismo atacaron a los militantes anarquistas. Sin embargo
aquí los anarquistas triunfaron en las calles, detuvieron a los policías y
tomaron en sus manos la administración de la localidad. Pero las fuerzas
enviadas por el gobierno pasaron por aquí y restablecieron su orden. Los
miembros stalinistas salieron de sus escondrijos y se apoderaron de los centros
de comunicaciones oficiales. Consecuencia: los militantes anarquistas fueron
detenidos y sus locales saqueados.
Los dirigentes de la localidad
fueron llevados atados de pies y manos a no se sabe dónde: aparecieron más
tarde muertos en los alrededores de la localidad. Sucesos parecidos se dieron
en Vic, donde la CNT era la única organización liberal (más bien libertaria) en
medio de un mar de gente reaccionaria, debido a la influencia del clericalismo.
Los militantes de la localidad, luego de luchar fuertemente, salieron de la
comarca en masa tras una lucha desesperada.
En el norte de Cataluña se
sucedieron sucesos parecidos a los de Tortosa y Tarragona. Aquí el Carlismo
había producido una tradición reaccionaria. Las fábricas de tejido atrajeron la
mano de obra de la capital y con ella los gérmenes del sindicalismo
revolucionario. El clericalismo tenía fuerte influencia sobre los campesinos,
los pequeños propietarios y la clase media en general, y estos elementos fueron
los que reclutados más tarde por los políticos contrarrevolucionarios serían
quienes atacarían a la supremacía del anarquismo catalán.
En esta combinación figuraban
también los extremistas del Estat Catalá que siempre habían batallado por
separar políticamente a Cataluña de España. La CNT con su internacionalismo
representaba un obstáculo a las maniobras del Estat Català, que en su demagogia
separatista no se distinguían mucho de los autonomistas no menos autoritarios
que ellos. Cuando estalla la revolución el 19 de julio, los odios de los
extremistas del Estat Català hacia la CNT crecen al verla dueña de las calles,
y muchos de ellos fueron influenciados por los stalinistas en contra de la CNT,
de hecho hemos visto ya que entre los que formaron el PSUC se encontraba el
Partido Proletario Catalán.
En diciembre del mismo 1936 los
demagogos del separatismo habían fraguado un complot con el que se conseguiría
la separación de Cataluña de España con ayuda de potencias democráticas o
fascistas (¡ahí conduce el nacionalismo!). Cuando se descubren estos
preparativos es fusilado el Comisario de Orden Público, un catalanista llamado
Reverter, y otros acusados huyeron al extranjero, entre ellos el Presidente del
Parlamento catalán, Juan Casanova.
Sin duda había un punto principal
que llevó a los extremistas del Estat Català a apoyar al PSUC: ambos odiaban y
querían deshacerse de la CNT-FAI.
Una de las condiciones por las
cuales se habían abandonado las barricadas definitivamente unos días atrás era
que no se iban a cometer actos de venganza por parte del gobierno o de los
grupos en lucha, y se iban a libertar a los presos de ambos lados. Pues bien,
por el lado contrarrevolucionario había dos tipos de presos, los que estaban en
las cárceles oficiales, y los que se encontraban en las cárceles secretas de la
GPU stalinista. Muchos de los presos eran asesinados después de ser
martirizados, otros eran puestos en los mismos sitios donde se encontraban los
presos fascistas. Todos eran de la CNT, de la FAI o del POUM.
No fue sino hasta el 11 de mayo
que los desaparecidos fueron descubiertos asesinados: una ambulancia había
arrojado los cadáveres de 12 jóvenes libertarios asesinados por los
stalinistas. Ante estos hechos Solidaridad Obrera escribe indignada:
“Tres días de caza del hombre,
sistemática y terrible. Hablen, si no, los cadáveres, espantosamente mutilados,
de los 12 militantes de la CNT de San Andrés [barrio extremo de Barcelona],
sacados de sus casas y llevados en una ambulancia al cementerio de Sardañola.
Hablen, si no, los 5 hombres del rondín de Eroles, asesinados también. Hablen
los 15 hombres de la CNT hallados muertos en los alrededores de Tarragona, y
otros más, encontrados en diversos puntos de Cataluña. Hable, si no, el cuerpo
exánime de Camilo Berneri…”
El 13 de mayo se daba a la
opinión pública un decreto del ministerio de gobernación. Se trataba de
desarmar a todo elemento que pudiera significar peligro alguno para el
gobierno. Los que portaran armas serían tratados como adherentes a la rebelión.
El castigo sería el marcado por el Código de Justicia Militar, todos los
individuos u organizaciones que no pertenecieran al Ejército o demás cuerpos
armados del Estado, y que tuvieran en su poder explosivos, gases lacrimógenos,
armas largas, máquinas de guerra, vehículos blindados, etc., debía ser
desarmados y castigados. Poco más tarde se daría otra orden:
“Artículo primero. - A contar de
la fecha de la publicación de esta Orden ministerial (. . .) se concede un
plazo de 72 horas para que todos los ciudadanos, partidos políticos o sindicales,
comités, consejos municipales y cualquier clase de asociaciones o entidades que
poseyeran armas largas, las entreguen en Valencia, en la Dirección General de
Seguridad; en Barcelona, en el local donde está instalada la Delegación de
Orden Público del gobierno central, y en las demás regiones en el local que
designe el gobernador civil o delegado nacional…”
Efectivamente, una vez que
caducara el plazo de las 72 horas se realizarían cateos en los locales. De
encontrarse armas serían detenidas todas las personas y entregadas al gobierno.
También quedaban anulados los permisos otorgados a los sindicatos o partidos
para portar armas. El PCE y el PSUC no saldrían afectados, pues no necesitaban
portar armas al cinto, tenían un arma más potente: la dirección de la guerra y
de gran parte del gobierno; además los asesinatos de anarquistas a manos del
Partido Comunista y del PSUC no cesaron por esta orden que no era más que un
desarme disimulado de todos los elementos revolucionarios.
Las medidas decretas por las
cuales se desarmaba a los elementos revolucionarios se convirtieron rápidamente
en cacheos en los locales libertarios, que más que cacheos parecían auténticos
asaltos. En la sede del local de “Los Escolapios”, que había sido el Comité de
Defensa de Barcelona se registró el más aparatoso de estos cacheos: aquí el
gobierno movilizó hasta tanques y cañones. El local fue bravamente defendido
por los ocupantes.
Después de resuelta la crisis del
gobierno de la Generalitat las cosas empeoraron al grado de que era necesario
pedir permiso al gobierno para poder tener una reunión de militantes.
La FAI lanzó entonces un
manifiesto denunciando que las cárceles del Estado se hallaban llenas de presos
antifascistas, mientras en las calles circulaban “elementos peligrosos de los requetés
y del fascio” (263).
Del 9 al 15 de junio el pueblo
fue objeto de otros nuevos ataques: se disolvían las Patrullas de Control y los
Comités Obreros de Control de las fuerzas armadas. Se incautaron también las
radios de las organizaciones y partidos… la Radio CNT-FAI fue la primera.
Una vez pasados los sucesos de
Barcelona, el secretario del PCE, José Díaz declaraba:
“Todos los partidos y
organizaciones del Frente Popular tienen que condenar públicamente el criminal
levantamiento de Cataluña. Los que no lo hagan no pueden estar dignamente
representados en el gobierno.”
Se da pie entonces desde apenas
ocurridos los hechos de Barcelona, a una campaña del PCE para reprimir a
quienes habían respondido a la provocación contrarrevolucionaria por ellos
emprendida:
“El Gobierno va a restablecer el
orden en Cataluña. Ahora no puede haber ni la más mínima contemplación con los
desalmados que nos atacan por la espalda», (264); «Hay que ser implacables en
el aniquilamiento de los provocadores y traidores de la retaguardia», (265);
«La traición sólo tiene un nombre: traición», (266); «En efecto: ¡Basta de
provocaciones! Pero con el castigo implacable de los sublevados en Cataluña», (267);
«Los acusadores seguimos acusando. Quienes se levantan contra la República
democrática son agentes del enemigo», (268); «El Partido Comunista defiende con
toda lealtad los postulados de la República democrática y critica a quienes no
quieren defenderlos», (269); « ¿Quiénes son los enemigos del pueblo? Los
fascistas, los trotskistas y los incontrolables», (270); «Nuevas coincidencias con
nuestro Partido. Con el castigo implacable de los traidores de Cataluña gana
más nuestra unidad de combate», (271)
Por su parte el PSUC no podía
quedarse detrás de sus compinches del PCE y hacen publicar lo siguiente en su
órgano de expresión:
“Ha estat tan evident la criminal
actuació dels trotsquistes que dirigeixen aquesta bada facciosa que és el POUM
en l’aixecament contra la República durant la semana pasada, que totes les
organitzacions antifeixistes del país s’han aixecat unánimes en un moviment de
protesta general contra els provocadors de la tragedia” (272)
La CNT sabía lo que se escondía
detrás de estas palabras y las dichas antes por José Díaz, y hace publicar lo
siguiente:
“¿Qué quiere el Partido
Comunista? ¿Que se produzca una crisis para que la CNT deje de estar en el
gobierno?”
Estas palabras iban a resultar
casi proféticas: El 15 de mayo, en un Consejo de ministros, los dos
representantes comunistas provocaron
la crisis de gobierno.
Largo Caballero dice en sus
memorias: “Entonces propusieron [el PCE] la disolución de la CNT (273) y el
POUM... Manifesté que eso no se podía hacer legalmente; que mientras yo fuese
presidente del gobierno no se haría; que si los tribunales comprobaban que se
había cometido algún delito ( ... ) lo harían, pero no el gobierno."
Según José Peirats, Federica
Montseny en conversación con él, al hablar sobre la actitud de los dos
ministros del PCE que provocaron la crisis, Largo Caballero pronunció las
siguientes palabras: “El Consejo de Ministros continúa”. Fue entonces cuando ocurrió lo inaudito. Prieto, Negrín, Álvarez del
Vayo (socialistas prietistas), Giral, Irujo (republicanos), abandonaron a su
vez el salón. Caballero dijo entonces: "Ante esta situación queda
planteada la crisis". (274)
Una vez planteada la crisis del
gobierno Largo Caballero intenta formar otro. El 16 de mayo envía una carta a
todas las fuerzas políticas con la forma en que había de formarse dicho gobierno:
a la UGT le corresponderían tres ministerios, asumiendo el mismo la presidencia
y Defensa Nacional; al PSOE, PCE, IR y CNT les corresponderían dos ministros a
cada uno; un ministro para la Unión Republicana y un representante del Partido
Nacionalista Vasco y otro de la Esquerra Republicana ocuparían ministerios sin cartera. Contestaron aceptando la
propuesta la Izquierda Republicana, la Unión Republicana y la UGT. Contestaron
negativamente el PSOE, el PCE y la CNT, que no aceptaba que se le colocara en
ese lugar de inferioridad. Tenía razón la CNT al molestarse: no se le podía
colocar en el mismo nivel que al PCE, que había sido quien había provocado la
crisis y fomentado los enfrentamientos en Cataluña. Además de estas razones se hallaban
otras porque:
“a) El Partido Comunista había
provocado la crisis.
b) El Partido Comunista no ha colaborado
en la obra de gobierno con la lealtad de la CNT.
c) El Partido Comunista no
representa ni mucho menos lo que la CNT para el pueblo ni para el proletariado
español”.
Había razones para mantener esta
postura ante el PCE, como bien lo plantearía más tarde el Comité Peninsular de
la FAI:
“1) El Partido Comunista ha
combatido de una manera abiertamente contrarrevolucionaria la obra emprendida
por las organizaciones obreras, pretextando que lo primero era ganar la guerra,
sin advertir que al quitar a la guerra el calor popular, de cosa propia, tenía
irremediablemente que dar los frutos que estamos viendo desde mayo de 1937.
2) El Partido Comunista apoyó
desvergonzadamente a los sectores políticos que habrían debido desaparecer
después de Julio, buscando aliados y neófitos en los sectores de origen más
dudoso desde el punto de vista antifascista (275).
3) El Partido Comunista es
enemigo de la autonomía de los sindicatos y les niega personalidad para
intervenir como tales en la ordenación y en la transformación de la sociedad,
misión que, según él, incumbe a los Partidos, a él mismo.
4) El Partido Comunista ha
empleado los medios más desleales para acrecentar las filas de la U.G.T. a fin
de poder maniobrar desde ella con fines escisioncitas y esterilizar también la
obra directa de los sindicatos.
5) Ha creado organizaciones
amarillas para especular en su competencia con los socialistas por el dominio
de la U.G.T. Ahí tenemos el caso de la Federación provincial de campesinos de
Valencia.
6) El Partido Comunista ha
obstruido el desarrollo de las colectividades agrarias e industriales y ha
utilizado todos los medios, las fuerzas de orden público, incluso el Ejército,
para destruir las que se habían creado y prosperaban. Ha aprovechado su entrada
en el Ministerio de agricultura (276) para negar créditos, abonos y semillas a
las colectividades de la C.N.T. Ha utilizado la Unión de Rabassaires para
sembrar la cizaña en el campo catalán.
7) El Partido Comunista ha
esgrimido el chantaje [¡sic!] de la
ayuda rusa para producir los cambios políticos que consideraba más convenientes
a su desarrollo en detrimento de los otros sectores.
8) El Partido Comunista ha
utilizado el aparato burocrático y represivo del Estado para eliminar a sus
adversarios políticos con grave daño para la causa antifascista. Baste recordar
los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, la persecución y la anulación del P.O.U.M.
y el asesinato de militantes como Andrés Nin.
9) Han hecho del ministerio de
Estado un apéndice diplomático de las relaciones exteriores de la U.R.S.S., con
evidente desprestigio para España, que se ha visto así aislada del mundo.
10) El Partido Comunista ha
intervenido en los Comités de enlace para anular la acción de la U.G.T. como
sindical que había de verse forzosamente impulsada por nosotros en base a la
unidad de intereses y de aspiraciones del proletariado.
11) El Partido Comunista ha
explotado inicuamente a nuestro país con el negocio de las armas en las
condiciones más desventajosas y ha facilitado la adquisición de nuestros stoks
de mercaderías a precios irrisorios, sin contar el robo por el espionaje ruso
de nuestros secretos de fabricación industrial.
12) El Partido Comunista ha
paralizado y castrado por todos los medios la iniciativa creadora del pueblo
español para que tengamos forzosamente que ser tributarios del comercio
exterior ruso...”
Se formó entonces un nuevo
gobierno donde no sólo Largo Caballero había sido relegado de la dirección,
sino también la CNT y la UGT. El encargado de dicho gobierno era Juan Negrín (277).
Ante estos sucesos, la CNT se niega a prestar colaboración alguna en el nuevo
gobierno. La UGT había sido también relegada de la dirección de la guerra, y la
situación era más que favorable para la unión de la UGT y la CNT, que podían, juntas,
hacer la vida imposible a cualquier gobierno. En Solidaridad Obrera aparecería
una editorial con unas enormes letras que reflejaban lo que acababa se suceder:
“Se ha constituido un gobierno
contrarrevolucionario” (278)
Por su parte, una vez constituido
el gobierno Negrín el PCE se dedica a tratar de conseguir el apoyo popular al
naciente gobierno que, dicho sea de paso, entrañaba la política derrotista del
PCE y del PSUC, de ahí su apoyo a dicho gobierno:
“Resuelta la crisis. ¡Todos al
lado del Gobierno! A ganar la guerra, que es la única manera de ganar la
revolución», (279); «Todo el pueblo al lado del Gobierno», (280); «Acabar con
el desorden en la política y en la economía. Tareas esenciales del nuevo
gobierno», (281); «El nuevo Gobierno significa: unidad del pueblo español y
confianza internacional en nuestra República», (282); «El Gobierno comienza a
actuar, (283); «Cuando termine la guerra, España dispondrá libremente de sus
destinos. Para ello se han abierto por primera vez las auténticas vías
democráticas», (284); « ¡Unidad de todo el pueblo frente a los enemigos de
dentro y de fuera!», (285); «La política agraria de la República es una línea
auténticamente revolucionaria, dirigida contra el fascismo», (286); «La campaña
contra el Frente Popular. La política de unidad antifascista asegura el destino
de nuestra revolución», (287); «Los sindicatos están al lado del Gobierno del
Frente Popular», (288); «El Gobierno del prestigio y la energía. Todo el pueblo
está a su lado, frente a los criminales invasores fascistas» (289), «Mantengamos
inquebrantable la unión de las masas en torno a su Gobierno» (290); «Con
nuestro Gobierno que dirige al país en guerra colaboran entusiásticamente todos
los españoles honrados. Sólo los fascistas pueden atacarle e injuriarle» (291);
etc.”
Poco después, el 23 de mayo se
realizó un Pleno Nacional Regionales de la CNT, en donde se ratificó que no se prestaría
colaboración alguna al nuevo gobierno constituido sin su participación. También
se seguirían buscando las maneras de unirse con la CNT, y se recomendaba a sus
militantes tener en buen lugar todas las
disposiciones bélicas de la organización.
Pero la unión de ambas fuerzas
era algo difícil: si bien las fuerzas de la CNT había sido atacadas en los
sucesos de Barcelona, se encontraban con el mismo brío de siempre. Por el
contrario las fuerzas de la UGT no podían decir lo mismo: se hallaban
atiborradas de elementos extraños del PCE dentro de ellas, lo cual hacia que
sus fuerzas se minaran en mucho. Antes de estos sucesos Solidaridad Obrera se
expresa así sobre la infiltración del PCE en las filas de la UGT:
“Los marxistas de todos los
matices tienen en la UGT un vasto campo de acción” (292)
Poco después, el 2 de junio el
Comité Nacional de la CNT anunciaba ya que se estaban realizando negociaciones
para entrar de nuevo en el gobierno, lo cual sucedería al poco tiempo.
Ese mismo 23 de mayo se reúnen la
CNT, FAI y las Juventudes Libertarias en el Pleno de Regionales, donde la
resolución más destacada es la siguiente:
“Se acuerda: Atacar al Partido
comunista en el orden nacional. Atacar en el plano local a quienes se hagan
acreedores a ello, por su comportamiento en la localidad, provincia o región”
Esta resolución no estaba carente
de sentido. A partir del gobierno Negrín (293) se vinieron a suceder los peores
asesinatos políticos, la peor represión que España hubiese conocido. Y este
gobierno era fiel a la política contrarrevolucionaria del PCE.
Del Ministro de Justicia (294)
partió una orden para desenterrar los cadáveres de los muertos en las jornadas
de julio y agosto de 1936. Algunos de los muertos habían sido eliminados por
sus convicciones reaccionarias, otros por el error. Los cadáveres eran objeto
central de desfiles macabros organizados por la simbiosis PCE-PSUC con las viudas
o familiares de los muertos.
El 2 de julio se celebraba en
Tarragona el Consejo de Guerra contra los supervivientes de los muertos en las
jornadas en las que el PCE y el PSUC habían machacado toda Tarragona a raíz de
los sucesos de mayo. Pues bien, el PSUC había asesinado a 36 militantes
anarquistas, pero no se hallaban presentes los asesinos, sino sólo los
compañeros de los asesinados que habían logrado escapar insólitamente… ¡éstos
eran juzgados por supuestos “crímenes revolucionarios”!
Afortunadamente el argumento era
ridículo, y los acusados pudieron salir libres gracias a la oportuna
intervención de Eduardo Barriobero, uno de los abogados de los ahí acusados.
La represión que antes Largo
Caballero se negó a llevar a cabo contra el POUM, el gobierno Negrín lo autorizó
sin demoras. Los presos poumistas fueron llevados al Tribunal de Espionaje y
Alta Traición que se había fundado para juzgar a los prisioneros fascistas. La
acusación que se cernía contra el POUM era idéntica a la que desde el comienzo
de las hostilidades entre el PCE y el POUM venían haciendo los primeros. ¿A los
intereses de quien servía entonces Negrín, a los del pueblo a los de un
Partido?
Para acusar al POUM se fabricó
por la GPU un plan que servía de prueba.
Se trataba de que la policía española tenía en sus manos un plano que había
sido quitado a una Quinta Columna de Madrid en la que figuraban una palabras
supuestamente dirigidas por Andreu Nin a Franco. La orden de detención se
produjo en las filas del PCE. El director general de seguridad, el general
Ortega que, según José Peirats era un comunista
rabioso, dio la orden a Burillo (¡otro al servicio del PCE!) de detener a los
miembros del POUM, quien acató la orden.
Algunos de los presos fueron
conducidos a Valencia, pero Andreu Nin desapareció sin dejar rastro. Irujo
anunció que los miembros del POUM iban a ser juzgados junto a un grupo de
falangistas.
A raíz de la desaparición de Nin
comenzaron a aparecer en las paredes de varias ciudades unas leyendas en las
que se escribía “¿Dónde está Nin?”, haciendo alusión a la desaparición de éste…
inmediatamente otras personas llegaban y ponían debajo de esto otra leyenda
sarcástica: “En Alemania”
El 28 de junio el Comité nacional
de la CNT enviaba un extenso documento dirigido al presidente del Parlamento,
al presidente del Consejo de Ministros, a los ministros de Justicia y Gobernación
y a todos los partidos y organizaciones, donde se destacan estas palabras:
“El decreto del Ministerio de
Justicia, estableciendo los Tribunales Especiales ( ... ) a puerta cerrada y
con terrible aparato ( ... ) parece una concesión más a las necesidades o a los
propósitos de eliminación del partido llamado
de Unificación Marxista, sentidos y puestos en práctica por el Partido
Comunista en España y en Rusia. Y estimamos que esto no puede consentirlo la
opinión liberal española. Que en la U.R.S.S. resuelvan sus problemas como
puedan o como las circunstancias les aconsejen. No es posible trasplantar a
España la misma lucha, persiguiendo a sangre y fuego (...) a un partido de
oposición o sector disidente de una ideología o de una política”
El 21 de julio Federica Montseny
daba un discurso donde también se refirió a la desaparición de Andreu Nin:
“Acaban de decirnos que han sido
hallados en Madrid los cadáveres de Nin y de dos compañeros más. Esta noticia
no ha sido confirmada, pero hasta tanto el gobierno no la desmienta, diciéndonos
dónde está Nin, hemos de creer que es cierta. No se puede impunemente, pasando
por encima de la voluntad, de la dignidad de un pueblo, coger a un puñado de
hombres, acusarles de algo que no se ha demostrado, meterles en una casa particular
(…) sacarles por la noche y asesinarles... La CNT y la FAI tienen derecho a
plantear al pueblo español este dilema: España es un pueblo que ha demostrado
saber morir por la libertad. ¡Ni Roma, ni Berlín, ni Moscú!”
Estas palabras de Montseny marcan
de una manera muy clara el rechazo que en general sentía el pueblo hacia los
stalinistas en España: no se quería la tutela ni el régimen ni de Mussolini (Roma),
ni de Hitler (Berlín) ni de Stalin (Moscú).
Hasta el 4 de agosto no se
tuvieron noticias del paradero de Nin, el Ministro de Justicia se limitaba a
declarar que Nin había sido detenido con su grupo y puesto a disposición del
Tribunal de Espionaje y Alta Traición, siendo desaparecido de su celda, siendo
hasta el momento infructuosas cuantas medidas se habían tomado para dar con él.
La verdad es que Nin fue sacado
de su celda por agentes soviéticos que le llevaron a una de sus Tchekas
clandestinas para sacarle una confesión que le comprometiera con el plano
encontrado. Se le torturó psicológica y mentalmente, resistiendo Nin todos los
tormentos. Cuando terminó el tormento físico Nin era un guiñapo bañado en
sangre. Así no podía ser liberado, pues su estado físico hubiera puesto al
descubierto los procedimientos que habían sido empleados en él. La muerte era
entonces la única solución, y el PCE-PSUC no tenían el menor reparo en
apuntarse una muerte más en su agenda.
Se dijo entonces que Nin había
sido sacado de su celda por la Gestapo alemana, después de amagar a los
celadores. En el suelo –según la versión del PCE- se encontró una cartera con
documentación hitleriana.
El cadáver de Nin no fue hallado
jamás. Durante el proceso se abandonó el argumento de traición, se dijo por los
calígrafos que la firma en el plano encontrado no era de Nin, y como a éste no
se le podía ya juzgar, se condeno a los demás presos poumistas a duras penas
carcelarias.
A raíz del asesinato de Nin la
comunidad intelectual internacional se indignó y se reunió una comisión con
distintos partidos y organizaciones.
Por supuesto, el PCE y el PSUC veían
el peligro que esto significaba: serían puestas a nivel mundial las pruebas de
que no eran revolucionarios, sino unos vulgares asesinos. Así vemos que en sus páginas
se escribe:
“Los trotskistas del extranjero
que, como los de España, trabajan a las órdenes de la Gestapo (295), han
formado un titulado Comité de Defensa de los revolucionarios antifascistas, que
funciona en París y que ha tenido la audacia de dirigirse a los periódicos y a
las organizaciones antifascistas de España en demanda de apoyo a sus oscuros
propósitos de entorpecer la acción de la justicia popular española” (296)
El 15 de agosto, después de
pasada la desaparición de Nin, se continuaba la contrarrevolución con la
creación del SIM (297).
La noticia pasó prácticamente
desapercibida para todos los españoles. Es natural, por otra parte, que en
tiempos de guerra se pongan en marcha organismos de contraespionaje. Pero nadie
sospechaba entonces que un organismo creado para obstaculizar el espionaje en
la España antifascista pudiera servir pasando un tiempo como sucursal de la GPU
stalinista contra los partidos políticos y las organizaciones de oposición a éste.
La creación de este aparato fue
idea de los agentes soviéticos. Las cárceles clandestinas que hasta ese momento
poseía el PCE y el PSUC habían levantado un gran escándalo en la opinión
española. Con la creación del SIM estas cárceles y estos procedimientos pasaban
de ser clandestinos a legales.
Una vez creado el SIM los
stalinistas lo acorralaron hasta hacerse de él, como habían hecho antes con el
Consejo Nacional de Seguridad, y después con la Dirección Nacional de
Seguridad.
Por la dirección del SIM pasaron
stalinistas como Díaz Baza, Uribarri (298), etc.
Para el mantenimiento de este
servicio se contaba de 22 millones de pesetas anuales. En Madrid el SIM tenía
en su poder a 6.000 miembros, y por sus servicios, además del salario común, tenía
asegurado el 30% del botín asegurado... ¡una verdadera mafia!
Al poco tiempo de ser creado el
SIM, una vez ya en poder del PCE, oficialmente seguía siendo un aparato de
contraespionaje, pero en la práctica era un organismo policial al servicio del
Partido Comunista. Sus tentáculos se extendían desde el frente hasta la
retaguardia, vigilando estrechamente las actividades de los militantes no
afectos al PCE.
En el frente de lucha el SIM infundía
miedo a los combatientes que se habían negado a aceptar el carnet del Partido
Comunista y en la retaguardia un agente del SIM era temido hasta por la propia
policía. Un agente visible del SIM tenía
detrás de él a otro agente invisible.
Las cárceles del SIM, a
diferencia de las anteriores Tchekas del PCE, eran comúnmente casas lujosas
rodeadas de jardines. Los métodos de tortura eran las clásicas palizas, los
simulacros de fusilamiento colgar de los pies o de las manos a los presos,
enterrar agujas entre las uñas y otros tormentos parecidos. Los consejeros rusos modernizaron las
técnicas, con la escuela terrorista que habían cursado en Rusia, podían bien
contribuir a aumentar la monstruosidad de las torturas. Las celdas remodeladas
era más reducidas, pintadas con colores chillantes, los detenidos pasaban
permanentemente el tiempo de pie, con una luz fuerte de color rojo o verde
sobre sus cabezas. Otras las celdas en declive y muy reducidas igualmente, que
hacían que el preso mantuviera en tensión todos sus nervios. Otras eran
totalmente obscuras, y sólo se escuchaban unos fuertes ruidos metálicos todo el
tiempo.
Los interrogatorios eran
continuos, y los que se mantenían firmes en su voluntad eran torturados en la
Caja de los Ruidos (299), en la Cámara Frigorífica (300), o atados a la Silla Eléctrica
(301). Había también una especie de plancha donde se aplastaba a los
interrogados, cuya parte superior tenía curiosamente la forma de una cruz
gamada.
Las torturas en las Tchekas al
servicio de PCE-PSUC eran verdaderamente monstruosas, la saña y crueldad con
que ahí se trataba a los presos era más terrible que la utilizada comúnmente
por el régimen carcelario. Este sistema carcelario contrarrevolucionario apenas
tiene precedentes en la Inquisición Española, y las torturas del sistema
hitleriano, que si bien tienen mucho que contar, en lo que se refiere a las torturas
del PC mundial mantienen una disputa por ver quién es el más sádico.
Otro de los puntos a tratar en
este capítulo, que es de gran importancia, es el Consejo de Aragón y la lucha
en esta zona.
Las Columnas provenientes de
Barcelona especialmente ingresaron en Aragón de la siguiente manera:
La Columna Durruti (302), formada
de unos 3.000 hombres al salir de Madrid, lo hizo por la vía Barcelona-Lérida-Fraga-Bujaraloz-Pina-Osera.
La Columna estaba dirigida por Buenaventura Durruti y Pérez Farrás. Llegaron a
Bujaraloz el 27 de julio y a los pocos días llegaron a Osera, donde se situaron
de 20 a 30 kilómetros del objetivo principal y anhelado: Zaragoza.
El avance de la Columna Durruti
no era únicamente el avance al encuentro con el enemigo. A la vez que se
encaminaban a su destino revolucionario, a su paso se iba gestando un mundo
nuevo, el paso de las Columnas anarquistas aseguraba a los campesinos que el
pueblo se hallaba levantado en armas, que era éste quien tenía ahora las
riendas de sus vidas, y el pueblo comprendiendo esto, se lanzó al ensayo de sus
colectividades. A su paso por los distintos pueblos, los campesinos recibían a
las columnas anarquistas con vivas a la CNT-FAI. Durruti solía descender del
carro donde viajaba para platicar con los vecinos de la localidad:
“¿Habéis organizado ya vuestra
colectividad? No esperéis más. ¡Ocupad las tierras! Organizaos de manera que no
haya jefes ni parásitos entre vosotros. Si no realizáis eso, es inútil que
continuemos hacia adelante. Tenemos que crear un mundo nuevo, diferente al que
estamos destruyendo. Si no es así, no vale la pena que la juventud muera en los
campos de batalla. Nuestro campo de lucha es la revolución”
La segunda vía de llegada fue la
que ocupó la Columna Ortiz, mandada por el conocido anarquista del mismo
nombre, que siguió la misma ruta que la Durruti hasta Bujaraloz, de ahí cruzo el
Rio Ebro, entró en Caspe y continuó su camino por la orilla del Rio, con el
mismo objetivo que la Durruti: Zaragoza.
La tercera vía de penetración se
hizo por Lérida-Monzón-Barbastro, con dirección hacia Huesca. Aquí, a
diferencia de las otras dos vías de penetración, fueron tres Columnas las que
actuaron: la Trueba y Del Barrio llamada también “Carlos Marx” (303), y que
estaba formada por los militantes del PSUC, que llegó hasta Tardienta y se
encargó de organizar los ataques a Almudévar.
La más numerosa de las tres
Columnas era la Ascaso, mandada por Domingo Ascaso (304) y el Capitán Medrano,
a la que se fueron sumando mas fuerzas en su recorrido, sobre todo las de
Barbastro.
La tercer Columna era la “Lenin”
(305), compuesta por miembros del POUM y dirigida por Rovira, que dominó el
sector de Alcubierre... Otras Columnas más se fueron formando: Los Aguiluchos,
la Macià-Companys y la Roja y Negra.
El 6 de octubre de 1936 se celebró
un Pleno en Bujaraloz, en el que estaban representados por 139 delegados, todos
los pueblos de Aragón. Asistieron además las Columnas confederales “Cultura y Acción”
“Roja y Negra” “Cuarta Agrupación de Gelsa” “Centuria Malatesta” (306)
“Sur-Ebro” (Ortiz) Columnas Confederales de Huesca, Aldabaldetrecu y la Columna
Durruti. Después de una discusión sobre si el nuevo organismo debía o no
ejercer funciones de guerra, se constituye el Consejo de Aragón, teniendo por
residencia inicial y provisional Fraga (Huesca). El Consejo de Aragón (307)
estaba compuesto en su totalidad por elementos anarquistas:
Presidente:
Joaquín Ascaso Budría.
Justicia
y Orden Público: Adolfo Ballano Bueno.
Agricultura:
José Mavilla Villa.
Información
y Propaganda: Miguel Jiménez Herrero.
Transportes
y Comercio: Francisco Ponzán Vidal (308).
Instrucción
Pública: José Alberola.
Economía
y Abastos: Adolfo Arnal.
Trabajo:
Miguel Chueca Cuartero.
El Consejo de Aragón fue
rápidamente tachado por los periódicos del PCE-PSUC como “cantonalista y
faccioso” cuando se trataba de liquidarlo. Cuando se constituye el Consejo los
periódicos que tenían más o menos alcance nacional (Mundo Obrero, Política y El
Socialista) y que podían informar detalladamente a España de la creación
del nuevo organismo apenas dieron unas pequeñas notas donde se mencionaba el
acto, pero nada más. Por su parte la CNT de Aragón manifestó haber propuesto a
los integrante del Frente Popular su integración en tres departamentos del
naciente Consejo y no recibir contestación alguna: como urgía una solución rápida al asunto, la CNT decidió constituir el
Consejo y asumió para sí al constituirlo toda la responsabilidad (309).
Las fuerzas en Aragón se dividían
de la siguiente forma: los datos disponibles sobre la composición de 375
consejos municipales, es decir, la casi totalidad de los 400 municipios que se hallaban
bajo la dirección del Consejo, indican que la CNT era ampliamente mayoritaria:
175 de predominio cenetista, 91 de la UGT, y compartían estos últimos el
predominio en 23 pueblos más. El resto era compartido por los republicanos y otras
organizaciones bajo la denominación de Frente Popular. En ningún pueblo el PCE
poseía mayoría.
En Andalucía la situación es
similar, como en las demás regiones. Aquí aparecen (Andalucía) 147
colectividades, de las cuales 42 son de la UGT, 36 de la CNT, 38 de CNT-UGT y
31 de otras organizaciones; en Castilla la Mancha aparecen 452 colectividades,
de las cuales 217 eran de la UGT, 189 de la CNT y 49 de composición mixta; en
el País Valenciano aparecen 353, de las cuales 264 eran de la CNT, 69 de la
UGT, y 20 de la CNT-UGT; en Cataluña había 95, de las cuales 43 eran de la CNT,
3 de la UGT, 18 de CNT-UGT y 31 de otras
organizaciones; en Murcia 122, de las cuales 59 eran de la CNT, 53 de la UGT y
10 mixtas; y por último, en Aragón había 306, de las cuales 275 eran de la CNT
y 31 de la UGT (310).
Las zonas donde la CNT se hallaba
en mayoría no presentaban conflictos entre las distintas tendencias políticas,
pues al ser la mayoría cenetista, ésta arrastraba tras de sí incluso a los más
reacios a la colectivización anarquista. “Sin embargo, eso no era lo mismo
cuando las colectividades libertarias tenían que desarrollarse en zonas donde
militarmente actuaban las Columnas del PSUC o del POUM, fuerzas que, por su
antianarquismo, aunque enemigas entre sí, se reconciliaban en su lucha contra
la CNT” (311).
Cuando se constituye el Consejo
de Aragón las milicias que habían
llegado hasta aquí ocupaban ya espacios perfectamente definidos.
Las milicias anarquistas que
habían llegado aquí daban a los campesinos la confianza suficiente para
lanzarse a la creación de las colectividades, que se desarrollaban a su amparo.
