traicion comunista

 

 

 

 

El autor de este libro no tiene

Ninguna objeción en que sea

Editado todo o en partes por

Cualquier colectivo e individuo

Anarquista; lejos de las casas

Editoras. Ruega tan sólo que

Se le comunique, para tener un

Registro de las distintas ediciones.

 

 

 

 


 

 

 

A todos los trabajadores revolucionarios que fueron asesinados ruinmente bajo los regímenes marxistas en Rusia, España y otras partes del mundo; a la memoria de ellos.

 

 

 

 

 

Agradecimientos:                                                                                                                              

A mi familia, por todo el apoyo que me dieron en la realización de este libro. Gracias a Beto, mi hermano, que leyó el texto y me hizo sugerentes indicaciones. A José Gibello, que también leyó el texto y me dio su opinión; especialmente a Cesar Tapia G., por el interés que tuvo en este libro: por hacerme el prólogo, haber leído el texto y corregirme cosas, así como por todo el material que me hizo llegar. A Nuria Cedó Gil, mi compañera y camarada, por su apoyo en las traducciones del catalán y del francés al castellano, por haber comprendido mi urgencia en las traducciones y por muchas cosas más, muchas gracias a ella por todo. A los compañeros de Ediciones HL por encargarse de esta primera edición en México. A los camaradas de la Fundación Anselmo Lorenzo por el apoyo otorgado respecto al tema de España. A Aitor Pueyo, miembro de la CNT de Cornellà por leer el texto y corregirme cosas, así como darme su opinión y en general por todo su apoyo también a la distribuidora anarquista El Grillo Libertario, por esta primera edición en España. Por su puesto, a los compañeros de la CNT de Valladolid por el apoyo mostrado. Al camarada David Peñalver Alberto, de la FAI (Madrid), por su ayuda en el tema de España. A Xavier Barceló, miembro del "Centre d'Estudis Llibertaris Francesc Sàbat" por su ayuda respecto a los “Amigos de Durruti”. Y por último, a todos los compañeros con los que he compartido amistad y militancia. ¡Salud!

 

 

 

 

 

 

La Traición De La Hoz Y El Martillo

 

 

 

 

 

 

Prólogo

La caída del muro de Berlín en 1989 y el decreto que dio pie a la desaparición total de la Unión Soviética en 1991, aunado a la incorporación de los restantes países autonombrados socialistas al modelo del capitalismo de libre mercado; dicho acontecimiento, abrió la brecha para que los ideólogos de los países antagónicos al socialismo durante la guerra fría, declararán triunfante su sistema neoliberal por encima de toda esperanza revolucionaria y cambio radical que hiciera frente a la explotación y dominación del capitalismo.

Si bien, a pesar de que en estos tiempos, los gobiernos y partidos políticos de todos los países se han amoldado la consigna de que mediante la “Democracia representativa” hemos entrado a la nueva era de las libertades e igualdad para todos; queda de relieve el hecho de que no han sido sino pantomimas, las cuales simplemente han maquillado la explotación padecida hoy en día por millones por seres humanos sometidos al yugo de una minoría parasitaria que dicta las condiciones de vida sobre los pueblos.

Es ya trillado el discurso manejado por analistas políticos, historiadores oficiales y doctrinarios ortodoxos (marxistas y neo marxistas). Tanto los defensores del marxismo como los neoliberales, abordan el tema explicando los motivos del derrumbe de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) de un modo simplista, carente de análisis profundo. Pues mientras los primeros se rebajan a explicar todo mediante un “problema de personalidades” y “desobediencia hacia el verdadero catecismo Marxista, desviaciones, revisionismos y demás herejías que atentaban contra el dogma”, los segundos recurren al discurso fatalista ya gastado que expone que “el capitalismo es el único sistema posible y éste llegó para quedarse”.

El presente trabajo refuta dichas tesis, proponiéndose realizar un análisis riguroso, tomando en primera instancia la teoría marxista, y posteriormente situándose sobre los hechos históricos en que se desarrolla la trayectoria del marxismo, desde el mismo personaje al que se le atribuye dicha doctrina hasta sus sucesores, todo, al margen de superficialidades que impidan ver de manera objetiva las causas que propiciaron su cruento desenlace: La decadencia de una doctrina languideciendo en sus propios fracasos que esta misma se dedicó a edificar, y bien resulta aplicable para este caso el refrán: Cría cuervos y te sacarán los ojos.

Resulta evidente, pues en base a lo expuesto hasta el momento, es importante aclarar que se trata de un análisis visto desde el anarquismo, de lo cual, se hace indispensable examinar las tesis marxistas y ponerlas en tela de juicio frente a sus principios que dice promulgar y la compatibilidad con la realidad que busca transformar. Vale la pena, pues, echar un vistazo durante los primeros años de efervescencia de ambas corrientes (desde la Primera Internacional hasta llegar a los acontecimientos revolucionarios de la historia), sobre las críticas que hizo el anarquismo hacia la veracidad de un catecismo que se autoproclamaba científico y como absoluta panacea revolucionaria para la liberación humana. ¿Fueron Marx y Engels los autores de un proceso que llevaría a algo contrario de lo que predicaron en sus tesis?  ¿Fueron las hegemonías totalitarias con sus campos de concentración que terminaron abriendo cínicamente la brecha al capitalismo, auténticamente socialistas o comunistas?

Si cualquiera que comienza por la A debe llegar inevitablemente a la Z, es entonces imprescindible hacer tabla rasa sobre que tanta similitud y diferencia existe realmente entre los principios del anarquismo y los del marxismo, esto, a sabiendas de que suele muchas veces comparárseles en un mismo terreno revolucionario encaminado a la abolición del Estado y del Capitalismo, dando paso a un máximo de libertad en completa fraternidad.

En estos tiempos donde el control mundial es ejercido por las instituciones financieras, sobrevive el discurso “socialista” en la demagogia de algunos políticos, sus partidos y gobiernos; que lejos de representar una amenaza al capital, lidian y se respaldan de éste. Además, el marxismo no ha dejado de ser bandera política de los grupos que mostrándose como los más consecuentes, pretenden una regresión hacia sistemas del pasado (el cual glorifican), negándose a ver y encarar que los respalda una reputación de traiciones y autoritarismo. Por lo tanto, tales críticas siguen vigentes.

La Traición de la Hoz y el Martillo pretende rescatar el significado del verdadero comunismo, desligándolo de esas tergiversaciones de que fue y ha sido objeto. Porque si asistimos aún, a satanizar tajantemente al comunismo o el socialismo en base a lo acontecido en dictaduras pasadas, cometeríamos también al funesto error de no ver que el fracaso no fue del comunismo sino del capitalismo de Estado, las burocracias y un fatalismo que supuso “dialécticamente, con la destrucción de los privilegios económicos vendría después por sí sola, la disolución del Estado”.

Esperemos finalmente que todo el conjunto, o síntesis, del estudio realizado a través de mucho esfuerzo, sirva como aporte significativo a los fundamentos del anarquismo frente a sus detractores, aún contra quienes se proclaman revolucionarios, a pesar de la incongruencia entre sus medios y sus fines.

Corresponderá en última instancia al lector, realizar su propio juicio acerca de la veracidad y vigencia de los acontecimientos, comparándolos con la realidad que hoy se vive, albergando la esperanza de que éste tome la iniciativa y voluntad para transformarla.

 

César Tapia G.

 

 

 

 

 

 

 

 

 



Introducción

El Marxismo y el Anarquismo, que se desarrollaron ampliamente a partir de la revolución industrial, han venido evolucionando cada uno por su lado. El anarquismo encontró corrientes como el individualismo, el colectivismo anarquista y finalmente el anarco-comunismo, principalmente. El marxismo, desde que queda planteado por Marx y Engels, ha sufrido algunos cambios, no de fondo, pero sí de táctica. Si bien Marx y Engels formularon una doctrina que, según ellos, era el bastión principal y único método realmente científico de la revolución, este vino evolucionando (¿o involucionando?) desde esos tiempos en los que se pusieron los cimientos de la revolución social por medio de la conquista del poder político por los medios necesarios –desde las elecciones hasta los golpes de mano- hasta la dictadura del proletariado y la concentración del poder en manos de un Estado supuestamente obrero. Este camino debía conducir necesariamente hacia el despotismo y regímenes totalitarios, como los que sufrió la humanidad durante el siglo XX.

Hay que reflexionar y preguntarse si Marx y Engels en realidad no habían vislumbrado los caminos que su doctrina habría de seguir, y que no sólo la razón la tuvieron todo el tiempo los anarquistas que les criticaban duramente, sino que Marx y Engels no tenían en sus métodos nada de científico.

O, por otro lado, si lograron alguna vez darse cuenta de que en la crítica anarquista del Estado había mucho de verdad y se empeñaron aun así en sus ideas, entonces la respuesta no da lugar a dudas: Marx y Engels al hablar de la revolución social, en realidad se referían a convertirse ellos en los caudillos del pueblo, y por consecuencia, en gobernarles ellos mismos. Con lo que la crítica anarquista también está en lo cierto: quien busca el poder no puede buscar destruirlo, sino apoderarse de él y hacer uso de éste mismo.

Nos encontramos en un círculo sin salida del que no se puede salir entonces más que de dos maneras: o negando contra toda la historia que Marx y Engels –y por ellos todo su sistema- estuvieron equivocados siempre; o poner los pies en la tierra y dar la razón al anarquismo.

Por otro lado, el sistema que el marxismo plantea, lleno de dictaduras y de leyes sobre el pueblo, no tienen nada que ver con el Comunismo auténtico, donde la equidad reina y el Estado no existe.

Por eso, antes de comenzar tenemos que decir que por razones de carácter etimológico, no nos referiremos a los discípulos de Marx y toda su doctrina como comunismo, porque no hemos de olvidar que, el comunismo, tomado en su sentido realmente ideológico, supone la destrucción del Estado, y la propiedad común de los medios de producción y de los productos obtenidos mediante el empleo de éstos.

El marxismo, al proponer que la propiedad de los medios de producción y con ellos la riqueza social sea centralizada en un enorme aparato estatal, falta grandemente a los principios del comunismo; por mucho que a eso le llamen “primera fase del comunismo”. Lo mismo hace al proponer que la revolución social pase por un periodo “transitorio” de dictadura “proletaria”. La historia nos demuestra que la pretendida intención de los marxistas de que desaparezca el Estado no es sino una mentira.

Por todo esto, al referirnos a ellos, evitaremos todo lo posible por llamarles “comunistas” y les llamaremos, más acorde con sus ideas, “marxistas”. Se podría argüir que hay quienes se reivindican como trotskistas, maoístas, leninistas, y también, rayando en el fascismo, stalinistas.

Se nos ha tratado de objetar, que es diferente la "socialdemocracia" al "marxismo auténtico", argumentos por demás sofistas que no entienden que la una fue la consecuencia lógica de la otra. Se nos ha dicho que cada teórico del marxismo lo interpreta de manera similar, aunque distinta. Nosotros por nuestra parte entendemos esto, pero también vemos en los distintos teóricos del marxismo la continua evolución de los ideales de dictadura revolucionaria que comenzaría el mismo Marx, y culminaría el señor Stalin, sin olvidar a Krushev y Gorbachov. Al hacer esto, no creemos hacer una injusticia, pues sólo nos proponemos exponer la teoría marxista en sus distintos matices, haciendo tabla rasa de todos ellos, y exponer en toda su magnitud autoritaria al marxismo, según los mismos actos, teorías y hechos realizados por sus distintos defensores, ello se verá en el recorrido del libro, donde con sus mismas obras y actos lo iremos demostrando. También tengamos en cuenta que todas estas teorías tuvieron como pilar inicial la doctrina de Marx, él fue la fuente de donde salieron las teorías posteriores.

“En efecto, Stalin y el stalinismo no son sino consecuencias lógicas de una evolución preparatoria, resultado ella misma de un terrible desvío, de una confusión nefasta de la revolución.

Lenin y Trotsky, es decir, su sistema, prepararon el terreno y engendraron a Stalin. Sepan, pues, los que sostuvieron antes a Lenin, Trotsky y compinches, y hoy fulminan a Stalin: cosechan lo que han sembrado” (1).

En efecto, como bien dice Volin, todo el sistema de terror que Stalin llevaría a cabo no es sino la consecuencia lógica de una evolución preparatoria, que Marx iniciaría.

Por más que Marx haya dicho “¡Todo lo que yo sé, es que no soy marxista!”. Por más que Engels dijera a partir de 1886 y hasta 1894:

 

“nuestra teoría no es un dogma… un dogma que deba aprenderse de memoria y repetir mecánicamente… sino una guía para la acción… una teoría del desarrollo… una exposición de un proceso evolutivo que se compone de muchas fases”.

 

Por más que criticase a personalidades de la política rusa que citaban textos de Marx “como si fuesen textos de los clásicos o del Nuevo Testamento”, ya era demasiado tarde: la obra de dogmatismo que habían emprendido dentro de la Internacional (2) contra todos aquellos que distaban de compartir sus ideas (3) había evolucionado: el dogma teórico se convertiría en dogma práctico, la autoridad política se convertiría en autoridad ideológica, la peor que puede existir.

Se ha hablado también mucho de que hay quienes han “interpretado mal a Marx”. Es verdad que Marx asignaba el papel de la “Dictadura del Proletariado” a una clase, y no a un partido; esto es ya aportación de Lenin.

Pero el camino estaba dado por el mismo Marx: ponía al Partido Comunista como “la Vanguardia” que debía conducir al pueblo hacia la revolución, y es claro que esta vanguardia debía continuar durante la misma revolución, tomando la preponderancia de esta misma, y llevando a que la dictadura del proletariado la ejerciera un partido y no una clase, e incluso, por encima de esta misma clase. Tal y como pasó en Rusia, que  si bien, como ya he dicho, la dictadura de un partido fue sobre todo obra de Lenin, esto no fue sino el resultado de las teorías que Marx acuñaría hacía ya mucho tiempo. Cumpliéndose casi a la perfección las previsiones que sobre todo eso había dicho Bakunin.

Por todo lo dicho anteriormente, creemos que no sólo no somos injustos al tomar de los distintos teóricos del marxismo los materiales necesarios para esta obra; sabedores también de que hay muchas cosas que en las palabras (y sólo en las palabras) aparentemente hacen que coincidan el marxismo y el anarquismo:

 

“No discrepamos en modo alguno de los anarquistas en cuanto a la abolición del Estado, como meta. Lo que afirmamos es que para alcanzar esta meta, es necesario el empleo temporal de los instrumentos, de los medios, de los métodos del poder Estatal, contra los explotadores, igual que para destruir las clases es necesaria la dictadura temporal de la clase oprimida” (4)

 

Pero nosotros no nos dejamos llevar por las palabras, y sí sólo por los hechos, pues todas estas cosas como veremos, sólo suceden en las letras, pues en la práctica todo ello dista mucho de ser real; comprendido lo anterior, creemos que si algún nombre lo tienen ganado a pulso es el de marxistas, y no en modo alguno el de comunistas.

Cosa que, desde ya hace mucho tiempo han hecho los marxistas: apropiarse un término que por lógica y por ideología no les pertenece; al apropiarse éste nombre han hecho de él sinónimo de autoritarismo, y con ello, lejos de brindar un servicio al comunismo, no han hecho más que manchar este nombre.

Pero tampoco vamos a pelear por un título, pues lo que cuenta son los actos, y no los nombres. Pero dicho esto entremos en materia.

El marxismo planteado, propone a grandes rasgos como principios de la clase obrera (5): La lucha de clases; el Partido Comunista como vanguardia de la revolución; la toma de posesión del poder por el proletariado, aunado a la constitución de un Estado obrero; la toma de posesión de los medios de producción por la clase obrera; la organización de la vida en sociedad –y ello comprende el sistema económico- ; la dictadura del proletariado; la desaparición paulatina del Estado para dar paso a la libertad (6).

Esto es lo que conformaría según ellos, el mal llamado socialismo científico, así es que interesados en investigar la verdad, veremos si es que existe algo de “científico” en esta ideología.



Primera Parte:

 

La Teoría

 

Lucha de Clases

Es evidente que la sociedad se halla dividida entre explotados y explotadores. En esto el marxismo y el anarquismo coinciden. Pero es a partir de aquí que se separan, pues el marxismo esta preeminentemente con la “clase obrera”; en tanto que el anarquismo apoya también a esta clase, pero ve que existen más factores explotados, no sólo la clase obrera.

Ello ha sido la consecuencia de que el anarquismo apoye también a otros sectores de la sociedad que también sufren la opresión del Estado y el capitalismo, como son aquellos a los que los marxistas denominaban “lumpen proletariat” y los campesinos, etc. Pero centrémonos en el tema de la lucha de clases tal y como los marxistas la toman, es decir, entre el proletariado y la burguesía.

La lucha de clases comprendería la clase explotada contra la clase explotadora. ¡No lo olvidemos! Explotados contra explotadores.

Pues bien, cuando los marxistas teorizan acerca de la disolución de las clases sociales, lo hacen diciendo que pasado un periodo transitorio de dictadura por parte del proletariado se disolverán las clases sociales y el Estado morirá de muerte natural.

Porque, -dicen- el Estado de la burguesía “se puede abolir” pero el Estado de los proletarios “se tiene -¡debe! casi nos dicen- que extinguir” (más adelante pasaremos revista a esto).

Las clases sociales no son más que una división entre las personas, derivadas de la condición económica de que son objeto (según la clase a la cual se pertenezca) distintos grupos de personas; pero no es sólo esto, las clases sociales se mantienen por obra y gracia del Estado, que es quien protege los privilegios de la clase explotadora contra la rebelión de la clase desposeída. Es el Estado quien está interesado en que existan clases sociales, las unas explotadas, y las otras explotadoras. Interés desde ya evidente, y que es muy poco probable que se dude de ello.

Se trata, evidentemente, del interés que tiene el Estado en conservar las clases sociales. Sin éstas, su poder, sus privilegios se verían eliminados: no habría quien trabajase por un salario miserable, no habría quien se esclavizaría por no tener ninguna otra opción. Si las clases sociales no existieran, el Estado al ver el sentido de su existencia eliminado se vería eliminado a sí mismo, y los miembros que lo conforman se verían en la situación de trabajar lo mismo que todos los demás. El Estado, el poder, cualquiera que sea su nombre, siempre estará interesado en la existencia de las clases sociales, pues de esta existencia devienen sus privilegios y su sentido de existencia.

¿Cómo explicar entonces que los señores marxistas, intenten “abolir” las clases sociales al mismo tiempo que se empeñan en mantener al Estado, que es quien sostiene precisamente aquello que se quiere abolir?

Ellos se empeñan en esto, pues creen que tomando la maquinaria del Estado, conseguirán eliminar las clases sociales, pero todo, por medio y obra del poder estatal.

Es verdad que dicen que este poder estatal no servirá a los intereses de una clase explotadora, como el actual. Dentro del marxismo, la burguesía propiamente llamada, cesará de existir. Será, entonces, el nuevo conjunto de responsables del Estado quienes tomarán su lugar, y el Estado, que antes servía los intereses de la burguesía, serviría entonces a los intereses de la nueva burocracia que explotará a las masas, aunque con otro nombre.

Nosotros sabemos que cuando existe el Estado, aun el Estado “obrero” que proponen ellos, existen necesariamente clases sociales diversas. La pirámide jerárquica no es eliminada y con ella las diferencias continúan subsistiendo. Desconocer esta ley “casi natural” del Estado, es desconocer todo lo que concierne a la emancipación del pueblo; desconocer la naturaleza del Estado, es echar por la borda al mismo tiempo todas las teorías que sobre la revolución se hayan podido hacer.

Si se desconoce el final de nuestros objetivos como revolucionarios, es querer formular una teoría social “sin cabeza” ¿los marxistas quieren formular una teoría así, o simplemente están equivocados? Esto es lo que vamos a responder en lo sucesivo de este libro.

El marxismo se ha caracterizado durante mucho tiempo por desconocer o hacer caso omiso a esto, por empeñarse en sostener las equivocaciones de Marx que la historia ha demostrado.

Quien conoce medianamente el poder, sabe que quien se asienta en él, lejos de querer abandonarlo, se esforzará por hacer de su poder un todopoderoso, un todo. Quien conoce aunque sea a simple vista el gobierno, sabe que es imposible que haya gobierno sin gobernados, vale más decir, sin esclavos.

Aunque se nos trate de objetar que esto no pasará en el Estado “obrero”; pues serán los mismos obreros los que gobernasen.

La teoría bakuninista acerca de la toma del poder por los trabajadores echa por la borda las teorías marxistas, y esta teoría bakuninista es perfectamente aplicable a nuestra época -y en general- a cualquier país:

Si la clase obrera crea en un determinado país un Estado obrero, ¿quiénes serían los que no estuvieran en este Estado? Puesto que el Estado es obrero ¿a quién gobernaría este Estado? evidentemente, para que exista un gobierno, tiene que haber a quien gobierne. Supongamos que en cualquier región del mundo se crea tal Estado obrero ¿Serian los millones de habitantes los que gobernasen, los que subirían al poder? en el ilusorio caso de que así fuera, ¿a quién gobernarían? En caso de que fuera al pueblo; ¿no sería esto otra división de clases, entre gobernantes y gobernados? Y si el gobierno es popular y necesario ¿Qué necesidad hay de “extinguirlo”? ahora bien, si se extingue, es porque nunca fue ni necesario, ni popular, puesto que –según ellos- sería el mismo pueblo quien lo eliminaría. No hay modo de salir de esto. Además, esta misma intención de extinguir el Estado nos lleva a otras conclusiones: si el Estado es destruido por la libertad, es entonces evidente que hay que destruirlo inmediatamente, si no se quiere seguir siendo esclavo; y si el Estado destruido da paso a la libertad, nos encontramos en la misma conclusión anterior.

Lo que antes fue verdad, hoy está más confirmado.

Para darnos una idea de lo que los marxistas entienden por eliminar las clases sociales, empezando por el mismo Marx, reproduzcamos los puntos 1, 2, 4, 5, 6, y 8 insertados en el Manifiesto del Partido Comunista, puntos que reproduciremos íntegros más adelante, pero que en este capítulo nos son muy ilustrativos, leamos:

 

1.- Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra, para los gastos del Estado.

2.- Fuerte impuesto progresivo.

4.- Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.

5.- Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo.

6.- Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte.

8.- Obligación de trabajar para todos (claro, con excepción de los jefes del partido que estarán en el poder).

 

Ésta es la manera en como los marxistas quieren ir hacia la abolición de las clases: haciendo un fortalecimiento del enemigo; esto tengámoslo en cuenta, pues no se trata ni de Lenin ni de Stalin de quienes salieron estas palabras, sino del mismo Marx.

En todo caso, como declararía Marx, el Estado obrero, sería compuesto por los socialistas dedicados y cultos, como suele decirse en sus escritos (tontería Saint-Simoniana).

Es decir, el populacho, el pueblo, sería gobernado por una nueva aristocracia de científicos. En palabras más claras, la propuesta de Marx es: el gobierno de los inteligentes sobre los “brutos”.

Para quien ve las cosas sin prejuicios doctrinales las cosas están claras: pretenden seguir dando vida a la bestia estatal, con el pretexto de su necesidad, y de su papel “revolucionario”… un Estado, un Gobierno… ¡Revolucionario!... hace falta desconocer totalmente la historia, la naturaleza del Estado, del poder, para creerse semejante cosa.

Sabemos, sin temor a equivocarnos que mientras exista el Estado, aun el propuesto por ellos, existirán las clases sociales.

También cabría preguntarles a los marxistas, si han comprendido esto ¿comprenden que el pueblo que se rebeló contra sus gobernantes (en este caso el partido bolchevique) en Rusia, no era en modo alguno contrarrevolucionario? Simplemente siguieron los principios de la lucha de clases: explotados contra explotadores. Al ponerse los dirigentes del Partido como los nuevos gobernantes, la rebelión del pueblo ruso fue no sólo una necesidad del momento, sino una obligación revolucionaria. Es imposible tratar de abolir las clases sociales al mismo tiempo que se sostiene la necesidad de un Estado, aunque éste sea obrero, pues el Estado no sólo es un producto que asegura la existencia de clases sociales, sino que el mismo es generador directo de clases sociales.

Dejando en pie un Estado, éste generará alrededor suyo toda una nueva casta de privilegiados, encargados de la dirección de dicho Estado, pues cualquiera sabe que gobierno, es igual a burocracia, burocracia es igual a parasitismo y de esto no se escapa tampoco el Estado propuesto por los marxistas.

Conocedores de la naturaleza del Estado, no nos resulta desconocido que después de revolución, y mediante la dictadura del proletariado, se ejecute el principio de la lucha de clases (explotados contra explotadores) a la manera inversa (¡explotadores contra explotados!).

Nosotros sabemos perfectamente que la abolición de las clases sociales ha de llegar paralelamente con la destrucción del Estado y que este Estado (incluido el suyo) no ha de morir de muerte natural, sino de muerte violenta, por la fuerza ejercida por el pueblo mismo y sin “periodos transitorios”.

No es éste el lugar para exponer la idea anárquica, pues ello saldría de nuestro propósito de examinar al marxismo, pero creo que sí cabe mencionar también que la lucha de clases propuesta por los anarquistas termina al tiempo de que son eliminadas las instituciones de clase explotadora, es decir es un medio, no un fin en sí.

 

“Reconocer y proclamar de viva voz que cada uno, cualquiera que haya sido su etiqueta en el pasado, cualesquiera sea su fuerza o su debilidad, sus aptitudes o su incapacidad posee ante todo el derecho de vivir; y que la sociedad tiene el deber de dividir entre todos sin excepción los medios de existencia de que dispone. ¡Reconocerlo, proclamarlo y actuar en consecuencia! […]

Pero creemos que el pueblo, siempre enemigo de las represalias y generoso, compartirá el pan con todos los que hayan permanecido en su seno, ya sean expropiadores o expropiados […]” (7).

 

Esta es una de las cualidades más bellas del anarquismo: que nunca pierde de vista que su finalidad es la libertad. No se entretiene en dictaduras burguesas, ni en misantropías de ningún tipo. Su fin no es en modo alguno la violencia, sino la libertad.

Supongamos por un momento que la revolución trata de eliminar las clases sociales mediante el Estado:

Evidentemente es tonto creer que la totalidad de la población ejercerá el poder; será entonces una representación del pueblo la que gobernara. El gobierno se ejercerá sobre el pueblo por esta representación… ¡del propio pueblo!

Pero vayamos más lejos y supongamos que es el total del pueblo, con sus millones de habitantes, quienes gobernarán. El gobierno se ejercería, según ellos, contra la burguesía. La burguesía no son las personas, sino la institución propiamente dicha. Si se expropia a la burguesía, las personas que pertenecían a esta institución cesan de ser burgueses, y si el gobierno popular se ejerce contra ellos, entonces los papeles se cambian: existirá una nueva burguesía con mayor número, y una nueva clase oprimida reducida numéricamente, cosa que con el tiempo cambiaría y será una reducida minoría quien gobernase. Las cosas no habrán cambiado, seguirán habiendo gobernantes y gobernados. Aún cuando estas suposiciones son realmente fantasiosas.

En todo caso, si lo que se busca es la eliminación de las clases sociales, no se puede ir hacia este objetivo con los medios opuestos a ello, no se puede hablar de eliminar las clases sociales al mismo tiempo que se propone otro Estado, llámese como se llame, ya que esto es equivalente a formar nuevas clases sociales también explotadas, y engendrar una nueva clase parasitaria, que bajo el velo de proletario gobernaría a sus anchas a la recién nacida clase explotada.

Proclamamos la destrucción de las clases sociales, pero no para formar otras nuevas, aunque idénticas en el fondo. Proclamamos la abolición de las clases sociales, pero con ello también queremos abolir el medio para crearlas y mantenerlas: el Estado.

Actualmente, muchos marxistas admiten (muchas veces hasta con un descaro terrible) lo nefasto de la revolución rusa, de la situación en Cuba, etc.… y, compañero lector, ¿quieres saber la razón por la cual terminaron en pleno holocausto estas revoluciones? He aquí las causas:

En primera porque se toma la vía autoritaria, estatal, que en este texto vamos a deshebrar, hasta dejar de manifiesto su propia naturaleza. Y que también analizaremos brevemente en los capítulos destinados a examinar el papel de los marxistas en la revolución rusa, etc.

En segunda por este punto esencial entre el marxismo y el anarquismo (que como ya dije no es éste el lugar de exponer en toda su extensión):

El anarquismo siempre dirige sus ataques contra las instituciones, las cuales busca por todas las formas destruir; nunca sueña con que un par de muertes de ciertas personalidades que temporalmente conforman el Estado puedan cambiar las cosas.

El marxismo, por el contrario, al no atreverse nunca a destruir las instituciones (en su raíz) del Estado, a las que lejos de querer destruir quieren hacerlas más fuertes, siempre y cuando estén bajo su dominio, dirige sus ataques contra las personas, creyendo que con ello conseguirán algo. Destruyen a todo aquel o aquellos que consideran peligrosos para su régimen, para sus ideas, y no advierten que lo que se debe destruir es la institución misma. He ahí la clave.

Creen, que eliminando a toda su oposición crearán un mundo según su ideal, y no se dan cuenta de que en realidad, sólo sustituyen unas instituciones opresoras por otras de la misma calidad, aunque bajo su dominio. Todo esto, a costa de innumerables vidas, que habrán servido sólo para encumbrarles. El ideal de los marxistas es la represión brutal y constante de todo lo que se salga o se pretenda salir de sus garras. Y esto, dirán (para enaltecimiento de la ironía)… ¡por la revolución!

¿Acaso en Rusia se abolieron las clases sociales mediante la constitución del Estado bolchevique? No.

Si queremos destruir la división entre las personas, lo que se debe hacer es cortar de tajo el problema: el Estado.

No podemos querer ir al norte mientras avanzamos hacia el sur.

Ahora bien, seguramente no faltará quien nos trate de decir que sólo criticamos la teoría marxista de la lucha de clases y con ello queremos decir que la lucha de los obreros contra la burguesía no debe existir… les conozco de sobra, y sé que intentarían así refutarnos, así que me apresuro a aclarar esto:

Evidentemente la lucha contra la burguesía debe existir, pues no hay otra manera de salir de la situación actual sino por medio de la organización y de la lucha implacable contra el poder. Se nos dirá que la crítica de la muerte del marxismo la dijo también la burguesía, pero son argumentos infantiles: si el cristianismo tuvo en sus inicios unas ideas buenas, no por ser ateos nos vamos a volver reaccionarios, solo por llevar la contra.

Además, si la burguesía critica al marxismo lo hace tan sólo para salvaguardar sus intereses de una idea que pretende quitárselos, para ejercerlos ellos. Nosotros proclamamos la derrota del marxismo, ¡pero vamos en busca de la derrota de la burguesía! No para tomar sus instituciones, sino para destruirlas… ¡contra los privilegios burgueses y marxistas! Estos argumentos entonces son en verdad infantiles y esconden tras de sí el interés de defender lo indefendible.

Además, siguiendo con el tema de este capítulo, si los marxistas toman prioritariamente a los obreros como clase de lucha ¿Cuál es el papel que deben seguir las demás clases como los campesinos, y quienes no son ni campesinos ni proletarios, como las prostitutas, las amas de casa, los indigentes, etc.? Según ellos tanto los campesinos como las amas de casa, etc., deben ir detrás del proletariado; según ellos los indigentes son gente que también debe ir a remolque del proletariado.

Según nosotros, todos los elementos de la sociedad que sufren la opresión del sistema deben organizarse de manera horizontal para la lucha contra el poder. De esta manera, el proletariado no va a la vanguardia, sino acompañado de sus hermanos que también son explotados.

Entonces, no tomamos la lucha de clases a la manera de ellos:

 

Proletariado

Otros elementos extraños al proletariado     VS         burguesía.

 

En realidad el marxismo no toma la lucha de clases ni siquiera así; más bien podríamos decir que la aplican de la siguiente manera:

 

Proletariado + elementos burgueses

radicales y en la cola los elementos

 extraños al proletariado                                    VS     Burguesía.

 

No podemos decir que tomen la lucha contra el Estado, porque ellos no quieren destruir el Estado, sino más bien sólo quieren destruir éste Estado. Entonces, no se trata para ellos de eliminar los privilegios, sino de embellecer la servidumbre con el nombre de socialismo, que no es la misma cosa.

Entonces, la llamada lucha de clases nosotros la entendemos así:

 

Campesinos                                                                       Estado

Amas de casa                                                                 Burguesía

Proletariado                               VS                               Capitalismo

Indigentes                                                             Fuerzas Armadas

Otros elementos explotados                                       Otros elementos explotadores del poder

 

¿La eliminación de las clases sociales, dicen? ¡Eliminemos entonces la raíz, eliminemos el motivo por la cual existen!

Se nos dirá, el Estado no es el generador de las clases sociales, sino la economía capitalista.

Aceptan que el poder económico engendra el poder político, y por eso lo primero para ellos es la destrucción de este sistema económico y la creación de uno nuevo, según sus ideas; pero no aceptan que a su vez el poder político engendra el poder económico y que por lo tanto, al momento que se erradica el poder económico, es preciso también erradicar el poder político. Es decir: se precisa acabar con el Estado, y crear un sistema económico descentralizado sin Estado.

Y sólo entonces, cuando el creador de clases sociales y guardián de éstas sea destruido, la humanidad dejará de estar dividida; si esto no se realiza, la humanidad seguirá girando en el círculo de autoridad y división de clases en el que el Estado quiere mantenerlo.

En definitiva, los marxistas se equivocan al querer eliminar las clases sociales mediante el Estado.

 

La Vanguardia de la Revolución

Tomemos otro punto. La vanguardia de la revolución.

El marxismo, al igual que el Estado capitalista que nos gobierna ahora, piensa que el pueblo es un niño de diez años que no sabe cómo dirigir su vida, ni tomar decisiones acertadas y por ello propone que la revolución al igual que la vida en sociedad sea dirigida por los “hombres más aptos” “más inteligentes”. Siempre el prejuicio burgués de la “necesaria” dirección de la revolución por una categoría más elevada de intelectuales; un tinte claramente blanquista se asoma en ello.

Es claro que si el ser humano es incapaz para gobernarse a sí mismo, quienes pretenden gobernarlo al constituir parte de la humanidad se encuentran en la misma situación de incapacidad, no sólo para gobernarse a sí mismos, sino a la vez al pueblo. Nos veríamos entonces en la necesidad de buscar esta dirección en una esfera ajena a la humanidad, lo que es un absurdo. Por el contrario, el ser humano es capaz de gobernarse a sí mismo, y las direcciones y los líderes sobran. Es verdad que hace falta coordinar y poner en orden las cosas, pero para eso el pueblo se basta a sí mismo: ingenieros, arquitectos, técnicos y demás elementos deben constituir un apoyo a la revolución, y no la dirección.

Pues bien, una revolución realmente socialista debería plantear la igualdad de derecho y deberes para todos - Con excepción de los discapacitados, ancianos, niños, etc.-: la equidad.

Plantear que el pueblo es el que sufre los estragos que inflige el Estado, y que por lo mismo, es el pueblo el que mejor sabe lo que le afecta o beneficia. Que es el pueblo el que ha de hacer la revolución y el que ha de dirigir la vida en sociedad, sin intermediarios, ni dirigentes que actúen, o pretendan actuar en su nombre. Pues, ¿Qué puede hacernos pensar que estos personajes son tan maravillosamente correctos, investidos de una divinidad suprema y estar, por ello mismo, exentos de todo error, de corromperse estando en el poder?

Nunca (8) ha habido ni habrá una sola persona que al estar en el poder no traicione tanto a su gente como a sus propias convicciones.

Sabemos perfectamente que el pueblo puede (y debe) dirigirse con completa independencia de los dirigentes de cualquier tipo, encaminar la revolución por caminos y con medios de libertad; porque, como dijera Bakunin: a la libertad sólo se puede llegar por caminos de libertad.

Aquí es donde comienzan los contrasentidos del marxismo, siendo Marx el creador de ese aforismo que la clase obrera ha hecho suyo: “La Emancipación de los Trabajadores ha de ser obra de los Trabajadores mismos o no será” falta gravemente a éste (ya desde la Internacional) pretendiendo ser ellos los que lo organicen todo, por ser, según ellos, los más conscientes. Relegando a las clases más pobres que según ellos tenían que liberarse a sí mismos a la condición de “ponerse a la retaguardia del proletariado” como decía Bujarin (9), y como Lenin también lo decía:

 

“Sólo el proletariado –en virtud de su papel económico en la gran producción—es capaz de ser el jefe de todas las masas trabajadoras explotadas” (10)

 

Más delante Lenin con una buena retórica nos dice que para ellos el pueblo es tan sólo un rebaño:

 

“Educando al partido obrero, el marxismo educa a la vanguardia del proletariado, vanguardia capaz de tomar el poder y de conducir a todo el pueblo al socialismo, de dirigir y organizar el nuevo régimen, de ser el maestro, el dirigente y el jefe de todos los trabajadores y explotados en la obra de organizar su propia vida social, sin la burguesía y contra la burguesía” (11)

 

Y nos lo confirma de nuevo conforme la teoría del mismo Marx:

 

“La teoría de la lucha de clases, aplicada por Marx a la cuestión del Estado, y la revolución socialista, conduce necesariamente al reconocimiento de la dominación política del proletariado” (12)

 

Y de esta manera, ya no es el pueblo liberándose a sí mismo, sino un grupúsculo de hombres que los liberarán de un yugo… ¡pero para ponerles otro!

Un movimiento que es guiado por una vanguardia, y que sólo se deja guiar por ellos, sin intervención. Asistiríamos, pues, al encumbramiento de un nuevo poder autoritario al que el pueblo se ha de ver sometido sin rechistar.

Afortunadamente la revolución social, como bien decía Kropotkin “no es un simple cambio de gobernantes”.

Si bien podría alguien intentar argumentar que en la revolución española se hizo algo similar, siendo las organizaciones anarquistas (principalmente C.N.T. F.A.I. F.I.J.L.) las que organizaban las colectividades libertarias. Pero tal argumento cae, al notar que dichas colectividades eran creadas por el pueblo mismo, organizado en los sindicatos, sin presión alguna:

 

“… los campesinos anarquistas no esperaron sus «órdenes» [de Durruti] para realizar las colectivizaciones: el levantamiento franquista y la respuesta revolucionaria, la entrada de la columna de milicianos en Aragón, fueron para ellos la señal de que había sonado la hora de la revolución social. Al igual que en las colectivizaciones industriales, lo que caracterizó al movimiento campesino fue la espontaneidad. La presencia de los milicianos anarquistas favoreció sin duda la creación de las comunas libertarias, pero no fueron ellos quienes las crearon…” (13)

“[las colectividades agrarias] Se formaron espontáneamente en toda la España republicana, en Cataluña como en Aragón, en Levante como en Andalucía o en Castilla. Nadie, ningún partido, ninguna organización dio la consigna de proceder en ese sentido; pero el campesinado avanzó resueltamente por esa vía con una seguridad y una decisión que ha llenado de asombro y de admiración incluso a los que esperábamos mucho del espíritu popular español. Y hay que advertir que en esa práctica del trabajo colectivo, de la asociación de esfuerzos, de animales, de tierras, de máquinas, no hubo socialistas y anarquistas; todos han procedido de igual manera y han competido en emulación y en comprensión” (14)

 

Esta ayuda de los sindicatos no era en modo alguno al margen del pueblo, sino con la participación directa de éste mismo. Sindicatos horizontales, que se guiaban no por una autoridad, sino por las decisiones que el mismo pueblo tomaba en ellas (15).

Una pretendida vanguardia, en su loca carrera de organizarlo todo terminaría irremediablemente entregando las riendas de la revolución a los antiguos explotadores; si es que no prefieren antes fundirse con ellos. 

¿Es que acaso éstos que pretenden erigirse en directores de la revolución, están investidos de algún poder divino que les haga infalibles a error? ¿Es que acaso son una especie de mini dioses a los que podemos confiarles nuestra libertad? ¡En modo alguno! La libertad no se confía más que a uno mismo. Y haciéndola engrandecer junto a la libertad de los demás.

¿Qué ha sucedido cuando unos supuestos líderes o dirigentes han intentado organizar los movimientos revolucionarios, o siquiera pequeños levantamientos populares por medio de un órgano centralizador? siempre, siempre han terminado por traicionar aquello que decían defender (piénsese en Rusia, o en Cuba) no, la revolución social, y con ella la organización de todo lo que ello conlleva, la ha de hacer el pueblo mismo, sin nadie por medio quien lo organice, quien esté imbuido en todo lo que le compete, ha de ser el pueblo quien sea el protagonista de sus errores y de sus aciertos, pero sólo el pueblo, ¡no más dirigentes traidores! ¡No más lideres ni vanguardias! ¡El pueblo es quién es explotado, y es ridículo pensar que esto lo comprendan siquiera los que pretenden gobernar al pueblo!

“cuando quieras saber algo que interesa a los pobres, jamás preguntes a los amos” nos decía Malatesta. Así mismo, cuando de los intereses del pueblo se trate, jamás recurramos a quien aspire a gobernarlos, pues ellos tampoco harán más que traicionar.

Para prueba de ello ¿Qué ha sucedido en México con los movimientos izquierdistas de tinte marxista? ¿Cuál fue su postura en el periodo de la candidatura a la presidencia de México en el 2006? ¿Qué es lo que han dicho al pueblo, que han aconsejado a éste? ¡Apoyar al candidato del P.R.D! apoyar a que uno más de entre todos los aspirantes a la presidencia de México, uno de tantos aspirantes a vivir a costillas del pueblo, uno de tantos gobernantes que someterán al pueblo a un gobierno nuevo, pero igualmente opresor y explotador, apoyarle a subir al poder, ¡que desvergüenza de estos “señores”, que en nombre de la “emancipación del pueblo” apoyaban a quien de emancipación del pueblo no quiere saber nada! y esto es lógico, pues ningún gobernante quiere ni va a querer saber nunca nada de “emancipación del pueblo” pues ello equivale a decir que si hay emancipación del pueblo, se terminan sus privilegios.

Aún recuerdo la gracia que me causó ver una pancarta con una consigna que después sería reproducida en el Boletín de El Militante, y que ahora mismo tengo en las manos:

 

“¡Estamos listos, señor, usted ordene!”

 

¡Qué desvergüenza de estos señores que dicen combatir a la burguesía…! ¡Apoyando a un burgués! ¡Fundiéndose con la burguesía!

Si estos señores en verdad deseaban la revolución y el socialismo integral, su deber era (como hicieron –y hacen- los anarquistas) aconsejar al pueblo a no seguir el juego al Estado participando en sus actos políticos, y en lugar de ello, combatirlos a todos, luchar por la revolución social contra todos los gobernantes.

Pero no, los que se denominan a sí mismos la “Vanguardia” de la revolución aconsejaban el apoyo al candidato de izquierdas. La fusión con la burguesía. Estas actitudes se deben en parte a que Marx aconsejaba lo mismo en el Manifiesto del Partido Comunista, leámosle un poco hablando a cerca de Alemania y el actuar de los “comunistas”:

 

“En Alemania, el partido comunista lucha al lado de la Burguesía. En tanto que esta actúa revolucionariamente [!!!] contra la monarquía absoluta.” (16)

 

Y veamos lo que aconseja a los miembros del partido comunista en el mismo manifiesto:

 

“Finalmente, en Alemania está todavía por delante la lucha decisiva entre la Burguesía y la monarquía absoluta. Pero, como los comunistas no pueden contar con una lucha decisiva con la burguesía antes de que esta llegue al poder, les conviene a los comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto posible la Dominación (!), a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto posible. Por tanto, en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos, los comunistas deben estar siempre del lado de la primera.” (17).

 

Hacer estas menciones, son sólo para dar una pequeña prueba de lo que lleva una “Vanguardia”.

Pero, ¿Qué es en realidad lo que los marxistas quieren decir con vanguardia de la revolución? ¿Se referirán al pueblo entero en armas contra sus explotadores? Evidentemente no, porque afirman que el pueblo debe tener una dirección centralizada –vanguardia-, es decir, líderes; entonces no es el pueblo quien dirige, sino los dirigentes y, en su caso más extremo, el dirigente; el mismo Lenin nos lo dice bien claro en sus Obras Completas:

 

“La democracia socialista soviética no se contradice con el dominio y dictadura de una sola persona: los deseos de una clase a veces se expresan mejor a través de un dictador” (18)

 

¿No hay en ello rasgos de un marxismo tipo monárquico?

Si alguna vez el pueblo se dejase engañar por estas fraudulentas promesas, entonces ya se sabe: quien tiene las riendas, tiene la dirección; quien tiene la dirección, tiene el poder; quien tiene el poder, se corrompe; y quien se corrompe traiciona.

Quien pretende erigirse en directriz de la lucha revolucionaria, no es porque en sus deseos esté el ayudar al pueblo. Esto, como máximo, puede estar en sus palabras de los labios para afuera, porque para dentro de sí mismo, sabe que ello no es sino el pretexto para ver qué beneficios puede sacar, a costa siempre del pueblo.

La negación de los representantes del pueblo, la negación de las vanguardias, la negación así mismo de los líderes, es el comienzo de la autonomía, de la horizontalidad, y al mismo tiempo, de la negación del poder y de la afirmación de la libertad de los pueblos.

Negar pues, pueblo, cualquier intento de vanguardia, cualquier pretensión de representación.

Porque la revolución se hace para ser libres, sin dios ni amo, por esto mismo, si lo que se busca es la igualdad entre las personas, es del todo contradictorio tratar de entablar relaciones de desigualdad entre éstas, es decir, relegar al pueblo a vil rebaño que sigue a sus líderes a ojos cerrados, confiando su libertad a seres que NO están exentos de errores.

Se nos dirá que esta vanguardia revolucionaria que guíe al pueblo hacia su emancipación es necesaria, para saber llegar a esta misma emancipación; nos dirán los doctos del marxismo que sin esta vanguardia, sin esta dirección, el pueblo no llegará a su emancipación.

Pero es mil veces preferible la ignorancia de un pueblo que la erudición de quienes le esclavizan.

El pueblo lleva en sí mismo los instintos de libertad que le guían hacia donde ésta se encuentra. No hace falta un erudito que venga a decirle al pueblo lo que éste quiere. Los técnicos e ingenieros han de actuar, no como líderes o jefes, sino como complemento de la construcción económica. Los cabecillas que pretendan erigirse en los nuevos amos bajo pretexto táctico han de ser inmediatamente relegados de la lucha social, hasta que abandonen sus pretensiones dictatoriales.

Los libres acuerdos, la horizontalidad y la más amplia libertad han de ser los únicos postulados que han de estar al frente de la lucha, las directrices piramidales y la disciplina de cuartel han de ser suprimidas.

La autodisciplina como un sentido de responsabilidad de sí mismo para con la lucha y la comunidad, ha de hacer inútil y superficial toda la palabrería sobre la dirección de hierro a manos de los jefes y los dictadores.

¡Cuántos ejemplos no hay en la historia en donde los campesinos, los analfabetos y en general esa masa popular e ignorante que con tanto desprecio miran los marxistas, le dan el ejemplo a los más eruditos de cómo organizar una sociedad sin coacción!

¡Mírese si no las colectividades aragonesas de la España del 36! ¡Mírese si no las comunas de los Makhnovistas Ucranianos! ¡Mírese si no las comunas de la época medieval!

No hace falta la dirección desde arriba para organizar lo que se encuentra abajo, al contrario: la ignorancia de los de abajo sostiene a los de arriba.

Un pueblo que no se deje gobernar, que no permita a nadie situarse por encima de nadie estamos seguros, y no tenemos miedo en afirmarlo: sabrá organizarse por sí mismo, conforme las circunstancias lo exijan, y excluyendo a los líderes o gobernantes de cualquier talla.

Esta desconfianza a la capacidad popular para organizarse por sí misma es lo que lleva a los marxistas a proponer todo el tinglado de postulados autoritarios para gobernar al pueblo salvaje e inculto, como ellos le creen.

En realidad no piensan de manera diferente al poder actual.

Vanguardia y revolución, son dos términos incompatibles, el pueblo trabajador debe de luchar por conseguir la igualdad entre las personas, lejos de cualquier intento de “vanguardia” bajo cualquier nombre que se quiera adjudicar. El rechazo de este principio blanquista es un pilar esencial en la lucha revolucionaria.

 

La Toma de Posesión del Poder por el Proletariado, y la Constitución de un Estado Obrero

Argumentando que el proletariado sólo puede conseguir su emancipación cuando constituya su dictadura, el marxismo propone que para implantar dicha dictadura, el proletariado debe tomar el poder político.
No necesito repetir en esta parte del escrito lo sucedido donde el proletariado ha tomado el poder, lo diremos más adelante. Pero estudiemos esto teóricamente.

¿Qué es lo que los marxistas piensan en su ingenuidad que es el Estado?

Según ellos, el Estado es una organización que sirve para mantener la opresión de una clase sobre otra, y piensan que tomando las riendas del Estado, éste será un órgano para asegurar la victoria del proletariado sobre la burguesía.

 

“Que el Estado es el órgano de dominación de una determinada clase, la cual no puede conciliarse con su antípoda (con la clase contrapuesta a ella) es algo que la democracia pequeñoburguesa no podrá jamás comprender” (19)

 

Es curioso leer estas palabras de Lenin en El Estado y la Revolución, y ver como éste mismo reconoce que el Estado es la opresión de una clase sobre otra y como opina de la relación Estado/Pueblo sin detenerse a pensar en su misma teoría que también hace caso omiso de esta verdad: “Que el Estado no puede conciliarse con su antípoda”

Se nos dirá que en el Estado propuesto por los marxistas no existe tal división, pues es el mismo pueblo quien está en el Estado, y por lo tanto su antípoda no existe.

A primera vista estas palabras suenan verdaderas. Pero si consentimos esto, estamos olvidando la división marcada antes, referente a la división inevitable entre los gobernantes y los gobernados; no existe el uno sin el otro, por lo tanto la relación existe, la antípoda existe (20).

Es tanta la inocencia (por ser corteses y no llamarle tontería) que tienen estos señores, que creen que el Estado puede ser un instrumento por así decir, “neutral”; según el cual responde dependiendo de quien lo maneje. Por ello creen que tomando el Estado en sus manos, éste cesará de ser un órgano de opresión, para ser transformado en un órgano, ni más ni menos que “Libertador del pueblo”.

El carácter represor de cualquier Estado contra los sometidos a éste, es pasado enteramente por alto.

Es curioso ver como esta gente que se dice así misma llamada a encaminar al pueblo a su liberación con el pretexto de ser los poseedores de una doctrina científica, no advierte, o no quiere advertir, porque de ello dependen los privilegios que buscan, que el Estado sólo es representante de quien lo toma, de quien hace uso (y abuso) de él; que el Estado mismo, en su esencia, es un órgano que abre un abismo entre el pueblo y quien está en el poder del Estado; que el Estado mismo por su naturaleza es un órgano que crea y mantiene diversas clases sociales; que es tan imposible hacer que el Estado represente al pueblo, como es imposible que el verdugo ame a su esclavo; que el Pueblo y el Estado son tan incompatibles como el agua y el aceite.

Nuevamente se nos dirá que la división entre el Estado obrero y el pueblo no existe. Pero no todos estarán en el poder ¿Quiénes serán entonces el Estado? Una representación del pueblo, pero no el pueblo entero: la división, nuevamente lo repetimos, si existe.

Hablar como hacen ellos, de un “Estado Proletario u Obrero” es como decir fuego frio, o hielo caliente, simplemente son imposibles tales términos.

Aunque esto no quita que alguna vez hayan vislumbrado siquiera algo de lucidez, demostrando que también tienen la conciencia de que es un órgano para mantener a las grandes masas productivas bajo el yugo de una minoría explotadora:

 

“…sirve para mantener a la gran mayoría productiva bajo el yugo de una minoría explotadora poco numerosa…” (21)

 

Si bien estas últimas palabras dan a entender que tienen conciencia de lo que el Estado es, olvidan o hacen caso omiso a reconocer que el Estado es también un órgano que tiende siempre a eternizarse. Las intenciones por ellos manifestadas, por lo menos de palabra, de la desaparición del Estado, se vuelven entonces superficiales. En todos los lugares donde se ha dado un cambio de gobierno, éste tiende a buscar su implantación definitiva. Incluso en los países donde han pretendido que este órgano sea sólo de carácter temporal, como en Rusia.

Pero insisten: el Estado sí es un órgano de opresión, pero en manos de los proletarios, se transforma en un organismo revolucionario, necesario para lograr la emancipación del proletariado, porque, apoderándose del Estado, el proletariado crea su dictadura sobre sus antiguos opresores, para su eliminación definitiva.

Estas necedades que pasan por alto la naturaleza del Estado, no son más que palabras bien arregladas con las que pretenden disfrazar las cosas: el Estado posee ciertas características (represión, privilegios, anti populismo, etc.) de las cuales no puede despojársele, hacerlo es eliminarlo, y ellos desean mantenerlo; las características entonces de las cuales está revestido el Estado no son destruidas, de lo cual resulta que quien tome el poder, sigue una línea de conducta conforme las características que el Estado le marca. De esto se desprende que el camino de quien toma el poder es inevitable: lógicamente han de seguir el camino de privilegios e injusticias de que todo Estado está formado.

Si olvidamos esto, estamos olvidando la naturaleza misma del Estado.

“El Estado es rehabilitado –dice Max Nettlau—por decirlo así; podrá organizar el trabajo (Louis Blanc) y una ensalada de todo eso es el marxismo, esa superdoctrina de tres fachadas que enseña a la vez el blanquismo de la dictadura por golpes de mano o golpes de Estado –la conquista del poder por mayoría electoral (socialdemocracia, en sus formas presentes también por simple participación en los gobiernos burgueses)—y el automatismo, es decir la autoeliminación del capitalismo por su apogeo final, seguido de su caída y de la herencia del proletariado según el viejo: el Rey ha muerto ¡viva el Rey! Estamos aún entrelazados en esa promiscuidad cada vez más repugnante entre socialismo y autoridad, que ha procreado ya el fascismo y otros mismos mefíticos.” (22).

Para lograr la toma del poder político, los marxistas no han dudado en lanzarse a las elecciones, (23) compitiendo a la par con los demás partidos políticos de origen burgués.

El mismo Marx, lo aconsejaba dentro de la Internacional:

 

“Considerando que el proletariado sólo puede permanecer como clase constituyéndose en partido político aparte; en oposición a todos los viejos partidos de las clases dominantes; que esta constitución del proletariado en partido político es necesaria para llegar al triunfo de la revolución social y a su finalidad –la desaparición de las clases--; que la unión de las fuerzas proletarias que se viene consiguiendo por las luchas económicas es también un medio de que se valen las masas en la acción contra las fuerzas políticas del Capitalismo; la conferencia recuerda a los miembros de la Internacional la necesidad de mantener en las luchas obreras indisolublemente unidas sus actividades económicas y políticas” (24).

 

Ya explicaremos más adelante como Marx y Engels impusieron estos procederes dentro de la Internacional. Y también, como en el siguiente Congreso de la Internacional, los mismos obreros echaron abajo estas infames pretensiones.

Pero, por ahora, sigamos en la teoría.

En todas partes se ve actualmente como algunos grupos de origen marxista no han dudado tampoco en recibir dinero del Estado, al que dicen combatir. El Estado, su gran patrón, les financia todas sus campañas, toda la demagogia con que después hablarán al pueblo de acabar con este Estado y ser libres. Pero no pueden morder la mano que les financia, por eso jamás irán más allá de la demagogia.

Sabemos perfectamente que el proletariado ha de luchar con todos los tipos de Estado, porque de ellos emana la opresión de la que es objeto el proletariado y en general todos los elementos explotados. Como dije, no hablaré por el momento de las enseñanzas que ha dejado la revolución rusa a este respecto, pero aunque este hecho nunca hubiera sucedido, hace falta ser muy ignorante o muy sectario para no darse cuenta de que en cuanto el proletariado tome el poder, en ese mismo momento, precisamente en ese momento, deja de ser proletariado y se constituyen en la nueva clase dominante sobre los millones de gobernados porque, recordémoslo, no todos estarían dentro del Estado obrero, sino sólo una minoría.

Siendo ya Estado, el nuevo gobierno buscará los medios para asegurar su existencia. Esto no se conseguirá ciertamente, con los medios más nobles. Ya Bujarin hablaba del tiempo que este gobierno “provisorio” durará. Pero no adelantemos hechos que ya hemos de consignar. Baste con decir, y uniendo al mismo tiempo el punto referente a la lucha de clases con el presente, que según ellos, pasado un tiempo, desaparecerán las clases sociales y el Estado morirá de muerte natural, como por falta de alimento. Esto en teoría.

Porque, (como más adelante veremos) Engels nos decía que “el Estado de la burguesía se puede abolir; mientras que el Estado del proletariado se debe “extinguir”

¡Qué maquinación tan grande para desviar a los trabajadores de su deber más sagrado: eliminar a sus opresores!

En la práctica siempre ha sucedido que, como dijera el gigante ruso Bakunin, al constituirse en Estado, ya no representarán más al pueblo, sino a sí mismos, y por consecuencia lógica: buscará por todos los medios la forma de que su existencia no expire. Será una organización con pretensiones de eternizarse, la división de clases dentro del Estado proletario no desaparece nunca.

¿Por qué? la disolución de las clases sociales no desaparece sólo con decretarlo, mientras exista el Estado, aún con las pretensiones de los marxistas, las clases sociales seguirán existiendo porque en caso de que se quisiesen disolverlas, la naturaleza del Estado es la de perpetuar éstas. Pues es de todos sabido que “sin gobernados no hay gobierno” por esto mismo, todo Estado necesita de la división de la gente en clases sociales, una clase explotada que mantenga en la opulencia a una reducida clase parasitaria. Pero para encubrir esto hace falta la “cortina de humo” que no permita al pueblo ver el macabro juego del cual se le hace partícipe.

Entonces, al tomar el poder político una representación del pueblo (engañando a éste), en realidad no se consigue la libertad del pueblo, sino crear una nueva clase privilegiada o regresar el poder a la burguesía que ha sido despojada de él: el pueblo se convierte de esta manera en un instrumento más de la burguesía.

Sí, el pueblo habrá derribado a sus opresores, pero tomando el poder político creará un nuevo despotismo: una nueva burguesía habrá nacido y el pueblo habrá sido burlado de nuevo.

La captación de la burguesía al proletariado, se da de esta manera de una forma en la que, bajo el engaño de su emancipación, el pueblo ayudará a la burguesía a tomar las riendas del poder cuando éste haya escapado de sus manos. Esto por un lado, por el otro, el mismo proletariado se da cuenta por sí mismo estando ya en el poder, de que el Estado es como un “hoyo negro” espacial: siempre tiende a absorber hacia el centro todo lo que se haya a su alrededor.

Y entonces, ya sentados en el poder, vale decir, contaminados por el poder, y habiendo probado las mieles del poder, ya no querrán más abandonarlo, y todos los medios les parecerán justos para mantenerse: desde la mentira y la persecución, hasta el exilio y el asesinato de quienes intenten removerlo de su sitio, lo que conduce a los fines maquiavélicos de el fin justifica los medios. Haciendo de esa manera, el regreso de ciertos exmiembros del antiguo régimen, y dando sólo “una vuelta a la tortilla”; el pueblo, engañado por sus “representantes” no habrá mejorado en nada, sólo habrá cambiado de dueños.

Por lo tanto, si se quiere acabar con las clases sociales es una evidente contradicción tratar de lograr esto mediante un organismo que por su naturaleza es creador de clases sociales. Así pues, el Estado seguirá existiendo mientras no se le mate, en su esencia misma, esto es, expropiándolo por completo.

Como vemos, los puntos se van enlazando uno a uno: sin la eliminación de las clases sociales no hay libertad, pero esta abolición no puede lograrse mediante la conquista del medio para crearlas: el Estado. Por lo tanto, el deber revolucionario no consiste en la toma del poder, sino en su destrucción.

Si esto no se hace, la revolución habrá servido sólo para que el pueblo cambie de dueños, no para liberarse a sí mismo. El deber, pues, de la clase obrera y de los campesinos y todos aquellos que sufren los estragos del dominio estatal, no consiste en tomar el poder político, o en la constitución de un Estado obrero, que no es sino una mentira de la burguesía para no alejarse del poder, sino en acabar de una vez por todas con éste.

 

La Toma de Posesión de los Medios de Producción Por la Clase Obrera

Según el marxismo, hecha la revolución todos los medios de producción y con ellos las riquezas, resultado del trabajo de los obreros, serían centralizados en un Estado compuesto por obreros. Hemos visto ya la ineptitud de esta propuesta, pero supongamos que esto no deriva en lo que hemos dejado ya marcado y que es posible tal constitución de un Estado obrero.

Actualmente hay aún gente que niega esta centralización brutal, principio formulado también (25) por Marx y Engels, sin duda es gente que no conoce o no comprendió la teoría marxista. Para no dar lugar a dudas, citemos los diez puntos que Marx propone en el Manifiesto del Partido Comunista como medidas a emplear, y los cuales iremos comentando entre notas:

 

1.- Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra, para los gastos del Estado (26).

2.- Fuerte impuesto progresivo (27)

3.- Abolición del derecho de herencia (28).

4.- Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos (29).

5.- Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo (30).

6.- Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte (31).

7.- Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de producción (32), roturación de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según un plan general.

8.- Obligación de trabajar para todos (33); organización de ejércitos industriales, particularmente para la agricultura.

9.- Combinación de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la diferencia entre la ciudad y el campo.

10.- Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fabricas tal como se practica hoy; régimen de educación combinado con la producción material, etc. (34)

 

Como se pudo ver en los puntos anteriores, el mismo Marx proponía la existencia de un Estado compuesto -- según su fábula-- de obreros, y con una centralización casi total de los medios de producción en manos del Estado.

Sobre la ascensión del proletariado, también tendremos que volver a leer el Manifiesto del Partido Comunista para aclarar esta idea propia de Marx y Engels, pero tomada de los blanquistas y jacobinos; leamos la página 47 del Manifiesto:

 

“… el primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.

El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía (35) todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas.” (36)

 

Aclarado que Marx y Engels habían predicado la centralización de todos los medios en manos del Estado, y la ascensión del proletariado al rango de gobernante, podemos seguir con nuestro estudio.

Este Estado obrero sería el que organizaría la vida en sociedad y los medios de producción y todo lo que se deriva de la organización de estos. El marxismo propone que sería dicho Estado quién pagará a los obreros su jornal, tengamos en cuenta todo esto, pues nos servirá para darnos cuenta de lo que nos hablan los marxistas.

El Estado, del que ya hemos hablado anteriormente, no sólo sería un Estado cualquiera, ¡no! sería, ni más ni menos que un Estado aún más fuerte que el actual. Al centralizar todo, tanto las fuerzas armadas al servicio de dicho Estado, como la riqueza social, los medios de producción, etc., este Estado sería aún más omnipotente que el actual. Téngase en cuenta todo esto, TODO lo que se refiere a la economía, a las fuerzas armadas, etc., sería centralizado… imaginas, amigo lector ¿de qué clase de monstruo todo poderoso estamos hablando?

Esto, en el sentido de la fuerza, de la riqueza, etc., porque en cuanto a la inteligencia para formar una sociedad socialista, dejan muchísimo que desear.

El ejemplo nos lo brindó la revolución en Rusia, que después de que el partido bolchevique tomara las riendas del Estado, terminará uno de los líderes más significativos del partido bolchevique, Lenin, diciendo en el XI Congreso de 1922:

 

“hay que confiar la construcción económica a otros, a la burguesía que es mas cultivada, a los intelectuales del campo de la burguesía. Nosotros mismos no estamos aún cultivados para eso” (37)

 

¡He ahí el cientificismo del que tanto parlotean los marxistas-leninistas, que terminan por rendirle pleitesía ni más ni menos que a la burguesía!

“Nos han enseñado como NO se hace la revolución” nos decía Kropotkin, refiriéndose a los bolcheviques, y la verdad no podía ser mayor.

Según la misma teoría marxista, los medios de producción serían tomados por los obreros, pero éstos les serían quitados a los obreros para organizarlos “los más aptos” porque como ya hemos dicho, el marxismo cree que el pueblo es un niño de diez años. Y Bujarin remata diciendo que “no se deben permitir las reparticiones” argumento bajo el cual todo sería centralizado en un Estado que, obviamente, tratarán de tener en sus manos.

Y es que según Bujarin, “el teórico más estimado y fuerte del partido marxista” (38) no se debe permitir que se dé una repartición favorable ni a la burguesía, ni a la plebe harapienta. Pero si no se debe hacer una repartición favorable a la burguesía, ni al proletariado, o como lo llama Bujarin, plebe harapienta, tampoco debe de ser la riqueza centralizada en manos de unos supuestos representantes del pueblo, sino socializada y manejada siempre por el pueblo mismo. Nunca centralizada en organismos gubernamentales irónicamente llamados “obreros”, sin intromisión del pueblo.

La falta de intromisión del pueblo en asuntos que le competen, marchita la revolución, le priva de lo que la vivifica; la organización por el Estado de la economía petrifica la revolución, le corta la cabeza y la sepulta poco a poco.

Una revolución que en el sentido económico dejara todo en manos de una minoría, pronto se vería obligada, o a levantarse contra esta minoría, o a dejarse someter por la fuerza sin piedad que dicha minoría ejercería sobre ella.

Cierto, en la revolución no se debe hacer ninguna repartición, puesto que la riqueza debe de ser común. Pero no se crea que cuando Bujarin (y con el toda su camarilla) se oponía a una repartición, lo hacía pensando en el bien común del pueblo. Decía que ésta –la expropiación--, debía ser utilizada sistemática y organizadamente, bajo el control de las instituciones proletarias.

¿De qué instituciones hablaba? ¡Claro! de aquellas que estuviesen sometidas al Estado proletario, el cual lógicamente estaría en manos de los jefes del partido dirigente.

Los demás, son para él la plebe harapienta.

Todo lo que la historia ha enseñado respecto a esto los marxistas lo han olvidado, o quieren olvidarlo. ¿Quién mejor que el pueblo, para organizar la economía que rige sus vidas? ¿Quién en fin, conoce más a fondo lo que es el hambre, la miseria, sino el pueblo mismo?  ¿O acaso lo sabrán mejor estos personajes que pretenden vivir lujosamente dentro de la revolución, mientras el pueblo vive en la más execrable miseria?  Porque no me digan ahora que toda la fraseología que emplean es para que otros tomen el poder. Si quieren con tantas fuerzas una dictadura, no será ciertamente para sufrir sus consecuencias ellos, sino para subir ellos mismos al poder.

¿Quién fue en Rusia, los que subieron al poder, sino aquellos que tanto hablaban de una necesaria dictadura? ¿Quién fue en China, sino los que hablaban de organizar la economía los que tomaron el poder? ¿Quién fue en Cuba, sino el dictador Fidel, el que también abogaba tanto por una dirección bajo su mandato? Aunque en este caso, la revolución cubana no fue desde su comienzo de estilo puramente marxista, sino que fue tomando poco a poco conforme pasó el tiempo tintes muy arraigados de estilo marxista. De hecho, cuando escribo este capítulo, (abril del 2007) Fidel Castro acaba de recibir la visita de un alto funcionario del Partido Comunista Chino. En Venezuela se vive también bajo un dictador que, para deleite de unos e indignación de otros, ha publicado recientemente un libro sobre Carlos Marx. Continuemos.

La toma de los medios de producción, no debe de ser, pues, una centralización en manos de un gobierno, cualquiera que sea el nombre de éste, sino la socialización inmediata del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo mismo. De otra manera, dicha expropiación, permutada en centralización, no servirá para otra cosa que para engordar las arcas del partido que tome el poder. En cualquier lugar en el que el proletariado tome el poder, debemos decir, sin ningún temor a equivocarnos, en ese mismo lugar, no habrá realmente una mejora integral para el proletariado, sino simplemente un cambio de amos. Y en vías de lo dicho anteriormente, podemos afirmar que realmente ningún gobierno, sea cual sea su denominación, es un gobierno proletario u obrero, a lo mucho, puede ser un gobierno conformado por extrabajadores, pero no por trabajadores realmente.

¡Pobre del pueblo si un día delega su libertad y su determinación en quienes con el pretexto de su bienestar pretenden despojarle de todo! pues ya se ha visto a lo largo de la historia la suerte que han corrido los pueblos que lo han permitido: la sangre, el exilio, la persecución, la cárcel, el asesinato y las más cruda de las hambres… ¡he ahí la moneda corriente con que los “Socialistas de Estado” pagan al pueblo que dicen defender!

 

La Organización de la Vida en Sociedad

Como ya hemos indicado anteriormente, los medios de producción pasarían a manos del Estado obrero, que sería el que pagaría los jornales a los obreros.

Pero por mucho que esto suponga una creación o una restitución de las clases, los marxistas se empeñan en afirmar que en el Estado “obrero” que planteaba Marx, -dicen- no habrá clase privilegiada en absoluto. Todos serán iguales no sólo desde el punto de vista político, sino también económico. Ya no habrá clases privilegiadas, sino un gobierno.

¡Fijémonos bien! Un gobierno que, no contento con dirigir la máquina del Estado, de organizar el consumo, sería el que administrará la economía del pueblo, tendría en sus manos todo, pues sería centralizado y que se encargaría de dar la “justa” distribución a los obreros por su trabajo.

 

“[durante la primera fase del comunismo] Los medios de producción han dejado de ser ya propiedad privada de los individuos para pertenecer a toda la sociedad (39). Cada miembro de ésta, al ejecutar una cierta parte del trabajo socialmente necesario, obtiene de la sociedad un certificado acreditativo de haber realizado tal o cual cantidad de trabajo. Por este certificado recibe de los almacenes sociales de artículos de consumo la cantidad correspondiente de productos. Deducida la cantidad de trabajo que pasa al fondo social, cada obrero recibe, pues, de la sociedad tanto como le entrega.

Reina, al parecer, la “igualdad.

” (…) Por consiguiente, la primera fase del comunismo no puede proporcionar todavía justicia ni igualdad; subsisten las diferencias de riqueza (!), diferencias injustas; pero quedará descartada ya la explotación del hombre, puesto que no será posible apoderarse, a título de propiedad privada, de los medios de producción, de las fábricas, las máquinas, la tierra, etc. Pulverizando la frase confusa y pequeñoburguesa de Lasalle sobre la “igualdad” y la justicia en general (40), Marx señala el curso del desarrollo de la sociedad comunista, que se verá obligada a destruir primeramente tan sólo aquella “injusticia” que consiste en la usurpación de los medios de producción por individuos aislados, pero que no estará en condiciones de destruir de golpe también la otra injusticia, consistente en la distribución de los artículos de consumo “según el trabajo” (y no según las necesidades)” (41).

 

Ya hace mucho tiempo que se determinó la imposibilidad para determinar el precio justo del trabajo de cada cual.

Además, qué quieren exactamente decir los marxistas con eso de: “la justa distribución”, ¿acaso se trata de esa vieja propuesta que indica que: un doctor cobraría más que un albañil, por ejemplo? Pues según ellos el trabajo del doctor es especializado, mientras que el del albañil es simple.

Este tipo de economía caduca y empleada sólo por los gobiernos capitalistas, este tipo de economía, digo, es lo que unos “comunistas” quieren emplear. Sí, como medio transitorio, o primer paso hacia el comunismo, nos dirán. Pero, evidentemente, ese comunismo prometido jamás llegará por tales medios.

En la crítica al programa de Gotha, Marx exponía esta forma de ver las cosas, al criticar la teoría de Lasalle, de la cual, por cierto, no estaba del todo alejado. Leámosle e iremos agregando comentarios entre notas:

 

“… por lo tanto es evidente que el programa que se redacta (42) no puede contemplar una sociedad completamente comunista ya establecida, sino una sociedad comunista en periodo de transición (43), “como surge de la sociedad capitalista”. En esta economía de transición, el individuo recibirá, NO TODO EL PRODUCTO DE SU TRABAJO, sino el equivalente de la cantidad de trabajo que ha aportado, menos las deducciones necesarias [¿necesarias para quién, según quién?]; pero no ya disminuido por las exacciones de los monopolizadores de la tierra y del capital, que entonces ya habrán sido expropiados (44). Así pues, como la cantidad de trabajo aportada por cada individuo al fondo común será diferente, “LOS DERECHOS TIENEN QUE SER DESIGUALES, EN LUGAR DE IGUALES” (45).

 

Supongamos por sólo un momento que el pueblo, ignorante, puede ser liberado por los “científicos del socialismo”; bien, los privilegios ya no devendrían por cuestiones de clases, pues habrían quedado eliminadas. Ahora, los privilegios vendrían cimentados en la cultura: quien tenga más capacidad intelectual sabrá como explotar a quien esté más atrasado en cultura; explotación que estaría justificada por la diferencia que marcan los marxistas entre un trabajo y otro. Y como la desigualdad aún no será eliminada del todo, y habrá aun diferencia de riqueza (46) no habrá gran obstáculo a ello.

Marx decía que dentro de lo que él llamaba “primera fase del comunismo” o “socialismo”, las condiciones de privilegio aún no serían extirpadas del todo. Los trabajadores calificados tendrían mejor nivel de vida que los trabajadores no calificados. El privilegio vendría, pues, justificado por sus estudios, por su posición social.

Dentro del anarquismo ya se había estudiado este problema y se concluía que: la especialización de la que ahora es poseedor el doctor lo debe a la sociedad, pues es ella la que le ha mantenido en ese transcurso de especialización. O en un caso más directo se la debe a sus padres, que son también partes de la sociedad.

Mientras que el albañil no necesita ningún largo periodo de especialización y comenzó a producir desde que empezó a trabajar. ¿Debe ser visto el doctor como un parásito de la sociedad y al albañil como un ser enteramente productivo y mas benéfico que el doctor? No. En la sociedad capitalista existen las diferencias, pero en el comunismo, en el verdadero comunismo y no en la caricatura que de él quieren hacer los marxistas, los trabajadores comprenden que el trabajo del uno y el otro sin igualmente indispensables, al margen de la especialización.

En conclusión, ninguno debería cobrar más que el otro. Por lo que, dentro de una sociedad comunista, realmente comunista, ambos trabajos deberían de ser equivalentes por su importancia, pues mientras uno cura al pueblo de enfermedades, el otro le suministra casas. Doctor y albañil son hermanos, hijos del pueblo. Ambos son importantes para el desarrollo de la sociedad.

La “justa” paga a los obreros dentro del marxismo supone, pues, una desigualdad, no sólo en el sentido de la desigualdad de pago de jornales, sino también porque ¿y los discapacitados que no pueden producir nada, los viejos, se deben morir de hambre por no poder producir algo? y si abogan tanto por el látigo que obligue a los obreros a trabajar, ¿qué hay de quienes manejen dicho Estado? éstos, por el hecho de estar en la silla del poder, ¿producen realmente algo? ¡Claro que no!

Aunque se nos dirá, ellos también quieren la eliminación del poder estatal, también quieren la igualdad de derechos y deberes entre las personas, también quieren que todo sea de todos… pero ese paraíso vendrá después. La semejanza con el cristianismo que promete el paraíso para después de la muerte, y los marxistas que prometen ese paraíso también para después de la dictadura (lo que equivale también a la muerte de muchos) es muy perceptible. Y sólo se distinguen entre ellos porque los cristianos aman a un ser mitológico, en tanto que los marxistas aman a otro mito (libertad después del Estado) que o son ellos mismos o suele ser el Estado, el poder, la autoridad, de la cual nunca han sabido desprenderse. ¡Políticos al fin!

Dicha organización estatal crearía evidentemente una casta de parásitos burócratas, encargados de dirigir la maquinaria del Estado. Como ya indicaba Bakunin, los obreros que conformarían este Estado obrero dejarían de ser obreros desde el mismo momento de abandonar los campos, fábricas y talleres (47), es decir, dejarían de producir, dejarían de ser obreros para encargarse de las numerosas labores del Estado. ¿Qué hay de estos personajes que no producirían nada? ¿Qué pago más “justo” para estos personajes, que el desprecio de los trabajadores?

Además cabría preguntarles a quienes proponen esto ¿cómo le harían para conocer absolutamente todos los aspectos de la vida cotidiana del pueblo para poder dirigir funcionalmente? porque, ¿cómo por ejemplo, pretender organizar los horarios de trabajo de una fábrica cualquiera si no se sabe, por no ejercer ese oficio, o por tener que dirigir la maquinaria del Estado, con cuánto tiempo empleado en el trabajo se satisface la demanda del producto que se produce en dicha fábrica? vamos, que como pretenden organizar digamos un taller mecánico si no saben siquiera lo que es un juego de pistones.

Porque si lo que pretenden los señores marxistas es dirigir la vida en sociedad desde una oficina, sin conocimiento pleno de todos los oficios, les aseguramos que prontamente tendrían que rodearse de todo un aparato encargado de mandar y dictar lo que se debe o no se debe hacer en tales empresas, estrangulando, en pocas palabras, la libre acción de los trabajadores. Lo que traería sin duda la desorganización de la producción de dichos lugares de trabajo (48).

Para ejercer dicho gobierno que organizase la vida en sociedad se tendría que ser omnipresente, omnipotente, omnisciente, y demás cualidades que nadie posee.

Esto por un lado, o por el otro, dejar como una vez dijo Lenin, “la construcción económica (!) a otros, a la burguesía”

Es realmente sorprendente la manera en que los discípulos de Marx fantasean con crear un súper Estado todo poderoso capaz de dirigirlo todo, sin intervención apenas de la iniciativa popular; la similitud entre el marxismo que propone un Estado todopoderoso con los regímenes más totalitarios donde también existen los Estados todopoderosos es muy perceptible. Compárese si no los métodos represivos de los nazis o del franquismo con el régimen instaurado en Rusia por los bolcheviques. Es verdad que ideológicamente estaban contrapuestos, pero los métodos eran muy similares entre ellos. Pero a los marxistas les satisface el consuelo de que este Estado llevara el apelativo de proletario.

Sin embargo, para poder organizar la sociedad sobre bases realmente socialistas, hace falta la intervención del pueblo sobre los asuntos que le competen. El señor Engels en un escrito que reproduciremos y comentaremos más adelante, pretende que la “autoridad” sea imprescindible para conseguir la “organización”; así como también ignora o hace ignorar que existe algo más que consigue dicha organización, prescindiendo de la autoridad, es decir, la “autodisciplina”. Pero ya más adelante veremos la maestría con que el señor Engels justificaba la existencia, tanto de la dictadura, como del Estado. Por el momento nos conformamos con demostrar que una organización centralizada en manos de una élite organizadora de la vida de una sociedad no lleva a otro lado que a una dictadura contra el pueblo, o a la entrega de los medios de producción a los antiguos propietarios, y que es imposible mantener la libertad y la igualdad ahí donde la organización de la vida en sociedad se encuentra centralizada en un organismo que pretenda dirigir a la sociedad entera.

Es sólo el pueblo quien debe organizarlo todo, sin intermediarios, sin jefes, sin líderes; sino mediante la construcción de organismos populares totalmente descentralizados, en donde no exista la opresión de nadie sobre nadie, y donde todos decidan lo que es mejor o no para ellos mismos; pues estos pretendidos Mesías socialistas, no han sido capaces nunca de salvar ni siquiera la honra, pues en su actuar y por su teoría dictatorial la han perdido por completo.

Cuando la revolución estalle, lo mejor para ésta es dejar que la vida orgánica del pueblo actúe, que el pueblo, con sus propios medios salga adelante; privar a la revolución del concurso popular sólo puede ser obra de dictadores, no de revolucionarios.

 

¿La Dictadura del Proletariado o la Dictadura de un Partido?

Para poner un candado a tan contradictoria organización, se propone la “dictadura del proletariado”. Dicha dictadura según ellos, no sería contra el pueblo, sino contra aquellos que se opusieran a la emancipación del pueblo.

Emancipación, claro, dirigida por ellos, y que antes de dicha emancipación hará pasar al pueblo por todos los aros de su dictadura “proletaria”.

Ahora, hay quienes en su intento de justificar a Marx por proponer semejante cosa, dicen que a lo que Marx se refería (como lo dijera el mismo Engels) con dictadura proletaria, era ni más ni menos que lo sucedido en la Comuna de París.

Este solo tema, la Comuna de París, nos tomaría un nuevo capítulo, capítulo que se sale de nuestro propósito de viviseccionar el marxismo. Pero no por ello evitaremos hacer algunos comentarios sobre aquel escrito de Marx en donde habla de esto.

La Comuna de París fue ante todo una manifestación popular antiestatista, que comenzó “por desterrar al Estado parasitario” (49). Pero cuando Marx escribió La Guerra Civil en Francia y se ponía de lado de los Comuneros de París, no hacía sino caer en flagrante contradicción con todo lo que había venido diciendo hacía años acerca de la necesidad del Estado; Lenin, en El Estado y la Revolución comete nuevamente este error, al citar dicho libro para eximir a Marx.

En dicho libro no aparece la palabra “Dictadura”; pero en cambio se realza la obra de destrucción de las bases del Estado parasitario. Sin duda estas apreciaciones nada tienen que ver con la teoría del marxismo, y si más bien con la concepción que del socialismo tenía Bakunin y sus adeptos.

“Así lo han reconocido marxistas de todas las tendencias, hombres de probidad intelectual y respetuosa de la historia, como Franz Mehring, Eduardo Bernstein, Arthur Rosemberg, Karl Korsch” (50).

Hay un párrafo de Marx en La Guerra Civil en Francia realmente revelador de la contradicción en que cayó cuando escribió éste libro, y que Lenin curiosamente no cita; el párrafo dice así:

 

“Los cargos públicos dejaron de ser propiedad privada de los testaferros del gobierno central. En manos de la Comuna se puso no solamente la administración municipal, sino toda la iniciativa llevada hasta entonces por el Estado”.

 

Todo esto va claramente contra la “necesidad del Estado” que Marx defendió en toda su obra (excepto en La Guerra Civil en Francia) y que sus adeptos no dejaron de imitar.

Más adelante, Marx dice (¡y Lenin sigue sin citarlo!):

 

“[...] la Comuna de París había de servir de modelo a todos los grandes centros industriales de Francia. Una vez establecido en París y en los centros secundarios el régimen comunal, el antiguo gobierno centralizado tendría que dejar paso también en las provincias al gobierno de los productores por los productores (51)

 

Marx escribe su libro sobre la Comuna de París, y sólo un par de meses después trataría de imponer a la AIT la constitución del proletariado en partido político, para la conquista del poder.

Por ironías de la vida, Marx expuso unas teorías contrarias a las suyas, precisamente cuando la lucha entre anarquistas y marxistas se encontraba en su punto más álgido.

Engels afirmaba también (y se contradecía también) lo que Marx dijo en su obra sobre la Comuna de París; en la Carta de Engels a Bebel, fechada en Londres el 28 de marzo de 1875, decía que:

 

"La Comuna no era ya un Estado en el sentido propio de la palabra". (52)

 

Estas palabras de Marx eran completamente ajenas a sus ideas; hacía años que venía luchando precisamente contra estas ideas. Bakunin había defendido este modo de organización de una manera muy firme durante años, sus ideas ácratas las exponía precisamente de esta manera, y Marx le combatió encarnizadamente por ello. La contradicción de Marx al escribir La Guerra Civil en Francia no puede ser más grande.

Bakunin escribió una carta al periódico La Liberté de Bruselas en la que también se refiere a ello:

 

“[...] esta insurrección dio por tierra con todas las ideas de los marxistas, que, ante ella, tuvieron que quitarse el sombrero. Más aún: contra la lógica más elemental y contra sus verdaderos sentimientos, proclamaron que su programa y sus finalidades eran los de los insurrectos. El viraje fue grotesco, pero forzoso; tuvieron que hacerlo so pena de verse desbordados y abandonados por todos”.

 

Bernstein había dicho entre otras cosas –y no estaba errado– que las definiciones de Marx en La Guerra Civil en Francia. “por su contenido político presenta, en todos los rasgos esenciales, la mayor semejanza con el federalismo de Proudhon”. Lenin responde en El Estado y la Revolución, pero nos aclara varias cosas por voz propia:

 

“Esto es sencillamente monstruoso: ¡confundir las concepciones de Marx sobre la ‘destrucción del poder estatal, del parásito’, con el federalismo de Proudhon! [...] Marx coincide con Proudhon en que ambos abogan por la ‘destrucción’ de la máquina moderna del Estado. Esta coincidencia del marxismo con el anarquismo (tanto con el de Proudhon como con el de Bakunin) no quieren verla ni los oportunistas ni los kautskianos, pues los unos y los otros han desertado del marxismo en este punto. [...] Marx discrepa con Proudhon y con Bakunin precisamente en la cuestión del federalismo (no hablando ya de la dictadura del proletariado) [...] Marx es centralista. En los pasajes suyos recitados más arriba, no se aparta lo más mínimo del centralismo. ¡Sólo quienes se hallen poseídos de la ‘fe supersticiosa’ del filisteo en el Estado pueden confundir la destrucción de la máquina estatal burguesa con la destrucción del centralismo!” (53).

 

Si tal cosa es verdadera, la centralización de la que Marx era partidario, ¿no habría de ser un Estado también? Habiendo sido destruida la maquinaria estatal, ¿en donde se centralizaría todo? En las manos del Estado, lógicamente. La contradicción nuevamente no puede ser más grande, pero en esta ocasión no es sólo Marx quien se contradice, sino también Lenin al hacer esta interpretación de las ideas marxistas.

Marx, acerca de la organización en las comunas nos da la muestra de que en esta obra aún sigue siendo “Centralista” (como dijo Lenin más arriba):

 

“[...] la Comuna habría de ser la forma política que revistiese hasta la aldea más pequeña del país [...] Las comunas rurales de cada distrito administrarían sus asuntos colectivos por medio de una asamblea de delegados en la capital del distrito correspondiente, y estas asambleas, a su vez, enviarían diputados a la Asamblea Nacional de delegados de París, entendiéndose que los delegados serían revocables en todo momento y se hallarían obligados por el mandato imperativo (instrucciones) de sus electores” (54).

 

¡Ni rastro, pues, de Federalismo! ¿Verdad señores Leninistas?

La interpretación de Lenin sobre La Guerra Civil en Francia es falsa, pues trata de ver en ella la verdadera interpretación marxista sobre el Estado, siendo que este libro era un cuerpo extraño en las teorías que Marx y Engels venían proclamando desde hacía años. La respuesta a este giro de la teoría marxista hacia la destrucción del Estado puede encontrarse en la carta de Bakunin al periódico La Liberté: tuvieron que hacerlo so pena de verse desbordados y abandonados por todos.

Pero por si aún alguno de nuestros marxistas actuales se empeña en ver en una manifestación antiestatal como la comuna de París, lo que Marx pretendía decir con “dictadura proletaria” le recordamos que hemos visto ya y en general en todos los libros de Marx -excepto en La Guerra Civil en Francia- puede verse como Marx proponía el mantenimiento del Estado, la centralización del poder, etc.; cosas todas ellas muy distintas a lo que sucedió en París en 1871.

Además, para dejar aún más claro este punto de vista de Marx, reproducimos algunas de sus palabras escritas en Critica del Programa de Gotha.

 

“Entre la sociedad capitalista y la comunista existe un periodo de transformación revolucionaria de la una en la otra. A esto corresponde un periodo de transición política, durante el cual el Estado no puede ser más que la dictadura revolucionaria del proletariado” (55)

 

Esclarecido este punto, podemos volver a lo que nos atañe: la propuesta de dictadura proletaria de los marxistas.

Según ellos, ¿Cuánto tiempo durará?

Según Bujarin, dicha dictadura deberá durar hasta que los obreros hayan logrado una victoria definitiva sobre la burguesía, es decir, hasta que hayan triunfado en el mundo entero. (56) Esto evidentemente puede durar mucho, pero que mucho tiempo, porque la emancipación del mundo entero no se consigue ciertamente en un corto periodo, y durante este periodo existirá una dictadura de parte del gobierno obrero – ¡que contrasentido, gobierno/obrero!-- ahí donde se haya logrado desterrar a los burgueses y poner en su lugar a quienes aspiran a gobernar al pueblo.

Y durante este periodo, en el que aún se está realizando la transición entre el capitalismo y el socialismo, o primera etapa del comunismo (57), las condiciones del proletariado (¡No ya del campesino, que sería sometido, sino del mismo proletariado!) no serán nada buenas; el mismo Engels creía que en este periodo ni siquiera las casas serían gratis para el pueblo:

 

“[Respecto a la vivienda] es poco probable que su disfrute, al menos durante el periodo de transición, se conceda, sin indemnización de los gastos a los individuos o a las sociedades cooperativa (58)”

 

Este periodo de primera etapa del comunismo, como Marx lo designaba, está enteramente formado a las condiciones en las que el pueblo vive bajo el Capitalismo. Lenin, además, ignora cuánto tiempo ha de durar este periodo:

 

“Lo que no sabemos ni podemos saber es la rapidez con que avanzará este desarrollo, la rapidez con que llegará a romper con la división del trabajo, a suprimir el contraste entre el trabajo intelectual y el manual, a convertir el trabajo ‘en la primera necesidad vital’” (59)

 

Por estas palabras podemos ver que dentro de lo que ellos llaman primera fase del comunismo, en la que el pueblo ya ha derrotado en la revolución a la burguesía, aún el pueblo estaría sometido al nuevo poder; las desigualdades no habrían desaparecido, y hasta las desigualdades por cultura seguirían persistiendo. Dejemos de lado el sarcasmo de mencionar a Cuba, en donde al parecer, esta primera fase aún no termina.

 

“Mientras llegue la fase “superior” del comunismo, los socialistas exigen el más riguroso control por parte de la sociedad y por parte del Estado sobre la medida de trabajo y la medida de consumo (…) la transformación de todos los ciudadanos en trabajadores y empleados (¡sic!) De un gran “consorcio” único, a saber, de todo el Estado, y la subordinación completa de todo el trabajo de todo este gran consorcio a un Estado realmente democrático (…) este control será realmente universal, general, del pueblo entero, y nadie podrá rehuirlo, pues ‘no habrá escapatoria posible’.

Toda la sociedad será una sola oficina y una sola fábrica, con trabajo igual y salario igual” (60)

 

Aún existirá el racionamiento de los medios necesarios para vivir, y no perdamos de vista en ningún instante que todo esto ocurriría siendo ya derrotada la burguesía, habiendo triunfado ya los obreros e impuesto su dictadura.

Pero, ¿aún tiene alguien la esperanza de que la “segunda etapa” del comunismo fuera a ser implantada? Lenin mismo lo responde:

 

“Cuando los sabios profesores, y tras ellos los filisteos, y tras ellos señores como los Tsereteli y los Chernov, hablan de utopías descabelladas, de las promesas demagógicas de los bolcheviques, de la imposibilidad de “implantar” el socialismo, se refieren precisamente a la etapa o fase superior del comunismo, que nadie (!!!) ha prometido “implantar” y ni siquiera ha pensado en ello, pues, en general, es imposible “implantarla” (61)

 

¿Cómo tratar de explicar esto sin no decir palabras que pudieran sonar fuertes?

Si nadie pensó en implantar esta segunda fase del comunismo, entonces no hay lugar a dudas: a esa condición es a donde quieren llegar ellos: el pueblo no sería libre, pues habría un gobierno; no serían dueños ni siquiera de un lugar donde vivir, pues las casas deberían ser pagadas; habría un control riguroso del Estado con respecto a la medida del trabajo y del consumo; el trabajador sería un empleado del gran consorcio, y éste estaría sometido al Estado.

¡A eso es a donde quieren llegar! Es más, dentro de la primera fase del comunismo (62), el derecho burgués seguiría existiendo:

 

“Resulta, pues, que bajo el Comunismo no sólo subsiste durante cierto tiempo el derecho burgués, sino que subsiste incluso el Estado burgués ¡Sin la burguesía!” (63)

 

Dentro de este sistema comunista ¿Cuál sería la posición de la mujer, ser explotado y sometido milenariamente por el poder estatal?

 

“De la misma forma que una mujer abandona el matrimonio para dedicarse a la prostitución, así en el mundo de la completa riqueza, que es el objetivo del hombre, se abandonará el matrimonio exclusivo con el sueño de la propiedad privada por la relación de la prostitución general con la comunidad” (64)

 

Marx pensaba que ni en su sistema la mujer sería libre. Bajo el mundo del matrimonio burgués la mujer es tratada como un objeto; bajo el mundo de la dictadura del proletariado de los marxistas la mujer es liberada del matrimonio, pero sigue siendo tratada como un objeto.

… La prostitución general, ¡como si la mujer fuese un trozo de carne lanzada al mejor postor! Si, el objetivo de toda la humanidad –y no sólo del hombre—debe ser la más completa riqueza moral, física e intelectual, la liberación de la mujer –y del hombre- no debe ser únicamente la liberación del matrimonio burgués, sino la emancipación en si misma de la mujer; transformar a la mujer en un objeto que va de unos brazos a otros no es liberarla, sino degradarla. Marx no sólo estaba equivocado en estas opiniones, sino que nos deja entrever que ese paraíso socialista del que escribió tanto no era más paraíso que para quienes gobernaran, y no para el pueblo.

Pero hay más aún, en el más célebre libro de Bujarin (el ABC del Comunismo. Y digo celebre, solo porque en él se exponen muchas de las cosas de las que aquí hablo) se dice que esto puede durar ¡dos o tres generaciones! Y más de veinte años más.

 

“(…) deberán pasar dos o tres generaciones educadas bajo las nuevas condiciones, antes de que puedan eliminarse las leyes, los castigos, la represión por obra del Estado proletario” “… y después de veinte o treinta años surgirá un mundo nuevo con otros hombres y otras costumbres” (65).

 

Es decir, suponiendo que el promedio de vida de las personas sea alrededor de ochenta años, tal dictadura duraría ¡de 160 a 240 años! Mas los otros veinte o treinta que dice. ¡Vamos! ¡Que aunque solo fuera uno sólo, de la misma manera nos tendríamos que indignar por ello!

Pero aquí no termina esto, no, este… ¡señor!, en el panfletillo ya mencionado demuestra en toda su desnudez su ética, y la seriedad de su obra, que después de aseverar las peores cosas de los anarquistas, dice que:

“No ha polemizado personalmente con los anarquistas”.

Sin embargo, cayendo lo más bajo que se puede caer cuando se está dominado por un espíritu egoísta y altanero, nos acusa de cosas que ni el mismo se creería si de veras hubiera alguna vez estudiado el ideal anarquista.

De haberlo hecho ¡más le hubiera valido echar su lengua a los perros, para no hablar tanta sarta de sandeces!

Pero, compañero lector, ¿crees que aquí termina todo? ¿crees que nada puede ensuciar más a una persona que se dice a si misma revolucionaria?

Pues no, para colmo, se atreve a lanzar improperios contra las personas más empobrecidas del proletariado. Los llama plebe de mendigos, campesinos rechazados de su familia y empobrecidos, hez, plebe harapienta, desclasados, etc., (66) esta fraseología es la misma que emplean los más recalcitrantes burgueses. Pero nosotros no nos asombramos en ninguna manera al leer este tipo de cosas en los escritos de nuestros adversarios. Sabemos perfectamente la poca ética y moral revolucionaria de que son poseedores como para que este tipo de cosas nos tomen por sorpresa.

Por otro lado, dejaremos para más adelante el exponer la manera en que Marx, Engels, Lenin, Trotsky, Bujarin, etc., han dado muestras de su florido lenguaje, cuando se trata de designar a quienes no se someten a su pedantería. Volvamos a nuestro tema.

Dicha dictadura, ha traído como consecuencia una brutal masacre del pueblo. Recordemos lo que dijo el señor Zinoviev en Rusia:

 

“Para deshacernos de nuestros enemigos, debemos tener nuestro propio terror socialista. Debemos atraer a nuestro lado digamos a noventa de los cien millones de habitantes de la Rusia soviética. En cuanto a los otros, no tenemos nada que decirles. Deben ser aniquilados” (67).

 

O lo dicho por Engels con respecto al pueblo eslavo:

 

“Empezaría la guerra general que daría inicio a la destrucción de todas esas pequeñas y subdesarrolladas naciones de manera que desaparecerá hasta su nombre. La guerra mundial en puerta dará origen no sólo a la desaparición de clases y dinastías reaccionarias sino a pueblos completamente reaccionarios, que deberán desaparecer de la faz de la tierra. Y esto también será parte del progreso” (68).

 

¡Fijémonos bien! “pueblos reaccionarios”, dice, y para colmo, ¡nos dice que esto forma parte del progreso! Aquellas palabras a favor del pueblo explotado se descubren en todo su esplendor: esas palabras no son más que la manera de atraer para si el apoyo del pueblo, ¿qué le espera a este después? ¡La guillotina! Pero cuando de estas personas tratamos, esto también tiene su fuerte dosis de lógica.

 

“Queréis organizar el trabajo” –escribía Proudhon, en 1848, contra los jacobinos socialistas de su época, y aplica a la perfección a los marxistas– “y no tenéis otro método que la violencia, ni otra autoridad que la dictadura, ni otro principio que el terror, ni otra teoría que la bayoneta”.

 

La fraseología marxista trata de sacudirse la culpa de querer implantar una dictadura, y para ponerle una cortina de humo, la llama con un nombre con el que el proletariado se pueda sentir identificado. Lo mismo que hoy se llama democracia (gobierno del pueblo) a aquello a que somete al pueblo.

A esta dictadura, para hacer creer que es una dictadura del pueblo, la llaman proletaria. Ya lo decía Bakunin:

 

“… Porque cualquier Estado, incluido el pseudo-Estado del pueblo urdido por el señor Marx, no es más en esencia que una máquina para gobernar a las masas desde arriba, a través de una minoría privilegiada de intelectuales engreídos, que imaginan saber lo que el pueblo necesita y quiere mejor que el propio pueblo…” (69)

“La gente, no obstante, no vivirá mejor si el bastón con el que es golpeada lleva el nombre de ‘bastón del Pueblo’” (70)

 

Similarmente como se hace con la democracia, en la que se dice que es el gobierno del pueblo, cuando en realidad no es otra cosa que un gobierno centralista disfrazado de popular, pues en realidad un gobierno del pueblo es imposible, pues existiría la línea que divide entre gobernantes y gobernados; así mismo, el marxismo pretende identificar la dictadura de un puñado de dictadores con el gobierno del pueblo, o en este caso, con la dictadura del proletariado, cuando en realidad no sería otra cosa que la dictadura brutal y despótica de un grupúsculo de pretendidos intelectuales, que lo único que pretenden es continuar el gobierno del hombre sobre el hombre.

Dictadura es dictadura, no importa como se le denomine o se le disfrace. Y el pueblo es quien siempre paga las consecuencias de estos actos dictatoriales, y reconocer eso no es obra ciertamente de intelectuales, cualquiera que esté dentro de sus cabales lo apercibe.

Las palabras de emancipación proletaria, que redundan en los escritos marxistas son, o una mascarada, o una equivocación. Analicemos estas dos opciones. Pero tengamos en cuenta el hecho de la propuesta de una dictadura proletaria.

Al implantar una dictadura, por mucho que se denomine proletaria, esta traerá consigo mismo el encumbramiento de un sector de personas que al formar parte del gobierno dejan de ser obreros y sólo se representan a sí mismos, olvidándose (por consecuencia natural de quienes poseen el poder estatal) de los ideales del pueblo, por los que supuestamente lucharon y que terminarán por estrangular, matar y sepultar la revolución. En este caso, la idea marxista de la revolución mediante la dictadura, o mediante un poder estatal pretendido del pueblo, es una aberrante equivocación.

Ahora bien, como ya hemos dicho algunas veces, el marxismo se denomina a sí mismo, “científico”, si esto es así, ya se habrán dado cuenta mediante el estudio de la historia, y de la teoría puesta en práctica, que su teoría no ha servido jamás para liberar al pueblo y si ha contribuido en gran medida al derramamiento de sangre popular.

Y si continúan empecinados en la ya desechada idea de la emancipación obrera mediante la dictadura y el Estado Popular, no es, por cierto, porque no se den cuenta de su error, sino porque lo que en realidad buscan es el poder para ellos mismos.

Los escritos de los marxistas, en este caso, no son otra cosa que una mascarada para atraer al pueblo, a quien pretenden gobernar. Lo mismo que los partidos políticos burgueses que, cada vez que se acercan las elecciones, hacen andanadas de promesas al pueblo y se pretenden sus benefactores, pero que habiendo ganado la poltrona del poder se olvidarán de sus promesas y esquilarán al pueblo igual o más que el gobierno anterior. En el caso del Estado obrero, propuesto por los marxistas, puesto que el Estado sería más fuerte y centralizado, la opresión sobre el pueblo mediante la dictadura proletaria que proponen sería aún más acentuada que la que ejerce actualmente este Estado, que no deja de ser igualmente odioso.

Así, las palabras “emancipación proletaria” “revolución” significan para los marxistas lo mismo que las palabras “democracia” y “ayuda al pueblo” significan para los partidos políticos burgueses. Es decir: nada.
La llamada dictadura del proletariado que piden los marxistas es un régimen bárbaro de sometimiento y desigualdad. ¡Y esto es lo que se pretende que sea ciencia! ¡La ciencia de no saber nada! ¡La ciencia de la opresión!

 

Divagaciones del marxismo sobre el papel del proletariado como clase de lucha

Uno de los postulados del marxismo es que el proletariado posee en su naturaleza la esencia misma de la revolución. Por ello toman partido preferencial por esta “clase revolucionaria”.

Antes de referirnos a este tema, es preciso aclarar que para nosotros el proletariado sí es una clase que, si posee consciencia revolucionaria, es la destinada a barrer a la burguesía y al Estado, que no son sino parientes.

Pero esto no quiere decir, como Marx pensaba, que el proletariado sea revolucionario, simplemente por la explotación a que se ve sometido; pues como dijo Proudhon “en tanto seas número, sin idea, no serás nada” (71).

Sin duda la capacidad del proletariado es enorme en cuanto a hacer la revolución se refiere. Pero en nuestros días podemos ver claramente como “el deber histórico del proletariado” no es sino una de tantas equivocaciones del señor Marx.

Aunque Lenin dijera que “El derrocamiento de la dominación de la burguesía sólo puede llevarlo a cabo el proletariado (…) Sólo el proletariado –en virtud de su papel económico en la gran producción—es capaz de ser el jefe de todas las masas trabajadoras explotadas”. (72)

Muchos son los trabajadores que carentes de consciencia revolucionaria, suelen hacer de esquiroles, o cuando mucho, mantenerse alejados de los conflictos obrero/patronal.

En Alemania, país significativamente de predominio marxista, los catorce millones que encumbraron a Hitler eran obreros, siendo este país en donde, como ya dije, el marxismo halló tantos adeptos, la cuestión reviste un carácter de importancia doble; en Rusia, muchos fueron los que esperaban la emancipación de los siervos a manos del Zar; incluso en la España del 36, también hubo gente que apoyaba a Franco, sea por ser captada por la propaganda que hacia el franquismo, sea porque realmente creían en que este salvaría a España del caos, en el que les había hecho creer que se encontraba; por lo tanto, no se puede decir que “el proletariado tiene un deber histórico hacia el cual se encamina irremediablemente”.

 

“Sin embargo, nosotros no debemos dejar de reaccionar vigorosamente cuando se niega una de las tesis esenciales del marxismo, a saber: que la clase obrera es la única clase revolucionaria hasta el fin.”

 

Estas palabras, que acabo de reproducir, son del libro Anarquistas de Ayer y de Hoy de Jacques Duclos, un veterano del Partido Comunista Francés en la década de 1960. En capítulos posteriores iremos comentando este libro, y en el capítulo La lengua Suelta de la Serpiente dedicaremos un par de líneas a él. Lo importante aquí es el comentario anterior, en el que Duclos prácticamente se persigna ante semejante herejía anarquista: negar la lucha de clases, negar que el proletariado es prioritariamente revolucionario, según había dicho Marx.

Aquí es donde se confirma la tesis Bakuninista de que, al ser el proletariado la clase revolucionaria por excelencia (según la teoría marxista), los campesinos, clase no prioritaria de la revolución, terminaría siendo gobernada por el gobierno proletario que proponen los marxistas:

 

“Pero a quien hay que someterse es a la vanguardia armada de todos los explotados y trabajadores: al proletariado” (73)

 

En realidad, no existen sólo dos clases antagónicas en lucha, en la que una es esencialmente revolucionaria. Hay gente que no tiene el nivel de vida ni de los proletarios, ni de los burgueses, sino que oscila entre ambos; así mismo también hay gente cuyo nivel de vida es inferior siquiera al de un proletario, ¿Qué pintan ellos en la revolución? Lo hemos visto ya: según ellos toda esta gente debe ponerse a la retaguardia del proletariado. ¿Así es como buscan la consciencia del pueblo, relegándole? Ese postulado del proletario como clase esencialmente revolucionaria no sólo es falso, sino injusto: todas las personas explotadas deben contribuir con su esfuerzo al derrocamiento del Estado, relegar a unos es privar a la revolución del concurso popular.

Si bien en el nacimiento del proletariado las cosas se pintaban sólo de una manera, hoy la burguesía ha encontrado formas tan sencillas como las drogas, las modas, el alcohol, la religión, futbol, televisión, etc., con que el proletariado se encuentra entretenido y olvida comúnmente su explotación.

Como diría Bakunin:

 

“Para escapar a su miserable suerte, el pueblo tiene tres caminos: dos imaginarios y uno real. Los dos primeros son la taberna y la iglesia. El tercero es la revolución social”

 

Habría también, complementando el capítulo de La Lucha de Clases decir que nuestra clase no es prioritariamente la “proletaria”, pues existe una enorme masa campesina que, como sabemos, no goza de la simpatía de los marxistas, y que si últimamente se ha dado una exigua relación entre éstos y aquéllos, no es porque los discípulos de Marx les vean como sus iguales, sino tan sólo porque les pueden servir, ya sea para sus propósitos electorales, ya sea como materia prima en la revolución.

Esta masa campesina, decimos, es parte también de nuestra “clase” si así le queremos llamar.

Los campesinos muchas veces han dado la muestra a los trabajadores de la ciudad en las rebeliones. Los Makhnovistas rusos son un ejemplo de que la revolución no se halla necesariamente en el proletariado. Aunque Lenin le adjudique esta virtud a los últimos:

 

El proletariado necesita el poder estatal (…) para dirigir a la enorme masa de la población, a los campesinos, a la pequeña burguesía, a los semiproletarios” (74)

 

Esta masa campesina, unida a la revolución de la ciudad, a sus hermanos proletarios, serán quienes destierren al Estado y al capital.

Aquella parte del pueblo, los desclasados, mendigos, harapientos, (como les llaman los marxistas) y en fin, toda esa enorme capa del pueblo que es la más explotada, que es la que más sufre el robo de su derecho a vivir, que tiene aún menos que el obrero explotado y a la cual los señores Marx y Engels, denominaban “lumpen proletariat”, si esa capa de la sociedad, digo, viniera hacia nosotros buscando organizarse para asestar el golpe de muerte al Estado y al capital, la acogeríamos con gusto entre nosotros, sabiendo que no son sino el resultado de la existencia del poder, que asegura a unos pocos la posesión de la riqueza, mientras que a los demás los sume en la miseria.

Más que una clase social, pues, preferiríamos denominarle una organización revolucionaria contra el capital, en donde los explotados de todos los matices se organizan para destruir a sus eternos explotadores, que, a unos más, a otros menos, pero explota a todos.

Pero como dijimos, esto depende inevitablemente de dos opciones: una es, y a mi juicio es quizá la más importante, la consciencia de su explotación, y entonces está encaminada hacia su emancipación; la otra, que es ciertamente una manera frecuente en como suceden las revueltas revolucionarias: la terrible opresión que sobre el pueblo hace el Estado, trae consigo mismo una cierta marginación del pueblo, lo que trae, así mismo, una capa “desclasada” la cual no tiene nada que perder, y por lo tanto, la revolución social se le presenta como la única solución posible a su situación.

Si de explotación se trata, y por ello los proletarios son la clase revolucionaria por excelencia, entonces nos encontramos con dos cosas:

1.- El campesinado también es explotado, ¿Por qué habría de estar a remolque del proletariado?

2.- Los denominados lumpen son los que más sufren de todo, comúnmente están privados hasta de un hogar y comida. Entonces sólo los lumpen, esos seres que son los más reprimidos por la economía, que se ven privados de todo, aún más que los obreros, vendrían a ser, entonces, la única clase realmente revolucionaria.

Entonces Marx estaba equivocado cuando nos hablaba del proletariado como la clase revolucionaria por excelencia. Sigamos viendo porque:

Actualmente, en los países más avanzados de Europa existe un nivel de vida más cómodo, y el proletariado más mal pagado no tiene tantas penurias en comparación a sus hermanos de los países del tercer mundo. Esto hace que en muchos países el proletariado se halle un tanto alejado de la condición de sus hermanos que en otra parte del mundo son brutalmente explotados. Aquí el proletariado no tiene consciencia de clase, pues no necesita rebelarse, cree, equivocadamente, que no es esclavo.

El “deber histórico del Proletariado” por tanto, no es algo sentado sobre bases “científicas” sino únicamente un actuar que depende de dos condiciones: una, la consciencia de su explotación; y la otra de que no le quede más que encaminarse hacia la revolución social.

Aún encontramos más cosas: según Marx, el proletariado haría la revolución y se crearía un Estado proletario, cuyo cuerpo no es sino el proletariado elevado al rango de clase dominante. Hemos hablado ya de que sin gobernados no hay gobierno, y estos gobernados serían, en el mejor de los casos, los campesinos, gobernados por los proletarios. Cosa desde ya harto difícil, pues el proletariado no estaría por entero en el gobierno, sino sólo una minoría de socialistas científicos. Entonces para ellos mismos, en el fondo, en el proletariado no se encuentra la clase revolucionaria por excelencia; tan solo pretenden que una minoría de los proletarios suban al poder, pero esta minoría, muy dudosamente proletaria (y que dejaría de serlo al subir al poder) estaría revestida de proletariado. Es entonces una pequeña élite la que gobernaría a proletarios, campesinos, y en general a todo el pueblo, aunque llamada proletaria.

Júzguese por las palabras de Maurice Moissonier si miento:

 

“Así, se distinguen tres escalones de la lucha obrera: lucha espontánea (75), lucha consciente en la medida en que los obreros pasan de la lucha en sí (reconocimiento de la existencia de la clase) a la lucha para sí (consciencia de pertenecer a esta clase), lucha de clase política, cuando, al asimilar el socialismo científico, los obreros (una élite obrera), sitúan su combate en la perspectiva histórica de El Capital, cuando dan a su lucha, como objetivo último (76), la revolución socialista” (77).

 

Si para los marxistas la revolución es sólo el acto de pegar tiros, entonces los proletarios si son una clase revolucionaria… entre los campesinos y demás, que también harán la revolución, aunque al maestro Marx le pesara tanto.

Si por el contrario, para los marxistas la revolución no es sólo pegar tiros, sino reconstruir la sociedad sobre bases nuevas después de los tiros, entonces lo que ellos ven en el proletariado no es sino la carne de cañón que los subirá al poder, pues en el poder estarían los socialistas científicos, que han dejado de ser proletarios y no el proletariado propiamente dicho.

Es verdad que Marx quería revolucionar las cabezas (78), pero se hallaba lejos del proletariado, en realidad nunca fue proletario, nunca se ganó el pan trabajando: Engels generosamente le mantenía, y tiempo más adelante también mantendría a su familia. Dentro de la AIT se encontraba rodeado de gente que muy rara vez era trabajadora: los intelectuales le rodeaban, y sus aspiraciones hacia el pueblo eran gobernarle. ¿Qué hay de proletario en todo eso?

Continuemos con los proletarios: uniendo sus esfuerzos a los explotados de los campos, aquéllos a los que los grandes propietarios también explotan. Unidos, harán la revolución social, no como clase campesina, o proletaria, sino como hombres y mujeres explotados, unidos en busca de un mismo fin: la libertad.

Pero todo ello no es algo ya inmanente en el proletariado, que contenga en sí mismo por el simple hecho de ser proletario.

Otro error fatal del marxismo, es achacar a los campesinos estar más próximos a la reacción que a la revolución.

La coquetería que los marxistas hacen con la burguesía, sea tras el pretexto de táctica política, sea por otra cuestión, hace de ellos precisamente aquello de lo que Marx acusaba a los campesinos: de estar muy cerca de la reacción.

Esta coquetería de la que hablo, llevó en Alemania a los partidarios de Marx a compromisos con los radicales burgueses; en México la situación no es distinta: se halla el Partido Comunista, en alianza con el partido burgués de la izquierda, el PRD.

Además no olvidemos que muchos de los teóricos y militantes, tanto del anarquismo, como del marxismo, han provenido ya sea de la clase burguesa, ya sea una posición cómoda en la sociedad, miremos esto más de cerca.

El buen crítico por su propia casa empieza, versa el dicho, y bien, comenzaré por hablar un poco de nuestros compañeros anarquistas:

Bakunin, tercer hijo de diez hermanos, descendiente de la aristocracia rusa, estudiante de filosofía, lleva durante toda su vida una constante búsqueda de la libertad humana, tras desertar del ejército alegando una enfermedad, comienza un largo periodo de lucha revolucionaria, que lo llevara, pese a su condición aristocrática, a militar en las filas de los movimientos revolucionarios.

Conoció a Proudhon, el padre del anarquismo francés, tanto como a Marx, con quien más tarde sostendrá una terrible lucha dentro de la internacional.

Pese a descender de la aristocracia rusa, Bakunin terminará pasando duras penas para sobrevivir, siempre debía dinero a sus amigos, quienes le ayudaban económicamente.

Max Nettlau, el gran historiador del anarquismo, nos dejó unas palabras sobre la pobreza de Bakunin:

 

“(…) la falta de dinero para fundar y extender la propaganda le preocupaba por doquier. Había visto la propaganda rusa que Herzen realizó gracias a su millón, que la propaganda polaca y Mazziniana no carecía nunca de abundantes medios, mientras que el mismo y sus amigos eran archipobres y se hallaban sujetos al capricho de algunas raras personas a fin de obtener medios para impresos, viajes, etc. Sufría viendo los obstáculos accidentales que paralizaban sus esperanzas y sus planes y la idea de apoderarse de fondos públicos, aprovechando una conmoción general, le ocupó seriamente” (79).

 

No voy a realizar aquí una biografía de Bakunin, sólo he dado una muy breve reseña de su suerte económica, en la que de nada le ayudó ser hijo de una familia tan importante de Rusia. Pues abandonó todo eso a una edad muy temprana, renunciando a sus orígenes.

Kropotkin, el brillante discípulo de Bakunin, era retoño de una nobleza de terratenientes, y educado en un círculo de la más alta alcurnia, incluso más que en Tver, en donde Bakunin viviría su juventud. En su familia había quienes habian sido grandes príncipes de Smolensk en la Rusia medieval, descendientes de una rama del clan Rurik, y gobernadores de Moscú antes de la llegada de los Romanov. Educado en el elitista Cuerpo de Pajes de San Petersburgo, Kropotkin seguiría los pasos de su antecesor, Bakunin, renunciando a su pasado aristocrático, y cambió todo ello por una vida que se consumió en gran parte en las cárceles, debido a sus actividades revolucionarias en pos del anarquismo.

A su regreso a Rusia, encontraría a su tierra dominada por los bolcheviques, y él mismo en la miseria.

En esos días, la pobreza de este noble hombre era tanta, que en el mismo la relata así:

 

“cuando llegaban amigos a casa, solía decirle a Sofía, ‘ponle más agua a la sopa, han llegado invitados’”

“Kropotkin siempre fue muy especial con los regalos y no aceptaba nada que procediese de fuente oficial, «A la vez», según un cooperativista local, «recibía los regalos con naturalidad y sencillez, cuando el que se los hacía le parecía amistoso y que los daba con buena intención». Pero estos regalos eran esporádicos, y la mayor parte del tiempo, como ha dicho su yerno, «Kropotkin se alimentaba como los demás ciudadanos rusos de casha (papas de alforfón o mijo) y patatas. Nunca se quejaba a nadie, pero naturalmente necesitaba carne o un pollo... » En realidad, lejos de quejarse, se ponía furioso cuando se propagaban rumores de que estaba pasando hambre; cuando se enteró de que unos amigos suecos habían iniciado una colecta para enviarle comida, les escribió pidiéndoles que desistiesen de tal idea y utilizasen el dinero reunido para fines sociales.” (80)

 

Terminó sus días un 8 de febrero de 1921 a las 3 de la madrugada, en Rusia, que se batía bajo el dominio de los bolcheviques que aplastaban la revolución por completo.

Antes de ellos, fue Proudhon quien influiría más en el desarrollo del anarquismo, que el mismo comenzaría a darle forma.

Proudhon era hijo de una sirvienta y de un tonelero, y tipógrafo de profesión, era, en palabras del mismo Marx, “un proletario auténtico”. No hace falta hablar más de él.

Sin embargo, hemos visto dos cosas similares en quienes descendían de la aristocracia, Bakunin y Kropotkin: ambos renunciaron a su condición privilegiada y cambiaron todo ello por la lucha revolucionaria, terminando, al fin, sin apenas lo necesario para vivir.

Lo mismo pasó con Malatesta, hombre rico, dio todo a favor de la causa revolucionaria, y terminó en Italia vendiendo helados para ganarse la vida.

En general, todo el movimiento anarquista está y ha estado siempre formado en su casi totalidad por obreros de distintos ramos, sean de taller, de fábrica, o de campo.

Pasemos ahora a hacer unas observaciones rápidas sobre Marx y Engels.

Hijo de un prospero abogado, descendiente de una larga línea de rabinos, ejercía la abogacía en Tréveris, su ciudad natal, estudió derecho en la Universidad de Bonn pero los dejó para estudiar filosofía en Berlín. Se doctoró en 1841 en Jena con una tesis titulada Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro. Contraerá nupcias con la Baronesa Jenny Von Westphalen, y durante mucho tiempo de su vida viviría de la plusvalía que Engels, hijo de un poderoso industrial, extraía de las empresas en las que explotaba a sus trabajadores. Aunque éste dijera no estar contento con la situación, situación que no le molestaría del todo, pues de ello vivían. Veamos lo que le decía a Marx en 1865:

 

“Pero se puede ver que Itzig [Lasalle] le ha dado al movimiento un carácter tory-cartista que será difícil de destruir, y que ha puesto en movimiento en Alemania una tendencia hasta ahora desconocida entre los obreros. Esta repugnante adulación a la reacción se manifiesta en todas partes. Esto nos dará que hacer. Ya verás que los Knoten irán a decir: ¿Qué quiere Engels? ¿Qué ha estado haciendo todo el tiempo? ¿Cómo puede hablar en nuestro nombre y decirnos lo que tenemos que hacer? El tipo está sentado en Manchester explotando a los obreros, etc. Es verdad que todo esto no me interesa un pito, pero es seguro que vendrá, y se lo tendremos que agradecer al Barón Itzig.” (81)

 

Apenas he rozado la vida de Marx, y lo he hecho intencionadamente. En un capítulo posterior el lector obtendrá una exposición más amplia sobre los detalles de la vida de Marx, y veremos muchas cosas que se ocultan comúnmente en la literatura marxista y que se hace de manera consciente. De todos modos, bastó con   tan sólo tocar la vida de Marx para encontrar evidencias de que de proletario no tenía nada.

Como vemos, Marx tuvo una buena educación y vivió del dinero de los trabajadores a los que Engels, propietario de las fábricas, explotaba. ¿No es injusto, pues, el reclamo de Marx que tachaba a todos de “pequeño burgueses” y no se detenía a pensar en su propia condición?

Después de esto, queda demostrado que lo que Marx denominaba “el deber histórico del proletariado” no es nada basado en algo científico, pues muchos de la clase burguesa, o alta, han pasado a enarbolar la bandera revolucionaria. Incluidos el mismo Marx y Engels.

Esto no quiere decir que el proletariado no posea un enorme potencial revolucionario, ni que no sea quien tenga que participar en la labor de eliminar a la burguesía; tan sólo quiere decir que el proletariado no tiene en su naturaleza inmanente el “deber” de destruir a la burguesía, y sí que esto depende de las condiciones que dije más arriba.

Así pues, campesinos, proletarios, lumpen’s, y en fin, todos aquellos que sufren la explotación del capital, y la privación del sagrado derecho a vivir… ¡únanse para destruir al enemigo común: el Estado!

 

La Ciencia y su papel en la Vida de los Pueblos

Hay en casi todos los escritos de Marx, de Engels y de sus continuadores la costumbre de hablar de un “Socialismo Científico”; ellos se dicen a sí mismos científicos, y en base a esta supuesta ciencia es que se dicen los llamados a dirigir al pueblo hacia su emancipación. Entonces nos vemos en la necesidad de ver si en verdad este socialismo del que nos habló Marx y continúan hoy hablando los llamados comunistas es, o puede ser científico.

Me veo entonces en la necesidad de explicar que es lo que yo entiendo por ciencia, pero para ello es necesario hablar un poco de la evolución de la humanidad.

En sus inicios, el ser humano era un animal más en la tierra, no poseía un lenguaje y su inteligencia era muy reducida. No comprendía el medio que le rodeaba, ni apenas poco de sí mismo. No tenía una manera de comunicarse con sus demás compañeros, y por lo tanto se veía muy reducido para hacerse comprender.

El hecho mismo de haber articulado un lenguaje primitivo fue un paso hacia adelante en el camino hacia la consciencia de sí mismo como persona, pues es a partir de aquí que obtuvo una manera de comunicar a sus semejantes lo que en su cerebro se encontraba.

Una vez que pudo comunicarse con sus semejantes comienza un proceso evolutivo intelectual de sí mismo: comenzó a producirse a sí mismo unas rudimentarias armas para cazar; armas que después habría de mejorar. Con ayuda de sus compañeros trataron de cazar juntos y de mejorar sus primitivas casas, pero todas esas pequeñas mejoras que obtuvo el hombre fueron por medio de un proceso inductivo-deductivo:

El hombre crea determinada cosa, y durante su funcionamiento ve los defectos que tiene, lo que le induce a ver las maneras de mejorarla y deduce que haciendo tales modificaciones funcionará mejor.

