DARWIN
L. Soriano
No quería dejar pasar la
oportunidad en su 200 (bi centésimo de su nacimiento) aniversario de aclamar,
proclamar y reclamar los meritos de Mr. Charles Darwin. Si hay alguien, que con
valentía y riesgo declaró lo que pensaba, tras sus concienzudos estudios y
comparaciones, llegando a unas conclusiones absolutamente revolucionarias para
el momento en que fueron expuestas, es, sin alguna duda Mr. Darwin.
Este hombre, que llega a la
conclusión, casi herética en ese momento, de que las especies evolucionan a
partir de las más fuertes y resistentes a los cambios que se operan en su
entorno en un proceso lento pero grandioso de selección natural, cambia la
concepción del mundo como un Galileo redivivo.
Cuando se embarca en el BEAGLE,
por recomendación de su profesor y amigo de Cambridge Mr. Henslow, como
naturalista, sin sueldo, poco o nada imaginaba, que iba a revolucionar el mundo
con sus estudios y conocimientos, y el esbozo de sus teorías, que
posteriormente plasmaría en su obra cumbre “La evolución de las especies”.
Bomba atómica en un mundo lleno de catastrofistas y creacionistas, de religión
muy mezclada en las decisiones políticas aún, y que no dejó por eso que le
amilanara tanta artillería en su contra.
Así como la evolución sí fue
generalmente aceptada y el lo pudo ver con sus propios ojos, la de la selección
natural tardaría años en ser considerada una ciencia. Me refiero al nuevo
Darwinismo (neodarwinismo), que se mezcla con las teorías genéticas del Padre G. Mendel integrándose la mutación
y la herencia biológica, dándose explicación una a la otra. Es lo que en
ambientes especializados se da por llamar “síntesis evolutiva moderna”.
Nadie mejor
que el propio Darwin para explicarnos su teoría, que va más allá de las
variaciones aleatorias de descendientes, y los efectos y cambios que producen
en la continuidad o supervivencia, en sus características, y en su intención y
éxito en la reproducción. A través de estos cambios durante siglos y generaciones
producen las mutaciones que dan origen a la larga a esa lenta pero firme
evolución, de la que salen los más fuertes y mejor adaptados al medio a que se
enfrentan y les rodea. Así pues ahí va su corta pero contundente explicación
extractada de su “Origen de las especies”.
“Existen organismos que se
reproducen y la progenie hereda características de sus progenitores, existen
variaciones de características si el medio ambiente no admite a todos los
miembros de una población en crecimiento. Entonces aquellos miembros de la
población con características menos adaptadas (según lo determine su medio
ambiente) morirán con mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con
características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente.”
Darwin, El Origen de las
especies
Claro que, no me sentiría
conforme, sin nombrar a A. Russell
Wallace, y olvidándome en este bi-centenario, que el envío de su ensayo a
Darwin precipitó la publicación conjunta de la Teoría, al contener un
paralelismo asombroso entre dos personas que no se conocían y que llegaron, por
caminos distintos y distantes aunque parecidos, a las mismas conclusiones. Darwin,
hombre honesto y sin complejos, aceptó el Co- descubrimiento nada menos que
ante la “Linnean Society of London”,
fundada por el científico Carlos Linneo en 1788 y editora del famoso e incontestable “The linnean”, la
publicación más autorizada y respetada en zoología, botánica y biología. Lo que
se llama “Taxonomía” o ciencia de la
clasificación de los organismos en taxones ordenados, que no son otra cosa que
organismos emparentados. Todo esto es muy complicado, y nos habla de la
Biología sistemática y de los árboles filogenéticos de los organismos
estudiados, y así hasta el infinito.
Así pues juntos, ambos, a la vez,
ante la Sociedad Linneana y toda la
sociedad científica, el 1 de julio de 1859, presentaron conjuntamente la teoría,
que además explica que la bonhomía es recompensada. Russell era un incansable
viajero y Darwin se retiro a su casa de campo con su rica esposa y disfrutó de
las muy merecidas mieles del triunfo y de de su noble actuación. Muchos
ejemplos dió, y muy agradecidos debemos estar al saber un minúsculo ápice más
de quienes somos y de donde venimos, así como enfrentar los retos vitales a que
nos enfrentamos. Wallace, sobrevivió a Darwin, era catorce años más joven, dato
este muy interesante y recibió también la medalla de oro de la Linneana, por
supuesto.
Gracias y que ocupes en el
firmamento el lugar que te corresponde, Sir Charles Darwin.
1(e, independientemente, por Alfred Russell Wallace), a evolutiva se
considera la principal causa del origen de las especies y de su adaptación al
medio.
Darwin, El Origen de las
especies
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