En octubre, teniendo cerca el
aniversario de la revolución rusa, Ovssenko dijo a Companys que la presencia de
miembros de la CNT en Rusia habría de provocar una muy buena impresión,
solicitando que fuese el mismo Durruti quien se presentara a Rusia. Esta
recomendación fue dicha por Companys al Comité Regional de la CNT, quien envió
una delegación a Bujaraloz a fin de convencer a Durruti. Cuando se presenta la
delegación encargada de exponer a Durruti los planes que se tenían, éste les
responde:
“Quizá, para la propaganda,
convenga a la CNT enviar un delegado en el conjunto de esa delegación
colectiva; pero pensar que eso va a dar ocasión de decir al pueblo ruso lo que
significa nuestra revolución y sus necesidades, es desconocer la realidad
soviética. Esa delegación estará asediada por las autoridades y por los agentes
de la GPU. Irá de fiesta en fiesta y será una pancarta en la tribuna oficial.
Así se demostrará al pueblo ruso que España agradece su ayuda. Pienso, pues,
que es un error enviar delegados de la CNT y, desde luego, inútil enviar un
delegado de la Columna. No obstante, será el Comité de Guerra el que decida”
Finalmente el Comité de Guerra
decide enviar a otro, quedando como delegado Francisco Carreño pero, a nombre
de la Columna Durruti, éste mandará un mensaje al pueblo ruso. Leámoslo:
“Compañeros:
Sirvan estas líneas para mandaros
un fraternal saludo desde el frente de Aragón, donde miles de hermanos vuestros
luchan, como vosotros luchasteis hace veinte años por la emancipación de una
clase ofendida y humillada durante siglos y siglos. Hace veinte años que los
trabajadores rusos izaron en Oriente la bandera roja, símbolo de la fraternidad
entre el proletariado internacional, en el cual depositasteis toda vuestra
confianza para que se os ayudara en la magna obra que habíais emprendido;
depósito del que supimos todos los trabajadores del mundo hacernos cargo
respondiendo abnegadamente con las posibilidades que el proletariado posee.
Hoy es en Occidente donde renace
una revolución, y ondea también una bandera que representa un ideal, el cual,
triunfante, unirá con lazos fraternales a dos pueblos que fueron escarnecidos
por el zarismo por un lado y la despótica monarquía por otro. Hoy, trabajadores
rusos, somos nosotros los que depositamos en vuestras manos la defensa de
nuestra revolución; no confiamos en ningún político sedicente demócrata o
antifascista; nosotros confiamos en nuestros hermanos de clase, en los
trabajadores; ellos son los que tienen que defender la Revolución española, lo
mismo que hicimos nosotros hace veinte años cuando defendimos la Revolución rusa.
Confiad en nosotros; somos
trabajadores auténticos, y por nada del mundo abandonaremos nuestros
principios, y menos humillaremos la herramienta símbolo de la clase
trabajadora.
Un saludo de todos los
trabajadores que luchan contra el fascismo, con las armas en las manos, en el
frente de Aragón.
Vuestro
camarada: B. DURRUTI
Frente de Osera, 23 de octubre de
1936”
Si tomamos en cuenta que cuando
se cumplía el aniversario de la revolución rusa la figura de Stalin, pese a ser
lo que era, era idolatrado de una manera asombrosa por quienes veían en él un
salvador, el mensaje de Durruti, que no rendía homenaje a la figura del asesino
del pueblo ruso, seguramente no fue leída, y la afrenta de Durruti al no
idolatrar a Stalin iba a ser algo que el stalinismo no iba a olvidar.
El 1 de noviembre Joaquín Ascaso,
que había sido elegido presidente del Consejo de Aragón, se desplazó hasta
Madrid, en espera de un reconocimiento del gobierno al recién nacido Consejo en
Aragón. Por medio de un documento dirigido al gobierno de Madrid se pone de
relieve la necesidad de reconstruir la economía, y demás necesidades para el
pueblo aragonés, además informar que todo el pueblo liberal aragonés está
apoyando la iniciativa de dicho organismo.
A pesar del entusiasmo que
suponía la creación de un organismo de esta naturaleza que coordinara la vida
en Aragón, éste no fue reconocido por el gobierno sino hasta el 17 de diciembre,
y el 25 aparecía publicado el reconocimiento:
“En Aragón se creará el Consejo
de Aragón, que abarcará con iguales atribuciones que las que se indican en este
Decreto para los Consejo provinciales a todo el territorio aragonés
reconquistado y aquel que reconquiste el Ejército Popular” (312).
En la nueva organización se daba
cabida a los demás grupos políticos del Frente Popular, pero se guardaban siete
puestos para los militantes anarquistas, además de la presidencia:
Presidencia:
Joaquín Ascaso, CNT.
Orden
Publico: Adolfo Ballano, CNT.
Información
y Propaganda: Evaristo Viñuales, CNT.
Agricultura:
Adolfo Arnal, CNT.
Trabajo:
Miguel Chueca, CNT.
Economía
y Abastos: Evelio Martínez, CNT.
Transportes
y Comunicaciones: Luis Montoliu, CNT.
Justicia:
José Ignacio Mantecón, IR.
Hacienda:
Jesús García, IR.
Cultura:
Manuel Latorre, UGT.
Obras
Públicas: José Ruiz Borao, UGT.
Sanidad
y Asistencia Social: José Duque, PCE.
Industria
y Comercio: Custodio Peñarrocha, PCE.
Secretario
General: Benito Pabón, Partido Sindicalista.
El 15 de abril, con la
militarización de las milicias, las Columnas pasan a militarizarse y con ello
los cambios de nombre:
La Columna Ortiz pasaba a ser la
25 División, seguía dirigiéndola el cenetista Antonio Ortiz y se componía de
tres Brigadas, la116, 117 y 118.
La Columna Durruti pasaba a ser
la 26 División, y la dirigía el también cenetista Ricardo Sanz (313). La
formaban también tres Brigadas, la 119, 120 y 121.
La Columna Carlos Marx pasaba a
ser la 27 División, mandada ahora por el marxista Antonio Trueba y se componía
también por tres Brigadas, la 122, 123 y 124.
La Columna Ascaso se transformó
en la 28 División, y había absorbido a la de los Aguiluchos y otras fuerzas
menores. La mandaba el anarquista Gregorio Jover y tenía también tres Brigadas,
la 125, 126 y 127.
La Columna Lenin se convirtió en
la 29 División (314) y sólo tenía dos Brigadas, la 128 y 129. Existía, por último,
dos Brigadas autónomas, la 130 (antigua Columna Pirenaica) y la 131 (antigua
Macià-Companys).
Pero el reconocimiento del
Consejo de Aragón por el gobierno, y la participación del Frente Popular en el
Consejo de Aragón no significaba el aniquilamiento de la contrarrevolución.
El 14 de febrero de 1937 se
celebra el primer Congreso de Colectividades de Aragón en el Teatro de Goya, en
Caspe. Estuvieron presentes el Comité Nacional de la CNT, el Comité Peninsular
de la FAI, dos delegaciones del Comité Regional de Grupos Anarquistas y 500
delegados que representaban a más de 80.000 colectivistas aproximadamente. He
aquí algunos datos sobre las colectividades representadas en febrero:
Comarcal de Alcañiz
(colectividades de seis pueblos, Alcañiz, Castelserau, Belmonte, La Cordoñera,
Torrecilla de Alcañiz, Valdeagorda) con 596 afiliados.
Comarcal de Alcoriza: 13
colectividades, algunas como las de Andorra y Cañizar del Olivar con 3.200
campesinos cada una, la de Alcoriza con mil. En total 10.000 afiliados.
Comarcal de Albalate de Cinca: 16
colectividades, la mayor de ellas, la de Ontiñena, con 800, la menor, la de
Almidafa, con 30 afiliados. Total 4.068 miembros.
Comarcal de Angües: 36
colectividades con 6.201 afiliados; la mayor era la de Casdás, con 406
miembros, la menor la de Sietamo, con 45.
Comarcal de Caspe: 5
colectividades, la más nutrida la de Maella con 757 miembros. En total 2.197
afiliados.
Comarcal de Ejulve: 8
colectividades, la mayor la de Villarluengo con 1.300 miembros, otra en Ejulve
con 1.200; la menor en Mezquita de Jarque, con 27 afiliados. Total 3.807
miembros.
Comarcal de Escucha: 6
colectividades, la mayor en Utrilla, con 400 afiliados.
Comarcal de Grañen: 12
colectividades (no constan las cifras de los miembros).
Comarcal de Lecera: 9
colectividades con 2.045 afiliados; la mayor, Lecera con 650 miembros, la
menor, Moneva con 77.
Comarcal de Monzón: 35
colectividades, algunas, como la de Binefar, con 3.400 miembros, la de Binacet
con 1.800.
Comarcal de Sastago: 4
colectividades, con un total de 478 afiliados.
Comarcal de Puebla de Hijar: 9
colectividades con un total de 7.146 afiliados.
Comarcal de Pina de Ebro: 6
colectividades con 2.924 afiliados.
Comarcal de Torrente: 3
colectividades.
Comarcal de Valderrobres: 18
colectividades con 11.449 afiliados; algunas de ellas muy importantes, como la
de Fresneda, con 2.000 miembros, la de Calaceite con 1.740, la de Valderrobres,
con 1.600, la de Mazaleón, con 1.560.
Comarcal de Mas de las Matas: 14
colectividades, con 7.930 afiliados; tres de ellas, con más de mil afiliados
cada una.
Comarcal de Muniesa: 11
colectividades con 2.254 afiliados.
Comarcal de Mora de Rubielos: 21
colectividades con 3.782 afiliados.
Comarcal de Ainsa: número de
afiliados faltan.
Comarcal de Alfambra: 6
colectividades con 502 afiliados.
Comarcal de Benabarre: 6
colectividades con 470 afiliados.
Comarcal de Barbastro: 31
colectividades con 7.983 afiliados; la más nutrida la de Peralta de Alcolea,
con mil miembros.
Comarcal de Pancrudo: 4 colectividades
con 215 afiliados (315).
Aunque hay otros datos, las actas
del Congreso, editadas por el Comité Regional de la CNT, nos indican que fueron
456 delegados de 275 colectividades representando
a 141.430 afiliados (316). Gastón Leval opina que el total de colectivistas
no era menor a 300.000 (317) y que se explotaba el 70% de las tierras. Dos
meses después de este Congreso se realiza en Caspe un Pleno de Colectividades
de Aragón, donde se manifiesta que la CNT controlaba 250 colectividades con un
total de 150.000 colectivistas (318). Como quiera que sea, las cifras aquí
dadas nos servirán para compararlas después con las cifras de un Congreso
posterior a la represión que siguió a la disolución del Consejo de Aragón y con
ello de las colectividades.
El 8 de junio el ministro de
Agricultura, Vicente Uribe, quien era también miembro del Comité Central del
Partido Comunista promulga una disposición en la que se legalizaban las
colectividades:
“A los fines de auxilio y apoyo,
por parte del Instituto de Reforma Agraria, se consideran legalmente
constituidas en el presente año agrícola todas las explotaciones colectivas
formadas a partir del 19 de julio de 1936, no tramitándose por los servicios
dependientes del Instituto de Reforma Agraria ninguna demanda de revisión de
tierras ocupadas por dichas colectividades, ni cosechas en pie o almacén que
hayan sido requisadas en el acto de incautación, ni aun en los casos en que se
aleguen supuestos errores de carácter jurídico o definición política en
relación con el antiguo poseedor o usufructuario de la tierra colectivizada” (319)
Este hombre, que había combatido
por todos los medios las colectividades, que formó grupos de propietarios
descontentos para atacarlas, que hacia llamados por radio pidiendo a los
campesinos no entrar en las colectividades, ahora promulgaba un decreto de
legalización. El PCE y Vicente Uribe entre ellos, eran enemigos declarados de
las colectividades porque eran de la CNT y de la UGT, de la autentica UGT, la
que no estaba dominada por los marxistas. Si alguna vez los marxistas del PCE o
del PSUC se manifestaron si no a favor, por lo menos neutros con las
colectividades, eso fue por circunstancias que no podían evitar, no por
convicciones. No puede encontrarse otro sentido a este acto que no sea el del
engaño y la ironía: las colectividades aragonesas sería atacadas a los dos
meses de promulgado éste decreto.
Cuando estaba por terminar julio
el PCE y el PSUC promovían una campaña contra los anarquistas por supuestos
planes de atentados de estos. Pero la CNT salió al paso afirmando que si no se
daban pruebas de lo que se decía el anatema de traidor se aplicaría entonces a
quienes hablaban sin fundamentos. Se dio entonces un giro en los ataques de los
stalinistas y se procedió a la defensa de la Unión Soviética que Federica
Montseny atacó en un mitin en un acto conmemorativo del 19 de julio:
“La revolución rusa siguió
adelante rebasando el período del gobierno de Kerenski; el pueblo destruyó la
tiranía de los zares, pero creó la tiranía de Stalin. Siguen los fusilamientos…”
Solidaridad Obrera también salió
al paso, y dejó clara su postura ante la URSS:
“Nuestro agradecimiento a la
U.R.S.S. por el apoyo prestado a España es infinito. Pero eso no quiere decir
que los que en España representan al partido que detenta el poder en Rusia se
crean en el derecho a todo por lo que la U.R.S.S. ha hecho en favor de España.
Si tal cosa ocurriera perdería inclusive la Unión Soviética el derecho a
nuestro agradecimiento. Porque se agradece lo que se recibe, lo que se da
generosamente, no lo que se vende ni lo que se compra” (320)
Ese mismo 19 de julio, mientras
Montseny decía lo que hemos visto en Valencia, Joaquín Ascaso también habló del
Consejo de Aragón, y mostraba ciertas previsiones sobre un posible ataque a éste:
“sería lamentable que hubiera quien pretendiera jugar con él [Consejo de
Aragón], porque se le obligaría a sacar las uñas de hierro y sus acerados
dientes”.
También habló de lo realizado en
un año de gestión: se habían construido infinidad de caminos y carreteras, se
habían inaugurado líneas de transporte y viajeras, se tendieron líneas
telefónicas, se había comenzado la construcción de un ramo de ferrocarril,
proyecto que estuvo 16 años metido en archivos, se había eliminado eficazmente
la especulación y la usura, etc.
Pero las cosas no terminaban
aquí: la guerra de declaraciones no terminaba. Cuatro días después del artículo
precedente de Solidaridad Obrera, el 8 de agosto Juan Comorera, del PSUC, se
expresaba así del anarquismo en un mitin celebrado en Valencia:
“El proletariado estaba
influenciado por el anarquismo y por los partidos de izquierda. Con la unión de
los cuatro partidos marxistas de Cataluña comenzó a variar y se luchó contra el
dominio casi absoluto del anarquismo y contra las influencias de los partidos
de izquierda. Hoy hemos vencido nosotros y hemos acabado con las provocaciones
y con los fascistas... Hemos vencido las dificultades y hemos eliminado a los
valientes de las carreteras pero cobardes en los frentes”
No es para asombrarse que un
miembro del marxismo se exprese así. Además, a continuación veremos lo que
sucedió en Aragón hasta la ocupación de éste, y veremos si son verdad las
palabras de Comorera.
A principios de agosto se habían
reunido en Barbastro el Frente Popular, formado por el Partido Comunista, la
UGT e Izquierda Republicana. Aquí los presentes coincidieron en que, a su
juicio, “la política del Consejo de Aragón era equivocada y opuesta a los
intereses a la económica de la región”
Se acordó entonces proponer al gobierno
que se designara a un gobernador federal que pudiera ejercer en Aragón una verdadera autoridad. En resumen, el
principal acuerdo de la reunión de Barbastro fue pedir públicamente la
disolución del Consejo.
El dos de agosto la CNT celebraba
un Pleno Nacional en Alcañiz, a modo de réplica de la reunión de Barbastro. De
la resolución acordada por los cenetistas se destaca:
“En Aragón la C.N.T., consciente
y segura de su responsabilidad, dice: Que así como desea que no se destroce el
frente antifascista por apetencias políticas, ni se traicionen los acuerdos de
un pacto que aun tiene la tinta fresca, tampoco está dispuesta, y lo afirma sin
jactancia de ninguna clase, a dejarse arrebatar las conquistas logradas en el
aspecto político, social y económico”
La situación era entonces de
enfrentamientos indirectos, de acusaciones falsas de los marxistas y de réplicas
y aclaraciones de la CNT, que a cada paso que daba el PCE y el PSUC, respondía
con una réplica que los últimos hacían no escuchar.
El decreto de disolución del
Consejo veía preparándose desde hacía por lo menos dos meses, de acuerdo con
las Memorias de Azaña. El 4 de junio apuntaba:
“Le he preguntado al presidente
cuándo disuelve ese Consejo, sustituyéndolo por uno o varios gobernadores. Está
dispuesto a hacerlo. Y a meterles en la cárcel, para lo que hay motivo sobrado,
en particular respecto a Ascaso” (321)
El 12 de julio, al parecer,
estaba ya listo el decreto de disolución:
“Dos veces me ha visitado hoy el
subsecretario de la presidencia, una en Valencia, otra aquí, trayéndome a la
firma unos decretos con la combinación de gobernadores y la disolución, por
fin, del Consejo de Aragón. Se nombra un gobernador general de los territorios
aragoneses que están bajo el Gobierno de la República, con iguales atribuciones
que los demás gobernadores. Ahora falta el pedirles cuentas de sus tropelías
(…) Por cierta nota que ha publicado Ascaso, colijo que pueden ofrecer resistencia
y promover un conflicto. Deseo saber qué disposiciones se adoptado para prevenirlo,
no sea que se lancen demasiado alegremente a la operación y salga mal. En Aragón
predominan las fuerzas confederales” (322)
Y el 6 de agosto:
“Lo del Consejo de Aragón se va a
realizar ya de un momento a otro. Asegura Negrín que se han adoptado todas las
precauciones posibles, espero que el asunto se desenlace sin incidentes graves”
(323)
El 11 de agosto el gobierno dio
un golpe muy fuerte a los libertarios y campesinos aragoneses: se decretaba en
un corto decreto en la Gaceta de la República
la disolución del Consejo de Aragón y la función de sus consejeros. El
preámbulo del decreto de disolución hablaba de una falta de autoridad y de la
necesidad de concentrar la autoridad del Estado… ¡justo lo que argumentaban los
marxistas!
A la disolución del Consejo de Aragón
le siguió la formación de un nuevo organismo: Ignacio Mantecón, uno más al
servicio del PCE y que figuraba como republicano asumía la función de
gobernador general (324).
Antes de publicar el decreto de
disolución del Consejo, el ministro de defensa, Prieto, envió a la tristemente
famosa 11 División, al mando del lacayo del PCE-PSUC, Líster.
La instalación de Mantecón se
hizo por medio de una cruda violencia insensata contra los colectivistas. Pero,
stalinistas al fin, no podían detenerse
en la instauración de un poder a su imagen y semejanza: las colectividades
fueron sádicamente atacadas, los instrumentos de producción, animales,
semillas, etc., fueron entregados a los antiguos explotadores. Más de 600
militantes de la CNT fueron detenidos, otros miles de campesinos tuvieron que
emigrar a otras regiones, huyendo de la represión marxista.
Los propietarios con el cobijo de
las fuerzas stalinistas se repartieron las tierras, semillas, animales, etc.,
las tierras de los pequeños propietarios que se limitaron a juntar sus tierras
para trabajarlas juntos también fueron saqueadas.
La 27 División (PSUC) y la 30
(separatistas catalanes) siguieron el ejemplo dado por la 11 División ahí donde
se encontraban.
Las fuerzas que se encontraban en
el frente de Aragón recibieron las ordenes de los Comités superiores de la
CNT-FAI de que no abandonaran el frente, pues eso beneficiaria a Franco, de
esta manera los vándalos del PCE-PSUC y los catalanistas nacionalistas pudieron
saquear también los locales libertarios.
Pero los ataques a las
colectividades no podían ir sino seguidos del plan continuamente usado por los
marxistas: al ataque traicionero ha de unirse la campaña de difamación. Así es
que les vemos escribir:
“Regía caprichosamente los
destinos de Aragón leal uno de esos gobiernillos incontrolados... El malestar
de la población antifascista evidenció su profundidad en la última reunión del
Frente Popular aragonés. Los representantes del pueblo comprobaron el reinecillo
de la tropelía y la sometida protesta de las masas populares... Los campesinos
aragoneses, el pueblo de esta región leal, al respirar como al salir de una
cárcel, vibran como al despertar de una pesadilla... Hay un sistema bien claro
y bien triste de lo que significaba el disuelto Consejo de Aragón: el
procedimiento de su presidente: es procesado por contrabando de joyas” (325)
Pero la calumnia hecha contra Joaquín
Ascaso no pudo ser sostenida, y fue liberado al poco tiempo (18 de septiembre).
Pero lo interesante es ver que, contrariamente a lo que dicen los redactores de
Frente Rojo, no se estaba saliendo de
una pesadilla ¡sino entrando en ella! Quizá al decir que se salía de una
pesadilla se referían a los propietarios y antiguos explotadores a los que los
stalinistas les entregaron lo que el pueblo les había expropiado.
En Caspe, la entrada de las
fuerzas militares marxistas se hizo con un lujo de violencia insensata, al
irrumpir en el local de la CNT rompieron un retrato de Durruti entre risas y
burlas. El diario Nuevo Aragón fue
suprimido, y en su lugar se publicó El Día,
claramente stalinista.
En Binaced (326) la ex Columna
Carlos Marx (27 División) se encargaron de destruir las colectividades y
apresar a los responsables de las mismas. Algunos de los responsables lograron
ir al frente antes de ser apresados por los marxistas, pero no todos lograron
hacer esto. Al día siguiente del ataque, después de apresar cenetistas los
guardias de asalto abrieron los depósitos y almacenes de la colectividad y
regresaron a los burgueses no sólo las tierras, sino también los utensilios de
producción, dejando al pueblo como antes del 19 de julio.
En Binéfar la UGT no era apenas
conocida, y fue la CNT quien se encargó de organizar la colectivización. El
ataque a la colectividad fue hecho y los colectivistas trataron de dar a
conocer lo que estaba sucediendo en sus tierras, pero no se obtuvo una
respuesta del todo satisfactoria y entonces se comunican los hechos a la Comuna
Roja y Negra, que se presentó en la colectividad y se entrevistaron con los
mandos militares de la comarca. Se les dijo que no pasaba nada, que podían
regresar al frente, dándole la promesa de que no habría represión ni ataque al
pueblo. Pero la promesa fue rota y poco antes después de irse los milicianos
anarquistas un avión volaba por encima de la comarca. Los militantes que
pudieron se fueron al frente, los que no fueron apresados. Pero al no poder
detener a los responsables de la colectividad que se habían ido al frente, los
valientes miembros del PCE detuvieron a las esposas y las encarcelaron. La obra
de destrucción no podía ser más dura: se destruyó, saqueó, quemó, rompió todo
cuanto se pudo; incluso el hospital, Casa Durruti fue atacado y saqueado,
quedando los enfermos en la calle.
En Alcañiz hicieron presos a los
componentes del Comité Regional de la CNT durante varios días, sin que se
supiera su paradero. El Comité Nacional de la CNT impidió que se cometieran las
prometidas ejecuciones. Finalmente se puso en libertad a los componentes del
Comité Regional.
Los Consejos Municipales fueron
sustituidos por Comisiones Gestoras, como en el antiguo Bienio Negro. En las
tres mayores zonas de implantación cenetistas se impusieron a miembros adictos
al marxismo para tales efecto: en Albalate de Cinca a Royo (PCE), en
Valderrobres a Ortiz (JSU) y en Alcañiz a Manuel Soler (JSU) podemos imaginar
los resultados.
En Esplús las fuerzas de la 27 División
(antigua Carlos Marx) entraron hacia las 4:00 pm, procedentes de Albalate de
Cinca, donde habían actuado de manera similar. Antes de proceder al ataque a la
colectividad se procede a colocar en los cuatro costados de la colectividad sus
armas de guerra, sobre todo ametralladoras automáticas, como si se tratara de
un ataque al enemigo. Pero no, los marxistas corrían ante el enemigo,
retrocedían y cedían camino, pero contra el pueblo se envalentonaban. Entraron disparando
directamente sobre los campesinos que trabajaban. Los primeros en darse cuenta
del ataque fueron los grupos de trabajo, quienes al darse cuenta de los
primeros disparos respondieron a los atacantes con sus armas; pero eran estas
insuficientes ante un grupo bien armado, retrocedieron entonces llegándose al
pueblo vecino de Binéfar, donde ya se encontraban otros compañeros que también huían
del ataque marxista.
Hicieron varios presos. También
pudieron escapar algunos de los miembros más significativos para la
colectividad y enrolarse en el frente de lucha. Se constituyó un nuevo
Comité-Consejo conforme la política marxista, e instalaron su Estado Mayor en
la casa más grande del pueblo, que estaba siendo habitada por gentes de
derechas, con quienes al parecer los marxistas se llevaban muy bien.
Una veintena de jóvenes de la
Columna Roja y Negra que estaban de descanso supo de lo sucedido y lo
comunicaron a su Columna. Un día después de la ocupación de los marxistas se
presentó Manuel Lozano, Comisario General de la Columna Roja y Negra, no logró
liberar a los presos de la colectividad, pero al poco tiempo se presentaron
Salamero, Comandante del III Batallón, y Joaquín Solano, Teniente, que se
presentaron en el puesto de mando de los ocupantes para exigirles con la
pistola en la mano, que se diera la libertad de entrar y salir del pueblo a
quien lo quisiera, así como la devolución de las armas que se les habían
quitado a los confederales. Las armas fueron regresadas, y dada la actividad
que los marxistas habían realizado los combatientes de la Columna Roja y Negra
les llamaron incluso fascistas. Los marxistas no supieron alegar nada ni de
palabra ni de obra. De ahí salieron en un camión todos los que desearon y se
concentraron en el frente, escapando de la represión que había de seguir
después.
Las fuerzas que ocuparon la
localidad se mantienen en ella desde agosto de 1937 hasta marzo de 1938, que es
cuando los franquistas ocupan la localidad. Cuando esto sucede nadie del
Consejo marxista abandona la localidad, ni los socialistas, ni los
individualistas, ni republicanos, excepto los cenetistas, todos se quedaron en
la localidad… ¿complicidad con el enemigo? ¿Similitud de medios y de fines? Que
cada cual saque sus conclusiones.
Pese a ser destruida la
colectividad, ésta volvió a reconstruirse y funcionar, con más dificultades que
antes, pero su empeño fue grande y lograron reorganizar de nuevo su
colectividad.
Después de esto las fuerzas
contrarrevolucionarias se dirigieron a Alcolea de Cinca, donde hicieron lo
mismo, se apoderaron de los víveres, y una vez que habían ocupado los locales
de la CNT izaron en los balcones la bandera soviética.
En Barbastro las fuerzas de
policía y miembros stalinistas tomaron por asalto la casa confederal e hicieron
70 presos.
Los catalanistas no podían
quedarse atrás: las fuerzas de la 30 División entraron en Angües e invadieron
el local de la CNT destruyendo e incautando lo que encontraron. Cuatro
Consejeros anarquistas fueron detenidos. Pero los combatientes de la 28 División
respondieron la agresión, haciendo huir a los agresores que en su camino se
llevaron hasta aves de corral.
Por estos hechos es que las
palabras de Diego Abad de Santillán nunca fueron tan ciertas: “Tuvimos a un
solo enemigo tenaz de las colectividades agrarias: los rusos y sus agentes del
Partido Comunista Español”.
Una vez realizada la faenita
marxista se vuelve a la carga en las páginas de los periódicos stalinistas,
primero con argumentos calumniosos:
“El gobierno del Frente Popular ha hecho una
entrada verdaderamente triunfal en Aragón. Los campesinos le saludaron alborozados
y llenos de esperanza. Aragón comienza a respirar... Ha terminado sin duda una
época odiosa y trágica. Bajo el reinado del extinguido Consejo de Aragón (...)
ni los ciudadanos ni la propiedad (327) contaban con la menor garantía. El
arbitrio y la arbitrariedad de un puñado de nuevos autócratas habían sido
elevados a la categoría de sistema de gobierno. Y ese sistema se había impuesto
mediante el ejercicio del terror... (328) Aragón es un gigantesco arsenal. El
gobierno se ha encontrado con gigantescos arsenales de armas y municiones, con
depósitos de millares de bombas y centenares de ametralladoras del último
modelo. Con cañones y tanques (329). Y todo este material estaba reservado, no
precisamente para combatir en los frentes de batalla, sino como propiedad de quienes
quisieron hacer de Aragón un baluarte para las luchas contra el gobierno de la
República. La mejor prueba es que las mejores trincheras de Aragón no apuntaban
hacia las del traidor Cabanellas, sino hacia el lado opuesto... En cuanto a las
colectividades (...) diremos que no hay un solo campesino aragonés (!) que no haya sido forzado (330) a
entrar en las mismas. El que se resistía sufrió en su carne y en su pequeña
propiedad la sanción terrorista. Miles de campesinos han emigrado de la región
prefiriendo desertar a soportar las mil medidas torturantes que el Consejo
impuso (...) Bien pronto en Frente del Este anulará al glorioso Frente del
Centro y ésta no será una de las pequeñas victorias del Gobierno” (331)
Luego con argumentos ridículos:
“Llegamos a Aragón con la prensa
que da la noticia de la disolución del Consejo. Los pueblos estan alborazados.
En uno, una mujer sale a la calle con una silla y dando con ella un fuerte
golpe en el suelo dice:
--Menos mal que ya puede una
salir a la calle.
--¿Es que antes no podían?
--Como poder, si. Pero es que
nosotros no quisimos entrar en la colectividad…
Y añade suspirando:
--¡Ay, que llevamos un año que
nadie sabe lo que hemos tenido que pasar!” (332)
Las palabras contenidas en el número
del 14 de agosto nunca fueron demostradas con claridad. Sobre el gigantesco
arsenal encontrado en Aragón, constantemente los diarios confederales les
incitaban a demostrarlo con pruebas, pero los calumniadores siempre respondían
con evasivas.
Para cuando esto sucedía, el 19
se había perdido Bilbao, Santander caería el 25 de agosto, y más tarde Gijón el
20 de octubre.
Al perderse Bilbao, las
Juventudes Libertarias hacen publicar por medio de uno de sus órganos de
expresión, Juventud Libre, un
magnifico documento, del que sólo he obtenido partes, titulado “La caída de
Bilbao significa el fracaso del Gobierno Negrín”. El artículo se publicó por
millares, y fue distribuido ampliamente. En una parte de ese magnífico documento
se lee:
“Por toda la España leal un solo
clamor, un solo grito cruza campos y ciudades: ¡Fuera el Gobierno Negrín! ¡Fuera el Partido Comunista, causante de
todas las derrotas! ¡Exigimos un Gobierno con representación de todas las
fuerzas antifascistas que imponga una auténtica política de guerra!
Pero el Gobierno Negrín, a pesar
de la crisis latente en que se halla, intenta mantenerse en el poder. Los mismos
métodos de la República del 14 de abril se están poniendo en práctica. Se
censura la prensa, se clausuran las emisoras, se impide por todos los medios
que se manifiesten libremente las organizaciones obreras, se suspenden los
mítines, no se hace caso de la voz del pueblo que pide un cambio radical de
política que nos lleve al triunfo guerrero y revolucionario”
La propaganda anarquista de la
época es singularmente firme en su oposición a la política del Partido
Comunista. Algunos manifiestos lanzados poseían los nombres de “El Partido de
la Contrarrevolución”, “Procedimientos Democráticos”, “los Cuervos de la Contrarrevolución”,
“Por sus obras los Conoceréis”, “Por Encima de Todo, la alianza revolucionaria
de la clase obrera”, etc.
Cuando se pierde Bilbao, se estaba
ya poniendo en práctica la ayuda al Norte. La operación de Brunete, del 6 al 25
de julio, fue calificada por muchos como absurda. Esta operación costó cerca de
25 mil bajas sin haber conseguido nada. El 25 de agosto, mientras se perdía
Santander, se inició la ofensiva por el Sur-Ebro, (sector de Belchite). El
objetivo, como en toda la lucha del frente aragonés, era Zaragoza.
Los actos contrarrevolucionarios
del gobierno en manos del PCE y de sus filiales estaban aún frescos, pero pese
a ello, cuando a las fuerzas confederales les fue solicitada su participación, éstas
no se negaron. Participaron en el Sur-Ebro la 25 División y la 153 Brigada,
haciendo un brillante papel en la toma de Belchite. La 28 División se
distinguió en la zona norte del frente, avanzando por el cauce del Rio Gallego.
Por su parte, cuando se viera que el enemigo se replegaba debido al ataque por
ambos flancos, la 26 División atacaría con todas sus fuerzas. Los planes se frustraron
cuando la zona del Sur-Ebro fue detenida a pocos kilómetros de Zaragoza,
obligando a la 28 División a regresar a sus posiciones.
Esta operación absurda (la de
Brunete) fue montada por los consejeros rusos. Hacía ya tiempo que Largo
Caballero había propuesto que se rompiera el frente enemigo por Extremadura.
Los consejeros rusos desbarataron estos planes y montaron la absurda operación
de Brunete, que fue una operación más bien de táctica política que militar: los
planes propuestos por Caballero no eran menos absurdos, pero la ofensiva de
Brunete ofrecía la posibilidad de trasladar amplias fuerzas militares al
servicio del stalinismo y minar así la influencia del anarquismo en Aragón, a
la vez que permitía preparar el camino para más tarde destruir las
colectividades libertarias aragonesas. La complicidad del PCE y del PSUC en
estas operaciones está demostrada por el artículo que he insertado poco antes,
donde Frente Rojo afirma que “Bien
pronto en Frente del Este anulará al glorioso Frente del Centro y ésta no será
una de las pequeñas victorias del Gobierno”.
Lo cierto es que por primera vez
los militantes anarquistas recibían el material bélico necesario. Las armas y
municiones que les fueron entregados fueron bien aprovechadas, pues mientras la
11 División se dedicaba a reprimir campesinos y a sus colectividades, la 25 División
y la 153 Brigada sobrepasaron las fronteras de Belchite.
Poco más tarde en Caspe, y bajo
las bayonetas de la 11 División, la CNT celebraba un Pleno de Regionales de
Sindicatos. Aquí se manifestó el Pleno por la “libertad de los presos no
sometidos a proceso; la tramitación rápida de los procesos; el cese de las
persecuciones; la reapertura de los sindicatos; facilidades para la
reorganización de las colectividades y reorganización de los Consejos
Municipales” (333)
Asistieron 200 delegados a este
Pleno, en comparación con los 500 que se habían reunido en febrero. Esta cifra
nos puede dar una señal de los resultados de las represiones stalinistas sobre
las colectividades.
De todas maneras las
colectividades volvieron a funcionar, aunque obviamente con más dificultades y
menos adherentes, debido a las represiones de los stalinistas.
La economía, a raíz del ataque
stalinista había provocado la total ruina de Aragón, así lo manifestaba el
Comité Regional a la Federación Nacional de Banca y Bolsa de la CNT:
“… después de la disolución del
Consejo de Aragón, en nuestra Región, no existe comercio de ninguna especie. Ni
puede existir, porque nuestra principal riqueza exportable que es el aceite y
el azafrán, ha sido intervenida por el Estado” (334)
Ni iba a funcionar por muchos
meses más el comercio:
“En Aragón está todo por
organizar. En cinco meses todavía no ha tenido tiempo el Gobernador de
constituir los Consejos Municipales; ni de solucionar el problema de los
transportes civiles; ni de hacer que las Comisiones Provinciales de Abastos
cumplan con su cometido, etc. Lo único que funciona a toda velocidad sin
interrupción de ninguna clase son los camiones de fuerzas armadas con la misión
de encarcelar obreros afiliados a la CNT” (335)
En cuanto a la reorganización de
las colectividades y la benevolencia del gobierno al permitirlas no hay nada de
verdadero: el decreto del ministro de Agricultura (Uribe) del 7 de octubre no
es más que un intento por salvar la cosecha amenazada por la represión stalinista.