Se da cuenta entonces el hombre de que a su alrededor ocurren ciertos fenómenos que no logra explicarse: ve que de arriba cae un líquido de manera abundante; que muchas veces durante la caída de este líquido en el cielo se pueden ver ciertas actitudes (rayos, truenos); que durante cierto tiempo hay luz y después esto cesa para dejar paso a la oscuridad; que hay criaturas vivas que nadie sabe cómo fue que llegaron hasta aquí, que el mismo existe, y es entonces que busca las respuestas a éstas interrogantes. Al no poseer ni la capacidad intelectual para explicar estos fenómenos, ni las herramientas para lograrlo, crea a un ser divino, culpable (a su entender) de todo aquello que el hombre no puede explicarse. Dios hace entonces su aparición en la tierra (82).

Pero conforme va pasando el tiempo las confusiones comienzan a disiparse: el hombre, habiendo salido de las cavernas, descubre los misterios por los cuales del cielo cae agua y el porqué de los fenómenos que acompañan a éste; el hombre ve que el día y la noche se deben a la rotación de la tierra alrededor del sol; Dios se vuelve entonces un absurdo, una explicación obsoleta de la vida humana.

Si los primeros seres humanos hubieran creído que sus rudimentarias herramientas no podían ya ser mejoradas, ni que podrían haber estado equivocados al crearlas, entonces la humanidad jamás hubiera conocido los modernos aparatos de producción de que hoy dispone (83).

Si el ser humano se hubiera conformado con la primitiva idea de que un ser superior creo todo, el ateísmo no hubiera existido, y la humanidad jamás hubiera, por ejemplo, llegado a la luna, en su ansia de explicarse los fenómenos naturales y de investigar el medio que le rodea.

La ciencia, entonces, verifica los fenómenos que el hombre no puede explicarse. Y puesto que los fenómenos de la naturaleza misma son infinitos, no puede ponérsele un límite a la ciencia y decir: No hay más verdad que esta.

Porque se ha visto en la historia de la humanidad que cada vez que se cree haber avanzado lo más posible, se encuentran maneras de mejorar lo ya descubierto.

La ciencia, entonces, no puede ser limitada. Es tonto, absurdo y hasta contra natura creer que una persona puede haber demostrado de una manera infalible tal o cual cosa.

Se pueden hacer demostraciones de verdad. Pero estas verdades no pueden ser sino relativas, jamás absolutas. Lo que hoy es verdad, mañana es mejorado o desmentido.

Quien cree que no hay nada nuevo bajo el sol se engaña a sí mismo. Quien cree que tal cosa descubierta no puede estar equivocada y que no puede ser mejorada, en realidad desconoce o echa por la borda toda la historia evolutiva de la humanidad.

Así sólo actúan los cristianos, ortodoxos como son, creen que su Dios creó todo el universo, y toda discusión con ellos es estéril.

Pero los marxistas no actúan de una manera muy distinta (84)

Por eso, cuando les oímos decir que ellos son Socialistas Científicos, y sin embargo niegan la derrota que ha sufrido el marxismo cuando sus métodos han sido puestos en práctica y que la historia demuestra; cuando nos dicen que Marx hizo una ciencia, y se niegan a reconocer todos los errores que éste cometió; entonces nosotros nos mofamos de su cientificismo que desconoce que la ciencia no puede ser ortodoxa.

La ciencia, como bien dijo Bakunin, tiene en la sociedad el papel de verificar los fenómenos naturales de la vida, no de gobernarla.

Marx se equivocó en mucho, podría yo decir que en prácticamente todo. Y sin embargo seguimos viendo que sus métodos, demostrados como catastróficos por la historia, siguen siendo denominados científicos… ¡no hay peor ciego que el que no quiere ver!

Esa tendencia de Marx a creer que todo puede ser explicado por el simple hecho de ver las condiciones económicas de un pueblo es sencillamente infantil… ¡y es considerado una verdad!

Es verdad que la historia de un pueblo está determinada en una parte por su economía. Pero hay más factores que influyen en ello: las pretensiones de poder político han sido factores que también han determinado la historia de algunos pueblos. Véase por ejemplo la historia de España en el siglo XV y XVI: las conquistas de México, gran parte de Latinoamérica y de algunas ciudades europeas no tuvieron como móvil único la economía, sino más bien el extender el poder político español sobre las demás naciones (85). Además, no se encuentran en la historia casos en los que quien detente el poder político no detente también el económico o viceversa. ¿Imaginamos a un obrero desempleado y empobrecido ejerciendo un cargo en el gobierno? O a la inversa ¿imaginamos un magnate de los negocios impotente de poder pasar por encima de la ley para agrandar sus ganancias?

El asesinato de un personaje importante de la política de un país también ha producido cambios importantes.

Sin embargo, para nuestros marxistas esto no representa nada, Marx dijo una cosa, y ellos lo obedecen sin rechistar, porque Marx había creado “leyes… leyes inmanentes… leyes universales… leyes absolutas… leyes coactivas… leyes infalibles… leyes compulsivas… leyes naturales que trabajan con imperiosa necesidad hacia resultados inevitables” (86), como si tales cosas fuesen posibles.

Es verdad que este solo tema es merecedor de un análisis más profundo. Un análisis exhaustivo de la historia de ciertos países podría demostrar la falsedad de este principio marxista; sin embargo sería un estudio demasiado voluminoso para ser analizado aquí (87). Sin embargo pocos podrán dudar que no sólo la economía sea la responsable de la condición de un pueblo.

Marx dijo:

 

“Ningún orden social puede perecer antes que todas las fuerzas productivas para las que está hecho se hayan desarrollado”

 

De aquí se deducen dos cosas:

1.- Las fuerzas productivas, no digamos ya del mundo, siquiera de un pueblo, no terminan de desarrollarse jamás, pues la continuidad de la tecnología y la ciencia es infinita. Si esto es así, el desarrollo del que nos habló Marx no ha de llegar jamás, es decir, el orden social nuevo al que se aspira tampoco ha de llegar jamás, pues Marx enlaza las dos cuestiones. Valdría entonces hacer dos cosas: a) esperar a que las fuerzas productivas se hayan desarrollado por sí mismas para implantar el nuevo orden social; b) darse cuenta de que las fuerzas productivas no terminarán de desarrollarse jamás y abandonar la lucha contra el Estado y el Capital. En cualquiera de las dos opciones Marx estaba equivocado.

2.- Si se tiende a implantar un nuevo orden social, y este orden no puede ser implantado sino hasta que las fuerzas productivas se hayan desarrollado, entonces la solución –según los marxistas—es bien sencilla: ya que el pueblo no posee dichas fuerzas, se trata entonces de abrir todo lo posible las puertas al capitalismo para que desarrolle las fuerzas productivas. Esto explicaría en parte el porqué del actuar del bolchevismo y el porqué de los continuos acercamientos entre el marxismo y el capitalismo, entre el marxismo y los radicales burgueses. Pero habría que dejar entonces de lado la táctica del marxismo de utilizar a los burgueses radicales y explicar de paso el régimen de terror del bolchevismo. La respuesta entonces se presenta de dos maneras ineludibles: 1.- Marx estaba enteramente equivocado en muchos de sus postulados, en éste en especial; 2.- La relación entre el marxismo y el capitalismo es puramente dialéctica.

Marx esperó, según este precepto, que la revolución estallara ahí donde el capitalismo podía alcanzar su más completo desarrollo, es decir, en los países más avanzados económicamente. Pero contrariamente a lo que Marx pensaba, Bakunin tuvo la razón cuando vio en Rusia el lugar donde, debido a la explotación del capital, estallaría la revolución. La historia lo demostró entonces, y fue un duro golpe a las teorías marxistas.

No hablemos ya de las demás cosas formuladas y defendidas por Marx: la Rusia, la China y la Cuba del siglo XX han demostrado que por medio de la dictadura sólo se llega al despotismo, sin importar si esta dictadura esta barnizada de proletaria; se demostró así mismo que la toma del poder sólo conduce a un nuevo poder explotador; demostró también (y en este caso no sólo Rusia, China o Cuba lo han demostrado, sino la historia completa de la humanidad) que el Estado, sin importar su denominación, nombre o personas que se encuentren en él, es por excelencia el enemigo más grande de la libertad y de la revolución; la revolución rusa y la revolución española demostraron con una claridad tremenda que el camino de la conquista del poder político sólo conduce a los métodos maquiavélicos de el fin justifica los medios; se demostró así mismo que es verdad que el poder económico produce el poder político, y por lo tanto hay que destruir el poder económico. Pero también se ha demostrado que el poder político engendra a su vez el poder económico, y que por lo tanto hay que destruir ambos; en la historia de la humanidad, si algo ha estado siempre presente en la evolución del hombre no ha sido la dialéctica, de la que los marxistas gustan tanto de hablar. Ha sido más bien el método inductivo-deductivo lo que ha acompañado y sigue acompañando el progreso humano… ¡que se muerdan la lengua los defensores del marxismo cuando vean que las ideas de Marx han sido por completo demostradas como falsas!

¿Cómo puede denominarse científica una idea que no se permite ver que sus métodos son falsos?

La ciencia, la verdadera ciencia, es por excelencia heterodoxa.

Entonces, si una idea merece ser llamada en verdad científica, será una idea que jamás se encierra en la verdad absoluta, en la ortodoxia; será una idea siempre abierta y dispuesta a comprobación. Esta disposición a la verificación y esta tendencia a no considerar nada absoluto es lo que ha hecho que el anarquismo tenga diversas ramas económicas, sociales, etc. Si una ideología merece ser llamada en rigor científica, es el anarquismo pero, entiéndase, al decir que el anarquismo es una teoría científica, lo hago tan solo en la base fundamentalmente heterodoxa del anarquismo. Evidentemente el anarquismo debe ser también voluntarista, pues sin el concurso de los individuos nuestros fines no llegarán (88). Entonces bajo este punto de vista la ciencia está más representada con el anarquismo y no con toda la maraña de autoridad ortodoxa que representa el marxismo. El principal error de Marx no fue estar equivocado, sino en haberse creído el Mesías que habría de conducir al pueblo.

 

Las desviaciones e interpretaciones del marxismo o la continuidad de la teoría

He indicado en la introducción de este libro que hay quienes adjudican los resultados del marxismo a unas supuestas desviaciones del marxismo, a interpretar mal al marxismo.

Nos vemos entonces en la necesidad de hacer un par de observaciones sobre este aspecto: Marx proponía una dictadura proletaria que, como ya hemos visto, crearía una antípoda contra sí misma (el pueblo gobernado). El bolchevismo puso en práctica esta propuesta: impuso la dictadura de un puñado de personas sobre la inmensa mayoría del pueblo ruso, y si bien esta práctica, como ya he dicho, suponía modificar la teoría de Marx que asignaba este papel a una clase y no a un partido, la línea estuvo marcada por el propio Marx en prácticamente todo: desde la dictadura de un puñado de personajes, hasta el desplazamiento de los elementos campesinos, y un gobierno supuestamente obrero; Marx proponía la centralización en manos del Estado de prácticamente todo y el bolchevismo lo puso en práctica; Marx proponía utilizar a los elementos burgueses y extraños al proletariado con fines de táctica política, y el bolchevismo no sólo entabló negociaciones con las fuerzas austroalemanes, sino también con el mismísimo Hitler y tenía negocios con las fuerzas fascistas italianas durante la revolución española; en general, la propuesta de Marx revivía la lucha de clases aún dentro del mismo sistema comunista, y el bolchevismo vivió en carne propia esta reactivación de la lucha de clases con el conflicto del gobierno con Kronstadt y Ucrania.

Lenin y los bolcheviques atacaron durante mucho tiempo el revisionismo de Bernstein y de Kautsky. Es verdad que estos acercaban al marxismo de una manera más directa hacia la democracia burguesa y le alejaba de la revolución; pero es verdad también que dentro del marxismo la revolución se encuentra en segundo plano, pues para ellos lo primero no es hacer la revolución social, sino la política: conquistar el poder político. Si la revolución es sólo política no es tal revolución, sino sólo un movimiento político.

Además, al propio tiempo que el bolchevismo leninista atacaba al llamado revisionismo, se acercaba de una manera directa a esa democracia burguesa a la que conducía el revisionismo: Lenin abrió las puertas al capitalismo mundial para reavivar la economía rusa; pero la característica de este movimiento del marxismo es que no sólo se acercaba a la democracia burguesa, sino también a los métodos de terror que posteriormente habría de emplear mismo fascismo.

No se trate entonces de hacer una línea divisoria entre la teoría de Marx y la puesta en práctica del bolchevismo de estos preceptos.

La consecuente situación en la que se encontraba Rusia a manos del bolchevismo después de la muerte de Lenin no era más que la consecuencia de la puesta en práctica del marxismo: Stalin se apoderó del poder, y ante la catastrófica situación económica optó por la solución de cualquier dictador: imponer una dictadura aún mas férrea, abrir las puertas al capitalismo mundial y exterminar por todos los medios a todo cuanto no le prestara idolatría.

La dictadura se hizo más fuerte, y los mismos miembros del partido fueron brutalmente perseguidos, recordemos tan sólo el caso de Trotsky que, aclarémoslo, no era un angelito: era igual de sanguinario y déspota que Stalin; recordemos tan sólo las brutales represiones que Trotsky realizó en contra de los marinos de Kronstadt y los campesinos de Ucrania, así como los miles de presos revolucionarios y los otros tantos fusilados por sus órdenes. Se convirtió entonces Stalin en el nuevo mesías del marxismo y se paso a desprestigiar al Trotskismo, esos perros trotskistas eran aliados del fascismo internacional y habría que exterminarlos.

Pero durante todo el tiempo que duró el Stalinismo se puso de relieve algo característico: la llamada dictadura proletaria se mantuvo; la centralización se hizo más fuerte: ese Estado fuerte y centralizado con el que soñada Marx se estaba realizando: un Estado único, un mando único, un látigo único; se consiguió asimismo utilizar a personajes burgueses o totalitarios para los fines del Estado Proletario, como Hitler; se aprovecho toda situación para hacerla favorable a Rusia y el imperio que ahí había, recuérdese el caso de España; la socialización de los medios de producción no se había conseguido, tal como lo manifestaba Marx respecto de la primera etapa del comunismo, y tal y como Lenin había dicho que esa etapa era imposible implantarla; Lenin había dicho también que a quien habría que someterse era al proletariado, y los campesinos de Rusia, los miles de exiliados en la Siberia pueden manifestar que a quienes se sometieron fue precisamente a ese proletariado aburguesado que pretendía representar el Stalinismo y que, lógicamente, no representaba, pues aun el mismo proletariado era sometido al despotismo del régimen stalinista

Es entonces ridículo hablar de distorsiones del marxismo cuando el mismo Marx proponía tales métodos; Lenin, Trotsky, Stalin, Mao, etc., no son sino el resultado, la evolución de las ideas de Marx. Se sabe también que en la carrera por conquistar el poder político se tienen que poner en práctica ciertos métodos: la anulación de la oposición, las estratagemas para mantener a dicha oposición en los términos que impongan las circunstancias, y por fin, conquistar el poder político.

Los métodos de terror y sangre de estos personajes son el resultado de la carrera por conquistar el poder político que Marx había acuñado como el objetivo principal del Partido.

Pero de esto no se puede excluir a Bernstein y Kautsky: ellos no son sino el resultado de las teorías marxistas: Marx, al proponer la utilización de ciertos personajes burgueses como táctica política no hacía sino acercar al proletariado a sus enemigos; Bernstein, Kaustky y los revisionistas fueron entonces el resultado de las mismas teorías marxistas. Si estos habían abandonado ciertos preceptos del marxismo fue precisamente porque el camino hacia donde fueron y qué el mismo Marx les marcara, debía conducir lógicamente a tales resultados.

No se puede hablar entonces de distorsiones del marxismo, ni de malas interpretaciones marxistas, sino de una evolución y puesta en práctica del marxismo, por lo menos en cuanto a los conceptos que Marx tenía sobre como hacer la revolución y sobre los objetivos inmediatos y finales de esta.

Por lo tanto, ni en Trotsky, ni en Lenin, ni en Stalin, ni en Mao, ni en Bernstein, ni en Kautsky pueden encontrarse tales desviaciones (89)

 

Acotaciones Sobre las Opiniones del Señor Engels

En su obra El Anti-Dühring Engels hace algunas observaciones que nos van a ser de utilidad aquí. No reproduciremos el texto entero, pues no viene al caso con el propósito que tenemos, por cuanto que es una crítica a un personaje, y no es del todo un texto teórico, por ello sólo tomaremos la parte en la que habla acerca del Estado.

Así es que aun a nuestro pesar, tendremos que leer una parte del texto de Engels, previniendo al lector, sobre las cosas que aquí pueda encontrar. Leámosle.

 

“El proletariado toma el poder estatal y comienza por convertir los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este acto se destruye así mismo como proletariado y destruye toda diferencia, y todo antagonismo de clase, y con ello mismo el Estado como tal. La sociedad, que se ha movido hasta ahora entre antagonismos de clase, ha tenido necesidad del Estado, o sea de una organización de la clase explotadora para mantener las condiciones exteriores de producción, y por tanto, particularmente, para mantener por la fuerza a la clase explotada en las condiciones, de opresión (la esclavitud, la servidumbre, el trabajo asalariado), determinadas por el modo de producción existente. EI Estado era el Representante oficial de toda la sociedad, su síntesis en una corporación visible; pero lo era tan sólo como Estado de la clase que en su época representaba a toda la sociedad: en la antigüedad era el Estado de los ciudadanos esclavistas; en la Edad Media, el de la nobleza feudal; en nuestros tiempos es el de la burguesía. Cuando el Estado se convierta finalmente en representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo. Cuando ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad –la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad- es a la par su último acto independiente como Estado. La intervención del Poder estatal en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro y se adormecerá por sí misma. El gobierno sobre las personas será sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será "abolido": se extinguirá. Partiendo de esto es como hay que juzgar el valor de esa frase que habla del “Estado popular libre", frase que durante cierto tiempo tuvo derecho a la existencia como consigna de agitación, pero que, en resumidas cuentas, carece en absoluto de fundamento científico. Partiendo de esto es también como debe ser considerada la exigencia de los llamados anarquistas de que el Estado sea abolido de la noche a la mañana" (90).

 

Vayamos por partes.

El señor Engels comienza por decir que:

 “El proletariado toma el poder estatal y comienza por convertir los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este acto se destruye así mismo como proletariado y destruye toda diferencia, y todo antagonismo de clase, y con ello mismo el Estado como tal”

Es decir, una determinada capa de la sociedad denominada proletario, toma el poder, es decir, deja de ser proletario, como el mismo lo confiesa “Pero con este acto se destruye así mismo como proletariado”, trastocado en parte del Estado, es decir, en gobernante, el nuevo gobierno, con su naturaleza centralizadora, con sus aparatos de represión, con todo centralizado en sus manos, ¿se destruye a sí mismo? ¿en qué cabeza sana cabe que eso suceda?

Pero Engels continúa:

“Cuando ya no exista ninguna clase social a la que haya que mantener en la opresión; cuando desaparezcan, junto con la dominación de clase, junto con la lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá ya nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el Estado”

Dentro de lo que ellos llaman “dictadura del proletariado” existirá, claramente, una clase que será oprimida por el Estado proletario; pues es evidente, como ya hemos dicho, que para que haya gobierno debe haber gobernados. Esta clase, confiesa Engels será “mantenida en la opresión”. ¿De qué libertad e igualdad nos hablan?

Por su puesto, Engels se entretiene hablando de “la actual anarquía de la producción” y más adelante nos dice que:

“El primer acto en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de toda la sociedad –la toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad- es a la par su último acto independiente como Estado”

Es decir, el Estado expropia a la burguesía “en nombre de la sociedad”… ¡pero no es la sociedad, el pueblo quien lo expropia, sino el gobierno! ¡Y se pretende que semejante abuso sea “su último acto independiente como Estado”! ¡Precisamente se eliminaría a sí mismo cuando más fuerte es!

“La intervención del poder estatal en las relaciones sociales se hará superflua en un campo tras otro y se adormecerá por sí misma. El gobiernos sobre las personas será sustituido por la administración de las cosas y por la dirección de los procesos de producción”

Según Engels, la extinción del Estado se realizará como algo natural que caduca y muere por sí mismo. Pero olvida fatalmente decir que el Estado es rejuvenecido y renovado por la enorme fuerza que le da la centralización que ellos piden que se haga en manos del Estado. Si olvidamos esto podemos entonces abordar a los sueños de los marxistas; pero si nos mantenemos en la realidad, veremos que cuando se centraliza todo en manos del Estado, los planes de que éste “caduque por sí mismo” se van al baúl de los sueños, pues son imposibles.

Con lo cual nos encontramos de nuevo con la constante pregunta: si sabían esto, ¿entonces mentían por querer obtener el poder ellos? Y si no mentían e ignoraban esto, ¿dónde queda su cientificismo?

¿De qué valen ahora las palabras de Engels que gritan que

 

“El Estado no será "abolido": se extinguirá. Partiendo de esto es como hay que juzgar el valor de esa frase que habla del “Estado popular libre", frase que durante cierto tiempo tuvo derecho a la existencia como consigna de agitación, pero que, en resumidas cuentas, carece en absoluto de fundamento científico. Partiendo de esto es también como debe ser considerada la exigencia de los llamados anarquistas de que el Estado sea abolido de la noche a la mañana”?

 

Engels repite aquí su concepción de que el Estado que ellos proponen se debe extinguir y no abolir. Dejando de lado el oportunismo y la conveniencia de Engels, habremos de ver que esto ha sido repetido por muchos de sus adeptos. El mismo Lenin nos lo dice en El Estado y la Revolución:

 

“El Estado burgués sólo puede ser “destruido” por la revolución. El Estado en general, es decir, la más completa democracia, sólo puede “extinguirse” (91)

“La sustitución del Estado burgués por el Estado proletario es imposible (92) sin una revolución violenta. La supresión del Estado proletario, es decir, la supresión de todo Estado, sólo es posible por medio de un proceso de “extinción”” (93)

 

He aquí, como es que los bolcheviques podían decir que la represión del pueblo ruso alzado contra ellos respondía perfectamente a las doctrinas dictadas por Engels y Marx y ejecutadas por Lenin, acerca de que el Estado por ellos creado sólo podía extinguirse, y no abolirse. Quien lo intentara, según sus ideas, estaría yendo en contra de los sacrosantos principios marxistas, únicos fundados –siempre según ellos—en la ciencia, y por tanto hacer el juego a la contrarrevolución.

Esta rolliza ignorancia de los marxistas condujo al Estado totalitario complementado –Pues Lenin ya lo había formado y desarrollado- por Stalin.

En realidad un alzamiento popular violento contra el nuevo poder Bolchevique era lo más real y justo que pudo haber hecho el pueblo ruso; tan sólo las bayonetas bolcheviques impidieron -¡dialéctica de la historia!- la realización del verdadero comunismo. Pero sigamos con nuestro tema.

Acerca de la abolición del Estado, en la carta a Bernstein (aquél mismo que después contradijo a la muerte de Engels muchos de sus supuestos métodos científicos) fechada el 28 de enero de 1884, Engels decía que él y Marx habían:

 

“profetizado la destrucción del Estado antes de que los Anarquistas existiesen siquiera” (94)

 

Para probar ello, cita dos párrafos, uno de la Miseria de la Filosofía, y el otro, del Manifiesto del Partido Comunista. Leamos la parte de la Miseria de la Filosofía:

 

“A medida que se desarrolle, la clase obrera reemplazará a la vieja sociedad civil por una asociación de la que quedarán excluidas las clases y su antagonismo, y no habrá ya poder político –el así llamado en propiedad- desde que el poder político es un exacto resumen oficial de los antagonismos de la sociedad civil”

 

Y la parte que corresponde al Manifiesto dice así:

 

“Cuando, en el curso del desarrollo, hayan desaparecido las clases… el poder público perderá su carácter político. El poder político, así llamado con propiedad, es simplemente la fuerza organizada de una clase para la opresión de otra clase”

 

Con todo esto, el señor Engels parece ignorar o querer ignorar por completo la historia del anarquismo. Pero bueno, sabemos cómo actuaban, y no pretendemos cambiarles, sólo mostrar su ignorancia por un lado, o su mal actuar por el otro, veamos:

Cuando Marx escribe Miseria de la Filosofía, es en el año 1847, y como intento de replica a la obra Sistema de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria de Proudhon, éste último ya había escrito en 1840 su obra ¿Qué es la Propiedad? que sería lo que lanzaría a Marx en vías del socialismo. En esta obra, Proudhon haría un ataque brutal en contra de uno de los pilares del Estado, la Propiedad, y se declaraba ahí simpatizante de acabar con el Estado; hablaba ya de una “Anarquía Positiva”, de la organización de la economía a manos del pueblo, y fue el primero en declararse abiertamente anarquista.

Y si queremos remontarnos aún más, uno de los propulsores del anarquismo francés, William Godwin, escribía en el año 1793 su obra Investigación Acerca de la justicia Política en la que también hablaba de una sociedad sin gobierno.

¿Queremos remontarnos más? Sólo citemos este pasaje que data del año 1535 de un Holandés Anabaptista, citado por Paul Avrich en su libro sobre Los Anarquistas Rusos:

 

“¡Golpead a muerte, golpead a muerte a todos los Monjes y los Curas, Destruid todos los Gobiernos del Mundo, especialmente el nuestro!”

 

¿Más aún? Dice el profesor Bert F. Hoselitiz, de la Universidad de Chicago en el prefacio a la edición en ingles del libro La Filosofía Política de Bakunin del anarquista ruso G. P. Maximof:

 

“Poseemos textos de más de dos mil años en los que no solo se describen sociedades humanas sin Gobierno, ejercito ni leyes restrictivas, sino que también aseguran que este tipo de relaciones sociales es el ideal del género humano”

 

Me gustaría reproducir el texto entero, pero ello nos llevaría a una inmensa descripción de los orígenes del anarquismo; cosa que escapa a este tema, pero sí dejar en claro que el ideal anárquico ha existido hace ya mucho, mucho tiempo; que si bien no podemos considerar el anarquismo en su forma económica antes de Proudhon, los ideales de eliminación del Estado y del gobierno, con los cuales el anarquismo es la manifestación más acertada, han existido desde hace mucho tiempo. Punto aparte de que con lo dicho es suficiente.

Cuando todo esto sucedía, en 1793 Marx y Engels no habían siquiera nacido (95), y en 1840 aun les faltaban 8 años para sacar el Manifiesto del Partido Comunista. ¿Necesito hablar del año 1535, y de la cita del profesor Bert F. Hoselitiz?

¿De dónde sacaban entonces que ellos habían “profetizado la destrucción del Estado antes de que los anarquistas existiesen siquiera”?

¿De qué sirve, pues, que Engels haya escrito semejante mentira a Brenstein? ¿No es esto una prueba más de la manera en que solían mentir?

Pero aún falta más, en el artículo aparecido en el Almanaco Republicano Per l’Anno en el año 1873, en el cual Marx y Engels, harían dos artículos teóricos, de Marx aparecería Sobre la Indiferencia en Materia Política y de Engels, De la Autoridad, que es el que nos interesa por ahora. Tendremos, de nuevo, que pasar por la pesadumbre de leer a Engels. Leámosle pues:

 

“Algunos socialistas sostienen en estos últimos tiempos, una cruzada en regla contra lo que llaman el principio de autoridad. Es suficiente decir que tal o cual acto es autoritario para que ellos lo condenen. Se abusa hasta tal punto de esta manera sumaria de proceder que es necesario examinar la cosa desde más cerca. Autoridad, en el sentido de la palabra de que se trata, quiere decir: imposición de la voluntad de otro sobre la nuestra, y, por otra parte, autoridad supone subordinación. Ahora bien, por más que esas dos palabras suenen mal y que la relación que representan sea desagradable a la parte subordinada, se trata de saber si hay forma de superarla y si -dadas las condiciones actuales de la sociedad- podremos dar vida a otro estado social, en el cual la autoridad ya no tendrá razón de ser y, en consecuencia deberá desaparecer.

Examinando las condiciones económicas, industriales y agrícolas que son la base de la sociedad burguesa actual, encontramos que tienden cada vez más a reemplazar la acción aislada por la acción combinada de los individuos. La industria moderna ha reemplazado los pequeños talleres de productores aislados por grandes fábricas donde centenares de obreros vigilan máquinas complicadas movidas por vapor, los automóviles y los camiones de las grandes carreteras son suplantados por los trenes de las vías férreas, así como los pequeños goletas y falúas a vela lo han sido por los barcos a vapor. La agricultura misma cae poco a poco bajo el dominio de la máquina y el vapor, los cuales reemplazan lenta pero inexorablemente a los pequeños propietarios por los grandes propietarios que cultivan, con la ayuda de obreros asalariados, grandes superficies de terreno.

Por doquiera la acción combinada, la complicación de los procesos interdependientes sustituye a la acción independiente de los individuos. Pero quien dice acción combinada, dice organización; ahora bien, la organización ¿es posible sin autoridad?

Supongamos que una revolución social haya destronado a los capitalistas en cuyas manos reside ahora la autoridad de controlar la producción y la circulación de las riquezas. Supongamos, para situarnos enteramente en el punto de vista de los antiautoritarios, que la tierra y los instrumentos de trabajo hayan devenido propiedad colectiva de los trabajadores que las emplean. La autoridad, ¿habrá desaparecido o no habrá hecho sino cambiar de forma? Veamos. Tomemos a título de ejemplo una hilandería de algodón. El algodón debe sufrir seis operaciones sucesivas antes de ser reducido al estado de hilo, operaciones que se hacen, en su mayoría, en salas diferentes. Además, para mantener las máquinas en movimiento, es necesario un ingeniero que controle la máquina a vapor, mecánicos para las reparaciones diarias y numerosos peones encargados del transporte de los productos de una sala a otra, etc. Todos esos obreros, hombres, mujeres y niños son obligados a comenzar y terminar su trabajo a horas determinadas por la autoridad del vapor que se burla de la autonomía individual. Hace falta, en principio, que los obreros estén de acuerdo sobre los horarios de trabajo, y esas horas, una vez fijadas, se convierten en regla para todos sin ninguna excepción. Luego, en cada una de las salas y en todo momento, surgen cuestiones de detalle acerca del modo de producción, la distribución de los materiales, etc., cuestiones que es necesario resolver sobre la marcha, bajo pena de ver detenerse inmediatamente toda la producción, y que se resuelven por la decisión de un delegado propuesto por cada rama del trabajo o por el voto de la mayoría. Allí donde esto es imposible la voluntad de cada uno deberá siempre subordinarse, esto es, que los problemas se resolverán autoritariamente. El mecanismo automático de una gran fábrica es mucho más tiránico que lo que lo han sido jamás los pequeños capitalistas que emplean obreros. Para las horas de trabajo, al menos, se puede inscribir en la puerta de la fábrica: ¡Quien entre aquí, que deje fuera toda autonomía! (96) Si por la ciencia de su genio inventivo, el hombre ha sometido a las fuerzas de la naturaleza, éstas se vengan de él sometiéndolo, en tanto las usa, a un verdadero despotismo independiente de toda organización social. Querer abolir la autoridad en la industria, es querer abolir la industria misma, es destruir la hilandería a vapor para retornar a la rueca.

Tomemos, como otro ejemplo, un ferrocarril. También aquí la cooperación de una infinidad de individuos es absolutamente necesaria, cooperación que debe tener lugar a horas muy precisas para que no se produzcan desastres. También aquí, la primera condición del empleo es una voluntad dominante que elimina toda cuestión subordinada, una voluntad representada sea por un solo delegado, sea por un comité encargado de ejecutar las decisiones de la mayoría de los interesados. En uno u otro caso, hay una autoridad muy pronunciada. Pero, eso no es todo: ¿En qué se convertiría el primer tren a punto de salir si se aboliese la autoridad de los empleados del ferrocarril sobre los señores pasajeros? La necesidad de la autoridad y de una autoridad imperiosa no puede ser más evidente que sobre un navío en alta mar. Allí, en el momento del peligro, la vida de todos depende de la obediencia instantánea y absoluta del conjunto a la voluntad de uno solo.

Cuando adelanté argumentos similares a los más furiosos antiautoritarios, éstos sólo supieron responderme: ¡Ah! Es cierto, pero en este caso no se trata de una autoridad que conferimos a nuestros delegados, sino de una tarea. Estos señores creen haber cambiado las cosas cuando apenas han cambiado los nombres. He aquí como esos profundos pensadores se burlan del mundo.

Acabamos de ver que, por una parte, cierta autoridad, delegada no importa como, y por otra parte, cierta subordinación, son cosas que, independientemente de toda organización social, se nos imponen como resultado de las condiciones materiales en las cuales producimos y hacemos circular los productos.

Hemos visto, además, que las condiciones materiales de producción y de circulación se acrecientan inevitablemente por la gran industria y la gran agricultura y tienden cada vez más a extender el campo de esta autoridad. Es pues absurdo hablar del principio de autoridad como de un principio absolutamente malo, y del principio de autonomía como de un principio absolutamente bueno. La autoridad y la autonomía son conceptos relativos cuyos dominios varían en las diferentes fases de la evolución social. Si los autonomistas se limitaran a decir que la organización social del futuro restringirá la autoridad a los mínimos niveles exigidos por las condiciones de la producción, podría entenderse; en lugar de ello, permanecen ciegos ante todos los hechos que la hacen necesaria y se levantan contra la palabra.

¿Por qué los antiautoritarios no se limitan a alzarse contra la autoridad política, contra el Estado? Todos los socialistas están de acuerdo en admitir que en el Estado político de la próxima Revolución Social, las funciones públicas perderán su carácter político y se transformarán en simples funciones administrativas que protejan los verdaderos intereses sociales. Pero los antiautoritarios piden que el Estado político autoritario sea abolido de golpe, aún antes de haber destruido las condiciones sociales que lo hicieron nacer. Piden que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿Han visto alguna vez una revolución, estos señores? Una revolución es ciertamente la cosa más autoritaria que existe; es el acto por el cual un partido del pueblo impone su voluntad al otro por medio de fusiles, de bayonetas y de cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere combatir en vano, deberán mantener su poder por el miedo que sus armas inspirarán a los reaccionarios. La Comuna de París ¿hubiera durado un solo día, si no se hubiera servido de esta autoridad del pueblo armado frente a los burgueses? ¿No se puede, por el contrario, reprocharle que no lo haya hecho más ampliamente?

Así, pues, una de dos: o los antiautoritarios no saben lo que dicen y, en este caso, siembran la confusión; o bien, lo saben y, en ese caso: traicionan el movimiento del proletariado. Tanto en un caso como en el otro, sirven a la reacción.”

 

Comienza por decir que a los antiautoritarios les basta con decir que esto es autoritario para combatirlo; continua hablando sobre la industrialización que sustituyo a los pequeños talleres, cosa que no tiene nada que ver con la autoridad, pero que hábilmente lleva hasta donde le place. Dice que:

“Por doquiera la acción combinada, la complicación de los procesos interdependientes sustituye a la acción independiente de los individuos. Pero quien dice acción combinada, dice organización; ahora bien, la organización ¿es posible sin autoridad?”… “Supongamos, para situarnos enteramente en el punto de vista de los antiautoritarios, que la tierra y los instrumentos de trabajo hayan devenido propiedad colectiva de los trabajadores que las emplean. La autoridad, ¿habrá desaparecido o no habrá hecho sino cambiar de forma? Veamos. Tomemos a título de ejemplo una hilandería de algodón.”

¡Habla de la revolución y compara ésta, ni más ni menos que con una hilandería de algodón! ¡Como si la revolución social fuese tan pequeña como una fábrica; como si pudieran compararse en organización! Continúa describiendo la manera en que debían procesarse el algodón, antes de quedar en condición de hilo; pero al hablar sobre la organización del trabajo nos dice que:

“Todos esos obreros, hombres, mujeres y niños son obligados a comenzar y terminar su trabajo a horas determinadas por la autoridad del vapor que se burla de la autonomía individual.”

O sea, el señor Engels, uno de los creadores del “Socialismo Científico”, nos está diciendo que la autoridad que ellos pretenden imprimirle a la revolución, es igual a la que le imprime…¿el vapor a las horas de trabajo!?

Inmediatamente, en las líneas siguientes se da a sí mismo la respuesta que anda buscando, cuando escribe que:

“Hace falta, en principio, que los obreros estén de acuerdo sobre los horarios de trabajo, y esas horas, una vez fijadas, se convierten en regla para todos sin ninguna excepción.”

De la misma manera, no hace falta que “la autoridad del vapor se burle de la autonomía individual” para que los obreros comprendan que hay que tener dentro de toda fábrica o taller, una ORGANIZACIÓN, que en cuanto sea comprendida por todos, se convierte en regla general, relegando la autoridad que éste defiende al bote de la basura.

“Allí donde esto es imposible la voluntad de cada uno deberá siempre subordinarse, esto es, que los problemas se resolverán autoritariamente”

No, no se resolverán “autoritariamente”, se resolverán por medio del consenso, esto parece que no lo entienden, pues creen que la organización de cualquier cosa ha de ser resuelta por medio de una mente “brillante” que hablará, decidirá, y en fin, gobernará sobre los demás, en virtud de una inteligencia supuestamente superior.

“Querer abolir la autoridad en la industria, es querer abolir la industria misma, es destruir la hilandería a vapor para retornar a la rueca”

No, la llamada “autoridad industrial” que hoy se emplea en las fábricas, y por medio de la cual los trabajadores realizan una labor que no comprenden, pues sólo obedecen órdenes, esta autoridad industrial, decimos, será sustituida por el conocimiento y el consenso que los trabajadores han de hacer suyos.

Y por otro lado, recordamos nuevamente que aunque esta autoridad fuese necesaria en una fábrica, en nada se compara con la brutal centralización y puesta en pie de amplios aparatos represivos contra el pueblo, que es lo que su autoridad defiende.

Pero aquí no termina todo este chiste mal jugado de Engels; al hablar sobre la organización de los ferrocarriles, nos pregunta:

“¿En qué se convertiría el primer tren a punto de salir si se aboliese la autoridad de los empleados del ferrocarril sobre los señores pasajeros?”

Estos señores miran al pueblo no en fábula, ni en alusión a la ligera, sino realmente como viles rebaños tontos que necesitan de una dura dirección para funcionar.

No comprenden que no hace falta “la autoridad de los empleados del ferrocarril sobre los señores pasajeros” si estos últimos comprenden que hay normas, no autoritarias ni impuestas por nadie, sino comprendidas y aceptadas por todos, que hay que respetar para el buen funcionamiento de las cosas.

“La necesidad de la autoridad y de una autoridad imperiosa no puede ser más evidente que sobre un navío en alta mar. Allí, en el momento del peligro, la vida de todos depende de la obediencia instantánea y absoluta del conjunto a la voluntad de uno solo”

Sí, en casos extremos, cualquiera, hasta el más antiautoritario estaría dispuesto no a obedecer, sino a seguir las indicaciones de una persona que más conoce de una determinada situación que uno que no está del todo informado; pero este tipo de casos, recordamos de nuevo, nada tienen que ver con la autoridad brutal que ellos quieren imponer al pueblo.

“Es pues absurdo hablar del principio de autoridad como de un principio absolutamente malo, y del principio de autonomía como de un principio absolutamente bueno”

El enorme contrincante de Marx, Bakunin, en su libro Dios y el Estado habla precisamente de eso, aclarando que:

 

“El hombre jamás puede ser completamente libre en relación a las leyes naturales y sociales" (97)…

"No es posible ninguna rebelión contra las leyes de la naturaleza, por la simple razón de que el hombre mismo es un producto de la naturaleza, que existe en virtud de esas leyes. Una rebelión de su parte sería... un intento ridículo, un verdadero suicidio, una rebelión contra sí mismo. Y cuando el hombre toma la decisión de destruirse a sí mismo, o inclusive cuando lleva a cabo ese proyecto, nuevamente actúa de acuerdo con esas mismas leyes naturales, de cuyo cumplimiento nada puede exceptuarlo: ni el pensamiento, ni la voluntad, ni la desesperación, ni la vida, ni la muerte. El hombre mismo no es otra cosa sino naturaleza. Sus sentimientos más sublimes o más monstruosos, las resoluciones o manifestaciones más perversas, más egoístas o más heroicas, sus pensamientos más abstractos, más teológicos o más insanos, todo eso no es otra cosa que naturaleza. La naturaleza rodea, penetra y constituye toda su existencia. ¿Cómo podría jamás escapar de ella?" (98).

“La libertad del hombre consiste en la obediencia a las leyes naturales en tanto las ha reconocido por sí mismo como tales y no porque le hayan sido impuestas por una voluntad extrínseca cualquiera, ya sea divina o humana, colectiva o individual ". (99)

 

Estos textos dejan muy en claro que el concepto de autoridad dentro del anarquismo no es como Engels pensaba, pues sabemos que existen unas leyes naturales, o una “autoridad natural” si así les gusta más a los marxistas, a la que no podemos ni atacar, ni desobedecer.

Pero todo esto lo desconocen o lo ocultan los marxistas.

Continuando con el relato de Engels, éste continúa en sus ataques a los anarquistas diciendo que:

“Piden que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿Han visto alguna vez una revolución, estos señores? Una revolución es ciertamente la cosa más autoritaria que existe; es el acto por el cual un partido del pueblo impone su voluntad al otro por medio de fusiles, de bayonetas y de cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido victorioso, si no quiere combatir en vano, deberán mantener su poder por el miedo que sus armas inspirarán a los reaccionarios”

A la pregunta del señor Engels ¿Han visto alguna vez una Revolución estos señores? Podemos responder a esto diciendo que ello le debió preguntar a Marx. Marx jamás empuño un arma, dirigió una barricada o hizo algún acto decisivo para defender las teorías que él mismo escribía. Jamás tuvo el valor para lanzarse a las calles a hacer esa revolución que tanto le llenaba la boca. Lo más cerca que estuvo de un arma fue cuando las compraba para que otros pelearan por sus ideas.

Ahora, ¿una revolución es lo más autoritario que existe?

No, no es “el acto por el cual un partido impone su voluntad al otro por medio de fusiles, de bayonetas y de cañones”.

Muy por el contrario: si se emplean las bayonetas, los cañones, etc., pero no es para imponerse sobre otro, pues ello nos llevaría al juego que estos señores quieren: unos se imponen, otros se someten. Como en Rusia. Sino para recuperar lo que le ha sido arrebatado, ello, señores marxistas, se llama AUTODEFENSA. Y nada tiene que ver con el autoritarismo que ustedes defienden, es simplemente la recuperación de aquello que los ricos le han arrebatado al pueblo; por medio de las bayonetas, los fusiles y en fin, de las armas, pero no para dominar a otra clase, que sería el nuevo proletariado explotado, sino para eliminar las clases sociales.

Para cerrar este capítulo sobre Engels, repitámosle sus mismas palabras: “Así, pues, una de dos: o los autoritarios no saben lo que dicen y, en este caso, siembran la confusión; o bien, lo saben y, en ese caso: traicionan el movimiento del proletariado. Tanto en un caso como en el otro, sirven a la reacción.”

 

Su Idea de la Revolución

El sueño de conseguir el comunismo mediante un Estado obrero de los marxistas es imaginado de esta manera: ante la evidencia de dos clases antagónicas, que luchan mutuamente entre sí, una para dominar a la otra, y esta para destruir aquélla, el proletariado inevitablemente se constituye en una clase de lucha, que buscará la destrucción de sus explotadores.

Para ello, hace falta una organización que sirva para la lucha, esto es, crear un partido del pueblo. Este partido procederá a la búsqueda del poder político por todas las formas: ya sea en las elecciones:

 

“La salida del parlamentarismo no está, naturalmente, en abolir las instituciones representativas y la elegibilidad, sino en transformar las instituciones representativas de lugares de charlatanería en lugares de trabajo” (100)

 

Ya sea en transacciones con los burgueses radicales, a los que sólo ayudará a tomar el poder para después vencerles de una manera más sencilla a ellos que a los burgueses recalcitrantes (101).

Es decir, antes de proceder a su emancipación económica, el proletariado deberá realizar una revolución política.

Hecho esto, el pueblo, habiendo ayudado a los burgueses radicales a subir al poder, se lanza a las armas. Consciente o no de aquello por lo que lucha.

Bajo la dirección de la vanguardia marxista, consigue el pueblo la victoria sobre el actual Estado.

Hecho esto, y puesto que –dicen ellos-- el proletariado necesita una dirección que sepa dirigir la revolución, y hacerla llegar al comunismo, todo se centraliza en grandes haciendas, y al decir todo, se refieren a la riqueza social, los medios de producción, las fuerzas armadas, en fin, todo.

“El proletariado se valdrá de su dominación para ir arrancando gradualmente (102) a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado…” (103)

Se crea pues, un Estado obrero provisional, imprescindible para preparar el camino hacia el comunismo, porque no se puede llegar al comunismo de golpe; hacerlo sería en palabras de Marx: “Querer poner la carreta delante de los bueyes”.

Realizado esto, los dirigentes del Estado obrero (que ya podemos imaginar quienes serán) procederán a organizar la economía del pueblo, se pagará a cada trabajador el producto de su trabajo, y sólo se tomarán del erario público lo necesario para mantener al Estado y sus funciones burocráticas:

1.- Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra, para los gastos del Estado

2.- Fuerte impuesto progresivo

5.- Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exclusivo

6.- Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte

8.- Obligación de trabajar para todos (104).

La burguesía, que se resistirá a morir, pondrá todos los medios necesarios de su parte para acabar con la revolución (105).

Para evitar ello, el proletariado, elevado al rango de clase dominante (106), creará una organización que también estará dirigida por una minoría, que se encargara de los aspectos de táctica militar (blanquísimo puro), y la represión estará encaminada contra todo elemento opuesto a la revolución dirigida desde arriba por el nuevo Estado.

 

“El ejército permanente y la policía son los instrumentos fundamentales de la fuerza del poder Estatal” (107)

 

Así pues, el proletariado, mediante su dictadura, (mezcla extraña de jacobinismo y blanquismo) aplasta definitivamente a la burguesía, implanta su clase sobre la clase burguesa.

Este Estado obrero y esta dictadura son, no un aparato de opresión hacia el proletariado, sino un aparato de liberación de éste, y de opresión hacia la burguesía, para exterminarla definitivamente y hasta que haya sido eliminada del mundo entero (108).

Una vez derrotada la Burguesía, y reconstruida la economía por el aparato estatal, se procederá entonces hacia la construcción de un mundo comunista.

Pasado un tiempo (!), tres generaciones, según Bujarin y aun 20 años o más “…y después de veinte o treinta años surgirá un nuevo mundo con otros hombres y otras costumbres” (109), en el que según ellos, el proletariado deberá ser educado bajo las nuevas formas de vida (110), se disuelven las clases sociales, y entonces, y sólo entonces, el Estado se extingue (111)

Extinguido éste, las funciones, que antes eran gubernamentales (112), se transforman en funciones administrativas.

El proletariado, libre por fin, y exterminada la burguesía en el mundo entero, se encamina hacia su emancipación tanto económica como política y social, por el camino hermoso del comunismo.

¿Bello verdad?

 

La Teoría de la Práctica

Volvamos a la realidad. Esta es en verdad una revolución de tipo marxista.

Es verdad que existen principalmente dos clases sociales (pues no son las únicas) que se combaten mutuamente y que una (la trabajadora) está destinada a eliminar a la otra (la explotadora), punto que ya hemos aclarado antes en el capítulo de Divagaciones del marxismo sobre el papel del proletariado como clase de lucha.

Sí, para ellos importa ante todo atraer a sí a una buena parte del proletariado (113). No importa mucho si esta parte conoce o no el ideal marxista (sic). Esto último he tenido la oportunidad de verlo en persona.

El proletariado, absorbido por el trabajo arduo, no dispone de tiempo para cultivarse una buena cultura, al menos una buena parte del proletariado; por esto mismo es blanco fácil para los marxistas que, con unas bonitas palabras, expresadas más o menos en el sentido de que están a favor de los obreros (114), los arrastran hacia su causa.

Conseguida esta parte del proletariado (en donde, haciendo honor a la verdad, también habrá una reducida parte de quienes si estén –y entonces es aún peor-- totalmente en contacto con las ideas marxistas, y las comparten) se crea el partido marxista, que no es otro que una organización vertical, con líderes, dirigentes, en fin, una burocracia partidista.

Este partido buscará las maneras de conquistar el poder, ya desde las negociaciones con radicales burgueses, para utilizarlos por táctica política (115), ya intentando otras formas de obtener el poder político, el Estado.

Sea por medio de las elecciones, en las que participará a lado de los burgueses que dice combatir, sea por medio de intentos de golpes de mano contra el Estado, pero sólo para conquistarlo.

Si estos procedimientos fallasen, realizan la agitación necesaria para que el pueblo se lance a las armas.

Este acto debe –dicen- ser dirigido por la vanguardia de la revolución, es decir, el partido marxista (116).

Comienza la lucha entre los obreros organizados en el partido marxista y la burguesía, pero esta no dejará sus bienes tan sencillamente, sino que luchará fieramente por defenderlos. En el territorio que los trabajadores hayan triunfado, no los dirigentes, sino los trabajadores engañados, se creará un Estado obrero formado, igualmente, por la vanguardia de la revolución, porque son –según ellos- los más aptos.

Inmediatamente los marxistas se apresuran a tomar las riendas de la maquinaria estatal. Pasan pues, todos los medios de producción y la riqueza social a manos del Estado pretendido obrero, claro, este Estado estará en realidad en manos del partido, y no de los obreros.

Formado este nuevo grupo gobernante, se procede a hacer funcionar la economía, los trabajadores recibirán instrucciones (por no decir órdenes) del Estado, que será quien les asignará su jornada de trabajo, así como su paga.

Esta primera fase del comunismo no representará para el pueblo mejoramiento alguno; tan sólo el amo habrá cambiado de nombre y de vestidura, pero seguirá existiendo.

Pronto se ven impotentes de poder dirigirlo todo. Porque la vida de un pueblo, su economía, su gente, es tan amplia y por lo mismo tan compleja, que sería necesario que fueran casi dioses que lo comprendieran y conocieran todo, para poder dirigir bien una sociedad desde una oficina con pleno conocimiento de absolutamente todo y sin depender de un ejército armado que obligase a la gente a obedecer, aún cuando estuviesen equivocados y ello trajera una mala organización social.

El antagonismo natural que existe entre gobierno y pueblo se pone de manifiesto cuando los auténticos trabajadores, aquéllos que manejan las máquinas, que construyen casas, etc., y no los que se dicen trabajadores manejando la única herramienta del látigo que ha de golpear al pueblo, los auténticos trabajadores, decía, se ven imposibilitados de libertad para gestionarse, a no ser que sea obedeciendo las ordenes del gobierno.

Sentado ya el exproletariado en el poder, trastocado en gobernante, tenderá a realizar el sueño de todo gobierno: mantener una paz que le afirme en el poder, y esta paz nunca es conseguida de las maneras más nobles.

Echada a andar la maquinaria del Estado obrero, cual bola de nieve rodando absorberá todo cuanto pueda de poder. Y como lo demuestra la historia, el poder estatal es opresión.

Comienzan, como todo poder estatista, a rodearse de todo un aparato burocrático y coercitivo, indispensable para todo el que quiera mandar y ser obedecido, en una palabra gobernar. Ante las protestas por la manera de actuar del Estado proletario, se dirá que tiene que ser así, porque dicha dictadura es inevitable, según ellos, para lograr la emancipación del pueblo; dictadura que estará también contra aquellos que se opongan a dicha “emancipación”. Porque, atroz contradicción, para emancipar al pueblo –dicen- es preciso antes amarrarlo a otro Estado “obrero”.

Rápidamente atrae para si a toda serie de elementos con ansias de dominar, gobernar.

Como todo aparato estatal, crea su cuerpo coercitivo o revive el anterior, que lo protegerá de quienes pretendan llevar la revolución por otros medios, medios que han de ser suprimidos; suprimir a todo (o a todos) lo que se oponga a la “emancipación”, palabras textuales de los marxistas.

Y lo harán, no importando si dichos medios son propuestos por el pueblo, eso es lo de menos, lo importante es salvaguardar el dogma marxista.

Babeante de poder, quieren gobernarlo todo.

Cualquier acción independiente del pueblo, de los obreros, les parecerá sospechosa, desconfiable, mala, ajena a sus doctrinas y por lo mismo, enemiga; se sienten contra ella, y comienza a seguirla, vigilarla, la toman por reaccionaria, contraria a sus ideas, la tacha de contrarrevolucionaria, y las peores intrigas y mentiras descaradas serán propaladas desde las tribunas del Partido Comunista gobernante para acabar con quien ose contradecirle: las cárceles serán repletas de elementos revolucionarios; las Tchekas desataran las mas macabras orgías de sangre para alimentar a la bestia estatal; cualquier intento por mejorar la situación revolucionaria será aplastada brutalmente si no proviene del PC; todo elemento contrario será perseguido y suprimido sin piedad.

Crean, pues, toda una casta de privilegiados: Funcionarios, policías, militares, dirigentes, miembros del partido dominante, (especie de nueva burguesía) individuos que dependen del Estado y que por lo mismo, están dispuestos a defenderlo.

Sienten por él, por medio de él, y por obra de él. Y por lo mismo, no están dispuestos a abandonar a su protector, el Estado, quien les brinda los privilegios que gozan.

El pueblo se habrá lanzado a la revolución alentado por el sentimiento de justicia e igualdad. Sentimientos que no desaparecen cuando se crea todo este aparato estatal, toda esta clase de nuevos burgueses, sino que comienzan a enfurecerse contra aquéllos que pretenden aplastar sus voluntades, aun en contra de la revolución misma; y este pueblo que se levantará contra sus nuevos opresores, será tachado de contrarrevolucionario. Se crean dos bandos contrarios: el pueblo que quiere libertad, y el Estado obrero que quiere gobernarlo todo.

Es decir, la lucha de clases vuelve a manifestarse.

Teniendo ya el Estado todo un aparato estatal, con sus nuevas fuerzas armadas, no dudará ni un solo instante mandarlo contra aquéllos que le pretendan despojar de sus poderes, con el pretexto de que son la contrarrevolución.

La revolución es, pues, herida de muerte en el corazón desde el mismo momento en que se propone crear un Estado obrero.

Aplastada la voluntad del pueblo, queda sólo ese Estado obrero para gobernar a sus anchas. Mostrándose descaradamente como los nuevos amos. La promesa de “la desaparición paulatina del Estado”, se torna en una burla lanzada en la cara del pueblo.

A donde más lejos se llegará, es a la primera fase del comunismo, donde la situación de esclavitud y desigualdad es la misma que la anterior, sólo que ahora se llama Estado Obrero.

Termina, la dictadura del proletariado por convertirse en la dictadura contra el proletariado, en dictadura de un partido, y a veces, hasta en la dictadura de un solo hombre.

Si este medio de mantener al pueblo en la servidumbre fallase, (como ha sucedido) entonces no dudarán en crear lazos con los antiguos explotadores; a cambio de mantenerse en el poder, concederá ciertos puestos a los antiguos gobernantes derrotados por el pueblo.

El pueblo habrá muerto en las barricadas soñando en derrocar a sus tiranos y ser libre; pero estas muertes, estos cadáveres, esta sangre trabajadora no habrá servido sino para crear la alfombra roja por donde caminarán los nuevos amos, sobre los cadáveres de los trabajadores.

¡Y esto es lo que se pretende que creamos que es el paraíso del comunismo! ¡Bonita emancipación!

Pero esto que escribo no es nada nuevo, no descubro nada nuevo. Me limito tan sólo a estudiarlo y consignarlo.

Recordemos lo que nos decía aquel gigante del anarquismo, Proudhon, en su libro La Justicia en la Revolución y en la Iglesia, profetizando sobre esto así:

 

“la más desastrosa combinación que formarse pueda sería la que reuniera el socialismo con el absolutismo, las tendencias del pueblo hacia la emancipación económica y el bienestar material con la dictadura y la concentración de todos los poderes políticos y sociales en el Estado”.

 

¡Y cuánta razón tenía! No en balde el principal libro de Marx, no fue El Comunismo, sino EL CAPITAL.

 

El Marx desconocido o la limpieza de un personaje obscuro.

Marx, como ya hemos visto, se dedico gran parte de su vida a atacar a sus contemporáneos, a tratar de demostrar que sólo él era un revolucionario auténtico. La procedencia familiar, su vida intima, todo servía a Marx para atacar a la gente que no estaba de acuerdo con sus ideas.

El libro polémico de Marx contra Proudhon “Miseria de la Filosofía” contiene en gran parte ataques personales. En todo el tiempo que duro el enfrentamiento de Marx con Proudhon, este ultimo rechazó los ataques y se centro más en desarrollar sus teorías, pero Marx aprovechaba cualquier escusa para llamarle pequeñoburgués y demás calificativos. Hemos visto ya también como se refería a Bakunin por su condición rusa.

Entonces, viendo la manera en la que Marx actuó, creo que es preciso regresarle la pedrada: poner la lupa sobre la vida íntima de Marx y ver si en verdad practicaba lo que decía o si sólo se dedicaba a lanzar proclamaciones que después él no hacía; ver además la manera en que se relacionaba con las personas más cercanas a él, y la concepción en que tenía a sus contemporáneos y los prejuicios que sobre él pesaban. En los círculos intelectuales y en las aulas universitarias, cunde y se propaga una concepción positiva de Marx: un hombre ejemplar, luchador incansable por los intereses de los trabajadores, internacionalista, revolucionario, etc.; es necesario entonces cortar con estos mitos contrarios a los verdaderos hechos (117). 

Carlos Marx nació un 5 de mayo de 1818 en la ciudad de Trier, territorio del Rhin. Marx no era un apellido de origen judío: el abuelo de Carlos, Rabby Marc Levy llegó a Trier hacia finales del siglo XVIII y comenzó el mismo a llamarse Marx-Levy, y después elimino el Levy, quedando tan sólo en Marx (118). La familia Marx tuvo nueve críos, de los cuales Carlos fue el primer varón que sobrevivió (119).

En agosto de 1836 Carlos Marx se comprometió secretamente con quien sería su esposa, la varonesa Jenny Von Westphalen. Jenny era una joven hermosa a quien no faltaban pretendientes, pero que terminó por hacer caso al menos agraciado. Fue el padre de Jenny quien indujo a Carlos Marx a la lectura de Saint-Simón, Goethe, etc. El secreto del compromiso se mantuvo por nueve años.

Carlos Marx descendía de una larga progenie de judíos, lo cual no debía ser motivo de vergüenza para nadie. Pero contrariamente a lo que pudiera pensarse, Carlos Marx renegó toda su vida de su origen judío.

De hecho, Marx se molestó mucho cuando uno de sus yernos, Charles Longuet, hizo lo posible por insertar en un periódico de París que él editaba una nota de alabanza a Marx relatando que el matrimonio Marx-Westphalen había pasado por distintos tropiezos debido a “Muchos prejuicios… el más fuerte de los cuales era el prejuicio racial. Como se sabe el ilustrado socialista es de origen judío”. Esta nota que buscaba narrar la lucha que habían tenido que mantener para estar juntos fue suficiente para que Carlos Marx se molestara y pidiera que jamás Longuet volviera a mencionar siquiera su nombre (120).

El padre de Carlos, Heinrich Marx, murió el 10 de mayo de 1838. Para 1841 la situación de los Marx no era tan grave económicamente. La madre de Carlos Marx, Henrietta Marx, adelantó a Carlos 1111 Talers de su herencia. Pero el joven Marx, que debía contar con 23 años de edad no era nada modesto: era ambicioso y se desentendió hasta de la obligación de ayudar económicamente a su familia, en especial si tomamos en cuenta que Carlos Marx era el mayor de la familia, y que contaba con hermanas en edad casadera.

Marx (121) no sólo no se hizo responsable de sus obligaciones para con su familia, sino que se indignó de que se le reprochara tal actitud y escribió a su amigo Arnold Ruge:

 

“Mi familia… (…) a pesar de su riqueza [me] ponen obstáculos en el camino, que me causan en este momento duras circunstancias. (…) Gente no identificada (…) se ha infiltrado en el seno de la familia y ha organizado una vil conspiración contra mí. (…) Mientras viva mi madre, no tendré derecho a mi fortuna” (122)

 

En verdad esta avaricia de Marx no era nueva, en sus años de estudiante gasto casi 700 talers (123), obteniendo el reproche de su padre por tal actitud. A la muerte de Hinrich, la totalidad de los bienes que poseían los Marx equivalía a los 22.000 talers, de los cuales 11.130 correspondían a la dote de la madre.

Después de las deudas y de los pagos correspondientes, a Marx le tocaron 800 talers de la herencia. Las hermanas de Marx le reprocharon a éste el que se haya desentendido de sus deberes como jefe de familia y que se negara a ayudarles económicamente y dejándoles a un paso de la miseria. El interés que se obtenía por la dote de Henrieta era lo único que tenían de ingresos, el 8%, lo que significaban 900 talers para una viuda y cinco hijas, en contraste con los 700 que Marx había despilfarrado anteriormente.

El sentimiento natural del amor de un hijo hacia su madre en Marx se esfumó, o por lo menos tenía un modo muy peculiar de amar a su madre cuando en ella sólo veía el obstáculo que le impedía apoderarse de unas cuantas monedas, tal como le dice a Engels:

 

“No puedo hacer nada con mi anciana (madre), que aún subsiste en Trier, a menos que me siente en su cuello” (124)

 

El 8 de enero de 1863 Marx escribe a Engels estas vergonzosas palabras en relación a la muerte de Mary Burns, quien había sido su amante por espacio de 20 años:

 

“Siento que haya sido Mary quien muriera en vez de mi madre”

 

Casi un año después de haber escrito esto se daba por fin el acontecimiento esperado por Marx: la muerte de su madre. Inmediatamente, el 2 de diciembre de 1863 Marx escribe entusiasta a Engels:

 

“Hace dos horas recibí un telegrama con la noticia de que mi madre ha muerto. El destino reclamó a uno de nuestra familia. Yo mismo estoy con un pie en la tumba, empero, en las condiciones actuales, soy más necesario que la vieja. (…) Debería ir a Trier al momento, para asegurar la herencia”

 

Marx se encolerizó mucho al ver que requerimientos legales le imposibilitaban apoderarse del dinero que ya suponía en sus manos. Pero este percance le fue compensado, su madre había hecho una fortuna invirtiendo dinero de su dote y había amasado una fortuna de 41.300 florines, aproximadamente 7000 libras esterlinas. Marx obtuvo de este monto, después de pagar deudas con su tío, aproximadamente unas 850 libras, el equivalente 15 veces el salario anual de un trabajador ingles especializado. Pero este dinero pronto se escurrió entre los dedos de Marx.

No sólo la codicia era un defecto de Marx. Comúnmente se nos describe a Marx y Engels como internacionalistas y enemigos declarados de la esclavitud. Veamos si esto es correcto.

El 7 de agosto de 1866 Marx escribe a Engels una emocionada carta (125) por un descubrimiento genial a los ojos de Marx. Se trataba de la lectura del conocido etnólogo francés racista Pierre Trémaux. Cualquier científico hubiera desechado tal literatura, por tratarse de basura, pero Marx se entusiasmo mucho y juzgó, incluso, que el trabajo de Trémaux era más significativo que el trabajo de Darwin. Según Trémaux, la raza negra no era producto de la evolución humana, sino más bien una degradación de la misma. Estas fueron sus palabras:

 

“El negro atrasado no es un simio evolucionado sino un hombre degenerado” (126)

 

Estas eran las opiniones de quien según Marx, estaba por encima del mismo Darwin.

En verdad Marx no sólo consideraba a la raza negra inferiores, sino que estaba, incluso, a favor de su esclavitud. Veamos:

 

“La esclavitud es una categoría económica como otra cualquiera. Por consiguiente, también tiene sus dos lados. Dejemos el lado malo de la esclavitud y hablemos de su lado bueno (!): de suyo se comprende que sólo se trata de la esclavitud directa, de la esclavitud de los negros en el Surinam, en el Brasil, en los Estados meridionales de América del Norte.

Lo mismo que las máquinas, el crédito, etc., la esclavitud directa es la base de la industria burguesa. Sin esclavitud no habría algodón; sin algodón no habría industria moderna. La esclavitud ha dado su valor a las colonias, las colonias han creado un comercio universal, el comercio universal es la condición necesaria de la gran industria. Por tanto, la esclavitud es una categoría económica de elevada importancia.

Sin esclavitud, América del Norte, el país de más rápido progreso, se transformaría en un país patriarcal. Borrad Norteamérica del mapa del mundo y tendréis la anarquía, la decadencia completa del comercio y de la civilización moderna. Suprimid la esclavitud y habréis borrado a Norteamérica del mapa de los pueblos” (127)

 

Naturalmente Marx se entretiene hablando de anarquía como sinónimo de caos, pero véase como, pese a las argucias con que intenta convencernos, defiende claramente la esclavitud; esclavitud que, como el mismo dice,  es la base de la industria burguesa. Además ¿Qué significa esa frase lanzada al vacio sobre que sin la esclavitud América del Norte se transformaría en un país patriarcal? ¿Dominaba en América el matriarcado? Es evidente que estas palabras no buscaban sino asombrar a timoratos.

En la época de la Neue Rheinische Zeitung (128) Marx escogió un corresponsal para Viena durante el explosivo año de 1848, se trataba de Eduard Von Müller, quien era conocido por sus prejuicios raciales contra los eslavos y judíos. Marx le eligió porque creía que sus opiniones raciales iban de acuerdo con las de él. Poco más tarde de haber ingresado Müller a Neue Rheinische Zeitung, se puso éste en contra de Marx, y escribió un texto donde llamaba a Marx “cobarde… hediondo a ajo… arrogante jesuítico… jefe rabino, etc.” ¿Cómo respondió Marx? Éste se quedo calladito, no supo ni pudo refutar nada, en verdad Marx era judío, pero no era este el motivo para que se le recriminara algo, sino el renegar de sus orígenes y haber emprendido muchos ataques en contra de los judíos.

Es verdad que después de la muerte de Marx, Engels se alejó un poco de estas prácticas y dejo de insultar a los judíos, pero su época racista la tuvieron, y Marx hasta su muerte. También es verdad que la hija de Marx, Eleanor, trabajó con judíos, y ella misma se decía judía también, aunque de acuerdo a la ley de los judíos no lo era, porque la posición de la madre es determinante, pero su animosidad de carácter hacia el pueblo judío es de resaltar. Sin embargo, aquí estamos tratando de Marx y Engels, y no de la familia del primero, quien al parecer también fue víctima del mismo Marx (129)

Pero si Marx era no sólo racista y codicioso, sino también dilapidaba el dinero que caía en sus manos ¿Cómo fue que pudo sobrevivir? En realidad no se trata en Marx de una persona que hiciera lo posible por salir adelante por sus propios medios: Engels le mantuvo generosamente por gran parte de su vida a él y a sus hijos.

Federico Engels nació en 1820, dos años más tarde que Marx. Era descendiente de una familia de industriales que habían adquirido fábricas de algodón en Manchester, Barmen y Engelskirchen. Se encadenó a los negocios de la familia y mantuvo a Marx durante la mayor parte de su vida de adulto. Este encadenamiento duró dos décadas, hasta que Engels se decidió a ser “un hombre libre”. A partir de aquí Engels asignó a los Marx una suma de cincuenta libras esterlinas anuales, con lo que les permitía vivir al nivel de la cómoda clase media.

Esta generosidad que permitió a los Marx vivir cómodamente le permitió al padre del comunismo, al enemigo resuelto contra la esclavitud, al revolucionario que defendía la causa de los trabajadores, le permitía a Marx, repito, tener una sirvienta.

La sirvienta se llamaba Helen (Lenchen) Demuth, y había sido empleada de los Westphalen desde que era pequeña. Cuando iba a cumplir los 21 años la madre de Jenny la envió a ponerse a las órdenes del reciente matrimonio Marx como ama de llaves y doncella.

La varonesa con quien Marx se había casado era completamente inepta para las labores del hogar, y Lenchen se las ingeniaba para hacerla de cocinera, lavandera, costurera, enfermera, etc. En 1850 murió Guido, hijo de los Marx, quien sólo contaba con un año de nacido. Para ese entonces Jenny estaba embarazada de nuevo, y Marx aprovechó para sostener relaciones sexuales con Lenchen, pese a lo difícil de tener privacidad en una casa de sólo dos habitaciones.

El 28 de marzo de 1851 Jenny dio a luz a Franziska, quien sólo sobreviviría un año. Cuando esto pasaba Lenchen tenía ya seis meses de embarazo, y Marx se reúne con Engels para hablarle cara a cara sobre el asunto; en resumidas cuentas le propuso a Engels que se hiciera cargo de la paternidad del niño. Por fin el hijo ilegitimo de Marx nació el 23 de junio de 1851, y fue nombrado Frederich, para hacer más creíble la mentira sobre la paternidad de Engels. Marx había añorado siempre tener hijos varones, pero los únicos dos que habían nacido habían muerto. Una vez nacido Frederich, era natural que Marx se contentara de ello, pero no sólo no le reconoció como hijo, sino que siempre le despreció y le dejó que se hundiera en la pobreza. La pobre Lenchen hizo lo que estuvo en sus manos para sacarle adelante, pero fue bien poco.

Frederich, el hijo ilegitimo de Marx creció en la pobreza, y en contraste con su padre (tanto del falso como del verdadero) fue trabajador manual. Después de la muerte de Carlos Marx se le permitió a Frederich visitar a Engels con la condición de que siempre entrara por la entrada de servicio. La esposa divorciada de Karl Kautsky, quien después vendría a ser el ama de llaves de Engels nos confirma esto:

 

“… Me parecía muy curioso que nunca entrara por la puerta principal, siempre llegaba a la cocina por la entrada de servicio. Las visitas de Freddy continuaron después de que tome el cargo general de ama de casa de Engels y, me encargue de que tuviera todos los derechos y atenciones de un invitado” (130)

 

Cuando Engels estaba en los umbrales de la muerte le confesó a su amigo Samuel Moore que Freddy era hijo de Marx y no suyo. Éste lo comunicó a Eleanor, quien no creyó nada. Poco después, cuando Moore estaba también al borde de la muerte, confeso lo mismo a Eleanor, quien esta vez “sufrió una crisis nerviosa cuando salió de la habitación. Todo el odio que me había demostrado siempre, quedó en el olvido y lloró en mis hombros” (131)

Cuando Lenchen murió, después de haber trabajado durante medio siglo para los dos luchadores por la liberación obrera, la pobre Lenchen había logrado acumular solo 95 libras, que le fueron dejadas a Freddy.

Hemos visto hasta aquí la manera en que Marx se conducía en su vida intima y los prejuicios que sobre el pesaban por medio de sus mismas cartas. Ahora bien, ¿Cómo se expresaba de sus contemporáneos?

Respecto a Lasalle, Marx escribió a Engels que “afortunadamente el negro judío, Lasalle” [saldría de Londres el fin de semana con destino a Alemania] “Ahora me resulta absolutamente claro que como la textura de su pelo y la forma de su cabeza lo demuestran, Lasalle desciende de los negros que se unieron a Moisés en Egipto (a menos que su madre o abuela por el lado paterno se hayan mesclado con un negro). Ahora, esta combinación de alemán y judío con una substancia primaria negra, necesariamente da por resultado un extraño producto. El empuje de este individuo también es propio de un negro” (132).

En su correspondencia con Engels, Marx hablaba de Lasalle de la misma manera descortés y racista; le llamaba “el pequeño judío” (133) “bestia desvergonzada” (134)… un mono pomposo… un judío mala sangre (135)”

Engels por su parte manifestaba que “siempre me ha sido repugnante” (136) era, para Engels “un vulgar bribón… un traidor” (137).

El odio que Marx manifestó siempre por Lasalle no se debía al cien por ciento por cuestiones políticas: Lasalle había triunfado en todo lo que Marx había fracasado: Lasalle, como Marx, era judío, pero no se avergonzaba de ello, Marx sí; Lasalle logró crear en Alemania un enorme movimiento obrero que el mismo encabezaba, Marx no tenía apenas influencia efectiva; Lasalle tenia prosperidad económica, Marx dilapidó todo el dinero que había pasado por sus manos y vivía de la caridad de Engels; incluso en la muerte Lasalle  superó a Marx: a la muerte de Lasalle (1864) se reunió una gran multitud (4000 personas) para dar la despedida a éste, a la muerte de Marx (14 de marzo de 1883) no asistieron a su entierro más de 20 personas.

Sobre Simón Bolívar (138), Marx se expresaba así: “Considero a Bolívar un cerdo cobarde, vil y miserable…”

Cuando Engels se enteró de que Lafargue emprendía su carrera como socialista en el Condado Municipal del Quinto Arrodissement, distrito donde se encontraba el Zoológico de París, éste expreso: “Pues ya que su origen negro lo sitúa un grado más cerca del reino animal que a la especie humana, indudablemente que Lafargue es el candidato ideal para ese distrito” (139)

Sobre la relación de Laura con Lafargue, de cuya actividad en España hablaremos más adelante, Marx no guardaba buenas expectativas. De hecho, pese a los esfuerzos de Lafargue por ganarse a Marx, éste siempre le miró como un bicho raro. Aceptó el compromiso de su hija con Lafargue más que nada porque éste era hijo único del dueño de una plantación en las Indias Orientales, y vio en ello la oportunidad no sólo de mejorar la situación económica de su hija, sino de él mismo. Una vez advertido el beneficio que se abría a sus ojos Marx cambió su modo de ver a Lafargue, quien para Marx tenía un talento excepcional para la medicina, aun cuando Lafargue creyera tontamente que las principales curas eran la electricidad y el alcohol.

Pero pese a aceptar el compromiso de su hija con Lafargue, Marx siempre tuvo cierto desprecio por él, y en sus cartas solía llamarle “el pequeño negro” o “el gorila”. Jenny Marx no se quedaba atrás, y describía a Lafargue como “un verdadero negro [para quien] el cielo siempre está lleno de violines” (140). Los insultos de Marx y Engels hacia Lafargue fueron siempre a espaldas de este y de Laura Marx. En justicia, hemos de consignar que pese a sus opiniones, Engels siempre ayudó a los Lafargue, cuando estos perdieron su dinero les apoyo con constantes “préstamos”; Engels no sólo mantuvo durante toda su vida a Marx, sino también a sus hijos.

Engels se expreso así de los griegos “esos piojosos balcánicos (…) esos miserables y ruinosos fragmentos de naciones antiguas, los siervos, los búlgaros, y otras bandas de ladrones, en bien de los cuales Palestina desborda entusiasmo, se niegan a concederse el aire mutuamente y se sienten en la obligación de cortarse las gargantas los unos a los otros” (141)

Una vez que hemos visto otra cara de Marx y Engels, es necesario entonces preguntarse ¿fueron Marx y Engels internacionalistas después de lo que acabamos de ver? ¿Eran realmente proletarios? ¿Su gente lo era? ¿Hacían lo que decían en sus escritos? Y finalmente ¿Fueron Marx y Engels unos revolucionarios sinceros? Dejemos que Engels nos responda:

 

“¿Qué queremos con un Partido, una pandilla de bobos que ponen toda su confianza en nosotros porque imaginan que somos gente de la misma clase que ellos?” (142)

 

 

 

Segunda Parte:

 

La Práctica. (1)

 

Orígenes del Marxismo

Hemos visto ya algunos aspectos personales de la vida de Marx en un capítulo anterior. Este capítulo no está destinado a revisar ya la vida de Marx, sino el origen de donde salieron las ideas que se adjudican a éste, demostrando a su vez que Marx no aportó nada nuevo al socialismo, y que toda aquella “ideología” que se le adjudica a Marx, no es otra cosa que una mezcla de trozos de ideologías anteriores al marxismo, en las que ya encontramos los ideas madres de la psuedociencia que después vendría a completar Marx. Además de que la parte que se pretende sea un manifiesto de Marx, es simplemente un plagio. Dicho esto, sigamos con nuestro relato.

¿De dónde provienen las ideas de Marx? durante mucho tiempo los historiadores marxistas y burgueses han tratado de dejar sentado en la historia que el ideal del comunismo fue “creado” por obra de Marx y Engels. Nada más falso.

El comunismo fue un proceso en desarrollo que se dió, como todas las teorías, del aprendizaje milenario del pueblo.

Antes de que Marx y Engels escribieran el famoso Manifiesto del Partido Comunista (1848) existían ya organizaciones que adoptan este nombre (2).

Sin embargo, las ideas económicas tal como las planteaba Marx, han sido entresacadas de Ricardo, Saint-Simón, Proudhon (¡qué paradoja!), Fourier, etc.; sus ideas de organización política: dictadura del proletariado, Estado proletario, etc., están copiadas sobre las teorías de Babeuf, Daythey y también sobre el Jacobinismo.

De Proudhon sacaría el punto de la plusvalía, que podemos encontrar en la obra Sistema de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria así como también muchas ideas que Marx expone en El Capital, habían sido ya introducidas por Proudhon en la obra antes mencionada.

Maurice Moissonier, en la Conferencia pronunciada en Paris, en 1971, dice acerca de Marx:

 

“La ruptura cualitativa decisiva es producto de los dos grandes descubrimientos de Marx: ‘la concepción materialista de la historia y la revelación del misterio de la producción capitalista mediante la teoría de la plusvalía… Gracias a esos descubrimientos, el socialismo se convierte en una ciencia, que habría que elaborar ahora en todos sus detalles’”

 

Moissonier quizá no conocía los comentarios de Marx en La Sagrada Familia acerca de Proudhon, donde le reconocía méritos de los que después renegaría. Incluso Marx le reconocía haber hecho del socialismo una ciencia. Si los conocía, entonces los omitió consciente de que mencionarlos habría de echar abajo su tesis del Marx inventor de estos descubrimientos.

Pero aquí lo que nos interesa es averiguar el origen de las ideas de llegar al comunismo por medio de una dictadura del proletariado. Éstas ya venían desde la Revolución Francesa.

Basta recordar que Babeuf y Darthey pretendían la implantación de una dictadura como medio para lograr la creación de un Estado agrícola comunista. Estas ideas les valió la guillotina. Pero sus ideas ya habían sido tomadas también por ese partido pre-burgués que calificó como crimen la huelga y prohibió bajo amenaza de muerte las organizaciones obreras, denominado “los jacobinos”.

Falseando ya desde entonces la historia, aquellos que se empeñaban por afirmar que la abolición del feudalismo y de la monarquía, era obra de los Jacobinos y de los revolucionarios de la Convención.
En realidad, fueron los campesinos y los proletarios de las ciudades, contrariando a la Asamblea Nacional y a la Convención, los que abolieron el feudalismo y la monarquía. La constancia de la abolición del sistema feudal, por parte de la Convención no respondía a sus ganas de terminar con el feudalismo y la monarquía, sino antes bien, a que ya los campesinos y proletarios habían logrado tales objetivos, viéndose la Convención obligada a constatar las conquistas de los campesinos y de los proletarios, contra los cuales había luchado.

Todavía en el año de 1792, la Asamblea Nacional, mantenía de pie el sistema feudal, y no fue sino hasta el año siguiente, que la Asamblea Nacional, convino en dar la razón a la “plebe del campo”.

Por lo tanto. Ni los jacobinos, ni los revolucionarios de la Convención, fueron en absoluto los conquistadores de esas mejoras que por justicia le pertenecen a los campesinos y proletarios de Francia.

De estos personajes de la historia francesa, tomaron Marx y Engels, las ideas de “Dictadura del Proletariado” y “Estado Proletario”.

Para ilustrarnos más a este respecto, dejemos momentáneamente la palabra a Max Nettlau:

 

“En Francia los obreros fueron absorbidos por el republicanismo, y sólo en una pequeña parte, por el babuismo que Buonarroti dio a conocer con su gran libro en 1828 y que resultó ampliamente propagado en Francia a partir de 1830. De él surgieron tres grandes corrientes especiales: en blanquismo, continuador directo de los golpes de mano y la dictadura comunista de Babeuf; el sistema de Louis Blanc, comunismo organizado e impuesto por un Estado, a la cabeza del cual y por cualquier medio (por ejemplo, las elecciones después de una revolución) habrían sido colocados los obreros: es, pues, un blanquismo legalitario, la dictadura estatal; y el sistema de Cabet, quien para comenzar, propuso la fundación de una icaria comunista en América, pero que también, de haber podido, hubiera querido imponer autoritariamente su sistema en toda Francia.” (3).

                                                  

Aquí Max Nettlau olvida colocar al marxismo que también retomó los principios de Babeuf, Luis Blanc, etc. Pero lo importante es ver que las teorías de Marx existían ya antes de que éste se hiciera más o menos conocido.

De los blanquistas, Marx y Engels extraerían las ideas de la “Vanguardia Proletaria”, “Minoría Consciente” o “elite” según palabras de los blanquistas.

“En 1850, Marx y Engels, con los blanquistas franceses, (en opinión de Bernstein, Marx nunca logró librarse totalmente de las ideas blanquistas) fundan la Sociedad Universal de los Comunistas Revolucionarios, sociedad secreta cuyo programa era someter a las clases privilegiadas a la dictadura de los trabajadores y proseguir la revolución permanente hasta la realización del comunismo” (4).

Dejemos sentado entonces que las ideas de Marx no eran propias, sino que las tomó de unos personajes oscuros de la historia, quienes le sirvieron para armar todo el tinglado de postulados que después vendrían a conformar el marxismo.

Pero, ¿y el Manifiesto del Partido Comunista? ¡Éste sí es obra de Marx y Engels! contestaran sus defensores.
No, ¡tampoco el Manifiesto del Partido Comunista es obra de ellos!

En el año de 1843, es decir, cinco años antes del Manifiesto de Marx y Engels, Víctor Considerant escribió su Manifiesto de la Democracia Socialista, del cual muchos socialistas tomaban ideas.

Por entonces no era esto un plagio. El plagio se dio cuando, cinco años después de la publicación de la obra de Considerant, Marx y Engels toman casi todas las ideas de Considerant y lo publican bajo el nombre de Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels.

¿Qué muestre pruebas de esto?

En el año 1902, en “Avanti” órgano central de la Socialdemocracia italiana (ni más ni menos que un órgano de los mismos socialdemócratas) en su número 1901 del año 1902, al que tituló “II Manifiesto Della Democrazia” le reconoce a Tcherquesoff sus afirmaciones del Plagio de Marx y Engels al Manifiesto de la Democracia Socialista de Víctor Considerant.

Los marxistas italianos lo reconocieron en un órgano propio, y esto lleva en sí un gran peso.

Kropotkin, en la carta que dirige a James Guillaume, también nos dejó unas palabras sobre este plagio, leámosle:

 

“[Tcherkesoff] ha atacado el marxismo frontalmente. Ha mostrado que la concentración del capital, que reduce la cantidad de capitalistas, se encuentra en el Manifiesto del mundo democrático (5), de Víctor Consídérant, del que Marx y Engels tomaron su Manifiesto del Partido Comunista. Es evidente que éstos copiaron a Considèrant.

En su época, por supuesto, no se trataba de un plagio. Marx escribió el Manifiesto para los alemanes copiando, como hacemos todos, el de Considérant. El plagio vino más tarde, con Engels, cuando infló la significación del Manifiesto al ver que los ignorantes lo transformaban en biblia del socialismo.

He comenzado la obra Socialismo científico y Socialismo utópico, que muestra que el llamado socialismo «científico» no incluye ninguna afirmación que no haya sido tomada del socialismo utópico. Además, la forma de la exposición me parece simular a la de El Capital, ese gran panfleto revolucionario. Para los alemanes es indispensable. Pero desde el punto de vista científico es nula. Ha adquirido tanta gloria solamente gracias a nuestra ignorancia del socialismo francés e inglés hasta 1848”  (6).

 

“Es bien sabido por la obra de nuestro amigo Tchorkesoff que Marx y Engels tomaron la parte teórica de los principios económicos expuestos en su «Manifiesto comunista» del libro de Considerant Principios de socialismo. Manifiesto de la democracia en el siglo XIX. Esto es verdad aun con relación a la forma de exponerlos y quienquiera que confronte ambos documentos, lo tendrá, desde luego, por evidente. (7)

 

Kropotkin aquí nos expone el mismo criterio acerca del Manifiesto: Marx y Engels simplemente tomaron la obra de Considerant y la hicieron suya. Hablemos de Proudhon.

Todo lo que le han atribuido los marxistas a su maestro, Marx lo reconoce como mérito del anarquista Proudhon. Basta leer, para este efecto, el texto que reproduciremos más abajo sacado de la Sagrada Familia, en el título de “La Lengua Suelta de la Serpiente”.

El único “mérito” del marxismo, es el haber conjugado el Manifiesto de Considerant, el blanquismo, el babuismo y el jacobinismo, en una pretendida ideología que denominarían marxismo. Ni siquiera las famosas palabras “¡Trabajadores del mundo, uníos! ¡No tenéis nada que perder, excepto las cadenas y un mundo que ganar!” insertadas en el Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels pertenecen a ellos: fueron tomadas de Karl Shapper.

¿Qué queda pues, del patrimonio intelectual que injustamente se le adjudica a Marx y Engels? ¡Nada!
Las mentiras no sólo iban a estar presentes en los actos de los marxistas, sino también en sus teorías. De personajes oscuros y dictadores Marx y Engels formularon una teoría que no podía terminar de otra manera más que en pleno holocausto para los pueblos que sufrieron tales métodos.

 

La Lengua suelta de la serpiente

Llenaríamos por lo menos un volumen si expusiéramos como el marxismo, desde el propio Marx, se ha dedicado a distorsionar y tratar de empequeñecer al anarquismo y, cuando es peor, inventar cuanta cosa se les ha ocurrido para desprestigiar una lucha que ha sido literalmente histórica.

Pero bien podríamos exponer a grandes rasgos sus métodos de acción, cuando de descalificar a sus rivales se trata.

Comencemos por el anarquista francés Proudhon.

Hijo de una sirvienta y de un tonelero, tipógrafo de profesión, escribe en 1840, lo que seria, a mi apreciación, uno de sus más gloriosos trabajos: ¿Qué es la propiedad?

A los seis años de la publicación de éste, publicará otro de sus trabajos, con el nombre de Sistema de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria. También publicará, El Principio Federativo, La Capacidad Política de la Clase Obrera (obras póstuma), Advertencia a los Propietarios, Confesiones de un Revolucionario, La Pornocracia (que tan mal comprendida ha sido), Manual del Especulador de la Bolsa, Idea General de la Revolución en el Siglo XIX, Confesiones de un Revolucionario, La Creación del Orden en la Humanidad, De la Justicia en la Revolución y en la Iglesia (que le valdría algún tiempo en prisión), etc., etc. por mencionar sólo algunos.

Marx, obtuvo una enorme influencia de Proudhon, de hecho es precisamente la obra de Proudhon ¿Qué es la Propiedad? la que lo lanza en brazos del socialismo. Es innegable esta influencia, lo cual es apreciable en sus obras escritas anteriormente al famoso Manifiesto del Partido Comunista.

Por ejemplo en la Sagrada Familia escribe:

 

“Todo desarrollo de la economía nacional considera la propiedad privada como hipótesis inevitable; esta hipótesis constituye para ella un factor incontestable que ni siquiera trata de investigar y al cual solo se refiere accidentalmente, según la ingenua expresión de Say. Proudhon se ha propuesto analizar de un modo crítico la base de la economía nacional, la propiedad privada, y ha sido la primera investigación enérgica, considerable y científica al propio tiempo. En eso consiste el notable progreso científico que ha realizado, progreso que revolucionó la economía nacional, creando la posibilidad de hacer de ella una verdadera ciencia. ¿Qué es la propiedad? de Proudhon tiene para la economía la misma importancia que la obra de Say ¿Qué es el tercer Estado? ha tenido para la política moderna”.

 

El mismo Marx reconocería en 1865 que admiraba a Proudhon:

 

“Durante mi estada en París en 1844, entre en contacto personal con Proudhon. Lo menciono porque en cierta medida también yo soy culpable de su ‘sofisticación’” (8)

 

En 1867, refiriéndose a La Sagrada Familia, Marx le dice a Engels:

 

“[Kugelman]… Posee una colección de nuestras obras mucho mejor que las nuestras en conjunto. Aquí volví a encontrar también La Sagrada Familia; me la ha regalado y te enviará un ejemplar. Me sorprendió agradablemente ver que no necesitamos avergonzarnos de esta obra, si bien el culto de Feuerbach le produce a uno un efecto muy cómico ahora” (9)

 

Es curioso ver que de los comentarios de Proudhon no dice nada. La Sagrada Familia fue escrito en 1845, apenas a los cinco años de ¿Qué es la Propiedad? De Proudhon.

Sólo unos años después de la publicación de La Sagrada Familia, en 1848, con la publicación del Manifiesto del Partido Comunista, se retracta de todo lo dicho acerca de Proudhon. Lo describe como un “pequeño burgués”.

Es realmente increíble, que Marx, de quienes ya visto la manera en que vivía y la avaricia que poseía se atreviera a acusar a Proudhon de “pequeño burgués”. Máxime si, como ya dijimos, Proudhon descendía de un tonelero y una sirvienta.

Pero Marx no sólo con Proudhon mostró su falta de ética y coherencia revolucionaria.

Con Bakunin, descendiente de la aristocracia rusa (10), tercer hijo de diez hermanos, pasa por un largo camino de evolución hacia el socialismo anárquico. Edita una buena cantidad de escritos anarquistas que después sus compañeros se encargaran de editar en forma de libros y folletos, con los títulos de Dios y el Estado, Consideraciones Filosóficas Sobre el Fantasma Divino, Sobre el Mundo Real y Sobre el Hombre, La Libertad, El Imperio Knuto-germánico, Federalismo, Socialismo y Antiteologismo, Estatismo y Anarquía, etc., Marx también mantendrá un fuerte enfrentamiento con él, que terminará por escindir la Internacional (11).

Con una saña que rayaba en el odio, Marx se dedicó a ensuciar la imagen de Bakunin. Lo llamaba “desclasado” y también “pequeño burgués”, que para estas fechas era ya un clásico en el florido lenguaje de Marx.

Antes de la fundación del la A.I.T. Marx y Bakunin llevaban una sino buena, si llevadera relación. Cuando Bakunin se halla en Berlín y se establece allí hasta finales de septiembre, tiene un encuentro con Stirner y sostiene una entrevista con Marx que él mismo relata así:

 

“Unos amigos comunes nos obligaron a abrazarnos. Y entonces, en el transcurso de una conversación medio en broma medio en serio, Marx me dijo: ‘¿Sabes que ahora estoy al frente de una sociedad comunista secreta (12) tan disciplinada (13) que si le dijese a uno de sus miembros: Ve y mata a Bakunin, te mataría?’; Yo le contesté que si su sociedad secreta no tenía otra cosa que hacer que matar a la gente que le molestaba debía tratarse de una sociedad de lacayos o de fanfarrones ridículos.”

 

Como podemos ver, en el fondo siempre existió un cierto coraje de Marx hacia Bakunin, que poco después, con la fundación de la AIT se acentuaría al sostener la encarnizada lucha que describiremos en el próximo capítulo.

 G.D.H. Cole, en su ilustrativo libro Historia del pensamiento socialista. Marxismo y Anarquismo II (1850-1890). Nos dice acerca del actuar de Marx dentro de la Internacional en el momento cumbre de la lucha entre centralistas (marxistas) y federalistas (anarquistas):

 

“Marx, por su parte, muy irritado por lo que consideraba una locura de los anarquistas sin base en la realidad, había adquirido, cuando esta lucha llegó al máximo, una forma de agravada manía persecutoria, que le hacía ver todo el movimiento antiautoritario como una siniestra conspiración dirigida contra él, actitud que Engels, en su admiración por Marx, desgraciadamente fomentaba mucho”

 

No vamos aquí a mezclar dos puntos de este escrito, dejaremos para más adelante la lucha en la AIT entre anarquistas y marxistas. Pero demos otra pequeña muestra del actuar del señor Marx:

Cuando se celebraba el último día del Congreso eslavo, llevado a cabo en Praga, se sucede una rebelión encabezada por estudiantes y obreros checos, Bakunin participa directamente en la insurrección, pero ésta es brutalmente aplastada por el ejército austriaco después de una semana de sublevación.

Bakunin logra huir a Breslau, en donde se encuentra con una andanada de difamaciones inventadas por Marx contra él, debido a la diferencia que existía entre ambos en relación a la cuestión eslava.

Bakunin tenía la firme convicción de que la raza eslava sólo sería libre del yugo alemán mediante la revolución, esto es: mediante la destrucción de los imperios de Rusia, Austria, Prusia y Turquía.

Marx, por el contrario, no admitía el derecho de los eslavos a liberarse del yugo alemán, insistía en que los alemanes estaban destinados a liberarlos por las buenas o las malas.

Ante la firmeza de convicción de Bakunin, referente a la cuestión eslava, Marx se encoleriza, y publica en el número correspondiente al 6 de julio de 1848 de la Nueva Gaceta Renana la nota de un corresponsal de París que daría paso a una gran polémica entre ellos, la nota decía así:

 

“A pesar de nuestras íntimas disensiones, seguimos desde aquí con el mayor interés las luchas de la raza eslava en Bohemia, Hungría y Polonia. Por lo que respecta a la propaganda eslava, ayer mismo nos aseguraron que George Sand tiene en su poder papeles y documentos que comprometen gravemente a Bakunin, el ruso proscrito de Francia, y según los cuales se trata de un provocador, o de un agente al servicio de Rusia, en gran parte responsable de la reciente detención de unos infortunados polacos. George Sand ha enseñado esos papeles a algunos amigos. Por nuestra parte, no tenemos nada que oponer al establecimiento de un imperio eslavo. Pero no creemos que este resultado se logre traicionando a los patriotas polacos.” (14).

 

Bakunin protesta enviando una carta el 9 de julio que es publicada en el Allegemeine Oder Zeitung de Breslau y reimpresa en el número del 16 de julio en la Neue Rheinische Zeitung, he aquí la carta:

 

“Señor Redactor,

He tenido noticia de que desde hace tiempo y a raíz de mi estancia en Breslau se difunden rumores calumniosos que me afectan directamente. Me resulta muy penoso observar cómo se tergiversan mis intenciones; sin embargo, me ha parecido que debía mantenerme en silencio, en primer lugar porque me parecía indigno contestar esas insinuaciones vagas, anónimas, que no se atreven a mostrarse a la luz del día; en segundo lugar, porque, en las presentes circunstancias, mi situación y el interés de la causa a la que sirvo me aconsejaban no atraer sobre mí la atención pública; finalmente, y esta es la razón principal, porque estoy convencido de que hoy por hoy las convicciones deben demostrarse con acciones y no con palabras, y pronto llegará el momento de demostrar realmente al servicio de quién está cada uno y cuál es el espíritu que le anima.

Sin embargo, hoy me veo obligado a romper el silencio. Una acusación pública, formal, lanzada contra mí en la Neue Rheinische Zeitung exige por mi parte una respuesta igualmente formal. Me la debo a mí mismo y a mis amigos alemanes, y confío, señor redactor, que concederá usted un espacio en su periódico a un extranjero que no tiene más armas a su disposición que la publicidad de la prensa. Tengo que luchar contra un enemigo poderoso e irreconciliable, que desde que fue atacado por mí públicamente en un discurso que hice en París, me persigue sistemática e infatigablemente, y que, para conseguir sus fines, incluso es capaz de emplear y explotar a mis aliados naturales: la democracia y sus medios de expresión. Frente a los gobiernos me presenta como un demagogo capaz de todos los crímenes, y al mismo tiempo trata de desacreditarme ante la opinión pública difundiendo la calumnia de que soy un agente. Seguramente intenta cansarme o perderme, pero sus esfuerzos serán vanos.

La primera medida que me ha parecido oportuno tomar, con respecto a la acusación de la Neue Rheinische Zeitung, ha sido escribir a Mme. George Sand, y le agradecería que reprodujese usted también mi carta. Me reservo el derecho de comunicarle la continuación de este engorroso asunto cuando lo crea oportuno.

 

M. Bakunin.

 

 Y la carta a George Sand, dice así:

 

Breslau, 9 de julio de 1848

Madame,

Su nombre está siendo utilizado para difundir determinados rumores calumniosos contra mi persona. Acabo de leer ahora mismo una corresponsalía de París para la Neue Rheinische Zeitung, que reproduzco a continuación.

(Viene aquí la nota anteriormente reproducida).

No creo que sea necesario advertirle de la gravedad de dicha acusación. O el corresponsal miente descaradamente, o su afirmación tiene algún fundamento. En el primer caso, le ruego encarecidamente, en nombre de la simpatía que siempre me ha profesado usted, que remita al corresponsal un desmentido. Tenga en cuenta, Madame, que se trata de mi honor, atacado al amparo de su nombre, precisamente en este momento en que necesito más que nunca la confianza pública en bien de la causa que defiendo.

Si verdaderamente, y en contra de lo que pienso, estas acusaciones provienen de usted, entonces, Madame, ya no me dirijo a su simpatía, sino a su sentido de la justicia y el honor. La respeto demasiado y tengo una estima muy alta de su nobleza y de su amor a la verdad para pensar que ha sido usted capaz de difundir una acusación contra mí a la ligera, sin estar totalmente convencida de su veracidad. Pruebas no puede usted tener, pues es imposible probar lo que no existe. Pero debo suponer que tendrá usted pruebas 'aparentes' lo suficientemente poderosas para hacerle concebir una opinión tan errónea con respecto a mí. Le pido que entregue inmediatamente a la publicidad todos aquellos documentos que podrían comprometerme, para que yo pueda refutarlos y conocer, al mismo tiempo, a los autores de tan desvergonzada calumnia. Tengo derecho a exigírselo, pues al haberme atacado, usted ha asumido, con respecto a mi persona y al público en general, un deber sagrado: el de aportar la prueba de su acusación.

 

Reciba, Madame, mis... etc.

M. Bakunin.

 

George Sand, escribe una carta fechada el 20 de julio, que fue publicada el 30 del mismo mes en el Reform de Leipzig, en la que una nota de Ruge presidía la respuesta de George Sand a Bakunin, la nota se encuentra en los siguientes términos:

 

“La redacción de la Neue Rheinische Zeitung ha tenido la incomprensible indelicadeza de abrir sus páginas a la acusación de uno de los más honorables demócratas. Nuestro excelente amigo Mijaíl Bakunin, a quien conocemos personalmente desde hace muchos años --lo mismo que los miembros de la Neue Rheinische Zeitung-- y a quien consideramos un hombre franco y leal, incapaz de segundas intenciones y de egoísmos, siempre dispuesto al sacrificio en el combate por la libertad y la fraternidad, sería, según dicha acusación, un traidor ruso, un espía o un agente provocador por su paneslavismo. Como si su principal mérito no fuese precisamente haber sabido conciliar la utilización del principio de la nacionalidad con las nuevas ideas de nuestro tiempo. De igual modo, y sin mayor razón, podríamos acusar al señor Marx y a sus consortes de ser unos conjurados secretos en favor de la aristocracia, ya que se enfrentan a la 'burguesía' y al 'constitucionalismo', y de ser unos `proteccionistas' ya que están contra el 'librecambismo’. Pero la absurda acusación no se detenía aquí: también afirmaba que George Sand poseía pruebas contra Bakunin, al principio le aconsejé a nuestro amigo que no hiciese caso de una acusación tan estúpida. Pero luego pensé que un demócrata ruso, en este país en donde dominan la traición y la sospecha y en donde el despotismo ha aplastado durante mucho tiempo la fe en la democracia, no se encuentra en una situación tan favorable como el camarada de un partido de un país en el que ya existen los partidos constituidos. Bakunin escribió a Madame Sand, cuya respuesta reproducimos a continuación en su forma original.

 

Y he aquí la respuesta de George Sand a Bakunin:

 

No he recibido la carta que me mandó usted a París y le agradezco que me haya hecho llegar una copia de la misma, pues ignoraba por completo la infame y ridícula calumnia en la que me han querido implicar. Siento tentaciones de regañarle por haber dudado de mí, aunque sólo fuese un momento, en tales circunstancias, pero son tantas las calumnias y persecuciones que sufrimos quienes hemos abrazado la causa democrática de la humanidad, que debemos tendernos la mano en vez de permitir que nuestros adversarios nos dividan y nos desmoralicen. No, nunca tuve en mis manos ninguna acusación contra usted, y puede estar seguro de que no la habría admitido. La habría tirado al fuego sin acabar de leerla o se la habría remitido a usted, caso de creerla merecedora de una contestación. El artículo de la Nueva Gaceta Renana, al que desde aquí desmiento formalmente, es una invención gratuita, odiosa, por la que me siento personalmente ultrajada. Prefiero pensar que el corresponsal responsable de esta nota estaba loco cuando imaginó esta tontería. Sólo lamento no haber estado en condiciones de disculparme desde el primer momento por el vil papel que me han atribuido, y que rechazo con indignación y pena, se lo aseguro. Poco después de su expulsión de París por Luís Felipe le mandé a usted una carta en la que le expresaba la consideración y aprecio que me merece, y que siempre me han merecido su carácter y sus actos, puede estar completamente seguro de ello. Suya afectísima,

 

George Sand

Nohan, cerca de la Chtre (I'Indre)

20 de julio de 1848-“

 

La Neue Rheinische Zeitung recibió también una carta de George Sand, la célebre escritora francesa en los siguientes términos dirigida al redactor, que era el señor Carlos Marx, publicada el 3 de agosto, precedida de una nota de la redacción, la cual reproducimos cual apareció en la Neue Rheinische Zeitung:

 

“En nuestro número 36 (6 de julio) reproducimos un rumor que circulaba en París según el cual George Sand poseía papeles que establecían el hecho de que el refugiado ruso Bakunin era un agente del emperador Nicolás. Comunicamos este rumor a nuestros lectores tal cual nos llegó desde dos corresponsales diferentes que no se conocen entre sí. Cumplimos con ello nuestro deber de publicistas, que consiste en vigilar estrechamente a los hombres públicos, y dimos también ocasión a M. Bakunin de disipar una sospecha sobre él que realmente circulaba por determinados ambientes parisienses. Hemos reproducido la declaración de M. Bakunin y su carta a George Sand publicadas en la Allgemeine Oder-Zeitung, incluso antes de que M. Bakunin nos lo pidiera. Ofrecemos ahora la traducción de una carta de George Sand a la Neue Rheinische Zeitung y con ello damos por concluido este asunto:

 

Señor redactor,

Con fecha 3 de julio su periódico publicó el siguiente artículo:

(Sigue la corresponsalía reproducida más arriba.)

Los hechos relatados por su corresponsal son completamente falsos y no hay en ellos ni un asomo de veracidad. Nunca he tenido en mi poder la menor prueba de las acusaciones que pretenden ustedes propalar contra Bakunin, proscrito de Francia por la decadente monarquía. Por consiguiente, jamás he llegado a dudar de la lealtad de su carácter ni de la sinceridad de sus convicciones.

Apelo a su honor y a su conciencia para que publique inmediatamente esta carta en su periódico.

Agradeciéndole, etc.

George Sand

La Chätre (Indre), 20 de julio de 1848.”

 

Para Bakunin, todo el tiempo que duró el rumor estuvo convencido de que se trataba de una venganza de Marx, redactor jefe del periódico como castigo por tener la osadía de perseguir la realización de una idea distinta e incluso opuesta a la suya.

Marx dirá para defenderse que el artículo se publicó cuando él se encontraba ausente.

Ésta es sólo una narración de uno de tantos inventos de Marx para desprestigiar a Bakunin, una muestra más de la exigua moral revolucionaria de Marx.

Pero no sólo Marx actuó de esta desleal manera.

Lenin, al quitarse la careta y mostrarse como un dictador, no se cansó de decir que los anarquistas eran unos “anarco-bandidos”, tratando, claro, de no quedar mal, diciendo que no todos lo eran. Pero en la práctica, para él lo eran todos. Por motivos tan falsos encerró a muchos camaradas anarquistas en las cárceles de Rusia. Datos todos ellos que detallaremos en el capítulo destinado a la Revolución Rusa.

Tampoco podemos dejar pasar aquí la oportunidad de recordar la odiosa campaña que en España realizó el PSUC y el PCE, esbirros fieles a las ordenes de su amo Stalin.

Hay algo más, recientemente me han hecho llegar un libro del veterano dirigente del Partido Comunista Francés, Jacques Duclos.

El libro está compartido con el texto de Engels Los Bakuninistas en Acción y con Maurice Moissonnier, miembro del Comité Central del Partido Comunista Francés, que aporta la conferencia pronunciada en el Instituto Maurice Thorez (en París), el 3 de noviembre de 1971.

El señor Jacques Duclos, ha escrito un libro denominado “Anarquistas de Ayer y de Hoy”; en el, Duclos se propone examinar el anarquismo, como su nombre lo indica, de antes y de su actualidad, es decir, de apenas ocurridos los sucesos de París de mayo del 68.

Es de particular interés este texto, pues no viene de un personaje secundario, sino de un dirigente del Partido Comunista Francés. Y de Maurice Moissonier, que es miembro del Comité central del Partido comunista Francés, con lo cual vemos a los líderes, cabezas del Partido Comunista Francés, hablando de anarquismo. Veamos que nos dicen ambos.

Es interesante leer el texto de Duclos. Este texto, al leerlo, parece realmente gracioso: el señor Duclos hace un análisis realmente malo del anarquismo, y para rellenar el vacío que deja su falta de capacidad de escritor, recurre a ciertas medidas: después del cortísimo análisis del anarquismo (lo que deja ver lo poco que conoce de él) y del no menos corto análisis de la primera Internacional, el señor Duclos mete casi entero el texto calumnioso de Engels sobre la Alianza, que redactó con ayuda de Lafargue y en ocasiones de Marx.

Así, de un dos por tres, el señor Duclos ya tiene un libro de análisis sobre el anarquismo.

Sin embargo, no podemos dejar pasar la ocasión para dar un azote a tales fantocherías marxistas. Analicemos algunas partes del libro.

En la parte de “Anarquistas de Ayer”, el señor Duclos comienza diciendo (textualmente) que:

 

“El anarquismo es una concepción individualista de la vida”

 

En el capítulo de “Anarquismo y Socialismo” Maurice Moissonier repite más o menos lo mismo:

 

“A título del individualismo y del rechazo de todo cuerpo doctrinal de conjunto, se llega, en el límite, a tanto anarquismo como anarquistas, o por lo menos como grupos anarquistas”

 

Los señores Duclos y Moissonier pretenden hacer un examen del anarquismo, al que abordan desde los prejuicios tontos que los burgueses han tratado de hacer postulados del anarquismo. Sobre todo basándose en la tontería de que “los anarquistas exigen ‘todo para el individuo’”. Esto evidentemente puede referirse a la teoría Stirneriana, pero en modo alguno al total del anarquismo, en el cual, al parecer, estos señores ignoran, o fingen ignorar, que uno de sus postulados más grandes es el Comunismo Libre. Lo cual nada tiene que ver con el individualismo estricto que estos señores le quieren adjudicar al anarquismo.

Puedo incluso decir que esta acusación no puede adecuarse ni siquiera a la teoría del individualismo de Stirner, ese individualismo estricto y mal comprendido del que hablan los marxistas; Stirner defendía el individuo… pero frente a su enajenación, frente a su eliminación como ser independiente. Léase su obra El Único y su Propiedad y se verá como Stirner habla de crear sociedades de egoístas de asociarse para destruir al poder, etc. Sería muy largo explicar aquí su teoría, por lo que el lector deberá remitirse a ella para comprenderla.

El individuo, por otro lado, no puede estar alejado de la comunidad. Y así es muy común que en los escritos anarquistas se ponga siempre de relieve que “se comienza por el individuo, pero se parte siempre hacia la comunidad”.

Por desconocer este principio esencial de la comunidad, es que donde estos señores han logrado tomar el poder han transformado a las personas en meros engranajes que forman parte de una comunidad, pero que no cuentan como personas, es decir, como individuos. Cosa que a ellos les satisface, pues si las personas aperciben que pertenecen a una comunidad, pero que también son personas capaces de transformar esta comunidad, pronto se dispondrían a mandar al demonio todos sus planes de gobernar al pueblo a sus anchas.

En síntesis: somos individuos, pero sabemos perfectamente que esta “individualidad”, si así se le quiere llamar, está fuertemente unida a la comunidad, sin la cual, el individuo no existe, ni viceversa.

He aquí de lo que nos acusan estos señores cuando gritan que “los anarquistas dicen ‘todo para el individuo’”.

En debates teóricos con militantes del PC y sus filiales, he tenido la ocasión de escuchar que si nos organizamos, estamos engendrando la misma forma que el Estado, aunque en miniatura.

Puede el lector darse cuenta de la gracia que nos causa esto. La organización, según estos señores, debe ser un organismo centralizado donde se sometan todos o a la mayoría, o la dirección de un líder.

Pero nosotros sabemos perfectamente que la organización es muy diferente al sometimiento: la organización es precisamente el medio para unir esfuerzos y destruir al enemigo de enfrente… ¡no para meter sus métodos entre nosotros!

Nos acusan falsamente conociendo nuestros principios; o nos acusan sin conocerlos, es decir, por su propia ignorancia.

 

“En el curso de los últimos decenios del siglo pasado –dice Duclos--, los atentados anarquistas abarrotaban las crónicas de los periódicos. Las explosión de una bomba en la casa de un juez que había condenado a unos anarquistas condujo a la detención de Ravachol; el atentado del Palacio Borbón, mediante una bomba lanzada por el anarquista Vaillant, acabó por llevar a éste a la guillotina. Y esta bomba, presumiblemente había sido preparada por la policía, que utilizaba a los grupos anarquistas, donde tenía incrustados a agente suyos”

 

Es verdad que el anarquismo tuvo su periodo violento; quizá lo vuelva a tener, aunque no sea de nuestra preferencia. Ello no debe espantarnos, como ocurre con el señor Duclos, que ante las armas se esconde debajo de las mesas.

Quisiera recordar a quienes se creen estas cosas, que el mismo Engels decía que la violencia era un arma muy efectiva en la realización de la revolución. Pero dejemos que el mismo Lenin, maestro de Duclos y férreo defensor del Estado en la Revolución, le dé un par de bofetadas al señor Duclos:

 

“El Estado es una organización especial de la fuerza, una organización de la violencia para reprimir a una clase cualquiera (…) El proletariado necesita el poder estatal, organización centralizada de la fuerza, organización de la violencia…” (15)

 

Según las teorías del mismo Duclos, el proletariado debe tomar el poder; ahora bien, tal y como lo dice Lenin, el Estado es la organización de la fuerza, de la violencia, y si bien el proletariado no necesita el poder del Estado, aquí Lenin le demuestra a Duclos que el mismo marxismo está por la violencia… ¡y si que la saben emplear!

Además debemos recordar que los actos violentos no han sido exclusivos del anarquismo y que se han encontrado en el mismo Partido Comunista. Recuérdense por ejemplo los asaltos bancarios de Stalin para conseguir fondos para el Partido.

Además, en los momentos en que se ha recurrido a tales actos, muchas veces han sido como respuesta a la represión que el movimiento sufre, como ocurría en Rusia antes de la caída del zarismo.

Pero para Duclos no se trata de hacer análisis, de excavar en la historia para averiguar las circunstancias que llevaron a tales actos. Para él se trata tan sólo de vomitar sapos y culebras. No aporta ninguna prueba de lo que dice, ningún argumento que ponga en evidencia que la bomba lanzada fue presumiblemente preparada por la policía. Lo que no le impide decir que “Y, como en el pasado, el anarquismo le hace el juego a la reacción”.

¡Ah! Señor Duclos, si tan sólo la historia no existiera podríamos creernos eso.

Para finalizar su sección de Anarquistas de Ayer, termina diciendo:

 

“También es del interés supremo del movimiento obrero no dejar a los anarquistas y a otros grupos izquierdistas plagados de provocadores dejarlos convertirse impunemente en agentes del Fascismo, hacia el cual quiere conducirnos el poder gaullista”

 

Aquí Duclos olvida que, por ejemplo en México, la izquierda está plagada de grupos marxistas, el mismo Partido Comunista Mexicano se haya engullido por la izquierda. En los demás países, no solo ha ocurrido que la izquierda está conformada por miembros y grupos del PC, sino que en las filas de este mismo, como en España (1936), la derecha se ha insertado en su seno.

Parece también que el señor Duclos olvida que quien abrió el camino al fascismo europeo fue precisamente el marxismo, que fue precisamente Trotsky, Lenin, y después Stalin, firmes defensores del marxismo, quienes implantaron regímenes de terror, campos de concentración (a petición del mismo Lenin), cárceles, la Tcheka, y demás contribuciones del marxismo al fascismo.

¡Que se engañe sólo el señor Duclos! Nosotros, y el pueblo que sabe nuestra historia, sabe ver claramente que el fascismo sucedió a las teorías autoritarias del marxismo trotskista, leninista y stalinista.

¿Qué puedo decir, por ejemplo, de cuando el señor Duclos afirma que:

 

“Lo que caracterizaba a los anarquistas bakuninistas era su menosprecio hacia las masas?”

 

¿Cabe ignorancia más grande en un líder del Partido Comunista? A decir verdad no, y creo que por eso mismo, por esta crasa ignorancia, es que es líder del Partido Comunista. Por esta mentalidad en un dirigente marxista, podremos hacernos una idea de cómo piensan los demás, de cómo hacen teoría social.

El señor Duclos –lo aclaro, sólo para no dejar lugar a dudas— ignora entonces que uno de los principales puntos de desacuerdo de Bakunin con Marx, era precisamente que el primero confiaba, sobre todo, en la libre actuación de las masas, de abajo a arriba; en tanto que Marx quería imponerles una dictadura de pseudointelectuales que les dirigiera desde arriba. ¿Quién menospreciaba a las masas entonces?

Pero Duclos parece no haberse dado cuenta de que en el libro del que hablamos, el mismo Moissonier le contradice por completo. Veamos lo que nos dice Moissonier:

 

“… Es lo que ocurre siempre que se pide a cientos de personas organizadas o inorganizadas, reunidas más o menos arbitrariamente (!), que formulen la teoría en lugar de hacerlo un partido, cuyo papel debería ser, al parecer, esclarecer en el plano teórico mediante una lucha ideológica adecuada, y no dejarse arrastrar por las masas” (16)

 

Entonces, pregunto de nuevo ¿Quién menosprecia a las masas? 

Una persona de la calidad teórica de Duclos no habría de parar en todas las mentiras que dijo. Sólo unas líneas más adelante de estos malos chistes, el señor Duclos nos dice sobre Bakunin:

 

“Bakunin… demostraba un carácter dictatorial (!), enemigo de todo control sobre él.”

 

En efecto, como seguramente te habrás dado cuenta, compañero lector, Duclos en apenas unas palabras comete una contradicción terrible: acusa a Bakunin de dictador… ¡que no permite un control sobre él! ¿Quién pretendía ejercer este control, sino un dictador; y que dictador, sino el Partido Comunista o sus líderes Marx y Engels?

 

“Las dificultades –dice Moissonier— para delimitar una teoría anarquista residen en que el anarquismo se esfuerza por introducir en el movimiento obrero el menosprecio hacia la teoría y la organización”

 

Cuando se realizó la conferencia pronunciada por Moissonier, era el año 1971; habían pasado ya más de treinta años desde que la CNT, la FAI, y demás organizaciones anarquistas en las que el pueblo estaba inmerso se habían levantado en armas contra el fascismo; creando al mismo tiempo esas bellas colectividades (y en algunos casos hasta el Comunismo Libertario) que los stalinistas habrían de atacar y destruir. Basta, por lo mismo, evocar tan sólo a la CNT para desmentir estas argucias.

Sobre lo que Duclos nos dice sobre la historia de la primera Internacional, en las líneas siguientes dedicaremos todo un capítulo a examinarla. Con lo cual iremos cortando con hacha los argumentos de los marxistas. Iremos, en los momentos propicios, haciendo comentarios hacia el libro de Duclos, solo como mención, para ilustrar algunos hechos.

Sin embargo sigamos con la palabrería del marxismo.

Bujarin, en su opúsculo Anarquía y Comunismo Científico, no se cansa de poner a los anarquistas como una bola de vulgares delincuentes. Sin exponer nunca uno solo de los postulados del anarquismo. Habla del anarquismo como una consecuencia funesta de la degradación humana. En el ABC del Comunismo, hace otro tanto. Y para mejor comprensión de la manera de actuar del señor Bujarin, remitimos al lector a sus propias obras.

Trotsky, durante la revolución rusa no sólo habló en contra de los anarquistas. También actuó. Las brutales masacres ejercidas en Kronstadt y Ucrania son muestra firme del sadismo con que actuó el señor Trotsky. En donde por medio del hambre, del terror y de la calumnia logró por fin “barrer con escoba de hierro al anarquismo en Rusia” (17).

Sin siquiera decirlo, nos daremos una clara opinión de lo que pensaba Stalin. Pero basta leer el libelo que escribió sobre “Anarquismo y Socialismo”.

Y no hablemos de cómo en todos sus escritos juegan con las palabras malintencionadamente, para hacer creer que la anarquía es el caos y el desorden, confunden autoridad con orden, orden con dictadura, de lo cual deducen que sus métodos deben ser la dictadura, y los anarquistas enemigos del pueblo que dicen defender. Pero acerca de este capítulo ya nos encargamos en la parte anterior de este libro, cuando hablamos sobre Engels.

Así, machaconamente y jugando maliciosamente con las palabras, dicen que los anarquistas al querer destruir la autoridad, queremos el caos, que rechazamos la organización. Y Bujarin gritaría porque “los anarquistas se levantan contra el partido bolchevique en Rusia” (18), como si no hubiera sido un deber de todo hombre honrado levantarse contra la opresión que los bolcheviques hacían contra el pueblo ruso. Pareciera que, por un lado, o no han estudiado jamás nuestras ideas, y entonces son unos ignorantes, o por el otro, saben lo que es el anarquismo, pero en su afán de destruirlo, sin ningún tipo de ética, con mentiras, injurias, desfachatez, etc., inventan cuantas cosas sólo existen en sus cerebros.

No crean que escribo sólo por escribir, por pasatiempo, lee compañero lector, los escritos de Trotsky, Lenin, Marx, Bujarin, etc., y verás cuantas mentiras en contra del anarquismo se dicen ahí.

No tengo ningún reparo en que la gente conozca el marxismo, que lo conozcan para que vean quienes son en realidad. Si algo ha caracterizado a los marxistas, ha sido su carácter sectario, su falta de ética, que no les ha impedido inventar, calumniar, falsear palabras e ideas, actuar hasta en contra de sus mismos compañeros, y, como en Rusia y España, matar a cuanto se oponga a sus dogmas.

Ellos nunca han tenido el menor recato para dirigirse a nosotros cual reporteros de la burguesía, llamando bandidos, delincuentes, malhechores, etc., a los revolucionarios. Si yo en alguna parte de este escrito me refiero a ellos como prefascistas, dictadores, asesinos, carniceros y contrarrevolucionarios, no será gratis, pues he aportado en cada una de las afirmaciones pruebas suficientes de lo que hablo.

Pero no soy yo, ciertamente, quien les da esos títulos, son ellos mismo quienes se los han ganado. Como ya dije, lee compañero sus escritos pasados y actuales, y mediante su lectura te darás cuenta de que son unos dictadores disfrazados de revolucionarios.

Pero hemos dicho ya que el camino de la conquista del poder político enquista en la práctica los métodos de difamación y calumnia para eliminar la oposición; si en el programa marxista no aparece esto como método a seguir, es sencillamente porque la mentira estratégica también forma parte de sus acciones, justificada por los supuestos fines que dicen perseguir.

 

La Internacional Escindida por Marx

La Asociación Internacional de los Trabajadores fue sin duda una de las organizaciones más grandes y más significativas que el movimiento obrero ha tenido hasta ahora.

Su desarrollo se debió en gran parte a la libertad con que las federaciones se organizaban entre ellas, al margen del gobierno o autoridad alguna.

Su escisión en el Congreso de la Haya (2-7 de septiembre de 1972) trajo consigo la muerte de ésta en muchos países (19) un par de años después. Existen varias concepciones de cuáles fueron las causas de la muerte (dicen algunos) o división (dirán otros más) de la AIT.

G. D. H. Colle dice que la muerte de la AIT se dio a partir de la derrota de la Comuna de Paris:

 

La Comuna de París, pues, influyó mucho para destruir la Internacional, aparte de las disputas entre Marx y Bakunin que habían de darle el golpe de gracia [...]La caída de la Comuna destruyó la primera Internacional, ya muy debilitada por la Guerra Franco-Prusiana” (20)

 

Bakunin opinaba que se debió a los marxistas alemanes:

 

Lo primero que hicieron fue, naturalmente, la introducción de su programa y la proposición de colocar la cuestión política por encima de toda otra cuestión. Tuvo lugar una batalla encarnizada en la cual los alemanes sufrieron una derrota decisiva. El congreso de Basilea conservó intacta la pureza del programa de la Internacional y no permitió a los alemanes mutilarla por la introducción de la política burguesa.

Es así como comenzó la escisión en la Internacional, cuya causa fueron y son los alemanes. Se atrevieron a proponer a una sociedad, preeminentemente internacional, quisieron imponerlo hasta por la fuerza, su programa estrechamente burgués, político-nacional, exclusivamente alemán, pangermánico.

Fueron derrotados completamente y los aliancistas, miembros de la Alianza de los revolucionarios socialistas, contribuyeron en mucho a esa derrota. De ahí procede el odio atroz de los alemanes contra la Alianza” (21)

 

Arthur Lehning opinaba que se debió a

 

“La tentativa de Marx de establecer como obligación el empleo de medios políticos para realizar la emancipación económica fue causa directa del derrumbe de la Internacional” (22)

 

En mi opinión, esta última teoría es la correcta, y es lo que demostraré en las líneas siguientes.

Durante la vida de la Asociación Internacional de los Trabajadores, fundada el 28 de septiembre de 1864, Marx, y con él sus discípulos, pusieron todo de su parte por lograr tomar las riendas de esta maravillosa organización.

