Decía Adriano Imperator (Publio Aelio), que “toda Ley que se
incumple reiteradamente es injusta por naturaleza y hace que se incumplan
juntamente, leyes justas y adecuadas”. Pues bien, me refiero a los desheredados
del sistema Económico-Social, que bajo el barniz de un modelo progresista y de “bienestar
social”, decidieron en su día, hace casi 30 años ya, deshacerse de una mayoría de
los millones de microempresas que hay, pudiéramos decir habían, en este país.
Es un tema delicado y de alto secreto, además consensuado por todos los
partidos políticos sin excepción alguna. Me llamaran conspiranoico
de nuevo, como en el 11m o con lo de las protección de las castas, o con lo de la
persecución e indefensión fiscal que padecemos borreguilmente, pero les invito
a reflexionar conmigo y verán cómo hay tema, hilo y argumento para ello.
La demonización del empresario viene de lejos, desde el dúo González
–Guerra, quien lo hubiese dicho, al menos por lo que respecta al primero. Fue
una campaña atroz, Gramsciana, que ha producido igual de fruto. La juventud de
dos generaciones y siguiendo, solo aspira a ser funcionario. A vivir del
presupuesto y a gozar de las prerrogativas funcionariales. Privilegios solo
reservados a ellos y a la casta política, cayendo algo en la redundancia. Pero
para ello necesitaban recaudar grandes cantidades de dinero con la que
financiar el perverso sistema y extorsionar a las clases medias ahorradoras y
mayormente autónomas que sostenían el tinglado en su inmensa mayoría. Entonces
diseñaron lo que han dado a llamar “la optimización de la recaudación”.
Subieron los impuestos casi al doble y dieron una política fiscal que no
distingue a las corporaciones de los microempresarios indefensos. A su vez, no
liberaron a los empresarios de costear los “derechos” que desde Franco habían almacenado
los trabajadores, además de soportar la cuota de la Seguridad social y convenios
incumplibles. Seguidamente, a base de vueltas de tuerca y de aumentos en los
consumibles, combustibles, energías y comunicaciones, a la vez de tributos y
tasas sin cuento, disparatadas la mayoría, hacen sumergirse a casi la mitad de
los sostenedores del sistema y que casualmente son los que no hacen uso de los
beneficios del mismo. Por no poder acceder o por no tener tiempo para ello. No
contentos con tener una reata de contribuyentes para sus despilfarros
totalmente vencidos y esclavizados, pretenden ahora terminar con ellos en un
enorme holocausto económico. La optimización de la recaudación implica la desaparición
casi total de las pequeñas, e incluso medianas empresas. El coste de recaudar a
El Corte Ingles, Zara o Mercadona, es irrisorio comparado con el control de 3
millones de pequeños autónomos, que son además desafectos al control y al pago
de tributos. Recaudar de los funcionarios o empleados por cuenta ajena se hace
desde el origen de las rentas y se les sube a criterio de las tropelías de la
casta exprimidora. Sencillo y limpio el atraco. Así pues estamos asistiendo al último
acto de la tragedia que conllevara el genocidio económico de las clases medias
independientes, autónomas y profesionales. Como ejemplo ponen que en el reino
unido, el 90% de los bares, cafeterías, restaurantes y Pubs, de todo tipo,
pertenecen únicamente a 20 empresas. Y son varias decenas de miles de ellos,
algunas con 20 o 30 mil establecimientos. Algo parecido pasa con las Farmacias
Boots y Watson que dominan el 90% de los dispensarios. Fácil de recaudar si
comparamos el tener que estar controlando a un millón de propietarios de
establecimientos hosteleros o de servicios con criterios dispares. Pues ya
saben, a pedir trabajo a Alcampo, a Meliá, a Vips, o a Zara y el Corte Ingles.
Que por ahí van los tiros. A reflexionar.
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