Aunque para la versión oficial del PC mundial sobre la revolución de España
este decreto haya sido “el instrumento, el arma de la única verdadera
revolución agraria que ha habido en España” (336)
Las tierras les habían sido
arrancadas a los colectivistas para ser entregadas a los antiguos explotadores,
pero éstos no sabían trabajarlas con sus propias manos. A su vez los
colectivistas se negaban a trabajar en régimen de propiedad, y mucho menos en
sistema salarial. El decreto fue entonces hecho para salvar la cosecha. Esto se
hizo, y se preparó la siembra también. Pero el fruto de esto habría de
recogerlo Franco: en la primavera de 1938 Aragón fue perdido para la causa
antifascista.
Una vez perdido Aragón para el
antifascismo, Franco se decide atacar directamente a Cataluña. Con ocho meses
de anticipación la FAI propuso al gobierno de la república defender Cataluña
del ataque fascista. Pero la política seguida por el gobierno negaba toda
atención a las propuestas anarquistas, de la FAI especialmente.
La situación no podía ser más desastrosa:
en 1938 el PCE controlaba el 80% de los mandos del ejército, (337). De 19
Batallones de transporte diez o doce se hallaban en manos del PCE y del PSUC, y
sólo uno o dos en manos de la CNT-FAI, a pesar de que el 70 u 80% lo componía
militantes anarquistas (338).
El 25 de marzo el Comité Nacional
de la CNT informa al ministro de Defensa sobre el acta de una reunión marxista
donde se habla no de las maneras de derrotar a Franco, sino de cómo eliminar al
Movimiento Libertario.
La reunión se llevó a cabo en
Torralba de Aragón ese mismo mes. Del acta se destaca lo siguiente:
“Empieza la sesión a las 10 de la
mañana con las palabras del delegado de la División, en las que expone
consignas de todo género para toda clase de lucha y la necesidad ineludible en
que se hallan todos de laborar intensamente, efectuar una propaganda más
efectiva, la conveniencia de que esta propaganda se realice a toda costa en las
mismas trincheras... A continuación el delegado de Barbastro hace su
presentación dirigiéndose con un saludo a todos los camaradas que allí se
hallan, adhiriéndose a las palabras de su antecesor. Se pasa a conceder la
palabra, tomándola el sargento Martín Galdós, que dice:
‘Mi misión se va cumpliendo paso
a paso. Los nuevos militantes ingresan con mucha pasividad, pero lograré lo que
quiera de ellos. Los carnets que recibí ya están repartidos. Necesito bastantes
más, pues la propaganda que realizo exige una mayor rapidez en la confección y
entrega de ellos. Ahora bien, mi trabajo no se puede efectuar con la intensidad
debida porque el comisario del Batallón no admite política de partido. Yo
desconozco su organización, pues él habla siempre en sus charlas y mítines-relámpago
con carácter antifascista y en nombre del gobierno popular republicano. Yo creo
absolutamente preciso y necesario para la buena marcha de este 565 Batallón que
sea relevado o eliminado, pues con él el Partido en este Batallón no podrá
obtener ningún resultado’.
Toma la palabra el comandante
Menéndez, que dice:
Camaradas: Yo, en mi carácter de
recién llegado a esta Brigada, poco os puedo decir. Ante todo mi saludo a los
asistentes, dándoos la seguridad de que por mi parte haré lo imposible por
cumplir y que se cumplan las consignas de nuestro Partido. Al mismo tiempo
facilidades para la propaganda las habrá en todo momento en la unidad en mi
mando. Con referencia al 565 Batallón, puedo decir que las consignas no se
pueden cumplir hoy allí. Hay demasiadas organizaciones, demasiados elementos anticomunistas.
El comisario no puede continuar un día más, es preciso eliminarle. No podemos
tolerar un comisario de esa clase porque es una barrera a nuestro trabajo. Con
respecto al comandante que me ha relevado, ese tal Carrillo, es preciso
trasladarle. Es un inepto, un incapaz. Lleva galones, pero no los merece.
Simplemente, ¿para qué hablar? es de la C.N.T.
[Después de algunas
intervenciones más irrelevantes] Antes de finalizar la reunión propugna
nuevamente la fórmula de eliminación diciendo:
‘Todo lo que decís está muy bien,
pero creo que bastante claro lo he dicho. El que estorbe, en una visita a las trincheras...
se pierde un tiro y él se lo encuentra. Si no le lleváis a las alambradas,
cuatro tiros, parte de deserción al enemigo y eso ya procuraremos que no trascienda’.
Nuevamente, antes de salir, se
juramentan para la acción de conjunto a realizar, agregando el delegado de la
División 1, que mañana o pasado mañana se celebrará otra reunión a la cual
asistirá el jefe de la División".
A la salida el comisario de la Brigada
y el del 568 cambiaron impresiones sobre lo tratado, aunque el de la Brigada no
creyó conveniente tomar parte en ella. Guillermo García (rubricado), Puesto de
Comando, 17 de marzo de l938”
En mayo de 1938 las fuerzas de la
26 División se encontraban en vísperas de una importante operación ofensiva. Un
día una parte de esas fuerzas fue llamada a una explanada, donde les sería
presentado un jefe de Estado Mayor que había sido nombrado por el XI Cuerpo de Ejército
y tenía ganas de conocer a esos grupos de
anarquistas indisciplinados.
Se trataba del Capitán Navarrete,
al servicio del PCE y que hacía no mucho había sido Guardia de Asalto en la
época de las insurrecciones y huelgas anarquistas. Tenía, entonces, buenos
motivos para querer estar en frente de esos anarquistas que tantos dolores de
cabeza les habían dado a los guardianes del orden burgués.
Cuando se dirigió a ellos lo hizo
en un tono tan altanero y prometiendo utilizar todos los métodos para meterles
en cintura, que casi provoca que los viejos veteranos se le fueran encima pues
vieron en Navarrete al enemigo político contra el que habían luchado: la
autoridad.
A los pocos días de esto
comenzaron los primeros disparos en la ofensiva que iba desde Lérida hasta los
pirineos catalanes. Flanqueando a la 26 División se hallaban las fuerzas de
Líster y las Del Barrio, de filiación stalinista. Estas últimas dos no sólo no
avanzaron un solo paso contra el enemigo, sino que fueron duramente golpeadas
por éste. La 26 División, por su lado, fue la única que logró romper el frente
enemigo, hacerle cerca de un millar de prisioneros, conquistar dos pueblos y
hacerse con un importante botín de armamento. El capitán Navarrete, que no daba
crédito a lo que sus ojos veían, afirmó que eso se debía a que él había sabido
meter disciplina a esa pandilla de incontrolados. Poco después, Navarrete fue
levantado por los aires por una bomba.
El 24 de julio se realiza la
histórica batalla del Ebro, que costó más de 70.000 bajas para el lado
antifascista. Esta batalla fue decisiva en los planteamientos franquistas, pues
una vez terminada la batalla del Ebro, se había terminado también con gran
parte de las reservas de Cataluña, lo que debió influir para que Franco se
decidiera atacar de una vez por todas a Cataluña.
El 21 de septiembre Negrín
anuncia ante la Sociedad de Naciones que se iban a retirar las Brigadas
Internacionales del frente de lucha, en la espera de que las fuerzas italianas
y alemanas tuvieran un acto recíproco al gesto de Negrín. Se mostraba una vez más
la ineptitud de Negrín al frente del gobierno, cuando pensaba en una posible
benevolencia del fascismo internacional.
El 7 de diciembre de 1938 el
Frente Popular fue convocado por el gobierno para mantener una reunión en la
que se tratarían asuntos importantes en uno de los palacios de Pedralbes. Por
el PCE acudieron Mije y la Pasionaria, por el Partido Socialista Cordero y
Lamoneda, por la UGT Rodríguez Vega y Amaro del Rosal, por la CNT Mariano R. Vázquez
y Horacio Prieto, por la Izquierda Republicana Baeza Medina, por la Unión
Republicana Mateo Silva y por la FAI Pedro Herrera y Abad de Santillán.
En la reunión (339) Negrín dijo
que la situación para el antifascismo era inmejorable, mientras la situación de
Franco era malísima y que perdía apoyo internacional. También se habló de las
batallas más significativas diciendo que éstas habían sido pequeñas victorias
para la república. ¡Todo era mentira! Las batallas de las que hablaba habían
costado muchas bajas al antifascismo, Franco se hallaba en tan buena posición que
se decidía ya a atacar a Cataluña.
“Mientras hablaba Negrín –dice
Abad de Santillán-- una palabra pugnaba violentamente por salir de nuestros
labios. ¡Impostor!”
La reunión terminó sin ofrecer
siquiera alimento a los asistentes, y si tan solo una copa de Champagne con la
que se brindaba en secreto por el desastre de la revolución.
Ese mismo 7, la FAI proponía de
nuevo al gobierno la formación de una fuerza organizada para atacar al enemigo
en retaguardia: “Por nuestro conocimiento del país, por la permanencia de
muchos de nuestros compañeros en resistencia activa o en resistencia pasiva en
la España rebelde, nos consideramos en condiciones insuperables para organizar
en la retaguardia enemiga un frente de lucha de incalculables consecuencias
como factor de descomposición de la otra zona y de rebelión activa contra la
invasión. Tenemos la plena seguridad de que en ese aspecto somos la única
fuerza de acción eficaz...”
Se trataba otra vez de la táctica
de infiltración en campo enemigo del que ya he dicho algunas cosas en una nota
anterior. Se dijo que lo que proponía la FAI estaba ya en marcha. Era también
mentira, la propaganda destinada en teoría a la retaguardia del enemigo era
quemada. Lo máximo que se hizo fue colocar agentes de la república en lujosos
hoteles de Francia, que enviaban información desde ahí. Pero en general nada
serio se intentó, sólo se trataba otra vez de poner trabas a las propuestas del
anarquismo de la FAI.
Evidentemente, como bien afirma Santillán
en su libro que hemos venido citando, no se trataba de salvar a un gobierno
enteramente contrarrevolucionario, sino más bien de salvar la revolución
popular apuntando a todos los que habían venido trabajando por ahogarla.
La FAI, o por lo menos el Comité
Peninsular, había recibido el apoyo de muchos compañeros del frente, que
comprendían que en esos momentos era sino la única, si de las pocas opciones
realmente populares que se hallaban en España.
Se inician entonces los ataques
contra Cataluña el 23 de diciembre de 1938.
La Zona Norte, donde se hallaban
las fuerzas libertarias se combatió admirablemente, reduciendo en mucho las
posibilidades del enemigo para avanzar. La antigua Columna Durruti sufrió 5000
bajas, pero supo mantener sus posiciones.
La zona donde se encontraba el glorioso ejército rojo del Ebro donde se
encontraba al mando el coronel Modesto y Líster, ambos de stalinista, fracaso
completamente, y el enemigo logró vencer la resistencia aquí, avanzado por este
lado.
Si bien los stalinistas habían
bravuconeado mucho sobre el Ejército Rojo, éste no hizo más que retroceder
hacia la frontera con Francia, cediendo el paso al enemigo, lo que obligó a su
vez a las fuerzas del Norte a replegarse también.
“El gobierno y los dirigentes de
la guerra vieron que habían fallado en sus cálculos ¿o que todos sus cálculos
se cumplían al pie de la letra?” (340)
Se propuso entonces el gobierno
la creación de batallones de voluntarios para contener de una manera
desesperada el avance del enemigo, y se pidió para eso la ayuda de la FAI. Pero
la situación era en especial desfavorable para ceder y apoyar al gobierno, a
menos que se cumplieran ciertas medidas que aseguraran que una vez contenido el
enemigo se enderezaría la guerra por caminos realmente eficaces y no por los
que hasta ahora se había venido conduciendo. La FAI expone entonces de nuevo
sus convicciones: no se quiere tener la responsabilidad de sacrificar hombres
en la ayuda a un gobierno netamente contrarrevolucionario, no se tiene
confianza en el gobierno. Si se le da a la FAI la seguridad de que sus miembros
no serán reprimidos una vez replegado el enemigo, si se nombran los mandos por
la misma FAI, y se mantienen esos batallones en el dominio de la FAI se dará el
concurso para la creación de los batallones, de otra manera no.
Esto a los ojos del gobierno era
intolerable ¿una organización anarquista exigiendo garantías al gobierno? Lo
que debían hacer era obedecer y callar. Pero esta política la pueden muy bien
seguir el PCE y el PSUC, incluso los demás partidos políticos, pero la FAI no.
Se pretende entonces realizar el
voluntariado sin la participación de la FAI. Pero como ésta tenía la confianza
del pueblo, el intento gubernamental por crear el voluntariado fracasa.
La FAI no podía mantenerse a la
expectativa, y se busca el voluntariado por los medios propios, ya después se vería
que hacer con el gobierno, lo importante era salvar Cataluña.
Pero la situación era realmente
catastrófica. El gobierno tenía más miedo al pueblo que al mismo Franco.
Borjas Blancas cayó el 5 de
enero, el 14 Valls, el 15 Reus y Tarragona.
A mediados de enero el gobierno
abandonaba la zona industrial de Cataluña, daban ya por perdida la guerra. Pero
esto era negado por el gobierno, que se limitaba a seguir proclamando la
victoria sobre Franco, con mentiras realmente absurdas en los medios oficiales.
El 24 de enero de 1939 caía
Manresa. Al día siguiente el gobierno de
la victoria huía hacia la frontera con Francia. Ese mismo día a la media
noche se reúne la FAI, en Barcelona quedaban ya muy pocas personas: la FAI, la
CNT y los que no sabían que mientras el gobierno afirmaba resistir estaba ya en
fuga escapando hacia Francia. Mientras las fuerzas de Franco entraban en la ciudad
sin encontrar resistencia; si lo deseaban, podían entrar en plena Barcelona en
la madrugada.
Poco podía hacerse ya por salvar
Cataluña. Se carecía de munición, había muy pocas armas y se carecía de
artillería, además los víveres con los que se contaba no iba a ser suficientes
para dar una batalla de días, en caso de que ésta fuera posible en las circunstancias
que se hallaba. En las condiciones en que se había abandonado Cataluña por el
gobierno no valía la pena que muriera nadie por una causa que era imposible
ganar. El gobierno en fuga no durmió toda la noche… en escapada hacia Gerona,
que sería su primer descanso.
A media noche de ese mismo 25 de
enero, el general Asencio llama a la FAI. Se había perdido Cataluña de una
manera vergonzosa, pero por lo menos se podía dar el ejemplo de luchar hasta el
último minuto y pelear al enemigo cada centímetro que éste avanzara. Si contaba
con la FAI, pediría al fugitivo gobierno la dirección de la ciudad. Se dice
entonces a Asencio que podía contar con la FAI para dar la batalla el tiempo
que durara el combate, pero que sólo duraría en tanto que los víveres y las
armas y municiones no se terminaran, después sólo el heroísmo de las masas al
saber que la FAI se hacía cargo de Barcelona podía llevar más ayuda a la lucha.
Pero se perdería la batalla con dignidad.
Si lograba Asencio conseguir el
mando de la ciudad y recuperar alguna parte de munición y armamento se podía contar
con la FAI. Asencio quedó de comunicar personalmente en la madrugada del día
siguiente si había conseguido la dirección de la ciudad, de otra manera él
también se retiraba.
La respuesta no llego jamás… ¡El
gobierno había negado la dirección de una ciudad en ruinas, aun después de
ponerse en fuga!
El 26 de enero el enemigo pudo
haber entrado en plena Barcelona sin ningún apuro, pero no lo hizo. Debieron
haber preferido la evacuación de la población que, hambrienta, desmoralizada y
abatida se disponía a abandonar sus tierras.
Al día siguiente el franquismo
entró en Barcelona sin disparar una sola bala. Mientras esto pasaba el presidente
de gobierno declaraba aún a la prensa internacional: “La República dispone
ahora de combatientes organizados en una forma perfecta, de material de guerra
en abundancia… Puedo asegurar hoy, categóricamente, que salvaremos la
situación”
Mientras se decía esto todo un
pueblo se encaminaba hacia la frontera con Francia, traicionado por un gobierno
contrarrevolucionario (como todos), y atacado disimuladamente por una potencia
que creía amiga, la URSS. Más de 600.000 mil seres humanos abandonaban su
tierra, para pasar a Francia y seguir su penuria en los campos de concentración.
Situémonos en la zona centro-sur
Los días 10 y 11 de febrero se
realizó un Pleno de Regionales del Movimiento Libertario, donde se informó que
se habían presentado cerca de 35.000 solicitudes de exenciones militares. Y el
general Miaja se había aferrado al poder (341) y negaba el control en éste a
las organizaciones o partidos políticos. Un delegado al Pleno dijo “Hay que
hacer constar a Miaja que no se puede jugar con los 150.000 fusiles
Libertarios”. Pero la situación era catastrófica, y los demás grupos
antifascistas no iban a aceptar esto.
Se confirmó en la segunda sesión
la presencia del gobierno en la zona centro-sur que, según un delegado, estaba
tratando de liquidar la guerra. El 15 de febrero se reunió el Movimiento
Libertario y se informó de la llegada de Segundo Blanco, ministro de la CNT que
traía informes firmados por los secretarios del Comité Nacional de la CNT y del
Comité Peninsular de la FAI, que se encontraban exiliados en Francia. El
documento que traía Segundo Blanco decía que Azaña y Negrín estaban tratando de
liquidar la guerra, que el gobierno de México se comprometía a acoger 30.000
familias, etc.
Al día siguiente, 16 de febrero,
se reunió nuevamente el Movimiento Libertario, y después de algunos asuntos
sobre Cipriano Mera, se procede a tratar el tema de Negrín y su posible regreso
a la zona centro-sur. El acta de la reunión dice así:
“Por otra parte, se acuerda
hacerle presente a Negrín, por intermedio de Blanco, que no se permitirá de
ninguna manera que los jefes y comisarios llegados de Francia sean puestos en
ningún cargo. Se acuerda, por otra parte, indicar a la Comisión de Defensa de
la Regional del Centro que se entreviste con el coronel Casado para darle a
entender directamente nuestra posición, e impedir que ni Modesto ni Líster, ni
ningún comunista, sea acoplado a ningún cargo en el Ejército”
El 25 se reúne de nuevo el
Movimiento Libertario, y después de algunos puntos de discusión, la FAI dice:
“(…) El Partido Comunista está
colocando a sus peones. Estamos perdidos si aguardamos a actuar cuando se hayan
consumado los hechos. Con este gobierno no hay posibilidad de hacer una paz
honrosa. No hay más remedio que formar un nuevo gobierno o una junta de Defensa
que merezca garantías”
El 3 de marzo se celebró otra
reunión, en la que, después de un informe de Segundo Blanco, se pasó a ver la
situación militar. La FAI propuso que se pusiera en práctica el plan de
seguridad que había acordado el Movimiento Libertario: Reorganización del
Estado mayor central al mando del coronel Segismundo Casado; creación del
consejo superior de guerra; reorganización del comisariado; sustitución del
comisario general Jesús Hernández y Antonio Cordón, subsecretario del ejército
de tierra.
Para esto, Negrín y sus ministros
habían llegado ya a la zona centro-sur, se trataba del Estado mayor marxista
formado por Pasionaria, Modesto, Líster, Tagüeña, Galán, Valentín Gonzales,
etc. Habían llegado a la zona centro-sur, es verdad, pero previniendo bien la
retirada ante cualquier percance y situándose en un pueblo de la provincia de
Alicante, cerca del puerto y de la Base Naval de Cartagena, la llamada posición
Yuste, que estaba rodeada de campos de aviación y protegida militarmente por
fuerzas adictas al gobierno. El Partido Comunista se hallaba abiertamente
descubierto como contrarrevolucionario. Quizá éste regreso era un intento por
tratar de recuperar el prestigio, si alguna vez lo tuvo, y quedar ante la
historia como un movimiento que se mantuvo firme hasta el fin… ¡táctica
política siempre!
Para los planes de Negrín y sus
valientes acompañantes se precisaba controlar el aparato estatal existente en
la zona centro-sur. La clásica arma del PCE que, como sabemos, la tiene muy
bien estudiada, la calumnia, debía de ser emprendida de nuevo. Cuando más arreciaban
los ataques a Cataluña, el PCE se dedico a bravuconear sobre sus adversarios
políticos, quienes afirmaba eran los culpables de todo. En la zona centro-sur,
pese a la censura, Mundo Obrero se
dedicó a continuar con la campaña contra “los responsables de la perdida de
Cataluña”. Ni si quiera en los momentos más difíciles de la lucha se cesaban
por parte del PCE las calumnias. Sabían ellos perfectamente que la perdida de
Cataluña se debió a que sus fuerzas no supieron batirse contra el enemigo (342),
y que por el lado que ellos controlaban fue por donde se inicio la entrada del
fascismo a Cataluña. No puedo acusar al PCE de actuar de común acuerdo con
Franco, pero por lo menos indirectamente éste le debe en gran medida su
victoria.
He dicho ya que el PCE no tenía
nada que perder con la tragedia española, y que por esto podía actuar
plenamente sin ningún tipo de atadura moral. Si alguien del PCE sufrió las
consecuencias de la perdida de la guerra, fueron los engañados, y los que se
sometieron al PCE por voluntad propia. Hasta aquí, una vez a la altura de este
libro, será difícil que se tenga otra opinión.
Cuando Mundo Obrero y su campaña fueron silenciados, se continúo la
calumnia por medio de manifiestos.
Apenas llegado Negrín a la zona
centro-sur había tenido una entrevista con el coronel Casado. Éste le informó a
Negrín de la situación desesperada de la región: no había ni siquiera leche
para los niños madrileños, faltaban materias primas y medios de transporte, y
si se cortaban las comunicaciones con Valencia se tendrían que rendir. Además
los mismos combatientes estaban hambrientos y carecían hasta de ropa. Las
reservas de combatientes eran malas e inexpertas ante un enemigo que había
situado 32 Divisiones bien armadas con tanques y artillería cerca de Madrid. Negrín
repuso que él disponía de 600 aviones, 500 piezas de artillería y 10.000
ametralladoras… pero en Francia. Cosas parecidas dijo al Frente Popular y demás
jefes del Ejército, de aviación y de la Flota. Decía que tenía al Ejército de
Cataluña, que se encontraba en los campos de concentración y minado
físicamente… Negrín era un cerebro
brillante, que llevaría sin dudas a la victoria… de Franco. Entonces fue
cuando los jefes militares le dijeron secamente que había que pensar en
comenzar a negociar la paz.
La política inepta que siempre
había emprendido Negrín esta vez no era ya posible, había hecho ya todo su daño
y era tiempo de que el pueblo pagara las consecuencias. Negrín se dio cuenta
entonces que el camino estaba en otro sitio, prácticamente en un golpe de
Estado disfrazado de reorganización de los mandos. Matallana dejaría de ser
general para pasar a ser jefe del Estado Mayor Central, Modesto pasaría de ser
Coronel a General, sustituyendo a Casado y Galán dejaría de ser Teniente Coronel
para ser instalado en Cartagena como jefe de la Base Naval.
Cuando finalizaba febrero se
reunió un grupo de destacados militantes libertarios de la región del centro
para formar un Comité de Defensa en el que existirían los siguientes puestos:
militar, estadística, policía política, propaganda, orientación económica,
transporte, etc. A los pocos días de esta reunión los militantes libertarios
plantearon a Casado la necesidad de crear un Comité Nacional de Defensa frente
a la entelequia del gobierno Negrín. Pero este último estaba ya poniendo en
marcha su plan de relegar a los elementos inconformes con su política a un
lado, haciéndose él con la dirección de la guerra que había necesariamente de
perder. Comenzó por llamar a Casado a Valencia, indicándole que mientras
estuviera ausente dejara el mando al coronel Ortega, de filiación stalinista.
Pero Casado era muy desconfiado de estos elementos, y dejó el mando a su jefe
de Estado Mayor. Negrín se encolerizó al enterarse de que su plan había
fracasado. Por su parte Casado aprovechó el viaje a Valencia para contactar y
ponerse de acuerdo con los militares afines a los planes de relegar a Negrín y
su séquito stalinista en la dirección de la guerra.
A su regreso a Madrid, Casado se
entrevistó con Cipriano Mera, quien era el jefe anarquista de IV Cuerpo de Ejército,
y el más estrecho colaborador de Casado en este proyecto (343).
Negrín se enteró de nuevo de los
movimientos de Casado y mandó llamar a éste, pero Casado entendió bien que si acudía
a Negrín sería detenido, por lo que no asistió y comunicó sus sospechas a Miaja
y Matallana, que también habían sido llamados por Negrín. Ese mismo día se
pusieron en marcha los planes de Negrín: Modesto fue ascendido a General y el
nombramiento de Tagüeña, Galán y Vega como jefes militares de Murcia, Cartagena
y Alicante. Cuando Galán es enviado a Cartagena debido a que Negrín sabía que
militares de ahí conspiraban con Casado, se provoca una sublevación que fue
rápidamente contenida, pero que sirvió para que la Quinta Columna se apoderara
de algunos fuertes.
Mientras esto pasaba, Negrín
seguía llamando a Segismundo Casado para que fuera a verle. Éste último
comprendió que era ahora o nunca cuando debía sublevarse. El 4 de marzo se
reunieron los conspiradores en el sótano del ex Ministro de Hacienda (344). A
las 11:30 de la noche una Brigada anarquista se sitúa en los puntos más
estratégicos y media hora después, a las doce de la noche en punto, los
componentes del Consejo de Defensa tomaron el micrófono para leer una proclama:
“…Como revolucionarios, como
proletarios, corno españoles y como antifascistas no podemos continuar
aceptando pasivamente por más tiempo la imprevisión, la incapacidad y la falta
de organización, el absurdo letargo manifestado por el señor Negrín ... Han
pasado varias semanas desde que terminó la guerra en Cataluña ante la general
deserción... Mientras el pueblo sacrificaba a centenares de miles de sus
mejores hijos, los hombres que exigían resistencia desertaban de sus puestos (345)...
Esto no puede seguir ocurriendo... No podemos consentir que mientras el pueblo
se dispone a una mortal resistencia sus dirigentes se estén preparando para un
vuelo confortable... Para evitar todo esto (...) ha sido formado el Consejo
Nacional de Defensa para recoger del arroyo el poder arrojado por el gobierno
del doctor Negrín... Constitucionalmente el gobierno del doctor Negrín carece
de toda base legal... Proclamamos que ni desertaremos ni toleraremos la
deserción... Prometemos que nadie abandonará España hasta que puedan salir de ella
cuantos lo deseen... El doctor Negrín ha dicho: «o todos nos salvamos o todos
pereceremos», pues bien, el Consejo Nacional de Defensa se ha propuesto
convertir en realidad estas palabras… Para ello os pedimos vuestra ayuda, por
nuestra parte seremos inexorables con los que traten de evitar el cumplimiento
de sus deberes”
El nuevo Consejo se compuso de la
siguiente manera: Presidente: Miaja; Defensa: Coronel Segismundo Casado;
Asuntos Extranjeros (346): Julián Besteiro; Interior: Wenceslao Carrillo, de
Partido Socialista; Hacienda y Agricultura: Gonzales Marín, de la CNT; Justicia:
Sanandrés, republicano; Instrucción Pública: José del Rio, republicano;
Comunicaciones y Obras Publicas: Eduardo Val, de la CNT; Trabajo: Antonio Pérez,
de la UGT.
Negrín se enteró por radio de la
proclamación del Consejo de Defensa. Volvió a llamar a Casado por teléfono,
amenazándole primero y siendo amenazado después por éste que prometía que si en
un plazo de tres horas no se liberaba a Matallana (que había sido apresado) se
fusilarían a todos los miembros del gobierno. Matallana fue liberado
inmediatamente. Una vez pasado esto, el gobierno y los valientes miembros del
PCE y del PSUC abandonaba precipitadamente España… ¡una vez más!
Proclamado ya el Consejo de
Defensa, Casado quiso ver la disposición de los Coroneles Barceló, Bueno y
Ortega, que eran coroneles de los Cuerpos I, II y III del Ejercito. Barceló
dijo estar a las órdenes del Consejo de Defensa, Bueno sonó algo dubitativo y
Ortega pidió tiempo para reflexionar. Casado se dio cuenta entonces que con el
único con quien podía contar era con Cipriano Mera y su IV Cuerpo de Ejército.
Barceló fue quien rompió
definitivamente con el Consejo de Defensa realizando el primer contraataque. En
Levante, donde se encontraban tres Cuerpos de Ejército con mando al servicio
del PCE, fue interceptada una Columna de blindados que intentaba ir a Valencia.
En Extremadura y Andalucía fueron sofocados los levantamientos rápidamente, por
lo que la situación más peligrosa estaba en Madrid. En la madrugada del día 5
de marzo una División del I Cuerpo de Ejército entró en Madrid con tanques y
artillería. En Guadalajara los insurrectos al Consejo se hicieron los dueños de
la población y de Torrejón de Ardoz. Dos días después la lucha era tremenda,
las fuerzas de Barceló se apoderaron del centro de la capital y rodearon a los
componentes del Consejo.
Casado pidió entonces apoyo a
Cipriano Mera, quien envió a la 14 División, de formación casi exclusivamente
anarquista. Ésta después de sofocar los levantamientos de Guadalajara y de Torrejón
de Ardoz, entró en Madrid y cayó sobre la retaguardia del enemigo stalinista,
logrando hacerle miles de prisioneros. Hasta el día 10 la situación era la
misma, pero ese día se rindió el III Cuerpo de Ejército, y Ortega se ofreció
para mediar con Barceló para negociar la rendición. Este último se mostró
dispuesto a rendirse si les respetaba la vida. Pedían además que se admitiera
su prensa y la admisión en el Consejo de una representación del Partido.
La última petición no fue
concedida, y se respetaría la vida a quienes no hubiesen cometido crímenes:
fueron fusilados Barceló y Conesa (comisario) por haber fusilado a varios
seguidores de Casado que habían hecho prisioneros. Una vez eliminado provisionalmente el enemigo comunista, sólo restaba ya tratar de
conseguir una paz honrosa y la salida de España de cuantos quisieran hacerlo.
El 7 de marzo, mientras aún se
lucha contra la contrarrevolución marxista de los Cuerpos I, II y III del Ejército,
la CNT, la FAI y la FIJL fundían sus comités superiores en un Comité Nacional
del Movimiento Libertario. Se tomaron dos puntos esenciales en esta reunión:
conseguir una paz honrosa, y qué hacer con el PCE. Se resolvió por fin que se
decidiría esto hasta que las luchas en las calles terminaran y, como acabamos
de ver, esto no sucedió sino hasta el día 10, cuando se rindió el III Cuerpo de
Ejército. Juan López, secretario del nuevo Comité Nacional del Movimiento
Libertario dijo:
“Tenemos motivos para eliminar a
los comunistas y también a los republicanos y socialistas, que han sido la
causa de nuestros fracasos. Pero no queremos exterminar a ningún partido. El
Partido Comunista debe incorporarse al Frente Popular, prestar su colaboración
al Consejo pero sin intervención en el Poder”
Si las negociaciones de paz
fracasaran, había que salvar a los militantes libertarios y dejar constituida
una organización clandestina. La lucha en las calles contra el PCE duró 7 días,
en los que no se pudo realizar apenas otra labor que aplastar las fuerzas del
PCE. El 12 se dieron las primeras negociaciones por medio de agentes de Franco
que se habían dispuesto espontáneamente para eso.
El día 16 de marzo se reunió
nuevamente el Movimiento Libertario, a la que asistieron los consejeros Val y Marín,
que dijeron que el Consejo había enviado a dos delegados al extranjero para
preparar la evacuación. Se habían suspendido todos los periódicos del PCE, y se
les había dado un plazo de seis días para definir su actitud, vencido este
plazo se les darían los pasaportes correspondientes para que salieran de
España. El SIM se había reorganizado bajo nuevas bases y Cipriano Mera se
trasladaba al Ejército de Extremadura. Se había comisionado a Marín para enviar
comisiones a París, Londres y México, comisiones que fueron nombradas por el
Movimiento Libertario al día siguiente. Los miembros de la CNT-FAI que se
encontraban en Francia no debían ser utilizados para estas comisiones, sino
regresar lo más pronto posible a la zona centro-sur.
El 13 se conocían ya las condiciones
del franquismo para la paz. No podían ser éstas más duras: rendición incondicional,
Franco sería generoso con quienes no hubiesen cometido crímenes y los presos
saldrían de las cárceles tan pronto hubiesen pagado sus condenas. Además se
negaban a todo compromiso por escrito. Se comprendió entonces que la retirada
debía realizarse por los propios medios, así que para ganar tiempo se pidió la
negociación del memorándum de Franco; no fue sino hasta el 19 que se confirmó
la negociación, y el 23 dos oficiales republicanos llegaron a Burgos para
negociar.
Mientras esto pasaba, el 17 el
PCE difundió entre los combatientes el siguiente manifiesto:
“… Continúa la represión contra
el Partido Comunista. La junta de Defensa ha entablado conversaciones con
nuestro Comité Central. El Partido ha propuesto las siguientes condiciones:
Establecimiento de la unidad. Libertad inmediata para el Partido. Liberación de
nuestros presos y reposición en sus viejos cargos (!). Paz digna y honrosa que asegure la independencia de España. Si
la junta no acepta estas condiciones el Partido luchará contra ella con todas
las consecuencias (…) preparaos para todo, para impedir la capitulación y la
entrega del pueblo, y en primer lugar a los comunistas... Desmentid todas las
calumnias contra el Partido. Haced comprender que la constitución de la junta
es una maniobra del capitalismo internacional para liquidar las conquistas del
pueblo, esclavizarlo y liquidar a los comunistas, sus mejores defensores. . .
La paz digna y honrosa la conseguiremos con la unidad y estando dispuestos a
resistir…”
No hace falta comentario alguno
sobre este manifiesto para ver lo ridículo que es. Esto no se lo debieron haber
creído ni ellos mismos, mucho menos los combatientes.
El 22 de marzo el Movimiento
Libertario publicaba un manifiesto a sus militantes y a los trabajadores en
general, donde de paso respondía a lo dicho en el manifiesto del PC, he aquí
una parte del manifiesto libertario:
“Quien sienta veleidades
filofascistas no puede continuar en libertad. El que con sus palabras, gestos y
conducta pretenda debilitar la moral de nuestros combatientes o la seguridad de
nuestra retaguardia, tiene que ser juzgado y condenado con toda la dureza que
imponen las leyes de la guerra... [El Movimiento Libertario] tiene el valor
moral de declarar públicamente la conveniencia de una paz que evite nuevos
derramamientos de sangre [que no será] “el sálvese quien pueda” [sino] una
situación decorosa que permita salir de España a todos los que quieran y
asegurar a los que se queden contra los intentos de represalias…”
Ese mismo 22 se disponía que dos
militantes libertarios salieran para Francia para tratar asuntos relacionados
con el abastecimiento, acompañados del Coronel Romero, quedando suspendida por
el momento la incursión hacia América.
El 24 en una reunión del
Movimiento Libertario dos consejeros libertarios informaban de las gestiones de
paz de la reunión de Burgos un día antes. Los elementos enviados por el Conejo
no pudieron discutir nada con los franquistas, quienes se militaron a
entregarles un documento de rendición con condiciones aun más duras que las
anteriores: además se siguen negando a firmar nada, tampoco se ofrecía ninguna
garantía de nada, tan sólo se decía que el
caudillo estaba animado de las mejores
intenciones.
En esa misma reunión se trató
también del memorándum de Franco. Eran una serie de órdenes. El 25 la Aviación
republicana debía ser entregada en los aeródromos que los franquistas les
señalaran. Los informantes dijeron haber afirmado ante los franquistas que no
se admitiría la rendición sin un documento firmado, a lo que estos contestaron
que confirmaban las concesiones hechas para respetar todas las vidas, excepto
aquellas que fueran delincuentes comunes.