Cierto, Marx entró en la internacional antes que Bakunin, y no negamos tampoco el servicio que Marx prestó a la constitución de tan maravillosa Asociación; aunque no debemos olvidar también que no fue Marx el “fundador” de esta organización, como muchos dicen, sino que está ya se venía formulando desde que la peruana Flora Tristán propusiera una “sociedad universal” (1843) que es de donde se puede hablar de los comienzos de una Internacional de los Trabajadores; pero recalcar también, que la fundación de dicha organización fue en gran medida debida a los trabajadores proudhonianos franceses. Marx y Engels entrarían en la internacional cuando ésta ya estaba en nacimiento. De esto, la carta que Marx dirige a Engels en 1864, nos da una prueba:

 

“Un cierto Le Lubez vino comisionado para pedirme si yo podía intervenir (en el acto de Saint Martin’s Hall) en nombre de los trabajadores alemanes y, especialmente, si podía proporcionar un trabajador alemán para que hablara en el mitin, etc. Les proporcioné a Eccarius, quien salió del paso espléndidamente e inclusive yo estaba presente como testigo mudo en la tribuna. Me di cuenta de que verdaderos «poderes» estaban en juego, tanto en la parte de Londres como de París y decidí rechazar mi regla establecida de declinar tales invitaciones.” (23)

 

Como se ve, Marx entró en la AIT solo hasta que vio los “poderes que estaban en juego”.

Respecto de la aportación de Marx a la Internacional, así como contribuyó en su formación, también gracias a él y a Engels, y a sus ataques en contra de Bakunin, contribuyeron ambos enormemente al intento de su liquidación.

Por lógica, y porque París era en ese momento uno de los principales centros revolucionarios, el proyecto debió tener como cuna a París, en donde el sindicalismo revolucionario era una fuerza muy grande; ahí debía situarse, por lógica, el Consejo General.

Las leyes bonapartistas que no permitían la asociación de más de veinte personas impidió esto, «La criatura internacionalista fue llevada a nodriza del otro lado de la Mancha, para sustraerla al ogro imperial. Pero era innegable que sus padres eran auténticamente franceses, y además parisinos, y  su temperamento y sus ideas anarquistas, o anarquizantes, le viene de ellos» (24).

En sus inicios, la Internacional, gracias a que una mayoría de ella se componía de bakuninianos+proudhonianos+independientes antiautoritarios, la influencia anarquista fue mayoría. Ello se puede ver claramente a los documentos, artículos, resoluciones, etc., en los que se ve la fuerte influencia del gran teórico francés del anarquismo: Proudhon.

Para la preparación de su primer congreso (del 3 al 6 de septiembre de 1886 en Ginebra) Marx hace los preparativos, pero más tarde diría a Engels:

 

“Debo decirte con franqueza que la Internacional no va bien, aumentando el molestar la impaciencia de los franceses que quieren celebrar el Congreso para fines de mayo. Además los dirigentes ingleses parecen algo fríos y me imagino que el fracaso del Congreso les importa mucho ¿Quedaremos en ridículo ante Europa? ¿Qué haremos?”. (25)

 

17 días más tarde le volvía a escribir a Engels:

 

“Desde aquí haré todo lo posible porque el congreso de Ginebra tenga éxito, pero no asistiré a él. De esta manera evito toda responsabilidad personal. (26)

 

Finalmente al Congreso asistirían unos 60 delegados, de los cuales 33 serían suizos, la segunda parte más numerosa sería la francesa con 17 delegados, el consejo general tenía 6 miembros y Alemania estaba representada por 3. En este Congreso se discuten entre otras cosas la condición de trabajador manual que debían tener los delegados. Los franceses estaban a favor de que fuera así, mas los ingleses alegaban que el “título de trabajador” se debía dar también a los intelectuales, y por consecuencia, admitirlos como delegados en los próximos congresos de la Internacional.

Terminó por ganar la parte francesa, pues eran junto con los suizos mayoría, y el proudhonismo era la ideología por excelencia entre los franceses y en otra parte entre los suizos. Cosa que, como ya veremos, cambiaría después.

Al terminar el Congreso, Marx aliviaría sus temores de que éste fracasará, y en carta a Kugelman le dice:

 

“Tuve mucho temor por el primer Congreso de Ginebra.

Sin embargo, en conjunto resultó mejor de lo que esperaba… Yo no podía ni quería ir, pero escribí el programa de la delegación de Londres… Los caballeros de París llevaban las cabezas llenas de las frases proudhonistas más vacías. Charlan sobre la ciencia y no saben nada… En el informe los demoleré sin mencionar nombres. (27)

 

Esta mayoría anarquista, se presentará de nuevo en el segundo congreso, reunido en suiza (Lausana) el 2 de septiembre de 1867.

Aviolat, encargado de dar la bienvenida a nombre de la comisión organizadora del Congreso, tiene la ocurrencia de dar la bienvenida a los delegados, deseándoles “la bendición de la divina Providencia”, lo que provocó el reclamo que fue desde las palabras, hasta el estruendoso grito, pues ahí no tenía nada que hacer “la divina Providencia”

A este congreso acudieron más delegados que al anterior celebrado en Ginebra, resultando 72 las personas concurrentes; de las cuales, 37 delegados eran Suizos, y 20 eran franceses; por lo que el proudhonismo fue nuevamente predominante.

Marx, al ver esto, escribe en carta a Engels:

 

“En el próximo Congreso de Bruselas, les daré personalmente el golpe final a esos locos de proudhonistas. He conducido diplomáticamente todo el asunto y no quise salirles al encuentro personalmente mientras no fue publicado mi libro y mientras nuestra Asociación no echase raíces. También les daré una paliza en el informe oficial del Consejo General (pese a todos sus esfuerzos, los charlatanes parisienses no podrán impedir nuestra reelección).” (28)

 

Luego hace unos bellos comentarios en los siguientes términos:

 

“El miserable Star, que trató de ignorarnos por completo, anunció ayer en un editorial que nosotros éramos más importantes que el Congreso de la Paz. SchulzeDelitzsch no pudo impedir que su “Asociación de Trabajadores” de Berlín se nos uniera. Los puercos de los Tradeunionistas ingleses, que creían que nosotros íbamos demasiado “Lejos”, vienen ahora corriendo hacia nosotros. Además, el Courier Français, la Liberté de Girardin, el Siecle, la Mode, la Gazette de France, etc., han publicado informaciones sobre nuestro Congreso. Las cosas marchan. Y en la próxima revolución, que quizá esté más cerca de lo que parece, nosotros (esto es tú y yo) tendremos en nuestras manos esta potente máquina.” (29).

 

Como vemos, estos señores perseguían el tener en sus manos las riendas de la AIT; esto explica porque cuando todo indicaba que Bakunin sería el más influyente en ella, Marx prefirió matar a la AIT antes de que le arrebataran su señuelo dictatorial.

Engels, ese gran despreciador de la base, como el propio Marx, le contesta abrigando las mismas esperanzas y señalando con una cierta dosis de cinismo:

 

“Sin embargo, mientras el Consejo General esté en Londres, todas estas resoluciones (las proudhonianas) no pasan de ser más que leche cuajada para el gato” (30).

 

Dupont sería el presidente del Congreso, el Consejo General delegaría aparte de Dupont, a Lessner, Eccaruis, Odger, Carter y Cremer.

James Guillaume sería el secretario, al que Marx odiaría casi tanto como al propio Bakunin, y que sería expulsado con éste de la AIT; más adelante veremos como sucedió esto.

El orden del día sería éste:

 

1.- ¿Cuáles serán los medios prácticos de facilitar a la Asociación Internacional de los Trabajadores un centro común de acción para la clase obrera en la lucha que ella sostiene contra el capital?

2.- ¿Cómo pueden las clases obreras utilizar, para su emancipación, el crédito que dan a la burguesía y a los gobiernos? Crédito y Bancos Populares. Moneda y papel moneda. Seguros mutuos. Sociedades obreras.

3.- Los esfuerzos realizados hoy por las asociaciones para la emancipación del cuarto Estado (la clase obrera) ¿pueden tener por resultado la creación de un quinto Estado, cuya situación sería mucho más miserable aún? La Mutualidad o reciprocidad considerada como base de las relaciones sociales. Equivalencia de las funciones. Solidaridad. Sociedades obreras.

4.- Trabajo y Capital. Paro, las máquinas y sus efectos. Reducción de las horas de trabajo. División del trabajo. Transformación y extinción del salariado. Reparto de los productos.

5.- Funciones sociales, Papel del hombre y de la mujer en la sociedad. Educación del niño. Enseñanza Integral. Libertad de Enseñanza.

6.- Definición y papel del Estado. Servicios públicos, transportes y circulación. Intereses colectivos e individuales. El Estado considerado como justiciero y guardián de los contratos. Derecho de castigo.

7.- La privación de libertades políticas, ¿no es un obstáculo pará la emancipación social del trabajo y una de las causas principales de las perturbaciones sociales? ¿Cuáles son los medios para acelerar este restablecimiento de las libertades políticas? ¿No será éste la reivindicación por todos los trabajadores del derecho ilimitado de reunión y de libertad ilimitada de la prensa?

8.- Manifiesto colectivo de los trabajadores al Congreso de la Paz que se reunirá en Ginebra.

 

El tercer punto daría continuidad al segundo, y permite que las opiniones se hagan más específicas, por lo que:

 

1. El Congreso estima que los esfuerzos, realizados por las sociedades obreras (si éstas se generalizan conservando su forma actual), tienden a constituir un cuarto Estado, teniendo debajo de ellas un quinto      Estado miserable todavía.

«El peligro supuesto de las asociaciones obreras desaparecerá a medida que el desarrollo de la industria moderna hará imposible la producción en pequeña escala. La producción moderna, en gran escala, fusiona los esfuerzos individuales y hace del trabajo cooperativo una necesidad para todos.»

2. Para obviar este peligro, el Congreso entiende que es necesario que el proletariado se capacite bien de esta idea: que la transformación social sólo podrá operarse de una manera radical y definitiva por medios activos que obren sobre el conjunto de la sociedad, y conformes a la reciprocidad y a la justicia.

3. Sin embargo, el Congreso entiende que todos los esfuerzos de las organizaciones obreras deben tender principalmente a que desaparezca en lo posible del seno de estas asociaciones la usurpación o detención que realiza el capital sobre el trabajo, es decir, a introducir en ellas la idea de mutualidad y de federación. (31)

 

Como se ve, en esta resolución se marca el carácter netamente proudhoniano del Congreso, “Mutualidad y Federación” eran dos de los principios de la teoría de Proudhon.

La influencia de Marx era completamente nula; por eso dice a Engels, en la carta que hemos reproducido más arriba: En el próximo Congreso de Bruselas, les daré personalmente el golpe final a esos locos de proudhonistas.

Bakunin pasa a formar parte activa de la Internacional en el tercer Congreso de esta, (32) que tiene como sede Bruselas entre el 6 y el 13 de septiembre de 1868.

Bakunin aparece aquí, y el discurso que pronuncia es uno de los más aplaudidos, pero que desgraciadamente se perdió para la historia, pues los taquígrafos no lo lograron seguir en su rápido francés.

París enviaría 13 delegados, a Tolain entre ellos, en total 18 franceses, pues las regiones de Lyon Marsella, Caen, Neuville Saone sur y Rouen también enviarían delegados; los belgas serían la delegación con más miembros asistentes: 56; del consejo general asistirían 7 y otros delegados suizos; por primera vez España enviaba una delegación: el anarquista catalán Antonio Marsal Anglora, que para evitar las persecuciones a su regreso se presentó con el nombre de “Sarro Magallan”; entre los alemanes figuraban 4, entre los que se encontraba Liebknecht que asistiría por primera vez y también una delegación italiana.

Uno de los principales puntos a tratar fue el de la propiedad territorial.

“Tal como lo esperaba Marx, esta vez los prouhonianos fueron derrotados. Pero no en su favor, sino de otra corriente, también anarquista” (33), ésta era, el colectivismo bakuninista, que ya desde ese entonces comenzaría su largo camino.

A nivel ideológico, se puede decir que, es en este Congreso en el que se hace la “transición” por así decirlo, entre el Mutualismo defendido por Proudhon y el Colectivismo proclamado por Bakunin.

El cuarto congreso de la Internacional, tuvo lugar en Basilea el 6 de septiembre de 1869.

Aquí, como en los demás congresos, la delegación numérica más fuerte, era la francesa (proudhonianos). A diferencia de la asistencia al congreso anterior, al que asistirían 100 delegados, a éste sólo irían 72.

Los franceses asistirían con la delegación más numerosa, 25; los suizos con 24; los alemanes con una delegación de cinco, lo mismo que los austriacos y los belgas; España enviaría dos delegados, lo mismo que Italia, de los cuales uno de ellos era Bakunin. Los Estados Unidos envían una delegación de un delegado, con lo que estarían representados por primera vez.

En dicho congreso, los proudhonianos discutirían nuevamente como en el congreso anterior (Bruselas) sobre la propiedad de la tierra. Nuevamente, como esperaba Marx, los proudhonianos resultarían vencidos; pero los marxistas también. El colectivismo bakuninista se abría paso a zancadas.

“Los debates no consagraron solamente la derrota definitiva de los proudhonianos, marcaron también una derrota de los marxistas, la más seria, quizá, de cuantas habían sufrido hasta entonces” (34)

Se discutiría en presencia de Bakunin, y ausencia de Marx, sobre la cuestión de la “herencia”, en la que saldría victorioso el punto de vista bakuninista, aun a pesar de la oposición de Eccarius, miembro del Consejo General, y portavoz del pensamiento de Marx.

Bakunin, que asistía a su segundo congreso como miembro de la AIT, respondió de la siguiente manera:

 

“El derecho de la herencia, después de haber sido la consecuencia natural de la apropiación violenta de las riquezas naturales y sociales, pasó a ser, después, la base del Estado político y de la familia jurídica garantizan y sancionan la propiedad individual.”

 

Y añadía más adelante:

 

“La transformación de la propiedad individual colectiva chocará frente a grandes obstáculos entre el campesinado. Si, después de haber proclamado la liquidación social, se intentara desposeer por decreto a estos millones de pequeños agricultores, se les arrojaría seriamente en los brazos de la reacción, y, para someterlos a la revolución, será necesario emplear contra ellos la fuerza, es decir, la reacción. Será necesario, pues, dejarlos poseedores de hecho de estas parcelas de las que son hoy los propietarios. Pero, si no abolís el derecho de herencia, ¿qué pasará? Transmitirán estas parcelas a sus hijos con la sanción del Estado, a título de propiedad. Por el contrario, si proclamáis la liquidación política y jurídica del Estado, si se aboliese el derecho de herencia, ¿qué les quedará a los campesinos? Sólo la posesión de hecho, y esta posesión privada de toda sanción legal, sin ampararse bajo toda la potencia del Estado se dejará transformar fácilmente bajo la presión de los acontecimientos revolucionarios”

 

La posición de Bakunin se presentó a votación, resumida en una de las resoluciones:

 

“Derecho de Herencia: Considerando que el derecho de herencia, que es un elemento esencial de la propiedad individual ha contribuido poderosamente a alienar la propiedad territorial y la riqueza social en provecho de unos pocos y en detrimento del mayor número, y que, en consecuencia, es uno de los más grandes obstáculos para la entrada de la tierra en la propiedad colectiva»

Considerando que el derecho de herencia, por restringida que sea su acción, impide absolutamente a la sociedad la adquisición de los medios para su desenvolvimiento moral y material, y constituye un privilegio que, aunque de más o menos importancia de hecho, no destruye por eso la iniquidad en el derecho, convirtiéndose en una amenaza constante al derecho social;

Considerando que el Congreso se ha pronunciado por la propiedad colectiva y que una declaración tal, sería ilógica si no viniese corroborada por la que sigue;

El congreso reconoce que el derecho de herencia debe ser completa y radicalmente abolido, y que esta abolición es una de las condiciones indispensables a la libertad del trabajo”

 

A favor de esta última resolución votarían 32 delegados, 23 en contra (incluidos los proudhonianos) y 13 delegados se abstuvieron.

La resolución que presentó Eccarius sería derrotada por 37 en contra, 19 a favor, con 6 abstenciones, y 13 ausencias.

Marx había calculado mal sus planes, pues en el “Confidentielle Mittheiling” del 29 de marzo de 1870 confiesa que el Consejo General había dispuesto poner en el orden del día el tema de la herencia, para poder asestar a Bakunin un golpe decisivo.

Después de los resultados, Eccaruis exclamaría algo que el propio Bakunin alcanzaría a escuchar: “¡Marx se va a enfadar mucho!”.

Es en este congreso donde los miembros de la Internacional, confiando en la “buena voluntad” del Consejo General, le dan “ciertos poderes administrativos” para hacer más cómodo su actuar, tales como poder incluir en el Consejo a cuantas personas le fueran necesarias para su eficaz función, acto que se convertiría en un error terrible, pues los miembros del Consejo General podían poseer de todo, menos moral revolucionaria. Esto lo apoyaría Bakunin, pero esto lo haría, para contrarrestar a la sección ginebrina, que se negaba a que miembros de la Alianza tomaran parte en el seno de la federación romanda.

En carta a Guillaume del 23 de enero de 1872, Bakunin explicaría este acto:

 

“Había llegado al Congreso de Basilea con esta impresión, que una Federación Regional, guiada por una facción intrigante y reaccionaria (la ginebrina), podía abusar del poder, y busque un remedio en la autoridad del Consejo General”

 

Marx, al ver rotas sus esperanzas de deshacerse de Bakunin, escribe a Engels el 27 de Julio:

 

“Éste ruso, está claro, quiere convertirse en el dictador del movimiento obrero europeo. Que ande con cuidado, porque si no será excomulgado oficialmente” (35)

 

Y que éste corroborará:

 

“El gordo Bakunin está detrás de todo, esto es evidente. Si este maldito ruso piensa realmente, con sus intrigas, ponerse a la cabeza del movimiento obrero, debemos evitar que pueda hacer daño”

 

Bakunin ya sabía lo que sus examigos pensaban de él, por eso escribe en carta a Herzen lo siguiente:

 

“Sin embargo, podría suceder, y ello en breve plazo, que llevara a cabo una lucha contra él, no por la ofensa personal, compréndase, sino por una cuestión de principios, respecto al comunismo de Estado, que él y los partidos ingleses y alemanes que dirige, son calurosos partidarios. Entonces será una lucha a muerte” (36).

 

La guerra entre Napoleón III y Bismarck, más conocida como Guerra franco-prusiana, hizo imposible que se realizara el quinto Congreso, durante los años 1870-1871.

Sirviéndose de la imposibilidad de realizar este congreso en presencia de todos los miembros de la Internacional, Marx realiza un auténtico abuso, al sustituir este por una “Conferencia” a la cual invitará sólo a sus amigos personales, y aquellos sometidos a sus dictados, con apenas representación de la demás ramas Internacionalistas.

Para esta conferencia, no se remite ningún tipo de comunicado a las secciones en las que predominaba el bakuninismo, y en ella se “aprueba”, otorgar amplios poderes al Consejo General, tantos como “poder suspender secciones (37), rechazar su admisión, etc.”.

Según los estatutos, las cuestiones fundamentales habrían de ser comunicadas a las secciones de la AIT con anticipación de dos o tres meses para que éstas las analizaran, antes de ser aceptadas.

En el orden del día aparece la “necesidad” de redactar nuevamente los estatutos de la AIT, pues son tantas las traducciones que no coinciden entre sí. Esto lo aprovecharían Marx y Engels, para pretender que los estatutos de 1864 suponen la acción política y la conquista del poder político. Una minoría se opone a que esta conferencia tenga el derecho de opinar a este respecto, pero Outin y Perret encabezarían la oposición; finalmente, son Marx, Jung y Serrailier los encargados de redactar resoluciones y los nuevos estatutos de la AIT.

Antes de continuar, es preciso ver la manera en que estaba organizado el Consejo General, y cuáles eran sus funciones:

El Consejo General está compuesto por miembros alemanes en su mayoría, y subordinados a los dictados del señor Marx, veamos a quienes lo integraban y a quienes representaban:

Italia y España estaban representadas por Engels, un alemán (38); América por Eccaruis, alemán; Rusia, tontamente estaba representada por Marx, quien a partir de 1871 representaba también a Bélgica y Holanda; para representar a Francia se podían proponer a gente que había sido muy activa en la reciente Comuna, o a Bergeret, que redactaba en Londres ¡Qui vive! Pero no.

Han optado mejor por Serraillier, quien ni siquiera formaba parte de la Internacional, y todo esto, porque los franceses, amantes de su independencia y libertad, no se querían someter a los dictados de quienes imponían su ley dentro del Consejo General.

El Consejo General tenía como funciones sólo servir como oficina de correspondencia entre las diferentes secciones de la Internacional, no revestido jamás de poder alguno. Los estatutos de la Internacional lo indican, como veremos más abajo.

En un principio, el invitar a una Conferencia no hubiera tenido ningún tipo de inconveniente con la organización de la Internacional; pero al “sustituir” al Congreso por una Conferencia, ya denotaba el proceder autoritario del Consejo General, a la par de que en dicha conferencia se hubieran hablado de muchas cosas, ninguna habría tenido valor para los estatutos y reglamentos de la Internacional.

Jacques Duclos, de quien ya hemos hablado anteriormente, acerca de la Conferencia de Londres nos dice esto:

 

“Esta Conferencia, que duró del 17 al 21 de septiembre 1871, se dedicó a discutir la actividad de sus secciones, puesto que el Consejo General de la Internacional era objeto de ataques por parte de la Alianza de la Democracia Socialista fundada por el anarquista ruso Bakunin para dividir a la Primera Internacional”

 

1.- La Conferencia de Londres duró del 17 al 23 de septiembre; no del 17 al 21, como afirma Duclos.

2.- La Conferencia no se dedicó a discutir la actividad de sus secciones, puesto que el Consejo General era atacado por los anarquistas de la Alianza. Se dedicó, como vamos a ver, a maquinar la manera de eliminar de sus filas a los anarquistas; olvida Duclos la campaña de difamación que Marx y Engels venían haciendo no sólo contra Bakunin, sino contra el anarquismo en general, con las peores mentiras lanzadas en comparación sólo con las de la prensa burguesa.

3.- La Alianza no fue creada para dividir a la Internacional. Duclos ignora muchas cosas. Todo lo aprendió de memoria, pero nada lo analizó.

El proceder en esta forma, de convocar a una conferencia privada, no tendría ningún valor para la organización de la Internacional; sin embargo en ella (al estar conformada en su mayoría de amigos de Marx) se resuelve darle amplios poderes al Consejo General de Londres. Anselmo Lorenzo, presente,  manifestaría su desagrado ante tales actitudes:

 

“… aunque algo dije como expresión de mi desilusión y de mi disgusto, me oyeron como quien oye llover y no produjo sensación ni efecto alguno.” (39)

 

Había sido alojado en casa de Marx, a su llegada a Londres, y había quedado fuertemente impresionado por el grado cultural de éste, quien despertó en Lorenzo la admiración de quien reconoce la inteligencia ajena.

Sin embargo, al presenciar la Conferencia de Londres, Lorenzo diría lo siguiente:

 

“… puede asegurarse que toda la sustancia de aquella Conferencia se redujo a afirmar el predominio de un hombre allí presente, Carlos Marx, contra el que se supuso pretendía ejercer otro, Miguel Bakunin, ausente...

“… para llevar adelante el propósito [de desacreditar a Bakunin] había un capítulo de cargos contra Bakunin y la Alianza de la Democracia Socialista, apoyada en documentos declaraciones y hechos de cuya verdad y autenticidad no pudo convencerse a nadie, sostenidos además con el testimonio de algún delegado presente como el ruso Outin…”.

 

También había conocido a Outin, a quien vio en la sala de sesiones. Pero su opinión de él fue ésta:

 

 “… Outin, figura siniestra y antipática que en la Conferencia no pareció tener otra misión que atizar el odio y envenenar las pasiones, siendo completamente ajeno al gran ideal que agitaba a nuestros representados, los trabajadores internacionales…”

“… Asistí una noche en casa de Marx a una reunión encargada de dictaminar sobre el asunto de la Alianza y allí vi a aquel hombre descender del pedestal en que mi admiración y respeto le había colocado hasta el nivel más vulgar, y después varios de sus partidarios se rebajaron mucho más aún, ejerciendo la adulación como si fueran viles cortesanos delante de su señor…”

“… Ya no era cuestión de sostener una fuerza revolucionaria y darla una organización y sostener una línea de conducta estrictamente encaminada a su objeto, sino de poner una gran reunión de hombres al servicio de un jefe.”

“… En mis sentimientos y en mis pensamientos me vi solo, juzgué, acaso por un rasgo de soberbia, que yo era el único internacional allí presente” (40)

 

Ante esto, en una Circular lanzada el 31 de octubre de 1871, se convoca a un Congreso en Sonvillier.

El 12 de noviembre de 1871, apenas dos meses después de la Conferencia, se celebra en Sounvilier el Congreso anual de las secciones jurasianas en donde se muestra la inconformidad de que una Conferencia tenga derecho a lanzar decretos.

Una resolución había de ser redactada, cuyo cargo sería confiado a Guillaume, leámosla:

 

Circular a todas las federaciones de la Asociación Internacional Trabajadores

 

Los delegados abajo firmantes, en representación de un grupo de secciones de la Internacional que acaban de constituirse con el nombre de Federación Jurasiana se dirigen, por medio de la presente circular, a todas las federaciones de la Asociación Internacional de los Trabajadores y les piden que se unan a ellas para convocar, en breve plazo, un Congreso general.

Vamos a exponer en pocas palabras las razones que nos llevan a adoptar esta medida, absolutamente necesaria para impedir que nuestra gran Asociación se vea arrastrada, a su pesar, hacia una funesta pendiente, al final de la cual se encuentra su disolución.

Cuando se creó la Asociación Internacional de los Trabajadores se instituyó un Consejo general que debía, según los estatutos, servir de oficina central de correspondencia entre las secciones, pero al que no se le delegó absolutamente ninguna autoridad, lo que, por otra parte, habría sido contrario a la esencia misma de la Internacional, que no es más que una inmensa protesta contra la autoridad.

Las atribuciones del Consejo general están netamente definidas en los artículos siguientes de los estatutos generales y del reglamento general:

 

Estatutos Generales. –Art. 3— Se establece un Consejo General compuesto de trabajadores representantes de las diferentes naciones que forman parte de la Asociación internacional. Incluirá, de acuerdo con las necesidades de la Asociación, a los miembros de la oficina, como presidente, secretario general, tesorero y secretario particular para los diferentes países.

"Anualmente, el Congreso se reunirá para indicar la sede del Consejo general, nombrar sus miembros, dejándole el derecho de incorporar miembros suplementarios, y elegir el lugar de la próxima reunión.

"En época fijada por el Congreso, y sin que sea necesario hacer una convocatoria especial, los delegados se reunirán con pleno derecho en el lugar y día designados. En caso de fuerza mayor, el Consejo general podrá cambiar el lugar del Congreso, pero no su fecha.

Art. 4.-- En cada Congreso anual, el Consejo general publicará un informe de los trabajos realizados durante el año. En caso de urgencia, podrá convocar el Congreso antes del término fijado.

Art. 5.-- El Consejo general establecerá relaciones con las diferentes asociaciones obreras, de manera que los obreros de cada país estén constantemente al corriente del movimiento de su clase en los otros países; que, simultáneamente y en el mismo sentido, se realice una encuesta acerca de la situación social; que las cuestiones  propuestas por una sociedad y cuya discusión sea de interés general, serán examinadas conjuntamente, y que, cuando una idea práctica o una dificultad internacional reclamen la acción de la Asociación, ésta pueda actuar, de un modo uniforme. Cuando le parezca necesario, el Consejo tomará la iniciativa de las propuestas a someter a las sociedades o nacionales.

”Publicará un boletín para facilitar la comunicación con las oficinas correspondientes.

"Reglamentos.-- Artículo Primero.- El Consejo general está obligado a ejecutar las resoluciones del Congreso.

”A este fin, reunirá todos los documentos que le envíen las oficinas correspondientes a los diferentes países, y los que pueda procurarse por cualquier otro medio.

” Está encargado de organizar el Congreso y de informar del programa a todas las secciones, por medio del intermediario de las oficinas correspondientes a los diferentes países.

”Art. 2-- El Consejo general publicará, tan a menudo como se lo permitan sus medios, un boletín que incluya todo lo que pueda ser de interés para la Asociación Internacional: ofertas y demandas de trabajo en las diferentes localidades; sociedades cooperativas; estado de las clases trabajadoras en los diferentes, países, etc.”

 

En su primer año de vida, el Consejo general se instaló en Londres por varias razones: la primera idea de la que surgió la Internacional se tuvo en un mitin celebrado en Londres. Londres ofrecía, desde el punto de vista de las garantías individuales, mucha más seguridad que cualquier otra ciudad de Europa.

En los siguientes congresos de la Internacional, celebrados en Lausana (1867) y en Bruselas (1868), el Consejo general fue confirmado en su sede de Londres. En cuanto a su composición, todos los asistentes a los congresos generales saben de qué modo se elaboraba: se daba un voto de confianza a las listas presentadas al Congreso y que estaban compuestas en su mayoría de nombres absolutamente desconocidos para los delegados. La confianza iba tan lejos que incluso se le dejaba al Consejo general la posibilidad de integrar a cuantos miembros le pareciese bien; por lo que, debido a esta disposición de los estatutos, el nombramiento del Consejo general por el Congreso era algo puramente ilusorio. En efecto, el Consejo podía, en cualquier momento, integrar un personal con el cual modificar completamente la mayoría y las tendencias.

En el Congreso de Basilea, la confianza ciega se convirtió en una especie de abdicación voluntaria en manos del Consejo general. Entre otras resoluciones administrativas, se atentó, sin realmente apercibirse de ello, contra el espíritu y la letra de los estatutos generales, en los que se proclamaba netamente la autonomía de cada sección, de cada grupo de secciones, Que se juzgue, si no:

"Resoluciones Administrativas de Basilea.-- Resolución VI-- El Consejo general tiene derecho a suspender, hasta el Congreso siguiente, a una sección de la Internacional.

"Resolución VII.- Cuando se produzcan complicaciones entre dos sociedades o ramas de un grupo nacional, o entre grupos de diferentes nacionalidades, el Congreso general tendrá derecho a decidir en el litigio, salvo que se apele a la decisión definitiva del siguiente congreso."

 

Ello equivalía a dejar en manos del Consejo general un poder peligroso, y fue un error no prever el resultado.

Si hay un hecho indiscutible, mil veces confirmado por la experiencia, es el efecto corruptor que produce la autoridad sobre aquellos que la ejercen. Es absolutamente imposible que un hombre que tiene poder sobre sus semejantes siga siendo un hombre con moral.

El Consejo general no podía escapar a esta ley fatal. Compuesto durante cinco años seguidos por los mismos hombres, siempre reelegidos e investido por las resoluciones de Basilea de un enorme poder sobre las secciones, acabó por considerarse como el jefe legítimo de la Internacional. El cargo de miembro del Consejo general se ha convertido, en manos de ciertos individuos, en una especie de propiedad, y Londres se ha convertido en la capital inamovible de nuestra Asociación. Poco a poco, estos hombres, que no son más que nuestros mandatarios, y la mayoría de los cuales ni siquiera son mandatarios por no haber sido elegidos en ningún Congreso, estos hombres, decimos, acostumbrados  a marchar a nuestro frente y a hablar en nuestro nombre, se han visto arrastrados, por la corriente misma de las cosas, a la pretensión de hacer predominar en la Internacional su programa especial, su doctrina personal. Habiéndose convertido, a sus propios ojos, en una especie de gobierno, era normal que sus ideas particulares les pareciesen como la única teoría oficial con derecho de ciudadanía en la Asociación, mientras que las ideas divergentes emitidas por otros grupos les parecían no la legítima manifestación de una opinión igual en derechos a la suya, sino una verdadera herejía. De este modo, se fue constituyendo poco a poco una ortodoxia cuya sede, estaba en Londres, cuyos representantes eran los miembros del Consejo general; y pronto los corresponsales del Consejo en cada país se fueron atribuyendo la misión no de servir de intermediarios neutros y desinteresados entre las diversas federaciones, sino de convertirse en apóstoles de la doctrina ortodoxa, de buscarle propagadores y de servir a los intereses de la secta en detrimento de los intereses generales de la Asociación.

¿Qué iba a resultar de todo esto? Evidentemente, el Consejo general encontró oposición en la nueva vía que iniciaba. La irresistible lógica le obligó a tratar de destruir esta oposición. Y con ello empezaron las luchas, las intimidades personales, y las maniobras de camarilla. El Consejo general se convirtió en un foco de intrigas; los opositores son abucheados, calumniados: y finalmente, en el seno de nuestra Asociación estalla la guerra abierta.                                                                                                                                                      

Como desde el Congreso de Basilea de 1869, no se ha reunido el Congreso General de la Asociación, el Consejo General se ha encontrado en los dos últimos años con las manos libres. La guerra franco-alemana fue el motivo para no celebrar el Congreso en 1870; en 1871, este Congreso fue sustituido por una conferencia secreta convocada por el Consejo general sin que los estatutos le autorizasen en modo alguno a actuar de esta manera. Esta conferencia secreta, que ciertamente no ofrecía una representación completa de la Internacional, pues varias secciones, en particular las nuestras, no habían sido convocadas; esta conferencia, cuya mayoría había sido falseada de entrada por el hecho de que el Consejo general se había arrogado el derecho de incluir seis delegados nombrados por él con voz y voto; esta conferencia, que no podía en absoluto considerarse investida de los derechos de un congreso tomó, sin embargo, una serie de resoluciones que afectan gravemente a los estatutos generales y que tienden a convertir a la Internacional, libre federación de secciones autónomas, en una organización jerárquica y autoritaria de secciones disciplinadas, enteramente sometidas al Consejo general, que puede, a voluntad, rechazar su admisión o suspender su actividad. Y para coronar el edificio, una de las decisiones de esta conferencia afirma que el Consejo general fijará la fecha y el lugar del próximo Congreso o de la conferencia que lo sustituirá; de modo que ahora nos vemos amenazados con la supresión de los congresos generales, esas grandes audiencias públicas de la Internacional, con su sustitución, a capricho del Consejo General, por conferencias secretas análogas a la que acaba de celebrarse en Londres.

Ante esta situación, ¿qué debemos hacer?

No incriminamos a las intenciones del Consejo general. Las personalidades que lo componen han resultado ser las víctimas de una necesidad fatal de buena fe y persiguiendo el triunfo de su doctrina particular, han querido introducir en la Internacional el principio de autoridad; las circunstancias parecían favorecer esta tendencia, y nos parece natural que esta escuela, cuyo ideal es la conquista del poder político por la clase obrera, haya creído que la Internacional debía cambiar su organización primitiva y transformarse en una organización jerárquica, dirigida y gobernada por un comité.

Pero aunque encontremos explicación a estas tendencias y a estos hechos, no por ello nos sentimos menos obligados a combatirlos, en nombre de esta revolución social que perseguimos, y cuyo programa es: “emancipación de los trabajadores por los propios trabajadores”, al margen de toda autoridad directa, aunque esta autoridad fuese elegida y aceptada por los trabajadores.

Exigimos el mantenimiento, en la Internacional, de este principio de la autonomía de las secciones, que ha sido hasta ahora la base de nueva Asociación; exigimos que el Consejo general, cuyas atribuciones han sido desnaturalizadas por las resolución administrativas del Congreso de Basilea, vuelva a su antiguo cometido, que no es otro que el de ser una oficina de correspondencia y de estadística; y que esta unidad que pretenden establecer mediante la centralización y la dictadura, se realice mediante la federación libre de los grupos autónomos.

La futura sociedad no debe ser otra cosa que la universalización de la organización que se dé la Internacional. Debemos procurar, por consiguiente, que esta organización se aproxime todo lo posible al ideal. ¿Cómo iba a salir una sociedad igualitaria y libre de una organización autoritaria? Es imposible. La Internacional, embrión de la futura sociedad humana, está obligada desde ahora a ser la imagen fiel de nuestros principios de libertad y de federación, y a expulsar de su seno todo principio tendente a la autoridad, a la dictadura.

Concluimos con la convocatoria, en breve plazo, de un Congreso General de la Asociación.

¡Viva la Asociación Internacional de los Trabajadores!

Sonvilier, a 12 de noviembre de 1871.

Los delegados en el Congreso de la Federación Jurasiana:

Henri Devenoges Leon Schwitzguebel, delegados de la Sección Central del Distrito de Courtelary; Fritz Tschui, Justin Guerber delegados del circulo de Estudios Sociales de Sonvílier; Christían Hofer, delegado de la sección de Moutier-Grandval; Frederic Graisier, Auguste Spichiger, delegados de la Sección Central del Locle; Nicolas Joukowski,  Jules Guesde delegados de la Sección de propaganda y Acción Revolucionaria Socialista de Ginebra; Charles Chopard, Alfred Jeanrenaud, delegado de la Sección de los Obreros Grabadores del distrito de Courtelary; Numa Brandt, delegado de la Sección de propaganda de La Chaux-de- Fonds; James Guillaume, A. Dupuis, delegados de Sección central de Neuchâtel; A Scheuner, Louis Cartier, delegados del Círculo de Estudios Sociales de Saint-Imier.

 

Como se ve en el Artículo 5 del Reglamento, el Consejo General era sólo el encargado de organizar los Congresos y de servir como centro de correspondencia entre las diferentes secciones de la AIT. El otorgamiento injustificado de poderes al Consejo General según los propios estatutos de la Internacional, era imposible. El abuso está claro.

 

Bakunin también escribiría un texto sobre este respecto con el nombre de Carta a Los Internacionales de Bolonia; una extensa carta en donde hace una reseña rápida de los congresos de la Internacional, hasta la Conferencia de Londres.

Engels, por medio del Volksstaat del 10 de enero de 1872, responde con un artículo de la calidad que ya conocemos: con la peor mala leche que pueda encontrarse.

Una circular privada del Consejo General de Londres, denominada las pretendidas escisiones de la Internacional aparecería igualmente (41), obteniendo una firme respuesta de Guillaume con el título de Respuesta del Ciudadano Guillaume, en donde refuta enteramente las mentiras de Marx, coronando su texto con las frases:

 

“En cuanto a las razones que nos impidieron después de una deliberación colectiva, llevar a cabo entonces las propuestas contenidas en el manifiesto (42) solo tenemos obligación de comunicárselas a nuestros amigos; no será el señor Marx, que nunca ha arriesgado la piel en el más pequeño movimiento revolucionario, que fumaba cigarrillos en su finca de Londres mientras muchos de los hombres a los que insulta en su folleto luchaban en París o en otros lugares, no será el señor Marx, digo, quien nos dé lecciones de valentía.”

“Por otra parte, no vale la pena molestarse buscando calificativos despreciativos; las bajezas que han cometido y que han honrado sus nombres para siempre, hablan por sí mismas.

James Guillaume. Neuchâtel, 10 de junio de 1872.

 

Bakunin también haría una Respuesta del Ciudadano Bakunin, en la que diría que: “En la nueva circular privada del Consejo General… Nada falta: invenciones ridículas, mentiras cínicas, calumnias infames, en fin, todo el arsenal de campaña del señor Marx”

 

Y remataria diciendo:

 

“Esta circular es la mejor prueba del desastroso dominio que ejerce el señor Marx en el Consejo General. Repasad los nombres de los cuarenta y siete firmantes y apenas encontrareis siete u ocho que hayan podido pronunciarse en este caso con un mínimo de conocimiento de causa. Los demás, instrumentos ciegos y dóciles de la cólera y de la política marxiana, han puesto su firma en una condena infame contra nosotros, sin habernos visto ni escuchado nunca. ¡Nos han juzgado y ejecutado sin molestarse a formularnos una sola pregunta!

¿Es esta la interpretación que el Consejo General de Londres hace de la Justicia, la Verdad, la Moral, que, según los considerandos de nuestros estatutos deben ser la base de toda relación, tanto colectiva como individual, en el interior de la Asociación Internacional de los Trabajadores? ¡Ah, señor Marx, es más fácil encabezar un programa con principios qué ejercerlos!

Mijaíl Bakunin. Locarno, a 12 de Junio de 1872.”

 

El quinto Congreso se llevaría a cabo hasta el 2 de septiembre de 1872, en las tierras holandesas de la Haya.  Los preparativos para este congreso están llenos de situaciones que dan nauseas al ver la manera tan ruin en la que el señor Marx y su séquito de seguidores actuarían; primero, para dar lugar al Congreso, Lafargue propone en la carta dirigida a Engels que:

 

“… Sería preciso que el próximo Congreso se celebrase en Inglaterra, porque así los bakuninistas serían derrotados antes de llegar. Se podría utilizar el pretexto de las persecuciones y la necesidad de entrar en contacto con los sindicatos para hacerlos entrar en la Internacional. Con anterioridad, podríais pasar una nota de consulta a las federaciones. Lo mejor sería Manchester, porque allí los franceses son menos numerosos” (43)

 

Posteriormente Marx (44) en la sesión del 11 de junio proponía la Haya, (Holanda). Esto levantaría las objeciones por parte de las federaciones antiautoritarias, pues por la situación geográfica, a los alemanes lacayunos al servicio de Marx, sólo les tomaría la molestia de cruzar la frontera; mientras que para las demás secciones antiautoritarias suponía un elevado costo en los viajes. Ante todo esto, los antiautoritarios proponían como lugar ideal Suiza.

No sólo para los meridionales era molesto el lugar, sino también para Bakunin proscrito de Francia y Alemania (45) le sería difícil acudir al lugar; si tomamos en cuenta que la guerra ya estaba declarada, es posible que Marx pensara también en esto para facilitarse la tarea de hacer frente a Bakunin.

Jacques Duclos, quien no para de cometer errores en el libro que hemos venido comentando, afirma que Bakunin no asistió al Congreso de la Haya debido al asunto Netchaev. Acabamos de indicar el motivo de su ausencia, las palabras de Duclos no merecen ya comentarios.

Pero el pretexto del Consejo General para no realizar aquí el Congreso era que éste era precisamente uno de los lugares de influencia contraria y de polémica contra el Consejo General, y que para evitar algún tipo de influencia, se evitarían estos lugares.

Se acepta por fin La Haya, como lugar del Congreso.

Para esto, las secciones italianas antiautoritarias ya habían roto con el Consejo General, en el Congreso celebrado en Rímini el 4 de agosto de ese mismo año, la ruptura era definitiva y proponen:

 

“A todas las secciones que no comparten los principios autoritarios del Consejo General, que el día 2 de septiembre envíen sus delegados, no a La Haya, sino a Neufchâtel, para participar en el Congreso General Antiautoritario”.

 

Ante esto, y a pesar de que Bakunin optaba por este medio, la Federación Jurasiana quiere aún salvar la unidad de la AIT, por lo que se propone por no adoptar las medidas propuestas de no enviar delegados a La Haya, sino que propone enviar dos delegados, Guillaume y Schwitzguebel, que llevarían a nombre de la Federación Jurasiana un mandato categórico: Si el Congreso no reconoce la autonomía de las federaciones y la eliminación del Consejo General, los delegados de las Federaciones Jurasianas deberán retirarse del Congreso.

Netchaev había enviado hacia un tiempo ya, y sin saberlo Bakunin, una carta dirigida al estudiante Luibavin exigiéndole que dejara libre a Bakunin de traducir el libro de Marx, El Capital.

Me ocuparé en otro texto sobre la vida de Bakunin, su relación con Netchaev, etc.; pero por ese entonces la extrema pobreza de este honorable hombre, que dejó su vida en pos de la libertad, le obligó a trabajar paradójicamente traduciendo una obra de quien era su peor enemigo en la AIT, Carlos Marx.

Para preparar el terreno contra los anarquistas, el Consejo General pone en la orden del día la revisión de los estatutos generales de la AIT, con el fin de ampliar aún más los poderes del Consejo, y también, encontrando un ángulo de ataque, se deciden por la relación de Bakunin con Netchaev y la traducción del libro de Marx, El Capital, pero argumentando que Bakunin había realizado una estafa al no regresar el dinero (46) que le habían anticipado por tal trabajo. Bakunin escribiría a Luibavin diciendo que él no tenía ninguna autoría en la carta que se había enviado respecto a la traducción de El Capital; cosa que, como ya dije, Bakunin no se enteró sino hasta después del envió de dicha carta.

Bakunin advierte que Netchaev es una persona muy peligrosa según sus propias palabras. Y advierte a sus compañeros sobre él, Netchaev al ver esto envía una carta de ruptura definitiva a Bakunin y Ogarev. Para julio de 1870 el caso Netchaev ya está resuelto.

Pero no para Marx, quien vio que aún podría sacarle jugo a esto.

Si los antiautoritarios habían optado por asistir al Congreso con la misión de que se reconociera la autonomía de las federaciones y la eliminación del Consejo General, Marx optaría por enlodarse aún más; Lopatin había informado a Marx sobre Bakunin y el ‘Affaire’ Netchaev-Luibavin-Danielson. Escribe primero a este último, su corresponsal ruso de San Petersburgo, que recibe la carta el 28 de Mayo de 1872, pero Danielson responde en carta del 4 de junio del mismo año sin dar términos claros sobre Bakunin.

También escribiría a Baranov, quien responderá el 22 de junio y le hablaría sobre la “estafa de Bakunin”; al obtener esta respuesta, escribe precipitadamente a Danielson el 15 de agosto de ese mismo año. Veamos en qué términos:

 

Le escribo hoy precipitadamente con un objeto especial de carácter muy urgente.

B[akunin] ha estado trabajando secretamente desde hace años para socavar a la Internacional, y ahora se ha visto tan acosado que ha tenido que quitarse la careta y separarse abiertamente (47) de nosotros, junto con los imbéciles que le siguen. Se trata del mismo hombre que manejó el “affaire” Netchaev. Pues bien, el tal B[akunin] se había encargado hace tiempo de la traducción rusa de mi libro; recibió una cantidad como anticipo, pero en vez de entregar su trabajo, envió o hizo enviar a un tal Llubavin (creo que se llama así), que había negociado con él en nombre del editor, una carta infamante y comprometedora. Me sería sumamente útil recibir inmediatamente esta carta. Como se trata de un asunto puramente comercial (48) y como en el uso que se va a hacer de la carta no se citará nombre alguno, espero que me la podréis hacer llegar. Pero no hay tiempo que perder. Si voy a recibir la carta, conviene que sea inmediatamente, pues a finales de mes marcharé a Londres camino de La Haya, para asistir el Congreso.

Sincerely yours, A. Williams (49).

 

Danielson informa a Luibavin que ha respondido la carta de Marx, pero en la respuesta el mismo Luibavin dice a Marx que: De todos modos tengo que advertirle que las pruebas que tengo contra el no son tan evidentes como usted cree.

De esta manera Marx tenía la carta del “Bureau” la carta de Netchaev a Luibavin estaba firmada por el que escribió la carta de intimidación a Luibavin en ruso; la opinión de este último ya no importaba.

Engels también escribiría del 4 al 6 de agosto una circular: El Consejo general a todos los miembros de AIT, en donde se acusaba al Consejo Federal Español de:

 

“Haberse convertido en el órgano de una sociedad extraña, incluso hostil a la Internacional. En lugar de cumplir los estatutos generales y el reglamento, así como las resoluciones de los Congresos internacionales y nacionales (50), el Consejo se somete a las ordenes secretas procedentes de Bakunin (…) en consecuencia, el Consejo general pide al Congreso de la Haya que excluya a los aliancistas de la Internacional y que devuelva al citado Consejo los poderes necesarios para impedir, en el futuro, toda conspiración de este tipo. Firmado: el Consejo general.”

 

A finales de agosto redactaría también otro texto, llamado Informe sobre la Alianza de la democracia socialista presentado al Congreso de la Haya en nombre del Consejo general.

Como se puede uno dar cuenta por el nombre, es otro texto que pretende sacar a la luz a la Alianza, el cual termina de la siguiente manera:

 

“Considerando:

1.- Que la Alianza (cuyo órgano principal es el Comité Central de la federación del Jura), fundada y dirigida por M. Bakunin, constituye una sociedad enemiga de la Internacional, dado que pretende dominarla y desorganizarla;

2.- Que, en consecuencia, la Internacional y la Alianza son incompatibles; el Congreso decide:

1.- M. Bakunin y los actuales miembros de Alianza de la democracia socialista son expulsados de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Sólo podrán reintegrarse a ella si repudian toda relación con esta organización secreta;

2.- La Federación del Jura, como tal, es excluida de la Internacional.”

 

La Federación italiana ya había roto lazos con el Consejo general, por lo que no había ya que ocuparse de ella; así pues, había ya dos armas contra los anarquistas: la expulsión de Bakunin por el caso del ‘Affaire’ Netchaev, y la existencia de la Alianza dentro de la AIT.

Sin embargo, para que estas resoluciones fueran aprobadas en el Congreso de La Haya, se precisaba una manera de obtener la mayoría en éste, esto se consiguió de dos maneras:

Una era con la resolución de realizar el Congreso en La Haya, a los miembros del Consejo general alemanes y a sus compinches de Alemania, les bastaba con sólo cruzar la frontera; para los miembros antiautoritarios, ir al congreso suponía una cantidad importante de dinero para pagarse el viaje.

La otra era: la creación de secciones fantasmas afiliadas supuestamente a la internacional o que cedieran su delegación, y de las que Marx, Engels, y demás miembros intrigantes del Consejo General seria sus delegados. Además Marx había invitado a los miembros blanquistas dándoles quizá alguna esperanza de poder manejar la AIT. Cuando termina el Congreso no sólo los blanquistas no habían conseguido nada, sino que habían sido objeto de las maniobras de Marx.

Cada miembro asistente al Congreso tenía derecho a un solo voto, tanto si representaba a una federación o sección, así como también si representaba a una o más secciones.

Esto explica que Marx escriba a Sorge, que por ese entonces estaba en Nueva York:

 

“Es absolutamente indispensable que nos solucionéis una papeleta. En este Congreso la Internacional se juega su existencia. Es preciso que vengáis, al menos tú y uno más. Las secciones que no piensan enviar delegados, podrían ceder su delegación:

Los alemanes a Fr. Engels, Lochrier, Karl Pfander, Lessner, y yo mismo.

Los franceses a G. Ranvier, Auguste Serraillier, Le Moussu, Ed. Vaillant, Fr. Cournet, Ant. Arnaud.

Los irlandeses a MacDonnell, que se porta muy bien, o, si lo prefieren, a uno de los franceses o alemanes arriba citados” (51)

 

Y a Kugelman:

 

“Querido Kugelmann,

En el Congreso Internacional (La Haya, apertura el 2 septiembre), la Internacional se juega la existencia y, antes de retirarme, quiero protegerla de elementos disolventes. Alemania debe tener tantos representantes como sea posible. Ya que tú vas a venir, escribe a Hepner y dile que procure conseguir una delegación.

Tuyo, K. Marx. (52)

 

Por aquel entonces, uno de los instrumentos de Marx era Lafargue, que se encontraba en España, precisamente con la misión de combatir la influencia de los Aliancistas, éste escribiría a Engels:

 

Tengo aquí una carta del papá B[akunin], que todavía no he leído, y en la que ataca al
C[onsejo] G[eneral]. Haré todo lo posible para enviársela a Londres; Mora también tiene una carta de B[akuninl, pero no sé si querrá enviársela. Está hecho un pájaro.

Portugal (los Internacionalistas portugueses) no podrá enviar un delegado; pero les he aconsejado que envíen su aprobación del plan de organización publicado en La Emancipación, así como una petición de disolución de la Al[ianza], exigiendo la expulsión de todos sus miembros, pero con la facultad de readmitirlos en la In[ternacional] si rechazan públicamente a la Al[ianza] y prometen no volver a formar parte de una sociedad secreta. Es la misma propuesta que va a hacer La Emancipación. Estoy pensando en meterles otra idea en la cabeza, la de que le envíen a usted los poderes para que les represente en el Congreso, creo que sería más preferible que figurase usted como delegado de Port[ugal] que como miembro del Consejo. (53)

 

Téngase en cuenta que al ser Marx, Engels y demás miembros del Consejo General, teóricamente no era posible que pudieran tomar representación por ninguna delegación en cuanto al tema de la Alianza; puesto que el Consejo General estaba para ser imparcial ante un tema así.

Pero en esta ocasión, los miembros del Consejo General pasarían a ser jueces, parte acusadora… ¡y encima formar parte en las votaciones a favor o en contra de la Alianza!

En este escenario, con tanta marrullería, patrañas, engaños, mentiras, el Consejo General se presenta en La Haya. Dejemos la pluma al propio Guillaume, para ver de qué manera estaba compuesta la “mayoría marxista” y la “minoría anarquista”:

 

“La mayoría marxista estaba compuesta del siguiente modo:

Dieciséis miembros del Consejo general: uno de ellos, Dupont, no tenía otra delegación que su calidad de miembro de dicho Consejo; cuatro, Le Moussu, Lessner, MacDonnell y Wroblewski, representaban las secciones francesa, alemana, irlandesa y polaca constituidas en Londres (MacDonnell tenía también una delegación de Dublín); dos, Arnaud y Cournet, tenían delegaciones imaginarias de Carouge y Copenhague; tres, Engels, Maltman Barry y Marx, ostentaban el título de tres delegaciones americanas conseguidas por Sorge,(4) y Marx y Engels, además, detentaban la delegación de secciones alemanas inexistentes; finalmente, seis de ellos, Frankel, Johannard, Longuet, Ranvier, Serraillier Vaillant, tenían en su poder delegaciones francesas invisibles (Vaillant tenía además una delegación americana y la de La Chaux-deFonds, a la que había renunciado); Seis delegados --cinco de los cuales se ocultaban bajo pseudónimos-, que, al igual que los seis miembros del Consejo general nombrados en último lugar, eran portadores de delegaciones supuestamente procedentes de secciones francesas, sin que fuese posible comprobar su veracidad: Dupont (Faillet), Lucain (?), Swarin (de Entraygues), Vichard, Walter (Van Heddeghem), Wilmot (?).

Nueve delegados procedentes de Alemania y que, según los términos de la decisión del Congreso de Basilea, no tenían derecho a voto: Bernhard, Becker, Cuno, Dietzgen, Hepner, Kugelmann, Milke, Rittinghausen, Scheu y Schumacher.

Tres delegados con delegaciones suizas: J. P. Becker, Duval y Friedlander (este último residente en Berlín).

Dos delegados procedentes de Estados Unidos: Dereure y Sorge.

Un bohemio, Heim; un danés, Phil; un húngaro, Farkas; y el señor Paul Lafargue;

Total, cuarenta hombres.

Este resultado era bastante pobre teniendo en cuenta los inauditos esfuerzos hechos por Marx y Engels para conseguir votantes. ¡Cuarenta hombres, dieciséis de los cuales eran miembros del Consejo general! Si restamos a estos dieciséis, que eran a la vez jueces y parte interesada, a los seis franceses, cuya delegación era discutible; y a los nueve alemanes, que no deberían haber votado, ¿qué queda? Tres suizos (dos de los cuales eran alemanes y el tercero, Duval, francés); dos americanos (uno de los cuales era alemán y el otro parisiense), el bohemio, el danés, el húngaro y el señor Lafargue, Pablo Farga, el “español postizo” (que decía representar a Madrid y a Lisboa); ¡en total, nueve!

Veamos ahora, cuál era, en cambio, la composición de la “minoría”:

Cuatro delegados nombrados en escrutinio por todas las secciones de la Federación española y portadores de un mandato imperativo: Alerini, Farga-Pellicer, Marselau y Morago.

Dos jurasianos, nombrados por el Congreso de la Federación Jurasiana y portadores, igualmente, de un mandato imperativo: James Guillaume y Adhemar Schwitzguebel;

Siete belgas, representando a diversas secciones y federaciones: Brismée, Coemen (flamenco), Eberhard, Fluse, Herman, Splingard, Van den Abeele (flamenco).

Cuatro holandeses, representando al Consejo federal holandés y diversas secciones: Dave, Gerhard, Gilkens, Van der Hout.

Cinco delegados de las secciones inglesas: Eccarius, John Hales, Harcourt (de Melbourne, Australia), Mottershead, Roach.

Un francés, en representación de la sección francesa de Bruselas: Cyrille.

Un americano, Sauva, en representación de las secciones 29 Y 42 de los Estados Unidos.

Además de esos veinticuatro delegados, habría que incluir también a Sexton, miembro del Consejo general, que votó con la minoría, pero que, como Dupont, no tenía otra delegación que su calidad de miembro de este Consejo. (La minoría contaba con cinco miembros en el Consejo general: Eccarius, Hales, Mottershead, Roach y Sexton. Al votar en contra y no a favor del Consejo su calidad de miembros del Consejo general, su presencia en las filas de la oposición era mucho más significativa.)

Esto sin contar a West y a Joukovskí, ya que uno fue rechazado y el otro suspendido a perpetuidad.

Si hubiésemos querido ser los más fuertes numéricamente, hubiera sido fácil hacer que Bélgica y Holanda enviasen unos cuantos delegados más; y también habríamos podido conseguir delegaciones de determinadas secciones francesas y distribuirlas entre algunos franceses que simpatizan con nuestras ideas y que podrían haber asistido al Congreso de La Haya. La Federación italiana había nombrado siete delegados que se presentaron en Suiza para tomar parte, el 15 de setiembre, en el Congreso Internacional de Saint-Imier: si Italia hubiese renunciado a abstenerse, abstención que nos parece un error, y hubiese enviado sus delegados a La Haya, la minoría, reforzada con los delegados belgas, holandeses y franceses que hubiésemos podido conseguir, se habría transformado en mayoría. Pero no nos gusta emplear ciertos métodos: la minoría no tenía por qué tratar de engrosar numéricamente sus delegaciones para demostrar la legitimidad de sus reivindicaciones. Aunque los votos con que contaba la "minoría" fuesen más o menos, lo cierto es que sólo ella representaba a las federaciones regularmente constituidas, las Federaciones vivas, la verdadera Internacional; y el Congreso de La Haya, preparado para aplastar la opinión de dichas Federaciones, no podía ser, y no fue efectivamente, más que un atentado contra la Internacional”.

 

Hasta el miércoles al mediodía se consume en verificar la autenticidad de las delegaciones, siendo que las de Suava y las de los cuatro españoles fueron muy discutidas antes de que fuesen aceptadas. Las delegaciones de Lafargue, de Vaillant, y la de Barry, las aprobarían fácilmente por la composición de la mayoría.

Ante esto, los españoles proponen que los votos sean evaluados proporcionalmente al número de internacionales representados por cada delegado; los belgas y los jurasianos propondrían que se diera un voto por cada federación representada. Pero ante la negativa de adoptar cualquiera de las dos opciones, los delegados españoles, belgas y jurasianos deciden abstenerse en todo lo que durase el Congreso, como medida de protesta.

El siguiente orden del día es el de las atribuciones del Consejo General; los españoles y jurasianos llevan el encargo de que este sea suprimido, pero los belgas están a favor de que se mantenga, siempre y cuando sea como lo indican los estatutos: como simple oficina de correspondencia.

El 6 de septiembre, con 36 votos a favor, 6 en contra y 16 abstenciones (54) se aprueba la extensión de poderes del Consejo General, así como también se adoptaría la resolución IX de la Conferencia de Londres, referente a la “necesidad del proletariado de constituirse en partido político”.

Ya hemos visto como se presentó numéricamente hablando el Consejo General, y las maneras en que consiguieron esta minoría ficticia.

Así, el marxismo obtiene por primera vez un predominio groseramente amañado en un Congreso de la Internacional.

El día 5 de septiembre de ese mismo año, se forma una comisión encargada de estudiar la existencia o no de la Alianza en el seno de la A.I.T., y que debía presentar sus resultados para el día 7 de se mismo mes. Marx y Engels se presentan ante la comisión con sus informes y documentos acusadores. Marx trata de convencer a la comisión de que Bakunin es un estafador (por no haber traducido su obra al ruso), para ello posee una carta en su poder que según él lo demuestra claramente, sin embargo, dicha carta no es leída ni en la comisión ni en la asamblea general.

La carta de Luibavin a Marx decía esto acerca de la participación de Bakunin en dicha carta:

 

“Para concluir, me gustaría decir lo que pienso de la carta del Boreau que recibí en 1870. En aquella época, la participación de B[akunin] en la redacción de dicha carta, me parecía evidente. Ahora debo decir que, pensando las cosas con calma, la participación de B[akunin] no me parece fuera de toda duda; la letra habría podido ser escrita por N[etchaev] sin que B[akunin] estuviese al corriente.”

 

El sábado 7 de septiembre a las 10 de la noche se abre el tema sobre la Alianza, para lo que antes Alerini pide que se cambie la forma de votar, a lo que el presidente contesta que los inútiles discursos de sus amigos han hecho perder mucho tiempo.

Cuando se realiza la lectura del informe de la comisión, se dice: La existencia de la Alianza ha sido demostrada.

Pero hay algo aún más curioso en todo esto, veamos cual es el asunto: Bakunin había tenido una muy fuerte influencia de parte de la francmasonería, y había realizado algunos proyectos de sociedades secretas entre los años 1869 a 1872, que según el informe encargado de analizar la Cuestión de la Alianza, tenían pruebas de la existencia de la Alianza desde el año 1868, lo que no corresponde a la realidad en absoluto; puesto que los proyectos que cayeron en manos de Marx por medio de traidores (recordaremos aquí a Mora) databan de 1869, y que fueron proyectos que no pasaron de ser eso: proyectos, pero que nunca se pusieron en acción sino hasta 1872. Tan sólo recordemos que Fanelli lleva el proyecto de la Alianza (que confundirá con el programa de la Internacional) en el mes de noviembre (el 24 de noviembre de 1868, más precisamente). Al ser llevado este proyecto a España, casi a principios de diciembre, pone de manifiesto que no sería sino hasta después de 1868 (1871-72, más claramente) cuando la Alianza es puesta en acción de manera eficaz. (55) el informe de Marx, Engels, Outin, etc., no son más que mentiras, calumnias que demuestran que a estos señores no les era nada difícil echarse en brazos de la mentira y la calumnia. Y el informe por ellos presentado, no es más que una maquinación brusca de mentiras y alucinaciones.

Alerini se molesta porque se está condenando a personas que no están presentes (sobre todo por Bakunin) y porque las pruebas que supuestamente demuestran algo, no son más que afirmaciones, no pruebas factibles. El mismo les dice:

 

“Ni siquiera se apoya esta condena con una serie de considerandos. Sólo tenéis pruebas morales. He pertenecido a la Alianza. Ella ha sido la que ha construido la Internacional española. Dejó de existir cuando unos traidores la denunciaron cobardemente. No tenéis derecho a impedirme que forme parte de una sociedad secreta. Si lo hacéis, diré que esto es una camarilla, una iglesia, un tribunal inquisitorial. Seguiré al servicio de la Revolución Social formando parte de las sociedades secretas que me dé la gana.”

 

Splingard pide que el acusador que propone la exclusión suministre ciertas informaciones: Si se persigue a la Alianza como sociedad secreta, que diga cómo han sido conseguidas las pruebas, ¿por medio de traidores? Su petición es inaceptable, Marx sólo aporta sus afirmaciones. Es preciso probar que la Alianza existe y que los ciudadanos a los que se quiere expulsar forman parte de ella. La Alianza es anterior a la Internacional. Es preciso demostrar su existencia actual: ya no existe. Es un fantasma al que no conocéis, al que sólo podéis conocer por medio de traidores. Deploro que pretendáis castigar a un hombre como Bakunin, que se ha consagrado a la Revolución.

Guillaume también alzará la palabra, dice que Splingard ha expuesto su punto de vista, su argumentación es indestructible: Nos hacéis un proceso tendencioso. Hemos discutido públicamente los dos [puntos] que nos dividían, Se me ha concedido cortésmente la palabra, mis amigos no han sido escuchados -ayer tuve que hablar sin haberlos oído-. Se ha pretendido que las opiniones de la minoría fuesen expuestas por un ciudadano que el sábado iba a ser expulsado. Se han querido condenar nuestras doctrinas federalistas. Se incluyen en este informe cierto número de honrados ciudadanos y junto a ellos el secretario de un comisario de policía a quien nadie conoce. No quisiera herir a la Comisión, pero su condena recuerda la de la Comuna de París conducida al cadalso rodeada de ladrones.

Schwitzguebel que ya se veía condenado de antemano se levanta y dice que Johannard y Cuno han pretendido mancillar nuestra moralidad. Mi conducta es pura, y aunque me expulséis, seguiré fiel a la causa de la Internacional. Me voy con la conciencia tranquila. Si nos condenáis, los obreros os condenarán a vosotros, aunque digáis que no los representamos.

Vichard remite a Springard las acusaciones dirigidas a la Comisión por Guillaume. Walter ha dicho que se retiraba de la Comisión porque tenía que marcharse: La condena propuesta no es gratuita. Hay varios matices en la Alianza.

Alerini: Pruébelo.

Splingard dice que la redacción del informe de la mayoría es lo que suscita su protesta: Este informe contiene una acusación de estafa contra Bakunin. Esta es la explicación de Jukowskí: Bakunin ha recibido 1200 (56) y sólo ha enviado dos o tres páginas del trabajo- (se le previno que no perdiera el tiempo) Bakunin (Debía) debe dinero-, eso es todo.

Marx responde que no quería comunicar la carta por una deuda. Pero cuando se utiliza una sociedad secreta para amenazar en su nombre por asuntos personales, no se tiene derecho a consideración alguna.

Conclusión: expulsión de la Internacional de Bakunin, Guillaume, Malón, Louis Marchand y Bousquet. Los cuatro delegados españoles prometen no mantener más relaciones con la Alianza por lo que se les deja fuera de causa; lo mismo con Joukowski.

 

 

Expulsión de Bakunin:

 

Becker

 Cuno

 Dereure

 Dupont

 Duva

 Engels

Farkas

Frankel

 Heim

 Hepner

 Johannard

Kugelmann

 Lafargue

 Le Moussu

Si

 

Longuet

 Lucían

Mac Donnell

Marx

Phil

Serraillier

Sorge

Swarm

Vichard

Walter

Wroblewski

Wilmart

Dumont

Abstenciones

 

Alerini

Guillaume

Morago

Marselau

Sauva

Splingard

Schwitzguebel

 

 

 



No

 

Brismée

Cuno

Dave(Dercure)

Fluse

Hermann

Van den Abeele

 

 

 

Expulsión de Guillaume:

 

Si

 

Becker
 Cuno
 Dumont
 Dupont
 Duval
 Engels
 Farkas

Frankel

Hepner
 Heim
 johannard
 Marx Kugelmann

Abstenciones

 

Lucain
 Lafargue
 Longuet
 Le Moussu
 Pihl
 Swarm
Sorge
 Serraillier

Walter
 Wroblewski
 Vichard
 Wlmart

Abstenciones

 

 

Alerini
Dereure
Farga-Pellicer
FriedIender
Guillaume
Morago
Marselau

No

 

Brismée

Cyrille

Dave

Fluse

Hermann

Coenen

Suava

Splingard

Van Den Abeele

 

 

A pesar de esto, Guillaume se declara miembro de la Internacional.

Lafargue pide su expulsión, pero admite que su declaración es la de un hombre honrado.

 

 

Expulsión de Schwitzguebel:

Si

 

Becker

Cuno

Dumont

Engels

Farkas

Hepner

Marx

Kugelmann

Le Moussu
Pihl
Splingard
Walter
Wroblewski                                                                                                                                          
Vichard

Abstenciones

 

Alerini
Duval
Pellicer
Lucain
Lafargue
Morago
Marselau
MacDonnell

No

 

Brismée
Coenen
Cyrille
Dupont
Dave
Dereure
Fluse
Frankel
Johannard
Longuet
Swarm
Sauva
Serraillier
Van den Abeele
Wilmart

 

 

Después de estas expulsiones, Engels propone que ya no se expulse a nadie, cree que el ejemplo ha sido dado, y que no hacen falta más expulsiones.

De todos modos las protestas contra las resoluciones tomadas en torno a la cuestión de la Alianza siguen: Alerini sigue afirmando que la comisión sólo tiene pruebas morales, no materiales. El ha sido miembro de la Alianza y está orgulloso de ello, ya que la Alianza ha creado, difundido y consolidado la AIT en España hasta el punto de que actualmente existen en aquel país ochenta y cuatro federaciones: “os portáis como un tribunal inquisidor. Exigimos una investigación pública”

Splingard exige más detalles sobre la acusación que pesa sobre la Alianza, y también saber en qué manera fueron conseguidas esas supuestas pruebas, pues sólo ha podido hacerlo de forma deshonesta. Engels ha aportado pruebas, pero Marx se ha contentado con hacer unas cuantas afirmaciones. Si Bakunin no ha cumplido su promesa de traducir la obra de Marx lo ha hecho porque le aconsejaron actuar en este sentido. La Alianza existía en Ginebra y en España antes que la AIT: En Ginebra, vosotros mismos la habéis reconocido. Probad, pues, que todavía existe, pero no lo hagáis con estatutos, cartas y cosas parecidas, sino con las actas e informes de sus sesiones.

Las sesiones han llevado al Congreso hasta las 12 de la noche, Van Den Abelee dice al presidente que ya es preciso abandonar la sala, por lo que se decide que ya sólo serán escuchadas las opiniones de Guillaume, y de Schwitzguebel. Y el primero de ellos dice:

 

“La única postura correcta es la de Splingard. Todo esto no es más que un proceso político y se quiere hacer callar a la minoría, es decir, a la que de hecho es la mayoría [¡sic!]. En el transcurso de las discusiones de los últimos días, mi nombre ha estado siempre a la cabeza de las listas de oradores y se me ha dejado hablar en primer lugar para probar, con mi eliminación del sábado, que aquí se condena el principio federalista. [Gritos en la sala: --- ¡No!, ¡No!-]”

Por su parte Schwitzguebel dice que su condena estaba preparada de antemano, y que seguirá luchando por la causa obrera y que seguirá perteneciendo a la AIT aunque haya sido expulsado.

Dave se levanta y dice que la supuesta “minoría” se ha reunido y estudiado el modo de actuar de la también supuesta “mayoría” y que los que han participado en dichas reuniones han redactado lo siguiente:

 

“Los abajo firmantes, miembros de la minoría en el Congreso de La Haya, partidarios de la autonomía y de la federación de grupos trabajadores, tomamos nota del voto decisivo que nos parece opuesto a los principios admitidos por los países a los que hemos representado en el último Congreso. Deseando, de todos modos, evitar una escisión en el seno de la AIT, hacemos las siguientes declaraciones, que sometemos a la aprobación de las secciones que nos han delegado:

”1°. Continuaremos manteniendo relaciones administrativas con el Consejo general, para el pago de las cotizaciones, la correspondencia y las estadísticas del trabajo.

”2°. Las federaciones que representamos intercambiarán regular y directamente sus informes entre sí y con las demás ramas de la Internacional regularmente establecidas.

”3°. Si el Consejo general quiere entrometerse en los asuntos internos de una federación, representada por las federaciones, los abajo firmantes se comprometen solidariamente a mantener su autonomía, salvo en aquellos casos en que estas federaciones sigan un camino opuesto a los estatutos generales de la AIT adoptados en el Congreso de Ginebra.

”4°. Invitamos a todas las federaciones y secciones a prepararse, desde ahora, y hasta el próximo Congreso, al triunfo de los principios de la autonomía federativa como fundamento de la organización de los trabajadores en el seno de la Internacional.

”5°. Repudiamos firmemente toda relación con el supuesto Consejo federalista universal, de Londres, o con cualquier organización análoga, extraña a la Internacional.

 

La Haya, a 7 de setiembre de 1872

 

P, Fluse, .delegado de la Federación del Valle de la Vesdre.

Thomas González Morago, delegado de la Federación española.

Alerini, delegado de España.

Adhemar Schwitzguebel, delegado de la Federación Jurasiana.

James Guillaume, delegado de la Federación Jurasiana.

H. van den Abeele, delegado de la sección de Gante, Bélgica.

Ph. Coenen, delegado de Anvers.

N. Eberhard, delegado de Bruselas.

H. Gerbard, delegado del Consejo federal holandés.

D. Brismée, delegado de la sección de Bruselas.

J. S. van der Hout, delegado de la sección de Ámsterdam.

Víctor Dave delegado de La Haya. (Declaración de Cyrille tachada).

N. Alonso Marselau, delegado del Consejo federal español.

R. Farga Pellicer, delegado del Consejo federal español.

A, Sauva, delegado de las secciones 29 Y 42 de América del Norte.

Roch, Splingard, delegado de Bélgica.

Herman, delegado de Bélgica.”

 

Ante esta mayoría ficticia y marrullerías de los autoritarios en el seno de la Internacional, en su quinto Congreso y con la ausencia de las delegaciones más importantes numéricamente hablando, el Congreso, ya en manos de los autoritarios resuelve modificar el segundo y sexto de los artículos del Título II del Reglamento:

 

2°) El Consejo General está obligado a cumplir las resoluciones de los Congresos y a vigilar que en cada país se apliquen estrictamente los principios, los estatutos y reglamentos de la Internacional.

6°) El Consejo General tiene igualmente el derecho de suspender ramas, secciones, Consejos o comités federales y federaciones de la Internacional hasta el próximo Congreso.

 

Observemos una cosa: si en el Congreso de Basilea el Consejo General se abroga el derecho de suspender secciones, en el quinto Congreso de La Haya, ya obtiene el derecho no sólo de suspender secciones, sino también federaciones enteras.

Todo esto evidentemente otorga poderío al Consejo General. Un poderío que en un corto tiempo terminaría por partir literalmente a la Internacional en dos. Por fortuna la gran mayoría se iría con los antiautoritarios, y la internacional continuaría con vida. Pero sigamos con el relato del Congreso de La Haya.

Cerca de las 12:30am el presidente del Congreso declara haberse quedado sin voz (he perdido la voz, pero no la fe) y declara clausurado el congreso de la AIT con el grito: “¡Viva el trabajo!”

Terminado el Congreso, quedaban consagradas las aspiraciones de Marx y Engels, aspiraciones que apuntaban a que el proletariado se constituyera cada uno en su país, en partido político, y les señalaba que, como primer deber, la clase obrera debía obtener el poder gubernamental:

 

“La lucha contra el poder colectivo de las clases poseedoras, el proletariado no puede obrar como clase, sino constituyéndose él mismo en partido político distinto, opuesto a todos los antiguos partidos políticos formados por las clases poseedoras.

Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la revolución social y de su objeto supremo, la abolición de las clases. (57)

La coalición de las fuerzas obreras, ya obtenida por las luchas económicas, debe servir también de palanca en manos de esta clase en la lucha contra el poder político de los explotadores. Sirviéndose siempre los señores de la tierra y del capital de sus privilegios políticos para defender y perpetuar el trabajo, la conquista del poder político viene a ser el gran deber del proletariado”

 

De esta manera, después de ocho años de “intenso trabajo”, Marx conseguía transformar a la Asociación Internacional de los Trabajadores en una máquina de votaciones que tenía como “suprema” búsqueda el poder político. Fueron Marx y Engels quienes impusieron a la AIT la vía parlamentaria, así que no se nos venga ahora que todo ello son “desviaciones” que se han hecho del pensamiento marxista; fueron ellos los principales ejecutantes e impulsores de la socialdemocracia, que después sería la creadora de los primeros gérmenes del fascismo en el siglo XX, así que no se trate de excusar con sofismas aquello que en la práctica se demostró netamente obra de Marx y Engels.

Estos “acuerdos” de “Conquista del Poder Político”, eran todo lo contrario del espíritu de la fundación de la Internacional en Londres el 28 de septiembre de 1864. Y era, al mismo tiempo, en palabras de Víctor García (La Internacional Obrera) asestar el tiro de gracia a tan admirable obra del proletariado. Ante todo, lo que Marx quería era que la influencia creciente de Bakunin no triunfara nunca, y es que todo apuntaba a que Bakunin conseguiría, mediante su influencia, tomar el timón de la Internacional, para evitar esto Marx prefirió hundir el barco en la Haya, antes que verse derrotado por Bakunin. Cosa que, aun con todo y el intento de destrucción de la Intencional, nunca logró quitarse de encima.

Sí, a raíz de esto Marx remata con la separación de Bakunin, Guillaume y los bakuninistas, de la Internacional. Pero también pretendía rematar con el fin de aquella promesa del proletariado, que fue la Internacional. Con el “logro” de que el Congreso General fuera trasladado hasta el otro lado del océano, en Nueva York, obtenido mediante el voto de 30 votos a favor, 14 en contra y 12 abstenciones, Marx consiguió alejar la Internacional de la influencia Bakuninista, esto significaba para Marx una victoria momentánea sobre Bakunin… pero al precio de destruir la Internacional. ¡Qué caro habrían de pagar los trabajadores los berrinches de Marx!

G. D. H. Cole, a pesar de su simpatía por los marxistas, señala que:

 

“… puede advertirse que el gran debate entre Marx y Bakunin en el Congreso de La Haya terminó, a pesar de las decisiones tomadas en La Haya, mucho más a favor de Bakunin que de Marx” (58)

 

Y  Burton Hall, escribe en New Politics, en 1968 (59):

 

“… resulta sumamente incómodo para un devoto socialista revisar los argumentos intercambiados entre Marx y Bakunin y considerar que tal vez Bakunin tuvo la razón todo el tiempo…” (60).

 

A la par de esto, las maniobras de Marx por destruir el bakuninismo sólo sirvieron para agrupar a todos los antiautoritarios.

Engels aún creía en el triunfo de su causa, y escribe a Sorge, quien había pasado a ser el secretario de la Internacional que radica en Nueva York:

 

“Querido Sorge. Te voy a dar trabajo. Adjunto la traducción de los dos artículos de La Federación, el diario de Alerini. Los belgas no son muy temibles. Según cartas recientemente recibidas, ya están espantados de su propia audacia y no saben cómo salir del apuro. Por el contrario, las decisiones de los jurasianos que, tomadas por un Congreso general, declaran abiertamente la rebelión, no pueden pasarse en silencio. Hemos escrito inmediatamente a Ginebra para obtener el último Boletín jurasiano y te lo enviaremos apenas llegue. Está muy bien que esos señores declaren abiertamente la guerra, y nos dan motivo suficiente para ponerlos en la puerta [síe an die Luft zu setzen]. Una acción pronta y enérgica contra esos Urkakeeler [pendencieros] desde que tengas en tus manos los documentos probatorios, es, según nuestro parecer, muy indicada y será suficiente probablemente para romper el Sonderbrum amenazante” (61)

 

Pero Engels se equivocaba al menospreciar a los belgas, pues en su Congreso de Bruselas, echarían también abajo los acuerdos de La Haya.

A partir de aquí, ya no hay remedio alguno: habían quedado definitivamente rotas las relaciones entre marxistas y bakuninistas. Los suizos, en su boletín del 15 de julio de 1872 dicen así:

 

“La espada de Damocles que tanto tiempo estuviera amenazándonos acaba, finalmente, de caer sobre nuestras cabezas. No se trata propiamente de una espada, sino del arma habitual de Marx: un montón de basura”


Inmediatamente terminado el Congreso de La Haya, la influencia antiautoritaria de la Internacional se reúne con Bakunin y sus demás amigos rusos en Saint-Imier, también con los italianos que previamente ya habían roto relaciones con el Consejo General.

El 15 de septiembre se celebra en aquel lugar el Congreso Jurasiano, y posteriormente el Congreso Antiautoritario Internacional que se debía celebrar en Neuchâtel.

A este último Congreso asistirían como delegados de la Federación Española: Alerini, Farga Pellicer, Marcelau y Morago; por la Federación Italiana: Costa, Cafiero, Bakunin, Malatesta, Nabruzzi, Fanelli; Pindy y Camet asistirían como delegados de varias secciones francesas; Lefrancais como delegado de las secciones 3 y 22 de América; Guillaume y Schwitzguebel delegados de la Federación Jurasiana.

Cuatro comisiones presentaron a la asamblea cuatro resoluciones que fueron aprobadas por unanimidad.  Ellas (las resoluciones) echan por los suelos a los acuerdos tomados en el Congreso de La Haya, Congreso este, el de Haya, al que no pudo asistir Bakunin debido al arresto que sobre él pesaba en Bélgica. Es en este Congreso que, con auténtico espíritu bakuninista y más aún, antimarxista, los asistentes al Congreso dicen en sus cuatro resoluciones que reproduzco enteras a continuación:

 

“PRIMERA RESOLUCIÓN

 

Actitud de las Federaciones reunidas en Congreso en Saint-Imier, ante las resoluciones del Congreso de La Haya y del Consejo general.

Considerando que la autonomía y la independencia de las federaciones y secciones obreras son la primera condición para la emancipación de los trabajadores.

Que todo poder legislativo y reglamentario acordado a los Congresos constituiría una negación flagrante de esta autonomía y de esta libertad.

El Congreso rechaza en principio el derecho legislativo de todos los Congresos, ya sean generales o regionales, no reconociéndoles otra misión que la de permitir el encuentro de las aspiraciones, necesidades e ideas del proletariado de las diferentes regiones o países, con el fin de conseguir, en la medida de lo posible, su armonización y su unificación; pero en ningún caso, la mayoría de un Congreso podrá imponer sus decisiones a la minoría.

Considerando, por otra parte, que la institución de un Consejo general en la Internacional está fatalmente y por su propia naturaleza condenado a convertirse en una permanente violación de esta libertad que debe ser la base fundamental de nuestra gran Asociación;

Considerando que las actas del Consejo general de Londres que acaba de ser disuelto, durante los tres últimos años, son la prueba viviente del vicio inherente a esta institución;

Que, para aumentar su poder, en principio muy escaso, ha recurrido a toda clase de intrigas, engaños e infames calumnias encaminadas a empañar el honor de quienes han osado combatirle;

Que, para conseguir el cumplimiento definitivo de sus pretensiones, ha preparado desde hace tiempo el Congreso de La Haya, cuya mayoría, artificialmente organizada, no ha tenido otro fin que el evidente de hacer triunfar en el seno de la Internacional la dominación de un partido autoritario, y que para alcanzar este objetivo, no ha vacilado en pisotear la más elemental decencia y justicia;

Que un Congreso así no puede ser la expresión del proletariado de los países que en él estaban representados;

El Congreso de los delegados de las Federaciones española, italiana, jurasiana, americana y francesa, reunido en Saint-Imier, declara rechazar absolutamente todas las resoluciones del Congreso de La Haya, no reconociendo en modo alguno los poderes del nuevo Consejo general nombrado en dicho Congreso; y, para salvaguardar a sus Federaciones respectivas de las pretensiones hegemónicas de este Consejo general, así como para salvaguardar y fortificar la unidad de la Internacional, los delegados han sentado las bases de un proyecto de pacto de solidaridad entre estas Federaciones.”

 

 

“SEGUNDA RESOLUCIÓN

 

Pacto de amistad, de solidaridad y de defensa mutua entre las Federaciones libres.

Considerando que la gran unidad de la Internacional se basa no en la organización artificial y siempre perjudicial de un poder centralizador cualquiera, sino en la identidad real de los intereses y de las aspiraciones del proletariado de todos los países, por un lado, y por otro, en la federación espontánea y absolutamente libre de las federaciones y de las secciones libres de todos los países.

Considerando que en el seno de la Internacional hay una tendencia, claramente manifestada en el Congreso de la Haya por el partido autoritario del comunismo alemán, a sustituir el libre desarrollo y la organización espontánea del proletariado por su dominación y por el poder de sus jefes.

Considerando que la mayoría del Congreso de La Haya ha sacrificado cínicamente, a las pretensiones ambiciosas de este partido y de sus jefes, todos los principios de la Internacional, y que el nuevo Consejo general nombrado por ella, e investido de poderes todavía mayores que los que había pretendido arrogarse por medio de la Conferencia de Londres, amenaza con destruir esta unidad de la Internacional con sus atentados contra la libertad.

Los delegados de las federaciones y secciones españolas, italianas, jurasianas, francesas y americanas reunidos en este Congreso, concluyen, en nombre de dichas Federaciones y Secciones, y quedando pendiente su aceptación y confirmación definitiva, el pacto de amistad, de solidaridad y de defensa mutua siguiente:

1° Las Federaciones y Secciones españolas, italianas, francesas, jurasianas, americanas y todas aquellas que quieran adherirse a este pacto, mantendrán entre sí una comunicación y una correspondencia regular y directa absolutamente independiente de cualquier forma de control gubernamental.

2° Cuando una de estas Federaciones o Secciones se vea atacada en su libertad, ya sea por la mayoría de un Congreso general, o por el gobierno o Consejo general creado por esta mayoría, todas las demás Federaciones y Secciones se proclamarán absolutamente solidarias con ella.

Proclamamos firmemente que la conclusión de este pacto tiene por objetivo principal salvar esta gran unidad de la Internacional que ha sido puesta en peligro por la ambición de un partido autoritario.

 

“TERCERA RESOLUCIÓN

 

Naturaleza de la acción política del proletariado.

Considerando:

Que la pretensión de imponer al proletariado una línea de conducta o un programa político uniforme, como única vía que puede conducirle a su emancipación social, es una pretensión tan absurda como reaccionaria;

Que nadie tiene derecho a privar a las federaciones y secciones autónomas del inalienable derecho de determinar por sí mismas la línea de conducta política que crean más conveniente, y que toda tentativa en este sentido nos llevaría fatalmente al más escandaloso dogmatismo;

Que las aspiraciones del proletariado no pueden tener otro objetivo que el establecimiento de una organización y de una federación económicas absolutamente libres, basadas en el trabajo y en la igualdad de todos, y absolutamente independientes de todo gobierno político, y que esta organización y esta federación sólo pueden ser el resultado de la acción espontánea del propio proletariado, de las corporaciones y las comunas autónomas.

Considerando que toda organización política no puede ser más que la organización de la dominación en provecho de una clase y en detrimento de las masas, y que si el proletariado se apoderase del poder se convertiría a su vez en una clase dominante y explotadora.

El Congreso reunido en Saint-Imier declara:

1° Que el primer deber del proletariado es la destrucción de toda forma de poder político.

2° Que la organización de un poder político supuestamente provisional y revolucionario para proceder a esta destrucción sólo sería un nuevo engaño tan peligroso para el proletariado como todos los gobiernos que han existido hasta hoy.

 

3° Que, rechazando todo compromiso para llegar al cumplimiento de la Revolución Social, los proletarios de todos los países deben establecer, al margen de toda política burguesa, la solidaridad de la acción revolucionaria.

 

“CUARTA RESOLUCIÓN

 

Organización de la resistencia del trabajo. Estadística.

La libertad y el trabajo son la base de la moral, de la fuerza, de la vida y de la riqueza del porvenir. Pero el trabajo, si no está libremente organizado, deviene opresivo e improductivo para el trabajador; por ello, la organización del trabajo es la condición indispensable de la verdadera y completa emancipación del trabajador.

No obstante, el trabajo no puede ejercerse libremente sin la posesión de las materias primas y de la totalidad del capital social, y no puede organizarse si el obrero, emancipándose de la tiranía política y económica, no conquista el derecho a desarrollar completamente todas sus facultades. Todo Estado, es decir, todo gobierno y toda administración de las masas populares, de arriba abajo, al basarse necesariamente en la burocracia, en los ejércitos, en el espionaje, en el clero, no podrá establecer jamás la sociedad organizada sobre el trabajo y sobre la justicia, ya que por la propia naturaleza de su organismo está fatalmente condenado a oprimir y a negar tanto el trabajo como la justicia.

Creemos que el obrero no podrá emanciparse nunca de su secular opresión si no sustituye este cuerpo absorbente y desmoralizador por la libre federación de todos los grupos productores basada en la solidaridad y en la igualdad.

En efecto, en varios lugares se ha intentado organizar el trabajo para mejorar la condición del proletariado, pero la menor mejora ha sido absorbida por la clase privilegiada que continuamente trata, sin freno ni limitación, de explotar a la clase obrera. De todos modos, las ventajas que comporta esta organización son tan grandes que ni siquiera en el actual estado de cosas debemos renunciar a ella. Produce la creciente fraternización de los intereses del proletariado, le prepara para la vida colectiva, para la lucha suprema. Además, cuando la organización libre y espontánea del trabajo haya sustituido al organismo privilegiado y autoritario del Estado político, será la garantía permanente del mantenimiento del organismo económico contra el organismo político. Por consiguiente, dejando a la práctica de la Revolución Social los detalles de la organización positiva, debemos organizar y solidarizar la resistencia a gran escala. La huelga es, para nosotros, un inestimable medio para la lucha, pero no nos hacemos ilusiones sobre sus resultados económicos. La aceptamos como un producto del antagonismo entre el trabajo y el capital, cuya consecuencia necesaria es hacer a los obreros cada vez más conscientes del abismo que existe entre la burguesía y el proletariado, fortificar la organización de los trabajadores y preparar, mediante simples luchas económicas, al proletariado para la grande y definitiva lucha revolucionaria que destruirá todo privilegio y toda distinción de clase, devolverá al obrero el derecho de disponer del producto íntegro de su trabajo, y de este modo podrá desarrollar en la colectividad toda su fuerza intelectual, material y moral.

La Comisión propone al Congreso el nombramiento de una comisión que deberá presentar al próximo Congreso un proyecto de organización universal de la resistencia, y cuadros completos de la estadística del trabajo en los cuales esta lucha encontrará clarificación. Recomienda a la organización española por considerar que actualmente es la más capacitada.”

 

En último lugar, el Congreso votó una resolución final, que se incluye a continuación:

 

“El Congreso propone el envío de una copia de todas las resoluciones adoptadas y del Pacto de amistad, solidaridad y defensa mutua a todas las federaciones obreras del mundo, así como un entendimiento con ellas acerca de las cuestiones de interés general para todas las federaciones libres.

El Congreso invita a todas las federaciones firmantes de este pacto de amistad, solidaridad y defensa mutua a que convoquen inmediatamente con todas las federaciones y secciones que quieran aceptar este pacto, un Congreso internacional, cuya naturaleza y fecha deberán concertar, expresando su deseo de que no sea en un plazo superior a seis meses.

Una comisión procedente de la Federación italiana se encargó de presentar al próximo Congreso un proyecto de organización universal de la resistencia y un plan general de estadística.

Finalmente, el camarada Adhemar Schwitzguebel, secretario del Comité federal jurasiano, recibió la misión de firmar todas las actas del Congreso y de enviar una copia de las mismas a las distintas federaciones”

 

Una vez concluido el orden del día, el Congreso internacional se cerró al grito de ¡Viva la Revolución social!

Así es como nace una nueva Internacional, antiautoritaria, federalista y anarquista.

Se observa en su redacción muchas expresiones --dice Guillaume acerca de las resoluciones-- donde se reconoce la mano de Bakunin.

Así, de esta manera, en el sexto Congreso de Internacional, se decidía mandar al diablo los planes de Marx.
Puede haber alguno que no esté de acuerdo en que éste haya sido el sexto Congreso de la Internacional, ello se debe a que una buena parte de los historiadores burgueses consideran aún a la Internacional el cadáver que Marx envió a Nueva York, a pesar de que la enorme mayoría internacionalista permaneciera en Europa, dándole continuidad a los congresos antiautoritarios.

Pero para no caer en un error cronológico, vamos a considerar el orden de los Congresos conforme se conocen comúnmente.

Afortunadamente, la Internacional no había muerto, su esencia, su espíritu revolucionario, había sido salvado de las garras de Marx por los Internacionalistas que desconocieron los acuerdos de la Haya.

Esta Internacional, revolucionaria y antiautoritaria, recibiría el día 8 de noviembre de 1872 un ultimátum desde la supuesta Internacional, radicada en Nueva York. Ultimátum al que no se doblegará, y esta Internacional, revolucionaria, y verdadera esencia del proletariado revolucionario, levantaría ampliamente sus alas de libertad, desembarazada del viejo lastre autoritario que le pretendía imponer la minoría del Consejo General. Se encuentran nuevamente miembros internacionalistas los días 25 y 26 de septiembre en Bruselas por parte de la Federación Belga, y acuerda desconocer las decisiones de La Haya. La Federación Española, en su segundo Congreso, que se lleva a cabo entre el 25 de diciembre de 1872 y el 2 de enero de 1873, deciden sumarse a las decisiones de Saint Imer, respecto al rechazo de las decisiones de La Haya. Por su parte, la Federación Nacional Inglesa, reunida en Congreso el día 23 de enero de 1873, acuerda lo siguiente:

 

“1° El Congreso de La Haya estaba constituido de una manera irregular. Su mayoría era artificial. Por lo tanto la Federación Nacional de Gran Bretaña declara sin valor las resoluciones de La Haya como asimismo al susodicho Consejo General de Nueva York”

 

Las declaraciones de esta Federación son de vital importancia, pues provienen de una Federación que anteriormente había apoyado a Marx, o por lo menos le había permitido hablar en su nombre.

La inmensa mayoría de la Internacional, le daba la espalda a las decisiones tomadas en La Haya conseguidas por una mayoría ficticia, como se verá a continuación:

 

“1. Por la Federación Jurasiana en su Congreso de Saint Imier (15-16 de septiembre de 1872); 2. Por toda las secciones francesas que pudieron, a pesar de la Ley Defaure, reunirse y deliberar, entre otros, por un Congreso de 23 delegados de secciones francesas (octubre de 1872); tres. Por la Federación italiana (carta de su Comisión de correspondencia; diciembre de 1872), la cual desde el mes de agosto de 1872, en su primer congreso de Rímini, había roto con el Consejo General; 4. Por la Federación belga, en su Congreso de Bruselas (25-26 de diciembre de 1872); 5. Por la Federación española, en su Congreso de Córdoba (25-30 de diciembre de 1872); 6. Por la Federación americana (resolución del Consejo Federal de Spring Strett, Nueva York, 19 de enero de 1873); 7. Por la Federación inglesa en su Congreso de Londres (26 de enero de 1873); 8. Por la Federación holandesa (resultado del voto de las secciones comunicado por el Consejo Federal holandés el 14 de febrero de 1873)”

 

 No había secciones de la Internacional en Alemania, la legislación se ponía; la Internacional sólo podía contar con adherentes individuales, directamente afiliados a través del Consejo General.

Como ya hemos dicho, la Internacional antiautoritaria continuaría sus actividades revolucionarias.

El 2 de enero de 1874, se tenía convocado un Congreso en España, pero el golpe de Estado que acabaría con la primera República haría imposible éste, y los internacionalistas tuvieron que celebrar su Congreso clandestinamente en Madrid, el 25 de junio de ese mismo año.

A pesar de las circunstancias el Congreso contó con la asistencia de 47 Federaciones locales y allí se puso de manifiesto que la Federación Regional Española controlaba en total 320 Federaciones locales formando un total de 532 secciones que tenían en sus filas cerca de 70.000 trabajadores afiliados.

Por su parte, Marx y Engels verían truncado su sueño de ver a la Internacional bajo sus botas, sometida a su dictadura, y Engels nos muestra por letra propia el cómo verían ellos la rebelión de las federaciones contra su imposición; escribiría nuevamente a Sorge:

 

“Tenemos ahora: a) los jurasianos, b) los belgas, c) la antigua Federación española, y d) las secciones inglesas de la minoría, que se han declarado en rebeldía. Nosotros estamos aquí unánimemente de acuerdo en que no se trata de un caso de suspensión, sino que el Consejo General debe simplemente constatar que las mencionadas Federaciones y Secciones han declarado nulos y sin valor los estatutos legales de la Asociación [die zu Recht bestehenden Gesetze der Assoziation], que con ello se han puesto ellas mismas fuera de la Internacional y han dejado de formar parte de la misma. No hay ninguna necesidad, pues, de convocar una Conferencia, que en el caso de una suspensión habría podido ser reclamada. Naturalmente sólo podréis tomar medidas semejantes cuando tengáis entre manos los documentos oficiales. Os los procuraremos” (62)

 

Siguiendo los mandatos enviados por Engels al pie de la letra, el Consejo General de Nueva York vota el 26 de enero una resolución diciendo que:

 

“Todas las sociedades y personas que rehúsen reconocer las resoluciones del Congreso, o que descuiden expresamente el cumplimiento de los deberes impuestos por los estatutos y reglamentos generales, se sitúan ellas mismas fuera de la Asociación Internacional de Trabajadores y cesan de formar parte de la misma.”

 

Marx por su parte diría a Bolte:

 

“(…) A mi entender, el Consejo general ha cometido un gran error con la suspensión de la Federación Jurasiana. Esas gentes ya habían salido de la Internacional, declarando que el Congreso y los estatutos no existían para ellos

(…) a continuación de su Congreso de Saint-Imier, Congresos del mismo género han tenido lugar en Córdoba, en Bruselas, en Londres y los aliancistas de Italia celebrarán, por su parte, un Congreso similar

(…) Si el Consejo general no cambia su modo de proceder, ¿cuál será el resultado? Después de la del jura, suspenderá a todas las Federaciones secesionistas de España, Italia, Bélgica e Inglaterra.

(…) dado que el error ha sido cometido con respecto al Jura, lo mejor sería, quizás, ignorar completamente a los otros (a menos que nuestras propias federaciones (63) pidieran lo contrario) y esperar el Congreso general de los secesionistas, para declarar, entonces, en lo que concierne a todas las federaciones que se harán representar en él, que esas federaciones han salido de la Internacional, que se han excluido a sí mismas, y que deben ser en lo sucesivo consideradas como sociedades que le son extrañas y aún hostiles” (64)

 

Por fortuna, nada de ello serviría para destruir aquella organización que era obra de los trabajadores, y que la defendían de las imposturas de un puñado de aspirantes a dictadores, y continuarían con su trabajo revolucionario.

En el sexto Congreso (séptimo, si consideramos el congreso de Saint-Imier), realizado en Ginebra en 1873 del 1 al 6 de septiembre, la mayoría sigue siendo bakuninista.

Enseguida se realizaría el Congreso autoritario, del 8 al 18 de ese mismo mes en el que el fracaso se hizo patente.

Si el primero alcanzó un éxito, tanto por las resoluciones ahí tomadas como por la asistencia al mismo, el segundo fue la patente del fracaso de las pretensiones del marxismo. Nadie vino de Nueva York, ni de Londres tampoco, catorce días después de terminado el Congreso autoritario, Marx escribía al secretario de Nueva York en estos términos:

 

“El fracaso del Congreso de Ginebra era inevitable. Desde el momento en que aquí se supo que no vendría ningún delegado de América, las cosas comenzaron a ir mal. Se vio así la prueba de que vuestra Federación americana sólo existía sobre el papel. La Federación inglesa no estaba en condiciones de encontrar el dinero necesario para enviar a un solo delegado. Los portugueses, los españoles, los italianos, habían anunciado que no podrían hacerse representar; las noticias de Alemania, Austria y Hungría eran igualmente malas. En cuanto a Francia, no podía esperarse su participación. Era seguro, entonces, que en su gran mayoría el Congreso estaría compuesto por suizos, o hasta únicamente por ginebrinos. De Ginebra mismo no teníamos noticias; Outin ya no estaba allí, el viejo Becker guardaba un silencio obstinado, y Perret nos había escrito una o dos veces sólo para inducirnos a error. En fin, en el último momento llegó una carta del Comité de la Suiza francesa de Ginebra al Consejo federal inglés, por medio de la cual los ginebrinos rehusaban, en principio, aceptar por sí mismos mandatos ingleses, predicaban la conciliación y enviaban un folleto (firmado por Perret, Duval, etc.), directamente dirigido contra el Congreso de La Haya y el antiguo Consejo general de Londres. Esos ocurrentes van, en algunos puntos, todavía más lejos que los jurasianos; por ejemplo, piden la exclusión de lo que llaman los trabajadores del pensamiento. Lo más bonito del asunto, es que ese memorial ha sido redactado por el miserable aventurero Cluseret: este señor querría tener el Consejo general en Ginebra, para ejercer desde ahí su dictadura secreta [!!!]. Carta y folleto llegaron a tiempo para impedir a Serraillier ir a Ginebra; se limitó a protestar (y el Consejo federal inglés hizo lo mismo) contra los ardides de aquella gente, y a declararles que su Congreso no sería considerado sino como un asunto exclusivamente local. Ha sido muy beneficioso que nadie, cuya presencia pudiera poner en duda este carácter del Congreso, haya asistido. Con todo, los ginebrinos no han logrado apoderarse del Consejo general; aunque, como ya sabrás, han destruido todo el trabajo hecho desde el primer Congreso de Ginebra (1866), y hasta han votado muchas resoluciones opuestas a las decisiones que se habían tomado en él. A mi entender, será muy útil, en las actuales condiciones de Europa, hacer pasar a segundo plano, por el momento, la organización formal de la Internacional; solamente es necesario conservar, en lo posible, el punto central de Nueva York en nuestras manos, a fin de impedir que idiotas como Perret o aventureros como Cluseret se apoderen de la dirección y lo comprometan todo” (65)

 

Es increíble ver como una persona como Marx, que no dudó en poner en marcha todos los medios desleales para desacreditar aquellos que no coincidían con sus ideas, ahora hable de que se trataba de que Cluseret implantara su “dictadura secreta”. Pero volvamos al tema.

Por su parte, Becker había realizado inútiles esfuerzos en Suiza. Y el 22 de septiembre dirige al igual que Marx, estas palabras a Sorge:

 

“Aún antes de que llegasen las malas noticias relativas a la abstención de Serraillier y del Consejo Federal inglés, yo, para dar más prestigio al Congreso por el número de sus miembros, y para asegurar la mayoría para la buena causa, había hecho surgir de la tierra, en cierto modo, de un solo golpe a trece delegados, (batte ich, um dem Kongress durch Mítgliederzahl mehr Assehen zu geben und der richtigen Ricbtung die Mebrheit zu sichern, 13 Delegierte gleichsam aus der Erde gestampft), y el resultado, a fin de cuentas, superó en mucho mis expectativas. Habrás sabido por Serraillier y por el Consejo federal inglés --que jamás podrán hacerse perdonar (entschuldigen) su ausencia, y con mayor razón justificarla (rechfertigen)-- las circunstancias particularmente difíciles resultantes de una cierta dislocación de la Federación de la Suiza francesa. Los ginebrinos hicieron todos los esfuerzos para transferir allí el Consejo General, pero la sólida unión de los delegados alemanes y suizo-alemanes logró impedir lo que, en similares circunstancias, hubiera sido un desgraciado acontecimiento”

 

Marx y Engels, después de haber luchado por implantar sus ideas de forma arbitraria en la AIT, después de emplear como métodos contra sus enemigos la mentira, las difamaciones, la intriga, etc., al ver el chasco que habían obtenido, se contentaron con enviar el Consejo General a Nueva York, y esperar su muerte, que vendría en el año de 1876.

Becker, molesto por ver que estos señores no eran capaces siquiera de seguir el camino que habían tomado, y que se mantenían a distancia del fiasco ginebrino, escribe a Sorge el 2 de septiembre de 1873 así:

 

“¿En qué ha quedado esta solidaridad tan encomiada y tan calurosamente recomendada si uno permanece en su casa cuando ve el carro social atascado, dejando a algunos camaradas el cuidado de sacarlo del atolladero, a fin de poder decir, si las cosas salen mal, que uno no estaba, y de sustraerse así a toda responsabilidad, en tanto que, al contrario, toda la culpa de un fracaso debería recaer a justo título sobre tales abstenciones? ¡Qué el diablo se lleve a estos..., que tiemblan ante la posibilidad de perder su prestigio de grandes hombres! Si pensaban que allí había peligro, estaban doblemente obligados a acudir”

 

El séptimo Congreso, al que por razones de salud ya no acude Bakunin, en plena consolidación de su triunfo, se lleva a cabo en Bruselas desde el 7 hasta el 13 de septiembre de 1874.

Congreso éste al que asistirían 16 delegados representando a Alemania, los Lasalleanos, que sólo se habían limitado a mandar mensajes de solidaridad, esta vez envían una delegación directa; esta Internacional, despojada del autoritarismo no podía negar esta representación, pues su carácter era otro y no el de antes.

También irían, lógicamente, las delegaciones de España, Italia, Suiza, Francia, Bélgica e Inglaterra.

El orden del día era el siguiente:

 

“1.- ¿Por quién y cómo serán hechos los servicios públicos en la nueva organización social?

2.- De la acción política de la clase obrera.

3.- ¿Procede que el Congreso universal dirija un manifiesto a todos los trabajadores y asociaciones obreras para explicarles el carácter de las luchas que han tenido  lugar y las bases fundamentales en que reposa la organización de nuestra Asociación?

4.- ¿Procede escoger una lengua universal para el intercambio de correspondencia entre las federaciones regionales?”

 

La presencia de lasalleanos en el seno de esta Internacional, de gente como Jung, Eccarius y otros del Consejo general, que rechazaron las decisiones de la Haya y se separaron de esta manera de Marx, hizo que la presencia de las ideas estatistas reaparecieran en el seno de la AIT.

El mismo Cesar de Paepe, que en los otros Congresos se había mostrado como un proudhoniano puro, esta vez mostraba tintes de carácter proestatal en la discusión de los primeros puntos, en donde mantenía una posición ciertamente salpicada de proudhonismo, pero que mostraba un carácter proestatal, como en el pasaje en donde indica que:

 

“Su misión –la del Estado-- es educar a los miembros más jóvenes de la población y centralizar todas aquellas actividades públicas que puedan ser llevadas a cabo mejor por el Estado que por la comuna”.

 

Inclusive, mas adelante agrega que “esto nos lleva a preguntar si, caso de que el agrupamiento de los obreros en la Industria esté lo suficientemente avanzado, las circunstancias no conducirían al proletariado, en las grandes ciudades, a establecer una dictadura colectiva sobre el resto de la población”

Estos últimos comentarios provocaron la oposición de los del Jura, y hasta de los mismos belgas.

Farga Pellicer, en nombre de la Federación española señala muy oportunamente que:

 

“Los internacionalistas españoles, después de mucho tiempo y en general, se han pronunciado por la Anarquía, de suerte que serán opuestos a toda organización de los servicios públicos que tienda a la reconstitución del Estado”

 

De Paepe sólo señaló que los sucesos de La Haya no habían podido silenciar el problema que desde casi los comienzos de la Internacional había tenido lugar: el de la sociedad libertaria o autoritaria.

Sobre el segundo punto los Lasalleanos se muestran favorables a la acción parlamentaria de la clase obrera, sobre todo Eccarius.

Pero nuevamente Farga Pellicer habla de esta manera:

 

“La situación ha venido a ser tal manera revolucionaria en España que la expresión ‘acción política’ ni siquiera es posible”

 

Finalmente se acuerda que corresponde a cada Federación y al partido democrático socialista (que era quien abogaba por la acción parlamentaria) de cada país el determinar la línea de conducta que ellos piensan seguir.

El tercer punto fue aprobado en los términos que se requerían en la pregunta, y en donde Farga Pellicer logra adjuntar una resolución antirreligiosa.

Y por último el cuarto punto también fue aprobado satisfactoriamente, recomendando una lengua internacional, como correspondía al internacionalismo.

Para finalizar se acordaba que el próximo Congreso debía celebrarse en Barcelona, pero la situación de represión en España lo hizo imposible.

Por lo que este octavo Congreso (noveno, considerando nuestro criterio) tuvo lugar en Berna, entre el 26 y el 29 de octubre de 1876, año en el que morirá Bakunin (66).

En el intervalo, tuvo lugar el Congreso de Ghota, en donde se decide la unificaron del Socialismo Alemán.

Al Congreso de Berna asistirían veintisiete delegados.

Por Italia asistirían Malatesta y Cafiero entre otros, las demás delegaciones representaban a los mismos que habían asistido al Congreso anterior de hace dos años, además de Inglaterra. Por parte de Alemania asistía representando al recién Partido Socialista Obrero Alemán el diputado Vahteich.

El temario se formaba de seis puntos, que serían estos:

 

1.- Establecimiento de una cotización federal como nuevo artículo a los estatutos generales.

2.- Solidaridad en la acción revolucionaria.

3.- Pacto de solidaridad entre las diferentes organizaciones socialistas.

4.- Convocatoria a un Congreso general socialista para 1877.

5.- Relaciones entre individuos y grupos en la nueva sociedad.

6.- Posición de la Internacional ante la guerra de Oriente.

 

El cuarto punto fue el que obtuvo más relevancia; la delegación belga traía consigo la propuesta de convocar a un Congreso socialista para el año de 1877 “al cual se admitirían los delegados de las diversas organizaciones socialistas sean estas ramas de la Internacional o existan fuera de esta asociación”.

Guillaume no se oponía a la realización de dicho Congreso, sin embargo dice que “el Congreso propuesto no puede tener por propósito crear una nueva Internacional. Ha sido planteada en ciertos periódicos la reconstitución de la Internacional, pero la Internacional no tiene necesidad de ser reconstituida porque ella existe”

Finalmente hizo una proposición que fue aprobada en los siguientes términos:

 

“El congreso de Berna propone a las federaciones regionales que establezcan para el Congreso universal de los socialistas que se celebrarían en 1877 las siguientes bases:

 

Las diversas federaciones regionales se harán representar en ese Congreso como federaciones pertenecientes a la Internacional. Ella pedirá la inscripción en el orden del día de ese Congreso las siguientes cuestiones:

1.- Pacto de solidaridad que se concluirá entre las diversas organizaciones obreras socialistas.

2.- De la organización de las ramas de oficio.

3.- De la actitud del proletariado con respecto a los diferentes partidos políticos.

4.- De las tendencias de la producción moderna al punto de vista de la propiedad.

 Si se vota sobre las cuestiones de principio, ese voto tendrá sólo un carácter de estadística de las opiniones y no será considerado como una opinión oficial del Congreso sobre esas cuestiones”

 

Las delegaciones españolas e italianas adoptarían una actitud diferente respecto a este Congreso, pues pidieron que se constatara en un acta la siguiente declaración:

 

“Para nosotros la Internacional es la única organización que representa verdaderamente el socialismo popular; por consiguiente, creemos que nuestra asociación debe estar representada en el Congreso socialista no para deshacerse en una organización nueva, sino sólo para defender sus principios y sus medios de acción y buscar atraer hacia ella a las organizaciones obreras que todavía no han ingresado en sus filas”

 

Algunos de los puntos del orden del día serían pospuestos para el Congreso próximo.

Sin embargo, las distenciones de los que tenían la tendencia a la colaboración con el Estado (belgas, holandeses y alemanes) y los que estaban a favor de las ideas libertarias (los latinos sobre todo) se estaba nuevamente formando.

Entre el Congreso de Berna y el que iban a celebrar los Internacionalistas en Verviers, ocurrieron unos hechos que demostraron la consecuencia de los Internacionalistas italianos entre su mensaje al Congreso de Bruselas y sus actos.

En el congreso de Bruselas de 1874 los italianos habían declarado que “La época de los Congresos ha terminado para nosotros”.

Ceccarelli, Cafiero, Malatesta y otros italianos más habían tratado de llevar a cabo La Propaganda por los Hechos en Italia. Donde se adueñaron de varias localidades de Matese, una zona montañosa al norte de Nápoles, en donde habían proclamado el Comunismo Libertario.

Benjamín Cano Ruiz nos ha dejado una buena explicación de estos hechos en su excelente libro ¿Qué es el Anarquismo? Por lo que remitimos al lector a él, para no salirnos de nuestro tema.

El Congreso número nueve fue uno de los mas marcados por la influencia anarquista, y hasta se puede decir que ello se muestra en los delegados y las resoluciones tomadas ahí.

Veamos las resoluciones y veremos porque:

El tema “en cualquier país en que triunfe el proletariado, necesidad absoluta de extender su triunfo a todos los países” se resolvió de la siguiente manera:

 

“Considerando que si bien es necesario a su triunfo que se extienda a todas las naciones, hay no obstante ciertos países que por su condición económica o social se encuentran más que los otros en situación que les permite tomar la iniciativa de un movimiento revolucionario.

El Congreso declara: que es un deber de todo revolucionario el ayudar moral y materialmente a todo país en revolución, como también el extender ésta, pues sólo de esta manera es posible hacer triunfar la revolución en el país en que estalle”

 

Otro de los temas fue “Tendencia de la Producción moderna bajo el punto de vista de la propiedad”; este tema habría de ser planteado en el Congreso propuesto por los belgas para el año de 1877.

En el Congreso de Verviers éste punto se resolvía así:

 

“Considerando que el modo de la producción moderna tiende, bajo el punto de vista de la propiedad, a la acumulación de los capitales en manos de unos pocos y a aumentar la explotación de los obreros;

Considerando que es necesario cambiar éste estado de cosas, punto de partida de todas las inquietudes sociales;

El Congreso considera la realización de la propiedad colectiva, es decir, la toma de posesión del capital social por los grupos de los trabajadores, como una necesidad. Por otra parte, el Congreso declara que toda agrupación socialista verdaderamente digna de este nombre debe proclamar el principio de la propiedad colectiva, no como un ideal lejano, sino en sus programas actuales y en sus manifestaciones de cada día”

 

Nuevamente la tendencia antiestatista se manifestaba en el seno de la AIT, como venía ocurriendo durante todos los Congresos precedentes. El tema “¿Cuál debe ser la actitud del proletariado con respecto a los partidos políticos?” se resolvió de la siguiente manera:

 

“Considerando que la conquista del poder es la tendencia natural que tienen todos los partidos políticos, y que éste poder no tiene otro objeto que la defensa del privilegio económico;

Considerando, por otra parte, que en realidad la sociedad actual está dividida, no en partidos políticos, sino en situaciones económicas: explotados y explotadores, obreros y patronos, asalariados y capitalistas;

Considerando además que el antagonismo que existe entre estas dos categorías no puede cesar por la voluntad de un gobierno o poder, cualquiera que sea, sino por los esfuerzos reunidos de todos los explotados contra los explotadores;

Por estos motivos;

El Congreso declara que no hace ninguna distinción entre los diversos partidos políticos, llámense o no socialistas; todos estos partidos, sin distinción, forman, en su concepto, una masa reaccionaria, y cree su deber combatirlos a todos.

Espera que los obreros que marchan aún en las filas de esos partidos, aleccionados por la experiencia y la propaganda revolucionaria, abrirán los ojos y abandonarán la vía política para adoptar la del socialismo revolucionario”

 

Como se ve, nuevamente los antiautoritarios se impusieron absolutamente en las resoluciones y en las discusiones, no había uno solo, que en una u otra manera no se dijera bakuninista. En éste Congreso, efectivamente, se encuentran Kropotkin (bajo el seudónimo de Levashov), James Guillaume, González Morago, Trinidad Soriano, Montels, Paul Brousse, Werner, Andrea Costa incluida su compañera Anna Kulichov.

Además de los países que comúnmente estaban representados en los Congresos, esta vez estaban representados de manera indirecta México, Uruguay, Argentina, Grecia y Egipto.

Al día siguiente de clausurado el Congreso de Verviers se iniciaría el propuesto por los Belgas, es decir, el día nueve y que duró hasta el día quince de ese mismo mes.

Los delegados al Congreso de Verviers habían decidido, evidentemente, que éste no sería el último Congreso de la AIT, y proponían que se celebrarse el próximo el año siguiente.

Sin embargo, la crisis que azotó a Suiza impido que la Federación del Jura enviase una delegación, como ella misma lo dice: “… La crisis que existe en todos los países hace dudosa e incierta, en este momento, la asistencia numerosa en dicho Congreso”

A este Congreso, celebrado al año posterior del de Verviers, se pueden ver figuras tan descollantes como las de Kropotkin, Malatesta, Cafiero, Merlino, Luise Michel, Eliseo Reclus y otros.

No he podido encontrar el orden del día de dicho Congreso, ni los resolutivos que resultaron de ella.

Esta rápida explicación de los órdenes del día y resolutivos de los Congresos de la AIT fueron una pequeña introducción a las vías que habría de tomar esta organización, existen muchos documentos que no he insertado, pues son textos y resoluciones que irían mejor en un texto destinado enteramente a la Internacional, y no a un texto como éste, destinado a esclarecer el actuar de los anarquistas y marxistas dentro de ella misma.

El cadáver de la Internacional que Marx desplazara a Nueva York declara en la Conferencia de Filadelfia en el mes de julio de 1876:

 

“Suspender por tiempo indefinido la Asociación Internacional de los Trabajadores”

 

Previamente, dos años antes Engels ya se complacía de ello al escribirle al secretario Sorge:

 

“Con su dimisión la vieja Internacional queda definitivamente herida de muerte y ha llegado a su fin. Y esto está bien. Pertenecía al periodo del segundo Imperio…” (67).

 

Como se ve, los planes de Marx por destruir la Internacional antes de verla convertirse en un semillero de anarquistas no funcionaron. La Internacional antiautoritaria, anarquista, emprendería grandes vuelos. Su lucha sindical revolucionaria, el apoyo mutuo de las Federaciones, el cooperativismo, etc., eran la patente del enorme progreso de los internacionalistas.

Marx y Engels, por su parte, desesperados, no tuvieron más medios de ataque que la calumnia, y por medio de Lafargue, se llegó muchas veces al extremo de denunciar a los Internacionalistas a la policía española.

Por aquellos años de la década del 70 (más concretamente en 1873) sería cuando el yerno de Marx, Lafargue, escribiría tanta basura que sólo existía en su cabeza, en el pseudolibreto: “La Alianza en España” “… y Engels continua regalando el panfleto de 1873 –nos dice Max Nettlau-- contra la Alianza, que nadie quería comprar ni de cerca ni de lejos en esos años, a sus visitantes, sobre todo a los rusos: no podía despedirse uno entonces de Engels sin la donación obligatoria de ese panfleto” (68).

Una nueva medalla de lodo, para los defensores de “El fin justifica los medios”.

No, no hay lugar a dudas a sobre la culpa del marxismo de la división que sufrió la AIT. No puede haber lugar a dudas, a menos de que se esté desprovisto de información, o de que se quiera preservar el dogma que se permite tratar de levantar cabeza, aún cuando la historia ha caído con todo su peso sobre semejantes supercherías supuestamente revolucionarias, aún cuando la práctica ha dejado de manifiesto la catástrofe de que el marxismo es poseedor, aún cuando por muchos esfuerzos que hagan, sus teorías están condenadas al fracaso total, cuando no a la contrarrevolución. Sólo así se puede seguir tratando de poner en duda la responsabilidad de Marx y Engels respecto de la AIT.

Para terminar esta parte destinada a la AIT me gustaría advertir que actualmente la AIT continua con vida, que sigue agrupando a los sindicatos revolucionarios del mundo, que existen federaciones afiliadas a la AIT en los cinco continentes, y que en sus estatutos se encuentra insertado que la búsqueda suprema del proletariado revolucionario no es la conquista del poder político, sino la destrucción de éste y la implantación del Comunismo Libertario, y que se define netamente por el anarcosindicalismo. (69).

En España la Internacional tomaría más fuerza que en ningún otro país, Anselmo Lorenzo, Max Nettlau y otros historiadores han dejado unas bellas descripciones de la AIT en España, y a sus obras remito al lector.

Guillaume nos dejaría unas bellas palabras sobre la continuación de la AIT, con las que me gustaría cerrar este capítulo:

 

“Nada termina, nada se pierde, todo tiene su continuación; aunque a veces se altere, el desarrollo está siempre en concurso. La vida es inmortal. Los asalariados de Francia, en su gran masa, no habían olvidado las verdades halladas y proclamadas por la generación anterior. La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos. La liberación del proletariado no es problema nacional sino internacional. Viviendo la vida de su clase continuaron la lucha económica, y mientras los parlamentarios concentraban su actividad en la recluta de un ejército de votantes, se organizaban por uno y otro lado Federaciones locales y profesionales de sindicatos. De la unión de ambas organizaciones nació, en 1895 la Confederation Generale du Travail, que desde 1904 se inclinó en su mayoría por el sindicalismo revolucionario. ¿Y qué es la C. G. T. sino la continuación de la Internacional? (70)”

 

La Contrarrevolución Marxista en Rusia

Una vez caído el Imperio de los Zares en Rusia, el pueblo se ve de pronto con la vida social en sus propias manos, comienza aquí un nuevo periodo, no sólo para el pueblo ruso, sino para el mundo revolucionario, pues esta revolución despertó en los corazones revolucionarios del mundo la esperanza de que una vida nueva estuviera por nacer. Pronto habrían de desengañarse.

En los comienzos de la revolución rusa los bolcheviques tomaron una posición muy “radical” conforme a los demás partidos de izquierda, mencheviques y demás. Exceptuando a los anarquistas.

La posición que en algún momento hizo ver a los bolcheviques como auténticos revolucionarios que habían roto con el dogma marxista se esfumó conforme pasaba el tiempo; antes de la Asamblea Constituyente, los anarquistas ya advertían el hecho de que ello no sería sino un fraude en donde los que perderían serían los de siempre: el pueblo.

Una de las críticas más fuertes provino de la pluma de Apollón Karelin, para quien la democracia no era más que una forma más de encubrir la plutocracia.

Dos anarquistas apoyaron en términos parecidos el ataque a la Constituyente durante una conferencia de comités de fábrica de Petrogrado (71)

El primero de ellos ataco a los bolcheviques por apoyar la Constituyente, que no iba sino a estar conformada y dominada por “Curas y Terratenientes”. (72).

En fin, durante los dos meses que precedieron a la Constituyente, los anarquistas se dedicaron a lanzar una andanada de críticas a ésta, mientras que los bolcheviques aún pensaban que había que darle por lo menos una atención aunque sea verbal.

Stalin, que por entonces aún no dominaba el partido, decía el 18 de marzo hablando de lo que él consideraba las condiciones necesarias para el triunfo de la Revolución:

 

“[...] la rápida convocatoria de la Asamblea Constituyente es la tercera condición para la victoria de la revolución”. (73)

 

El 24 de octubre, día de la toma del poder, expresaba:

 

“El poder debe pasar a manos de los diputados obreros, campesinos y soldados. El poder pertenece a un nuevo gobierno, que, elegido por los consejos, puede ser depuesto por ellos y es responsable ante ellos. Sólo un gobierno como éste puede asegurar, a su debido tiempo, la convocatoria de la Asamblea Constituyente”. (74)

 

Alejandro Shapiro escribía en Golos Truda que el pueblo ruso debe ser consciente de que ningún parlamento impedirá el camino hacia la libertad y que la sociedad justa sólo podrá llegar a alcanzarse “aboliendo todo el poder político, que no hace más que impedir y asfixiar la creatividad revolucionaria” (75).

