No sólo los únicos vocablos del título son los que
perversamente estrujados, estirados y tergiversados por los manipuladores y
malintencionados, pretenden lo contrario de lo que en espíritu significan.
Buenismo, apaciguamiento, tolerancia, integración, inserción, incluso progreso,
democracia, y libertad.
Hoy toca Equidistancia y Proporcionalidad. Se nos exige por
los totalitarios pero también por los sumisos, que guardemos la misma distancia
entre criminales y víctimas. Es el principio de siempre del “algo habrá hecho
para que le rajen la barriga”. Traducido a esta época, es la comparación entre
extremos. La sociedad, en su lenguaje y en las comunicaciones, acepta sin
protesta, que la Izquierda es “progresista”. Yo soy incapaz, lo siento. La
izquierda radical, que presume de sistemas aberrantes que aún continúan
torturando a la humanidad después de cientos de millones de muertos,
incluso proclama su adscripción, en los mítines
y en las intervenciones se apodera de los conceptos Democracia y Libertad. Solo usan estas carnadas para pececillos
estúpidos, mientras están pescando. No existen ejemplos en el mundo que
indiquen que ni por definición ni por objetivos, el comunismo seas democracia y
mucho menos libertad. Y entonces, ¿por qué dejamos que sigan con esa cantinela
de confusión? Deberíamos levantarnos de
los lugares donde un comunista confeso nos habla de esos conceptos. Es algo
absurdo, si no ponemos un orden en el lenguaje, no podremos entendernos.
Claro que cuando la evidencia es tanta, que el manipulador
se siente dialécticamente acorralado, siempre viene un Neville Chamberlain a
decirnos que Hitler es un tipo simpático, chistoso, y que hace buenos regalos.
Lo peor es cuando un tipejillo oscuro, sin talla alguna, como Casado, marca en
nombre de su partido, la equidistancia. Y la aplica, entre terroristas,
asesinos, criminales, comunistas y falsarios anticonstitucionalistas y
separatistas de un lado, y del otro a un partido que es la antítesis de todo lo
que son los otros. Es perverso, y de la izquierda por conseguir el poder,
esperamos todo, pero por aspirar a monaguillo opositor solamente, tanto
deshonor y desvarío, me parece realmente apestoso. La policía y el terrorista,
el golpista, y el que paga las fantas, como es posible que pueda haber
equidistancia entre el bien y el mal. Lo correcto y lo torcido, entre lo lógico
y lo irracional.
Y queda hoy la proporcionalidad.
Es un buen argumento en las negociaciones de comercio, de creación y asignación
de recursos, para el juicio y castigo de delitos, etc. Cuando se trata de orden
o defensa, es muy difícil a veces mantenerla y otras veces es suicida. Las
fuerzas del orden a quien le entregamos el uso de la violencia, no pueden usar
proporcionalidad en la represión de la delincuencia ni en la persecución o
detención de un delincuente. Menos aun si hay riesgo de vida en el acto. Tiene
que superar al presunto y protegerse además de proteger al entorno, sean
personas o bienes públicos o privados.
La proporcionalidad ante un agresor es suicida porque no
estamos dotados con el don de la adivinación, y nunca sabemos hasta donde está
dispuesto a llegar un agresor manifestado. Lo prudente es inutilizarlo, sin
ensañamiento pero sin darle oportunidad de que ataque a ti o a los tuyos.
Ante todo esto debemos reflexionar sobre dos máximas.
Defender la democracia, a veces hay que hacerlo sin practicarla. Pretender que
el que la ataca va a respetar la norma o Ley es el fin de quien la defiende. En
eso está el PP. En caerle bien al PSOE.
En la política penitenciaria, cuando se condena a alguien,
el delito se corrige, se castiga, se disuade al delincuente y a otros
imitadores y por último se intenta si es posible reinsertarlos. En los sistemas
europeos, se invierte ese orden. Y eso es nefasto. Al camionero que provoca 10
muertos y 20 heridos en la autopista, borracho, lo asiste primero el psicólogo
que las ambulancias a las víctimas. Y en eso estamos. Cediendo y cediendo, como
Chamberlain y Lady Astor con Hitler.
A reflexionar
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