Narracion erotica . A true story

Al final se produjo la llamada.                                                    Sucedió en el Caribe, un día de humedad superlativa, de bruma y lluvia pegajosa. Había puesto bastantes esperanzas y expuesto bastante de lo mejor de mí para despertar interés. Reconozco que aunque tenga que esforzarme cada vez más, no debería llamarlo así puesto que disfruto compartiendo mis vivencias y pensamientos. Cuando la vi en la cita a ciegas, quede sorprendido y agradecido a mi suerte. No esperaba ni de lejos que su apariencia fuera la que tenía delante de mí, y aún menos, que su desenvoltura, frescura y su feminidad fuera tan apabullante. Me descoloqué al completo y entendí que tenía que emplearme a fondo para salir, al menos airoso, de lo que parecía iba a ser un interesante encuentro. Lo fué sin duda.  
-Si vas por allá, llama a mi amiga, me dijeron, veras que es magnífica-. Y no se equivocaba.
Gracias.                                                         
Rutinas de siempre aparte, frenos e insalvables muros de por medio, fueron expuestos desde el primer momento, cosa que no me amilanó y seguí mostrando lo que me queda de mi más florido plumaje. Fue una cita interesante que transcurrió rápida aunque durara 3 horas, en medio de un barulloso restaurante que se fue vaciando sin que nos diéramos cuenta, hasta que quedamos solos. Hablamos de todo y palpe sus ganas de vivir, y su inmensa curiosidad por la vida a su alrededor. Entonces entendimos que había que terminar y así lo hicimos, rápido y agradable, poco doloroso. Le agradecí por escrito su atención y destaqué sus ganas de sacarle todo el provecho a la vida, y exprimirla gota a gota sin que nada quedara, que fuese posible por explorar. Me respondió cortésmente y fin de la historia. 

 Pero…
Al final se produjo la llamada…                                                                                        con cualquier excusa fue, que ni me acuerdo, no podía ser yo quien diera el paso, los insalvables muros lo impedían, y la cortesía y el respeto, podía al interés indudable suscitado. De repente, entro en fase muerta, y se acababan los argumentos y los chascarrillos que la hicieron reír, había que decir cuando o adiós. Y se lanzó a la piscina de nuevo. Chica curiosa, chica valiente, que se quedó con ganas de ahondar en un conocimiento que quizás con toda probabilidad jamás se volverá a repetir. Aproveché el lance y le hablé de merengue, de mojitos y de alegría, no podía seguir ignorando el esfuerzo y además lo deseaba.                                 Y se me presenta a recogerme en mi hotel con sus armas y bagajes, y toda la munición dispuesta a experimentar… que se yo. Kraus le decía a Pavarotti que su técnica especializada le hacía posible no dar jamás un mal concierto, a pesar de no tener la potencia de su voz. Era muy temprano, demasiado, mucho calor y esa humedad del trópico nos aplanó bastante, los mojitos a 40º y sin aire son mortales de necesidad.                                                                          Estaba nerviosa, tenía ganas de comer algo, me habló de una cita la noche anterior y una pesadez durante el día, así que, aunque acababa de comer accedí a volver a hacerlo, pero la elección no fue buena y el inmenso calor terminó de enredar lo que quedaba de tarde. Al final encontramos un lugar fresco, y charlamos largamente y rozamos temas íntimos y volvimos a recuperar al abrigo del fresco, el verdadero hilo de nuestra cita.