Desde la central anarcosindicalista Golos Truda se expresaba claramente la opinión de los anarquistas con respecto a la Asamblea Constituyente; es un artículo que merece la pena ser reproducido:

 

“Camaradas obreros, campesinos, soldados, marinos, trabajadores todos:

Henos en plena elección para la Asamblea Constituyente.

Es muy probable, pues, que pronto ella se reúna y comience a sesionar.

Todos los partidos políticos, inclusive los bolcheviques, ponen la suerte ulterior de la Revolución, del país y del pueblo trabajador en manos de este órgano central. En tales condiciones, tenemos el deber de poneros en guardia contra dos peligros eventuales.

1º. — Si los bolcheviques no tienen en la Constituyente una fuerte mayoría o se encuentran en minoría.

La constituyente será en ese caso una institución inútil, abigarrada, social burguesa. Ha de ser un corrillo absurdo, a la manera de la Conferencia de Estado de Moscú, de la Conferencia Democrática de Petrogrado, del Consejo Provisorio de la República, etc.  Se atascará en discusiones y disputas vanas y frenará la verdadera Revolución.

Si no exageramos este peligro es porque confiarnos que, en ese caso, las masas sabrán, una vez más, armas en mano, salvar la Revolución e impulsarla por su verdadero camino. Pero hemos de decir que las masas laboriosas no tienen absolutamente necesidad de un nuevo trastorno de ese género, sin el cual pueden y deben pasarse. ¿Para qué malgastar energía y dinero en crear y mantener una institución inepta? (¡Y, mientras, la Revolución de los trabajadores. se paralizará una vez más!) ¿Para qué sacrificar de nuevo fuerzas y sangre en combatir más tarde esta institución estúpida y estéril a fin de salvar (¿cuántas veces aún?) la Revolución y sacarla de un punto muerto? Fuerzas y esfuerzos que podrían ser empleados, con gran provecho de la Revolución, del pueblo y del país, en organizar las masas laboriosas de manera directa y en su base misma: aldeas, ciudades, empresas, etc.; en reunir sus organizaciones, desde abajo, en comunas y federaciones de aldeas y ciudades libres, de manera natural e inmediata, sobre la base del trabajo y no de la política o de la adhesión a tal o cual partido: y en llegar, de seguida, a unificaciones regionales, etc. Fuerzas y esfuerzos que deberían y podrían ser empleados en organizar inmediata y enérgicamente el aprovisionamiento de materias primas y combustibles a las empresas, mejorar las vías de comunicación, organizar el intercambio y toda la economía nueva en general; en sostener, en fin, una lucha directa contra los restos de la reacción (sobre todo contra el peligroso movimiento de Kaledin en el Mediodía).

2º.-- Si los bolcheviques constituyen fuerte mayoría en la Asamblea Constituyente.

En este caso, dominada fácilmente la oposición, se convertirán de manera firme y sólida en los amos legales del país y de toda la situación, amos manifiestamente reconocidos por la mayoría de la población. Es precisamente lo que los bolcheviques procuran de la Asamblea Constituyente; para eso la necesitan: para consolidar y legalizar su poder.

Este peligro, camaradas, es mucho más importante, y más grave, que el primero. ¡En guardia!

Una vez consolidado y legalizado su poder, los bolcheviques --que son socialdemócratas, políticos y estatistas, esto es, hombres de acción centralista y autoritaria-- comenzarán a arreglar la vida del país y del pueblo por medios gubernativos y dictatoriales, impuestos desde el centro. Su sede en Petrogrado dictará las voluntades del partido a toda Rusia, dispondrá de todo el país. Vuestros soviets y demás organizaciones locales se reducirán poco a poco a simples órganos ejecutores de la voluntad del gobierno central. En lugar de un trabajo constructor normal de las masas laboriosas, en lugar de libre unificación desde abajo, se asistirá a la erección de un aparato autoritario, político y estatista que obrará desde arriba y se dedicará a aplastarlo todo con puño de hierro. Los soviets y demás organismos deberán obedecer y cumplir. Y a eso se le llamará disciplina. ¡Guay de quien no esté de acuerdo con el poder central y no estime útil obedecerle! Fuerte de la aprobación general de la población, ese poder lo forzará a someterse.

¡En guardia, camaradas!

Observad bien y recordad.

Cuanto más se formalice el éxito de los bolcheviques y más sólida sea su situación, tanto más su acción tomará giro autoritario, es decir, la realización y la defensa de su poder político y central se harán más netas y precisas. Empezarán a dar órdenes cada vez más categóricas a las organizaciones y a los soviets locales. Y pondrán en práctica desde arriba la política que se les antoje, sin retroceder ante el empleo de la fuerza armada en caso de resistencia. (76)

Cuanto más su éxito se afirme, tanto más patente se hará este peligro, porque su acción se volverá más segura y firme. Cada nuevo éxito -¡lo veréis!- los ensoberbecerá más y día tras día la revolución se acercará a tan grande peligro, cuya agravación será la resultante de los éxitos bolcheviques.

Podéis percibirlo desde ya.

Observad atentamente las últimas órdenes y disposiciones de la nueva autoridad, podréis advertir netamente la tendencia de las eminencias bolcheviques a arreglar la vida del pueblo a la manera política y autoritaria, mediante el centro impositor. Ya dan órdenes formales al país. Ya se ve claramente que ellas entienden la consigna: Todo el poder para los soviets, como poder de la autoridad central en Petrogrado, autoridad a la que los soviets y demás órganos locales deben estar sometidos a título de simples órganos ejecutores. Y eso ocurre ahora que las eminencias bolcheviques sienten aún fuertemente su dependencia de las masas y temen, naturalmente, provocar desilusiones; ahora que su éxito no está aún totalmente asegurado y depende por completo de la actitud de las masas a su respecto.

¿Qué ocurrirá cuando su éxito sea total y las masas le otorguen una confianza entusiasta y sólida?

¡Camaradas obreros, campesinos y soldados!

¡No perdáis jamás de vista este peligro! Permaneced dispuestos a defender la verdadera Revolución y la verdadera libertad de vuestras organizaciones y de vuestra acción, dondequiera que estéis, contra la violencia y el yugo de la nueva autoridad, del nuevo amo: el Estado centralizado, y de los nuevos impostores: los jefes de los partidos políticos. Permaneced prestos a obrar de modo que los éxitos de los bolcheviques --si los ensoberbecen y los transforman en impostores-- sean su tumba. Permaneced prestos a arrancar la Revolución de una nueva prisión.

No olvidéis que solamente vosotros mismos debéis y podéis crear vuestra nueva vida mediante vuestras libres organizaciones locales y sus federaciones. ¡De lo contrario, jamás será realidad!

Los bolcheviques os dicen a menudo lo mismo. Tanto mejor, naturalmente, si finalmente obran de conformidad a sus dichos. Pero, camaradas, todos los nuevos amos, cuya situación depende de la simpatía y la confianza de las masas, hablan al principio dulcemente. También Kerensky tenía, los primeros días, boca de miel; el corazón de hiel se reveló más tarde.

Tened en cuenta, no las palabras y los discursos, sino los gestos y los actos. Y a la menor contradicción entre lo que esas gentes os dicen y lo que hacen, ¡poneos en guardia!

¡No os fiéis de las palabras, camaradas! ¡Fiaos únicamente de los hechos!

¡No os fiéis de la Asamblea Constituyente, de los partidos y los jefes! Confiad únicamente en vosotros mismos y en la Revolución.

Solamente vosotros mismos, esto es, vuestras organizaciones locales de base, organismos de los trabajadores y no de los partidos, y en seguida vuestra unificación directa y natural (regional, etc.); solamente vosotros mismos debéis ser los constructores y los amos de la vida nueva, no la Asamblea Constituyente, no un gobierno central, no los partidos ni los jefes.” (77)

 

Comentemos el libelo de El Estado Y La Revolución del que tanto se ha hablado y sobre el carácter por el cual fue publicado en Rusia.

El libro fue escrito en los meses de agosto y septiembre de 1917, mientras Lenin se encontraba en la clandestinidad en Finlandia; fue redactado la primera etapa en febrero, y la segunda en octubre, después de que los bolcheviques se habían visto en minoría en las elecciones de la Asamblea Constituyente.

“No hay que olvidar que Lenin hizo recién este descubrimiento cuando su partido, contra todas las esperanzas, se vio en minoría después de las elecciones para la Asamblea Constituyente. Hasta entonces los bolcheviques habían participado a la par de los demás partidos en las elecciones y se cuidaban de no ponerse en conflicto con los principios de la democracia”. (78)

Al ver, que aun con su “grandioso programa” continuaban en minoría, entonces declaran la guerra a la Constituyente y disuelven esta misma; y es entonces cuando Lenin publica a modo personal el tan famoso libro de El Estado y la Revolución, libro que, dicho sea de paso, es considerado por muchos como, “la verdadera interpretación de la ideología marxista”.

Es curioso ver que los marxistas bolcheviques se negaran a confesar que eran democráticos, se decían antiparlamentarios y simpatizantes de la eliminación del Estado. Engels había dicho en el conocido texto de 1895 unas frases significativas a este punto, y que contradice completamente a Lenin.

En él, Engels afirma que la acción parlamentaria es el primer deber de la socialdemocracia, pues –dice–, para los “revolucionarios”, los medios legales son más útiles que los medios ilegales, y la burguesía se ve obligada a reconocer con pavor: la legalidad nos mata. (79).

Los bolcheviques disolvieron la Constituyente porque, según ellos, estaba plagada de burgueses y, antiparlamentarios como se decían ser, hicieron este “gran acto revolucionario”.

Como ya he indicado, los bolcheviques participaron en las elecciones de la Constituyente, pero se ven derrotados en la siguiente manera:

De 715 asientos, los Socialistas Revolucionarios tenían 412; mientras que los que le seguían en número, los Bolcheviques, apenas tenían 158.

La situación les era desfavorable, y por ello disolvieron la Constituyente.

Si la mayoría hubiese estado de su parte, seguramente habrían dicho que era la voluntad del pueblo quien les había elegido.

“Se hicieron adversarios de la Constituyente porque les pareció que no estaba dispuesta a legalizar el golpe de Estado. Si el partido bolchevique hubiera tenido la mayoría, probablemente habría organizado el Estado soviético con ayuda de un parlamento” (80).

Kautsky había dicho sobre la Asamblea Constituyente que: "Es de lamentar únicamente que llegasen a esa conclusión al encontrarse en minoría en la Asamblea Constituyente. Nadie había pedido antes la Asamblea Constituyente con mayor empeño que Lenin".

Lenin respondería a esta acusación en La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky en los siguientes términos:

 

No analiza las circunstancias concretas, no quiere ver los hechos, nada dice a los lectores alemanes de que mis tesis exponen, no sólo un estudio teórico de la insuficiencia de la democracia burguesa (tesis I-3), no sólo las condiciones concretas, en virtud de las cuales las listas de los partidos, compuestas a mediados de octubre de 1917, no respondían a la realidad en diciembre de 1917[...] De esta historia concreta dedujimos (tesis 14) que la consigna de "Todo el Poder a la Asamblea Constituyente" se había convertido de hecho en la consigna de los demócratas constitucionalistas, kaledinistas y sus cómplices. (81).

 

Es de resaltar como Lenin nos da la pauta para ver que los bolcheviques estaban en minoría, cuando nos dice que las listas de los partidos, compuestas a mediados de octubre de 1917, no respondían a la realidad en diciembre de 1917 (o por lo menos a “su” realidad), y que después de apoyar a la Constituyente se dieron cuenta de que la consigna de "Todo el Poder a la Asamblea Constituyente" se había convertido de hecho en la consigna de los demócratas constitucionalistas, kaledinistas y sus cómplices.

Su “antiparlamentarismo” pues, era el producto del despecho de haber perdido la mayoría de la Constituyente; no respondía esta actitud a cuestiones de principio, sino de conveniencia.

Así pues, el libro El Estado Y La Revolución no es otra cosa que tratar de salir del paso de manera decorosa, viendo que la táctica parlamentaria no les funcionó, se retractan de ella y entonces dicen: “No, nosotros somos antiparlamentarios”.

Cuando se persigue gobernar, tomar posesión de un gobierno, se persigue también dictar leyes, decretos, etc., y se persigue hacerlos obedecer; para hacer estas leyes, estos decretos, etc., se requiere de un aparato de gobierno que si es necesario las haga cumplir por la fuerza, ¿de dónde viene, pues, su antidemocratismo de los bolcheviques? Son demócratas (en el sentido común y no etimológico de la palabra), digan lo que digan.

Los anarquistas mantuvieron su hostilidad hacia la Constituyente y el Gobierno Parlamentario; por ello, cuando por fin se reunió la Asamblea Constituyente el 5 de enero, los bolcheviques se mantuvieron a un lado, la Asamblea celebro sesión durante unas horas, bajo la presidencia de Chernov, y fue un anarquista quien la disolvió; un marinero anarquista de Kronstadt llamado Anatol Zhelezniakov (82) en ese momento jefe de la guardia del palacio de Táurida, quien entró armado diciendo a V. Tchenoff (83) “Es hora de terminar esta comedia. Mis soldados están cansados y quieren dormir”. El presidente estaba desconcertado y a la vez indignado y protesto. Zhelezniakov continuó diciendo que “Le digo que la Guardia está cansada. Les ruego que abandonen la sala. Y, por lo demás, estamos hartos de tanto parloteo. ¡Han charlado de sobra! ¡Váyanse! Señores, vuélvanse a sus casas. La Asamblea Constituyente queda disuelta”.

He aquí el actuar de los bolcheviques con respecto a la Constituyente y el libro El Estado y la Revolución.

Pasemos al terreno económico.

Muchos historiadores mostrando una gran ineptitud, han exaltado la brutal incapacidad de Lenin para dirigir por vías libres la economía, y muchas veces le han adjudicado a Lenin una actitud inteligente, aún cuando la realidad distase mucho de ello. Veamos el porqué:

Empecemos por los obreros de la ciudad.

En las fábricas, la inexperiencia de los obreros les hizo algunas veces llamar a trabajar en ellas a los antiguos dueños de ellas, aunque en calidad de ayuda técnica.

Si, los obreros estaban apenas comenzando a conocer lo que significa participar en la codirección de una fábrica; esta práctica, robada antes por la burguesía, y robada después por los bolcheviques, no podía ser, lógicamente, efectiva desde sus comienzos.

¿Cómo esperar a que los obreros comenzaran a echar andar de una manera perfecta las fábricas, cuando nunca habían tenido la oportunidad de experimentar esto?

En realidad, el obrero se daba cuenta de la capacidad técnica del antiguo dueño de ella, y por esto es que solicitaba su ayuda técnica.

“haciendo ingresar a los antiguos patrones en la dirección, pretenden hacerle entrar de nuevo en posesión de las fabricas” decían los bolcheviques.

Es extraña esta manera de ver las cosas; aquellos trabajadores que habían realizado las expropiaciones colectivas no iban a estar dispuestos a entregar las fábricas a sus antiguos dueños.

Tenía que haber, pues, un periodo en que el obrero cometiera errores, pero estos errores podían ser reparados por ellos mismos, cuando hubiesen obtenido la experiencia necesaria para ello.

Los bolcheviques aprovecharon todo esto para tratar de justificar su teoría, según la cual, el obrero es incapaz de realizarse por sí mismo, y que necesita una dirección que actué por él.

Dirigiendo aprendería a dirigir, y hecho esto las torpezas se eliminarían, o serían muchas menos; no, contestaban los bolcheviques.

Educarles para que no cometiesen errores hubiera sido poco científico; prefirieron quitarles de toda dirección.

Reaccionario, ese era el epíteto que solían poner a aquellos antiguos patrones que antes habían sido dueños de las fábricas; sin embargo, cuando los bolcheviques hicieron lo mismo, cuando ellos recurrieron a la ayuda de los antiguos patrones para hacer funcionar las fábricas ya no eran reaccionarios.

¿Es que el simple hecho de que hayan sido nombrados por el gobierno, los antiguos patrones dejaban de ser burgueses, reaccionarios? No.

En fin, ante los errores que algunos obreros cometieron en la dirección de las fábricas, los bolcheviques les relegaron fuera de toda dirección; el obrero, desplazado de la participación en la codirección de su trabajo, explotado, y gobernado férreamente, veía la fábrica no como algo que le pertenecía, y por la cual debía dar todo su esfuerzo en pos del bienestar común; la veía como algo ajeno, de lo que no le importaba nada.

Poco le importaba la fábrica, estaba en ella porque no le quedaba otra, como quien no tiene más salida que la cadena, y tan sólo por eso seguía ahí.

¿Qué el trabajador rinde poco? ¿Qué la producción va en decaimiento y con ella aparece la miseria? ¿Qué el obrero se desinteresa por el trabajo?

¡Todo ello es culpa entera de quien comete semejantes torpezas gubernamentales!

Pero esto no para aquí, no, la autoridad es la contraparte de la libertad, y siendo autoritarios los bolcheviques (como cualquier gobierno), necesariamente tendían al ataque contra el pueblo.

Elaborarían los bolcheviques un Código del Trabajo; Ángel Pestaña, durante su estancia en Rusia nos dice:

“Hojeándolo durante nuestra estancia en Moscú, pudimos cerciorarnos de lo arbitrario y tiránico del tal Código del Trabajo. Nos causó una impresión tan desfavorable su lectura, que hablando con un Comunista de alta jerarquía no pudimos ocultarle nuestras prevenciones, y llegamos a decirle que en muchos países capitalistas el obrero trabaja en mejores condiciones, con más garantías y respeto que a los rusos concedía el Código elaborado por los bolcheviques” (84).

 

El Código en definitiva era un ataque brutal contra la dignidad del pueblo trabajador, producto insensato de legislar sin sentido alguno de la justica.

En el Código del Trabajo se dice que se impondrán sanciones a los trabajadores por su “mala voluntad para producir”.

En el Código se permitía a un encargado o director de una fábrica despedir a cualquier trabajador sin necesidad de avisar el motivo, ni previo aviso. Semejantes procederes no se conocían entonces en los países capitalistas, como no fuera remontándonos al Feudalismo.

Si comprendemos estas cuestiones planteadas en el Código, aunado a la baja estima que causaba en el obrero las condiciones que hemos marcado más arriba, ¿Cómo esperar una “buena voluntad para producir” de los obreros?

Pasemos al comercio:

“En el transcurso de 1917, la revolución era, sobre todo, revolución campesina, y no se desarrolló conforme al esquema de la teoría marxista de la revolución ni al esquema de los marxistas rusos” (85).

Un caso singular es que a los obreros industriales se les concediesen cinco votos en toda elección, mientras que los campesinos sólo tenían derecho a uno.

“¿Porque mil votos de campesinos podían tener derecho a un miembro en el Soviet y al mismo número de votos de obreros industriales se le otorgaban cinco miembros? –preguntaba Ángel Pestaña— Hay en ello una arbitrariedad tan destacada, que nos impresionó desde el primer momento” (86).

Las razones que pudieran justificar semejante manera de actuar no se encuentran dentro de lo racional; se le puede dar vueltas al asunto, pero siempre nos encontraremos con que ello se debía a los prejuicios marxistas acerca de los campesinos. Prejuicios que Marx tenía, y que ahora sus discípulos nos mostraban que no habían abandonado.

Se decía que esta diferencia se debía a que los campesinos eran más ignorantes e incultos, mas prestos a escuchar a la reacción, y que dándoles igualdad en voto se corría el riesgo de que llevasen a miembros de la contrarrevolución a los Soviets.

Un campesino que votaba en su lugar de residencia, veía que su voto valía más cuando se trasladaba a la ciudad y votaba ahí.

Si se encubría este acto con el pretexto de la falta de cultura, ¿la del campesino aumentaba al trasladarse a la capital? Hagamos el ejemplo a la inversa y sucederá lo mismo: ¿un obrero industrial que se traslada desde la ciudad al campo ve en el trayecto disminuir su cultura –si en verdad la tiene-?

Ángel Pestaña vivió esto de cerca (87) y nos dice en su libro 70 Días en Rusia:

 

“Vimos claro en el problema, desciframos lo que oficialmente se nos escondía. Se concedió derecho a cinco delegados industriales por cada uno de los campesinos en los Soviets, porque los bolcheviques, sin ningún arraigo, o con muy poco –lo demostró bien la elección a las cortes constituyentes— entre los campesinos, no hallaron mejor medio que ese para asegurar la hegemonía de su partido, para obtener mayoría de mandatos en todos los Soviets, para asegurarse el triunfo”.

 

Habiendo liquidado el comercio formal, convertido el Estado bolchevique en el único comprador y vendedor de los productos (88), la cuestión fundamental era tasar las mercancías, tasar el precio de compra como de venta, dejando un margen de ganancia, he aquí lo que les pareció lo mejor; sin embargo ya se había mostrado varias veces en otros casos que tasar no hacía sino crear infinitos males a las economías que ello habían hecho.

“Los bolcheviques ejecutaron el programa marxista hasta sus consecuencias extremas; no sólo lucharon por realizar las condiciones favorables al capitalismo burgués, sino que –aún más–, asumieron las tareas de la burguesía. En vez de un gran número de capitalistas, apareció un capitalista gigantesco: el Estado bolchevique. ‘El socialismo –declaraba Lenin– no es otra cosa que un monopolio capitalista estatal.’” (89)

Al tasar la economía rusa se cometió un gran error: los campesinos se negaban a entregar su producto al Estado, pues de éste recibía solo billetes que el bolchevismo imprimía sin medida, y con el cual el campesino no podía comprar nada; esto le llevaba a mejor vender su mercancía en el mercado clandestino, donde se le redituaba mucho mejor que vendiéndolo al Estado.

El gobierno pagaba a los campesinos con una moneda que el mismo habitualmente desvalorizaba, y que no sustituía con ninguna otra manera de intercambio de productos. ¿Cómo no entender que el campesino, despojado antes por el Zarismo, y hoy por el Bolchevismo se negara a entregar su producto? La situación de decadencia económica era inevitable, el comercio pasó de ser formalmente estatal, al comercio clandestino.

“Los campesinos se negaron a entregarles los productos porque no se les daba nada a cambio. Y el campesino se consideró expoliado y robado. Recibía papel a cambio de lo que entregaba; pero luego, con este papel, nada podía comprar. Y cuando protestó, se le llamó contrarrevolucionario y pequeño burgués, dos adjetivos que para los bolcheviques resuelven las más arduas cuestiones económicas” (90).

El Estado bolchevique daba a la gente del pueblo solo el 25% de lo necesario para satisfacer las necesidades básicas de las personas. El otro 50% se lo buscaba en la especulación, cantidad enorme, pero cierta. El ciudadano ruso apenas conseguía satisfacer el 75% de sus necesidades básicas.

Para poder satisfacer las necesidades básicas, se recurría grandemente a la especulación, pero antes de eso veamos otras cuestiones.

El campesinado, como ya hemos dicho, se negaba a entregar su producto a quien le pagaba con dinero que el Estado devaluaba, ante esto, los bolcheviques impusieron algo peor que lo anterior: las “Requisas”.

Estas comúnmente se realizaban con especial saña, se despojaba al campesino de todo para entregarlo al Estado, que era quien lo administraba, muchas veces con total irracionalidad, como en el caso de productos como la carne y las verduras, que no pueden mantenerse en centralización, pues se echarían a perder; los bolcheviques no entendían esto siquiera. Y grandes cantidades de estos alimentos terminaban en estado de putrefacción.

Las requisas, desde que se conoció el privilegio que ello significaba para quien la realizaba, que significaba solventar necesidades básicas y hasta mucho más, pues las primas era muy satisfactorias, se convirtieron en un puesto para el que todos aspiraban.

Los mismos que ejercían el poder como miembros del Estado esperaban solo la oportunidad para poder aspirar al puesto privilegiado de las requisas.

El Estado daba una pequeña parte de las necesidades básicas del pueblo, y esto daba amplio lugar a la especulación: recoger la mínima cantidad de alimento que el Estado daba al pueblo suponía una pérdida de tiempo increíble, horas y una multitud inmensa le esperaba a quien deseara aunque sea esta mínima ración; quienes vivían en la ciudad y disponían de tiempo para recoger estas cantidades, comúnmente obtenían los vales de racionamiento, que por lo general iban extendidos al portador, de quienes no podían realizar la pesada espera.

Al obtener esta cantidad extra de racionamiento: calcetines, medias, hilos de cocer, zapatos, sabanas, almohadas, etc., rápidamente se dirigían al campo, donde el campesino no podía acceder fácilmente a los artículos de la industria; el especulador proponía al campesino hacer negocio, pero el temor del campesino de que se tratara de un agente del gobierno complicaba “el negocio”.

Después de algo de trabajo, el especulador lograba conseguir la confianza del Mujik, y entonces éste sacaba el producto que había escondido de la vista del Estado, ante el temor de que éste lo requisara.

El negocio estaba hecho, pero para ello se necesitaba establecer también el contacto con el público, la necesidad hacía que los compradores aparecieran rápidamente, pero el negocio requería burlar las leyes, y para esto se necesitaba un intermediario que lo lograra sin percances y sin riesgos, se establece, pues, un nuevo intermediario, que cobrará su parte en el negocio.

Esto da lugar a una cantidad de intermediarios que van poco a poco aumentándose, hasta que el producto necesario que llega al comprador final, llega en un precio altísimo, para quien no sabe o no quiere especular.

Veamos lo que decían en Izvestia, órgano de Kronstadt en el número 13 del 15 de marzo (poco antes de ser aplastada por los bolcheviques):

 

“Para destruir la vida de familia, nuestros gobernantes han arbitrado el establecimiento de restaurantes colectivos. ¿Con qué resultado? El alimento es en ellos aún menos comestible. De todos modos, los productos son escamoteados antes de llegar a los ciudadanos, quienes sólo reciben los restos. La nutrición de los niños es algo mejor, pero muy insuficiente. Escasea la leche, sobre todo. Los comunistas requisaron a los campesinos todas las vacas lecheras, para sus sovkhoz. Por lo demás, la mitad del ganado perece antes de llegar a su destino. La leche de las vacas que sobreviven se destina ante todo a los gobernantes, luego a los altos funcionarios y lo que resta recién a los niños.

Pero lo más difícil es vestirse y calzarse. Se aprovecha al extremo las ropas viejas. Nada nuevo es distribuido. (Por ejemplo, un sindicato distribuye botones a razón de uno y medio por persona. ¿No es esto burlarse de la gente?) Imposible hallar zapatos.

¡Bella es la ruta del paraíso comunista! Pero, ¿se la puede recorrer descalzos?

Sin embargo, hay hendiduras por las que escapa todo lo necesario. Los integrantes del círculo de las llamadas "cooperativas" y los gobernantes tienen de todo: restaurantes propios y raciones especiales; oficinas de abonos, cuyos beneficios se otorgan conforme a las simpatías de los comisarios.

Se ha acabado de comprender que esta "comuna" ha socavado y completamente desorganizado el trabajo productor, con la lógica desaparición del deseo y el interés de trabajar. Zapateros, sastres y plomeros han debido dispersarse, buscando ocupación como guardianes, mensajeros, etc.

Tal es el paraíso cuya construcción emprendieron los bolcheviques”.

 

El marxismo bolchevique, que tanto insultaba y amenazaba a la burguesía por su torpeza e imbecilidad, no hacía sino seguir sus pasos, en una economía dominada por la burguesía es casi natural que su política lleve al hambre al pueblo, pues antes que nada, la burguesía ve sus intereses.

Pero un partido que se llamaba a si mismo Socialista y Revolucionario, debió emprender la vía de la libertad, y dejar al pueblo el camino libre para organizar por sí mismo la economía del país, manteniéndose dentro de éste mismo pueblo, y ayudando en todo lo que le fuese posible.

No, antes era el dogma del partido que la misma revolución.

Hemos visto la tontería bolchevique en lo que respecta a la economía, pero es preciso ver otras cuestiones antes de continuar con el relato de los Soviets, Kronstadt y los Makhnovistas.

Es por todos sabido que una revolución sin violencia no es posible, pues la burguesía no abandonará sus privilegios con gusto, y ofrecerá una férrea pelea antes de ser destruida.

El pueblo ruso, que durante el Zarismo había sido sometido a las peores injusticias, las peores humillaciones y, digámoslo, explotado de una manera brutal, se había por fin librado de sus cadenas, no podía responder de una manera generosa y pacífica; todas las humillaciones pasadas habían despertado en él un odio feroz hacia el poder, hacia los gobernantes y, como en todas las revoluciones, las pasiones se habían desatado, dando paso a veces a crueldades contra miembros de la burguesía reaccionaria.

Crueldades que sin duda son excusables, comprensibles, pues una revolución es literalmente una tormenta que lo arrasa todo, donde las pasiones se desatan.

Pero esto es una cosa, y otra muy diferente es la violencia empleada por el bolchevismo: esta violencia no correspondía a las necesidades de la revolución, sino de un partido.

Las Tchekas, las odiosas Tchekas no sirvieron a los intereses de la revolución o del pueblo (91), sino tan solo al establecimiento de la dictadura estatista de bolchevismo. ¿Quién puede negar esto? (92), Las Tchekas se formaron con miembros de confianza del Partido Comunista probados en la lucha contra el Zarismo, con la intención de hacer frente a amenazas contrarrevolucionarias y a los atentados que amenazaban la revolución; pronto el argumento perdió credibilidad: ya no se trataba de defender la revolución, ahora había que salvar el Estado bolchevique del pueblo… ¿Quién lo diría? ¡Las fuerzas contrarrevolucionarias serían ellos mismos!

Esta violencia es injustificable pues respondía a intereses particulares, no es propiamente el resultado natural de un despertar revolucionario, sino que es más bien el resultado de la defensa de un dogma teórico e hizo bastantes daños al desarrollo revolucionario.

Y comprobaremos el sadismo bolchevique en un momento, cuando hablemos de Kronstadt y Los Makhnovistas.

Hemos dicho al comienzo de este libro que el marxismo no es comunismo; se ha dicho comúnmente que los bolcheviques eran comunistas, pasemos revista a Rusia y veremos el porqué negamos ello.

¿Qué es el comunismo?

El comunismo es la vida en una sociedad en donde nadie está mandado por la autoridad de nadie; en donde el ser humano se desarrolla plenamente, en completa libertad; es una sociedad donde la libertad de prensa y de palabra es patente, donde los hombres se ven como hermanos y no como enemigos; es la condición de una sociedad en donde las diferencias económicas han quedado eliminadas; es, en fin, una vida mejor, mucho mejor que la vida bajo cualquier gobierno.

En Rusia sucedía todo lo contrario. Las vergonzantes condiciones a las que se hallaba sometido el pueblo ruso nada tienen que ver con el comunismo.

Las cárceles y centros de tortura en donde se metían a los que osaban contradecir el gobierno bolchevique nos traen a la cabeza una pregunta ¿Dónde está el comunismo en tales condiciones?

El sometimiento de la enorme mayoría de la población a las ineptitudes de los bolcheviques nos sugiere de nuevo la pregunta ¿Qué hay ahí de comunismo?

Los brutales asesinatos cometidos en interés del partido son otra prueba de ello.

Puede decirse que en Rusia bajo el dominio bolchevique había de todo, menos comunismo.

Antes de la revolución de octubre, en el pueblo ruso existía ya una condición muy tendente al verdadero comunismo.

El “mir” y el “artel” eran manifestaciones clarísimas de esta tendencia. Organismos que el mismo pueblo había creado y de los cuales se había servido desde siempre, tratando de que el trabajo fuese en común.

Antes de la revolución de 1917 las fuerzas estatales le combatieron arduamente, pero no lograron eliminarlos.

Siendo combatidos durante el régimen zarista, el mir y el artel, auténticas manifestaciones populares, encarnaban en la práctica del campesino, que alejado de los oropeles de los países europeos avanzados veía que su vida sería más llevadera si practicaba el trabajo en común.

Cuando estalló la revolución, y se vieron en la posibilidad de actuar libremente, nuevamente optaron por las prácticas del artel y del mir. Apenas echados los patrones de la dirección de las fábricas, el pueblo, con su tendencia comunista, comenzó la organización de las fábricas y los campos según sus concepciones equitativas. Errores los hubo, y ya hemos hablado de ellos; pero lo importante es el instinto con que las masas querían organizar sus vidas, en maneras realmente comunistas.

Los instintos comunistas del pueblo ruso se manifestaban en otras formas más cotidianas de la vida diaria.

El invierno en Rusia dura cinco meses (de noviembre a finales de marzo); el otoño y la primavera apenas duran unas semanas. Entre cada invierno apenas hay un periodo corto para la siembra y la cosecha, y si no se quieren sorpresas hay que apresurarse a las faenas campesinas.

El rendimiento del campesino ha de ser el máximo, se ha de aprovechar el mayor tiempo posible para las faenas, el menor retraso podría echar a perder el sustento de muchas personas. El agotamiento al que se ve sometido le obliga a requerir constantemente el apoyo del vecino en el trabajo, quien a su vez también requiere apoyo, y juntos trabajan (93).

Durante los primeros meses de la revolución estas prácticas continuaron.

Es verdad, hubo de todo, pero el arraigo del sentir comunista del pueblo se manifestaba, ponían en común sus herramientas de trabajo, sus semillas, su ganado y cuanto poseían, y se formaban grupos de campesinos que laboraban en común, ya fuese por grupos de afinidad o de familia, el comunismo se manifestaba en estos actos.

También hubo quienes no iban tan lejos, y ponían todo en común, pero luego se arreglaban conforme hubieran prestado servicios en el trabajo. Pueden decirnos que eso es más colectivismo que comunismo, pero lo importante es que los trabajadores lo hacían de común acuerdo, sin intervenciones de nadie, se arreglaban conforme ellos pensaban.

Muchas veces había grupos que no sólo ponían todos sus bienes en común, sino que también del beneficio de su trabajo aspiraban a lo mismo, a repartirlo no conforme se había trabajado por persona, sino según lo que necesitaran.

Aquí vemos una circunstancia que es una mezcla de sarcasmo y motivo de meditación: el pueblo es comunista... el gobierno también... ¡extraña y rara coincidencia!

El pueblo tendía a la socialización de la tierra, y cuando los bolcheviques nacionalizan las tierras y la declaran propiedad del Estado, proceden a la parcelación y al reparto, destruyen, de esta manera, los avances que el pueblo ya tenía hacia el comunismo.

He aquí porque decíamos al comienzo que el marxismo no es comunismo, pues estas pruebas que salen de la Revolución rusa, no son sino el camino que necesariamente han de seguir las teorías marxistas, que se descalifican por anticipado del comunismo cuando toman partido por las dictaduras.

“De que el comunismo bolchevique es una añagaza más, sólo quedan por convencer unos cuantos papanatas que andan por el mundo hablando de lo que no saben ni entienden, que quieren ser más papistas que el Papa, capaces de enmendarle la plana al mismo Lenin, si Lenin pudiera venir a contrariarles.

Convencer a estas gentes de que eso del comunismo en Rusia no pasó de ser una intención, si la hubo alguna vez, es perder el tiempo, machacar en hierro frío y tirar piedras a la luna. La estupidez tiene muchas facetas. La más perjudicial, sin embargo, es la que convierte al individuo en creyente de su propia estupidez. A éste no hay manera de convencerle; vive poseído de ser el depositario de la verdad. Sí ha creído que en Rusia existió o existe el comunismo, ¿cómo sacarle del error en que vive? Únicamente podría intentarse llevándolo allá; pero sé corre el peligro de que desplace el sentido natural de las cosas y las vea al revés.” (94)

La historia nos dio en Rusia una bella prueba de lo que afirmábamos al comienzo, así que ahora que esto está demostrado no hace falta hablar más de ello. Dediquémonos a erradicar otro mito.

Son por todos conocidos los ataques de Lenin a Kautsky.

El primero quería llegar a la toma del poder mediante la revolución; el segundo aspiraba a ello por una maduración ideológica del pueblo; Mediante una preparación política que han de realizar los partidos.

En realidad, las diferencias que existían entre ellos eran más tácticas que teóricas.

Ambos querían tomar el poder, por más que Lenin se empeñara en ver diferencias, en realidad estas apenas son tácticas.

En El Estado y la Revolución Lenin no repara en llamar a Kautsky un renegado, y hasta un falsificador de las teorías marxistas; no, no eran más que productos de la misma ideología que iban por caminos distintos.

En verdad que la toma del poder es más posible como la veía Lenin que como la quería Kautsky, pero esto no quiere decir que uno y otro no sean marxistas: ambos seguían las enseñanzas de su maestro: la toma del poder político por una representación de la clase obrera.

Lenin diría en El Estado y la Revolución que:

 

 “Todo lo que durante cuarenta años –de 1852 a 1891– enseñaron y demostraron Marx y Engels, a saber, que el proletariado necesariamente debía destruir la maquinaria del Estado burgués, el renegado Kautsky lo ha olvidado, desfigurado o echado por la borda” (95)

 

Es realmente chusco ver el pleito entre dos personajes que eran tan similares: mientras Kautsky hacía caso omiso a la destrucción del Estado, Lenin armaba un aparato estatal centralizado, de manera que la destrucción del Estado se hacía imposible. O eran Renegados los dos, o eran marxistas los dos. En realidad, la segunda opción es la correcta: ambos aspiraban a gobernar, a ordenar, a explotar a las masas, conforme les había enseñado su maestro: el señor Marx.

“Agreguemos que el marxismo lleva la impronta del carácter de su fundador, hombre profundamente autoritario, que estaba persuadido de haber hecho del socialismo una ciencia (96), pues creía haber descubierto las leyes por las cuales la inevitable evolución dialéctica del capitalismo conduciría, finalmente, al socialismo. Por último, diremos que el marxismo ha sido siempre una especie de mesianismo; de ahí que los marxistas de todas las tendencias hayan sentido la necesidad de presentar su particular interpretación como la verdadera, amparándose en la autoridad de Marx. Como consecuencia de ello, las interpretaciones científicas del fundador han acabado en ciencia histórica falsificada” (97).

Durante la revolución rusa la situación de Lenin no era nada fácil: tenía que mostrar una actitud marxista pues constantemente se veía atacado por quienes siendo de sus mismas ideas le achacaban que no era marxista; incluso que defendía teorías anarquistas.

Cuando Lenin hace su llegada a Petrogrado el 3 de abril, dice ante la gente que le rodeaba que Rusia estaba al borde de una nueva era, una era en la que se asistiría a la sustitución del Estado Burgués por una República de Soviets obreros (98) y del ejército y la policía por milicias populares.

En sus palabras no hubo nada que hiciera alusión siquiera a una Constituyente.

Estos eran puntos de vista que muy pocos anarquistas hubieran rechazado.

El 9 de abril, Lenin escribía en Pravda:

 

“No somos blanquistas, no somos partidarios de la toma del poder por una minoría”

 

Después, en las “Tesis de Abril” que Lenin leyó al día siguiente en una reunión con los Socialdemócratas en el Palacio de Táurida, Lenin siguió con su tono heterodoxo. De acuerdo con Marx, antes de la revolución tenía que preceder un prolongado periodo de “Democracia Burguesa”.

Lenin, en las Tesis de Abril, libraba a Rusia de una época entera que era fundamental en las teorías marxistas sobre la revolución. Dijo:

 

“Lo característico de la situación actual de Rusia, es que representa la transición del primer estadio de la revolución, que, ante la falta de madurez y organización del proletariado, dio el poder a la burguesía, a su segundo estadio, que colocará el poder en manos del proletariado y de los estratos más pobres del campesinado”.

 

Al rechazar el periodo de capitalismo que según Marx debía preceder inevitablemente a la revolución socialista, no sólo dejó boquiabierta a la rama moderada de la Socialdemocracia, sino que se preguntaban unos a otros si Lenin había abandonado las leyes fundamentales de la teoría marxista acerca de la evolución histórica. O, si aún peor, se había convertido al anarquismo. El tiempo desmentiría esta teoría.

Al día siguiente de leerse las “Tesis” de Lenin, Kamenev escribió en Pravda:

 

“Consideramos inaceptable el esquema general del camarada Lenin porque parte de la idea de que la revolución democrático-burguesa ya ha terminado y porque prevee la inmediata transformación de esta revolución en revolución social”.

 

I. P. Góldenberg se vio obligado a declarar que:

 

“Lenin se ha convertido ahora en un candidato para un trono europeo que ha permanecido vacante durante 30 años --¡El trono de Bakunin!--. Las nuevas formulas de Lenin recuerdan algo ya viejo, las verdades desahuciadas del anarquismo primitivo” (99).

 

En las Tesis de Abril, Lenin incluía una serie de declaraciones que concordaba con muchos puntos de vista anarquista, como cuando llamaba a la transformación de la guerra imperialista en una guerra contra el capitalismo, renunciaba a la idea de un parlamento ruso, y en cambio un sistema de Soviets libres que siguiera el modelo de la Comuna de París, la abolición del ejército, la policía y la burocracia.

Todo esto sonaba muy bien, y aunque después Lenin mostraría su verdadera cara, en este periodo hubo una camaradería entre marxistas y anarquistas, que se preparaban a descarrilar la locomotora de la historia hacia nuevas vías (100).

Durante este tiempo los anarquistas se encargaron de expropiar algunas residencias de los burgueses, y transformarlas en centros de estudio social.

No hubo ninguna oposición a las expropiaciones sino hasta que un grupo de anarquistas acuartelados en la Dacha trataron de apoderarse el 5 de junio de una imprenta de un periódico burgués Russkaia Volia (101).

Después de algunas horas de ocupación los ocupantes fueron dispersos por las tropas que envió el Gobierno Provisional.

El primer Congreso de los Soviets que se encontraba reunido en ese momento denunció a los ocupantes como delincuentes que se denominaban anarquistas.

Para el 7 de junio el ministro de Justicia P. N. Perevérzev daba un plazo de 24 horas a los ocupantes para desalojar el inmueble; al día siguiente 50 marineros de Kronstadt se presentaban para defender la Dacha.

En el distrito de Virog varios grupos de trabajadores abandonaron las fábricas y organizaron manifestaciones de protesta contra la orden de desalojo. Pero el Congreso de Soviets respondió animando a los trabajadores a regresar a sus empleos y condenando la ocupación de posesiones privadas sin el consentimiento de sus propietarios.

En tanto que duró la ocupación, las banderas negras aparecían una a una, y los portavoces anarquistas decían a los que los escuchaban que desobedecieran las órdenes del gobierno, y que actuasen por sí mismos. Se les animaba a la insurrección.

El Soviet de Petrogrado se negó a apoyar la rebelión prematura, y el gobierno tuvo entonces la oportunidad de acabar con los intentos sin mucho trabajo.

Los dirigentes del partido bolchevique se vieron obligados a esconderse; mientras tanto, en la ocupación de Durnovó los ocupantes eran desalojados y algunos de ellos habrían de terminar tras las rejas.

El primer choque entre los bolcheviques y los anarquistas se dio al poco tiempo del estallar el movimiento revolucionario, cuando los bolcheviques constituyeron el Consejo de Comisarios del Pueblo, formado en su totalidad con gente adherida a su propio partido.

Volin relata que el día 25 de octubre escuchó unos disparos a lo lejos, y un camión pasó arrojando volantes a las masas; recogió uno, y vio que se anunciaba la caída del gobierno de Kerenky, y a continuación una lista encabezada por Lenin como jefe del Consejo de Comisarios del Pueblo.

“Un sentimiento mezcla de tristeza, cólera, disgusto, y también, de una irónica suerte de satisfacción, se apoderó de mí. ‘Estos imbéciles –si no son, simplemente, demagogos impostores, pensé— han de imaginarse que hacen así la Revolución social. Y bien, ya verán… y las masas aprenderán una buena lección’.

¿Quién hubiese podido prever entonces que sólo cuatro años después, en 1921, en las gloriosas jornadas de febrero –del 25 al 28 exactamente--, los obreros de Petrogrado se sublevarían contra el gobierno Comunista?” (102)

Los anarquistas protestaron, pues tal concentración de poder mataría la revolución, como después se constataría.

Golos Truda, decía que:

 

“Convocamos a los esclavos (declaraba Golos Truda la misma mañana de la insurrección) a que creen sus propias organizaciones laborales sin partido, libremente asociadas entre sí en las ciudades, aldeas, distritos y provincias y ayudándose unas a otras” (103).

 

Y a los tres días, el mismo periódico advertía que:

 

”Si algún grupo político tratase de convertirlos en instrumentos de coerción, el pueblo volverá a empuñar las armas” (104).

 

Estas palabras no carecían de antecedentes, el mismo periódico Golos Truda decía unos días después del estallamiento revolucionario de octubre, al hablar sobre el futuro de la revolución si ésta se dejaba dominar por el poder estatista de los pseudo revolucionarios bolcheviques:

 

“Sera ésta una lucha entre las fuerzas vivas desplegadas por el impulso creador de las masas, por una parte, y el poder socialdemócrata, de espíritu centralista, defendiéndose furiosamente, por la otra; esto es: lucha de los organismos obreros y campesinos actuantes directamente y por iniciativa propia, que toman posesión de la tierra y de todos los medios de producción, de transporte y de distribución, para establecer, en entera independencia, una vida humana verdaderamente nueva, por una parte; y la autoridad marxista política, por la otra; lucha, en fin, entre los sistemas libertario y autoritario, entre los dos principios que se disputan desde hace tanto tiempo la preeminencia: el principio anarquista y el marxista.

Sólo la victoria completa, definitiva, del principio anarquista, principio de auto organización libre y natural de las masas, significará la verdadera victoria de la Gran Revolución.

No creemos en la posibilidad de cumplir la Revolución Social por el procedimiento político. No creemos que la obra de la nueva construcción social ni la solución de los problemas tan vastos, varios y complicados de nuestro tiempo, puedan ser realizados por actos políticos, mediante la toma del poder, desde arriba, desde el centro...

¡Quien viva verá!” (105)

 

Sobre la dictadura del proletariado, Lenin había dicho en 1917 que dicha dictadura sería sólo un periodo breve de transición; que era preciso crear un Estado sin policía, ejercito y organizado de tal manera que no pudiese sino morir. Sin embargo el carácter de la dictadura estatal (como cualquier Estado) no podía sino hacer imposible tal muerte.

“Según Lenin, la extinción del Estado comenzaría “inmediatamente”. Para provocar tal evolución, se fortalecieron de manera inaudita los medios de poder estatal y se instituyó una policía que superó, con mucho, a la del viejo Estado zarista. ¡Método singular es éste de abolir el Estado fortaleciéndolo y destruyendo, simultáneamente, todo lo que contribuye a debilitarlo!” (106).

Entre los marineros de Kronstadt ya se rumoraba que si la revolución era traicionada, los mismos cañones que habían retumbado sobre el Palacio de Invierno, retumbarían también sobre el Smolny (107).

El anarquismo estaba ejerciendo gran influencia en Rusia, un periodista del Manchester Guardia que viajó a Rusia iba a hacer un comentario sobre esto. Leámoslo:

 

“No es una exageración decir que durante los meses de noviembre, diciembre y la mayor parte de enero, reinó, en las industrias del norte de Rusia, algo muy parecido a la Anarquía… No existía un plan industrial colectivo. Los comités de fábrica funcionaban sin dirección. Actuaban por su cuenta tratando de resolver por sí mismos los problemas de la producción y distribución que parecían más acuciantes para el futuro inmediato y para cada localidad. Muchas veces se vendía la maquinaria para conseguir materia prima, y las fábricas se convirtieron en una especie de Comunas Anarquistas… en las que las tendencias Anarcosindicalistas imponían su desorden” (108).

 

No podemos esperar que un reportero de un periódico de tales tendencias no se espantase porque no hubiese dirección, y que nadie mandara sobre nadie; pero lo importante es el comentario y no la opinión.

Para cuando se les arrebata a los obreros la dirección de sus fábricas y el Estado toma el control sobre las fábricas (con las desastrosas consecuencias que ya hemos apuntado) los anarquistas incitaban a los obreros a volver a las barricadas contra el nuevo gobierno de “Caníbales y Antropófagos”.

Burevéstnik convocaba desde sus páginas a “desenmascarar la farsa de la Asamblea Constituyente, la inutilidad del ‘control sobre la producción’ y el carácter peligroso y dañino de la Centralización Estatal… y convocar a todos los oprimidos a la verdadera Revolución Social”.

Cuando llega diciembre, circulaba entre los trabajadores un manifiesto incendiario, redactado por los anarco-comunistas que decía así:

 

“No os habéis sublevado para salvaguardar el bienestar de gentes que os son ajenas, ni con el fin de controlar una producción que no os pertenece, sino a vuestro enemigo --el capitalismo- ¿o es que acaso sois sus perros guardianes?

¡Toda la producción a los obreros!

¡Abajo con el control socialista!

¡Abajo la Asamblea Constituyente! ¡Muerte a toda autoridad!

¡Abajo la propiedad privada!

¡Viva la Comuna Anarquista, la Paz, la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad!”

 

Nuevamente, los anarquistas atacaban, con el mismo furor que habían combatido a la Constituyente, ahora combatían a las pretensiones bolcheviques.

“Los anarco-comunistas de Ekaterinoslav recordaban el mensaje de la International, según el cual fuera del pueblo no había salvadores, «ni Dios, ni Zares, ni tribunos», y exhortaba a las masas a emprender su propia liberación, acabando con la dictadura bolchevique e imponiendo una nueva sociedad basada en la igualdad y el trabajo libre. Asimismo, en la ciudad siberiana de Tomsk, los anarquistas llamaban a la expulsión de la nueva «jerarquía» de tiranos rusos, y a la organización «desde la base» de una sociedad sin Estado. «¡Pueblo trabajador!», proclamaba un periódico anarco-comunista de Viladivostok, «¡No confiéis más que en vosotros y en vuestras fuerzas organizadas!»"

Igualmente violenta fue la reacción de los anarco-sindicalistas frente al nuevo régimen. En el grupo de Golos Truda, Volin condenaba a los bolcheviques por la «estatización de la industria» ", y Maksímov iba aún más lejos, declarando que ya no era posible, en conciencia, apoyar a los soviets. La consigna «todo el poder a los soviets», exclamaba, aunque nunca había resultado totalmente aceptable para los anarquistas, fue antes de la insurrección de octubre un llamamiento «progresivo» a la acción; en ese momento, los bolcheviques, frente a los «defensistas» y «oportunistas» que infectaban el campo socialista, constituían una fuerza revolucionaria. Pero desde el golpe de octubre, continuaba Maksímov, Lenin y su partido habían abandonado su papel revolucionario para convertirse en jefes políticos, transformando a su vez los soviets en los depositarios del poder estatal. Mientras los soviets no fuesen más que el vehículo de la autoridad, todos los anarquistas, concluía, estaban obligados a combatirlos” (109).

En 1918 los bolcheviques firmaban la paz con los alemanes en Brest-Litovsk y las críticas desde el anarquismo alcanzaron niveles altísimos.

Desde las distintas posturas del anarquismo, desde el anarcosindicalismo hasta el anarco-comunismo se mantenían posiciones similares a este punto: habría que atraer al enemigo alemán a tierras rusas, apartarlo de sus centros de suministro y aplicar una táctica de guerrillas que desmoralizaran al enemigo y lo vencieran estando lejos de su tierra.

Los bolcheviques, testarudos hasta la medula, creían (con Lenin encabezando esto) que mediante una propaganda constante se podría atraer al ejército alemán hacia las ideas revolucionarias, contagiarles del ambiente revolucionario ruso, y hacer que se negaran a atacar Rusia.

“... pero que el movimiento revolucionario alemán –nos dice Ángel Pestaña- se orientara hacia el bolchevismo, sólo lo creían Lenin y sus colaboradores [...] acarició Lenin tanto tiempo esta idea, estaba tan enamorado de ella, que en el momento de nuestro viaje –julio y agosto de 1920— aún la exponía con optimismo, aunque, ciertamente, con alguna amargura” (110)

El tratado de paz era una traición enorme a la revolución rusa, todo el honor de la revolución se vería manchado si se trataban relaciones de paz con el imperialismo alemán.

Una vez más, los bolcheviques erraron conscientemente, y firmaron el tratado de paz con los alemanes; los miembros reaccionarios de Ucrania, todos los enemigos de la revolución, pidieron ayuda a los alemanes, y éstos, conforme el tratado firmado, apoyaron a los reaccionarios a echar a los revolucionarios de la vida económica ucraniana, se apoderaron del gobierno, y las persecuciones aparecieron de nuevo.

Al firmar la paz con los alemanes, éstos imponen a Rusia el abandono de sus antiguas provincias de Finlandia, Estonia, Polonia y Letonia, y formando con ellas pequeños Estados bajo su tutela, que han servido para atacar mejor a Rusia.

Convertidos estas provincias en Estados pequeños, Alemania hace lo que había ya hecho con la neutralidad belga, y avanza hacia el corazón de Rusia, apoderándose por completo de Polonia, y de gran parte de Ucrania.

Los bolcheviques protestaron a estas acciones, es verdad, pero poco podía hacerse ya ante la fuerza del imperio alemán.

Lo más triste de este asunto, es que en muchos de esos lugares que después serían conquistados por Alemania los Soviets se desenvolvían y actuaban de manera eficaz sobre los asuntos más importantes; los bolcheviques firmaron el tratado de paz con los alemanes, y sacrificaron sin escrúpulos a los Soviets, especialmente en Ucrania.

La formación de una militancia clandestina y la formación de guardias armados fue lo que detonó la represión bolchevique; estalló todo el 9 de abril cuando una banda de anarquistas robaron el automóvil del coronel Raymond Robins; los bolcheviques se decidieron a actuar y cayeron numerosos grupos anarquistas ante las garras bolcheviques.

Solo en La casa de La Anarquía y en el Monasterios Donskói la Guardia Negra ofreció una firme resistencia, cayendo una docena de miembros de las Tchekas y unos 40 anarquistas resultaron muertos o heridos y más de 500 fueron hechos prisioneros.

El periódico Anarjiia fue censurado por el Gobierno, pero desde Moscú Burevéstnik nuevamente levantaba la voz contra los bolcheviques, a los que acusaba de haber hecho unión con la burguesía contrarrevolucionaria:

 

“Sois unos Caínes que asesináis a vuestros hermanos. Unos judas, unos traidores. Lenin ha levantado su trono de octubre sobre nuestras costillas y ahora pretende conseguir un momento de respiro sobre nuestros cadáveres, sobre los cadáveres de los anarquistas. Decís que los anarquistas han sido suprimidos, pero esto no es más que nuestro 3-6 de julio. Aún está por venir nuestro Octubre” (111).

 

En mayo cerraban Burevéstnik, Anarjiia, Golos Truda, y otros destacados periódicos anarquistas, la mayoría de ellos con carácter permanente.

Poco tiempo duró el respiro que Lenin ganó en Brest-Litovsk. Hacia el verano, el gobierno bolchevique se encontraba enfrentado a una lucha a vida o muerte con sus enemigos, tanto en el exterior como en el interior.

El terrorismo volvía a levantar cabeza por todo el territorio ruso. Los eseritas radicales lanzaban una violenta campaña de asesinatos contra los funcionarios estatales, igual que habían hecho en la época de Nicolás II. En junio de 1918, un terrorista socialista-revolucionario asesinaba a Volodarskii, miembro de la dirección bolchevique en Petrogrado. El mes siguiente dos eseristas de izquierda asesinaron al Embajador alemán, él Conde Mirbach, con la esperanza de provocar nuevamente el estallido de la guerra. A finales de agosto, Moiséi Uritskii, jefe de la Tcheka de Petrogrado, caía bajo las balas de los eseristas.

En el ambiente anarquista, aparecieron de nuevo bandas de Chornoznámentsy y Beznachaltsy (112) que actuaban con nombres como “Huracán” y “Muerte”.

Los anarquistas de Rostov, Ekaterinoslav y Briansk irrumpían en las cárceles para liberar a los presos y numerosos manifestantes alentaban al pueblo a levantarse contra sus nuevos amos.

La Federación Anarquista de Briansk lanzo un llamamiento incendiario:

 

“¡Pueblo, en pie!

¡Los social-vampiros os están chupando la sangre!

¡Los que proclamaban al principio la libertad, fraternidad e igualdad desatan ahora la más terrible violencia!

Se ejecuta a los prisioneros sin juicio ni investigación, e incluso al margen de sus tribunales «revolucionarios»...

Los bolcheviques se han hecho monárquicos... ¡pueblo! La bota de los gendarmes aplasta todos tus mejores sentimientos y deseos...

Han terminado con la libertad de palabra, con la libertad de prensa, con la libertad de domicilio... Sólo hay sangre por todas partes, sufrimientos, lágrimas, violencia… ellos son los que provocan el hambre para combatiros mejor... ¡pueblo, en pie! ¡Destruid a los parásitos que os atormentan! ¡Destruid a todos vuestros opresores!”

 

Siguiendo la tradición de 1905 surgieron en el sur los “Destacamentos de Combate Anarquista” que tenían como propósito destruir a todos los contrarrevolucionarios, tanto blancos como bolcheviques, nacionalistas ucranianos  y los alemanes que se insertaban en Rusia con el propósito de poner en práctica lo acordado en el pacto de Brest-Litovsk.

El destacamento Guerrillero del Mar Negro en Semferópol y el Destacamento M. A. Bakunin lanzaron una canción sobre la nueva “Era de la Dinamita” que barrería a los opresores de todas las clases:

 

“¡Amado es para nosotros el legado de Ravachol y

El último llamamiento de Henry Por la bandera

De la «Comuna y la Libertad» Estamos dispuestos

A entregar nuestras vidas!

 

¡Abajo el repicar de campanas de las iglesias!

¡Nosotros haremos sonar otra clase de alarma

Con la explosión y el rugido de la tierra

Así surgirá nuestra armonía!” (113)

 

El 25 de septiembre un grupo de Anarquistas Clandestinos junto con un grupo de Socialistas-Revolucionarios asestaban un duro golpe a los bolcheviques cuando dinamitaron el cuartel general del Comité de Moscú del Partido Comunista cuando sus miembros se encontraban en plena sesión plenaria.

12 personas del Comité murieron y 55 más resultaron heridas, entre ellas Nicolai Bujarin (114).

Felices por su nuevo golpe contra la opresión, los Anarquistas Clandestinos proclamaban que ésta era la señal de una nueva “Era de Dinamita” que sólo terminaría cuando el despotismo hubiese sido destruido.

Sin embargo el júbilo provocado apenas duraría poco: a pesar de que algunos de los más significativos anarquistas reprobaran los actos cometidos, las detenciones masivas aparecieron, y fueron los Anarquistas Clandestinos quienes fueron más reprimidos.

Para justificar la represión contra el movimiento anarquista en general, Lenin diría a Alejandro Berkman “No perseguimos a los anarquistas Ideológicos, pero no estamos dispuestos a tolerar la resistencia armada o la agitación de este tipo.

Por desgracia para los anarquistas Ideológicos, la Tcheka no se molestaba en someter a sus prisioneros a una prueba de catecismo de la doctrina anarquista antes de condenarlos a cualquier pena” (115).

Sobre la represión que los bolcheviques ejercerían sobre el movimiento anarquista regresaremos un poco más adelante.

Pasemos ahora a uno de los puntos que nos interesan, y en donde se mostrará el actuar bolchevique: El movimiento makhnovista.

Néstor Makhno, el principal miembro de los makhnovistas había nacido el 27 de octubre del año 1889 en Gulaï-Pole, situado en Ekaterinoslav.

A los 17 años, se unió al grupo anarco-comunista de Gulaï-Pole, y dos años más tarde fue juzgado por participar en una activad terrorista (116) que le había costado la vida a un oficial de policía del distrito.

Se le condenó a la horca, pero debido a su juventud se le conmutó la pena por trabajos forzados en la prisión de Butyrki.

Durante los nueve años que permaneció preso, Makhno se mostró como un hombre incapaz de someterse a la vida de prisión, recalcitrante en su actuar, muchas veces sufrió duros castigos por su conducta.

Pedro Archinoff fue preso en el año de 1910 por introducir propaganda anarquista en Rusia; en la cárcel, ambos se hicieron grandes amigos, y Archinoff, más viejo que el joven semianalfabeto de Gulaï-Pole le enseñó a este los principios básicos del anarquismo, y le afirmó sus convicciones en Bakunin y Kropotkin.

Ambos cobrarían su libertad en 1917, cuando en marzo de ese año el Gobierno Provisional decreta la Amnistía.

Makhno se desplaza a su lugar de nacimiento, e inmediatamente comienza a destacar por sus actividades en la comunidad; organiza un grupo de labradores del que fue nombrado presidente y al poco tiempo sería elegido como jefe de un grupo de metalúrgicos y carpinteros.

En agosto de ese mismo año, organizaría un grupo de campesinos armados que se encargarían de expropiar las tierras de los ricos y repartirlas entre los campesinos pobres.

Las actividades de Makhno se ven truncadas cuando los bolcheviques firman la paz con los alemanes en el tratado de Brest-Litovsk y grandes cantidades de elementos enemigos se insertan en Ucrania. Entraron como amos, pues el acuerdo de paz abría el paso a los alemanes. Éstos entraron en Ucrania y restituyeron el poder a los nobles e instauraron el gobierno autócrata del Hetman Skoropadsky. El saqueo de Ucrania, entregada a los austriacos y alemanes por los bolcheviques se hizo espantoso: mientras el pueblo sufría hambre, los austroalemanes se llevaban a sus países un verdadero éxodo de transportes repletos de alimentos y otros artículos.

La defensa de la revolución, y de las conquistas obtenidas por el pueblo, y después vendidas a los austroalemanes por los bolcheviques eran las premisas del pueblo ucraniano. La instauración del Hetman y de su poder constituyó una vuelta al pasado.

Pronto aparecieron los atentados contra los miembros del gobierno, contra los señores agrarios y nobles, masacrándolos y expropiando sus tierras. En junio, julio y agosto de 1918 se sucedían estas pequeñas revueltas, que pronto fueron suprimidas por el Hetman, y muchos campesinos fueron ahorcados y fusilados. Pronto aparecieron grupos de 30, 50 o hasta 100 jinetes que aparecían donde menos se les esperaba y masacraban a todos los enemigos del pueblo; todo miembro del gobierno, noble, o propietario, estaban constantemente amenazados de muerte; todo alemán invasor, en tanto enemigos del pueblo tenían sentenciada su muerte.

Se hizo entonces necesaria la unificación del movimiento guerrillero, quien encontró en Néstor Makhno un brillante estratega, y pronto casi todos los combates con los alemanes en donde en pueblo salía victorioso estaban ligados con Makhno.

Makhno también compartía la opinión de sus camaradas anarquistas en relación a la traición que los Bolcheviques habían hecho a la revolución cuando firmaron el tratado de paz con el imperialismo Alemán.

En abril de 1918 los bolcheviques ya habían firmado la paz de Brest-Litovsk, y procedían al ataque de la oposición.

Pronto aparecieron las difamaciones contra los anarquistas, tachándoles de bandidos, delincuentes, y en fin, de todo lo que se les ocurriera a los bolcheviques.

En tanto, en Moscú se preparaba asestar un golpe al movimiento anarquista. Se tanteaba el ánimo de las masas y cuando se tuvo la certeza de que ante las agresiones estas se mantendrían impotentes, o por lo menos indiferentes, se procedió al ataque.

La noche del 12 de abril, las organizaciones anarquistas eran atacadas con dureza, principalmente las organizaciones de Moscú. Fueron éstas saqueadas y muchos de sus miembros detenidos.

“Trotsky, --nos dice Volin-- que desde hacía dos semanas preparaba el golpe y dirigía personalmente en los regimientos una desatada agitación contra los anarco-bandidos, tuvo la satisfacción de poder lanzar su famosa frase: ‘¡Al fin el poder soviético barre de Rusia, con escoba de hierro, al anarquismo!’

¡Eterna y cruel ironía de la historia humana! Quince años después, Stalin empleará la misma fórmula y aplicará la misma escoba de hierro al... trotskismo, con gran indignación de Trotsky (117).

Yo confieso haber experimentado cierto sentimiento de satisfacción ante esa especie de justicia inmanente” (118)

La represión que se desató en esa ocasión no terminó con el anarquismo. Aún era posible una vaga libertad de palabra y de prensa.

Si he omitido y omitiré a lo largo de este capítulo la suerte de los Socialistas Revolucionarios de Izquierda, de los Maximalistas, etc., es porque la lucha entre estos y el poder bolchevique no tenía más fin que la lucha por el poder; simplemente los bolcheviques lo consiguieron y suprimieron a los demás partidos. Si los Socialistas Revolucionarios de Izquierda o los Maximalistas hubiesen subido ellos al poder, seguramente hubieran hecho lo mismo con los bolcheviques.

No ocurre lo mismo con los anarquistas, quienes no aspiraban al poder, sino a que el pueblo avanzara en la revolución. Por ello es que dedico especial interés en ello.

Ante la invasión de los enemigos alemanes, Makhno, que se encontraba aún en Ucrania, se ve obligado a esconderse, logrando llegar hasta Moscú en junio de 1918, donde se encontraban gran parte de sus camaradas de ideas.

En Moscú se reúne con Kropotkin, a quien admiraba por toda su labor revolucionaria, y con quien mantendría una conversación que ya es por muchos conocida:

 

“… Pero cuando, con una atención y una animación particular, escucho mi relato acerca de los camaradas y de la situación de Ucrania, emocionado y con el rostro radiante repitió varias veces: ‘Muy bien, continuad, continuad allá, dado que allá es donde se construye nuestro ideal’ […] y agrego con tristeza ‘Ah, si fuese más joven también iría allí… para militar’”  (119).

 

Por su parte Kropotkin también había dado ya algunos consejos a sus camaradas anarquistas, que aparecería con el título de El Anarquismo en Rusia:

 

“Debemos tratar de actuar para salvaguardar la autonomía comunal y la iniciativa personal, tanto más cuanto que los otros partidos intervienen para crear un gobierno fuerte, para instituir el socialismo estatal, lo que equivale a ahogar toda autonomía comunal y toda iniciativa personal [...] En Rusia, la revolución del pueblo será siempre de tendencia anarquista; no se detendrá a mitad del camino, como quieren los teóricos que ordenan: ‘¡Hasta ahí, y no más allá!’ y ese no más allá es, para ellos, el momento en que el poder del Estado pasará a manos del partido [...] Siempre fue tarea de los anarquistas predicar el odio del pueblo contra el Estado, y lo será también en la revolución rusa”.

 

Makhno también se reuniría con Lenin, con quien mantendría una plática algo áspera, sobre todo por la insistencia de Lenin de querer ver en los anarquistas a utópicos e irrealistas, a lo que Makhno contesto que los anarquistas no son soñadores ni utópicos sino hombres de acción; le recordó también que eran los anarquistas y los Socialistas-Revolucionarios más que los bolcheviques quienes estaban acabando con las clases nacionalistas y privilegiadas de Ucrania.

Lenin le respondió con un “Quizá esté equivocado” y le ofreció ayuda para volver al sur.

Makhno salió de esa ciudad que no iba acorde con su espíritu campesino, y cuando regresa a Gulaï-Pole en julio de 1918 su tierra estaba ocupada por los austriacos y por las milicias de su lacayo el Hetman Skoropadsky.

Siendo aun fugitivo, logró introducirse en su pueblo, y fue encargado por un comité revolucionario para crear batallones de guerrilleros que expulsaran a los invasores; sin embargo se vio forzado a retroceder con sus compañeros guerrilleros hasta Taganrog, Rostof y Tzarintzin, las autoridades comprendieron el peligro que Makhno y sus guerrilleros significaban para sus privilegios, y le pusieron precio a su vida. Cuando llegó a su pueblo vio que en venganza de las autoridades la casa de su madre había sido incendiada y que su hermano Savva (el mayor de la familia) había sido fusilado por los bolcheviques (120).

En muy poco tiempo logró organizar un destacamento guerrillero y dio fuertes golpes a los austriacos y a sus aliados Hermanitas, así como a los de la nobleza local. Provocando el terror en todos los explotadores y enemigos del pueblo.

En una de sus primeras proclamas a los campesinos del sur decía:

 

“Recuperaremos nuestra tierra, no para seguir el ejemplo de los últimos años y colocar nuestro destino en manos de unos nuevos amos, sino para tomarlo en las nuestras y conducir nuestras vidas de acuerdo con nuestra voluntad y nuestras concepciones de la verdad”.

 

Otra de las proclamas de este grupo de guerrilleros era la siguiente:

 

“Todo agrario que persiga a los campesinos, todo agente de policía del Hetman, todo oficial ruso o alemán, en tanto que enemigo mortal e implacable de los campesinos, no hallará piedad alguna y será suprimido”

 

Una habilidad estratégica enorme era una de las principales armas de los makhnovistas, los campesinos les suministraban alimentos y lo necesario, permitiendo así que viajasen 50 millas o más en un día sin apenas dificultades.

Todos los que durante algún tiempo se aprovecharon de los campesinos y obreros, todos aquellos que les fusilaban y explotaban, se vieron de pronto atacados de manera implacable por los makhnovistas. Éstos aparecían en un sitio y masacraban a la burguesía local o los lacayos hetnamitas, desaparecían y aparecían a 50 o 100 kilómetros, y hacían lo mismo, sembrando el terror entre los burgueses. Entonces las autoridades enviaron varios destacamentos con la misión de acabar con Makhno, quien se les hacía imposible de atrapar por la rapidez de la movilidad que les caracterizaba.

Donde quiera que fuesen encontraban el apoyo de los campesinos, tenían por seguro víveres, alojamiento y caballos, muchas aldeas y comunidades fueron quemadas por los austroalemanes o fusilados los campesinos, por prestar ayuda a los makhnovistas.

Con el Armisticio de 1918 las potencias centroeuropeas se retiraron de suelo ucraniano, y Makhno logró apoderarse de una gran cantidad de armas enemigas. Concentrando, a partir de ahí, sus esfuerzos por derrotar a los seguidores del líder nacionalista Petlura.

En esos momentos, tres fuerzas principales ejercían influencia en Ucrania: Los Makhnovistas, Los Bolcheviques y Petlura.

Se comprende que cada una de estas fuerzas debía combatir contra las otras dos, haciendo de Ucrania un campo de batalla.

De los bolcheviques ya nos estamos ocupando en este capítulo, y lo continuaremos haciendo; de igual manera de los makhnovistas; tendremos entonces que tocar el punto de los petluristas:

Con respecto de los makhnovistas, los seguidores de Petlura creían que se trataba de bandas de rebeldes, a los que podrían fácilmente atraer a sus filas y dirigirlos para sus propios fines. Para ello enviaron a los makhnovistas una serie de preguntas de ¿que opinaban sobre el movimiento de Petlura? ¿Qué estructura política futura deseaba para Ucrania? ¿No considera deseable y útil obrar en común para la creación de una Ucrania independiente?

Gran fiasco se llevaron los Petluristas con sus intenciones de dominar a los makhnovistas; éstos respondieron de manera firme y tajante, diciéndoles que:

 

“La Petlurovtchina era un movimiento de la burguesía nacionalista, con miras opuestas a las de los campesinos revolucionarios; que Ucrania debía ser organizada sobre la base de un trabajo libre y de la independencia de los obreros y campesinos; que ellos no admitían unión alguna con quien quiera fuese, y que solo la lucha era posible entre la Makhnovtchina, movimiento del pueblo laborioso, y la Petlurovtchina, movimiento de la burguesía” (121).

 

Después de este intercambio de mensajes, los makhnovistas se aventuraron a una empresa que prometía mucho, pero que sin embargo era muy arriesgada: se detuvieron en Nijne-Dnieprovsk suburbio de Ekaterinoslav y se dispusieron a atacar la ciudad. Un tren fue cargado de tropas makhnovistas, y enviado de Nijne-Dnieprovsk, a la estación de Ekaterinoslav, todos iban como un pacífico tren de obreros, repentinamente los makhnovistas ocuparon la ciudad y se entabló una lucha con los petluristas, quienes fueron desalojados de la ciudad y quedando los makhnovistas en ella. Poco después los petluristas regresaron y en la lucha los makhnovistas fueron desalojados.

Poco después los makhnovistas darían otro golpe en la región de Sinelnikovo a los seguidores de Petlura, en que muchos de ellos eran campesinos movilizados por imposición y entonces Ekaterinoslav fue ocupada por los bolcheviques.

Durante los 5 primeros meses de 1919, Ucrania estaba prácticamente sin una autoridad constituida, pues ni los Rojos, ni los Blancos, ni ningún tipo de poder era lo suficientemente fuerte como para someter a los makhnovistas.

Durante este tiempo el movimiento makhnovista realizó Congresos Regionales campesinos, con las intenciones de discutir asuntos económicos y militares correspondientes a Ucrania.

El primer congreso se realizó el 23 de enero de 1919 en Grande-Mikhaïlovka y se ocupó principalmente de los movimientos de Denikin y de Petlura.

El 12 de febrero de 1919 se reunía en Gulaï-Pole el segundo Congreso, en donde se votó a favor de la “Movilización Voluntaria”, que iba muy acorde con el espíritu guerrillero de los makhnovistas. Estos contaban con cerca de 20.000 militantes que se encontraban fatigados por los constantes choques con las tropas de Denikin. A raíz de esto se forma un Consejo Militar Revolucionario para hacer frente a los seguidores de Petlura y de Denikin.

Apenas fueron conocidas las resoluciones del Congreso, una masa enorme de voluntarios se presentó para militar entre los makhnovistas; por desgracia la mayoría tuvo que ser rechazada por falta de armamento. Pero si toda esa enorme cantidad de voluntarios hubieran podido ser armados la situación hubiera sido bien distinta. Según Volin el 90 por ciento de los voluntarios tuvo que ser rechazado.

En la primavera de 1919 Volin y Arón Barón llegaron a tierra makhnovista como consecuencia de que los bolcheviques destruyeran la Confederación Nabat y gran parte de sus miembros entraran en la clandestinidad.

Junto con Pedro Archinoff editaron el periódico de su movimiento Puk K Svobode (122), de contenido muy similar al extinto Nabat y crearon también escuelas al estilo de Francisco Ferrer i Guardia.

Se ha acusado algunas veces a los makhnovistas de antisemitas, pero quienes los atacan no son sino los de siempre: los fanáticos ilotas de Lenin… ¡Y de Stalin! Además, hemos visto ya las opiniones de Marx sobre la raza negra, y sus comentarios racistas, pero veamos la cuestión con los makhnovistas.

Dentro del movimiento makhnovista hubo un considerable número de judíos, algunos de ellos ocupaban cargos de responsabilidad. Arón Barón (judío) trabajaba en la comisión de cultura y educación, pero la gran mayoría luchaba en el frente como miembros especiales de infantería y artillería judías, o en las unidades guerrilleras regulares. El mismo Volin, quien nos ha servido de fuente indispensable para este capítulo, era también judío. Las colonias judía de Ucrania contribuyeron comúnmente con voluntarios al Ejército Makhnovista. Es verdad que los judíos ricos y reaccionarios sufrieron la obra de los makhnovistas, pero no por ser judíos, sino por ser ricos y reaccionarios dentro de una masa explotada y revolucionaria.

Una de las proclamas makhnovistas de 1919 nos dejará en claro por voz propia su opinión acerca de este punto.

 

“Campesinos, obreros y guerrilleros, bien sabéis que trabajadores de toda nacionalidad: rusos, judíos, polacos, alemanes, armenios, etc., están parejamente sumidos en el abismo de la miseria. Sabéis cuántos honestos y valerosos militantes revolucionarios judíos han dado su vida en las luchas por la libertad. La Revolución y el honor de los trabajadores nos obligan, a todos, a gritar tan alto como podamos que nosotros hacemos la guerra a un enemigo común: el capital y el principio de autoridad, que oprimen igualmente a todos los trabajadores, sean rusos, polacos, judíos o de cualquier otra nacionalidad. Debemos proclamar por doquiera que nuestros enemigos son los explotadores y los opresores de toda nacionalidad: el industrial ruso, el dueño metalúrgico alemán, el banquero judío, el terrateniente polaco... La burguesía de todos los países y de todas las nacionalidades se han unificado para la lucha encarnizada contra la Revolución, contra las masas laboriosas de todo el universo sin distinción de nacionalidad.” (123)

 

Cierto que en ocasiones hubo estas actitudes, pero el mismo Makhno en persona las combatió, hasta minarlas casi por completo.

Los castigos por actos antisemitas dentro de los makhnovistas eran severos: un jefe de tropa era inmediatamente fusilado si saqueaba un lugar judío, y lo mismo sucedía con algún soldado que distribuyese carteles con la formula antisemita clásica: “¡Zurra a los Judíos! ¡Salva a Rusia!”.

Una de las razones de la ejecución de Grigorieff por los makhnovistas fue precisamente su antisemitismo, y la creación del gran Progrom que organizó en Elizabethgrad, que cobró más de 3.000 víctimas.

Pero nuestros adversarios se empeñan en ver que todo esto era tolerado por el propio Makhno, aún cuando se ha comprobado todo lo contrario.

Pero sigamos con los makhnovistas.

En los primeros meses de 1919 los makhnovistas se encargaron de preparar la estructura de una sociedad libertaria, y las relaciones con los bolcheviques no eran tan ásperas, como sucedería después.

Los bolcheviques exaltaban a Makhno como “Un Valeroso Partisano” y los makhnovistas enviaron algunos cargamentos a Moscú, en ayuda a los trabajadores que sufrían drásticas restricciones de alimento, situación que como hemos visto, era provocada en gran medida por la ineptitud bolchevique.

Algunos días después de la retirada de los petluristas llegaron las tropas de Denikin, y hubo algunos enfrentamientos con los makhnovistas. En realidad, Denikin esperaba que la lucha más áspera la tuviera con las fuerzas de Petlura y con los bolcheviques, esperando implantar su dominio en el límite norte de Ekaterinoslav. Sin embargo pronto advirtieron el error de subestimar a los makhnovistas. Pronto se vieron replegados hacia el Don y el Mar Azof, y lo que cubre la extensión desde Pologi hasta el mar quedó totalmente libre. Los makhnovistas ocuparon estaciones férreas e importantes ciudades como Berdiansk y Mariupol. En la dirección Este y Nordeste de Mariupol se extendió un frente de 100 kilómetros contra Denikin.

En marzo de 1919 las relaciones con los bolcheviques llegaron a su mejor término, cuando se pactó una acción conjunta contra el Ejército Blanco de Denikin. Según lo pactado, el Ejercito Insurreccional Makhnovista estaría sujeto a las ordenes supremas de los bolcheviques, pero mantendría sus propios oficiales y estructura interna, lo que le daba independencia hacia el interior de su organización, y mantendría también la bandera negra del anarquismo que les caracterizaba.

Los acuerdos en que se desarrolló esta “unión” fueron los siguientes:

 

“a) El Ejército Insurreccional conservara intacta su organización interna; b) recibirá a comisarios políticos, nombrados por la autoridad Comunista; c) no se subordinará al supremo comando rojo sino estrictamente en los concerniente a las operaciones militares propiamente dichas; d) no podrá ser desplazado del frente de Denikin (124); e) recibirá municiones y aprovisionamientos igual que el ejército rojo; f) conserva su nombre de Ejercito Insurreccional revolucionario y sus banderas negras (la bandera de los anarquistas)”.

 

Primeramente el Ejército de los makhnovistas recibió el nombre de Tercer Brigada, posteriormente fue llamado Primera División Insurreccional revolucionaria, y finalmente se le conoció como Ejercito Insurreccional Revolucionario de Ucrania.

Como se puede ver en las cláusulas, el pacto con los bolcheviques no era en modo alguno orgánico, sino únicamente un pacto concertado por las circunstancias dadas.

A pesar de este acuerdo, no se podía terminar con la hostilidad mutua que había entre makhnovistas y bolcheviques.

Los primeros tenían la sospecha de que los bolcheviques les traicionarían e intentarían domesticar su movimiento; en el segundo Congreso de los makhnovistas, unos portavoces acusaban a los bolcheviques de querer “terminar con la Autonomía y libertad de los Soviets locales de diputados obreros y campesinos”.

Los segundos, veían con total desacuerdo la autonomía que tenían los makhnovistas en el acuerdo y no les agradaba nada la poderosa atracción que los makhnovistas ejercían sobre el campesinado.

Todo se complicó más cuando se realizaba el Tercer Congreso de los makhnovistas en abril:

El jefe del Ejército Rojo en Dniéper, Dybenko, envió un telegrama que llegó al congreso, lo prohibió calificándolo de contrarrevolucionario y a sus organizadores la aplicación de las más severas medidas represivas y declaradas fuera de la ley. Y el Consejo Militar Revolucionario de los makhnovistas le replicó con un extenso documento, donde después de exponer la forma en la que han sido convocados los Congresos anteriores le recrimina su actitud hacia el Congreso:

 

“El Congreso quedó bonitamente asombrado por el telegrama del camarada Dybenko que lo declaraba contrarrevolucionario, siendo la verdad que esta región fue la primera en levantar el estandarte de la insurrección. Es por eso que el Congreso votó una enérgica protesta contra ese telegrama.

… Tal es el cuadro que debería abriros los ojos, camarada Dybenko. ¡Reflexionad! ¿Tenéis el derecho, vosotros, de declarar contrarrevolucionarios a más de un millón de trabajadores que por sí mismos, con sus manos callosas, han roto las cadenas de la esclavitud y construyen ahora su vida, por sí mismos también, a su propio modo?

¡No! Si sois verdaderamente revolucionarios debéis acudir en su ayuda para la lucha contra los opresores y su obra de construcción de una nueva vida libre.

¿Puede haber leyes promulgadas por personas tituladas revolucionarias que le permitan poner a un pueblo más revolucionario que ellos fuera de la ley? Porque el Comité Ejecutivo del Consejo representa a toda la masa del pueblo.

¿Es permitido, es admisible venir a establecer leyes de violencia a un país cuyo pueblo acaba de derribar todos los legisladores y todas las leyes?

¿Existe una ley por la cual un revolucionario tendría derecho a aplicar las pena más rigurosas a la masa revolucionaria de que se dice defensor, por el simple hecho de que ella ha conquistado, sin esperar su permiso, los bienes por él prometidos: la libertad y la igualdad?

La masa del pueblo insurrecto, ¿puede callarse cuando un revolucionario le arrebata la libertad que acaba de conquistar?

Las leyes de la revolución ¿ordenan fusilar a un delegado que cree de su deber cumplir el mandato conferido por la masa revolucionaria que lo eligió?

Una revolución, ¿qué intereses debe defender: los del partido o los del pueblo que con su sangre pone en movimiento la revolución?

El Consejo revolucionario militar de la región de Gulaï-Pole está fuera de la dependencia y de la influencia de los partidos; no reconoce más que al pueblo que lo ha elegido. Por tanto, su deber consiste en realizar todo aquello que ese pueblo le encargó y no obstaculizar a ninguno de los partidos socialistas de izquierda en la propaganda de sus ideas. Por consiguiente, en el caso de que la idea bolchevique hubiese tenido éxito entre los trabajadores, el Consejo revolucionario militar --esta organización contrarrevolucionaria desde el punto de vista de los bolcheviques-- sería reemplazada por otra organización más revolucionaria y bolchevique. Pero en espera de ello no nos obstaculicéis, no tratéis de sofocarnos”.

 

Y el Congreso se llevó a cabo, a pesar de esto, el día 10 de abril, desafiando la prohibición a celebrarlo. Representantes de 72 distritos participaron en el Congreso, representando a poco más de dos millones de personas.

A partir de ese momento los bolcheviques dejaron de elogiar a los makhnovistas en sus periódicos, se dieron cuenta de que por la vía pacífica no podrían doblegar a los makhnovistas y comenzaron los ataques armados y en la prensa comenzaron las peores calumnias contra ellos, se les llamó “Kulaks” (granjeros ricos) y “Anarco-Bandidos”. Se excitaba a la población civil y a los miembros del Partido contra los makhnovistas.

Como durante los sucesos de Moscú, y posteriormente en Kronstadt, Trotsky mismo se encargó del plan de ataque contra los makhnovistas, escribió varios artículos de difamación sobre el movimiento makhnovista, en especial uno denominado “Makhnovtchina”. Para Trotsky, este movimiento no era más que un movimiento de Kulaks; y los discursos de los anarquistas y makhnovistas sobre las comunas libres no eran más que estratagemas, pues según él, lo que se buscaba en realidad era instaurar una “autoridad anarquista” (125), que no sería más que el gobierno de los Kulaks.

En mayo de ese mismo año dos miembros de la Tcheka fueron capturados y ejecutados por llevar la misión de ejecutar a Makhno. Otras veces, gente que trabajaba en el gobierno bolchevique y que simpatizaba con los makhnovistas advirtieron a Makhno de que en caso de ser llamado a presentarse en Ekaterinoslav, Járkov u otra ciudad no fuera, pues seguramente se trataba de una emboscada en donde encontraría la muerte.

Para los bolcheviques, era preferible en esos momentos que Ucrania quedase sometida a Denikin, a que siguiera en la influencia makhnovista.

 

“Vale más –explicaba--, ceder toda la Ucrania a Denikin que permitir la expansión del movimiento makhnovista. El movimiento de Denikin, francamente contrarrevolucionario, podrá ser fácilmente comprometido más tarde por conducto de la propaganda de clase, mientras que la Makhnovtchina se desarrolla en el fondo de las masas y solivianta justamente a las masas contra nosotros” (126)

 

Para facilitar esto, cuando más se recrudecían los ataques de Denikin contra Ucrania, los bolcheviques impidieron todo suministro a la región rebelde; ni las protestas, ni los reclamos les valían. Su estrategia era simple: dejar que Denikin aplastara a los makhnovistas que se encontraban desprovistos de lo elemental, mientras ellos se preparaban para acabar con Denikin posteriormente y con sus solas fuerzas. Sin duda los bolcheviques menospreciaban las miras de Denikin.

A fines de mayo de 1919 Denikin emprende una nueva ofensiva sobre Ucrania que sorprende a los makhnovistas y a los bolcheviques aún. Los primeros luchaban con todas sus fuerzas contra los invasores, los segundos dejarían que Denikin aplastara la región libre y aún le facilitarían la tarea.

La ruptura definitiva se dio cuando se convocó el cuarto Congreso Regional el 15 de junio e invitaron a los soldados de base del Ejército Rojo a enviar a sus representantes. He aquí el documento:

 

Convocatoria del IV Congreso extraordinario de delegados de campesinos, obreros y guerrilleros (Telegrama Nº 416)

A todos los Comités Ejecutivos de los distritos, cantones, comunas y aldeas de las gobernaciones de Ekaterinoslav, Taurida y regiones vecinas; a todas las unidades de la 1ª división insurreccional de Ucrania, llamada del Batko Makhno; a todas las tropas del Ejército Rojo distribuidas en la región.

En su sesión del 30 de mayo, el Comité ejecutivo del Consejo revolucionario militar, examinada la situación creada en el frente por la ofensiva de las bandas blancas, como asimismo la situación general, política y económica, del poder soviético, llega a la conclusión de que sólo las masas laboriosas mismas, y no las personalidades ni los partidos, podrán hallarles solución, por lo cual el Comité ejecutivo del C. R. M. de la región de Gulaï-Pole ha decidido convocar, para el 15 de junio, en esta ciudad, un Congreso extraordinario.

Modo de elección: 1º un delegado por cada tres mil representados; 2º los insurgentes y los soldados rojos, un representante por cada unidad de tropas; 3º los estados mayores, el de Makhno, dos delegados; los de brigadas, un delegado por cada una; 4º los comités ejecutivos de distritos, un delegado por cada fracción política; 5º las organizaciones de distritos, que reconocen al soviet como base, un delegado por organización.

Condiciones: a) las elecciones de delegados se realizarán en asambleas generales de todos; b) las reuniones particulares de los soviets o de los comités no enviarán representantes; c) el consejo revolucionario no cuenta con medios; los delegados deberán, pues, procurarse los víveres y el dinero necesarios.

Orden del día: a) informes del Comité ejecutivo y de los delegados; b) situación actual; c) tareas y fines del soviet de delegados de campesinos, obreros y soldados de la región de Gulaï-Pole; d) reorganización del Consejo revolucionario; e) organización militar; f) abastecimiento; g) el problema agrario; h) cuestiones financieras; i) unión obrero-campesina; j) seguridad pública; k) ejercicio de la justicia; l) asuntos corrientes.

 

Gulaï-Pole, 31 mayo 1919

 

Cuando los bolcheviques supieron de esta convocatoria se decidieron a atacar. Mientras los makhnovistas luchaban ferozmente por contener a las tropas de Denikin, los bolcheviques invadieron el Norte y atacaron a los makhnovistas por la espalda. Trotsky, que era el Comandante en jefe de las fuerzas bolcheviques estaba furioso: no podía permitir que sus subordinados se organizasen al margen de él, y publicó el 4 de junio un decreto prohibiendo el Congreso y declarando a Makhno fuera de la ley por medio de la ordenanza número 1824. He aquí los términos en que lo hizo:

 

Orden Nº 1824 del Consejo Revolucionario Militar de la República

Járkov, 4 de junio de 1919

 

A todos los comisarios militares. A todos los Comités ejecutivos de los distritos de Alexandrovsk, Mariupol, Berdiansk, Bakmut, Paulograd y Kherson.

El Comité Ejecutivo de Gulaï-Pole, de acuerdo con el Estado mayor de la brigada de Makhno, trata de convocar para el 15 del mes corriente un Congreso de los soviets y de los insurrectos de los distritos de Alexandrovsk, Mariupol, Berdiansk, Melitopol, Bakmut y Paulograd. Dicho congreso se dirige enteramente contra el poder de los soviets en Ucrania y contra la organización del frente sur donde opera la brigada de Makhno.

Este Congreso no podría llegar a otro resultado que suscitar alguna nueva revuelta infame del género de la de Grigoríef y entregar el frente a los blancos, ante los cuales la brigada de Makhno no hace sino retroceder sin cesar (127), por la incapacidad, los designios criminales y la traición de sus jefes. (128)

1º Por la presente orden queda prohibido ese Congreso, que de ningún modo deberá realizarse.

2º Toda la población campesina y obrera será prevenida oralmente y por escrito de que la participación en dicho Congreso será considerada como un acto de alta traición a la República de los Soviets y su frente.

3º Todos los delegados a dicho Congreso deberán ser arrestados al punto y pasados al Tribunal revolucionario militar del 149 (antes 22) ejército de Ucrania.

4º Las personas que difundan los llamados de Makhno y del Comité ejecutivo de Gulaï-Pole deberán ser igualmente arrestadas.

5º La presente orden adquiere fuerza de ley en el acto de ser telegrafiada, y debe ser ampliamente difundida, fijada en todos los lugares públicos y remitida a los representantes de los Comités ejecutivos de cantones y aldeas, a los de las autoridades soviéticas, a los comandantes y a los comisarios de las unidades militares.

 

Firmado: Trotsky, Presidente del Consejo Revolucionario Militar de la República; Vatzetis, Comandante en jefe, Kochkareff, Comisario militar de la región de Járkov.

 

El IV Congreso no se celebro pues los Denikistas y bolcheviques entraron en la región antes de celebrarse. En las regiones donde se encontraban los bolcheviques se cumplieron las órdenes de Trotsky, y las reuniones obreras que se encargaban de analizar el orden del día del Congreso se vieron duramente reprimidas so pena de muerte.

Se desató nuevamente la represión sobre los anarquistas, y muy comúnmente éstos eran fusilados en el acto por orden de un oficial rojo.

Días antes de la publicación de la orden 1824 comprobó Makhno que las tropas bolcheviques habían dejado al abandono la región de Grichino, ofreciendo así a las tropas Denikistas el libre acceso a la región de Gulaï-Pole. Éstos no tardaron en entrar en la región, no por el lado defendido por los makhnovistas, sino por el lado en que estaban los bolcheviques.

La represión se hacía con una característica violencia y actos insensatos de los Tchekistas. Se quemaban los libros, se demolían los locales, los prisioneros eran violentados, etc.

Una verdadera ola represiva se ceñía contra los anarquistas.

Si Trotsky era un “Revolucionario” como no se cansaban de llamarse a sí mismos ¿Por qué negarse a qué el pueblo se organizase en conjunto? Los verdugos del pueblo siempre temen a la libre iniciativa de éste, y de eso no escapaba Trotsky.

Los días 9 y 10 de junio de 1919 las fuerzas bolcheviques atacaron a Gulaï-Pole y ordenaron la disolución de la Comuna “Rosa Luxemburgo” y de las demás comunas… ¡Los “Comunistas” destruían las Comunas!

Al poco tiempo las tropas de Denikin terminaban el trabajo: las comunas y los soviets fueron destruidos. Todo, como consecuencia de la apertura de los bolcheviques a los Denikistas del lado que defendían. Pronto los makhnovistas se vieron duramente atacados por los Denikistas; los muchos voluntarios que se habían presentado con intenciones de reforzar a los makhnovistas tuvieron que ser rechazados, pues aunque representaban una fuerza enorme no había con que armarlos: los bolcheviques, a pesar del acuerdo con los makhnovistas, privaron a éstos de armamento, lo que dio como consecuencia el avance Denikista.

Sin embargo el valor makhnovista no se sometería ante estos inconvenientes. Organizaron rápidamente un regimiento para hacerle frente al enemigo, y con armas rudimentarias como hachas, picos, fusiles de caza, carabinas viejas, etc., fueron a hacerles frente, pereciendo la gran mayoría de ellos, y obligando a los demás a instalarse a las orillas de Gulaï-Pole, pero por la tarde se vio obligado a abandonarla. Esa misma noche se reorganizaron las fuerzas que aún les quedaban y arremetieron contra los Denikistas, desalojándolos del pueblo; pero al poco tiempo éstos regresaron y los makhnovistas superados en número y armamento se vieron obligados a desalojar de nuevo el pueblo.

Mientras esto pasaba, los bolcheviques que habían abierto el camino a Denikin fingieron aún que nada había pasado. Enviaron a Makhno un tren blindado prometiendo el envió de mas refuerzos. Algunos miembros bolcheviques que se encontraban en Ucrania invitaron a Makhno a uno de estos trenes blindados para hacer una táctica común ante la situación. Estos funcionarios poseían órdenes de arresto contra Makhno, y el fusilamiento inmediato de todo aquel que se negara a ser arrestado. Nuevamente Makhno fue advertido del peligro que corrían él y la causa entera. La situación para los makhnovistas era realmente difícil: por un lado se quería evitar el enfrentamiento con los bolcheviques, pues ello minaría sus fuerzas, pero también debían responder a sus agresiones; también se tenía muy en cuenta la lucha contra Denikin. En definitiva los makhnovistas se veían atrapados entre las tenazas bolcheviques y Denikistas. Se buscó una solución a esta situación y Makhno evitó este peligro con una genialidad suya.

Antes de narrar esta genialidad hemos de hacer un pequeño paréntesis para mostrar un aspecto más del actuar bolchevique:

Estamos viendo como los bolcheviques comprometían la revolución en interés propio. Durante la revolución española la CNT, la FAI, y demás organizaciones anarquistas se vieron en circunstancias muy parecidas a las de los makhnovistas. Los marxistas ponían todo de su parte para que las realizaciones de los anarquistas no se llevaran a cabo, y estos se veían entre dos frentes enemigos: el frente de Franco, y el frente que por la espalda y traicioneramente levantaron los marxistas. ¡Siempre reina el oportunismo y el interés de la conquista del poder para los marxistas, antes que la libertad y la revolución misma!

No quise dejar de señalar esto en esta parte del libro, guardaré para la conclusión de este mismo sacar las enseñanzas de estos actos. Continuemos con los makhnovistas.

Makhno redactó un documento en donde declaraba dejar el cargo de comandante del Ejército Insurreccional. Además invitaba a sus tropas a permanecer en la lucha, y aceptar –momentáneamente— el comando rojo, en espera de su reagrupación y continuación de la lucha.

Efectivamente, Makhno declaró a su Estado mayor que su acción en las filas como simple combatiente era de mayor utilidad en esos momentos. Envió el documento redactado por él, y los bolcheviques despacharon hombres no para tomar el puesto de Makhno, sino para apresarlo. No lograron su objetivo, pero en cambio varios miembros del Consejo Revolucionario Militar fueron apresados y ejecutados en el acto.

Una nueva declaración hecha por Makhno fue circulando por los makhnovistas. En ella Makhno les decía que por el momento debía retirarse de su cargo, pero les pedía que continuaran combatiendo a las tropas de Denikin con el mismo entusiasmo. Los makhnovistas comprendieron la situación y continuaron la lucha bajo las órdenes bolcheviques, continuaron en sus posiciones y declararon reconocer el mando bolchevique. Éstos creyeron haber triunfado al fin sobre Makhno. Pero ignoraban que los más fieles comandantes makhnovistas habían concertado acuerdos clandestinamente, a la espera de la orden de reunificación por Makhno.

Éste desapareció con un pequeño destacamento de caballería, y las tropas makhnovistas pasaron a formar parte del Ejército Rojo.

Mientras tanto, los bolcheviques seguían minimizando la importancia del peligro que para Ucrania representaba Denikin. Para Trotsky Ucrania no estaba bajo amenaza seria, cosa que tuvo que rectificar a los pocos días, cuando declaró que Járkov estaba seriamente amenazada. A fines de junio Ekaterinoslav fue ocupada por Denikin, y a los 15 días Járkov sufrió la misma suerte. Ante estos sucesos los bolcheviques abandonaron Ucrania con todo lo que les era posible llevarse. Nunca organizaron un intento de contraofensiva, ni siquiera organizaron la defensa, y dejaron a Ucrania en manos del enemigo, quien cometió infinidad de arremetidas contra el pueblo.

En estas circunstancias Makhno creyó que era el momento justo de regresar al frente de lucha, y las tropas makhnovistas recibieron la orden de destituir a los generales rojos y reagruparse en torno a Makhno. Pero aún antes de este reagrupamiento Makhno ya había organizado otro ejército insurreccional.

Como antes con la invasión austroalemana, los Denikistas que entraron en Ucrania se dedicaron a instaurar el viejo régimen de opresión, y todos los nobles y propietarios dispusieron de la suerte del pueblo, quien era golpeado con semejante brutalidad que antes con la invasión austroalemana.

Los campesinos se ponían rápidamente en busca de Makhno, a quien consideraban el único hombre capaz de reanudar la lucha contra los nuevos amos. Y en menos de 15 días el Ejército Insurreccional Makhnovista estaba de nuevo unificado. Las armas de que disponían eran insuficientes, pero todo cambio cuando comenzaron a llegar los miembros de la base, que habiendo recibido la palabra de reunificación y habiendo destituido a sus generales rojos, traían consigo todo el armamento que pudieron cargar consigo. Incluso algunos regimientos del Ejército Rojo hicieron causa común con los makhnovistas y engrosaron las filas de éstos. Poco podían hacer los generales rojos ante estas acciones, y temerosos vieron como sucedía todo, sin poder hacer nada para impedirlo.

Denikin enfurecía ante el ardor y resistencia makhnovista, y ciego de odio, hacia la guerra no sólo a los makhnovistas, como militarmente hubiera sido, sino que arrasaba a su paso con todo vestigio campesino. Los lugares que ocupaba eran barridos completamente, las mujeres sufrían agravios, y especialmente las judías de Gulaï-Pole eran casi todas violadas y las chozas incendiadas. La población ante estos actos abandonaba sus casas y seguía a los makhnovistas en su recorrido.

Sobre el vagón que encabezaba al Ejército Makhnovista ondeaba una enorme bandera negra con las inscripciones de “La Tierra para los campesinos, las Fábricas para los obreros” y “Libertad o Muerte” bordadas en plateado.

Para muchos de los regimientos rojos que aún quedaban en Crimea en julio, el abandono de los frentes de lucha por los bolcheviques constituía una traición a la revolución. Muchos de estos regimientos se dieron cuenta entonces que sólo los makhnovistas luchaban por la verdadera revolución, y hacia ellos se dirigieron muchos de ellos, después de haber destituido a sus generales rojos. Todo esto fue estratégicamente bien planeado por los comandantes makhnovistas que habían permanecido entre las filas del Ejército Rojo. Estos no sólo partieron con todo el armamento que pudieron, sino también con la casi totalidad de las fuerzas de base del Ejército Rojo, y con sus anteriores jefes prisioneros.

Este duro golpe dado a los bolcheviques por los makhnovistas fue realmente significativo, pues redujo a casi nada el poder bolchevique en Ucrania.

La unificación definitiva se produjo en agosto, y entonces Makhno, que había venido en retirada, dispuso de un Ejército lo suficientemente fuerte para hacer frente a los invasores. Cerca de 20.000 combatientes estaban prestos a la lucha y rápidamente se organizaron cuatro brigadas de infantería y de caballería. Una división de artillería y un regimiento de ametralladoras.

Denikin fue entonces encarado y rechazado 50 y hasta 80 kilómetros. Sin embargo, las municiones escaseaban ya para los makhnovistas, y Denikin enviaba continuamente regimientos frescos para combatirlos y así poder avanzar sin problemas hacia Moscú. Algunas tropas bolcheviques se abrían paso desde Crimea y Odessa hacia el norte, y los makhnovistas también tenían que enfrentarlas.

Sin duda la lucha era difícil, y los makhnovistas se vieron obligados a replegarse hasta 600 kilómetros, hasta la región del Kiev. Esto duró desde agosto hasta septiembre de 1919. Durante este tiempo Denikin envió a sus mejores fuerzas para aplastar a los makhnovistas.

Volin, que se encontraba con los makhnovistas junto con Archinoff en la comisión de propaganda y educación, nos dice que fueron dos meses de inaudita violencia.

Denikin se empeñaba en formar un cerco que aplastara a los makhnovistas definitivamente, y estos se batían duramente para impedirlo. En el día la lucha era encarnizada, y por la noche los makhnovistas aprovechaban para replegarse y evitar el cerco mortal. Carecían de vestimenta, de municiones, de armas, y frecuentemente hasta de víveres… ¡éstos eran los “Kulaks” a los que Trotsky no dejaba de insultar!

El repliegue makhnovistas los llevó hasta llegar a la ciudad de Uman, gobernación de Kiev en poder de los petluristas.

Los makhnovistas no podían continuar su recorrido sin pasar por aquí, y los petluristas estaban en pelea con Denikin. Los insurgentes tenían en esos momentos poco más de 8.000 heridos, que retrasaban su camino. La situación era en extremo difícil, pues no se podía proponer a los petluristas una unión para combatir a Denikin, ni tampoco someterse a ellos. Los petluristas no deseaban otro frente de guerra con los makhnovistas. ¿Qué hacer, pues?

La respuesta vino poco después cuando Petlura redactó una propuesta de neutralidad militar a los makhnovistas, que sabían que era la única táctica posible en esos momentos y aceptaron el acuerdo.

Según lo estipulado en el acuerdo, los makhnovistas tenían derecho a ocupar 10 kilómetros cuadrados en las proximidades a Uman. Los petluristas estaban al norte y al oeste. Las fuerzas de Denikin se encontraban al sur y al este.

Durante su estancia los makhnovistas imprimieron un texto titulado “¿Quién es Petlura?” que lo desenmascaraba como enemigo de los trabajadores al servicio de las clases acomodadas.

Por otro lado, Petlura y Denikin coincidían en la necesidad de acabar con los makhnovistas, y la noche del 24 al 25 de septiembre los exploradores makhnovistas advirtieron la presencia de cuatro o cinco regimientos de Denikin, que no habían podido llegar hasta ahí sino con la ayuda o por lo menos el consentimiento de Petlura.

Para la tarde del 25 de septiembre, los makhnovistas estaban cercados. Una de las órdenes de los denikistas llegó a manos de los makhnovistas. La orden decía así:

 

“Las bandas de Makhno están cercadas. Están completamente desmoralizadas, desorganizadas, hambreadas y sin municiones. Ordeno atacarlas y aniquilarlas en un plazo de tres días.”

 

La orden estaba firmada por el general Slastchoff, comandante en jefe de Denikin, y que más tarde se pasó al servicio de los bolcheviques.

Esta vez la retirada era imposible, los makhnovistas debían afrontar su destino y vencer o morir. Según Makhno, al día siguiente, 26 de septiembre había de comenzar la verdadera batalla en donde se decidiría la suerte de todo el movimiento makhnovista.

Las tropas makhnovistas habían marchado hacia el oeste, pero esta vez marcharon hacia el Este. Se produjeron así los primeros enfrentamientos con las fuerzas de Denikin, que retrocedieron en busca de mejores posiciones.

No había más: los makhnovistas tenían que intentar romper el cerco, de igual manera los makhnovistas serian aplastados si dejaban de luchar.

Todas las fuerzas makhnovistas fueron lanzadas entonces al Este y la lucha comenzó alrededor de las 4 de la madrugada.

Makhno había desaparecido durante la noche y no se le había visto durante toda la batalla. Hacia las nueve de la mañana los makhnovistas perdían terreno, pues las fuerzas enemigas se reforzaban constantemente. Todos los que se encontraban con los makhnovistas y que podían manejar un arma disparaban contra el enemigo; se dio la orden incluso a las mujeres de disparar.

Y cuando todo parecía perdido, cuando la causa entera se desvanecía, apareció Makhno, saliendo de un barranco por un costado de los enemigos y luchando fieramente, cortando sus filas.

“‘¡Batko (129) está ahí…! ¡Batko lucha a sable!’ se oía gritar –dice Archinoff--”

Entonces los ánimos de los makhnovistas se rejuvenecieron, y se lanzaron a la lucha en donde se batía su amado compañero de lucha.

Las tropas de Denikin se vieron fuertemente acosadas por los valerosos makhnovistas, y comenzaron la retirada, primero en orden, después en plena desbandada. Se dirigían a cruzar el rio Sinuka.

Makhno comprendió la situación y se lanzaron la caballería y la artillería makhnovistas en acoso de los denikistas, en tanto que Makhno se dirigió por otro camino de 12 a 15 kilómetros. Muchos de ellos fueron alcanzados y ejecutados en el mismo rio, otros muchos de ellos lograron pasar el rio… donde ya los esperaba Makhno. El Estado mayor del Ejército de Denikin y un regimiento de reserva fueron apresados. El primer regimiento de oficiales de Simferopol y otros fueron enteramente pasados a sable.

Uno de los más duros golpes que había recibido Denikin se lo habían dado los makhnovistas.

Los makhnovistas emprendieron el camino de regreso a su país, y en su paso encontraron a las fuerzas denikistas que nada sabían de la batalla antes realizada ni de los makhnovistas, y no tomaron medidas de defensa; siendo fácilmente abatidas por los makhnovistas.

El avance makhnovista continuó triunfal y en su camino tomaron lugares como Mariupol, Gulaï-Pole, Dolinskaïa, Krovoï-Rog, Nikopol, el puente Kitchkass y la ciudad de Alexandrovsk, Pologui, Berdiansk, , en poco tiempo todo el sur fue liberado de tropas denikistas.

Hacia finales de año, el Ejército Rojo obligaba a las fuerzas de Denikin a marchar en retirada hacías las márgenes del Mar Negro.

Pero como hemos ya visto, TODO el mérito de haber destruido las fuerzas de Denikin le corresponde enteramente a los makhnovistas. Cuando el Ejército Rojo entra en acción las fuerzas de Denikin se hallaban en franca retirada, y los bolcheviques encuentran todo el sur librado de enemigos, su avance se hizo sin ningún inconveniente. La batalla de Orel, y otras similares son de exigua importancia, pues los contrarrevolucionarios se hallaban ya en retirada.

Los bolcheviques, aprovechando el momento sólo llegaron a pegar gritos y sombrerazos. Los makhnovistas habían ya derrotado a Denikin.

En los meses que siguieron los makhnovistas tuvieron en sus manos las ciudades de Ekaterinoslav y Aleksandrovsk, y ésta fue la oportunidad que tuvo Makhno para poner en práctica sus concepciones libertarias en la ciudad.

Lo primero que había que hacer era despejar la idea de que un nuevo tipo de despotismo se había apoderado de la ciudad. Por todas partes se colocaban proclamas anunciando que el Ejercito Insurreccional Makhnovista “No les dictaría ni ordenaría nada”.

La libertad de prensa y de palabra fue establecida por los makhnovistas, y rápidamente salieron a flote diversas publicaciones de distintos matices ideológicos; pero Makhno no estaba dispuesto a que se permitiera la existencia a organizaciones que pretendían someter al pueblo a sus dictados, por ello fue que disolvió los “Comités Revolucionarios” de los bolcheviques en las ciudades donde se encontraban, aconsejando a sus miembros que se dedicaran a algún oficio honesto. En Alexandrovsk el mismo Makhno amenazó con detener y hacer fusilar a todos los miembros de los Rev. Com. Si persistían en sus intentos jacobinos de imponer su dictadura al pueblo.

Las intenciones de Makhno eran dejar al pueblo la libertad de organizarse por sí mismo, y esto era lo que ellos querían; por eso, cuando en octubre de 1919 en un Congreso de Obreros y Campesinos un portavoz de los Socialistas Revolucionarios pedía el establecimiento de una dirección efectiva, los makhnovistas le recibieron con gritos de “ya hemos tenido bastante con vuestros líderes. Siempre líderes y más líderes. Dejadnos probar sin ellos por una vez”.

Y cuando los obreros ferroviarios se quejaron de que no se les había pagado en varias semanas, Makhno les aconsejo que tomaran el control de las líneas férreas y que pusieran por ellos mismo un precio a su trabajo.

En noviembre una fuerte epidemia de Tifus azotaba Rusia, y los makhnovistas no escaparon a ello. La mitad de ellos estaba enfermo, el mismo Makhno también.

A raíz de esto, cuando las fuerzas denikistas atacan Ekaterinoslav, los makhnovistas se vieron obligados a dejarla y se dirigen a Crimea, seguidos de cerca por los bolcheviques. Los makhnovistas se reagruparon entre las ciudades de Milotopol, Nicopol y Alexandrovsk, en donde tendrían un encuentro con el alto comando de algunas divisiones del Ejército Rojo. En teoría el encuentro se produjo de manera amistosa. Hubo un mitin común en donde se dieron relaciones de camaradería, aunque ambos bandos mantenían sus precauciones. Los makhnovistas no podían olvidar las continuas traiciones que los bolcheviques les habían hecho, ni como muchos de sus compañeros fueron asesinados por los rojos; éstos a su vez recordaban aún como hacía poco los makhnovistas habían salido de sus filas con todo el armamento que habían podido, llevándose consigo a una parte considerable de las fuerzas de base de su Ejército y a sus comandantes en calidad de prisioneros.

Ocho días más tarde el comandante del Ejercito Insurreccional (Makhno) recibe una orden del Consejo Revolucionario Militar del XIVº cuerpo del Ejército Rojo en la que se le ordena partir hacia el frente polaco. La orden carecía de sentido. El Ejercito Makhnovista no estaba subordinado al XIVº cuerpo del Ejército Rojo; ni éste tenía autoridad alguna sobre los makhnovistas.

Makhno contestó que no se iría de Ucrania, pues su Ejército era la única fuerza realmente popular que estaba ahí; comprendía bien Makhno, que lo que los bolcheviques querían era quitarle de ahí para tener el camino libre e implantar su dictadura en Ucrania.

Decía Makhno que lo que en verdad buscaba Trotsky era sustituir las hordas de Denikin por el Ejército Rojo, y a los terratenientes por los comisarios políticos.

La respuesta del Comandante en Jefe del Ejército Rojo, Trotsky, no se hizo esperar, nuevamente mostraba los colmillos, y puso a todos los makhnovistas fuera de la ley y se disponía a hacerles frente.

Desde Gulaï-Pole se inició un lanzamiento masivo de panfletos alentando a las tropas bolcheviques a que se negasen a obedecer cualquier intento de atacar la paz que reinaba en Gulaï-Pole.

Se ponía de manifiesto que el pueblo no necesitaba la “Ley de los Comisarios, sino un Orden Soviético Libre” “Contestaremos a la violencia con la violencia”.

A todo esto le siguieron ocho meses de duros enfrentamientos, con numerosas víctimas de ambos bandos; ahí donde los bolcheviques llegaban a poblaciones con escasos indicios de influencia makhnovista, se desataba una orgia de sangre, no sobre los makhnovistas, sino sobre los campesinos, lo mismo que había hecho Denikin un tiempo atrás lo repetían también los bolcheviques, superando a los Blancos en la frialdad y crueldad. En la prensa bolchevique se hablaba constantemente de cifras de bajas y arrestos que habían hecho a los makhnovistas. Ocultaban al pueblo que los detenidos y ejecutados eran comúnmente simples campesinos y sospechosos de simpatizar con los makhnovistas.

“Según cálculos moderados –nos dice Volin--, en esa época más de 200.000 campesinos y obreros fueron fusilados o gravemente mutilados por los bolcheviques en Ucrania. Y otros tantos fueron encarcelados o deportados al desierto siberiano y otros lugares no menos penosos” (130).

Inferiores en número, los makhnovistas tratan de no enfrentarse con el enemigo en terreno descubierto, y practican provechosamente la táctica de guerrilla que venían practicando desde hace un par de años. Como en la época de lucha contra el Hetman Skoropadsky.

Cuando por triunfar en un encuentro con los bolcheviques, o por una astucia se lograban hacer prisioneros, a los simples soldados se les desarmaba y deja en libertad, aun sabiendo que muchos de ellos serían obligados a regresar al combate. Cuando algunos de ellos querían luchar a lado de los makhnovistas, éstos les recibían fraternalmente. Los jefes, los comisarios y los representantes del Partido Comunista en misión eran pasados a filo de espada.

Pero si los makhnovistas respetaban la vida de los soldados rojos, no ocurría lo mismo con ellos. Apenas un simpatizante o militante makhnovista era reconocido, era asesinado inmediatamente.

En los periódicos bolcheviques, que solían pintar siempre a los makhnovistas como crueles y sanguinarios asesinos, solían muchas veces aparecer grandes listas de miembros bolcheviques liquidados por los makhnovistas; mas callaban voluntariamente que todos ellos cayeron en combates que ellos mismos habían provocado. Callaban el sagrado derecho de defensa que hacían los makhnovistas ante los atropellos y acciones contrarrevolucionarias de los bolcheviques.

A partir del verano de 1920 los makhnovistas se vieron obligados a luchar no sólo contra el Ejército Rojo, propiamente dicho, sino contra todo el sistema bolchevique.

En agosto de 1920 Wrangel remplazaba a Denikin, agrupó las dispersas fuerzas de éste y lanzaba una ofensiva avanzando desde el norte por la península de Crimea, esto daría pie en octubre a una nueva petición de los bolcheviques a los makhnovistas para que combatieran juntos el peligro que representaba Wrangel para la revolución.

Wrangel resultó ser más fino en sus golpes que Denikin, nuevamente Rusia estaba en peligro. Los makhnovistas se enfrentaron en varias ocasiones a las fuerzas de Wrangel, en la medida que sus fuerzas se los permitían. Pero a menudo tuvieron que abandonar la lucha porque los bolcheviques les atacaban por un costado. A pesar de esto, los bolcheviques hicieron correr la noticia de una especie de alianza entre los makhnovistas y las fuerzas de Wrangel. ¿Quién podría creerse eso?

El caso es que nuevamente los makhnovistas se veían entre dos fuegos enemigos: el de Wrangel y el que nunca había dejado de ser su enemigo, el bolchevismo.

Se realizaron distintos estudios, y es que entre los dos enemigos ninguno era mejor que el otro: los dos representaban una dictadura contra el pueblo. Sin embargo se consideraba que entre los dos peligros Wrangel representaba, por así decirlo, el más nefasto. Por lo que se enviaron tratativas a Moscú y Járkov en nombre del Consejo y del Comandante del Ejército Insurreccional para tratar de entablar un entendimiento con los bolcheviques para que detuvieran las hostilidades y se lograra un ataque en común contra Wrangel.

No hubo respuesta de los bolcheviques, y continuaron empeñados en su campaña de desprestigio y ataque contra los makhnovistas.

Para cuando llega septiembre las fuerzas bolcheviques se ven obligadas a abandonar Ekaterinoslav, y Wrangel se apoderó casi sin impedimentos de Alexandrovsk, Berdiansk, Gulaï-Pole y Sinelnikovo. Hasta entonces una comisión del Partido Comunista entablo las negociaciones con los makhnovistas para hacer un frente común contra Wrangel. He aquí el documento:

 

Convención del acuerdo militar y político preliminar entre el gobierno soviético de Ucrania y el Ejército insurreccional revolucionario (makhnovista) de Ucrania.

 

Parte 1ª: Acuerdo Político

 

1. Liberación de todos los makhnovistas y anarquistas presos o exilados en todo el territorio de la república soviética (131); cese de toda persecución contra ellos, excepto para los que hayan emprendido la lucha armada contra el gobierno soviético.

2. Completa libertad, para makhnovistas y anarquistas, de propaganda pública de sus ideas y principios, por la palabra y la prensa, excepto la incitación al derrocamiento violento del poder soviético y a condición de respetar las disposiciones de la censura militar. Para todas sus publicaciones, los makhnovistas y los anarquistas, como organizaciones revolucionarias reconocidas por el gobierno, dispondrán del aparato técnico del Estado, sometiéndose, naturalmente, a los reglamentos técnicos pertinentes.

3. Libre participación en las elecciones de los soviets y derecho a ser electos para makhnovistas y anarquistas. Libre participación en la organización del próximo quinto Congreso panucraniano de los soviets en diciembre próximo. Firman: Yakovleff, por el gobierno, y Kurilenko y Popoff por el movimiento makhnovista.

 

Parte 2ª: Acuerdo militar

 

1. El Ejército makhnovista formará en las fuerzas armadas de la república como ejército de guerrilleros, subordinado, en cuanto a las operaciones, al mando supremo del Ejército Rojo. Conservará su estructura interna, sin obligación de adoptar las bases y los principios de organización del ejército rojo regular.

2. Al pasar por territorio soviético, hallarse en el frente, o atravesarlo, el ejército makhnovista no aceptará en sus filas destacamentos o desertores rojos.

 

Notas:

a) Las unidades o soldados rojos que el ejército insurreccional haya encontrado a la retaguardia del frente de Wrangel y se le hubiesen unido deberán volver a sus propias filas rojas.

b) Los guerrilleros makhnovistas que se hallan a la retaguardia del frente de Wrangel, así como todos los que se hallan al presente en las filas del Ejército Insurreccional, permanecerán en ellas, aunque hayan sido movilizados anteriormente por el Ejército rojo.

3. A fin de aniquilar al enemigo común --el ejército blanco-- el Ejército Insurreccional Revolucionario de Ucrania informará, a las masas trabajadoras que lo apoyan, sobre el acuerdo concertado, y recomendará a toda la población a cesar toda acción hostil contra el poder de los soviets; por su parte, el gobierno de los soviets hará inmediatamente públicas las cláusulas del acuerdo.

4. Las familias de los combatientes del Ejército Insurreccional radicadas en territorio de la República de los Soviets gozarán de iguales derechos que las de los soldados del Ejército Rojo y serán provistas, al efecto, de los documentos necesarios, por gobierno soviético de Ucrania.

 

Firmado: Frunze, comandante del frente sur; Belakun, Gusreff,  miembros del Consejo revolucionario del frente sur; Kurilenko, Popoff, delegados plenipotenciarios del Consejo y del comando del Ejército Insurreccional Makhnovista.

 

Una vez firmado el acuerdo, los bolcheviques se vieron en la situación de publicar en un artículo titulado “Makhno y Wrangel” que apareció en El Proletario y otras publicaciones de Járkov, que la información publicada por ellos acerca de una alianza entre estos había sido un error.

Según la parte 3ª del acuerdo los bolcheviques harían públicas inmediatamente las cláusulas del acuerdo. Con pretextos diversos la publicación se fue postergando, y sólo cuando los makhnovistas dijeron que no respetarían las cláusulas en tanto no fuesen publicadas, los Bolcheviques las hicieron públicas.

Aunque retardando la ejecución de las cláusulas, a los bolcheviques no les quedó más que parar por el momento las persecuciones contra los anarquistas y dejaron en libertad a algunos de ellos.

Entre los días 15 y 20 de octubre los makhnovistas se dirigen a enfrentar a Wrangel, y apenas en los primeros choques con estos logran hacer 4.000 prisioneros (132).

Tres semanas de combate más tarde la región se vio liberada de tropas enemigas.

Makhnovistas y bolcheviques se vieron de nuevo las caras en Perekov, cuando los primeros avanzaron a unos treinta kilómetros por el istmo, sobre el estrecho de Sivach. En tanto que los segundos mantenían sitiado Perekov. Los makhnovistas consiguieron debilitar duramente a las tropas de Wrangel. Y otro regimiento makhnovista se apoderó los días 13 y 14 de noviembre de Simferopol. Wrangel se vio entonces obligado a retirarse al fondo de la península de Crimea. La toma del istmo de Perekov se debió en gran medida a los makhnovistas.

Con esto, las fuerzas de Wrangel se embarcaron de prisa y se dirigieron al extranjero. Nuevamente los makhnovistas habían jugado el papel más importante en la defensa de Rusia.

Después de todo lo ocurrido entre makhnovistas y bolcheviques, nadie creía en que los bolcheviques respetarían los acuerdos. Se sabía que tan sólo el peligro que representaba Wrangel había obligado a los bolcheviques a tratar con los makhnovistas, pero que apenas pasado el peligro reanudarían los ataques con cualquier pretexto. Se conocía bien, pues, el carácter sumamente traidor de los bolcheviques.

Un poco más de un mes después, el 25 de noviembre cuando después de la victoria sobre Wrangel los jefes del Ejército Makhnovista que se encontraban reunidos fueron apresados por el Ejército Rojo y ejecutados inmediatamente.

El Ejército Rojo había conseguido ya la suficiente ventaja como para poder considerar ganada la Guerra Civil y, al mismo tiempo, se preparaba para traicionar la ayuda makhnovista y lanzar contra Gulaï-Pole una feroz ofensiva.