Los militantes del Movimiento
Libertario tenían que llevar instrucciones concretas a la reunión que tendría
el Consejo. Los reunidos acordaron llevar a la reunión del Consejo el siguiente
documento: “Exigir [de las autoridades franquistas] la firma de un documento,
pacto o compromiso, en el que se estipulen las condiciones en que habrá de
establecerse la paz de acuerdo con el espíritu de las bases iniciales que
nosotros hemos presentado. Sin esta garantía será menester romper las
negociaciones y aprestarse a una defensa encarnizada de nuestros intereses,
vida y libertad”.
El 26 se celebró otra reunión.
Los emisarios republicanos se habían trasladado a Burgos para tener otro
encuentro con los franquistas, a fin de dar contrapropuestas. Una vez iniciada
la reunión Franco pregunto por teléfono si se había entregado la aviación el día
anterior, como se había estipulado. Una vez obtenida la respuesta negativa, y
sin tener en cuenta los problemas técnicos que impidieron tal entrega, rompió
las negociaciones de paz.
Con la oposición de los consejeros
anarquistas se telefoneó a Burgos anunciando que se entregaría la aviación
conforme se había exigido. La respuesta que obtuvieron fue que como ya se había
puesto en marcha la ofensiva general, la entrega de la aviación sobraba. Ese
mismo día el Movimiento Libertario sugería ya la retirada escalonada.
Para el día siguiente, 27 de
marzo, el Movimiento Libertario se reunió de nuevo y se informó que el enemigo
avanzaba por el frente andaluz sin encontrar ninguna resistencia seria. Se
habían extendido ya algunos pasaportes, lo que había provocado una más dura
desmoralización. En la reunión, el Consejero Marín decía:
“En todos los frentes las
deserciones se multiplican. Todos los días levantan el vuelo aviones con jefes,
especialmente comunistas. La gente no quiere luchar. El enemigo ataca y la
tropa no reacciona. Hemos intentado detener a los que huyen sin poder
conseguirlo…”
El principal acuerdo de aquella
reunión fue la creación de una junta de evacuación. La reunión continúo y se
informó que el Consejo había ya formado juntas de evacuación en todos los Ejércitos.
Había, al parecer, cuatro barcos de gran tonelaje anclados en Valencia. Se
recogerían todas las divisas posibles para entregar a los evacuados; los
compañeros del centro, los más comprometidos, saldrían los primeros. Se
calculaba que los evacuados serían más o menos 40.000.
El 28 comenzó la evacuación de
los elementos más comprometidos de Madrid. A la mañana siguiente (el 29) todos
los Ejércitos de la república estaban prácticamente disueltos.
Ese mismo día se continuaron las
evacuaciones en Valencia.
El 4 de abril las fuerzas
italianas –Rusia vendía a Italia la nafta con que ésta bombardeaba al pueblo
español-- al mando del general Gambara entraban en el puerto de Alicante. Aquí
fueron hecho prisioneros más de 4.000 antifascistas, entre ellos, muchos
prefirieron suicidarse.
Todavía parece extraño saber el
porqué el anarquismo español, que en otras épocas enfrentaba al enemigo con las
armas en la mano, si ello era preciso, como en los años de los pistoleros de
los sindicatos libres (diciembre de 1919), en la dictadura de Primo de Rivera
(1923), en la represión que se vivió bajo la segunda República (1931), en las
huelgas revolucionarias que le siguieron (1934), o en el estallido del
alzamiento franquista (1936) había permitido que la contrarrevolución encarnada
en el PCE y el PSUC principalmente (pero no únicamente) cometiera actos tan
graves como el desarme de la retaguardia, la militarización de las milicias, el
asesinato de compañeros anarquistas, los sucesos de mayo del 37 y la disolución
del Consejo de Aragón. La respuesta parece que la encontramos en las actas del
Pleno de Sindicatos del 11 de septiembre de 1937:
“Todavía se preguntaran muchos
como fue posible que esa obra colosal que representó el Consejo de Aragón
pudiera ser derrumbada sin que nuestra Organización Confederal opusiera
resistencia. Esto es fácil de comprender: nosotros queremos ardientemente ganar
la guerra y por esta razón hacemos cuanto nos es posible por rehuir la lucha
criminal y fratricida entre la familia antifascista”
Por el contrario, hemos visto ya
las acciones de la URSS, por medio del PCE y del PSUC no eran convicciones
antifascistas, o que les interesara ganar la guerra –no digamos ya la revolución--,
sino que veían en la desgracia española únicamente los intereses económicos y
políticos que ésta podía rendirles; por eso es que actuaron en abrazo solidario
con los demócratas y republicanos burgueses con entera voluntad de aplastar la
libertad española. La revolución española se había perdido, y con ella se iban
los sueños y anhelos de un pueblo que deseaba ser libre.
La consecuente historia de los
miles y miles de presos caídos en manos de los franquistas, de los campos de
concentración improvisados, de las plazas de toros repletas de prisioneros
antifascistas, y de las cárceles abarrotadas de ellos es por muchos conocida.
La dictadura que comenzó en el
año de 1939 y que duraría hasta la década del 70 en la que murió Franco (20 de
noviembre de 1975) habría de cobrar infinidad de vidas de los mejores
combatientes que dejaron todo por la libertad de su tierra, de su gente, pero más
aun, por luchar en contra de un enemigo feroz que pretendía estrangular la
libertad de todo un pueblo.
A su entrada total en España,
Franco debió haber buscado ahí mismo o en el extranjero a los miembros del
Partido Comunista Español y, en justicia, entregarles medallas por los grandes
servicios que presto directa e indirectamente a su triunfo. “La
contrarrevolución española y catalana
de la guerra civil era [O más bien,
había sido] el fascismo” (347)
Las imágenes horrorosas de los
caciques caminando a lado de los miles de prisioneros antifascistas para
señalar con el dedo al alcalde, al ministro, al dirigente del sindicato, en
fin, a los responsables de las colectivizaciones o de las muertes más que
justas de los fascistas, para después molerles a palos y llevarles a un juicio
en el que muchos de los prisioneros llegaban siendo ya el triste dibujo de una
figura humana, todos estos actos, todas estas muertes y toda esta sangre ha de
caer sobre la consciencia de todos los que hicieron hasta lo imposible por
aplastar la libertad del pueblo español.
Pero también, las juventudes
actuales de esa España que un día se levantó contra el fascismo y construyó un
mundo nuevo, esas juventudes, repito, no han de olvidar todo el pasado de su
pueblo, no han de olvidar que los asesinos de antaño hoy se disfrazan de
demócratas y defensores de la libertad, pero que detrás de todos ellos se
encuentran no otros sino los mismos ideales que tantas vidas costó a España en
una guerra donde todas las potencias democráticas, fascistas, republicanas y
marxistas del mundo se dieron la mano para ahogar con sangre los anhelos de
libertad de un pueblo valiente y heroico. Esa juventud, pese a las
inconveniencias actuales no han de olvidar ni perdonar a los asesinos del
pueblo; la lucha ha de resurgir en medio de una juventud nueva y revolucionaria
que acabará la obra de sus abuelos.
A ese pueblo, nuestro más sincero
reconocimiento por todo el pasado de lucha que tiene. A los marxistas que
contribuyeron con todas sus fuerzas a la derrota de ese pueblo, la historia les
conocerá por lo que son.
Breve relato del Pacto Stalin-Hitler
Para coronar no sólo la
distorsión de los ideales socialistas y revolucionarios, sino también para
coronar el atroz fracaso del marxismo, concluiremos haciendo una breve alusión
al punto donde terminaría la cadena:
Marx-Lenin-Stalin (348), que acabaría con en el Pacto Stalin—Hitler:
En la década de los 30, los
principales enemigos de la clase obrera eran dos, uno disfrazado de obrero con
un discurso “revolucionario” (el stalinismo), y otro declaradamente fascista
(el hitlerianismo), por ello uno preveía el inminente ataque del otro. Para
evitar esto la URRS ya había tratado de emprender negociaciones de paz entre
ambas potencias mundiales, es decir, entre Rusia (URRS) y Alemania (hitlerianismo),
pero también con Francia y Gran Bretaña. El último pacto firmado en septiembre
de 1938 en Múnich, no había dejado del todo seguro a Stalin, ante la
expectativa de enfrentarse solos ante la expansión del nazismo por toda Europa
Oriental, por lo que decide emprender una nueva opción diplomática, retirando
de sus cargos a Maksim Litvinov y sustituyéndolo por Molotov, como ministro de
exteriores, con lo que, Stalin y Hitler se verían beneficiados: Stalin,
obtendría tiempo suficiente para reorganizar sus Ejércitos, duramente
debilitados por las “purgas” de 1937; para Hitler, esto le serviría
perfectamente para iniciar acciones bélicas de invasión contra Polonia, y
posteriormente contra gran Bretaña y Francia.
Finalmente, el pacto sería
firmado el 23 de agosto de 1939, con el que ambos países se comprometían en la
no agresión entre ellos. El pacto tendría una duración de diez años. En realidad
el Pacto más que un acuerdo de no agresión, era un acuerdo para repartirse
descaradamente los lugares donde habrían de implantar cada uno su respectivo
dominio. De esta manera, cuando Hitler atacó el 1 de
septiembre de 1939 a Polonia (349), las tropas soviéticas entraron también (17
de ese mismo mes) y se estableció amistosamente la línea de separación en el
Rio Bug. Más tarde los soviéticos invaden Finlandia (30 de septiembre), y las
repúblicas bálticas fueron también agenciadas en la lista de conquistas de
Stalin en 1940.
Ahora se planteaba la siguiente
pregunta en las oscuridades del seno stalinista: ¿Cómo hacer comprender a los
“valerosos” combatientes antifascistas un acuerdo con el enemigo? como
respuesta, se comenzó con un lavado de cerebro de quienes se demostraron que no
eran tan “antifascistas” como decían ser, sino antes bien, fanáticos absurdos
de la URRS, convencidos de que “el padre de todos los pueblos (Stalin) siempre
tiene la razón”. Para ejemplificar el lavado de cerebro, diremos que antes de
la firma del acuerdo de no agresión entre Stalin y Hitler, las palabras acerca
del “enemigo” eran que este era una simbiosis “hitlero-trotskysta”; después de
firmado el acuerdo, ya no era el hitlero-trotskismo el peligro, sino el imperialismo
británico y yanqui.
Una vez firmado dicho pacto,
Stalin propone un brindis, levanta su copa y dice:
“Si es cierto que el pueblo alemán ama a su Führer, pues bebamos a la salud del
Führer”;... ¡he ahí a donde se llega cuando se emprende el camino del
autoritarismo, para imponer el socialismo!
El 11 de febrero de 1940 se firma
un tratado comercial, por medio del cual la URSS suministraría a los alemanes
petróleo, hierro, cromo, manganesio, y otros minerales; Alemania daría a la
URSS equipo militar, industrial, ferroviario y farmacéutico, además
intercambiaron también prisioneros y exiliados.
El 13 de mayo de 1940 Alemania
invade Francia cuando cruza el Rio Mosa; los militantes del Partido Comunista Francés
sabotearon el esfuerzo militar que Francia hacía para resistir a la invasión.
Hasta entonces, la defensa de Francia había sido obra casi exclusiva de la
derecha, y sólo cuando Alemania invade también la URSS es cuando los militantes
del PCF organizan grupos de resistencia contra los alemanes. Estos llamados a
defender Alemania que se hacían desde Rusia llegaron hasta argentina, donde los
miembros del Partido Comunista Argentino se opusieron al boicot de los
productos alemanes que proponía por entonces el Gobierno Nacional.
Finalmente el Pacto fue roto por
Hitler cuando el 22 de junio de 1941 atacaron a los soviéticos.
La excusa que dan los marxistas
para defender el Pacto de Stalin con Hitler fue que gracias a ese pacto se
logró ganar dos años para reforzar las fuerzas soviéticas frente a un ataque
alemán. Estos dos años no fueron aprovechados por los soviéticos, pues tan sólo
el invierno y los suministros enviados por Estados Unidos lograron detener al
invasor alemán. Antes de ocurrido el ataque, Stalin se daba la mano
fraternalmente con Hitler para repartirse las tierras, y aun cuando comienzan
los ataques a Rusia Stalin no daba crédito a que tal cosa estuviera sucediendo,
lo cual comprobó cuando de las tierras atacadas le llegó la noticia de los
bombardeos.
Al ser derrotado el régimen de
Hitler, a Stalin no sólo le son reconocidos los territorios conquistados, sino
que Polonia, causa por la cual el Imperio Británico y Francia misma se habían
lanzado a la guerra, quedaba sometida al despotismo stalinista.
Las fábulas creadas en la prensa
burguesa y marxista acerca del heroísmo del Ejército Rojo, parte de Los Aliados
(350), que derrotó a los Nazis, ese heroísmo, decimos, no es más que una
campaña publicitaria: los rusos habían colaborado de buena gana con los nazis,
estaban convencidos de poder repartirse fraternalmente Europa entre ellos dos,
esperando, quizá, el momento propicio para atacar al contrincante y reclamarse
dueño del pastel completo. Tan sólo cuando la URSS vio amenazados sus intereses
por el ataque de Hitler a Rusia es cuando éstos se deciden a atacar Alemania
¿Qué hay de antifascismo o de revolucionario en ello?
No se trata entonces ya de poner
siquiera en duda el carácter revolucionario del marxismo, pues no existe tal.
Stalin, como decía al comienzo de este libro, no es más que una parte más de la
cadena autoritaria que Carlos Marx había engendrado hacía ya mucho tiempo. No
se trata de actos independientes del marxismo los cometidos por los
stalinistas, como tratan de hacer creer algunos marxistas actuales: se trata
del camino que la conquista del poder político lleva insertado en su misma
naturaleza.
Más tarde que estos
acontecimientos, en 1964 muere Togliatti, el jefe del Partido Comunista
Italiano. A la muerte de Togliatti el PC de Italia se muestra inconsolable ante
la muerte de uno de los que para ellos había sido el mejor de los militantes
del PCI. Pero este Togliatti había sido en 1936 el autor de un texto que
sorprendió a muchos, aunque por lo menos para nosotros, a estas alturas, no sea
ya más que una cereza más en el pastel. Se trata de un llamado a los fascistas
italianos, leámoslo:
“Los comunistas adoptan el
programa fascista de 1919, que es un programa de paz, de libertad, de defensa
de los intereses de los trabajadores... Nosotros proclamamos que estamos
dispuestos a combatir junto a ustedes y todo el pueblo italiano por la
realización del programa fascista...
Nosotros debemos unir a la clase
obrera y formar en torno a ella la unidad del pueblo y marchar unidos, como
hermanos. Démonos la mano, fascistas y comunistas, católicos y socialistas, hombres
de todas las opiniones. Démonos la mano y marchemos uno al lado del otro, para
alcanzar el derecho de ser ciudadanos de un país civilizado como el nuestro.” (351)
¿Se trata de una táctica o
verdaderamente de convicciones filofascistas del PC mundial? Con lo que hemos visto ya hasta aquí la
respuesta no puede ser otra: entre el marxismo y el fascismo apenas hay un
paso.
Conclusión
Hemos visto ya algunas cosas que
nos sirven ahora para reflexionar y hacer una conclusión: hemos visto que
pretender eliminar las clases sociales por medio del Estado es una total
equivocación; hemos visto que un organismo cualquiera que pretenda organizar la
vida de un pueblo sin el concurso de éste no puede llevar a otro camino que al
sometimiento de la voluntad popular y por ende a la esclavitud; hemos visto que
tomar el poder político no puede conducir sino a la dictadura, y a su vez hemos
visto que esta dictadura va completamente en contra no sólo de la revolución
social, sino también del mismo pueblo que encarna a ésta; hemos visto también
que bajo esta dictadura el pueblo, lejos de ser libre, se hallaría nuevamente
sometido a los dictados de un puñado de dictadores (cuando no de uno solo) que
impondrían sus preceptos a todo el pueblo, y hemos visto también que puesto que
el Gobierno, se llame como se llame, encarna en sí mismo el nacimiento y el
principio mismo de una clase gobernada, es preciso entonces no sólo no
reconstruir el Estado, sino destruirlo de raíz.
Hemos visto además las maneras en
las que el marxismo ha criticado injusta y neófitamente al anarquismo; hemos
visto como el mismo Marx era ya en sí una figura eminentemente autoritaria,
sectaria, con prejuicios raciales y aburguesado hasta la medula; también hemos revisado
ya que fue Carlos Marx el responsable del tropiezo que sufrió la AIT en el
siglo XIX; nos hemos insertado en la historia de Rusia y vimos como actuaron
los marxistas para imponer sus ideas al pueblo; pasamos revista a la historia
de España y vimos también como de manera directa e indirecta contribuyeron al
triunfo del fascismo, del que después Stalin, y con él el PC mundial se harían
grandes aliados para someter a los pueblos, con la consecuente traición de
Hitler.
Ante estas cuestiones tenemos que
hacernos un par de preguntas:
a) Como anarquistas ¿es posible
tener algún tipo de relación con el PC?
b) Como revolucionarios ¿es
posible tener confianza en ellos dentro de la revolución?
c) Como pueblo ¿puede confiarse
en el PC después de lo que acabamos de leer?
d) ¿son realmente revolucionarios
los marxistas?
e) ¿existe diferencia alguna
entre los métodos fascistas y los marxistas?
f) ¿Qué actitud debemos tomar
ante el PC?
A la última pregunta podemos
responder, y en general a todas, que ni como anarquistas, ni como
revolucionarios, ni como pueblo, ni de ninguna manera hemos de confiar en un
organismo que tiene como principio la autoridad y la conquista del Estado como
meta. No, no puede haber no solo un respeto o una camaradería, sino que como
revolucionarios anarquistas hemos de ver al PC como un organismo mas, un
partido político más que pretende gobernar al pueblo y, lo mismo que con los
demás partidos, desenmascararle y combatirle igual que a los demás.
Todas esas palabras rimbombantes
sobre la unión de todas las izquierdas
no nos convencen: el anarquismo no pertenece ni a la izquierda ni a la derecha,
pues éstas no son sino polos opuestos que se combaten entre sí para conquistar
el poder político, y nosotros como anarquistas no deseamos conquistar el poder,
sino destruirlo.
Los principios antifascistas del
PC no pueden ya convencernos, no solo después de lo que acabamos de leer, sino
también porque antifascistas se dicen muchos, pero si con ese antifascismo no
se encuentra la destrucción del poder político, este antifascismo incoloro no
es más que una táctica para atraer votantes o aglutinamiento de masas.
Es verdad que el enemigo es
fuerte, pero no por eso vamos a hacer alianzas con quienes tienen los mismos
preceptos que él; queremos la revolución social, queremos la libertad, queremos
luchar por ambas, pero no para encumbrar a otro al poder, porque el poder,
prisión eterna en la que el pueblo ha estado preso y sometido durante siglos no
puede ser otra cosa que un medio de opresión, y por eso es preciso destruirlo.
Para responder entonces a la pregunta
“c)” no hay más que una respuesta: entre el marxismo y el anarquismo hay un mar
de sangre que hace imposible toda relación.
Nuestros principios, nuestros
medios y nuestras finalidades son completamente diferentes:
El anarquismo practica la lucha
por medio de la libertad, el marxismo por medio de la autoridad; el anarquismo
no busca la conquista del poder, el marxismo sí; el anarquismo quiere la
destrucción de todo poder político, el marxismo no sólo no quiere su
destrucción, sino fortalecerlo aún más; el anarquismo lucha por la libertad, el
marxismo por la dictadura; el anarquismo quiere la libertad de todo el pueblo,
el marxismo busca la libertad de un sector (el proletario) por encima de los
demás sectores explotados; el anarquismo es una teoría abierta al debate, el
marxismo considera que lo dicho por Marx y Engels es la verdad suprema. Y ante
estos racionamientos la elección para el revolucionario no es más que una:
libertad o dictadura.
Los intentos de tratar de
fusionar ambas ideas han sido completamente estériles. Daniel Guerin, en su
libro Por un Marxismo Libertario no
hace más que tomar los conceptos que más se adecuan al anarquismo,
principalmente la obra de La Guerra Civil
en Francia de Marx, que ya hemos citado. Carlos Díaz en su Memoria Anarquista pretende hacer otro
tanto, pero ambos esfuerzos ven tan sólo el carácter idealista del marxismo de
un mundo de trabajadores libres, tratando de hacer a un lado los medios por los
cuales se pretende llegar a esos fines, que les conduce inevitablemente a
regímenes similares a los fascistas. El marxismo, pues, no puede ser reformado
ni modificado; puesto que sus métodos son contradictorios con la revolución
social, puesto que los fines que presuntamente tienen no pasan de las palabras,
puesto que lo único rescatable del marxismo ha sido ya dicho por el anarquismo
y otras tendencias del socialismo, lo único que se puede hacer con el marxismo
es destruirlo.
Pero independientemente de
nuestra actitud hacia el marxismo ¿Qué podemos decir de éste?
Los marxistas quieren repetir el
milagro de Lázaro y revivir a un muerto. Carlos Marx, y con el toda su
camarilla no supieron hacer otra cosa que tratar de subir al poder y someter al
pueblo. El marxismo actual, ciego por convicción, se niega a darse cuenta del
fracaso atróz de sus ideas. Se halla el Partido Comunista absorbido en muchas
partes del mundo por el gobierno de sus respectivos países. La táctica política
es el pretexto para recibir apoyo del gobierno pero, a estas alturas ¿Quién ha
utilizado y absorbido a quien?
Por otro lado, la historia se ha
encargado de hacer justicia a la teoría anarquista de la crítica del Estado: en
Rusia, en España, en Cuba, en China, etc., se ha dejado de manifiesto que quien
toma el camino de la conquista del poder no puede sino caer en conceptos
autoritarios y traicionar la revolución.
¿Podría ser de otra manera?
Evidentemente no: no se trata de ciertos personajes y de sus formas de actuar lo
que han hecho el fracaso del marxismo, sino de la misma idea del marxismo, es
decir, de tomar el camino de la autoridad y de la conquista del Estado. Estos
conceptos llevan inevitablemente a tomar ciertas conductas y métodos para
tratar de conseguir los objetivos que se trazaron. Entonces, si en Rusia no
hubiese sido Lenin y Stalin, otros en su lugar y con otros nombres hubieran
actuado de manera muy parecida.
¿Son lo suficientemente honestos
los marxistas para aceptar el fracaso? No. En ellos la crítica ha quedado
olvidada, si apenas han modificado los conceptos de Marx, ha sido única y
exclusivamente porque tenían que adaptar el dogma lo más posible a la
actualidad, de no hacerlo el mismo ejercicio del dogma habría quedado impedido.
¿Ha sabido el marxismo ejecutar
una verdadera revolución? “Los hechos históricos muestran que su curso sigue
otra dirección, e incluso una dirección opuesta. Donde quiera que el
movimiento obrero se ha desarrollado bajo la influencia de las ideas marxistas,
vemos que no es la sociedad la que ha suprimido al Estado, sino, al contrario,
que es el Estado el que ha suprimido a la sociedad. En vez de
tender a una sociedad sin Estado, vemos que el Estado y sus poderes se
fortalecen de manera inaudita. La conquista del poder político engendra el
despotismo del Estado, que ya casi no se diferencia de las dictaduras burguesas
y que constituye una amenaza mortal para toda forma de socialismo.” (352).
En realidad los marxistas no son,
por mucho, enemigos del Estado. Son enemigos de “éste Estado” pero no en sí de
la institución del Estado. Más aún, están en contra de éste Estado… ¡pero sólo
porque quieren implantar el suyo! cuando los marxistas hablan de la revolución
no se trata en realidad para ellos sino de un cambio, veamos porque:
¿Qué se entiende por revolución,
por cambio, por estática? bien, por estática se entiende algo que se encuentra
estancado, detenido, parado, paralizado, que no avanza. Por cambio se entiende,
evidentemente, solo la sustitución de una cosa por otra o la modificación de lo
mismo, sólo eso, modificación o sustitución. Por revolución, se entiende
avanzar, evolucionar, revolucionar.
Así pues, el marxismo no propone
la estática, puesto que no quiere éste Estado. Pero tampoco quiere revolución,
puesto que al proponer que no se destruya al verdugo del pueblo (el Estado)
evidencía que no quiere que la sociedad evolucione, avance, revolucione.
Quiere, exacto, el cambio, solo eso, el cambio de un Estado por otro, ¡no su
destrucción! O en otros casos sólo un cambio estético del mismo poder, del cual
se servirán, recordemos que Lenin, en su Testamento
Político aceptaba que el aparato de Estado bolchevique en realidad era el
Estado zarista apenas reformado. Ellos son solo una parte más de los
reformistas.
Ellos son los más claros adictos
de aquel viejo lema: “si no puedes con el enemigo, ¡únetele!”. Es más, no sólo se
le unen, ¡sino que lo quieren hacer aún más fuerte!
Ahora bien, ¿Qué se entiende por
comunismo? ¿Por socialismo? Bien, Comunismo: común, comuna, comunismo; hacer de
la riqueza social, y de los medios de producción una propiedad común. Es decir,
que sea para todos.
Socialismo: socializar, es decir,
hacer de la riqueza y de los medios de producción una propiedad social; de
todos.
Bajo estos conceptos el
Socialismo y el Comunismo son sino el equivalente, si conforman una gran parte
de la idea anarquista: socializar o hacer común la riqueza social para que el
pueblo disponga de ésta conforme sus necesidades e inclinaciones le indiquen.
Socializar y hacer comunes los medios de producción, el arte, la cultura y todo
aquello que pueda ser puesto en común, son excepción de lo personal y de las
personas. Dejar en fin al pueblo la libre iniciativa de distribuir conforme a
la necesidad todo lo que provenga de su trabajo y de su esfuerzo.
¿Tiene algo de esto el marxismo?
Aunque se halle camuflada la dictadura tras la palabra provisional, y aunque se
diga que éste es el verdadero fin del marxismo, sólo que se trata primero de
preparar el camino (primera fase del comunismo), para nosotros es más que claro
que no sólo el marxismo no es socialismo, ni comunismo, como venimos diciendo a
lo largo del libro, sino que el marxismo apunta más bien a ser un régimen
totalitario al puro estilo de Mussolini o de Hitler. En las concepciones
económicas (no así en su concepto de la organización de la sociedad) de Marx se
haya más bien definido un colectivismo estatista que un comunismo: serian los
medios de producción y la riqueza propiedad del Estado, dando al pueblo lo que
considere necesario para vivir. Esto en cuanto a las concepciones económicas
que Marx tenía; respecto de la organización de la sociedad he indicado ya en
este párrafo lo que sería.
El marxismo, en definitiva, no ha
sabido construir la revolución social, sino sólo la política; lejos de ser
revolucionario, se ha puesto al otro lado de la barricada.
¿Qué ha producido el marxismo
sino una miserable “burocracia roja”? ¿Qué ha producido el leninismo? sino un
vergonzoso capitalismo de Estado. ¿Qué ha producido el stalinismo? sino una
brutal masacre barnizada de socialismo. La enseñanza más clara que ha dejado el
marxismo del siglo XX a sus seguidores ha sido muy clara: “si el fin justifica
los medios… ¡sembrad el camino de cadáveres!”
¿Qué no son comparables los
regímenes fascistas a los marxistas? Véanse sus métodos y las condiciones en
las que vivieron las personas que estuvieron bajo tales regímenes y veremos
claro que apenas existe diferencia alguna.
Es verdad, los conceptos del
fascismo y del marxismo son en teoría contrarios. El fascismo se encamina
directamente a la opresión del pueblo y al afianzamiento de los privilegios de
quienes están en el poder; el marxismo se encamina, siempre en teoría, hacia la
liberación de los trabajadores. Pero al tomar el camino de la conquista del
poder político da un giro en su camino inicial y se encuentra con que la
conquista del poder político le ha llevado inevitablemente al mismo lugar que
el fascismo: la opresión del pueblo y la creación de una nueva clase burguesa
que necesitará del afianzamiento de sus privilegios por medio de la fuerza y el
aplastamiento de las libertades populares.
¿Qué es injusto meter a los
marxistas actuales en la misma categoría que a los marxistas del siglo XX? Sea,
pero vaya por delante que no hablamos aquí de personalidades, sino de la teoría
misma del marxismo; en consecuencia: si el marxismo mostró ya en las
experiencias del siglo XX a dónde conduce el camino de la conquista del poder,
los marxistas actuales no pueden pasar estas experiencias por alto. Es común
que esto ocurra así, por lo que la responsabilidad de los marxistas de antaño
se aplica a los actuales, que se aferran aún a las teorías caducas y falsas del
siglo XX.
A lo largo de éste libro he
venido indicando constantemente que las conductas del marxismo, desde Marx
hasta nuestros días, sólo pueden explicarse de dos maneras: o por ignorancia o
por convicción. Si se mantenían estas ideas por ignorancia en la época del
marxismo del siglo XIX, el carácter científico del que hablaban Marx y Engels y
del que siguen hablando los marxistas actuales en realidad jamás ha existido.
Esta ignorancia debió desaparecer en el siglo XX, ante los ejemplos que la
historia ha dado ya de los principios marxistas puestos en práctica en los
distintos países.
Si se mantienen por convicción,
como parece ser ineludible después de que la historia ha demostrado el carácter
contrarrevolucionario del marxismo, entonces sobran ya las explicaciones
amplias: éste movimiento significa para el pueblo un enemigo de la misma talla
que el fascismo.
¿Espero con este libro tratar de
hacer ver las cosas a los marxistas? No, sé que tratar de hacerlo es
desperdiciar tinta. Esa política de avestruces que les hace esconder la cabeza
ante los hechos impide toda crítica seria de sus ideas en ellos mismos. Escribo
para los camaradas que aún vacilan en sus opiniones del marxismo; escribo para
alertar al pueblo ante éste peligro que amenaza su libertad. Escribo porque
creo mi deber como revolucionario contribuir a derribar esos ídolos terrestres:
el Che Guevara, Fidel Castro, Carlos Marx, Lenin, Engels, Stalin, etc., así,
todos revueltos, querían y consiguieron en algunos casos tomar el poder y
aplastar la libertad del pueblo. Todas las muertes de revolucionarios que estas
ideas y estas personas causaron, no deben significar un episodio más en la triste
historia de las luchas revolucionarias. Todos los compañeros revolucionarios,
hombres y mujeres del pueblo (353) que no tenían más ideal que la libertad, caídos
ante estos regímenes han de ser un grito desde la historia para que no se
repitan más estos nefastos movimientos dictatoriales camuflados tras el disfraz
de la revolución y de la libertad popular.
Este escrito está especialmente
dedicado al llamado de un compañero ruso caído ante las garras del leninismo:
“No repitáis nunca nuestro error:
no introduzcáis el comunismo de Estado. ¡Viva la revolución social del mundo!
¡Viva la solidaridad mundial del proletariado! ¡Abajo la burguesía y el Estado,
comprendido el Estado proletario!” (354)
Queda, para finalizar, decir que
son las personas despojadas de todos los tapujos sectarios los que hacen la verdadera
exégesis de la ciencia social. De ahí nuestras fundamentadas diatribas a los
marxistas. Ante las fehacientes pruebas de las revoluciones, rusa, china,
cubana, etc., en las que ha quedado de manifiesto lo patético de la doctrinas
marxistas, el proletariado mundial, no tiene otra alternativa a su emancipación
que ésta: el anarquismo. Y esto poco a poco se va convirtiendo en el axioma de
la historia social y de los revolucionarios de hoy. El marxismo actual en su
mayor parte está ideológicamente muerto y en estado de putrefacción. Los
neo-marxistas que se niegan a ver la realidad de las cosas se debaten entre un
stalinismo vergonzante y una socialdemocracia que reniega sistemáticamente de
su historia. Ante todo lo escrito anteriormente queda de manifiesto no sólo que
es una contradicción enorme tratar de entablar una lucha conjuntamente a los
marxistas, sino que en la próxima revolución han de estar los anarquistas, no sólo
contra el Estado, sino también contra aquellos que pretendan someter al pueblo
a otro oprobio estatal escondido bajo el nombre de comunismo “científico”. Y
también que, como ya lo dijera Pirumova: “¡La única dialéctica posible entre anarquistas
y leninistas [o marxistas, trotskistas, etc.] es la de los tiros!” (355)
La memoria de todos los
compañeros anarquistas que perecieron ante las garras de los matarifes
marxistas, o enclaustrados en las Tchekas, fusilados y exiliados no ha de ser
olvidados, porque olvidarlo equivale a dar la posibilidad de volver a caer en
lo mismo.
Por ello es que es importante
tener presente estos acontecimientos y tener claras las ideas de ellos y las
nuestras.
“En tales situaciones, se impone para él el aprendizaje más elemental de la
libertad, y correspondería a los anarquistas unir todos los esfuerzos, aunque
sean pocos libertarios, para crear la corriente de donde surgirá un día una
iniciativa libertaria. Y lo mismo debería ocurrir en todas partes de Europa, mutatis mutandis, para hacer frente y
prevalecer sobre la iniciativa autoritaria, que es todavía omnipotente y que sólo
ha triunfado para sembrar los gérmenes del fascismo, ahogando la libertad” (356).
“El régimen comunista estatista no es sino una variedad del Fascismo. Ya es
tiempo de que los trabajadores de todos los países lo comprendan, reflexionen y
extraigan las lecciones constructivas de esta formidable experiencia negativa”
(357)
¡En guardia pues, los
trabajadores del mundo ante este intento de dominación! ¡Preparémonos! ¡La
próxima revolución será necesariamente libertaria y destrozará al Estado!
Porque una revolución que sólo pretende un cambio de amos, no merece llamarse
revolución ¡sino reforma!
Fraternalmente: Erick Benítez
Martínez.
México DF, mayo del 2008.
Notas. Primera Parte.
1.- Volin. La Revolución Desconocida.
2.- Principalmente, pero no
únicamente, pues ya antes Marx mostraba su carácter egocéntrico.
3.- Anteriormente ya Marx había
emprendido una lucha contra Proudhon, por el hecho –entre otros-- de no
prestarse éste a las pretensiones de Marx de atacar al llamado “representante
del verdadero socialismo”, Grün; las
palabras en donde Marx acusa a Grün ante Proudhon fueron las siguientes: “[le
escribo] para denuncia a usted a M. Grün de Paris… un caballero de la industria
literaria, un tipo de charlatán que… trata de conciliar su ignorancia con
pomposas y arrogantes frases… sin embargo, este hombre es peligroso gracias a su impertinencia, abusa de la fama que se ha
hecho entre renombrados autores a fin de colocarse a sí mismo en un pedestal”.
De Marx a Proudhon. 5 de mayo de 1846. Correspondencia
Marx/Engels.
4.- Lenin. El Estado y la Revolución.
5.- No olvidemos que Marx
despreciaba a los campesinos a los que llamaba con el pintoresco nombre
peyorativo de lumpen proletariat: el
proletariado en harapos.
6.- Lo que por sí solo nos hace
ver que mientras eso no pase no habrá libertad.
7.- Pedro Kropotkin. La Conquista del Pan.
8.- Puede sonar esta afirmación
algo extrema, pero no es así, la historia lo demuestra.
9.- Véase Nicolai Bujarin. Anarquía y Comunismo Científico.
10.-Lenin. El Estado y la Revolución.
11.- Lenin. Ídem.
12.- Lenin. Ídem.
13.- Carlos Semprún Maura. Revolución y Contrarrevolución en Cataluña.
14.- Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.
15.- El lector encontrará en el
capítulo dedicado a España unos breves trazos sobre la resistencia de las
colectividades populares contra las imposturas de los estatistas.
16.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista.
17.- Carlos Marx. Ídem. Las cursivas son mías.
18.- Lenin. Obras Completas.
19.- Lenin. El Estado y la Revolución.
