Si alguno de nuestros políticos leyera la historia, vería
que como no hay nada nuevo bajo el sol,
todo está ya visto, para no usar latinajos ni sinónimos en lengua extranjera.
Sabemos que sobran muchísimos funcionarios y que de estos, casi todos, han sido
contratados para que los políticos muestren su poder y creen clientela. Sabemos que los funcionarios son necesarios,
ni siquiera un mal necesario, sabemos que hay muchos abnegados y eficientes, y
otros que desde siempre se interesan por hacer su trabajo lo mejor posible,
cuando otros compañeros les dejan, que no siempre ocurre así. Sabemos que hay
funcionarios que afean a sus compañeros ineficaces o ineficientes su falta de
atención y sabemos que hay pocos Jefes que se atreven a poner orden en el
colectivo y hacer cumplir la Ley del Funcionariado en lo que respecta a los
derechos del administrado, que normalmente no conoce sus derechos y no los ejerce por tanto.
Sabemos que se han aprobado leyes en épocas recientes que dañan al administrado
y dan un excesivo poder de maltrato al contribuyente sin que por ello se
vulnere la norma. Sabemos que por muchas quejas que pongamos NINGUNA llega
JAMAS a ningún sitio puesto que el corporativismo es enfermizo y endémico.
Esto sabido, y con las debidas excepciones que solo
confirman la regla, la conclusión es que estamos mal administrados, muy mal y
hay una cierta confusión entre los que están a un lado y al otro del mostrador
o centro de atención. Esto conlleva a
que muchas veces el funcionario se crea un ser superior al administrado y lo
trate con displicencia, mala educación y hasta con cierto desprecio y mala educación.
Cuando no se venga del administrado, e incluso, a veces lo perjudica no dándole
el asesoramiento debido o incluso confundiéndolo. La
mas palmaria y conspicua prueba de ello es que hay una inmensa mayoría de
jóvenes y no tanto, que lo que desean no es crear una empresa, ser un buen
profesional o ser un investigador reputado o un periodista de primera, no, la más
demandada de todas las profesiones es la del funcionariado. Fracaso total del
sistema en general. Todos quieren ser con mucho, funcionarios. Será por alguna
razón. Tienen un exceso de derechos, de prerrogativas y prebendas, que por otra
parte no son extensibles a los demás trabajadores de este país lo que los
convierten ya en unos “privilegiados” en todos los aspectos, con escasa
responsabilidad.
Bien
es verdad que algunos han hecho una “oposición”, y al parecer eso les da
derecho a de por vida a tener los privilegios que gozan sin tener que
preocuparse más ya en su vida de otra cosa que asistir, con sus
estacionalidades permitidas o consentidas, legales o de convenio, y permanecer
en su puesto de trabajo un numero de minutos que van de 0 a 400 de lunes a viernes, pero a su discreción,
con libertad, no sujetos a la presión de la producción, ni a cuadrar balances ,
ni a administrar recursos escasos. Quizás en sus domicilios particulares tengan
algunos esa función, al igual que en sus vidas privadas, pero el dinero que
manejan en su funcion, sus sueldos y sus prebendas, lo que se necesita para el día
a dia del puesto del trabajo se lo
encuentran “dado”. Sus emolumentos son
mimados por el Gobierno de turno para que no pierdan poder adquisitivo, pero el
que esté o haya dinero, no es asunto suyo. Esto les proporciona
una carencia, que si bien no es excluyente, nada es excluyente, y nada es
descalificatorio, lo que no es de recibo que se hayan apoderado de los resortes
de poder desde dentro, controlando la administración, los partidos y los
dineros, y escalando puestos dentro de las organizaciones hasta alcanzar las cúpulas
del poder. Estamos
gobernados por funcionarios, o personas que jamás han trabajado fuera del ámbito de la Administración, y han vivido
siempre de ellas, no teniendo que ocuparse de conseguir el sustento fuera de ella. E incluso en la oposición empezando
por su presidente, la mayoría son funcionarios, de carrera o “Chusqueros” como
se dice en argot militar, que van escalando por razones varias, no todas con
motivos de orgullo
Una vez sentado esto, siempre claro está, desde mi punto de
vista que no compartirá seguramente una
legión de funcionarios, el que nos gobiernen personas con esas carencias, que
nunca hayan sentido la presión del riesgo, de la competencia, de la producción
, de la productividad, de la obtención de rendimientos, de la incorporación
de valor añadido a las cosas o
productos, de inventar, de innovar, de acometer y asumir acciones y tomar decisiones con
responsabilidad por los resultados, de la tenacidad y del desvelo para mantener
a flote a sus empresas , sus despachos, sus familias y su modo de vida, no es
lo que más nos conviene. No son las personas idóneas, y aquí, creo
sinceramente, desde el respeto y desde la consideración, no deberían por
definición ser los que nos gobernasen y cerrasen las puertas del Alamut y del
Gotha político a los válidos y
preparados con un bagaje intelectual,
cultural y de comprobado éxito empresarial , que pudieran dirigir este país de
manera distinta que un puñado de funcionarios desconocedores de los resortes de
la producción y de la obtención de rendimientos para los ciudadanos,
optimizando los recursos, administrando con mano de hierro y llamando a las
cosas por su nombre y poniendo a las personas en su sitio, estableciendo un
orden riguroso y un respeto escrupuloso por los administrados y por los
impuestos que ceden a la Administración
a todos los niveles.
A reflexionar
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