Al día siguiente de la detención y ejecución de los makhnovistas, Trotsky lanzaba la ofensiva contra el cuartel general de Makhno en Gulaï-Pole, en tanto que la Tcheka perseguía ferozmente a los miembros de la Confederación Nabat –entre ellos Volin, Arón y Fanya Barón, Olga Taratuta, Senia Fleshin, entre otros--, que estaban reunidos en Járkov y realizaban una persecución masiva de todas las organizaciones anarquistas de Rusia… la represión fue cruda, se apresaba hasta a jóvenes de entre 14 y 16 años de edad, se tomaba como rehenes a padres de familia, mujeres y niños, se trataba de acabar con el anarquismo ruso desde la raíz.

Para justificar la represión, el gobierno bolchevique tuvo la idea de inventar un “Gran Complot anarquista contra el poder soviético” he aquí cómo:

 

“Cuando la derrota de Wrangel era inminente, la estación central de emisiones radiofónicas de Moscú anunció a todas las estaciones del interior interrumpir sus transmisiones debido a un comunicado oficial urgente y absolutamente secreto que debía ser captado sólo por las dos estaciones centrales de Járkov.

Un simpatizante libertario en servicio en una estación del interior no cumplió la orden y captó el siguiente telegrama:

‘Establecer efectivos anarquistas Ucrania particularmente región makhnovista. Lenin’

Algunos días más tarde se cursó, en las mismas condiciones, este otro:

‘Vigilar activamente todos anarquistas, Preparar documentos. Si es posible de carácter criminal para poder someterlos a acusación. Mantener en secreto orden y documentos. Distribuir instrucciones necesarias. Lenin.’

Y a los pocos días se lanzó el tercero y último telegrama:

‘Arrestar a todos los anarquistas e incriminarlos. Lenin.’

Todos estos telegramas eran dirigidos a Rakovsky, presidente entonces del Consejo de Comisarios del pueblo de Ucrania, y a otras autoridades civiles y militares.

Al recibo del tercer telegrama, el simpatizante puso en alerta a un camarada anarquista, quien partió de prisa para Járkov para advertir a los compañeros. Llegó demasiado tarde: el acto había sido consumado ya. Casi todos los anarquistas de Járkov y los concurrentes al Congreso se hallaban en prisión. Sus locales estaban clausurados.

Tal fue el complot de los anarquistas ucranianos contra el poder soviético.” (133)

 

¡Ahí tenemos a los “revolucionarios” Trotsky y Lenin!

Otra de las excusas que puso el bolchevismo para atacar a los makhnovistas fue que no se sometieron a las peticiones de que se diluyeran como grupo guerrillero aparte del Ejército Rojo.

Hubo, ciertamente, una declaración de estas tentativas de los bolcheviques, pero no apareció sino hasta diciembre de 1920, en el periódico El Comunista, de Járkov, que fue antefechado. La orden está fechada el 23 de noviembre, es decir, cuando aún los makhnovistas se reponían de la lucha contra Wrangel. Apenas 2 días después de firmada ésta orden los jefes del Ejército Insurreccional fueron asesinados por los bolcheviques, apresándolos traicioneramente. Evidentemente los bolcheviques no iban a publicar esto inmediatamente, pues pondrían en alerta a los makhnovistas, y su sometimiento no sería nada fácil: sabían perfectamente los bolcheviques de la capacidad makhnovista, por eso actuaron a su espalda, cobardemente, como era su costumbre hacer.

Aquí está la orden de disolución del Ejército Makhnovista con que los bolcheviques justificaron el ataque:

 

Orden al camarada Makhno, comandante del Ejército Insurreccional. Copia a los comandantes de los Ejércitos del frente sur. Nº 00149. Dada en el Estado Mayor, Melitopol, 23 de noviembre de 1920.

 

 

A causa de la cesación de las hostilidades con Wrangel y de su completa derrota, el Consejo revolucionario militar del frente sur estima que la misión del Ejército de guerrilleros ha terminado. Propone, pues, al Consejo revolucionario militar del Ejército Insurreccional que se ponga de inmediato en acción para transformar los destacamentos insurreccionales de guerrilleros en unidades militares regulares integrantes del Ejército Rojo.

No hay ya razón para que el Ejército Insurreccional siga existiendo como tal. Al contrario, la existencia al lado del Ejército Rojo de estos destacamentos de una organización particular, que persigue fines especiales, produce efectos absolutamente inadmisibles. Es por ello que el Consejo revolucionario militar del frente sur prescribe al Consejo revolucionario militar del Ejército Insurreccional lo siguiente:

1º Todas las unidades del ex Ejército Insurreccional actualmente en Crimea deberán ser inmediatamente incorporadas al IV Ejército Soviético, cuyo Consejo revolucionario militar se encargará de su transformación.

2º La sección de formaciones militares de Gulaï-Pole deberá ser liquidada. Los combatientes serán distribuidos entre los destacamentos de reserva, según las indicaciones del comandante de esta parte del Ejército.

3º El Consejo revolucionario militar del Ejército Insurreccional deberá tomar todas las medidas necesarias para explicar a los combatientes la necesidad de estas transformaciones.

 

Firmado: M. Frunze, comandante en jefe del frente sur; Smilga, miembro del Consejo revolucionario militar; Karatyguyn, jefe del Estado mayor.

 

Regresa lector, un par de páginas atrás, al acuerdo concertado entre makhnovistas y bolcheviques para derrotar a Wrangel, y verás que según el Acuerdo Político, en su primero punto deja claro que se debe hacer cese de toda persecución contra ellos (los anarquistas). El acuerdo tanto político como militar significó pura palabrería para los bolcheviques.

Hemos dicho ya que el Estado mayor y el comandante del Ejército Makhnovista habían sido ejecutados en el momento, pero el comandante de la Caballería, Martchenko, aunque cercado también, logró abrirse paso con duros esfuerzos, y llegado a Makhno, éste esperaba ver a su caballería de 1.500 hombres, y tan sólo vio llegar a 250 de ellos, los demás habían sido asesinados por los bolcheviques. Allí mismo se realizó una asamblea en donde se reconstruyeron los hechos de cómo los bolcheviques habían traicionado a los makhnovistas.

El 26 de noviembre siendo cercada Gulaï-Pole por los bolcheviques, en ella sólo se encontraban unos 250 hombres, entre ellos Makhno, que arremetió duramente contra el regimiento de caballería bolchevique que avanzaba hacia Gulaï-Pole. Con el tobillo roto, y aún recuperándose de la enfermedad que le aquejaba logró escapar a sus verdugos. Rápidamente logró unificar sus fuerzas y 1.000 hombres formaron la unidad de jinetes, y otros 1.500 la de infantería; así fue que se puso en busca de los bolcheviques.

A los ocho días entró en Gulaï-Pole después de derrotar a la 42 división roja y hacerle 6.000 prisioneros, de los cuales 2.000 se unieron a los makhnovistas y los demás fueron dejados en libertad (134). A los tres días nuevamente golpeó a los bolcheviques en las cercanías de Andreevka. El combate duró durante toda la noche y parte del día siguiente, acabando por vencer los makhnovistas, y haciendo de 8 a 10.000 prisioneros, que también cobraron inmediatamente su libertad (135).

Los campesinos informaron a los makhnovistas de que los bolcheviques disponían de numerosas fuerzas en cada lugar donde aparecían. Pronto Makhno se vio cercado en Federovka, al sur de Gulaï-Pole. A los tres días tubo nuevamente que entablar lucha en Constantin y a duras penas logró abrirse camino con un Ejército que muy minado ya por los combates anteriores sólo poseía poco mas de 3.000 combatientes, ante un enemigo que no había arriesgado mucho el pellejo en los momentos más difíciles de Ucrania, que disponía de elementos frescos y de un armamento muy superior al makhnovista. 3.000 combatientes makhnovistas contra cerca de 150.000 soldados rojos: era muy difícil la batalla para los makhnovistas.

Pero Makhno logró abrirse camino entre éste mar de soldados enemigos, combatiendo a izquierda y derecha, atrás y adelante.

Después de haber derrotado a varias unidades rojas y aprisionado a cerca de 20.000 hombres, Makhno se dirigió hacia el Este, y después al Oeste, yendo por caminos inimaginables, que le permitieron escapar a las innumerables balas bolcheviques que se empeñaban en asesinarle. El combate desigual duró algunos meses. Llegaron a la gobernación de Kiev, y las posibilidades se les agotaban una a una. Pero lograron también salir airados de estas eventualidades.

“Avanzaron hasta los confines de Galitzia, llegaron hasta el Kiev y volvieron a cruzar el Dnieper, entraron en la gobernación de Poltava y en seguida en la de Járkov, volvieron de nuevo al Norte, hacia Kursk y, atravesando la vía férrea entre esta ciudad y Belgorod, se encontraron fuera del círculo enemigo, en situaciones mucho más favorable, dejando atrás a las numerosas divisiones bolcheviques lanzadas en su persecución.” (136)

Las tentativas bolcheviques no iban a cesar. Pronto todas las divisiones rojas de Ucrania fueron en búsqueda de Makhno.

Los bolcheviques persiguieron ferozmente a los makhnovistas por toda Ucrania, librando los libertarios verdaderas luchas heroicas ante un enemigo enorme.

Makhno enviaría tiempo después una extensa carta a Archinoff donde le relata todo el trayecto que hubo de hacer hasta lograr escapar a los bolcheviques. No la transcribiré toda, debido a su extensión, pero sí la última parte (137).

 

“No cesamos de combatir durante todo el verano de 1921.

La excesiva sequía de ese verano y la mala cosecha resultante en las gobernaciones de Ekaterinoslav, Taurida y, particularmente, en las de Kherson y Poltava, como asimismo en la región del Don, nos forzaron a dirigirnos, por una parte, hacia el Kuban, el bajo Tzaritzin y Saratov, y, por otra, hacía Kiev y Tchernígov. Por éste lado, la lucha era dirigida por el camarada Kojin. Cuando nos reencontramos, me entregó unos paquetes de papeles, en que se consignaban las decisiones adoptadas por los campesinos de la gobernación de Tchernigov, expresando su voluntad de sostenernos enteramente en nuestra lucha.

Yo hice una expedición hacia el Volga, con los destacamentos de los camaradas Zabudko y Petrenko; luego me replegué hacia el Don, hallando en el trayecto a varias de nuestras unidades, cuya conjunción realicé y las uní con el grupo de Azof (el antiguo grupo de Vdovitchenko).

A principios de agosto de 1921, se decidió, a causa de la gravedad de mis heridas, mi partida al extranjero, con algunos de mis comandantes, para seguir un tratamiento serio. Por esa misma época también resultaron heridos gravemente nuestros mejores comandantes: Kojín, Petrenko y Zabudko. El 13 de agosto, acompañado de unos cien jinetes, me dirigí hacia el Dnieper, que cruzamos en la mañana del 16, entre Orlik y Krementchug, con ayuda de 17 barcas de pescadores. Ese día fui herido seis veces, aunque ligeramente. En el trayecto encontramos varios de nuestros destacamentos, a los que explicamos las razones de nuestra partida al extranjero. Y todos nos expresaron lo mismo: "Vaya y cuídese bien, Batko, y luego vuelva en nuestro auxilio."

El 19 de agosto, a 12 verstas de Bobrinetz, nos topamos con la 7ª división de caballería del Ejército Rojo, acampado a lo largo del río Ingulets. Volver sobre nuestros pasos significaba correr a nuestra perdición, pues habíamos sido avistados por un regimiento de caballería, a nuestra derecha, que se adelantó en seguida para cortarnos la retirada, rogué a Zinkovsky que me pusiera a caballo, y en un parpadeo, desnudos los sables y al grito de ¡hurra!, nos precipitamos hacia las ametralladoras de la división, agrupadas en una aldea. Así conseguimos 13 ametralladoras Maxim y 3 Lewis. Y luego continuamos nuestra marcha. Pero, apenas en posesión de las ametralladoras, toda la división formó en batalla y nos atacó. Estábamos en una ratonera. Pero atacamos, sin perder ánimo, y arrollamos al 38º regimiento y a la división. Abierto el paso, recorrimos 110 verstas sin detenernos, sin dejar de defendernos contra incesantes ataques de esas tropas, de las que acabamos por escapar, después de haber perdido a 17 de nuestros mejores compañeros.

El 22 de agosto, hubo aún que ocuparse de mí: una bala me penetró por el cuello y salió por la mejilla derecha. Otra vez acostado en el fondo de un vehículo. Pero esa no hizo sino acelerar nuestra marcha.

El 26, hubimos de sostener otro combate con los rojos, en el que perdimos a nuestros mejores camaradas y combatientes: Petrenko-Platonoff e lvanuk.

Me vi obligado a modificar por última vez nuestro itinerario.

El 28 de agosto, cruzamos el Dniéster. Heme ya en el extranjero...”

 

Después del aplastamiento de los makhnovistas, los bolcheviques se dedicaron a imponer por la fuerza su dictadura: nuevamente el pueblo se veía sometido a una autoridad que, como las demás, oprimía a las masas con cruel sadismo.

Las incursiones de los bolcheviques sobre las zonas recién conquistadas se hicieron frecuentes. Los campesinos eran fusilados en masa, a veces --¿ironía histórica?—a indicación de los ricos Kulaks. Los Tchekistas, en su odio contra los rebeldes fusilaban hasta mujeres y niños de los insurgentes. No se trataba de otra cosa, pues, sino de exterminar por completo el espíritu rebelde que había caracterizado a los ucranianos. Evitar a toda costa que nuevas tentativas rebeldes se pudieran organizar.

Así terminaba la lucha de todo un grupo heroico de hombres que lucharon hasta la muerte por la libertad en contra de los dictadores bolcheviques. A pesar de todo, Makhno logró escapar a sus verdugos, y aún malherido logró cruzar el rio Dniéster hacia Rumania, y después a París, en donde murió el 25 de julio de 1934.

Las represiones contra el movimiento anarquista no eran nuevas, habían venido a más desde los primeros ataques de la Tcheka contra la Federación de Moscú en abril de 1918, de las cuales ya hemos hablado.

No eran sólo los Anarquistas Clandestinos, los Guardias Negras y las bandas de militantes Guerrilleros quienes sufrían la persecución; también los miembros de la Confederación Nabat, cuyas armas no eran más que sus plumas habían sufrido lo mismo, sobre todo quienes se negaban a dejar de enfatizar las traiciones y excesos de Lenin y Trotsky.

Emma Goldman y Alejandro Berkman enviarían una denuncia de los hechos a la Internacional Comunista (138) reunida en esos momentos (1920) en Moscú. Sus protestas tendrían poca resonancia en un ambiente que estaba sometido a una dictadura (139).

En marzo de 1920 el segundo Congreso PanRuso de Obreros de la Industria Alimenticia adoptaba en Moscú una resolución hecha por los miembros del Comité Ejecutivo Anarco-Sindicalista que censuraba al régimen bolchevique por implantar “un control sin límites sobre la clase proletaria y el campesinado, un centralismo terrorífico llevado hasta los extremos más absurdos… destruyendo en el país todo lo que estaba vivo, espontaneo y libre. La llamada Dictadura del Proletariado, es en realidad la dictadura del partido, y hasta de personas individuales, sobre el proletariado”. Maksímov era el autor de estas frases, que no estaban nada faltas de verdad.

Kollontái y su compañero Shliápnikov habían formado una “Oposición Obrera” que Lenin calificaba de “Desviaciones Anarquistas y Sindicalistas” y presionó a sus compañeros de ideas (pues las ideas de la Oposición Obrera habían calado también en algunos miembros del mismo Partido Comunista) a que se sometieran a la disciplina del partido. Lenin temía que las tendencias sindicalistas estuviesen calando en las masas, y por ello prohibió publicaciones de Bakunin, Ferdinand Pelloutier (el sobresaliente sindicalista Francés) y de Kropotkin, de quien paradójicamente también insistía en que se publicara su obra La Gran Revolución Francesa que Lenin tanto apreciara y que se distribuyera ampliamente en toda Rusia.

Kropotkin no había sido molestado durante las represiones anarquistas que los bolcheviques habían realizado en gran parte de Rusia.

Llegado a Moscú, Kerenski, entonces primer ministro le había ofrecido el puesto que desease en el Gobierno. Kropotkin lo rechazó, y le comentaría después a Emma Goldman: “Le dije que había luchado toda mi vida contra el Gobierno, como elemento corruptor, y que jamás llegaría a participar en él”.

Aunque se dice que sus palabras precisas fueron “Considero el oficio de limpiabotas más honorable y útil” (140).

En el verano de 1918 Kropotkin se había trasladado a Dímitrov, en donde dedicaba gran parte de su tiempo a escribir una obra sobre Ética que jamás concluyó.

Antes de continuar con este escrito, permítame el lector observar que aparentemente estoy faltando a lo dicho al comienzo de este libro: dedicarme a examinar el marxismo, dejando para otros escritos las ideas anarquistas y su puesta en práctica.

En realidad no estoy faltando a mi propósito: todo lo escrito anteriormente sobre Néstor Makhno y ahora sobre Kropotkin es material necesario para comprender la situación que vivieron un sector de los más perseguidos, encarcelados y asesinados en Rusia: los anarquistas.

Para Kropotkin, el intento bolchevique de la dictadura era idéntico al de Babeuf (141). En 1919 se había entrevistado con Lenin para hablar de sus diferencias, la relación se disminuiría a la correspondencia, dos cartas de Kropotkin a Lenin son harto conocidas:

 

“Una cosa es indiscutible. Aún si la dictadura del proletariado fuera un medio apropiado para enfrentar y poder derruir al sistema capitalista, lo que yo dudo profundamente, es definitivamente negativo, inadecuado para la creación de un nuevo sistema socialista. Lo que si es necesario son instituciones locales, fuerzas locales; pero no las hay, por ninguna parte. En vez de eso, donde quiera que uno voltea la cabeza hay gente que nunca ha sabido nada de la vida real, que está cometiendo los más graves errores por los que se ha pagado un precio de miles de vidas y la ruina de distritos enteros.

Sin la participación de fuerzas locales, sin una organización desde abajo de los campesinos y de los trabajadores por ellos mismos, es imposible el construir una nueva vida”. (142)

Cuando muere Kropotkin, el 8 de febrero de 1921, Lenin ofrece a su familia hacerle un “Panteón Estatal” al difunto, a lo que la familia del difunto se niega.

El presidente del Soviet de Moscú, Lev Kámenev, permite que Arón Barón y otros anarquistas salieran de la cárcel por un día para participar en el entierro del revolucionario ruso. Veinte mil personas se encaminan hacia el Monasterio Novodévichii donde estaban enterrados los antepasados de Kropotkin. Muchos de los manifestantes llevaban pancartas en las que se podía leer consignas como “Donde hay Autoridad no hay Libertad” “La Emancipación de los Trabajadores ha de ser obra de los Trabajadores mismos” etc. Cuando la muchedumbre pasó frente a la prisión de Butyrki, donde había numerosos presos anarquistas, éstos comenzaron a golpear los barrotes de las celdas y a cantar un Himno Anarquista a la muerte (143).

En su lecho de muerte Emma Goldman pronunció un discurso, y los estudiantes presentes cubrieron la tumba con flores.

No se cantó “La Internacional”, pues a Kropotkin siempre le había disgustado, decía que parecía “aullidos de lobos”. La enorme casa donde Kropotkin había nacido fue puesta a disposición de su familia para que la convirtiese en un Museo con los libros y cosas personales del difunto. El museo se mantuvo durante algún tiempo gracias a la participación de mucha gente y bajo la supervisión de un comité destinado a su mantenimiento que lo formaban Nikolái Lebedév, Alekséi Solonóvich, Atebekían, etc.

A la muerte de Kropotkin, se enviaron cartas al partido bolchevique, pidiendo que se liberara a los presos anarquistas para que pudiesen asistir al entierro. La respuesta fue un no. Pero después, cínica y burlonamente aceptaron liberar momentáneamente sólo a “aquellos que el partido consideraba verdaderos anarquistas”.

Un número realmente pequeño, lo que provocó la ira de los asistentes al entierro. Como respuesta, al frente del grupo de compañeros que acompañaban a Kropotkin a su última morada, se colocó una pancarta exigiendo la liberación absoluta de todos los presos políticos. El entierro estuvo todo el tiempo acosado por la Tcheka. El intento de recuperación por parte del partido, y a pesar del número desproporcionado de integrantes, se hicieron amenazas de uno y otro bando, como consecuencia lógica de todo el ambiente creado aquí y en otras partes, quince días más tarde estallaría la insurrección de Kronstadt.

A finales de febrero en las factorías más importantes de Petrogrado estallaba una oleada de huelgas, se exigían, entre otras cosas,  la supresión de los Batallones de Trabajo de Trotsky, la reaparición de los Soviets Libres, la eliminación de las Tchekas, la reaparición de la libertad de palabra, la liberación de los presos Social-Revolucionarios, los anarquistas y otros presos políticos. No había terminado ese mes, cuando se unía a las protestas delegaciones de los marineros y trabajadores de Kronstadt.

Durante dos semanas se prolongo el movimiento, Emma Goldman y Alejandro Berkman pedían a Zinóviev que les permitiera mediar en el conflicto. Pero el gobierno centralista y autoritario no estaba ya dispuesto a tolerar a quienes realmente querían continuar la revolución; Lenin declaraba en el Décimo Congreso del partido, reunido en el mismo momento en que se producía en levantamiento “Ha llegado el momento de terminar con la oposición, de cerrarle la boca, ya hemos tenido bastante oposición”. Y las fuerzas asesinas de los bolcheviques cruzaron las aguas heladas del Golfo de Finlandia y aplastaron a los rebeldes.

La propaganda anarquista que se había distribuido en Kronstadt en la cercanía de la insurrección decía, entre varias cosas que los trabajadores no se habían liberado del capitalismo privado para convertirse en esclavos del capitalismo estatal […] Todo el poder a los Soviets, pero no a los partidos.

Los Izvestia (Órgano oficial del Soviet de Kronstadt) dedicaron unas palabras a Trotsky, quien estaba por atacarlos:

 

“¡Escucha, Trotsky! Los combatientes de la tercera revolución defienden el verdadero poder de los soviets contra las violencias de los comisarios [...] Lenin ha dicho que el comunismo es el poder de los soviets más la electrificación.

Pero el pueblo está persuadido de que el comunismo de tipo bolchevique es la comisariocracia más los pelotones de fusilamiento”.

 

También le dedicaron estas palabras, que por desgracia no se cumplieron:

 

“Escucha Trotsky: mientras logres escapar al juicio del pueblo, podrás fusilar inocentes a montones, pero a la verdad, imposible fusilarla. Ella acabará por abrirse camino. Y entonces tú y tus cosacos deberán rendir cuentas” (144)

 

Mas, no nos adelantemos a los hechos y narremos bien los sucesos de Kronstadt, así veremos claramente como actuaba “el gobierno proletario y campesino”… ¡contra los proletarios y campesinos!

Los primeros disentimientos entre el bolchevismo y Kronstadt se dieron desde los primeros momentos después de la revolución de octubre: el lema “Todo el poder para los soviets” tenía diferentes significados para ambos grupos. Para Kronstadt significaba que el pueblo mismo podría organizar su economía; para los bolcheviques significaba que los soviets tendrían el poder, pero estos estarían sometidos al partido bolchevique. Así podían imponer su ley manteniendo el lema revolucionario.

A principios de 1918 y después de muchas reuniones, en Kronstadt se acordaba la socialización de locales y viviendas.

Los bolcheviques se opusieron a que la población laboriosa de Kronstadt se organizara por sí misma, y de esta manera envió a dos delegados que salieron más ridiculizados y molestos que victoriosos.

Después de un largo tiempo de debates, los acuerdos se ponían en marcha, y la población obtenía el derecho legítimo de todo ser humano para alojarse en casas confortables y saludables.

Poco después de la revolución de octubre, cuando ya aparecía una oposición entre Kronstadt y los bolcheviques, estos últimos comenzaron a ver el peligro que para su régimen representaba un pueblo tan rebelde como Kronstadt, y comenzaron a fraguar la estratagema que les daría la victoria sobre los rebeldes: contantemente se retiraban fuertes destacamentos de combatientes de Kronstadt, y cuando el hambre se hizo más atroz, se pidió a la población que enviase delegados a las aldeas y campiñas, con la misión de convencer a sus compañeros de la solidaridad que debían tener para con la ciudad; cuando Kaledin se hizo fuerte y representó una amenaza para la revolución, los combatientes de Kronstadt aparecían en primera fila, combatiendo.

El Congreso Panruso celebrado con anterioridad había acordado que la flota actual no sería movilizada; sin embargo, a principios de febrero de 1918 el Consejo de Comisarios del Pueblo, publicó el decreto de disolución de la flota actual; una nueva flota roja sería formada en su lugar; muchos marinos de Kronstadt fueron movilizados con la intención de formar dicha flota. Aun así el valor y el ímpetu de los marinos aún persistía, y se llevaron consigo algunas ametralladoras, por si se producía el caso de necesitarlas. Algunos meses después toda la población revolucionaria fue desarmada: se amenazaba con la pena de muerte (145) a quien no entregara las armas al gobierno.

El hambre, la perdida innumerable de combatientes, el acosamiento, etc., debilitaron mucho a Kronstadt. Entonces los chupasangres bolcheviques comprendieron que era el momento de atacar, y así lo hicieron.

Mientras esto sucedía en Kronstadt, en Petrogrado, Moscú, Odessa, Kíev, Járkov y Ekaterinoslav los anarquistas fueron cercados; los que habían salido provisionalmente de la cárcel en noviembre de 1920 fueron nuevamente apresados.

La mayoría de las librerías, imprentas y locales de reunión fueron suprimidos; incluso 92 Tolstoianos fueron suprimidos o encarcelados, ya muchos habían sido ejecutados durante la Guerra Civil cuando se habían negado a militar en el Ejército Rojo (146).

Ante estos hechos, Kronstadt también protestó, pero sus fuerzas ya no eran las de antaño. Se vieron limitados a solo hacer dos resoluciones de protesta, una fue adoptada por el soviet y la otra por el mega mitin realizado en la Plaza del Ancla. Caro habían de pagarlo: los bolcheviques permitieron las reuniones, pero después disolvieron el soviet y lo sustituyeron por otro que se doblegara a sus peticiones. Se instauró la Tcheka en la ciudad, y las células comunistas aparecieron en los talleres, las fábricas, etc. Todo estaba vigilado.

Durante meses Kronstadt se vio en la impotencia de ver como actuaban los contrarrevolucionarios bolcheviques, y fueron los marinos que volvían a su ciudad los que relataban como el “gobierno proletario” trataba a los proletarios, como se le requisaba hasta lo último al campesino, cuantos presos había en las cárceles, cuanta hambre sufría el pueblo.

El pueblo rebelde de Kronstadt estaba amordazado, sometido y debilitado como para hacerles frente; pero al mismo tiempo la rabia se iba recrudeciendo en ellos. A pesar de esto, en donde estalló la rebeldía no fue en Kronstadt, sino en Petrogrado.

Finalizando febrero, la situación del pueblo no podía ser más desoladora: escaseaban los artículos de primera necesidad, las viviendas no tenían calefacción (pensemos esto conforme el clima helado de Rusia), el pan también estaba racionado (147), muchas fábricas cerraban, y encima de todo, la represión cruel y feroz de los dictadores bolcheviques.

En 1883 Plejanov afirmaba que la dictadura marxista del proletariado estaría “tan lejos de la simple dictadura de un puñado de revolucionarios Raznochintsy (148) como el cielo de la Tierra” (149) pero ahora el pueblo veía claro la falsedad de tales palabras.

El gobierno bolchevique se daba cuenta de la gravedad de la situación, pero a pesar de ello, como buenos marxistas ortodoxos, se negaban a abandonar el camino que habían elegido, ni siquiera a discutir con el pueblo sobre la situación por la que pasaban, y en cambio cada vez mas recurría a las requisas, a las medidas militares, a la represión de los descontentos. Entonces, graves disturbios estallaron en Petrogrado.

De acuerdo con un informe, Lenin mismo, al aparecer ante una ruidosa reunión de obreros metalúrgicos de Moscú, preguntó a sus oyentes, que habían acusado a los bolcheviques de arruinar el país, si preferían que volvieran los Blancos. Su pregunta provocó una aguda réplica:

 

“No nos importa quiénes vengan –blancos, negros o incluso diablos–, pero ustedes váyanse” (150)

 

En muchas fábricas se celebraron reuniones en donde se tomaban resolutivos hostiles al gobierno, y se exigía un cambio de régimen: la población se estaba volcando hacia la lucha por su libertad.

Kronstadt apoyaba al movimiento de Petrogrado, y ante las apariciones de pedir una nueva Constituyente, los marinos y obreros de Kronstadt respondieron que sus cañones y sus fuerzas se opondrían a la Constituyente, a una regresión al pasado. En contrapartida, si los obreros se levantaban contra los impostores de la revolución, las fuerzas de Kronstadt estarían dispuestas a batirse. Ganar o morir.

Una columna de 2000 o 3000 obreros intentaron marchar en manifestación; pero el gobierno, que como cualquier otro para mantener su orden necesita de fuerzas armadas a su disposición, mandó éstas contra los manifestantes, que hubieron de dispersarse.

El 25 de febrero los tumultos invadían toda la ciudad, aquí y allá se trataban de hacer reuniones que el gobierno disolvía; temeroso ante la situación, los bolcheviques pusieron en alerta a la guarnición de la capital, pero muchas de las unidades se negaron a batirse con los obreros y fueron desarmadas; entonces crearon ese mismo día el Comité de defensa (151) presidido por Zinoviev para hacer frente a la situación.

Para el 27 de febrero una multitud de carteles fueron colocados por toda la ciudad, exigiendo la libertad que el pueblo necesitaba, en clara oposición bolchevique. He aquí lo que decían los carteles:

 

“Es necesario un cambio fundamental en la política del gobierno. En primer lugar, los obreros y los campesinos tienen necesidad de libertad. Ellos no quieren vivir según las prescripciones de los bolcheviques, sino decidir por sí mismos sus destinos.

Camaradas: ¡Mantened el orden revolucionario! Y exigid, de modo organizado y decididamente:

La libertad de todos los socialistas y obreros sin partido presos;

La abolición del Estado de Sitio, la libertad de palabra, de prensa y de reunión para todos los trabajadores;

La libre reelección de los comités de fábrica y de los representantes a los sindicatos y a los soviets”.

 

Al día siguiente, 28 de febrero, las fuerzas militares bolcheviques enviadas del interior entraron en la ciudad, y una recrudecida represión y atroz salvajismo se desencadenó contra el pueblo. Dos días después el pueblo tenía ya la bota bolchevique en el cuello.

Pero fue a partir de este día que Kronstadt despertó bravía, como siempre había sido.

Las resoluciones en Kronstadt a favor de los obreros de Petrogrado se realizaron y el primero de marzo se realizaba en la Plaza del Ancla una reunión con la participación de 16.000 asistentes, entre ellos el bolchevique Vassilieff y la presencia de Kousmin y Kalinin.

Los delegados que habían sido enviados a Petrogrado para entablar relaciones con los obreros de la capital leyeron sus informes, y la asamblea presentó la resolución que había sido tomada con anterioridad en la nave Petropavlosk con apoyo de la nave de guerra Sebastopol.

La resolución que reproduzco a continuación fue aprobada por unanimidad. Hela aquí:

 

“Resolución de la reunión general de la 1ª y la 2ª escuadras de la flota del Báltico realizada el 1º de marzo de 1921.

Después de escuchados los informes de los representantes enviados a Petrogrado para tener al corriente de la situación a la reunión general de las tripulaciones, la asamblea decide que es necesario:

Dado que los actuales soviets no expresan la voluntad de los obreros y los campesinos,

1º Proceder inmediatamente a la reelección de los Soviets mediante el voto secreto. La campaña electoral entre los obreros y campesinos deberá desenvolverse en plena libertad de palabra y de acción;

2º Establecer la libertad de propaganda y de prensa para todos los obreros y campesinos, para los anarquistas y los partidos socialistas de izquierda;

3º Acordar libertad de reunión a los sindicatos y las organizaciones campesinas, de los partidos políticos, una Conferencia de obreros,

4º Convocar, al margen de los partidos políticos, una Conferencia de Obreros, soldados rojos y marinos de Petrogrado y su provincia, y de Kronstadt, para el 10 de marzo de 1921 a más tardar;

5º Libertar a todos los presos políticos socialistas e igualmente a todos los obreros, campesinos, soldados rojos y marinos apresados a raíz de los movimientos obreros y campesinos;

6º Elegir una Comisión para examinar los casos de quienes se encuentren en las prisiones y los campos de concentración;

7º Abolir las oficinas Políticas, pues ningún partido político debe tener privilegios para la propaganda de sus ideas ni recibir del Estado medios pecuniarios para tal objeto. Crear en su lugar comisiones de educación y de cultura, elegidas en cada localidad y financiadas por el gobierno;

8º Abolir inmediatamente todas las barreras;

9º Uniformar las raciones para todos los trabajadores, con excepción de los que ejercen profesiones peligrosas para la salud;

10º Abolir los destacamentos comunistas de choque en todas las unidades del ejército, e igualmente la guardia comunista en fábricas y usinas. En caso de necesidad esos cuerpos podrán ser designados en el ejército por las compañías y en usina y fábricas por los obreros mismos;

11º Dar a los campesinos plena libertad de acción en lo concerniente a sus tierras y el derecho de poseer ganado, a condición de trabajar ellos mismos, sin recurrir a trabajo asalariado;

12º Designar una comisión ambulante de control;

13º Autorizar el libre ejercicio del artesanado, sin empleo de trabajo asalariado,

14º Pedimos a todas las unidades del ejército y también a los camaradas koursanti militares adherirse a nuestra resolución.

15º Exigimos que todas nuestras resoluciones sean ampliamente publicadas en la prensa.

Adoptada por unanimidad en la reunión de las tripulaciones de la escuadra. Sólo dos personas se han abstenido.

 

Firmado: Petritchenko, presidente de la asamblea; Perepelkin, secretario”.

 

Es de particular importancia la resolución numero 2, en ella se pide la libertad de palabra para los anarquistas y los partidos socialistas de izquierda; apenas unos días después de la revolución de octubre, en Kronstadt se practicaba la más amplia libertad de palabra y de reunión, ningún ciudadano era molestado, y tan solo permanecieron presos algunos zaristas, pero apenas se calmaron las aguas, el pueblo mismo pidió que de la cárcel se liberaran a todos los presos: tal era el desprecio que el pueblo de Kronstadt sentía por el régimen carcelario.

Kouzmin había dicho durante la reunión que “Si los delegados quieren una abierta lucha armada, la tendrán. Porque los comunistas no abandonarán el poder benévolamente, sino que lucharán hasta el fin” (152). A esto lleva el camino de la autoridad en la revolución, a pelear por el poder hasta el fin.

El 3 de marzo aparecía el primer número de Izvestia, órgano de Kronstadt, en el que aparecía un manifiesto A la población de la Fortaleza y de la ciudad de Kronstadt, de donde entresaco las siguientes palabras:

 

“Camaradas y ciudadanos: Nuestro país atraviesa un difícil período. Hace ya tres años que el hambre, el frío y el caos económico nos tienen apretados en terrible torniquete. El Partido Comunista, que gobierna al país, se ha distanciado de las masas y se ha mostrado impotente para hacerlas salir del estado de general ruina. No ha tenido por nada en cuenta los tumultos de estos tiempos últimos en Petrogrado y Moscú, demostrativos de que él ha perdido la confianza de las masas obreras. Ni la ha tenido tampoco de las reivindicaciones formuladas por los obreros. Lo considera como intrigas de la contrarrevolución. Se engaña profundamente.

Esos tumultos y estas reivindicaciones son la expresión del pueblo entero, de todos los que trabajan... Todos los obreros, marinos y soldados rojos ven hoy claramente que sólo los esfuerzos comunes, la voluntad de consumo de los trabajadores podrán dar al país pan, leña y carbón, vestir y calzar al pueblo y sacar a la República del atolladero en que se encuentra. Voluntad de todos los trabajadores, marinos y soldados rojos que se ha expresado claramente en el gran mitin de nuestra ciudad el 1º de marzo, que aprobó por unanimidad una resolución de las tripulaciones de la 1ª y la 2ª escuadras.

[…] Ahora bien: por haber razones para temer una represión, confirmadas por los amenazantes discursos de los representantes del poder, la reunión decidió crear un Comité revolucionario provisorio y concederle plenos poderes para la administración de la ciudad y la fortaleza. […]”

 

Los bolcheviques sabían el riesgo que corría su régimen mientras Kronstadt existiera, y por eso se apresuraron a ahogarla en sangre.

Se aseguraron puntos estratégicos, se les calumnió por todas las formas y medios, se mantuvo el Estado de Sitio en Petrogrado, para evitar que los obreros de la capital se sublevara con sus compañeros de Kronstadt, por medio de Trotsky se preparó la formación de un cuerpo especial para atacar a Kronstadt, al frente del cual estaba un personaje designado por el mismo Trotsky, y del cual hablaremos líneas más adelante.

El número 2 del periódico de Kronstadt reproduce una noticia de radio que difunden los bolcheviques por todo Moscú. Leámosla:

 

La Radio de Moscú

 

A continuación publicamos el texto irradiado por la agencia Rosta de Moscú e interceptado por la estación T. S. F. del Petropavlosk, pleno de descaradas mentiras y de engaños de parte del Partido Comunista que se llama "gobierno soviético", radiograma que no necesita comentarios. Los trabajadores de Kronstadt comprenderán la provocación. (Ciertos pasajes no han podido ser recogidos por interferencia de otra estación.)

 

Radio Noticias Rosta, Moscú, 3 de marzo.

 

¡A todos! ¡A todos! ¡A todos!

¡A la lucha contra la conspiración blanco- reaccionaria!

El motín del ex general Kozlovsky y del navío Petropavlosk ha sido organizado por los espías de la Entente, como en muchos otros complots anteriores. Ello se comprueba por la lectura del diario burgués francés Le Matin, que dos semanas antes de la revuelta de Kozlovsky publicó el siguiente telegrama de Helsingfors: ‘Se comunica de Petrogrado que a raíz de la reciente rebelión de Kronstadt, las autoridades bolcheviques han tomado medidas a fin de aislar a Kronstadt e impedir que los soldados y marinos de ésta se acerquen a Petrogrado. El abastecimiento de Kronstadt está prohibido hasta nueva orden’.

Está claro que lo sedición de Kronstadt ha sido dirigida desde París, con intervención del contraespionaje francés. Es siempre la misma historia. Los socialistas revolucionarios, dirigidos por París, tramaron la rebelión contra el gobierno soviético y, apenas terminados sus preparativos, el verdadero jefe, un general zarista, hizo su aparición. La historia de Koltchak, que intentó restablecer el derruido poder con ayuda de los socialistas revolucionarios, se repite una vez más. Todos los enemigos de los trabajadores, desde los generales zaristas hasta los socialistas revolucionarios, intentan especular con el hambre y el frío. Naturalmente, esta rebelión de los generales y los socialistas revolucionarios será pronto reprimida, y el general Kozlovsky y sus acólitos sufrirán la suerte de Koltchak.

Pero está fuera de duda que la red de espionaje de la Entente no ha sido solamente echada sobre Kronstadt. ¡A destruirla, obreros y soldados rojos! ¡Desenmascarad a los insinuadores y los provocadores! ¡Sangre fría, serenidad y vigilancia! No olvidéis que el verdadero medio de salir de las dificultades alimentarias y de otra índole, momentáneas sí, pero ciertamente penosas, radica en un trabajo intenso en buen acuerdo, y no en excesos insensatos que no harán sino aumentar la miseria para mayor regocijo de los malditos enemigos de los trabajadores”.

 

Es increíble el cinismo de estos señores, que hacen llamamientos a acuerdos, a destruir a los generales zaristas, que vociferan contra los enemigos de los trabajadores, cuando ellos no querían saber nada de acuerdos con los rebeldes, los generales zaristas estaban en sus filas, y que eran ellos mismos los peores enemigos de los trabajadores.

Posteriormente lanzarían otra proclama A los engañados de Kronstadt, que tiene la misma calidad que la anterior. Leámosla:

 

¡A los engañados de Kronstadt!

 

¿Veis ahora a qué os han conducido los pillos? ¡Ved a qué habéis llegado! Los insaciables colmillos de los viejos generales zaristas ya aparecen tras los socialistas revolucionarios y los mencheviques. Todos esos Petritchenko y otros Toukili son manejados como títeres por el general zarista Koz1ovsky, los capitanes Borkser, Kostromitinoff, Chirmanovsky y otros blancos de marca. ¡Se os engaña! Se os decía que lucháis por la democracia. Apenas han pasado dos días y veis que en realidad lucháis, no por la democracia, sino por los generales zaristas. Habéis permitido que un nuevo Wiren os ponga la rienda al cuello.

Se os hace creer embustes: que Petrogrado está con vosotros, que la Siberia y la Ucrania os sostienen. ¡Cínicas mentiras! El último de los marinos de Petrogrado os ha vuelto la espalda al enterarse que genérales zaristas, como Kozlovsky, actúan entre vosotros. La Siberia y la Ucrania defienden firmemente al poder soviético. Petrogrado, la ciudad roja, se burla de las tristes pretensiones de un puñado de socialistas revolucionarios y guardias blancos.

Estáis rodeados por completo. Unas horas más, y os veréis obligados a rendiros.

Kronstadt no tiene pan ni combustible. Si persistís, se os acribillará como perdices. Naturalmente, todos esos generales --los Kozlovsky y los Borkser--, todos esos Petritchenco y los Toukin huirán a último momento con los blancos, en Finlandia. Pero vosotros, simples marinos y soldados rojos, ¿a dónde iréis? Si os prometen manteneros en Finlandia, os engañan aún. ¿No sabéis que los soldados del general Wrangel, llevados a Constantinopla, mueren allí a millares, como moscas, de hambre y enfermedades?, La misma suerte os espera si no entráis inmediatamente en razón.

¡Rendíos sin perder un minuto!

¡Deponed las armas y pasad a nuestro lado!

¡Desarmad y arrestad a los criminales jefes, sobre todo los generales zaristas!

Los que se rindan inmediatamente serán perdonados. ¡Rendíos inmediatamente!

 

Comité de Defensa de Petrogrado

 

En el número 4 de Izvestia, del 6 de marzo, leemos la respuesta de Kronstadt:

 

Cobardes y calumniadores

 

Llevamos a público conocimiento el texto de una proclama lanzada sobre Kronstadt desde un avión comunista. Los camaradas no experimentarán sino desprecio por semejante calumnia provocadora.

Los de Kronstadt saben cómo y por quién se ha echado abajo el odioso poder de los comunistas. Ellos saben que al frente del Comité revolucionario provisorio se encuentran abnegados militantes, entre los mejores hijos del pueblo, soldados rojos, marinos y obreros. Ellos no se dejarán poner la rienda al cuello por nadie, y menos aún por generales zaristas o blancos.

‘Pocas horas más, y os veréis obligados a rendiros’,

Hipócritas infames, ¿a quiénes queréis engañar?

La guarnición de Kronstadt jamás se ha rendido a los almirantes zaristas; no se rendirá tampoco a los generales bolcheviques.

¡Cobardes! Conocéis nuestra fuerza y nuestra voluntad de vencer o morir dignamente, y no huir como vosotros, comisarios, llenos los bolsillos de billetes de banco zaristas y de oro, producto de la labor y la sangre obreras”.

 

Palabras más justas no les podían haber dedicado a los verdugos del pueblo.

Aún encontramos en un numero de Izvestia del 7 de marzo la narrativa de como se hicieron tratativas para que una delegación de Petrogrado fuese a Kronstadt en busca de la información necesaria. De Petrogrado se hizo la propuesta de enviar una delegación de miembros “sin partido” que fuese a Kronstadt. Los miembros del Comité Revolucionario Provisorio, respondieron que no confiaban en la honestidad de “sus miembros sin partido”. Y proponían que en cambio la delegación de miembros que fuesen a Kronstadt estuviera elegida en presencia de miembros sin partido de las fábricas de Kronstadt, de las unidades rojas, y de los marinos. Agregando un 15 por ciento de miembros comunistas.

La delegación no se envió, y en Petrogrado corrían fuertes rumores de que el gobierno preparaba el ataque contra Kronstadt, y que el pueblo no creía posible, tal era la repugnancia que se tenía tan sólo de pensar en atacar a Kronstadt.

El 4 de marzo se reuniría en Petrogrado el Soviet local para decidir la actitud a tomar con respecto a Kronstadt. Alejandro Berkman asistió a la reunión, Zinoviev (presidente del soviet de Petrogrado) declaro abierta la sesión. Había ya una resolución preparada de antemano y que el brazo derecho de Zinoviev, el señor Yevdokimoff presentó ante la reunión, y los delegados la aceptaron sin problemas. La resolución se aceptó no sin protestas de delegados de varias fábricas y del representante de los marinos. La resolución proclamaba a Kronstadt contrarrevolucionaria (153) y le exigía que se rindiera inmediatamente.

La resolución de ataque a Kronstadt hizo que algunos miembros sensatos del partido amenazaran en secreto con separarse del Partido si se consumaba tal acto.

Finalmente, el 5 de marzo Trotsky publicó un ultimátum reproducido en el número 5 de Izvestia; las tentativas de enviar una delegación a Kronstadt fueron naturalmente rotas. He aquí el documento:

 

“El gobierno de los obreros y campesinos ha decretado, que Kronstadt y los navíos en rebelión deben someterse inmediatamente a la autoridad de la República soviética. Ordeno, por consiguiente, a todos los que levantaron la mano contra la patria socialista, que rindan de inmediato las armas. Los recalcitrantes deberán ser desarmados y remitidos a las autoridades soviéticas. Los comisarios y otros representantes del gobierno que se encuentren arrestados deben ser puestos en libertad inmediatamente. Sólo aquéllos que se rindan incondicionalmente pueden contar con un acto de gracia la República soviética.

Publico simultáneamente la orden de preparar la represión de la revuelta y la sumisión de los marinos por la fuerza armada. Toda la responsabilidad de los daños que la población pacífica pueda sufrir por ello, recaerá enteramente sobre los amotinados contrarrevolucionarios.

Esta advertencia es definitiva.

 

Trotsky, presidente del Consejo militar revolucionario de la República; Kameneff comandante en jefe.

 

Los anarquistas Emma Goldman y Alejandro Berkman entre otros hicieron un intento por evitar el derramamiento de sangre (puede sonarle extraño al lector que en las circunstancias dadas aún hubiera anarquistas libres: Emma Goldman y Alejandro Berkman eran considerados por los bolcheviques como no peligrosos, por lo que aún podían darse el lujo de escribir este documento. Perkus y Petrovsky eran considerados como anarquistas soviéticos (pro-bolcheviques). Años más tarde Emma Goldman y Alejandro Berkman serían desterrados de Rusia. No ocurría lo mismo con otros anarquistas que atacaban directamente al gobierno, y que por ello fueron brutalmente perseguidos y asesinados, como los miembros de la Confederación Anarquista de Moscú, Nabat, y miembros destacados del anarquismo como Volin o el mismo Néstor Makhno), sentían que era su deber tratar de impedir que se matase al pueblo a sangre fría y redactaron un documento de propuesta a los Bolcheviques para mediar en el conflicto. Helo aquí:

 

“Al Comité del Trabajo y de Defensa de Petrogrado.

 

Al presidente Zinoviev.

Guardar silencio ahora es imposible y aun criminal. Los acontecimientos que acaban de producirse nos obligan, como anarquistas, a hablar francamente y a puntualizar nuestra actitud ante la situación actual.

El espíritu de descontento y de inquietud entre los obreros y los marineros es el resultado de causas que exigen nuestra más seria atención. El frío y el hambre han engendrado el descontento, y la ausencia de la menor posibilidad de discusión y de crítica obliga a los marinos y a los obreros a declarar abiertamente sus agravios.

Las bandas de guardias blancos quieren y podrán explotar ese descontento en beneficio de sus propios intereses de clase. Amparándose tras los marinos, reclaman la Asamblea Constituyente, el comercio libre y otras peticiones del mismo género.

Nosotros, anarquistas, hemos, expuesto desde hace mucho tiempo el fondo engaño de esas exigencias y declaramos ante todos que lucharemos con las armas en la mano contra toda tentativa contrarrevolucionaria, en común con todos los amigos de la Revolución social y al lado de los bolcheviques.

Respecto al conflicto entre el gobierno soviético y los obreros y los marinos, somos de opinión que debería ser liquidado, no por las armas, sino mediante un acuerdo revolucionario fraternal y con espíritu de camaradería. Recurrir a la efusión de sangre de parte del gobierno soviético, en la situación actual, no intimidaría ni apaciguaría a los obreros; al contrario, eso serviría sólo para agravar la crisis y para reforzar los manejos de la Entente y de la contrarrevolución.

Y, lo más importante, el empleo de la fuerza por el gobierno obrero y campesino contra obreros y campesinos, provocará desastrosa repercusión en el movimiento revolucionario internacional. Resultará de ello un daño incalculable para la Revolución social.

¡Camaradas bolcheviques, reflexionad antes que sea demasiado tarde! No juguéis con fuego: estáis en la víspera de dar un paso decisivo.

Os sometemos la proposición siguiente: elegir una comisión de cinco miembros, entre ellos algunos anarquistas. La Comisión irá a Kronstadt para arreglar el conflicto por medios pacíficos. En la situación presente, es ese el método más radical. Tendrá una importancia revolucionaria internacional.

Alejandro Berkman, Emma Goldman, Perkus, Petrovsky.

 

Petrogrado, 5 de marzo de 1921”.

 

El documento, evidentemente, pretende hacer razonar a los bolcheviques sobre el error de atacar a Kronstadt. Apelaba a un espíritu de camaradería; pero los bolcheviques no eran camaradas, sino dictadores: hacer concesiones con Kronstadt les hubiera valido que otras numerosas regiones se hubiesen sublevado contra su dictadura. El problema para los bolcheviques era de vital importancia: o ahogar al pueblo o ser ahogados por el pueblo.

Alfred Rosmer, quien hace un análisis muy a la bolchevique sobre los sucesos, dice que El Kronstadt de 1921 no era ya el Kronstadt de 1917 (154). Y tiene razón en decirlo, pues los marinos de la Kronstadt de 1917 no creían aun del todo que los bolcheviques traicionaran la revolución; los marinos de la Kronstadt de 1921 habían advertido ya, más que claramente, que los bolcheviques no sólo habían traicionado la revolución, sino que en realidad sus fines nunca fueron revolucionarios, y sí posesionarse ellos del poder e imponerlo por la fuerza. Aunque Rosmer al decir esto quería decir otras cosas.

Una acusación serviría mucho a los bolcheviques. Se trataba de que un tal Kozlovsky figurara entre los rebeldes de Kronstadt. Pero una vez más mentían descaradamente:

Trotsky fue quien más restauró a ex generales zaristas como especialistas. El mismo Kozlovsky, en tanto sirvió a los bolcheviques, éstos cerraron los ojos ante su pasado zarista, pero ahora que éste se encontraba en Kronstadt pegaban el grito en el cielo. Pese a que Kozlovsky no ejercía cargo alguno y se mantuvo al margen del movimiento por algún tiempo.

Al constituirse el Comité revolucionario provisorio el comandante bolchevique de la fortaleza de Kronstadt huyó, y según los reglamentos bolcheviques Kozlovsky debía remplazarlo, pero como el poder bolchevique había sido destruido, estos reglamentos no tenían ya valor alguno. Entonces se designó a Solovianoff como comandante de la fortaleza.

La historiografía oficial del partido bolchevique pinta la insurrección de 1921 como una rebelión contrarrevolucionaria, organizada con ayuda de fuerzas extranjeras. Nada más falso; nada, en las fuentes soviéticas ni en otras, autoriza tal afirmación. La sublevación fue un movimiento espontáneo de los marineros y el propio Lenin declaró el 15 de marzo: “En Kronstadt no quieren saber nada con los guardias blancos, pero tampoco con nosotros”. (155)

También decían que generales y oficiales blancos e incluso un sacerdote figuraban en el Comité revolucionario provisorio. He aquí la lista de quienes conformaba el Comité, y que Izvestia reprodujo en su número 10 del 12 de Marzo:

 

1. Petritchenko, primer escribiente en el Petropavlovsk;

2, Yakovenko, telefonista del distrito de Kronstadt;

3. Ossossoff, mecánico del Sebastopol;

4, Arhipoff, cuartelmaestre mecánico;

5. Perepelkin, mecánico del Sebastopol;

6. Patrouchev, cuartelmaestre mecánico del Petropavlovsk;

7. Kupoloff, primer ayudante médico;

8. Verchinin, marinero del Sebastopol;

9. Toukin, obrero electricista;

10. Romanenho, guardián de astilleros de reparación de navíos;

11. Orechin, empleado de la 3ª Escuela técnica;

12. Valk, obrero carpintero:

13. Pavloff, obrero de los talleres de minas marinas;

14. Baikoff, carretero;

15. Kilgast, timonel.

 

Al término de la lista de agregaba esta nota sumamente irónica:

 

“Tales son nuestros generales: nuestros Broussiloff, Kameneff, etc. (156)

Los gendarmes Trotsky y Zinoviev os ocultan la verdad”.

 

Sin embargo, todo servía a los bolcheviques para afirmar que los blancos, la Entente, los espías franceses, los generales zaristas, los mencheviques, los rebeldes de Kronstadt, en fin, todos atacaban a los pobres bolcheviques.

Leamos nuevamente lo que Alfred Rosmer nos dice sobre esto:

 

“Incluso si se admite que la sublevación fue obra de obreros y marineros que actuaban con plena independencia, por su propia iniciativa, sin conexión con los contrarrevolucionarios, hay que reconocer que, desde el estallido de la sublevación, todos los enemigos de los bolcheviques acudieron: social revolucionarios de derecha y de izquierda, anarquistas, mencheviques; la prensa del extranjero se regocija; ni siquiera ha aguardado a la fase activa del conflicto para señalarlo; el programa de los rebeldes no le interesa, pero comprende que su rebelión puede llevar a cabo lo que los burgueses coaligados no han podido hacer: derribar un régimen execrado cuya caída desde hace años acecha vanamente” (157)

 

He aquí tres cosas:

1.- El señor Rosmer pone en duda que el movimiento popular fuese obra de obreros y marinos; esta duda es incomprensible en una persona que vivió estos acontecimientos, si no de cerca, si estaba en posición de conocer la naturaleza del movimiento, por lo que sólo se plantean dos respuestas a estos comentarios: o el señor Rosmer mintió por voluntad propia; o ignoraba la naturaleza del movimiento, lo que deja entrever la veracidad de su obra.

2.- Hemos de recordar aquí, que fueron precisamente los anarquistas makhnovistas quienes salvaron a Rusia varias veces del peligro Blanco; hemos visto ya las heroicas luchas de los makhnovistas contra Denikin primero, y contra Wrangel después. El lector habrá de darse cuenta de que sin los makhnovistas los bolcheviques habían visto su suerte hacía ya un tiempo. Tan sólo el ahínco de los makhnovistas por no ver a su pueblo sometido a un despotismo peor (aunque yo crea que entre uno y otro apenas hay diferencia) hizo que éstos defendieran el suelo ucraniano, e impidieran a los Blanco continuar en dirección a Moscú. Así que, que no diga el señor Rosmer que apenas levantada Kronstadt todos los enemigos de los bolcheviques acudieron; los anarquistas estuvieron siempre (158) contra el gobierno bolchevique, así como contra los Blancos y contrarrevolucionarios de toda estirpe; tan sólo circunstancialmente los anarquistas salvaron (como en Ucrania) a los bolcheviques de la derrota. En espera de derrotarles ellos mismos, cuando el peligro contrarrevolucionario pasara.

3.- Cuando en una revolución como la rusa, se ve como elementos dictatoriales se montan en las realizaciones revolucionarias para beneficio propio y paralizando la revolución, es lógico que las fuerzas populares se enfrenten a los nuevos amos.

Es lógico también que esto tome interés a los contrarrevolucionarios, quienes esperaran la manera de obtener beneficio del conflicto. Pero es también lógico que los rebeldes que se sublevan contra los dictadores que someten la revolución, se rebelen también contra los contrarrevolucionarios. No hay la menor duda de que para los que están en el poder, los revolucionarios rebeldes y la contrarrevolución aparenten ser los mismos. Esto se explica porque ambos quieren la destrucción del gobierno actual. La diferencia estriba, precisamente, en que los contrarrevolucionarios quieren imponer su propio gobierno. En este caso entre contrarrevolucionarios y gobierno bolchevique existe apenas la diferencia de quien está en el poder.

Pero en el caso de Kronstadt, que no quería imponer un gobierno a nadie, ni siquiera el propio, la situación reviste un carácter muy aparte, tanto de los bolcheviques como de los contrarrevolucionarios.

Esto, o no lo entendieron los bolcheviques (entre ellos Rosmer) o lo sabían, y usaron esto como pretexto de ataque.

Además como ya dije, fue precisamente Trotsky quien restauró a infinidad de generales zaristas como especialistas. Quien se encargó de comandar las fuerzas que habría de atacar a Kronstadt fue precisamente un General Zarista, el tristemente famoso Toukhachevsky, y fue Trotsky quien le designó este cargo.

Hay más: todos los zaristas pasados al servicio de los bolcheviques como especialistas, participaron en el plan de atacar a Kronstadt. ¡He aquí que los bolcheviques acusaban a Kronstadt de estar plagados de zaristas!

Si como decían los bolcheviques, el levantamiento de Kronstadt había sido planeado con anticipación por generales zaristas (cosa que ya hemos desmentido) el levantamiento no se hubiese producido en esa época, sino unas semanas más tarde, cuando Kronstadt se hubiese visto desembarazada del hielo que la rodeaba, y entonces hubiera dispuesto de una flota bastante potente, que hubiera representado un serio enemigo para los bolcheviques que se atrincheraron en Petrogrado. Fue precisamente esta espontaneidad lo que hizo que estallara el movimiento a principios de marzo, y con ello se presentó la oportunidad a los bolcheviques de cruzar las heladas aguas y atacar a Kronstadt.

Otra de las mentiras bolcheviques era que los comunistas de Kronstadt sufrían toda clase de violencias. Leamos una declaratoria de los mismos comunistas de Kronstadt:

 

“No acordéis crédito alguno a los falsos rumores que aseguran que comunistas responsables han sido fusilados y que los comunistas tienen la intención de rebelarse por las armas en Kronstadt. Éstas son mentiras propaladas con la intención de provocar efusión de sangre. La Oficina provisoria del Partido Comunista tiene la necesidad de nuevas elecciones del soviet y requiere a los miembros del partido participación en ellas. Y exhorta a los miembros del partido a permanecer en sus puestos y a no poner obstáculos a las medidas del Comité revolucionario proviso.

 Of. Provisoria de la sección de Kronstadt del partido comunista; firmado: J. Iliin, A. Kabanoff, F. Pervouchin”.

 

Esta declaratoria fue publicada en Izvestia.

 

“Pese a los malditos traidores de Kronstadt –decía el titular de un diario de Petrogrado–, Kronstadt será roja.”(159)

 

El 4 de marzo una serie de volantes fueron arrojados desde un avión sobre Kronstadt. Se trataba de propaganda bolchevique que habla de los comunistas que estaban presos en Kronstadt. Pero hay algo que hace tensar los nervios: en Petrogrado, numerosas personas han sido detenidas por sospecha de simpatía con los de Kronstadt, incluso sus familias han sido detenidas. En el volante arrojado sobre Kronstadt y que después reproducirían en Izvestia, los bolcheviques amenazan: Los rehenes pagarán con su vida el menor daño sufrido por los nuestros.

En tanto, en Petrogrado, el bolchevismo ha dispuesto por medio del Comité de Defensa un Estado de Sitio feroz. Todos los sospechosos de simpatizar con Kronstadt fueron detenidos, otros tantos fueron enviados a las más lejanas regiones del país.

Todo el distrito de la zona norte fue puesto bajo Estado de Guerra. Se tomaron todas las precauciones para proteger las instituciones del Estado; Petrogrado estaba inundado de tropas al servicio bolchevique; incluso se colocaron numerosas metralletas en el Hotel Astoria, lugar donde en ese momento se encontraban Zinoviev y otros altos funcionarios bolcheviques.

En Petrogrado todo era tensión. Numerosas huelgas estallaron y numerosos carteles aparecieron en las calles, ordenando a los obreros a volver a sus puestos de trabajo, y se decía:

 

En caso de reunión (160), las tropas recurrirán a las armas, con orden, de haber resistencia, de fusilar en el acto

 

Corría el rumor de numerosos tumultos en Moscú, de revueltas en el Este y en Siberia. Toda la atención estaba fija en Kronstadt, pero muy poco se podía hacer mientras Petrogrado estuviese en Estado de Sitio. El pueblo de Petrogrado se veía impotente, reprimido, amenazado, todas sus esperanzas estaban puestas en Kronstadt.

La represión bolchevique y el heroísmo del pueblo de Kronstadt, llevó a muchos miembros del Partido Comunista a renunciar, y las cartas pidiendo fuesen publicadas en Izvestia con la renuncia al Partido llegaron a ser tantas, que era imposible incluirlas todas.

Obviamente no las vamos a reproducir todas aquí, pero si algunas de las más significativas, y sólo como muestra, para no engrosar éste relato con una infinidad de cartas de renuncia al Partido Comunista. Leámoslas:

 

En vista de que, en respuesta a la proposición de los camaradas de Kronstadt de que se enviara a ésta una delegación de Petrogrado, Trotsky y los jefes comunistas han enviado en cambio los primeros obuses, derramando sangre, yo no admito seguir siendo miembro del Partido Comunista. Los discursos de los oradores comunistas me trastornaron la mente, sí, pero la actitud de los burócratas comunistas me ha devuelto el equilibrio. Y agradezco a éstos haber mostrado su verdadero rostro y haberme permitido así advertir mi extravio. Yo era un instrumento ciego en sus manos.

 

André Bratacheff, ex miembro del partido comunista

Nº 535.575 (161).

 

Considerando que la terrible situación actual es el resultado de actos del insolente puñado de comunistas sólidamente instalados en la cima del poder del partido, observo con horror el fruto de su obra. Sólo los obreros y los campesinos pueden levantar al país llevado a la ruina. Y como el Partido Comunista que está en el poder los ha esquilmado completamente, yo lo abandono y consagro mis fuerzas a la defensa de las masas laboriosas.

 

L. Karoleff, comandante del 5º batallón, 4ª div. (162).

 

¡Camaradas! ¡Mis queridos alumnos de las escuelas industriales, militares rojas y navales!

Yo he vivido casi treinta años en un profundo amor de pueblo. He aportado la luz y el saber, en la medida de mi capacidad, a quienes estaban ávidos de ellos, y esto hasta último momento.

La Revolución de 1917 dio impulso nuevo a mi tarea; mi actividad se amplió y yo me consagré más que nunca al servicio de mi ideal.

La consigna comunista: "Todo para el pueblo" me atrajo por su nobleza y su belleza, y en febrero de 1920 llegué a ser candidata del Partido Comunista. Pero el primer tiro disparado contra el pueblo pacífico, sobre mis queridos niños cuyo número se eleva a 7.000 en Kronstadt, me ha hecho estremecer de horror al solo pensamiento de que se me pueda considerar cómplice en el derramamiento de sangre de estos inocentes.

Siento que ya no puedo creer ni propagar la idea que se ha deshonrado por un acto criminal. Así pues, dejo de considerarme miembro del Partido Comunista.

 

María Nicolaïevna Chatel, maestra. (163).

 

Visto que en respuesta a la proposición de los camaradas de Kronstadt de recibir una delegación de Petrogrado, Trotsky ha despachado un avión cargado de bombas que fueron lanzadas sobre mujeres y niños inocentes; visto que por doquiera prosiguen los tiroteos contra honestos trabajadores, nosotros, comunistas de la base del equipo eléctrico de la 3ª región, profundamente indignados por los actos de Trotsky y sus acólitos y sus procederes de bestias feroces, abandonamos el Partido Comunista y nos unimos a todos los obreros en la lucha común por la emancipación de la trabajadores. Queremos que se nos considere como sin partido.

 

Siguen 17 firmas (164).

 

Sin violencia ni derramamiento de sangre, el poder comunista, que había perdido la confianza de las masas, pasó en Kronstadt a manos de los trabajadores revolucionarios. Sin embargo, el gobierno central recurrió al bloqueo de Kronstadt y difundió proclamas y radiogramas mentirosos, tratando de imponer su poder por el hambre, el frío y la traición.

Nosotros consideramos semejante táctica como una traición al principio esencial de la Revolución social: "Todo el poder para los trabajadores". Por esta traición, los comunistas en el poder se alinean al lado de los enemigos de los trabajadores.

No hay sino una sola salida para nosotros: permanecer hasta el fin en nuestros puestos y luchar enérgicamente contra todos los que intenten imponer su poder a las masas laboriosas por la violencia, la traición y la provocación. Rompemos, pues, todo vinculo con el partido.

 

Miloradovitch, Bezsonoff, Markoff ex miembros

del Partido Comunista. Fuerte Totleben. (165).

 

Hemos hablado en este libro acerca del dogmatismo intrínseco que existe dentro del marxismo. Sin embargo al leer estas cartas hemos de hacer la aclaración de que muchos de los militantes del Partido Comunista que después renunciaron a él, como ya hemos visto, habían entrado en el partido debido a la influencia que éste tenía durante la revolución de octubre, y que como ya hemos visto el pueblo no creía que los bolcheviques los traicionarían, y que dado el caso, sabrían levantarse contra ellos también. No advirtiendo el peligro que para la revolución representaba un cambio de amos.

  Hemos también de ver otras cosas: los miembros honestamente marxistas que renunciaron al partido a raíz de los sucesos de Kronstadt, si en verdad eran marxistas y no sólo gente que se dejaba llevar por las consignas y no por las teorías al desnudo, en tanto que marxistas aspiraban también a tomar el poder del Estado lo mismo que los bolcheviques habían hecho, reprochaban al régimen bolchevique el tan solo hecho de haber atacado a Kronstadt, pero no dirigían en sí sus ataques a la toma misma del poder, dejando entonces de lado la naturaleza del Estado, y con ello que quien hubiese estado en el poder no hubiera actuado de manera diferente o mejor.

No dudo, con esto, de que como en alguna carta se ve, las circunstancias hicieron que muchos de los que antes estuvieron por el Parido Comunista, terminaran abriendo los ojos, y viendo el error en que habían caído (166). Esto debería mostrar a nuestros marxistas actuales que el camino de las dictaduras, y de las vanguardias, líderes y dirigentes de todo tipo estropean la revolución y la petrifican, en lugar de vivificarla. Sin embargo, aún nos encontramos en las vísperas del ataque a Kronstadt, así que sigamos con nuestro relato y dejemos estas cuestiones para cuando concluyamos.

Para el 6 de marzo Trotsky tenía ya listo el plan de asedio y ataque sobre Kronstadt, se envió a los miembros de la Tcheka, Kousantis y numerosas unidades militares integradas por comunistas a los fuertes de Sestroretsk, Lissy, Noss y Krasnaïa Gorka.

Los mejores técnicos militares fueron enviados al ataque de Kronstadt, y al día siguiente, 7 de marzo de 1921 a las 6:45 pm se iniciaron los bombardeos sobre “el orgullo y la gloria de la revolución rusa” como había sido nombrada Kronstadt por Trotsky un tiempo atrás.

Los ataques bolcheviques contra Kronstadt no hicieron sino encender más los ánimos de los marinos y revolucionarios de Kronstadt; en el número 6 de Izvestia, del 8 de marzo se dice que:

 

“Ha comenzado el bombardeo contra Kronstadt. Bien; ¡Midamos nuestras fuerzas!”

 

Seguido de este otro mensaje:

 

“Ayer, 7 de marzo, los enemigos de los trabajadores --los comunistas-- abrieron el fuego contra Kronstadt.

La población recibió el fuego valientemente. Los obreros corrieron a las armas con ardorosa decisión, Bien se ha visto que la población laboriosa de la ciudad está en perfecto acuerdo con su Comité revolucionario provisorio.

A pesar de las hostilidades, el Comité juzga inútil la proclamación del Estado de Sitio. ¿Qué podría temer, en efecto? ¡Nada, por cierto, de sus propios soldados rojos, ni de sus marinos, ni de los obreros y los intelectuales!

En Petrogrado, por lo contrario, a causa del Estado de Sitio proclamado, no se puede transitar sino hasta las 19 horas. Esto se comprende: los impostores temen a la población laboriosa”.

 

Citemos nuevamente a Rosmer. Este nos da algunas pruebas realmente importantes que mostrarán al lector el cinismo y facilidad que tienen los marxistas para mentir. Rosmer nos dice, sobre el ataque a Kronstadt, que:

 

“Estas operaciones tienen lugar el 2 de marzo, y es solamente el 7 que el gobierno, habiendo agotado los intentos de conciliación, debe resolverse a ordenar el ataque […] El gobierno emprendió la acción que ya resultaba inevitable, a pesar suyo, como lo confirma el testimonio de Lutovinov, uno de los líderes de la "Oposición Obrera"; al llegar a Berlín el 21 de marzo, declaró: ‘Las noticias publicadas por la prensa extranjera acerca de los sucesos de Kronstadt son muy exageradas. El gobierno de los soviets es lo bastante fuerte para acabar con los rebeldes; la lentitud de la operación se explica por el hecho de que se quiere proteger a la población de la ciudad’” (167)

 

No creo que merezcan ser aclaradas estas últimas afirmaciones después de lo que estamos viendo.

Los ataques de los bolcheviques se realizaban principalmente desde el norte y el sur, los bolcheviques vestían con ropa de color blanco, que les permitía camuflarse en las nieves del golfo de Finlandia. En Kronstadt se tenía la esperanza de que los obreros de Petrogrado acudieran en su ayuda; pero Petrogrado se encontraba en Estado de Sitio. En tanto que en Kronstadt lo ataques continuaban, y el frío, la falta de alimentos, las prolongadas luchas en los frentes, la lucha desigual entre los más de 14.000 combatientes de Kronstadt (10.000 de ellos marinos) y los bolcheviques que eran frecuentemente reforzados (168), contribuía todo esto a debilitar a Kronstadt. Se tenía esperanzas aún de que, en medio de los ataques bolcheviques, los obreros de Moscú y Petrogrado se sublevaran y comenzara la tercera revolución. Pero nada de esto ocurrió… Kronstadt perecía, pese a los heroicos esfuerzos por defenderse.

La noche del 12 y 13 de marzo los bolcheviques atacaron por el sur, utilizando de nuevo los sudarios blancos; centenares de Koursantis perecieron en los ataques, en los que Kronstadt continuaba siendo atacada. Los defensores de la fortaleza estaban agotados ya por el hambre, el cansancio y las privaciones de todo tipo, y sin embargo seguían resistiendo. Los comunicados del Comité revolucionario provisorio se hacían cada vez más trágicos: las victimas aumentaban considerablemente.

El 16 de marzo los bolcheviques se sintieron lo bastante fuertes como para derrotar definitivamente a los marinos, y lanzaron una furiosa descarga de obuses y bombas que lo destruía todo. Incluso el hospital que tenia la insignia de la Cruz Roja fue demolido por los bombazos. Sin embargo el coraje y el valor de los de Kronstadt hacía que desafiaran a la muerte a cada momento, en pos de verse libertados de los impostores de la revolución. Por doquier se armaban destacamentos de voluntarios que acudían a la lucha contra los tiranos bolcheviques.

Ese mismo 16 de marzo la lucha estaba aún indecisa. Los bolcheviques que no habían sido prisioneros señalaban a los atacantes los puntos más débiles de la fortaleza; los bolcheviques, cuya vida había sido respetada traicionaron al pueblo, se armaron y golpearon por la espalda a los marinos. Hacia las 7 de la mañana del 17 de marzo los bolcheviques avanzaron masacrando a todo lo que había a su paso rumbo al centro de la ciudad, a la Plaza del Ancla.

“Pero los marinos no se dieron por vencidos: continuaron batiéndose como leones, defendiendo cada barrio, cada calle, cada casa”. (169)

La batalla duró hasta la noche, en la que los asesinatos en masa, los fusilamientos, y las ejecuciones eran el escenario del lugar en donde la revolución había mantenido siempre sus aspiraciones de libertad.

Dybenko obtuvo poderes para limpiar a la ciudad de todo vestigio rebelde, y una verdadera orgía de sangre tiñó a Kronstadt.

Para colmo de cinismo, al día siguiente, 18 de marzo, el gobierno bolchevique festejaba el aplastamiento de Kronstadt y el aniversario de la Comuna de París de 1871, ahogada en sangre por Galliffet y Thiers. Trotsky sería nombrado entonces, y a modo de burla, el “Galliffet de Kronstadt”.

En los días siguientes las prisiones de Kronstadt fueron abarrotadas de detenidos que eran comúnmente sacados de las celdas para ser fusilados por órdenes de la Tcheka.

Así quedaban aplastadas las esperanzas revolucionarias de Kronstadt y el afianzamiento del poder bolchevique. Como antes con los makhnovistas, la revolución popular era ahogada en sangre por quienes decían defenderla.

Hemos revisado ya algunos puntos importantes de la revolución rusa, en cuanto a la práctica de los métodos marxistas se refiere. Después de la muerte de Lenin, y de muchas luchas intestinas, los miembros del partido que optaban por la NEP fueron perseguidos, y el Estado fue definitivamente blindado, armado y Stalin fue el Monarca que impuso su ley a todos, incluido el mismo Partido Comunista. Esto no es para asombrarse, recordemos las palabras de Lenin al respecto:

 

“La democracia socialista soviética no se contradice con el dominio y dictadura de una sola persona: los deseos de una clase a veces se expresan mejor a través de un dictador” (170)

 

La complicidad de Lenin con el régimen stalinista no puede ser más evidente.

“El desenlace es conocido: toda la “vieja guardia” bolchevique fue liquidada... De ser verdad que todos los colaboradores de Lenin habían sido “contrarrevolucionarios”, “espías” y “fascistas”, el hecho arrojaría una luz muy singular sobre la dictadura del proletariado; y si es falso, ¿cómo calificar a un gobierno que con tales argumentos justificó los asesinatos de la época estaliniana?” (171)

Zinoviev declaró en un texto llamado Los partidos y tendencias antisoviéticos que:

 

 “El capitalismo de Estado es el capitalismo que nosotros sabremos organizar, el capitalismo que está estrechamente ligado al Estado. Y el Estado son los trabajadores, es la fracción más progresista de los trabajadores, es la vanguardia, somos nosotros”. (172)

 

El mismo Lenin que tanto se ensalzaba por esos días de ser un inmejorable revolucionario, terminó a principios de la década de los veinte diciendo que:

 

“La idea de hacer una sociedad comunista, sólo con comunistas; es un infantilismo puro. Hay que confiar la construcción económica a otros, a la burguesía que es mas cultivada, a los intelectuales del campo de la burguesía. Nosotros mismos no estamos aún cultivados para eso.” (173)

 

Tiempo antes, exactamente en 1912, Lenin introducía a Stalin en el comité central de partido. Y después, lo nombraría ni más ni menos que Secretario General. Sólo años después se conocerían las consecuencias de ello: ¡la era stalinista!

“Los marxistas-leninistas, con su dictadura del proletariado, su aparato estatal centralista, su burocracia y su policía secreta, inauguraron en Rusia un régimen de terror y una de las peores formas de absolutismo desde el nacimiento del Estado moderno en Europa. Los comunistas del mundo no sólo lo han aceptado sino que lo han defendido por convicción. Su absurdo vocabulario, que estigmatiza, hoy como ayer, a quien se oponga a la teoría y la práctica bolcheviques del momento, ha envenenado toda discusión de principios dentro del movimiento obrero.” (174).

Si fue Lenin quien introdujo a Stalin en un puesto tan importante del Estado ¿a quién debemos entonces la época de terror stalinista?

Es verdad que antes de su muerte Lenin advirtiera a los miembros del Partido sobre Stalin:

 

“El camarada Stalin, llegado a Secretario General, ha concentrado en sus manos un poder inmenso, y no estoy seguro que siempre sepa utilizarlo con la suficiente prudencia […] Stalin es demasiado brusco, y éste defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de Secretario General. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc. Esta circunstancia puede parecer una fútil pequeñez. Pero yo creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y desde el punto de vista de lo que he escrito antes acerca de las relaciones entre Stalin y Trotsky, no es una pequeñez, o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva” (175).

 

Pero si es verdad que Lenin dijo esto, no es menos verdad que en un tiempo, éste energúmeno contra el que pone en guardia a sus compañeros, representó para Lenin un firme apoyo. Podemos leer en su Testamento Político la insistencia que pone Lenin en mejorar el Estado bolchevique. No se trata, entonces, de velar por el bien del pueblo, no se tratar de evitar derramamientos de sangre provocados por que Stalin es demasiado brusco, el mismo Lenin manchó sus manos de sangre trabajadora. Se trata, entonces, de conseguir un buen funcionamiento del aparato estatal, y no de sentimientos humanitarios.

La revolución rusa representó una esperanza en tanto que no tuvo dueño, en tanto que el principal protagonista fue el pueblo. Las cosas cambiaron cuando los bolcheviques se montaron en sus espaldas; entonces, en el fondo, la revolución rusa, bajo el dominio bolchevique, no fue sino el resurgimiento del régimen zarista, aunque esta vez revestido de popular.

Lenin en su Testamento político lo confiesa:

 

“La incorporación de muchos obreros al CC ayudará a los obreros a mejorar nuestro aparato, que es pésimo. En el fondo lo hemos heredado del viejo régimen, puesto que ha sido absolutamente imposible rehacerlo en un plazo tan corto, sobre todo con la guerra, con el hambre, etc.” (176)

 

He aquí, como Lenin conformó --¡ironías para recordar!— un aparato de Estado según el modelo de la Comuna de París. Tomando este aparato del viejo régimen, los bolcheviques apenas lo modificaron. Continuaron las represiones con mayor crueldad que en el zarismo. En definitiva, el aparato apenas fue reformado:

 

En cinco años es imposible por completo reformar el aparato en medida suficiente, sobre todo atendidas las condiciones en que se ha producido nuestra revolución. (177)

 

Las enseñanzas del propio maestro Marx, quien despreciaba a los campesinos y ponía delante de ellos a los obreros no fueron olvidadas por Lenin:

 

“Bastante es si en cinco años hemos creado un nuevo tipo de Estado en el que los obreros van delante de los campesinos contra la burguesía (178)

 

Aquí Lenin miente descaradamente: en tanto que obreros y campesinos trataron de ir contra la burguesía, estos fueron asesinados sin piedad. Nadie como los marinos de Kronstadt, los makhnovistas y con ellos los anarquistas todos, luchaba contra la burguesía, y su pago fue la muerte, el exilio, el destierro a Siberia o simplemente la cárcel, de donde comúnmente se llevaban a la muerte.

Los bolcheviques en tanto se mantuvieron en el poder, arrebataron las tierras a los campesinos, la dirección de las fábricas a los obreros y se convirtieron a sí mismos en los nuevos amos, en los nuevos burgueses que vivían a costillas del pueblo.

Lenin nos deja ver, en su Testamento Político, que esta capa explotadora existía en Rusia. Él mismo lo confiesa:

 

“Los obreros que se incorporen al CC deben ser, de preferencia, personas que se encuentren por debajo de la capa de los que en los cinco años han pasado a ser funcionarios soviéticos, y deben hallarse más cerca de los simples obreros y campesinos, que, sin embargo, no entren, directa o indirectamente, en la categoría de los explotadores” (179)

 

Sin duda cabría hacer un análisis también sobre lo que fue la URSS después de la muerte de Lenin. Este régimen soviético ya no presenta ningún tipo de duda: la contrarrevolución se había apoderado de Rusia. Había una capa enorme de trabajadores explotados, un puñado de serviles cortesanos y un monarca pseudosocialista: Stalin.

Sin embargo, si he puesto más énfasis en analizar el periodo anterior a la muerte de Lenin y la constitución de la URSS ello se debe a que considero más adecuado analizar los principios mismos de este régimen, los principales protagonistas que lo engendraron; en fin, dejar lejos de toda duda que ni Lenin, ni Trotsky (principales figuras de los bolcheviques) fueron en modo alguno revolucionarios. Todo lo demás cae por sí solo.

Amigo lector, si has comprendido lo que se escondía detrás de los bolcheviques, no te será difícil ver que el régimen de terror a que dio pasó la muerte de Lenin, no es sino la secuela obvia del leninismo.

Por eso, cuando en México los medios oficiales y los miembros de los Partidos Comunistas hablan de El Gran Revolucionario Trotsky, a mi mente vienen todos los sucesos de Kronstadt y Ucrania. Y tan sólo un pensamiento le sigue a ello:

“Los burgueses y los aspirantes a ello siempre idolatran a los verdugos, y Trotsky es un digno representante”

 

La Contrarrevolución Marxista en España

El marxismo también aportó su porción contrarrevolucionaria en España.

Para cuando estalla la revolución el 19 de julio de 1936 el marxismo ya tenía en España antecedentes de sus maneras de actuar. No sólo los sucesos de mayo de 1937 demostraron el carácter contrarrevolucionario del marxismo; anteriormente a estos sucesos, Stalin venía ya trabajando el terreno para ejercer el principal papel en la contrarrevolución. Pero incluso antes siquiera de la revolución del 36 ya el marxismo había mostrado las garras en España, con la llegada de Paul Lafargue a Madrid el 4 de agosto de 1871. Así que antes de proceder al relato de la contrarrevolución marxista en España, hablemos un poco de lo que antecedió a ella: Paul Lafargue, Engels, Marx, y su lucha infructuosa contra el anarquismo en España.

El pueblo español ha sido un pueblo que pese a las circunstancias ha llevado siempre los instintos revolucionarios en el corazón.

Antes de la llegada de un miembro de la AIT a España, ésta contaba ya con antecedentes revolucionarios:

Más allá de revisar el movimiento anabaptista en España, hemos de revisar una época más cercana a los acontecimientos que nos importan: en el siglo XIX una ola de hambre azota a Barcelona y en el año de 1855 se registra la primera huelga en esta ciudad.

Ese mismo año y el siguiente, multitudes de hambrientos se levantan en intentos de apoderarse de los graneros.

En el año siguiente (1857) se dan también levantamientos de socialistas, resultando fusilados 97 de ellos, a raíz de lo cual se impide toda asociación.

Cuatro años después, en 1861, en Loja, son derrotados 30.000 hombres armados.

No hemos de olvidar aquí tampoco el heroico papel del pueblo español ante la invasión napoleónica.

En el año de 1868 España vivía ya un ambiente propicio para la revolución, y cuando ese mismo año la Reina Isabel se ve obligada a abdicar del trono (30 de septiembre), el pueblo español sentía no ya la necesidad de reformar o mejorar el poder estatal: sino destruirlo.

Había, pues, un campo fértil y propicio para el desarrollo del anarquismo.

Bakunin, con su extraordinaria visión de los acontecimientos, vio perfectamente la oportunidad que se presentaba en España, y obtiene el triunfo de las ideas anarquistas; Marx, por el contrario, fracasó en su intento por suministrar a España unas ideas que no quería, y que no iban acorde con su sentir.

Bakunin envía a un delegado de la AIT a España, para entablar negociaciones con los miembros obreros más activos, y tratar de fundar ahí una sección de la AIT, se trata de Giuseppe Fanelli.

Fanelli llega a España el 24 de noviembre de 1868, e inmediatamente se da a la tarea que se le había asignado. Allí contacta rápidamente con Donadeu, quien a su vez le presenta a Rafael Farga Pellicer, uno de los miembros obreros más activos y sobrino del famoso pintor.

Quedan constituidas, pues, secciones en Barcelona (más industrializada) y Madrid (de carácter campesino). La constitución de ambas secciones respondió perfectamente a no dejar fuera de la organización ni a campesinos ni a obreros, haber constituido una sola sección habría dejado fuera, por lo menos provisionalmente, a un sector del pueblo trabajador.

Constituidas las secciones de la AIT en España, estas comienzan a desarrollarse con entera independencia de algún organismo extranjero, incluso de la Alianza de Bakunin.

La pruebas más grande esto, es que cuando Fanelli entrega los estatutos a los españoles para que se fundara la sección de la AIT en España, lo que entrega no son los estatutos de la AIT, sino los de la Alianza, que eran los únicos que tenía a la mano.

Por ese entonces, la Alianza había sido, en teoría, disuelta para entrar en la AIT. Al entregar Fanelli estos documentos estatutarios a los españoles, lo hace sin saber que la Alianza había sido ya disuelta… ¡Tal es el grado de poca correspondencia que mantenía Bakunin incluso con Fanelli, no se diga ya con los españoles!

Éste desarrollo de las secciones españolas de la AIT habría de continuar su actividad, y para cuando el Consejo General de la AIT, es decir, prácticamente Marx y Engels, comienzan a interesarse por España, ésta mantenía ya una actividad.

¿Cuál fue entonces el motivo por el cual el Consejo General se interesa por España?

Engels era entonces el delegado para los asuntos de la AIT con España, pero jamás se interesó en ella, sino hasta la llegada de Lafargue a España.

En el tercer Congreso de la AIT, celebrado en Bruselas entre el 6 y el 13 de septiembre de 1868, Bakunin entraría a formar parte de la AIT como ya hemos visto, y de los asistentes al Congreso, encontramos que asisten delegaciones de Alemania, Francia, Bélgica, Suiza, Italia, y España envía por primera vez un delegado. Se trata del anarquista catalán Antonio Marsal Anglora que, como hemos visto también, se presenta como “Sarro Magallan”, para evitar las persecuciones policiales. Marsal Anglora, o Sarro Magallan, representa en este Congreso a la Legión Ibérica y toma parte activa en las votaciones del Congreso. (180).

Las relaciones del Consejo General con España eran nulas, apenas encontramos datos sobre que en el año de 1864: el 22 de noviembre, un tal L. Otto, fue autorizado por el Consejo General para corresponder con los “amigos del progreso”. Este Otto es un sujeto alemán, por lo que sé, y del cual jamás se vuelve a encontrar rastro alguno. Marx escribe el primero de mayo de 1865 a Engels, a raíz de la salida (el 4 de abril) de los miembros italianos (Mazzinianos):

 

“En lugar de ellos (181) hay ahora españoles [en el consejo]”.

 

A pesar de la investigación que he realizado, no he podido encontrar el rastro de estos españoles a los que se refiere Marx. Más tarde, el 14 de noviembre se informó que el centro de París correspondía con “demócratas españoles”

Sin embargo, no es hasta Sarro Magallan que se comienzan a tener relaciones por lo menos formales con el Consejo General de Londres.

A Pesar de ello, éste primer contacto no trajo repercusiones para España. No fue sino hasta la llegada de Fanelli a España que comienzan las relaciones directas de la recién nacida Internacional española con las demás secciones de la AIT.

Como se puede ver, el Consejo General de Londres no tuvo jamás interés en España, ni puso nada de su parte por difundir la AIT en España. Nada de lo que se consiguió en España en esa época tuvo que ver con la injerencia de Marx y Engels. Fue Bakunin quien se interesó por España y gracias a sus ideas, es que si una idea ha estado siempre presente en España, no es, por cierto, el marxismo, sino el anarquismo.

Entonces, si España estaba ya “ganada” para la AIT, ¿Cuál fue el propósito de mandar aquí a Lafargue?

La respuesta no puede ser más lógica: se estaba ya en la antesala del enfrentamiento Marx-Bakunin, o mejor dicho, entre marxistas y anarquistas.

El envío de Lafargue a España no respondía a aspiraciones propagandísticas del Consejo General de Londres, dominado por Marx y Engels, sino antes bien, a combatir la influencia que el anarquismo bakuninista tenía aquí; minar su influencia, y arrebatar esas nuevas secciones de la AIT a la influencia anarquista. Y de esta manera, poder dar un golpe más duro a Bakunin y compañía.

Paul Lafargue llegó a España el 4 de agosto de 1871, con la misión expresa que acabo de apuntar.

Inmediatamente de su llegada, Lafargue se puso en busca de un republicano, el señor Guisasola. Su segunda visita fue a Francisco Pi y Margall, a quien propuso la tarea de formar un Partido Obrero Español.

Pero Pi y Margall sabía bien la situación de España en esos momentos, y contestó a Lafargue que en la actualidad, los obreros españoles no deseaban ni su partido republicano federalista, ni cualquier otro partido obrero.

Llegado a Madrid cuando apuntaba ya la navidad, comienza a corroer el ambiente que le dio cabida: el 24 de noviembre aparece la primera muestra del camino que habría de seguir La Emancipación: publica, por medio de Mesa, un artículo en el que se critica la tendencia abstencionista del Consejo Federal. Tendencia que, según los redactores del documento, sólo habría de beneficiar al republicanismo burgués.

Lafargue asiste a una primera reunión el 7 de enero de 1872, en la que ve un ambiente contrario al Consejo General, lo cual era lógico.

Se atreve además a preguntar si alguna vez el Consejo General ha ejercido presión alguna sobre la Federación del Jura, y cita (torpemente) también un párrafo aparecido en el periódico La Razón (Sevilla):

 

“Por nuestra parte vemos que nada, absolutamente nada ha hecho el Consejo general por la propaganda y organización de la Internacional en nuestra región; y si nos viésemos privados de la existencia del Consejo, no por eso dejaríamos de adelantar tanto, por lo menos, como si continuara”

 

Molesta la reunión por esta agitación en medio de una organización que trataba de mantener la armonía, se le amenazó con la expulsión.

Posteriormente en una reunión del Consejo federal, propuso de nuevo su idea de formar un partido obrero, idea que fue rechazada.

“Lo defendió hábilmente; pero todos, absolutamente todos… rechazaron dicho programa por considerarlo contrario a las ideas de la AIT; (…) al fin dijo: ahora me he convencido de que los obreros españoles son tal vez los obreros más radicales del mundo” (182)

Lafargue entonces procede a abandonar la agitación pública, y cambia de táctica, procede ahora a la adulación: se hace asiduo colaborador de los miembros del periódico La Emancipación, principalmente de Mesa: sacó al periódico varias veces de las crisis financieras que tuvo, y escribió numerosos artículos para el mismo. En fin, su cambio de táctica comenzó a funcionar, pues logró ejercer cierta influencia sobre muchos miembros de La Emancipación, con excepción de Lorenzo.

Morago alcanzó a vislumbrar lo que se escondía detrás de la actividad de Lafargue, y en El Condenado, donde escribía, dedicó unas líneas llenas de sarcasmo a éste.

El 3 de marzo habría de aparecer en La Emancipación una carta dirigida al Partido Republicano Federal, pidiéndole una declaración sobre su opinión del programa de la AIT (183).

El Consejo Local de la Federación Madrileña envió una carta que se tenía que publicar, aclarando que dichas palabras dirigidas al Partido Republicano, eran obra exclusiva de los redactores de La Emancipación. Pero los señores redactores de La Emancipación actuaron con independencia propia: la carta no fue insertada, haciendo ver a los ojos de los lectores que la carta dirigida al Partido Republicano no era obra exclusiva del periódico, sino de la organización.

Si se entiende que desde 1869 los miembros de la Federación Madrileña habían hecho enormes esfuerzos por separar a los trabajadores de la influencia del Partido Republicano, se entenderá entonces que la Federación Madrileña haya expulsado a los redactores de La Emancipación: la carta dirigida al Congreso del Partido Republicano era un golpe disimulado al trabajo realizado en los trabajadores desde 1869.

Por lo demás, como miembros del Consejo Federal los miembros retenían sus funciones.

El caso no se resolvió sino hasta el Congreso de Zaragoza (abril de 1872).

En abril Bakunin escribía una carta a Mora, quien aún no estaba del todo ganado para la causa de Lafargue. Esta carta, que Bakunin escribió a petición de Alerini, sería guardada por Mora, siendo entregada finalmente a Marx, quien la utilizó como método de ataque en contra de Bakunin, para probar la existencia de la Alianza en España, tal y como ya hemos visto en el capítulo que hemos dedicado a la Internacional. He aquí la famosa carta:

 

“El 5 de abril de 1872. Locarno.

 

Querido Aliado y compañero. – habiéndome invitado nuestros amigos de Barcelona a escribirle, lo hago con tanto más placer cuanto que yo, lo mismo que mis amigos, nuestros Aliados de la Federación Jurasiana, somos el blanco de las calumnias del Consejo General de Londres, en España lo mismo que en los otros países. Es una cosa muy triste verdaderamente que en estos tiempos de crisis terrible, en que se decide por muchas decenas de años la suerte del proletariado de Europa entera y en que todos los amigos del mismo, de la humanidad y de la justicia debieran unirse fraternalmente para hacer frente al enemigo común, el mundo de los privilegiados organizados en Estado -- es muy triste, digo, que hombres que han prestado por otra parte grandes servicios a la Internacional en el pasado, impulsados hoy por una mala pasión autoritaria, se rebajen hasta la mentira y siembren la división, en lugar de crear por todas partes esa unión libre que es la única que puede crear la fuerza.

Para daros una idea justa de las tendencias que perseguimos, no tengo más que una cosa que deciros. Nuestra propaganda es la vuestra, la misma que habéis proclamado en vuestro Congreso del año pasado y si permanecéis fieles a ella, estáis con nosotros, por la simple razón de que nosotros estamos con vosotros. Nosotros detestamos el principio de dictadura, de gubernamentalismo y de autoridad, como lo detestáis vosotros, estamos convencidos de que todo poder político es una fuente de depravación infalible para los que gobiernan, y una causa de servidumbre para los gobernados. -- Estado significa dominación y la naturaleza humana está hecha de tal modo que toda dominación se traduce en explotación. Enemigos irreconciliables del Estado, en todas sus manifestaciones, no querernos personificarlo en el seno de la Internacional. Consideramos la Conferencia de Londres y las resoluciones que ha votado, como una intriga ambiciosa y como un golpe de Estado, y es por eso que hemos protestado y que protestaremos hasta el fin. No toco a las cuestiones personales ¡ay! no llenarán más que con exceso el próximo Congreso universal, si ese Congreso tiene lugar, de lo que dudo mucho por mi cuenta, porque si las cosas continúan al mismo paso, pronto no habrá un solo punto en el continente de Europa en que los delegados del proletariado puedan reunirse para discutir libremente. Y ahora todos los ojos están fijos en España y en el resultado de vuestro Congreso (184) ¿Os encontrará en plena revolución o en plena reacción? Todos nuestros amigos de Italia, de Francia y de Suiza esperan noticias de vuestro país con una cruel ansiedad.

Sabéis sin duda que en Italia, en este último tiempo, la Internacional nuestra querida Alianza (185) han adquirido un gran desarrollo. Tanto el pueblo de los campos como de las ciudades se encuentra en una situación por completo revolucionaria, es decir, económicamente desesperada, y las masas comienzan a organizarse de una manera muy seria, sus intereses comienzan a convertirse en ideas. -- Hasta el presente, lo que había faltado a Italia, no eran los instintos, sino precisamente la organización y la idea. La una y la otra se constituyen, de suerte que Italia, después de España, con España, es quizás el país más revolucionario en esta hora. Hay en Italia lo que falta en otros países: una juventud ardiente, enérgica, por completo desplazada, sin carrera, sin salida, y que, a pesar de su origen burgués, no está moral e intelectualmente agotada, como la juventud burguesa de los otros países. Hoy se lanza de cabeza en el socialismo revolucionario, con todo nuestro programa, el programa de la Alianza, Mazzini, genial y poderosamente antagónico, ha muerto, el partido mazziniano está completamente desorganizado y Garibaldi se deja arrastrar más y más por la juventud que lleva su nombre, pero que va o que corre infinitamente más lejos que él. He enviado a los amigos de Barcelona una dirección italiana; pronto les enviaré otras. Es muy necesario que los Aliados de España se pongan en relaciones directas con los de Italia. ¿Recibís los periódicos socialistas italianos? Os recomiendo sobre todo L’Eguaglianza de Girgenti –Sicilia-- La Campana de Nápoles --Il Fascio Operaio de Bolonia-- Il Gazzettino Rosa, pero sobre todo Il Martello de Milán, desgraciadamente secuestrado y todos sus redactores presos.

En Suiza le recomiendo dos Aliados: James Guillaume (Suiza, Neuchâtel, 15 rue de la Place d'Armes) -- y Adhémiar Schwitzguébel, grabador (miembro y secretario corresponsal del comité de la Federación jurasiana), Suiza, jura bernés, Sonvillier, M. Adhérnar Schwitzguebel, grabador.

 

[Sigue la dirección de Bakunin]

 

Alianza y fraternidad

Bakunin

 

Salude, le ruego, de mi parte al hermano Morago y ruéguele que me envié su periódico (186)

¿Recibe el Boletín de la Federación Jurasiana?

Le ruego que queme esta carta, porque contiene nombres”

 

Esta amable carta de Bakunin, que no contiene en si nada de confidencial más allá de los nombres, es la que después sería entregada para usarla en su contra en el Congreso de La Haya.

Según Clara E. Lida (187), antes del citado Congreso que habría de realizarse en Zaragoza los miembros de la Alianza anuncian su disolución, en prevención de los posibles ataques de los marxistas. En ningún otro lado he visto ese argumento, pues si se basa Lida en los documentos de Lafargue, entonces está el mismo contradiciéndose enormemente, pues también había dicho que fue ahí donde se enteró de la existencia de la Alianza. Véase más abajo este argumento. Como quiera que sea, no puedo afirmar de alguna manera que lo escrito por Lida tenga asomo de verdad, pues como ya he dicho, sólo en su libro he encontrado esta afirmación.

La disputa entre los redactores de La Emancipación y la Federación Madrileña era presentada en el orden del día del Congreso de Zaragoza de la siguiente manera: “Disidencias entre el Consejo Local de la Federación Madrileña y los redactores del periódico La Emancipación”. Para muchos de las asistentes al Congreso este punto constituía uno de los más importantes.

Durante dos sesiones de cuatro horas cada una los involucrados en el enfrentamiento se dedicaron a decirse lo que sentían.

Al final, los miembros del periódico La Emancipación fueron de nuevo admitidos pero, como bien apunta Anselmo Lorenzo (188), esta reconciliación sólo fue el aplazamiento de los odios: la disputa Marx-Bakunin se había trasladado a España y, como en cualquier sitio, las dos tendencias no pueden existir: entre la autoridad y la libertad se disputan su sitio en éste mundo, pues en el no caben ambas. La una siempre ha de subsistir a costa de la derrota de la otra.

La resolución final al conflicto fue la siguiente:

 

“Considerando que el Congreso se ha enterado de una hoja remitida por la Federación madrileña a las Federaciones locales de la Región española en la que se da cuenta de las disidencias que han tenido lugar entre el Consejo local de la misma y el Consejo de redacción de La Emancipación, compuesto de individuos del Consejo federal, y que por este motivo no ha podido prescindir de ocuparse de la cuestión;

Considerando que en las circunstancias actuales es preciso aunar los esfuerzos todos, para la consecución de los altos fines que nos proponemos realizar;

Considerando que ahora más que nunca es necesaria la unión de todos los federados de la región española;

Oídas las explicaciones dadas por una y otra parte, el Congreso acuerda:

Que los redactores de La Emancipación retiren todo lo que ha dado ocasión a su expulsión, y que la Federación madrileña retire también todo lo que tenga carácter de ofensivo para dichos redactores y el acuerdo de expulsión.

Acuerda también se excluya de esto la cuestión de doctrinas manifestadas en dicho periódico y tituladas Organización del trabajo, para tratarlas en particular como amigos los delegados.”

 

Esto no iba a terminar con el conflicto. Sí, el 5 de mayo los redactores eran devueltos a sus puestos, pero en el Congreso de Zaragoza no solo se habían discutido las rencillas:

Aquí, según Lafargue, fue donde se afirmó en su creencia de la existencia de la Alianza en España, cuando escuchó que uno de los delegados al Congreso, un catalán, pronuncio la siguiente frase: “La causa de todo lo que pasa es la A” (189).

En el Congreso de Zaragoza es donde probablemente le fue entregada a Mora la carta que Bakunin le enviaba y que ya hemos visto.

Lafargue había ganado ya para su campo a Mora y a otros miembros de La Emancipación, con lo que los ataques contra la Alianza aparecieron.

Se hablaba de una organización jerárquica dentro de la Alianza, y que las órdenes partían del extranjero.

En realidad, como he apuntado al inicio de este capítulo, la Alianza española se desarrolló con entera independencia de Bakunin, a quien se le adjudicaba ese cargo de director.

Bastaría con echar una mirada a las notas de 1871 del mismo Bakunin para ver que no había una asidua correspondencia con España. Veamos:

 

“(23 de abril de 1871) carta a Pellicer Farga, (1 de junio) encuentra carta de . . . Sentiñón ... ; (2) escrito cartas . . . a Sentiñón; (24) cartas a . . . Sentiñón por princesa (Obolenska); (27) carta de . . . Beppe (190) a Farga Pellicer; (3 de julio) carta de Sentiñón en la fortaleza (preso); (11) comenzando carta a Sentiñón; (12) carta a James Guillaume con carta de Sentiñón para Zúrich, Ponomareff (191) enviadas; (24) carta de Sentiñón; (18 de agosto) escrito a Sentiñón; (19) enviado. . . mi libro a Sentiñón (L’Empire knoutgermanique…); (23) enviado Respuesta a Mazzini a Barcelona; (1 de septiembre) carta a Sentiñón; (2 de noviembre) carta... a España; (15) carta de Sentiñón.”

 

Para el año de 1872 las notas de cartas dirigidas a España son estas:

 

“(3 de enero) carta a Sentiñón; (12 de febrero) cartas a los españoles…; (13) enviado cartas. . . a Sentiñón, a Soriano, a Farga y a Alerini (192); (24) carta de Sentiñón; (26) carta de Alerini; (27) carta a Alerini; (31 marzo) carta a Alerini; (1 abril) acabado y enviado gran carta encargada a Alerini; (2) carta de Alerini; (5) carta de Alerini; carta a los españoles; (6) lo mismo y cifra para Alerini; (7) acabado y enviado carta cargada a Alerini con diccionario, cifras y cartas a F. Mora (193) y Soriano; (22) carta de Alerini; (27) escrito a los Aliados de España (3 de mayo) comenzada carta cifrada a Alerini; (6) acabada y enviada carta a Alerini; escrito carta a Lorenzo; lo misino el 8; (9) escrito y terminado carta a Lorenzo, copiaré mañana;(10) carta a Lorenzo aún; (11) carta a Ross con primera hoja [de] carta a Lorenzo; lo mismo del 9 al 15 [fin]; (17) carta de Alerini enviada a Guillaume; (18) enviado carta a James, conteniendo cartas a Sentiñón y a Farga Pellicer; (18) carta a Morago; (19) carta grande a Morago; bella y larga carta de Alerini; la leemos con Armando [Cafiero] ; (29) carta a Alerini; (30) acabada carta a Alerini con Cafiero; (31) enviado larguísima carta a Raoul [Alerini] -- Andrien [desconocido] -- enviado carta a Oscar [desconocido] larga también. Junio (2) carta a Morago; lo mismo el 3, 4, 5; (4) carta a Ross con una carta española; (7) terminado carta a Mora o escrito carta a Fontana [a Lisboa] ; (8) enviado carta grande a Morago por Alerini; (9) y (10) carta a Farga Pellicer; (10) noche escrito carta a Farga y copiado carta a Fontana; (12) carta a Alerini sobre la circular [Les prétendues scissions dans l’Internationale, folleto del Consejo General (Marx) contra la Alianza] ; (12) carta a James con carta de Cafiero a Engels y con carta de Farga Pellicer; (13) carta a Alerini sobre sociedad secreta -- acabada (194); (17) enviado carta colectiva a los aliados contra la circular -- a Alerini -- y carta a James; (25) carta a Barbero [V. Pezza, en Milán] encargada enviada con primeras hojas de carta a Lorenzo [¿una copia?]. Junio (17) comenzado carta a Alerini; (18) acabada. . .; (19, en Neuchâtel) James me trae la carta de Farga Pellicer; (30) carta de Raoul [Alerini]; (31) escrito y enviado a James carta para Farga.

Agosto (3) escrito y enviado carta a Alerini, con documentos italianos y manuscritos; (13) cartas a Cerretti, a Pezza con gran carta colectiva, de la cual copia a ambos, a Farga y a James; (28) carta de James con carta de Morago a Beppe [Fanelli]; (29) carta a los amigos jurasianos y españoles para serle remitida [al Congreso de La Haya] por Armando [Carlos Cafiero] que parte mañana (195)”

 

Es verdad, la correspondencia de Bakunin con España para el año 1872 es más grande. Pero si pensamos que en ese entonces las calumnias contra el anarquismo estaban a la orden del día en España, el grueso de la correspondencia tiene una razón lógica de ser.

Si a esto aunamos que se acercaba ya el Congreso de La Haya, donde los marxistas habían trabajado mucho para eliminar de sus filas a Bakunin y los anarquistas, el motivo de la correspondencia no puede sorprendernos.

Después del Congreso de La Haya, hay un espacio en la correspondencia de Bakunin que no he podido encontrar, ignoro si existe carta alguna para este periodo, pues de la última carta de Cafiero, sólo encuentro lo siguiente:

 

“Después de dos cartas colectivas a los italianos y a los jurasianos (31 de octubre y 1 de noviembre), (2 de noviembre), escrito por Justus [Farga Pellicer] carta colectiva a todos los H [ermanos] españoles; (3) envío de esa carta y una a Farga Pellicer, una a Morago, una a Marselau. (6 y 7) Circular número 2 de Hugo, [Bakunin] a Ermani [los hermanos]; su envío no está indicado especialmente. (11) Carta buena de Alerini. (13) Escrito diccionario geográfico [cifras]… acabado Francia, España y Portugal; (15) despejado carta de Raoul [Alerini]. Viejo estilo;… carta a todos -- copia de carta a Raoul enviada; (16) carta a Alerini; (17) a James con carta de Alerini; carta colectiva a Alerini [lo mismo los días 18, 19 y 20]; (23) carta de Marselau; (4 de diciembre) comienza a escribir a los españoles; (7) carta de Marselau (8) cartas de Alerini, Pellicer… acabada y enviada carta a Marselau; (11) las cartas (le Pellicer y de Marselau son enviadas a los jurasianos y el 13 la carta de Alerini enviada a Schwitzguebel. -- (15) escrito a los españoles; (16) enviado carta colectiva con consejos a los españoles; (17) copia grande circular respuesta a Barcelona; (18) leído a Zaicof [un amigo ruso] carta a los españoles; (19) copia noche carta circular a los barceloneses; (20, 21, 22, 23) a los españoles.”

 

Pero independientemente de la progresiva amplitud de la correspondencia de Bakunin con España para 1872, desde la llegada de Fanelli a España el 24 de noviembre de 1868, hasta el año de 1872, es decir, cuatro años, la Alianza y las secciones de la AIT en España se manejaban con entera independencia de Bakunin o de la Alianza Jurasiana.

Queda entonces descartado y ridiculizado el argumento que los marxistas allegados a Lafargue hacían sobre las órdenes que se daban desde el extranjero a la Alianza y la AIT en España.

De la misma manera, la acusación de que la Alianza era una organización jerárquica queda disuelta, pues el mismo Bakunin, en la carta a Mora, recomienda que Es muy necesario que los Aliados de España se pongan en relaciones directas con las demás secciones de la Alianza.

El mismo Mora escribió el 10 de agosto de 1871 “Queridos Montoro, Rosell y demás miembros de la A… (196) Después de vencer las dificultades que a ello se oponían, hemos logrado constituir la sección de la A en esta ciudad (Lisboa)… Conviene que los A [liados] estrechen sus relaciones entre sí…”

La acusación que después harían Mora y Lafargue sobre una organización jerárquica y que se recibían ordenes del extranjero, son sencillamente ridículas.

En abril al parecer la Alianza tuvo una fuerte crisis, y no se trataba de una de las veces que se simulaba una disolución para proteger a ésta.

Marselau (197) había dicho, según Joukowski, que en el Congreso de Zaragoza se decidió la disolución de la Alianza, las razones me parecen muy poco fiables, pero de lo que no puede caber duda es de la disolución de la Alianza.

Los pocos documentos y cartas personales que sobre eso se conservan dejan ver muy poco hacia la intimidad de esta organización.

Pero si regresamos un poco la vista en este texto, veremos que mientras Bakunin escribía la carta a Mora, ignorando el peligro que a la Alianza española amenazaba, ésta estaba pasando duros momentos.

Además, podemos ver también que en la correspondencia de Bakunin de 1872, se puede notar para abril las siguientes dos notas importantes: (22) carta de Alerini; (27) escrito a los Aliados de España.

Max Nettlau, uno de los mejores investigadores sobre la vida de Bakunin (y del anarquismo en general), encontró en los manuscritos de Bakunin una carta escrita de manera rápida, quizá una copia de una enviada a España, donde Bakunin habla sobre la disolución de la Alianza:

 

“… Tal es, pues, el pensamiento, el fin y la constitución de la Alianza. Es una sociedad de hermanos, solidarios hasta la muerte y que no tiene otro fin que hacer triunfar nuestra revolución. Debernos ser muy indulgentes, y al mismo tiempo muy sinceros y siempre verdaderos los unos con respecto a los otros. Ninguno de nosotros es perfecto y no puede tener la ridícula pretensión de serlo. Estamos llenos de defectos, de debilidades, ¡ay! a menudo, demasiado a menudo de tonterías. -- Todo eso no es nada, si permanecemos fieles unos a otros en nuestro programa, y si tenemos el buen hábito de completarnos mutuamente en nuestro pensamiento y en nuestra acción común.

¿Es así cómo estáis organizados? Parece que no, puesto que os ha sido posible disolveros y separaros. La verdadera Alianza es indisoluble. ¡Hermanos! Y ¿qué momento habéis elegido para separaros? Aquel en que la cuestión de vida o muerte se halla planteada para el proletariado de Europa entera. ¿No es una traición contra la revolución?

La revolución susurra en España y en la víspera de la gran lucha, ¿os habéis separado? ¿Y por qué razones? No por razones de principios, sino para satisfacer ambiciones y vanidades personales.

Pero, por poco numerosos que seáis, seréis fuertes, no por vosotros mismos, sino para el triunfo de la revolución. Separados, os dejaréis arrastrar como ruinas, sin voluntad y sin fuerza, a remolque de todos los acontecimientos -- Porque, recordaos bien, el tiempo de los triunfos individuales ha pasado, nuestro tiempo es el de las grandes colectividades populares que lo arrastran todo y ahogaran las individualidades por poderosas que se imaginen y que sean…”

 

Al hablar Bakunin en la carta de la disolución de la Alianza, nos deja ver que no se trataba de una estrategia de sus militantes para protegerla, cosa que no habría salido de España. Al hablar aquí Bakunin de la disolución de la Alianza, nos hace ver que la disolución fue real, que en verdad existió la disolución.

También, cuando Bakunin escribe que las razones de la disolución de la Alianza se debió a vanidades personales, hace ver las razones que Alerini le dio en la carta que Bakunin recibió el 22 de abril. Estas vanidades personales, deben ser una alusión a Mora y demás traidores y delatores que denunciaron a la Alianza.

Unas semanas después escribía una carta a España, de la cual citamos lo siguiente:

 

“Este 21 de mayo de 1872. – Locarno.

 

A Paulo [Morago]

 

Querido hermano – tengo el derecho de llamarle con este nombre, primeramente como uno de los más antiguos hermanos fundadores de la Alianza, y luego como el amigo más íntimo, el verdadero hermano de aquel a quien llamarnos Cristophe [Fanelli] y que, enviado por nosotros, ha ido a fines de octubre de 1868 de Ginebra a España (198) y ha sido en realidad el primer fundador tanto de la Internacional como de la Alianza, primero en Madrid, mas tarde en Barcelona…

… Una noticia muy triste nos ha llegado: la Alianza de Madrid, como la de Barcelona, se disuelve, y en parte está ya disuelta. Nosotros consideramos esa disolución como una gran desgracia, desde el punto de vista de la solidaridad revolucionaria de todos los países, y los que han sido la causa de esa disolución y del descubrimiento de los secretos de la Alianza, de su existencia misma que debe permanecer secreta e invisible siempre y que ninguno de nosotros podría traicionar sin deshonrarnos y sin violar el más supremo deber que nos hemos comprometido mutuamente a observar, son grandes culpables…

[Invita a los miembros de la Alianza a] reconstituir la Alianza… [Observa que] bajo este aspecto, la disolución que ha tenido lugar en algunos centros de España puede ser considerada en cierto modo como feliz, puesto que permite reconstruir la Alianza entre vosotros sobre bases nuevas, mucho más serias que antes. Puesto que vuestros grupos han podido disolverse, eso es una prueba de que han sido reclutados ligeramente y mal compuestos…”

 

El 2 de junio una “Circular de los miembros de la AIT de Madrid” es dirigida a la sección de la Alianza de Sevilla, donde se dice:

 

“La sección de la A de Madrid ha resuelto disolverse, y al propio tiempo os aconseja que hagáis lo mismo…”

 

No eran, a diferencia de lo que se dice aquí, la “sección de la A de Madrid” quienes hablan, sino los que seguían los pasos de Lafargue.

Una nota (199) similar que apareció en el periódico de La Emancipación produjo nuevamente un enfrentamiento entre éste y la Federación de Madrid; resultados: expulsión de Mesa, Mora y Pagés del periódico.

El 9 de junio, a los pocos días de estos sucesos, se reunió de nuevo la Federación de Madrid, que confirmo las expulsiones. Resentidos, los expulsados hicieron gala de todo lo que creían saber sobre la Alianza y Bakunin.

Casi un mes después, el 8 de julio los expulsados anuncian la formación de la Nueva Federación Madrileña. El Consejo de Madrid, conforme a los estatutos, se veía en la imposibilidad de reconocer el nuevo organismo. Pero Engels, que era uno de los maestros marxistas en pasar por encima de estatutos y demás contrariedades, le reconoció inmediatamente (16 de agosto).

La división está hecha. La unidad se había roto, y fueron los miembros menos convencidos de la revolución social, los más reformistas, quienes siguieron a Lafargue.

Así, los ataques contra la Alianza eran ya directos, leemos en el periódico La Emancipación número 59 del 27 de julio las siguientes frases:

 

“¿Podrán decirme los amigos de Bakunin de qué vive ese señor, cómo vive y dónde vive? ¡Misterio!”(200)

 

“Conocíamos la existencia de la Alianza de la Democracia Socialista, sociedad secreta que pugna hace tiempo por dominar ocultamente [a] la Internacional, y a la cual nosotros pertenecíamos”

 

Mora escribía el 17 de agosto (201):

 

“No es el programa de la Alianza lo que nosotros hemos combatido ni su conducta en España hasta poco tiempo antes de separarnos de ella; lo que nosotros hemos combatido es su conducta posterior, su organización jerárquica, de la cual nos hemos podido persuadir por ciertos, datos llegados a nuestro conocimiento; son los actos de esa Alianza en Suiza, Italia e Inglaterra y otros países”

 

Esto es sencillamente absurdo: Marx, que era el maestro principal de estas artimañas no habló jamás de la existencia de una sección de la Alianza en Inglaterra. Además, en la carta que dirige Bakunin a Mora, hemos visto que es el mismo Bakunin, a quien se le adjudica el papel de miembros director de la Alianza, recomienda relaciones directas entre los Aliados. Las palabras de Mora, pues, no son sino el producto de su imaginación mezclado con su resentimiento a la Alianza.

Las mentiras y acusaciones falsas de La Emancipación tendientes a destruir la solidaridad entre las secciones de la Alianza no funcionaron.

Max Nettlau, cuya magnífica obra tengo ahora mismo en frente de mí, tiene mil veces razón cuando afirma Sería difícil encontrar para esa época un periódico más envilecedor, más bajamente injurioso para sus adversarios que La Emancipación del verano de 1872.

Engels, como miembro del Consejo General de la AIT y secretario general para España apoyó decididamente estas acciones. Así, el 24 de julio envió una carta al Consejo Federal de Valencia, donde se decía: «tenemos en las manos las pruebas de que existe, en el seno de la Internacional, particularmente en España, una sociedad secreta, que se llama Alianza de la Democracia Socialista. Esta sociedad cuyo centro está en Suiza». etc.; «nosotros sabernos, además, por La Razón de Sevilla que por lo menos tres miembros de vuestro Consejo pertenecen a la Alianza»

Pide así mismo Engels que el Consejo Federal de Valencia le envíe una lista de los miembros de la Alianza en España, que hagan un informe sobre ella, además de su circular del 7 de julio (202).

La respuesta del Consejo Federal no pudo ser más clara: «Reclamáis de nosotros ni más ni menos que el oficio que un jefe de Estado pediría a su departamento de policía»

En su circular del 30 de julio el Consejo Federal se refiere también a los cobardes traidores que denunciaron a la Alianza: «vosotros que en otro tiempo recomendabais la fundación de la Alianza, vosotros que en otro tiempo exaltabais la excelencia de esa misma Alianza que hoy atacáis... »

Con los ataques hacia la Alianza, ésta finge disolverse, y se publican los estatutos de la misma, que aparecieron en el periódico La Federación de Barcelona, y que La Emancipación se negó a publicar.

Una vez disuelta públicamente la Alianza, en 1874 Lorenzo comprende y entiende la necesidad de una organización de éste tipo.

Se le reveló que la Alianza jamás había sido disuelta, que seguía en activo. Él mismo lo relata así:

 

“El día designado comparecimos todos en el sitio designado: Farga, Soriano, Pellicer, Nacher, Gasull, Llunas. Albagés (Francisco y Gabriel), no recuerdo si algún otro y yo, y se me dijo que lo que yo había propuesto a Vinas, existía y funcionaba ya secretamente: que se había dejado creer que la Alianza había sido disuelta, para mejor asegurar su existencia y funcionamiento, y gracias a ella la Internacional existía aún en España, conservando la pureza de sus ideales” (203)

 

Esta Alianza, pesadilla de Marx y Engels, y que Lafargue combatió con todas sus fuerzas, no había muerto. No se trataba de una organización peligrosa para la organización de la Internacional en España, pues hemos visto ya que ésta se desarrolló ampliamente desde la llegada de Fanelli.

Esta organización tenía por misión vigilar que no hubiese desviaciones hacia las reformas o los movimientos políticos burgueses; esta organización, que se da siempre entre los militantes más activos de un movimiento, fue lo que combatieron Marx, Engels y Lafargue.

Una vez que Lafargue hubo realizado su labor nefasta, parte para Portugal, de ahí para Londres y La Haya, al Congreso. Terminaría sus días a lado de su esposa, envenenándose a la edad de setenta años. Se inyectaron ambos cianuro de potasio.

La Internacional española pasó un periodo duro a raíz de la actividad de Lafargue que logró provocar una división en la Internacional española, pero esta experiencia sólo hizo que se fortalecieran sus raíces, que se forjaran aún más en sus ideales anarquistas.

En 1874 la F.R.E. (Federación Regional Española) es declarada fuera de la Ley y pasa a la clandestinidad.

En el año de 1876 muere Bakunin el 1 de Julio de 1876; pero las ideas que se habían difundido por medio de él no se las había llevado a la tumba, sino que reflorecían por todos lados.

En 1881 la F.R.E se constituye como F.T.R.E (Federación de Trabajadores de la Región Española).

En 1883 se inician oficialmente los sucesos conocidos como “La Mano Negra” en la que muchos anarquistas seria asesinados por el gobierno, aun cuando no se haya demostrado la existencia de dicha organización.

En 1888 se disuelve la F.T.R.E y en su lugar se constituye la Organización Anarquista de la Región Española.

La AIT se desarrollaba rápidamente en España, y para cuando en la década de 1890 una crisis económica azotaba a gran parte de Europa y con ello la sección jurasiana no enviaba delegados la sección de la AIT española seguía en marcha hacia la revolución.

Por este tiempo, si algún país presentaba la posibilidad de hacer la revolución, éste era España, en donde el anarquismo dominaba ampliamente.

En 1907 se funda Solidaridad Obrera que después de algún de tiempo vendría a ser la CNT en 1910. Para cuando estalla la revolución rusa, en 1917, la CNT acuerda en el Congreso realizado en el Teatro de la Comedia, enviar un delegado a la tierra de Bakunin (Rusia) a averiguar lo que pasaba.

Este sería Ángel Pestaña, quien después de 70 días de estadía en Rusia es detenido apenas llegado a España y entonces la CNT acuerda enviar otro delegado, que será Gastón Leval.

En 1923 se establece la dictadura de Primo de Rivera y el anarquismo español pasa duros momentos de clandestinidad.

En Valencia, en el año de 1927 se funda la FAI (Federación Anarquista Ibérica) con la asistencia de destacados miembros como Benjamín Cano Ruiz, Durruti, etc.

La FAI que sería por muchos denominada  “el brazo armado de la CNT'", en realidad no era más que una organización como lo fue la Alianza en la AIT.

El 14 de abril de 1931 se funda la Segunda República española y, sin embargo, aun bajo la república el anarquismo cenetista seguía siendo brutalmente perseguido, sus miembros encerrados y muchos de ellos asesinados cobardemente, como es el caso de Salvador Seguí.

El 16 de febrero de 1936 se realizan las elecciones generales en España, y se presenta una disyuntiva en el seno de la CNT: si ganaban las derechas, la reacción se apoderaría de toda España, y las persecuciones con ello; si ganaba la izquierda, aun siendo también un gobierno burgués, 30.000 presos saldrían a las calles con la amnistía de los cuales la mayoría era de la CNT. (204)

Se vota, pues, a la izquierda, y las prisiones se abren para los presos.

La derecha al haber perdido por la vía legal, opta por el golpe de Estado, que se realizaría a los pocos meses después.

El 17 de julio de 1936, ya era corriente que los fascistas tratarían de dar el golpe de Estado, sin embargo el gobierno pretendía impedirlo por una vía diplomática.

El 18 de julio todo era un hecho: Franco trataría de establecer en España un régimen similar al que entonces ya existía en Italia con Mussolini y en Alemania con Hitler. Pero el gobierno aún mantenía la esperanza de evitarlo por la vía pacífica y negaba las armas al pueblo que las exigía.