20.- Prestemos atención especial
a como Lenin tendía mucho a hacer críticas duras a la burguesía, y como estas
mismas críticas son exactamente aplicables también al marxismo, sin que el
mismo Lenin dijera una sola palabra sobre ello.
21.- Obras de Marx, Engels y Lasalle, vol. II, La Alianza de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de
los Trabajadores.
22.- Max Nettlau. La Anarquía A Través de Los Tiempos.
23.- Muchos de los marxistas nos
querrán discutir que Lenin aclaró esto en su libro El Estado y la Revolución, ya pasaremos revista al momento en que
se publicó ese libro en Rusia, y las condiciones que existían al publicarse.
24.- Marx y Engels, Conferencia de Londres de 1871.
25.- Pues no serían los primeros,
los blanquistas y jacobinos también lo hacían, de donde Marx y Engels tomarían
estos principios.
26.- Esta es la manera en la que
los marxistas proponen abolir las clases sociales, empleando “la renta de la
propiedad de la tierra, para los gastos del Estado” es decir, el pueblo se
encontraría dentro de su sistema de la misma manera que en el sistema actual:
sin siquiera un pedazo de tierra para poder vivir, y tener que pagar por éste.
Pero los marxistas se consuelan diciendo que es para “pagar los gastos del
Estado”.
27.- ¿Sobre quién? Ya podemos
imaginarlo.
28.- Cosa por la que Marx
lucharía en contra de la influencia de Bakunin, quien proponía esta abolición
como medio esencial de la revolución.
29.- Naturalmente esto da una
carta en blanco para dejar en la calle y perseguir a quien se oponga a la
centralización de los medios de producción, quienes serán tratados como
“sediciosos” y por esto mismo, suprimidos por los jefes del partido; piénsese
en lo que se hizo en Rusia.
30.- He aquí lo que los
neomarxistas quieren negar de su maestro; he aquí que Marx proponía la
centralización brutal de la que antes he hablado.
31.- Ídem.
32.- Es decir, extensión del
poder económico del Estado, lo cual significa más esclavitud del pueblo.
33.- Claro, con excepción de los
jefes del partido que estarán en el poder.
34.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista. Los
marxistas actuales de las escuelas se extasían al leer el Manifiesto del Partido Comunista, y no se dan cuenta de la
esclavitud que en él se pide.
35.- Véase como Marx propone que
a la burguesía le sea arrancado el capital de manera gradual. Se puede entrever en sus palabras que la burguesía seguirá
existiendo (¡y él lo sabia!) pero sería combatida y despojada gradualmente del capital. ¿Realmente
existe diferencia alguna entre esta teoría de Marx y la de Bujarin o la de
Lenin? He aquí entre otras cosas porque al comienzo del escrito decíamos hacer
“tabla rasa” de todos los marxistas.
36.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial
Progreso. Impreso en Moscú.
37.- Gastón Leval. Lenin, Sepulturero de la Revolución Rusa.
Este texto es de un interés especial: se trata de cómo vio Gastón Leval la
revolución rusa estando en estas tierras y de la entrevista que éste tuvo con
Lenin, donde el carácter verdadero del dictador ruso es puesto de manifiesto.
38.- Palabras textuales de Lenin,
que indican que la opinión de Bujarin, no es en modo alguno, la opinión de un
personaje secundario dentro de la teoría marxista, sino que nos la hemos con
uno de los más significativos de dicha teoría.
39.- Lenin se equivoca al afirmar
aquí que durante la primera fase del comunismo, como ellos le llaman, los
medios de producción pertenecerían a la sociedad. En realidad pertenecerían al
Estado, y no a la sociedad.
40.- Es increíble que Lenin que
estaba escribiendo esto, tachara a Lasalle de Pequeñoburgués –Lenin no estaba
del todo equivocado- pero no se ponía a ver la estrecha vía revolucionaria en que
estaba él mismo describiendo ese momento.
41.- Lenin. El Estado y la Revolución.
42.- Se trata del de Gotha, que
propiciaba la unión entre los partidarios de Marx y los de Lasalle.
43.- Esto nos deja ver que no
descalifica la exposición del Programa
como algo que no fuese con su concepción comunista, sino que sólo lo
descalifica por dejar la exposición de su concepción de la sociedad comunista a
medias.
44.- Pero que ya serán ellos los
nuevos monopolizadores.
45.- Carlos Marx. Crítica del Programa de Gotha. Las
mayúsculas las incluí yo.
46.- Mírese más arriba como el
mismo Lenin lo dijo en El Estado y la
Revolución.
47.- Incluimos los campos, aun a
pesar de los marxistas que saben muy bien que los campesinos no figuraban en
los planes del señor Marx, porque los consideraba una clase atrasada en
cultura.
48.- Como sucedió en Rusia, en
donde tras la catastrófica situación económica producida por la ineptitud de
Lenin, su sucesor Stalin se vio en la “necesidad” de mandar traer a numerosos
técnicos e ingenieros de Alemania y Estados Unidos durante los años 1924-1935.
49.- Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia.
50.- Arthur Lehning Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.
51.- Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia. Las cursivas
son mías. Al leer las palabras de Marx se deduce que de esta manera ya no se
procedería al gobierno Desde arriba
hacia abajo; al llegar al Gobierno de los
productores por los productores, éstos se gobernarían a sí mismos Desde Abajo. ¿Es esto Marxismo?
52.- De Engels a Bebel. 28 de
marzo de 1875. Correspondencia
Marx/Engels.
53.- Lenin. El Estado y la Revolución.
54.- Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia.
55.- Carlos Marx. Crítica del Programa de Gotha.
56.- Véase el panfletillo de
Bujarin: Anarquía y Comunismo Científico.
57.- Pues según el marxismo no se
llegará al comunismo sino hasta después.
58.- Véanse algunas partes de El Estado y la Revolución de Lenin,
donde se amplían más estos conceptos restrictivos sobre el nivel de vida del
pueblo.
59.- Lenin. El Estado y la Revolución.
60.- Lenin. Ídem. Las cursivas son mías.
61.- Lenin. Ídem.
62.- Esta primera fase del comunismo se desarrollaría a la par de la
dictadura del proletariado, tengamos esto en cuenta.
63.- Lenin. El Estado y la
Revolución.
64.- Carlos Marx. Manuscritos
Económicos-Filosóficos de 1844.
65.- Nicolai Bujarin. El ABC del comunismo. IV. Comunismo y Dictadura del
Proletariado. 3. La administración en la sociedad comunista.
66.- No se crea que estoy exagerando, cualquiera que consulte su obra
encontrará estas palabras directas de la pluma de Bujarin, en Anarquía y Comunismo Científico.
67.- Grigori Zinoviev Apfelbaum, septiembre de 1918, en Severnaya Comuna, núm. 109, 19 de
septiembre de 1918.
68.- Neue Rheinische Zeitung. 15 de febrero de 1849. F. Engels, con la
aprobación de Carlos Marx, en respuesta a la obra de Bakunin, el Llamamiento a los eslavos.
69.- Miguel Bakunin. Estatismo Y
Anarquía.
70.- Extraído del libro Antología
Anarquista.
71.- P. J. Proudhon. La capacidad política de la clase obrera.
72.- Lenin. El Estado y la Revolución.
73.- Lenin. Ídem.
74.- Lenin. Ídem.
75.- Señalemos que esta lucha espontánea no siempre existe,
Moissonier está equivocado al reconocerla de
hecho.
76.- Notemos como el mismo
Moissonier indica que los obreros deben de dar a su lucha como objetivo ultimo la revolución socialista.
Nos deja ver que antes que la revolución, se encuentra para ellos la conquista
del poder político, al constituirse como lucha
de clase política… en la revolución ni pensar, ella vendrá después, según
ellos.
77.- Maurice Moissonier. Conferencia en el Instituto Maurice Thorez,
París.
78.- Años después Lenin en Rusia
no revolucionaba las cabezas… ¡las guillotinaba!
79.- Max Nettlau. Miguel Bakunin, La Internacional y La
Alianza En España.
80.- George Woodckok. El príncipe Anarquista.
81.- De Engels a Marx el 13 de
febrero de 1865. Correspondencia Marx/Engels.
82.- Entiéndase aquí que no me
refiero al Dios cristiano, judío, etc., sino a la misma idea de Dios y no a un
particular.
83.- Puesto que estamos viendo
tan sólo el aspecto científico en la humanidad es que no menciono que estos
medios de producción se encuentran hoy en manos de un puñado de personas. No es
entonces la humanidad la que dispone de ellos, sino tan sólo una reducida
cantidad de ella. Pero esto se comprende, y no hace falta mencionarlo.
84.- Recordemos la manera en que
se alarmó J. Duclos en la nota que transcribimos más arriba: “Sin embargo,
nosotros no debemos dejar de reaccionar vigorosamente cuando se niega una de
las tesis esenciales del marxismo, a saber: que la clase obrera es la única
clase revolucionaria hasta el fin.”
85.- Francisco Olaya ha realizado
un magnífico trabajo histórico sobre España y sus conquistas en su libro Genocidio Español en la España de la Austria,
que no puedo dejar pasar la oportunidad de recomendar.
86.- Palabras extraídas de las
obras de El Capital.
87.- Rudolf Rocker en su libro Nacionalismo y Cultura ha tratado de una
manera más eficaz que yo este punto. Es recomendable para el lector leer esta
obra de Rocker para comprender de una manera más amplia esta cuestión.
88.- En lo personal, pese a mi
adherencia al comunismo anarquista, prefiero considerar al anarquismo como una
idea que como base fundamental niega al Estado, pero que en lo económico no
menosprecia la posibilidad de que sea practicado el colectivismo u otra forma
económica, siempre y cuando no reviva al Estado… Aunque en lo personal yo crea
que el comunismo anarquista será la forma económica que terminara por adoptar
el pueblo.
Durante el proceso que duró lo
que podríamos denominar la transición del Colectivismo Bakuninista al
Anarco-comunismo y aún después, muchas de los grandes figuras teóricas del
anarquismo se vieron en la necesidad de aceptar que no se podría dar un sistema
económico como algo absoluto, pues ello equivaldría a hacer precisamente una
idea cerrada y negar por completo la evolución humana. Lo que en un tiempo es
verdad, pasados los años, el avance de la tecnología, los cambios económicos,
políticos, e incluso naturales modifican el estado de un pueblo: no se puede
formular hoy una teoría y decir que ésta habrá de ser la solución por siempre,
porque dentro de un tiempo las cosas habrán cambiado, y si se empeña uno en
aplicar la teoría tal y como se formuló hace 100 o 200 años, nos veremos en la
situación de ver que las cosas no son iguales que antes.
Esto lo comprendieron y aceptaron
hace ya mucho tiempo grandes anarquistas de la talla de Ricardo Mella, Anselmo
Lorenzo, Max Nettlau, Kropotkin, Malatesta, y un largo etcétera de nombres que
pese a tener preferencias por algún sistema económico, sabían que no se puede
hacer algo absoluto, y que sería el pueblo que viviera dicha revolución quien
aplicase el sistema económico que mejor le pareciera, pero siempre negando al
Estado, si no quería dar una vuelta en círculo al sistema anterior. Aunque esto
no quiere decir que no se pueda vislumbrar aunque sea a grandes rasgos las
maneras en las que habría de organizarse el pueblo. Las teorías no son malas,
incluso muchas cosas de las formuladas hace más de 100 años pueden ser
aplicadas hoy con algunas actualizaciones al plano actual. Lo que es malo, es
precisamente creer, como hace los marxistas, que los métodos que Marx formuló
hace mucho tiempo pueden ser aplicados de una manera exacta como el dijo, en la
actualidad; es verdad que las teorías cambiaron un poco y se actualizaron muy
superficialmente durante el Trotskismo, el Leninismo, e incluso el Stalinismo;
pero éstos sólo fueron cambios superficiales: los métodos de Marx: toma del
poder político, dictadura [pseudo] proletaria, centralización, primera fase del
comunismo, etc., se mantuvieron en los teóricos posteriores a Marx. Y si a esto
aunamos el hecho de que ya la historia los ha mostrado como equivocados,
entonces la lápida sobre el marxismo se hace cada vez más grande.
89.- Con motivo del 160
aniversario de la publicación del Manifiesto
del Partido Comunista, se realizó en una preparatoria del distrito federal
una conferencia dada por un miembro del PCM de la rama del periódico El Militante. Con muy poca sorpresa me
encontré al escuchar de sus labios los mismos conceptos autoritarios de los que
Marx y Engels se hicieron creadores. Lo curioso de esta conferencia, fue que al
hablar y exponer los conceptos del marxismo en toda su desnudez autoritaria, el
exponente no tuvo más remedio que salirse por la tangente y llevar la plática
por donde le convino. Intentaba desvincular totalmente las teorías de Marx y
Engels del stalinismo, sin apenas haber sabido responder a mis argumentaciones,
cosa de por sí harto difícil, pues en realidad como he indicado ya, el
stalinismo es la continuación del marxismo, la puesta en práctica de estos
principios.
90.- El Anti-Dühring o la subversión de la ciencia por el señor Eugenio
Dühring.
91.- Lenin. El Estado y la Revolución.
92.- Seis años después de Lenin
escribir este libro, en 1923, el mismo Lenin nos decía que: “En el fondo [el aparato del Estado ruso] lo hemos heredado
del viejo régimen” (sic) poniendo de
manifiesto que ni siquiera sustituyeron un Estado por otro, sino que tan solo
barnizaron el anterior.
93.- Lenin.
El Estado y la Revolución.
94.- De Engels a Bernstein. 28 de
febrero de 1884. Correspondencia
Marx/Engels.
95.- Nacerían en 1818 y 1820
respectivamente.
96.- Alusión del último verso
inscrito en la puerta del Infierno de Dante.
97.- Miguel Bakunin. Obras Completas.
98.- Miguel Bakunin. Consideraciones Filosóficas sobre el
Fantasma Divino, Sobre el Mundo Real y Sobre el Hombre.
99.- Miguel Bakunin. El Imperio Knuto-Germánico Y La Revolución
Social.
100.- Lenin. El Estado y la Revolución.
101.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista. Capítulo
IV. Actitud de los Comunistas respecto a los diferentes partidos de oposición.
102.- Véase como Marx y Engels
decían por boca propia que ni siquiera la expropiación de la burguesía sería de
golpe, sino gradualmente. Esta
conducta propia de tibios frena precisamente la revolución social, y la
emancipación del proletariado se vuelve más lenta. Cosa que conviene a los
marxistas, pues mientras ellos estarían en el poder.
103.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista.
104.- Puntos extraídos del Manifiesto del Partido Comunista.
105.- Nicolai Bujarin. Anarquía y Comunismo Científico.
106.- El primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado
a clase dominante, la conquista de la democracia. Ídem, Carlos Marx. Manifiesto
del Partido Comunista.
107.- Lenin. El Estado y la Revolución. Lenin al escribir esto lo hacía como una
crítica a los europeos del siglo XIX. Pero cuando él subió al poder en Rusia,
emprendería este mismo camino. La fuerza de las Tchekas y del ejército ruso
fueron una condición indispensable para el afianzamiento de los bolcheviques en
el poder.
108.- Nicolai Bujarin. Anarquía y Comunismo Científico.
109.- Nicolai Bujarin. El ABC del Comunismo.
110.- Nicolai Bujarin. Ídem.
111.- Engels. Anti-Dühring o la subversión de la ciencia
por el señor Eugenio Dühring. Lenin. El
Estado y la Revolución. Carlos Marx. Miseria
de la Filosofía.
112.- Carlos Marx. Miseria de la Filosofía. Manifiesto
Comunista.
113.- O de otras tendencias,
véase lo sucedido en España con el engrosamiento de las filas del PCE con
elementos republicanos, extremistas catalanes y hasta gente con tendencias
reaccionarias.
114.- No dudamos que algunos –y sólo
algunos, y aún está muy pequeña parte está en duda-- del partido marxista,
tengan buenas intenciones, pero que están en la dirección equivocada; en el
lado en donde, lejos de ayudarlos, los someten a una dictadura aún más brutal
que la actual.
115.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista.
116.- Léase por ejemplo la obra de Lenin ¿Qué hacer? Donde el mismo plantea que la consciencia del
proletariado le debe ser suministrada desde afuera, y por tanto la fracción más
consciente del partido debe separarse de la masa y dirigirla.
117.- Muchas de las citas que se exponen aquí están entresacadas de Karl Marx Und Friederich Engels:
Historich-Kritische Gesamt-Ausgabe,
otras son de las fuentes de libros como Saúl K. Padover. Karl Marx, una Biografía Íntima; Robert Payne. El Marx Desconocido; Nathaniel Weyl. Karl Marx: Racista; y la autobiografía de Jenny Von Westphalen A Short Sketch of a an Evetful life, que
fue hecha no para ser publicada, sino para que la leyeran sus hijas y nietos.
118.- Saúl K. Padover. Karl Marx,
una Biografía Íntima.
119.- Un hermano de Carlos llamado Eduard murió cuando tenía 11 años.
120.- Saúl K. Padover. Karl Marx,
una Biografía Íntima.
121.- A partir de aquí dejaremos de aclarar a quien nos referimos por
“Marx” el lector deberá advertir que nos referimos no ya a Marc Levy (el
abuelo), ni a Heinrich (el padre), sino a Carlos Marx, personaje central de
este capítulo.
122.- De Marx a Arnold Ruge. 9 de julio de 1842. Correspondencia Marx/Engels. Nótese de paso las manías que tenía
Marx de ver en todos lados la conspiración contra él, hasta en su propia
familia.
123.- Talers era el nombre que se daba a una gran mayoría de las monedas
de plata que circulaban por Alemania en los siglos XV y XIX.
124.- De Marx a Engels. 13 de septiembre de 1854. Correspondencia Marx/Engels.
125.- “Una importante obra, que te enviare… es Orígenes y Transformaciones del Hombre y otras Especies, de P.
Trémaux, París, 1865. Es, a pesar de todas las fallas que me llaman la
atención, un avance muy importante sobre
Darwin”. De Marx a Engels. 7 de agosto de 1866. Correspondencia Marx/Engels.
126.- Pierre Trémaux. Origines et transformations de l’homme et
des autres étres, Première partie. Desafortunadamente para mi he podido
consultar esta obra de segunda mano, por ello no he podido dar más detalles
sobre la misma.
127.- Carlos Marx. Miseria de la
Filosofía. Las cursivas son mías.
128.- De hecho esta época está llena de artículos de Marx y Engels en
contra de los eslavos y de prejuicios contra los judíos.
129.- He aquí un par de pruebas: “mi esposa me dice todos los días su
deseo de que ella y los niños estuvieran en sus sepulcros”. De Marx a Engels.
18 de junio de 1862. Correspondencia
Marx/Engels. Después de que Marx había ido a Alemania, donde había visitado
a Lasalle, Jenny escribe esto: “Y me siento particularmente bien después de
haberme liberado provisionalmente de las cadenas de su dominio y sintiéndome
nuevamente subyugada”. Carta de Jenny a Lasalle del 5 de mayo de 1861.
130.- De Louise Freyberger a August Bebel, 2 y 4 de septiembre de 1898.
131.- Ídem.
132.- De Marx a Engels. 30 de julio de 1862. Correspondencia Marx/Engels.
133.- De Marx a Engels. 25 de mayo de 1859. Ídem.
134.- Ídem. 2 de julio de 1858.
135.- Ídem. 9 de febrero de 1860.
136.- De Engels a Marx. 7 de marzo de 1856.
137.- Ídem. 27 de enero de 1865.
138.- Dejando de lado nuestras discrepancias como anarquistas con las
ideas de Simón Bolívar, aquí lo que nos interesa es la manera en que Marx solía
describir e insultar a medio mundo.
139.- De Engels a Conrad Smith. 5 de agosto de 1890. Citado según Saúl
K. Padover. Karl Marx, una Biografía
Íntima.
140.- Robert Payne. El Marx
Desconocido.
141.- De Engels a Bebel. 17 de
noviembre de 1885. Correspondencia
Marx/Engels.
142.- De Engels a Marx. 15 de febrero de 1851. Correspondencia Marx/Engels.
Notas. Segunda Parte.
1.- Al comienzo de este libro he dado una explicación de porque no
llamaremos comunistas a los
marxistas. En esta parte del libro me veo obligado a hacer otra aclaración:
puesto que este libro está compuesto de una parte dedicada a la historia y
puesto que el libro es una crítica al marxismo, no tocare la historia de los
diferentes movimientos anarquistas en tanto que no presenten interés alguno a
la crítica del marxismo. En tanto que estén vinculados o presenten algún tipo
de ayuda para mostrar la crítica que me propongo hacer, haremos lo posible por
tocar sólo lo que interese a nuestra crítica. Debido a esto el lector
encontrara (como en el capítulo de España) algunos huecos de tiempo que me veo
obligado a dejar así. Tal es que únicamente resaltaré, también del marxismo,
los periodos de interés a demostrar su carácter estrechamente revolucionario y
sí profundamente contrarrevolucionario. Para la historia de los diferentes
movimientos del anarquismo hay ya magníficas obras, y pretendo en un futuro
próximo realizar trabajos a este respecto.
2.- Véanse las enriquecedoras obras de G. D. H. Colle sobre el
pensamiento socialista.
3.- Max Nettlau. Comunismo
Autoritario y Comunismo Libertario.
4.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa.
5.- La diferencia entre el
Manifiesto de la Democracia Socialista y Manifiesto del Mundo Democrático según Kropotkin, se debe a las
diferentes traducciones, pero no a documentos diferentes.
6.- Kropotkin. Carta a James Guillaume. 5 de mayo de 1903.
7.- Pedro Kropotkin. La Ciencia
Moderna y el Anarquismo.
8.- De Marx a Schweitzer del 24 de enero de 1865. Correspondencia Marx/Engels.
9.- De Marx a Engels del 24 de
abril de 1867. Correspondencia
Marx/Engels.
10.- Hemos visto ya que Bakunin renunció a sus privilegios.
11.- Nos ocuparemos de este tema cuando lleguemos al título de La Internacional Escindida por Marx.
12.- Se refiere a la Liga Comunista. Los socios franceses de tal liga
eran principalmente los seguidores de Blanqui; los partidarios ingleses
provenían de la izquierda del movimiento Cartista.
13.- Los lacayos siempre estuvieron muy cercanos a Marx.
14.- En realidad Marx y Engels estuvieron siempre en contra del pueblo
eslavo, contrariamente a lo que acabamos de leer. Podemos citar para ello a la Neue Rheinische Zeitung en su número
correspondiente del 15 de febrero de 1849, donde se lee:
“A los eslogans sentimentalistas
que se nos ofrecen en nombre de los pueblos europeos que están en contra de la
revoluci6n, contestamos que el odio a Rusia fue, y aún es, la primera pasión
revolucionaria de los alemanes; y que a esto se había agregado desde la
revolución (de 1848) el odio a los checos y a los croatas... Nosotros, los
polacos y los magiares sólo podremos salvaguardar la revolución emprendiendo
una acción decididamente terrorista en contra de todos esos pueblos eslavos”
Evidentemente Marx y Engels
pasaron por alto que los polacos eran también eslavos, pero aquí lo importante
es desmentir que no estuvieran ellos en contra de los eslavos, lo que explica
en una mínima parte el odio que hacia Bakunin sentían.
15.- Lenin. El Estado y la
Revolución.
16.- Las cursivas son mías.
17.- Palabras de Trotsky, al ser desatada la represión contra los
anarquistas de Moscú en el año 1918.
18.- Nicolai Bujarin. Anarquía y
Comunismo Científico.
19.- Excepto España, que aunque nominalmente no se llamase AIT sus
secciones eran las mismas, y continuaban afiliadas a ella, aunque con sus
nombres propios.
20.- G. D. H. Cole. Historia del
Pensamiento Socialista vol. II. Marxismo y Anarquismo.
21.- Miguel Bakunin. Estatismo y
Anarquía.
22.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa.
23.- De Marx a Engels. 4 de noviembre de 1864. Correspondencia Marx/Engels.
24.- Sergent y Harmel. Historia
de la Anarquía.
25.- De Marx a Engels. 6 de abril de 1866. Correspondencia Marx/Engels.
26.- De Marx a Engels. 23 de abril de 1866. Correspondencia Marx/Engels.
27.- De Marx a Kugelman. Londres, 9 de octubre de 1866. Correspondencia Marx/Engels.
28.- De Marx a Engels. Londres, 11 de septiembre de 1867. Correspondencia Marx/Engels.
29.- Ídem.
30.- Citado por Víctor García. La
Internacional Obrera.
31.- Las cursivas son mías.
32.- Apenas se funda la AIT,
Marx escribiría a Bakunin, que se encontraba en Italia desde el otoño de
1864, para invitarlo cordialmente a participar en la Internacional.
33.- Víctor García. La Internacional Obrera.
34.- Sergent y Harmel. Historia
de la Anarquía.
35.- De Marx a Engels. 27 de julio. Correspondencia
Marx/Engels.
36.- Miguel Bakunin. Carta a Herzen fechada el 28 de octubre de 1869. Correspondencia de Miguel Bakunin.
37.- Téngase en cuenta, sólo secciones, posteriormente esto cambiaría.
38.- Si tomamos en cuenta que Engels y con él el Consejo General jamás
se interesaron por el destino de la Internacional en España, donde el
anarquismo bakuninista dominaba por absoluto,
esta representación se convierte en un absurdo.
39.- Anselmo Lorenzo. El
proletariado militante.
40.- Anselmo Lorenzo. Ídem.
41.- Para estos textos y otros de difícil acceso para el púbico en
general no puedo dejar de recomendar el magnífico trabajo de Georges Ribeill, Marx/Bakunin. Socialismo
Autoritario/Socialismo Libertario, que reunió en éste libro magníficos
textos que se encuentran en el Archivo
Miguel Bakunin, del Instituto Internacional de Historia Social en
Ámsterdam, así como de numerosos documentos de la Nueva Gaceta Renana y en general del conflicto Marx/Bakunin.
42.- Se refiere al manifiesto aparecido en La Solidarité el 5 de septiembre de 1870, en donde se alentaba a
formar cuerpos de resistencia que fueran a hacerle frente a los Prusianos.
43.- Carlos Marx, F. Engels. Obras. III. Correspondencia Engels/Lafargue.
44.- Recordemos que según los estatutos el Consejo General debía
“organizar los Congresos” lo que le permitía elegir el lugar.
45.- La policía belga también le impedía asistir al Congreso, según
Clara E. Lida en el prefacio a la obra de Max Nettlau Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España, en su
edición argentina.
46.- 300 rublos de plata. Aunque de hecho Bakunin si los enviaría, pero
que Netchaev no entregaría.
47.- Se refiere a los sucesos en los que las federaciones italianas
rompen con el Consejo General de Londres.
48.- Aquí se ve claramente que Marx trataba de engañar a Danielson,
pues la carta no tenía fines “puramente comerciales” sino que la usaría como
método de intriga contra Bakunin.
49.- Pseudónimo de Marx. Las partes en las que el lector encuentre palabras “recortadas”
como en “B[akunin]” se debe a que en el texto original solo se ponia la letra
para designarlo, yo he incluido las demas letras para hacer mas comprensible al
lector a quien se referian en la carta; el lector deberá comprender esto al
encontrarse con mas cosas de este tipo a lo largo de este libro.
50.- Es curioso ver como Marx y Engels exigían el respeto al reglamento
y los estatutos cuando ellos los rompieron con la Conferencia de Londres.
51.- De Marx a Sorge. 12 de junio de 1872. Correspondencia Marx/Engels. Más tarde, Jung haría el comentario de
que Sorge había llevado a Marx una docena de mandatos en blanco, y que se enorgullecía
de todo ello; estos mandatos permitieron entonces que hombres como Barry,
Hepner, Vaillant, Engels, Marx, etc., pudieran representar a varias secciones
americanas.
52.- De Marx a Kugelman. 29 de Julio de 1872. Correspondencia Marx/Engels.
53.- De Lafargue a Engels. 8 de agosto de 1872. Correspondencia Marx/Engels.
54.- Recordemos que españoles, belgas y suizos se abstendrían durante
todo el congreso.
55.- Para este tema, leer La
Anarquía a Través de los Tiempos. Y Miguel
Bakunin, la Internacional y la Alianza en España. De Max Nettlau.
56.- Equivocación, Bakunin sólo recibió 300.
57.- “abolir las
clases…” ¡utilizando el medio para crearlas –el Estado-!
58.- G. D. H. Cole. Historia del
Pensamiento Socialista. Tomo II.
59.- Citado por Sam Dolgoff.
60.- Ídem, nota tomada del libro Bakunin
y el Socialismo Libertario, de Ángel J. Capelletti.
61.- De Engels a Sorge. 5 de octubre de 1872. Correspondencia Marx/Engels.
62.- De Engels a Sorge. 4 de enero de 1873. Correspondencia Marx/Engels.
63.- Comentario de Guillaume: Marx, ¿trata de engañarse a sí mismo o de
engañar a su corresponsal al hablar de “nuestras propias federaciones”? no
había una sola federación regional que estuviera a favor del Consejo General.
James Guillaume. La Internacional,
Documentos y Souvenirs (1864-1878).
64.- De Marx a Bolte. 12 de febrero de 1873. Correspondencia Marx/Engels.
65.- De Marx a Sorge. 27 de septiembre de 1873. Correspondencia Marx/Engels.
66.- 1° de julio de 1876, alrededor
del medio día.
67.- De Engels a Sorge. Londres 12 de septiembre de 1874. Correspondencia Marx/Engels.
68.- Max Nettlau en el postscríptum al prólogo de Estatismo y Anarquía, de Miguel Bakunin. El lector encontrara más
detalles sobre el actuar de Lafargue en España en un capítulo posterior.
69.- Ver ¿Qué es la AIT?
Editada en abril de 1997 en Castellón, España. Editado por el secretariado de
la Asociación Internacional de los Trabajadores.
70.- Pese al gran trabajo que Guillaume realizó al escribir su obra
sobre la AIT, en este punto creo que olvida mencionar algo: por ese entonces,
si en algún lugar continuaba la AIT con vida y en plena efervescencia
revolucionaria, era España.
71.- Paul Avrich. Los Anarquistas
Rusos.
72.- Paul
Avrich. Ídem.
73.- José
Stalin. Por el Camino de Octubre.
74.- José Stalin. Ídem.
75.- Golos Truda, núm. 4, 1º de septiembre de 1917.
76.- Los acontecimientos posteriores mostrarían como estas verdades
sonarían proféticas, aunque no era la primera vez que se decían, ya Bakunin
había advertido esto hacía más de 45 años antes de 1917.
77.- Golos Truda. Número 19 del 18 de Noviembre de 1917.
78.- Rudolf Rocker. Marx y El Anarquismo.
79.- Arthur Lehning. Marxismo
y Anarquismo en la Revolución Rusa.
80.- Arthur Lehning. Ídem.
81.- Lenin. La Revolución
Proletaria y el Renegado Kautsky.
82.- Como acostumbraban los bolcheviques, habían inventado que
Zhelezniakov era bolchevique. Volin, camarada de Zhelezniakov nos aclara esto en su libro La Revolución Desconocida: “cuando la
muerte de Zhelezniakov (fue mortalmente herido en combate contra los Blancos en el Mediodía) los Bolcheviques
dijeron en Izvestia que en su lecho
de muerte había declarado estar de acuerdo con el bolchevismo. Más tarde
dijeron que siempre había sido bolchevique. Todo falso. El autor y otros
camaradas conocieron íntimamente a Zhelezniakov. Al partir de Petrogrado para
el frente y despedirse de mi, sabiendo como anarquista que podía esperarse todo
de parte de los bolcheviques, me declaro textualmente: “Ocurra lo que ocurra y dígase lo que se diga de mi, sabe bien que yo soy anarquista, que me batiré como tal y que, si tal es mi suerte, moriré
como anarquista”. Y me lego el deber
de desmentir, llegado el caso, las mentiras bolcheviques. Aquí lo cumplo”.
Volin. La Revolución Desconocida.
83.- Socialista revolucionario de derecha y presidente de la Asamblea
Constituyente.
84.- Ángel pestaña. 70 Días en
Rusia. Pág. 92 – Errores Económicos.
85.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa.
86.- Ángel Pestaña. 70 Días en
Rusia.
87.- Ángel Pestaña había sido asignado por la CNT en el Congreso de
1919 celebrado en el teatro de la Comedia para ir a Rusia a ver lo que sucedía
ahí, aprovechando la invitación a participar en el II Congreso de la III
Internacional Roja. Ángel Pestaña llegaría a Rusia en 1920, cuando la Revolución
Rusa estaba siendo aplastada por los bolcheviques, cuando ya en 1918 muchos
anarquistas sufrieron la represión y cuando se estaba a poco de los sucesos de
Ucrania con los makhnovistas, y después en Kronstadt.
88.- Decía en la parte teórica de este libro: ¡Imaginemos semejante
monstruo todopoderoso que es dueño de absolutamente todo, gracias a la
centralización estatal que quieren los marxistas! En La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla, escrito en septiembre, antes de
la revolución de octubre, Lenin decía que:
“El monopolio del
trigo, el sistema de racionamiento del pan, el servicio general obligatorio de
trabajo son, en manos del Estado proletario, en manos de los soviets investidos
de todo el poder, el medio más eficaz de cálculo y control.”. Y más adelante
decía: “El monopolio del trigo y el sistema de racionamiento del pan no fueron
implantados por nosotros sino por el Estado capitalista beligerante. Éste ha
creado ya, en el marco del capitalismo, el servicio general obligatorio de trabajo,
que es un régimen de presidio militar para los obreros” [...] Pues el
socialismo no es más que el paso siguiente después del monopolio capitalista de
Estado. O dicho en otros términos, el socialismo no es más que el monopolio
capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que,
por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista”. (Subrayado por mí).
¡Bien,
señores leninistas! El pueblo que durante la revolución luchó ferozmente a
costa de muchas vidas, ha dado todo por ¡el
monopolio capitalista de Estado! He aquí, como los bolcheviques
constituían en Rusia un Estado constituido según
el tipo de la Comuna de París (Lenin. Las
Tesis de Abril).
89.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa. En un capítulo anterior hemos visto ya
que en realidad entre las teorías de Marx y después las de Trotsky y Lenin no
constituían en realidad una diferencia en cuanto a lo esencial de la revolución
según el concepto marxista. Fueron Lenin y Trotsky quienes prepararon el
terreno para la era stalinista, que muchos marxistas pretenden estúpidamente
desvincular del marxismo de Marx y Engels, e incluso del de Lenin. El lector
encontrará en las líneas siguientes el ambiente en que se encontraba sumergida
Rusia bajo el dominio bolchevique, y veremos si en verdad existía tal
desvinculación o si por el contrario el stalinismo no fue otra cosa que la
continuidad de las teorías marxistas.
90.- Ángel Pestaña. 70 Días en
Rusia.
91.- La Tcheka no informaba jamás sobre su actividad ni al conjunto de
los trabajadores ni a sus elegidos. Sus actividades se realizaban siempre en el
mayor misterio. El servicio de informes era alimentado especialmente por una
vasta red de agentes secretos, reclutada en su mayor parte en la antigua
policía zarista. Además, se aprovechaba de la obligación impuesta a todo
comunista de ayudar a la policía revolucionaria,
por indicaciones, denuncias y demás soplonerías. Volin. La Revolución Desconocida.
92.- A instancia de Lenin fue que se crearon las Tchekas cuyo nombre
era una abreviatura: Comisión
Extraordinaria.
93.- En España, los labriegos de algunas regiones denominaban a esto
“prestación de trabajo”.
94.- Ángel Pestaña. 70 Días en
Rusia.
95.- Hemos visto ya en un capítulo anterior que esta interpretación que
Lenin hace de la teoría marxista según el libro de La Guerra Civil en Francia es completamente falsa. Así pues, estas
palabras de Lenin no tienen ya sentido alguno con respecto a la destrucción del
Estado, y en este capítulo iremos confirmando si en verdad el bolchevismo hizo siquiera
el intento de poner en práctica estos conceptos de destrucción de la maquinaria
del Estado.
