WANTED

¿UN NUEVO LÍDER?
Violeta Yangüela
En febrero de éste año, Osama bin Laden declaró una guerra santa (jihad) a los norteamericanos.  Parte de ésa declaración dice que  “matar a los norteamericanos y a sus aliados es un deber para cualquier musulmán y así liberar a Jerusalén y La Meca”.
Laden, uno de 53 hijos de Mujamed Awad bin Laden, magnate de la construcción en Arabia Saudita, renuncia a su familia y a su país, no así a su fortuna calculada en 300 billones de dólares, por considerar que la familia real saudita cometió un crimen al permitir que fuerzas militares norteamericanas ocuparan bases militares en  Arabia Saudita en la Guerra del Golfo.
Se refugia en Afganistán, país por el cual luchó para sacar a los rusos, que le brinda la ventaja “cultural” de la imposición estricta de la ley islámica  por los talibán, gobierno sólo reconocido internacionalmente por Arabia Saudita, Pakistán y los Emiratos Árabes.
Su fortuna le ofrece la otra ventaja – por cierto, ¿estará en bancos suizos? - de no tener que contar con el respaldo de un estado/nación para el financiamiento de sus actividades consideradas terroristas para algunos y órdenes de Alá para otros.
En una entrevista concedida a la cadena de televisión ABC de Estados Unidos, bin Laden reafirma que “es una orden de Alá purificar el Islam de todos los no creyentes, especialmente la península de Arabia y es deseo de Alá liberar la tierra santa de cruzados, judíos y americanos y Osama es un servidor de Alá y sólo cumple su deber”.
Acusado por Estados Unidos de ser el responsable directo de las bombas de sus embajadas en Nairobi y Tanzania y después del misil enviado a las instalaciones de la milicia de bin Laden en Afganistán con resultados negativos de su captura o muerte, Estados Unidos ofrece cinco millones de recompensa por información de su paradero.  Éste hombre y éstos hechos, plantean la posibilidad de que se convierta  en la figura central y dominante del Islam ante la incapacidad de uno de los estados islámicos de ser el mediador  con la suficiente autoridad para bregar con los conflictos entre sí y los conflictos entre grupos islámicos y no islámicos.
Desde la legendaria figura de Salah-al-Din, que recupera a Jerusalén de los cruzados y derrota a Ricardo Corazón de León hace ya un milenio, (a propósito de cruzados, en Siria la figura del “cuco” dominicano es atribuida al cruzado Corazón de León) el intento del Islam por encontrar ésa figura capaz de derrotar a los cruzados de hoy, aún persiste.  En años recientes, Nasser en Egipto, Kaddafi en Libia, el Ayatolah en Irán y más reciente aún, Hussein en Iraq, no ha pasado de ser un intento.
¿Osama bin Laden, el nuevo líder islámico? Que Dios, perdón, Alá nos agarre confesados.
(Éste artículo fue publicado el 21 de diciembre de 1998)
v.yanguela@codetel.net.do

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