JUGADAS

EL JUEGO CONTINUA

Violeta Yangüela
En la década de los noventa y principios del nuevo milenio algunos analistas sociales, sobre todo aquellos que proceden de la izquierda, abogaban  por la vuelta a la preeminencia de la política, como una manera de frenar la hegemonía de los temas meramente económicos en la toma de decisiones nacionales e internacionales.
Después del derrumbe del muro que dividía el mundo en este y oeste, el juego político parecía perder vigencia y el juego económico se impone. Es uno de los rasgos de lo que  llaman  globalización.
La desaparición de la URSS y sus países satélites, supusieron un nuevo campo de juego, el mundo había cambiado. Las izquierdas,  a través de lo que se empieza a llamar “política ecológica”,  producen la convergencia de grupos de izquierda tradicionales con ecologistas, sindicatos, y nacionalistas, que se convierten en los protestatarios frente a las conferencias de organismos globales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial el Fondo Monetario Internacional (FMI), y las Cumbres mundiales.
En estos años aparece también la tercera vía o la renovación de la social democracia, de Tony Blair y Anthony Giddens y que  también  arrastrara al “new democrat” del ex presidente estadounidense Bill Clinton.
En este contexto de globalización,  reformas, reinventos, pensamientos y reflexiones, se producen diferentes acciones en cada pedacito de la aldea global. Mientras los trabajadores norteamericanos protestan por el libre comercio,  el África al sur del Sahara, al igual que los países del Caribe, obtenían  la aprobación de la paridad textil por el Congreso norteamericano. Argentina, y como parte de sus medidas económicas, liberalizaba  el privilegio de los sindicatos de una parte de los aranceles nacionales, que provocara una huelga nacional. (Una medida política-clientelista heredada de Juan Domingo Perón.)
China entra a formar parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC) abriéndose al libre mercado,  no así a las libertades políticas,  Vladimir Putin, electo por elecciones que fundamentan el sistema democrático, sale por el mundo a la búsqueda de soluciones para enfrentar el problema económico ruso, establece con la ayuda de expertos jurídicos de la Unión Europea y de Estados Unidos un nuevo código legal al estilo occidental  y se asesora de los “Chicago boys” en el sector económico.
Para unos, el crecimiento económico implicaba  el respeto a los derechos humanos, la protección del medio ambiente y normas laborales internacionales, para otros, el problema consistía en gobernar la globalización, domesticar sus aspectos más conflictivos a través de dos medidas fundamentales: la creación de un impuesto (impuesto Tobin)  que regulara el movimiento de capitales - medida económica - y la creación de un Consejo de Seguridad Económica - medida política - que garantizara la “paz económica”. Ambos intentos fracasados.
Y llegó Osama, Septiembre 11 y llegó George Bush.
El juego pasó a la cancha del terrorismo global. Mientras unos pretenden que la política tiene todavía un puesto en el juego, otros insisten en que el juego es  militar.
A una década de septiembre 11, estalla lo que han llamado “la primavera árabe” en una parte del territorio de lo que Zbigniew Brzezinski  llama los “Balcanes globales” por su inestabilidad interna y porque su importancia geopolítica suscita también rivalidades foráneas.
 ¿Serán capaces las democracias de encontrar la respuesta política? ¿Respuesta militar?
v.yanguela@verizon.net.do

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