96.- Aunque fuese Proudhon quien hablara del Socialismo como Ciencia
antes que Marx, en su libro ¿Qué es la
Propiedad? (1840).
97.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa.
98.- Se entendía, claro, de una república en el sentido etimológico de
la palabra.
99.- Sujanov. La revolución Rusa.
100.- He expuesto, líneas más arriba, lo que Góldenberg dijo de Lenin,
asemejándolo ni más ni menos que con Bakunin.
Por ese entonces, para los
socialdemócratas que no simpatizaban con el leninismo, o que estaban relegados
de la dirección estatal que ejercían exclusivamente los bolcheviques con
algunos que se sometían a sus dictados, uno de los mejores métodos de ataque
era éste: acusar al bolchevismo de tener tendencias anarquistas.
De esta manera el profesor H.
Cunow, un socialdemócrata, dice en su libro La
Concepción Marxista de la Historia, de la Sociedad y del Estado que:
“La teoría del bolchevismo, o,
para ser más exactos, del leninismo, no es más que un retorno al bakuninismo”
Por su parte, Dímitri Gavronski,
en su libro Balance del Bolchevismo Ruso,
dice que:
“Toda la ideología de los
bolcheviques estaba penetrada de las ideas del socialismo utópico o incluso del
más auténtico anarquismo. Creían que se daban ya
todas las condiciones para un orden social nuevo y equitativo y que, para
liberar al pueblo de las últimas cadenas de la esclavitud y la opresión,
bastaba un núcleo de gente activa y dispuesta a cualquier sacrificio... En
esto, su táctica era, en el fondo, anarquista”.
Es extraño que el señor Gavronski
acusara al bolchevismo de tener tendencias del socialismo utópico así llamado
(lo cual es mentira), y no recordara que entre los teóricos que influyeron a
Marx, se encuentran muchos a los que denominaban utópicos, tal es el caso de
Saint-Simón, al que suele calificársele como utópico, y del que Marx aprendiera
tanto; por otra parte, en mi punto de vista el socialismo utópico no es lo
mismo que el anarquismo, aunque tampoco se hayan tan desvinculados. Fourier
tenía tendencias muy, pero que muy anarquistas. Su concepción de una sociedad
sin Estado nos da la confirmación de esto. Y el mismo Kropotkin piensa que uno
de los antecesores del anarquismo fue Fourier.
Para tratar de evidenciar esta
supuesta similitud entre el bolchevismo y el anarquismo, se editaron dos
folletos significativos; uno es el escrito de Engels sobre la sublevación
española de la década del 70: Los
Bakuninistas en Acción. En donde se hacen las frecuentes acusaciones a los
anarquistas españoles con la calidad que ya conocemos. El otro artículo fue el
libelo también escrito por Engels en colaboración con Lafargue: La Alianza de la Democracia Socialista y la
Asociación Internacional de los Trabajadores. Acerca de este escrito Max
Nettlau diría: “No conozco nada tan lleno de mentiras, de calumnias y de
falsificaciones”. Con estos escritos se pretendía demostrar que Engels
criticaba las tendencias que después vendrían a adoptar los bolcheviques.
Por otra parte, el anarquismo no
tenía necesidad de ser “resucitado” en Rusia, pues este existía, y se oponía a
las concepciones marxistas que provenían desde los socialdemócratas hasta la de
los bolcheviques...
El Bolchevismo es la resurrección del Bakuninismo... ¡Curiosa
apreciación! ¡Los bakuninistas eran perseguidos, encarcelados, y asesinados por
el bolchevismo!
Para el lector no habituado a la
literatura anarquista esto último muestra (y en las líneas siguientes lo
veremos con más claridad) lo tonto de afirmar que el bolchevismo es el retorno
al anarquismo.
Para el lector habituado ya a la
literatura anarquista, no le será difícil ver la patraña de estas afirmaciones.
101.- La Libertad Rusa.
102.- Volin. La Revolución
Desconocida.
103.- Golos Truda, número 13. Noviembre 3 de 1917.
104.- Ídem. Número 15 del 6 de noviembre de 1917.
105.- Ídem. Número 11 del 20 de octubre de 1917.
106.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa.
107.- Cuartel general de los bolcheviques.
108.- M.
Philips Price. My Reminiscences of the
Rusian Revolution. Londres de 1921. Citado por Paul Avrich en Los Anarquistas Rusos.
109.- Paul Avrich. Los Anarquistas Rusos.
110.- Ángel Pestaña. 70 Días en
Rusia.
111.- El periódico se refiere a los sucesos revolucionarios fallidos de
Julio, y a la victoria revolucionaria de Octubre.
112.- Se trata de grupos anarquistas de carácter terrorista que actuaban
en la época del Zarismo y que tenían por nombre Chórnoe Znamia (Bandera Negra)
y Beznachálie (Sin Autoridad).
113.- Paul Avrich. Los Anarquistas Rusos.
114.- ¡Aquel que tanto insultaría después a los anarquistas con su
Panfleto “Anarquía Y Comunismo Científico”!.
115.- Paul Avrich. Los Anarquistas
Rusos.
116.- Seria pueril querer ver en los anarquistas a terroristas netos:
las condiciones en las que se vivía por ese entonces en Rusia no eran nada
fáciles, la libertad de palabra y de prensa estaba muy restringida durante la
época del Zarismo, lo que dio origen a la réplica anarquista con los grupos
terroristas de los cuales ya hemos hablado y que reaparecerían después con el
Imperio bolchevique.
La literatura anarquista que
lograba introducirse en Rusia –de Bakunin y posteriormente de Kropotkin
principalmente— se hacía de forma clandestina, la represión que el Zarismo
desataba contra el pueblo llevaba muchas veces a estas prácticas, que el lector
habrá de comprender antes de formarse un juicio sobre el anarquismo violento. A
la par de esto, estas actividades no han sido exclusivas del anarquismo: se han
dado dentro de los movimientos de corte marxista, socialista e incluso hasta de
carácter republicano o democrático.
117.- ¡Entre lobos se entienden!.
118.- Volin. La Revolución
Desconocida.
119.- Citado por Martin Zemliak. Kropotkin.
Obras.
120.- El otro hermano de Makhno, Gregorio, fue muerto tiempo después en
septiembre de 1919 en los enfrentamientos contra los denikistas.
121.- Volin. La Revolución
Desconocida.
122.- El Camino de la Libertad.
123.- Citado según Volin. La
Revolución Desconocida.
124.- Esto fue un acierto de los makhnovistas, que temían que con
cualquier pretexto se les alejara del frente con Denikin y los bolcheviques
pudieran de esta manera imponer su ley en territorio makhnovista.
125.- Hemos dedicado ya un capítulo para hablar sobre la manera en que
los marxistas han hablado siempre de los anarquistas. Además hemos visto que
muchas de las cosas que sobre el anarquismo escriben no tienen en realidad nada
que ver con las verdaderas ideas anarquistas. Trotsky, al hablar de esta autoridad anarquista, no hacía sino
demostrar que no sólo no tenía ni idea de lo que es el anarquismo, sino también
la facilidad que poseía para escribir sobre cosas que no conocía, con tal de
conseguir los propósitos que se ponía.
126.- Citado según Pedro Archinoff. Historia
del Movimiento Makhnovista. Hay una verdad muy grande en estas palabras de
los bolcheviques: el movimiento de Denikin era sólo una lucha por conquistar el
poder, lucha que fácilmente podrían sostener los bolcheviques, quedando la
población civil al margen de esta lucha. Con la Makhnovtchina sucedía todo lo
contrario: esta se insertaba en las mismas raíces populares, por lo que una
lucha contra los makhnovistas suponía a su vez enfrentarse con todo el pueblo
ucraniano, lo cual era un doble peligro para las intenciones dictatoriales de
los bolcheviques.
127.- Trotsky omite deliberadamente que el retroceso en algunas zonas
por parte de los makhnovistas se debió en gran medida a que el mismo impuso un
cerco a éstos, ordenando no se les entregaran municiones. Trotsky sabía también
que el frente contra Denikin había sido formado únicamente por los miembros
insurgentes; que en las batallas contra Denikin habían sufrido innumerables
bajas de compañeros valerosos que ofrecían su vida por defender la libertad de
pueblo ucraniano; pero el cinismo y la cobardía no conocía limites en Trotsky,
quien pese a conocer todo esto y saber su responsabilidad en los retrocesos
ante Denikin ataco sin piedad a los revolucionarios que ponían una muestra a
todos los funcionarios bolcheviques sobre cómo se hacia la revolución.
128.- En España –Dice Volin--, más tarde (1936-39), los comunistas
emplearon la misma táctica e iguales procedimientos. Conozco un caso en todos
sus detalles: Cerca de Teruel, una brigada bolchevique aseguraba el frente
contra Franco junto a una brigada anarquista de cerca de 1.500 hombres, cuyo
aniquilamiento facilitó aquélla replegándole voluntaria y secretamente una
noche. Y así, a la mañana siguiente, los fascistas se precipitaron por la
brecha y cercaron a la brigada anarquista, de cuyos 1.500 hombres sólo se
salvaron 500, abriéndose paso a fuerza de granadas y pistolas. Los otros 1.000
fueron masacrados. Y los comunistas acusaron a los anarquistas de traidores por
haber abierto el frente al avance de Franco. Volin. La Revolución Desconocida. En el capítulo siguiente tendremos la
oportunidad de ver no sólo sucesos como éstos, sino de las muchas maneras en la
que los bolcheviques daban golpes traicioneros a las conquistas
revolucionarias.
129.- A Makhno le llamaba “Batko”, que significa “padre” era un nombre
que se le daba a las personas de avanzada edad o a las personas respetadas por
todos, como este era el caso. Pero esta palabra era de aprecio y no comportaba
ningún sentido autoritario.
130.- Volin. La Revolución
Desconocida.
131.- La delegación makhnovista había fijado el número de personas que
habían de ser liberadas en 200.000; muchos de los cuales eran campesinos que
habían sido apresados como simpatizantes de los makhnovistas.
132.- A raíz de esto Makhno telegrafiaría a los bolcheviques
exigiéndoles la libertad de Tchubenko y de Volin. Éste último había sido
arrestado en diciembre de 1919.
133.- Volin. La Revolución
Desconocida.
134.- Hemos visto constantemente como los makhnovistas respetaban la
vida de los soldados enemigos, que comúnmente eran puestos en libertad y sólo
se ejecutaba a los jefes, comandantes y generales. Podríamos considerar esto
como un error de los makhnovistas, pues sin duda muchos de los liberados
volvían a las filas bolcheviques a continuar combatiéndolos. ¿Error?... puede
ser. Pero también es muestra de que el movimiento makhnovista poseía una
humanidad enorme.
135.- Ídem.
136.- Pedro Archinoff. Historia
del Movimiento Makhnovista.
137.- Nota. La carta entera es reproducida por Volin en La Revolución Desconocida.
138.- Permíteme lector, usar este término, lo hago sólo para no cambiar
el nombre original de la organización, pero teniendo presente siempre lo que he
dejado de manifiesto: el marxismo no es el comunismo, ni viceversa.
139.- En 1921, durante el
Congreso Internacional de los Sindicatos Rojos (Profintern) en Moscú, tuvo
lugar una huelga de hambre de los presos de la prisión de Taganka. Trotsky, con
el cinismo que le caracterizaba les dijo a los delegados (sobre todo franceses)
que protestaban por ello: “Nosotros no encarcelamos a los verdaderos
anarquistas. Los que mantenemos en prisión no son anarquistas, sino criminales
y bandidos, que simulan ser anarquistas”.
Los delegados no se dieron por
vencidos, y desde la tribuna del Congreso platearon la cuestión. Los
bolcheviques que temían un escándalo mayor, prometieron liberar a los presos de
Taganka, y la huelga cesó. Después de irse los delegados los bolcheviques
buscaron pretextos para mantener a los presos en las cárceles, pero finalmente
en septiembre de 1921 los expulsó a todos de Rusia, con excepción de tres.
Los cuales (entre ellos Fanny
Barón y León Chorny) fueron asesinados juntos con otros honorables anarquistas
como venganza por los sucesos durante el Congreso Internacional de los
Sindicatos Rojos, con el pretexto de falsificación de billetes de banco
soviéticos. Más tarde se demostró que la supuesta falsificación de billetes fue
preparada por la misma Tcheka, para inculpar a los libertarios. Así actuaban
los bolcheviques, y la historia ha de caer con todo su peso sobre estas
teorías.
140.- George Woodcock. El príncipe
Anarquista.
141.- Nadie podía consumir nada si no le era permitido por la autoridad;
la libertad de palabra y de prensa estaba reducida a lo que el poder de la dictadura
otorgaba según conveniencia propia; los bolcheviques pusieron estos preceptos
en práctica con una similitud increíble. Kropotkin no estaba equivocado en lo
más mínimo.
142.- De Kropotkin a Lenin 4 de marzo de 1920.
Martin
Zemliak. Kropotkin. Obras. George Woodckok. El príncipe Anarquista.
143.- Paul Avrich. Los Anarquistas
Rusos.
144.- Izvestia Nº 7 del 9 de Marzo.
145.- La pena de muerte vergüenza de la humanidad, y utilizada sólo por
la burguesía, era también empleada por quienes tanto criticaban a la burguesía
por su estupidez.
146.- A raíz de esto, Alekséi Borobói tuvo que dimitir de su puesto de
la Universidad de Moscú, donde a comienzos de 1921 y a petición del organismo
estudiantil de la universidad, Borobói fue convocado a trabar un debate con
Bujarin sobre “Anarquismo contra Marxismo”; pero en el último momento los
bolcheviques cancelaron el encuentro..
147.- Según Paul Avrich, en Kronstadt
1921, desde el 22 de enero existían ya diferencias entre los trabajadores y
los bolcheviques, a consecuencia de que éstos racionaron aún más el pan a un
tercio.
148.- Era una expresión con la que designaba a los hombres de distintas
clases –a excepción de la Nobleza—durante la última parte del siglo XIX.
149.- G. P. Plejanov. Sochineniia 24
Vol. Leningrado. 1923-1927.
150.- The New York Times 6 de marzo de 1921. Citado según Paul Avrich. Kronstadt 1921.
151.- Un gobierno proletario…
¡defendiéndose de los proletarios! ¿Quién tenía la razón, amigo lector?
152.- Izvestia. Número 9 del 11 de marzo de 1921.
153.- Esta clásica táctica de poner calificativos a las personas no
afectas a las ideas marxistas es ya muy habitual: en unos momentos en que se
estaba aún en conflicto con las fuerzas reaccionarias –no menos que los
bolcheviques- que pretendían derrumbar el régimen bolchevique para implantar el
propio, llamar contrarrevolucionario a alguien daba un peso importante para
atacarle y someterle.
154.- Alfred
Rosmer. Moscú Bajo Lenin.
155.- Arthur
Lehning. Marxismo y Anarquismo en
la Revolución Rusa.
156.- Los generales Broussiloff, Kameneff y otros tantos habían sido
generales zaristas.
157.- Alfred Rosmer. Moscú Bajo
Lenin.
158.- Con excepción de algunos anarquistas pro-bolcheviques, que
terminaron igualmente siendo o asesinados o desterrados por éstos.
159.- Krasnaia Gazeta,
10 de marzo de 1921.
160.- Tal era el miedo que sentían los bolcheviques, que hasta el
derecho de reunión prohibieron.
161.- Izvestia Nº 7, del 9 de marzo.
162.- Ídem. Nº 7.
163.- Ídem. Nº 8, del 10 de marzo.
164.- Ídem. Nº 8.
165.- Ídem. Nº 10 del 12 de marzo.
166.- Estos sucesos de renuncia al Partido Comunista y de unión a los
obreros aun en contra de los jefes del Partido marxista recuerdan mucho los
sucesos de la Comuna de París, en donde el entusiasmo popular y el actuar del
pueblo terminaron por romper con el dogmatismo de muchos marxistas que se
sumaron al pueblo, incluido el mismo Marx, quien a raíz de esto escribió su
obra La Guerra Civil en Francia en
donde él mismo se ve desbordado por el entusiasmo popular escribiendo cosas
contra las cuales había luchado tanto tiempo y que no son sino palabras que
parecen ajenas al Marx autoritario y centralista que fue durante toda su vida.
167.- Alfred Rosmer. Moscú Bajo
Lenin.
168.- Apenas se veían reducidas las filas bolcheviques, Trotsky traía más
insensatos a morir por los privilegios de los nuevos amos… ¡muy barata le
costaba la carne de cañón al señor Trotsky!
169.- Volin. La Revolución
Desconocida.
170.- Lenin. Obras Completas.
171.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo
en la Revolución Rusa.
172.- G. Zinoviev, Los partidos y tendencias antisoviéticos. Citado
por Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo
en la Revolución Rusa.
173.- Gastón Leval. Lenin,
Sepulturero de la Revolución Rusa.
174.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa.
175.- Lenin. Testamento Político.
Se trata en realidad de la Carta al Congreso, con fecha del 22 de Diciembre de
1922-4 de enero de 1923.
176.- Ídem.
177.- Ídem.
178.- Ídem. Las cursivas son mías.
179.- Ídem. Las cursivas son mías.
180.- Clara E. Lida. Anarquismo y
Revolución en la España del XIX.
181.- Se refiere a los italianos.
182.- Citado según Max Nettlau. Miguel
Bakunin, La Internacional y la Alianza en España.
183.- Esta carta dirigida a los republicanos es reproducida en el libro Antología Documental del Anarquismo Español
Vol. 1. Organización y Revolución: De la Primera Internacional al Proceso de
Montjuic (1866-1869), recopilación de textos y presentación de los mismos
por Francisco Madrid y Claudio Venza.
184.- Bakunin se refiere al Congreso de Zaragoza.
185.- Se refiere a los jóvenes italianos que solían ir a verle, grupo de
donde saldría más adelante la Federación Italiana en agosto de 1872.
186.- Se trata del periódico El
Condenado, en donde Morago colaboraba.
187.- Anarquismo y Revolución en la España del XIX.
188.- Anselmo Lorenzo. El
Proletariado Militante.
189.- Citado según Marx Nettlau. Miguel
Bakunin, la Internacional y la Alianza en España.
190.- Se trata de Fanelli, que se encontraba entonces en Locarno.
191.- Se trata de un estudiante ruso allegado a Bakunin.
192.- Alerini y Soriano son por primera vez mencionados.
193.- Se trata de la carta reproducida con anterioridad.
194.- Estas últimas palabras, sociedad
secreta, puede hacer alusión al texto de Las Pretendidas Escisiones de la Internacional, donde la Alianza es
descrita como una sociedad secreta. Debió ser una palabra alusiva de Bakunin.
195.- Cafiero partía al día siguiente hacia La Haya, al Congreso.
196.- Mora se refiere aquí a la sección de la Alianza de Valencia.
197.- Según Max Nettlau en Miguel
Bakunin, la Internacional y la Alianza en España.
198.- No es un error cronológico, Fanelli salió a finales de octubre de
Ginebra, pero llega a Madrid (pues había ya llegado a Barcelona antes) el 24 de
noviembre.
199.- Max Nettlau no aclara del todo cual fue la nota a la que se
refiere en su libro que hemos venido citando, culpable de la expulsión de los
miembros de La Emancipación. Anselmo
Lorenzo en El Proletariado Militante
es quien afirma que es a raíz de la nota de incitando a la disolución de la
Alianza es que se produce el enfrentamiento entre el Consejo Federal y los
redactores de La Emancipación.
200.- Esta nota que pretende insertar la duda y la desconfianza entre
los miembros de la Federación Madrileña es más que infantil. Si nos viéramos en
la necesidad de responder a esta pregunta de La Emancipación, diríamos fácilmente que por ese entonces Bakunin
vivía en Zúrich, en contacto permanente con la juventud estudiantil eslava, que
recién había viajado a Neuchâtel y Ginebra, abandonando Locarno el 30 de junio,
antes había conocido a Cafiero y un largo etcéteras que era un misterio sólo para quienes pretendían
meter la discordia por todos lados.
201.- Citado por Max Nettlau en la obra ya mencionada.
202.- Se trata de la elección de los delegados al Congreso de la Haya y
que se expliquen porque tres Aliancistas asistieron.
203.- Anselmo Lorenzo. El
Proletariado Militante.
204.- Véase en una nota posterior este punto con los resultados y la
reflexión de los sucesos dentro de la CNT.
205.- Cosa ya tradicional, hemos visto hace poco que en el siglo XIX en
España el marxismo fue minoría frente a la enorme masa anarquista que seguía
las ideas de Bakunin. España, la verdadera España antiautoritaria, jamás será
marxista; su composición territorial y su tradición enfilan por su misma
naturaleza al anarquismo.
206.- Según Burnett Bolloten, contaba con 40.000; José Peirats dice que
con 30.000 que es la cifra que tomamos aquí, pues la que dio Miguel Maura
(113.000) nos parece demasiado exagerada. Además, se habla que después de las
elecciones de febrero las filas del PCE se engrandecen, esto parece ser verdad;
pero también lo es que no es sino hasta el estallido de la revolución española,
y la manera en que se aglutinaron los miembros más oscuros en las filas del PCE
que estas crecieron de manera exorbitante.
207.- Diego Abad de Santillán. Porque
Perdimos la Guerra.
208.- El Tratado de Versalles es un pacto de paz firmado el día 28 de
junio de 1919 entre los países Aliados y Alemania en el llamado Salón de los
Espejos, que puso fin a la llamada entonces “La Gran Guerra”, es decir, la
primera guerra mundial. Entró en vigor el 10 de enero de 1920.
209.- José Peirats. Los
Anarquistas en la Crisis Política Española.
210.- La Sociedad de Naciones fue uno de los resultados del Tratado de
Versalles, se basaba en los principios, por lo menos en teoría, de cooperación
internacional y arbitraje de los conflictos. Fue disuelta el 18 de abril de
1946, dando paso a lo que después fue la ONU.
211.- El Frente Popular era una especie de unión entre los grupos más o
menos izquierdistas y democráticos de tendencia antifascista de los distintos
países. En España fue la fusión del PCE y los demás grupos llamados comunistas (incluido el POUM), los
republicanos de izquierda y los socialistas.
En las elecciones del 16 de
febrero de 1936 el Frente Popular ganó las elecciones y con ello se destruían
las esperanzas de la derecha de implantar su dictadura por medio de las
elecciones. Entre el movimiento anarquista español provocó un debate sobre qué
actitud se debía tomar ante las elecciones de febrero. Se sabe que los
anarquistas son por excelencia abstencionistas, pero en esas circunstancias la
situación tenía características especiales: el Frente Popular, gobierno al fin,
no podía traer ni libertad ni prosperidad para los trabajadores, como tampoco
lo había traído la segunda República. Pero la derecha representaba un peligro
realmente grande como para mantenerse al margen. Además, el Frente Popular
había prometido que si ganaba se haría una amnistía para los delitos
político-sociales cometido posteriormente a 1933, es decir, los presos de las
huelgas de 1934 saldrían libres, mas de 30.000 presos que eran en su mayoría
eran miembros de la CNT-FAI, aunque los presos de 1931 a 1933, es decir, de la
proclamación de la segunda República (14 de abril de 1931) hasta 1933 quedarían
en la cárcel, también muchos de esos presos eran militantes anarquistas. Como
quiera que fuese, 30.000 presos estaban en el ínterin entre el voto o no al
Frente Popular y cerrar el paso a las derechas.
Durruti, quien había apenas
salido (10 de enero) de la cárcel para esa fecha, decía lo siguiente en una
reunión con compañeros suyos que dudaban ante la situación:
“Hemos sufrido dos años de cruda
represión. La inmensa mayoría de la clase obrera está harta de ella. Hay,
además, 30.000 presos en las cárceles, buen motivo para sacarlos con un voto. Y
eso es lo que se jaleara en los mítines que organizarán en toda España los
políticos de las izquierdas. Por desgracia, la clase obrera es sumamente
generosa. ¿No recordáis que la clase obrera de Barcelona votó como diputado a
Francisco Largo Caballero para sacarlo de la cárcel después de aquella triste
huelga de agosto de 1917? Los obreros olvidaron entonces el comportamiento de
los socialistas en dicha huelga, y sólo pensaron en liberar al hombre de la
cárcel. Hoy, la inmensa mayoría de los obreros ha olvidado la represión de 1931
a 1933, y no tiene presente nada más que las salvajadas que las derechas han
cometido en Asturias. Propaguemos o no propaguemos la abstención, hoy los
obreros votarán a las izquierdas, pero nuestro comportamiento debe ser idéntico
al que adoptamos en noviembre de 1933, es decir, no podemos engañar a la clase
obrera. Nuestra misión es hacerle tomar conciencia de la realidad que tenemos
ante nuestras narices: si ganan las derechas, instaurarán la dictadura desde el
poder; y si pierden, se lanzarán a la calle. De cualquier manera, el
enfrentamiento entre la clase obrera y la burguesía es inevitable. Y esto lo
que hay que decir clara y firmemente a la clase obrera, para que esté
prevenida, para que se arme, para que se prepare y sepa defenderse llegado el
momento. Nuestra consigna debe de ser fascismo o revolución social: dictadura
de la burguesía o comunismo libertario. La democracia burguesa está muerta en
España y la han asesinado los republicanos” (esta comunicación fue facilitada
por Pablo Ruiz a Abel Paz. Pablo Ruiz fue en 1937 uno de los organizadores del
grupo “Los Amigos de Durruti”. Está citado según Abel Paz en Durruti en la Revolución Española)
Finalmente las masas cenetistas
decidieron cada quien por sí mismo si votaban o no: ganó el Frente Popular en
gran medida gracias a las masas de la CNT. El resultado, pese a ser muy
apretado, dió la victoria a la izquierda con las siguientes cifras:
Izquierdas:
4.838.449 263 diputados.
Derechas:
3.996.931 129 diputados.
Centro:
449.320 52 diputados.
Al ver perdidas las elecciones la
derecha prepara el golpe contra la República que se realizaría el 19 de julio,
pero que como bien dice Julián Casanova en su libro De la Calle al Frente. El Anarcosindicalismo en España, se estaba
preparando desde el día siguiente de las elecciones de febrero.
Cuando la rebelión de Franco se
realizó, el PCE y su discípulo el PSUC se dedicaron a afirmar que a quien debía
otorgársele todo el poder no era al pueblo levantado en armas contra el
fascismo y representado en los sindicatos, sino al gobierno salido de las
elecciones de febrero de 1936.
212.- Pues en realidad en la URSS había dictadura, imposición y
colectivización forzada, pero no revolución.
213.- “Militar Mediocre” según Juan Gómez Casas. Historia del Anarcosindicalismo Español.
214.- El Pacto de No Intervención era un acuerdo por medio del cual se
comprometían algunos países a no participar directa ni indirectamente en los
sucesos de España, es decir, del ataque de Franco.
215.- “Los anarquistas no encontraron en aquellos momentos una fuerza
que pudiera oponerse a sus planes” Dolores Ibarruri, etc. Guerra y Revolución en España 1936-39. Poco más adelante diremos
unas palabras sobre esta obra pero, como bien dice la Pasionaria, no
encontraron los anarquistas oposición, ya que quienes podían oponerse se
encontraban acorralados por los trabajadores; la burguesía y propietarios, a
quienes el PCE y el PSUC enjaretaron en sus filas se hallaban en esos momentos
en fuga o escondidos ante la victoria popular.
216.- Diego Abad de Santilla.
Porque Perdimos la Guerra.
217.- El giro de la URSS y con ella del PC mundial del que hemos hablado
anteriormente se ve reflejado en estas palabras. Estos tópicos durarían muchos
años, incluso después de la perdida de la revolución en abril de 1939. Dolores
Ibarruri, la llamada Pasionaria, presidio la comisión encargada de realizar una
obra de la revolución española que es la oficial del PC a nivel mundial. La
obra se llama Guerra y Revolución en
España 1936-39 y está hecha por Manuel Azcárate, Luis Balaguer, Antonio
Cordón, Irene Falcón y José Sandoval. Vaya por delante decir que la obra no
puede ser más vomitiva.
En ella los redactores cuentan su
versión de los acontecimientos, y no se olvidan de poner a los miembros del PCE
y del PSUC como los auténticos revolucionarios. Se afirman también las palabras
de Santiago Carrillo que acabamos de ver. Para la Pasionaria, todo se reducía a
la defensa de la República y la Democracia burguesa. Son estigmatizados quienes
atentaban contra la sagrada República burguesa y opresora que intentaba ahogar
la revolución. La versión dada por ellos en dicha obra sobre los
acontecimientos, expone a la CNT y a la FAI como una pandilla de revoltosos,
olvidando que de no haber sido por éstos, la sublevación militar no hubiera
sido ahogada en Barcelona y otras partes del país. Pero según Pasionaria y la
comisión encargada de la redacción, la CNT y la FAI impusieron por el terror su
dominio sobre los trabajadores… ¡pero la CNT y la FAI estaba compuesta por
trabajadores! La CNT era la principal fuerza sindicalista en España junto a la
UGT ¿de qué nos hablan estas personas? Se dice también que la FAI y la CNT
tenían entre sus filas aventureros
españoles y extranjeros, pistoleros profesionales, que constituían el grueso de
los cuadros de la FAI y una parte de la CNT.
En 1938, al día siguiente de que
Negrín convocó una reunión del Frente Popular y fuerzas sindicales
antifascistas, el Comité Peninsular de la FAI logró en la reunión del Frente
Popular que se tomase como punto una propuesta suya donde, entre otras cosas,
se dijo esto:
“Si examinásemos las listas de
los adherentes a cada uno de los partidos y organizaciones aquí representados,
no serían pocas las sorpresas con que tropezaríamos y no sería difícil que
llegásemos a la conclusión de que, bajo numerosos carnets de apariencia
antifascista, operan a sus anchas los representantes de Franco. Por su parte,
la FAI no tiene ningún inconveniente en abrir de par en par las listas de sus
afiliados y en agradecer de antemano a quien pudiese señalarle la actuación de
algún individuo de origen sospechoso en su seno; aunque podemos afirmar que la
inmensa mayoría de sus elementos, casi todos de origen auténticamente
proletario, eran militantes ya mucho antes del 19 de julio.” (FAI, Comité
Peninsular: Circular Nº57, (confidencial)
19 de diciembre de 1938)
Que no nos vengan ahora los
marxistas y la Pasionaria el frente a decirnos que en la CNT o la FAI había pistoleros profesionales y demás cosas;
porque no olvidemos que las filas del PCE y del PSUC estaban atiborradas de
elementos burgueses, reaccionarios y de algunos miembros de la Unión Militar
Española, como hemos ya visto.
Incluso se llega al extremo de
afirmar, no de insinuar como lo haría un vulgar escritor de mala pluma, sino de
afirmar que la FAI mantuvo contactos con falangistas y que incluso ayudó a
sacar a muchos del país.
Los camaradas de la Fundación
Anselmo Lorenzo, en carta reciente, me han dicho algunas cosas que merecen ser
reproducidas aquí:
“Madrid, 11 de diciembre de 2007.
Estimado amigo:
…
en relación a los enlaces entre la FAI y Falange, te podemos decir que tales
cuestiones son completamente infundadas, aunque hay algunos datos que te
podemos facilitar.
No
había relaciones entre la CNT y la FAI con la Falange. Más que nada porque
estaban enfrentadas por cuestiones ideológicas básicas. Anarquistas y
fascistas.
…
Si lees las memorias de Cipriano Mera [Cipriano
Mera. Guerra, Exilio y Cárcel de un Anarcosindicalista], cuando éste está
en la cárcel, Natividad Adalia, director del periódico El Sindicalista,
le presentó a Mera a un falangista hedillista (seguidor del falangista Manuel
Hedilla), aduciendo que podría haber colaboración entre falangistas y
cenetistas. Mera le contestó: “Entre falangistas y anarquistas hay un río de
sangre y nada lo puede salvar” acabando la conversación.
…
Lo de grupos de la CNT con los falangistas nada de nada. Literatura barata.
¿Qué los falangistas y fascistas quisieron controlar la CNT? Pues de entrada
copian el color de la bandera. Los fascismos toman como referencia siempre a
los movimientos de izquierda que son más representativos en su entorno. Los
nazis lo hacen con el SPD (Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores
Alemanes) y la Falange con los anarquistas. Pero esto no quiere decir nada, tan
sólo una estrategia falangista y fascista. Su objetivo era ganar nuevos
adeptos, que en el caso de España no consiguieron.
De
momento es lo que te podemos decir. Recibe un cordial saludo libertario.
Fundación Anselmo Lorenzo”
Esta obra presidida por Ibarruri
es singularmente falsa y calumniosa. Quien la haya leído se dará cuenta de cómo
las citas de anarquistas que expone están muy recortadas. Esto se hace muchas
veces cuando se transcribe sólo lo importante de una cita. Pero recortarla en
el momento en que se va a aclarar la cuestión enfatizada en la cita es propia
de calumniadores, y de esto se encuentra uno muchas cosas en la obra de
Ibarruri. Estas medidas de las que hemos hablado que tendían hacia la
democracia burguesa iban a ser superadas ya en la década de los 70’s. Una vez
muerto Franco (20 de noviembre de 1975) el PCE renuncia incluso a la propuesta
burguesa de la República Democrática, aceptando la Monarquía Parlamentaria, la
democracia burguesa y el capitalismo, incluso la adopción de la bandera de
España, bajo la cual luchaban los franquistas. Dando pie con estas medidas a
una serie de escisiones en el Partido, es verdad, pero que quienes se alejaron
de él no lo hicieron para abandonar los principios del marxismo, sino sólo
porque no coincidían con las nuevas medidas. Podríamos tomarnos el tiempo para
refutar una a una las cosas dichas por Pasionaria y la comisión que redactó el
libro mencionado y hacerles ver sus fallos. Pero echaríamos a perder tiempo,
papel y tinta en tratar de convencer a gente tan sectaria. Además, con el
relato que estamos viendo daremos por descontado todo lo que en esa obra se
dice, sin necesidad de dedicarles tiempo a ellos.
218.- Fue André Malraux quien llevó a Durruti a Madrid, ya que este no
viajaba de manera oficial y tuvo problemas para salir.
219.- Abel Paz ha dejado en su maravilloso libro Durruti en la Revolución Española unas palabras sobre el oro del
Banco de España que yo reproduzco aquí:
“Muchas cosas han quedado en el
aire con la terminación de la guerra, y una de ellas es ésta cuestión del oro.
Todavía hoy, aquellos que estuvieron directamente implicados en este sucio
“negocio”, están dominados por un loco afán de “borrón y cuenta nueva”,
pretendiendo tomar por tonto al obrero español. Que tengamos que reconciliarnos
los españoles para no vivir en perpetua guerra civil es una cuestión lógica,
pero que con ello pretenda lavarse las manos el Partido Comunista, e incluso el
Partido Socialista, eludiendo con ello dar explicaciones a los trabajadores de
sus respectivas gestiones políticas contrarrevolucionarias en aquella época,
eso ya es otra cosa. Le guste o no le guste a Santiago Carrillo, el Partido
Comunista tiene que dar explicaciones sobre el asunto, y no zafarse por el foro
con el remedio buscado del "eurocomunismo", careta que sigue
ocultando el stalinismo en acción. ¿Quiénes intervinieron en el desfalco que se
le hizo al proletariado español con el envío del oro a Moscú? Si leemos a Largo
Caballero, éste se enteró a medias; si recurrimos a Indalecio Prieto, -ministro
de Marina y del Aire entonces-, tampoco supo nada. El único que se constituyó
en el principal banquero del mundo fue, pues, Juan Negrín, y éste era la
"trabazón" entre el Partido Comunista y el Socialista. Aunque ya ha
sido aireado suficientemente el problema relacionado con el envío del oro a Moscú:
remisión, cantidades, etc.; sin embargo, hay otros aspectos relativos a este
oro que reclaman aclaraciones para conocimiento del pueblo español.
