VIOLENCIA... general
L. Soriano
Ante tema tan delicado, la prudencia ha de ser la que marque
la pauta rigurosa.
Sin embargo y aún estando convencido de que aquí las
formulas magistrales no existen y que
por ser un tema sensible y que conlleva tragedia en muchos casos, si creo que
hay parcelas de actuación que se deben promover y otras que se deben rectificar
a fin de arañar algunas muertes, las más posibles, a la tétrica estadística
anual.
La primera es que hay que reflexionar y sopesar, con
sabiduría y experiencia y en esto creo que los Políticos, como en otros muchos
ámbitos, solo deben de hacer gala de voluntariedad, nunca erigirse en Cirujanos
que no son para materias tan delicadas de operar.
Una vez dejado el tema a Juristas, Psicólogos, Psiquiatras y
evaluadores sociales, debemos dar el siguiente paso.
La naturaleza humana es propensa al riesgo, al chute de
adrenalina, al “challenge” anglosajón. El Reto. La mayoría de los humanos
equilibrados, se conforman con el paracaidismo, parapente, o el Bobs. Otros de
mentes mas estropeadas, entran en las autopistas en sentido contrario, juegan a
la ruleta rusa o cualquier barbaridad que sea peligrosa y punible. Como las
drogas, o los crímenes más penados. Estimulan al Macho, o al Duro, o al Boss.
Pues alguna muerte se extraería de la estadística si las
Leyes además de ser disuasoria fueran más justas y no provocára violencia en
quien puede que solo esté desesperado por la presión a que le somete la Ley y
decide saltársela con “un par”.
También, si evitando que nadie afectado por maltrato deje de
comunicar las denuncias reales, esto debe de quedar muy claro, pero que quien
hace un uso torticero de la Ley, sea castigado de una manera importante, daría
al asunto una pantalla de ecuanimidad que paliaría alguna violencia.
Quizás si asistentes sociales, psicólogos y sobre todo los abogados, fueran los que evaluaran las
denuncias y fueran responsables de su veracidad al incoarlas, evitando que
muchas de ellas, interesadas o mendaces, colapsen los Juzgados y por su culpa,
pierdan credibilidad las verdaderas victimas y se no se agilicen las medidas
entre quien de verdad las necesitan, y se obstruya la protección de las que de
verdad están amenazadas.
Y por último y no por terminada la relación, los Jueces
deben de ser más reflexivos en las sentencias de separación, divorcio,
otorgamiento de patrias potestades, pensiones impagables, adjudicaciones de viviendas, o regímenes de visitas etc., ya
que muchas de ellas poco afortunadas son los gérmenes de resentimientos, acuñadores de odio y
de la violencia futura, que a veces,
desemboca en las tragedias irreparables e irreversibles. Alguna se arañaría
también, y, como decía la canción protesta,
“si la estiramos un poco de aquí y un poco de allá, haremos
que caiga y las podremos liberar”.
A reflexionar.
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