Al día siguiente, por la noche ya la gente estaba en las calles, y algunos miembros de la Guardia de Asalto comenzaban a confraternizar con el pueblo, con quien a veces se confundía y daban la espalda a sus superiores.

Al día siguiente, tal y como había sido acordado en el Congreso anterior de la CNT realizado en Zaragoza... el 19 de julio de 1936 a las 4:45 de la mañana, las sirenas de todo Barcelona sonaban al unísono... ¡Había estallado la libertad!

Antes de continuar con nuestro relato de la revolución española y la actitud dañina del marxismo en ella, tenemos que ver las condiciones en las cuales se encontraba el PC cuando estalla la revolución del 36.

La situación del PC español por ese entonces era especialmente característica: era un grupo minoritario sin ninguna influencia en los movimientos obreros (205).

Contaba, al estallar la revolución, con apenas 30.000 miembros (206). Cualquier sindicato de la CNT de metalurgia o construcción sobrepasaba de lejos esta cifra. Al lado de la CNT el PC era un grupúsculo insignificante. En Barcelona el PCE era aun más insignificante: Diego Abad de Santillán cuenta que:

 

“En las jornadas del 19 de julio en Barcelona, se nos informó, como una novedad extraordinaria, que había sido visto en la calle un comunista, antiguo obrero metalúrgico de la CNT” (207)

 

A nivel internacional, su situación tampoco era muy buena:

Con el estallido de 1917 Rusia se presentaba a los ojos de la burguesía mundial como un elemento peligroso a sus intereses; las democracias burguesas veían el peligro que representaba la URSS, aunque dicho peligro en realidad no fuera real.

Para el proletariado y campesinado mundial, la revolución rusa en sus inicios representó un símbolo representativo a lo que aspiraba: la destrucción del capitalismo y la creación de un nuevo orden social.

Pero conforme fue desarrollándose la revolución y los bolcheviques, desde Lenin y Trotsky hasta Stalin, comenzaron y continuaron el asesinato y la destrucción de las esperanzas de crear un nuevo sistema social justo, para entregarse a los actos contrarrevolucionarios que mataron la revolución, la URSS se presentaba entonces a los ojos de los trabajadores como un oscuro episodio y una desilusión de las esperanzas liberadoras que la revolución de 1917 había representado.

Fuera del PC mundial, los trabajadores veían ya con malos ojos a la URSS.

Antes de estallar la revolución española, la URSS se encontraba en una especie de aislamiento político: las democracias burguesas le veían como un peligro, y esto se consolidó con el bloque a la URSS, que fue llamado decorosamente “Cordón Sanitario”.

“La agitación comunista en Occidente y la revolución rusa misma desarrollaron en Europa otros movimientos revolucionarios, lo cual dio origen al fenómeno fascista, nacido también del impacto del revanchista Tratado (208) de Versalles (209)”

El fascismo entonces hace su aparición atacando a las organizaciones de izquierda, que fue bien visto por el capitalismo mundial, que temía el fin de sus privilegios a raíz de los movimientos sociales que se daban (más bien continuaban) alrededor del mundo.

Pero el capitalismo no estaba a salvo con la inauguración del fascismo porque, como se sabe, el fascismo no sólo destruye los movimientos revolucionarios, sino que también destruye las raíces del sistema capitalista actual y se pone en su lugar.

En 1933 Hitler es proclamado el caudillo de Alemania, y el ataque hitleriano se dio en dos direcciones de una manera muy clara: contra los movimientos sociales revolucionarios, y contra las democracias podridas, culpables del reparto de Versalles.

Las democracias burguesas del mundo comenzaron entonces a preocuparse, al ver como el fascismo no sólo arrastraba al temido enemigo revolucionario, sino que también representaba un peligro para su misma existencia.

La pedrada les había rebotado: podían de una manera relativamente sencilla eliminar al fascismo, pero esto significaba dejar el paso libre al enemigo revolucionario. Las democracias burguesas veían en cualquier elemento revolucionario al peligro comunista, aunque nada tuviera que ver.

Con la URSS triunfante (sobre los trabajadores) en Rusia, el peligro se hacía virtualmente mas grande.

La situación no podía ser entonces más significativa: para la URSS la Alemania nazi significaba evidentemente un peligro; para las democracias burguesas también lo era, pero a la vez podría ser un instrumento que le ayudaría a eliminar al peligro de la URSS.

Alemania oscilaba entre ambos, queriendo eliminar a los dos por igual, e instaurar su poderío a nivel mundial, lo cual intentó.

Entonces, para las democracias la solución era simple: empujar al fascismo hacia el Este, para que destruyera a la URSS.

A su vez, para ésta la solución era prácticamente la misma: empujar a las fuerzas del fascismo hacia Occidente.

Cualquiera de los dos que lograra sus objetivos podía simplemente hacer el papel de espectador, y presenciar la destrucción del enemigo sin disparar siquiera un solo disparo.

Según José Peirats, esta competencia por destruirse mutuamente se convirtió en una carrera contrarreloj entre ambas tendencias, lo cual no está falto de verdad.

A la par que esto sucedía, la URSS se encontraba en una situación de aislamiento político del cual venía trabajando hacía ya tiempo por abandonar.

El primer paso en ese sentido se registró en 1934, con su entrada en la Sociedad de Naciones (210) y su adhesión a la política de creación de Frentes Populares, conforme se había acordado en el VII Congreso del Komintern (1935).

Pero para la conformación de dichos Frentes Populares (211) la URSS tenía que hacer ciertas concesiones: los Frentes Populares habían de ser creados con las corrientes liberales de los distintos países, es decir, tenía que dejar su demagogia revolucionaria (212) y ser más tolerante con las corrientes liberales burguesas.

Este giro fue brusco, pero necesario si la URSS quería salir de su aislamiento político.

Al estallar la revolución española la URSS se encontraba en esta situación, de la cual esperaba salir.

La revolución española fue entonces algo que cambió la lucha entre la URSS y las democracia burguesas, pues no tenían ya que pelear entre sí directamente, sino indirectamente en el campo español.

En España se jugaba para la URSS y el capitalismo mundial algo más que la conquista de un pueblo: se trataba también de que si el fascismo triunfaba, la URSS se vería seriamente amenazada, al menos a los ojos de las democracias; si triunfaba la república entonces el movimiento revolucionario que estaba viviendo España se propagaría.

Pero a la URSS no interesaba el triunfo de la revolución que habría de poner el ejemplo a los demás países, sino que el fascismo no le atacara a sí, aun si triunfaba en España.

La solución no fue ninguna de las dos: antes de terminar la revolución Stalin firmaba un pacto con Hitler, que aminoraba el peligro que sobre la URSS se ceñía en la guadaña nazi. Así, la URSS dio el paso definitivo hacia una democracia burguesa tras la cortina de la revolución rusa. Gorbachov y demás personajes habrían de liquidar este proceso, pero eso es otra historia.

Las fuerzas fascistas (Alemania, Italia y el franquismo) esperaban terminar la guerra lo más rápido posible, en cuanto pudieran ensayar sus nuevas armas y capacitar a sus efectivos militares, para lanzarse después a la conquista de los demás países; para la URSS, se trataba de retardar lo más posible la lucha en España, para que al final viera como los demás países se destrozaban entre sí, quedando ellos al margen. De ahí la poca ayuda a la revolución española y las condiciones de dicha ayuda, lo cual iremos viendo en seguida.

El PC, como he indicado ya, jamás tuvo una fuerza predominante en España antes de la revolución. En 1931 habían hecho intentos por apoderarse de la central anarcosindicalista CNT, lo cual no consiguieron.

En 1934, dos años antes de que estallara la revolución fueron las filas de la UGT las que fueron objeto del Caballo de Troya del PC.

Francisco Largo Caballero, quien mantenía el liderazgo de las Juventudes Socialistas fue testigo de la infiltración de los miembros del PCE en sus filas, pero tenía confianza que debido a lo poco numeroso que fue el número de jóvenes marxistas que se insertaron en sus filas, serían las Juventudes Socialistas quienes engullirían a éstos.

El primer acuerdo en ésta dirección se dio en marzo de 1936, donde se aceptaba el ingreso de los jóvenes stalinistas en las filas de las Juventudes Socialistas, en espera de que en un futuro Congreso, que jamás se realizó, se establecieran las bases para la fusión definitiva.

Es verdad, en ese entonces 1935-36, las Juventudes Socialistas tenían cerca de 50.000 adherentes, en tanto que quienes entraron en sus filas procedentes del PCE eran apenas 3.000.

Esto nos deja ver que los miembros del PCE que ingresaron en las filas de las Juventudes Socialistas eran en verdad muy hábiles, y que supieron ganarse para su causa a las filas que seguían a Largo Caballero.

Una de las causas de esta conversión de los adeptos de Caballero lo podemos encontrar en la visita que un grupo de éstas hizo a Rusia, regresando completamente adoctrinados en el stalinismo.

Esta nueva organización se denominó J. S. U. (Juventudes Socialistas Unificadas), y fue uno de los más eficaces instrumentos del PCE al comenzar la guerra.

El anarquismo en Cataluña era de una cantidad mayor que cualquier otro organismo, y para combatir esto, el PCE tuvo que agrupar a todos los pequeños grupos marxistas que existían en España, en espera de combatir la influencia del anarquismo catalán y en general en toda España.

Así pues, la sección del Partido Comunista Español que se encontraba en Cataluña, la Unión Socialista de Cataluña, el Partido Socialista Español, y el Partido Proletario Catalán, pasaron a fundirse en un nuevo grupo llamado P. S. U. C. (Partido Socialista Unificado de Cataluña). Al poco tiempo de ser creado el PSUC ingresaría en la Internacional comunista...

Ahora, para el PC se necesitaba de volumen en sus filas, de pasar de ser un organismo insignificante, a ser un organismo capaz de influir en los acontecimientos que estaban sucediendo ya.

La estrategia del PCE fue muy simple: agrupar a su alrededor a todos los elementos inconformes con la situación que estaba viviéndose en España, es decir, agrupar en sus filas a la contrarrevolución.

Acudieron a su llamado los pequeños industriales expropiados, los propietarios, la clase media, los burgueses y los reaccionarios disfrazados de proletarios. Algunos de los miembros del PCE pertenecían a la Unión Militar Española. El PC exaltó a personajes oscuros y declaradamente reaccionarios, como el General Miaja (213), que pertenecía a la Unión Militar Española, que fue el organismo del alzamiento franquista, así como el General Rojo, que terminó la guerra siendo el jefe del Estado Mayor Central: ambos estuvieron afiliados al PCE.

Esta restitución de personajes reaccionarios a las filas del PC no es nada nuevo, recordemos que en Rusia Trotsky tenía en las filas del Ejército Rojo a muchos exgenerales zaristas en la dirección.

Cuando estalla la revolución, la URSS se suma al Pacto de No Intervención (214).

Este Comité, farsa que sólo se creían los ignorantes y que aplaudían quienes a sus espaldas actuaban, en realidad fue un ataque directo al pueblo español:

Se congelaron los créditos y hasta el oro que España tenían en los otros países, con lo que podían comprar armamento. Participaron de esta farsa 27 países: Albania, Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, México, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Rumanía, Suecia, Checoslovaquia, Turquía, URSS y Yugoslavia. Pero ni México ni la URSS respetaron este acuerdo. Veremos más adelante la manera en que ambos gobiernos intervinieron en el conflicto español.

Las demás potencias se lavaron las manos: el pueblo español era el objeto de una agresión directa y brutal de un levantamiento fascista, pero todos se lavaron las manos.

En realidad, Italia y Alemania ayudaba directamente a Franco en sus ataques contra el pueblo español: con víveres, artillería, y hombres que participaron directamente en el ataque a España.

La URSS participó de esta comedia, quizá arrastrado por sus ansias de salir de su aislamiento político, y poder reanudar el comercio exterior.

Pero apenas vieron la oportunidad que se abría a sus ojos con la desgracia española, se decidieron a intervenir en España.

El 19 de julio de 1936, como ya hemos dicho, estallaba la revolución española.

Unos días antes Díaz Sandino había ido a Madrid con una amplia documentación para prevenir al gobierno de lo que estaba por pasar y no fue escuchado. Se negaban las armas al pueblo, al que el gobierno temía más que al propio fascismo.

A pesar de los intentos del gobierno por detener el ataque por una vía diplomática, el conflicto estaba ya en marcha, se necesitaba que el pueblo se levantara y arrojara a los militares fascistas fuera de España.

Esto se hizo en Barcelona, pero fue gracias a las fuerzas de la CNT-FAI que tal medida fue posible. Con los primeros disparos en las calles, los militantes de la CNT y de la FAI se lanzan a las calles, logrando desarmar en casi toda Barcelona a los militares alzados.

Durante las primeras horas del 19 de julio, en las calles de Barcelona circulaban ya los primeros camiones y autos requisados por la CNT-FAI, en donde se veían las insignias de la central anarcosindicalista pintadas con letras blancas.

Este primer gesto de los anarquistas hizo ver al pueblo que se jugaban el todo por el todo, el pueblo comprendió esto, y estallaron en aclamaciones a los anarquistas. (215).

Aún no se había disipado el humo de los disparos en las calles, cuando aparecen García Oliver, Durruti, Santillán, Marianet, etc., y escuchan estas palabras de Companys, el entonces Presidente de la Generalitat de Cataluña:

 

“Ante todo tengo que deciros que la CNT-FAI no han sido tratadas como merecían por su verdadera importancia... yo... me he visto obligado a enfrentarme y a perseguiros. Hoy sois dueños de la ciudad y de Cataluña porque sólo vosotros habéis vencido a los militares fascistas... la verdad es que perseguidos hasta anteayer, hoy, habéis vencido a los militares y fascistas. No puedo, pues, sabiendo cómo y quiénes sois, emplear un lenguaje que no sea de gran sinceridad. Habéis vencido y todo está en vuestro poder; si no me necesitáis, o no me queréis como presidente de Cataluña, decídmelo ahora, que yo pasaré a ser un soldado más en la lucha contra el fascismo. Si, por el contrario, creéis que en este puesto, que sólo muerto hubiese abandonado ante el fascismo triunfante, puedo, con los hombres de mi partido, mi nombre y mi prestigio ser útil en esta lucha que si bien termina hoy en la ciudad, no sabemos cuándo y cómo terminará en el resto de España, podéis contar conmigo y con mi lealtad de hombre y de político que está convencido que hoy muere todo un pasado de bochorno y que desea sinceramente que Cataluña marche a la cabeza de los países más adelantados en materia social...”

 

Estas palabras en realidad reflejaban lo que había sucedido: fueron casi los anarquistas solos quienes derrotaron a los militares en Barcelona, desmintiendo así la teoría marxista de que la CNT-FAI impuso por la fuerza su hegemonía sobre el pueblo, pues si el pueblo mismo no hubiese estado en las filas de la CNT-FAI sus fuerzas hubiesen sido muy inferiores, y la derrota de los militares alzados no hubiera sido posible.

Con este encuentro, se crea el Comité de Milicias Antifascistas de Cataluña, a cargo casi en su totalidad de anarquistas.

En este Comité se dio la misma representación a la UGT, pese a que la diferencia entre la CNT y la UGT era palpable, esto se hizo como un gesto de buena fe:

 

“Dimos a la UGT catalana, no obstante la exigüidad de sus fuerzas, la misma representación que a la CNT mayoritaria, lo que produjo asombro incluso entre los delegados de la organización obrera rival, que no esperaban ese gesto. Hemos puesto así de manifiesto que queríamos colaborar como hermanos y que deseábamos que en el resto de España, y en las regiones donde fuésemos minoría eventual, se nos tratase con la misma consideración y respeto que nosotros tratábamos a todos los que habían cooperado más o menos a la victoria” (216)

 

El 20 de julio moría Francisco Ascaso en el asalto al cuartel de Atarazanas.

Mientras esto pasaba, el PC y el PSUC seguían inflando sus filas, a finales de 1936 el PC, que en los inicios de la guerra contaba con apenas 30.000 adherentes, ahora contaba con casi un millón de afiliados.

Pero, ¿Quiénes eran estos afiliados? Lo acabamos de ver hace unas líneas: elementos inconformes con la revolución, es decir: burgueses y fascistas disfrazados, propietarios, clasemedieros, etc. Este conglomerado de gente no eran comunistas, pero las consignas del PCE correspondían a sus aspiraciones: el PCE pedía la constitución de una República Democrática, el respeto a la propiedad privada y en general las medidas más encaminadas a frenar la revolución.

Estas consignas de luchar por una República Democrática y Parlamentaria, hicieron eco en los intereses contrarrevolucionarios, de mismas aspiraciones que el PCE y el PSUC. Santiago Carrillo, el secretario general de las Juventudes Socialistas Unificadas había dicho:

 

“Nosotros luchamos por la República Democrática y no nos avergonzamos de confesarlo... Sí, camaradas, luchamos por una República democrática; mejor dicho, por una República democrática y parlamentaria. No se trata de una estratagema para engañar a la opinión democrática española ni para engañar a la opinión democrática mundial. Luchamos sinceramente por una República democrática porque sabemos que si cometiésemos el error de luchar en estos momentos -incluso por muchos meses después de la victoria- por la revolución socialista, contribuiríamos a la victoria del fascismo…” (217).

 

Sin embargo, pese a la adherencia de miembros dudosos a las filas del PCE, las cosas aún no estaban listas. Para las maniobras de Stalin en España, es decir, frenar la revolución, hacerse con el poder, y sacar todo el beneficio posible, se precisaba de ciertas medidas: había que acabar con la preponderancia de la CNT-FAI, pero para esto se necesitaban las riendas del poder, pero ello exigía que España, y en especial los combatientes tuvieran una dependencia hacia la URSS ¿Qué podía ser esto?

Como he indicado, los fondos bancarios de España fueron congelados, su oro también, y gracias al Comité de No Intervención, las potencias burguesas se negaban a vender armas al pueblo español.

La URSS que había entrado en la farsa de la No Intervención, rompió con el acuerdo, y se decide a vender armas a España.

Las armas que España recibió, eran sólo armatostes viejos, procedentes de la guerra de Crimea, algunos cargamentos de víveres y un nutrido grupo de Técnicos rusos.

Además como ya hemos visto la táctica política continuaba, para el PCE ya no se trataba de luchar por la revolución, sino por una República Democrática.

La consigna del PCE no solo respondía a proteger los intereses de la clase media-alta, propietarios y demás reaccionarios, sino también a la reconstrucción del Estado, que había sido despedazado por el pueblo el 19 de julio. Para ellos el 19 de julio y la destrucción del poder por el pueblo no significaba nada: había que obedecer al gobierno del Frente Popular, salido de las urnas el 16 de febrero. Esta manera de manejarse les permitió tener una accesibilidad fuerte en los asuntos de gobierno e imprimirle su dirección.

En septiembre Durruti recibe una llamada de García Oliver, anunciándole que Pierre Besnard había conseguido ponerse en relaciones con un consorcio armamentista que podría vender armas a España. Para ello le piden que vaya a Barcelona para discutir en conjunto la mejor manera de realizar tal operación. Cuando llega a Barcelona García Oliver y Santillán se hallaban que no cabían de emoción, por fin iba a disponer la revolución del material de guerra que necesitaba. Hasta ese momento, todas las negociaciones con el gobierno de Madrid para que Cataluña dispusiera de divisas con la cuales comprar armas o renovar la industria de guerra habían sido inútiles, pero ahora, por fin iba a disponerse de las armas que tanto se anhelaba. El gobierno una vez con las armas que el consorcio armamentista podía venderles, iba a hacer cuanto le fuera posible porque esas armas no tocaran territorio catalán, pero eso ya era otra cosa, se vería la manera de asegurarse por lo menos una buena parte del cargamento.

Durruti era menos optimista que García Oliver y Santillán; pensaba que Caballero podría decir a todo que sí y luego retractarse. Para Durruti esta actitud no era nada clara, y él no estaba jugando: o se estaba con la revolución o en contra de ella. Si se estaba con la revolución había que informar a las masas la manera en que actuaba el gobierno y la animadversión que se tenía para entregar material bélico a las milicias anarquistas y actuar en consecuencia. Si se estaba en contra de ella entonces ya las palabras sobraban, pues no se podía traicionar la revolución. Los debates llevados hasta entonces se mantenían en suspenso hasta la próxima reunión de la CNT. Es en esta discusión sobre los métodos a seguir, que se plantea una solución extrema, pero necesaria.

Para la CNT se presentaba la disyuntiva se hallaba de la siguiente manera: se venía viendo ya que la URSS actuaba de manera convenenciera y contrarrevolucionaria. Se carecía de armas y de munición para las milicias anarquistas. El gobierno de Madrid se negaba a otorgar divisas a Cataluña, pues sabía muy bien que ahí se encontraban las principales fuerzas del anarquismo español. Una sola solución se presentaba, pero harto complicado de asimilar: había que conseguir por los medios necesarios los fondos para comprar armas para las milicias populares, ya que el armamento que llegaba se daba de manera partidista al PCE y sus compinches.

Se propone entonces tomar lo que al pueblo le pertenecía: robar el Banco de España y comprar con ello armas para la revolución… ¡En condiciones como esas es natural pensar en estos métodos!

Se sitúan entonces 3.000 hombres de confianza en Madrid en puestos claves para proceder al asalto. El oro sería trasladado hasta Cataluña en trenes. Si no se conseguía comprar con el oro armas fuera de España, debido al bloqueo que sobre España había, por lo menos se podría comprar el material necesario para fabricarlo en la industria de Cataluña que habría que renovar en maquinaria. Pero esto se haría con el oro de España.

Esos 3000 hombres eran componentes de la Columna Tierra y Libertad, que era una columna que se había organizado de manera especial: todos sus militantes eran destacados y comprobados militantes del anarquismo catalán. En eso se hallaba los planes de asalto al Banco de España cuando Durruti se traslada a Madrid (218). Santillán también fue a Madrid, logrando hacerlo sin ningún problema, en contraste con el viaje de Durruti. Por su parte, García Oliver debía recibir a Besnard y presentarle con el Consell de la Generalitat. Así se hizo, y Besnard al encontrarse con los consejeros de la Generalitat les presenta el proyecto para comprar el armamento. Al día siguiente llegaron dos delegados del consorcio armamentista para confirmar lo que Besnard les había dicho a los consejeros. Companys telefoneó a Largo Caballero informándole de la presencia de los dos delegados del consorcio y de la posibilidad de comprar armas. Caballero les pidió que se trasladaran urgentemente a Madrid los dos delegados del consorcio acompañados de Companys y Besnard.

Mientras tanto el asunto de asaltar el Banco de España flaqueaba: se comunicó a los compañeros de la CNT lo que se proponía hacer, y esto provocó escalofríos en los compañeros: el asalto al Banco de España contaminaría más el ánimo hacia Cataluña. Se abandonó el plan de asalto y más tarde el oro salió de Madrid, pero no para Cataluña, sino para Rusia. Unas 500 toneladas de oro español cayeron en manos de Stalin, lo que contribuyó a reforzar la contrarrevolución mundial (219).

 

Una vez llegado a Madrid, Besnard y los que le acompañaban fueron recibidos por Largo Caballero. Más tarde el Consejo de Ministros resolvió la compra de material de guerra al consorcio por un valor de 800  millones de pesetas. Al siguiente día la cifra se dobló, terminando en 1600 millones de pesetas, quedando claro, por lo menos oficialmente, que por lo menos un tercio del material quedaría en Cataluña y Aragón.

El 3 de octubre se redactó en presencia de Durruti y Besnard la lista del material que habría de comprarse. ¿Dónde estaban los rusos y su política de suministrar armas a España a cambio de la dirección de la guerra y precios de verdadera usura por unas armas viejas? ¡Ah! No podían los marxistas soportar que esto sucediera, si la compra de material con el consorcio se hubiese realizado, ni la URSS, ni el PCE, ni el PSUC ni ningún otro organismo marxista hubiera tenido nada que ver con el curso de la dirección de la guerra. En la noche del 3 al 4 de octubre Rosemberg telefoneó a Durruti y Besnard para pedirles se reunieran con urgencia. Durruti y Besnard le respondieron que sus deseos no coincidían con los de ellos, declinando la invitación. A la mañana siguiente Durruti y Besnard salieron para Barcelona.

Rosemberg supo influir cerca de Caballero para que el material no se comprara, incluso llegó a describir al consorcio como agentes de Franco. Caballero cayó en la trampa y las armas que se les ofrecían no fueron compradas, así el PCE y el PSUC obtuvieron, ahora más que nunca, la completa independencia española a las armas estropeadas que éstos le vendían al precio que ya sabemos.

El 4 de noviembre de 1936 una nota aparecía en los diarios confederales, noticia que dejó asombrados a muchos: la CNT entraba al gobierno (220)

Con la entrada de los ministros anarquistas al gobierno, se encuentran apenas ingresados, que Madrid está siendo asediada por las fuerzas de Franco. Habían caído ya algunas, Leganés, Alcorcón y Getafe. Martínez Anido, que fungía como ministro de gobernación en la Junta de Burgos, había dicho ya que entre Valencia, Madrid y Barcelona serían fusilados más de dos millones de “rojos” (221)

La situación era realmente difícil: los combatientes estaban siendo diezmados por las fuerzas fascistas, corrían hacia Madrid intentando encontrar ahí la solución al bestial ataque de que estaban siendo objeto. El pueblo, heroico cuando conoce aquello por lo que lucha, se levantó una vez más, y mujeres, ancianos y niños comenzaron a levantar barricadas para defender su libertad; las fuerzas que retrocedían al ver esto comenzaron a montar también la defensiva.

Mientras tanto, en las esferas del poder: “Largo Caballero, tomando un aire patético, propuso la inmediata retirada a Valencia” (222)

Para los nuevos ministros de la CNT era ese el primer Consejo de Ministros al que asistían y la cosa no pintaba nada bien con la propuesta de Largo Caballero: el nombramiento de anarquistas que participasen en el gobierno no cayó nada bien a la militancia cenetista que veía aquello como algo raro en la historia de su militancia, y si a ello se le une el hecho de que el primer gesto del gobierno en que comienzan a participar los anarquistas es la retirada en fuga, la base de la CNT y de la FAI no se los perdonaría nunca.

--¿Marcharnos? –preguntó García Oliver a Largo Caballero.

--¡Pero si acabamos de llegar! ¡No! El Gobierno debe continuar en Madrid y los ministros, como auténticos comisarios deben ser los animadores de la lucha e incluso batirse en las barricadas (223)

Los ministros ahí presentes se espantaron ante este radical faísta que no sólo se negaba a que el gobierno saliera cobardemente de Madrid hacia Valencia, sino que les instaba a que incluso se batieran en las barricadas. Largo Caballero volvió a pedir a los ministros anarquistas que pensaran bien las cosas, porque la decisión debía ser unánime, y el tiempo apremiaba. García Oliver se mantuvo en lo dicho, y Caballero le pidió que se reunieran los cuatro ministros de la CNT para resolver su postura, estos lo hicieron, pero llamaron al Comité Nacional de la CNT, quien, en la persona de Horacio Martínez Prieto les instó a mantener la posición, pero si se corría el riesgo de una crisis cedieran. Nuevamente Oliver manifestó que no cambiaba de opinión y nuevamente Caballero les volvió a pedir que se reunieran. De nuevo se vuelve a llamar al Comité Nacional y cuando se dice ante los demás ministros la resolución de que la CNT votaba también por la salida del gobierno (224) La exhalación de alivio que se escapó de todos los pechos se oyó perfectamente en la sala. (225)

¿Cómo defendían los marxistas a Madrid? Veámoslo en sus propias palabras:

 

“Los comunistas estaban convencidos de que en Madrid se estaba librando la batalla de las batallas, que defender Madrid era defender España, y que había que cortar el avance enemigo a toda costa, poniendo en pie al pueblo y movilizando todos los recursos militares y civiles. En suma, proponían el traslado del gobierno para mejor defender Madrid” (226)

 

En pocas palabras, lo que el marxismo decía era: “Si les defenderemos… ¡pero desde Valencia, poniéndonos a salvo nosotros!” Ponían en pie al pueblo, pero ellos se mantendrían alejados del peligro.

Mientras esto ocurría en el gobierno, en las calles la CNT y la UGT lanzaban proclamas llamando a la resistencia, el pueblo se encontraba ante un peligro inminente, pero no por ello se acobardaba.

El gobierno se encontraba en esos momentos en una escapada del área de peligro. Pero la ruta que había tomado el gobierno para escapar era la carretera que conduce a Valencia vía Tarrancón. Aquí se encontraban hombres de una unidad que había combatido en Sigüenza, cuyo responsable era el anarquista Villanueva. Los hombres aquí citados no estaban al pendiente del peligro que había en Madrid, pero habían recibido órdenes del Comité de defensa de la CNT del Centro de no dejar que nadie saliera de Madrid, y desarmar a cuantos se presentaran a dicha base. Por esa carretera emprende el gobierno la huida, pero al llegar a la posición de los milicianos se les hace detener, pero los miembros del gobierno que escapan aducen que están en una misión especial y que deben salir de Madrid, a lo que los milicianos responden: “— ¡Sois unos cobardes! ¡Volved a Madrid!”

Algunos regresan a Madrid, con el peso de haber mostrado una actitud de verdaderos cobardes huyendo del peligro. Otros logran abandonar Madrid, pero dejando las armas. Pedro Rico, que era en esos momentos el Alcalde de Madrid, intenta también salir, pero los milicianos le espetan: “¡tú también quieres huir, cobarde!” por fin logra escapar, ante las burlas de los milicianos.

La situación era grave en Madrid, pero no estaba perdido. A los pocos días llegaría Durruti desde Aragón para participar en la defensa de Madrid. No entraron en combate sino hasta los primeros minutos del día 16 de noviembre. Poco importaría hacer recalcar que Durruti combatió iniciando el día 16 de noviembre si no hubiera un incidente en ello. Algún historiador que lea este libro puede decir que estoy equivocado al decir que Durruti combatió el día 16, pues debido a errores cronológicos de algunos historiadores se sitúa a Durruti luchando ya el día 13, lo que les lleva a decir que la Columna Durruti se espantó ante el avance enemigo, cediendo a éste el paso hacia la capital, lo que equivale a decir que la capital madrileña la salvaron las Brigadas Internacionales y el Quinto Regimiento, es decir, el PCE. Pero veamos en realidad que hizo Durruti esos días, e iremos derribando estos errores.

El día 13, que es cuando según se dice Durruti y sus hombres retroceden al avance enemigo, éste se encontraba viajando hacia Valencia junto a Yoldi y Manzana.

Al otro día (14) hacia las 12 de la tarde Durruti llegaba a Valencia acompañado de García Oliver. Habló con José Mira y Alberto Ros, saliendo con García Oliver hacia Madrid a fin de preparar la llegada de sus fuerzas.

Llegaron García Oliver y Durruti a Madrid en la tarde del 14, Rojo y Miaja había preparado habían proyectado un ataque para el 15. Ese mismo día se entrevistan con Koltsov y el Comité de Defensa de la CNT en el numero 111 de la calle Serrano. Se preparó la llegada de la Columna de Durruti y ésta no entró en combate sino hasta las dos de la madrugada del día 16. Durruti, pues, no estaba en Madrid el día 13, como suele afirmarse por algunos escritores (Colodny, Vicente Rojo, etc.), sino en Valencia. ¿Quiénes era entonces la columna que se espanto y cedió el paso al enemigo y se dedicó a causar desmanes en Madrid?... las fuerzas de Durruti se hallaban aún en Barcelona, ¿Quiénes eran entonces? ¡Las columnas marxistas del PSUC!

Abel Paz, quien ha realizado según creo, la mejor biografía de Durruti, narra en su libro Durruti en la Revolución Española paso a paso los actos de Durruti durante estos días, y desmorona más eficazmente que yo la teoría de que Durruti se encontraba en Madrid el día 13, quien desee informarse más sobre este punto debe consultar la obra de Abel Paz. Aquí lo importante es ver como el PCE y el PSUC se acobardaron ante el ataque a Madrid, abandonando al pueblo en lucha. Esta actitud iba a repetirse dos veces más: con la pérdida de Cataluña y la pérdida definitiva de la revolución española, fueron los miembros del PCE y del PSUC quienes salieron en primera fila, abandonando España. Por esto es da risa leer en los marxistas reivindicaciones:

 

“Hace treinta años se pudo comprobar la obra de los anarquistas españoles, que ocasionaron los mas graves daños a la República Española”  “En lo que se refiere a su comportamiento, éste fue negativo para la unidad y la eficacia de la acción militar de la República Española contra la rebelión franquista” (227)

 

El lector que nos ha seguido hasta aquí y ha visto como Duclos escribía, podrá darse cuenta de la risa que causa un personaje tal.

No vamos a seguir prestando atención a semejantes cosas; si el señor Duclos de verdad hiciera historia, o un buen análisis crítico del anarquismo, le dedicaríamos el espacio necesario. Pero no vamos a prestar más atención a cosas propias de ignorantes. Continuemos.

El 26 de noviembre la CNT y la UGT firmaban las bases preparatorias con miras a una posible fusión de ambas organizaciones. El PCE inmediatamente vio el peligro a sus posiciones que contenía esta unión, y calificó las tentativas ugetistas y cenetistas de ser un intento sindical dirigido contra los partidos políticos y con el mismo PCE.

Al día siguiente, 27 de noviembre, el consulado de la URSS publicó una nota en la que se denunciaba al POUM y su periódico “La Batalla” de prensa vendida al fascismo. Era el primer paso para la eliminación del POUM de las fila del gobierno. El 13 de diciembre quedaría planteada la crisis del gobierno de la Generalitat, donde se dejaba fuera definitivamente al POUM, como condición del Partido Comunista Español para resolver la crisis. La crisis quedó resuelta el 15 del mismo mes, con un gobierno sin partidos políticos, en donde sólo estaban representadas la UGT, la CNT, la Unión de Rabassaires y la Izquierda Republicana. En realidad el cambio fue sólo superficial: no había partidos políticos, en teoría, pero en la práctica Comorera y Valdez, que habían sido quienes plantearon la crisis seguían en el gobierno. Comorera que antes representaba al PSUC ahora representaba a la UGT. Sólo el POUM quedó eliminado.

Constituido el gobierno de Largo Caballero, se procedió a decretar la organización de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia, dejando claro que “serán considerados como facciosos los que, sin pertenecer a estas milicias que se crean por este decreto, traten de ejecutar funciones peculiares a la misma”. El segundo decreto, fue hecho el 28 de diciembre, y se comenzaron así a levantar los trozos del Estado destruido por el pueblo el 19 de julio.

El 24 de ese mes el Consejero de Seguridad Interior, Artemio Ayguadé, un filomarxista que se hacía pasar por republicano, dio el cargo de Comisario General de Policía a Eusebio Rodríguez Salas, afiliado al PSUC. Tómese en cuenta que la composición de los cargos esenciales: policía, ejército, seguridad, etc., estaban en su mayoría en manos o del PSUC o del PCE.

Llegaron Antonov Ovsenko y Marcel Rosemberg y ocuparon la embajada de la URSS en España, a partir de aquí las cosas se sucedieron más rápido, se agilizó el proceso de devorar a la revolución y llevarle hacia las entrañas malolientes del PCE. El uno actuaba por medio del PCE, el otro por medio del PSUC. El aislamiento político en que se encontraba España debido al Comité de No Intervención y la ayuda de la URSS a España facilitaban enormemente estas operaciones.

Una vez levantado el cuerpo de policía, se procede a la eliminación de las milicias. El carecer de un mando único, de una disciplina de cuartel, fueron los argumentos que se utilizó para tachar a los milicianos de “incontrolados”.

La eliminación de las milicias respondía también a las intenciones del stalinismo en España: necesitaban un cuerpo rígido y disciplinado, en el que se agrupara a los milicianos, y con ellos a la revolución, que esperaba después poder tener bajo su mando.

Es verdad que a raíz de que la lucha se recrudeció más la guerra demostró ciertas deficiencias en las milicias, a veces eran superadas por el Ejército regular franquista. Pero esto no era motivo para su eliminación. Una de las razones por las cuales en ciertas ocasiones las milicias fueron superadas por el enemigo, se debió a que mientras Italia y Alemania ayudaban directamente a Franco, a los milicianos no se les ayudaba, y se les rehusaba la entrega de material de guerra. Los primeros tanques rusos llegaron a España en octubre de 1936 y no entraron en acción sino hasta noviembre.

La indisciplina de la que tanto se habló, se dio también por una falta de motivación por el hecho de ver los milicianos que sus armamentos eran en mucho inferiores a los del enemigo. Pero pese al mal armamento, la indisciplina se compensaba a la hora de enfrentarse al enemigo, donde las milicias cumplían muy bien con su deber de lucha (228).

Durruti, aquel al que los marxistas le han puesto como un dirigente anarquista que aceptó la militarización de las milicias, también se oponía que dicha militarización fuese el pretexto para ahogar la revolución:

 

“Si la militarización decretada es para meternos miedo y para imponemos una disciplina de hierro, se han equivocado, e invitamos a los que han confeccionado el decreto que vayan al frente a ver nuestra moral y nuestra disciplina, y luego vendremos nosotros a comparar aquélla con la moral y con la disciplina de retaguardia.

Estad tranquilos. En el frente no hay ningún caos, ninguna indisciplina. Todos somos responsables y conocemos el tesoro que nos habéis confiado. Dormid tranquilos. Pero nosotros hemos salido de Cataluña confiándoos la economía. Responsabilizaos, disciplinaos. No provoquemos, con nuestra incompetencia, después de esta guerra, otra guerra civil entre nosotros.

Si cada cual piensa que su partido sea más potente para imponer su política, está equivocado, porque frente a la tiranía fascista sólo debemos oponer una fuerza, sólo debe existir una organización, con una disciplina única.

Por nada del mundo aquellos tiranos fascistas pasarán por donde estamos. Esta es la consigna del frente. A ellos les decimos: "¡No pasaréis!" A vosotros: "¡No pasarán!” (229)

 

Este discurso que Durruti dio por radio fue, según testigos (230) en extremo violento, la censura impidió que se publicara todo el discurso, pero pese a ello el carácter del discurso mantiene sus tintes revolucionarios. Tanto a los burguesitos como a los contrarrevolucionarios les hizo saltar de miedo el discurso.

Cuando se decide por fin la militarización de las milicias, los anarquistas son los más perjudicados: tenían muy arraigadas sus ideas como para aceptar de buena manera vestir el uniforme militar.

“Cuando al fin se decidían a aceptar la militarización de una columna miliciana, tanto los que habían resuelto permanecer en ella, como los que la abandonaban se despedían con lagrimas en los ojos” (231)

La Columna de Hierro fue una de las fuerzas del anarquismo que más se opuso a la militarización:

 

“Hay camaradas que piensan que la militarización lo resolverá todo y nosotros decimos que no resuelve nada. Frente a los cabos, sargentos, y oficiales salidos de las academias, totalmente incapacitados para los problemas de la guerra, nosotros oponemos nuestra propia organización, no aceptamos la estructura militar” (232)

 

Además de ser una fuerza que contaba con más de 3000 hombres actuando en el frente de Teruel, la Columna de Hierro mantenía también una oposición a la colaboración política:

 

“Toda nuestra acción no debe tender a fortalecer al Estado, sino que por el contrario, debemos destruirlo poco a poco; debemos hacer que el Gobierno sea completamente inútil. No aceptamos nada que vaya en contra de nuestras concepciones sobre el anarquismo, concepciones que deben convertirse en realidad, porque no se puede predicar una cosa y hacer lo contrario” (233)

 

La política de militarización de las milicias hizo que a los milicianos que se negaban a militarizarse no se les entregaran armas, además, un decreto del mes de diciembre de 1936 estableció que no se daría la paga a quienes no pertenecieran al Ejército regular. Finalmente, el 21 de marzo de 1937 se decidió militarizar también a la Columna de Hierro con gran dolor de quienes salieron de ella para no formar parte del ejército; se convirtió así en la 83 Brigada del Ejército regular, la última que resistió por no militarizarse.

Por el contrario, los miembros del PC y del PSUC no tenían ningún problema con la militarización pues, como he apuntado, ello respondía a sus necesidades de crear un organismo autoritario que después pudieran tener en sus manos y con ello, gran parte de la dirección de la guerra.

“Tan pronto hayamos creado nuestras Brigadas Mixtas, la influencia anarquistas se desvanecerá” había dicho Martin Blázquez, oficial marxista del ministerio de la guerra al general Asencio (234)

Así, el Quinto Regimiento se transformó en el Quinto Cuerpo del Ejército. Los marxistas apresuraron la conversión de sus fuerzas en fuerzas militarizadas, y llegaron los primeros a los puestos de mando; cuando los anarquistas lograban hacerse a la idea de formar parte de un ejército, llegaban los últimos a los puestos de mando, que habían sido ya ocupados por el PCE, quedando fuera de la dirección de la guerra: los marxistas se aseguraron 5 de las 6 primeras Brigadas. De esta manera el Cuerpo de Seguridad se vio inundado por la GPU, el recién Ejército Popular por Técnicos rusos, y el Cuerpo de Comisariado por el proselitismo ruso.

Una vez militarizadas las milicias, y llegado el armamento procedente de la URSS, la simbiosis PC-PSUC cambiaron de actitud: ya no eran sólo combatientes en la lucha contra el fascismo, ahora dirigían a grandes masas, el material de guerra les sirvió para chantajear la revolución e introducir así a miembros afectos al partido a puestos claves en el gobierno y la dirección de la guerra. Ya no daban recomendaciones, ordenaban.

La propuesta era muy simple: total preferencia al PCE en la dirección de la guerra, situar en puestos clave a miembros suyos, o se negaría la ayuda militar de Rusia y el franquismo triunfaría. Cerradas las posibilidades a la revolución española de comprar armas en el extranjero debido al bloqueo de la No Intervención, se tenía que aceptar la propuesta.

Entonces el sentido antifascista de Rusia no era tal: las armas que llegaron no procedieron de un sentido de camaradería de Stalin, que no era camarada de nadie, sino que fueron vendidas a precios de verdadera usura. Y que aparte del precio usurero al que se vendían eran a la vez canjeadas por la dirección de la guerra, y entregadas (¡encima!) preferencialmente al PCE y el PSUC. Además las armas se cobraban llegaran o no a los puertos de España… no a Cataluña, donde jamás eran desembarcados los armamentos. El mismo Prieto confesó en su libro Cómo y Por Qué Salí del Ministerio de Defensa Nacional. Intrigas de los Rusos en España que había consentido en firmar un cheque por valor de 1.400.000 dólares sin saber con destino de que.

El PCE se instaló así en el seno del gobierno republicano, y desde aquí harían la vida imposible a las demás tendencias revolucionarias, en especial al anarquismo.

En diciembre de 1936 Stalin había escrito a Largo Caballero, haciéndole la recomendación de que se respetara la propiedad privada, y que se diera fin a la revolución, para tranquilizar a las demás naciones partícipes del Comité de No Intervención.

Caballero respondió evasiva, pero cortésmente.

Ya en febrero de 1937 Stalin volvió a escribir a Largo Caballero, pidiéndole abiertamente fundar el Partido Único del Proletariado, que había de ser la fusión del Partido Socialista y el Partido Comunista.

Esta vez la respuesta fue un seco y rotundo no. Es a partir de aquí, que el Lenin Español, como los propios miembros del PCE le habían llamado, comienza a ser atacado, con miras a ser quitado de su puesto y sustituido por otro más dócil a las órdenes del PCE.

Largo Caballero sabía ya a qué atenerse con el PCE, después de la experiencia sufrida en las filas de las Juventudes Socialistas que, como hemos visto, fueron engullidas por el PCE.

A principios de 1937 el aparato estatal estaba ya fortalecido y preparado para combatir la revolución. El trabajo realizado por el PCE para tomar las riendas del gobierno daba ya sus frutos podridos, y se aprestaba también a atacar la revolución.

Hasta entonces, la consigna del PC había sido “Antes que la revolución importa ganar la guerra”. La consigna era ahora: “Antes que ganar la guerra hay que aplastar la revolución”. Un líder del Partido Socialista Unificado de Cataluña había declarado: “Antes que tomar Zaragoza, hay que tomar Barcelona” (235). Todos los que se acogían a la sombra del PC concordaban con esto, que también respondía a sus intereses.

Podría decirse que la revolución estaba representada por la CNT, la FAI y el POUM; a su vez, la contrarrevolución estaba representada por el PCE, el PSUC, el catalanismo separatista, el republicanismo, y por supuesto, los burgueses.

Antes de continuar con el relato de la revolución española creo que hay que hacer un par de aclaraciones acerca de un partido que, a mi parecer, merecen ser dichas: el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) era, como su nombre lo dice, un partido marxista. La guerra modifica las conductas de los movimientos sociales de manera significativa, obligándoles a adaptarse a las condiciones que la guerra exige. Así es que vemos a una CNT participando en el gobierno y a un partido marxista (el POUM) colocándose a lado de los grupos anarquistas de la CNT-FAI.

El POUM carecía de una base amplia de militantes, en diciembre de 1936, a raíz de la crisis de gobierno, había sido echado del mismo. Acorralado por el PCE y el PSUC, no podía mantenerse en la senda de la revolución como no fuera cobijándose a la sombra de la organización más radical de España, la CNT. Esto era lógico: el PCE le estigmatizaba como trotskista-fascista, el mismo Trotsky tenía fuertes diferencias con Andreu Nin, y éste había hecho que se expulsaran a los miembros trotskistas del POUM. La única medida que se presentaba al POUM era, entonces, tratar de influir a la CNT y conseguir por medio de ella su regreso al gobierno, para poder influir en él. Pero para poder influir en la CNT era preciso ganarse la simpatía de esta. ¿Cómo hacerlo? Atacando al enemigo que atacaba a su vez a la CNT desde el gobierno y a nivel internacional: el PCE y el PSUC.

De esta manera el POUM conseguiría ponerse indirectamente de lado de la CNT-FAI contra sus propios hermanos de ideas el PCE y el PSUC. Se trataba, indirectamente, del caballo de Troya utilizado por el PCE para insertarse en los grupos que pensaba podía manejar; en el caso del POUM no podía insertarse en las filas de la CNT-FAI, sino que se trataba tan sólo de guiarles por el camino que el Partido deseaba: “La misión de nuestro partido debe consistir en ayudar a esos elementos a ver claro la situación, tratando de guiarles por el buen camino” (236).

El POUM no sólo carecía de una base amplia de militantes, sino que no era un grupo de gran importancia en España. Si obtuvo cierta fama, ello se debió a la persecución que sobre ellos hizo el PCE y el PSUC, al asesinato de Nin, etc. Si era El partido obrero más discutido del mundo, como afirmaba su editorial del 13 de mayo de 1937 en La Batalla, no significaba nada esto: era el partido más discutido del mundo en el ambiente marxista, en la Internacional roja y en los medios del marxismo internacional, no lo era en una forma importante para nadie. La CNT y la FAI le miraron siempre como un grupo extraño al cual no prestaban  gran atención.

Por otra parte, los objetivos y medios marxistas son afirmados como medios y objetivos del POUM sin la menor apariencia: “Nuestro orgullo [es] no habernos negado, permanecer firme e intransigentemente, fieles a Marx y a Lenin” (237)

El método autoritario utilizado en otros lados del marxismo, aún dentro del PCE y del PSUC era utilizado también por el POUM en un inicio, véase el reglamento interno del POUM (238):

 

“Estas instrucciones de la Columna del POUM, han sido aprobadas por unanimidad por las milicias del POUM del frente de Huesca:

Art. II. Quien se indiscipline o incite a los otros camaradas a cometer actos de desobediencia al mando militar, incurre en la más grave responsabilidad, y será juzgado según su acto, sufriendo el castigo apropiado a la falta cometida;

(…) Art. IV. Quien, habiéndose enrolado en las milicias, desertara, tanto en el frente o en la retaguardia, será juzgado con la más grave severidad por el Comité Militar y cuatro camaradas nombrados por los milicianos. Las sentencias dictadas por este tribunal popular serán ejecutadas sin remisión;

(…) Art. VII. La acción en la lucha está centralizada bajo todas sus formas, y nadie podrá tomar ninguna decisión sin previa autorización del Comité Militar;

Art. VIII. Las presentes instrucciones de esta ordenanza serán ejecutadas sobre el terreno, y si alguna reclamación u observación se cree necesaria, ella deberá ser formulada de la manera siguiente: Las reclamaciones, iniciativas u observaciones se retransmitirán al jefe de grupo y éste a su jefe de compañía, los cuales la harán saber al Comité Militar”

 

El reglamento no pudo ser aplicado, en gran medida porque los milicianos de la CNT-FAI habían mostrado a los demás grupos que las relaciones, aun en tiempos de guerra, podían ser antiautoritarias, o como decía Orwell: “Dentro de las milicias se intento crear una especie de modelo provisto de la sociedad sin clases” (239). Por otro lado la base del POUM no hubiera soportado tales métodos, pero la iniciativa de aplicarlos ahí estaba.

Los mismos métodos del bolchevismo son también reivindicados: “El partido bolchevique fue también, en su día, el partido más discutido y combatido del mundo” (240). Y es que si se estigmatizaban los métodos de terror y sangre del PCE y del PSUC que llevaron a los sucesos de mayo, ¿Por qué no hacer lo mismo con el bolchevismo que también empleó métodos terroristas contra los trabajadores –esto desde Lenin hasta Stalin-? La respuesta es sencilla: porque el bolchevismo encarnaba las aspiraciones del POUM; como buen partido marxista deseaban gobernar ellos y someter al pueblo a sus dictados, la conquista del poder que la CNT rechazaba (241) el POUM la deseaba, no por táctica de guerra, sino por convicción ideológica. El PCE y el PSUC constituían en España el enemigo a vencer para lograr tales objetivos. Esta táctica del POUM ha sido muy poco discutida; uno de los pocos que roza de cerca la cuestión es Ferrán Gallego en su Barcelona, Mayo de 1937, pero una crítica desde un punto de vista teórico/anárquico apenas puede encontrarse. No, el POUM, pese a ponerse en el lado de los revolucionarios en las jornadas de mayo, no constituía un compañero de lucha. Se trataba tan sólo de táctica política.

No se trataba entonces de convicciones revolucionarias por las cuales actuaba el POUM, se puso a lado de la revolución porque sus hermanos de ideas, el PCE, le despreciaron. Si el POUM hubiera contado con una base de militantes más o menos amplia, es muy dudoso que hubieran actuado de manera diferente al PCE y al PSUC. La lucha entre ambas tendencias: PCE-PSUC vs POUM es más o menos la misma lucha que mantuvieron en su día los bolcheviques, en especial Lenin, contra los revisionistas, en especial Kautsky: eran hermanos de ideas que se atacaban y despreciaba mutuamente esperando destruir el uno al otro, pero con objetivos idénticos: la conquista del poder político y la dictadura aplastante sobre las masas populares. En el fondo, apenas puede distinguírseles.

La conquista del poder político trae consigo ciertas características indispensables: a la vez que se cierra el paso a la revolución, se debe también de acabar con la oposición política. Para ello se precisa de los medios más bajos, desde la mentira y el chantaje, hasta el encarcelamiento y el asesinato. Cosas que estamos confirmando y confirmaremos en lo siguiente, de que ésta fue la manera en la que el PCE consiguió las riendas del poder. Continuemos.

El 8 de febrero de 1937 cayó Málaga en poder del enemigo, y esto fue hábilmente aprovechado por el PCE para montar una ruidosa campaña que era indirectamente dirigida contra Largo Caballero. Al poco tiempo de la pérdida de Málaga, el 24 de febrero gente cercana a Largo Caballero denunciaba que miembros socialistas habían sido detenidos sin intervención de la policía oficial.

A principios de marzo la CNT y Solidaridad Obrera salían al paso de quienes, como el PCE, propagaban que se debía luchar por una República Democrática, dedicaba su editorial al “miedo pueril a la revolución”, en que se acusaba a quienes hacían esto de colaborar indirectamente con el enemigo, tratando de imponer:

 

“Una República Democrática, lo que significa una falta de lealtad a lo pactado entre los diversos sectores antifascistas” (242)

 

Esto era evidente: el pueblo que luchó el 19 de julio no lo hizo para defender la República burguesa de antaño, sino para estructurar una sociedad nueva. Por eso la CNT se apresura a dejar clara su posición respecto a los objetivos que proponían los sectores más tibios de España, con el PCE a la cabeza:

 

“… Los obreros que luchan y mueren en los frentes de combate, lucha y mueren por la Revolución Proletaria, y no por esa entelequia republicano-democrática que nos quieren enjaretar a la fuerza los republicanos “tolerantes y comprensivos”… Los anarquistas nunca hemos dicho que luchamos por la República democrática” (243)

 

El 4 de marzo el Consejero de Orden Público publicó un decreto por medio del cual se disolvían las Patrullas de Control, con el pretexto de reorganizar los cuerpos armados de la retaguardia. Evidentemente no solo las Patrullas de Control no entregaron las armas ante el decreto, que no era más que un desarme de la retaguardia que solo podía beneficiar al gobierno, sino que además desarmaron a varias unidades de las fuerzas de policía regulares. La Federación Local de las Juventudes Libertarias publicó el siguiente panfleto:

 

“Nosotros declaramos hoy solemnemente que íbamos armados, vamos e iremos armados, y tanto peor para Rodríguez Salas. Para nosotros esta medida no tiene ningún valor.

Lo repetimos para que no quede duda alguna, seguiremos yendo armados, aunque con todos nuestros papeles en regla y todo el que, a pesar de ello, nos quiera desarmar tendrá que matarnos primero.

Pero veremos quién vence a quien” (244)

 

A mediados de abril los periódicos confederales de Madrid denunciaban una serie de asesinatos de campesinos cometidos “Por gentuza que lleva el Carnet del PC”

Poco antes fue detenido y procesado Francisco Maroto, un anarquista y comandante de milicias en Granada, se le acusaba de complicidad con el enemigo.

Su acusador era Gabriel Morón, el gobernador civil de Almería.

El gran crimen de Maroto consistió en que varias veces hizo incursiones al territorio enemigo, logrando salir del mismo. El Comité Nacional de la CNT salió en su defensa, apuntando en una nota pública: “Si Maroto ha entrado en Granada es porque ha sido más capaz que Morón… el ‘héroe de Almería’”. Maroto fue condenado a la pena de muerte, pero le fue conmutada la sentencia. Al terminar la guerra Maroto fue fusilado por el franquismo (245).

El 20 de abril reventaba la Junta de Defensa de Madrid, que había sido creada por todos los partidos y organizaciones el 6 noviembre de 1936, cuando el gobierno abandonó Madrid, como hemos visto ya. Dentro de la Junta de Defensa el Partido Comunista se dedicó a desarrollar sus intrigas y proselitismo. El entonces Consejero de Orden Público, José Cazorla, hizo detener a un joven, que resultó ser sobrino del Subsecretario de Justicia, Mariano Sánchez Roca.

Fueron setenta días los que se ignoraron la suerte del joven detenido. El cenetista Melchor Rodríguez, el entonces Delegado especial de Prisiones logró descubrir el paradero del joven desaparecido, y con ello se destapaban los procedimientos del PCE. El joven se encontraba en una Tcheka del Partido Comunista, situada en la calle Fernández de la Hoz (246). Descubierta esta Tcheka, otros casos similares se dieron a conocer, y se decía que Cazorla hacía contrabando con los detenidos para sacar fondos para el Partido Comunista.

Aprovechando este incidente el gobierno disolvió definitivamente la Junta de Defensa de Madrid el 23 de abril.

El escándalo que comenzó a raíz del descubrimiento del paradero del joven detenido no hizo sino dar pie a una enorme serie de cosas de ese estilo, que vendrían después a multiplicarse enormemente aun en el mismo frente de lucha.

“Fueron fusilados, asesinados, postergados, castigados, procesados numerosos de entre los mejores combatientes por atreverse a resistir de alguna manera la dictadura impuesta al dictado de Rusia en las filas militares, sus desaciertos, sus operaciones catastróficas con derroches de vidas y de sangre para objetivos de mera especulación política.” (247)

Castilla Libre hizo pública la denuncia de otra Tcheka:

 

“Nosotros ni nos hemos opuesto ni nos opondremos a que se fusile a ningún fascista, sea el que sea. Pero nos opondremos siempre a que se atormente a nadie antes de hacer con él la justicia ejemplar que el pueblo precisa y reclama. Pero en Murcia se da el caso de que los atormentados no eran únicamente fascistas. Individuos pertenecientes a organizaciones revolucionarias y a partidos del Frente Popular fueron sádicamente torturados en la famosa ergástula clandestina de Murcia. Y hasta un compañero de la CNT (...) sufrió la horrible tortura de que le sacasen los ojos antes de desaparecer su pobre cuerpo martirizado.”

 

La prensa del Partido Socialista hizo eco a esta campaña de protesta, pues militantes suyos habían corrido la misma suerte de ser torturados en Murcia.

La disolución de la Junta de Defensa hizo que la campaña del PC por desprestigiar a Largo Caballero se intensificara. Éste respondió con un decreto que limpiaba el Cuerpo de Comisarios de los miembros del PCE.

El 25 de abril en una localidad cercana a Barcelona (Molins de Llobregat) se produjo un acto que iba a ser ampliamente discutido: el asesinado de Roldán Cortada (PSUC). Cuando Roldan Cortada (248) pasaba en un auto por un cruce de caminos unos desconocidos dispararon al automóvil resultando muerto éste.

Esto dio pretexto al gobierno para la represión, numerosos anarquistas del Bajo Llobregat fueran arrestados culpándoles del asesinato.

Esta zona de Cataluña era una de las que más militantes anarquistas poseían, durante los movimientos revolucionarios del 8 de enero y 8 de diciembre de 1933, en Hopitalet de Llobregat se había proclamado el Comunismo Libertario.

Los militantes de esta localidad eran conocidos por su radicalismo revolucionario, y para los catalanistas estos anarquistas radicales era unos anticatalanistas por su internacionalismo y porque en ellos se encontraban muchos provenientes de otras regiones de España.

Una vez iniciada la revolución, se dio en éste lugar un importante movimiento colectivista. Y una vez que la CNT pasó a formar parte del gobierno los militantes de la localidad se constituyeron en movimiento de oposición a la colaboración política, acordes siempre con sus ideas.

Por todo esto se entenderá el carácter de los anarquistas de esta localidad.

Pero a pesar de las detenciones que se realizaron no pudo comprobarse nada acerca de la culpabilidad de los anarquistas en el asesinato de Roldán Cortada. Sin embargo Luis Cano, el Consejero de Defensa del Consejo Municipal de Hospitalet de Llobregat y otros militantes anarquistas serían detenidos. Nada pudo comprobarse contra ellos, y el juez se vio limitado a declarar:

 

“Con respecto a la investigación del sumario que podríamos llamar principal, ni el citado Cano ni los seis detenidos que fueron puestos en libertad, tuvieron la menor intervención directa ni indirectamente en el asesinato de Cortada”.

 

Cano solamente fue procesado “por ejercer funciones privativas del Consejero de Seguridad Interior”

La tesis marxista sobre la culpabilidad de anarquistas en el caso de Roldán Cortada está basada en la nada: bien podríamos nosotros afirmar que Roldán Cortada fue asesinado por el mismo PSUC para justificar así la represión que hacia los anarquistas venían haciendo por medio de los medios policiales más insanos.

Además, muy pocos casos se registran en la historia de la CNT de represión a tránsfugas, como Roldán Cortada. Los casos de represión de parte de la CNT no pueden ser sino los ocurridos contra los pistoleros que de 1919 a 1923 se dedicaron a perseguir al movimiento anarcosindicalista, dando como resultado la muerte de Salvador Seguí y otros destacados militantes de la CNT.

Jamás el ser tránsfuga y pasarse al partido contrario fue motivo de represión por parte de la militancia cenetista. Podríamos fácilmente demostrar esto: Andreu Nin, Joaquín Maurin, Ramón Cassanellas, Eduardo Dato, Rafael Vidiella (249), Manuel Adame, y hasta el propio José Díaz (250) provenían de la CNT, y se pasaron a las filas del PCE.

En fin, el asesinato de Roldán Cortada fue explotado hábilmente por el PCE para tratar de poner a las masas contra la CNT. Durante el transcurso del entierro se organizó por parte del PSUC una importante manifestación a la que se sumaron fuerzas militares y de policía que durante horas gritaron consignas en contra de los anarquistas.

Dos días después de estos sucesos las amenazas se cumplieron: la frontera con Francia, que pertenecía en manos de anarquistas fue atacada por tropas de carabineros del gobierno central. En la emboscada en las cercanas de Puigcerdá tres militantes de la CNT perdieron la vida. Finalmente la frontera quedó en manos del gobierno central. Quizá una de las órdenes de la CNT de impedir el paso de gente a las llamadas Brigadas Internacionales (stalinistas) fue uno de los objetivos agregados a este ataque: mientras más miembros tuviera el PCE más grande sería su poder.

Para cuando estaba entrándose en el mes de mayo, desde febrero hasta esa fecha habían caído asesinados en Madrid y sus alrededores más de 80 miembros de la CNT por medio de las Tchekas rusas.

El primero de mayo, que como todos sabemos se recuerda a los Mártires de Chicago, fue declarado “día de trabajo” por el gobierno central.

En las calles de Cataluña la policía “trabajó” mucho: practicaron detenciones y agresiones en las calles, los afiliados a la CNT eran detenidos, desarmados, y rotos sus carnets en su presencia, insultados y trasladados a las cárceles del gobierno.

El dos de mayo y ante los sucesos que estaban dándose la CNT publica en Solidaridad Obrera:

 

“La garantía de la revolución es el proletariado en armas. Intentar desarmar al pueblo es colocarse al otro lado de la barricada. Por muy consejero o comisario que se sea no se puede dictar orden de desarme contra los trabajadores que luchan contra el fascismo con más generosidad y heroísmo que todos los políticos de la retaguardia, cuya especialidad e impotencia nadie ignora. ¡Trabajadores: que nadie se deje desarmar por ningún concepto! ¡Esta es nuestra consigna!”

 

El tres de mayo a las 2:45 pm se realizó el ataque al Edificio de la Telefónica, que se hallaba en poder de la CNT y la UGT desde el estallido de la revolución y según el decreto de colectivización en vigor. Los trabajadores de la Telefónica interceptaban las conversaciones de los miembros del gobierno y se daban cuenta de los planes que éstos supuestos redentores de la España antifascista planeaban para ahogar su revolución. Esto no podía permitirlo el gobierno, y menos los rusos, que al momento de tratar de sofocar la revolución yacían en primera fila con el cuchillo en mano.

Tres camiones de guardias de asalto mandados por Rodríguez Salas se colocaron ante el edificio de la Telefónica. Habían escogido esa hora para realizar el ataque pues a esa hora salían la mayoría de los trabajadores a comer.

Los policías mandados para ocupar la Telefónica entraron gritando “¡Arriba las manos!” a los milicianos que hacían guardia en la planta baja. Los que fueron tomados por sorpresa fueron desarmados. Trataron entonces los policías subir a las plantas de arriba para ocuparlas, pero los milicianos que escucharon lo ocurrido abajo tomaron sus armas y ofrecieron una fuerte resistencia a los policías.

El plan fraguado por los stalinistas no funcionó, pese a la ausencia de muchos milicianos de la CNT, los que se encontraban en la Telefónica defendieron violentamente la misma, quedando los policías en la parte de abajo, mientras que las demás plantas seguían en manos de los cenetistas. (251)

Rápidamente corrió la noticia de que se atacaba a la CNT tratando de ocupar la Telefónica. El Comité Regional de la CNT telefoneó a la Cancillería de Seguridad Interior, en busca de una explicación sobre lo que sucedía.

¿Quién había dado la orden de que se ocupara la Telefónica? El Consejo de la Generalitat no había deliberado sobre ello ¿Quién dio entonces la orden de ocupación?

Al ser interrogado Ayguadé dijo no saber nada de lo sucedido. Evidentemente no iba a decir públicamente que aquello era un golpe contrarrevolucionario. Rodríguez Salas había mostrado una orden con su firma.

No había pasado ni una hora cuando aparecieron los milicianos de la FAI y las patrullas de control. Comenzaron los primeros disparos, y los comercios cercanos echaron el cerrojo. Las calles de Barcelona lucían desoladas, no había nadie en ellas. Apenas se veían unas cuantas personas corriendo para ponerse a salvo. Inmediatamente después del ataque se supo en las fábricas lo que sucedía, obreros de la CNT de la UGT y de una multitud de fábricas abandonaron éstas para levantar barricadas en las calles (252), para defender sus conquistas revolucionarias, amenazadas por el odioso actuar del Partido Comunista y su filial el PSUC. Los trabajadores cenetistas y faístas comprendieron que no había tiempo que perder, se estaba jugando prácticamente el futuro de la revolución, no había tiempo que perder, ni un solo minuto.

Esto no era lo que habían planeado los contrarrevolucionarios del PCE y del PSUC: al anochecer las calles de Barcelona estaban repletas de barricadas, e incluso la Genaralitat estaba rodeada de ellas, asediada por las fuerzas populares.

Así transcurrió la noche, con las calles desoladas y un silencio escalofríate, que sólo era interrumpido por los disparos que se intercambiaban de barricada a barricada. Como desde el estallido de la revolución, las fuerzas revolucionarias eran la CNT, FAI, JJLL, y el POUM; las fuerzas de la contrarrevolución eran el PCE encabezando la lista, el PSUC secundándole, y los extremistas nacionalistas catalanes siguiéndoles. La lucha era igual o más dura que el 19 de julio.

Al otro día (4 de mayo) por la mañana la situación no había cambiado mucho. Comenzaron a salir algunas amas de casa y mirones, que rápidamente volvieron a sus hogares al reanudarse los disparos. Prácticamente toda Barcelona estaba en manos de los obreros, excepto algunas zonas del centro, donde la contrarrevolución de los marxistas dominaba. Solidaridad Obrera se expresaba así sobre los acontecimientos:

 

“… No estamos dispuestos a permitir que la contrarrevolución, en nombre de una unidad que ya no se siente, sino que sabotea, actúe” (253)

 

La lucha era igualmente encarnizada, se disputaba barrio por barrio, casa por casa. La Central de la Telefónica seguía asediada por los contrarrevolucionarios del PCE, PSUC y los catalanistas. Se atacaron los locales cercanos del POUM, y a su vez los atacantes fueron asediados por milicianos de la CNT-FAI.

Varios centenares de miembros de la Guardia Civil que se encontraban parapetados en el parque fueron reducidos por milicianos anarquistas, que lograron también hacer presos a más de 400 Guardias Civiles en los barrios más populares de Barcelona. La balanza no se decantaba a favor de ninguno de ambos grupos que luchaban fieramente. En las calles, repletas de barricadas, sólo se veían circular autos brindados de la FAI y autos de organizaciones que pasaban por una lluvia de plomo. También circulaban rápidamente las ambulancias que recogían a los heridos y los trasladaban a los hospitales más cercanos e improvisados sitios de ayuda, pronto se vieron los hospitales sobrepasados por el trabajo enorme de heridos que llegaron, el número ascendía cada vez más.

Los trabajadores no negociaban más que en las calles, no había tregua posible entre la revolución y la contrarrevolución, al menos así lo entendieron la enorme mayoría que se lanzó a las calles a defender la revolución. Quienes negociaron fueron los Estados Mayores, los dirigentes. La Generalitat pudo hasta ese momento reunirse, y se decidió que no había gobierno, que los sucesos habían arrasado toda posibilidad de que éste existiera.

Mientras tanto por radio se difundían infinidad de llamamientos de cese al fuego, que no lograban calar en los ánimos de los revolucionarios que querían aplastarle de una vez por todas la cabeza a la contrarrevolución del Partido Comunista Español.

García Oliver y Federica Montseny, los ministros anarquistas que venían desde Valencia apoyaron estos llamamientos con todas sus fuerzas, pero había razón para actuar así, por lo menos desde su perspectiva:

Se tenían desde varios puntos de vista el miedo a una división en las filas del antifascismo, se tenía la preocupación de una guerra civil dentro de la misma guerra civil, y por ello se fue indulgente con el PCE que, sabiendo esto, se lanzaba impunemente a destruir una revolución de la cual no le interesaba en lo más mínimo su victoria, sino tan sólo lo que esta desgracia podría aportar a la meca del socialismo: la Rusia de Stalin.

Por radio, la CNT hacía llamamientos como el siguiente:

 

“Mujeres y hombres del pueblo, trabajadores: No es una explicación lo que lanzamos a la opinión pública. Es una palabra abierta y franca que lleva, como todas las nuestras, la clara sinceridad de nuestras intenciones y de nuestras ideas. No somos responsables de lo que sucede; no estamos atacando; nos estamos defendiendo. No fuimos los que empezamos ni los que provocamos; somos los que responden, como pueden, al desafío, a la injusticia, a la calumnia y a la fuerza, que en vez de emplearse contra el fascismo, se emplea y utiliza contra los más aguerridos antifascistas...” (254)

 

Mientras los parloteos continuaban en las oficinas de la Generalitat, en las calles los obreros continuaban enfrascados en una lucha a muerte contra la contrarrevolución. Companys se negaba a llegar a ningún acuerdo si antes no se retiraban los obreros armados de las calles. Tarradelas, quien era el Primer Consejero, se negaba, apoyado por Companys, a destituir a Rodríguez Salas y Ayguadé, tal como lo exigían los anarquistas.

Toda la noche del 4 al 5 de mayo transcurrió en discursos y sin prácticamente avanzar nada en las negociaciones. Companys seguía en su postura de que antes de que cualquier acuerdo fuera posible, los trabajadores en armas debían retirarse; los anarquistas seguían exigiendo la destitución de Rodríguez Salas y de Ayguadé, los responsables de lo sucedido; Tarradellas seguía firme en no destituirlos.

Se había dicho ese mismo 4 de mayo que se llegaría a un acuerdo.

Al día siguiente, como no se obtenía acuerdo alguno el combate continuó, pero esta vez con más coraje, pues se habían sufrido ya muchas bajas por ambos lados. En las calles se veían grupos de muchachos y muchachas que corrían a ocupar su lugar en la barricada, o participando en los ataques a los sitios donde se refugiaban los stalinistas y la policía.

Ese día las fuerzas revolucionarias sufrieron un descalabro al ser ocupada la Estación de Francia, que era ocupada por los anarquistas, y los empleados de la Telefónica, que llevaban ya dos días de asedio, hambrientos y cansados se rindieron.

Ese miércoles 5 de mayo el Gobierno Autónomo de Cataluña dimitió en bloque. Por la tarde, el Comité Regional de la CNT proponía que se cesaran las hostilidades “Cada parte mantiene sus posiciones. La Policía y los paisanos que combatían a su lado quedaban invitados a hacer una tregua. De no cumplirse estos acuerdos se avisará inmediatamente a los Comités responsables. No se hará caso de los disparos aislados. Los defensores de los sindicatos se mantendrán tranquilos, esperando nuevas informaciones” (255)

La propuesta fue aceptada en un principio pero, gobierno al fin, los disparos no cesaron. El mismo Comité Regional de la CNT-FAI que se encontraba reunido tuvo que suspender su reunión para defenderse, pues el edificio estaba siendo atacado por las fuerzas gubernamentales desde las torres del barrio Gótico, y desde afuera mismo por las fuerzas de seguridad.

La oposición a la colaboración política de la que he hablado en una nota anterior se manifestó también aquí. Principalmente las Juventudes Libertarias y los Amigos de Durruti (256) se manifestaron en contra de la postura mantenida por los dirigentes de la CNT que hacían constantes llamados de cese al fuego.

Los Amigos de Durruti, al par que participaban en la lucha lanzaban proclamas exigiendo el aplastamiento de la contrarrevolución (incluido el fusilamiento de los culpables). He aquí un llamamiento en una de sus proclamas:

 

“CNT - GRUPO DE LOS AMIGOS DE DURRUTI - FAI

 

Trabajadores, exigid esto con nosotros: una dirección revolucionaria. El castigo de los culpables. El desarme de todos los cuerpos armados que participaron en la agresión. La socialización de la economía. ¡La disolución de los partidos políticos que se han levantado contra la clase obrera! ¡No cedamos la calle! ¡La revolución ante todo! Saludemos a nuestros camaradas del POUM que han fraternizado con nosotros en la calle. ¡Viva la revolución social! ¡Abajo la contrarrevolución!”

 

Claro, las palabras de apoyo al POUM resaltan sobre las demás. Esto no quita que los demás postulados eran buenos, su opinión acerca del POUM se debe sobre todo a que se sumaron a la lucha contra la contrarrevolución, actitud esta del POUM de la que ya hemos hablado.

Pero si esta era la actitud de los Amigos de Durruti, no era la misma del otro grupo minoritario que luchaba en las calles de Barcelona: el POUM. Creían estos últimos que entre la CNT, la FAI y el POUM podrían tomar por asalto el poder de Cataluña, y hacerse con la revolución. Sin duda no estaban del todo alejados de la realidad. Pero tomar el poder no constituía el carácter ni de la CNT ni de la FAI. Participaban en él de manera circunstancial, debido a la guerra, pero habían manifestado ya que no querían tomar el poder.

Por su parte el POUM temía a estas medidas, pues pensaban que una vez tomado el poder en Cataluña las demás regiones antifascistas de España se volverían contra Cataluña, lo que sin duda habría de beneficiar al franquismo.

Por esto es que vemos la táctica que propone el POUM de una manera no muy entusiasta:

 

“EL POUM A LA CLASE OBRERA.

 

Camaradas:

Con la lucha de estos días, el proletariado de Barcelona ha demostrado su voluntad inquebrantable de no tolerar la menor provocación contrarrevolucionaria. Cuando nos hayamos desembarazado del enemigo, gracias a la magnífica reacción de la clase obrera, habrá que "retirarse". Pero la retirada sólo puede efectuarse en las condiciones siguientes:

Retirada de la fuerza pública de las calles.

La clase obrera conservará sus armas.

El cumplimiento de estas condiciones, que son perfectamente aceptables, puede acabar con la lucha y evitar un derramamiento inútil de sangre y dar a los camaradas que luchan en el frente, la moral y la confianza que les son tan necesarias para luchar contra nuestro enemigo mortal: el fascismo.

 

El Comité Ejecutivo”

 

Así era como el POUM proponía que después de haber derrotado al enemigo contrarrevolucionario, había que retirarse. Aquí quedan marcadas todas las vacilaciones que el POUM tuvo en el conflicto de Barcelona.

Hemos visto ya que el Gobierno de Cataluña había dimitido en bloque. Pues bien, esa misma tarde se hacía público el orden del nuevo gobierno de Cataluña. Figuraba en él: Valerio Mas (CNT), Antonio Sesé (UGT) Joaquín Pons (Unión de Rabassaires), Martí Faced (Esquerra Republicana). Ocurría sólo un problema aquí: Antonio Sesé había sido muerto.

Por su puesto, esto dio pie a que el PCE-PSUC afirmara que habían sido los anarquistas los culpables. Solidaridad Obrera publicó el 9 de mayo un itinerario del recorrido que había hecho Sesé, con lo que se demostraba que la bala asesina no podía haber salido de una barricada anarquista.

La misma Federica Montseny había sido cubierta por una lluvia de balas cuando se dirigía en auto hacia la Generalitat; Baruta, que viajaba con ella también resulto herido y Mariano Rodríguez Vázquez resultó ileso insólitamente. Y en circunstancias parecidas había muerto ya Domingo Ascaso

Esto no solucionó nada, los ajustes de cuentas que venían ya cometiéndose se afirmaron aún más. Camilo Berneri y su camarada Barbieri encontraron así la muerte. Pero aunque estos dos anarquistas italianos habían muerto, no era menos importante la figura de Domingo Ascaso, hermano del famoso Francisco Ascaso, muerto en 1936 en el asalto al cuartel de Atarazanas.

Sobre Berneri y su compañero, Solidaridad Obrera hizo el siguiente comunicado:

 

“A las seis de la tarde del miércoles se presentaron en la casa doce hombres hicieron salir a los camaradas Berneri y Barbieri y les comunicaron que estaban arrestados. Barbieri quiso saber la causa de la detención. «Parece ser que sois contrarrevolucionarios», se les dijo. Berneri se indignó. Veinte años de anarquismo militante le daban derecho a esa indignación... Durante la madrugada del 6 de mayo, la policía (...) aseguró a la compañera de Barbieri que aquel mismo día, a las 12, serían libertados los dos recluidos. Pues bien, también aquel mismo día, la familia de los dos desaparecidos supo, por ficha del Hospital Clínico, que sus dos cuerpos, acribillados a balazos, habían sido recogidos por la Cruz Roja en los alrededores de la Generalitat, durante la noche del 5 al 6 de mayo…”

 

Mientras tanto, la CNT había publicado un comunicado incitando a los trabajadores a volver a sus puestos de trabajo, pues se decía se había ya solucionado el problema.

El jueves 6 de mayo parecía ya todo vuelto a la normalidad; salían las amas de casa a hacer las compras, y los medios de transporte intentaron salir de nuevo… intentaron, porque fueron recibidos por balas… ¿Qué ocurría?

El grupo de los Amigos de Durruti se negaba a obedecer la orden de cese al fuego, contra lo que había dicho la CNT, este grupo estaba por la continuación de la lucha hasta acabar con el enemigo interior contrarrevolucionario. De nuevo las calles que comenzaban a limpiarse volvieron a llenarse de barricadas, se volvían a continuar los enfrentamientos. Esto correspondía netamente a las aspiraciones populares. Los obreros que habían comenzado a abandonar las barricadas las volvieron a ocupar para continuar la lucha.

El POUM que había seguido las ordenes de la CNT y había conminado a los obreros a volver a las fábricas llamó precipitadamente por teléfono para dar contraordenes, también querían continuar la lucha, aunque hemos hablado ya del carácter que tenía el POUM y las razones por las cuales se puso de lado de la CNT y la FAI.

Para ese momento en el Hospital Clínico yacían más de 500 muertos y más de mil heridos.

Mientras tanto por la radio se anunciaba que el gobierno de Valencia, dada la gravedad de la situación, se disponía a imponer el orden en Barcelona.

Todo el día se fue en espera de ver que sucedía, de constantes llamamientos de alto al fuego y de demostraciones de la CNT y la FAI de no ser culpables de lo sucedido.

Durante la noche de ese día 6 de mayo la CNT hizo propuestas muy semejantes a las anteriores al gobierno de Cataluña, para que se pronuncie al respecto de las propuestas. El gobierno evadió cualquier respuesta en espera, seguramente, de los refuerzos que venían desde Valencia, esperando con ello dar el golpe por la espalda a la revolución. Estas fuerzas demoraban en llegar a Cataluña, pues en su camino iban imponiendo su orden, en especial en Tortosa, donde la represión  hacia los militantes anarquistas se hizo con especial saña, pese a que Montseny se le había prometido que no se llevaría a cabo ningún tipo de represión.

No fue sino hasta la madrugada del día 7 de mayo que el gobierno aceptó el acuerdo de cese al fuego. Pese a esto, nadie, ninguna de las dos fuerzas en conflicto estaba dispuesta a abandonar las barricadas, era una especie de orgullo lo que les mantenía ahí, pese haberse acordado la tregua. Fue hasta llegado el día que los anarquistas –según José Peirats—dieron el ejemplo y se retiraron de las barricadas.

A las 8:30 de la noche de ese día 7 de mayo entró en Barcelona la fuerza que había enviado el gobierno de Valencia. Se trataba de 120 camiones donde venían elementos de lo más dispares. Eran 5000 los llegados de Valencia, y al pasar frente a la Jefatura de Policía se hicieron disparos contra ella, mientras se gritaba “¡Viva la FAI!”

Así terminaron de manera oficial los sucesos de Barcelona… oficial, porque la represión contra el movimiento anarquista continuaría (257).

Se ha hablado desde distintos puntos sobre los sucesos de Barcelona: desde la conspiración franquista, hasta las tentativas de los catalanistas por conseguir dividir a Cataluña de España. Las razones dadas para cada una de ellas son razonables y contienen cierto grado de lógica. Pero el hecho es que el principal móvil era otro: no se trataba de un ataque para remover a Largo Caballero, no. Si ello hubiese sido así, el golpe hubiera sido en Valencia. ¿Por qué darlo en Barcelona? Porque el golpe que pretendía dar el PCE, PSUC y demás corrientes no estaba dirigido sólo a Largo Caballero, sino a la revolución misma: Barcelona era el baluarte del anarquismo español, y éste representaba un obstáculo serio a los planes de todos ellos.

Si bien los stalinistas no habían conseguido sus objetivos de eliminar a los anarquistas, habían conseguido, por lo menos, reforzar la autoridad del gobierno central, que estaba en gran medida en sus manos. Apenas llegados los refuerzos de Valencia, los marxistas del PCE y del PSUC, que estuvieron gran parte del tiempo custodiando valerosamente las espaldas de los Guardias de Asalto salieron detrás de ellos, pidiendo a gritos la disolución del POUM… de la CNT pensaban lo mismo para sus adentros, pero sabían muy bien que una cosa era disolver al POUM y otra muy distinta intentarlo con la CNT-FAI. Aunque esta campaña se realizaba camuflada de una manera muy singular: se hablaba de una oposición a los grupos de incontrolados, a los cuales asimilaban a los colectivistas y a los revolucionarios que no reconocían al Frente Popular salido de las urnas de febrero como algo representativo, así como a los que se negaban a luchar por una República Democrática:

 

“El pueblo somos los comunistas, los socialistas, los anarquistas, los trabajadores de los sindicatos, los republicanos y en una palabra, los antifascistas sinceros (…) Son enemigos del pueblo los que no se someten a la autoridad del Gobierno del Frente Popular encargado de realizar los postulados de la República democrática. Y toda esta gente está incluida en los tres grupos más característicos: fascistas, trotskistas e incontrolables” (258)

 

Evidentemente no podían decir públicamente que los anarquistas eran el enemigo, la CNT y la FAI no eran el POUM. Tenían que poner a los anarquistas en sus páginas para darle al ataque contra los incontrolados un aspecto de legalidad. Ahora bien ¿Quiénes eran los incontrolados?: “[son los que] se han alzado en Cataluña contra la República y contra el Gobierno (…) los que (…) obligan [a los campesinos] a realizar una colectivización que no sienten” (259). Ahora bien, ¿Quiénes se levantaron en Cataluña contra el ataque a la Telefónica? ¿Quiénes eran falsamente acusados de imponer la colectivización en Aragón? ¡Los anarquistas! Y como eran incontrolados los anarquistas, eran a su vez enemigos del pueblo… ¡pura habilidad política!

El mismo Abad de Santillán, que participó en las negociaciones por detener los enfrentamientos en Barcelona se arrepentiría de haber actuado así, cuando vieron las consecuencias que eso trajo:

 

“[los sucesos de mayo] habían sido una provocación de origen internacional y nuestra gente fue miserablemente llevada a la lucha; pero una vez en la calle, nuestro error ha consistido en paralizar el fuego sin haber resuelto los problemas pendientes. Por nuestra parte estábamos arrepentidos de lo hecho y creíamos que aún era hora de recuperar las posiciones perdidas. Fue imposible llegar a un acuerdo” (260)

 

Lo que habla aquí Santillán es muy interesante, y hay que recalcarlo: cuando se comienzan los sucesos de mayo, el día 3, se habían visto la presencia de unidades de guerra francesas e inglesas en las afueras del puerto de Barcelona. Esto hace pensar que la provocación fue de corte internacional, pero que en ella estaban también los miembros del PCE y del PSUC, lo cual se demuestra cuando se ve que unidades militares de ambos que se debían hallar en Aragón, se encontraban en Barcelona desde el comienzo del conflicto.

Podría uno preguntarse el porqué no acudieron a la lucha las fuerzas que se encontraban en Aragón: en efecto, el 5 de mayo los elementos de la 26 División (antigua Columna Durruti) se concentraron en Barbastro, con miras a ir a apoyar a sus camaradas barceloneses en el aplastamiento de la contrarrevolución: no pasaron de Binefar, los delegados del Comité Regional de la CNT (261) lograron persuadir de ello a Gregorio Jover. Juan Manuel Molina, Subsecretario de Defensa de la Generalitat por la CNT, logró persuadir asimismo a Máximo Franco de que detuviera sus fuerzas en Binefar también. La 29 División (POUM) también detuvo sus fuerzas. En realidad el POUM tenía que secundar siempre las acciones de la CNT; minoritario como era no podía actuar por sí mismo. Acudieron también la Columna Roja y Negra con cantidad de 1500 a 2000 hombres, la 27 brigada y 28 división fueron detenidos en Lérida. Además, si el total de los milicianos anarquistas se hubiera trasladado hacia Barcelona seguramente si hubieran pasado de Binefar, pero hubiera sido equivalente a dejar el frente de Aragón descuidado, y el enemigo apenas hubiera encontrado resistencia al entrar.

La lucha que se había desarrollado en el centro de Barcelona no solamente ocurrió aquí: en Tarragona el 6 de mayo el local de las Juventudes Libertarias fue atacado, pero los militantes resistieron y echaron a los policías de sus locales. Los dirigentes de la CNT de la localidad solicitaron una reunión de todas las organizaciones antifascistas: el PSUC y la UGT se negaron a dialogar con los anarquistas.

Al caer la tarde el local fue nuevamente atacado, pero esta vez con fuerzas más numerosas, consiguiendo esta vez triunfar. Castello y Rueda, delegados de la CNT que acababan de llegar solicitaron de nuevo la reunión, que esta vez sí fue aceptada debido a las condiciones que había: el PSUC se había adueñado del local de las Juventudes Libertarias y los anarquistas estaban muy minados en sus fuerzas.

El delegado del gobierno central, el Capitán Berbetá dijo que había recibido órdenes del gobierno central de utilizar todas las armas, incluida la aviación, para someter y desarmar a los anarquistas de la CNT-FAI. “El resto del día en que se celebraron estas reuniones transcurrió tranquilo, pero al amanecer del día siguiente, a eso de las tres de la mañana, inesperadamente, fuerzas de Asalto y policía se adueñaron violentamente de la Consejería de Defensa Interior, al decir de ellos en virtud de órdenes superiores recibidas. Y como si tal asalto fuese una señal convenida, comenzaron entonces las más duras represalias contra los militantes de la CNT y la FAI, incumpliéndose, de este modo, la palabra dada por las autoridades. Pronto las fuerzas de la población quedaron sembradas de cadáveres de militantes destacados de nuestra organización. He aquí algunos de los encontrados...” (262)

En Tortosa la situación no era muy diferente: al ser ocupado el edificio de la Telefónica las fuerzas adictas al gobierno y al stalinismo atacaron a los militantes anarquistas. Sin embargo aquí los anarquistas triunfaron en las calles, detuvieron a los policías y tomaron en sus manos la administración de la localidad. Pero las fuerzas enviadas por el gobierno pasaron por aquí y restablecieron su orden. Los miembros stalinistas salieron de sus escondrijos y se apoderaron de los centros de comunicaciones oficiales. Consecuencia: los militantes anarquistas fueron detenidos y sus locales saqueados.

Los dirigentes de la localidad fueron llevados atados de pies y manos a no se sabe dónde: aparecieron más tarde muertos en los alrededores de la localidad. Sucesos parecidos se dieron en Vic, donde la CNT era la única organización liberal (más bien libertaria) en medio de un mar de gente reaccionaria, debido a la influencia del clericalismo. Los militantes de la localidad, luego de luchar fuertemente, salieron de la comarca en masa tras una lucha desesperada.

En el norte de Cataluña se sucedieron sucesos parecidos a los de Tortosa y Tarragona. Aquí el Carlismo había producido una tradición reaccionaria. Las fábricas de tejido atrajeron la mano de obra de la capital y con ella los gérmenes del sindicalismo revolucionario. El clericalismo tenía fuerte influencia sobre los campesinos, los pequeños propietarios y la clase media en general, y estos elementos fueron los que reclutados más tarde por los políticos contrarrevolucionarios serían quienes atacarían a la supremacía del anarquismo catalán.

En esta combinación figuraban también los extremistas del Estat Catalá que siempre habían batallado por separar políticamente a Cataluña de España. La CNT con su internacionalismo representaba un obstáculo a las maniobras del Estat Català, que en su demagogia separatista no se distinguían mucho de los autonomistas no menos autoritarios que ellos. Cuando estalla la revolución el 19 de julio, los odios de los extremistas del Estat Català hacia la CNT crecen al verla dueña de las calles, y muchos de ellos fueron influenciados por los stalinistas en contra de la CNT, de hecho hemos visto ya que entre los que formaron el PSUC se encontraba el Partido Proletario Catalán.

En diciembre del mismo 1936 los demagogos del separatismo habían fraguado un complot con el que se conseguiría la separación de Cataluña de España con ayuda de potencias democráticas o fascistas (¡ahí conduce el nacionalismo!). Cuando se descubren estos preparativos es fusilado el Comisario de Orden Público, un catalanista llamado Reverter, y otros acusados huyeron al extranjero, entre ellos el Presidente del Parlamento catalán, Juan Casanova.

Sin duda había un punto principal que llevó a los extremistas del Estat Català a apoyar al PSUC: ambos odiaban y querían deshacerse de la CNT-FAI.

Una de las condiciones por las cuales se habían abandonado las barricadas definitivamente unos días atrás era que no se iban a cometer actos de venganza por parte del gobierno o de los grupos en lucha, y se iban a libertar a los presos de ambos lados. Pues bien, por el lado contrarrevolucionario había dos tipos de presos, los que estaban en las cárceles oficiales, y los que se encontraban en las cárceles secretas de la GPU stalinista. Muchos de los presos eran asesinados después de ser martirizados, otros eran puestos en los mismos sitios donde se encontraban los presos fascistas. Todos eran de la CNT, de la FAI o del POUM.

No fue sino hasta el 11 de mayo que los desaparecidos fueron descubiertos asesinados: una ambulancia había arrojado los cadáveres de 12 jóvenes libertarios asesinados por los stalinistas. Ante estos hechos Solidaridad Obrera escribe indignada:

 

“Tres días de caza del hombre, sistemática y terrible. Hablen, si no, los cadáveres, espantosamente mutilados, de los 12 militantes de la CNT de San Andrés [barrio extremo de Barcelona], sacados de sus casas y llevados en una ambulancia al cementerio de Sardañola. Hablen, si no, los 5 hombres del rondín de Eroles, asesinados también. Hablen los 15 hombres de la CNT hallados muertos en los alrededores de Tarragona, y otros más, encontrados en diversos puntos de Cataluña. Hable, si no, el cuerpo exánime de Camilo Berneri…”

 

El 13 de mayo se daba a la opinión pública un decreto del ministerio de gobernación. Se trataba de desarmar a todo elemento que pudiera significar peligro alguno para el gobierno. Los que portaran armas serían tratados como adherentes a la rebelión. El castigo sería el marcado por el Código de Justicia Militar, todos los individuos u organizaciones que no pertenecieran al Ejército o demás cuerpos armados del Estado, y que tuvieran en su poder explosivos, gases lacrimógenos, armas largas, máquinas de guerra, vehículos blindados, etc., debía ser desarmados y castigados. Poco más tarde se daría otra orden:

 

“Artículo primero. - A contar de la fecha de la publicación de esta Orden ministerial (. . .) se concede un plazo de 72 horas para que todos los ciudadanos, partidos políticos o sindicales, comités, consejos municipales y cualquier clase de asociaciones o entidades que poseyeran armas largas, las entreguen en Valencia, en la Dirección General de Seguridad; en Barcelona, en el local donde está instalada la Delegación de Orden Público del gobierno central, y en las demás regiones en el local que designe el gobernador civil o delegado nacional…”

 

Efectivamente, una vez que caducara el plazo de las 72 horas se realizarían cateos en los locales. De encontrarse armas serían detenidas todas las personas y entregadas al gobierno. También quedaban anulados los permisos otorgados a los sindicatos o partidos para portar armas. El PCE y el PSUC no saldrían afectados, pues no necesitaban portar armas al cinto, tenían un arma más potente: la dirección de la guerra y de gran parte del gobierno; además los asesinatos de anarquistas a manos del Partido Comunista y del PSUC no cesaron por esta orden que no era más que un desarme disimulado de todos los elementos revolucionarios.

Las medidas decretas por las cuales se desarmaba a los elementos revolucionarios se convirtieron rápidamente en cacheos en los locales libertarios, que más que cacheos parecían auténticos asaltos. En la sede del local de “Los Escolapios”, que había sido el Comité de Defensa de Barcelona se registró el más aparatoso de estos cacheos: aquí el gobierno movilizó hasta tanques y cañones. El local fue bravamente defendido por los ocupantes.

Después de resuelta la crisis del gobierno de la Generalitat las cosas empeoraron al grado de que era necesario pedir permiso al gobierno para poder tener una reunión de militantes.

La FAI lanzó entonces un manifiesto denunciando que las cárceles del Estado se hallaban llenas de presos antifascistas, mientras en las calles circulaban “elementos peligrosos de los requetés y del fascio” (263).

Del 9 al 15 de junio el pueblo fue objeto de otros nuevos ataques: se disolvían las Patrullas de Control y los Comités Obreros de Control de las fuerzas armadas. Se incautaron también las radios de las organizaciones y partidos… la Radio CNT-FAI fue la primera.

 

Una vez pasados los sucesos de Barcelona, el secretario del PCE, José Díaz declaraba:

 

“Todos los partidos y organizaciones del Frente Popular tienen que condenar públicamente el criminal levantamiento de Cataluña. Los que no lo hagan no pueden estar dignamente representados en el gobierno.”

 

Se da pie entonces desde apenas ocurridos los hechos de Barcelona, a una campaña del PCE para reprimir a quienes habían respondido a la provocación contrarrevolucionaria por ellos emprendida:

 

“El Gobierno va a restablecer el orden en Cataluña. Ahora no puede haber ni la más mínima contemplación con los desalmados que nos atacan por la espalda», (264); «Hay que ser implacables en el aniquilamiento de los provocadores y traidores de la retaguardia», (265); «La traición sólo tiene un nombre: traición», (266); «En efecto: ¡Basta de provocaciones! Pero con el castigo implacable de los sublevados en Cataluña», (267); «Los acusadores seguimos acusando. Quienes se levantan contra la República democrática son agentes del enemigo», (268); «El Partido Comunista defiende con toda lealtad los postulados de la República democrática y critica a quienes no quieren defenderlos», (269); « ¿Quiénes son los enemigos del pueblo? Los fascistas, los trotskistas y los incontrolables», (270); «Nuevas coincidencias con nuestro Partido. Con el castigo implacable de los traidores de Cataluña gana más nuestra unidad de combate», (271)

 

Por su parte el PSUC no podía quedarse detrás de sus compinches del PCE y hacen publicar lo siguiente en su órgano de expresión:

 

“Ha estat tan evident la criminal actuació dels trotsquistes que dirigeixen aquesta bada facciosa que és el POUM en l’aixecament contra la República durant la semana pasada, que totes les organitzacions antifeixistes del país s’han aixecat unánimes en un moviment de protesta general contra els provocadors de la tragedia” (272)

 

La CNT sabía lo que se escondía detrás de estas palabras y las dichas antes por José Díaz, y hace publicar lo siguiente:

 

“¿Qué quiere el Partido Comunista? ¿Que se produzca una crisis para que la CNT deje de estar en el gobierno?”

 

Estas palabras iban a resultar casi proféticas: El 15 de mayo, en un Consejo de ministros, los dos representantes comunistas provocaron la crisis de gobierno.

Largo Caballero dice en sus memorias: “Entonces propusieron [el PCE] la disolución de la CNT (273) y el POUM... Manifesté que eso no se podía hacer legalmente; que mientras yo fuese presidente del gobierno no se haría; que si los tribunales comprobaban que se había cometido algún delito ( ... ) lo harían, pero no el gobierno."

 

Según José Peirats, Federica Montseny en conversación con él, al hablar sobre la actitud de los dos ministros del PCE que provocaron la crisis, Largo Caballero pronunció las siguientes palabras: “El Consejo de Ministros continúa”. Fue entonces cuando ocurrió lo inaudito. Prieto, Negrín, Álvarez del Vayo (socialistas prietistas), Giral, Irujo (republicanos), abandonaron a su vez el salón. Caballero dijo entonces: "Ante esta situación queda planteada la crisis". (274)

 

Una vez planteada la crisis del gobierno Largo Caballero intenta formar otro. El 16 de mayo envía una carta a todas las fuerzas políticas con la forma en que había de formarse dicho gobierno: a la UGT le corresponderían tres ministerios, asumiendo el mismo la presidencia y Defensa Nacional; al PSOE, PCE, IR y CNT les corresponderían dos ministros a cada uno; un ministro para la Unión Republicana y un representante del Partido Nacionalista Vasco y otro de la Esquerra Republicana ocuparían ministerios sin cartera. Contestaron aceptando la propuesta la Izquierda Republicana, la Unión Republicana y la UGT. Contestaron negativamente el PSOE, el PCE y la CNT, que no aceptaba que se le colocara en ese lugar de inferioridad. Tenía razón la CNT al molestarse: no se le podía colocar en el mismo nivel que al PCE, que había sido quien había provocado la crisis y fomentado los enfrentamientos en Cataluña. Además de estas razones se hallaban otras porque:

 

“a) El Partido Comunista había provocado la crisis.

b) El Partido Comunista no ha colaborado en la obra de gobierno con la lealtad de la CNT.

c) El Partido Comunista no representa ni mucho menos lo que la CNT para el pueblo ni para el proletariado español”.

 

Había razones para mantener esta postura ante el PCE, como bien lo plantearía más tarde el Comité Peninsular de la FAI:

 

“1) El Partido Comunista ha combatido de una manera abiertamente contrarrevolucionaria la obra emprendida por las organizaciones obreras, pretextando que lo primero era ganar la guerra, sin advertir que al quitar a la guerra el calor popular, de cosa propia, tenía irremediablemente que dar los frutos que estamos viendo desde mayo de 1937.

2) El Partido Comunista apoyó desvergonzadamente a los sectores políticos que habrían debido desaparecer después de Julio, buscando aliados y neófitos en los sectores de origen más dudoso desde el punto de vista antifascista (275).

3) El Partido Comunista es enemigo de la autonomía de los sindicatos y les niega personalidad para intervenir como tales en la ordenación y en la transformación de la sociedad, misión que, según él, incumbe a los Partidos, a él mismo.

4) El Partido Comunista ha empleado los medios más desleales para acrecentar las filas de la U.G.T. a fin de poder maniobrar desde ella con fines escisioncitas y esterilizar también la obra directa de los sindicatos.

5) Ha creado organizaciones amarillas para especular en su competencia con los socialistas por el dominio de la U.G.T. Ahí tenemos el caso de la Federación provincial de campesinos de Valencia.

6) El Partido Comunista ha obstruido el desarrollo de las colectividades agrarias e industriales y ha utilizado todos los medios, las fuerzas de orden público, incluso el Ejército, para destruir las que se habían creado y prosperaban. Ha aprovechado su entrada en el Ministerio de agricultura (276) para negar créditos, abonos y semillas a las colectividades de la C.N.T. Ha utilizado la Unión de Rabassaires para sembrar la cizaña en el campo catalán.

7) El Partido Comunista ha esgrimido el chantaje [¡sic!] de la ayuda rusa para producir los cambios políticos que consideraba más convenientes a su desarrollo en detrimento de los otros sectores.

8) El Partido Comunista ha utilizado el aparato burocrático y represivo del Estado para eliminar a sus adversarios políticos con grave daño para la causa antifascista. Baste recordar los sucesos de mayo de 1937 en Barcelona, la persecución y la anulación del P.O.U.M. y el asesinato de militantes como Andrés Nin.

9) Han hecho del ministerio de Estado un apéndice diplomático de las relaciones exteriores de la U.R.S.S., con evidente desprestigio para España, que se ha visto así aislada del mundo.

10) El Partido Comunista ha intervenido en los Comités de enlace para anular la acción de la U.G.T. como sindical que había de verse forzosamente impulsada por nosotros en base a la unidad de intereses y de aspiraciones del proletariado.

11) El Partido Comunista ha explotado inicuamente a nuestro país con el negocio de las armas en las condiciones más desventajosas y ha facilitado la adquisición de nuestros stoks de mercaderías a precios irrisorios, sin contar el robo por el espionaje ruso de nuestros secretos de fabricación industrial.

12) El Partido Comunista ha paralizado y castrado por todos los medios la iniciativa creadora del pueblo español para que tengamos forzosamente que ser tributarios del comercio exterior ruso...”

 

Se formó entonces un nuevo gobierno donde no sólo Largo Caballero había sido relegado de la dirección, sino también la CNT y la UGT. El encargado de dicho gobierno era Juan Negrín (277). Ante estos sucesos, la CNT se niega a prestar colaboración alguna en el nuevo gobierno. La UGT había sido también relegada de la dirección de la guerra, y la situación era más que favorable para la unión de la UGT y la CNT, que podían, juntas, hacer la vida imposible a cualquier gobierno. En Solidaridad Obrera aparecería una editorial con unas enormes letras que reflejaban lo que acababa se suceder:

 

“Se ha constituido un gobierno contrarrevolucionario” (278)

 

Por su parte, una vez constituido el gobierno Negrín el PCE se dedica a tratar de conseguir el apoyo popular al naciente gobierno que, dicho sea de paso, entrañaba la política derrotista del PCE y del PSUC, de ahí su apoyo a dicho gobierno:

 

“Resuelta la crisis. ¡Todos al lado del Gobierno! A ganar la guerra, que es la única manera de ganar la revolución», (279); «Todo el pueblo al lado del Gobierno», (280); «Acabar con el desorden en la política y en la economía. Tareas esenciales del nuevo gobierno», (281); «El nuevo Gobierno significa: unidad del pueblo español y confianza internacional en nuestra República», (282); «El Gobierno comienza a actuar, (283); «Cuando termine la guerra, España dispondrá libremente de sus destinos. Para ello se han abierto por primera vez las auténticas vías democráticas», (284); « ¡Unidad de todo el pueblo frente a los enemigos de dentro y de fuera!», (285); «La política agraria de la República es una línea auténticamente revolucionaria, dirigida contra el fascismo», (286); «La campaña contra el Frente Popular. La política de unidad antifascista asegura el destino de nuestra revolución», (287); «Los sindicatos están al lado del Gobierno del Frente Popular», (288); «El Gobierno del prestigio y la energía. Todo el pueblo está a su lado, frente a los criminales invasores fascistas» (289), «Mantengamos inquebrantable la unión de las masas en torno a su Gobierno» (290); «Con nuestro Gobierno que dirige al país en guerra colaboran entusiásticamente todos los españoles honrados. Sólo los fascistas pueden atacarle e injuriarle» (291); etc.”

 

Poco después, el 23 de mayo se realizó un Pleno Nacional Regionales de la CNT, en donde se ratificó que no se prestaría colaboración alguna al nuevo gobierno constituido sin su participación. También se seguirían buscando las maneras de unirse con la CNT, y se recomendaba a sus militantes tener en buen lugar todas las disposiciones bélicas de la organización.

Pero la unión de ambas fuerzas era algo difícil: si bien las fuerzas de la CNT había sido atacadas en los sucesos de Barcelona, se encontraban con el mismo brío de siempre. Por el contrario las fuerzas de la UGT no podían decir lo mismo: se hallaban atiborradas de elementos extraños del PCE dentro de ellas, lo cual hacia que sus fuerzas se minaran en mucho. Antes de estos sucesos Solidaridad Obrera se expresa así sobre la infiltración del PCE en las filas de la UGT:

 

“Los marxistas de todos los matices tienen en la UGT un vasto campo de acción” (292)

 

Poco después, el 2 de junio el Comité Nacional de la CNT anunciaba ya que se estaban realizando negociaciones para entrar de nuevo en el gobierno, lo cual sucedería al poco tiempo.

Ese mismo 23 de mayo se reúnen la CNT, FAI y las Juventudes Libertarias en el Pleno de Regionales, donde la resolución más destacada es la siguiente:

 

“Se acuerda: Atacar al Partido comunista en el orden nacional. Atacar en el plano local a quienes se hagan acreedores a ello, por su comportamiento en la localidad, provincia o región”

 

Esta resolución no estaba carente de sentido. A partir del gobierno Negrín (293) se vinieron a suceder los peores asesinatos políticos, la peor represión que España hubiese conocido. Y este gobierno era fiel a la política contrarrevolucionaria del PCE.

Del Ministro de Justicia (294) partió una orden para desenterrar los cadáveres de los muertos en las jornadas de julio y agosto de 1936. Algunos de los muertos habían sido eliminados por sus convicciones reaccionarias, otros por el error. Los cadáveres eran objeto central de desfiles macabros organizados por la simbiosis PCE-PSUC con las viudas o familiares de los muertos.

El 2 de julio se celebraba en Tarragona el Consejo de Guerra contra los supervivientes de los muertos en las jornadas en las que el PCE y el PSUC habían machacado toda Tarragona a raíz de los sucesos de mayo. Pues bien, el PSUC había asesinado a 36 militantes anarquistas, pero no se hallaban presentes los asesinos, sino sólo los compañeros de los asesinados que habían logrado escapar insólitamente… ¡éstos eran juzgados por supuestos “crímenes revolucionarios”!

Afortunadamente el argumento era ridículo, y los acusados pudieron salir libres gracias a la oportuna intervención de Eduardo Barriobero, uno de los abogados de los ahí acusados.

La represión que antes Largo Caballero se negó a llevar a cabo contra el POUM, el gobierno Negrín lo autorizó sin demoras. Los presos poumistas fueron llevados al Tribunal de Espionaje y Alta Traición que se había fundado para juzgar a los prisioneros fascistas. La acusación que se cernía contra el POUM era idéntica a la que desde el comienzo de las hostilidades entre el PCE y el POUM venían haciendo los primeros. ¿A los intereses de quien servía entonces Negrín, a los del pueblo a los de un Partido?

Para acusar al POUM se fabricó por la GPU un plan que servía de prueba. Se trataba de que la policía española tenía en sus manos un plano que había sido quitado a una Quinta Columna de Madrid en la que figuraban una palabras supuestamente dirigidas por Andreu Nin a Franco. La orden de detención se produjo en las filas del PCE. El director general de seguridad, el general Ortega que, según José Peirats era un comunista rabioso, dio la orden a Burillo (¡otro al servicio del PCE!) de detener a los miembros del POUM, quien acató la orden.

Algunos de los presos fueron conducidos a Valencia, pero Andreu Nin desapareció sin dejar rastro. Irujo anunció que los miembros del POUM iban a ser juzgados junto a un grupo de falangistas.

A raíz de la desaparición de Nin comenzaron a aparecer en las paredes de varias ciudades unas leyendas en las que se escribía “¿Dónde está Nin?”, haciendo alusión a la desaparición de éste… inmediatamente otras personas llegaban y ponían debajo de esto otra leyenda sarcástica: “En Alemania”

El 28 de junio el Comité nacional de la CNT enviaba un extenso documento dirigido al presidente del Parlamento, al presidente del Consejo de Ministros, a los ministros de Justicia y Gobernación y a todos los partidos y organizaciones, donde se destacan estas palabras:

 

“El decreto del Ministerio de Justicia, estableciendo los Tribunales Especiales ( ... ) a puerta cerrada y con terrible aparato ( ... ) parece una concesión más a las necesidades o a los propósitos de eliminación del partido llamado de Unificación Marxista, sentidos y puestos en práctica por el Partido Comunista en España y en Rusia. Y estimamos que esto no puede consentirlo la opinión liberal española. Que en la U.R.S.S. resuelvan sus problemas como puedan o como las circunstancias les aconsejen. No es posible trasplantar a España la misma lucha, persiguiendo a sangre y fuego (...) a un partido de oposición o sector disidente de una ideología o de una política”

 

El 21 de julio Federica Montseny daba un discurso donde también se refirió a la desaparición de Andreu Nin:

 

“Acaban de decirnos que han sido hallados en Madrid los cadáveres de Nin y de dos compañeros más. Esta noticia no ha sido confirmada, pero hasta tanto el gobierno no la desmienta, diciéndonos dónde está Nin, hemos de creer que es cierta. No se puede impunemente, pasando por encima de la voluntad, de la dignidad de un pueblo, coger a un puñado de hombres, acusarles de algo que no se ha demostrado, meterles en una casa particular (…) sacarles por la noche y asesinarles... La CNT y la FAI tienen derecho a plantear al pueblo español este dilema: España es un pueblo que ha demostrado saber morir por la libertad. ¡Ni Roma, ni Berlín, ni Moscú!”

 

Estas palabras de Montseny marcan de una manera muy clara el rechazo que en general sentía el pueblo hacia los stalinistas en España: no se quería la tutela ni el régimen ni de Mussolini (Roma), ni de Hitler (Berlín) ni de Stalin (Moscú).

Hasta el 4 de agosto no se tuvieron noticias del paradero de Nin, el Ministro de Justicia se limitaba a declarar que Nin había sido detenido con su grupo y puesto a disposición del Tribunal de Espionaje y Alta Traición, siendo desaparecido de su celda, siendo hasta el momento infructuosas cuantas medidas se habían tomado para dar con él.

La verdad es que Nin fue sacado de su celda por agentes soviéticos que le llevaron a una de sus Tchekas clandestinas para sacarle una confesión que le comprometiera con el plano encontrado. Se le torturó psicológica y mentalmente, resistiendo Nin todos los tormentos. Cuando terminó el tormento físico Nin era un guiñapo bañado en sangre. Así no podía ser liberado, pues su estado físico hubiera puesto al descubierto los procedimientos que habían sido empleados en él. La muerte era entonces la única solución, y el PCE-PSUC no tenían el menor reparo en apuntarse una muerte más en su agenda.

Se dijo entonces que Nin había sido sacado de su celda por la Gestapo alemana, después de amagar a los celadores. En el suelo –según la versión del PCE- se encontró una cartera con documentación hitleriana.

El cadáver de Nin no fue hallado jamás. Durante el proceso se abandonó el argumento de traición, se dijo por los calígrafos que la firma en el plano encontrado no era de Nin, y como a éste no se le podía ya juzgar, se condeno a los demás presos poumistas a duras penas carcelarias.

A raíz del asesinato de Nin la comunidad intelectual internacional se indignó y se reunió una comisión con distintos partidos y organizaciones.

Por supuesto, el PCE y el PSUC veían el peligro que esto significaba: serían puestas a nivel mundial las pruebas de que no eran revolucionarios, sino unos vulgares asesinos. Así vemos que en sus páginas se escribe:

 

“Los trotskistas del extranjero que, como los de España, trabajan a las órdenes de la Gestapo (295), han formado un titulado Comité de Defensa de los revolucionarios antifascistas, que funciona en París y que ha tenido la audacia de dirigirse a los periódicos y a las organizaciones antifascistas de España en demanda de apoyo a sus oscuros propósitos de entorpecer la acción de la justicia popular española” (296)

 

El 15 de agosto, después de pasada la desaparición de Nin, se continuaba la contrarrevolución con la creación del SIM (297).

La noticia pasó prácticamente desapercibida para todos los españoles. Es natural, por otra parte, que en tiempos de guerra se pongan en marcha organismos de contraespionaje. Pero nadie sospechaba entonces que un organismo creado para obstaculizar el espionaje en la España antifascista pudiera servir pasando un tiempo como sucursal de la GPU stalinista contra los partidos políticos y las organizaciones de oposición a éste.

La creación de este aparato fue idea de los agentes soviéticos. Las cárceles clandestinas que hasta ese momento poseía el PCE y el PSUC habían levantado un gran escándalo en la opinión española. Con la creación del SIM estas cárceles y estos procedimientos pasaban de ser clandestinos a legales.

Una vez creado el SIM los stalinistas lo acorralaron hasta hacerse de él, como habían hecho antes con el Consejo Nacional de Seguridad, y después con la Dirección Nacional de Seguridad.

Por la dirección del SIM pasaron stalinistas como Díaz Baza, Uribarri (298), etc.

Para el mantenimiento de este servicio se contaba de 22 millones de pesetas anuales. En Madrid el SIM tenía en su poder a 6.000 miembros, y por sus servicios, además del salario común, tenía asegurado el 30% del botín asegurado... ¡una verdadera mafia!

Al poco tiempo de ser creado el SIM, una vez ya en poder del PCE, oficialmente seguía siendo un aparato de contraespionaje, pero en la práctica era un organismo policial al servicio del Partido Comunista. Sus tentáculos se extendían desde el frente hasta la retaguardia, vigilando estrechamente las actividades de los militantes no afectos al PCE.

En el frente de lucha el SIM infundía miedo a los combatientes que se habían negado a aceptar el carnet del Partido Comunista y en la retaguardia un agente del SIM era temido hasta por la propia policía. Un agente visible del SIM tenía detrás de él a otro agente invisible.

Las cárceles del SIM, a diferencia de las anteriores Tchekas del PCE, eran comúnmente casas lujosas rodeadas de jardines. Los métodos de tortura eran las clásicas palizas, los simulacros de fusilamiento colgar de los pies o de las manos a los presos, enterrar agujas entre las uñas y otros tormentos parecidos. Los consejeros rusos modernizaron las técnicas, con la escuela terrorista que habían cursado en Rusia, podían bien contribuir a aumentar la monstruosidad de las torturas. Las celdas remodeladas era más reducidas, pintadas con colores chillantes, los detenidos pasaban permanentemente el tiempo de pie, con una luz fuerte de color rojo o verde sobre sus cabezas. Otras las celdas en declive y muy reducidas igualmente, que hacían que el preso mantuviera en tensión todos sus nervios. Otras eran totalmente obscuras, y sólo se escuchaban unos fuertes ruidos metálicos todo el tiempo.

Los interrogatorios eran continuos, y los que se mantenían firmes en su voluntad eran torturados en la Caja de los Ruidos (299), en la Cámara Frigorífica (300), o atados a la Silla Eléctrica (301). Había también una especie de plancha donde se aplastaba a los interrogados, cuya parte superior tenía curiosamente la forma de una cruz gamada.

Las torturas en las Tchekas al servicio de PCE-PSUC eran verdaderamente monstruosas, la saña y crueldad con que ahí se trataba a los presos era más terrible que la utilizada comúnmente por el régimen carcelario. Este sistema carcelario contrarrevolucionario apenas tiene precedentes en la Inquisición Española, y las torturas del sistema hitleriano, que si bien tienen mucho que contar, en lo que se refiere a las torturas del PC mundial mantienen una disputa por ver quién es el más sádico.

Otro de los puntos a tratar en este capítulo, que es de gran importancia, es el Consejo de Aragón y la lucha en esta zona.

Las Columnas provenientes de Barcelona especialmente ingresaron en Aragón de la siguiente manera:

La Columna Durruti (302), formada de unos 3.000 hombres al salir de Madrid, lo hizo por la vía Barcelona-Lérida-Fraga-Bujaraloz-Pina-Osera. La Columna estaba dirigida por Buenaventura Durruti y Pérez Farrás. Llegaron a Bujaraloz el 27 de julio y a los pocos días llegaron a Osera, donde se situaron de 20 a 30 kilómetros del objetivo principal y anhelado: Zaragoza.

El avance de la Columna Durruti no era únicamente el avance al encuentro con el enemigo. A la vez que se encaminaban a su destino revolucionario, a su paso se iba gestando un mundo nuevo, el paso de las Columnas anarquistas aseguraba a los campesinos que el pueblo se hallaba levantado en armas, que era éste quien tenía ahora las riendas de sus vidas, y el pueblo comprendiendo esto, se lanzó al ensayo de sus colectividades. A su paso por los distintos pueblos, los campesinos recibían a las columnas anarquistas con vivas a la CNT-FAI. Durruti solía descender del carro donde viajaba para platicar con los vecinos de la localidad:

 

“¿Habéis organizado ya vuestra colectividad? No esperéis más. ¡Ocupad las tierras! Organizaos de manera que no haya jefes ni parásitos entre vosotros. Si no realizáis eso, es inútil que continuemos hacia adelante. Tenemos que crear un mundo nuevo, diferente al que estamos destruyendo. Si no es así, no vale la pena que la juventud muera en los campos de batalla. Nuestro campo de lucha es la revolución”

 

La segunda vía de llegada fue la que ocupó la Columna Ortiz, mandada por el conocido anarquista del mismo nombre, que siguió la misma ruta que la Durruti hasta Bujaraloz, de ahí cruzo el Rio Ebro, entró en Caspe y continuó su camino por la orilla del Rio, con el mismo objetivo que la Durruti: Zaragoza.

La tercera vía de penetración se hizo por Lérida-Monzón-Barbastro, con dirección hacia Huesca. Aquí, a diferencia de las otras dos vías de penetración, fueron tres Columnas las que actuaron: la Trueba y Del Barrio llamada también “Carlos Marx” (303), y que estaba formada por los militantes del PSUC, que llegó hasta Tardienta y se encargó de organizar los ataques a Almudévar.

La más numerosa de las tres Columnas era la Ascaso, mandada por Domingo Ascaso (304) y el Capitán Medrano, a la que se fueron sumando mas fuerzas en su recorrido, sobre todo las de Barbastro.

La tercer Columna era la “Lenin” (305), compuesta por miembros del POUM y dirigida por Rovira, que dominó el sector de Alcubierre... Otras Columnas más se fueron formando: Los Aguiluchos, la Macià-Companys y la Roja y Negra.

El 6 de octubre de 1936 se celebró un Pleno en Bujaraloz, en el que estaban representados por 139 delegados, todos los pueblos de Aragón. Asistieron además las Columnas confederales “Cultura y Acción” “Roja y Negra” “Cuarta Agrupación de Gelsa” “Centuria Malatesta” (306) “Sur-Ebro” (Ortiz) Columnas Confederales de Huesca, Aldabaldetrecu y la Columna Durruti. Después de una discusión sobre si el nuevo organismo debía o no ejercer funciones de guerra, se constituye el Consejo de Aragón, teniendo por residencia inicial y provisional Fraga (Huesca). El Consejo de Aragón (307) estaba compuesto en su totalidad por elementos anarquistas:

 

Presidente: Joaquín Ascaso Budría.

Justicia y Orden Público: Adolfo Ballano Bueno.

Agricultura: José Mavilla Villa.

Información y Propaganda: Miguel Jiménez Herrero.

Transportes y Comercio: Francisco Ponzán Vidal (308).

Instrucción Pública: José Alberola.

Economía y Abastos: Adolfo Arnal.

Trabajo: Miguel Chueca Cuartero.

 

El Consejo de Aragón fue rápidamente tachado por los periódicos del PCE-PSUC como “cantonalista y faccioso” cuando se trataba de liquidarlo. Cuando se constituye el Consejo los periódicos que tenían más o menos alcance nacional (Mundo Obrero, Política y El Socialista) y que podían informar detalladamente a España de la creación del nuevo organismo apenas dieron unas pequeñas notas donde se mencionaba el acto, pero nada más. Por su parte la CNT de Aragón manifestó haber propuesto a los integrante del Frente Popular su integración en tres departamentos del naciente Consejo y no recibir contestación alguna: como urgía una solución rápida al asunto, la CNT decidió constituir el Consejo y asumió para sí al constituirlo toda la responsabilidad (309).

Las fuerzas en Aragón se dividían de la siguiente forma: los datos disponibles sobre la composición de 375 consejos municipales, es decir, la casi totalidad de los 400 municipios que se hallaban bajo la dirección del Consejo, indican que la CNT era ampliamente mayoritaria: 175 de predominio cenetista, 91 de la UGT, y compartían estos últimos el predominio en 23 pueblos más. El resto era compartido por los republicanos y otras organizaciones bajo la denominación de Frente Popular. En ningún pueblo el PCE poseía mayoría.

En Andalucía la situación es similar, como en las demás regiones. Aquí aparecen (Andalucía) 147 colectividades, de las cuales 42 son de la UGT, 36 de la CNT, 38 de CNT-UGT y 31 de otras organizaciones; en Castilla la Mancha aparecen 452 colectividades, de las cuales 217 eran de la UGT, 189 de la CNT y 49 de composición mixta; en el País Valenciano aparecen 353, de las cuales 264 eran de la CNT, 69 de la UGT, y 20 de la CNT-UGT; en Cataluña había 95, de las cuales 43 eran de la CNT, 3 de la UGT, 18 de CNT-UGT y  31 de otras organizaciones; en Murcia 122, de las cuales 59 eran de la CNT, 53 de la UGT y 10 mixtas; y por último, en Aragón había 306, de las cuales 275 eran de la CNT y 31 de la UGT (310).

Las zonas donde la CNT se hallaba en mayoría no presentaban conflictos entre las distintas tendencias políticas, pues al ser la mayoría cenetista, ésta arrastraba tras de sí incluso a los más reacios a la colectivización anarquista. “Sin embargo, eso no era lo mismo cuando las colectividades libertarias tenían que desarrollarse en zonas donde militarmente actuaban las Columnas del PSUC o del POUM, fuerzas que, por su antianarquismo, aunque enemigas entre sí, se reconciliaban en su lucha contra la CNT” (311).

Cuando se constituye el Consejo de Aragón  las milicias que habían llegado hasta aquí ocupaban ya espacios perfectamente definidos.

Las milicias anarquistas que habían llegado aquí daban a los campesinos la confianza suficiente para lanzarse a la creación de las colectividades, que se desarrollaban a su amparo.