-Final 1.-  La cita termina bruscamente, cuando decidimos regresar al auto, mi intención era pedirla que se bajara en el hotel, donde hay un magnifico y helado bar, y ver que nos deparaba la siguiente etapa. Una serie de llamadas perdidas que devuelve, la cosa se agria, la realidad nos aplasta y como en aquellas películas donde al guionista se le acaba la inspiración y al productor el dinero, en lo mejor, plas, plas, THE END.
Final 2.- Llegamos al bonito edificio de mi hotel, caían algunas gotas y como cosa hecha para evitar negativa, le espete, -déjale el coche al valet, y tomemos algo en el bar-, casi no le dio tiempo a declinar,  quizás no quería hacerlo, al fin y al cabo estaba allí , había llamado y había venido. Bajamos, y entramos en el bonito bar donde pedimos de inmediato unas agradables y frescas copas. Continuamos una charla algo mas anodina, nos mirábamos más, y nos rozábamos mas, aprovechando cualquier excusa, nos tocábamos los dedos, las manos , en una de esas le toque el pelo con una excusa tonta de arroz y chinos, y le pedí que subiera a ver el edificio, las zonas comunes y las habitaciones. Pareció disimular que no sabía lo que le proponía pero no quería dudas y le prometí un masaje de “manos mágicas”, aprendidas tras largas horas de aprendizaje en el Wat Po, y practicadas durante años en los cuerpos de mis cariñosas amigas. Su risa era ya picara y mi hedonismo me lleva a creer que estaba algo mojada. Necesitaba contacto, calor humano, sentirse adorada, acariciada, deseada. Casi ni llegamos al cuarto cuando le acerque la cara y al no retirarla le plante un beso húmedo en sus preciosos labios, rápido beso de deslizar de lengua alrededor. Abrí la puerta y la atraje por su cintura hasta mi pecho, sintiendo la firmeza de los suyos pero la flaqueza de sus piernas; dudaba pero no se resistía, quería ver hasta donde llegaba, el controlado ser que yo le había vendido que era. Solo me bastó deslizar las dos asillas de su largo vestido para que este cayera al suelo arremolinado en sus pies. Levanto uno a uno despacio y lo empujo suavemente quedándose únicamente con sus zapatos asandaliados de alto tacón. Le apreté las nalgas y baje mi boca hasta su pezón izquierdo, que respondió vibrando enhiesto y llenando la areola de pequeños granitos preñados de placer. Baje la mano por su cadera izquierda, suavemente como mis lesbianas amigas me enseñaron en su día, note el erizar de sus poros y la piel se le puso de gallina, cuando rodeando el muslo subí la mano desde la rodilla hasta el encuentro con su vital y palpitante hendidura, absolutamente mojada ya y deseosa de sentir más cada momento y superar al anterior, esperando más, ansiando más. Curiosamente afeitado, lo mire de frente, le bese el ombligo y le cogí la mano. La lleve al baño, le ofrecí un gorrito de ducha le desabroche los zapatos, observe sus preciosos pies y la ayude a traspasar la frontera de la incómoda bañera. Me quite la ropa despacio, analizando cada centímetro de su piel. Alargue la mano y tome gel de baño, abrí la ducha despacio para que no le saliera fría, y cuando estuvo tibia, entre con ella, y la abrace desde atrás jugueteando con sus preciosos pechos y sus apretados muslos cerrándose y abriéndose al contacto sensible. Refrescados y limpios, secos y tersos, la acerque a la cama. La inmensa cama del condominio nos recibió feliz, la tumbe boca abajo con suavidad y recorrí con mi lengua desde el comienzo desde el “os sacrum” hasta su cuello, muy despacito sintiendo como se retorcía, se arqueaba y se erizaba todo su cuerpo. En ese instante la mordí suavemente el cuello, como una perra a sus cachorros e intento volverse. Se lo impedí con firmeza, le acaricie los hombros y deslice mis manos por sus pechos aplastados en la mullida cama y seguí bajando mis manos hasta sus caderas para abrirle las piernas con suavidad. Me arrodille entre ellas y pase mi cara rasposa ya a esa hora de la tarde por sus preciosas nalgas, rascándola suavemente y  notó una extraña sensación nueva y sensitiva. Enseguida le levante las piernas de rodilla para abajo y me puse un pie a cada lado de mi cara. Saque mi lengua y con mi boca le succione cada dedito de sus lindos pies, haciendo slalom entre ellos y sus rendijitas, sus yemitas, mordisqueando sus tobillos, sus talones y vuelta a sus deditos ricos de chupar. Seguí besándola con humedad entre los muslos abiertos y seguí subiendo por l parte interior hasta encontrarme con su encharcado sexo, que lamí con suavidad buscando su pequeño clítoris para detectarlo y rodearlo, pasando de engullirlo a campanillearlo con la punta de la lengua moviéndose a toda cadencia. No pudo mas, se zafo y se volvió. Sus bien dotados pechos, extrañamente naturales me enseñaros sus enormes morenas areolas que no pude resistirme a chupar, lengüetear y rozar con mis dientes hasta que parecía que iban a salir disparadas duras, tersas y apitonadas. Estaba tan excitada que no sabía a donde atender, quería bajar a comerme el duro sexo que notaba en su bajo vientre, pero una vez más la frene con firmeza. Siempre cuido mi máxima amatoria, “en el orgasmo, las mujeres primero”, ya vendrá después el juntos y a la vez si acaso, pero el primero siempre es de ella. Seguí explorando en su clítoris y sus vulvas hasta que exploto en un orgasmo clitoriano que la sacó de este mundo por unos instantes, esos que aproveché para penetrarla en modo flexión, con los brazos como haciendo flexiones y con la humedad, que notaba en mi sexo. Ella acompasó sus movimientos a mis flexiones y entonces me pare arriba y ella subía y bajaba su sexo hasta que le entraba bien adentro.  Pero si seguía, se acabaría la fiesta, así que moderé, pese a sus protestas la cadencia de los embates. Su segundo orgasmo esta vez vaginal la hizo temblar a pequeños estertores, y seguidamente, para evitar que el haber frenado me gastara una mala jugada y se desmoronara la “torre”, la puse de costado sobre su hombro derecho y con mi mano y con firmeza de nuevo, le baje la cabeza y la agarré por las caderas hurgando entre sus piernas para introducirle el sexo en la vagina pero por detrás. En ese momento ella hizo honor a su sangre latina y movió los glúteos de manera rotacional y traslacional, que la hizo correrse de nuevo, una maravilla si no fuera porque aun quería algo más. La atraje hacia mí, y la encamine a arrodillarse a horcajadas sobre mi estomago. Se irguió y su precioso pelo largo y suelto le caía por los tersos pechos y la dura y fuerte espalda. Entonces con rapidez, la penetre hacia arriba le agarre un pecho y le excite el clítoris mientras se estrellaba contra mi sexo abandonándome ya a que llegara mi turno esta vez juntos si fuese posible. Estuve corriéndome en un orgasmo largo y tremendo eyaculando mis famosos 5 litros. Al parecer tengo una cantidad de semen fuera de lo normal y es asimismo más caliente que lo usual, lo que le provoco una sensación adicional jamás experimentada. 5-1 fue el resultado y me sentí feliz en contra del dicho latino y la abrace por detrás mientras trataba que mis grandes manos abarcaran sus pechos.

Y enseguida con esa sensación de paz y satisfacción, nos dormimos durante un gran rato.

To be continued.....


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Parerga y otras historias secundarias o accesorias y algunas vidas extraordinarias

Presentación del libro: 'Parerga y otras historias secundarias o accesorias y algunas vidas extraordinarias' Autor: Lorenzo M. Soriano Rodríguez Presenta: D. Octavio Calderín, Miembro Junta Directiva - Conservador de la RSEAPT
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