No creo en el
sistema ni en el modelo político de este país. No quiero seguir en esta simulación
de que aquí estamos homologados democráticamente
por unas simples votaciones cuatrienales,
y por una apariencia de justicia social y división de poderes. Es todo falso,
es aparente, es todo una falacia. Creo que debemos de terminar cuanto antes con
esta farsa para, desde el suelo, poder recomenzar de nuevo con un sistema que
no hayamos pervertido por egoísmo y por ambición. Sin embargo, hay algo peor,
mucho peor. Y es la provocación de los gobernantes. De estos y los de antes y a
todos los niveles. Porque, yo personalmente, considero que se trata de retar o
provocar con inmensa chulería a la ciudadanía, como muestra de su “poder”. Como
la meada más larga.
Provocación fue, en
la época de ZP, el nombramiento de 600
asesores y de miles de empresas públicas. El nombramiento de la independentista
Carmen Chacón para Defensa, el de la tal Bibiana, el de Pepiño el “gasolinero”,
el de la tal Pajin, el de Justicia de la vida en colores y no digamos de la
Maleni de mal futuro. Su nombramiento fue solo provocación infantil de patio de
recreo y nos degrado como país, y como imagen. Provocación es que este gobierno
no haya eliminado nada de lo malo del otro anterior para lo que fue elegido,
sino que nombrara a Montoro, a la Bañez, a Gallardón, al curica de interior y al tal
Margallo entre otros. Al no haber eliminado la nefasta ley electoral, reformado
la Justicia, bajado los impuestos, recortado el gasto Público corriente y
saneado las cuentas públicas; o evitado destruir las arterias corruptas de la política y encarcelar
a los que haciendo uso torticero del poder se han apoderado de los cimientos de
este país, lo han arruinado económica y moralmente y lo están endeudando hasta límites
del “chozno” como descendientes más lejanos.
Provocación es
que no solo nos mientan sino que nos insulten y al final nos amenacen con el
BOE y con las hordas pretorianas de hacienda, con las harcas esbirras de jenízaros
de la política autonómica y local , blindándose ellos de lo que pudiéramos hacer para defendernos. Y si, nos
necesitan indefensos, de rodillas, vulnerables, sin esperanza y sin
voluntad. Nos provocan desde el pedestal
de su inmunidad e impunidad. Para eso nombran a sus jueces. ¿O no es una provocación los
miles de aforados, los poquísimos condenados por corrupción, los ríos de desmanes
desde las Instituciones intocables, los
inexistentes que devolvieron lo robado y la falta de pudor, prurito,
pundonor y escrúpulos ante tanto desmán y mala praxis
consentida y valorada?
Estoy harto de
que intenten manipularnos, intoxicarnos, desviar la atención de los inmensos y
reales problemas en que nos encontramos y el negrísimo futuro que nos espera,
por su inacción cómplice pero interesada. Estoy aburrido de las provocaciones y
espero que antes de que unos o muchos se decidan a cambiar los métodos, tenga la
oportunidad de alejarme de aquí. No tenemos remedio. A
reflexionar
reflexionar
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