El cometa Shoemaker-Levy 9 fue descubierto en 1993 gracias a una serendipia
El "efecto
Serendepity"
La isla de Ceilán,
antiguamente conocida por Serendip, tenía tres príncipes, según un antiguo
cuento persa. Éstos solucionaban los problemas más estrambóticos por caminos
totalmente opuestos al que la razón empujaba. De ahí Horace Walpole extrae la
teoría de la casualidad: ocurre en la búsqueda de la solución de un problema,
que resuelve otro que no se estaba estudiando en ese momento. Newton y su
manzana, Fleming y las botas mohosas y así muchos de los grandes avances de la
humanidad se deben a este "efecto Serendepity". En economía, a veces,
y no siempre con igual fortuna, se ha dado por llamar a este efecto,
"cuando en el problema está la solución".
Veamos. Las crisis
despejan y eliminan del mercado, como si de una selección natural se tratara, a
los empresarios y empresas más débiles, o a quienes no tenían los deberes bien
hechos, o no habían tomado las debidas precauciones, o no habían optimizado la
actividad empresarial. Éstos, generalmente, estorban a los vocacionales y
especialistas del sector y los ponen en peligro. Normalmente son los
"ignorantes imitadores", especie pseudoempresarial muy peligrosa. En
países como el nuestro, existen por otra parte, una casta adherida al poder,
que hace negocios a su sombra, especialistas en la obtención de prebendas, o de
uso de información o concesiones privilegiadas, rayando siempre en los límites
delgados que separan la decencia de la indecencia. Esto, en crisis, se resiente
y como no hay "alma", suelen desintegrarse y retirarse a disfrutar de
sus rapiñas, aliviando la desleal competencia que sin duda hacen a los
empresarios legales que no reciben esos favores.
Elimina también las
presiones alcistas de los propietarios de los terrenos, los excesivos
beneficios de los constructores, cuando los haya, y los excesivos
intermediarios, funcionariales, financieros y de servicios, que ahogan a las
operaciones entre particulares y entre ellos y las empresas. Estimulan el
ahorro y la mejor asignación de recursos, así como la optimización de las
producciones, de las rutas de transporte, de tiempos y métodos de ventas, así
como de reparto y logística.
Generalmente, y una
vez soltado el lastre innecesario o de exceso, las empresas sólidas y bien
estructuradas, creadas con espíritu de consolidar y permanecer, salen
reforzadas, ya que les elimina también al competidor "suicida", que
quiere conquistar el mercado sin el control riguroso de los costos de la unidad
vendida.
Por otra parte, se
trasladan y desvían los flujos monetarios, que anegan sectores olvidados o poco
solicitados por la imposibilidad de atender a todos los segmentos con los
salarios menguados. Si ya no se compran casas ni autos, que asfixian a la
economía de las familias, se dispone de más masa monetaria para otras
actividades, comer mejor, salir fuera, comprar muebles, vacaciones o en vestir
y vivir un poco la vida.
Por último y sin
ser exhaustivo, en las crisis se reducen los consumos de carburantes, se accede
al transporte publico en mayor medida, y se baja la dependencia, el gasto e
incluso la contaminación. ¿Quién da más? ¿Viva la crisis? No exageremos.
Nada más que
nuestros gobernantes, adormecidos en las molicies del ocio, aprovechen la
penosa situación, y complementen estas derivadas de la crisis. Esto se hace con, flexibilidad
laboral, disminución de impuestos para que las personas tengan más disponibilidad
monetaria y muevan la economía, quiten trabas a aperturas de empresas, eliminen
falsos intermediarios y zancadillas burocráticas desincentivantes a la
concesión de licencias o de financiación de ideas innovadoras. Que cesen de
proteger a sus amigos, liberalicen toda la economía y algunas cosas más, y la
recuperación, amigos, está servida.
Convertir un drama
en un éxito a veces es posible y siempre necesario.
A Reflexionar
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