Contribuyendo a ello pasamos a citar, de un categórico escrito de Indalecio
Prieto -que sabía bien lo que decía, lo siguiente: "Los comunistas
franceses, cajeros del Estado español. Entre mis revelaciones de 1940,
figuraron las siguientes: Que el Partido Comunista Francés administró para
compras de material de guerra dos mil quinientos millones de francos entregados
por Negrín sin que la administración de tan enorme suma la hubiese controlado,
poco ni mucho, ningún funcionario del Estado español. Que el Partido Comunista
Francés había retirado para sí, quizá como beneficio de intermediario,
cantidades considerables del dinero proporcionado por Negrín. Que la
propaganda, pública primero y clandestina después, del Partido Comunista
Francés, se costeaba con dinero así extraído del Estado, pues los auxilios de
la Tercera Internacional eran nulos, y el producto de las cotizaciones distaba
muchísimo del gasto enorme de esa propaganda. Que, ávido de dinero, el Partido
Comunista Francés, rectificando constantemente sus liquidaciones por nadie
examinadas, reclamaba mayores sumas a los señores Negrín y Méndez Aspe. Que el
espléndido diario comunistoide Ce Soir,
remedo del triunfalista Paris Soir,
se sostenía con fondos suministrados por Negrín. Y que la flota compuesta por
doce buques perteneciente a la France-Navigation, era propiedad de España, pues
con dinero español se compraron todos los barcos; no obstante lo cual, los
comunistas franceses, administradores de esa compañía, se negaron a devolverlos
considerándolos suyos". En Indalecio
Prieto, Convulsiones de España, Ed. Oasis, México, 1966, vol. 11, pág. 147.
Quienes se aprovechaban tan cínicamente de la revolución española eran a la vez
sus enterradores, pues la propaganda que realizaban en nombre de la República
española era para denigrar a los trabajadores españoles que estaban empeñados
en llevar su revolución adelante. Sin embargo, estos "moralistas"
encontrarán ocasión como por ejemplo al tratar el tema de la guerra de España,
de apuntar el intento -fallido- de Santillán y Durruti de asaltar el Banco de
España, a fin de señalar, una vez más, el carácter negativo de la CNT y de la
FAI en la guerra española. De esa triste aventura, el pueblo español salió más
molido que Don Quijote en su lucha contra los Molinos, más molido porque fue
“cornudo y apaleado”.
220.- Hay que hacer un par de puntualizaciones sobre éste acto de la CNT
que ha servido para una infinidad de críticas.
A pesar de lo que se dice
comúnmente, no fue toda la CNT la que
entró en el gobierno. Entraron sus directivos, pero en las calles había una sólida
masa de la CNT que se oponía en las barricadas al triunfo de Franco, y a los
ataques que desde el gobierno se daban a sus realizaciones.
Evidentemente los miembros que
entraron a formar parte del gobierno a nombre de la CNT desviaron la conducta
anarcosindicalista antiestatista.
Pero no se pueden formar juicios
sin ver las condiciones en las cuales se encontraban los anarquistas españoles
cuando se desarrollaba la revolución:
Es verdad que el pueblo derrotó
al fascismo en media España, y que se comenzaron a partir de aquí grandes
transformaciones sociales. Pero no se debe olvidar a la vez que se estaba
viviendo una guerra. No se estaba presenciando un levantamiento popular contra
el Estado y su consecuente: la revolución, a la manera lógica a como se piensa:
el estallido revolucionario fue provocado por el alzamiento franquista, por el
ataque fascista al pueblo.
Es verdad que España contaba ya
con un amplio historial revolucionario, pero en los momentos en los que se
sucedió el levantamiento de Franco, el movimiento obrero aún no estaba del todo
desarrollado como para poder hacer la revolución.
La guerra condicionaba muchas
cosas, entre ellas, que para hacer la revolución no se debía perder de vista
jamás, que después del paraíso revolucionario que se estaba tratando de gestar,
se hallaban las metrallas del enemigo.
Si a esto aunamos el hecho de que
ni a los republicano, ni a los stalinistas, ni a los burgueses, ni en general a
las demás potencias democráticas, incluida la misma URSS, le interesaba el
triunfo del anarcosindicalismo en España sobre Franco, entonces entenderemos el
porqué todos estos elementos se dieron fraternalmente las manos para ahogar el
empeño popular por hacer la revolución.
Hay cierta lógica en éste empeño
realizado contra la revolución en España: a los republicanos y burgueses les
unía, efectivamente, el objetivo de no perder sus privilegios en el Estado; a
la URSS le interesaba especialmente ahogar la revolución española, que hubiera
sido un llamamiento a todos los pueblos del mundo, incluida la URSS, para que
vieran que una sociedad libre, sin Estado y sin autoridad era posible.
No es de sorprenderse entonces,
que las fuerzas republicanas, burguesas, stalinistas, y contrarrevolucionarias
se dieran la mano para ahogar la revolución española.
Al mismo tiempo y una vez
aclarado el porqué de la colaboración entre las diferentes fuerzas para luchar
contra la revolución, se hace indispensable ver que dentro de la misma CNT
existía la división de opiniones: los directivos de la CNT entraron al
gobierno, pero la oposición a semejante gesto no podía hacerse esperar.
Las Juventudes Libertarias de
Cataluña mostraron durante gran tiempo su desacuerdo con la participación de la
CNT en el gobierno. Los periódicos “Ruta” (JJLL), “Acracia” de Lérida, donde
colaboraba José Peirats, “Nosotros”, de Valencia y en Hospitalet de Llobregat
se editaba el periódico “ideas” de fuerte oposición a la colaboración política
donde colaboraron miembros de Callejas, Balius, etc., y otros miembros del
grupo de los “Amigos de Durruti” así como gente de la FAI, entre ellos Severino
Campos y José Xena y por supuesto “El Amigo del Pueblo” de los Amigos de
Durruti, cuyos números van del 19 de mayo de 1937 al 20 de noviembre de ese
mismo año, muestran todos una clara oposición a la participación de la CNT en
el gobierno y la colaboración política.
Véase también la división que
dicha colaboración provocó entre el Comité Peninsular de la FAI y un sector de
la CNT.
Del 16 al 30 de octubre se
celebró en Barcelona el primer Pleno Nacional de Regionales del Movimiento
Libertario. Veamos como ponía la FAI el caso de la colaboración política:
“Es preciso salir al paso de
quienes menosprecian nuestros principios. Quien no tenga ideas no debe de estar
al frente de nuestro Movimiento. El 'bagaje doctrinal' y la 'literatura
trasnochada' a que se ha aludido no pueden ser motivo de desconsideración por
los anarquistas que aún se precian de serlo. Si alguien desprecia nuestras
doctrinas que se vaya de nuestro lado. Esta tendencia a justificarlo todo es
nefasta y nos lleva a posturas poco gallardas... Somos optimistas porque
confiamos en lo que hemos creado, y las debilidades presentes hay que
superarlas poniendo fuera de la dirección de nuestro Movimiento a los que no
creen ya en la Organización por ignorancia o por apostasía. Es preciso decir la
verdad en nuestros medios. Engañar a los militantes es una traición. Tener
arraigado el concepto de la responsabilidad es un deber para los que, además de
hombres, se llaman anarquistas. Tampoco podemos justificar los errores del
presente por los pretéritos. Si se cometieron sólo hemos de recordarlos para no
incurrir de nuevo en ellos... Para nuestro Movimiento la ética no es un
artículo de lujo, sino algo imprescindible que nos distingue de los demás
sectores... Hay que recobrar nuestra inmensa fuerza trabajando en el seno de
nuestra Organización, considerando, como cosa circunstancial que es, la acción
gubernamental. No hemos de olvidar por un solo momento nuestros objetivos
revolucionarios. El Movimiento Libertario ha de recobrarse. A éste, aquí
reunido, le toca señalar las soluciones. Nosotros somos un comité de una
organización anarquista y sabemos hasta donde alcanza nuestra misión. Nos
debemos a nuestros militantes, y no somos los que hemos de dar órdenes”
En el Pleno anterior se dijo
también “El Movimiento Libertario, al intervenir excepcionalmente en política
declara: que el Poder político, el Estado, será siempre la antítesis de la
Anarquía, y que su participación circunstancial en el Poder ha sido (…) para
oponerse desde el mismo Poder y en todas partes, el máximo posible, al
estrangulamiento de la revolución”
La sección de la JJLL que se
hallaban en este Pleno afirmaron en una de sus sesiones: “pretender
introducirse en el Estado para destruirlo es como si para abolir la
prostitución llevásemos a nuestras mujeres y hermanas a los burdeles”
Recuérdese también el Congreso de
la AIT celebrado en París el 11 de junio de 1937, donde los mismos compañeros
anarquistas asistentes al Congreso reprocharon a la delegación de la CNT su
participación en el gobierno y la colaboración política:
“Que la dirección de la guerra
revolucionaria, simultáneamente con la transformación social, debería excluir
por parte de la CNT toda participación directa y todo convenio con los
gobiernos de Barcelona y Valencia, y necesitaría el abandono por la CNT de
todas las concesiones políticas económicas y doctrinales hechas a estos
gobiernos con el fin de mantener intacto un determinado frente antifascista
compuestos de sectores que negocian con el enemigo de clase a fin de liquidar
la guerra y estrangular la revolución…”
Helmut Rudiger, asistente al
Congreso, manifestó que era injusto tratar así al más grande movimiento de
masas que tenía el anarquismo internacional, enjuiciarlo y atacarlo por su
actitud “como si se tratara de tiempos alegres”. En efecto, no se trataban de
tiempos alegres, sino de revolución y de guerra, lo que llevaba a la CNT a
adoptar actitudes que no eran precisamente las más afines con la línea
anarcosindicalista, pero que eran a la vez una consecuencia de la guerra.
Una semana después de realizado
este Congreso asistieron García Oliver y Federica Montseny a París a explicar
en un mitin las circunstancias que les llevaron a participar en el gobierno, la
colaboración política, etc., siendo abucheados por más de media hora.
Aun hay una posición que aun
aceptando la entrada en el gobierno lo recordaban con cierto disgusto. Así es
como Diego Abad de Santillán lo recuerda:
“Por primera vez en la historia
del movimiento social moderno, los anarquistas entramos a formar parte de un Gobierno
con toda la responsabilidad inherente a esa función. Pero no porque hayamos
olvidado las propias doctrinas u olvidado la esencia del aparato gubernativo.
Circunstancias superiores a nuestra misma voluntad nos llevaron a situaciones y
a procedimientos que nos repugnaban, pero que no podíamos eludir.”
Además como he dicho ya, existía
una guerra, y había que pensar en eso. No se tratan de tiempos únicamente
revolucionarios, sino también de guerra. Esto debió influir grandemente para
que se decidiera entrar en el gobierno y oponerse todo lo posible a que éste
atacara las conquistas revolucionarias. Helmut Rudiger, que asistió al Congreso
de la AIT el 11 de junio, y de quien ya hemos hablado un poco, dijo en este
Congreso otras palabras realmente lógicas que expresan el carácter de la
situación que se estaba viviendo:
“¿Hay que hacer la revolución
antes de hacer la guerra, o hay que hacer la guerra antes de poder hacer la
revolución? Las dos fórmulas son abstracciones que no tienen nada que ver con
la realidad… si se pierde la guerra se pierde todo, y para medio siglo o más
tiempo ya no habrá ninguna discusión más sobre el problema de la revolución”
Luego viene también al caso la
teoría que expone Cesar M. Lorenzo en su Los
Anarquistas Españoles y el Poder:
“[con los sucesos de mayo] Cabe
preguntarse qué habría sucedido si la CNT no hubiera formado parte del gobierno
en ese momento. ¿Quién hubiera impedido desde el mismo poder que una gran
ofensiva militar y policiaca fuera lanzada contra el Movimiento Libertario
acusado de rebelión? Si los anarquistas hubieran estado apartados de las
grandes responsabilidades y perseguidos, ¿no se habrían jugado el todo por el
todo como lo deseaban los marxistas revolucionarios y extremistas de «Los
Amigos de Durruti»? Fueron numerosos los militantes libertarios que pensaron
que si Franco no triunfó antes del verano de 1937, en gran parte fue debido a
la participación de la CNT en el gobierno”
No puedo negar la desviación de
la conducta anarcosindicalista en las filas de la CNT, digo esto pese a mi
declarada adherencia a las ideas de las masas de la CNT y de la FAI en la
revolución española, pero dadas las circunstancias, es muy poco lo que se puede
alegar en este punto.
Este actuar del cenetismo ha dado
pie para que gente del PC mundial haya escrito mucho sobre este tema redundando
en lo mismo. Sabemos aceptar nuestros errores, ellos no: Marx --pese a estar
muy equivocado casi en todo-- siempre tiene la razón… no digamos ya Lenin o
Stalin. El anarquismo español, y mundial si se quiere, ha tenido y tendrá quizá
más fallos. Fallos que deben ser comprendidos y corregidos.
Pero cuando la critica viene de
gente como el PCE, que no dudó en ponerse en el lado de la contrarrevolución,
la critica toma un tono chusco.
La diferencia entre los fallos
del anarquismo y los del marxismo, estriba en que los fallos del anarquismo
jamás han llevado a regímenes totalitarios y genocidas. El marxismo no puede
decir lo mismo.
221.- Abel Paz. Durruti en la
Revolución Española.
222.- Ídem.
223.- Ídem.
224.- Las palabras de Horacio M. Prieto fueron: “Votad, y después
volveréis inmediatamente a Madrid”. Se votaba para saliera el gobierno, pero
como CNT no se pensaba abandonar la lucha en Madrid.
225.- Abel Paz. Durruti en la
Revolución Española.
226.- Dolores Ibarruri, etc. Guerra
y Revolución en España 1936-39.
227.- Jacques Duclos. Anarquistas
de Ayer y de Hoy.
228.- La eliminación de las milicias fue, creo yo, uno de los
principales errores que se cometieron en la revolución española: un ejército
disciplinado puede cumplir una acción eficiente en una guerra, no así en una
revolución, y lo que España estaba viviendo era, aunque le pese al PCE, una
guerra y una revolución. Pero la existencia de un cuerpo popular, las milicias,
que hicieran la vida imposible al enemigo: saboteando su retaguardia, dando
golpes de mano, los francotiradores, y elementos que se infiltraran en la
retaguardia enemiga y sembraran la desconfianza y desmoralizaran a éstas era
imprescindible y muy eficaz en la revolución española.
Recuérdese, por ejemplo, los
dolores de cabeza que las fuerzas populares de Néstor Makhno causaron no sólo a
los Blancos, sino también a los austroalemanes y a los mismos bolcheviques,
etc.
Un ejército disciplinado, sin más
intervención popular que obedecer y callar debía necesariamente de desmoralizar
a los combatientes. En un ejército puede haber buenos robots que se maten según
lo dicte el superior, pero jamás hombres que entregan su vida por una causa que
conocen y sienten.
Si a todo esto le sumamos la
desmoralizante entrega de municiones y de armamento con preferencia a los
siervos del PCE y del PSUC, era lógico que los milicianos de otras
organizaciones se desmoralizaran y vinieran con ello las indisciplinas. Pues
mientras las fuerzas del PCE y del PSUC contaban con excelente armamento
(batallones de ametralladoras, de fusiles ametralladoras, etc.) y abundante
munición que muy raras veces supieron utilizar, y un cuerpo propio de
salvamento con médicos propios (hospital y equipo quirúrgico propio), los
milicianos anarquistas se cubrían los pies con cartones o hules a falta de
calzado, con armamento viejo que les explotaba en las manos y municiones muy
reducidas, que siempre supieron aprovechar.
Además de esto, los que servían
fielmente al PCE y al PSUC se les concedían ascensos rapidísimos, mientras
había excelentes pilotos y militares de probada calidad antifascista que
vagaban por las calles al ser rechazados por los directivos de la guerra. En el
mes de mayo de 1938 en la División 27 (antigua Columna Carlos Marx) se
registraron 1.280 ascensos de cabos, sargentos, tenientes, capitanes
comandantes y comisarios. Según un informe de la FAI “Los ascensos de los
mandos comunistas ofrecen un espectáculo escandaloso. De una sola vez, la II
división ascendió por méritos de guerra, sin méritos, a 49 tenientes, haciendo
lo mismo en la 46, la 27 y otras divisiones comunistas.
En la 27 [antigua Columna Carlos
Marx] hubo en 15 días (mayo de 1938, D. O. Nº 111, 120, 122) 1148 ascensos de
cabos, sargentos, tenientes y capitanes” (Informe
sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga la experiencia,
por el Comité Peninsular de la FAI. Barcelona, septiembre de 1938).
La ineptitud de quien realizaba
tales ascensos no era menor de quienes ascendían. El teniente coronel Gallo, el
general Sarabia, el coronel Antonio Cordón, el coronel Ricardo Burillo, el
teniente coronel Trueba, y otros tantos son la muestra clara de la gente inepta
que era ascendida por el PCE y el PSUC con tal de situar a su gente o gente
servil a ellos en los puestos clave de la guerra.
Si a esto le sumamos que los
milicianos temían más ser asesinados por los matones del PCE y del PSUC que por
el mismo enemigo, la situación de los combatientes se nos hace clara.
Esta eliminación de las milicias
se hizo supuestamente por crear un organismo disciplinado para la lucha. En lo
que acabamos de ver ¿alguien ve siquiera un síntoma de orden? No.
En el cuerpo que se formó con la
eliminación de las milicias había de todo: miedo a los matones del PCE-PSUC,
carencia de armas y de municiones por un lado y abundancia por otro, ascensos
inmerecidos y desprecio de elementos provechosos a la guerra, y un cuerpo de
ejército carente de voluntad propia. Había de todo ¡menos orden!
Ni si quiera el castigo corporal,
vergüenza de los ejércitos al servicio de la burguesía fue eliminado: el dos de
enero de 1938 unos soldados de 31 Brigada Mixta aprovecharon una pausa de 24
horas para ir a visitar unas horas a sus familiares. A su regreso se les detuvo
y se les cortó el pelo a cero y se les exhibió por El Vellón (un pueblo cercano
a Madrid) con unos carteles que decían su gran
delito. El pueblo se indigno, y dos hombres dijeron que los carteles debían
de ser puestos al cuello de quien habían ordenado tal cosa: fueron también
detenidos y fusilados de inmediato. Se trataba de un militante de la CNT del
Sindicato de la Construcción al que apodaban “El Chato” y el otro era de la
UGT, del Sindicato Metalúrgico, llamado Pedro Calvo. Murieron con el puño en
alto ante sus asesinos.
229.- Solidaridad Obrera. 5 de noviembre de 1936.
230.- Véase Durruti en la
Revolución Española de Abel Paz.
231.- José Peirats. Los
Anarquistas en la Crisis Política Española.
232.- Fragua Social. 14 de noviembre de 1936.
233.- Ídem.
234.- Citado según Burnett Bolloten. La
Revolución Española.
235.- Citas tomadas de José Peirats. Los
Anarquistas en la Crisis Política Española.
236.- V. Alba, ed., La revolución
española en la práctica. Documentos del POUM, Barcelona, 1977. Citado por
Ferrán Gallego. Barcelona, Mayo de 1937.
237.- La Batalla. 13 de mayo de 1937.
238.- Numero 1 de La Revolution
Espagnole, Boletín de información del POUM que se escribió en lengua
francesa.
239.- George
Orwell. Homenaje a Cataluña. No
solo las relaciones en las milicias anarquistas eran lo más libres y
antiautoritarias que se pudiera, lo cual lo demuestra la negativa de muchos,
muchísimos milicianos a militarizarse, sino que incluso se trataba de destruir
el estilo de vida de los combatientes que, en las demás milicias se dedicaban a
holgazanear en tiempos donde no había enfrentamiento; en las milicias
anarquistas de Aragón se combatía eso enviando a los milicianos que no estaban
en lucha, a ayudar a los campesinos en la siembra y cosecha, y dando
instrucción a los campesinos sobre la sociedad libertaria y métodos económicos,
en fin, se eliminaba el ocio de los militantes.
240.- La Batalla. 13 de mayo de 1937.
241.- “La Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista
Ibérica de Cataluña declaran que ni antes ni ahora quieren tomar el poder en
sus manos, sino que estamos dispuestos a colaborar honrada y lealmente, con
todas las fuerzas antifascistas del pueblo español (…) La historia de nuestra
organización demuestra que nosotros no queremos apropiarnos del poder político…”.
José Peirats. La CNT en la Revolución
Española.
242.- Solidaridad Obrera. 8 de marzo de 1937.
243.- Ídem. 18 de mayo de 1937.
244.- Citado según Carlos Semprún Maura. Revolución y Contrarrevolución en Cataluña. 1936-1937.
245.- No iba a ser ésta la única vez en que miembros antifascistas
incursionaran en territorio enemigo: un grupo de probados militantes, luego de
pedir la autorización al mando de su grupo, se dirigió Zaragoza. Se trataba de
militantes serios y probados. El 10 de octubre de 1936 hacia las seis de la
tarde cuatro guerrilleros salieron hacia Zaragoza, portando un arma cada quien,
algunas municiones y víveres para el camino. Hacia el día siguiente a las dos
de la tarde lograron llegar a Zaragoza e introducirse en el lugar.
Después de ponerse de acuerdo
sobre el lugar de reunión posterior y cosas similares, cada uno se insertó
plenamente en territorio enemigo, en una ciudad plagada de delatores, espías, y
enemigos camuflados. Lograron contactar con los amigos y familiares, y el día 14,
a las 7:30 de la tarde se reunieron en el lugar convenido 49 hombres del
Movimiento Libertario de Zaragoza y los cuatro miembros que se habían
infiltrado en territorio enemigo y que les sacarían de ahí.
Al día siguiente a las siete de
la mañana llegaban todos ante las organizaciones antifascistas.
Ésta no iba a ser la última
incursión en territorio enemigo: una semana después de la primera incursión se
envió a cinco guerrilleros, en nombre de la CNT, para incursionar en Zaragoza y
rescatar a todos los camaradas posibles.
Después de algunas travesías, se
logró rescatar a 44 compañeros. Después se rescataron a 35, a 44 compañeros
más, e incluso hubo una expedición de más de cien personas rescatadas.
Todo esto hacía proponer cosas
más ambiciosas: se propuso entonces atacar Zaragoza desde el centro, introducir
a mil quinientos elementos antifascistas y sorprender al enemigo. Se formó un
grupo que debía encargarse de los preparativos. Uno de los guerrilleros narra
la manera en que se produjeron los preparativos:
“Dejamos de lado el paso de más
expediciones, pues comprendimos que era ya casi imposible llevarlas a buen fin;
teníamos noticias de que los fascistas, por su parte, hacían expediciones
simuladas para detener compañeros, lo que consiguieron alguna vez, después del
último viaje nuestro. Tampoco convenía poner en evidencia al enemigo el paso
magnífico que había para realizar la operación sobre Zaragoza. Emprendimos la
labor de sacar fotografías y datos para dicha empresa. Íbamos periódicamente a
Zaragoza hasta dos y tres veces por semana, y cuando tuvimos todos los datos
requeridos se comenzó la tarea de hacer el plano de la ciudad, con inclusión de
los barrios de nueva construcción, que no existían en plano alguno de los
viejos. En el grupo encargado de estas labores, había una variedad completa de
capacidades, desde el simple campesino al delineante y topógrafo; por esto cada
uno, de acuerdo a su capacidad, trabajaba en el objetivo común.
Por parte del Comité Regional de
la Confederación de Aragón, Rioja y Navarra se nos dotó de ocho fusiles
ametralladora y todo el material de defensa que necesitábamos para salir
airosos de cualquier contratiempo.
Terminado el plano, en el que se
señalaban los lugares estratégicos y militares, tales como cuarteles de la Falange,
de Acción ciudadana, de asalto, polvorines, emplazamientos de las
ametralladoras antiaéreas, de las ametralladoras, bases de municionamiento,
fábricas militares. Luego el trabajo se presentó al Estado Mayor del Sector Sur
Ebro. Faltaba conocer las fuerzas que el enemigo podría poner en movimiento
para repeler el ataque. Se hizo la investigación pertinente y se inició el
adiestramiento de los milicianos para la marcha.
El Estado Mayor Central envió a
dos rusos a informarse sobre el proyecto. Durante cuatro semanas se les hizo
conocer el terreno y los detalles del proyectado ataque.
Acudieron unos comandantes de
aviación y jefes del Estado Mayor para opinar sobre el terreno con pleno
conocimiento de causa. Todos volvieron satisfechos, dando su palabra de que la
operación se haría, extrañándose de que no se hubiera hecho antes. Los viajes
de exploración se hicieron de día, para percibir mejor la naturaleza del
terreno y comprobar que Zaragoza no estaba fortificada. Saliendo las fuerzas a
las siete de la tarde, se podía entrar en contacto con los primeros barrios de
Torrero a las cuatro y media de la mañana del día siguiente, sin ningún
contratiempo.
En relación con esta empresa, la
organización confederal aragonesa intervino activamente, haciendo todos los preparativos
que creyó oportunos: pasquines, octavillas, etc., hizo confeccionar por su
cuenta cinturones portabombas, banderas y uniformes. Todo se hacía en el
secreto más riguroso, hasta el extremo de hallarse concentrados más de cinco
mil campesinos en puntos estratégicos, sin saber todavía para qué”. (Citado
según Diego Abad de Santillán. Porque
Perdimos la Guerra)
Se realizaron todos los
preparativos necesarios, se planeó hasta el último detalle para no fallar. Una
vez que se realizara el primer golpe de los incrustados en la ciudad, se iba a
iniciar la ofensiva por el sector de Zuera y por el de Bujaraloz. Se formaron
grupos que debían cortar el paso al ferrocarril, para impedir la rápida llegada
de refuerzos.
Todo se hallaba listo, no sólo
los planos de la ciudades y los caminos correctos para cortar camino, el corte
al ferrocarril, 700 animales de carga para transportar ametralladoras,
municiones, etc., el sabotaje en la retaguardia enemiga, francotiradores, etc.
Estaba perfectamente planeado el
golpe, nada podía fallar, Zaragoza, el objetivo supremo de los milicianos sería
por fin conquistado, y con ello la balanza de la guerra se decantaría hacia el
antifascismo.
De repente, se recibe la orden de
abandonar la operación. ¿Por qué? ¿Quién lo ordenó? ¿Con que fin? ¿Cuál era el
argumento?
No queda nada claro el porqué del
abandono de la una operación de tal magnitud, pero no sería nada extraño que
los consejeros rusos tuvieran algo que ver.
Una ofensiva de esa importancia,
conquistando el sueño de los milicianos anarquistas y antifascistas en general,
hubiera significado si no el fin, si por lo menos un avance hacia el fin de la
guerra, ganada por el pueblo antifascista. En ello se encontraban varios
intereses económicos y políticos, desde la URSS hasta los republicanos
traidores estaban interesados en que el pueblo no venciera. No es extraña
entonces que una operación de esta importancia fuera abortada por los
dirigentes del gobierno.
246.- Otras de las direcciones en las que se encontraban Tchekas que he
podido investigar son: el Hotel Colón de Barcelona, el Casal Carlos Marx, en la
Puerta del Ángel 24, en Villamajor 5, en lo que se refiere a Barcelona; El
Convento de Santa Úrsula en Valencia, en el Castillo de Castelldefels, en
Chinchilla, etc.
247.- Informe sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga
la experiencia, por el Comité Peninsular de la FAI. Barcelona, septiembre
de 1938.
Uno de los pretextos que ponía el
PCE y el PSUC para cometer tales asesinatos era que los asesinados pretendían
pasarse al enemigo. Recuérdese el caso de los compañeros Felipe Mingo Pérez,
del Sindicatos Gastronómico de la CNT y de Antonio García Menéndez, de la UGT
de Madrid. Ambos habían sido voluntarios desde que estalló el movimiento y
fueron fusilados el 14 de diciembre de 1937 bajo este pretexto.
El miedo a ser asesinados por los
supuestos compañeros antifascistas del PCE y del PSUC llegó a tal extremo que
un capitán de la CNT (de la 109) y un teniente (de la 20 Brigada) se negaban a
bajar al puesto de mando durante la noche, temiendo ser asesinados.
248.- Roldán Cortada había sido militante de la CNT. Cuando llega la
dictadura de Primo de Rivera éste se había refugiado en Francia, como muchos
militantes más. De Francia paso a Suiza. Cuando todo apuntaba a la caída de la
dictadura Roldán Cortada regresó a España como muchos otros, para reanudar la
lucha clandestinamente contra el régimen. Cuando la República es proclamada (14
de abril de 1931) Roldán Cortada participa activamente en el sindicato de la
construcción de Barcelona. Una vez iniciado el levantamiento franquista Cortada
abandona la CNT e ingresa en el PSUC, distinguiéndose por sus ataques a sus
antiguos compañeros.
249.- Rafael Vidella fue en 1922 redactor de Solidaridad Obrera.
250.- Secretario General del PCE.
251.- Según Dolores Ibarruri y compañía en Guerra y Revolución en España 1936-39, dicen que en previsión al
ataque los faístas habían montado
ametralladoras en el interior del edificio para impedir su ocupación por la
Generalitat. Los guardias no pudieron pasar de la planta baja. Esto se
contradice con los hechos, pues los policías ocuparon la planta baja del
edificio, mientras los libertarios y ugetistas mantenían el control en los
pisos de arriba: si los libertarios hubieran sabido que se iba a realizar este
ataque y se hubieran montado las ametralladoras que dicen, los policías no
hubiesen pasado de la puerta de entrada.
252.- La obra presidida por Ibarruri afirma que las masas que se
levantaron en Barcelona contra la contrarrevolución marxista no contaban con el apoyo de las masas confederales.
Otra contradicción más por parte de esta obra, porque fueron las masas
confederales las que opusieron la resistencia a la contrarrevolución.
253.- Solidaridad Obrera. 4 de mayo de 1937.
254.- José Peirats. La CNT en la
revolución española.
255.- José Peirats. Ídem.
256.- Sobre los Amigos de Durruti se han escrito muchas cosas: desde que
eran separatistas catalanes quienes les influenciaban, que mantenían en sus
consignas varios tópicos marxistas, que eran provocadores, etc. Juan García
Oliver en sus Memorias también habla un poco sobre la composición de este
grupo:
“Sus elementos destacados, y
fuera de ellos con nadie contaban, eran tres: Pablo Ruiz, Jaime Balius y
Carreño. Ninguno de los tres era «faísta»… Carreño era un anarquista venido de
Argentina. Durruti lo llevó consigo en su Columna... Cuando Durruti organizó el
Comité de Guerra, Carreño se hizo jefe del mismo. En el Comité de Guerra no
aportó iniciativas militares. Era de ambiciones pequeñas. Durruti lo envió con
la delegación de su Columna al desfile de octubre en Moscú, lo que no lo
caracteriza como anarquista precisamente... Jaime Balius no era anarquista ni
sindicalista. Era un fanático separatista catalán que se separó de Macià y
Companys cuando, abandonando la idea de crear el gobierno de Estat Catalá,
optaron por la Generalidad de Cataluña. No pertenecía a ningún sindicato. Su
estancia en cierta forma en la CNT se debía a Liberto Callejas, que en su
bohemio deambular por Barcelona tropezaba con gente de lo más rara,
frecuentemente sospechosa. Fue Callejas quien empezó a publicar en CNT de Madrid artículos de Balius, muy
radicales; ni anarquistas ni sindicalistas ni separatistas; solamente de
rabioso contenido radical, casi nihilista. A mí… no me gustaba la colaboración
de Balius y se lo dije a Callejas, que hacía de director…
¿Qué era Pablo Ruiz aparte de
haber sido visto siempre con desconfianza?... Pablo Ruiz no pertenecía a ningún
grupo, ni de acción ni de afinidad…” (Juan García Oliver. El Eco de los Pasos)
Independientemente de la opinión
de García Oliver, los Amigos de Durruti no eran solamente tres, y tenían apoyo
en otros grupos. El grupo de los Amigos de Durruti fue formado con grupos de
milicianos de la Columna Durruti que se negaron a aceptar la colaboración
política y la militarización de las milicias y que regresaron a Barcelona “con
sus armas y equipo” (Véase el periódico Nuevo
Aragón. 23 de marzo, y la carta de Balius a Ronald Fraser en Recuérdalo tú y Recuérdalo a Otros). El
pasado de Balius no puede ser motivo de desconfianza: si bien procedía del
catalanismo separatista, su conducta fue modificada hasta terminar en las filas
del anarquismo catalán. Y esta evolución de ideas no es nada nuevo en los
movimientos sociales.
No se encontraban solos, como he
dicho y como lo confirma en la lista de suscripciones insertada en el número
del 26 de mayo, donde se encuentran suscripciones del frente y la retaguardia
de Aragón. Miguel Chueca apoyaba con dinero al Periódico de los Amigos de
Durruti “El Amigo del Pueblo” y sus opiniones, por lo menos en lo que
corresponde a los sucesos de mayo del 37 y lo correspondiente a la colaboración
de la CNT eran compartidas por Peirats y los periódicos de oposición que he
insertado en una nota anterior hablando de los periódicos de oposición a la
colaboración.
Pero, al margen de las opiniones
sobre los Amigos de Durruti, lo cierto es que sus consignas en el momento de
los enfrentamientos en Barcelona en 1937, correspondían perfectamente a las
aspiraciones populares de acabar con la contrarrevolución. Querían también, a
su vez, acabar con los apelativos que a su grupo se ponía en el primer número
de El Amigo del Pueblo:
“¡No
somos provocadores! ¡Somos los mismos de siempre!
Durruti
es nuestro guía. Su bandera es la nuestra. ¡Nadie nos la arrebatara!
¡Es
nuestra! ¡Viva la FAI! ¡Viva la CNT!”
Tener que aclarar su postura ante
los compañeros era algo que siempre tuvieron que hacer en el tiempo que duró su
agrupación.
257.- Hemos hablado ya un poco de las Tchekas rusas en España y del
sadismo con que actuaban. La Tcheka de Santa Úrsula, de la que hemos hablado
ya, era una de las más terribles, y donde entraron incluso miembros del
gobierno republicano y extranjeros llegados para apoyar la república (no ya la
revolución) en su lucha contra el fascismo. Pues bien, uno de los más conocidos
relatos de la represión marxista en España es la del joven J. H. Trafalgar,
miembro de la FAI quien había sido dos veces herido en la frente y al que se
acusaba de haber atacado un Centro del Estat Català durante las jornadas de
mayo. Fue detenido y llevado a una Tcheka de la calle Córcega, donde paso 28
días detenido, sus primeros 8 días fueron sin alimento. Como no se le pudo
probar nada se le puso en libertad, pero poco más tarde fue detenido de nuevo
por agentes de la Tcheka, que le devolvieron a la Tcheka de Córcega. Una vez
extendida su libertad, se disponía de él sin contratiempo alguno. El relato del
compañero logró salir de las gruesas paredes de las Tchekas y se difundió
mucho. Helo aquí:
“[Después de ser detenido por
segunda vez] Por la noche, más o menos a las doce, fui trasladado al piso
superior para sufrir un interrogatorio. Primero y muy atentamente se me comunicó
que la denuncia anterior había sido retirada y que ahora se me acusaba de haber
tomado parte directamente o por lo menos en la preparación del atentado contra
Andreu, el presidente de la Audiencia de Barcelona.
Expliqué dónde había pasado el
día del atentado, afirmé que nada sabía del mismo y que lo condenaba como lo
hacía la organización a través de la Solidaridad Obrera.
De nada sirvieron mis
afirmaciones. Los policías de la Tcheka decían que yo estaba en el secreto del
atentado. Que si ‘cantaba’ sería puesto en libertad, conducido al extranjero y
que se me pagaría espléndidamente. Que si era un poco inteligente debía delatar
a los que habían tomado parte en el hecho o por lo menos a los que podían haber
intervenido en el atentado.
