HABLEMOS DE ECONOMIA.- El Efecto Pittsburg.
L. Soriano
El estado americano del norte, Pennsylvania, llamado así por una mezcla entre el apellido del beneficiario de la Corona Inglesa, el Cuáquero (Temblador), William Penn, a quien le fue concedido el territorio y la palabra Silvania, por sus frondosos bosques, alberga un “milagro económico”, que se llama Pittsburg digno de estudiar y de imitar en lo posible.
Después de Filadelfia, Pittsburg, es la segunda ciudad del Estado y esta bañada por tres ríos. Es muy conocida por ser la cuna del Acero americano, por el racista Carnegie, y sobre todo por ser durante lustros la sede del gigante Westinghouse.
De las instalaciones de esta empresa se presumían que dentro de ellas cabían varias catedrales europeas.
La crisis industrial de finales de los sesenta y principios de los setenta, produjo una sangría en las venas de las ciudades industriales, eliminando empleos a raudales y dejando obsoletas cientos de industrias y estructuras, “Brown fields”, lo que podría ser traducido como, terrenos marrones, que aplastaban la economía, el paisaje y la calidad de vida de toda la región. Solamente el cierre de WI, produjo 15.000 parados directos y otros tantos indirectos.
Pues bien, este desastre sin paliativos, fue encarado por los ciudadanos de Pibg., con un enfoque pragmático, como suelen hacer los Americanos, utilizando el lema confuciano de “el camino de mil millas, empieza con un simple paso”. Pero para que encajara todo, según los parámetros de los descendientes de Penn y los menonitas, hacía falta un plan y una estrategia. Hoy en día, debo de avanzar, Pibg., es de nuevo, una de las ciudades más prósperas de América entera, con parques empresariales imponentes donde antes habían antiguas fabricas contaminantes, con industrias de Alta Tecnología, que hacen palidecer a los Japoneses, que vienen a estudiar el efecto Pibg., e incluso, Bilbao, ha querido hacer una experiencia basada en ese modelo, con resultados dudosos debido a otros “factores”, pero no inherentes a la viabilidad de la propuesta.
Y del término “milagro”, es que ni quieren oír de él por inexacto.
Esfuerzo, imaginación, ilusión y voluntad, esa es la clave.
Lo primero que hay que decir, es que el proyecto originario de la renovación de la ciudad, aún no está terminado, aún quedan barrios enteros que no se han subido al carro del cambio y del éxito. Mayormente por los sectores más acostumbrados a vivir subvencionados, aunque eso en USA, sea una tragedia, porque los Calvinistas se aseguran de que quien recibe ayuda sea únicamente quien de verdad la necesita o la va a aprovechar para salir de su marginalidad, negándosela en parte a quien la usa para su beneficio. Con sus errores, el sistema es así y a ellos les funciona.
Lo segundo, es que el proyecto parte de un gobierno Republicano, pasa por dos Demócratas, y vuelve a ser Republicano, sin que para nada en absoluto se hayan modificado o producido cambios, que no supusieran mejoras absolutas. Ninguna interferencia política, ni intereses bastardos en adjudicaciones ni selecciones.
Como tercer pilar, la Universidad ha sido la piedra angular de los estudios, planes, estrategias, convocatorias de concursos de ideas, adjudicaciones y distribución de los fondos. Esto en algunos países es inaudito, e impensable. Sólo los mejores manejan y solo a los mejores se eligen.
Algunos de los proyectos financiados por “la comunidad”, han conseguido crear hasta 2.000 puestos de trabajo, aunque la mayoría ha generado entre 5 y 50, el resultado es que se han recuperado más de 100.000 empleos directos en 15 años, a un nivel salarial medio-alto, y otros tantos indirectos en toda la región.
La contaminación es prácticamente inexistente, y, acabáramos, la segunda industria de Psbg., es el Turismo, que en oleadas vista los museos industriales, fábricas antiquísimas, y maquinarias monstruosas y herramientas del primer periodo industrial, así como sus bosques recuperados o su particular Mesopotamia, preciosa, una vez descontaminados sus limpísimos ríos y canales fluviales. Que cosas.
El Proyecto madre es el denominado Ben Franklin.
Cuando nos encaramos a los dispendios que hacen nuestros despistados gobernantes, funcionarios en su mayoría y generalmente malos administradores por desconocimiento, o miembros del “aparato” de los partidos y entonces ignorantes totales de la realidad de sus ciudadanos, el corazón se nos encoge. Cuando vemos a donde destinan enormes sumas para “sulfatar” a los afectados por la crisis, quienes son los responsables de la distribución, quienes son los destinatarios, y para que se utilicen los fondos recaudados del esfuerzo de todos, nos falta el ánimo y las consecuencias son fáciles de imaginar. No se anda el primer paso, ni hay plan.
El concurso de ideas y proyectos de la Universidad de Pennsylvania, ha sido un rotundo éxito, de convocatoria y de resultados. Los independientes analistas han escogido y financiado auténticos “cracs” en la tecnología de vanguardia.
Sirva de ejemplo, las pequeñas arañas cibernéticas que desmontan las bombas personales en campos minados. Los robots que se sumergen en aguas o lodos contaminados y son gigantes de 30 metros que entran en alcantarillas de medio metro de diámetro, que igual sirven para emergencias nucleares donde no puede actuar el ser humano sin riesgos elevados de perdida de vida, pasando por el robot farmacéutico de hospitales que cancela todos los errores en selección de medicamentos y en su dosis adecuada para cada enfermo. Y así hasta dos mil. Increíble, fantástico, brutal, demoledor y ¿aleccionador? Si hubiese voluntad.
Nada es regalado, pero la financiación es costo del dinero sin intermediarios (entorno al 1,5-2 %), para el funcionamiento y planes especiales para las instalaciones, sirviendo las antiguas estructuras abandonadas, limpias y remodeladas de cobijo a las nuevas empresas emergentes a precios muy modestos y asequibles.
Los planes financieros, “a la americana”, quien pudiera. Al que cualifica se le nutre y se le confecciona un plan sin agobios. Desatendiendo el método clásico europeo de cuando necesitas cinco te dan sólo tres, con lo que están condenando al receptor al fracaso o a la dependencia. El que no cualifica, tiene que volver con las tareas mejor acabadas.
Como economista, me emociono ante este espectáculo, de igual manera que me emociono con una buena Tosca Floria, o con un buen retrato de Hans Holbein.
Lamentablemente, para todo esto, se necesita tener todo un equipo, el mejor, más integro, especializado, preparado, y documentado. Avanzado de la democracia, libertad e independencia y libre de toda ambición personal, que mirára más allá de las elecciones próximas y que de verdad amára a su país o región para entregar sus esfuerzos a su prosperidad y bienestar.
Algo cómo fue en su época y con sus limitaciones , Mr. Penn el fundador.
Es digno de reflexionar.
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