TRABAJO
L.Soriano.
L.Soriano.
“El trabajo, es para los trabajadores, los que no quieren o no les gusta trabajar, mejor desistieran de tratar de emplearse para no desestabilizar el empleo”.
Trabajar, es según la Biblia, una maldición. “Ganaras el pan con el sudor de tu frente”, dice el Génesis que fue la condena de Dios a la humanidad.
Sin embargo, las religiones nacidas del “Libro”, se lo han tomado de distinta manera.
Los cristianos y los musulmanes, en general, detestan trabajar y el trabajo. Los Judíos sin embargo, y todos los que provienen de su influencia consideran que el trabajo es salud física y mental.
Para los Españoles, cristianos primero y católicos después de la reforma, el trabajo ha sido siempre un desdoro, y ciertos trabajos como comerciantes, negociantes o tenderos, lo peor de la escala social.
Sin embargo, para los cristianos, Metodistas, Calvinistas, Luteranos, seguidores de Melanchton y Zwinglio, y a los protestantes en general, el trabajo dignifica.
Que le vamos a hacer.
Para los Asiáticos, Japoneses, Coreanos, Tailandeses, e incluso muchísimos chinos, el trabajo es su vida entera, lo adoran y miman con alegría y dedicación, ya ven.
Para los centroeuropeos, y nórdico, el trabajo es esencial, en cantidad y en calidad.
Para los Latinos, de todo hay.Para los de Italia y España, con Grecia y Portugal, el trabajo no esta muy valorado ,y la ley del mínimo esfuerzo campa en las mentalidades.
Mi convencimiento es que no tenemos cultura del trabajo. El dinero y las propiedades eran siempre de los mismos, como pasa aun en política en algunas circunscripciones, y trabajar mas, solo servia para deslomarse mas, tener menos oportunidad de vivir mas y peor y que solo el amo prosperára y comprára látigos mas modernos. Esto es así y en los países comunistas se constata. Sin incentivos ni perspectivas de nada, lo mejor es la siesta.
Los sindicatos, en su día verdaderos adalides de las conquistas sociales, hoy son nefastos para la economía. Refugio de liberados y protectores de empleados con derechos inasumibles en la mayoría de los casos y sin posibilidad alguna de trasladarlos a todos los trabajadores, por lo que son netamente injustos y desequilibradores. Propician la caída de empresas y las deslocalizaciones.
Aquí hay que contarles a la gente que hay que trabajar, seria y duramente.
Sí, no es electoralista y no gusta. Pero es la verdad. Máxime si se quiere llegar a ascender en la escala social, económica o cultural. El mundo esta establecido así, y tener dializada a la población para usarla el día del voto, subvencionados y apesebrados, negándoles la posibilidad de desarrollar al limite de las posibilidades, teniéndoles a pan y circo, es una inmoralidad social. Premiar al buscador del “chollo”, en detrimento del que trabaja a destajo, es demoledor para la sociedad. El chollista, perjudica a sus compañeros de trabajo, a la comunidad y a la sociedad entera. Y perjudica a los necesitados de verdad, a quien desplaza por quedarse con lo que no se gana ni produce.
Lo que hay que tratar, no es que hayan unos pocos privilegiados que vivan de los presupuestos, sin control de su trabajo, sin control de su productividad, sin responsabilidad de sus actuaciones, sin la atención precisa porque su trabajo dependería de su aptitud y actitud, como nos pasa a todos. Esos que no sufren angustia de perder su trabajo porque viven a costa de los presupuestos, no podrán nunca comprender lo que pasa en las familias de obreros, autónomos o empresarios y empleados, llenos de angustia en épocas malas y de inquietud y desazón siempre. La vida.
Eso es lo que hay que derribar, propiciar la defensa de los que pagamos para que otros, en muchos casos despilfarren, y estén siempre conectados a las ubres del poder que financiamos con nuestro esfuerzo y siempre, como los monos, no suelten una rama sin tener otra bien cogida donde asirse, pero no por su esfuerzo, sino a costa de los demás. Ahí los quiero ver. Así se ganarían nuestro respeto y su razón de seguir existiendo.
A reflexionar
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