En octubre, teniendo cerca el aniversario de la revolución rusa, Ovssenko dijo a Companys que la presencia de miembros de la CNT en Rusia habría de provocar una muy buena impresión, solicitando que fuese el mismo Durruti quien se presentara a Rusia. Esta recomendación fue dicha por Companys al Comité Regional de la CNT, quien envió una delegación a Bujaraloz a fin de convencer a Durruti. Cuando se presenta la delegación encargada de exponer a Durruti los planes que se tenían, éste les responde:

 

“Quizá, para la propaganda, convenga a la CNT enviar un delegado en el conjunto de esa delegación colectiva; pero pensar que eso va a dar ocasión de decir al pueblo ruso lo que significa nuestra revolución y sus necesidades, es desconocer la realidad soviética. Esa delegación estará asediada por las autoridades y por los agentes de la GPU. Irá de fiesta en fiesta y será una pancarta en la tribuna oficial. Así se demostrará al pueblo ruso que España agradece su ayuda. Pienso, pues, que es un error enviar delegados de la CNT y, desde luego, inútil enviar un delegado de la Columna. No obstante, será el Comité de Guerra el que decida”

 

Finalmente el Comité de Guerra decide enviar a otro, quedando como delegado Francisco Carreño pero, a nombre de la Columna Durruti, éste mandará un mensaje al pueblo ruso. Leámoslo:

 

“Compañeros:

 

Sirvan estas líneas para mandaros un fraternal saludo desde el frente de Aragón, donde miles de hermanos vuestros luchan, como vosotros luchasteis hace veinte años por la emancipación de una clase ofendida y humillada durante siglos y siglos. Hace veinte años que los trabajadores rusos izaron en Oriente la bandera roja, símbolo de la fraternidad entre el proletariado internacional, en el cual depositasteis toda vuestra confianza para que se os ayudara en la magna obra que habíais emprendido; depósito del que supimos todos los trabajadores del mundo hacernos cargo respondiendo abnegadamente con las posibilidades que el proletariado posee.

Hoy es en Occidente donde renace una revolución, y ondea también una bandera que representa un ideal, el cual, triunfante, unirá con lazos fraternales a dos pueblos que fueron escarnecidos por el zarismo por un lado y la despótica monarquía por otro. Hoy, trabajadores rusos, somos nosotros los que depositamos en vuestras manos la defensa de nuestra revolución; no confiamos en ningún político sedicente demócrata o antifascista; nosotros confiamos en nuestros hermanos de clase, en los trabajadores; ellos son los que tienen que defender la Revolución española, lo mismo que hicimos nosotros hace veinte años cuando defendimos la Revolución rusa.

Confiad en nosotros; somos trabajadores auténticos, y por nada del mundo abandonaremos nuestros principios, y menos humillaremos la herramienta símbolo de la clase trabajadora.

Un saludo de todos los trabajadores que luchan contra el fascismo, con las armas en las manos, en el frente de Aragón.

 

Vuestro camarada: B. DURRUTI

 

Frente de Osera, 23 de octubre de 1936”

 

Si tomamos en cuenta que cuando se cumplía el aniversario de la revolución rusa la figura de Stalin, pese a ser lo que era, era idolatrado de una manera asombrosa por quienes veían en él un salvador, el mensaje de Durruti, que no rendía homenaje a la figura del asesino del pueblo ruso, seguramente no fue leída, y la afrenta de Durruti al no idolatrar a Stalin iba a ser algo que el stalinismo no iba a olvidar.

El 1 de noviembre Joaquín Ascaso, que había sido elegido presidente del Consejo de Aragón, se desplazó hasta Madrid, en espera de un reconocimiento del gobierno al recién nacido Consejo en Aragón. Por medio de un documento dirigido al gobierno de Madrid se pone de relieve la necesidad de reconstruir la economía, y demás necesidades para el pueblo aragonés, además informar que todo el pueblo liberal aragonés está apoyando la iniciativa de dicho organismo.

A pesar del entusiasmo que suponía la creación de un organismo de esta naturaleza que coordinara la vida en Aragón, éste no fue reconocido por el gobierno sino hasta el 17 de diciembre, y el 25 aparecía publicado el reconocimiento:

 

“En Aragón se creará el Consejo de Aragón, que abarcará con iguales atribuciones que las que se indican en este Decreto para los Consejo provinciales a todo el territorio aragonés reconquistado y aquel que reconquiste el Ejército Popular” (312).

 

En la nueva organización se daba cabida a los demás grupos políticos del Frente Popular, pero se guardaban siete puestos para los militantes anarquistas, además de la presidencia:

 

Presidencia: Joaquín Ascaso, CNT.

Orden Publico: Adolfo Ballano, CNT.

Información y Propaganda: Evaristo Viñuales, CNT.

Agricultura: Adolfo Arnal, CNT.

Trabajo: Miguel Chueca, CNT.

Economía y Abastos: Evelio Martínez, CNT.

Transportes y Comunicaciones: Luis Montoliu, CNT.

Justicia: José Ignacio Mantecón, IR.

Hacienda: Jesús García, IR.

Cultura: Manuel Latorre, UGT.

Obras Públicas: José Ruiz Borao, UGT.

Sanidad y Asistencia Social: José Duque, PCE.

Industria y Comercio: Custodio Peñarrocha, PCE.

Secretario General: Benito Pabón, Partido Sindicalista.

 

El 15 de abril, con la militarización de las milicias, las Columnas pasan a militarizarse y con ello los cambios de nombre:

La Columna Ortiz pasaba a ser la 25 División, seguía dirigiéndola el cenetista Antonio Ortiz y se componía de tres Brigadas, la116, 117 y 118.

La Columna Durruti pasaba a ser la 26 División, y la dirigía el también cenetista Ricardo Sanz (313). La formaban también tres Brigadas, la 119, 120 y 121.

La Columna Carlos Marx pasaba a ser la 27 División, mandada ahora por el marxista Antonio Trueba y se componía también por tres Brigadas, la 122, 123 y 124.

La Columna Ascaso se transformó en la 28 División, y había absorbido a la de los Aguiluchos y otras fuerzas menores. La mandaba el anarquista Gregorio Jover y tenía también tres Brigadas, la 125, 126 y 127.

La Columna Lenin se convirtió en la 29 División (314) y sólo tenía dos Brigadas, la 128 y 129. Existía, por último, dos Brigadas autónomas, la 130 (antigua Columna Pirenaica) y la 131 (antigua Macià-Companys).

Pero el reconocimiento del Consejo de Aragón por el gobierno, y la participación del Frente Popular en el Consejo de Aragón no significaba el aniquilamiento de la contrarrevolución.

El 14 de febrero de 1937 se celebra el primer Congreso de Colectividades de Aragón en el Teatro de Goya, en Caspe. Estuvieron presentes el Comité Nacional de la CNT, el Comité Peninsular de la FAI, dos delegaciones del Comité Regional de Grupos Anarquistas y 500 delegados que representaban a más de 80.000 colectivistas aproximadamente. He aquí algunos datos sobre las colectividades representadas en febrero:

Comarcal de Alcañiz (colectividades de seis pueblos, Alcañiz, Castelserau, Belmonte, La Cordoñera, Torrecilla de Alcañiz, Valdeagorda) con 596 afiliados.

Comarcal de Alcoriza: 13 colectividades, algunas como las de Andorra y Cañizar del Olivar con 3.200 campesinos cada una, la de Alcoriza con mil. En total 10.000 afiliados.

Comarcal de Albalate de Cinca: 16 colectividades, la mayor de ellas, la de Ontiñena, con 800, la menor, la de Almidafa, con 30 afiliados. Total 4.068 miembros.

Comarcal de Angües: 36 colectividades con 6.201 afiliados; la mayor era la de Casdás, con 406 miembros, la menor la de Sietamo, con 45.

Comarcal de Caspe: 5 colectividades, la más nutrida la de Maella con 757 miembros. En total 2.197 afiliados.

Comarcal de Ejulve: 8 colectividades, la mayor la de Villarluengo con 1.300 miembros, otra en Ejulve con 1.200; la menor en Mezquita de Jarque, con 27 afiliados. Total 3.807 miembros.

Comarcal de Escucha: 6 colectividades, la mayor en Utrilla, con 400 afiliados.

Comarcal de Grañen: 12 colectividades (no constan las cifras de los miembros).

Comarcal de Lecera: 9 colectividades con 2.045 afiliados; la mayor, Lecera con 650 miembros, la menor, Moneva con 77.

Comarcal de Monzón: 35 colectividades, algunas, como la de Binefar, con 3.400 miembros, la de Binacet con 1.800.

Comarcal de Sastago: 4 colectividades, con un total de 478 afiliados.

Comarcal de Puebla de Hijar: 9 colectividades con un total de 7.146 afiliados.

Comarcal de Pina de Ebro: 6 colectividades con 2.924 afiliados.

Comarcal de Torrente: 3 colectividades.

Comarcal de Valderrobres: 18 colectividades con 11.449 afiliados; algunas de ellas muy importantes, como la de Fresneda, con 2.000 miembros, la de Calaceite con 1.740, la de Valderrobres, con 1.600, la de Mazaleón, con 1.560.

Comarcal de Mas de las Matas: 14 colectividades, con 7.930 afiliados; tres de ellas, con más de mil afiliados cada una.

Comarcal de Muniesa: 11 colectividades con 2.254 afiliados.

Comarcal de Mora de Rubielos: 21 colectividades con 3.782 afiliados.

Comarcal de Ainsa: número de afiliados faltan.

Comarcal de Alfambra: 6 colectividades con 502 afiliados.

Comarcal de Benabarre: 6 colectividades con 470 afiliados.

Comarcal de Barbastro: 31 colectividades con 7.983 afiliados; la más nutrida la de Peralta de Alcolea, con mil miembros.

Comarcal de Pancrudo: 4 colectividades con 215 afiliados (315).

Aunque hay otros datos, las actas del Congreso, editadas por el Comité Regional de la CNT, nos indican que fueron 456 delegados de 275 colectividades representando a 141.430 afiliados (316). Gastón Leval opina que el total de colectivistas no era menor a 300.000 (317) y que se explotaba el 70% de las tierras. Dos meses después de este Congreso se realiza en Caspe un Pleno de Colectividades de Aragón, donde se manifiesta que la CNT controlaba 250 colectividades con un total de 150.000 colectivistas (318). Como quiera que sea, las cifras aquí dadas nos servirán para compararlas después con las cifras de un Congreso posterior a la represión que siguió a la disolución del Consejo de Aragón y con ello de las colectividades.

El 8 de junio el ministro de Agricultura, Vicente Uribe, quien era también miembro del Comité Central del Partido Comunista promulga una disposición en la que se legalizaban las colectividades:

 

“A los fines de auxilio y apoyo, por parte del Instituto de Reforma Agraria, se consideran legalmente constituidas en el presente año agrícola todas las explotaciones colectivas formadas a partir del 19 de julio de 1936, no tramitándose por los servicios dependientes del Instituto de Reforma Agraria ninguna demanda de revisión de tierras ocupadas por dichas colectividades, ni cosechas en pie o almacén que hayan sido requisadas en el acto de incautación, ni aun en los casos en que se aleguen supuestos errores de carácter jurídico o definición política en relación con el antiguo poseedor o usufructuario de la tierra colectivizada” (319)

 

Este hombre, que había combatido por todos los medios las colectividades, que formó grupos de propietarios descontentos para atacarlas, que hacia llamados por radio pidiendo a los campesinos no entrar en las colectividades, ahora promulgaba un decreto de legalización. El PCE y Vicente Uribe entre ellos, eran enemigos declarados de las colectividades porque eran de la CNT y de la UGT, de la autentica UGT, la que no estaba dominada por los marxistas. Si alguna vez los marxistas del PCE o del PSUC se manifestaron si no a favor, por lo menos neutros con las colectividades, eso fue por circunstancias que no podían evitar, no por convicciones. No puede encontrarse otro sentido a este acto que no sea el del engaño y la ironía: las colectividades aragonesas sería atacadas a los dos meses de promulgado éste decreto.

Cuando estaba por terminar julio el PCE y el PSUC promovían una campaña contra los anarquistas por supuestos planes de atentados de estos. Pero la CNT salió al paso afirmando que si no se daban pruebas de lo que se decía el anatema de traidor se aplicaría entonces a quienes hablaban sin fundamentos. Se dio entonces un giro en los ataques de los stalinistas y se procedió a la defensa de la Unión Soviética que Federica Montseny atacó en un mitin en un acto conmemorativo del 19 de julio:

 

“La revolución rusa siguió adelante rebasando el período del gobierno de Kerenski; el pueblo destruyó la tiranía de los zares, pero creó la tiranía de Stalin. Siguen los fusilamientos…”

 

Solidaridad Obrera también salió al paso, y dejó clara su postura ante la URSS:

 

“Nuestro agradecimiento a la U.R.S.S. por el apoyo prestado a España es infinito. Pero eso no quiere decir que los que en España representan al partido que detenta el poder en Rusia se crean en el derecho a todo por lo que la U.R.S.S. ha hecho en favor de España. Si tal cosa ocurriera perdería inclusive la Unión Soviética el derecho a nuestro agradecimiento. Porque se agradece lo que se recibe, lo que se da generosamente, no lo que se vende ni lo que se compra” (320)

 

Ese mismo 19 de julio, mientras Montseny decía lo que hemos visto en Valencia, Joaquín Ascaso también habló del Consejo de Aragón, y mostraba ciertas previsiones sobre un posible ataque a éste: “sería lamentable que hubiera quien pretendiera jugar con él [Consejo de Aragón], porque se le obligaría a sacar las uñas de hierro y sus acerados dientes”.

También habló de lo realizado en un año de gestión: se habían construido infinidad de caminos y carreteras, se habían inaugurado líneas de transporte y viajeras, se tendieron líneas telefónicas, se había comenzado la construcción de un ramo de ferrocarril, proyecto que estuvo 16 años metido en archivos, se había eliminado eficazmente la especulación y la usura, etc.

Pero las cosas no terminaban aquí: la guerra de declaraciones no terminaba. Cuatro días después del artículo precedente de Solidaridad Obrera, el 8 de agosto Juan Comorera, del PSUC, se expresaba así del anarquismo en un mitin celebrado en Valencia:

 

“El proletariado estaba influenciado por el anarquismo y por los partidos de izquierda. Con la unión de los cuatro partidos marxistas de Cataluña comenzó a variar y se luchó contra el dominio casi absoluto del anarquismo y contra las influencias de los partidos de izquierda. Hoy hemos vencido nosotros y hemos acabado con las provocaciones y con los fascistas... Hemos vencido las dificultades y hemos eliminado a los valientes de las carreteras pero cobardes en los frentes”

 

No es para asombrarse que un miembro del marxismo se exprese así. Además, a continuación veremos lo que sucedió en Aragón hasta la ocupación de éste, y veremos si son verdad las palabras de Comorera.

A principios de agosto se habían reunido en Barbastro el Frente Popular, formado por el Partido Comunista, la UGT e Izquierda Republicana. Aquí los presentes coincidieron en que, a su juicio, “la política del Consejo de Aragón era equivocada y opuesta a los intereses a la económica de la región”

Se acordó entonces proponer al gobierno que se designara a un gobernador federal que pudiera ejercer en Aragón una verdadera autoridad. En resumen, el principal acuerdo de la reunión de Barbastro fue pedir públicamente la disolución del Consejo.

El dos de agosto la CNT celebraba un Pleno Nacional en Alcañiz, a modo de réplica de la reunión de Barbastro. De la resolución acordada por los cenetistas se destaca:

 

“En Aragón la C.N.T., consciente y segura de su responsabilidad, dice: Que así como desea que no se destroce el frente antifascista por apetencias políticas, ni se traicionen los acuerdos de un pacto que aun tiene la tinta fresca, tampoco está dispuesta, y lo afirma sin jactancia de ninguna clase, a dejarse arrebatar las conquistas logradas en el aspecto político, social y económico”

 

La situación era entonces de enfrentamientos indirectos, de acusaciones falsas de los marxistas y de réplicas y aclaraciones de la CNT, que a cada paso que daba el PCE y el PSUC, respondía con una réplica que los últimos hacían no escuchar.

El decreto de disolución del Consejo veía preparándose desde hacía por lo menos dos meses, de acuerdo con las Memorias de Azaña. El 4 de junio apuntaba:

 

“Le he preguntado al presidente cuándo disuelve ese Consejo, sustituyéndolo por uno o varios gobernadores. Está dispuesto a hacerlo. Y a meterles en la cárcel, para lo que hay motivo sobrado, en particular respecto a Ascaso” (321)

 

El 12 de julio, al parecer, estaba ya listo el decreto de disolución:

 

“Dos veces me ha visitado hoy el subsecretario de la presidencia, una en Valencia, otra aquí, trayéndome a la firma unos decretos con la combinación de gobernadores y la disolución, por fin, del Consejo de Aragón. Se nombra un gobernador general de los territorios aragoneses que están bajo el Gobierno de la República, con iguales atribuciones que los demás gobernadores. Ahora falta el pedirles cuentas de sus tropelías (…) Por cierta nota que ha publicado Ascaso, colijo que pueden ofrecer resistencia y promover un conflicto. Deseo saber qué disposiciones se adoptado para prevenirlo, no sea que se lancen demasiado alegremente a la operación y salga mal. En Aragón predominan las fuerzas confederales” (322)

 

Y el 6 de agosto:

 

“Lo del Consejo de Aragón se va a realizar ya de un momento a otro. Asegura Negrín que se han adoptado todas las precauciones posibles, espero que el asunto se desenlace sin incidentes graves” (323)

 

El 11 de agosto el gobierno dio un golpe muy fuerte a los libertarios y campesinos aragoneses: se decretaba en un corto decreto en la Gaceta de la República la disolución del Consejo de Aragón y la función de sus consejeros. El preámbulo del decreto de disolución hablaba de una falta de autoridad y de la necesidad de concentrar la autoridad del Estado… ¡justo lo que argumentaban los marxistas!

A la disolución del Consejo de Aragón le siguió la formación de un nuevo organismo: Ignacio Mantecón, uno más al servicio del PCE y que figuraba como republicano asumía la función de gobernador general (324).

Antes de publicar el decreto de disolución del Consejo, el ministro de defensa, Prieto, envió a la tristemente famosa 11 División, al mando del lacayo del PCE-PSUC, Líster.

La instalación de Mantecón se hizo por medio de una cruda violencia insensata contra los colectivistas. Pero, stalinistas al fin, no podían  detenerse en la instauración de un poder a su imagen y semejanza: las colectividades fueron sádicamente atacadas, los instrumentos de producción, animales, semillas, etc., fueron entregados a los antiguos explotadores. Más de 600 militantes de la CNT fueron detenidos, otros miles de campesinos tuvieron que emigrar a otras regiones, huyendo de la represión marxista.

Los propietarios con el cobijo de las fuerzas stalinistas se repartieron las tierras, semillas, animales, etc., las tierras de los pequeños propietarios que se limitaron a juntar sus tierras para trabajarlas juntos también fueron saqueadas.

La 27 División (PSUC) y la 30 (separatistas catalanes) siguieron el ejemplo dado por la 11 División ahí donde se encontraban.

Las fuerzas que se encontraban en el frente de Aragón recibieron las ordenes de los Comités superiores de la CNT-FAI de que no abandonaran el frente, pues eso beneficiaria a Franco, de esta manera los vándalos del PCE-PSUC y los catalanistas nacionalistas pudieron saquear también los locales libertarios.

Pero los ataques a las colectividades no podían ir sino seguidos del plan continuamente usado por los marxistas: al ataque traicionero ha de unirse la campaña de difamación. Así es que les vemos escribir:

 

“Regía caprichosamente los destinos de Aragón leal uno de esos gobiernillos incontrolados... El malestar de la población antifascista evidenció su profundidad en la última reunión del Frente Popular aragonés. Los representantes del pueblo comprobaron el reinecillo de la tropelía y la sometida protesta de las masas populares... Los campesinos aragoneses, el pueblo de esta región leal, al respirar como al salir de una cárcel, vibran como al despertar de una pesadilla... Hay un sistema bien claro y bien triste de lo que significaba el disuelto Consejo de Aragón: el procedimiento de su presidente: es procesado por contrabando de joyas” (325)

 

Pero la calumnia hecha contra Joaquín Ascaso no pudo ser sostenida, y fue liberado al poco tiempo (18 de septiembre). Pero lo interesante es ver que, contrariamente a lo que dicen los redactores de Frente Rojo, no se estaba saliendo de una pesadilla ¡sino entrando en ella! Quizá al decir que se salía de una pesadilla se referían a los propietarios y antiguos explotadores a los que los stalinistas les entregaron lo que el pueblo les había expropiado.

En Caspe, la entrada de las fuerzas militares marxistas se hizo con un lujo de violencia insensata, al irrumpir en el local de la CNT rompieron un retrato de Durruti entre risas y burlas. El diario Nuevo Aragón fue suprimido, y en su lugar se publicó El Día, claramente stalinista.

En Binaced (326) la ex Columna Carlos Marx (27 División) se encargaron de destruir las colectividades y apresar a los responsables de las mismas. Algunos de los responsables lograron ir al frente antes de ser apresados por los marxistas, pero no todos lograron hacer esto. Al día siguiente del ataque, después de apresar cenetistas los guardias de asalto abrieron los depósitos y almacenes de la colectividad y regresaron a los burgueses no sólo las tierras, sino también los utensilios de producción, dejando al pueblo como antes del 19 de julio.

En Binéfar la UGT no era apenas conocida, y fue la CNT quien se encargó de organizar la colectivización. El ataque a la colectividad fue hecho y los colectivistas trataron de dar a conocer lo que estaba sucediendo en sus tierras, pero no se obtuvo una respuesta del todo satisfactoria y entonces se comunican los hechos a la Comuna Roja y Negra, que se presentó en la colectividad y se entrevistaron con los mandos militares de la comarca. Se les dijo que no pasaba nada, que podían regresar al frente, dándole la promesa de que no habría represión ni ataque al pueblo. Pero la promesa fue rota y poco antes después de irse los milicianos anarquistas un avión volaba por encima de la comarca. Los militantes que pudieron se fueron al frente, los que no fueron apresados. Pero al no poder detener a los responsables de la colectividad que se habían ido al frente, los valientes miembros del PCE detuvieron a las esposas y las encarcelaron. La obra de destrucción no podía ser más dura: se destruyó, saqueó, quemó, rompió todo cuanto se pudo; incluso el hospital, Casa Durruti fue atacado y saqueado, quedando los enfermos en la calle.

En Alcañiz hicieron presos a los componentes del Comité Regional de la CNT durante varios días, sin que se supiera su paradero. El Comité Nacional de la CNT impidió que se cometieran las prometidas ejecuciones. Finalmente se puso en libertad a los componentes del Comité Regional.

Los Consejos Municipales fueron sustituidos por Comisiones Gestoras, como en el antiguo Bienio Negro. En las tres mayores zonas de implantación cenetistas se impusieron a miembros adictos al marxismo para tales efecto: en Albalate de Cinca a Royo (PCE), en Valderrobres a Ortiz (JSU) y en Alcañiz a Manuel Soler (JSU) podemos imaginar los resultados.

En Esplús las fuerzas de la 27 División (antigua Carlos Marx) entraron hacia las 4:00 pm, procedentes de Albalate de Cinca, donde habían actuado de manera similar. Antes de proceder al ataque a la colectividad se procede a colocar en los cuatro costados de la colectividad sus armas de guerra, sobre todo ametralladoras automáticas, como si se tratara de un ataque al enemigo. Pero no, los marxistas corrían ante el enemigo, retrocedían y cedían camino, pero contra el pueblo se envalentonaban. Entraron disparando directamente sobre los campesinos que trabajaban. Los primeros en darse cuenta del ataque fueron los grupos de trabajo, quienes al darse cuenta de los primeros disparos respondieron a los atacantes con sus armas; pero eran estas insuficientes ante un grupo bien armado, retrocedieron entonces llegándose al pueblo vecino de Binéfar, donde ya se encontraban otros compañeros que también huían del ataque marxista.

Hicieron varios presos. También pudieron escapar algunos de los miembros más significativos para la colectividad y enrolarse en el frente de lucha. Se constituyó un nuevo Comité-Consejo conforme la política marxista, e instalaron su Estado Mayor en la casa más grande del pueblo, que estaba siendo habitada por gentes de derechas, con quienes al parecer los marxistas se llevaban muy bien.

Una veintena de jóvenes de la Columna Roja y Negra que estaban de descanso supo de lo sucedido y lo comunicaron a su Columna. Un día después de la ocupación de los marxistas se presentó Manuel Lozano, Comisario General de la Columna Roja y Negra, no logró liberar a los presos de la colectividad, pero al poco tiempo se presentaron Salamero, Comandante del III Batallón, y Joaquín Solano, Teniente, que se presentaron en el puesto de mando de los ocupantes para exigirles con la pistola en la mano, que se diera la libertad de entrar y salir del pueblo a quien lo quisiera, así como la devolución de las armas que se les habían quitado a los confederales. Las armas fueron regresadas, y dada la actividad que los marxistas habían realizado los combatientes de la Columna Roja y Negra les llamaron incluso fascistas. Los marxistas no supieron alegar nada ni de palabra ni de obra. De ahí salieron en un camión todos los que desearon y se concentraron en el frente, escapando de la represión que había de seguir después.

Las fuerzas que ocuparon la localidad se mantienen en ella desde agosto de 1937 hasta marzo de 1938, que es cuando los franquistas ocupan la localidad. Cuando esto sucede nadie del Consejo marxista abandona la localidad, ni los socialistas, ni los individualistas, ni republicanos, excepto los cenetistas, todos se quedaron en la localidad… ¿complicidad con el enemigo? ¿Similitud de medios y de fines? Que cada cual saque sus conclusiones.

Pese a ser destruida la colectividad, ésta volvió a reconstruirse y funcionar, con más dificultades que antes, pero su empeño fue grande y lograron reorganizar de nuevo su colectividad.

Después de esto las fuerzas contrarrevolucionarias se dirigieron a Alcolea de Cinca, donde hicieron lo mismo, se apoderaron de los víveres, y una vez que habían ocupado los locales de la CNT izaron en los balcones la bandera soviética.

En Barbastro las fuerzas de policía y miembros stalinistas tomaron por asalto la casa confederal e hicieron 70 presos.

Los catalanistas no podían quedarse atrás: las fuerzas de la 30 División entraron en Angües e invadieron el local de la CNT destruyendo e incautando lo que encontraron. Cuatro Consejeros anarquistas fueron detenidos. Pero los combatientes de la 28 División respondieron la agresión, haciendo huir a los agresores que en su camino se llevaron hasta aves de corral.

Por estos hechos es que las palabras de Diego Abad de Santillán nunca fueron tan ciertas: “Tuvimos a un solo enemigo tenaz de las colectividades agrarias: los rusos y sus agentes del Partido Comunista Español”.

Una vez realizada la faenita marxista se vuelve a la carga en las páginas de los periódicos stalinistas, primero con argumentos calumniosos:

 

 “El gobierno del Frente Popular ha hecho una entrada verdaderamente triunfal en Aragón. Los campesinos le saludaron alborozados y llenos de esperanza. Aragón comienza a respirar... Ha terminado sin duda una época odiosa y trágica. Bajo el reinado del extinguido Consejo de Aragón (...) ni los ciudadanos ni la propiedad (327) contaban con la menor garantía. El arbitrio y la arbitrariedad de un puñado de nuevos autócratas habían sido elevados a la categoría de sistema de gobierno. Y ese sistema se había impuesto mediante el ejercicio del terror... (328) Aragón es un gigantesco arsenal. El gobierno se ha encontrado con gigantescos arsenales de armas y municiones, con depósitos de millares de bombas y centenares de ametralladoras del último modelo. Con cañones y tanques (329). Y todo este material estaba reservado, no precisamente para combatir en los frentes de batalla, sino como propiedad de quienes quisieron hacer de Aragón un baluarte para las luchas contra el gobierno de la República. La mejor prueba es que las mejores trincheras de Aragón no apuntaban hacia las del traidor Cabanellas, sino hacia el lado opuesto... En cuanto a las colectividades (...) diremos que no hay un solo campesino aragonés (!) que no haya sido forzado (330) a entrar en las mismas. El que se resistía sufrió en su carne y en su pequeña propiedad la sanción terrorista. Miles de campesinos han emigrado de la región prefiriendo desertar a soportar las mil medidas torturantes que el Consejo impuso (...) Bien pronto en Frente del Este anulará al glorioso Frente del Centro y ésta no será una de las pequeñas victorias del Gobierno” (331)

 

Luego con argumentos ridículos:

 

“Llegamos a Aragón con la prensa que da la noticia de la disolución del Consejo. Los pueblos estan alborazados. En uno, una mujer sale a la calle con una silla y dando con ella un fuerte golpe en el suelo dice:

--Menos mal que ya puede una salir a la calle.

--¿Es que antes no podían?

--Como poder, si. Pero es que nosotros no quisimos entrar en la colectividad…

Y añade suspirando:

--¡Ay, que llevamos un año que nadie sabe lo que hemos tenido que pasar!” (332)

 

Las palabras contenidas en el número del 14 de agosto nunca fueron demostradas con claridad. Sobre el gigantesco arsenal encontrado en Aragón, constantemente los diarios confederales les incitaban a demostrarlo con pruebas, pero los calumniadores siempre respondían con evasivas.

Para cuando esto sucedía, el 19 se había perdido Bilbao, Santander caería el 25 de agosto, y más tarde Gijón el 20 de octubre.

Al perderse Bilbao, las Juventudes Libertarias hacen publicar por medio de uno de sus órganos de expresión, Juventud Libre, un magnifico documento, del que sólo he obtenido partes, titulado “La caída de Bilbao significa el fracaso del Gobierno Negrín”. El artículo se publicó por millares, y fue distribuido ampliamente. En una parte de ese magnífico documento se lee:

 

“Por toda la España leal un solo clamor, un solo grito cruza campos y ciudades: ¡Fuera el Gobierno Negrín! ¡Fuera el Partido Comunista, causante de todas las derrotas! ¡Exigimos un Gobierno con representación de todas las fuerzas antifascistas que imponga una auténtica política de guerra!

Pero el Gobierno Negrín, a pesar de la crisis latente en que se halla, intenta mantenerse en el poder. Los mismos métodos de la República del 14 de abril se están poniendo en práctica. Se censura la prensa, se clausuran las emisoras, se impide por todos los medios que se manifiesten libremente las organizaciones obreras, se suspenden los mítines, no se hace caso de la voz del pueblo que pide un cambio radical de política que nos lleve al triunfo guerrero y revolucionario”

 

La propaganda anarquista de la época es singularmente firme en su oposición a la política del Partido Comunista. Algunos manifiestos lanzados poseían los nombres de “El Partido de la Contrarrevolución”, “Procedimientos Democráticos”, “los Cuervos de la Contrarrevolución”, “Por sus obras los Conoceréis”, “Por Encima de Todo, la alianza revolucionaria de la clase obrera”, etc.

Cuando se pierde Bilbao, se estaba ya poniendo en práctica la ayuda al Norte. La operación de Brunete, del 6 al 25 de julio, fue calificada por muchos como absurda. Esta operación costó cerca de 25 mil bajas sin haber conseguido nada. El 25 de agosto, mientras se perdía Santander, se inició la ofensiva por el Sur-Ebro, (sector de Belchite). El objetivo, como en toda la lucha del frente aragonés, era Zaragoza.

Los actos contrarrevolucionarios del gobierno en manos del PCE y de sus filiales estaban aún frescos, pero pese a ello, cuando a las fuerzas confederales les fue solicitada su participación, éstas no se negaron. Participaron en el Sur-Ebro la 25 División y la 153 Brigada, haciendo un brillante papel en la toma de Belchite. La 28 División se distinguió en la zona norte del frente, avanzando por el cauce del Rio Gallego. Por su parte, cuando se viera que el enemigo se replegaba debido al ataque por ambos flancos, la 26 División atacaría con todas sus fuerzas. Los planes se frustraron cuando la zona del Sur-Ebro fue detenida a pocos kilómetros de Zaragoza, obligando a la 28 División a regresar a sus posiciones.

Esta operación absurda (la de Brunete) fue montada por los consejeros rusos. Hacía ya tiempo que Largo Caballero había propuesto que se rompiera el frente enemigo por Extremadura. Los consejeros rusos desbarataron estos planes y montaron la absurda operación de Brunete, que fue una operación más bien de táctica política que militar: los planes propuestos por Caballero no eran menos absurdos, pero la ofensiva de Brunete ofrecía la posibilidad de trasladar amplias fuerzas militares al servicio del stalinismo y minar así la influencia del anarquismo en Aragón, a la vez que permitía preparar el camino para más tarde destruir las colectividades libertarias aragonesas. La complicidad del PCE y del PSUC en estas operaciones está demostrada por el artículo que he insertado poco antes, donde Frente Rojo afirma que “Bien pronto en Frente del Este anulará al glorioso Frente del Centro y ésta no será una de las pequeñas victorias del Gobierno”.

Lo cierto es que por primera vez los militantes anarquistas recibían el material bélico necesario. Las armas y municiones que les fueron entregados fueron bien aprovechadas, pues mientras la 11 División se dedicaba a reprimir campesinos y a sus colectividades, la 25 División y la 153 Brigada sobrepasaron las fronteras de Belchite.

Poco más tarde en Caspe, y bajo las bayonetas de la 11 División, la CNT celebraba un Pleno de Regionales de Sindicatos. Aquí se manifestó el Pleno por la “libertad de los presos no sometidos a proceso; la tramitación rápida de los procesos; el cese de las persecuciones; la reapertura de los sindicatos; facilidades para la reorganización de las colectividades y reorganización de los Consejos Municipales” (333)

Asistieron 200 delegados a este Pleno, en comparación con los 500 que se habían reunido en febrero. Esta cifra nos puede dar una señal de los resultados de las represiones stalinistas sobre las colectividades.

De todas maneras las colectividades volvieron a funcionar, aunque obviamente con más dificultades y menos adherentes, debido a las represiones de los stalinistas.

La economía, a raíz del ataque stalinista había provocado la total ruina de Aragón, así lo manifestaba el Comité Regional a la Federación Nacional de Banca y Bolsa de la CNT:

 

“… después de la disolución del Consejo de Aragón, en nuestra Región, no existe comercio de ninguna especie. Ni puede existir, porque nuestra principal riqueza exportable que es el aceite y el azafrán, ha sido intervenida por el Estado” (334)

 

Ni iba a funcionar por muchos meses más el comercio:

 

“En Aragón está todo por organizar. En cinco meses todavía no ha tenido tiempo el Gobernador de constituir los Consejos Municipales; ni de solucionar el problema de los transportes civiles; ni de hacer que las Comisiones Provinciales de Abastos cumplan con su cometido, etc. Lo único que funciona a toda velocidad sin interrupción de ninguna clase son los camiones de fuerzas armadas con la misión de encarcelar obreros afiliados a la CNT” (335)

 

En cuanto a la reorganización de las colectividades y la benevolencia del gobierno al permitirlas no hay nada de verdadero: el decreto del ministro de Agricultura (Uribe) del 7 de octubre no es más que un intento por salvar la cosecha amenazada por la represión stalinista. Aunque para la versión oficial del PC mundial sobre la revolución de España este decreto haya sido “el instrumento, el arma de la única verdadera revolución agraria que ha habido en España” (336)

Las tierras les habían sido arrancadas a los colectivistas para ser entregadas a los antiguos explotadores, pero éstos no sabían trabajarlas con sus propias manos. A su vez los colectivistas se negaban a trabajar en régimen de propiedad, y mucho menos en sistema salarial. El decreto fue entonces hecho para salvar la cosecha. Esto se hizo, y se preparó la siembra también. Pero el fruto de esto habría de recogerlo Franco: en la primavera de 1938 Aragón fue perdido para la causa antifascista.

Una vez perdido Aragón para el antifascismo, Franco se decide atacar directamente a Cataluña. Con ocho meses de anticipación la FAI propuso al gobierno de la república defender Cataluña del ataque fascista. Pero la política seguida por el gobierno negaba toda atención a las propuestas anarquistas, de la FAI especialmente.

La situación no podía ser más desastrosa: en 1938 el PCE controlaba el 80% de los mandos del ejército, (337). De 19 Batallones de transporte diez o doce se hallaban en manos del PCE y del PSUC, y sólo uno o dos en manos de la CNT-FAI, a pesar de que el 70 u 80% lo componía militantes anarquistas (338).

El 25 de marzo el Comité Nacional de la CNT informa al ministro de Defensa sobre el acta de una reunión marxista donde se habla no de las maneras de derrotar a Franco, sino de cómo eliminar al Movimiento Libertario.

La reunión se llevó a cabo en Torralba de Aragón ese mismo mes. Del acta se destaca lo siguiente:

 

“Empieza la sesión a las 10 de la mañana con las palabras del delegado de la División, en las que expone consignas de todo género para toda clase de lucha y la necesidad ineludible en que se hallan todos de laborar intensamente, efectuar una propaganda más efectiva, la conveniencia de que esta propaganda se realice a toda costa en las mismas trincheras... A continuación el delegado de Barbastro hace su presentación dirigiéndose con un saludo a todos los camaradas que allí se hallan, adhiriéndose a las palabras de su antecesor. Se pasa a conceder la palabra, tomándola el sargento Martín Galdós, que dice:

‘Mi misión se va cumpliendo paso a paso. Los nuevos militantes ingresan con mucha pasividad, pero lograré lo que quiera de ellos. Los carnets que recibí ya están repartidos. Necesito bastantes más, pues la propaganda que realizo exige una mayor rapidez en la confección y entrega de ellos. Ahora bien, mi trabajo no se puede efectuar con la intensidad debida porque el comisario del Batallón no admite política de partido. Yo desconozco su organización, pues él habla siempre en sus charlas y mítines-relámpago con carácter antifascista y en nombre del gobierno popular republicano. Yo creo absolutamente preciso y necesario para la buena marcha de este 565 Batallón que sea relevado o eliminado, pues con él el Partido en este Batallón no podrá obtener ningún resultado’.

Toma la palabra el comandante Menéndez, que dice:

Camaradas: Yo, en mi carácter de recién llegado a esta Brigada, poco os puedo decir. Ante todo mi saludo a los asistentes, dándoos la seguridad de que por mi parte haré lo imposible por cumplir y que se cumplan las consignas de nuestro Partido. Al mismo tiempo facilidades para la propaganda las habrá en todo momento en la unidad en mi mando. Con referencia al 565 Batallón, puedo decir que las consignas no se pueden cumplir hoy allí. Hay demasiadas organizaciones, demasiados elementos anticomunistas. El comisario no puede continuar un día más, es preciso eliminarle. No podemos tolerar un comisario de esa clase porque es una barrera a nuestro trabajo. Con respecto al comandante que me ha relevado, ese tal Carrillo, es preciso trasladarle. Es un inepto, un incapaz. Lleva galones, pero no los merece. Simplemente, ¿para qué hablar? es de la C.N.T.

[Después de algunas intervenciones más irrelevantes] Antes de finalizar la reunión propugna nuevamente la fórmula de eliminación diciendo:

‘Todo lo que decís está muy bien, pero creo que bastante claro lo he dicho. El que estorbe, en una visita a las trincheras... se pierde un tiro y él se lo encuentra. Si no le lleváis a las alambradas, cuatro tiros, parte de deserción al enemigo y eso ya procuraremos que no trascienda’.

Nuevamente, antes de salir, se juramentan para la acción de conjunto a realizar, agregando el delegado de la División 1, que mañana o pasado mañana se celebrará otra reunión a la cual asistirá el jefe de la División".

A la salida el comisario de la Brigada y el del 568 cambiaron impresiones sobre lo tratado, aunque el de la Brigada no creyó conveniente tomar parte en ella. Guillermo García (rubricado), Puesto de Comando, 17 de marzo de l938”

 

En mayo de 1938 las fuerzas de la 26 División se encontraban en vísperas de una importante operación ofensiva. Un día una parte de esas fuerzas fue llamada a una explanada, donde les sería presentado un jefe de Estado Mayor que había sido nombrado por el XI Cuerpo de Ejército y tenía ganas de conocer a esos grupos de anarquistas indisciplinados.

Se trataba del Capitán Navarrete, al servicio del PCE y que hacía no mucho había sido Guardia de Asalto en la época de las insurrecciones y huelgas anarquistas. Tenía, entonces, buenos motivos para querer estar en frente de esos anarquistas que tantos dolores de cabeza les habían dado a los guardianes del orden burgués.

Cuando se dirigió a ellos lo hizo en un tono tan altanero y prometiendo utilizar todos los métodos para meterles en cintura, que casi provoca que los viejos veteranos se le fueran encima pues vieron en Navarrete al enemigo político contra el que habían luchado: la autoridad.

A los pocos días de esto comenzaron los primeros disparos en la ofensiva que iba desde Lérida hasta los pirineos catalanes. Flanqueando a la 26 División se hallaban las fuerzas de Líster y las Del Barrio, de filiación stalinista. Estas últimas dos no sólo no avanzaron un solo paso contra el enemigo, sino que fueron duramente golpeadas por éste. La 26 División, por su lado, fue la única que logró romper el frente enemigo, hacerle cerca de un millar de prisioneros, conquistar dos pueblos y hacerse con un importante botín de armamento. El capitán Navarrete, que no daba crédito a lo que sus ojos veían, afirmó que eso se debía a que él había sabido meter disciplina a esa pandilla de incontrolados. Poco después, Navarrete fue levantado por los aires por una bomba.

El 24 de julio se realiza la histórica batalla del Ebro, que costó más de 70.000 bajas para el lado antifascista. Esta batalla fue decisiva en los planteamientos franquistas, pues una vez terminada la batalla del Ebro, se había terminado también con gran parte de las reservas de Cataluña, lo que debió influir para que Franco se decidiera atacar de una vez por todas a Cataluña.

El 21 de septiembre Negrín anuncia ante la Sociedad de Naciones que se iban a retirar las Brigadas Internacionales del frente de lucha, en la espera de que las fuerzas italianas y alemanas tuvieran un acto recíproco al gesto de Negrín. Se mostraba una vez más la ineptitud de Negrín al frente del gobierno, cuando pensaba en una posible benevolencia del fascismo internacional.

El 7 de diciembre de 1938 el Frente Popular fue convocado por el gobierno para mantener una reunión en la que se tratarían asuntos importantes en uno de los palacios de Pedralbes. Por el PCE acudieron Mije y la Pasionaria, por el Partido Socialista Cordero y Lamoneda, por la UGT Rodríguez Vega y Amaro del Rosal, por la CNT Mariano R. Vázquez y Horacio Prieto, por la Izquierda Republicana Baeza Medina, por la Unión Republicana Mateo Silva y por la FAI Pedro Herrera y Abad de Santillán.

En la reunión (339) Negrín dijo que la situación para el antifascismo era inmejorable, mientras la situación de Franco era malísima y que perdía apoyo internacional. También se habló de las batallas más significativas diciendo que éstas habían sido pequeñas victorias para la república. ¡Todo era mentira! Las batallas de las que hablaba habían costado muchas bajas al antifascismo, Franco se hallaba en tan buena posición que se decidía ya a atacar a Cataluña.

“Mientras hablaba Negrín –dice Abad de Santillán-- una palabra pugnaba violentamente por salir de nuestros labios. ¡Impostor!”

La reunión terminó sin ofrecer siquiera alimento a los asistentes, y si tan solo una copa de Champagne con la que se brindaba en secreto por el desastre de la revolución.

Ese mismo 7, la FAI proponía de nuevo al gobierno la formación de una fuerza organizada para atacar al enemigo en retaguardia: “Por nuestro conocimiento del país, por la permanencia de muchos de nuestros compañeros en resistencia activa o en resistencia pasiva en la España rebelde, nos consideramos en condiciones insuperables para organizar en la retaguardia enemiga un frente de lucha de incalculables consecuencias como factor de descomposición de la otra zona y de rebelión activa contra la invasión. Tenemos la plena seguridad de que en ese aspecto somos la única fuerza de acción eficaz...”

Se trataba otra vez de la táctica de infiltración en campo enemigo del que ya he dicho algunas cosas en una nota anterior. Se dijo que lo que proponía la FAI estaba ya en marcha. Era también mentira, la propaganda destinada en teoría a la retaguardia del enemigo era quemada. Lo máximo que se hizo fue colocar agentes de la república en lujosos hoteles de Francia, que enviaban información desde ahí. Pero en general nada serio se intentó, sólo se trataba otra vez de poner trabas a las propuestas del anarquismo de la FAI.

Evidentemente, como bien afirma Santillán en su libro que hemos venido citando, no se trataba de salvar a un gobierno enteramente contrarrevolucionario, sino más bien de salvar la revolución popular apuntando a todos los que habían venido trabajando por ahogarla.

La FAI, o por lo menos el Comité Peninsular, había recibido el apoyo de muchos compañeros del frente, que comprendían que en esos momentos era sino la única, si de las pocas opciones realmente populares que se hallaban en España.

Se inician entonces los ataques contra Cataluña el 23 de diciembre de 1938.

La Zona Norte, donde se hallaban las fuerzas libertarias se combatió admirablemente, reduciendo en mucho las posibilidades del enemigo para avanzar. La antigua Columna Durruti sufrió 5000 bajas, pero supo mantener sus posiciones.

La zona donde se encontraba el glorioso ejército rojo del Ebro donde se encontraba al mando el coronel Modesto y Líster, ambos de stalinista, fracaso completamente, y el enemigo logró vencer la resistencia aquí, avanzado por este lado.

Si bien los stalinistas habían bravuconeado mucho sobre el Ejército Rojo, éste no hizo más que retroceder hacia la frontera con Francia, cediendo el paso al enemigo, lo que obligó a su vez a las fuerzas del Norte a replegarse también.

“El gobierno y los dirigentes de la guerra vieron que habían fallado en sus cálculos ¿o que todos sus cálculos se cumplían al pie de la letra?” (340)

Se propuso entonces el gobierno la creación de batallones de voluntarios para contener de una manera desesperada el avance del enemigo, y se pidió para eso la ayuda de la FAI. Pero la situación era en especial desfavorable para ceder y apoyar al gobierno, a menos que se cumplieran ciertas medidas que aseguraran que una vez contenido el enemigo se enderezaría la guerra por caminos realmente eficaces y no por los que hasta ahora se había venido conduciendo. La FAI expone entonces de nuevo sus convicciones: no se quiere tener la responsabilidad de sacrificar hombres en la ayuda a un gobierno netamente contrarrevolucionario, no se tiene confianza en el gobierno. Si se le da a la FAI la seguridad de que sus miembros no serán reprimidos una vez replegado el enemigo, si se nombran los mandos por la misma FAI, y se mantienen esos batallones en el dominio de la FAI se dará el concurso para la creación de los batallones, de otra manera no.

Esto a los ojos del gobierno era intolerable ¿una organización anarquista exigiendo garantías al gobierno? Lo que debían hacer era obedecer y callar. Pero esta política la pueden muy bien seguir el PCE y el PSUC, incluso los demás partidos políticos, pero la FAI no.

Se pretende entonces realizar el voluntariado sin la participación de la FAI. Pero como ésta tenía la confianza del pueblo, el intento gubernamental por crear el voluntariado fracasa.

La FAI no podía mantenerse a la expectativa, y se busca el voluntariado por los medios propios, ya después se vería que hacer con el gobierno, lo importante era salvar Cataluña.

Pero la situación era realmente catastrófica. El gobierno tenía más miedo al pueblo que al mismo Franco.

Borjas Blancas cayó el 5 de enero, el 14 Valls, el 15 Reus y Tarragona.

A mediados de enero el gobierno abandonaba la zona industrial de Cataluña, daban ya por perdida la guerra. Pero esto era negado por el gobierno, que se limitaba a seguir proclamando la victoria sobre Franco, con mentiras realmente absurdas en los medios oficiales.

El 24 de enero de 1939 caía Manresa. Al día siguiente el gobierno de la victoria huía hacia la frontera con Francia. Ese mismo día a la media noche se reúne la FAI, en Barcelona quedaban ya muy pocas personas: la FAI, la CNT y los que no sabían que mientras el gobierno afirmaba resistir estaba ya en fuga escapando hacia Francia. Mientras las fuerzas de Franco entraban en la ciudad sin encontrar resistencia; si lo deseaban, podían entrar en plena Barcelona en la madrugada.

Poco podía hacerse ya por salvar Cataluña. Se carecía de munición, había muy pocas armas y se carecía de artillería, además los víveres con los que se contaba no iba a ser suficientes para dar una batalla de días, en caso de que ésta fuera posible en las circunstancias que se hallaba. En las condiciones en que se había abandonado Cataluña por el gobierno no valía la pena que muriera nadie por una causa que era imposible ganar. El gobierno en fuga no durmió toda la noche… en escapada hacia Gerona, que sería su primer descanso.

A media noche de ese mismo 25 de enero, el general Asencio llama a la FAI. Se había perdido Cataluña de una manera vergonzosa, pero por lo menos se podía dar el ejemplo de luchar hasta el último minuto y pelear al enemigo cada centímetro que éste avanzara. Si contaba con la FAI, pediría al fugitivo gobierno la dirección de la ciudad. Se dice entonces a Asencio que podía contar con la FAI para dar la batalla el tiempo que durara el combate, pero que sólo duraría en tanto que los víveres y las armas y municiones no se terminaran, después sólo el heroísmo de las masas al saber que la FAI se hacía cargo de Barcelona podía llevar más ayuda a la lucha. Pero se perdería la batalla con dignidad.

Si lograba Asencio conseguir el mando de la ciudad y recuperar alguna parte de munición y armamento se podía contar con la FAI. Asencio quedó de comunicar personalmente en la madrugada del día siguiente si había conseguido la dirección de la ciudad, de otra manera él también se retiraba.

La respuesta no llego jamás… ¡El gobierno había negado la dirección de una ciudad en ruinas, aun después de ponerse en fuga!

El 26 de enero el enemigo pudo haber entrado en plena Barcelona sin ningún apuro, pero no lo hizo. Debieron haber preferido la evacuación de la población que, hambrienta, desmoralizada y abatida se disponía a abandonar sus tierras.

Al día siguiente el franquismo entró en Barcelona sin disparar una sola bala. Mientras esto pasaba el presidente de gobierno declaraba aún a la prensa internacional: “La República dispone ahora de combatientes organizados en una forma perfecta, de material de guerra en abundancia… Puedo asegurar hoy, categóricamente, que salvaremos la situación”

Mientras se decía esto todo un pueblo se encaminaba hacia la frontera con Francia, traicionado por un gobierno contrarrevolucionario (como todos), y atacado disimuladamente por una potencia que creía amiga, la URSS. Más de 600.000 mil seres humanos abandonaban su tierra, para pasar a Francia y seguir su penuria en los campos de concentración. Situémonos en la zona centro-sur

Los días 10 y 11 de febrero se realizó un Pleno de Regionales del Movimiento Libertario, donde se informó que se habían presentado cerca de 35.000 solicitudes de exenciones militares. Y el general Miaja se había aferrado al poder (341) y negaba el control en éste a las organizaciones o partidos políticos. Un delegado al Pleno dijo “Hay que hacer constar a Miaja que no se puede jugar con los 150.000 fusiles Libertarios”. Pero la situación era catastrófica, y los demás grupos antifascistas no iban a aceptar esto.

Se confirmó en la segunda sesión la presencia del gobierno en la zona centro-sur que, según un delegado, estaba tratando de liquidar la guerra. El 15 de febrero se reunió el Movimiento Libertario y se informó de la llegada de Segundo Blanco, ministro de la CNT que traía informes firmados por los secretarios del Comité Nacional de la CNT y del Comité Peninsular de la FAI, que se encontraban exiliados en Francia. El documento que traía Segundo Blanco decía que Azaña y Negrín estaban tratando de liquidar la guerra, que el gobierno de México se comprometía a acoger 30.000 familias, etc.

Al día siguiente, 16 de febrero, se reunió nuevamente el Movimiento Libertario, y después de algunos asuntos sobre Cipriano Mera, se procede a tratar el tema de Negrín y su posible regreso a la zona centro-sur. El acta de la reunión dice así:

 

“Por otra parte, se acuerda hacerle presente a Negrín, por intermedio de Blanco, que no se permitirá de ninguna manera que los jefes y comisarios llegados de Francia sean puestos en ningún cargo. Se acuerda, por otra parte, indicar a la Comisión de Defensa de la Regional del Centro que se entreviste con el coronel Casado para darle a entender directamente nuestra posición, e impedir que ni Modesto ni Líster, ni ningún comunista, sea acoplado a ningún cargo en el Ejército”

 

El 25 se reúne de nuevo el Movimiento Libertario, y después de algunos puntos de discusión, la FAI dice:

 

“(…) El Partido Comunista está colocando a sus peones. Estamos perdidos si aguardamos a actuar cuando se hayan consumado los hechos. Con este gobierno no hay posibilidad de hacer una paz honrosa. No hay más remedio que formar un nuevo gobierno o una junta de Defensa que merezca garantías”

 

El 3 de marzo se celebró otra reunión, en la que, después de un informe de Segundo Blanco, se pasó a ver la situación militar. La FAI propuso que se pusiera en práctica el plan de seguridad que había acordado el Movimiento Libertario: Reorganización del Estado mayor central al mando del coronel Segismundo Casado; creación del consejo superior de guerra; reorganización del comisariado; sustitución del comisario general Jesús Hernández y Antonio Cordón, subsecretario del ejército de tierra.

Para esto, Negrín y sus ministros habían llegado ya a la zona centro-sur, se trataba del Estado mayor marxista formado por Pasionaria, Modesto, Líster, Tagüeña, Galán, Valentín Gonzales, etc. Habían llegado a la zona centro-sur, es verdad, pero previniendo bien la retirada ante cualquier percance y situándose en un pueblo de la provincia de Alicante, cerca del puerto y de la Base Naval de Cartagena, la llamada posición Yuste, que estaba rodeada de campos de aviación y protegida militarmente por fuerzas adictas al gobierno. El Partido Comunista se hallaba abiertamente descubierto como contrarrevolucionario. Quizá éste regreso era un intento por tratar de recuperar el prestigio, si alguna vez lo tuvo, y quedar ante la historia como un movimiento que se mantuvo firme hasta el fin… ¡táctica política siempre!

Para los planes de Negrín y sus valientes acompañantes se precisaba controlar el aparato estatal existente en la zona centro-sur. La clásica arma del PCE que, como sabemos, la tiene muy bien estudiada, la calumnia, debía de ser emprendida de nuevo. Cuando más arreciaban los ataques a Cataluña, el PCE se dedico a bravuconear sobre sus adversarios políticos, quienes afirmaba eran los culpables de todo. En la zona centro-sur, pese a la censura, Mundo Obrero se dedicó a continuar con la campaña contra “los responsables de la perdida de Cataluña”. Ni si quiera en los momentos más difíciles de la lucha se cesaban por parte del PCE las calumnias. Sabían ellos perfectamente que la perdida de Cataluña se debió a que sus fuerzas no supieron batirse contra el enemigo (342), y que por el lado que ellos controlaban fue por donde se inicio la entrada del fascismo a Cataluña. No puedo acusar al PCE de actuar de común acuerdo con Franco, pero por lo menos indirectamente éste le debe en gran medida su victoria.

He dicho ya que el PCE no tenía nada que perder con la tragedia española, y que por esto podía actuar plenamente sin ningún tipo de atadura moral. Si alguien del PCE sufrió las consecuencias de la perdida de la guerra, fueron los engañados, y los que se sometieron al PCE por voluntad propia. Hasta aquí, una vez a la altura de este libro, será difícil que se tenga otra opinión.

Cuando Mundo Obrero y su campaña fueron silenciados, se continúo la calumnia por medio de manifiestos.

Apenas llegado Negrín a la zona centro-sur había tenido una entrevista con el coronel Casado. Éste le informó a Negrín de la situación desesperada de la región: no había ni siquiera leche para los niños madrileños, faltaban materias primas y medios de transporte, y si se cortaban las comunicaciones con Valencia se tendrían que rendir. Además los mismos combatientes estaban hambrientos y carecían hasta de ropa. Las reservas de combatientes eran malas e inexpertas ante un enemigo que había situado 32 Divisiones bien armadas con tanques y artillería cerca de Madrid. Negrín repuso que él disponía de 600 aviones, 500 piezas de artillería y 10.000 ametralladoras… pero en Francia. Cosas parecidas dijo al Frente Popular y demás jefes del Ejército, de aviación y de la Flota. Decía que tenía al Ejército de Cataluña, que se encontraba en los campos de concentración y minado físicamente… Negrín era un cerebro brillante, que llevaría sin dudas a la victoria… de Franco. Entonces fue cuando los jefes militares le dijeron secamente que había que pensar en comenzar a negociar la paz.

La política inepta que siempre había emprendido Negrín esta vez no era ya posible, había hecho ya todo su daño y era tiempo de que el pueblo pagara las consecuencias. Negrín se dio cuenta entonces que el camino estaba en otro sitio, prácticamente en un golpe de Estado disfrazado de reorganización de los mandos. Matallana dejaría de ser general para pasar a ser jefe del Estado Mayor Central, Modesto pasaría de ser Coronel a General, sustituyendo a Casado y Galán dejaría de ser Teniente Coronel para ser instalado en Cartagena como jefe de la Base Naval.

Cuando finalizaba febrero se reunió un grupo de destacados militantes libertarios de la región del centro para formar un Comité de Defensa en el que existirían los siguientes puestos: militar, estadística, policía política, propaganda, orientación económica, transporte, etc. A los pocos días de esta reunión los militantes libertarios plantearon a Casado la necesidad de crear un Comité Nacional de Defensa frente a la entelequia del gobierno Negrín. Pero este último estaba ya poniendo en marcha su plan de relegar a los elementos inconformes con su política a un lado, haciéndose él con la dirección de la guerra que había necesariamente de perder. Comenzó por llamar a Casado a Valencia, indicándole que mientras estuviera ausente dejara el mando al coronel Ortega, de filiación stalinista. Pero Casado era muy desconfiado de estos elementos, y dejó el mando a su jefe de Estado Mayor. Negrín se encolerizó al enterarse de que su plan había fracasado. Por su parte Casado aprovechó el viaje a Valencia para contactar y ponerse de acuerdo con los militares afines a los planes de relegar a Negrín y su séquito stalinista en la dirección de la guerra.

A su regreso a Madrid, Casado se entrevistó con Cipriano Mera, quien era el jefe anarquista de IV Cuerpo de Ejército, y el más estrecho colaborador de Casado en este proyecto (343).

Negrín se enteró de nuevo de los movimientos de Casado y mandó llamar a éste, pero Casado entendió bien que si acudía a Negrín sería detenido, por lo que no asistió y comunicó sus sospechas a Miaja y Matallana, que también habían sido llamados por Negrín. Ese mismo día se pusieron en marcha los planes de Negrín: Modesto fue ascendido a General y el nombramiento de Tagüeña, Galán y Vega como jefes militares de Murcia, Cartagena y Alicante. Cuando Galán es enviado a Cartagena debido a que Negrín sabía que militares de ahí conspiraban con Casado, se provoca una sublevación que fue rápidamente contenida, pero que sirvió para que la Quinta Columna se apoderara de algunos fuertes.

Mientras esto pasaba, Negrín seguía llamando a Segismundo Casado para que fuera a verle. Éste último comprendió que era ahora o nunca cuando debía sublevarse. El 4 de marzo se reunieron los conspiradores en el sótano del ex Ministro de Hacienda (344). A las 11:30 de la noche una Brigada anarquista se sitúa en los puntos más estratégicos y media hora después, a las doce de la noche en punto, los componentes del Consejo de Defensa tomaron el micrófono para leer una proclama:

 

“…Como revolucionarios, como proletarios, corno españoles y como antifascistas no podemos continuar aceptando pasivamente por más tiempo la imprevisión, la incapacidad y la falta de organización, el absurdo letargo manifestado por el señor Negrín ... Han pasado varias semanas desde que terminó la guerra en Cataluña ante la general deserción... Mientras el pueblo sacrificaba a centenares de miles de sus mejores hijos, los hombres que exigían resistencia desertaban de sus puestos (345)... Esto no puede seguir ocurriendo... No podemos consentir que mientras el pueblo se dispone a una mortal resistencia sus dirigentes se estén preparando para un vuelo confortable... Para evitar todo esto (...) ha sido formado el Consejo Nacional de Defensa para recoger del arroyo el poder arrojado por el gobierno del doctor Negrín... Constitucionalmente el gobierno del doctor Negrín carece de toda base legal... Proclamamos que ni desertaremos ni toleraremos la deserción... Prometemos que nadie abandonará España hasta que puedan salir de ella cuantos lo deseen... El doctor Negrín ha dicho: «o todos nos salvamos o todos pereceremos», pues bien, el Consejo Nacional de Defensa se ha propuesto convertir en realidad estas palabras… Para ello os pedimos vuestra ayuda, por nuestra parte seremos inexorables con los que traten de evitar el cumplimiento de sus deberes”

 

El nuevo Consejo se compuso de la siguiente manera: Presidente: Miaja; Defensa: Coronel Segismundo Casado; Asuntos Extranjeros (346): Julián Besteiro; Interior: Wenceslao Carrillo, de Partido Socialista; Hacienda y Agricultura: Gonzales Marín, de la CNT; Justicia: Sanandrés, republicano; Instrucción Pública: José del Rio, republicano; Comunicaciones y Obras Publicas: Eduardo Val, de la CNT; Trabajo: Antonio Pérez, de la UGT.

Negrín se enteró por radio de la proclamación del Consejo de Defensa. Volvió a llamar a Casado por teléfono, amenazándole primero y siendo amenazado después por éste que prometía que si en un plazo de tres horas no se liberaba a Matallana (que había sido apresado) se fusilarían a todos los miembros del gobierno. Matallana fue liberado inmediatamente. Una vez pasado esto, el gobierno y los valientes miembros del PCE y del PSUC abandonaba precipitadamente España… ¡una vez más!

Proclamado ya el Consejo de Defensa, Casado quiso ver la disposición de los Coroneles Barceló, Bueno y Ortega, que eran coroneles de los Cuerpos I, II y III del Ejercito. Barceló dijo estar a las órdenes del Consejo de Defensa, Bueno sonó algo dubitativo y Ortega pidió tiempo para reflexionar. Casado se dio cuenta entonces que con el único con quien podía contar era con Cipriano Mera y su IV Cuerpo de Ejército.

Barceló fue quien rompió definitivamente con el Consejo de Defensa realizando el primer contraataque. En Levante, donde se encontraban tres Cuerpos de Ejército con mando al servicio del PCE, fue interceptada una Columna de blindados que intentaba ir a Valencia. En Extremadura y Andalucía fueron sofocados los levantamientos rápidamente, por lo que la situación más peligrosa estaba en Madrid. En la madrugada del día 5 de marzo una División del I Cuerpo de Ejército entró en Madrid con tanques y artillería. En Guadalajara los insurrectos al Consejo se hicieron los dueños de la población y de Torrejón de Ardoz. Dos días después la lucha era tremenda, las fuerzas de Barceló se apoderaron del centro de la capital y rodearon a los componentes del Consejo.

Casado pidió entonces apoyo a Cipriano Mera, quien envió a la 14 División, de formación casi exclusivamente anarquista. Ésta después de sofocar los levantamientos de Guadalajara y de Torrejón de Ardoz, entró en Madrid y cayó sobre la retaguardia del enemigo stalinista, logrando hacerle miles de prisioneros. Hasta el día 10 la situación era la misma, pero ese día se rindió el III Cuerpo de Ejército, y Ortega se ofreció para mediar con Barceló para negociar la rendición. Este último se mostró dispuesto a rendirse si les respetaba la vida. Pedían además que se admitiera su prensa y la admisión en el Consejo de una representación del Partido.

La última petición no fue concedida, y se respetaría la vida a quienes no hubiesen cometido crímenes: fueron fusilados Barceló y Conesa (comisario) por haber fusilado a varios seguidores de Casado que habían hecho prisioneros. Una vez eliminado provisionalmente el enemigo comunista, sólo restaba ya tratar de conseguir una paz honrosa y la salida de España de cuantos quisieran hacerlo.

El 7 de marzo, mientras aún se lucha contra la contrarrevolución marxista de los Cuerpos I, II y III del Ejército, la CNT, la FAI y la FIJL fundían sus comités superiores en un Comité Nacional del Movimiento Libertario. Se tomaron dos puntos esenciales en esta reunión: conseguir una paz honrosa, y qué hacer con el PCE. Se resolvió por fin que se decidiría esto hasta que las luchas en las calles terminaran y, como acabamos de ver, esto no sucedió sino hasta el día 10, cuando se rindió el III Cuerpo de Ejército. Juan López, secretario del nuevo Comité Nacional del Movimiento Libertario dijo:

 

“Tenemos motivos para eliminar a los comunistas y también a los republicanos y socialistas, que han sido la causa de nuestros fracasos. Pero no queremos exterminar a ningún partido. El Partido Comunista debe incorporarse al Frente Popular, prestar su colaboración al Consejo pero sin intervención en el Poder”

 

Si las negociaciones de paz fracasaran, había que salvar a los militantes libertarios y dejar constituida una organización clandestina. La lucha en las calles contra el PCE duró 7 días, en los que no se pudo realizar apenas otra labor que aplastar las fuerzas del PCE. El 12 se dieron las primeras negociaciones por medio de agentes de Franco que se habían dispuesto espontáneamente para eso.

El día 16 de marzo se reunió nuevamente el Movimiento Libertario, a la que asistieron los consejeros Val y Marín, que dijeron que el Consejo había enviado a dos delegados al extranjero para preparar la evacuación. Se habían suspendido todos los periódicos del PCE, y se les había dado un plazo de seis días para definir su actitud, vencido este plazo se les darían los pasaportes correspondientes para que salieran de España. El SIM se había reorganizado bajo nuevas bases y Cipriano Mera se trasladaba al Ejército de Extremadura. Se había comisionado a Marín para enviar comisiones a París, Londres y México, comisiones que fueron nombradas por el Movimiento Libertario al día siguiente. Los miembros de la CNT-FAI que se encontraban en Francia no debían ser utilizados para estas comisiones, sino regresar lo más pronto posible a la zona centro-sur.

El 13 se conocían ya las condiciones del franquismo para la paz. No podían ser éstas más duras: rendición incondicional, Franco sería generoso con quienes no hubiesen cometido crímenes y los presos saldrían de las cárceles tan pronto hubiesen pagado sus condenas. Además se negaban a todo compromiso por escrito. Se comprendió entonces que la retirada debía realizarse por los propios medios, así que para ganar tiempo se pidió la negociación del memorándum de Franco; no fue sino hasta el 19 que se confirmó la negociación, y el 23 dos oficiales republicanos llegaron a Burgos para negociar.

Mientras esto pasaba, el 17 el PCE difundió entre los combatientes el siguiente manifiesto:

 

“… Continúa la represión contra el Partido Comunista. La junta de Defensa ha entablado conversaciones con nuestro Comité Central. El Partido ha propuesto las siguientes condiciones: Establecimiento de la unidad. Libertad inmediata para el Partido. Liberación de nuestros presos y reposición en sus viejos cargos (!). Paz digna y honrosa que asegure la independencia de España. Si la junta no acepta estas condiciones el Partido luchará contra ella con todas las consecuencias (…) preparaos para todo, para impedir la capitulación y la entrega del pueblo, y en primer lugar a los comunistas... Desmentid todas las calumnias contra el Partido. Haced comprender que la constitución de la junta es una maniobra del capitalismo internacional para liquidar las conquistas del pueblo, esclavizarlo y liquidar a los comunistas, sus mejores defensores. . . La paz digna y honrosa la conseguiremos con la unidad y estando dispuestos a resistir…”

 

No hace falta comentario alguno sobre este manifiesto para ver lo ridículo que es. Esto no se lo debieron haber creído ni ellos mismos, mucho menos los combatientes.

El 22 de marzo el Movimiento Libertario publicaba un manifiesto a sus militantes y a los trabajadores en general, donde de paso respondía a lo dicho en el manifiesto del PC, he aquí una parte del manifiesto libertario:

 

“Quien sienta veleidades filofascistas no puede continuar en libertad. El que con sus palabras, gestos y conducta pretenda debilitar la moral de nuestros combatientes o la seguridad de nuestra retaguardia, tiene que ser juzgado y condenado con toda la dureza que imponen las leyes de la guerra... [El Movimiento Libertario] tiene el valor moral de declarar públicamente la conveniencia de una paz que evite nuevos derramamientos de sangre [que no será] “el sálvese quien pueda” [sino] una situación decorosa que permita salir de España a todos los que quieran y asegurar a los que se queden contra los intentos de represalias…”

 

Ese mismo 22 se disponía que dos militantes libertarios salieran para Francia para tratar asuntos relacionados con el abastecimiento, acompañados del Coronel Romero, quedando suspendida por el momento la incursión hacia América.

El 24 en una reunión del Movimiento Libertario dos consejeros libertarios informaban de las gestiones de paz de la reunión de Burgos un día antes. Los elementos enviados por el Conejo no pudieron discutir nada con los franquistas, quienes se militaron a entregarles un documento de rendición con condiciones aun más duras que las anteriores: además se siguen negando a firmar nada, tampoco se ofrecía ninguna garantía de nada, tan sólo se decía que el caudillo estaba animado de las mejores intenciones.

En esa misma reunión se trató también del memorándum de Franco. Eran una serie de órdenes. El 25 la Aviación republicana debía ser entregada en los aeródromos que los franquistas les señalaran. Los informantes dijeron haber afirmado ante los franquistas que no se admitiría la rendición sin un documento firmado, a lo que estos contestaron que confirmaban las concesiones hechas para respetar todas las vidas, excepto aquellas que fueran delincuentes comunes.

Los militantes del Movimiento Libertario tenían que llevar instrucciones concretas a la reunión que tendría el Consejo. Los reunidos acordaron llevar a la reunión del Consejo el siguiente documento: “Exigir [de las autoridades franquistas] la firma de un documento, pacto o compromiso, en el que se estipulen las condiciones en que habrá de establecerse la paz de acuerdo con el espíritu de las bases iniciales que nosotros hemos presentado. Sin esta garantía será menester romper las negociaciones y aprestarse a una defensa encarnizada de nuestros intereses, vida y libertad”.

El 26 se celebró otra reunión. Los emisarios republicanos se habían trasladado a Burgos para tener otro encuentro con los franquistas, a fin de dar contrapropuestas. Una vez iniciada la reunión Franco pregunto por teléfono si se había entregado la aviación el día anterior, como se había estipulado. Una vez obtenida la respuesta negativa, y sin tener en cuenta los problemas técnicos que impidieron tal entrega, rompió las negociaciones de paz.

Con la oposición de los consejeros anarquistas se telefoneó a Burgos anunciando que se entregaría la aviación conforme se había exigido. La respuesta que obtuvieron fue que como ya se había puesto en marcha la ofensiva general, la entrega de la aviación sobraba. Ese mismo día el Movimiento Libertario sugería ya la retirada escalonada.

Para el día siguiente, 27 de marzo, el Movimiento Libertario se reunió de nuevo y se informó que el enemigo avanzaba por el frente andaluz sin encontrar ninguna resistencia seria. Se habían extendido ya algunos pasaportes, lo que había provocado una más dura desmoralización. En la reunión, el Consejero Marín decía:

 

“En todos los frentes las deserciones se multiplican. Todos los días levantan el vuelo aviones con jefes, especialmente comunistas. La gente no quiere luchar. El enemigo ataca y la tropa no reacciona. Hemos intentado detener a los que huyen sin poder conseguirlo…”

 

El principal acuerdo de aquella reunión fue la creación de una junta de evacuación. La reunión continúo y se informó que el Consejo había ya formado juntas de evacuación en todos los Ejércitos. Había, al parecer, cuatro barcos de gran tonelaje anclados en Valencia. Se recogerían todas las divisas posibles para entregar a los evacuados; los compañeros del centro, los más comprometidos, saldrían los primeros. Se calculaba que los evacuados serían más o menos 40.000.

El 28 comenzó la evacuación de los elementos más comprometidos de Madrid. A la mañana siguiente (el 29) todos los Ejércitos de la república estaban prácticamente disueltos.

Ese mismo día se continuaron las evacuaciones en Valencia.

El 4 de abril las fuerzas italianas –Rusia vendía a Italia la nafta con que ésta bombardeaba al pueblo español-- al mando del general Gambara entraban en el puerto de Alicante. Aquí fueron hecho prisioneros más de 4.000 antifascistas, entre ellos, muchos prefirieron suicidarse.

Todavía parece extraño saber el porqué el anarquismo español, que en otras épocas enfrentaba al enemigo con las armas en la mano, si ello era preciso, como en los años de los pistoleros de los sindicatos libres (diciembre de 1919), en la dictadura de Primo de Rivera (1923), en la represión que se vivió bajo la segunda República (1931), en las huelgas revolucionarias que le siguieron (1934), o en el estallido del alzamiento franquista (1936) había permitido que la contrarrevolución encarnada en el PCE y el PSUC principalmente (pero no únicamente) cometiera actos tan graves como el desarme de la retaguardia, la militarización de las milicias, el asesinato de compañeros anarquistas, los sucesos de mayo del 37 y la disolución del Consejo de Aragón. La respuesta parece que la encontramos en las actas del Pleno de Sindicatos del 11 de septiembre de 1937:

 

“Todavía se preguntaran muchos como fue posible que esa obra colosal que representó el Consejo de Aragón pudiera ser derrumbada sin que nuestra Organización Confederal opusiera resistencia. Esto es fácil de comprender: nosotros queremos ardientemente ganar la guerra y por esta razón hacemos cuanto nos es posible por rehuir la lucha criminal y fratricida entre la familia antifascista”

 

Por el contrario, hemos visto ya las acciones de la URSS, por medio del PCE y del PSUC no eran convicciones antifascistas, o que les interesara ganar la guerra –no digamos ya la revolución--, sino que veían en la desgracia española únicamente los intereses económicos y políticos que ésta podía rendirles; por eso es que actuaron en abrazo solidario con los demócratas y republicanos burgueses con entera voluntad de aplastar la libertad española. La revolución española se había perdido, y con ella se iban los sueños y anhelos de un pueblo que deseaba ser libre.

La consecuente historia de los miles y miles de presos caídos en manos de los franquistas, de los campos de concentración improvisados, de las plazas de toros repletas de prisioneros antifascistas, y de las cárceles abarrotadas de ellos es por muchos conocida.

La dictadura que comenzó en el año de 1939 y que duraría hasta la década del 70 en la que murió Franco (20 de noviembre de 1975) habría de cobrar infinidad de vidas de los mejores combatientes que dejaron todo por la libertad de su tierra, de su gente, pero más aun, por luchar en contra de un enemigo feroz que pretendía estrangular la libertad de todo un pueblo.

A su entrada total en España, Franco debió haber buscado ahí mismo o en el extranjero a los miembros del Partido Comunista Español y, en justicia, entregarles medallas por los grandes servicios que presto directa e indirectamente a su triunfo. “La contrarrevolución española y catalana de la guerra civil era [O más bien, había sido] el fascismo” (347)

Las imágenes horrorosas de los caciques caminando a lado de los miles de prisioneros antifascistas para señalar con el dedo al alcalde, al ministro, al dirigente del sindicato, en fin, a los responsables de las colectivizaciones o de las muertes más que justas de los fascistas, para después molerles a palos y llevarles a un juicio en el que muchos de los prisioneros llegaban siendo ya el triste dibujo de una figura humana, todos estos actos, todas estas muertes y toda esta sangre ha de caer sobre la consciencia de todos los que hicieron hasta lo imposible por aplastar la libertad del pueblo español.

Pero también, las juventudes actuales de esa España que un día se levantó contra el fascismo y construyó un mundo nuevo, esas juventudes, repito, no han de olvidar todo el pasado de su pueblo, no han de olvidar que los asesinos de antaño hoy se disfrazan de demócratas y defensores de la libertad, pero que detrás de todos ellos se encuentran no otros sino los mismos ideales que tantas vidas costó a España en una guerra donde todas las potencias democráticas, fascistas, republicanas y marxistas del mundo se dieron la mano para ahogar con sangre los anhelos de libertad de un pueblo valiente y heroico. Esa juventud, pese a las inconveniencias actuales no han de olvidar ni perdonar a los asesinos del pueblo; la lucha ha de resurgir en medio de una juventud nueva y revolucionaria que acabará la obra de sus abuelos.

A ese pueblo, nuestro más sincero reconocimiento por todo el pasado de lucha que tiene. A los marxistas que contribuyeron con todas sus fuerzas a la derrota de ese pueblo, la historia les conocerá por lo que son.

 

Breve relato del Pacto Stalin-Hitler

Para coronar no sólo la distorsión de los ideales socialistas y revolucionarios, sino también para coronar el atroz fracaso del marxismo, concluiremos haciendo una breve alusión al punto donde terminaría la cadena:
Marx-Lenin-Stalin (348), que acabaría con en el Pacto Stalin—Hitler:

En la década de los 30, los principales enemigos de la clase obrera eran dos, uno disfrazado de obrero con un discurso “revolucionario” (el stalinismo), y otro declaradamente fascista (el hitlerianismo), por ello uno preveía el inminente ataque del otro. Para evitar esto la URRS ya había tratado de emprender negociaciones de paz entre ambas potencias mundiales, es decir, entre Rusia (URRS) y Alemania (hitlerianismo), pero también con Francia y Gran Bretaña. El último pacto firmado en septiembre de 1938 en Múnich, no había dejado del todo seguro a Stalin, ante la expectativa de enfrentarse solos ante la expansión del nazismo por toda Europa Oriental, por lo que decide emprender una nueva opción diplomática, retirando de sus cargos a Maksim Litvinov y sustituyéndolo por Molotov, como ministro de exteriores, con lo que, Stalin y Hitler se verían beneficiados: Stalin, obtendría tiempo suficiente para reorganizar sus Ejércitos, duramente debilitados por las “purgas” de 1937; para Hitler, esto le serviría perfectamente para iniciar acciones bélicas de invasión contra Polonia, y posteriormente contra gran Bretaña y Francia.

Finalmente, el pacto sería firmado el 23 de agosto de 1939, con el que ambos países se comprometían en la no agresión entre ellos. El pacto tendría una duración de diez años. En realidad el Pacto más que un acuerdo de no agresión, era un acuerdo para repartirse descaradamente los lugares donde habrían de implantar cada uno su respectivo dominio. De esta manera, cuando Hitler atacó el 1 de septiembre de 1939 a Polonia (349), las tropas soviéticas entraron también (17 de ese mismo mes) y se estableció amistosamente la línea de separación en el Rio Bug. Más tarde los soviéticos invaden Finlandia (30 de septiembre), y las repúblicas bálticas fueron también agenciadas en la lista de conquistas de Stalin en 1940.

Ahora se planteaba la siguiente pregunta en las oscuridades del seno stalinista: ¿Cómo hacer comprender a los “valerosos” combatientes antifascistas un acuerdo con el enemigo? como respuesta, se comenzó con un lavado de cerebro de quienes se demostraron que no eran tan “antifascistas” como decían ser, sino antes bien, fanáticos absurdos de la URRS, convencidos de que “el padre de todos los pueblos (Stalin) siempre tiene la razón”. Para ejemplificar el lavado de cerebro, diremos que antes de la firma del acuerdo de no agresión entre Stalin y Hitler, las palabras acerca del “enemigo” eran que este era una simbiosis “hitlero-trotskysta”; después de firmado el acuerdo, ya no era el hitlero-trotskismo el peligro, sino el imperialismo británico y yanqui.

Una vez firmado dicho pacto, Stalin propone un brindis, levanta su copa y dice:
“Si es cierto que el pueblo alemán ama a su Führer, pues bebamos a la salud del Führer”;... ¡he ahí a donde se llega cuando se emprende el camino del autoritarismo, para imponer el socialismo!

El 11 de febrero de 1940 se firma un tratado comercial, por medio del cual la URSS suministraría a los alemanes petróleo, hierro, cromo, manganesio, y otros minerales; Alemania daría a la URSS equipo militar, industrial, ferroviario y farmacéutico, además intercambiaron también prisioneros y exiliados.

El 13 de mayo de 1940 Alemania invade Francia cuando cruza el Rio Mosa; los militantes del Partido Comunista Francés sabotearon el esfuerzo militar que Francia hacía para resistir a la invasión. Hasta entonces, la defensa de Francia había sido obra casi exclusiva de la derecha, y sólo cuando Alemania invade también la URSS es cuando los militantes del PCF organizan grupos de resistencia contra los alemanes. Estos llamados a defender Alemania que se hacían desde Rusia llegaron hasta argentina, donde los miembros del Partido Comunista Argentino se opusieron al boicot de los productos alemanes que proponía por entonces el Gobierno Nacional.

Finalmente el Pacto fue roto por Hitler cuando el 22 de junio de 1941 atacaron a los soviéticos.

La excusa que dan los marxistas para defender el Pacto de Stalin con Hitler fue que gracias a ese pacto se logró ganar dos años para reforzar las fuerzas soviéticas frente a un ataque alemán. Estos dos años no fueron aprovechados por los soviéticos, pues tan sólo el invierno y los suministros enviados por Estados Unidos lograron detener al invasor alemán. Antes de ocurrido el ataque, Stalin se daba la mano fraternalmente con Hitler para repartirse las tierras, y aun cuando comienzan los ataques a Rusia Stalin no daba crédito a que tal cosa estuviera sucediendo, lo cual comprobó cuando de las tierras atacadas le llegó la noticia de los bombardeos.

Al ser derrotado el régimen de Hitler, a Stalin no sólo le son reconocidos los territorios conquistados, sino que Polonia, causa por la cual el Imperio Británico y Francia misma se habían lanzado a la guerra, quedaba sometida al despotismo stalinista.

Las fábulas creadas en la prensa burguesa y marxista acerca del heroísmo del Ejército Rojo, parte de Los Aliados (350), que derrotó a los Nazis, ese heroísmo, decimos, no es más que una campaña publicitaria: los rusos habían colaborado de buena gana con los nazis, estaban convencidos de poder repartirse fraternalmente Europa entre ellos dos, esperando, quizá, el momento propicio para atacar al contrincante y reclamarse dueño del pastel completo. Tan sólo cuando la URSS vio amenazados sus intereses por el ataque de Hitler a Rusia es cuando éstos se deciden a atacar Alemania ¿Qué hay de antifascismo o de revolucionario en ello?

No se trata entonces ya de poner siquiera en duda el carácter revolucionario del marxismo, pues no existe tal. Stalin, como decía al comienzo de este libro, no es más que una parte más de la cadena autoritaria que Carlos Marx había engendrado hacía ya mucho tiempo. No se trata de actos independientes del marxismo los cometidos por los stalinistas, como tratan de hacer creer algunos marxistas actuales: se trata del camino que la conquista del poder político lleva insertado en su misma naturaleza.

Más tarde que estos acontecimientos, en 1964 muere Togliatti, el jefe del Partido Comunista Italiano. A la muerte de Togliatti el PC de Italia se muestra inconsolable ante la muerte de uno de los que para ellos había sido el mejor de los militantes del PCI. Pero este Togliatti había sido en 1936 el autor de un texto que sorprendió a muchos, aunque por lo menos para nosotros, a estas alturas, no sea ya más que una cereza más en el pastel. Se trata de un llamado a los fascistas italianos, leámoslo:

 

“Los comunistas adoptan el programa fascista de 1919, que es un programa de paz, de libertad, de defensa de los intereses de los trabajadores... Nosotros proclamamos que estamos dispuestos a combatir junto a ustedes y todo el pueblo italiano por la realización del programa fascista...

Nosotros debemos unir a la clase obrera y formar en torno a ella la unidad del pueblo y marchar unidos, como hermanos. Démonos la mano, fascistas y comunistas, católicos y socialistas, hombres de todas las opiniones. Démonos la mano y marchemos uno al lado del otro, para alcanzar el derecho de ser ciudadanos de un país civilizado como el nuestro.” (351)

 

¿Se trata de una táctica o verdaderamente de convicciones filofascistas del PC mundial?  Con lo que hemos visto ya hasta aquí la respuesta no puede ser otra: entre el marxismo y el fascismo apenas hay un paso.

 

Conclusión

Hemos visto ya algunas cosas que nos sirven ahora para reflexionar y hacer una conclusión: hemos visto que pretender eliminar las clases sociales por medio del Estado es una total equivocación; hemos visto que un organismo cualquiera que pretenda organizar la vida de un pueblo sin el concurso de éste no puede llevar a otro camino que al sometimiento de la voluntad popular y por ende a la esclavitud; hemos visto que tomar el poder político no puede conducir sino a la dictadura, y a su vez hemos visto que esta dictadura va completamente en contra no sólo de la revolución social, sino también del mismo pueblo que encarna a ésta; hemos visto también que bajo esta dictadura el pueblo, lejos de ser libre, se hallaría nuevamente sometido a los dictados de un puñado de dictadores (cuando no de uno solo) que impondrían sus preceptos a todo el pueblo, y hemos visto también que puesto que el Gobierno, se llame como se llame, encarna en sí mismo el nacimiento y el principio mismo de una clase gobernada, es preciso entonces no sólo no reconstruir el Estado, sino destruirlo de raíz.

Hemos visto además las maneras en las que el marxismo ha criticado injusta y neófitamente al anarquismo; hemos visto como el mismo Marx era ya en sí una figura eminentemente autoritaria, sectaria, con prejuicios raciales y aburguesado hasta la medula; también hemos revisado ya que fue Carlos Marx el responsable del tropiezo que sufrió la AIT en el siglo XIX; nos hemos insertado en la historia de Rusia y vimos como actuaron los marxistas para imponer sus ideas al pueblo; pasamos revista a la historia de España y vimos también como de manera directa e indirecta contribuyeron al triunfo del fascismo, del que después Stalin, y con él el PC mundial se harían grandes aliados para someter a los pueblos, con la consecuente traición de Hitler.

Ante estas cuestiones tenemos que hacernos un par de preguntas:

a) Como anarquistas ¿es posible tener algún tipo de relación con el PC?

b) Como revolucionarios ¿es posible tener confianza en ellos dentro de la revolución?

c) Como pueblo ¿puede confiarse en el PC después de lo que acabamos de leer?

d) ¿son realmente revolucionarios los marxistas?

e) ¿existe diferencia alguna entre los métodos fascistas y los marxistas?

f) ¿Qué actitud debemos tomar ante el PC?

A la última pregunta podemos responder, y en general a todas, que ni como anarquistas, ni como revolucionarios, ni como pueblo, ni de ninguna manera hemos de confiar en un organismo que tiene como principio la autoridad y la conquista del Estado como meta. No, no puede haber no solo un respeto o una camaradería, sino que como revolucionarios anarquistas hemos de ver al PC como un organismo mas, un partido político más que pretende gobernar al pueblo y, lo mismo que con los demás partidos, desenmascararle y combatirle igual que a los demás.

Todas esas palabras rimbombantes sobre la unión de todas las izquierdas no nos convencen: el anarquismo no pertenece ni a la izquierda ni a la derecha, pues éstas no son sino polos opuestos que se combaten entre sí para conquistar el poder político, y nosotros como anarquistas no deseamos conquistar el poder, sino destruirlo.

Los principios antifascistas del PC no pueden ya convencernos, no solo después de lo que acabamos de leer, sino también porque antifascistas se dicen muchos, pero si con ese antifascismo no se encuentra la destrucción del poder político, este antifascismo incoloro no es más que una táctica para atraer votantes o aglutinamiento de masas.

Es verdad que el enemigo es fuerte, pero no por eso vamos a hacer alianzas con quienes tienen los mismos preceptos que él; queremos la revolución social, queremos la libertad, queremos luchar por ambas, pero no para encumbrar a otro al poder, porque el poder, prisión eterna en la que el pueblo ha estado preso y sometido durante siglos no puede ser otra cosa que un medio de opresión, y por eso es preciso destruirlo.

Para responder entonces a la pregunta “c)” no hay más que una respuesta: entre el marxismo y el anarquismo hay un mar de sangre que hace imposible toda relación.

Nuestros principios, nuestros medios y nuestras finalidades son completamente diferentes:

El anarquismo practica la lucha por medio de la libertad, el marxismo por medio de la autoridad; el anarquismo no busca la conquista del poder, el marxismo sí; el anarquismo quiere la destrucción de todo poder político, el marxismo no sólo no quiere su destrucción, sino fortalecerlo aún más; el anarquismo lucha por la libertad, el marxismo por la dictadura; el anarquismo quiere la libertad de todo el pueblo, el marxismo busca la libertad de un sector (el proletario) por encima de los demás sectores explotados; el anarquismo es una teoría abierta al debate, el marxismo considera que lo dicho por Marx y Engels es la verdad suprema. Y ante estos racionamientos la elección para el revolucionario no es más que una: libertad o dictadura.

Los intentos de tratar de fusionar ambas ideas han sido completamente estériles. Daniel Guerin, en su libro Por un Marxismo Libertario no hace más que tomar los conceptos que más se adecuan al anarquismo, principalmente la obra de La Guerra Civil en Francia de Marx, que ya hemos citado. Carlos Díaz en su Memoria Anarquista pretende hacer otro tanto, pero ambos esfuerzos ven tan sólo el carácter idealista del marxismo de un mundo de trabajadores libres, tratando de hacer a un lado los medios por los cuales se pretende llegar a esos fines, que les conduce inevitablemente a regímenes similares a los fascistas. El marxismo, pues, no puede ser reformado ni modificado; puesto que sus métodos son contradictorios con la revolución social, puesto que los fines que presuntamente tienen no pasan de las palabras, puesto que lo único rescatable del marxismo ha sido ya dicho por el anarquismo y otras tendencias del socialismo, lo único que se puede hacer con el marxismo es destruirlo.

Pero independientemente de nuestra actitud hacia el marxismo ¿Qué podemos decir de éste?

Los marxistas quieren repetir el milagro de Lázaro y revivir a un muerto. Carlos Marx, y con el toda su camarilla no supieron hacer otra cosa que tratar de subir al poder y someter al pueblo. El marxismo actual, ciego por convicción, se niega a darse cuenta del fracaso atróz de sus ideas. Se halla el Partido Comunista absorbido en muchas partes del mundo por el gobierno de sus respectivos países. La táctica política es el pretexto para recibir apoyo del gobierno pero, a estas alturas ¿Quién ha utilizado y absorbido a quien?

Por otro lado, la historia se ha encargado de hacer justicia a la teoría anarquista de la crítica del Estado: en Rusia, en España, en Cuba, en China, etc., se ha dejado de manifiesto que quien toma el camino de la conquista del poder no puede sino caer en conceptos autoritarios y traicionar la revolución.

¿Podría ser de otra manera? Evidentemente no: no se trata de ciertos personajes y de sus formas de actuar lo que han hecho el fracaso del marxismo, sino de la misma idea del marxismo, es decir, de tomar el camino de la autoridad y de la conquista del Estado. Estos conceptos llevan inevitablemente a tomar ciertas conductas y métodos para tratar de conseguir los objetivos que se trazaron. Entonces, si en Rusia no hubiese sido Lenin y Stalin, otros en su lugar y con otros nombres hubieran actuado de manera muy parecida.

¿Son lo suficientemente honestos los marxistas para aceptar el fracaso? No. En ellos la crítica ha quedado olvidada, si apenas han modificado los conceptos de Marx, ha sido única y exclusivamente porque tenían que adaptar el dogma lo más posible a la actualidad, de no hacerlo el mismo ejercicio del dogma habría quedado impedido.

¿Ha sabido el marxismo ejecutar una verdadera revolución? “Los hechos históricos muestran que su curso sigue otra dirección, e incluso una dirección opuesta. Donde quiera que el movimiento obrero se ha desarrollado bajo la influencia de las ideas marxistas, vemos que no es la sociedad la que ha suprimido al Estado, sino, al contrario, que es el Estado el que ha suprimido a la sociedad. En vez de tender a una sociedad sin Estado, vemos que el Estado y sus poderes se fortalecen de manera inaudita. La conquista del poder político engendra el despotismo del Estado, que ya casi no se diferencia de las dictaduras burguesas y que constituye una amenaza mortal para toda forma de socialismo.” (352).

En realidad los marxistas no son, por mucho, enemigos del Estado. Son enemigos de “éste Estado” pero no en sí de la institución del Estado. Más aún, están en contra de éste Estado… ¡pero sólo porque quieren implantar el suyo! cuando los marxistas hablan de la revolución no se trata en realidad para ellos sino de un cambio, veamos porque:

¿Qué se entiende por revolución, por cambio, por estática? bien, por estática se entiende algo que se encuentra estancado, detenido, parado, paralizado, que no avanza. Por cambio se entiende, evidentemente, solo la sustitución de una cosa por otra o la modificación de lo mismo, sólo eso, modificación o sustitución. Por revolución, se entiende avanzar, evolucionar, revolucionar.

Así pues, el marxismo no propone la estática, puesto que no quiere éste Estado. Pero tampoco quiere revolución, puesto que al proponer que no se destruya al verdugo del pueblo (el Estado) evidencía que no quiere que la sociedad evolucione, avance, revolucione. Quiere, exacto, el cambio, solo eso, el cambio de un Estado por otro, ¡no su destrucción! O en otros casos sólo un cambio estético del mismo poder, del cual se servirán, recordemos que Lenin, en su Testamento Político aceptaba que el aparato de Estado bolchevique en realidad era el Estado zarista apenas reformado. Ellos son solo una parte más de los reformistas.

Ellos son los más claros adictos de aquel viejo lema: “si no puedes con el enemigo, ¡únetele!”. Es más, no sólo se le unen, ¡sino que lo quieren hacer aún más fuerte!

Ahora bien, ¿Qué se entiende por comunismo? ¿Por socialismo? Bien, Comunismo: común, comuna, comunismo; hacer de la riqueza social, y de los medios de producción una propiedad común. Es decir, que sea para todos.

Socialismo: socializar, es decir, hacer de la riqueza y de los medios de producción una propiedad social; de todos.

Bajo estos conceptos el Socialismo y el Comunismo son sino el equivalente, si conforman una gran parte de la idea anarquista: socializar o hacer común la riqueza social para que el pueblo disponga de ésta conforme sus necesidades e inclinaciones le indiquen. Socializar y hacer comunes los medios de producción, el arte, la cultura y todo aquello que pueda ser puesto en común, son excepción de lo personal y de las personas. Dejar en fin al pueblo la libre iniciativa de distribuir conforme a la necesidad todo lo que provenga de su trabajo y de su esfuerzo.

¿Tiene algo de esto el marxismo? Aunque se halle camuflada la dictadura tras la palabra provisional, y aunque se diga que éste es el verdadero fin del marxismo, sólo que se trata primero de preparar el camino (primera fase del comunismo), para nosotros es más que claro que no sólo el marxismo no es socialismo, ni comunismo, como venimos diciendo a lo largo del libro, sino que el marxismo apunta más bien a ser un régimen totalitario al puro estilo de Mussolini o de Hitler. En las concepciones económicas (no así en su concepto de la organización de la sociedad) de Marx se haya más bien definido un colectivismo estatista que un comunismo: serian los medios de producción y la riqueza propiedad del Estado, dando al pueblo lo que considere necesario para vivir. Esto en cuanto a las concepciones económicas que Marx tenía; respecto de la organización de la sociedad he indicado ya en este párrafo lo que sería.

El marxismo, en definitiva, no ha sabido construir la revolución social, sino sólo la política; lejos de ser revolucionario, se ha puesto al otro lado de la barricada.

¿Qué ha producido el marxismo sino una miserable “burocracia roja”? ¿Qué ha producido el leninismo? sino un vergonzoso capitalismo de Estado. ¿Qué ha producido el stalinismo? sino una brutal masacre barnizada de socialismo. La enseñanza más clara que ha dejado el marxismo del siglo XX a sus seguidores ha sido muy clara: “si el fin justifica los medios… ¡sembrad el camino de cadáveres!”

¿Qué no son comparables los regímenes fascistas a los marxistas? Véanse sus métodos y las condiciones en las que vivieron las personas que estuvieron bajo tales regímenes y veremos claro que apenas existe diferencia alguna.

Es verdad, los conceptos del fascismo y del marxismo son en teoría contrarios. El fascismo se encamina directamente a la opresión del pueblo y al afianzamiento de los privilegios de quienes están en el poder; el marxismo se encamina, siempre en teoría, hacia la liberación de los trabajadores. Pero al tomar el camino de la conquista del poder político da un giro en su camino inicial y se encuentra con que la conquista del poder político le ha llevado inevitablemente al mismo lugar que el fascismo: la opresión del pueblo y la creación de una nueva clase burguesa que necesitará del afianzamiento de sus privilegios por medio de la fuerza y el aplastamiento de las libertades populares.

¿Qué es injusto meter a los marxistas actuales en la misma categoría que a los marxistas del siglo XX? Sea, pero vaya por delante que no hablamos aquí de personalidades, sino de la teoría misma del marxismo; en consecuencia: si el marxismo mostró ya en las experiencias del siglo XX a dónde conduce el camino de la conquista del poder, los marxistas actuales no pueden pasar estas experiencias por alto. Es común que esto ocurra así, por lo que la responsabilidad de los marxistas de antaño se aplica a los actuales, que se aferran aún a las teorías caducas y falsas del siglo XX.

A lo largo de éste libro he venido indicando constantemente que las conductas del marxismo, desde Marx hasta nuestros días, sólo pueden explicarse de dos maneras: o por ignorancia o por convicción. Si se mantenían estas ideas por ignorancia en la época del marxismo del siglo XIX, el carácter científico del que hablaban Marx y Engels y del que siguen hablando los marxistas actuales en realidad jamás ha existido. Esta ignorancia debió desaparecer en el siglo XX, ante los ejemplos que la historia ha dado ya de los principios marxistas puestos en práctica en los distintos países.

Si se mantienen por convicción, como parece ser ineludible después de que la historia ha demostrado el carácter contrarrevolucionario del marxismo, entonces sobran ya las explicaciones amplias: éste movimiento significa para el pueblo un enemigo de la misma talla que el fascismo.

¿Espero con este libro tratar de hacer ver las cosas a los marxistas? No, sé que tratar de hacerlo es desperdiciar tinta. Esa política de avestruces que les hace esconder la cabeza ante los hechos impide toda crítica seria de sus ideas en ellos mismos. Escribo para los camaradas que aún vacilan en sus opiniones del marxismo; escribo para alertar al pueblo ante éste peligro que amenaza su libertad. Escribo porque creo mi deber como revolucionario contribuir a derribar esos ídolos terrestres: el Che Guevara, Fidel Castro, Carlos Marx, Lenin, Engels, Stalin, etc., así, todos revueltos, querían y consiguieron en algunos casos tomar el poder y aplastar la libertad del pueblo. Todas las muertes de revolucionarios que estas ideas y estas personas causaron, no deben significar un episodio más en la triste historia de las luchas revolucionarias. Todos los compañeros revolucionarios, hombres y mujeres del pueblo (353) que no tenían más ideal que la libertad, caídos ante estos regímenes han de ser un grito desde la historia para que no se repitan más estos nefastos movimientos dictatoriales camuflados tras el disfraz de la revolución y de la libertad popular.

Este escrito está especialmente dedicado al llamado de un compañero ruso caído ante las garras del leninismo:

 

“No repitáis nunca nuestro error: no introduzcáis el comunismo de Estado. ¡Viva la revolución social del mundo! ¡Viva la solidaridad mundial del proletariado! ¡Abajo la burguesía y el Estado, comprendido el Estado proletario!” (354)

 

Queda, para finalizar, decir que son las personas despojadas de todos los tapujos sectarios los que hacen la verdadera exégesis de la ciencia social. De ahí nuestras fundamentadas diatribas a los marxistas. Ante las fehacientes pruebas de las revoluciones, rusa, china, cubana, etc., en las que ha quedado de manifiesto lo patético de la doctrinas marxistas, el proletariado mundial, no tiene otra alternativa a su emancipación que ésta: el anarquismo. Y esto poco a poco se va convirtiendo en el axioma de la historia social y de los revolucionarios de hoy. El marxismo actual en su mayor parte está ideológicamente muerto y en estado de putrefacción. Los neo-marxistas que se niegan a ver la realidad de las cosas se debaten entre un stalinismo vergonzante y una socialdemocracia que reniega sistemáticamente de su historia. Ante todo lo escrito anteriormente queda de manifiesto no sólo que es una contradicción enorme tratar de entablar una lucha conjuntamente a los marxistas, sino que en la próxima revolución han de estar los anarquistas, no sólo contra el Estado, sino también contra aquellos que pretendan someter al pueblo a otro oprobio estatal escondido bajo el nombre de comunismo “científico”. Y también que, como ya lo dijera Pirumova: “¡La única dialéctica posible entre anarquistas y leninistas [o marxistas, trotskistas, etc.] es la de los tiros!” (355)

La memoria de todos los compañeros anarquistas que perecieron ante las garras de los matarifes marxistas, o enclaustrados en las Tchekas, fusilados y exiliados no ha de ser olvidados, porque olvidarlo equivale a dar la posibilidad de volver a caer en lo mismo.

Por ello es que es importante tener presente estos acontecimientos y tener claras las ideas de ellos y las nuestras.
“En tales situaciones, se impone para él el aprendizaje más elemental de la libertad, y correspondería a los anarquistas unir todos los esfuerzos, aunque sean pocos libertarios, para crear la corriente de donde surgirá un día una iniciativa libertaria. Y lo mismo debería ocurrir en todas partes de Europa, mutatis mutandis, para hacer frente y prevalecer sobre la iniciativa autoritaria, que es todavía omnipotente y que sólo ha triunfado para sembrar los gérmenes del fascismo, ahogando la libertad” (356).

“El régimen comunista estatista no es sino una variedad del Fascismo. Ya es tiempo de que los trabajadores de todos los países lo comprendan, reflexionen y extraigan las lecciones constructivas de esta formidable experiencia negativa” (357)

¡En guardia pues, los trabajadores del mundo ante este intento de dominación! ¡Preparémonos! ¡La próxima revolución será necesariamente libertaria y destrozará al Estado! Porque una revolución que sólo pretende un cambio de amos, no merece llamarse revolución ¡sino reforma!

 

Fraternalmente: Erick Benítez Martínez.

 

México DF, mayo del 2008.

 

 

 

 

 

 

 

Notas. Primera Parte.

 

1.- Volin. La Revolución Desconocida.

2.- Principalmente, pero no únicamente, pues ya antes Marx mostraba su carácter egocéntrico.

3.- Anteriormente ya Marx había emprendido una lucha contra Proudhon, por el hecho –entre otros-- de no prestarse éste a las pretensiones de Marx de atacar al llamado “representante del verdadero socialismo”,  Grün; las palabras en donde Marx acusa a Grün ante Proudhon fueron las siguientes: “[le escribo] para denuncia a usted a M. Grün de Paris… un caballero de la industria literaria, un tipo de charlatán que… trata de conciliar su ignorancia con pomposas y arrogantes frases… sin embargo, este hombre es peligroso gracias a su impertinencia, abusa de la fama que se ha hecho entre renombrados autores a fin de colocarse a sí mismo en un pedestal”. De Marx a Proudhon. 5 de mayo de 1846. Correspondencia Marx/Engels.

4.- Lenin. El Estado y la Revolución.

5.- No olvidemos que Marx despreciaba a los campesinos a los que llamaba con el pintoresco nombre peyorativo de lumpen proletariat: el proletariado en harapos.

6.- Lo que por sí solo nos hace ver que mientras eso no pase no habrá libertad.

7.- Pedro Kropotkin. La Conquista del Pan.

8.- Puede sonar esta afirmación algo extrema, pero no es así, la historia lo demuestra.

9.- Véase Nicolai Bujarin. Anarquía y Comunismo Científico.

10.-Lenin. El Estado y la Revolución.

11.- Lenin. Ídem.

12.- Lenin. Ídem.

13.- Carlos Semprún Maura. Revolución y Contrarrevolución en Cataluña.

14.- Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.

15.- El lector encontrará en el capítulo dedicado a España unos breves trazos sobre la resistencia de las colectividades populares contra las imposturas de los estatistas.

16.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista.

17.- Carlos Marx. Ídem. Las cursivas son mías.

18.- Lenin. Obras Completas.

19.- Lenin. El Estado y la Revolución.

20.- Prestemos atención especial a como Lenin tendía mucho a hacer críticas duras a la burguesía, y como estas mismas críticas son exactamente aplicables también al marxismo, sin que el mismo Lenin dijera una sola palabra sobre ello.

21.- Obras de Marx, Engels y Lasalle, vol. II, La Alianza de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de los Trabajadores.

22.- Max Nettlau. La Anarquía A Través de Los Tiempos.

23.- Muchos de los marxistas nos querrán discutir que Lenin aclaró esto en su libro El Estado y la Revolución, ya pasaremos revista al momento en que se publicó ese libro en Rusia, y las condiciones que existían al publicarse.

24.- Marx y Engels, Conferencia de Londres de 1871.

25.- Pues no serían los primeros, los blanquistas y jacobinos también lo hacían, de donde Marx y Engels tomarían estos principios.

26.- Esta es la manera en la que los marxistas proponen abolir las clases sociales, empleando “la renta de la propiedad de la tierra, para los gastos del Estado” es decir, el pueblo se encontraría dentro de su sistema de la misma manera que en el sistema actual: sin siquiera un pedazo de tierra para poder vivir, y tener que pagar por éste. Pero los marxistas se consuelan diciendo que es para “pagar los gastos del Estado”.

27.- ¿Sobre quién? Ya podemos imaginarlo.

28.- Cosa por la que Marx lucharía en contra de la influencia de Bakunin, quien proponía esta abolición como medio esencial de la revolución.

29.- Naturalmente esto da una carta en blanco para dejar en la calle y perseguir a quien se oponga a la centralización de los medios de producción, quienes serán tratados como “sediciosos” y por esto mismo, suprimidos por los jefes del partido; piénsese en lo que se hizo en Rusia.

30.- He aquí lo que los neomarxistas quieren negar de su maestro; he aquí que Marx proponía la centralización brutal de la que antes he hablado.

31.- Ídem.

32.- Es decir, extensión del poder económico del Estado, lo cual significa más esclavitud del pueblo.

33.- Claro, con excepción de los jefes del partido que estarán en el poder.

34.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista. Los marxistas actuales de las escuelas se extasían al leer el Manifiesto del Partido Comunista, y no se dan cuenta de la esclavitud que en él se pide.

35.- Véase como Marx propone que a la burguesía le sea arrancado el capital de manera gradual. Se puede entrever en sus palabras que la burguesía seguirá existiendo (¡y él lo sabia!) pero sería combatida y despojada gradualmente del capital. ¿Realmente existe diferencia alguna entre esta teoría de Marx y la de Bujarin o la de Lenin? He aquí entre otras cosas porque al comienzo del escrito decíamos hacer “tabla rasa” de todos los marxistas.

36.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista. Editorial Progreso. Impreso en Moscú.

37.- Gastón Leval. Lenin, Sepulturero de la Revolución Rusa. Este texto es de un interés especial: se trata de cómo vio Gastón Leval la revolución rusa estando en estas tierras y de la entrevista que éste tuvo con Lenin, donde el carácter verdadero del dictador ruso es puesto de manifiesto.

38.- Palabras textuales de Lenin, que indican que la opinión de Bujarin, no es en modo alguno, la opinión de un personaje secundario dentro de la teoría marxista, sino que nos la hemos con uno de los más significativos de dicha teoría.

39.- Lenin se equivoca al afirmar aquí que durante la primera fase del comunismo, como ellos le llaman, los medios de producción pertenecerían a la sociedad. En realidad pertenecerían al Estado, y no a la sociedad.

40.- Es increíble que Lenin que estaba escribiendo esto, tachara a Lasalle de Pequeñoburgués –Lenin no estaba del todo equivocado- pero no se ponía a ver la estrecha vía revolucionaria en que estaba él mismo describiendo ese momento.

41.- Lenin. El Estado y la Revolución.

42.- Se trata del de Gotha, que propiciaba la unión entre los partidarios de Marx y los de Lasalle.

43.- Esto nos deja ver que no descalifica la exposición del Programa como algo que no fuese con su concepción comunista, sino que sólo lo descalifica por dejar la exposición de su concepción de la sociedad comunista a medias.

44.- Pero que ya serán ellos los nuevos monopolizadores.

45.- Carlos Marx. Crítica del Programa de Gotha. Las mayúsculas las incluí yo.

46.- Mírese más arriba como el mismo Lenin lo dijo en El Estado y la Revolución.

47.- Incluimos los campos, aun a pesar de los marxistas que saben muy bien que los campesinos no figuraban en los planes del señor Marx, porque los consideraba una clase atrasada en cultura.

48.- Como sucedió en Rusia, en donde tras la catastrófica situación económica producida por la ineptitud de Lenin, su sucesor Stalin se vio en la “necesidad” de mandar traer a numerosos técnicos e ingenieros de Alemania y Estados Unidos durante los años 1924-1935.

49.- Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia.

50.- Arthur Lehning Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

51.- Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia. Las cursivas son mías. Al leer las palabras de Marx se deduce que de esta manera ya no se procedería al gobierno Desde arriba hacia abajo; al llegar al Gobierno de los productores por los productores, éstos se gobernarían a sí mismos Desde Abajo. ¿Es esto Marxismo?

52.- De Engels a Bebel. 28 de marzo de 1875. Correspondencia Marx/Engels.

53.- Lenin. El Estado y la Revolución.

54.- Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia.

55.- Carlos Marx. Crítica del Programa de Gotha.

56.- Véase el panfletillo de Bujarin: Anarquía y Comunismo Científico.

57.- Pues según el marxismo no se llegará al comunismo sino hasta después.

58.- Véanse algunas partes de El Estado y la Revolución de Lenin, donde se amplían más estos conceptos restrictivos sobre el nivel de vida del pueblo.

59.- Lenin. El Estado y la Revolución.

60.- Lenin. Ídem. Las cursivas son mías.

61.- Lenin. Ídem.

62.- Esta primera fase del comunismo se desarrollaría a la par de la dictadura del proletariado, tengamos esto en cuenta.

63.- Lenin. El Estado y la Revolución.

64.- Carlos Marx. Manuscritos Económicos-Filosóficos de 1844.

65.- Nicolai Bujarin. El ABC del comunismo. IV. Comunismo y Dictadura del Proletariado. 3. La administración en la sociedad comunista.

66.- No se crea que estoy exagerando, cualquiera que consulte su obra encontrará estas palabras directas de la pluma de Bujarin, en Anarquía y Comunismo Científico.

67.- Grigori Zinoviev Apfelbaum, septiembre de 1918, en Severnaya Comuna, núm. 109, 19 de septiembre de 1918.

68.- Neue Rheinische Zeitung. 15 de febrero de 1849. F. Engels, con la aprobación de Carlos Marx, en respuesta a la obra de Bakunin, el Llamamiento a los eslavos.

69.- Miguel Bakunin. Estatismo Y Anarquía.

70.- Extraído del libro Antología Anarquista.

71.- P. J. Proudhon. La capacidad política de la clase obrera.

72.- Lenin. El Estado y la Revolución.

73.- Lenin. Ídem.

74.- Lenin. Ídem.

75.- Señalemos que esta lucha espontánea no siempre existe, Moissonier está equivocado al reconocerla de hecho.

76.- Notemos como el mismo Moissonier indica que los obreros deben de dar a su lucha como objetivo ultimo la revolución socialista. Nos deja ver que antes que la revolución, se encuentra para ellos la conquista del poder político, al constituirse como lucha de clase política… en la revolución ni pensar, ella vendrá después, según ellos.

77.- Maurice Moissonier. Conferencia en el Instituto Maurice Thorez, París.

78.- Años después Lenin en Rusia no revolucionaba las cabezas… ¡las guillotinaba!

79.- Max Nettlau. Miguel Bakunin, La Internacional y La Alianza En España.

80.- George Woodckok. El príncipe Anarquista.

81.- De Engels a Marx el 13 de febrero de 1865. Correspondencia Marx/Engels.

82.- Entiéndase aquí que no me refiero al Dios cristiano, judío, etc., sino a la misma idea de Dios y no a un particular.

83.- Puesto que estamos viendo tan sólo el aspecto científico en la humanidad es que no menciono que estos medios de producción se encuentran hoy en manos de un puñado de personas. No es entonces la humanidad la que dispone de ellos, sino tan sólo una reducida cantidad de ella. Pero esto se comprende, y no hace falta mencionarlo.

84.- Recordemos la manera en que se alarmó J. Duclos en la nota que transcribimos más arriba: “Sin embargo, nosotros no debemos dejar de reaccionar vigorosamente cuando se niega una de las tesis esenciales del marxismo, a saber: que la clase obrera es la única clase revolucionaria hasta el fin.”

85.- Francisco Olaya ha realizado un magnífico trabajo histórico sobre España y sus conquistas en su libro Genocidio Español en la España de la Austria, que no puedo dejar pasar la oportunidad de recomendar.

86.- Palabras extraídas de las obras de El Capital.

87.- Rudolf Rocker en su libro Nacionalismo y Cultura ha tratado de una manera más eficaz que yo este punto. Es recomendable para el lector leer esta obra de Rocker para comprender de una manera más amplia esta cuestión.

88.- En lo personal, pese a mi adherencia al comunismo anarquista, prefiero considerar al anarquismo como una idea que como base fundamental niega al Estado, pero que en lo económico no menosprecia la posibilidad de que sea practicado el colectivismo u otra forma económica, siempre y cuando no reviva al Estado… Aunque en lo personal yo crea que el comunismo anarquista será la forma económica que terminara por adoptar el pueblo.

Durante el proceso que duró lo que podríamos denominar la transición del Colectivismo Bakuninista al Anarco-comunismo y aún después, muchas de los grandes figuras teóricas del anarquismo se vieron en la necesidad de aceptar que no se podría dar un sistema económico como algo absoluto, pues ello equivaldría a hacer precisamente una idea cerrada y negar por completo la evolución humana. Lo que en un tiempo es verdad, pasados los años, el avance de la tecnología, los cambios económicos, políticos, e incluso naturales modifican el estado de un pueblo: no se puede formular hoy una teoría y decir que ésta habrá de ser la solución por siempre, porque dentro de un tiempo las cosas habrán cambiado, y si se empeña uno en aplicar la teoría tal y como se formuló hace 100 o 200 años, nos veremos en la situación de ver que las cosas no son iguales que antes.

Esto lo comprendieron y aceptaron hace ya mucho tiempo grandes anarquistas de la talla de Ricardo Mella, Anselmo Lorenzo, Max Nettlau, Kropotkin, Malatesta, y un largo etcétera de nombres que pese a tener preferencias por algún sistema económico, sabían que no se puede hacer algo absoluto, y que sería el pueblo que viviera dicha revolución quien aplicase el sistema económico que mejor le pareciera, pero siempre negando al Estado, si no quería dar una vuelta en círculo al sistema anterior. Aunque esto no quiere decir que no se pueda vislumbrar aunque sea a grandes rasgos las maneras en las que habría de organizarse el pueblo. Las teorías no son malas, incluso muchas cosas de las formuladas hace más de 100 años pueden ser aplicadas hoy con algunas actualizaciones al plano actual. Lo que es malo, es precisamente creer, como hace los marxistas, que los métodos que Marx formuló hace mucho tiempo pueden ser aplicados de una manera exacta como el dijo, en la actualidad; es verdad que las teorías cambiaron un poco y se actualizaron muy superficialmente durante el Trotskismo, el Leninismo, e incluso el Stalinismo; pero éstos sólo fueron cambios superficiales: los métodos de Marx: toma del poder político, dictadura [pseudo] proletaria, centralización, primera fase del comunismo, etc., se mantuvieron en los teóricos posteriores a Marx. Y si a esto aunamos el hecho de que ya la historia los ha mostrado como equivocados, entonces la lápida sobre el marxismo se hace cada vez más grande.

89.- Con motivo del 160 aniversario de la publicación del Manifiesto del Partido Comunista, se realizó en una preparatoria del distrito federal una conferencia dada por un miembro del PCM de la rama del periódico El Militante. Con muy poca sorpresa me encontré al escuchar de sus labios los mismos conceptos autoritarios de los que Marx y Engels se hicieron creadores. Lo curioso de esta conferencia, fue que al hablar y exponer los conceptos del marxismo en toda su desnudez autoritaria, el exponente no tuvo más remedio que salirse por la tangente y llevar la plática por donde le convino. Intentaba desvincular totalmente las teorías de Marx y Engels del stalinismo, sin apenas haber sabido responder a mis argumentaciones, cosa de por sí harto difícil, pues en realidad como he indicado ya, el stalinismo es la continuación del marxismo, la puesta en práctica de estos principios.

90.- El Anti-Dühring o la subversión de la ciencia por el señor Eugenio Dühring.

91.- Lenin. El Estado y la Revolución.

92.- Seis años después de Lenin escribir este libro, en 1923, el mismo Lenin nos decía que: “En el fondo [el aparato del Estado ruso] lo hemos heredado del viejo régimen” (sic) poniendo de manifiesto que ni siquiera sustituyeron un Estado por otro, sino que tan solo barnizaron el anterior.

93.- Lenin. El Estado y la Revolución.

94.- De Engels a Bernstein. 28 de febrero de 1884. Correspondencia Marx/Engels.

95.- Nacerían en 1818 y 1820 respectivamente.

96.- Alusión del último verso inscrito en la puerta del Infierno de Dante.

97.- Miguel Bakunin. Obras Completas.

98.- Miguel Bakunin. Consideraciones Filosóficas sobre el Fantasma Divino, Sobre el Mundo Real y Sobre el Hombre.

99.- Miguel Bakunin. El Imperio Knuto-Germánico Y La Revolución Social.

100.- Lenin. El Estado y la Revolución.

101.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista. Capítulo IV. Actitud de los Comunistas respecto a los diferentes partidos de oposición.

102.- Véase como Marx y Engels decían por boca propia que ni siquiera la expropiación de la burguesía sería de golpe, sino gradualmente. Esta conducta propia de tibios frena precisamente la revolución social, y la emancipación del proletariado se vuelve más lenta. Cosa que conviene a los marxistas, pues mientras ellos estarían en el poder.

103.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista.

104.- Puntos extraídos del Manifiesto del Partido Comunista.

105.- Nicolai Bujarin. Anarquía y Comunismo Científico.

106.- El primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia. Ídem, Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista.

107.- Lenin. El Estado y la Revolución. Lenin al escribir esto lo hacía como una crítica a los europeos del siglo XIX. Pero cuando él subió al poder en Rusia, emprendería este mismo camino. La fuerza de las Tchekas y del ejército ruso fueron una condición indispensable para el afianzamiento de los bolcheviques en el poder.

108.- Nicolai Bujarin. Anarquía y Comunismo Científico.

109.- Nicolai Bujarin. El ABC del Comunismo.

110.- Nicolai Bujarin. Ídem.

111.- Engels. Anti-Dühring o la subversión de la ciencia por el señor Eugenio Dühring. Lenin. El Estado y la Revolución. Carlos Marx. Miseria de la Filosofía.

112.- Carlos Marx. Miseria de la Filosofía. Manifiesto Comunista.

113.- O de otras tendencias, véase lo sucedido en España con el engrosamiento de las filas del PCE con elementos republicanos, extremistas catalanes y hasta gente con tendencias reaccionarias.

114.- No dudamos que algunos –y sólo algunos, y aún está muy pequeña parte está en duda-- del partido marxista, tengan buenas intenciones, pero que están en la dirección equivocada; en el lado en donde, lejos de ayudarlos, los someten a una dictadura aún más brutal que la actual.

115.- Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista.

116.- Léase por ejemplo la obra de Lenin ¿Qué hacer? Donde el mismo plantea que la consciencia del proletariado le debe ser suministrada desde afuera, y por tanto la fracción más consciente del partido debe separarse de la masa y dirigirla.

117.- Muchas de las citas que se exponen aquí están entresacadas de Karl Marx Und Friederich Engels: Historich-Kritische  Gesamt-Ausgabe, otras son de las fuentes de libros como Saúl K. Padover. Karl Marx, una Biografía Íntima; Robert Payne. El Marx Desconocido; Nathaniel Weyl. Karl Marx: Racista; y la autobiografía de Jenny Von Westphalen A Short Sketch of a an Evetful life, que fue hecha no para ser publicada, sino para que la leyeran sus hijas y nietos.

118.- Saúl K. Padover. Karl Marx, una Biografía Íntima.

119.- Un hermano de Carlos llamado Eduard murió cuando tenía 11 años.

120.- Saúl K. Padover. Karl Marx, una Biografía Íntima.

121.- A partir de aquí dejaremos de aclarar a quien nos referimos por “Marx” el lector deberá advertir que nos referimos no ya a Marc Levy (el abuelo), ni a Heinrich (el padre), sino a Carlos Marx, personaje central de este capítulo.

122.- De Marx a Arnold Ruge. 9 de julio de 1842. Correspondencia Marx/Engels. Nótese de paso las manías que tenía Marx de ver en todos lados la conspiración contra él, hasta en su propia familia.

123.- Talers era el nombre que se daba a una gran mayoría de las monedas de plata que circulaban por Alemania en los siglos XV y XIX.

124.- De Marx a Engels. 13 de septiembre de 1854. Correspondencia Marx/Engels.

125.- “Una importante obra, que te enviare… es Orígenes y Transformaciones del Hombre y otras Especies, de P. Trémaux, París, 1865. Es, a pesar de todas las fallas que me llaman la atención, un avance muy importante sobre Darwin”. De Marx a Engels. 7 de agosto de 1866. Correspondencia Marx/Engels.

126.- Pierre Trémaux. Origines et transformations de l’homme et des autres étres, Première partie. Desafortunadamente para mi he podido consultar esta obra de segunda mano, por ello no he podido dar más detalles sobre la misma.

127.- Carlos Marx. Miseria de la Filosofía. Las cursivas son mías.

128.- De hecho esta época está llena de artículos de Marx y Engels en contra de los eslavos y de prejuicios contra los judíos.

129.- He aquí un par de pruebas: “mi esposa me dice todos los días su deseo de que ella y los niños estuvieran en sus sepulcros”. De Marx a Engels. 18 de junio de 1862. Correspondencia Marx/Engels. Después de que Marx había ido a Alemania, donde había visitado a Lasalle, Jenny escribe esto: “Y me siento particularmente bien después de haberme liberado provisionalmente de las cadenas de su dominio y sintiéndome nuevamente subyugada”. Carta de Jenny a Lasalle del 5 de mayo de 1861.

130.- De Louise Freyberger a August Bebel, 2 y 4 de septiembre de 1898.

131.- Ídem.

132.- De Marx a Engels. 30 de julio de 1862. Correspondencia Marx/Engels.

133.- De Marx a Engels. 25 de mayo de 1859. Ídem.

134.- Ídem. 2 de julio de 1858.

135.- Ídem. 9 de febrero de 1860.

136.- De Engels a Marx. 7 de marzo de 1856.

137.- Ídem. 27 de enero de 1865.

138.- Dejando de lado nuestras discrepancias como anarquistas con las ideas de Simón Bolívar, aquí lo que nos interesa es la manera en que Marx solía describir e insultar a medio mundo.

