Lo que apuntábamos días a atrás, acerca de la estructura y características
de los empleos en España, merece una extensión argumentaria para tratar de
hacerme comprender. Resulta que una vez dado por sentado que no es casualidad
nuestra tasa de empleo, de las más bajas del mundo, sino debido a que hemos
hecho las cosas mal. Lo peor es que seguimos haciéndolas igual de mal. Seguramente por ello, llegaremos casi sin
duda a los nueve o diez millones de
parados.
La esencia del empleo es la
movilidad y la agilidad de los individuos que solicitan empleo con
algunas peculiaridades diferenciadoras de los demás. El Gobierno en general, solo debe poner
las condiciones y vías necesarias para que el empleo fluya sin trabas y con el mínimo
de controles, exceptuando los básicos o elementales. Así pues, perder un empleo
en una sociedad dinámica y flexible no es casi nunca una tragedia, puesto que a
las pocas horas o días, se encuentra otro, las más veces mejor que el anterior.
El elemento diferenciador en nuestro
caso es bicéfalo. Por un lado la Intervención de sindicatos y gobernantes en la
protección particular de intereses o votos, y por otro, la falta de solidez y
de base de la mayoría de los empleos que se han creado en este país.
Absolutamente improductivos centenares de miles, y absorbedores de presupuesto algunos millones.
Si a esto le sumamos que un elevadísimo porcentaje de empresas y empresarios
que a su vez contratan a centenares de miles de empleados, dependen para su
supervivencia de las inversiones que en ellas hagan los gobiernos o administraciones
públicas, tenemos una pavorosa desolación, envuelta en unos terroríficos
resultados. Es imposible, que de los impuestos de unos pocos, se quiera
sostener esta estructura fiscal, que además de sostener esas cinco
administraciones Pantagruélicas, le pueda asegurar a los ciudadanos, seguridad,
y bienestar. El Famoso Abismo Fiscal. No hay recaudación para tanto gasto, o la
carreta delante de los bueyes. El desempleado pues se encuentra por una parte
con que la propia estructura proteccionista inventada por los sindicatos, le
impide aceptar empleos de menor remuneración que del que fue despedido, so pena
de perder derechos si lo acepta. Y por otra parte, al ser una gran
cantidad los empleos creados para
descualificados, o por motivos político electoral en unos casos y para colmar
los vasos de vanidad de políticos, cuando se tiene que despedir, por falta de
presupuesto, estos, no tienen otra oportunidad inmediata de colocarse. O bien
no saben hacer nada, o no hay nada que puedan o quieran hacer acostumbrados a
una pequeña rutina acomodaticia o a subvenciones sin cuento propiciadas por los
políticos. Son empleos técnicamente irreciclables. Queriendo favorecer a una
parte de la población adicta, unos años después, se dan cuenta que en la vida
real, no existen esas condiciones, y no se dan esas circunstancias en absoluto.
Esto provoca primero rechazo, y después impotencia. En Estados unidos y en casi
todo el mundo desarrollado, con índices de paro entre el 4 y el 10%, la inmensa
mayoría de los que son cesados en sus trabajos por los motivos que sean,
encuentran otra ocupación en las siguientes dos o tres semanas. El paro
endémico de larga duración es una característica peculiar de nuestro país, y
repito, no es casualidad sobrevenida. Se sueña aquí con ese empleo fijo al que
acomodarse, cercano al domicilio y al que nos adaptamos aun a costa de aguantar
a veces y de hasta perder la dignidad otras. Pero ese empleo falso,
improductivo que ha llevado a nuestra sociedad hacia un socialismo dizque
“democrático”, es de muy difícil reciclaje. Muy similar a las economías de las
antiguas de la Europa del este, Rusia, China o Cuba. Imagínense donde
trabajarían los mineros de las obsoletas minas asturianas. No quisiera terminar este alegato,
sin mencionar que alguien tendría que parar el disparate de nuestras
universidades y escuelas técnicas superiores. Con el dinero de nuestros
impuestos decenas de miles de universitarios sin futuro, salen anualmente a
exhibir su titulo en un marco. Si nos fijamos en los arquitectos, por hacerles
el cuento corto, el que sigan saliendo titulados en esta materia por centenares cada año, solo sirve para que
algunos emigren y accedan a concursos fuera de España. Eso sí, sus carreras nos
ha costado ingentes cantidades de nuestros impuestos.
Crear empleos falsos a millones, es lo que tiene, nos
lastrara por muchos lustros y tardaremos en asomar la cabeza de nuevo una
década o más si empezáramos ahora mismo a corregirlo.
Debemos centrarnos urgentemente en enderezar el rumbo. A Reflexionar.
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