En caso contrario se me amenazaba
con el consabido ‘paseo’.
Las preguntas que comenzaron en
tono cordial y dulzón fueron agriándose poco a poco. El ambiente teatral a más
no poder estaba en consonancia con el carácter del interrogatorio. A mi
alrededor Dalmau con su sonrisa sarcástica, Calero jugando con un puñal, y
otros varios, en diferentes posturas. En la mesa, a poco más de un metro de
distancia un potentísimo foco luminoso orientado hacia nosotros. El resto de la
habitación completamente a oscuras.
Los policías preguntaban todos a
coro y sobre diferentes cuestiones. Al mismo tiempo en la oscuridad y detrás de
un biombo una voz acusadora afirmaba haberme visto el día del atentado en un
coche particular frente al Palacio de Justicia. A mis continuos requerimientos
de que diese la cara, se negó a salir alegando el temor a una futura venganza
mía.
El espectáculo era capaz de
triturar los nervios al más fuerte. El cansancio, la debilidad, las preguntas,
los insultos, el foco eléctrico, el puñal se mezclaban en mi cerebro bailando
una danza de locura. Al final, desesperado, convencido de que acabarían por
matarme, deseoso de terminar aquella pesadilla cuanto antes, confesé: ‘Sí, he
sido yo’. Pero la declaración no interesaba a los policías.
Sabían perfectamente que no había
tomado parte. Lo que a ellos les interesaba era saber el nombre de los
verdaderos autores. Y continuaron insistiendo en ese sentido. Mi respuesta fue
contundente: ‘Sí; he sido yo, con Azaña y Companys’. Era el hundimiento de sus
esperanzas. Tuvieron que darse por vencidos. Había llegado el momento de
cambiar de procedimientos.
Dalmau se levantó. ‘Ya sabéis lo
que tenéis que hacer’, dijo a sus subordinados. Los policías sacaron las
pistolas y pusieron la bala en la recámara. Aquello era el principio del fin.
Calero intentaba esposarme las muñecas a las espaldas. Mi reloj pulsera impedía
la maniobra. Tranquilamente me desabrocho el reloj y se lo entrego a Calero:
‘Toma, para que me des el tiro de gracia lo antes posible’.
Bajamos al segundo piso. Me
hicieron entrar en el cuarto de baño. Supuse que querían evitar que el ruido de
los disparos llegase a la calle. Pero los policías no parecían tener prisa.
Echaron una pastilla de jabón a la bañera y abrieron los grifos. El jabón era
de marca francesa. La pastilla era grande. Pesaría un kilo al menos. Yo
contemplaba la escena sin llegar a comprender las verdaderas intenciones de
aquellos hombres. El ruido fuerte y monótono del agua al caer en la bañera
golpeaba sobre mi cansancio contagiándome unas ganas locas de dormir.
Terminados aquellos preparativos,
recomenzó el interrogatorio. Una mezcla de amenazas y de consejos. ‘No seas
tonto, confiesa, que te quedan ya pocos minutos de vida’. La idea de la muerte
estaba en todas las palabras. Yo deseaba que todo aquello terminase de una vez.
Tenía un verdadero deseo de sentir sobre mis sienes el frío contacto de las
pistolas de los policías. Pero mis interrogadores tenían intenciones más
refinadas. ¡Cómo no lo había comprendido antes! A la media hora el agua había
llenado la bañera por completo. Después de una última pregunta, Calero se
dirigió a sus compañeros: ‘Habrá que meterlo, ¿no os parece?’, Y me vi en el
aire, la cabeza hacia abajo y los pies hacia el techo. Comenzaba la verdadera
tortura. Una nueva pregunta, mientras la cabeza rozaba la superficie del agua.
Como es natural, la respuesta fue idéntica a las anteriores. Y pocos recuerdos
claros me quedan ya.
Mi cabeza fue sumergida hasta
llegar al fondo de la bañera.
Recuerdo que las muñecas,
hinchadas por la presión de las esposas, me dolían extraordinariamente. Debí
haber realizado estúpidos e inconscientes esfuerzos para soltarme. En el fondo
de la bañera traté de resistir lo indecible. Aguanté la respiración unos
segundos que parecieron siglos. Después ya no pude aguantar más. Me faltaba
aire. Empecé a tragar agua. Por todas partes. Por la boca, por la nariz, por
los oídos. Tuve la sensación de que el agua me llegaba al mismo cerebro. Perdí
el control de la voluntad. Sólo quedaba ya el instinto de conservación
defendiéndose brutal y apasionadamente.
Tengo el oscuro recuerdo de que
comencé a golpear con todo el cuerpo, con la cabeza, los hombros, los brazos.
Perdí el conocimiento. No puedo imaginarme el tiempo que pasé en esa situación.
Cuando volví en mí estaba fuera del agua y echado sobre una silla tapizada,
colgando las piernas por un lado y la cabeza por otro. Había vomitado
extraordinariamente. El jabón era un excelente vomitivo. Todo el cuerpo me
dolía.
La cabeza me daba vueltas como si
estuviera beodo. Cuando las ideas comenzaban a articularse de nuevo, los
policías volvieron a atropellarme con sus preguntas…
Ante el fracaso del
interrogatorio fui metido otra vez en la bañera en medio de las injurias y de
los juramentos de los policías. Esta vez tardé pocos segundos en perder el
conocimiento. Cuando volví a recobrarlo estaba vomitando, echado sobre la
silla. Los policías habían perdido también el control de sus nervios y se
mostraban con toda la brutalidad de que eran capaces. Me golpeaban a puñetazos
y a puntapiés con frases groseras…
Un poco más apaciguados
continuaron sus monótonas preguntas. Yo estaba tan destrozado por dentro y por
fuera que no podía contestar siquiera. Dispuesto a terminar de una vez para
siempre, recurriendo a las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté y me dejé
caer pesadamente en la bañera. Era preferible morir ahogado que seguir
soportando aquel tormento.
Cuando volví a recobrar el
conocimiento estaba en otra habitación. Los policías me habían desnudado y
echado sobre un colchón. Se llevaron las ropas y los zapatos. Así permanecí
cuatro días. En ese tiempo no pude comer y tardé ocho días en levantarme de la
cama. Tal era mi lamentable postración física. Los policías no se dieron por
vencidos. Durante esos ocho días se presentaban cada hora o cada media hora a
mi habitación a tomarme declaración.
Creo que desfilaron todos los
agentes de la Tcheka, con preguntas parecidas y con el mismo corolario: el
cuarto de baño.
En el transcurso de aquel desfile
pude comprobar que los policías se habían repartido mis mejores prendas de
vestir y mis objetos personales. Uno llevaba mi pulsera, otro mi sortija, un
tercero el cinto, un cuarto alumbraba sus cigarros con mi mechero...
No había duda, además de verdugos
eran unos vulgares ladrones...
Un poco más restablecido fui
nuevamente llamado al tercer piso para declarar. El hecho se repitió otras dos
veces. Vivía con los nervios en punta, convencido de que aquellas declaraciones
acabarían fatalmente en el cuarto de baño. Afortunadamente me equivoqué. Una
noche me mandaron subir a un coche particular. Íbamos, según los policías, a
verificar un careo con mi acusador. Comprendí bien. El coche enfocó por la
calle Salmerón y se dirigió hacia la Rabasada. Fuera de Barcelona encontramos
otro coche parado en medio de la carretera. Seguramente nos estaba esperando.
Me obligaron a descender. Me llevaron a la cuneta; la carretera estaba a oscuras.
Los focos de los coches iluminaban el lado opuesto. Vi claramente que había
llegado mi fin.
Del coche delantero descendieron
tres hombres que se dirigieron hacia nosotros. Uno de ellos dijo haberme visto
el día del atentado desde un coche particular que estaba parado frente al
Palacio de Justicia. Los policías sonreían satisfechos. Era el testigo que yo
había exigido para declararme reo. Dándome un golpecito en la espalda, me
dijeron: ‘Puedes prepararte a morir’. Respondí con toda violencia. Podían
matarme cuando les viniese en gana. La organización sabría luego lo que tendría
que hacer.
Al pasar por los calabozos de la
Jefatura había encontrado compañeros y había podido avisar a la Comisión
jurídica y a mi grupo.
No me importaba morir. La pérdida
de mi persona tenía poca importancia para el movimiento. Además estaba seguro
de que no tardaría en ser vengado.
Me ofrecieron la última
oportunidad para salvar la vida: delatar a los autores o cómplices míos, como
decían. Si me rehusaba, se verían obligados a pegarme un tiro, a matarme como a
un perro.
Me mantuve impertérrito. Si había
llegado hasta allí, bien podía llegar hasta el final.
Me obligaron a subir nuevamente
al coche y regresarnos. Habían encontrado la fórmula: ‘Te vamos a dar un día
más para recapacitar…’”
Trafalgar pasó por varias
cárceles hasta terminar en la cárcel de Barcelona como preso gubernativo. Fue
aquí donde escribió el relato que acabamos de ver, y que muestra el sadismo de
las Tchekas.
258.- Mundo Obrero. 13 de mayo de 1937.
259.- Ídem. 13 de mayo de 1937.
260.- Diego Abad de Santillán. Porque
Perdimos la Guerra.
261.- Según cita de Ferrán Gallego en Barcelona, Mayo de 1937, fue el mismo García Oliver quien intervino
para evitarlo. La cita proviene de Ricardo Sanz. La Política y el Sindicalismo.
262.- Solidaridad Obrera. 14 de mayo de 1937. Después siguen los nombres
de los encontrados en las calles, pertenecientes a la CNT. El texto termina con
22 líneas censuradas por el gobierno central.
263.- José Peirats. Los
Anarquistas en la Crisis Política Española.
264.- Mundo Obrero. 6 de mayo de 1937.
265.- Ídem. 7 de mayo de 1937.
266.- Ídem. 8 de mayo de 1937.
267.- Ídem. 10 de mayo de 1937.
268.- Ídem. 11 de mayo de 1937.
269.- Ídem. 12 de mayo de 1937.
270.- Ídem. 13 de mayo de 1937.
271.- Ídem. 14 de mayo de 1937.
272.- Ha sido tan evidente la criminal actuación de los trotskistas que
dirigen esta banda facciosa que es el POUM en el levantamiento contra la
República durante la semana pasada, que todas las organizaciones antifascistas
del país se han levantado unánimes en un movimiento de protesta general contra
los provocadores de la tragedia. Treball.
14 de mayo de 1937.
273.- ¿No es asombroso el progreso del PCE? Después de ser siempre un
partido minúsculo e impotente, ahora, gracias al chantaje armamentista se daba
el lujo de pedir la disolución de ni más ni menos que la CNT, el organismo sin
el cual la derrota del fascismo en España no hubiese sido posible.
274.- José Peirats. Los
Anarquistas en la Crisis Política Española.
275.- Recuérdese lo que apuntábamos un poco más arriba sobre cómo se
engrosaron las filas del PCE y las consignas utilizadas para tal maniobra.
276.- El ministro de agricultura era Vicente Uribe, de quien hablaremos
más tarde.
277.- Sobre la personalidad de Negrín sería interesante leer una parte
de un informe de la FAI que habla al respecto:
“[Negrín] (…) Ni es una persona
de inteligencia ni es un hombre de trabajo. No pasa de ser un experto en gramática
parda, y en gramática parda canaria, que es la peor de las gramáticas de ese
estilo.
Su arrimo a Prieto le cubría como
una capa protectora, y una serie de complicidades y de negocios comunes le
dieron carta blanca para proceder en hacienda. Hay que reconocer que no ha
desaprovechado el tiempo. Tenía la llave de la caja y lo primero que se le
ocurrió en materia de finanzas fue crearse una guardia de corps de cien mil
carabineros. No hemos tenido nunca 15.000 carabineros cuando disponíamos de
tantos millares de costas y de fronteras, y el Dr. Negrín, sin fronteras y sin
costas, ha creído necesario -¿para asegurar su política fiscal?--- un ejército
de cien mil hombres. El delito de los que consintieron ese desfalco al tesoro
público merece juicio severísimo. Y los que han tolerado sin protesta esa
guardia de corps de un advenedizo sin moral y sin escrúpulos también deben ser
responsabilizados, por su negligencia o su cobardía, de ese atentado al tesoro
y a las conquistas revolucionarias del pueblo, que a eso se reducía, en última
instancia, esa base organizada y bien armada de la contrarrevolución.
Los aduladores hablan en algunas
ocasiones del dinamismo del Dr. Negrín. Negrín es, al contrario, un holgazán.
Su dinamismo se agota en ajetreos inútiles, en festines pantagruélicos y
harenes sostenidos por las finanzas de la pobre República para solaz del
novedoso salvador de España. Este hombre no ha trabajado nunca, y ahí está su
vida estéril para demostrarlo, ni tiene condiciones para concentrarse un par de
horas seguidas sobre un asunto cualquiera. Por lo demás, ese ministro universal
y dinámico necesita la ayuda de los inyectables para su vida insana de
despilfarros y de desenfrenos.
Intelectualmente es una nulidad,
moralmente es un nuevo rico que se gasta en disipación y en abusos de toda
índole; políticamente no sabemos de él más que lo que hemos dicho y lo que
estamos palpando todos los días.
Sobre todos los aspectos de su
gestión tiene que depender en absoluto del criterio de los que le rodean. Y
procura rodearse de gentes que no rayen a más altura que él. Así van las cosas
de esta pobre España leal. ¿Leal a qué?
Ha iniciado este personaje
funesto, y este es su título auténtico, una política de clandestinidad
sistemática. Repetimos que su vida privada es lo único que se hace pública. Su
vida pública es un misterio, no sólo para el pueblo que lucha, que trabaja y
que paga, sino en el seno mismo del gobierno.
Tiene el arte maquiavélico de
corromper a la gente, y es esa corrupción que le rodea lo que permite el secreto
de la política que practica, política que, a causa de la inmoralidad y de los
derroches en que se apoya, no puede ser más que secreta, como el arte del
atraco. La clandestinidad, sin embargo, en asuntos como los financieros, no
tiene antecedentes en ningún país. El propio Mussolini, ídolo de Negrín, tiene
que acudir al parlamento para que apruebe sus presupuestos y vote los créditos
para sus hazañas. La dictadura negrinesca en ese aspecto es más absoluta que la
de Hitler y la de Mussolini, pues no necesita ni considera necesario dar cuenta
a nadie, ni siquiera a sus ministros, de los miles de millones de pesetas
evaporados.
Esa política de manos rotas para
corromper individuos de todos los colores y matices políticos, ha hecho posible
operaciones como la del traslado de gran parte del oro del Banco de España a
Rusia, sin saber en qué condiciones, y la apertura de depósitos cuantiosos de
centenares de millones en el extranjero para la presunta ayuda a los futuros
emigrados de la España republicana. De todo esto no se ha dado cuenta ni
siquiera al Gobierno. En este sentido Negrín es un innovador, pues ha hecho con
la tapadera de la guerra lo que ningún gobernante, ni siquiera la monarquía
absolutista, había podido hacer en España…”.
Comité Peninsular de la FAI: Informe sobre la necesidad de reafirmar
nuestra personalidad revolucionaria y de negar nuestro concurso a una obra de
gobierno necesariamente fatal para la guerra y para la revolución.
Barcelona, septiembre de 1938.
278.- Solidaridad Obrera. 18 de mayo de 1937.
279.- Mundo Obrero. 18 de mayo de 1937.
280.- Ídem. 19 de mayo de 1937.
281.- Ídem. 20 de mayo de 1937.
282.- Ídem. 21 de mayo de 1937.
283.- Ídem. 22 de mayo de 1937.
284.- Ídem. 24 de mayo de 1937.
285.- Ídem. 25 de mayo de 1937.
286.- Ídem. 26 de mayo de 1937.
287.- Ídem. 28 de mayo de 1937.
288.- Ídem. 29 de mayo de 1937.
289.- Ídem. 1 de junio de 1937.
290.- Ídem. 3 de junio de 1937.
291.- Ídem. 10 de junio de 1937.
292.- Solidaridad Obrera. 8 de enero de 1937.
293.- Pese a la buena obra de Julián Casanova, De la Calle al Frente. El Anarcosindicalismo en España 1931-1939,
hay algo en lo que no puedo coincidir con él: mantiene Casanova que mayo de 1937 no constituye, por lo tanto, la
línea divisoria de dos etapas bien diferenciadas de la guerra civil (revolución
libertaria y reacción comunista)… lo cual creo yo que es equivocado. Una
vez que Negrín fue instalado en el poder, la contrarrevolución del PCE que
venía ya desplegando desde casi los comienzos de la guerra se fortaleció. A
partir de la caída de Largo Caballero y la ascensión de Negrín a la cabeza del
poder, es que se hizo de manera muy veloz la persecución de los miembros del
POUM y que se preparó el golpe a las colectividades aragonesas que antes no se
había realizado. Se pasó además a desarmar a la retaguardia y se implanto el
SIM, que vendría a ser una poderosa arma en manos del PCE y del PSUC. En mayo
del 37 no sólo se atacó a la Telefónica, sino que también se abrió una brecha
entre la revolución libertaria y el curso de la guerra, siendo sacrificada la
primera precisamente por los que dirigían la segunda, es decir, los agentes
soviéticos y demás miembros del PCE encaramados al gobierno. Así lo creía (por
lo menos en cuanto a las colectividades) y lo escribió también en sus memorias
Alfons Martorell Gavaldá: “Fue a partir de 1937 cuando [el PCE y el PSUC]
desencadenaron una campaña sórdida y corrosiva, que envenenaba la mentalidad de
muchos colectivistas, llegando a cometer bestialidades increíbles…”. Memorias de un Libertario. De la República
al Exilio. También lo creían así, y estaban en lo correcto –por lo menos en
este aspecto-, la agrupación de los Amigos de Durruti: “Después de mayo la
contrarrevolución se sintió más fuerte que nunca”. Hacia una nueva Revolución.
294.- Se trataba de Irujo, un católico que servía al gobierno Negrín.
295.- Los redactores debieron tragarse su propia bilis más tarde, cuando
al ver que Stalin, su amado jefe y guía, firmaba los primeros pactos con Hitler
en 1938… ¡La lengua suelta a veces se enreda en el cuello propio!
296.- Mundo Obrero. Órgano oficial del Partido Comunista Español del 27
de agosto de 1937.
297.- Servicio de Investigación Militar.
298.- En abril de 1938 Uribarri huyó al extranjero llevándose consigo
varios millones de pesetas en alhajas procedentes de las incautaciones.
299.- Se trataba de una especie de armario, donde sólo se escuchaban de
manera muy fuerte unas campanas y otros ruidos parecidos.
300.- Se trataba de una celda de unos dos metros redonda, llena de agua
tremendamente helada, donde se mantenía al preso
hasta que declarara.
301.- Se trataba de la silla eléctrica tradicional, pero a diferencia
de la otra, ésta no mataba, sólo daba fuertes descargas continuas al individuo.
302.- Sobre la composición de la Columna Durruti se han dado muchas
cifras: La Columna Durruti, según D. A. de Santillán en Porque Perdimos la Guerra, partió con 3.000 hombres de los 12.000
que se pensaban. Tres mil también según Juan Gómez Casas en su Historia del Anarcosindicalismo Español.
Aproximadamente dos mil, afirma
Ricardo Sanz en Los que Fuimos a Madrid.
Incluso la historiografía marxista afirma que fueron de 2 a 3.000, Guerra y
Revolución en España 1936-39. Ibarruri, etc. Nosotros tomamos la cifra de
3000, pues es la que más se adecua a la realidad y en la que mas coinciden los
protagonistas. En agosto de 1936, la Columna Durruti contaba ya con 4.500
hombres.
303.- Diego Abad de Santillán se pregunta en su libro que hemos ya
citado “¿Qué tenía que ver Carlos Marx con nuestra epopeya?” evidentemente
nada, a menos que se considere el papel nefasto que jugó su yerno en España a
petición del mismo Marx y el papel contrarrevolucionario que sus herederos del
PCE estaban jugando.
304.- Hermano de Francisco Ascaso.
305.- Nuevamente ¿Qué tenía que ver Lenin en la revolución española?
306.- Se trataba de un grupo de milicianos italianos de Huesca.
307.- “Los pueblos (…) estimaban que ese Consejo era necesario para
conquistar nuevas posiciones y afianzar lo conquistado”. Cultura y Acción. 10 de octubre de 1936.
308.- Ponzán murió quemado por la Gestapo en Toulouse en agosto de 1944.
309.- Informe presentado por el Comité Regional de la CNT al Pleno de
Sindicatos celebrado en Caspe los días 11 y 12 de septiembre de 1937.
310.- Cifras tomadas según Julián Casanova. De la Calle al Frente. El Anarcosindicalismo en España 1931-1939.
311.- Abel Paz. Durruti en la
Revolución Española. Esto sucedía cuando el POUM aún no era eliminado del
gobierno, en diciembre de 1936. A raíz de ello es que el POUM comienza a
acercarse de una manera más seria a las filas de la CNT, buscando cobijo ante
su situación, recuérdese más atrás cuando he hablado ya sobre los motivos que
llevaron al POUM a actuar de esta manera, las tendencias ideológicas tan
idénticas que tenía con el PCE y el PSUC y sus reivindicaciones.
312.- Gaceta de la República. 25 de diciembre de 1936.
313.- Durruti había ya muerto el 20 de noviembre de 1936.
314.- Esta Columna fue reconstituida después, con la represión que se
desencadenó contra el POUM, que ya hemos visto.
315.- Cifras tomadas de Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.
316.- Actas del Primer Congreso Extraordinario de Colectividades celebrado
en Caspe el 14 y 15 de febrero de 1937.
317.- Gastón Leval. Colectividades
Libertarias en España.
318.- El Pleno se celebró el 25 de abril y la información sobre la
composición de los colectivistas y las colectividades de la CNT en Solidaridad Obrera de los días 28, 29 y
30 de abril.
319.- Gaceta de la República. 9 de junio de 1937. Reproducido también
por Dolores Ibarruri en Guerra y
Revolución en España, 1936-1939.
320.- Solidaridad Obrera. 4 de agosto de 1937.
321.- Manuel Azaña. Memorias
Políticas y de Guerra.
322.- Ídem.
323.- Ídem.
324.- Ya en el exilio Mantecón se quitaría la máscara de republicano y
se asumiría como adicto stalinista.
325.- Frente Rojo, órgano de expresión del PCE de Valencia. 12 de agosto
de 1937.
326.- Los datos aquí dichos están basados en los comentarios que dejaron
los compañeros que vivieron estos sucesos y que fueron recogidos por la CNT en
un magnífico libro que se llama Realizaciones
Revolucionarias y Estructuras Colectivistas de la Comarcal de Monzón (Huesca).
327.- Recuérdese lo que decíamos al principio de este capítulo acerca de
la formación ideológica del PCE y del PSUC, que no se luchaba por la
revolución, sino por una República, la defensa de la propiedad, etc., cosas que
engrosaron las filas del PCE y del PSUC con elementos reaccionarios y
burgueses.
328.- Oficial y oficiosamente hemos intervenido en casos de denuncias de esa
especie y hemos visto de cerca la verdad y hemos tenido que defender a. los
campesinos contra los calumniadores de su obra. Tomado de Diego Abad de
Santillán. Porque Perdimos la Guerra.
329.- El PCE y el PSUC durante un tiempo se dieron a la tarea de hacer
ruido sobre porque se mantenía inactivo el frente de Aragón. No decían que el
gobierno negaba armas y municiones a los combatientes del frente. Cuando se
recuerda esto, parece que se escucha a Abad de Santillán recriminar ¿Habíamos de declarar, para que lo supiera
el enemigo, que ese frente estaba paralizado porque no disponíamos de un solo
cartucho? La obra que preside Ibarruri, y de la que ya hemos hablado, dice
que era inexacto que en Aragón se estuviera desprovisto de material de guerra
para combatir, pues en Barcelona había una industria de guerra y verdaderos arsenales. Parece que esta
gente no se daba cuenta de que, aunque en Barcelona hubiese material de guerra,
no se podía dejar a la Cataluña sin armas, además la industria de guerra que
había aquí era obsoleta. Recuérdese que cuando se planea el asalto al Banco de
España se pensaba que si no se lograba comprar armamento por lo menos se
renovaría la industria de guerra. Y si queremos ir más allá, no olvidemos que
Rusia estaba vendiendo usureramente a España material de guerra que jamás
llegaba a Barcelona, cosa que Ibarruri no dice y hace no recordar.
330.- “Numerosas colectividades se
formaron en localidades donde ni la CNT ni ninguna otra organización del Frente
Popular poseían una representación notable antes de la sublevación militar”
“Sería grotesco pretender demostrar que
las milicias armadas impusieron la colectivización y el Consejo de Aragón por
la fuerza y, en cambio, sólo unos meses después todo se habría desmoronado con
un simple decreto del gobierno”. Citas tomadas de Julián Casanova. Anarquismo y Revolución en la Sociedad Rural
Aragonesa 1936-1938. Si las cosas sucedieron así, es evidente que la fuerza
de la que aquí habla Frente Rojo no
es más que la que se ejerció sobre los propietarios burgueses, a los que las
fuerzas del stalinismo entregarían los medios de producción. Una cosa más en
este artículo calumnioso: por esa época en Rusia se colectivizaba a la fuerza,
bajo el imperio déspota del patrón de los señores de Frente Rojo: Stalin.
331.- Frente Rojo. 14 de agosto de 1937.
332.- Mundo Obrero. 17 de agosto de 1937.
333.- José Peirats. Los
Anarquistas en la Crisis Política Española.
334.- Citado por Julián Casanova. Anarquismo
y Revolución en la Sociedad Rural Aragonesa. 1936-1938.
335.- Manifiesto del Comité Regional, 22 de enero de 1938. La censura
gubernativa impidió que este manifiesto fuera publicado en la prensa
anarquista.
336.- Dolores Ibarruri, etc., Guerra
y Revolución en España. Tomo II.
337.- Informe del CP de la FAI al Pleno Nacional de Regionales del
Movimiento Libertario. Octubre de 1938.
338.- Cifras citadas según el Informe
sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga la experiencia,
por el Comité Peninsular de la FAI. Barcelona, septiembre de 1938.
339.- Véase el libro de Abad de Santillán Porque Perdimos la Guerra, donde se inserta la nota de Pedro
Herrera sobre la reunión con Negrín.
340.- Diego Abad de Santillán. Porque
Perdimos la Guerra.
341.- Negrín había asignado a Miaja como Jefe Supremo del Ejército
durante el derrumbe de Cataluña.
342.- ¡Hábiles en política, ineptos en la revolución!
343.- Sobre los desacuerdos entre Mera y Casado puede consultarse las
memorias del primero, Cipriano Mera.
Guerra, Exilio y Cárcel de un Anarcosindicalista.
344.- Sobre estos preparativos y la proclamación del Consejo Nacional de
Defensa consúltese Cipriano Mera. Guerra,
Exilio y Cárcel de un Anarcosindicalista.
345.- Fueron, recuérdese, los miembros del PC y del PSUC junto a Negrín
y demás miembros del gobierno quienes salieron en primera fila hacia la
frontera de Francia.
346.- Estos tres últimos
figuraban como ajenos a cualquier partido político.
347.- Ferrán Gallego. Barcelona,
Mayo de 1937.
348.- Por mencionar sólo los más importantes en cuanto a la deformación
del socialismo, dicho sea de paso, que Bujarin, Trotsky, etc., no son en mucho
distintos de estos últimos.
349.- A raíz de este ataque es que se desata
de manera oficial la Segunda Guerra Mundial.
350.- “Los Aliados” fue el nombre que adoptaron los países opuestos a
las fuerzas del eje durante la Segunda Guerra Mundial. Las potencias del
llamado eje eran Italia, Alemania y Japón. Por su parte los Aliados eran Rusia,
Gran Bretaña, Francia, China y los Estados Unidos cuando se da el Ataque a Perl
Harbor.
351.- Tomado de la revista Tierra
y Libertad. Numero 456. Enero de 1986.
352.- Arthur Lehning. Marxismo y
Anarquismo en la Revolución Rusa.
353.- Queden fuera de esta lista todos los fascistas, burgueses y
miembros gubernamentales que fueron ajusticiados por el pueblo.
354.- Citado en Osvaldo Bayer. Los
Anarquistas Expropiadores.
355.- Citado según Martin Zemliak. Kropotkin.
Obras.
356.- Max Nettlau. Comunismo
Autoritario y Comunismo Libertario.
357.- Volin. La Revolución
Desconocida.
Bibliografía a consultar (Algunos
periódicos son más fáciles de consultar en libros, de todos modos los cito para
respetar la fuente original).
¿Qué es el
Anarquismo?
Benjamín Cano Ruiz.
¿Qué es la AIT? Editada en abril de 1997 en
Castellón, España. Editado por el secretariado de la Asociación Internacional
de los Trabajadores.
¿Qué es la
Propiedad? P.
J. Proudhon.
¿Qué hacer? Lenin.
70 Días en Rusia. Ángel Pestaña.
A Short Sketch of a an Evetful life. Jenny Von Westphalen.
Actas del Primer
Congreso Extraordinario de Colectividades celebrado en Caspe el 14 y 15 de
febrero de 1937.
Anarquía y
Comunismo Científico. Luigi Fabbri.
Anarquía y
Comunismo Científico. Nicolai Bujarin.
Anarquismo y
Revolución en la España del XIX. Clara E. Lida.
Anarquismo y
Revolución en la Sociedad Rural Aragonesa 1936-1938. Julián Casanova.
Anarquismo y
Sovietismo.
Rudolf Rocker.
Anarquistas de
Ayer y de Hoy.
Jacques Duclos.
Anarquistas y
Socialistas.
Javier Paniagua.
Antología
Anarquista.
Gino Cerrito, Nicolas Walter, Gaston Leval, Salvador Hernandez, Benjamin Cano
Ruiz, Noam Chomsky, Herbet Read, S. Cristie, A. Meltzer.
Antología
Documental del Anarquismo Español Vol. 1. Organización y Revolución: De la
Primera Internacional al Proceso de Montjuic (1866-1869), recopilación de textos y
presentación de los mismos por Francisco Madrid y Claudio Venza.
Bakunin y el
Socialismo Libertario. Ángel J. Capelletti.
Balance del
Bolchevismo Ruso.
Dímitri Gavronski.
Barcelona, Mayo de
1937. Ferrán
Gallego.
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Circular Nº57,
(confidencial) 19 de diciembre de 1938. FAI, Comité Peninsular.
Comunismo
Autoritario y Comunismo Libertario. Max Nettlau.
Conferencia de
Londres de 1871.
Marx y Engels.
Conferencia en el
Instituto Maurice Thorez, Paris. Maurice Moissonier.
Consideraciones
Filosóficas sobre el Fantasma Divino, Sobre el Mundo Real y Sobre el Hombre. Miguel Bakunin.
Convulsiones de
España.
Indalecio Prieto.
Correspondencia
Marx/Engels.
Crítica del
Programa de Gotha.
Carlos Marx.
De la Calle al
Frente. El Anarcosindicalismo en España. 1931-1939. Julián Casanova.
Durruti en la
Revolución Española. Abel Paz.
El ABC del
Comunismo Libertario. Alexander Berkman.
El ABC del Comunismo. Nicolai Bujarin.
El Anarquismo
Contra el Estado Franquista. Abel Paz.
El Anarquismo. Daniel Guerin.
El Anti-Dühring o
la Subversión de la Ciencia por el Señor Eugenio Dühring. Federico Engels.
El Capital, I, II y III. Carlos Marx.
El Corto Verano de
la Anarquía.
Hans Magnus Enzensberger.
El Eco de los
Pasos. Juan
García Oliver.
El Estado y la
Revolución.
Lenin.
El Imperio
Knuto-Germanico y La Revolución Social. Miguel Bakunin.
El Marx
Desconocido.
Robert Payne.
El príncipe
Anarquista.
George Woodckok.
El Proletariado
Militante I y II. Anselmo Lorenzo.
Enciclopedia
Anarquista Vol. I.
Escritos de
filosofía política I y II. Miguel Bakunin.
Estatismo y
Anarquía.
Miguel Bakunin.
Fascismo y
Anarquismo.
Carlos M. Rama.
Gaceta de la
República,
publicación del gobierno republicano español.
Genocidio Español
en la España de la Austria. Francisco Olaya.
Guerra y
Revolución en España 1936-39. Manuel Azcárate, Luis Balaguer, Antonio Cordón, Irene Falcón y José
Sandoval, presidida por Dolores Ibarruri.
Hacia una nueva
Revolución.
Agrupación Amigos de Durruti.
Historia de la
Anarquía.
Sergent y Harmel.
Historia de la
Revolución Francesa. Pedro Kropotkin.
Historia de las Agitaciones
Campesinas Andaluzas. Juan Díaz del Moral.
Historia del
Anarcosindicalismo Español. Juan Gómez Casas.
Historia del
Movimiento Makhnovista. Pedro Archinoff.
Historia del Movimiento Obrero
en España. Apuntes Sobre el Oro de Negrín. --Extracto-resumen de la Conferencia de Francisco Olaya Morales en
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Historia del
Pensamiento Socialista I, II, III y IV. G. D. H.
Cole.
Historial del
Movimiento Obrero Español I, II y III. Diego Abad de Santillán.
Homenaje a
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George Orwell.
Informe del CP de
la FAI al Pleno Nacional de Regionales del Movimiento Libertario. Octubre de
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Informe presentado
por el Comité Regional de la CNT al Pleno de Sindicatos celebrado en Caspe los
días 11 y 12 de septiembre de 1937.
Informe sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga la
experiencia,
por el Comité Peninsular de la FAI. Barcelona, septiembre de 1938.
Informe sobre la
necesidad de reafirmar nuestra personalidad revolucionaria y de negar nuestro
concurso a una obra de gobierno necesariamente fatal para la guerra y para la
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Moscú Bajo Lenin. Alfred Rosmer.
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Obras Completas. Lenin.
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Obras de Marx,
Engels y Lasalle, vol. II, La Alianza de la Democracia Socialista y la
Asociación Internacional de los Trabajadores.
Origen, Desarrollo
y trascendencia del Movimiento Sindicalista Obrero. Palmiro Marba.
Orígenes y
Transformaciones del Hombre y otras Especies. P. Trémaux.
Periódico Acracia.
Periódico CNT.
Periódico Cultura
y Acción.
Periódico El
Condenado.
Periódico Frente
Rojo.
Periódico Golos
Truda.
Periódico Ideas.
Periódico La
Batalla.
Periódico La
Emancipación.
Periódico La
Solidarité.
Periódico Mundo
Obrero.
Periódico Nosotros.
Periódico Nuevo
Aragón.
Periódico Ruta
(JJLL).
Periódico Severnaya
Comuna.
Periódico Solidaridad
Obrera.
Periódico Treball.
Por el Camino de
Octubre. José
Stalin.
Porque Perdimos la
Guerra. Diego
Abad de Santillán.
Por un Marxismo
Libertario.
Daniel Guerin.
Publicación Amor
y Rabia Nº4-bis (España).
Publicación El
Amigo del Pueblo.
Publicación Inquietudes.
Publicación Izvestia.
Órgano de Kronstadt.
Publicación Krasnaia
Gazeta.
Publicación Neue
Rheinische Zeitung.
Publicación Tierra
y Libertad (España).
Publicación Tierra y
Libertad (México).
Realizaciones
Revolucionarias y Estructuras Colectivistas de la Comarcal de Monzón (Huesca).
Recuérdalo tú y
Recuérdalo a Otros. Ronald Fraser.
Revolución y
Contrarrevolución en Cataluña. Carlos Semprún Maura.
Sistema de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria.
P. J. Proudhon.
Socialismo
Autoritario/Socialismo Libertario. Georges Ribeill.
Testamento
Político. Lenin.
Und Friederich Engels: Historich-Kritische Gesamt-Ausgabe. Karl Marx.