EL GRAN ORADOR.- L. Soriano.
Una vez más, se ha perdido una oportunidad de oro para realizar cambios
profundos en este país, al parecer tendremos pacientemente que esperar tres
años más para Juzgar su mandato entero, si es que llegamos o sobrevivimos a
esta crisis que nos muerde los talones.
Nunca me he metido con la persona de Rajoy, me parece el más honesto y
serio de los políticos que tenemos, pero sentado esto, las carencias son
enormes y solo se salva si le comparamos. Por eso, siendo lo poco decente que
tenemos me duele tener que ponerme así, pero no puede ser de otra manera. Está
claro que para escribir y hablar decentemente hay que haber leído mucho, y en
este caso, nadie duda y el que lo dudara ya se encargo el Presidente de
aclararlo hace poco, es Registrador de la Propiedad desde los 23 años. Mucho
hay que leer y retener para tremenda hazaña. Otra cosa es lo que se pueda
deducir de eso, para lo que pueda servir eso y lo que le pueda aislar del resto
de los mortales o ciudadanos de a pie. No seamos mezquinos, en la Cámara de los
Diputados, el Sr. Rajoy no tiene orador a su altura. Cuando el quiere, en su
tono paternalista, moderado y respetuoso, revuelca al más conspicuo opositor y
le quita el argumento, aunque se enrede un poco y parezca que duda. Pero no
cabe esta de que es un gran orador y lo que dice suena bien, razonable, y hasta
esperanzador. Convence, ante tanto mediocre. Lo malo es lo que no dice, a lo que no contesta, lo que torticeramente
oculta, empecinadamente soslaya y peligrosamente obvia. La Única perorata con
algo de sentido, que dijo lo que todos queríamos oír y nos precipito a ver cuál
era la respuesta del hombre tranquilo, fue Rosa DIEZ, si, no Diaz. Nuestro gozo
en un pozo. El gallego ejerció de su origen más que nunca, tratándola con
guante de seda, se refirió a lo que le interesaba y obvió lo que le incomodaba,
y eso no estuvo bien. No nos merecemos que no se nos hable de corrupción y que
no prometa altos castigos y sonoras expulsiones. No unas modositas mediditas
para que todos escapen antes de que les caigan, pero como si fuera un simple
costipadito. Necesitamos que no puedan hacerlo. No
hablo por supuesto de quien iba a pagar lo de las Cajas. Si, Cajas, no Bancos.
Las Cajas tenían otro estatuto y deben de ir a la cárcel quienes robaron y
devolver lo que se llevaron. Ni mencionarlo. No hablo de la Dinastía Capeta,
nefasta para nuestro país durante siglos y ahora más que nunca. Dinastía que
tiene a yerno e infanta ante un abismo, con salpicaduras gruesas a todos lados,
y a la cabeza , que podría explicar lo del amor a ZP, lo de “si sale sale”
etarra, lo de “Cataluña no es un problema”, el desprecio a las víctimas del
terrorismo, especialmente a las del 11m y su posición de perfil en muchísimas
otras cosas. Tampoco comento de cuando cambiaba la Ley electoral, condición
necesaria y quizás suficiente para que este país pueda avanzar un poco en su
penosa trayectoria. Con un desprecio olímpico a los ciudadanos que lo votaron
en mayoría suficiente. Ni lo considero oportuno. No hablo claramente de la
bajada de impuestos, solo que es una voluntad para antes de que termine su
legislatura, pero si es para ponernos donde estábamos, la tomadura de pelo es
mayestática. Ni de los desquicios del confiscador lenguaraz Montoro, de los
ninguneos a De Guindos, ni explico los líos
de la cieguita Mato, ni lo de porque nos expropian con las payasadas de
Margallo y sus envíos de dinero a quienes lo hacen. Ni comento lo de la cúpula
de interior ya anciana y felipista pero aun viva y peligrosa que aterran al
Ministrin Fernandez. No hablo de disminuir la Administración en absoluto ni de
las Diputaciones, ni de las empresas publicas ni de las televisiones autonómicas,
ni de los coches oficiales, ni de nada que lo pudiera comprometer en las
negociaciones con los separatistas ni con los grupos que le dan problemas. Ni
sindicatos ni asociaciones empresariales, ni los turbios asuntos andaluces, que
van por mil millones de euros, y mucho menos……….. de Bárcenas. Amigos,
un gran orador, un gran torero del parlamento, pero un inútil y tergiversador
teatrero que oculto lo que no le interesaba y no explico lo que nos merecemos
que nos aclaren. Así, a golpe de deuda iremos de éxito en éxito al desastre
final. A reflexionar
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