
HABLEMOS DE ECONOMÍA FLEXI Seguridad L. Soriano
Querer poner puertas al campo es complicado y como dice el dicho “cuanto trabaja el que no quiere trabajar”, aunque en este caso sea mentar la soga en casa del ahorcado. Falta trabajo y en la larga relación de causas que provocan esta situación, hay una mayoría de ellas de las que no se puede, ni se quiere ni se “debe hablar”, al parecer. Es hipocresía pura y dura y revolcarnos en lo que querríamos que fuese no en lo que puede ser. Los sindicatos piden que se prohíba el despido y el gobierno que no los abaratará más. Que los empresarios son los que deben emplear, aunque pierdan su estructura, y hasta que se destruyan las empresas.
Están mezclados en nuestra política social los conceptos de los derechos como cuando los salarios no representaban incidencia en los costos, ni los impuestos eran relevantes, ni los pagaba casi nadie. A una empresa, que paga la Seg.Social, que paga el impuesto de sociedades, y cuyos socios declaran más tarde en el impuesto sobre la renta sobre lo ganado, que paga los salarios y las pagas de convenio, que respeta las vacaciones y las fiestas del calendario laboral, los horarios y los turnos, que soporta los derechos aceptados de los trabajadores en términos de horarios y costumbres de jornada, es imposible que se le pida que mantenga el empleo cuando se acaban las ventas, los ingresos por tanto, y el beneficio por supuesto.
La demagogia Socialista/sindical, que es la misma cosa, quiere el enfrentamiento de nuevo con la clase empresarial como último cartucho para huir de su inoperancia. Es como el Prestige, la “Guerra”, “lo social”, el titiriterismo con canon, etc.
Por ahí por el mundo, donde este tipo de exacerbación de las bajas pasiones con culpables y reos está superado por falso y por inservible al tener la ciudadanía más criterio, formación y educación ciudadana de la auténtica, y con medios de comunicación suficientes para ver y oír las diferencias entre los demagogos peligrosos y los que no están sujetos a la “corrección política”, o a las verdades asentadas como víctimas de una “moda en el pensar”, aplican soluciones posibilistas y seguramente provisionales mientras dura la situación de emergencia.
La “flexi seguridad”, es una de ellas, y en países como Alemania funciona sin problemas. Se trataría de que antes de abandonar por despido o cierre la conexión con el mercado de trabajo, muchos trabajadores renuncian a horas, salario y a prestaciones con la intención de seguir unidos al “umbilical” de la estructura . Aquí esto es imposible, los trabajadores todavía trabajando, obvian a los despedidos y a los que no pueden acceder al mercado y con la ayuda siniestra de los sindicatos que defienden sus intereses de grupo sobre todo, y los otros,que han decidido que apoyar a este gobierno en particular les conviene, como otros grupos o partidos hacen porque les beneficia las iniciativas que adopta por disparatadas que sean.
Para repartir trabajo hay que repartir derechos, no doblarlos, porque lo queremos todo. Economía global, dinero inversor, trabajo aceptable, seguridad, prestaciones dignas, nivel de vida, salarios elevados, derechos imposibles, autarquía en consumo, exportar, competitividad, productividad, innovación, tecnología, energías limpias y baratas. Hasta que no consigamos compaginar todo esto, seguiremos siendo líderes en generar parados.
El mundo es así, la vida es así, no es un cuento de hadas que cuenta el cuentacuentos de turno, ya lo hemos visto muchas veces y lo seguimos viendo en cada telediario. El sueño de la razón provoca monstruos, según Calderón y con ellos debemos de luchar y vencerlos. El sueño de la bobería provoca paro, hambre y desolación. A reflexionar
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