139.- De Engels a Conrad Smith. 5 de agosto de 1890. Citado según Saúl K. Padover. Karl Marx, una Biografía Íntima.

140.- Robert Payne. El Marx Desconocido.

141.- De Engels a Bebel. 17 de noviembre de 1885. Correspondencia Marx/Engels.

142.- De Engels a Marx. 15 de febrero de 1851. Correspondencia Marx/Engels.

 

 

 

 

 

 

 

Notas. Segunda Parte.

 

1.- Al comienzo de este libro he dado una explicación de porque no llamaremos comunistas a los marxistas. En esta parte del libro me veo obligado a hacer otra aclaración: puesto que este libro está compuesto de una parte dedicada a la historia y puesto que el libro es una crítica al marxismo, no tocare la historia de los diferentes movimientos anarquistas en tanto que no presenten interés alguno a la crítica del marxismo. En tanto que estén vinculados o presenten algún tipo de ayuda para mostrar la crítica que me propongo hacer, haremos lo posible por tocar sólo lo que interese a nuestra crítica. Debido a esto el lector encontrara (como en el capítulo de España) algunos huecos de tiempo que me veo obligado a dejar así. Tal es que únicamente resaltaré, también del marxismo, los periodos de interés a demostrar su carácter estrechamente revolucionario y sí profundamente contrarrevolucionario. Para la historia de los diferentes movimientos del anarquismo hay ya magníficas obras, y pretendo en un futuro próximo realizar trabajos a este respecto.

2.- Véanse las enriquecedoras obras de G. D. H. Colle sobre el pensamiento socialista.

3.- Max Nettlau. Comunismo Autoritario y Comunismo Libertario.

4.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

5.- La diferencia entre el Manifiesto de la Democracia Socialista y Manifiesto del Mundo Democrático según Kropotkin, se debe a las diferentes traducciones, pero no a documentos diferentes.

6.- Kropotkin. Carta a James Guillaume. 5 de mayo de 1903.

7.- Pedro Kropotkin. La Ciencia Moderna y el Anarquismo.

8.- De Marx a Schweitzer del 24 de enero de 1865. Correspondencia Marx/Engels.

9.- De Marx a Engels del 24 de abril de 1867. Correspondencia Marx/Engels.

10.- Hemos visto ya que Bakunin renunció a sus privilegios.

11.- Nos ocuparemos de este tema cuando lleguemos al título de La Internacional Escindida por Marx.

12.- Se refiere a la Liga Comunista. Los socios franceses de tal liga eran principalmente los seguidores de Blanqui; los partidarios ingleses provenían de la izquierda del movimiento Cartista.

13.- Los lacayos siempre estuvieron muy cercanos a Marx.

14.- En realidad Marx y Engels estuvieron siempre en contra del pueblo eslavo, contrariamente a lo que acabamos de leer. Podemos citar para ello a la Neue Rheinische Zeitung en su número correspondiente del 15 de febrero de 1849, donde se lee:

 

“A los eslogans sentimentalistas que se nos ofrecen en nombre de los pueblos europeos que están en contra de la revoluci6n, contestamos que el odio a Rusia fue, y aún es, la primera pasión revolucionaria de los alemanes; y que a esto se había agregado desde la revolución (de 1848) el odio a los checos y a los croatas... Nosotros, los polacos y los magiares sólo podremos salvaguardar la revolución emprendiendo una acción decididamente terrorista en contra de todos esos pueblos eslavos”

 

Evidentemente Marx y Engels pasaron por alto que los polacos eran también eslavos, pero aquí lo importante es desmentir que no estuvieran ellos en contra de los eslavos, lo que explica en una mínima parte el odio que hacia Bakunin sentían.

15.- Lenin. El Estado y la Revolución.

16.- Las cursivas son mías.

17.- Palabras de Trotsky, al ser desatada la represión contra los anarquistas de Moscú en el año 1918.

18.- Nicolai Bujarin. Anarquía y Comunismo Científico.

19.- Excepto España, que aunque nominalmente no se llamase AIT sus secciones eran las mismas, y continuaban afiliadas a ella, aunque con sus nombres propios.

20.- G. D. H. Cole. Historia del Pensamiento Socialista vol. II. Marxismo y Anarquismo.

21.- Miguel Bakunin. Estatismo y Anarquía.

22.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

23.- De Marx a Engels. 4 de noviembre de 1864. Correspondencia Marx/Engels.

24.- Sergent y Harmel. Historia de la Anarquía.

25.- De Marx a Engels. 6 de abril de 1866. Correspondencia Marx/Engels.

26.- De Marx a Engels. 23 de abril de 1866. Correspondencia Marx/Engels.

27.- De Marx a Kugelman. Londres, 9 de octubre de 1866. Correspondencia Marx/Engels.

28.- De Marx a Engels. Londres, 11 de septiembre de 1867. Correspondencia Marx/Engels.

29.- Ídem.

30.- Citado por Víctor García. La Internacional Obrera.

31.- Las cursivas son mías.

32.- Apenas se funda la AIT,  Marx escribiría a Bakunin, que se encontraba en Italia desde el otoño de 1864, para invitarlo cordialmente a participar en la Internacional.

33.- Víctor García. La Internacional Obrera.

34.- Sergent y Harmel. Historia de la Anarquía.

35.- De Marx a Engels. 27 de julio. Correspondencia Marx/Engels.

36.- Miguel Bakunin. Carta a Herzen fechada el 28 de octubre de 1869. Correspondencia de Miguel Bakunin.

37.- Téngase en cuenta, sólo secciones, posteriormente esto cambiaría.

38.- Si tomamos en cuenta que Engels y con él el Consejo General jamás se interesaron por el destino de la Internacional en España, donde el anarquismo bakuninista dominaba por absoluto,  esta representación se convierte en un absurdo.

39.- Anselmo Lorenzo. El proletariado militante.

40.- Anselmo Lorenzo. Ídem.

41.- Para estos textos y otros de difícil acceso para el púbico en general no puedo dejar de recomendar el magnífico trabajo de Georges Ribeill, Marx/Bakunin. Socialismo Autoritario/Socialismo Libertario, que reunió en éste libro magníficos textos que se encuentran en el Archivo Miguel Bakunin, del Instituto Internacional de Historia Social en Ámsterdam, así como de numerosos documentos de la Nueva Gaceta Renana y en general del conflicto Marx/Bakunin.

42.- Se refiere al manifiesto aparecido en La Solidarité el 5 de septiembre de 1870, en donde se alentaba a formar cuerpos de resistencia que fueran a hacerle frente a los Prusianos.

43.- Carlos Marx, F. Engels. Obras. III. Correspondencia Engels/Lafargue.

44.- Recordemos que según los estatutos el Consejo General debía “organizar los Congresos” lo que le permitía elegir el lugar.

45.- La policía belga también le impedía asistir al Congreso, según Clara E. Lida en el prefacio a la obra de Max Nettlau Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España, en su edición argentina.

46.- 300 rublos de plata. Aunque de hecho Bakunin si los enviaría, pero que Netchaev no entregaría.

47.- Se refiere a los sucesos en los que las federaciones italianas rompen con el Consejo General de Londres.

48.- Aquí se ve claramente que Marx trataba de engañar a Danielson, pues la carta no tenía fines “puramente comerciales” sino que la usaría como método de intriga contra Bakunin.

49.- Pseudónimo de Marx. Las partes en las que el lector encuentre palabras “recortadas” como en “B[akunin]” se debe a que en el texto original solo se ponia la letra para designarlo, yo he incluido las demas letras para hacer mas comprensible al lector a quien se referian en la carta; el lector deberá comprender esto al encontrarse con mas cosas de este tipo a lo largo de este libro.

50.- Es curioso ver como Marx y Engels exigían el respeto al reglamento y los estatutos cuando ellos los rompieron con la Conferencia de Londres.

51.- De Marx a Sorge. 12 de junio de 1872. Correspondencia Marx/Engels. Más tarde, Jung haría el comentario de que Sorge había llevado a Marx una docena de mandatos en blanco, y que se enorgullecía de todo ello; estos mandatos permitieron entonces que hombres como Barry, Hepner, Vaillant, Engels, Marx, etc., pudieran representar a varias secciones americanas.

52.- De Marx a Kugelman. 29 de Julio de 1872. Correspondencia Marx/Engels.

53.- De Lafargue a Engels. 8 de agosto de 1872. Correspondencia Marx/Engels.

54.- Recordemos que españoles, belgas y suizos se abstendrían durante todo el congreso.

55.- Para este tema, leer La Anarquía a Través de los Tiempos. Y Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España. De Max Nettlau.

56.- Equivocación, Bakunin sólo recibió 300.

57.- “abolir las clases…” ¡utilizando el medio para crearlas –el Estado-!

58.- G. D. H. Cole. Historia del Pensamiento Socialista. Tomo II.

59.- Citado por Sam Dolgoff.

60.- Ídem, nota tomada del libro Bakunin y el Socialismo Libertario, de Ángel J. Capelletti.

61.- De Engels a Sorge. 5 de octubre de 1872. Correspondencia Marx/Engels.

62.- De Engels a Sorge. 4 de enero de 1873. Correspondencia Marx/Engels.

63.- Comentario de Guillaume: Marx, ¿trata de engañarse a sí mismo o de engañar a su corresponsal al hablar de “nuestras propias federaciones”? no había una sola federación regional que estuviera a favor del Consejo General. James Guillaume. La Internacional, Documentos y Souvenirs (1864-1878).

64.- De Marx a Bolte. 12 de febrero de 1873. Correspondencia Marx/Engels.

65.- De Marx a Sorge. 27 de septiembre de 1873. Correspondencia Marx/Engels.

66.- 1° de julio de 1876, alrededor del medio día.

67.- De Engels a Sorge. Londres 12 de septiembre de 1874. Correspondencia Marx/Engels.

68.- Max Nettlau en el postscríptum al prólogo de Estatismo y Anarquía, de Miguel Bakunin. El lector encontrara más detalles sobre el actuar de Lafargue en España en un capítulo posterior.

69.- Ver ¿Qué es la AIT? Editada en abril de 1997 en Castellón, España. Editado por el secretariado de la Asociación Internacional de los Trabajadores.

70.- Pese al gran trabajo que Guillaume realizó al escribir su obra sobre la AIT, en este punto creo que olvida mencionar algo: por ese entonces, si en algún lugar continuaba la AIT con vida y en plena efervescencia revolucionaria, era España.

71.- Paul Avrich. Los Anarquistas Rusos.

72.- Paul Avrich. Ídem.

73.- José Stalin. Por el Camino de Octubre.

74.- José Stalin. Ídem.

75.- Golos Truda, núm. 4, 1º de septiembre de 1917.

76.- Los acontecimientos posteriores mostrarían como estas verdades sonarían proféticas, aunque no era la primera vez que se decían, ya Bakunin había advertido esto hacía más de 45 años antes de 1917.

77.- Golos Truda. Número 19 del 18 de Noviembre de 1917.

78.- Rudolf Rocker. Marx y El Anarquismo.

79.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

80.- Arthur Lehning. Ídem.

81.- Lenin. La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky.

82.- Como acostumbraban los bolcheviques, habían inventado que Zhelezniakov era bolchevique. Volin, camarada de Zhelezniakov  nos aclara esto en su libro La Revolución Desconocida: “cuando la muerte de Zhelezniakov (fue mortalmente herido en combate contra los Blancos en el Mediodía) los Bolcheviques dijeron en Izvestia que en su lecho de muerte había declarado estar de acuerdo con el bolchevismo. Más tarde dijeron que siempre había sido bolchevique. Todo falso. El autor y otros camaradas conocieron íntimamente a Zhelezniakov. Al partir de Petrogrado para el frente y despedirse de mi, sabiendo como anarquista que podía esperarse todo de parte de los bolcheviques, me declaro textualmente: Ocurra lo que ocurra y dígase lo que se diga de mi, sabe bien que yo soy anarquista, que me batiré como tal y que, si tal es mi suerte, moriré como anarquista. Y me lego el deber de desmentir, llegado el caso, las mentiras bolcheviques. Aquí lo cumplo”. Volin. La Revolución Desconocida.

83.- Socialista revolucionario de derecha y presidente de la Asamblea Constituyente.

84.- Ángel pestaña. 70 Días en Rusia. Pág. 92 – Errores Económicos.

85.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

86.- Ángel Pestaña. 70 Días en Rusia.

87.- Ángel Pestaña había sido asignado por la CNT en el Congreso de 1919 celebrado en el teatro de la Comedia para ir a Rusia a ver lo que sucedía ahí, aprovechando la invitación a participar en el II Congreso de la III Internacional Roja. Ángel Pestaña llegaría a Rusia en 1920, cuando la Revolución Rusa estaba siendo aplastada por los bolcheviques, cuando ya en 1918 muchos anarquistas sufrieron la represión y cuando se estaba a poco de los sucesos de Ucrania con los makhnovistas, y después en Kronstadt.

88.- Decía en la parte teórica de este libro: ¡Imaginemos semejante monstruo todopoderoso que es dueño de absolutamente todo, gracias a la centralización estatal que quieren los marxistas! En La catástrofe que nos amenaza y cómo combatirla, escrito en septiembre, antes de la revolución de octubre, Lenin decía que:

 

El monopolio del trigo, el sistema de racionamiento del pan, el servicio general obligatorio de trabajo son, en manos del Estado proletario, en manos de los soviets investidos de todo el poder, el medio más eficaz de cálculo y control.”. Y más adelante decía: “El monopolio del trigo y el sistema de racionamiento del pan no fueron implantados por nosotros sino por el Estado capitalista beligerante. Éste ha creado ya, en el marco del capitalismo, el servicio general obligatorio de trabajo, que es un régimen de presidio militar para los obreros” [...] Pues el socialismo no es más que el paso siguiente después del monopolio capitalista de Estado. O dicho en otros términos, el socialismo no es más que el monopolio capitalista de Estado puesto al servicio de todo el pueblo y que, por ello, ha dejado de ser monopolio capitalista”. (Subrayado por mí).

 

¡Bien, señores leninistas! El pueblo que durante la revolución luchó ferozmente a costa de muchas vidas, ha dado todo por ¡el monopolio capitalista de Estado! He aquí, como los bolcheviques constituían en Rusia un Estado constituido según el tipo de la Comuna de París (Lenin. Las Tesis de Abril).

89.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa. En un capítulo anterior hemos visto ya que en realidad entre las teorías de Marx y después las de Trotsky y Lenin no constituían en realidad una diferencia en cuanto a lo esencial de la revolución según el concepto marxista. Fueron Lenin y Trotsky quienes prepararon el terreno para la era stalinista, que muchos marxistas pretenden estúpidamente desvincular del marxismo de Marx y Engels, e incluso del de Lenin. El lector encontrará en las líneas siguientes el ambiente en que se encontraba sumergida Rusia bajo el dominio bolchevique, y veremos si en verdad existía tal desvinculación o si por el contrario el stalinismo no fue otra cosa que la continuidad de las teorías marxistas.

90.- Ángel Pestaña. 70 Días en Rusia.

91.- La Tcheka no informaba jamás sobre su actividad ni al conjunto de los trabajadores ni a sus elegidos. Sus actividades se realizaban siempre en el mayor misterio. El servicio de informes era alimentado especialmente por una vasta red de agentes secretos, reclutada en su mayor parte en la antigua policía zarista. Además, se aprovechaba de la obligación impuesta a todo comunista de ayudar a la policía revolucionaria, por indicaciones, denuncias y demás soplonerías. Volin. La Revolución Desconocida.

92.- A instancia de Lenin fue que se crearon las Tchekas cuyo nombre era una abreviatura: Comisión Extraordinaria.

93.- En España, los labriegos de algunas regiones denominaban a esto “prestación de trabajo”.

94.- Ángel Pestaña. 70 Días en Rusia.

95.- Hemos visto ya en un capítulo anterior que esta interpretación que Lenin hace de la teoría marxista según el libro de La Guerra Civil en Francia es completamente falsa. Así pues, estas palabras de Lenin no tienen ya sentido alguno con respecto a la destrucción del Estado, y en este capítulo iremos confirmando si en verdad el bolchevismo hizo siquiera el intento de poner en práctica estos conceptos de destrucción de la maquinaria del Estado.

96.- Aunque fuese Proudhon quien hablara del Socialismo como Ciencia antes que Marx, en su libro ¿Qué es la Propiedad? (1840).

97.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

98.- Se entendía, claro, de una república en el sentido etimológico de la palabra.

99.- Sujanov. La revolución Rusa.

100.- He expuesto, líneas más arriba, lo que Góldenberg dijo de Lenin, asemejándolo ni más ni menos que con Bakunin.

Por ese entonces, para los socialdemócratas que no simpatizaban con el leninismo, o que estaban relegados de la dirección estatal que ejercían exclusivamente los bolcheviques con algunos que se sometían a sus dictados, uno de los mejores métodos de ataque era éste: acusar al bolchevismo de tener tendencias anarquistas.

De esta manera el profesor H. Cunow, un socialdemócrata, dice en su libro La Concepción Marxista de la Historia, de la Sociedad y del Estado que:

 

“La teoría del bolchevismo, o, para ser más exactos, del leninismo, no es más que un retorno al bakuninismo”

 

Por su parte, Dímitri Gavronski, en su libro Balance del Bolchevismo Ruso, dice que:

 

“Toda la ideología de los bolcheviques estaba penetrada de las ideas del socialismo utópico o incluso del más auténtico anarquismo. Creían que se daban ya todas las condiciones para un orden social nuevo y equitativo y que, para liberar al pueblo de las últimas cadenas de la esclavitud y la opresión, bastaba un núcleo de gente activa y dispuesta a cualquier sacrificio... En esto, su táctica era, en el fondo, anarquista”.

 

Es extraño que el señor Gavronski acusara al bolchevismo de tener tendencias del socialismo utópico así llamado (lo cual es mentira), y no recordara que entre los teóricos que influyeron a Marx, se encuentran muchos a los que denominaban utópicos, tal es el caso de Saint-Simón, al que suele calificársele como utópico, y del que Marx aprendiera tanto; por otra parte, en mi punto de vista el socialismo utópico no es lo mismo que el anarquismo, aunque tampoco se hayan tan desvinculados. Fourier tenía tendencias muy, pero que muy anarquistas. Su concepción de una sociedad sin Estado nos da la confirmación de esto. Y el mismo Kropotkin piensa que uno de los antecesores del anarquismo fue Fourier.

Para tratar de evidenciar esta supuesta similitud entre el bolchevismo y el anarquismo, se editaron dos folletos significativos; uno es el escrito de Engels sobre la sublevación española de la década del 70: Los Bakuninistas en Acción. En donde se hacen las frecuentes acusaciones a los anarquistas españoles con la calidad que ya conocemos. El otro artículo fue el libelo también escrito por Engels en colaboración con Lafargue: La Alianza de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de los Trabajadores. Acerca de este escrito Max Nettlau diría: “No conozco nada tan lleno de mentiras, de calumnias y de falsificaciones”. Con estos escritos se pretendía demostrar que Engels criticaba las tendencias que después vendrían a adoptar los bolcheviques.

Por otra parte, el anarquismo no tenía necesidad de ser “resucitado” en Rusia, pues este existía, y se oponía a las concepciones marxistas que provenían desde los socialdemócratas hasta la de los bolcheviques...

El Bolchevismo es la resurrección del Bakuninismo... ¡Curiosa apreciación! ¡Los bakuninistas eran perseguidos, encarcelados, y asesinados por el bolchevismo!

Para el lector no habituado a la literatura anarquista esto último muestra (y en las líneas siguientes lo veremos con más claridad) lo tonto de afirmar que el bolchevismo es el retorno al anarquismo.

Para el lector habituado ya a la literatura anarquista, no le será difícil ver la patraña de estas afirmaciones.

101.- La Libertad Rusa.

102.- Volin. La Revolución Desconocida.

103.- Golos Truda, número 13. Noviembre 3 de 1917.

104.- Ídem. Número 15 del 6 de noviembre de 1917.

105.- Ídem. Número 11 del 20 de octubre de 1917.

106.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

107.- Cuartel general de los bolcheviques.

108.- M. Philips Price. My Reminiscences of the Rusian Revolution. Londres de 1921. Citado por Paul Avrich en Los Anarquistas Rusos.

109.- Paul Avrich. Los Anarquistas Rusos.

110.- Ángel Pestaña. 70 Días en Rusia.

111.- El periódico se refiere a los sucesos revolucionarios fallidos de Julio, y a la victoria revolucionaria de Octubre.

112.- Se trata de grupos anarquistas de carácter terrorista que actuaban en la época del Zarismo y que tenían por nombre Chórnoe Znamia (Bandera Negra) y Beznachálie (Sin Autoridad).

113.- Paul Avrich. Los Anarquistas Rusos.

114.- ¡Aquel que tanto insultaría después a los anarquistas con su Panfleto “Anarquía Y Comunismo Científico”!.

115.- Paul Avrich. Los Anarquistas Rusos.

116.- Seria pueril querer ver en los anarquistas a terroristas netos: las condiciones en las que se vivía por ese entonces en Rusia no eran nada fáciles, la libertad de palabra y de prensa estaba muy restringida durante la época del Zarismo, lo que dio origen a la réplica anarquista con los grupos terroristas de los cuales ya hemos hablado y que reaparecerían después con el Imperio bolchevique.

La literatura anarquista que lograba introducirse en Rusia –de Bakunin y posteriormente de Kropotkin principalmente— se hacía de forma clandestina, la represión que el Zarismo desataba contra el pueblo llevaba muchas veces a estas prácticas, que el lector habrá de comprender antes de formarse un juicio sobre el anarquismo violento. A la par de esto, estas actividades no han sido exclusivas del anarquismo: se han dado dentro de los movimientos de corte marxista, socialista e incluso hasta de carácter republicano o democrático.

117.- ¡Entre lobos se entienden!.

118.- Volin. La Revolución Desconocida.

119.- Citado por Martin Zemliak. Kropotkin. Obras.

120.- El otro hermano de Makhno, Gregorio, fue muerto tiempo después en septiembre de 1919 en los enfrentamientos contra los denikistas.

121.- Volin. La Revolución Desconocida.

122.- El Camino de la Libertad.

123.- Citado según Volin. La Revolución Desconocida.

124.- Esto fue un acierto de los makhnovistas, que temían que con cualquier pretexto se les alejara del frente con Denikin y los bolcheviques pudieran de esta manera imponer su ley en territorio makhnovista.

125.- Hemos dedicado ya un capítulo para hablar sobre la manera en que los marxistas han hablado siempre de los anarquistas. Además hemos visto que muchas de las cosas que sobre el anarquismo escriben no tienen en realidad nada que ver con las verdaderas ideas anarquistas. Trotsky, al hablar de esta autoridad anarquista, no hacía sino demostrar que no sólo no tenía ni idea de lo que es el anarquismo, sino también la facilidad que poseía para escribir sobre cosas que no conocía, con tal de conseguir los propósitos que se ponía.

126.- Citado según Pedro Archinoff. Historia del Movimiento Makhnovista. Hay una verdad muy grande en estas palabras de los bolcheviques: el movimiento de Denikin era sólo una lucha por conquistar el poder, lucha que fácilmente podrían sostener los bolcheviques, quedando la población civil al margen de esta lucha. Con la Makhnovtchina sucedía todo lo contrario: esta se insertaba en las mismas raíces populares, por lo que una lucha contra los makhnovistas suponía a su vez enfrentarse con todo el pueblo ucraniano, lo cual era un doble peligro para las intenciones dictatoriales de los bolcheviques.

127.- Trotsky omite deliberadamente que el retroceso en algunas zonas por parte de los makhnovistas se debió en gran medida a que el mismo impuso un cerco a éstos, ordenando no se les entregaran municiones. Trotsky sabía también que el frente contra Denikin había sido formado únicamente por los miembros insurgentes; que en las batallas contra Denikin habían sufrido innumerables bajas de compañeros valerosos que ofrecían su vida por defender la libertad de pueblo ucraniano; pero el cinismo y la cobardía no conocía limites en Trotsky, quien pese a conocer todo esto y saber su responsabilidad en los retrocesos ante Denikin ataco sin piedad a los revolucionarios que ponían una muestra a todos los funcionarios bolcheviques sobre cómo se hacia la revolución.

128.- En España –Dice Volin--, más tarde (1936-39), los comunistas emplearon la misma táctica e iguales procedimientos. Conozco un caso en todos sus detalles: Cerca de Teruel, una brigada bolchevique aseguraba el frente contra Franco junto a una brigada anarquista de cerca de 1.500 hombres, cuyo aniquilamiento facilitó aquélla replegándole voluntaria y secretamente una noche. Y así, a la mañana siguiente, los fascistas se precipitaron por la brecha y cercaron a la brigada anarquista, de cuyos 1.500 hombres sólo se salvaron 500, abriéndose paso a fuerza de granadas y pistolas. Los otros 1.000 fueron masacrados. Y los comunistas acusaron a los anarquistas de traidores por haber abierto el frente al avance de Franco. Volin. La Revolución Desconocida. En el capítulo siguiente tendremos la oportunidad de ver no sólo sucesos como éstos, sino de las muchas maneras en la que los bolcheviques daban golpes traicioneros a las conquistas revolucionarias.

129.- A Makhno le llamaba “Batko”, que significa “padre” era un nombre que se le daba a las personas de avanzada edad o a las personas respetadas por todos, como este era el caso. Pero esta palabra era de aprecio y no comportaba ningún sentido autoritario.

130.- Volin. La Revolución Desconocida.

131.- La delegación makhnovista había fijado el número de personas que habían de ser liberadas en 200.000; muchos de los cuales eran campesinos que habían sido apresados como simpatizantes de los makhnovistas.

132.- A raíz de esto Makhno telegrafiaría a los bolcheviques exigiéndoles la libertad de Tchubenko y de Volin. Éste último había sido arrestado en diciembre de 1919.

133.- Volin. La Revolución Desconocida.

134.- Hemos visto constantemente como los makhnovistas respetaban la vida de los soldados enemigos, que comúnmente eran puestos en libertad y sólo se ejecutaba a los jefes, comandantes y generales. Podríamos considerar esto como un error de los makhnovistas, pues sin duda muchos de los liberados volvían a las filas bolcheviques a continuar combatiéndolos. ¿Error?... puede ser. Pero también es muestra de que el movimiento makhnovista poseía una humanidad enorme.

135.- Ídem.

136.- Pedro Archinoff. Historia del Movimiento Makhnovista.

137.- Nota. La carta entera es reproducida por Volin en La Revolución Desconocida.

138.- Permíteme lector, usar este término, lo hago sólo para no cambiar el nombre original de la organización, pero teniendo presente siempre lo que he dejado de manifiesto: el marxismo no es el comunismo, ni viceversa.

139.- En 1921, durante el Congreso Internacional de los Sindicatos Rojos (Profintern) en Moscú, tuvo lugar una huelga de hambre de los presos de la prisión de Taganka. Trotsky, con el cinismo que le caracterizaba les dijo a los delegados (sobre todo franceses) que protestaban por ello: “Nosotros no encarcelamos a los verdaderos anarquistas. Los que mantenemos en prisión no son anarquistas, sino criminales y bandidos, que simulan ser anarquistas”.

Los delegados no se dieron por vencidos, y desde la tribuna del Congreso platearon la cuestión. Los bolcheviques que temían un escándalo mayor, prometieron liberar a los presos de Taganka, y la huelga cesó. Después de irse los delegados los bolcheviques buscaron pretextos para mantener a los presos en las cárceles, pero finalmente en septiembre de 1921 los expulsó a todos de Rusia, con excepción de tres.

Los cuales (entre ellos Fanny Barón y León Chorny) fueron asesinados juntos con otros honorables anarquistas como venganza por los sucesos durante el Congreso Internacional de los Sindicatos Rojos, con el pretexto de falsificación de billetes de banco soviéticos. Más tarde se demostró que la supuesta falsificación de billetes fue preparada por la misma Tcheka, para inculpar a los libertarios. Así actuaban los bolcheviques, y la historia ha de caer con todo su peso sobre estas teorías.

140.- George Woodcock. El príncipe Anarquista.

141.- Nadie podía consumir nada si no le era permitido por la autoridad; la libertad de palabra y de prensa estaba reducida a lo que el poder de la dictadura otorgaba según conveniencia propia; los bolcheviques pusieron estos preceptos en práctica con una similitud increíble. Kropotkin no estaba equivocado en lo más mínimo.

142.- De Kropotkin a Lenin 4 de marzo de 1920. Martin Zemliak. Kropotkin. Obras. George Woodckok. El príncipe Anarquista.

143.- Paul Avrich. Los Anarquistas Rusos.

144.- Izvestia Nº 7 del 9 de Marzo.

145.- La pena de muerte vergüenza de la humanidad, y utilizada sólo por la burguesía, era también empleada por quienes tanto criticaban a la burguesía por su estupidez.

146.- A raíz de esto, Alekséi Borobói tuvo que dimitir de su puesto de la Universidad de Moscú, donde a comienzos de 1921 y a petición del organismo estudiantil de la universidad, Borobói fue convocado a trabar un debate con Bujarin sobre “Anarquismo contra Marxismo”; pero en el último momento los bolcheviques cancelaron el encuentro..

147.- Según Paul Avrich, en Kronstadt 1921, desde el 22 de enero existían ya diferencias entre los trabajadores y los bolcheviques, a consecuencia de que éstos racionaron aún más el pan a un tercio.

148.- Era una expresión con la que designaba a los hombres de distintas clases –a excepción de la Nobleza—durante la última parte del siglo XIX.

149.- G. P. Plejanov. Sochineniia 24 Vol. Leningrado. 1923-1927.

150.- The New York Times 6 de marzo de 1921. Citado según Paul Avrich. Kronstadt 1921.

151.- Un gobierno proletario… ¡defendiéndose de los proletarios! ¿Quién tenía la razón, amigo lector?

152.- Izvestia. Número 9 del 11 de marzo de 1921.

153.- Esta clásica táctica de poner calificativos a las personas no afectas a las ideas marxistas es ya muy habitual: en unos momentos en que se estaba aún en conflicto con las fuerzas reaccionarias –no menos que los bolcheviques- que pretendían derrumbar el régimen bolchevique para implantar el propio, llamar contrarrevolucionario a alguien daba un peso importante para atacarle y someterle.

154.- Alfred Rosmer. Moscú Bajo Lenin.

155.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

156.- Los generales Broussiloff, Kameneff y otros tantos habían sido generales zaristas.

157.- Alfred Rosmer. Moscú Bajo Lenin.

158.- Con excepción de algunos anarquistas pro-bolcheviques, que terminaron igualmente siendo o asesinados o desterrados por éstos.

159.- Krasnaia Gazeta, 10 de marzo de 1921.

160.- Tal era el miedo que sentían los bolcheviques, que hasta el derecho de reunión prohibieron.

161.- Izvestia Nº 7, del 9 de marzo.

162.- Ídem. Nº 7.

163.- Ídem. Nº 8, del 10 de marzo.

164.- Ídem. Nº 8.

165.- Ídem. Nº 10 del 12 de marzo.

166.- Estos sucesos de renuncia al Partido Comunista y de unión a los obreros aun en contra de los jefes del Partido marxista recuerdan mucho los sucesos de la Comuna de París, en donde el entusiasmo popular y el actuar del pueblo terminaron por romper con el dogmatismo de muchos marxistas que se sumaron al pueblo, incluido el mismo Marx, quien a raíz de esto escribió su obra La Guerra Civil en Francia en donde él mismo se ve desbordado por el entusiasmo popular escribiendo cosas contra las cuales había luchado tanto tiempo y que no son sino palabras que parecen ajenas al Marx autoritario y centralista que fue durante toda su vida.

167.- Alfred Rosmer. Moscú Bajo Lenin.

168.- Apenas se veían reducidas las filas bolcheviques, Trotsky traía más insensatos a morir por los privilegios de los nuevos amos… ¡muy barata le costaba la carne de cañón al señor Trotsky!

169.- Volin. La Revolución Desconocida.

170.- Lenin. Obras Completas.

171.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

172.- G. Zinoviev, Los partidos y tendencias antisoviéticos. Citado por Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

173.- Gastón Leval. Lenin, Sepulturero de la Revolución Rusa.

174.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

175.- Lenin. Testamento Político. Se trata en realidad de la Carta al Congreso, con fecha del 22 de Diciembre de 1922-4 de enero de 1923.

176.- Ídem.

177.- Ídem.

178.- Ídem. Las cursivas son mías.

179.- Ídem. Las cursivas son mías.

180.- Clara E. Lida. Anarquismo y Revolución en la España del XIX.

181.- Se refiere a los italianos.

182.- Citado según Max Nettlau. Miguel Bakunin, La Internacional y la Alianza en España.

183.- Esta carta dirigida a los republicanos es reproducida en el libro Antología Documental del Anarquismo Español Vol. 1. Organización y Revolución: De la Primera Internacional al Proceso de Montjuic (1866-1869), recopilación de textos y presentación de los mismos por Francisco Madrid y Claudio Venza.

184.- Bakunin se refiere al Congreso de Zaragoza.

185.- Se refiere a los jóvenes italianos que solían ir a verle, grupo de donde saldría más adelante la Federación Italiana en agosto de 1872.

186.- Se trata del periódico El Condenado, en donde Morago colaboraba.

187.- Anarquismo y Revolución en la España del XIX.

188.- Anselmo Lorenzo. El Proletariado Militante.

189.- Citado según Marx Nettlau. Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España.

190.- Se trata de Fanelli, que se encontraba entonces en Locarno.

191.- Se trata de un estudiante ruso allegado a Bakunin.

192.- Alerini y Soriano son por primera vez mencionados.

193.- Se trata de la carta reproducida con anterioridad.

194.- Estas últimas palabras, sociedad secreta, puede hacer alusión al texto de Las Pretendidas Escisiones de la Internacional, donde la Alianza es descrita como una sociedad secreta. Debió ser una palabra alusiva de Bakunin.

195.- Cafiero partía al día siguiente hacia La Haya, al Congreso.

196.- Mora se refiere aquí a la sección de la Alianza de Valencia.

197.- Según Max Nettlau en Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España.

198.- No es un error cronológico, Fanelli salió a finales de octubre de Ginebra, pero llega a Madrid (pues había ya llegado a Barcelona antes) el 24 de noviembre.

199.- Max Nettlau no aclara del todo cual fue la nota a la que se refiere en su libro que hemos venido citando, culpable de la expulsión de los miembros de La Emancipación. Anselmo Lorenzo en El Proletariado Militante es quien afirma que es a raíz de la nota de incitando a la disolución de la Alianza es que se produce el enfrentamiento entre el Consejo Federal y los redactores de La Emancipación.

200.- Esta nota que pretende insertar la duda y la desconfianza entre los miembros de la Federación Madrileña es más que infantil. Si nos viéramos en la necesidad de responder a esta pregunta de La Emancipación, diríamos fácilmente que por ese entonces Bakunin vivía en Zúrich, en contacto permanente con la juventud estudiantil eslava, que recién había viajado a Neuchâtel y Ginebra, abandonando Locarno el 30 de junio, antes había conocido a Cafiero y un largo etcéteras que era un misterio sólo para quienes pretendían meter la discordia por todos lados.

201.- Citado por Max Nettlau en la obra ya mencionada.

202.- Se trata de la elección de los delegados al Congreso de la Haya y que se expliquen porque tres Aliancistas asistieron.

203.- Anselmo Lorenzo. El Proletariado Militante.

204.- Véase en una nota posterior este punto con los resultados y la reflexión de los sucesos dentro de la CNT.

205.- Cosa ya tradicional, hemos visto hace poco que en el siglo XIX en España el marxismo fue minoría frente a la enorme masa anarquista que seguía las ideas de Bakunin. España, la verdadera España antiautoritaria, jamás será marxista; su composición territorial y su tradición enfilan por su misma naturaleza al anarquismo.

206.- Según Burnett Bolloten, contaba con 40.000; José Peirats dice que con 30.000 que es la cifra que tomamos aquí, pues la que dio Miguel Maura (113.000) nos parece demasiado exagerada. Además, se habla que después de las elecciones de febrero las filas del PCE se engrandecen, esto parece ser verdad; pero también lo es que no es sino hasta el estallido de la revolución española, y la manera en que se aglutinaron los miembros más oscuros en las filas del PCE que estas crecieron de manera exorbitante.

207.- Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.

208.- El Tratado de Versalles es un pacto de paz firmado el día 28 de junio de 1919 entre los países Aliados y Alemania en el llamado Salón de los Espejos, que puso fin a la llamada entonces “La Gran Guerra”, es decir, la primera guerra mundial. Entró en vigor el 10 de enero de 1920.

209.- José Peirats. Los Anarquistas en la Crisis Política Española.

210.- La Sociedad de Naciones fue uno de los resultados del Tratado de Versalles, se basaba en los principios, por lo menos en teoría, de cooperación internacional y arbitraje de los conflictos. Fue disuelta el 18 de abril de 1946, dando paso a lo que después fue la ONU.

211.- El Frente Popular era una especie de unión entre los grupos más o menos izquierdistas y democráticos de tendencia antifascista de los distintos países. En España fue la fusión del PCE y los demás grupos llamados comunistas (incluido el POUM), los republicanos de izquierda y los socialistas.

En las elecciones del 16 de febrero de 1936 el Frente Popular ganó las elecciones y con ello se destruían las esperanzas de la derecha de implantar su dictadura por medio de las elecciones. Entre el movimiento anarquista español provocó un debate sobre qué actitud se debía tomar ante las elecciones de febrero. Se sabe que los anarquistas son por excelencia abstencionistas, pero en esas circunstancias la situación tenía características especiales: el Frente Popular, gobierno al fin, no podía traer ni libertad ni prosperidad para los trabajadores, como tampoco lo había traído la segunda República. Pero la derecha representaba un peligro realmente grande como para mantenerse al margen. Además, el Frente Popular había prometido que si ganaba se haría una amnistía para los delitos político-sociales cometido posteriormente a 1933, es decir, los presos de las huelgas de 1934 saldrían libres, mas de 30.000 presos que eran en su mayoría eran miembros de la CNT-FAI, aunque los presos de 1931 a 1933, es decir, de la proclamación de la segunda República (14 de abril de 1931) hasta 1933 quedarían en la cárcel, también muchos de esos presos eran militantes anarquistas. Como quiera que fuese, 30.000 presos estaban en el ínterin entre el voto o no al Frente Popular y cerrar el paso a las derechas.

Durruti, quien había apenas salido (10 de enero) de la cárcel para esa fecha, decía lo siguiente en una reunión con compañeros suyos que dudaban ante la situación:

 

“Hemos sufrido dos años de cruda represión. La inmensa mayoría de la clase obrera está harta de ella. Hay, además, 30.000 presos en las cárceles, buen motivo para sacarlos con un voto. Y eso es lo que se jaleara en los mítines que organizarán en toda España los políticos de las izquierdas. Por desgracia, la clase obrera es sumamente generosa. ¿No recordáis que la clase obrera de Barcelona votó como diputado a Francisco Largo Caballero para sacarlo de la cárcel después de aquella triste huelga de agosto de 1917? Los obreros olvidaron entonces el comportamiento de los socialistas en dicha huelga, y sólo pensaron en liberar al hombre de la cárcel. Hoy, la inmensa mayoría de los obreros ha olvidado la represión de 1931 a 1933, y no tiene presente nada más que las salvajadas que las derechas han cometido en Asturias. Propaguemos o no propaguemos la abstención, hoy los obreros votarán a las izquierdas, pero nuestro comportamiento debe ser idéntico al que adoptamos en noviembre de 1933, es decir, no podemos engañar a la clase obrera. Nuestra misión es hacerle tomar conciencia de la realidad que tenemos ante nuestras narices: si ganan las derechas, instaurarán la dictadura desde el poder; y si pierden, se lanzarán a la calle. De cualquier manera, el enfrentamiento entre la clase obrera y la burguesía es inevitable. Y esto lo que hay que decir clara y firmemente a la clase obrera, para que esté prevenida, para que se arme, para que se prepare y sepa defenderse llegado el momento. Nuestra consigna debe de ser fascismo o revolución social: dictadura de la burguesía o comunismo libertario. La democracia burguesa está muerta en España y la han asesinado los republicanos” (esta comunicación fue facilitada por Pablo Ruiz a Abel Paz. Pablo Ruiz fue en 1937 uno de los organizadores del grupo “Los Amigos de Durruti”. Está citado según Abel Paz en Durruti en la Revolución Española)

 

Finalmente las masas cenetistas decidieron cada quien por sí mismo si votaban o no: ganó el Frente Popular en gran medida gracias a las masas de la CNT. El resultado, pese a ser muy apretado, dió la victoria a la izquierda con las siguientes cifras:

 

Izquierdas: 4.838.449     263 diputados.

Derechas: 3.996.931     129 diputados.

Centro: 449.320     52 diputados.

 

Al ver perdidas las elecciones la derecha prepara el golpe contra la República que se realizaría el 19 de julio, pero que como bien dice Julián Casanova en su libro De la Calle al Frente. El Anarcosindicalismo en España, se estaba preparando desde el día siguiente de las elecciones de febrero.

Cuando la rebelión de Franco se realizó, el PCE y su discípulo el PSUC se dedicaron a afirmar que a quien debía otorgársele todo el poder no era al pueblo levantado en armas contra el fascismo y representado en los sindicatos, sino al gobierno salido de las elecciones de febrero de 1936.

212.- Pues en realidad en la URSS había dictadura, imposición y colectivización forzada, pero no revolución.

213.- “Militar Mediocre” según Juan Gómez Casas. Historia del Anarcosindicalismo Español.

214.- El Pacto de No Intervención era un acuerdo por medio del cual se comprometían algunos países a no participar directa ni indirectamente en los sucesos de España, es decir, del ataque de Franco.

215.- “Los anarquistas no encontraron en aquellos momentos una fuerza que pudiera oponerse a sus planes” Dolores Ibarruri, etc. Guerra y Revolución en España 1936-39. Poco más adelante diremos unas palabras sobre esta obra pero, como bien dice la Pasionaria, no encontraron los anarquistas oposición, ya que quienes podían oponerse se encontraban acorralados por los trabajadores; la burguesía y propietarios, a quienes el PCE y el PSUC enjaretaron en sus filas se hallaban en esos momentos en fuga o escondidos ante la victoria popular.

216.- Diego Abad de Santilla. Porque Perdimos la Guerra.

217.- El giro de la URSS y con ella del PC mundial del que hemos hablado anteriormente se ve reflejado en estas palabras. Estos tópicos durarían muchos años, incluso después de la perdida de la revolución en abril de 1939. Dolores Ibarruri, la llamada Pasionaria, presidio la comisión encargada de realizar una obra de la revolución española que es la oficial del PC a nivel mundial. La obra se llama Guerra y Revolución en España 1936-39 y está hecha por Manuel Azcárate, Luis Balaguer, Antonio Cordón, Irene Falcón y José Sandoval. Vaya por delante decir que la obra no puede ser más vomitiva.

En ella los redactores cuentan su versión de los acontecimientos, y no se olvidan de poner a los miembros del PCE y del PSUC como los auténticos revolucionarios. Se afirman también las palabras de Santiago Carrillo que acabamos de ver. Para la Pasionaria, todo se reducía a la defensa de la República y la Democracia burguesa. Son estigmatizados quienes atentaban contra la sagrada República burguesa y opresora que intentaba ahogar la revolución. La versión dada por ellos en dicha obra sobre los acontecimientos, expone a la CNT y a la FAI como una pandilla de revoltosos, olvidando que de no haber sido por éstos, la sublevación militar no hubiera sido ahogada en Barcelona y otras partes del país. Pero según Pasionaria y la comisión encargada de la redacción, la CNT y la FAI impusieron por el terror su dominio sobre los trabajadores… ¡pero la CNT y la FAI estaba compuesta por trabajadores! La CNT era la principal fuerza sindicalista en España junto a la UGT ¿de qué nos hablan estas personas? Se dice también que la FAI y la CNT tenían entre sus filas aventureros españoles y extranjeros, pistoleros profesionales, que constituían el grueso de los cuadros de la FAI y una parte de la CNT.

En 1938, al día siguiente de que Negrín convocó una reunión del Frente Popular y fuerzas sindicales antifascistas, el Comité Peninsular de la FAI logró en la reunión del Frente Popular que se tomase como punto una propuesta suya donde, entre otras cosas, se dijo esto:

 

“Si examinásemos las listas de los adherentes a cada uno de los partidos y organizaciones aquí representados, no serían pocas las sorpresas con que tropezaríamos y no sería difícil que llegásemos a la conclusión de que, bajo numerosos carnets de apariencia antifascista, operan a sus anchas los representantes de Franco. Por su parte, la FAI no tiene ningún inconveniente en abrir de par en par las listas de sus afiliados y en agradecer de antemano a quien pudiese señalarle la actuación de algún individuo de origen sospechoso en su seno; aunque podemos afirmar que la inmensa mayoría de sus elementos, casi todos de origen auténticamente proletario, eran militantes ya mucho antes del 19 de julio.” (FAI, Comité Peninsular: Circular Nº57, (confidencial) 19 de diciembre de 1938)

 

Que no nos vengan ahora los marxistas y la Pasionaria el frente a decirnos que en la CNT o la FAI había pistoleros profesionales y demás cosas; porque no olvidemos que las filas del PCE y del PSUC estaban atiborradas de elementos burgueses, reaccionarios y de algunos miembros de la Unión Militar Española, como hemos ya visto.

Incluso se llega al extremo de afirmar, no de insinuar como lo haría un vulgar escritor de mala pluma, sino de afirmar que la FAI mantuvo contactos con falangistas y que incluso ayudó a sacar a muchos del país.

Los camaradas de la Fundación Anselmo Lorenzo, en carta reciente, me han dicho algunas cosas que merecen ser reproducidas aquí:

 

“Madrid, 11 de diciembre de 2007.

 

Estimado amigo:

 

… en relación a los enlaces entre la FAI y Falange, te podemos decir que tales cuestiones son completamente infundadas, aunque hay algunos datos que te podemos facilitar.

No había relaciones entre la CNT y la FAI con la Falange. Más que nada porque estaban enfrentadas por cuestiones ideológicas básicas. Anarquistas y fascistas.

… Si lees las memorias de Cipriano Mera [Cipriano Mera. Guerra, Exilio y Cárcel de un Anarcosindicalista], cuando éste está en la cárcel, Natividad Adalia, director del periódico El Sindicalista, le presentó a Mera a un falangista hedillista (seguidor del falangista Manuel Hedilla), aduciendo que podría haber colaboración entre falangistas y cenetistas. Mera le contestó: “Entre falangistas y anarquistas hay un río de sangre y nada lo puede salvar” acabando la conversación.

… Lo de grupos de la CNT con los falangistas nada de nada. Literatura barata. ¿Qué los falangistas y fascistas quisieron controlar la CNT? Pues de entrada copian el color de la bandera. Los fascismos toman como referencia siempre a los movimientos de izquierda que son más representativos en su entorno. Los nazis lo hacen con el SPD (Partido Nacionalsocialista de los Trabajadores Alemanes) y la Falange con los anarquistas. Pero esto no quiere decir nada, tan sólo una estrategia falangista y fascista. Su objetivo era ganar nuevos adeptos, que en el caso de España no consiguieron.

De momento es lo que te podemos decir. Recibe un cordial saludo libertario.

 

Fundación Anselmo Lorenzo

 

Esta obra presidida por Ibarruri es singularmente falsa y calumniosa. Quien la haya leído se dará cuenta de cómo las citas de anarquistas que expone están muy recortadas. Esto se hace muchas veces cuando se transcribe sólo lo importante de una cita. Pero recortarla en el momento en que se va a aclarar la cuestión enfatizada en la cita es propia de calumniadores, y de esto se encuentra uno muchas cosas en la obra de Ibarruri. Estas medidas de las que hemos hablado que tendían hacia la democracia burguesa iban a ser superadas ya en la década de los 70’s. Una vez muerto Franco (20 de noviembre de 1975) el PCE renuncia incluso a la propuesta burguesa de la República Democrática, aceptando la Monarquía Parlamentaria, la democracia burguesa y el capitalismo, incluso la adopción de la bandera de España, bajo la cual luchaban los franquistas. Dando pie con estas medidas a una serie de escisiones en el Partido, es verdad, pero que quienes se alejaron de él no lo hicieron para abandonar los principios del marxismo, sino sólo porque no coincidían con las nuevas medidas. Podríamos tomarnos el tiempo para refutar una a una las cosas dichas por Pasionaria y la comisión que redactó el libro mencionado y hacerles ver sus fallos. Pero echaríamos a perder tiempo, papel y tinta en tratar de convencer a gente tan sectaria. Además, con el relato que estamos viendo daremos por descontado todo lo que en esa obra se dice, sin necesidad de dedicarles tiempo a ellos.

218.- Fue André Malraux quien llevó a Durruti a Madrid, ya que este no viajaba de manera oficial y tuvo problemas para salir.

219.- Abel Paz ha dejado en su maravilloso libro Durruti en la Revolución Española unas palabras sobre el oro del Banco de España que yo reproduzco aquí:

 

“Muchas cosas han quedado en el aire con la terminación de la guerra, y una de ellas es ésta cuestión del oro. Todavía hoy, aquellos que estuvieron directamente implicados en este sucio “negocio”, están dominados por un loco afán de “borrón y cuenta nueva”, pretendiendo tomar por tonto al obrero español. Que tengamos que reconciliarnos los españoles para no vivir en perpetua guerra civil es una cuestión lógica, pero que con ello pretenda lavarse las manos el Partido Comunista, e incluso el Partido Socialista, eludiendo con ello dar explicaciones a los trabajadores de sus respectivas gestiones políticas contrarrevolucionarias en aquella época, eso ya es otra cosa. Le guste o no le guste a Santiago Carrillo, el Partido Comunista tiene que dar explicaciones sobre el asunto, y no zafarse por el foro con el remedio buscado del "eurocomunismo", careta que sigue ocultando el stalinismo en acción. ¿Quiénes intervinieron en el desfalco que se le hizo al proletariado español con el envío del oro a Moscú? Si leemos a Largo Caballero, éste se enteró a medias; si recurrimos a Indalecio Prieto, -ministro de Marina y del Aire entonces-, tampoco supo nada. El único que se constituyó en el principal banquero del mundo fue, pues, Juan Negrín, y éste era la "trabazón" entre el Partido Comunista y el Socialista. Aunque ya ha sido aireado suficientemente el problema relacionado con el envío del oro a Moscú: remisión, cantidades, etc.; sin embargo, hay otros aspectos relativos a este oro que reclaman aclaraciones para conocimiento del pueblo español. Contribuyendo a ello pasamos a citar, de un categórico escrito de Indalecio Prieto -que sabía bien lo que decía, lo siguiente: "Los comunistas franceses, cajeros del Estado español. Entre mis revelaciones de 1940, figuraron las siguientes: Que el Partido Comunista Francés administró para compras de material de guerra dos mil quinientos millones de francos entregados por Negrín sin que la administración de tan enorme suma la hubiese controlado, poco ni mucho, ningún funcionario del Estado español. Que el Partido Comunista Francés había retirado para sí, quizá como beneficio de intermediario, cantidades considerables del dinero proporcionado por Negrín. Que la propaganda, pública primero y clandestina después, del Partido Comunista Francés, se costeaba con dinero así extraído del Estado, pues los auxilios de la Tercera Internacional eran nulos, y el producto de las cotizaciones distaba muchísimo del gasto enorme de esa propaganda. Que, ávido de dinero, el Partido Comunista Francés, rectificando constantemente sus liquidaciones por nadie examinadas, reclamaba mayores sumas a los señores Negrín y Méndez Aspe. Que el espléndido diario comunistoide Ce Soir, remedo del triunfalista Paris Soir, se sostenía con fondos suministrados por Negrín. Y que la flota compuesta por doce buques perteneciente a la France-Navigation, era propiedad de España, pues con dinero español se compraron todos los barcos; no obstante lo cual, los comunistas franceses, administradores de esa compañía, se negaron a devolverlos considerándolos suyos". En Indalecio Prieto, Convulsiones de España, Ed. Oasis, México, 1966, vol. 11, pág. 147. Quienes se aprovechaban tan cínicamente de la revolución española eran a la vez sus enterradores, pues la propaganda que realizaban en nombre de la República española era para denigrar a los trabajadores españoles que estaban empeñados en llevar su revolución adelante. Sin embargo, estos "moralistas" encontrarán ocasión como por ejemplo al tratar el tema de la guerra de España, de apuntar el intento -fallido- de Santillán y Durruti de asaltar el Banco de España, a fin de señalar, una vez más, el carácter negativo de la CNT y de la FAI en la guerra española. De esa triste aventura, el pueblo español salió más molido que Don Quijote en su lucha contra los Molinos, más molido porque fue “cornudo y apaleado”.

220.- Hay que hacer un par de puntualizaciones sobre éste acto de la CNT que ha servido para una infinidad de críticas.

A pesar de lo que se dice comúnmente, no fue toda la CNT la que entró en el gobierno. Entraron sus directivos, pero en las calles había una sólida masa de la CNT que se oponía en las barricadas al triunfo de Franco, y a los ataques que desde el gobierno se daban a sus realizaciones.

Evidentemente los miembros que entraron a formar parte del gobierno a nombre de la CNT desviaron la conducta anarcosindicalista antiestatista.

Pero no se pueden formar juicios sin ver las condiciones en las cuales se encontraban los anarquistas españoles cuando se desarrollaba la revolución:

Es verdad que el pueblo derrotó al fascismo en media España, y que se comenzaron a partir de aquí grandes transformaciones sociales. Pero no se debe olvidar a la vez que se estaba viviendo una guerra. No se estaba presenciando un levantamiento popular contra el Estado y su consecuente: la revolución, a la manera lógica a como se piensa: el estallido revolucionario fue provocado por el alzamiento franquista, por el ataque fascista al pueblo.

Es verdad que España contaba ya con un amplio historial revolucionario, pero en los momentos en los que se sucedió el levantamiento de Franco, el movimiento obrero aún no estaba del todo desarrollado como para poder hacer la revolución.

La guerra condicionaba muchas cosas, entre ellas, que para hacer la revolución no se debía perder de vista jamás, que después del paraíso revolucionario que se estaba tratando de gestar, se hallaban las metrallas del enemigo.

Si a esto aunamos el hecho de que ni a los republicano, ni a los stalinistas, ni a los burgueses, ni en general a las demás potencias democráticas, incluida la misma URSS, le interesaba el triunfo del anarcosindicalismo en España sobre Franco, entonces entenderemos el porqué todos estos elementos se dieron fraternalmente las manos para ahogar el empeño popular por hacer la revolución.

Hay cierta lógica en éste empeño realizado contra la revolución en España: a los republicanos y burgueses les unía, efectivamente, el objetivo de no perder sus privilegios en el Estado; a la URSS le interesaba especialmente ahogar la revolución española, que hubiera sido un llamamiento a todos los pueblos del mundo, incluida la URSS, para que vieran que una sociedad libre, sin Estado y sin autoridad era posible.

No es de sorprenderse entonces, que las fuerzas republicanas, burguesas, stalinistas, y contrarrevolucionarias se dieran la mano para ahogar la revolución española.

Al mismo tiempo y una vez aclarado el porqué de la colaboración entre las diferentes fuerzas para luchar contra la revolución, se hace indispensable ver que dentro de la misma CNT existía la división de opiniones: los directivos de la CNT entraron al gobierno, pero la oposición a semejante gesto no podía hacerse esperar.

Las Juventudes Libertarias de Cataluña mostraron durante gran tiempo su desacuerdo con la participación de la CNT en el gobierno. Los periódicos “Ruta” (JJLL), “Acracia” de Lérida, donde colaboraba José Peirats, “Nosotros”, de Valencia y en Hospitalet de Llobregat se editaba el periódico “ideas” de fuerte oposición a la colaboración política donde colaboraron miembros de Callejas, Balius, etc., y otros miembros del grupo de los “Amigos de Durruti” así como gente de la FAI, entre ellos Severino Campos y José Xena y por supuesto “El Amigo del Pueblo” de los Amigos de Durruti, cuyos números van del 19 de mayo de 1937 al 20 de noviembre de ese mismo año, muestran todos una clara oposición a la participación de la CNT en el gobierno y la colaboración política.

Véase también la división que dicha colaboración provocó entre el Comité Peninsular de la FAI y un sector de la CNT.

Del 16 al 30 de octubre se celebró en Barcelona el primer Pleno Nacional de Regionales del Movimiento Libertario. Veamos como ponía la FAI el caso de la colaboración política:

 

“Es preciso salir al paso de quienes menosprecian nuestros principios. Quien no tenga ideas no debe de estar al frente de nuestro Movimiento. El 'bagaje doctrinal' y la 'literatura trasnochada' a que se ha aludido no pueden ser motivo de desconsideración por los anarquistas que aún se precian de serlo. Si alguien desprecia nuestras doctrinas que se vaya de nuestro lado. Esta tendencia a justificarlo todo es nefasta y nos lleva a posturas poco gallardas... Somos optimistas porque confiamos en lo que hemos creado, y las debilidades presentes hay que superarlas poniendo fuera de la dirección de nuestro Movimiento a los que no creen ya en la Organización por ignorancia o por apostasía. Es preciso decir la verdad en nuestros medios. Engañar a los militantes es una traición. Tener arraigado el concepto de la responsabilidad es un deber para los que, además de hombres, se llaman anarquistas. Tampoco podemos justificar los errores del presente por los pretéritos. Si se cometieron sólo hemos de recordarlos para no incurrir de nuevo en ellos... Para nuestro Movimiento la ética no es un artículo de lujo, sino algo imprescindible que nos distingue de los demás sectores... Hay que recobrar nuestra inmensa fuerza trabajando en el seno de nuestra Organización, considerando, como cosa circunstancial que es, la acción gubernamental. No hemos de olvidar por un solo momento nuestros objetivos revolucionarios. El Movimiento Libertario ha de recobrarse. A éste, aquí reunido, le toca señalar las soluciones. Nosotros somos un comité de una organización anarquista y sabemos hasta donde alcanza nuestra misión. Nos debemos a nuestros militantes, y no somos los que hemos de dar órdenes”

 

En el Pleno anterior se dijo también “El Movimiento Libertario, al intervenir excepcionalmente en política declara: que el Poder político, el Estado, será siempre la antítesis de la Anarquía, y que su participación circunstancial en el Poder ha sido (…) para oponerse desde el mismo Poder y en todas partes, el máximo posible, al estrangulamiento de la revolución”

La sección de la JJLL que se hallaban en este Pleno afirmaron en una de sus sesiones: “pretender introducirse en el Estado para destruirlo es como si para abolir la prostitución llevásemos a nuestras mujeres y hermanas a los burdeles”

Recuérdese también el Congreso de la AIT celebrado en París el 11 de junio de 1937, donde los mismos compañeros anarquistas asistentes al Congreso reprocharon a la delegación de la CNT su participación en el gobierno y la colaboración política:

 

“Que la dirección de la guerra revolucionaria, simultáneamente con la transformación social, debería excluir por parte de la CNT toda participación directa y todo convenio con los gobiernos de Barcelona y Valencia, y necesitaría el abandono por la CNT de todas las concesiones políticas económicas y doctrinales hechas a estos gobiernos con el fin de mantener intacto un determinado frente antifascista compuestos de sectores que negocian con el enemigo de clase a fin de liquidar la guerra y estrangular la revolución…”

 

Helmut Rudiger, asistente al Congreso, manifestó que era injusto tratar así al más grande movimiento de masas que tenía el anarquismo internacional, enjuiciarlo y atacarlo por su actitud “como si se tratara de tiempos alegres”. En efecto, no se trataban de tiempos alegres, sino de revolución y de guerra, lo que llevaba a la CNT a adoptar actitudes que no eran precisamente las más afines con la línea anarcosindicalista, pero que eran a la vez una consecuencia de la guerra.

Una semana después de realizado este Congreso asistieron García Oliver y Federica Montseny a París a explicar en un mitin las circunstancias que les llevaron a participar en el gobierno, la colaboración política, etc., siendo abucheados por más de media hora.

Aun hay una posición que aun aceptando la entrada en el gobierno lo recordaban con cierto disgusto. Así es como Diego Abad de Santillán lo recuerda:

 

“Por primera vez en la historia del movimiento social moderno, los anarquistas entramos a formar parte de un Gobierno con toda la responsabilidad inherente a esa función. Pero no porque hayamos olvidado las propias doctrinas u olvidado la esencia del aparato gubernativo. Circunstancias superiores a nuestra misma voluntad nos llevaron a situaciones y a procedimientos que nos repugnaban, pero que no podíamos eludir.”

 

Además como he dicho ya, existía una guerra, y había que pensar en eso. No se tratan de tiempos únicamente revolucionarios, sino también de guerra. Esto debió influir grandemente para que se decidiera entrar en el gobierno y oponerse todo lo posible a que éste atacara las conquistas revolucionarias. Helmut Rudiger, que asistió al Congreso de la AIT el 11 de junio, y de quien ya hemos hablado un poco, dijo en este Congreso otras palabras realmente lógicas que expresan el carácter de la situación que se estaba viviendo:

 

“¿Hay que hacer la revolución antes de hacer la guerra, o hay que hacer la guerra antes de poder hacer la revolución? Las dos fórmulas son abstracciones que no tienen nada que ver con la realidad… si se pierde la guerra se pierde todo, y para medio siglo o más tiempo ya no habrá ninguna discusión más sobre el problema de la revolución”

 

Luego viene también al caso la teoría que expone Cesar M. Lorenzo en su Los Anarquistas Españoles y el Poder:

 

“[con los sucesos de mayo] Cabe preguntarse qué habría sucedido si la CNT no hubiera formado parte del gobierno en ese momento. ¿Quién hubiera impedido desde el mismo poder que una gran ofensiva militar y policiaca fuera lanzada contra el Movimiento Libertario acusado de rebelión? Si los anarquistas hubieran estado apartados de las grandes responsabilidades y perseguidos, ¿no se habrían jugado el todo por el todo como lo deseaban los marxistas revolucionarios y extremistas de «Los Amigos de Durruti»? Fueron numerosos los militantes libertarios que pensaron que si Franco no triunfó antes del verano de 1937, en gran parte fue debido a la participación de la CNT en el gobierno”

 

No puedo negar la desviación de la conducta anarcosindicalista en las filas de la CNT, digo esto pese a mi declarada adherencia a las ideas de las masas de la CNT y de la FAI en la revolución española, pero dadas las circunstancias, es muy poco lo que se puede alegar en este punto.

Este actuar del cenetismo ha dado pie para que gente del PC mundial haya escrito mucho sobre este tema redundando en lo mismo. Sabemos aceptar nuestros errores, ellos no: Marx --pese a estar muy equivocado casi en todo-- siempre tiene la razón… no digamos ya Lenin o Stalin. El anarquismo español, y mundial si se quiere, ha tenido y tendrá quizá más fallos. Fallos que deben ser comprendidos y corregidos.

Pero cuando la critica viene de gente como el PCE, que no dudó en ponerse en el lado de la contrarrevolución, la critica toma un tono chusco.

La diferencia entre los fallos del anarquismo y los del marxismo, estriba en que los fallos del anarquismo jamás han llevado a regímenes totalitarios y genocidas. El marxismo no puede decir lo mismo.

221.- Abel Paz. Durruti en la Revolución Española.

222.- Ídem.

223.- Ídem.

224.- Las palabras de Horacio M. Prieto fueron: “Votad, y después volveréis inmediatamente a Madrid”. Se votaba para saliera el gobierno, pero como CNT no se pensaba abandonar la lucha en Madrid.

225.- Abel Paz. Durruti en la Revolución Española.

226.- Dolores Ibarruri, etc. Guerra y Revolución en España 1936-39.

227.- Jacques Duclos. Anarquistas de Ayer y de Hoy.

228.- La eliminación de las milicias fue, creo yo, uno de los principales errores que se cometieron en la revolución española: un ejército disciplinado puede cumplir una acción eficiente en una guerra, no así en una revolución, y lo que España estaba viviendo era, aunque le pese al PCE, una guerra y una revolución. Pero la existencia de un cuerpo popular, las milicias, que hicieran la vida imposible al enemigo: saboteando su retaguardia, dando golpes de mano, los francotiradores, y elementos que se infiltraran en la retaguardia enemiga y sembraran la desconfianza y desmoralizaran a éstas era imprescindible y muy eficaz en la revolución española.

Recuérdese, por ejemplo, los dolores de cabeza que las fuerzas populares de Néstor Makhno causaron no sólo a los Blancos, sino también a los austroalemanes y a los mismos bolcheviques, etc.

Un ejército disciplinado, sin más intervención popular que obedecer y callar debía necesariamente de desmoralizar a los combatientes. En un ejército puede haber buenos robots que se maten según lo dicte el superior, pero jamás hombres que entregan su vida por una causa que conocen y sienten.

Si a todo esto le sumamos la desmoralizante entrega de municiones y de armamento con preferencia a los siervos del PCE y del PSUC, era lógico que los milicianos de otras organizaciones se desmoralizaran y vinieran con ello las indisciplinas. Pues mientras las fuerzas del PCE y del PSUC contaban con excelente armamento (batallones de ametralladoras, de fusiles ametralladoras, etc.) y abundante munición que muy raras veces supieron utilizar, y un cuerpo propio de salvamento con médicos propios (hospital y equipo quirúrgico propio), los milicianos anarquistas se cubrían los pies con cartones o hules a falta de calzado, con armamento viejo que les explotaba en las manos y municiones muy reducidas, que siempre supieron aprovechar.

Además de esto, los que servían fielmente al PCE y al PSUC se les concedían ascensos rapidísimos, mientras había excelentes pilotos y militares de probada calidad antifascista que vagaban por las calles al ser rechazados por los directivos de la guerra. En el mes de mayo de 1938 en la División 27 (antigua Columna Carlos Marx) se registraron 1.280 ascensos de cabos, sargentos, tenientes, capitanes comandantes y comisarios. Según un informe de la FAI “Los ascensos de los mandos comunistas ofrecen un espectáculo escandaloso. De una sola vez, la II división ascendió por méritos de guerra, sin méritos, a 49 tenientes, haciendo lo mismo en la 46, la 27 y otras divisiones comunistas.

En la 27 [antigua Columna Carlos Marx] hubo en 15 días (mayo de 1938, D. O. Nº 111, 120, 122) 1148 ascensos de cabos, sargentos, tenientes y capitanes” (Informe sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga la experiencia, por el Comité Peninsular de la FAI. Barcelona, septiembre de 1938).

La ineptitud de quien realizaba tales ascensos no era menor de quienes ascendían. El teniente coronel Gallo, el general Sarabia, el coronel Antonio Cordón, el coronel Ricardo Burillo, el teniente coronel Trueba, y otros tantos son la muestra clara de la gente inepta que era ascendida por el PCE y el PSUC con tal de situar a su gente o gente servil a ellos en los puestos clave de la guerra.

Si a esto le sumamos que los milicianos temían más ser asesinados por los matones del PCE y del PSUC que por el mismo enemigo, la situación de los combatientes se nos hace clara.

Esta eliminación de las milicias se hizo supuestamente por crear un organismo disciplinado para la lucha. En lo que acabamos de ver ¿alguien ve siquiera un síntoma de orden? No.

En el cuerpo que se formó con la eliminación de las milicias había de todo: miedo a los matones del PCE-PSUC, carencia de armas y de municiones por un lado y abundancia por otro, ascensos inmerecidos y desprecio de elementos provechosos a la guerra, y un cuerpo de ejército carente de voluntad propia. Había de todo ¡menos orden!

Ni si quiera el castigo corporal, vergüenza de los ejércitos al servicio de la burguesía fue eliminado: el dos de enero de 1938 unos soldados de 31 Brigada Mixta aprovecharon una pausa de 24 horas para ir a visitar unas horas a sus familiares. A su regreso se les detuvo y se les cortó el pelo a cero y se les exhibió por El Vellón (un pueblo cercano a Madrid) con unos carteles que decían su gran delito. El pueblo se indigno, y dos hombres dijeron que los carteles debían de ser puestos al cuello de quien habían ordenado tal cosa: fueron también detenidos y fusilados de inmediato. Se trataba de un militante de la CNT del Sindicato de la Construcción al que apodaban “El Chato” y el otro era de la UGT, del Sindicato Metalúrgico, llamado Pedro Calvo. Murieron con el puño en alto ante sus asesinos.

229.- Solidaridad Obrera. 5 de noviembre de 1936.

230.- Véase Durruti en la Revolución Española de Abel Paz.

231.- José Peirats. Los Anarquistas en la Crisis Política Española.

232.- Fragua Social. 14 de noviembre de 1936.

233.- Ídem.

234.- Citado según Burnett Bolloten. La Revolución Española.

235.- Citas tomadas de José Peirats. Los Anarquistas en la Crisis Política Española.

236.- V. Alba, ed., La revolución española en la práctica. Documentos del POUM, Barcelona, 1977. Citado por Ferrán Gallego. Barcelona, Mayo de 1937.

237.- La Batalla. 13 de mayo de 1937.

238.- Numero 1 de La Revolution Espagnole, Boletín de información del POUM que se escribió en lengua francesa.

239.- George Orwell. Homenaje a Cataluña. No solo las relaciones en las milicias anarquistas eran lo más libres y antiautoritarias que se pudiera, lo cual lo demuestra la negativa de muchos, muchísimos milicianos a militarizarse, sino que incluso se trataba de destruir el estilo de vida de los combatientes que, en las demás milicias se dedicaban a holgazanear en tiempos donde no había enfrentamiento; en las milicias anarquistas de Aragón se combatía eso enviando a los milicianos que no estaban en lucha, a ayudar a los campesinos en la siembra y cosecha, y dando instrucción a los campesinos sobre la sociedad libertaria y métodos económicos, en fin, se eliminaba el ocio de los militantes.

240.- La Batalla. 13 de mayo de 1937.

241.- “La Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica de Cataluña declaran que ni antes ni ahora quieren tomar el poder en sus manos, sino que estamos dispuestos a colaborar honrada y lealmente, con todas las fuerzas antifascistas del pueblo español (…) La historia de nuestra organización demuestra que nosotros no queremos apropiarnos del poder político…”. José Peirats. La CNT en la Revolución Española.

242.- Solidaridad Obrera. 8 de marzo de 1937.

243.- Ídem. 18 de mayo de 1937.

244.- Citado según Carlos Semprún Maura. Revolución y Contrarrevolución en Cataluña. 1936-1937.

245.- No iba a ser ésta la única vez en que miembros antifascistas incursionaran en territorio enemigo: un grupo de probados militantes, luego de pedir la autorización al mando de su grupo, se dirigió Zaragoza. Se trataba de militantes serios y probados. El 10 de octubre de 1936 hacia las seis de la tarde cuatro guerrilleros salieron hacia Zaragoza, portando un arma cada quien, algunas municiones y víveres para el camino. Hacia el día siguiente a las dos de la tarde lograron llegar a Zaragoza e introducirse en el lugar.

Después de ponerse de acuerdo sobre el lugar de reunión posterior y cosas similares, cada uno se insertó plenamente en territorio enemigo, en una ciudad plagada de delatores, espías, y enemigos camuflados. Lograron contactar con los amigos y familiares, y el día 14, a las 7:30 de la tarde se reunieron en el lugar convenido 49 hombres del Movimiento Libertario de Zaragoza y los cuatro miembros que se habían infiltrado en territorio enemigo y que les sacarían de ahí.

Al día siguiente a las siete de la mañana llegaban todos ante las organizaciones antifascistas.

Ésta no iba a ser la última incursión en territorio enemigo: una semana después de la primera incursión se envió a cinco guerrilleros, en nombre de la CNT, para incursionar en Zaragoza y rescatar a todos los camaradas posibles.

Después de algunas travesías, se logró rescatar a 44 compañeros. Después se rescataron a 35, a 44 compañeros más, e incluso hubo una expedición de más de cien personas rescatadas.

Todo esto hacía proponer cosas más ambiciosas: se propuso entonces atacar Zaragoza desde el centro, introducir a mil quinientos elementos antifascistas y sorprender al enemigo. Se formó un grupo que debía encargarse de los preparativos. Uno de los guerrilleros narra la manera en que se produjeron los preparativos:

 

“Dejamos de lado el paso de más expediciones, pues comprendimos que era ya casi imposible llevarlas a buen fin; teníamos noticias de que los fascistas, por su parte, hacían expediciones simuladas para detener compañeros, lo que consiguieron alguna vez, después del último viaje nuestro. Tampoco convenía poner en evidencia al enemigo el paso magnífico que había para realizar la operación sobre Zaragoza. Emprendimos la labor de sacar fotografías y datos para dicha empresa. Íbamos periódicamente a Zaragoza hasta dos y tres veces por semana, y cuando tuvimos todos los datos requeridos se comenzó la tarea de hacer el plano de la ciudad, con inclusión de los barrios de nueva construcción, que no existían en plano alguno de los viejos. En el grupo encargado de estas labores, había una variedad completa de capacidades, desde el simple campesino al delineante y topógrafo; por esto cada uno, de acuerdo a su capacidad, trabajaba en el objetivo común.

Por parte del Comité Regional de la Confederación de Aragón, Rioja y Navarra se nos dotó de ocho fusiles ametralladora y todo el material de defensa que necesitábamos para salir airosos de cualquier contratiempo.

Terminado el plano, en el que se señalaban los lugares estratégicos y militares, tales como cuarteles de la Falange, de Acción ciudadana, de asalto, polvorines, emplazamientos de las ametralladoras antiaéreas, de las ametralladoras, bases de municionamiento, fábricas militares. Luego el trabajo se presentó al Estado Mayor del Sector Sur Ebro. Faltaba conocer las fuerzas que el enemigo podría poner en movimiento para repeler el ataque. Se hizo la investigación pertinente y se inició el adiestramiento de los milicianos para la marcha.

El Estado Mayor Central envió a dos rusos a informarse sobre el proyecto. Durante cuatro semanas se les hizo conocer el terreno y los detalles del proyectado ataque.

Acudieron unos comandantes de aviación y jefes del Estado Mayor para opinar sobre el terreno con pleno conocimiento de causa. Todos volvieron satisfechos, dando su palabra de que la operación se haría, extrañándose de que no se hubiera hecho antes. Los viajes de exploración se hicieron de día, para percibir mejor la naturaleza del terreno y comprobar que Zaragoza no estaba fortificada. Saliendo las fuerzas a las siete de la tarde, se podía entrar en contacto con los primeros barrios de Torrero a las cuatro y media de la mañana del día siguiente, sin ningún contratiempo.

En relación con esta empresa, la organización confederal aragonesa intervino activamente, haciendo todos los preparativos que creyó oportunos: pasquines, octavillas, etc., hizo confeccionar por su cuenta cinturones portabombas, banderas y uniformes. Todo se hacía en el secreto más riguroso, hasta el extremo de hallarse concentrados más de cinco mil campesinos en puntos estratégicos, sin saber todavía para qué”. (Citado según Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra)

 

Se realizaron todos los preparativos necesarios, se planeó hasta el último detalle para no fallar. Una vez que se realizara el primer golpe de los incrustados en la ciudad, se iba a iniciar la ofensiva por el sector de Zuera y por el de Bujaraloz. Se formaron grupos que debían cortar el paso al ferrocarril, para impedir la rápida llegada de refuerzos.

Todo se hallaba listo, no sólo los planos de la ciudades y los caminos correctos para cortar camino, el corte al ferrocarril, 700 animales de carga para transportar ametralladoras, municiones, etc., el sabotaje en la retaguardia enemiga, francotiradores, etc.

Estaba perfectamente planeado el golpe, nada podía fallar, Zaragoza, el objetivo supremo de los milicianos sería por fin conquistado, y con ello la balanza de la guerra se decantaría hacia el antifascismo.

De repente, se recibe la orden de abandonar la operación. ¿Por qué? ¿Quién lo ordenó? ¿Con que fin? ¿Cuál era el argumento?

No queda nada claro el porqué del abandono de la una operación de tal magnitud, pero no sería nada extraño que los consejeros rusos tuvieran algo que ver.

Una ofensiva de esa importancia, conquistando el sueño de los milicianos anarquistas y antifascistas en general, hubiera significado si no el fin, si por lo menos un avance hacia el fin de la guerra, ganada por el pueblo antifascista. En ello se encontraban varios intereses económicos y políticos, desde la URSS hasta los republicanos traidores estaban interesados en que el pueblo no venciera. No es extraña entonces que una operación de esta importancia fuera abortada por los dirigentes del gobierno.

246.- Otras de las direcciones en las que se encontraban Tchekas que he podido investigar son: el Hotel Colón de Barcelona, el Casal Carlos Marx, en la Puerta del Ángel 24, en Villamajor 5, en lo que se refiere a Barcelona; El Convento de Santa Úrsula en Valencia, en el Castillo de Castelldefels, en Chinchilla, etc.

247.- Informe sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga la experiencia, por el Comité Peninsular de la FAI. Barcelona, septiembre de 1938.

Uno de los pretextos que ponía el PCE y el PSUC para cometer tales asesinatos era que los asesinados pretendían pasarse al enemigo. Recuérdese el caso de los compañeros Felipe Mingo Pérez, del Sindicatos Gastronómico de la CNT y de Antonio García Menéndez, de la UGT de Madrid. Ambos habían sido voluntarios desde que estalló el movimiento y fueron fusilados el 14 de diciembre de 1937 bajo este pretexto.

El miedo a ser asesinados por los supuestos compañeros antifascistas del PCE y del PSUC llegó a tal extremo que un capitán de la CNT (de la 109) y un teniente (de la 20 Brigada) se negaban a bajar al puesto de mando durante la noche, temiendo ser asesinados.

248.- Roldán Cortada había sido militante de la CNT. Cuando llega la dictadura de Primo de Rivera éste se había refugiado en Francia, como muchos militantes más. De Francia paso a Suiza. Cuando todo apuntaba a la caída de la dictadura Roldán Cortada regresó a España como muchos otros, para reanudar la lucha clandestinamente contra el régimen. Cuando la República es proclamada (14 de abril de 1931) Roldán Cortada participa activamente en el sindicato de la construcción de Barcelona. Una vez iniciado el levantamiento franquista Cortada abandona la CNT e ingresa en el PSUC, distinguiéndose por sus ataques a sus antiguos compañeros.

249.- Rafael Vidella fue en 1922 redactor de Solidaridad Obrera.

250.- Secretario General del PCE.

251.- Según Dolores Ibarruri y compañía en Guerra y Revolución en España 1936-39, dicen que en previsión al ataque los faístas habían montado ametralladoras en el interior del edificio para impedir su ocupación por la Generalitat. Los guardias no pudieron pasar de la planta baja. Esto se contradice con los hechos, pues los policías ocuparon la planta baja del edificio, mientras los libertarios y ugetistas mantenían el control en los pisos de arriba: si los libertarios hubieran sabido que se iba a realizar este ataque y se hubieran montado las ametralladoras que dicen, los policías no hubiesen pasado de la puerta de entrada.

252.- La obra presidida por Ibarruri afirma que las masas que se levantaron en Barcelona contra la contrarrevolución marxista no contaban con el apoyo de las masas confederales. Otra contradicción más por parte de esta obra, porque fueron las masas confederales las que opusieron la resistencia a la contrarrevolución.

253.- Solidaridad Obrera. 4 de mayo de 1937.

254.- José Peirats. La CNT en la revolución española.

255.- José Peirats. Ídem.

256.- Sobre los Amigos de Durruti se han escrito muchas cosas: desde que eran separatistas catalanes quienes les influenciaban, que mantenían en sus consignas varios tópicos marxistas, que eran provocadores, etc. Juan García Oliver en sus Memorias también habla un poco sobre la composición de este grupo:

 

“Sus elementos destacados, y fuera de ellos con nadie contaban, eran tres: Pablo Ruiz, Jaime Balius y Carreño. Ninguno de los tres era «faísta»… Carreño era un anarquista venido de Argentina. Durruti lo llevó consigo en su Columna... Cuando Durruti organizó el Comité de Guerra, Carreño se hizo jefe del mismo. En el Comité de Guerra no aportó iniciativas militares. Era de ambiciones pequeñas. Durruti lo envió con la delegación de su Columna al desfile de octubre en Moscú, lo que no lo caracteriza como anarquista precisamente... Jaime Balius no era anarquista ni sindicalista. Era un fanático separatista catalán que se separó de Macià y Companys cuando, abandonando la idea de crear el gobierno de Estat Catalá, optaron por la Generalidad de Cataluña. No pertenecía a ningún sindicato. Su estancia en cierta forma en la CNT se debía a Liberto Callejas, que en su bohemio deambular por Barcelona tropezaba con gente de lo más rara, frecuentemente sospechosa. Fue Callejas quien empezó a publicar en CNT de Madrid artículos de Balius, muy radicales; ni anarquistas ni sindicalistas ni separatistas; solamente de rabioso contenido radical, casi nihilista. A mí… no me gustaba la colaboración de Balius y se lo dije a Callejas, que hacía de director…

¿Qué era Pablo Ruiz aparte de haber sido visto siempre con desconfianza?... Pablo Ruiz no pertenecía a ningún grupo, ni de acción ni de afinidad…” (Juan García Oliver. El Eco de los Pasos)

 

Independientemente de la opinión de García Oliver, los Amigos de Durruti no eran solamente tres, y tenían apoyo en otros grupos. El grupo de los Amigos de Durruti fue formado con grupos de milicianos de la Columna Durruti que se negaron a aceptar la colaboración política y la militarización de las milicias y que regresaron a Barcelona “con sus armas y equipo” (Véase el periódico Nuevo Aragón. 23 de marzo, y la carta de Balius a Ronald Fraser en Recuérdalo tú y Recuérdalo a Otros). El pasado de Balius no puede ser motivo de desconfianza: si bien procedía del catalanismo separatista, su conducta fue modificada hasta terminar en las filas del anarquismo catalán. Y esta evolución de ideas no es nada nuevo en los movimientos sociales.

No se encontraban solos, como he dicho y como lo confirma en la lista de suscripciones insertada en el número del 26 de mayo, donde se encuentran suscripciones del frente y la retaguardia de Aragón. Miguel Chueca apoyaba con dinero al Periódico de los Amigos de Durruti “El Amigo del Pueblo” y sus opiniones, por lo menos en lo que corresponde a los sucesos de mayo del 37 y lo correspondiente a la colaboración de la CNT eran compartidas por Peirats y los periódicos de oposición que he insertado en una nota anterior hablando de los periódicos de oposición a la colaboración.

Pero, al margen de las opiniones sobre los Amigos de Durruti, lo cierto es que sus consignas en el momento de los enfrentamientos en Barcelona en 1937, correspondían perfectamente a las aspiraciones populares de acabar con la contrarrevolución. Querían también, a su vez, acabar con los apelativos que a su grupo se ponía en el primer número de El Amigo del Pueblo:

 

“¡No somos provocadores! ¡Somos los mismos de siempre!

Durruti es nuestro guía. Su bandera es la nuestra. ¡Nadie nos la arrebatara!

¡Es nuestra! ¡Viva la FAI! ¡Viva la CNT!”

 

Tener que aclarar su postura ante los compañeros era algo que siempre tuvieron que hacer en el tiempo que duró su agrupación.

257.- Hemos hablado ya un poco de las Tchekas rusas en España y del sadismo con que actuaban. La Tcheka de Santa Úrsula, de la que hemos hablado ya, era una de las más terribles, y donde entraron incluso miembros del gobierno republicano y extranjeros llegados para apoyar la república (no ya la revolución) en su lucha contra el fascismo. Pues bien, uno de los más conocidos relatos de la represión marxista en España es la del joven J. H. Trafalgar, miembro de la FAI quien había sido dos veces herido en la frente y al que se acusaba de haber atacado un Centro del Estat Català durante las jornadas de mayo. Fue detenido y llevado a una Tcheka de la calle Córcega, donde paso 28 días detenido, sus primeros 8 días fueron sin alimento. Como no se le pudo probar nada se le puso en libertad, pero poco más tarde fue detenido de nuevo por agentes de la Tcheka, que le devolvieron a la Tcheka de Córcega. Una vez extendida su libertad, se disponía de él sin contratiempo alguno. El relato del compañero logró salir de las gruesas paredes de las Tchekas y se difundió mucho. Helo aquí:

 

“[Después de ser detenido por segunda vez] Por la noche, más o menos a las doce, fui trasladado al piso superior para sufrir un interrogatorio. Primero y muy atentamente se me comunicó que la denuncia anterior había sido retirada y que ahora se me acusaba de haber tomado parte directamente o por lo menos en la preparación del atentado contra Andreu, el presidente de la Audiencia de Barcelona.

Expliqué dónde había pasado el día del atentado, afirmé que nada sabía del mismo y que lo condenaba como lo hacía la organización a través de la Solidaridad Obrera.

De nada sirvieron mis afirmaciones. Los policías de la Tcheka decían que yo estaba en el secreto del atentado. Que si ‘cantaba’ sería puesto en libertad, conducido al extranjero y que se me pagaría espléndidamente. Que si era un poco inteligente debía delatar a los que habían tomado parte en el hecho o por lo menos a los que podían haber intervenido en el atentado.

En caso contrario se me amenazaba con el consabido ‘paseo’.

Las preguntas que comenzaron en tono cordial y dulzón fueron agriándose poco a poco. El ambiente teatral a más no poder estaba en consonancia con el carácter del interrogatorio. A mi alrededor Dalmau con su sonrisa sarcástica, Calero jugando con un puñal, y otros varios, en diferentes posturas. En la mesa, a poco más de un metro de distancia un potentísimo foco luminoso orientado hacia nosotros. El resto de la habitación completamente a oscuras.

Los policías preguntaban todos a coro y sobre diferentes cuestiones. Al mismo tiempo en la oscuridad y detrás de un biombo una voz acusadora afirmaba haberme visto el día del atentado en un coche particular frente al Palacio de Justicia. A mis continuos requerimientos de que diese la cara, se negó a salir alegando el temor a una futura venganza mía.

El espectáculo era capaz de triturar los nervios al más fuerte. El cansancio, la debilidad, las preguntas, los insultos, el foco eléctrico, el puñal se mezclaban en mi cerebro bailando una danza de locura. Al final, desesperado, convencido de que acabarían por matarme, deseoso de terminar aquella pesadilla cuanto antes, confesé: ‘Sí, he sido yo’. Pero la declaración no interesaba a los policías.

Sabían perfectamente que no había tomado parte. Lo que a ellos les interesaba era saber el nombre de los verdaderos autores. Y continuaron insistiendo en ese sentido. Mi respuesta fue contundente: ‘Sí; he sido yo, con Azaña y Companys’. Era el hundimiento de sus esperanzas. Tuvieron que darse por vencidos. Había llegado el momento de cambiar de procedimientos.

Dalmau se levantó. ‘Ya sabéis lo que tenéis que hacer’, dijo a sus subordinados. Los policías sacaron las pistolas y pusieron la bala en la recámara. Aquello era el principio del fin. Calero intentaba esposarme las muñecas a las espaldas. Mi reloj pulsera impedía la maniobra. Tranquilamente me desabrocho el reloj y se lo entrego a Calero: ‘Toma, para que me des el tiro de gracia lo antes posible’.

Bajamos al segundo piso. Me hicieron entrar en el cuarto de baño. Supuse que querían evitar que el ruido de los disparos llegase a la calle. Pero los policías no parecían tener prisa. Echaron una pastilla de jabón a la bañera y abrieron los grifos. El jabón era de marca francesa. La pastilla era grande. Pesaría un kilo al menos. Yo contemplaba la escena sin llegar a comprender las verdaderas intenciones de aquellos hombres. El ruido fuerte y monótono del agua al caer en la bañera golpeaba sobre mi cansancio contagiándome unas ganas locas de dormir.

Terminados aquellos preparativos, recomenzó el interrogatorio. Una mezcla de amenazas y de consejos. ‘No seas tonto, confiesa, que te quedan ya pocos minutos de vida’. La idea de la muerte estaba en todas las palabras. Yo deseaba que todo aquello terminase de una vez. Tenía un verdadero deseo de sentir sobre mis sienes el frío contacto de las pistolas de los policías. Pero mis interrogadores tenían intenciones más refinadas. ¡Cómo no lo había comprendido antes! A la media hora el agua había llenado la bañera por completo. Después de una última pregunta, Calero se dirigió a sus compañeros: ‘Habrá que meterlo, ¿no os parece?’, Y me vi en el aire, la cabeza hacia abajo y los pies hacia el techo. Comenzaba la verdadera tortura. Una nueva pregunta, mientras la cabeza rozaba la superficie del agua. Como es natural, la respuesta fue idéntica a las anteriores. Y pocos recuerdos claros me quedan ya.

Mi cabeza fue sumergida hasta llegar al fondo de la bañera.

Recuerdo que las muñecas, hinchadas por la presión de las esposas, me dolían extraordinariamente. Debí haber realizado estúpidos e inconscientes esfuerzos para soltarme. En el fondo de la bañera traté de resistir lo indecible. Aguanté la respiración unos segundos que parecieron siglos. Después ya no pude aguantar más. Me faltaba aire. Empecé a tragar agua. Por todas partes. Por la boca, por la nariz, por los oídos. Tuve la sensación de que el agua me llegaba al mismo cerebro. Perdí el control de la voluntad. Sólo quedaba ya el instinto de conservación defendiéndose brutal y apasionadamente.

Tengo el oscuro recuerdo de que comencé a golpear con todo el cuerpo, con la cabeza, los hombros, los brazos. Perdí el conocimiento. No puedo imaginarme el tiempo que pasé en esa situación. Cuando volví en mí estaba fuera del agua y echado sobre una silla tapizada, colgando las piernas por un lado y la cabeza por otro. Había vomitado extraordinariamente. El jabón era un excelente vomitivo. Todo el cuerpo me dolía.

La cabeza me daba vueltas como si estuviera beodo. Cuando las ideas comenzaban a articularse de nuevo, los policías volvieron a atropellarme con sus preguntas…

Ante el fracaso del interrogatorio fui metido otra vez en la bañera en medio de las injurias y de los juramentos de los policías. Esta vez tardé pocos segundos en perder el conocimiento. Cuando volví a recobrarlo estaba vomitando, echado sobre la silla. Los policías habían perdido también el control de sus nervios y se mostraban con toda la brutalidad de que eran capaces. Me golpeaban a puñetazos y a puntapiés con frases groseras…

Un poco más apaciguados continuaron sus monótonas preguntas. Yo estaba tan destrozado por dentro y por fuera que no podía contestar siquiera. Dispuesto a terminar de una vez para siempre, recurriendo a las pocas fuerzas que me quedaban, me levanté y me dejé caer pesadamente en la bañera. Era preferible morir ahogado que seguir soportando aquel tormento.

Cuando volví a recobrar el conocimiento estaba en otra habitación. Los policías me habían desnudado y echado sobre un colchón. Se llevaron las ropas y los zapatos. Así permanecí cuatro días. En ese tiempo no pude comer y tardé ocho días en levantarme de la cama. Tal era mi lamentable postración física. Los policías no se dieron por vencidos. Durante esos ocho días se presentaban cada hora o cada media hora a mi habitación a tomarme declaración.

Creo que desfilaron todos los agentes de la Tcheka, con preguntas parecidas y con el mismo corolario: el cuarto de baño.

En el transcurso de aquel desfile pude comprobar que los policías se habían repartido mis mejores prendas de vestir y mis objetos personales. Uno llevaba mi pulsera, otro mi sortija, un tercero el cinto, un cuarto alumbraba sus cigarros con mi mechero...

No había duda, además de verdugos eran unos vulgares ladrones...

Un poco más restablecido fui nuevamente llamado al tercer piso para declarar. El hecho se repitió otras dos veces. Vivía con los nervios en punta, convencido de que aquellas declaraciones acabarían fatalmente en el cuarto de baño. Afortunadamente me equivoqué. Una noche me mandaron subir a un coche particular. Íbamos, según los policías, a verificar un careo con mi acusador. Comprendí bien. El coche enfocó por la calle Salmerón y se dirigió hacia la Rabasada. Fuera de Barcelona encontramos otro coche parado en medio de la carretera. Seguramente nos estaba esperando. Me obligaron a descender. Me llevaron a la cuneta; la carretera estaba a oscuras. Los focos de los coches iluminaban el lado opuesto. Vi claramente que había llegado mi fin.

Del coche delantero descendieron tres hombres que se dirigieron hacia nosotros. Uno de ellos dijo haberme visto el día del atentado desde un coche particular que estaba parado frente al Palacio de Justicia. Los policías sonreían satisfechos. Era el testigo que yo había exigido para declararme reo. Dándome un golpecito en la espalda, me dijeron: ‘Puedes prepararte a morir’. Respondí con toda violencia. Podían matarme cuando les viniese en gana. La organización sabría luego lo que tendría que hacer.

Al pasar por los calabozos de la Jefatura había encontrado compañeros y había podido avisar a la Comisión jurídica y a mi grupo.

No me importaba morir. La pérdida de mi persona tenía poca importancia para el movimiento. Además estaba seguro de que no tardaría en ser vengado.

Me ofrecieron la última oportunidad para salvar la vida: delatar a los autores o cómplices míos, como decían. Si me rehusaba, se verían obligados a pegarme un tiro, a matarme como a un perro.

Me mantuve impertérrito. Si había llegado hasta allí, bien podía llegar hasta el final.

Me obligaron a subir nuevamente al coche y regresarnos. Habían encontrado la fórmula: ‘Te vamos a dar un día más para recapacitar…’”

 

Trafalgar pasó por varias cárceles hasta terminar en la cárcel de Barcelona como preso gubernativo. Fue aquí donde escribió el relato que acabamos de ver, y que muestra el sadismo de las Tchekas.

258.- Mundo Obrero. 13 de mayo de 1937.

259.- Ídem. 13 de mayo de 1937.

260.- Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.

261.- Según cita de Ferrán Gallego en Barcelona, Mayo de 1937, fue el mismo García Oliver quien intervino para evitarlo. La cita proviene de Ricardo Sanz. La Política y el Sindicalismo.

262.- Solidaridad Obrera. 14 de mayo de 1937. Después siguen los nombres de los encontrados en las calles, pertenecientes a la CNT. El texto termina con 22 líneas censuradas por el gobierno central.

263.- José Peirats. Los Anarquistas en la Crisis Política Española.

264.- Mundo Obrero. 6 de mayo de 1937.

265.- Ídem. 7 de mayo de 1937.

266.- Ídem. 8 de mayo de 1937.

267.- Ídem. 10 de mayo de 1937.

268.- Ídem. 11 de mayo de 1937.

269.- Ídem. 12 de mayo de 1937.

270.- Ídem. 13 de mayo de 1937.

271.- Ídem. 14 de mayo de 1937.

272.- Ha sido tan evidente la criminal actuación de los trotskistas que dirigen esta banda facciosa que es el POUM en el levantamiento contra la República durante la semana pasada, que todas las organizaciones antifascistas del país se han levantado unánimes en un movimiento de protesta general contra los provocadores de la tragedia. Treball. 14 de mayo de 1937.

273.- ¿No es asombroso el progreso del PCE? Después de ser siempre un partido minúsculo e impotente, ahora, gracias al chantaje armamentista se daba el lujo de pedir la disolución de ni más ni menos que la CNT, el organismo sin el cual la derrota del fascismo en España no hubiese sido posible.

274.- José Peirats. Los Anarquistas en la Crisis Política Española.

275.- Recuérdese lo que apuntábamos un poco más arriba sobre cómo se engrosaron las filas del PCE y las consignas utilizadas para tal maniobra.

276.- El ministro de agricultura era Vicente Uribe, de quien hablaremos más tarde.

277.- Sobre la personalidad de Negrín sería interesante leer una parte de un informe de la FAI que habla al respecto:

 

“[Negrín] (…) Ni es una persona de inteligencia ni es un hombre de trabajo. No pasa de ser un experto en gramática parda, y en gramática parda canaria, que es la peor de las gramáticas de ese estilo.

Su arrimo a Prieto le cubría como una capa protectora, y una serie de complicidades y de negocios comunes le dieron carta blanca para proceder en hacienda. Hay que reconocer que no ha desaprovechado el tiempo. Tenía la llave de la caja y lo primero que se le ocurrió en materia de finanzas fue crearse una guardia de corps de cien mil carabineros. No hemos tenido nunca 15.000 carabineros cuando disponíamos de tantos millares de costas y de fronteras, y el Dr. Negrín, sin fronteras y sin costas, ha creído necesario -¿para asegurar su política fiscal?--- un ejército de cien mil hombres. El delito de los que consintieron ese desfalco al tesoro público merece juicio severísimo. Y los que han tolerado sin protesta esa guardia de corps de un advenedizo sin moral y sin escrúpulos también deben ser responsabilizados, por su negligencia o su cobardía, de ese atentado al tesoro y a las conquistas revolucionarias del pueblo, que a eso se reducía, en última instancia, esa base organizada y bien armada de la contrarrevolución.

Los aduladores hablan en algunas ocasiones del dinamismo del Dr. Negrín. Negrín es, al contrario, un holgazán. Su dinamismo se agota en ajetreos inútiles, en festines pantagruélicos y harenes sostenidos por las finanzas de la pobre República para solaz del novedoso salvador de España. Este hombre no ha trabajado nunca, y ahí está su vida estéril para demostrarlo, ni tiene condiciones para concentrarse un par de horas seguidas sobre un asunto cualquiera. Por lo demás, ese ministro universal y dinámico necesita la ayuda de los inyectables para su vida insana de despilfarros y de desenfrenos.

Intelectualmente es una nulidad, moralmente es un nuevo rico que se gasta en disipación y en abusos de toda índole; políticamente no sabemos de él más que lo que hemos dicho y lo que estamos palpando todos los días.

Sobre todos los aspectos de su gestión tiene que depender en absoluto del criterio de los que le rodean. Y procura rodearse de gentes que no rayen a más altura que él. Así van las cosas de esta pobre España leal. ¿Leal a qué?

Ha iniciado este personaje funesto, y este es su título auténtico, una política de clandestinidad sistemática. Repetimos que su vida privada es lo único que se hace pública. Su vida pública es un misterio, no sólo para el pueblo que lucha, que trabaja y que paga, sino en el seno mismo del gobierno.

Tiene el arte maquiavélico de corromper a la gente, y es esa corrupción que le rodea lo que permite el secreto de la política que practica, política que, a causa de la inmoralidad y de los derroches en que se apoya, no puede ser más que secreta, como el arte del atraco. La clandestinidad, sin embargo, en asuntos como los financieros, no tiene antecedentes en ningún país. El propio Mussolini, ídolo de Negrín, tiene que acudir al parlamento para que apruebe sus presupuestos y vote los créditos para sus hazañas. La dictadura negrinesca en ese aspecto es más absoluta que la de Hitler y la de Mussolini, pues no necesita ni considera necesario dar cuenta a nadie, ni siquiera a sus ministros, de los miles de millones de pesetas evaporados.

Esa política de manos rotas para corromper individuos de todos los colores y matices políticos, ha hecho posible operaciones como la del traslado de gran parte del oro del Banco de España a Rusia, sin saber en qué condiciones, y la apertura de depósitos cuantiosos de centenares de millones en el extranjero para la presunta ayuda a los futuros emigrados de la España republicana. De todo esto no se ha dado cuenta ni siquiera al Gobierno. En este sentido Negrín es un innovador, pues ha hecho con la tapadera de la guerra lo que ningún gobernante, ni siquiera la monarquía absolutista, había podido hacer en España…”.

Comité Peninsular de la FAI: Informe sobre la necesidad de reafirmar nuestra personalidad revolucionaria y de negar nuestro concurso a una obra de gobierno necesariamente fatal para la guerra y para la revolución. Barcelona, septiembre de 1938.

278.- Solidaridad Obrera. 18 de mayo de 1937.

279.- Mundo Obrero. 18 de mayo de 1937.

280.- Ídem. 19 de mayo de 1937.

281.- Ídem. 20 de mayo de 1937.

282.- Ídem. 21 de mayo de 1937.

283.- Ídem. 22 de mayo de 1937.

284.- Ídem. 24 de mayo de 1937.

285.- Ídem. 25 de mayo de 1937.

286.- Ídem. 26 de mayo de 1937.

287.- Ídem. 28 de mayo de 1937.

288.- Ídem. 29 de mayo de 1937.

289.- Ídem. 1 de junio de 1937.

290.- Ídem. 3 de junio de 1937.

291.- Ídem. 10 de junio de 1937.

292.- Solidaridad Obrera. 8 de enero de 1937.

293.- Pese a la buena obra de Julián Casanova, De la Calle al Frente. El Anarcosindicalismo en España 1931-1939, hay algo en lo que no puedo coincidir con él: mantiene Casanova que mayo de 1937 no constituye, por lo tanto, la línea divisoria de dos etapas bien diferenciadas de la guerra civil (revolución libertaria y reacción comunista)… lo cual creo yo que es equivocado. Una vez que Negrín fue instalado en el poder, la contrarrevolución del PCE que venía ya desplegando desde casi los comienzos de la guerra se fortaleció. A partir de la caída de Largo Caballero y la ascensión de Negrín a la cabeza del poder, es que se hizo de manera muy veloz la persecución de los miembros del POUM y que se preparó el golpe a las colectividades aragonesas que antes no se había realizado. Se pasó además a desarmar a la retaguardia y se implanto el SIM, que vendría a ser una poderosa arma en manos del PCE y del PSUC. En mayo del 37 no sólo se atacó a la Telefónica, sino que también se abrió una brecha entre la revolución libertaria y el curso de la guerra, siendo sacrificada la primera precisamente por los que dirigían la segunda, es decir, los agentes soviéticos y demás miembros del PCE encaramados al gobierno. Así lo creía (por lo menos en cuanto a las colectividades) y lo escribió también en sus memorias Alfons Martorell Gavaldá: “Fue a partir de 1937 cuando [el PCE y el PSUC] desencadenaron una campaña sórdida y corrosiva, que envenenaba la mentalidad de muchos colectivistas, llegando a cometer bestialidades increíbles…”. Memorias de un Libertario. De la República al Exilio. También lo creían así, y estaban en lo correcto –por lo menos en este aspecto-, la agrupación de los Amigos de Durruti: “Después de mayo la contrarrevolución se sintió más fuerte que nunca”. Hacia una nueva Revolución.

294.- Se trataba de Irujo, un católico que servía al gobierno Negrín.

295.- Los redactores debieron tragarse su propia bilis más tarde, cuando al ver que Stalin, su amado jefe y guía, firmaba los primeros pactos con Hitler en 1938… ¡La lengua suelta a veces se enreda en el cuello propio!

296.- Mundo Obrero. Órgano oficial del Partido Comunista Español del 27 de agosto de 1937.

297.- Servicio de Investigación Militar.

298.- En abril de 1938 Uribarri huyó al extranjero llevándose consigo varios millones de pesetas en alhajas procedentes de las incautaciones.

299.- Se trataba de una especie de armario, donde sólo se escuchaban de manera muy fuerte unas campanas y otros ruidos parecidos.

300.- Se trataba de una celda de unos dos metros redonda, llena de agua tremendamente helada, donde se mantenía al preso hasta que declarara.

301.- Se trataba de la silla eléctrica tradicional, pero a diferencia de la otra, ésta no mataba, sólo daba fuertes descargas continuas al individuo.

302.- Sobre la composición de la Columna Durruti se han dado muchas cifras: La Columna Durruti, según D. A. de Santillán en Porque Perdimos la Guerra, partió con 3.000 hombres de los 12.000 que se pensaban. Tres mil también según Juan Gómez Casas en su Historia del Anarcosindicalismo Español. Aproximadamente dos mil, afirma Ricardo Sanz en Los que Fuimos a Madrid. Incluso la historiografía marxista afirma que fueron de 2 a 3.000, Guerra y Revolución en España 1936-39. Ibarruri, etc. Nosotros tomamos la cifra de 3000, pues es la que más se adecua a la realidad y en la que mas coinciden los protagonistas. En agosto de 1936, la Columna Durruti contaba ya con 4.500 hombres.

303.- Diego Abad de Santillán se pregunta en su libro que hemos ya citado “¿Qué tenía que ver Carlos Marx con nuestra epopeya?” evidentemente nada, a menos que se considere el papel nefasto que jugó su yerno en España a petición del mismo Marx y el papel contrarrevolucionario que sus herederos del PCE estaban jugando.

304.- Hermano de Francisco Ascaso.

305.- Nuevamente ¿Qué tenía que ver Lenin en la revolución española?

306.- Se trataba de un grupo de milicianos italianos de Huesca.

307.- “Los pueblos (…) estimaban que ese Consejo era necesario para conquistar nuevas posiciones y afianzar lo conquistado”. Cultura y Acción. 10 de octubre de 1936.

308.- Ponzán murió quemado por la Gestapo en Toulouse en agosto de 1944.

309.- Informe presentado por el Comité Regional de la CNT al Pleno de Sindicatos celebrado en Caspe los días 11 y 12 de septiembre de 1937.

310.- Cifras tomadas según Julián Casanova. De la Calle al Frente. El Anarcosindicalismo en España 1931-1939.

311.- Abel Paz. Durruti en la Revolución Española. Esto sucedía cuando el POUM aún no era eliminado del gobierno, en diciembre de 1936. A raíz de ello es que el POUM comienza a acercarse de una manera más seria a las filas de la CNT, buscando cobijo ante su situación, recuérdese más atrás cuando he hablado ya sobre los motivos que llevaron al POUM a actuar de esta manera, las tendencias ideológicas tan idénticas que tenía con el PCE y el PSUC y sus reivindicaciones.

312.- Gaceta de la República. 25 de diciembre de 1936.

313.- Durruti había ya muerto el 20 de noviembre de 1936.

314.- Esta Columna fue reconstituida después, con la represión que se desencadenó contra el POUM, que ya hemos visto.

315.- Cifras tomadas de Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.

316.- Actas del Primer Congreso Extraordinario de Colectividades celebrado en Caspe el 14 y 15 de febrero de 1937.

317.- Gastón Leval. Colectividades Libertarias en España.

318.- El Pleno se celebró el 25 de abril y la información sobre la composición de los colectivistas y las colectividades de la CNT en Solidaridad Obrera de los días 28, 29 y 30 de abril.

319.- Gaceta de la República. 9 de junio de 1937. Reproducido también por Dolores Ibarruri en Guerra y Revolución en España, 1936-1939.

320.- Solidaridad Obrera. 4 de agosto de 1937.

321.- Manuel Azaña. Memorias Políticas y de Guerra.

322.- Ídem.

323.- Ídem.

324.- Ya en el exilio Mantecón se quitaría la máscara de republicano y se asumiría como adicto stalinista.

325.- Frente Rojo, órgano de expresión del PCE de Valencia. 12 de agosto de 1937.

326.- Los datos aquí dichos están basados en los comentarios que dejaron los compañeros que vivieron estos sucesos y que fueron recogidos por la CNT en un magnífico libro que se llama Realizaciones Revolucionarias y Estructuras Colectivistas de la Comarcal de Monzón (Huesca).

327.- Recuérdese lo que decíamos al principio de este capítulo acerca de la formación ideológica del PCE y del PSUC, que no se luchaba por la revolución, sino por una República, la defensa de la propiedad, etc., cosas que engrosaron las filas del PCE y del PSUC con elementos reaccionarios y burgueses.

328.- Oficial y oficiosamente hemos intervenido en casos de denuncias de esa especie y hemos visto de cerca la verdad y hemos tenido que defender a. los campesinos contra los calumniadores de su obra. Tomado de Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.

329.- El PCE y el PSUC durante un tiempo se dieron a la tarea de hacer ruido sobre porque se mantenía inactivo el frente de Aragón. No decían que el gobierno negaba armas y municiones a los combatientes del frente. Cuando se recuerda esto, parece que se escucha a Abad de Santillán recriminar ¿Habíamos de declarar, para que lo supiera el enemigo, que ese frente estaba paralizado porque no disponíamos de un solo cartucho? La obra que preside Ibarruri, y de la que ya hemos hablado, dice que era inexacto que en Aragón se estuviera desprovisto de material de guerra para combatir, pues en Barcelona había una industria de guerra y verdaderos arsenales. Parece que esta gente no se daba cuenta de que, aunque en Barcelona hubiese material de guerra, no se podía dejar a la Cataluña sin armas, además la industria de guerra que había aquí era obsoleta. Recuérdese que cuando se planea el asalto al Banco de España se pensaba que si no se lograba comprar armamento por lo menos se renovaría la industria de guerra. Y si queremos ir más allá, no olvidemos que Rusia estaba vendiendo usureramente a España material de guerra que jamás llegaba a Barcelona, cosa que Ibarruri no dice y hace no recordar.

330.- Numerosas colectividades se formaron en localidades donde ni la CNT ni ninguna otra organización del Frente Popular poseían una representación notable antes de la sublevación militar” “Sería grotesco pretender demostrar que las milicias armadas impusieron la colectivización y el Consejo de Aragón por la fuerza y, en cambio, sólo unos meses después todo se habría desmoronado con un simple decreto del gobierno”. Citas tomadas de Julián Casanova. Anarquismo y Revolución en la Sociedad Rural Aragonesa 1936-1938. Si las cosas sucedieron así, es evidente que la fuerza de la que aquí habla Frente Rojo no es más que la que se ejerció sobre los propietarios burgueses, a los que las fuerzas del stalinismo entregarían los medios de producción. Una cosa más en este artículo calumnioso: por esa época en Rusia se colectivizaba a la fuerza, bajo el imperio déspota del patrón de los señores de Frente Rojo: Stalin.

331.- Frente Rojo. 14 de agosto de 1937.

332.- Mundo Obrero. 17 de agosto de 1937.

333.- José Peirats. Los Anarquistas en la Crisis Política Española.

334.- Citado por Julián Casanova. Anarquismo y Revolución en la Sociedad Rural Aragonesa. 1936-1938.

335.- Manifiesto del Comité Regional, 22 de enero de 1938. La censura gubernativa impidió que este manifiesto fuera publicado en la prensa anarquista.

336.- Dolores Ibarruri, etc., Guerra y Revolución en España. Tomo II.

337.- Informe del CP de la FAI al Pleno Nacional de Regionales del Movimiento Libertario. Octubre de 1938.

338.- Cifras citadas según el Informe sobre la dirección de la guerra y rectificaciones a que obliga la experiencia, por el Comité Peninsular de la FAI. Barcelona, septiembre de 1938.

339.- Véase el libro de Abad de Santillán Porque Perdimos la Guerra, donde se inserta la nota de Pedro Herrera sobre la reunión con Negrín.

340.- Diego Abad de Santillán. Porque Perdimos la Guerra.

341.- Negrín había asignado a Miaja como Jefe Supremo del Ejército durante el derrumbe de Cataluña.

342.- ¡Hábiles en política, ineptos en la revolución!

343.- Sobre los desacuerdos entre Mera y Casado puede consultarse las memorias del primero, Cipriano Mera. Guerra, Exilio y Cárcel de un Anarcosindicalista.

344.- Sobre estos preparativos y la proclamación del Consejo Nacional de Defensa consúltese Cipriano Mera. Guerra, Exilio y Cárcel de un Anarcosindicalista.

345.- Fueron, recuérdese, los miembros del PC y del PSUC junto a Negrín y demás miembros del gobierno quienes salieron en primera fila hacia la frontera de Francia.

346.- Estos tres últimos figuraban como ajenos a cualquier partido político.

347.- Ferrán Gallego. Barcelona, Mayo de 1937.

348.- Por mencionar sólo los más importantes en cuanto a la deformación del socialismo, dicho sea de paso, que Bujarin, Trotsky, etc., no son en mucho distintos de estos últimos.

349.- A raíz de este ataque es que se desata de manera oficial la Segunda Guerra Mundial.

350.- “Los Aliados” fue el nombre que adoptaron los países opuestos a las fuerzas del eje durante la Segunda Guerra Mundial. Las potencias del llamado eje eran Italia, Alemania y Japón. Por su parte los Aliados eran Rusia, Gran Bretaña, Francia, China y los Estados Unidos cuando se da el Ataque a Perl Harbor.

351.- Tomado de la revista Tierra y Libertad. Numero 456. Enero de 1986.

352.- Arthur Lehning. Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa.

353.- Queden fuera de esta lista todos los fascistas, burgueses y miembros gubernamentales que fueron ajusticiados por el pueblo.

354.- Citado en Osvaldo Bayer. Los Anarquistas Expropiadores.

355.- Citado según Martin Zemliak. Kropotkin. Obras.

356.- Max Nettlau. Comunismo Autoritario y Comunismo Libertario.

357.- Volin. La Revolución Desconocida.

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía a consultar (Algunos periódicos son más fáciles de consultar en libros, de todos modos los cito para respetar la fuente original).

 

¿Qué es el Anarquismo? Benjamín Cano Ruiz.

¿Qué es la AIT? Editada en abril de 1997 en Castellón, España. Editado por el secretariado de la Asociación Internacional de los Trabajadores.

¿Qué es la Propiedad? P. J. Proudhon.

¿Qué hacer? Lenin.

70 Días en Rusia. Ángel Pestaña.

A Short Sketch of a an Evetful life. Jenny Von Westphalen.

Actas del Primer Congreso Extraordinario de Colectividades celebrado en Caspe el 14 y 15 de febrero de 1937.

Anarquía y Comunismo Científico. Luigi Fabbri.

Anarquía y Comunismo Científico. Nicolai Bujarin.

Anarquismo y Revolución en la España del XIX. Clara E. Lida.

Anarquismo y Revolución en la Sociedad Rural Aragonesa 1936-1938. Julián Casanova.

Anarquismo y Sovietismo. Rudolf Rocker.

Anarquistas de Ayer y de Hoy. Jacques Duclos.

Anarquistas y Socialistas. Javier Paniagua.

Antología Anarquista. Gino Cerrito, Nicolas Walter, Gaston Leval, Salvador Hernandez, Benjamin Cano Ruiz, Noam Chomsky, Herbet Read, S. Cristie, A. Meltzer.

Antología Documental del Anarquismo Español Vol. 1. Organización y Revolución: De la Primera Internacional al Proceso de Montjuic (1866-1869), recopilación de textos y presentación de los mismos por Francisco Madrid y Claudio Venza.

Bakunin y el Socialismo Libertario. Ángel J. Capelletti.

Balance del Bolchevismo Ruso. Dímitri Gavronski.

Barcelona, Mayo de 1937. Ferrán Gallego.

Cipriano Mera. Guerra, Exilio y Cárcel de un Anarcosindicalista. Cipriano Mera.

Circular Nº57, (confidencial) 19 de diciembre de 1938. FAI, Comité Peninsular.

Comunismo Autoritario y Comunismo Libertario. Max Nettlau.

Conferencia de Londres de 1871. Marx y Engels.

Conferencia en el Instituto Maurice Thorez, Paris. Maurice Moissonier.

Consideraciones Filosóficas sobre el Fantasma Divino, Sobre el Mundo Real y Sobre el Hombre. Miguel Bakunin.

Convulsiones de España. Indalecio Prieto.

Correspondencia Marx/Engels.

Crítica del Programa de Gotha. Carlos Marx.

De la Calle al Frente. El Anarcosindicalismo en España. 1931-1939. Julián Casanova.

Durruti en la Revolución Española. Abel Paz.

El ABC del Comunismo Libertario. Alexander Berkman.

El ABC del Comunismo. Nicolai Bujarin.

El Anarquismo Contra el Estado Franquista. Abel Paz.

El Anarquismo. Daniel Guerin.

El Anti-Dühring o la Subversión de la Ciencia por el Señor Eugenio Dühring. Federico Engels.

El Capital, I, II y III. Carlos Marx.

El Corto Verano de la Anarquía. Hans Magnus Enzensberger.

El Eco de los Pasos. Juan García Oliver.

El Estado y la Revolución. Lenin.

El Imperio Knuto-Germanico y La Revolución Social. Miguel Bakunin.

El Marx Desconocido. Robert Payne.

El príncipe Anarquista. George Woodckok.

El Proletariado Militante I y II. Anselmo Lorenzo.

Enciclopedia Anarquista Vol. I.

Escritos de filosofía política I y II. Miguel Bakunin.

Estatismo y Anarquía. Miguel Bakunin.

Fascismo y Anarquismo. Carlos M. Rama.

Gaceta de la República, publicación del gobierno republicano español.

Genocidio Español en la España de la Austria. Francisco Olaya.

Guerra y Revolución en España 1936-39. Manuel Azcárate, Luis Balaguer, Antonio Cordón, Irene Falcón y José Sandoval, presidida por Dolores Ibarruri.

Hacia una nueva Revolución. Agrupación Amigos de Durruti.

Historia de la Anarquía. Sergent y Harmel.

Historia de la Revolución Francesa. Pedro Kropotkin.

Historia de las Agitaciones Campesinas Andaluzas. Juan Díaz del Moral.

Historia del Anarcosindicalismo Español. Juan Gómez Casas.

Historia del Movimiento Makhnovista. Pedro Archinoff.

Historia del Movimiento Obrero en España. Apuntes Sobre el Oro de Negrín. --Extracto-resumen de la Conferencia de Francisco Olaya Morales en Málaga.

Historia del Pensamiento Socialista I, II, III y IV.  G. D. H. Cole.

Historial del Movimiento Obrero Español I, II y III. Diego Abad de Santillán.

Homenaje a Cataluña. George Orwell.

Informe del CP de la FAI al Pleno Nacional de Regionales del Movimiento Libertario. Octubre de 1938.

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Karl Marx, una Biografía Íntima. Saúl K. Padover.

Karl Marx: Racista. Nathaniel Weyl.

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La Alianza de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de los Trabajadores. Federico Engels, Paul Lafargue.

La Anarquía A Través de Los Tiempos. Max Nettlau.

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La Internacional, Documentos y Souvenirs (1864-1878). James Guillaume.

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La Revolución Desconocida. Volin.

La Revolución Española. Burnett Bolloten.

La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky. Lenin.

La Revolución Rusa. De Lenin a Stalin. E. H. Carr.

La revolución Rusa. Sujanov.

La Revolución y la Guerra de España. P. Broue y E. Teminé.

La Revolution Espagnole, Boletín de información del POUM.

La Sagrada Familia. Carlos Marx.

Las Colectividades Libertarias en España. Gastón Leval.

Las Pretendidas Escisiones de la Internacional. Federico Engels.

Las Tesis de Abril. Lenin.

Lenin, Sepulturero de la Revolución Rusa. Gastón Leval.

Llamamiento a los eslavos. Miguel Bakunin.

Los Anarquistas en la Crisis Política Española. José Peirats.

Los Anarquistas en la Revolución Rusa. La Makhnovtchina. Ucrania 1919. F. Hombouger.

Los Anarquistas Españoles y el Poder. Cesar M. Lorenzo.

Los Anarquistas Rusos. Paul Avrich.

Los Anarquistas. James Holl.

Los Bakuninistas en Acción. Federico Engels.

Los Partidos y Tendencias Antisoviéticos. G. Zinoviev.

Los que Fuimos a Madrid. Ricardo Sanz.

Malatesta, pensamiento y acción Revolucionarios. Vernon Richards.

Manifiesto de la Democracia Socialista. Víctor Considerant.

Manifiesto del Comité Regional, [CNT] 22 de enero de 1938.

Manifiesto del Partido Comunista. Carlos Marx.

Manuscritos Económicos-Filosóficos de 1844. Carlos Marx.

Marx y El Anarquismo. Pierre Ansart.

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Marxismo y Anarquismo en la Revolución Rusa. Arthur Lehning.

Memoria Anarquista. Carlos Díaz.

Memorias de un Libertario. De la República al Exilio. Alfons Martorell Gavaldá.

Memorias Políticas y de Guerra. Manuel Azaña.

Miguel Bakunin, La Internacional y La Alianza En España. Max Nettlau.

Miguel Bakunin. Tomas Cano Ruiz.

Miseria de la Filosofía. Carlos Marx.

Moscú Bajo Lenin. Alfred Rosmer.

Nacionalismo y Cultura. Rudolf Rocker.

Obras Completas. Lenin.

Obras Completas. Miguel Bakunin.

Obras de Marx, Engels y Lasalle, vol. II, La Alianza de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de los Trabajadores.

Origen, Desarrollo y trascendencia del Movimiento Sindicalista Obrero. Palmiro Marba.

Orígenes y Transformaciones del Hombre y otras Especies. P. Trémaux.

Periódico Acracia.

Periódico CNT.

Periódico Cultura y Acción.

Periódico El Condenado.

Periódico Frente Rojo.

Periódico Golos Truda.

Periódico Ideas.

Periódico La Batalla.

Periódico La Emancipación.

Periódico La Solidarité.

Periódico Mundo Obrero.

Periódico Nosotros.

Periódico Nuevo Aragón.

Periódico Ruta (JJLL).

Periódico Severnaya Comuna.

Periódico Solidaridad Obrera.

Periódico Treball.

Por el Camino de Octubre. José Stalin.

Porque Perdimos la Guerra. Diego Abad de Santillán.

Por un Marxismo Libertario. Daniel Guerin.

Publicación Amor y Rabia Nº4-bis (España).

Publicación El Amigo del Pueblo.

Publicación Inquietudes.

Publicación Izvestia. Órgano de Kronstadt.

Publicación Krasnaia Gazeta.

Publicación Neue Rheinische Zeitung.

Publicación Tierra y Libertad (España).

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Realizaciones Revolucionarias y Estructuras Colectivistas de la Comarcal de Monzón (Huesca).

Recuérdalo tú y Recuérdalo a Otros. Ronald Fraser.

Revolución y Contrarrevolución en Cataluña. Carlos Semprún Maura.

Sistema de las Contradicciones Económicas o Filosofía de la Miseria. P. J. Proudhon.

Socialismo Autoritario/Socialismo Libertario. Georges Ribeill.

Testamento Político. Lenin.

Und Friederich Engels: Historich-Kritische Gesamt-Ausgabe. Karl Marx.

Parerga y otras historias secundarias o accesorias y algunas vidas extraordinarias

Presentación del libro: 'Parerga y otras historias secundarias o accesorias y algunas vidas extraordinarias' Autor: Lorenzo M. Soriano Rodríguez Presenta: D. Octavio Calderín, Miembro Junta Directiva - Conservador de la RSEAPT
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