RUPTURA.
L. Soriano
Lamentablemente
estoy convencido de que antes de que salga un salvapatrias que nos exponga
ideas y formas de gobierno caducas, estrafalarias y demostradamente ineficaces
cuando no mortales, para salir de este trágico marasmo en el que nos ha metido
la clase política e Institucional, debemos sopesar y valorar la posibilidad de
una Ruptura. Hace años a la muerte del Dictador, la ruptura era la opción más
viable entre todas las posibles. Sin embargo una ruptura solo se puede dar ante
hechos de especial relevancia y gravedad, con riesgo alto de desorden y caos,
cuando no de guerra civil en su extremo más agudo. Pues bien, si creo que fue cierta
que dándose las circunstancias que se daban en el momento la elección de la Transición
fue acertada en oposición a la Ruptura democrática, hoy por hoy No es así. Alejados los ruidos de los tambores de
guerra, alcanzadas conquistas sociales elevadas, y dándose un bienestar general
sin precedentes en la historia de este país, una ruptura incruenta hoy, no solo
sería posible y necesaria sino que imprescindible opino.
Tenemos que romper con lo que ha pasado en estos años,
casi con todo, empezar de cero en muchas cosas, ya no valen o nunca valieron nada, desestimar tantas y tantas que han fallado,
deshacerse de los causantes de tanto daño a la democracia, a los ciudadanos y
al País en general, aplicar la rigurosidad escrupulosa, y el sentido común muy
desatendido desde hace mucho tiempo. La defensa del ciudadano, el respeto de las minorías, la protección de las
excepciones pero nunca su fomento, y el objetivo de la racionalidad, el posibilismo
y de la austeridad comprometida. Habría que renovar todas, insisto, todas las
Instituciones de este país, por
contaminadas y por malas prácticas habituales, aceptadas, permitidas y
alentadas. Romper con todo el pasado en una gran empresa de “recolocación” o reinstauración
de la lógica y la convivencia. Debemos preparar el recambio, almacenar stock de
medios y voluntades durante un tiempo para que no se entierre la rueda ni los
dependientes sufran ni las empresas paren. En un enorme “camino critico” por andar, que
rompa con el juego injusto que se nos ofrece, donde siempre, siempre perdemos
los mismos, por muchas excusas y razones que nos den, y siempre ganan los
mismos, por mucho que lo nieguen y rechacen. Y dejar de legitimar esa vía al
participar, por lo que debemos de holgar de votos caídos. Ningún partido
existente dejara de legitimar tan injusto juego porque aspiran a ser de los que
ganen y necesitan no cortarse el camino por donde están ansiosos de pasar.
Tarde o temprano, algún político decente (¿¿contradictio in terminis??), dirigente, asociación o documentado ciudadano,
dispuesto a renunciar a todos los privilegios y defender de verdad a sus
conciudadanos, enarbolara la bandera de la ruptura con las viejas formulas “inamovibles”
por pura conveniencia y taponadoras de innovaciones, ideas creativas, actitudes
cooperadoras y aptitudes amplias y efectivas. Por eso y tantas cosas más, hagamos
posible una Ruptura, pacifica, pero sin pausa ni distracción. A reflexionar
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